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Análisis situacional de la infancia en el Estado Bolívar (página 39)


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Es un grupo de filiación Caribe, tradicionalmente llamado panare en la literatura etnográfica. Ocupa un vasto territorio de alrededor de 20.000 Km.² ubicado en la parte noroccidental del Estado Bolívar, con un pequeño enclave en el Estado Amazonas. Representaba hasta hace poco tiempo una de las etnias culturalmente más vigorosas de este estado, no sólo por encontrarse en franco crecimiento demográfico sino también por su resistencia a la aculturación, ya que a pesar de tener contactos permanentes con la sociedad desde hace un siglo, son todavía monolingües en su mayoría y muchos de ellos siguen viviendo de su economía tradicional: agricultura, pesca, caza en menor grado, recolección y artesanía. El desarrollo acelerado de esta región en los últimos años debido a la explotación minera intensiva (bauxita y diamante  principalmente), la construcción de extensas carreteras en particular la que une a Caicara con Puerto Ayacucho, así como la presencia misionera, han comenzado a perturbar sus creencias, hábitat, aspiraciones, logrando quebrantar severamente su vigor étnico.

Jivi o Hiwi (Guajibo)[110]

Están distribuidos en varios sectores de una extensa área geográfica, contenida en su mayor parte en los Llanos Occidentales del río Orinoco, entre los ríos Apure y Guaviare. Fuera de un pequeño núcleo cerca de San Juan de Manapiare y de movimientos migratorios estacionales hacia los estados Guárico y Barinas, en Venezuela sus comunidades se ubican al Sur, Sur-Este y Nor-Oeste del Estado Apure y en los límites occidentales de los Estados Amazonas y Bolívar, en las sabanas próximas al Orinoco, entre Caicara y San Fernando de Atabapo. Existe, además, una importante población jivi en Puerto Ayacucho. Su amplia distribución, las consiguientes interrelaciones con pueblos y culturas diferentes y sus respuestas variables al cambio, han originado cierto grado de diversificación cultural y lingüística entre grupos regionales, así como una variedad de denominaciones. En su conjunto, desarrollaron formas altamente eficaces de adaptación al ambiente llanero, de suelos mayoritariamente pobres, con inundaciones y sequías estacionales y con recursos dispersos. Mediante ciclos ajustados a la variación estacional de los recursos, su tradicional movilidad, la diversificación interna de patrones económicos y la combinación, variable según las circunstancias de la agricultura, la caza, la pesca, la recolección y el intercambio con otros pueblos y entre sectores, sobrevivieron por siglos, pese a la Conquista, en zonas inhóspitas para quienes no las conocen como ellos.

Su versatilidad, apego a la movilidad y la libertad y su capacidad de adoptar simultáneamente estrategias de supervivencia diferentes y variables circunstancialmente, sin perder su identidad, son características culturales de los jivi que confundieron a sus primeros etnógrafos y "civilizadores", pero lograron su supervivencia étnica. Hoy, los jivi son tanto cazadores recolectores como agricultores estacionales, permanentes o comerciales (incluso ganaderos en pequeña escala), obreros migratorios, marginales urbanos temporales, profesionales y empleados. Producen una parte significativa de la alimentación de Puerto Ayacucho y gran parte de la artesanía comercial para el turismo en Amazonas. Si bien los jivi más dependientes de los mercados nacionales tienden a perder una parte de su cultura propia, otros sectores la conservan en su diversidad, y la vitalidad de este pueblo sólo se ve seriamente amenazada por la  depauperación ocasionada por la pérdida de tierras y recursos naturales, especialmente en zonas ganaderas y, notoriamente, en el estado Apure.

Jodi (Hoti)[111]

La palabra más cercana para traducir jodi es "hombre". La lengua jodi no ha podido incluirse en ninguna de las grandes familias lingüísticas de América. Algunos autores la relacionan con el de’aruwa y el sáliva. Otros han observado similitudes con los sistemas vocálicos y la nasalización del yanomami. Poco se conoce de la historia de este pueblo. Su aislamiento parece estar relacionado con las dificultades de comunicación fluvial, que impidieron la penetración de los criollos a su territorio a pesar de que en la primera mitad de este siglo se explotó pendare, balatá, chicle y sarrapia en la región. Su territorio, una región selvática situada en el noroeste del Escudo Guayanés, en la cuenca media-superior del Orinoco, limita al norte con el río Kaima, al este con la Serranía de Maigualida, al sur con el río Asita y el caño Majagua, y al oeste con los ríos Parucito y Cuchivero.

