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Las comunas socialistas de Venezuela

Enviado por CESAR DORTA


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

  1. A manera de prólogo
  2. Introducción: Chávez, un socialista en permanente revolución
  3. El socialismo del siglo XXI y el desarrollo endógeno
  4. El instinto comunitario del hombre se ha manifestado siempre
  5. ¿Qué se ha conocido y conoce como comuna?
  6. La Comuna de París (La Commune de París)
  7. Las comunas chinas, suizas y argentinas
  8. Diez conceptos jurídico-sociológicos afines al de comuna
  9. Bases constitucional de la sociedad comunal y del modelo socioproductivo comunitario
  10. Las leyes y otros instrumentos jurídicos de menor jerarquía que complementan la base jurídica de la sociedad comunal y del medio socioproductivo comunitario
  11. La comuna socialista venezolana, ¿qué es eso?
  12. Chávez: propulsor e inspirador de las comunas
  13. Chávez no es sólo acción, es verbo encendido que abre paso a las comunas
  14. Chávez acompaña el nacimiento de las primeras comunas socialistas
  15. Sin comuneros no hay comunas, sin socialistas no hay socialismo, ni revolución sin revolucionarios. Formar en valores comunales
  16. Cuarenta valores que definen al hombre y a la mujer de la comuna socialista
  17. Cuarenta principios y valores de la comuna y del modelo socioproductivo comunitario y de la comuna
  18. En la comuna, educar y capacitar ¿para qué?
  19. Chávez y la educación para la acción
  20. Educación endógena y exógena en la comuna
  21. El control social no es lo mismo que la contraloría social
  22. La contraloría social en las comunas
  23. La planificación participativa en la comuna
  24. Los servicios públicos y las comunas
  25. "Frente Socialista del Bien Común": Estudio de una Comuna que nace en el Valle Guarenas-Guatire, bajo el esquema socioproductivo comunitario
  26. Epílogo: las comunas socialistas a la Chávez
  27. Anexos
  28. Bibliografía

A manera de prólogo

Nuevamente la Junta Directiva de INFOPRESCO se llama de regocijo, al publicar otra importante obra de nuestro Director General. el profesor César Dorta, dirigida a abrir camino a la nueva sociedad que estamos empeñados en construir, y que estamos construyendo.

Hace algo más de un año publicamos el libro de César que él denominó "Manual de los Consejos Comunales", hasta entonces, el más importante de su cosecha. El Manual ya cuenta con 2 ediciones, y ha sido leído y estudiado por quienes, junto a él, creemos que los Consejos Comunales son vías para hacer efectiva la participación ciudadana, para concretar el rol protagónico que la Constitución reconoce y garantiza a cada uno de quienes vivimos en Venezuela.

La nueva publicación, "Las Comunas Socialistas a lo Chávez", constituye un aporte fundamental en esta hora de búsqueda y de parto. En este período histórico que iniciamos -Segunda Etapa de la Revolución– así lo ha definido el líder de la misma, Hugo Chávez Frías, las comunas y las empresas socioproductivas comunales, son motor indispensable para el avance decidido e indetenible del cambio económico, para fortalecer la transformación social y política. Este libro no es sólo teórico, que lo es, sino que aporta igualmente la experiencia de su autor, consagrado a la lucha social desde que era un niño.

La Comuna "Frente Socialista del Bien Común", que reúne a guareneros y guatireños en un común esfuerzo de lanzamiento y puerta en marcha, en el valle Guarenas-Guatire, de una nueva realidad comunal y socioproductiva, es recogida como experiencia para el cierre del libro, dejando en manos del lector, ya no sólo la concepción teórica de lo comunal, sino información básica fundamental para abrir camino al esfuerzo socioproductivo exitoso. César conoce bien esta experiencia, fue su promotor, es su Presidente.

El profesor César Dorta, en lo fundamental, un educador, un forjador, un sembrador de ideas e iniciativas, preocupado siempre en entregar herramientas que faciliten el proceso de cambio. Él insiste en su lucha social -y es su consigna- que no hay cambio sin hombres cambiados, ni revolución sin hombres revolucionados. Afirma con convicción, que la formación y el trabajo son músculos -igualmente importantes- para la construcción de una sociedad de hombres y mujeres libres. Esto explica claramente, la razón que lo mueve a entregarnos sus reflexiones y experiencias.

Bienvenida "Las Comunas Socialistas a lo Chávez", que se suma a nuestras publicaciones dedicadas a la formación y capacitación para la participación ciudadana.

Junta Directiva de

INFOPRESCO

Introducción: Chávez, un socialista en permanente revolución

No podemos hoy, en Venezuela, hablar de Comunas, sin hacer referencia al Presidente Chávez Frías. Bien sabemos todos que él es el inspirador, el propulsor, el motor que da aliento a esa forma excelsa de justicia social, si bien tiene claro que las comunas no son suyas, ni quiere él que sea así. Ellas son el pueblo el soberano organizado en busca de su bienestar, de su realización y felicidad. Ellos son el Poder Popular.

