Que la criónica funcione depende de los detalles biológicos de una isquemia cerebral (daño cerebral producido por la detención del flujo sanguíneo), del daño de la criopreservación y de una anticipación a una futura tecnología. Hay mucha literatura publicada sobre isquemias cerebrales, y una pequeña parte, aunque en aumento, de lo relativo a tecnologías futuras [29-33]. En cualquier caso, existe muy poca información acerca de la calidad de la preservación lograda en la criónica [34; 35]. Parece lógico solicitar esa información a los especialistas en criobiología.
Los criobiólogos, científicos profesionales que estudian el efecto del frío en seres vivos, decidieron hace tiempo que no querían que su campo se asociara a la criónica [36]. Las normas de la Society for Criobiology promueven la expulsión de aquellos miembros que practiquen o promuevan "la congelación de personas fallecidas". El resultado ha sido la polarización de los criobiólogos, bien con el desprecio directo o bien con el silencio. Se habla de la criónica con desdén, como si no hubiera cambiado en 40 años. Este entorno político, además del hecho de que la mayoría de los criobiólogos trabajan fuera del campo de la criopreservación de órganos, hace que obtener información criobiológica sobre la criónica sea muy complicado.
El hecho criobiológico más importante para la criónica (diferente a la condición de irreversibilidad que tiene actualmente) es que las sustancias químicas crioprotectoras pueden circular a través de la mayor parte de los órganos del cuerpo, si no existen coágulos de sangre. Podemos concluir diciendo simplemente, que todo lo que sabemos ahora sobre la preservación de órganos a largo plazo, lo aprendimos extrayendo y tratando dichos órganos bajo condiciones muy similares a los casos criónicos ideales. Por lo general, se observa que la calidad de la preservación de la estructura celular (según reveló la microscopía óptica y electrónica) es muy pobre cuando no se aplica crioprotector, pero mejora de forma gradual a medida que se incrementa la concentración de éste, siempre que no se superen los límites de toxicidad. En los últimos años, hemos asistido a una tendencia a usar mayores concentraciones crioprotectoras en criónica, logrando una preservación estructural muy semejante a la de los tejidos no congelados [35].
Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias. Ya que es plausible que la RCP mecánica y el descenso rápido de la temperatura corporal puedan conservar con vida un cerebro después de sufrir un paro cardíaco, los crionicistas necesitan aportar más datos sobre la oxigenación y química sanguínea para apoyar esta afirmación. Mientras que es plausible que la vitrificación morfológica de órganos principales pueda lograrse por medio de la tecnología ya existente, hace falta mucha más investigación para apoyar lo dicho anteriormente. La información técnica abundante es crítica para evaluar un campo altamente especulativo que no obtendrá retroalimentación en décadas, o incluso siglos. Y la criónica sin retroalimentación es un viaje a ninguna parte [37].
En algún punto a medio camino entre la congelación, la vitrificación morfológica, la vitrificación reversible del sistema nervioso central y la vitrificación reversible de todo el cuerpo, hay una tecnología que llevará a la medicina a tomarse en serio la idea de que el viaje médico en el tiempo puede llevarse a cabo en este siglo. Sólo nos queda ver, si lo que hoy conocemos como criónica, se convertirá finalmente en esa tecnología. Dependerá de que los especialistas puedan arreglárselas para superar el estigma asociado a su campo y desarrollar métodos que estén refrendados por una mayor retroalimentación con la biología y no tanto en los castillos en el aire. Y también dependerá de que los críticos puedan arreglárselas para dedicarse a un debate más profundo y dejen de lado los insultos. La factibilidad del viaje médico en el tiempo es una cuestión de ciencia, no de retórica.
Referencias
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3) Rosenthal E; "Suspended Animation – Surgery"s Frontier" en: New York Times (1990, Nov. 13)
4) Haneda K & Thomas R & Sands MP & Breazeale DG & Dillard DH; "Whole body protection during three hours of total circulatory arrest: an experimental study" en: Cryobiology (1986, Vol. 23); pág. 483494
5) Greenberg MS; "General technical considerations of aneurysm surgery" en: Handbook of Neurosurgery (1997, 4th edition)
6) Bellamy R & Safar P & Tisherman SA & Basford R & Bruttig SP & Capone A & Dubick MA & Ernster L & Hattler BG Jr & Hochachka P & Klain M & Kochanek PM & Kofke WA & Lancaster JR & McGowan FX Jr & Oeltgen PR & Severinghaus JW & Taylor MJ & Zar H; "Suspended animation for delayed resuscitation" en: Critical Care Medicine (1996, Vol. 24); pág. S2447
7) Stecker MM & Cheung AT & Pochettino A & Kent GP & Patterson T & Weiss SJ & Bavaria JE; "Deep hypothermic circulatory arrest: I. Effects of cooling on
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8) Rung GW & Wickey GS & Myers JL & Salus JE & Hensley FA Jr & Martin DE; "Thiopental as an adjunct to hypothermia for EEG suppression in infants prior to circulatory arrest" en: Journal of Cardiothoracic and Vascular
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9) Lind B & Snyder J & Kampschulte S & Safar P; "A review of total brain ischaemia models in dogs and original experiments on clamping the aorta" en: Resuscitation (1975, Vol. 4); pág. 19–31
10) Bird TD & Plum F; Recovery from barbiturate overdose coma with a prolonged isoelectric electroencephalogram" en: Neurology (1968, Vol. 18); pág. 456–460
11) Toyama T, en: Barbiturate Coma,
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12) Suda I & Kito K & Adachi C; "Viability of long term frozen cat brain in vitro" en: Nature (1966, Vol. 212); pág. 268–270
13) Suda I & Kito K & Adachi C; "Bioelectric discharges of isolated cat brain after revival from years of frozen storage" en: Brain Research (1974, Vol. 70); pág. 527–531
14) Mazur P; "Freezing of living cells: mechanisms and implications" en: American Journal of Physiology (1984, Vol. 247); pág. C125–142
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16) Fahy GM & Levy DI & Ali SE; "Some emerging principles underlying the physical properties, biological actions, and utility of vitrification solutions" en: Cryobiology (1987, Vol. 24); pág. 196–213
17) Fahy GM & MacFarlane DR & Angell CA & Meryman HT; "Vitrification as an approach to cryopreservation" en: Cryobiology (1984, Vol. 21); pág. 407–426
18) Rall WF & Fahy GM; "Ice-free cryopreservation of mouse embryos at -196 degrees C by vitrification" en: Nature (1985, Vol. 313); pág. 573–575
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20) Fahy GM & Wowk B & Wu J & Paynter S; "Improved vitrification solutions based on the predictability of vitrification solution toxicity" en: Cryobiology (prensa)
21) Wowk B & Leitl E & Rasch CM & Mesbah-Karimi N & Harris SB & Fahy GM; Vitrification enhancement by synthetic ice blocking agents" en: Cryobiology (2000, Vol. 40); pág. 228–236
22) Wowk B & Fahy GM; "Inhibition of bacterial ice nucleation by polyglycerol polymers" en: Cryobiology (2002, Vol. 44); pág. 1423
23) Fahy GM & Wowk B & Wu J & Phan J & Rasch C & Chang A & Zendejas E; "Cryopreservation of Organs by Vitrification: Perspectives and Recent Advances" en:
Cryobiology (prensa)
24) Ettinger RCW; The Prospect of Immortality (1964, 1º Edición); Doubleday & Company
25) Alcor Life Extension Foundation website: Alcor"s Pioneering Total Body Washout Experiments, http://www.alcor.org/Library/html/tbw.html
26) Darwin M; "Cryopreservation of CryoCare Patient #C- 2150" en: Biopreservation Technique Briefs (1996, Vol 18);
http://www.cryocare.org/index.cgi?subdir=bpi&url=tech18b.txt
27) Merkle RC; "The technical feasibility of cryonics" en: Medical Hypotheses (1992, Vol. 39); pág. 6–16
28) Drexler E; Engines of Creation (1986, 1º Edición); Anchor Press/Doubleday
29) Darwin M; "The Anabolocyte: A Biological Approach to Repairing Cryoinjury" en: Life Extension Magazine (1977, julio/agosto); pág. 80–63
30) Drexler KE; "Molecular engineering: An approach to the development of general capabilities for molecular manipulation" en: Proceedings of the National Academy of Sciences (1981, Vol. 78); pág. 5275–5278
31) Donaldson T; "24th Century Medicine" en: Analog ScienceFiction/Science-Fact (1988, septiembre.); http://www.alcor.org/Library/html/24thcenturymedicine.html
32) Freitas RA; Nanomedicine, Vol. I: Basic Capabilities (1999, 1º Edición); Landes Bioscience
33) Freitas RA; Nanomedicine, Vol. IIA: Biocompatibility
(2003, 1º Edición), Landes Bioscience
34) Alcor staff; "Histological study of a temporarily cryopreserved human" en: Cryonics (1984, noviembre); pág. 13–32
http://www.alcor.org/Library/html/HistologicalStudy.htm
35) Darwin M & Russell R & Wood L & Wood C; "Effect of Human Cryopreservation Protocol on the Ultrastructure of the Canine Brain" en: Biopreservation Tech Briefs (1995, Vol. 16) http://www.cryocare.org/index.cgi?subdir=bpi&url=tech16.txt
36) Darwin M; "Cold War: The Conflict Between Cryonicists and Cryobiologists" http://www.alcor.org/Library/html/coldwar.html
37) Darwin M; "The Myth of the Golden Scalpel" en: Cryonics (1986, enero); pág. 15–18
CAPÍTULO II:
Ética, sociología y filosofía
Podríamos terminar aquí. Ya se ha narrado la historia científica, los expertos han hecho sus predicciones y las opciones ya están sobre la mesa. Pero la misión del Immortality Institute es abarcar más. Han surgido muchas preguntas tales como qué significa ser humano, qué significa ser mortal sobre la sociedad del futuro, y los sueños que perfilamos hoy. En esta sección encontraremos a los que apoyan con entusiasmo la búsqueda de la inmortalidad y a los que son realmente escépticos.
