1. Introducción2. El Modelo Brasileño De Subdesarrollo4. Politica industrial y de incentivo a las exportaciones.5. Bibliografia
Brasil (nombre oficial, República Federativa do Brasil, República Federativa de Brasil), república de Sudamérica que constituye el país más grande de América del Sur, pues ocupa casi la mitad de su superficie. Está limitada al norte por Venezuela, Guyana, Surinam, Guayana Francesa y el océano Atlántico; al este por el océano Atlántico; al sur por Uruguay; al oeste por Argentina, Paraguay, Bolivia y Perú y al noroeste por Colombia. La república tiene frontera común con todos los países de Sudamérica excepto Chile y Ecuador. Brasil es el quinto país más grande del mundo (después de Rusia, China, Canadá y Estados Unidos). La superficie total de Brasil es de 8.547.404 km², su distancia máxima de norte a sur es de 4.345 km y de este a oeste de 4.330 km. La mayoría de los habitantes de Brasil viven junto al océano Atlántico, especialmente en las grandes ciudades de São Paulo y Río de Janeiro. La capital, situada en el interior, es Brasilia con una población (1996) estimada de 1.821.946 habitantes. El país, que fue una posesión portuguesa, es el mayor productor de café en el mundo y posee grandes recursos minerales; la explotación de muchos de ellos se intensificó durante la década de 1980. Desde mediados del siglo XX se inició un importante proceso de industrialización que llevó al país a convertirse en la décima potencia económica mundial.
Población De acuerdo con estimaciones realizadas para 1990, la población de Brasil se componía de un 54% de blancos, un 39% de mestizos (mulatos, caboclos y cafuzos), un 6% de negros, un 0,8% de asiáticos y un 0,2% de indígenas americanos. A la composición de esta población contribuyeron originariamente indígenas, portugueses y negros, a los que se sumaron, a través del flujo inmigratorio, italianos, españoles, alemanes, eslavos y japoneses, entre otros.
Características de la población:
La población de Brasil (según estimaciones para 1998) es de 169.806.557 habitantes. La densidad de población es de 20 hab/km². Alrededor del 80% de la población es urbana.
Divisiones administrativas La república se compone de 26 estados y un distrito federal. Los estados son Acre, Alagoas, Amapá, Amazonas, Bahía, Ceará, Espírito Santo, Goiás, Maranhão, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Minas Gerais, Pará, Paraíba, Paraná, Pernambuco, Piauí, Río de Janeiro, Rio Grande do Norte, Rio Grande do Sul, Rondônia, Roraima, Santa Catarina, São Paulo, Sergipe y Tocantins. El Distrito Federal incluye Brasilia, que reemplazó a Río de Janeiro como capital nacional en 1960. El territorio brasileño ha sido dividido, con fines eminentemente estadísticos, en cinco grandes macrorregiones: Norte (que engloba los estados de Rondônia, Acre, Amazonas, Roraima, Pará, Amapá y Tocantins), Noreste (Maranhão, Piauí, Ceará, Rio Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Sergipe y Bahía), Sureste (Minas Gerais, Espírito Santo, Río de Janeiro y São Paulo), Sul (Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul) y Centro-Oeste (Mato Grosso do Sul, Mato Grosso, Goiás y Distrito Federal). La ciudad más grande es São Paulo, centro de la industria brasileña, con una población (según estimaciones para 1996) de 9.839.436 habitantes. Otras ciudades importantes en cuanto a número de habitantes (según estimaciones para 1996) son: Río de Janeiro, la antigua capital del país y destacado centro comercial (5.551.538 habitantes); Porto Alegre (1.288.879 habitantes); Salvador, ciudad portuaria localizada en una región agrícola fértil (2.211.539 habitantes); Belém, el principal puerto en el bajo Amazonas (1.144.312 habitantes); Recife (1.346.045 habitantes); Curitiba (1.476.253 habitantes); Belo Horizonte (2.091.448 habitantes), y Manaus, un puerto en el río Negro (1.157.357 habitantes).
Religión
Casi el 88% de los habitantes de Brasil son católicos. No obstante, alrededor de veinte millones de católicos también practican algún tipo de culto ritual de origen africano. También hay al menos cinco millones de protestantes, entre los que se incluyen un número importante de luteranos, metodistas y episcopalianos, y una pequeña comunidad de judíos. La mayoría de los indígenas americanos profesan religiones tradicionales. La separación de Iglesia y Estado es formal y completa.