Recientemente en mi tarea de formar para la participación ciudadana, en un curso sobre gerencia comunal, me preguntó una de las voceras del Consejo Comunal de La Guairita por qué Chávez, líder del proceso revolucionario, no había orientado desde el principio de la Revolución hacia la constitución de comunas. Preguntaba, a manera de reclamo, ¿por qué avanzamos primero hacia las cooperativas, luego nos estimularon a constituir Consejos Comunales, y ahora abren puertas a las comunas? Buena e inteligente pregunta.

La Revolución es un proceso en marcha: El Socialismo del Siglo XXI lo estamos escribiendo, no hay un Manual que indique qué hacer en cada comento, un paso a paso predeterminado. Además, Chávez, el inspirador del cambio, es un socialista en permanente revolución, en constante transformación, que no se detiene, que no reposa en los peldaños alcanzados, ni se regodea en tiempos y aciertos, sino que avanza en constante progreso.

El Socialismo del Siglo XXI está en construcción, lo estamos pariendo. Él será lo que nosotros queramos que sea. Es nuestro desafío, es el reto que tenemos en las manos. Lo fascinante de esta aventura es que no existe un libro escrito que indique lo que debemos hacer; somos nosotros mismos, es el pueblo organizado quien hace camino, "camino que se hace al andar", como escribió el poeta español Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas

el camino, y nada más;

caminante, no hay camino,

se hace camino al andar.

Al andar se hace camino,

y al volver la vista atrás

se ve la senda que nunca

se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino,

sino estelas en la mar.

No existe el camino, pero si las orientaciones y los valores que impiden nos equivoquemos, para lograr así el sendero que nos permita construir el Socialismo del Siglo XXI. Por eso hemos dedicado unas cuantas páginas de este libro, porque en la medida en que los principios nos guían, no hay forma de errar la ruta.

Si bien no existe un recetario socialista por aplicar, es bien cierto que si existe una realidad cambiada y cambiante hacia el Socialismo. Mucho de lo que ha venido haciendo el Presidente Chávez y el equipo revolucionario de gobierno – y nosotros apoyándolo y estimulándolo, afianzando los logros – tiene claros rasgos de Socialismo, de camino hacia la sociedad que estamos haciendo.

El Socialismo del Siglo XXI lo escribimos y construimos de manera colectiva. Sería falso e inconveniente si él fuese obra de una sola persona, aún cuando ésta se llame Hugo Chávez Frías, quien juega un rol preponderante en el proceso y le da luz al camino, con sus ideas y propuestas, pero es inspiración colectiva. El Comandante ha dicho que el camino lo construimos entre todos, o no será Socialismo del Siglo XXI lo que estamos haciendo. Por eso ninguno como él impulsa la participación y estimula el Poder Popular, toda la fuerza y el empuje en manos de los ciudadanos, desde allí radica la verdadera revolución, la base fundamental del Socialismo nuevo.

Una revolución pacífica pasa por la búsqueda y logro de amplios consensos, también el desarrollo del país requiere el concurso de todos; por eso necesita el apoyo del Estado, pero igualmente le es indispensable el aporte de las comunidades organizadas.

En este Socialismo en construcción, estamos ahora atravesando un período de transición, de traslado de la vieja a la nueva sociedad, transición que se impulsa con las relaciones socialistas, y con la satisfacción de las necesidades reales de la gente. De esas necesidades insatisfechas durante años y años, que hemos dado en llamar la deuda social, deuda que el Socialismo del Siglo XXI ha de saldar a plenitud.

Estamos construyendo un ordenamiento jurídico para el cambio. La nueva Constitución de 1999 en algunos aspectos se quedó atrás, se hace imperiosa la adecuación a las etapas más avanzadas que comenzamos a transitar. Son indispensables leyes que concreten y hagan realidad los postulados de cambio.

Generamos una conciencia socialista, una nueva cultura que nos obliga a continuar y profundizar los programas gubernamentales de claro corte social, así como estamos obligados a acelerar – como el Presidente Chávez lo está haciendo – el proceso de plena participación ciudadana hacia el Poder Popular. Esa es la meta y las comunas son el instrumento.

La propiedad de los medios de producción debe ser mixta, combinando distintas formas para facilitar la revolución pacífica en la que estamos empeñados. La dinámica dirá los tiempos. El Estado se reserva la propiedad de los medios estratégicos, lo que ha llevado al Presidente de la República a nacionalizar plenamente nuestra industria de los hidrocarburos, la energía eléctrica, la telefonía y otros medios fundamentales para la seguridad estratégica.

Junto a la propiedad estatal nacen, conviven y se fortalecen medios cogestionarios y autogestionarios de propiedad; se fomentan, construyen y estimulan las empresas socioproductivas; mientras se respeta – de conformidad a la Constitución – la empresa privada, que necesariamente debe ser concebida dentro de una clara vocación social.

Esta es hoy, en este tiempo de transición, la realidad de la propiedad de los medios de producción. Será el proceso, seremos nosotros -los ciudadanos y ciudadanas organizados – quienes iremos decidiendo el formato a adoptar, el camino a seguir, siempre en el marco de la Constitución.