Pero esta sección no trata sólo de agravios morales y de derechos (humanos). También se nos pide que consideremos más profundamente las cuestiones filosóficas relativas al tiempo, la identidad y nuestro punto de vista sobre la muerte y la vida.
Empezamos con el ensayo de Brad F. Mellon, "Algunas consideraciones éticas y teológicas". Los editores confiesan que las recientes declaraciones del presidente del Council on Bioethics de Estados Unidos sorprendieron muy positivamente al encontrar un análisis tan comedido y minucioso de la relación entre cristiandad y la conquista científica de la muerte. En la conclusión, Mellon nos despide con al menos dos preguntas: Por qué deberíamos temer a la muerte y por qué deberíamos invertir más recursos.
La última pregunta se parafrasea a menudo como un asunto Maltusiano en lo que respecta a la limitación de los recursos porque seguramente ya existe demasiada gente. El filósofo inmortalista y fundador del movimiento transhumanista extropiano, Max More, sostiene que la "Superlongevidad sin superpoblación" es totalmente factible.
Otra objeción instintiva a la conquista científica de la muerte es afirmar que morir es, después de todo, algo natural. El empresario y activista Mike Treder se afianza en la discusión sobre "Emanciparse de la muerte". Para él, la muerte es un mal que debemos erradicar, y el deseo de inmortalidad está lejos de ser algo artificial como creen muchos de nuestros colaboradores científicos.
Eric S. Rabkin, profesor de Lengua Inglesa, analiza la forma en que se ha representado la lucha por la inmortalidad en la literatura. En una investigación intuitiva aunque cabal, llega a la conclusión de que el deseo de inmortalidad es "La fantasía contraproducente". Al contrario de lo que hace el autor anterior, que aboga por la expansión de la conciencia combinando seres digitales para convertirnos en "superhombres", Rabkin advierte sobre "¿Quién elegiría una eternidad tan castrada?"
Podemos ver que existe otra dimensión en las discusiones sobre expectativa de vida: la identidad y su concepción. El Dr. Manfred Clynes nos ofrece una desafiante discusión sobre "La conciencia del tiempo en una vida muy larga". Si el tiempo que experimentamos es más importante que el tiempo que vivimos, ¿cómo podría alterar nuestra identidad si tuviéramos una conciencia del tiempo diferente?
Tras este tipo de discusiones, muchos lectores se alegrarán, sin duda, de encontrar un ensayo con "identidad", aunque no se pueda considerar "castrada" de ninguna manera: Shannon Vyff, madre de tres niños, defensora de la inmortalidad en la vida real. Se aplica restricciones calóricas en la dieta y ha contratado servicios criónicos. En su tiempo libre aboga por la investigación de la extensión de la vida. En sus "Confesiones de una inmortalista proselitista" nos habla de su vida, pensamientos y experiencias.
Pero, ¿debería alguien como Shannon Vyff llamarse a sí misma "inmortalista"? El mismo Ben Best, presidente del Cryonics Institute y firme defensor de la conquista de la muerte, cree que hay "Algunos problemas con el inmortalismo". Después de todo, la inmortalidad es un periodo de tiempo inconcebiblemente grande. ¿Deberían centrarse sólo en extender la expectativa de vida todos los que desean la conquista de la muerte?
"Al contrario" responde Marc Geddes. En su "Introducción a la moralidad inmortalista" desarrolla un argumento desde la filosofía moral, fundamentando la teoría moral en la percepción humana de la muerte y del deseo de inmortalidad. Geddes incluso se permite desacreditar la creencia común de que nuestra mortalidad es lo que hace que merezca la pena vivir.
Esto nos lleva al último ensayo de esta sección, el cual nos devuelve a la primera cuestión propuesta por el capellán Mellon: a pesar de todo lo dicho al respecto de la inmortalidad científica, ¿por qué "Deberíamos temer a la muerte"? El escritor australiano Russell Blackford analiza argumentos epicúreos y modernos sobre el tema. Su cita "No deberíamos consolarnos con falsas esperanzas sobre las supuestas ventajas de ser mortal" sirve de conclusión a este segundo capítulo.
ALGUNAS CONSIDERACIONES ÉTICAS Y TEOLÓGICAS
Dr. Brad F. Mellon
El Immortality Institute (de ahora en adelante "Institute") tiene como objetivo lograr la inmortalidad física con la misión declarada de superar la muerte involuntaria [1]. Este ensayo expondrá algunas de las consideraciones éticas y teológicas que, bajo mi punto de vista, necesitamos aclarar y comprender para llevar a cabo un proyecto tan ambicioso como este. A la hora de explorar los asuntos éticos, me basaré en los clásicos principios de Georgetown de la bioética moderna, concretamente la autonomía, la beneficencia, la no-maleficencia y la justicia. También tendré en cuenta formulaciones más especializadas como la de los cuatro intereses de la Commonwealth de Pennsylvania (preservar la vida, prevenir el suicidio, proteger a terceras partes y mantener la integridad de los cuidados sanitarios). Las consideraciones teológicas para este estudio están tomadas de la tradición judeo-cristiana, incluyendo las Escrituras Hebreas y Cristianas y las reflexiones teológicas hechas por estudiosos destacados. Por último, necesitamos tener en cuenta la observación de Delkeskamp-Hayes de que la ética puede ser vista como un ingrediente esencial de la teología [2]. El resultado es que las implicaciones éticas a menudo se incluyen en consideraciones teológicas, y ambas deben aplicarse en conjunto, no por separado.
ASPECTOS POSITIVOS
El concepto de inmortalidad física humana tiene mucho que agradecer a los principios éticos y teológicos. Primero, porque hay gran cantidad de alusiones en las Escrituras que promueven y apoyan la vida, incluyendo la vida eterna. Según el Eclesiastés 3:11, por ejemplo, Dios ha otorgado inmortalidad en nuestro corazón (aunque no seamos capaces de comprenderlo). La sabiduría de los Proverbios 12:28 nos muestra la senda gloriosa que nos conduce a la vida eterna. En el Génesis 9:1-6, la santidad de la vida humana es parte integral del acuerdo entre Dios y Noé, donde se conecta el carácter sagrado de la vida con nuestra creación a Imago Dei (imagen de Dios).
Otro pasaje de las Escrituras Hebreas, el Salmo 139:13-16 ofrece una bella descripción poética de la vida como actividad creadora de Dios:
Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban
en tu Libro; mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera.
Otras Escrituras que apoyan el compromiso del Institute en lo concerniente a la extensión radical de la vida, incluyen el Salmo 116, donde el autor agradece a Dios que le librara de la muerte y le permitiera vivir un poco más.
Asimismo, las Escrituras Cristianas están llenas de alusiones al mantenimiento de la vida. Por ejemplo, Jesucristo afirma rotundamente que la vida humana es más valiosa que los recursos necesarios para mantenerla (Mateo 6:25). Las reflexiones del Papa Juan Pablo II en su encíclica, El evangelio de la vida, vienen a decir lo mismo y han de ser tomadas en consideración:
El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas. …Presentando el núcleo central de su misión redentora, Jesús dice: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Juan 10:10). Se refiere a aquella vida "nueva" y "eterna", que consiste en la comunión con el Padre, a la que todo hombre está llamado gratuitamente en el Hijo por obra del Espíritu Santificador. Pero es precisamente en esa "vida" donde encuentran pleno significado todos los aspectos y momentos de la vida del hombre [3].
Continúa diciendo que el mismo Dios ha dado un "valor inestimable" a nuestra vida temporal en la tierra. La vida es una "realidad sagrada" que se nos ha confiado, y el resultado es la responsabilidad de preservar nuestra propia vida y la de otros.
La ambiciosa misión del Institute de erradicar lo que sus miembros ven como la "plaga" de la muerte involuntaria, puede concordar con, al menos, dos de los intereses de la Commonwealth de Pennsylvania. En un intento aparente de asegurar que se harán todos los esfuerzos necesarios para prevenir la muerte prematura, la Commonwealth hace hincapié en la preservación de la vida y la protección a terceras partes. "Terceras partes" son aquellos que dependen económicamente de sus padres, de otros familiares o de tutores. No resulta difícil imaginar cómo estos esfuerzos por preservar y ampliar la vida física pueden beneficiar a estas personas.