Lenguas oficiales y habladas
El portugués es la lengua oficial de Brasil. Muchos brasileños hablan el alemán y el italiano, especialmente en las ciudades del sur.
Educación La educación primaria en Brasil es gratuita y obligatoria para los niños entre los 7 y los 14 años de edad. Aproximadamente el 83% de la población adulta está alfabetizada.
Primaria y secundaria En 1996 asistieron a las escuelas primarias 33.131.270 alumnos y la tasa de escolarización en las escuelas secundarias fue del 49,6%. Los centros de enseñanza primaria y secundaria son fundamentalmente propiedad de los estados y los municipios, pero también existen muchos centros católicos de enseñanza secundaria, entre otros centros privados.
Superior o universitaria
El gobierno federal de Brasil comparte con los estados y las entidades privadas la responsabilidad de las instituciones de enseñanza superior. A comienzos de la década de 1990 Brasil contaba con más de 873 instituciones (incluyendo 73 universidades), que tenían una inscripción anual de alrededor de 1,5 millones de estudiantes. En 1996 la tasa de escolarización en enseñanza superior fue del 11,7%. Entre las primeras universidades existentes en el país destacan la Universidad de Brasilia (1961), la Universidad de São Paulo (1934), la Universidad Católica Pontificia de Campinas (1941), la Universidad Federal de Río de Janeiro (1920) y la Universidad Católica Pontificia de Rio Grande do Sul (1948), en Porto Alegre. Otras instituciones incluyen escuelas de Medicina, Sanidad Pública, Derecho, Ciencias Sociales, Ingeniería y Minería.
Recursos naturales
Aunque la superficie de cultivo totaliza sólo unos 66 millones de ha, menos del 8% de la superficie total, Brasil es un importante país agrícola. Tiene inmensos recursos madereros: las áreas boscosas cubren cerca de 551 millones de ha, un 65,2% de la superficie total. Los recursos minerales son numerosos e incluyen cristal de cuarzo, diamantes, cromo, mineral de hierro, fosfatos, carbón, manganeso, petróleo, mica, grafito, titanio, cobre, oro, bauxita, cinc, estaño y mercurio.
Economía En principio una nación predominantemente agrícola, Brasil experimentó un rápido crecimiento industrial en las décadas de 1960 y 1970, hasta que en la década de 1980 logró una economía moderna diversificada. Se extrajeron grandes cantidades de mineral de hierro y carbón y la producción de acero, productos químicos y vehículos de motor creció sustancialmente. Al mismo tiempo, no obstante, la inflación crónica y una deuda externa de más de 100.000 millones de dólares, la más alta de las naciones en vías de desarrollo, provocó graves problemas económicos. A comienzos de la década de 1980, el presupuesto nacional se componía de 15.700 millones de dólares de ingresos y 25.100 millones de dólares de gastos. La deuda del país fue reestructurada y reducida en abril de 1994 mediante un acuerdo con los bancos acreedores. El producto interior bruto (PIB) aumentó de 369.000 millones de dólares en 1981 a 820.381 millones de dólares en 1997.
Agricultura Alrededor de la cuarta parte del café del mundo se cultiva en las plantaciones de São Paulo, Paraná, Espírito Santo y Minas Gerais. La producción de café en 1998 fue de 1,56 millones de t, de las que la mayoría se exportaron. Brasil está entre los principales productores mundiales de caña de azúcar (339 millones de t), que se utiliza para producir azúcar refinada y alcohol para combustible; ricino; cacao (272.131 t); maíz (30 millones de t); y naranjas. Otros importantes cultivos son: soja, tabaco (506.887 t), patatas (2,37millones de t), algodón (1,22 millones de t), arroz (7,73 millones de t), trigo (2,71 millones de t), mandioca y bananas.
El ganado se cría en casi todas las partes del país, particularmente en São Paulo y otros estados del sur, donde hay una abundante cantidad de ganado vacuno, con un total de 161 millones de cabezas, cerdos (35,9 millones), aves de corral (925 millones), ovejas (18 millones), cabras (10,5 millones), caballos (6,39 millones), asnos (1,34 millones), mulas (1,99 millones) y bueyes (1,70 millones).