Los jodi habitan pequeños poblados de una a cuatro viviendas. Son de carácter provisional, pues las familias suelen desplazarse dentro de un mismo territorio, sobre todo en la estación seca. Los grupos están integrados por una o varias familias unidas por lazos de parentesco y que comparten un asentamiento y un territorio común. La familia nuclear suele ocupar una sola vivienda, y cuando se trata de una casa comunal, cada familia posee un espacio  limitado en el cual colocan sus pertenencias personales, los chinchorros y el fogón. Cada una es autónoma en lo que respecta a la obtención de alimentos y la preparación de comidas. En lo que se refiere a su cultura material, han tomado muchos rasgos de sus vecinos e’ñepa. Sus viviendas, chinchorros de algodón, utensilios de cocina, instrumentos musicales, cestería, vestidos y adornos son muy parecidos a los de los e’ñepa. Se adornan con collares hechos con semillas secas, pezuñas de danta, picos y huesos finos de algunas aves. Suelen perforarse los lóbulos de las orejas y colocarse en ellos una sección de bambú o un hueso de váquiro o de mono. Además, se pintan el cuerpo con onoto y otras resinas vegetales. Cultivan e hilan algodón con el cual tejen chinchorros y guayucos. El cultivo e hilado es tarea de ambos sexos, aunque las mujeres a menudo se hacen cargo de esta labor. Para tejer los chinchorros, hilan cuerdas de tres cabos que tiñen con onoto. El rústico telar consta de dos postes verticales colocados a una distancia de metro y medio, longitud aproximada del chinchorro.

Hasta hace poco los jodi vivían desnudos. Comenzaron a usar guayuco por influencia e’ñepa. El masculino es rectangular y se amarra en la cadera, mientras el femenino apenas cubre el pubis. Por lo general, lo tejen de algodón, pero también usan otras fibras. Al igual que los e’ñepa, los varones sostienen el guayuco con una tira tejida con cabello. Los niños se atan una cinta de algodón alrededor de la cadera. Los adultos también usan tiras de algodón o cabello en las muñecas, piernas y tobillos. La cerámica jodi es similar a la e’ñepa. El cuerpo de las vasijas se forma superponiendo anillos de arcilla, que se alisan con un pedazo de tapara. Las vasijas se dejan secar, y luego se queman en hogueras al aire libre. Usan también calabazas y taparas como recipientes y utensilios de cocina. Los jodi tejen una amplia variedad de cestas, canastos de carga y sopladores para avivar el fuego con fibra de tirite y usando la técnica de tejido de sarga. Con palma, tejen finas esteras, y también guayares, unas cestas de forma rectangular entrelazadas toscamente que se desechan después de ser usadas.

Kariña[112]

Los kariña habitan en los estados Anzoátegui, Bolívar, Monagas y Sucre y pertenecen al tronco lingüístico Caribe. Poseen un modelo de estructura social basado en la familia extendida, formada por un hombre casado, su esposa, sus hijos solteros, y sus hijas casadas, más los maridos de estas y sus respectivos hijos. En lo político, destacan la descentralización, ya que cada aldea o comunidad es autónoma y la figura del dopooto o "gobernador", cuyo liderazgo se fundamente en el prestigio personal, en la extensión de su red de parentesco y en su capacidad de persuasión, puesto que sus decisiones no son coercitivas sino fruto de un amplio consenso. La producción económica de los kariña se basa en la antigua técnica de la agricultura de conuco, la recolección estacional, la caza y la pesca. En lugares como la Mesa de Guanipa, Anzoátegui, donde se concentra un importante porcentaje de la población kariña, este sistema tradicional de producción ha ido modificándose debido, entre otros factores, a la explotación petrolera y al hecho de haber quedado cercada población kariña entre ciudades y hatos criollos.