Chávez un socialista en permanente revolución. Lo dijimos y reiteramos. Quien no se revoluciona y hace revolución constante, se fosiliza y deja morir los cambios. La transformación es permanente. Cambian los mecanismos y los instrumentos de la revolución, lo que no cambian son los valores, ellos permanecen inalterables.

Los valores no cambian. Ellos son la guía, nos permiten saber si nos mantenemos en el camino del socialismo, o si erramos la ruta. A los valores dedicamos dos importantes espacios en este libro, bajo los títulos "Cuarenta valores que definen al hombre y a la mujer de la comuna socialista", y "Cuarenta principios de la comuna y del modelo socioproductivo comunitario". Ellos se resumen en lo que yo llamé "Decálogo del Socialismo del Siglo XXI", en el libro de mi autoría "Manual de los Consejos Comunales": libertad e igualdad; democracia, pluralismo; solidaridad; fraternidad y unión; complementación; justicia y paz; desarrollo y bienestar; honestidad y transparencia; trabajo, responsabilidad y perseverancia, y por último, el valor que sintetiza y acrisola los anteriores, amor.

Decimos el amor mueve montañas, mientras Dante Alighieri dice "mueve el sol y las estrellas". "Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar en la misma dirección", expresa Antoine de Saint-Exupéri.

"El gran poder existe en la fuerza invencible del amor", escribió Bolívar (1827), mientras Chávez (2005) expresó "Por amor es nuestra lucha, por amor combatimos el imperialismo".

Los antivalores tampoco cambian, al igual que los valores. Ellos están allí, están vivos pretenden colearse, meterse y matar el proceso de cambio.

Los antivalores siguen inspirando a los adversarios de la Revolución. Eso no es tan grave, porque lo sabemos, los conocemos. Grave es que compatriotas que se dicen revolucionarios, pero no habiéndose revolucionado, no habiendo cambiado -de manera conciente o no- siembran antivalores en terreno de la Revolución.

Grave es que compatriotas que habiendo interiorizado los nuevos valores, habiendo cambiado, más tarde se marean en las alturas de la representación que el pueblo les ha encomendado, olvidan los valores socialistas, y comiencen a actuar movidos por los viejos antivalores. Esto no es teoría, es realidad que el Presidente Chávez combate, pero que aún en muchos persiste.

Los antivalores son como esas hierbas difíciles de arrancar, de execrar de manera absoluta; cuando las creemos muertas, renacen. De alguna manera es como el delito o el pecado, como esa inclinación a lo fácil, sin importar las consecuencias del camino corto, sin ponderar los daños que pueda causar.

Los valores de antes, antivalores del Socialismo del Siglo XXI, son muchísimos, pero podría concretarlos en diez, lo suficientemente graves como para impedir que el cambio avance.

El reino de los antivalores, es la muerte del Socialismo del Siglo XXI.

  • Privilegios para unos pocos

  • Explotación del hombre por el hombre

  • Lucha de unos contra otros, en competencia feroz

  • Dar sólo para recibir a cambio

  • La acción por encima de los valores

  • Resignación a ser oprimido

  • El trabajo como materia prima

  • El individualismo y egoísmo

  • El consumismo

  • La intolerancia

Puedo confesar que estoy orgulloso de nuestro avance como pueblo, pero no estoy ni puedo estar satisfecho por las oportunidades que hemos perdido y por los errores que hemos cometido. No han operado suficientemente los órganos de evaluación y control.

De las fallas que, con sobradas razones preocupan al Presidente, todos, en mayor o menor grado, somos responsables, según las capacidades y las posibilidades reales de decidir y ejercer influencia. Para que estemos claro, yo también he fallado, aún no teniendo responsabilidad pública alguna en estos diez años, en los que he estado dedicado a la formación y capacitación de líderes y conductores municipales. No sólo los funcionarios han fallado, también nosotros, ciudadanos y ciudadanas.

No todos los equipos humanos de los órganos del gobierno nacional, regional y local, han estado a la altura, a veces tienden a convertirse en pesadas burocracias que, antes que ayudar, se convierten en obstáculos. El propio Presidente Chávez ha criticado el burocratismo de beneficios particulares en algunos funcionarios públicos, ha expresado que está viva la Cuarta República a esos niveles y que hay que demolerla.

Después de lo dicho no es difícil entender, por el contrario es fácil comprender, que la Revolución es un proceso de transformación constante, y que en perfecta sintonía, Chávez es un socialista en permanente revolución, que cambia él, y que indeteniblemente estimula cambios.

En ese cambio constante, al inicio de la segunda década de la Revolución; de lo que el Presidente ha llamado la Segunda Etapa, nos encontramos con las comunas y las empresas socioproductivas. Ellas son un desafío. Ellas son instrumentos de la Revolución del pueblo y para el pueblo. Ellas son el Poder Popular. A ellas consagramos este libro que hemos denominado "La Comuna Socialista a lo Chávez". No será difícil adivinar el por qué del título. Si bien las comunas son del proceso y de la gente, es innegable el sello del inspirador.