Silvicultura y pesca Entre los productos más valiosos de los bosques brasileños se cuentan: aleurita, caucho, cera de carnauba, fibra de algarrobo, hojas medicinales, aceites vegetales, resinas, nueces y maderas para construcción y muebles. Constituyen importantes recursos madereros el pino de Paraná, el más importante comercialmente, y el pimentero. La industria maderera se desarrolló rápidamente durante las décadas de 1970 y 1980 al mismo tiempo que los bosques eran entresacados para los asentamientos.
La industria pesquera, aunque obstaculizada al principio por la escasez de capital, almacenes e industrias conserveras, creció considerablemente en la década de 1960. En 1996 las capturas totales fueron de 850.000 t anuales, incluyendo camarones, langostas y sardinas.
Minería Los recursos minerales de Brasil son amplios, pero la escasez de capital y las inadecuadas infraestructuras de transporte frenaron su desarrollo hasta la década de 1970. El carbón se extrae en Rio Grande do Sul, Santa Catarina y en otras zonas. La fiebre del oro en la jungla amazónica, constante desde 1979, ha hecho de Brasil uno de los mayores productores mundiales. Los yacimientos de mineral de hierro del país, localizados en Itabira y otras áreas, están considerados entre los más ricos del mundo. La producción de mineral de hierro fue de 117 millones de toneladas en 1996. Los ricos yacimientos de estaño han hecho de Brasil un productor líder de este metal (18.500 toneladas en 1997). También es un gran exportador de cristales de cuarzo, monacita y berilio. Manganeso, diamantes (300.000 quilates), cromo, circonio, petróleo crudo, gas natural, plata, bauxita y mica se extraen en grandes cantidades. Las valiosas reservas de magnesita, grafito, titanio, cobre, cinc, mercurio y platino no se explotan a gran escala.
Industria
Las industrias manufacturan una amplia gama de artículos. Se producen grandes cantidades de bienes como alimentos procesados, hierro y acero, cemento, tejidos, confección, vehículos de motor, productos químicos, papel, barcos y equipos eléctricos. São Paulo es el principal estado industrial, con factorías que producen alrededor de un tercio de la cantidad total de las manufacturas de Brasil; las ciudades de Río de Janeiro, Belo Horizonte, Porto Alegre y Fortaleza también son grandes centros manufactureros.
Energía
En 1997 el 91% de la producción anual de electricidad se generó en centrales hidroeléctricas. Las grandes plantas hidroeléctricas se situaban en los ríos Paraná, São Francisco y Grande. En el río Paraná el complejo hidroeléctrico de Itaipu, Jupiá, Ilha Solteira y Foz do Areia tiene en total 18.915 MW de potencia instalada. En el São Francisco el complejo Paulo Afonso-Sobradinho suma 3.510 MW, y en el río Grande el complejo Embarcação, Furnas y Marimbondo genera un total de 3.747 MW aproximadamente. Brasil tenía una capacidad de producción eléctrica cercana a los 50 millones de kW a comienzos de la década de 1990 y de 303.523 millones de KWh en 1997.
Moneda y banca
La unidad monetaria de Brasil, introducida en julio de 1994 para reemplazar al cruzado, es el real, dividido en 100 centavos (1,08 reales equivalían a 1 dólar estadounidense en 1997). El Banco Central de Brasil (1965), con sede principal en Brasilia, emite la moneda del país. Otras grandes instituciones bancarias son el Banco de Brasil, un banco comercial con más de 3.300 sucursales; el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, con sede principal en Río de Janeiro; y el Banco de Descuento Brasileño, con más de 1.700 sucursales. Los brasileños también cuentan con numerosos bancos privados y estatales.
Comercio exterior
En 1996 Brasil gastó 56.947 millones de dólares en importaciones de mercancías, mientras que sus exportaciones ascendían a 47.762 millones de dólares. Los principales compradores de los productos brasileños a comienzos de esa década eran Estados Unidos (un 20,3% del valor total de las exportaciones), Alemania, Japón, Italia, Argentina, Francia, Países Bajos y Gran Bretaña. Las mayores exportaciones fueron de soja, café, mineral de hierro, acero, equipos de transporte, alimentos animales, maquinaria, zapatos y tejidos.