Otro aspecto positivo de la misión del Institute es que puede servir como contrapeso a lo que muchos llamarían en la actualidad la "cultura de muerte" [4]. Peter Singer, por ejemplo, dice que los seres humanos no deberían destacar de otras formas de vida y explica que un animal, como un cerdo o un perro, podría tener una racionalidad superior a la de un niño con una discapacidad grave. Añade que sería mejor para ese niño ofrecerle un tratamiento que le facilitara la muerte. Singer afirma que este asunto se debería dejar en manos de los padres en última instancia, atendiendo a sus deseos para con ese niño. Según él, debemos respetar el deseo de morir de un humano racional y asegura que proporcionar una inyección letal puede en algunos casos (como por ejemplo en estados vegetativos permanentes) ser éticamente igual a retirar una sonda gástrica (y para él es preferible y más compasivo) [5].
Aún hay otras propuestas a favor de la eutanasia activa y el suicidio asistido para todos aquellos que sufren. Como por ejemplo Jack Kevorkian, quien sugiere que tales medidas deberían haberse tomado hace mucho tiempo en nuestra sociedad. Afirma que la cultura occidental ha establecido una serie de "leyes arbitrarias" contra la eutanasia y el suicidio asistido debido a la presión de las creencias religiosas [6].
A pesar de que los partidarios de la eutanasia y el suicidio asistido afirman que estas prácticas en teoría sirven para "actuar bien" (beneficencia), muchos críticos dicen que la aplicación de estas medidas puede conducirnos en una dirección muy diferente y tal vez peligrosa. Una editorial en Christianity Today, por ejemplo, analiza la legislación reciente en Holanda que aplica el derecho a morir a cualquier persona mayor de 16 años sin permiso paterno. Según el editor:
En Alemania, el recuerdo moral de la Aktion T4, la ley de eutanasia de Hitler, aún está vivo. Pero los holandeses parecen haber olvidado que el régimen de Hitler primero mejoró las tácticas de ejecución y luego probó las cámaras de gas con niños enfermos y adultos discapacitados entre 1939 y 1941, para después aplicar estas nuevas pericias técnicas a los judíos en Auschwitz y Treblinka [7].
Se puede ver porqué, en vista de los acontecimientos históricos, "la prevención del suicidio" se incluye en varias formulaciones éticas, y porqué Pennsylvania, por ejemplo, ha hecho de ello uno de sus cuatro intereses de Estado. Nos parece que el movimiento a favor del "derecho a morir" ha de ser dirigido en contra del movimiento de ampliar la vida radicalmente. Al menos nuestra intención es que el pronunciado énfasis del Institute por la vida sea útil para seguir la pista a cualquier movimiento que permita la muerte autónoma prematura, o en especial quitar la vida ilegalmente (no-maleficencia). Aunque la misión del Institute va dirigida a eliminar la muerte involuntaria, tomar posiciones respecto a la muerte voluntaria puede sernos útil para ofrecer una perspectiva más realista de la vida y de los asuntos relacionados con la muerte a los que se enfrenta la sociedad.
PREOCUPACIONES
Aunque hemos encontrado apoyo para la misión del Institute entre los principios teológicos y éticos derivados de nuestra tradición judeo-cristiana, surgen algunas preocupaciones.
En primer lugar, la realidad obvia de la muerte. Un proverbio americano sostiene que "la muerte y los impuestos" son las dos únicas verdades que podemos esperar. Las Escrituras Hebreas y Cristianas testifican de igual forma la realidad de la muerte. Si revisamos las Escrituras que promueven la vida (más abajo), encontraremos otras tantas que se refieran a la muerte. El testimonio de la inmortalidad del alma humana en el Eclesiastés 3:11 se suaviza con un pasaje posterior donde el autor describe el proceso de envejecimiento que nos conduce al fin de la vida (Eclesiastés 12:1-7). Poco después de la afirmación de la vida de Jesucristo en Juan 10:10 (ver más abajo), afirma claramente que existe vida eterna después de esta (Juan 14:1-4). El Papa Juan Pablo II afirma el significado profundo de la vida terrenal, que la vida humana excede del plano temporal ya que está estrechamente ligada a la de Dios [3]. Drane nos recuerda que, a pesar de que la vida es considerada "un regalo de Dios, una creación a imagen de Dios, un objeto de la divina providencia", desde una perspectiva cristiana, la muerte es también ordenada por Dios. Incluso el momento de la muerte y la forma en que morimos es parte del orden divino [8].
La muerte se representa en las Escrituras de forma tanto positiva como negativa, y como límite entre lo humano y lo Divino. La vívida descripción de la muerte que nos ofrece Clowney demuestra que es algo que no debemos tomarnos a la ligera:
La brevedad de la vida humana contrasta terriblemente con la eternidad de Dios… la sombra de la muerte planea sobre nosotros y nos eclipsa la luz del sol de hoy con la oscuridad del mañana [9].
La muerte nos recuerda que dependemos de Dios para existir (cf. Leyes 17:28), y según Barth constituye los límites entre Dios y la humanidad [10]. Aunque el autor del Salmo 116 comience dando gracias a Dios por extender su vida, más adelante declara que la muerte de los hombres de Dios puede ser muy "valiosa" desde el punto de vista del Señor.
Estas Escrituras nos conducen al concepto bioético del fin de la vida, de una "buena muerte" (según el sentido original y literal de "eutanasia"). Los autores de un libro llamado Dying Well describen una buena muerte en términos ideales,
… acabar mis días a edad avanzada, sin dolores, rodeado de amigos y familiares, atendido por cuidadores sensibles, en paz con todos… en paz con Dios [11].
Por supuesto, hay muchas más dinámicas a tener en cuenta, como por ejemplo cuando la muerte llega de forma violenta a una persona joven. De todos modos, si es posible una "buena muerte", y si la vida eterna es entendida como la existencia más allá de esta, tenemos que enfrentarnos a la pregunta de qué valor puede derivarse de la extensión física de la vida y de los esfuerzos para eliminar la muerte.
Por último, tendremos en cuenta los comentarios y análisis de Daniel Callahan y James Drane que nos acercan al reto de conquistar la muerte [12]. Callahan nos indica que a pesar de que "la muerte es tratada como un mal en sí misma, sin rasgos de redención (excepto como recompensa del dolor)", y que esa guerra es tomada como imperativo, sin embargo es un concepto relativamente moderno (de tiempos de Descartes y Bacon). Añade que hay algunos problemas con esta guerra, como cuando un paciente terminal prolonga su sufrimiento acudiendo a un centro asistencial siendo ya tarde en el proceso de muerte. Los avances tecnológicos también pueden ser tan triviales como benditos, cuando asumimos que "siempre se podría haber hecho algo más" por los pacientes moribundos. También sugiere que demasiado a menudo, en estas situaciones, por desgracia el personal médico ignora los últimos deseos del paciente.
Callahan dice que "temer y resistirse a la muerte podría ser una respuesta perfectamente sensata excepto por el hecho de que no acierta a la hora de buscar el significado (las itálicas son mías) de la muerte". Asimismo, no encaja con la calidad de vida. Por ejemplo, Callahan no puede aceptar la idea de que ampliar la vida podría ofrecer una garantía de libertad absoluta respecto del aburrimiento y otros problemas asociados con el envejecimiento. Drane nos recuerda que hay otro problema asociado a la vejez, que es la depresión, y que prolongar la vida y batallar contra la enfermedad no ha resuelto el problema de la falta de sentido para los ancianos. Además, dice que ignorar la muerte en la ancianidad tiende a exacerbar los propios problemas. Incluso si fuéramos capaces de ignorar la muerte durante un tiempo, esta puede aparecer de forma repentina e inesperada [8].
Tanto Callahan como Drane están de acuerdo en que a pesar de los esfuerzos por evitar la muerte involuntaria, la muerte siempre tiene la última palabra. Esta conclusión está de acuerdo con la teología judeo-cristiana y la ética. Para Callahan, a pesar de las victorias en la guerra contra la muerte, la gente sigue muriendo. También los comentarios de Drane al respecto así lo indican:
Al margen de toda experiencia de envejecimiento se encuentra la creciente presión de la realidad de la muerte. Muchas de las actividades para jubilados en la cultura norteamericana se basan en distracciones e incluso negaciones de esta realidad. La muerte en Estados Unidos se trata a menudo como un tema tabú. Antes o después, la muerte y las preguntas acerca de cómo morimos han de ser tenidas en cuenta. El envejecimiento anticipa algo más, y ese algo más es la muerte. La muerte es una parte de la experiencia del envejecimiento que no podemos ignorar, sean cuales sean las peculiaridades culturales del periodo al que nos refiramos [8].
Junto a la realidad de la muerte se encuentran las preguntas dirigidas al modo en que podríamos eliminar la muerte teóricamente. Estas preguntas incluyen si la muerte es susceptible de ser conquistada ya que la hora de la muerte no es fija y llega a personas diferentes en momentos diferentes [12]. Otra sugerencia es ver la muerte como una serie de males potencialmente evitables que pueden ser conquistados por la ciencia eliminando un mal de cada vez [13]. En vista de las abrumadoras pruebas históricas que tienen en cuenta la realidad de la muerte, ninguna de esas teorías resulta convincente.
CONCLUSIÓN Y PROPUESTAS
El objetivo de eliminar la muerte involuntaria se apoya tanto en la teología judeo-cristiana como en los principios éticos que se basan en dicha teoría. Las Escrituras apoyan y promueven la vida, incluso la vida eterna, y ven la inmortalidad como una existencia que va más allá de la temporal, la terrenal. Las formulaciones éticas modernas que abogan por preservar la vida también reconocen la realidad de la muerte. La calidad de la vida, así como la búsqueda de un significado en una edad avanzada y los problemas de aburrimiento y depresión necesitan incluirse en la búsqueda de la conquista de la muerte y de la vida extendida radicalmente.