El largo contacto de los kariña con la sociedad criolla ha originado múltiples cambios en las manifestaciones culturales que usualmente sirven para identificar a los indígenas (vestido, tecnología, vivienda, etc.). La mayor expresión de estos cambios se refleja en los kariña que han migrado a ciudades cercanas a sus comunidades de origen como El Tigre, Cantaura y Ciudad Bolívar y que allí se han ido insertando en el sistema productivo nacional. No obstante, los kariña han logrado mantener su identidad étnica como segmento diferenciado de la sociedad nacional, su idioma, código de expresión de innumerables contenidos culturales propios, diversas costumbres sociales y creencias religiosas; así como un probado arraigo a sus tierras ancestrales.

Hoy en día, los kariña enfrentan el doble reto de su supervivencia cultural que implica la perpetuación de su idioma, sus costumbres y manifestaciones culturales; y de la conservación de sus tierras, constantemente invadidas por criollos.

Kurripako[113]

Kurripako significa gente que habla wakú, lengua que pertenece al tronco lingüístico arawaco. Su territorio tribal comprende las regiones amazónicas de Venezuela, Colombia y Brasil. En territorio venezolano, se concentran en el distrito Casiquiare del Estado Amazonas, sobre todo en las riberas de los ríos Atabapo, Guainía y Orinoco.

Los kurripako han perdido muchos de sus oficios tradicionales. Antes vivían en grandes casas comunales, y hoy en casas unifamiliares al estilo criollo. Su organización social y la división del trabajo por género se ha modificado con la introducción de nuevas necesidades económicas y nuevos modos de subsistencia. En el pasado, la cestería era una artesanía practicada exclusivamente por los hombres. La demanda comercial de los criollos ha hecho que las mujeres se incorporen al oficio, y ahora producen una cestería ornamental y comercial innovadora que ha ampliado las formas y técnicas tradicionales.

Como otras etnias de la región, los kurripako practicaban una economía basada en la agricultura de tala y quema. El cultivo se iniciaba en el breve período de sequía entre septiembre y octubre, cuando los ríos comienzan a bajar. En esa temporada, conocida como makwapidania, los hombres seleccionaban y limpiaban los nuevos conucos según el calendario mítico de Káali, creador de la yuca, que señalaba el momento propicio y eficaz para iniciar las labores. Cuando el pequeño sapo Molitú, hijo mítico de Káali, comenzaba a cantar, su croar señalaba a los kurripako el momento de talar, plantar y limpiar los conucos. Si el cultivo no se hacía en armonía con las leyes naturales de Káali, las tareas se volvían difíciles y poco productivas.

La pesca sigue siendo una actividad importante y fundamentalmente masculina. Las cerbatanas, arcos, flechas y lanzas que se fabricaban para esa tarea fueron poco a poco sustituidas por anzuelos metálicos, hilos de nylon, escopetas y municiones compradas a los criollos. Todavía usan el cacure, trampa hecha de bejucos atados con cordones de fibras naturales que colocan a la orilla de ríos y caños. Para pescar a gran escala, combinan el cacure con el barbasco, sustancia que adormece a los peces. Los excedentes de la pesca son salados o ahumados, y se intercambian o se venden en el comercio local.

La caza suele ser una actividad masculina individual que requiere astucia, silencio y control muscular. El cazador escondido en el follaje trata de imitar el sonido del animal que desea atraer, mientras espera pacientemente, inmóvil, resistiendo la inclemencia del clima, la picadura y el zumbido de los insectos.

A las mujeres corresponde procesar los alimentos. También deben cargar, pelar, rallar y prensar la yuca amarga, recolectar madera para el fogón, encender el fuego y tostar, sobre enormes budares, las tortas de yuca conocidas como casabe. Hoy en día, la recolección y venta del chiquichique ha reemplazado a la agricultura como principal modo de subsistencia kurripako. Para recolectar las fibras que crecen a orillas de algunos ríos como el Inírida y el Guainía, se organizan expediciones que duran varios meses. En ellas todos los miembros de la familia, o por lo menos los hombres, levantan campamentos cerca de los ríos.