Estados Unidos reemplazaron a Alemania como la principal fuente de las importaciones brasileñas al inicio de la II Guerra Mundial (1939-1945) y continuaron manteniendo esa posición después de la guerra. Irak, Alemania, Japón, Argentina, Francia y Canadá también fueron grandes suministradores a comienzos de la década de 1990. En 1995 se importaban, principalmente: maquinaria y equipos (38%); productos químicos (15%); combustibles (12,1%), entre ellos petróleo crudo y refinado; minerales y metales (3,2%); y trigo.
Transporte El sistema de ferrocarril de Brasil constaba en 1994 de 26.648 km de líneas, implantado principalmente al sur de Bahía. El principal ferrocarril es la Corporación de Ferrocarril Federal, bajo control del gobierno federal, que explota siete redes regionales. Los ferrocarriles del país son utilizados principalmente para el transporte de mercancías. Las carreteras y autopistas, concentradas en las zonas sur y noreste de Brasil, tenían una longitud de 1.980.000 km en 1996; algo más del 9% de las carreteras brasileñas estaban pavimentadas. Un sistema de autopistas nacionales de 63.000 km conecta todas las regiones y estados del país; esta red viaria sigue aumentando con obras como la autopista transamazónica, una vía de comunicación que, con dirección este-oeste, une las regiones aisladas de Brasil y Perú. Las vías fluviales interiores, que totalizan unos 35.400 km en torno al Amazonas y sus afluentes, conectan Brasil con otros países de Sudamérica y proveen importantes medios de transporte dentro del país. En el interior de muchas áreas de la cuenca del Amazonas, las vías fluviales son el principal medio de transporte. Unos 40 puertos a lo largo de la costa brasileña sirven al comercio de cabotaje e internacional. Los principales puertos son Santos, Río de Janeiro, Paranaguá, Recife y Vitória. Las líneas aéreas nacionales son numerosas y varias las compañías de transporte aéreo internacional, incluida la compañía aérea brasileña Varig, encargadas de enlazar el país con los principales puntos del mundo.
Comunicaciones
El gobierno desempeña aún un destacado papel en los servicios de telecomunicaciones, aunque en 1999 comenzó la privatización de las compañías de telefonía de los estados. En 1997 había 107 teléfonos por cada 1.000 habitantes. Brasil también cuenta con 2.778 emisoras de radio y más de 6 canales oficiales de televisión. El número de aparatos de radio era de 70 millones y 36 millones de receptores de televisión estaban en servicio. El país cuenta con 380 periódicos diarios, con una tirada de 6.472.000 ejemplares. Los diarios de mayor circulación son O Globo y Jornal do Brasil en Río de Janeiro; Folha de São Paulo, Gazeta Mercantil y Estado de São Paulo en São Paulo; Estado de Minas en Belo Horizonte; y Correio Brasiliense en Brasilia. Los semanarios de información general de mayor tirada son Veja e Isto é.
Trabajo
La mano de obra brasileña económicamente activa se estima que está integrada por cerca de 75,3 millones de personas; las mujeres componen el 35%. Alrededor del 23% de los trabajadores están ocupados en la agricultura, un 51% están empleados en los servicios y el resto trabaja en la manufactura, la construcción y otras actividades. Muchos de los trabajadores son miembros de sindicatos pertenecientes a una de las varias confederaciones nacionales; las entidades sindicales más importantes son la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria, la Confederación Nacional de Trabajadores Agrícolas y la Confederación Nacional de Trabajadores de Comunicaciones y Publicidad, todas ellas localizadas en Brasilia.
Salud y bienestar social
Las condiciones sanitarias en Brasil varían de una región a otra. Las ciudades más grandes cuentan con suficiente infraestructura, pero las regiones del interior sufren escasez de médicos, enfermeras, hospitales, clínicas y farmacéuticos. Brasil cuenta con más de 16.000 hospitales, clínicas y centros de salud local y unos 200.000 médicos. La Constitución de 1988 define la responsabilidad del Estado en la atención de la salud pública. El Sistema Único de Salud (SUS) coordina la red pública sanitaria y las entidades privadas concertadas. Los trabajadores urbanos reciben una amplia gama de beneficios, como el seguro por enfermedad y las pensiones por jubilación. Estos servicios son posibles gracias a las aportaciones de trabajadores, empleados y el gobierno. Los trabajadores rurales y los funcionarios federales reciben menos beneficios, principalmente en la atención sanitaria. La Constitución de 1988 estipula una jornada semanal de 40 horas, permiso por maternidad de 120 días y de paternidad de 5 días.