César Dorta

El socialismo del siglo XXI y el desarrollo endógeno

El Socialismo es el nombre genérico e histórico dado a distintas doctrinas económicas, políticas y sociales que, a lo largo ya de varios siglos, han propugnado y propugnan una más justa distribución de la riqueza. Socialismo del Siglo XXI es aquel que con sello de facturación venezolana, con especificidades de los tiempos nuevos y respondiendo a realidades diferentes, surge desde nuestras tierras, par nosotros y para el mundo.

La denuncia de las desigualdades sociales y la promesa de una nueva sociedad son bases del socialismo que, desde Platón, no habían tenido sino un fundamental o moral. Las explicaciones técnicas de esas desigualdades sociales vinieron luego, y más tarde las proposiciones de Sismondi y Saint-Simon. A finales del siglo XIX, y dentro de la misma línea, surge el socialismo de Estado, para ver aparecer en el Siglo XX la planificación.

Enfantin Bazard y otros sainsimonianos, así como los asociacionistas franceses Fourier y Luis Blanc, y el inglés Owen, preconizan la sustitución del régimen de propiedad privada por una socialización estatal o por un federalismo de las asociaciones de productores, concretizado en cooperativas de consumo y de producción. El socialismo científico, el marxismo, surgirá con Marx y Engels, al declarar que la transformación de las estructuras sociales es ineludible, y es consecuencia lógica de las contradicciones del capitalismo. El marxismo será fundamento y base doctrinal del comunismo y de diferentes manifestaciones socialistas en el mundo, algunas de ellas exitosas, otras fracasadas, como bien se conoce a lo largo de la historia.

El Socialismo del Siglo XXI, sin negar la historia, al contrario, aprendiendo de sus lecciones, de sus aciertos y errores, pero particularmente partiendo de la nueva realidad y de lo específico de hoy, surge para la justicia social, la riqueza para todos y la nueva sociedad de igualdad de oportunidades y de mejor calidad de vida.

A la cabeza del movimiento en marcha, abriendo camino junto al pueblo, el de Venezuela y el de otras latitudes, avanza con Hugo Chávez Frías.

"El Socialismo del Siglo XXI es un sistema y una idea que edifica una nueva sociedad, regida por el poder popular, en profunda democracia participativa y protagónica, con igualdad material y cultural entre las personas, al recibir de la sociedad, cada cual, lo que requiere para satisfacer sus necesidades y para su vida digna, y dar en retribución todo aquello que pueda según sus capacidades, en pos del desarrollo integral de los seres humanos".

En esta aproximación del ideólogo del socialismo moderno, Haiman El Troudi, lo primero que resalta es la nueva sociedad, vale decir, una manera distinta de interrelacionarse los hombres que integramos la sociedad, no sólo entre nosotros mismos como Nación, sino con otras sociedades del mundo. Hablar de nueva sociedad, es hablar de hombre nuevo, de mujer nueva.

El Poder Popular es la fuerza que dinamiza la nueva sociedad, no habrá hombre nuevo, ni mujer nueva si el poder y la fuerza transformadora no se encuentran en sus propias manos. Es eso lo que llamamos Poder Popular, la fuerza del cambio en manos de la gente.

El Poder Popular requiere indefectiblemente para su concreción de una profunda democracia participativa y protagónica. Dicho de otra manera, sin democracia directa y participativa del pueblo, donde éste juegue el rol fundamental que la propia Constitución le da, es imposible hablar de Poder Popular.

Hemos dicho y reiteramos que no hay poder popular sin democracia. Ampliemos el concepto: no sólo no hay Poder Popular sin democracia política, participativa y protagónica como antes dijimos, sino que tampoco hay Poder Popular sin democracia social y económica. Igualdad de oportunidades para todos, iguales posibilidades de acceso a la cultura y a los bienes materiales. Como bien lo define El Troudi el ciudadano y ciudadana deben "recibir de la sociedad lo que requiere para satisfacer sus necesidades y para su vida digna, y dar en retribución todo aquello que pueda según sus capacidades en pos del desarrollo integral de los seres humanos".

El Socialismo del Siglo XXI es en plenitud un sistema. El Socialismo tras el cual marchamos, pretende ser y debe ser un sistema que abarque, por igual, la sociedad en todos sus aspectos, vale decir, en lo político, social, económico, territorial, internacional y cívico-militar, por sólo abordar seis tópicos fundamentales.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema político, basado en el Poder Popular, en el rol protagónico de ciudadanos y ciudadanas, que está por encima del partido y de cualquier otra institución intermedia que pretenda arrebatarles su derecho a decidir; me atrevería a decir de arrebatarles un derecho que sólo tiene como límite el derecho de Dios y el de los otros hombres, por aquello que tantas veces se ha repetido, el derecho de cada quien concluye donde comienza el derecho del otro.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema social, orientado hacia la inclusión, para que nadie quede afuera; la sociedad socialista no puede repetir la vieja realidad de excluidos y excluidas, de ciudadanos y ciudadanas de segunda, sin acceso a la cultura, a los bienes, al poder.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema económico, que transforma la manera de producir riquezas, así como la distribución de éstas. Está concebido como una economía mixta, donde veremos convivir y conciliar distintas relaciones de producción. Simultáneamente marcharán empresas del Estado, incluidas en éstas todas las industrias básicas, empresas de cogestión, de participación conjunta del Estado y sus trabajadores; empresas cooperativas y de autogestión, empresas socioproductivas donde los socios son a la vez propietarios y trabajadores que aportan al mismo tiempo capital, ideas y trabajo; y empresas privadas que necesariamente estarán enmarcadas dentro de un concepto de justicia social, para que puedan convivir con los modelos antes descritos.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema territorial, donde, como bien lo ha dicho el Presidente Chávez, debe haber un reordenamiento socialista de la geopolítica de la Nación, para lograr una nueva geometría del poder. Simultáneamente, en lo territorial apuntamos hacia un eco desarrollo armónico descentralizado, coordinadamente desconcentrado.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema que en lo internacional busca la paz y la armonía entre los pueblos, que tiene como prioridad la integración de la América Latina, de conformidad con la visión del Libertador, una gran República integrada por nuestro sub-continente, y que tiende sus brazos con solidaridad y respeto a todos los pueblos del mundo, reclamando para nosotros, en contra partida, igual solidaridad y respeto.