Callahan señalaba problemas con el hecho de ver la muerte como un "mal" y con el empleo de recursos y tecnología en la guerra contra la muerte. Uno de sus mayores problemas es saber cómo esta guerra provoca víctimas, especialmente entre enfermos terminales que prolongan su sufrimiento acudiendo demasiado tarde al centro asistencial. Drane dice que ignorar la muerte puede ser problemático para los ancianos que han de enfrentarse a ella de forma repentina e inesperada.
Según todo esto, el abajo firmante querría ofrecer algunas propuestas para que el Institute las considere: en primer lugar, la naturaleza ambiciosa de la misión sugiere una necesidad de mayor investigación en como debería eliminarse a la muerte. Se pueden formular y explorar nuevas teorías. En segundo lugar, la misión podría extenderse hasta incluir tanto la muerte voluntaria como la involuntaria, lo que sería compatible con las proscripciones éticas y teológicas en contra de la muerte prematura o ilícita, pasando por el suicidio, el suicidio asistido, la eutanasia, etc. En tercer lugar, ya que podría parecer que es más alcanzable el esfuerzo por extender radicalmente la vida que conquistar la muerte, ¿por qué no emplear la mayor parte del tiempo, energía y recursos a tal fin? Y en cuarto lugar, teniendo en cuenta la calidad de vida durante el proceso de envejecimiento, podríamos sugerir al Institute que busque la forma de mitigar o solucionar esos problemas.
Referencias
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3) Papa Juan Pablo II; "The Gospel of Life" en: Last Rights? Assisted Suicide and Euthanasia Debated (1998), Eerdmans; pág.223–
4) El Papa Juan Pablo II describe esto como un "nuevo clima cultural" caracterizado por los ataques contra la vida por la visión corrupta de los derechos individuales y la promulgación de leyes que se desvían de la ley constitucional basada en la asistencia de sistemas de cuidados. ((Ver nota final 4, pág.226.))
5) Singer, Peter, 1998, "Rethinking Life and Death: A New Ethical Approach" ((Ver nota final 4, pág.171–))
6) Kevorkian, Jack, 1998, "A Fail-Safe Model for Justifiable Medically Assisted Suicide", ((Ver nota final 4, pág.263–))
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8) Drane, James F.; More Humane Medicine: A Liberal Catholic Bioethics (2003) Attenborough
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Superlongevidad sin superpoblación
Dr. Max More
Los defensores de la superlongevidad (expectativa de vida extendida indefinidamente) han venido exponiendo durante décadas sus argumentos en favor de la posibilidad y el deseo de cambiar las condiciones de vida humana. Y durante todo ese tiempo, los que luchan por la superlongevidad han hecho uso de dos o tres argumentos implacables e inamovibles. La cuestión "¿qué haríamos con tanto tiempo?" es uno de ellos. El otro es afirmar que "¡la muerte es algo natural!", y la respuesta final y predecible es evocar el espectro de la superpoblación. A pesar de la fuerte tendencia a la baja en el crecimiento de la población desde que este asunto empezó a ganar importancia allá por los años 60 del siglo pasado, esta última idea se sigue manteniendo a modo de impedimento.
El bestseller de 1968, The Population Bomb [1] de Paul Ehrlich, prendió la mecha de una tendencia en la que los alarmistas ignoraron de forma rutinaria los datos y proyectos razonables con el único fin de asustar al público. Aquellos de nosotros que vemos la extensión indefinida de la expectativa de vida como objetivo principal encontramos, lógicamente, este comportamiento un tanto irritante. Si los miedos infundados nos vencen, vamos a obtener muy poco a partir de los programas de ejercicios, nutrición o suplementación. El miedo generalizado conduce a una legislación restrictiva –una legislación que en este caso puede ser mortal. Aunque el volumen de población ha descendido ligeramente, la idea sigue resonando y merece una respuesta. El objetivo de este ensayo es dirigir las implicancias esenciales, proporcionar hechos actuales y disipar los errores generados por la preocupación de la superpoblación.
PRIMERO, LOS VALORES
Tal y como mostraré, tenemos muy poco que temer al crecimiento de la población, tanto si extendemos la vida como si no. Sin embargo, para darle un enfoque ético, supondré por un momento que el crecimiento de la población es, o será, un serio problema. ¿Nos daría una razón de peso para estar en contra de la extensión de la expectativa de vida?
No, pero oponerse a la extensión de la vida humana, en último caso, aporta un matiz de implicancias éticas que se añade a los problemas ya existentes. Suponga que es usted un médico que trata a un niño enfermo de neumonía. ¿Rehusaría a tratarle porque mejoraría y podría sentirse lo suficientemente bien como para correr y jugar con los demás niños? Por el contrario, nuestra responsabilidad reside en esforzarnos por vivir mucho y de forma saludable, mientras que ayudamos a los demás a hacer lo mismo. Una vez que hemos empezado a trabajar en este objetivo primario, podremos emplear más energías en resolver otros retos. Una vida larga y vital en el ámbito individual se beneficia sin duda de un entorno social y físico saludable. El defensor de la superlongevidad querría ayudar a encontrar soluciones a cualquier problema de la población, pero la muerte no es una forma responsable o saludable de resolver nada.
Además, si tenemos en cuenta la idea de limitar la expectativa de vida como forma de controlar la población, ¿por qué no ser más proactivos? ¿Por qué no reducir drásticamente el acceso a los tratamientos médicos comunes? ¿Por qué no ejecutar a todos aquellos que alcancen la edad de 70 años? Una vez que el objetivo colectivo del crecimiento de la población se incorpora como una de las elecciones individuales primordiales, parece difícil no aceptar esta lógica.
¿LO QUE IMPORTA, NO ES CUÁNTO, SINO CÚANTOS?
Limitar el crecimiento de la población oponiéndonos a la extensión de la vida, no sólo suspende el examen ético, sino también el pragmático, y mantener la tasa de mortalidad alta no es un método eficaz para ralentizar el crecimiento. El crecimiento de la población depende más del número de hijos que tenga cada pareja que del tiempo que viva la gente. En términos matemáticos, una vida más larga no tiene efecto alguno en la tasa de crecimiento exponencial, sólo afecta a una constante de la ecuación. Esto significa que importa poco el tiempo que vivimos una vez que nos hemos reproducido. Comparemos dos sociedades: en el país A la gente vive una media de sólo 40 años y cada familia tiene 5 hijos. En el país B, la esperanza de vida es de 90 años, pero cada pareja sólo tiene 4 hijos. A pesar de la duración de la vida mucho mayor del país B, el crecimiento de la población será mucho más lento que en el país A, y a largo plazo, hay muy poca diferencia una vez que las parejas han tenido descendencia. La tasa de crecimiento de la población viene determinada por el número de hijos que tengamos, no por el período de tiempo que vivamos.
Incluso a corto plazo, el efecto en el alza de la población debido al descenso de la tasa de mortalidad se puede detener por un retraso a la hora de tener hijos. Muchas mujeres en los países desarrollados deciden tener hijos a los treinta y pocos años ya que los obstáculos para un embarazo satisfactorio aumentan a medida que envejecen. Tal y como hemos visto en las últimas décadas, ampliar el período fértil de las mujeres les permitiría posponer más su maternidad, hasta que hayan desarrollado sus carreras. Las parejas no sólo tendrán hijos más tarde, sino que seguramente estarán mejor posicionadas para cuidar de ellos, tanto económica como psicológicamente.
Casi con seguridad, las primeras tecnologías realmente eficaces para extender al máximo la expectativa de vida vendrán acompañadas de un coste significativo de desarrollo humano y aplicaciones. Como consecuencia, los efectos sobre la población se observarán antes en los países desarrollados. Esto nos conduce a otro error en la insinuación de que la longevidad extendida estimulará drásticamente el crecimiento de la población. El hecho es que la superlongevidad en los países desarrollados no tiene prácticamente ningún impacto, ni global, ni local. La ausencia de impacto global es una consecuencia debida al escaso y cada vez menor porcentaje de población de los países desarrollados en la población global. Y realmente no podemos esperar ningún aumento local de población ya que estos países están experimentando un crecimiento muy lento, nulo o incluso negativo:
La parte de la población global que suponen los países desarrollados ha caído del 32% en 1950 hasta el 20% actual y se prevé que llegue al 13% en 2050 [2]. Si nos fijamos sólo en Europa, veremos una reducción aún mayor: en 1950 Europa contaba con el 22% de la población global. En la actualidad esta cifra ha descendido hasta el 13% y se prevé que llegue al 7% en 2050 [3]. Para una mejor comprensión, hemos de tener en cuenta que la población de 749 millones de África es mayor que la de Europa con 729 millones, según los datos revelados por Naciones Unidas. El crecimiento de la población en Europa de tan solo un 0,03%, asegurará que se reduzca rápidamente en relación con África y otras áreas desarrolladas.
En la Europa del Este, la población está descendiendo al 0,2%. Entre hoy y el año 2050, la población de las regiones más desarrolladas no cambiará mucho. Las predicciones muestran que a mitad de siglo, las poblaciones de 39 países serán menores que en la actualidad. Por ejemplo, Japón y Alemania serán un 14% más pequeñas; Italia y Hungría serán un 25% menores; y Rusia, Georgia y Ucrania serán entre el 28 y el 40% más pequeñas [3].