Gobierno
Brasil es una república constitucional integrada por 26 estados federados y un distrito federal. La actual Constitución fue promulgada en octubre de 1988, reemplazando a un documento de 1969. Los estados de la federación tienen sus propios gobiernos, con competencias en todas las materias no específicamente reservadas a la Unión.
La Constitución de 1988, que abolió la Ley de Seguridad Nacional empleada para reprimir a los disidentes políticos, prohibió la tortura, previó varias formas de plebiscitos populares, iniciativas y referendos; prohibió virtualmente todas las formas de censura; garantizó los derechos individuales y la propiedad privada, y extendió el derecho de huelga a todos los trabajadores.
El periodo Vargas
En la contienda presidencial de marzo de 1930, el candidato respaldado por la administración, Julio Prestes, fue declarado el vencedor sobre Getúlio Vargas, un destacado político y nacionalista del estado de Rio Grande do Sul. Vargas, no obstante, obtuvo el apoyo de muchos líderes militares y políticos y lideró una revuelta contra el gobierno en octubre. Después de tres semanas de encarnizada lucha, dimitió el presidente Washington Luís Pereira de Sousa y Vargas asumió el poder absoluto como presidente provisional.
En un intento de aliviar la desolada economía del país, Vargas redujo la producción de café y adquirió y destruyó los excesos de mercancías almacenadas. Los gastos ocasionados por este programa provocaron la intensificación de los problemas financieros del gobierno. Brasil dejó de pagar su deuda externa. En 1932 el régimen de Vargas reprimió una enorme rebelión en São Paulo después de casi tres meses de guerra a gran escala.
Vargas calmó en gran medida la agitación política en Brasil al convocar una Asamblea Constituyente en 1933. Entre los artículos de la nueva Constitución, adoptada por este cuerpo legislativo en 1934, destacaban aquéllos que restringían los derechos de los estados y estipulaban el sufragio para las mujeres, la seguridad social para los trabajadores y la elección de los futuros presidentes por el Congreso. El 17 de julio, Vargas fue elegido presidente.
En el primer año de su administración constitucional, Vargas se encontró con una importante oposición del ala radical del movimiento sindical brasileño. Fracasadas las revueltas organizadas por los comunistas en Pernambuco y Río de Janeiro en noviembre de 1935, se declaró la ley marcial y Vargas fue autorizado por el Congreso a gobernar por decreto. Los arrestos masivos de radicales y otros oponentes del gobierno se sucedieron. El descontento popular pronto alcanzó graves dimensiones, al tiempo que una organización de extrema derecha, la Acción Integralista Brasileña, generaba crecientes simpatías entre la clase media. Este grupo pronto llegó a ser un destacado núcleo de actividad antigubernamental. En noviembre de 1937, casi en vísperas de la elección presidencial, Vargas disolvió el Congreso y proclamó una nueva constitución en la que otorgaba a su cargo poderes absolutos y dictatoriales. Reorganizó el gobierno a imitación de los regímenes totalitarios de Italia y Alemania, abolió todos los partidos políticos e impuso la censura en la prensa y en el sistema postal.
El Estado Novo El gobierno de Vargas, oficialmente llamado Estado Novo (Nuevo Estado), continuó en el poder sin fijar fecha para la celebración de un plebiscito nacional sobre la nueva ley orgánica. Por medio de una serie de decretos se amplió el sistema de seguridad social a los trabajadores en las nacientes industrias; de este modo, Vargas supo obtener el apoyo de una parte considerable de la población. El único desafío serio a su régimen vino de los integralistas, que organizaron una revuelta en 1938. El levantamiento fue reprimido en pocas horas.
A pesar del carácter totalitario de su régimen, Vargas mantuvo relaciones cordiales con Estados Unidos y otras democracias. Su administración mantuvo una actitud vacilante frente al Tercer Reich. Tras el inicio de la II Guerra Mundial, y debido al hostigamiento de los submarinos alemanes a los barcos mercantes brasileños, el país declaró la guerra a Alemania en 1942.