Recolectar fibras es un trabajo sencillo pero exige continuidad. En ocasiones impide el cultivo de la tierra, pues para hacer rentable esta actividad es necesario acumular toneladas de material. Para el trabajo de "chiquichiquero" es imprescindible tener una curiara grande y un motor fuera de borda. Además de la recolección del chiquichique, los kurripako también sobreviven fabricando y vendiendo cestas, sebucanes, esteras y sombreros al estilo criollo. Con fibra de chiquichique, tejen hermosas escobas que se usan para esparcir la harina de yuca amarga sobre el budare cuando se hace el mañoco o el casabe.

Antiguamente, el principal ciclo ceremonial kurripako era el pudáli. Se celebraba al principio de las lluvias y marcaba el inicio de las actividades de subsistencia. También abría un espacio simbólico para la resolución de conflictos entre familiares. Al inicio de la ceremonia un grupo de parientes visitaba a otro para ofrecerle un regalo ritual, pescado ahumado. El organizador del pudáli acudía al pueblo anfitrión acompañado por toda su familia, además de músicos, cantantes y bailarines. Al anochecer, tras largos discursos alabando el regalo de pescado ahumado, este era aceptado y colocado en la casa del anfitrión para repartirlo a la mañana siguiente. Durante la noche se bebían grandes cantidades de una bebida de yuca fermentada llamada padzáoru. Mientras sonaban las trompetas kulírrima, la luz de una fogata central esparcía destellos y las parejas ejecutaban la danza ritual, que podía durar cuatro días con sus noches.

Para la clausura del pudáli, unas semanas después, se preparaban grandes cantidades de pulpa de yuca para los invitados. En esta ceremonia, se celebraban los mismos ritos de la ceremonia inicial —bailes alrededor de la comida y la bebida, danzas alrededor de la fogata durante varias noches, toque de instrumentos sagrados y distribución de comida—, pero esa vez los discursos y la aceptación de las ofrendas los hacían la mujer organizadora del pudáli y la anfitriona. Hoy en día sólo unos pocos ancianos recuerdan con nostalgia estas ceremonias. Sin embargo, los kurripako junto con los baniva y warekena, otros grupos de ascendencia arahuaca con quienes comparten faenas de trabajo, celebran en el bajo Guainía un rito colectivo de música y danza, llamado madzéru, que revive las antiguas tradiciones como parte de un proceso de consolidación cultural y de adaptación a las circunstancias históricas.

Mapoyo (Wanai)[114]

Están ubicados al norte del estado Amazonas y oeste de Bolívar. Se presume que no llegan a los doscientos individuos. Existen apenas unos diez hablantes de su lengua, los cuales pertenecen a generaciones ya adultas y sin contexto para su utilización. Por su precaria situación esta etnia está actualmente protegida por la Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural que establece entre las disposiciones relativas a la defensa del patrimonio viviente del país, la atención a la cuestión de la lengua y el habla de los pueblos indígenas.

Pemón[115]

Constituyen el tercer grupo indígena numéricamente más importante en el país y el primero en el Estado Bolívar. Forman parte de la familia caribe. Su nombre se traduce como "gente" y les sirve para distinguirse de la población criolla y de otros grupos indígenas. Habitan en la región sureste del estado Bolívar. Los pemón se dividen en tres subgrupos, atendiendo principalmente a sus variantes dialectales: kamarakoto, taurepán, y arekuna. Aunque no se pueden establecer delimitaciones geográficas rígidas, los arekuna se concentran en la zona norte del territorio pemón, los taurepán se ubican hacia el sur, en dirección este-oeste en la boca del río Maurak, y los kamarakoto se encuentran en la región de Kamarata y Urimán. La mayoría de las comunidades de este grupo étnico están asentadas en área de sabana, en las proximidades de ríos y bosques. Son comunidades pequeñas, generalmente conformadas por casas agrupadas o dispersas, siendo la familia nuclear la base de su organización socioeconómica.