En Estados Unidos, cuya población crece más deprisa que la europea, el tope se resumió en una presentación de S.J. Olshansky al President"s Council on Bioethics, quien "hizo algunos cálculos básicos para demostrar qué ocurriría si nos convirtiéramos en inmortales en la actualidad". El tope es que si alcanzamos la inmortalidad hoy en día, la tasa de crecimiento de la población será menor que la que se observó durante el "baby boom" que siguió a la Segunda Guerra Mundial [4].
Una fertilidad baja implica que las tendencias de la población en las regiones desarrolladas del mundo parezcan incluso más suaves si no fuera por la inmigración. Como se informa en las previsiones de población de las Naciones Unidas (Revision to the UN Population Division) del año 2000, "se espera que las regiones más desarrolladas sigan siendo receptoras de inmigrantes internacionales, con una media de 2 millones al año durante los próximos 50 años. Sin inmigración, la población de las regiones más desarrolladas habría empezado a descender en 2003 y no en 2025, y para el año 2050 sería 126 millones más baja que los 1.180 millones estimados en caso de que las supuestas pautas de migración se mantuvieran estables y continuas".
Con todo esto, los países lo suficientemente afortunados para desarrollar y disponer de soluciones radicales al envejecimiento y a la muerte no tendrían que preocuparse por la superpoblación. En un escenario ideal, los costes de los tratamientos para extender la vida disminuirían rápidamente, y consecuentemente, serían asequibles no sólo en las naciones más ricas. Por tanto, deberíamos estudiar más allá de las naciones desarrolladas y examinar las tendencias globales de la población por si se produjera una variación significativa.
ESTANCAMIENTO GLOBAL DE LA POBLACIÓN
Ya hemos visto que no hay razón alguna para dudar en prolongar la vida, incluso en el caso de que la población fuera a crecer más deprisa debido a un aumento en las tasas de fertilidad. Pero, ¿tiene tanto que temer el mundo a una explosión de población, con o sin una extensión de la vida? ¿Está creciendo la población de manera descontrolada? La moda pasajera de los libros populares prediciendo esto se inició en la década de 1960, tras el aumento en la población más rápido de la historia de la humanidad. Desde entonces, los países más pobres, por debajo de nosotros en el ciclo de desarrollo, también han experimentado una drástica reducción en el crecimiento de su población. Y esto es así a pesar de la relativa extensión de la vida, es decir, los años extra de vida proporcionados por las intervenciones médicas y nutricionales.
Desde una perspectiva global, los números revelan que la media de crecimiento anual alcanzó su punto álgido entre 1965 y 1970 con un porcentaje de crecimiento del 2,07%. Desde entonces, la tasa de aumento ha ido descendiendo, llegando al 1,2% anual de la actualidad. Esto significa un aumento de 77 millones de personas por año, según la población mundial estimada para mediados del año 2000 de 6.100 millones de personas [3].
Tan sólo seis países experimentan la mitad de este crecimiento: India con un 21%, China con un 12%, Pakistán con el 5%, Nigeria y Bangladesh con el 4% cada uno e Indonesia con el 3%. En China se ha reducido considerablemente el número de hijos por mujer en los últimos 50 años, de 6 a 1,8. Partiendo de la misma tasa de natalidad, en India ha bajado mucho menos, aunque casi reduciendo a la mitad la tasa de 3,23%. Si estas tendencias se mantienen hasta 2050, la población de India superará a la de China [5].
A pesar de la fecundidad de estos "productores de gente", el esquema global es alentador:
La tasa de fertilidad total del mundo cayó casi 2/5 entre 1950 y 1955 y 1990 y 1995, de 5 hijos por mujer a 3,1. La media de fertilidad en las regiones más desarrolladas descendió del 2,8 al 1,7, mientras que en los países menos desarrollados cayeron un 40%, llegando de 6,2 a 3,5 hijos por mujer [6].
Podemos esperar que el crecimiento de la población siga ralentizándose hasta que alcance una cifra estable. Pero, ¿cuál será esa cifra? Nadie lo sabe con certeza pero las predicciones de Naciones Unidas indican que la población puede llegar, como mínimo, hasta los 8.000 millones de personas, con una proyección media de 9.300 millones y un tope de 10.900 millones [2; 7]. Esta proyección media indica que la población global alcanzará su punto álgido hacia el año 2040 y luego empezará a disminuir.
La primera versión de este ensayo la escribí en 1996 y mientras lo revisaba me pareció interesante el hecho de que, hace menos de una década, las previsiones más altas estimaban 12.000 millones de personas o incluso más. Los demógrafos han seguido con su larga tradición de sobreestimar el crecimiento de la población. Parece que este efecto se ha reducido, pero tomando todas estas proyecciones con una sana dosis de escepticismo, especialmente las que implican un período mayor que una generación.
LAS FUERZAS DE LA DESACELERACIÓN DE LA POBLACIÓN
Entonces, ¿por qué deberíamos esperar que la gente en los países menos desarrollados, e incluso facilitándoles métodos contraceptivos, decidieran tener menos descendencia? Esto no es pura especulación basada en las tendencias recientes. Las condiciones económicas explican esta tendencia constante y dan sentido al hecho de que las naciones más pobres están empezando a evolucionar en su transición hacia un número más bajo de nacimientos.
La desaceleración en el crecimiento de la población parece ser resultado inevitable del aumento de las riquezas. Muy pronto, en las curvas de crecimiento de un país en vías de desarrollo, los niños pueden ser considerados "productores de bienes", como dirían los economistas. Los padres ponen a sus hijos a trabajar en sus granjas para producir alimento e ingresos. Se dedican muy pocos esfuerzos a cuidar de los niños, sin planes sanitarios, clases particulares, viajes a Disneylandia, juguetes de los X-Men o facturas de teléfono móvil descomunales. A medida que nos volvemos más ricos, los niños se van convirtiendo en "consumidores de bienes". Es decir, los vemos cada vez más como pequeñas personitas que han de divertirse y educarse, no como una carga que ayuda a mantener la unidad de la familia. Gastamos miles de dólares para que nuestros hijos estén sanos, para entretenerlos y educarlos. Preferimos menos hijos, no camadas, y esta preferencia parece estar respaldada por los cambios en los gustos que resultan de una educación cada vez mejor. Los ingresos, como contrapunto a la cara ecuación que supone tener más hijos, han inclinado la balanza en favor del hecho de tener menos hijos a medida que la población se vuelve más urbanizada. Es más caro tener hijos en la ciudad y produce menos ingresos que en el campo.
Pero la fertilidad desciende también por otra razón: a medida que los países más pobres se van enriqueciendo, la mortalidad infantil desciende como resultado de las mejoras en nutrición, sanidad y cuidados médicos. Incluso se puede producir un descenso en la mortalidad infantil sin que aumenten los ingresos. La gente en los países más pobres no es estúpida; también ellos planean la maternidad para reflejar las condiciones de cambio. Cuando las tasas de mortalidad infantil son altas, las investigaciones han demostrado que las familias tienen más hijos para asegurarse el tamaño de la familia. Tienen más hijos para compensar las muertes, y en ocasiones tienen hijos "adicionales" para anticiparse a futuras muertes. Estas familias reducen la tasa de fertilidad cuando se dan cuenta de que se necesitan menos nacimientos para alcanzar el tamaño de familia deseado. Y dado los incentivos para tener menos hijos según va creciendo la riqueza y la urbanización, la reducción de mortalidad lleva a las familias a reducir su tamaño.
La política económica proporciona ayudas a los nacimientos. Muchos de los que han censurado el crecimiento de la población han apoyado también estas políticas de incentivos de nacimientos. Es más, incentivan los nacimientos entre aquellos menos capaces de criar y educar correctamente a sus hijos. Si queremos alentar a la gente a tener más hijos, deberíamos hacer que fuera más económico tenerlos. Si queremos desanimarlos o al menos refrenar su aumento, lo que hay que hacer es dejar de subvencionarlo. Las subvenciones incluyen educación gratuita (pero gratuita para los padres, no para los contribuyentes), cuidados médicos gratuitos y prestaciones sociales adicionales para las mujeres por cada hijo. Si los padres han de afrontar personalmente los costes de tener hijos, en lugar de hacer que todos paguen por ello, lo que harán será tener el número justo de hijos que puedan mantener.
Aún más, si existiera un problema de población en algunos países, extender la expectativa de vida no empeoraría el problema más que el hecho de mejorar la seguridad de los automóviles, de los trabajadores, o de reducir el crimen. ¿Quién querría mantener esa amenaza de muerte para combatir el crecimiento de la población? Si queremos que la población crezca más despacio, debemos centrarnos en reducir los nacimientos, financiar programas de contracepción y planificación familiar en los países más pobres. Esto ayudará al desarrollo natural de las parejas a la hora de tener menos hijos. Las parejas serán capaces de tener menos hijos por propia elección, no por accidente. Y las mujeres, incluso se animarán a entrar en el mundo moderno, con la posibilidad de desarrollar vocaciones diferentes al mero aumento de la natalidad.