El Socialismo del Siglo XXI es un sistema en lo cívico-militar, centrado en tres conceptos básicos: independencia, soberanía y autodeterminación. Somos irrevocablemente una República independiente, que defiende su soberanía y que hace respetar su autodeterminación. No hay amo sobre nuestras cabezas; el Poder Popular, la voluntad de nuestra gente, priva y privará por siempre en la sociedad que estamos construyendo.

En síntesis, y como ya lo dijimos, el Socialismo del Siglo XXI es un sistema integral que no está preestablecido, que no está escrito en ningún lado, que tiene en la experiencia de los pueblos ejemplos buenos y malos de lo que fue el Socialismo en el Siglo XX, en el Siglo XIX y en épocas anteriores, en manifestaciones que pueden remontarse hasta las comunidades socialistas de los primeros cristianos, en el Siglo Uno, e incluso en manifestaciones aún anteriores.

Digámoslo en una frase que lo expresa cabalmente, que si bien no es original, si resume lo que queremos decir: El Socialismo del Siglo XXI no está escrito, tiene claras guías en las palabras y propósitos orientadores del Presidente Chávez, pero en definitiva será lo que decidamos que sea.

Nadie duda hoy, ni la historia podrá desmentirnos, que Hugo Chávez Frías, ha sido y es el gran impulsor, el guía de este proceso de transformación nacional que llamamos Socialismo del Siglo XXI. No obstante, la historia no está constituida por etapas cerradas, por bloques de vida que se suceden unos a otros, sin interrelación entre ellos. Los hechos históricos se van sucediendo cronológicamente y se interrelacionan entre sí, para generar transformaciones y cambios que resultan, como ya hemos dicho, de la concatenación de unos hechos con otros. Para no remontarnos demasiado lejos podríamos hablar de una cronología reciente que, de una u otra forma, va abriendo caminos a la implantación del Socialismo del Siglo XXI.

Puede ubicarse el 27 de febrero de 1989, como el primer paso reciente hacia el proceso que hoy vivimos, según lo ha señalado el Presidente Chávez. A escasos días, a menos de un mes de haber asumido la Presidencia de la República el Presidente Carlos Andrés Pérez, se escucha un grito de rebeldía contra el Gobierno que entonces se iniciaba; es el pueblo indignado ante medidas económicas que van a apretarle, simultáneamente, el estómago y el bolsillo, luego de los discursos prometedores y demagógicos que le llevan al triunfo electoral de 1988. El incremento de precios de productos esenciales fue el detonante. Lo llamaron Caracazo, porque fue en la capital de la República donde se escenificó, con mayor contundencia, el combate contra las mentiras del oficialismo de entonces.

Somos de la tesis "que en vez de hablar" del Carachazo, tendría que llamarse Guarenazo lo que entonces ocurrió. Fue en nuestra laboriosa comunidad de Guarenas donde se escenificaron las primeras y más importantes acciones de rebeldía, contra las imposiciones que afectaban al pueblo. Pero Guarenazo o Caracazo, como se le quiera llamar, convirtieron la rebeldía de la gente en represión y masacre del pueblo. El Presidente Pérez ordena a la Fuerza Armada Nacional a disparar sus fusiles y sus armas contra el pueblo indefenso, enrojeciendo las calles con sangre patriota, con sangre de la gente nuestra, de los venezolanos aguerridos, cuya piel, carne y hueso no resistió las balas que a mansalva le dispararon. Miles cayeron en las calles de combate.

Despertó Bolívar, lo hace "cada cien años" para reordenar las cosas, para reimpulsar la historia.

La gente enardecida comenzó a organizarse, a preparar su defensa, para disponerse a la toma del poder.

El 4 de febrero de 1992 irrumpen en el escenario nacional un puñado de jóvenes militares patriotas, con el Comandante Hugo Chávez Frías a la cabeza, quienes se revelan para abrir camino al cambio. Derrotados militarmente, por la mayor fuerza de ataque del régimen de Carlos Andrés Pérez, coronan triunfo en el corazón del pueblo. El "por ahora" se convierte en bandera, en esperanza que va sumando voluntades. Había fracasado la sublevación patriota, pero habría triunfado en el ánimo del pueblo. Se enquista en el alma de la gente la decisión de cambiar el estado de las cosas.