Los pemón han sido tradicionalmente horticultores y utilizan el sistema de conucos para sus cultivos. También se dedican a la caza, la pesca, y la cría de animales domésticos. Sin embargo, como una consecuencia de la explotación minera y de la afluencia del turismo que ocurre actualmente en su área tradicional de ocupación, este grupo ha variado sus actividades económicas tradicionales y, hoy en día también se dedica a la minería y a diversas ocupaciones en las empresas mineras de la Región de Guayana. Este contacto ha generado cambios en sus patrones de habitación y especialmente en sus viviendas, en las cuales incorporan, cada vez más, materiales de construcción como zinc, asbesto, cemento y bloque.

A pesar del contacto permanente con la población criolla y el desarrollo industrial de la región, los pemón han logrado preservar su identidad cultural, apoyados en la perpetuación de su lengua, sus tradiciones culturales y el apego a sus tierras.

Piapoko[116]

Los piapoko, o "gente del tucán", son uno de los pequeños grupos de la región que pertenecieron a la antigua cultura arahuaca. Esta fue alguna vez una de las sociedades más importantes del continente. Habitaba la región comprendida entre el Amazonas y el Delta del Orinoco y controlaba, en el Alto Río Negro, la unión estratégica entre los dos grandes sistemas fluviales, centro de la red de intercambio comercial que enlazaba, como lo señalan las crónicas más tempranas, el Amazonas, los Llanos y los Andes. Cambios políticos y culturales en el seno de esta sociedad dieron origen a los grupos arahuaco de hoy, los warekena, los wakuénai, los bare y los baniva. En el caso de los piapoko, la adaptación a distintos ecosistemas influyó en la diferenciación de esta etnia en dos grupos claramente definidos: los piapoko de la sabana, llamados manakuári; y los de selva, conocidos como análima. En la actualidad los piapoko habitan principalmente los llanos orientales de Colombia.

En Venezuela existen algunos asentamientos en el Estado Amazonas y en el Estado Bolívar, como los poblados de Primavera, Laja Lisa, Morichal, Agua Blanca, Siquita-Ibucubáwa y Cataniapo. Otras familias piapoko se han integrado a la vida de las poblaciones de Puerto Ayacucho, San Fernando de Atabapo y Maroa.

La conquista y colonización fueron debilitando el comercio interétnico hasta hacerlo desaparecer. Las continuas invasiones, repliegues y desplazamientos de los grupos étnicos de la región trajeron como consecuencia, no sólo la reducción del territorio piapoko, sino también un cambio de los patrones de asentamiento tradicionales. El cambio más importante ha sido el abandono de las casas comunales. Los piapoko viven ahora en casas unifamiliares al estilo criollo, de planta rectangular, con una puerta y sin ventanas, provistas de un huerto familiar donde siembran productos menores de consumo doméstico. Aunque algunas mujeres saben hilar algodón y tejer con telares, estas técnicas han caído en desuso debido a la asimilación a la sociedad criolla. Visten al estilo criollo y, al parecer, la adquisición de ropa fue una de las causas de su migración a Venezuela, donde podían adquirirla con mayor facilidad. No obstante, los piapoko continúan practicando el arte de la cestería tradicional. Tejen sebucanes, manares y guapas, utilizando para ello fibras muy diversas como curagua, cucurito, tirite, chiquichique y cumare. 

Los piapoko son exógamos y, en algunos casos, practican la poligamia. La primera mujer ejerce cierta autoridad sobre las otras. Pero son raros los conflictos entre esposas. Todas viven en una misma casa y se distribuyen las tareas de acuerdo con la edad: la mujer más joven se encarga de los trabajos agrícolas que requieren fuerza, la de mayor edad se ocupa de la cocina, los niños y la casa. En esta forma de organización social, el núcleo familiar es la unidad básica de una estructura más amplia, la familia extensa. Cada una de las familias extensas posee un jefe natural que ejerce autoridad. Las mujeres y niños son completamente dependientes de la autoridad del marido o padre.

Los piapoko se organizan en cinco grandes grupos descendientes de cinco hermanos míticos, cuyo orden de nacimiento determina la posición jerárquica de cada grupo. Los jefes se agrupan en un "consejo de ancianos" que reconoce como autoridad al "capitán" de la comunidad, que es, por ejemplo, el fundador del poblado o el hombre de mayor edad y, en todo caso, una persona de prestigio y mérito.