LA "SUPERPOBLACIÓN" NOS DISTRAE DE LOS VERDADEROS PROBLEMAS
Posteriores revisiones en el crecimiento de la población, estimaciones y proyectos de Naciones Unidas en cuanto a demografía global desde 1950, han reducido drásticamente la credibilidad de cualquier argumento basado en la superpoblación en contra de la extensión de la vida. Además, podemos entender mejor los problemas reales relacionados con la superpoblación en lugar de hablar de pobreza. La pobreza, a su vez, no es resultado de que exista mucha gente, sino, de otros muchos factores que incluyen el mal funcionamiento de los gobiernos, las guerras y la escasa seguridad de los derechos de la propiedad.
Tal y como señala Bjorn Lomborg, muchos de los países más densamente poblados están en Europa. La región con la mayor densidad de población, el sudeste asiático, tiene casi el mismo número de personas por metro cuadrado que el Reino Unido. Aunque India tiene una población mayor y en aumento, la densidad de población está por debajo de la de Holanda, Bélgica o Japón. Lomborg también señala que Ohio y Dinamarca tienen una densidad de población mayor que Indonesia [3].
También, deberíamos asumir que el mayor crecimiento de la población se da en áreas urbanas, que proporcionan un mejor nivel de vida. Como resultado, la masa continental del planeta no estará más poblada de lo que está hoy en día; en las próximas tres décadas podemos esperar que no se produzcan cambios en la población rural, y en el año 2025, el 97% de Europa estará menos poblada de lo que lo está en la actualidad [8]. Y deberíamos alegrarnos de que incluso en las zonas urbanas, los pobres prosperen más que en el campo. Las causas son la mejora en los suministros de agua, de los tratamientos de las aguas residuales, de los servicios sanitarios, de la educación y de la alimentación [9]. Por extraño que parezca, las enfermedades infecciosas graves como la malaria suponen una menor amenaza, allá donde los edificios están muy cerca unos de otros, siendo las zonas pantanosas las preferidas de moscas y mosquitos [10].
LA SOSTENIBILIDAD Y LA GRAN RESTAURACIÓN
El futuro podría ser más brillante de lo que nos han descrito los ecologistas. Como dice Ronald Bailey [11]:
Jesee Ausubel, director del Program for the Human Environment de la Rockefeller University, cree que en el siglo XXI veremos el comienzo de una "Gran Restauración" como resultado del aumento de las actividades productivas de la humanidad que nada tienen que ver con el mundo natural.
Si los granjeros del mundo llegan a alcanzar el rendimiento tipo de los sembradores de maíz de Estados Unidos, podrían comer 10.000 millones de personas con la mitad de la cosecha de maíz. Este es sólo uno de los métodos, en que los avances tecnológicos en horticultura permitirán, que gran parte de la tierra dedicada a siembra, vuelva a ser terreno natural sin cultivar. Los cultivos transgénicos también podrían multiplicar los niveles de producción, a la vez que resolverían algunos problemas importantes en cuanto al medio ambiente [12].
Las visiones que enfatizan el ingenio humano y la oportunidad, poseen un registro histórico más impresionante que aquellas que enfatizan la pasividad y la impotencia. Paul Ehrlich es el típico caso representativo de estos últimos y sólo hay que echar un vistazo a uno de sus libros oscuros y alarmistas para darse cuenta del mal que han hecho sus predicciones. En un artículo de 1969, Ehrlich predijo que la vida marina moriría por contaminación de DDT en 1979 y eso nos dejaría sin pescado; que en 1973 morirían 200.000 personas en Nueva York y Los Ángeles a causa de una nube tóxica; que la esperanza de vida en Estados Unidos se reduciría hasta los 42 años en 1980 por la avalancha de enfermos de cáncer debido al uso de pesticidas, y que en 1999 la población de Estados Unidos se quedaría en 22,6 millones [13]. Ehrlich perdió estrepitosamente una apuesta de diez años contra el economista Julian Simon (y se negó a apostar de nuevo) [14]. En 1974 Ehrlich recomendó que se almacenaran latas de atún en conserva porque Estados Unidos haría recortes en los suministros de proteínas… y mucho más.
Bailey [13], al contrario que Ehrlich, explica:
En su lugar, y según Naciones Unidas, la producción agrícola en el mundo desarrollado ha aumentado un 52% por persona desde 1961. El consumo diario de alimentos en los países pobres ha aumentado de 1.932 calorías, apenas lo justo para sobrevivir, en 1961 a 2.650 calorías en el año 1998, y se espera que llegue a las 3.020 calorías en el año 2030. Del mismo modo, la proporción de gente que muere de hambre en los países en vías de desarrollo ha caído del 45% en 1949 al 18% actual, y se espera que baje aun más hasta el 12% en 2010, para que se estabilice en tan sólo un 6% en 2030. En otras palabras, el alimento no escasea, sino que es cada vez más abundante, y eso se refleja en su precio: desde 1800 los precios en alimentación han descendido en más de un 90%, y según el Banco Mundial, en el año 2000 los precios fueron "más bajos que nunca".
Un vistazo rápido a la historia económica y social, nos deja una cosa muy clara: a lo largo de toda la historia, la gente ya ha conceptualizado la superpoblación. Incluso el gran científico social del siglo XIX, W. Stanley Jevons, afirmó en 1865 que la expansión industrial de Inglaterra cesaría pronto debido al agotamiento de las reservas de carbón del país [15]. Sin embargo, a mayor escasez, mayor precio. El beneficio motivaba a los empresarios para buscar nuevos recursos, desarrollar mejor tecnología para encontrar y extraer carbón y transportarlo a donde fuera preciso. La crisis nunca se produjo. Hoy, Estados Unidos ha comprobado que las reservas son suficientes para los próximos cientos o incluso miles de años [16]. Si un recurso empieza a agotarse, subir su precio forzará un cambio en busca de alternativas. Ni siquiera una población muy amplia puede esperar agotar las reservas de energía (la energía solar, la energía nuclear procedente de la fisión, y pronto de la fusión, son prácticamente inagotables). Mientras que contemos con energía abundante, podremos producir recursos que los sustituyan, e incluso generar más de los existentes, incluyendo alimentos. Aún cuando se diera el caso de que la población creciera mucho más de lo que muestran las previsiones más elevadas, es seguro que la inteligencia humana y la tecnología serían totalmente capaces de cuadrar las cuentas.
La inteligencia humana, la nueva tecnología y la economía de mercado permitirán al planeta soportar varias veces la población actual de 6.200 millones de personas; podría soportar muchas más vidas humanas de las que probablemente veremos dado la tendencia a la baja de la tasa de natalidad. Muchos países, incluido Estados Unidos, presentan baja densidad de población. Si la población de Estados Unidos fuera tan densa como en Japón (seguramente el lugar más poblado), sería de 3.500 millones, en lugar de los 265 millones que tiene. Si Estados Unidos tuviera una densidad de población igual a la de Singapur, serían casi 35.000 millones de personas, casi siete veces el número total de la población mundial. Las nuevas tecnologías, desde las simples mejoras en irrigación y administración hasta los avances actuales en ingeniería genética, deberían seguir mejorando la producción mundial de alimentos. Muere menos gente de hambre, a pesar de existir una mayor población. Esto no significa que se sientan satisfechos; millones de ellos aún pasan hambre o son susceptibles de sufrir interrupciones en el suministro de alimentos. Necesitamos eliminar las barreras del mercado, abolir la política de control de precios en agricultura (que no anima ni a seguir produciendo ni a invertir), y presionar a los gobiernos que estén inmersos en guerras y colectivización para que modifiquen su forma de actuar.
LA POLUCIÓN
Tampoco debemos esperar que la polución empeore si la población aumenta. Al contrario de la creencia popular, la polución en los países más desarrollados ha ido descendiendo durante décadas. Los niveles de plomo en Estados Unidos han descendido radicalmente. Desde 1960, los niveles de dióxido de azufre, monóxido de carbono, ozono y compuestos orgánicos han bajado a pesar del aumento de la población. La calidad del aire en las áreas urbanas sigue mejorando, y los Grandes Lagos están recuperando sus niveles de pureza [17]. Esto no es casual. A medida que nos enriquecemos, tenemos más dinero para invertir en un entorno más limpio. Si uno necesita alimento, refugio y otros bienes básicos, no se detiene a pensar en el medio ambiente. Desde que existen mecanismos que permiten limpiar y purificar el aire y el agua y espacio para recrearnos, podemos esperar que siga sucediendo así.
Lo más eficaz para estimular cambios positivos son los mercados, es decir, que los indicadores de precios sean un incentivo para moverse en la dirección adecuada. Si todos los que contaminan tienen que pagar por lo que producen, ya que su actividad se inmiscuye en los derechos de los demás, buscarán formas de hacer las cosas reduciendo los niveles de contaminación. Los problemas de contaminación existen, y muchos de ellos pueden deberse a un error en el cumplimiento de los derechos de la propiedad privada, por lo que esos recursos se tratan como bienes gratuitos que no necesitan administración. La pesca en aguas sin dueño conocido es un ejemplo de ello. Otro es la desertificación de terrenos cuya propiedad ostentan varias personas o el gobierno en África. Podemos estar relativamente seguros de que la tendencia a la baja de la contaminación seguirá siendo igual, aún con una población mayor. De todos modos, la autocomplacencia está fuera de lugar. Deberíamos presionar para que la administración de los recursos se hiciera de forma responsable, privatizando los recursos comunes para crear incentivos que aseguraran su gestión y renovación.