En noviembre del mismo año 1992, una nueva sublevación militar, en respaldo a la de febrero, y en procura de acelerar los tiempos, es nuevamente derrotada militarmente, pero sigue sembrando semillas de cambio.

En mayo de 1993 el Congreso destituye al Presidente Pérez, para someterlo a juicio por corrupción, es cuando se inicia un gobierno de transición que encabeza el historiador Ramón J. Velásquez, poniendo de manifiesto la podredumbre oficial de entonces.

En las elecciones que se celebrarían en diciembre de ese año 1993 se manifiesta la disposición del pueblo a buscar electoralmente, en sufragios populares, un nuevo camino. Acción Democrática y COPEI, los partidos tradicionales, son desplazados por la Causa R y el recién nacido Partido Convergencia. Más de uno tiene la convicción que Andrés Velásquez, sindicalista de Guayana, triunfa pero no cobra, asignándosele la Presidencia a Rafael Caldera, quién siendo vocero del continuismo, al darle la espalda a AD y COPEI, se asoma como nuevo; es lo viejo que se muestra remozado. El pueblo despierta, la vía electoral indica que si puede ser transitada de manera victoriosa.

En 1994 el Presidente Caldera, presionado por la conciencia y fuerza popular, dicta sobreseimiento de la causa judicial que pesaba contra Chávez y sus compañeros de arma sublevados contra la corrupción. Se abren las puertas de la cárcel de Yare, para permitir el abrazo de Chávez con el pueblo, fraternidad que se consolida con el triunfo electoral en diciembre de 1998, dando entrada a la Quinta República, camino al Socialismo del Siglo XXI.

Todo cambio social y político implica períodos de sueños, de idealización del objetivo y del camino; exige tiempos de concreción de la propuesta y de planificación de la misma; demanda horas de ensayo y corrección, así como momentos de relanzamiento, a partir de la valoración de lo hasta allí logrado, fijando nuevas metas y retomando el camino, a partir de ese momento con alforjas llenas de experiencias y conocimientos, para intentar no caer en los viejos errores y avanzar más rápido.

La Revolución Bolivariana tuvo un largo período de pregestación en la calle, en los barrios, en las universidades, en las fábricas y en los cuarteles; tuvo en 1992, el 4 de febrero, su hora de clarín, de anuncio que algo venía, Chávez lo dijo ese día: "vendrán nuevas situaciones y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor"; es cuando proclama el "por ahora", es cuando hace saber que arrancó el camino, que llegará el día; es invitación al trabajo, es siembra de fe y esperanza.

El primer año del Gobierno Revolucionario, es de fijación del camino que se concreta en la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, inspirada por el Presidente Chávez, concebida por la Asamblea Constituyente y sancionada por el pueblo en referendo aprobatorio, el 15 de diciembre. La Constitución encierra el ideal transformado en artículos, en normas que tendrán que echar carne y músculos para transformarse en nueva realidad social, económica y política.

En principio nos dimos una Constitución con visión de nueva sociedad por construir, idealista en sus propuestas, pero con instituciones y mecanismos que, de seguirlos, nos harían entrar en el Socialismo que aspiramos.

Con la Constitución en mano marchamos durante diez años, es hora en que la enmienda constitucional del pasado febrero 2009 que permite la reelección del Presidente Chávez, se convierte en invitación para evaluar el término recorrido, el trecho ya andado, y relanzar el Proyecto.

El tiempo que ahora transitamos, es la convulsionada hora de redefinición y relanzamiento.

El líder del proceso anuncia la segunda etapa, los siguientes diez años.

El lapso transcurrido bajo la orientación de la nueva Constitución, ha sido tiempo para el asomo de lo que queremos. Lo que ha venido haciendo el Presidente, y junto con él, quienes estamos en el proceso, tiene un claro sello socialista, marcha hacia una nueva realidad y por un camino distinto, si bien no existe ni un recetario para aplicar, ni un librito que nos señale cada paso a dar. El pluralismo en que vivimos y estimulamos, nos obliga a la discusión y búsqueda de consenso, es permanente invitación a todos a sumarse con sentido crítico a la transformación que aspiramos.

El Socialismo del Siglo XXI no es sólo político y social, sin dejar de ser político y social. Lo que quiero decir es que hay más. Adicional a los cambios sociales y políticos, el cambio debe ser también económico, y hacia allí van dirigidos los esfuerzos de esta segunda década de la Revolución Socialista Bolivariana.

El desarrollo de una economía nueva, de verdadera justicia social, nos mueve. El desarrollo endógeno, el producido por nosotros y para nosotros, partiendo de nuestras realidades, saberes y posibilidades, es el objetivo. Las comunas y las empresas socioproductivas son el instrumento. Hacia allá vamos, y ese es el objetivo de este libro.