Wotjuja (Piaroa)[117]

Los wotjuja son un pueblo de filiación lingüística saliva, cuyas comunidades se encuentran dispersas en un territorio comprendido entre Punta Piaroa en el Alto Orinoco y Los Pijiguaos en la cuenca del río Suapure. Hasta hace unos cuarenta años utilizaban casi todos los elementos tradicionales de su cultura material: hermosos guayucos blancos de algodón finamente adornados, casas comunitarias de forma cónico elíptica cuyos techos de palma llegaban hasta el suelo, cerbatanas cuyas flechas eran humedecidas con curare, pinturas vegetales, embarcaciones monóxilas y canaletes. Hoy ha cambiado mucho su cotidianidad. La gran mayoría se viste y adorna como lo hacen sus vecinos criollos. La gran churuata tradicional es usada sólo en unas pocas comunidades, mientras el asentamiento concentrado de varias casas unifamiliares toma su lugar y se hace característico. Las cerbatanas y el curare son cada día más escasos. Los wotujuja han sido considerados como los socios comerciales más confiables y honestos del amazonas venezolano.

La actividad comercial con sus vecinos, que ha sido siempre un rasgo definitorio de la sociología de este grupo, continúa siendo un hecho cotidiano. Sin embargo, ella ha cambiado en muchos sentidos; antes era extremadamente diversificada, tanto por los items comprometidos en la actividad como por los renglones: instrumentos de trabajo, alimentos, ornamentos, bienes rituales, resinas y colorantes. En contraste, el comercio piaroa contemporáneo tiende cada día a restringirse más a los bienes agrícolas requeridos por las poblaciones criollas. Puede decirse que una buena proporción de frutas y subproductos de la yuca consumidos en Puerto Ayacucho llegan gracias al comercio con los piaroa. Finalmente el hecho cultural más resaltante de los wotjuja es su negación absoluta al ejercicio de la violencia física o verbal.

Severos en su autocontrol (cuando no median factores perturbadores como el alcohol), rigurosos y disciplinados, se horrorizan de aquel que no es capaz de domesticar sus emociones. Por ello, frente a las destemplanzas tienden a huir temerosos del peligro presentado por el descontrol.

Sanema[118]

Se les considera como un subgrupo de la etnia Yanomami. Se encuentran ubicados en los estados Amazonas y Bolívar.  Las comunidades indígenas yanomami viven en la selva tropical y ocupan un territorio que se extiende a ambos lados de la frontera entre Venezuela y Brasil. Más de la mitad de los miembros de la etnia yanomami se encuentra del lado venezolano, en los estados Amazonas y Bolívar. La sociedad, hoy día, designada bajo el nombre "yanomami" está dividida, desde un punto de vista lingüístico, en cuatro subgrupos: los yanomami, que viven esencialmente en Venezuela (Estado Amazonas); los yanoman, asentados en el Brasil; los sanema y los yanam, que se encuentran al norte de su territorio (Estado Bolívar) y que se distribuyen de ambos lados de la frontera entre Venezuela y Brasil. Juntos constituyen la familia lingüística yanomami (o yanoama). Fueron inicialmente conocidos como waica (o guaica), guaharibos, shamatari, shiriana, etc., antes de que fuera utilizada su propia autodenominación. El término "yanomami" significa "ser humano", "la gente". La vivienda es de tipo colectivo. Varias familias u hogares se reúnen para constituir una casa comunal o "shapono". Esta consiste en una serie de espacios abiertos cubiertos con palma que alberga, cada uno, varios hogares. Estos espacios cubiertos están colocados es círculo, en torno a una plaza central a cielo abierto.

Las familias pueden ser monógamas o polígamas, pero en este último caso cada esposa ocupa su propio fogón con sus hijos. Cuando se amplía la familia, se añade un fogón más, cerca del cual se instalan los hijos mayores. Se puede decir que aproximadamente la mitad de los casamientos que ocurren entre los miembros de una casa comunal se realizan dentro de la misma y la otra mitad en casas vecinas y/o casas aliadas más lejanas. El tamaño de las casas colectivas puede variar de menos de 20 personas a más de 200 personas. Las comunidades se escinden generalmente en dos comunidades o más cuando un conflicto de importancia se desarrolla en su seno. Las familias que se separan fundan otra comunidad sobre el mismo modelo, pero un poco más lejos. Esas familias también pueden unirse con otra comunidad aliada y/o instalarse a proximidad. Según su tamaño, las comunidades están guiadas por uno o varios líderes.