Mientras que se permita la libertad en la generación de riquezas y tecnología, podemos esperar que la polución siga disminuyendo. El reciclaje más eficaz, los procesos de producción que generen menos residuos y una mejora en la monitorización y detección de agentes contaminantes, junto con incentivos económicos para garantizar que cada productor se responsabilice de sus emisiones, nos permitirían seguir mejorando el medio ambiente, a pesar de que la población siguiera creciendo. Suponiendo que lográramos el control absoluto al nivel molecular, como esperan los nanotecnólogos, obtendríamos las claves para producir sin contaminar. Otro efecto de la manufactura molecular será la desaparición de gran parte de la maquinaria a gran escala. Cada vez se necesitará menos espacio para la maquinaria de fabricación, lo que dejará más espacio para las personas. Es más, alguna de esa maquinaria se enviará al Espacio. El resultado de estos y otros cambios (algunos de los cuales ya están en proyecto) liberarán a la Tierra de objetos y maquinaria prescindible, aunque anteriormente necesaria.
El tema de la población tiene implicancias objetivas, económicas y éticas. Animo al lector interesado a examinar las fuentes citadas en el apartado de referencias, en especial los ensayos de Jesee Ausubel [18] y los libros de Bailey, Lomborg y Simon [3; 19; 20-25]. Tan sólo he esbozado unas líneas de pensamiento que muestran que estamos terriblemente equivocados al no apoyar la extensión de la vida por temor a la superpoblación. Avancemos hacia ello; una vez que hayamos vencido al envejecimiento esperaremos otras amenazas para nuestras vidas, como la guerra o la violencia, que serían cada vez menos aceptables. Podemos apreciar que en las sociedades donde la población presenta índices de edad elevados, se vive mejor que en las generaciones anteriores, y no sólo por el bienestar económico, sino también por la seguridad y la salud.
Referencias
1) Ehrlich, Paul R; The Population Bomb (1968); Sierra Club-Ballantine
2)World Population Prospects: The 2000 Revision (2001a); United Nations Publications
3) Lomborg, Bjorn; The Skeptical Environmentalist: Measuring the Real State of the World (2001); Cambridge University Press
4) Olshansky, SJ; "Duration of Life: Is There a Biological Warranty Period?" en: The President"s Council on Bioethics (2002) Washington, DC http://www.bioethics.gov/transcripts/dec02/session2.html
5) World Population Prospects: The 2000 Revision, Additional Data (2001c); United Nations Publications
6) Eberstadt, Nicholas; "Population, Food, and Income: Global Trends in the Twentieth Century" en: Bailey (1995)
7) World Population Prospects: The 2000 Revision, Annex Tables (2001b); United Nations Publications
8) World Urbanization Prospects: The 1996 Revision (1998); United Nations Publications
9) The Progress of Nations (1997) UNICEF http://www.unicef.org/pon97/
10) Miller, Jr. Tyler G; Living in the Environment: Principles, Connections, and Solutions (1998); Wadsworth Publishing Company
11) Bailey, Ronald; "The End Is Nigh, Again" en: Reason (2002); 26 de junio
12) Rauch, Jonathan; "Will Frankenfood Save the Planet?" en: The Atlantic Monthly (2003); Octubre
13) Bailey, Ronald; Eco-Scam (1993); St. Martin"s Press
14) http://www.overpopulation.com/faq/People/julian_simon.html
15) Jevons S; The Coal Question: An inquiry concerning the progress of the nation and the probable exhaustion of our coal mines (1865); Kelley Publishers
16) http://www.eia.doe.gov/
17) Taylor, B et al. "Water Quality and the Great Lakes" en: Michigan"s Opportunities and Challenges: Msu Faculty Perspectives, Michigan in Brief: 2002–03. Public Sector
Consultants, Inc.
18) Ausubel, Jesse; "The Great Restoration of Nature: Why and How" en: Challenges of a Changing Earth (2002); pág.175–182 // Proceedings of the Global Change Open Science Conference, Amsterdam, Netherlands (2001, 10–13 July) editado por
Steffen, W & Jaeger, J & Carson, DJ & Bradshaw C; Springer http://phe.rockefeller.edu/sthubert/hubert.pdf // Ausubel, Jesse; "Where is Energy Going?" en: The Industrial Physicist (2000);
http://phe.rockefeller.edu/IndustrialPhysicistWhere/where.pdf
19) The True State of the Planet (1995); editado por Bailey, Ronald; The Free Press
20) Simon, Julian L; "Resources, Population, Environment: An Over-Supply of False Bad News" en: Science (1980, Vol. 280); pág.1431–1437
21) Simon, Julian L; The Ultimate Resource (1981); Princeton University Press
22) Simon, Julian L; "Forecasting the Long-Term Trend of Raw Material Availability," en: International Journal of Forecasting (1985, Vol. 1); pág.85–109
23) Simon, Julian L; Population Matters (1990); N.J.: Transaction
24) Simon, Julian L; "Bunkrapt: The Abstractions that lead to scares about resources and population growth," en: Extropy (1993, Vol. 11); Verano/otoño 1993, pág.34–41
25) The Resourceful Earth (1984); editado por Simon, Julian L & Kahn, Herman; Basil Blackwell, Inc.
Mike Treder
En el tiempo que a usted le lleva leer esta frase morirán al menos 10 personas, algunas de ellas niños que carecen de ayuda, y otros en medio de unos dolores terribles. Cada día mueren 24.000 personas a causa del hambre, 6.000 niños por diarrea, 2.700 a consecuencia del sarampión y 1.400 mujeres durante el parto [1].
Esto es, hoy morirán más de 150.000 personas; algunos serán ancianos, desde luego, pero, ¿por qué debería eso ser una sentencia de muerte? O lo que es peor, decenas de miles de adultos jóvenes y niños morirán mañana (y pasado, y al otro) de enfermedades para las que existen tratamientos pero que simplemente no están a su alcance. ¿Hemos de aceptar este horror diario? ¿Es realmente necesario? Creo que ya va siendo hora de empezar a luchar contra ello, sin embargo, la buena noticia es que ya lo estamos haciendo.
Cada día se dan pasos importantes para derrotar a la enfermedad y reducir el sufrimiento. Es más, se trabaja duro para entender el proceso del envejecimiento y así poder eliminarlo. Tal y como dice Robert Ettinger, "nacer no es un crimen, así que, ¿por qué cargar con una sentencia de muerte?" [2]. En los tribunales de apelación de la ciencia y la tecnología, la ejecución sumaria de todos los seres humanos pronto será revocada, y con suerte antes de que muramos.
ALTERAR EL ORDEN "NATURAL"
Algunos dirían que "eso es ser demasiado arrogante, porque la muerte es algo natural y no debemos jugar a ser Dios" [3]. Ya desde que el primer ser humano se vistió con una piel de animal, hemos hecho uso de los recursos naturales y de nuestra creatividad para mejorar las condiciones de seguridad, comodidad y eficacia; desde el taparrabos hasta los trajes modernos, pasando por la toga; desde las bifocales de Benjamin Franklin a las lentes de contacto y la cirugía láser ocular.
El marketing moderno nos vende productos como "naturales", pero ¿qué es natural y qué no lo es? Según la definición más exacta, todo lo que sucede en el mundo, ya sea artificial o no, es natural, ya que el hombre es parte de la naturaleza y todo lo que sale de sus manos o de su maquinaria es, por tanto, una parte de la naturaleza. Sin embargo, este no es el significado de "natural" que la mayoría esperaba. Más bien se refiere a productos, hechos y acontecimientos que no han sido creados o provocados por humanos. Así, la leche sería clasificada como un producto natural y no lo sería una bebida a base de leche y zumo de frutas (ni que decir tiene que la leche que compramos envasada en los supermercados ha sido sometida a procesos de pasteurización, homogeneización, y además enriquecida con vitaminas). Surgen debates menos triviales sobre el término "natural" cuando hablamos de las mejoras que podrían hacerse en los seres humanos, en especial cuando nos referimos a derrotar a la muerte. Resulta interesante ver que muchas otras medidas científicas para mejorar la condición humana fueron inicialmente rechazadas por muchos, por ser consideradas no naturales e intolerables, para ser aceptadas universalmente más tarde. Podríamos citar como ejemplos, la anestesia, las transfusiones de sangre, las vacunas, las píldoras anticonceptivas o los trasplantes de órganos. Si tenemos en cuenta cómo sería el mundo sin estas y otros cientos de mejoras, no podríamos decir que se ajustara realmente a la definición popular de "natural".
La caída de los dientes es natural, ¿se debería ilegalizar la odontología? La polio es natural, ¿prohibimos la vacuna Sabin? El cólera es natural, ¿dejamos que las epidemias nos ataquen sin combatirlas? La muerte es natural, ¿dejamos que siga causando estragos? Está claro que esto es una estupidez. Desde luego, debemos usar todos los recursos disponibles para mejorar la vida humana. Lo hemos estado haciendo durante años con el fuego, los cultivos, el vapor, la electricidad, los antibióticos, las vacunas, las prótesis dentales, los trasplantes de órganos, etc. Y no deberíamos detenernos ahora. Si la ciencia moderna y la tecnología pueden mejorar la condición humana, sobrepasando los límites naturales (incluyendo el envejecimiento y la muerte), deberían usarse para tal fin. Determinar que algo es bueno o malo, simplemente preguntando si es natural o no, es algo que se sale de los límites del sentido común.