Al ponerse del lado de los aliados en la II Guerra Mundial, el régimen de Vargas emprendió un amplio programa de expansión industrial, dando un énfasis especial al incremento de la producción de caucho y otros materiales esenciales para la guerra. Las bases navales y los aeródromos, construidos en puntos estratégicos de la costa, se convirtieron en importantes centros aliados en la guerra antisubmarina. La armada brasileña asumió todas las actividades patrulleras en el océano Atlántico sur. En 1944 y en 1945 un cuerpo expedicionario brasileño participó en la campaña aliada en Italia.
Mientras tanto, las manifestaciones de descontento con la dictadura de Vargas se incrementaban. En febrero de 1945 un grupo de influyentes propietarios de periódicos desafió al gobierno, que se vio forzado a relajar la censura de la prensa. El 28 de febrero se anunció que las elecciones al Congreso y a la Presidencia serían celebradas al año siguiente. Gradualmente, se eliminaron todas las restricciones contra la actividad política. En abril se decretó la amnistía para todos los presos políticos, incluidos los comunistas.
El Gobierno Dutra
Durante la campaña electoral una serie de leyes impopulares aprobadas por el Ejecutivo suscitaron el temor de que Vargas intentara mantenerse indefinidamente en el poder. Un golpe de Estado militar en octubre de 1945 forzó a Vargas a presentar la dimisión. José Linhares, principal jefe de la corte suprema, fue nombrado jefe del gobierno provisional. En las elecciones nacionales celebradas en diciembre, el anterior ministro de la Guerra, Eurico Gaspar Dutra, obtuvo la presidencia por una gran mayoría de los votos; tomó posesión de su cargo en enero de 1946. El congreso, tras su renovación, redactó una nueva constitución, aprobada en septiembre.
Durante el verano de 1947 la ciudad de Petrópolis fue la sede de la Conferencia Internacional (Panamericana) para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad. El Pacto Interamericano de Ayuda Mutua (también llamado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), redactado por la conferencia, fue firmado por Brasil en septiembre. Una disposición del tratado estipulaba la defensa recíproca de los firmantes contra una agresión armada directa a cualquier nación miembro. Véase Tratado de Río de Janeiro.
En octubre de 1947 el gobierno brasileño, desatada ya la Guerra fría y ante la publicación de un artículo aparecido en una revista rusa que se refería al presidente Dutra como una marioneta de Estados Unidos, rompió las relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Pocos meses más tarde el Legislativo decidió expulsar a todos los comunistas que ocupaban escaños en el Parlamento. Un senador y catorce diputados se vieron afectados.
Segunda presidencia de Vargas
Getúlio Vargas retornó al poder como presidente en enero de 1951, después de derrotar a dos candidatos rivales por una gran mayoría de los votos en las elecciones celebradas en octubre del año anterior. Vargas formó un gabinete de coalición en representación de todos los partidos mayoritarios. El gobierno tomó medidas inmediatas para equilibrar el presupuesto nacional y desarrollar un programa para reducir el coste de la vida, incrementar los salarios y extender las reformas sociales. La inflación y el alto coste de la vida, sin embargo, persistieron después del periodo de posguerra, que vino marcado por un resurgir de las actividades clandestinas de los comunistas y un resurgimiento del nacionalismo que llevó a la nacionalización de los recursos de petróleo en septiembre de 1952. En suma, el programa de austeridad del gobierno motivó que los conservadores contrarios a Vargas incrementaran sus críticas.
En agosto de 1954, durante una campaña electoral al Congreso, un oficial de la fuerza aérea murió en el intento de asesinato de un editor de un periódico opuesto a Vargas. El asesinato provocó la crisis gubernamental: los mandos militares demandaron que Vargas dimitiera. A primeras horas del 24 de agosto, Vargas acordó renunciar al poder temporalmente en favor del vicepresidente João Café Filho. Vargas se suicidó a las pocas horas.
Los gobiernos de Kubitschek, Quadros y Goulart El antiguo gobernador de Minas Gerais, Juscelino Kubitschek, tuvo el apoyo de los seguidores de Vargas y los comunistas. Ganó las elecciones a la presidencia en octubre de 1955 y tomó posesión del cargo en enero de 1956. Kubitschek anunció un ambicioso plan económico quinquenal de desarrollo. Al anuncio le siguió la concesión de un empréstito por parte del Banco de Exportación–Importación de Estados Unidos valorado en más de 150 millones de dólares, y se aprobaron los planes para una nueva capital federal en Brasilia, en septiembre. El fuerte ritmo de desarrollo industrial se suavizó, sin embargo, debido a la caída de los precios del café en el mundo a mediados y finales de la década de 1950. La inflación continuó, lo que aumentó la revuelta social, que derivó en frecuentes huelgas y disturbios por parte de trabajadores y estudiantes.