Cada comunidad explota un amplio territorio a fin de obtener los recursos que necesita para reproducirse mientras respeta los territorios de sus vecinos. Los yanomami construyen sus casas próximas a sus conucos y cada cuatro o cinco años se mueven para acercarse a las nuevas plantaciones: la pobreza del suelo los obliga a abrir al cultivo nuevos terrenos cada año. Cultivan esencialmente plátano, ocumo, yuca dulce, caña de azúcar, maíz y batata. Siembran también cambur, aguacate, lechosa, pijiguao, tabaco y algodón; este último permite la manufactura de hamacas y de la indumentaria. Practican regularmente la caza, pescan y recolectan productos de la selva. La miel es también un recurso natural muy apreciado por los yanomami. Según el ciclo estacional, no es raro que dejen sus casas y sus conucos para ir a consumir, en el sitio mismo, productos que abundan en el territorio. Se instalan, entonces, en campos de selva durante varias semanas.

Sea en estos campamentos provisionales o en el shapono, la vida colectiva favorece una visión social muy intensa y muy animada.Hoy día, el contacto permanente de los yanomami con la población criolla de la región amazónica y la invasión de garimpeiros ha causado serias modificaciones en el ambiente y, en consecuencia, en su salud y costumbres tradicionales.

Sape[119]

Se ubican en el sureste del Estado Bolívar, en la región del Alto Paragua y actualmente son unos 25 individuos. El uso de su lengua no está en peligro a causa de la irrupción del español, sino más bien por la escasa población que presentan. Es sumamente complicado garantizar la permanencia de una cultura y su lengua con tan poca población.

Uruak (Arutani)[120]

Se conoce que se encuentran ubicados en la región del Alto Paragua, estado Bolívar y que son 39 individuos, pero no se dispone de mayor información. Su lengua se encuentra en peligro de extinción por el número de individuos y no por el desplazamiento de la lengua originaria por el español.

Yekuana (Ye`kwana – makiritares)[121]

Habitan en las regiones del alto río Caura, y ríos Erebato y Nichare del estado Bolívar; y el alto río Ventuari y ríos Parú, Cunucunuma, Iguapo, Padamo y Orinoco Medio en el Amazonas. El patrón de asentamiento característico yekuana es, pues, ribereño y podría decirse que disperso. Mantienen presencia en la llamada "tierra caliente", y allí privilegian más la selva que la sabana para orientar sus comunidades y conucos.

Su idioma está clasificado como perteneciente a la familia lingüística caribe. La palabra yekuana simboliza el origen común del grupo: sus ancestros -de acuerdo a la tradición- emergieron del Yekuana Jodo, cerro ubicado en las llanuras adyacentes al alto río Cuntinamo. A esta etnia también se la conoce comúnmente como maquiritare (término que no proviene de su lengua). Poseen una economía mixta de horticultura y caza, dedicándose también a la pesca.

La tendencia apunta a que las mujeres se identifiquen más con las labores del conuco, contando sólo con la presencia masculina para la quema y el limpiado del mismo. Es conocida su experiencia como navegantes y comerciantes a través de la red fluvial de los estados que habitan. Sus curiaras y canaletes tienen mucha demanda por esas regiones. También se destacan en el campo artesanal, teniendo sus productos alta demanda tanto en el mercado nacional como internacional.

Tradicionalmente, los yekuana presentaban una forma de organización política descentralizada, sumamente autónoma, en la cual cada comunidad contaba con la máxima autoridad del "kajishama" o "akushana". Con igual ascendente en lo político, la autoridad "mágico-religiosa" estaba a cargo del "jowai" o "kadeju" y del "ña tamuru". Hoy día la heterogeneidad social, política y religiosa ha conformado no sólo nuevas relaciones entre comunidades, sino también nuevas comunidades. La influencia de la iglesia, tanto evangélica como católica, de alguna forma los ha dividido, y ha dado lugar a la llegada de nuevos valores, perspectivas y maneras de enfrentar el porvenir.