Todo esto no significa que debamos ignorar los retos morales y éticos que se nos presentan. Las cuestiones de seguridad, propiedad, elección individual y responsabilidad social, no deberían descartarse, sino que tendríamos que hablar seriamente de ellas. En cuanto a la superpoblación, los derechos a la reproducción, la distribución de los recursos y el impacto ambiental, deberíamos enfrentarnos a estos problemas inmediatamente. De todos modos, esto sólo puede llevarse a cabo en un clima de pensamiento abierto y progresista.
EMANCIPARSE DE LA MUERTE
Para todos aquellos que aún creen que enfrentarse a la muerte es algo erróneo o no natural, les ruego que recuerden que la oposición a la esclavitud también se consideró una propuesta descabellada y peligrosa.
Arthur C. Clarke escribe:
Toda idea revolucionaria provoca tres estados de reacción: en primer lugar la gente dice "eso es completamente imposible". Luego dicen "tal vez sea posible, pero va a costar mucho". Por último, afirman que "siempre me pareció una buena idea" [4].
Esta divertida observación de Clarke es la pura realidad. Siguiendo con la analogía de la esclavitud, pensemos que a lo largo de toda la historia (y sin duda de la prehistoria) ha sido algo normal que algunos humanos poseyeran a otros [5]. El cambio hacia el reconocimiento de la libertad como un derecho humano fundamental es relativamente reciente. Mientras se estaba redactando el borrador de la Constitución de Estados Unidos, sus artífices discutían cómo tratar el llamado "tema de la esclavitud". Recordemos que en esos momentos casi todos los países, sobre todo en la Europa Occidental, ya habían abolido esta práctica. Pese a que un amplio número de líderes norteamericanos estaban totalmente en contra de la esclavitud, se creía que eliminarla por completo era "totalmente imposible" [6]. A medida que la historia de Estados Unidos avanzaba y la oposición a la esclavitud crecía, el debate pasó a ser más práctico. Se decía "tal vez sea posible hacerlo pero va a costar mucho". Unas pocas generaciones después de una guerra civil sangrienta, destructiva y dolorosa, los descendientes de aquellos que una vez tuvieron esclavos dirían que "siempre creímos que era una buena idea". Con el paso del tiempo no nos veremos esclavizados por la muerte y reconoceremos que es algo valiente, honesto y humano.
Tanto la biotecnología como la nanomedicina prometen liberarnos de por vida de enfermedades, males y discapacidades físicas, siempre jóvenes y vigorosos; sin ataduras para poder hacer lo que queramos con nuestras vidas, libres de enfermedades y de la precariedad física.
Además de la obvia aspiración de una vida sin muerte, podemos imaginar muchos otros modos de extender nuestra vida. Por ejemplo, transfiriendo nuestra personalidad a un robot virtualmente indestructible. Esto sería posible trasladando el cerebro de nuestro débil y vulnerable cuerpo al de un robot o, más probablemente, creando copias digitales de nuestro cerebro y descargando toda la información en el robot. Este método tiene la ventaja de que puede conservar una copia de seguridad de nuestra personalidad en caso de que se diera la remota posibilidad de que alguna catástrofe destruyera nuestro cuerpo robotizado. Realmente esto nos haría inmortales ya que nos permitiría guardar copias de nosotros mismos en cualquier lugar del sistema solar, en la galaxia o incluso más lejos.
SIMULAR LA INMORTALIDAD
Parece una broma cruel y abominable que la naturaleza encarcele una creación tan exquisitamente maravillosa como el cerebro en una estructura tan débil, ineficiente, frágil y fugaz como es el cuerpo humano. El cuerpo humano puede ser muy bello pero es inaceptablemente efímero.
El cuerpo que habitamos ahora, por sorprendente que pueda ser, no es producto del diseño inteligente. No se creó con ningún otro propósito que la supervivencia y la reproducción. Estamos condicionados por fuerzas sociales y biológicas que favorecen la apariencia de la forma humana, y estamos condicionados también a sentirnos atraídos por su contorno y perfil. Hay una reacción natural, aunque no sea necesariamente racional, que nos empuja a rechazar cualquier desviación sustancial del modelo estándar, y es por eso que la mayoría de nosotros nos sentimos incómodos (al menos interiormente) cuando vemos a una persona con el rostro desfigurado o a quien le falta alguno de sus miembros. Esto también explica porqué muchas personas rechazan el mero pensamiento de reemplazar el cuerpo humano natural por otro creado y diseñado artificialmente.
Así que, ¿por qué no? El cuerpo que nos dio la naturaleza es el resultado de millones de años de cambios sin rumbo ni dirección; es el producto de un proceso tortuoso, molesto, lento y estúpido llamado evolución. No fue diseñado para obtener de él un beneficio y disfrute óptimos; en realidad, es tal como es, básicamente, por accidente. La naturaleza, dentro de unos límites, seguiría experimentando a ciegas con nosotros, y siguiendo las pautas aleatorias de la mutación genética, nuestros cuerpos evolucionarían lentamente, convirtiéndose gradualmente en algo distinto.
En contraposición, los humanos somos criaturas altamente inteligentes y hemos alcanzado un punto en que podemos tener el futuro del desarrollo del cuerpo al alcance de la mano. Con nuestras propias mentes y con las maravillosas herramientas con las que disponemos, podemos dar una (o varias) nueva forma al cuerpo, y podemos diseñarlo para ajustarse a nuestros propósitos y preferencias.
En el pasado, los ingenieros que desarrollaban nuevos prototipos de aviones, automóviles o transatlánticos, tenían que crear modelos a escala, para luego poder evaluar la representación de los prototipos en túneles de viento u otros métodos de comprobación. Los ingenieros actuales encuentran más fácil, barato y eficaz realizar las mismas pruebas en entornos simulados. Por medio de potentes ordenadores y programas informáticos muy sofisticados, pueden saber con precisión cómo funcionarán sus creaciones bajo una gran variedad de circunstancias.
Con el objeto de experimentar los nuevos diseños posibles para nuestro cuerpo "posthumano", probablemente podremos hacer lo mismo. En lugar de enfrentarnos al problema de crear un nuevo cuerpo, molécula a molécula, y luego determinar si es satisfactorio, podríamos crear una simulación en un entorno de realidad virtual y probarlo. La excitante diferencia será que no estaremos limitados a observar la simulación como hacen hoy en día los ingenieros, sino que podremos habitar ese cuerpo virtual y saber de primera mano cómo reacciona, actúa y siente.
El siguiente paso es obvio; si la simulación es suficientemente potente, la experiencia de ocupar el cuerpo simulado será indistinguible de la realidad física convencional; será virtualmente lo mismo (de ahí el nombre de "realidad virtual"). Y entonces, ¿por qué no vivir ahí? Suponiendo que se puedan tener todas las experiencias del mundo "real", además de otras muchas que serían imposibles en él, y que aún así, seríamos capaces de ver, tocar e interactuar con aquellos a quienes estimamos, ¿por qué no quedarnos así?
Muchos humanos deberían abandonar la idea de vivir sólo en terreno virtual, pero desde una perspectiva filosófica, no hay ninguna diferencia entre la experiencia de habitar en una simulación suficientemente avanzada y la vida diaria que experimentamos. Tengamos en cuenta lo siguiente: nuestros cuerpos actuales pueden ser vistos como robots orgánicos; están en el mundo físico y llevan un cerebro/mente/personalidad/identidad en el interior. El robot orgánico de mi cuerpo puede ver, oír, tocar, oler, y saborear por mí; transmite a mi cerebro todas esas experiencias por medio de impulsos eléctricos; los procesos paralelos que se producen entre mis neuronas y sinapsis, son el resultado de un patrón de pensamiento tan complejo y elegante que genera metacognición o autoconciencia. Me parece que soy "yo" quien está ahí fuera, disfrutando directamente de las experiencias sensoriales, ¡pero, no lo soy!
La parte de mí que es realmente yo, es decir mi conciencia y mi personalidad, nunca podrán disfrutar de esas experiencias directas. La materia gris no tiene ni manos, ni ojos, ni oídos, ni boca, ni nariz. Mi cerebro ha de confiar en una interfaz indirecta para aprehender la "realidad". Esa interfaz, puede ser el cuerpo físico que habito, puede ser un robot que explore la superficie de Marte o puede ser un sustrato informático que me proporcione experiencias ambientales simuladas.
El caso es que todo lo que experimentamos es simulado, nada es inmediato. En las próximas décadas, a medida que empleemos cada vez más tiempo en entornos virtuales, nuestra definición de realidad irá cambiando. Se prevé que en el plazo de cien años, o quizás menos, muchos humanos vivirán en el espacio toda su vida bajo miles de circunstancias diferentes a las actuales. Sin duda alguna, estos humanos descubrirán nuevas sensaciones y emociones que no podemos comprender. ¿Y serán menos reales sus vidas que las nuestras de hoy?
Parece probable que millones de personas, miles de millones, elegirán esa opción. ¿Suena a ciencia-ficción? Tal vez, pero la tendencia actual de la tecnología de computación sugiere que podría empezar a ser realidad en tan solo 20 ó 30 años [7].
UN FUTURO INIMAGINABLE
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