El instinto comunitario del hombre se ha manifestado siempre

Tan antiguas como la humanidad misma, son las manifestaciones que el hombre ha dado de su espíritu comunitario, de su disposición a la ayuda mutua, al crecimiento conjunto.

En su libro "La Doctrina Cooperativa", el maestro del cooperativismo Paul Lambert escribe que "Se han encontrado asombrosas analogías entre ciertas instituciones de la antigüedad y de la Edad Media, con instituciones cooperativas contemporáneas. Citemos las lecherías comunes en Armenia, las asociaciones de arrendamiento de tierras en Babilonia, las confraternidades de sepultura y las compañías de seguros artesanales entre los griegos y romanos, las sociedades de drenaje, riegos y construcción de diques en Germania, los ágapes de los primeros cristianos, los pastos colectivos y las asociaciones de pescadores de Rumania, los "fruteros", asociaciones queseras del Jura y de Saboya, las colectividades agrícolas llamadas "madruga" entre los servios y "mir" en Rusia, las comunidades del trabajo, "artels", en Rusia, la mansión solariega o villa señorial e incluso -a los ojos de algunos autores- las corporaciones", así se expresa Paul Lambert en su clásico "La Doctrina Cooperativa.

El Dr. Caros Molina Camacho, ex-Superintendente Nacional de Cooperativas de Venezuela, a propósito de esas diferentes manifestaciones comunitarias, afirma que no se trata sino de analogías, y no existe ningún nexo histórico entre estas manifestaciones antiguas del instinto comunitario y las cooperativas del Siglo XX, las expresiones del comunitarismo moderno. Por otra parte, se encuentran, sobre todo en os Siglos XVIII y XIX, numerosas colonias religiosas que viven en régimen de economía colectiva, tales como los Labadistas, en Maryland, desde 1680; la colonia de los shakers que data de 1774; los "rappites", emigrados de Alemania donde estaban agrupados desde 1787, y que fundaron en los Estados Unidos una colonia llamada "Harmonie", en 1805.

Existe una diferencia fundamental entre las colonias del primer tipo, esencialmente religiosas, y las colonias fundadas por Robert Owen, así como las constituidas por Fourier: las comunidades de inspiración religiosa no pretendían en absoluto presentar al mundo una nueva institución apta para resolver el problema social. Se trataba, casi siempre, de hombres que creían inminente la llegada del Juicio Final y que deseaban vivir de una forma sumamente sencilla esperando el fin del mundo.

Tal vez conviene recordar las comunidades de los primeros cristianos, las que están reseñadas en el Evangelio, en los Hechos de los Apóstoles, donde se lee que "…todos tenían un solo corazón, no había pobres entre ellos, porque nadie llama suyo a lo suyo y todo lo ponían en común". Los primeros cristianos vivían una perfecta comunidad de bienes.

Paul Lambert, en su obra antes citada, nos dice que "las cooperativas que después habían de desarrollarse, hasta constituir el movimiento cooperativo de hoy, son sociedades nacidas espontáneamente de la acción obrera, en el momento y en los países por donde se extendía la revolución industrial. Las más antiguas se remontan a 1760, once años antes del nacimiento de Owen: son las cooperativas inglesas de producción, concretamente, molinos explotados por los obreros en Chatham y en Woolwich. Pero estas sociedades no alcanzaron consistencia, ni llegaron a tener fuerza y a conseguir el triunfo, más que cuando se han alimentado del pensamiento de los asociacionistas: Owen y Fourier".

La primera cooperativa moderna, concebida como empresa económica pero manejada bajo el esquema de asociación solidaria, es la cooperativa de consumo de Roschdale, quienes comenzaron a abrir camino en 1843, pero sólo fue al año siguiente, en la Calle del Sapo de esa comunidad, ubicada en Manchester, Inglaterra, donde se dio inicio a un tipo de empresa que hoy constituyen una fuerza en el mundo, y ocupa un lugar que hace imposible comprender la realidad económica y social de hoy, si no se estudia la cooperación.

Corría el año 1844 -comenta el Dr. Molina Camacho- cuando nace la Cooperativa de Roschdale, pionera del cooperativismo moderno, hace ya más de 160 años. Las condiciones en que trabajaban los obreros de las grandes fábricas textiles inglesas eran de verdad deplorables. Igual sucedía con empresas industriales de otra naturaleza. Se laboraba 12 y 14 horas diarias. No existían leyes protectoras del trabajo. Las mujeres y los niños realizaban también trabajos como obreros y no había para ellos consideraciones especiales. Por lo contrario, sus salarios eran aún más bajos que los devengados por los hombres.

Los ingresos no cubrían las necesidades más esenciales de un ser humano. Lo poco que ganaban esos asalariados tenían que dejarlo en los negocios de venta de alimentos propiedad, las más de las veces, de los mismos patronos. Por lo general quedaban endeudados con esos patronos-comerciantes porque no alcanzaba lo recibido por su trabajo para pagarles. En esas terribles circunstancias surgió la idea en las mentes de un grupo de obreros tejedores de hacer una huelga para reclamar mejor paga, aún corriendo los riesgos que una decisión de esa naturaleza traía consigo, pues podían ser despedidos todos y quedar entonces en peores condiciones.