MIGRANTE: Pueblo Warao (Guaraúno)[122]

Los warao habitan en los estados Sucre, Monagas y Bolívar. Se autodenominan warao, término que unos traducen como "dueños de la canoa" y otros como "gente sobre agua". Ambos reflejan la característica más resaltante de este grupo étnico que ha desarrollado una cultura adaptada al medio ambiente acuático, siendo la curiara el elemento inseparable de su vida. Su idioma es el warao, clasificado como independiente por algunos autores, mientras que otros intentan emparentarlo con el tronco chibcha.

El grueso de la población warao está asentada en la zona costera del Delta Central. Sus poblados se hallan ubicados a la orilla de los ríos y su vivienda sigue siendo el tradicional palafito sin paredes, aunque hoy en día cada vez se ven más viviendas con paredes de tabla. Los warao son pescadores por excelencia, pero también cazan, recogen frutos silvestres y, sobre todo,  explotan la palma de moriche que, durante siglos, fue el centro principal de su subsistencia. También cultivan algunos  productos, entre los cuales destaca el ocumo chino. Estas eran y siguen siendo sus actividades básicas de subsistencia. En la actualidad, algunos warao se dedican al corte de madera y de la palma manacaque venden a los aserraderos y a las fábricas de palmito de los criollos ubicados en territorio warao. Otros trabajan como asalariados en estos mismos aserraderos y fábricas.

La familia extendida es la base de su organización social. Tradicionalmente la autoridad política la detenta el kobenajoro, quien también detenta un cargo religioso. Hoy día, esta autoridad tradicional así como también la organización social y económica están en franca descomposición por la superposición de cargos oficiales impuestos por el gobierno regional, la introducción del trabajo asalariado y el cobro de sueldos por cargos en la administración regional, que rompen con la pauta tradicional de cooperación y ayuda mutua en las tareas de subsistencia de cada familia extendida.

Como consecuencia de la intervención de caño Mánamo que produjo grandes cambios en el medio ambiente, la población warao del Delta Occidental se vio obligada a migrar y vivir en un medio distinto al tradicional, hecho que provocó profundas alteraciones en su sistema de vida. En general, la sociedad warao está sometida a un proceso acelerado de cambio que afecta todo su sistema cultural, resultado de relaciones más constantes y profundas con la sociedad envolvente. Aún así, es posible esperar que tengan reservas espirituales para enfrentar la actual coyuntura, sobre todo si cuentan con el reconocimiento,  respeto y apoyo de toda la sociedad venezolana.

 

Anexo 11. Comunidades indígenas del estado Bolívar empadronadas por  población residente, según municipio y parroquia (Censo 2001-INE) 

Municipio y Parroquia

Nombre de la comunidad en castellano

Nombre de la comunidad en idioma indígena

Población

Población indígena en comunidades

 

42.631

 

MUNICIPIO CEDEÑO

8.176

 

    PARROQUIA CAPITAL CEDEÑO

 

 

2.326

Mundo Nuevo

Parupïn

45

Santa Ines

17

Chaviripa

Kripiji Pòn

89

Awada Ajé

38

Caño Amarillo

Tappakén

59

Rosarito

Ichane

57

Soyo

Kanayanto

39

Tranquero

107

Caño Amarillo

101

Potrero

48

Corozal

Awakatan

79

El Caruto

Ankù

22

Coralito

Ankatan

31

El Guamal

Wujana

155

Pajal

Kruwanta

48

El Potrero

Tëna Wasamën

59

Guarataro

10

Guarataro

172

Arenosa

71

Macanilla

Këmëkëtën

91

Perro de Agua

Sarunapón

222

Río Claro

12

San José de Guarataro

Sarasaray Putan

11

Santa Fe

Wipïn

158

Temblador

Kiripipon

78

San Vicente

Kaykepustën

92

Cerro Pelon

Oyepinkëna

88

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51
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