Se reunió un pequeño capital de 28 libras esterlinas, la moneda inglesa, una libra por cada obrero comprometido en la huelga, con el fin de poder resistir el tiempo que estuvieran sin recibir sus míseros sueldos. Eran 27 hombres y una mujer. Por razones que no son del caso analizar en este momento la huelga fracasó. Ante esa situación inesperada se decidieron a organizar una cooperativa de consumo con el fin de adquirir los alimentos que necesitaban ellos y sus familias a un precio menor al que reinaba en las tiendas propiedad de los patronos.

Para lograr esa meta debían comprar los alimentos al mayor directamente de los fabricantes o de los que los producían en los campos o cultivos cercanos. La mayoría de ellos eran discípulos de un reformista inglés, Roberto Owen, a quien se considera, históricamente, el principal precursor o inspirador de las ideas cooperativistas. El día 21 de diciembre del citado año 1844 abrió sus puertas la tienda propiedad de ese grupo de consumidores y obreros de Roschdale. Hoy en día el local que ocupaban en esa época es un museo visitado, con gran respeto y admiración, por los cooperativistas de todo el mundo.

Comenzaron vendiendo muy contados artículos, pero poco a poco, y animados por el éxito que iban alcanzando, aumentaron el número de productos alimenticios para la venta. La victoria no se hizo esperar. Cada vez se incorporaban más socios, vendían un mayor volumen de mercancías y los ingresos iban en aumento. Cuantos más productos adquirían de los fabricantes o productores agropecuarios mejores precios iban obteniendo.

Siendo cooperativa no tenía, claro está, fines de lucro. Lo único que se pretendía era obtener ahorros en la compra de los alimentos. Si quedaba alguna ganancia en la tienda cooperativa al final del año, esos beneficios económicos obtenidos se devolvían a los socios en proporción a sus compras: quien más hubo comprado a lo largo del año más excedentes o beneficios económicos recibía al momento de la distribución de éstos. De tal manera que nadie se lucraba y todos se beneficiaban de la organización cooperativa. Sin embargo, y con el deseo de que la cooperativa fuera cada vez más grande y poderosa, los socios decidieron dejar al menos parte de sus excedentes en la cooperativa, a cambio de unos certificados a su nombre, que podrían reclamar más adelante.

De los alimentos pasaron a la venta a los socios de ciertos artículos del hogar, ropa, zapatos, etc., logrando así también ahorros significativos en esos otros rubros. Todo un éxito alcanzado gracias a la solidaridad cooperativa. El ejemplo de Roschdale fue imitado por otros grupos de obreros tanto en Inglaterra como en otros países europeos y aún de otros continentes. Los trabajadores se dieron cuenta de lo que pueden lograr si se unen, si se organizan. A esas cooperativas e consumo siguieron otras de ahorro y crédito, de producción artesanal o industrial, agropecuarias, y de otros tipos, todas ellas uniendo a los trabajadores, consumidores y usuarios, en un poderoso movimiento económico de raíces populares, que dio origen al llamado movimiento cooperativo.

De esas 28 personas que dieron vida a la primera cooperativa en el año 1844 se pasó a la cifra actual, muy respetable por cierto, superior a los 800 millones de socios cooperativistas, según estimaciones hoy en día de la Alianza Cooperativa Internacional.

Así nació el sistema socioeconómico del cooperativismo que se basa en valores y principios que lo diferencian tanto del sistema capitalista o de empresas privadas con fines de lucro, como del estatismo.

¿Qué se ha conocido y conoce como comuna?

El término comuna ha sido utilizado para denominar diferentes organizaciones o entidades a lo largo de los años. Si consultamos el diccionario nos hemos de topar cono que se ha entendido entiende por Comuna un "conjunto de personas que viven en comunidad", pudiendo ser comunidad religiosa, económica, social o de cualquier otro tipo, XXXXXXXX hay o las ha habido, siempre o casi siempre surgidas al margen de la sociedad organizada. Podríamos decir que de alguna manera es revolucionaria, que revoluciona el estatus, que cambia lo usualmente admitido.

En el mismo diccionario se leerá que por comuna se conoce una "Forma de organización social y económica basada en la propiedad colectiva y en la eliminación de valores tradicionales". Es así, entonces, como el término comuna identifica un tipo de empresa, de manejo de la propiedad y la producción, inspirado en la solidaridad y el bienestar común. Allí tal vez caben por igual -dentro de esta definición- la ""comuna popular" china, los "soviets", en los primeros tiempos de la revolución, el Kubertz y la empresa socioproductiva que contempla la más reciente legislación revolucionaria de Venezuela.

Por último, también en el diccionario se lee que por comuna puede entenderse Municipio, conjunto de habitantes de un mismo término. En este caso, la Comuna es una subdivisión administrativa menor y básica, que corresponde por igual a una zona urbana, rural o mixta.

Es equivalente al municipio o concejo, u otras instancias de administración local. El origen del nombre y función proviene de la Edad Media, época en la cual se designaba así a las ciudades italianas independientes de un señor feudal.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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