Jânio da Silva Quadros, anterior gobernador de São Paulo, se convirtió en presidente de Brasil en enero de 1961 e inmediatamente inició un programa económico riguroso. A todos los ministerios se les ordenó reducir los gastos en un 30% y algunos empleados del servicio civil fueron despedidos. Quadros también propuso eliminar la supuesta corrupción que había florecido durante la administración Kubitschek. El presidente Quadros dimitió de su cargo repentinamente en agosto, sin dar ninguna explicación, y refiriéndose sólo a las "fuerzas de la reacción" que habían bloqueado sus esfuerzos. Los líderes militares expresaron su oposición a la asunción del cargo por el vicepresidente João Belchior Marques Goulart, manteniendo que era simpatizante del régimen cubano de Fidel Castro. Se llegó a un compromiso, sin embargo, cuando la legislatura brasileña enmendó la Constitución introduciendo un sistema de gobierno parlamentario con el fin de privar a la Presidencia de muchos de sus poderes; la autoridad ejecutiva fue conferida a un primer ministro y a un gabinete que era el responsable de la legislatura. Goulart se instaló en el cargo en septiembre de 1961.
Un año después, Goulart provocó una crisis ministerial con su petición de un plebiscito nacional cuya finalidad era medir el apoyo al restablecimiento del sistema presidencialista. El plebiscito fue celebrado y la propuesta aprobada; en enero de 1963, el legislativo decretó un cambio de la ley. Después, Goulart presionó fuertemente para obtener la aprobación legislativa a un programa de reformas básicas en 1964; mediante esta legislación se fijaron controles del aumento de los alquileres que favorecieron a las rentas más bajas, se nacionalizaron las refinerías de petróleo, se expropiaron las tierras no explotadas y se limitó la exportación de beneficios. Las medidas sólo parecían agravar la inflación crónica de la nación. El 13 de marzo Goulart apareció en una reunión de trabajadores; el 31 de marzo fue derrocado por una sublevación del ejército y huyó a Uruguay. El general Humberto Castelo Branco, jefe de las Fuerzas Armadas, fue elegido presidente.
Gobierno militar
El nuevo régimen, dotado de poderes extraordinarios por un acta institucional firmada en abril, suprimió la oposición, particularmente la de izquierdas, y privó a unas 300 personas de sus derechos políticos. También adoptó versiones moderadas de muchas reformas demandadas por Goulart y combatió la inflación mediante el control de los salarios, la recaudación estricta de impuestos y otras medidas. Una ley aprobada en 1965 limitó las libertades civiles, incrementó el poder del gobierno de la nación y dispuso la elección por el congreso del presidente y el vicepresidente.
El anterior ministro de la Guerra, Artur da Costa e Silva, candidato del gubernamental partido Alianza Renovadora Nacional (ARENA), fue elegido presidente en 1966. El Movimiento Democrático Brasileño (MDB), el único partido de oposición legal, había rehusado presentar un candidato en protesta contra la privación, por parte del gobierno, de los derechos electorales de los oponentes con más expectativas. También en 1966, ARENA ganó las elecciones legislativas nacionales y estatales. El presidente Costa encabezó un gobierno de orientación militar que se preocupó en primer lugar del desarrollo económico. Aunque 1968 se destacó por las actividades antigubernamentales, entre las que sobresalieron las revueltas estudiantiles, la economía recibió un fuerte impulso. En diciembre, Costa asumió poderes ilimitados, que concluyeron en purgas políticas, ralentización económica y censura. En agosto de 1969 fue incapacitado por una enfermedad y en octubre los militares eligieron como sucesor al general Emílio Garrastazu Médici; el Congreso lo confirmó en la Presidencia. El régimen de Médici intensificó la represión y los grupos revolucionarios se hicieron más activos. Cuando el gobierno fomentó el crecimiento económico y el desarrollo de las extensas regiones del interior, la economía padecía altos costes energéticos, una inflación incontrolada y déficit en la balanza de pagos. La jerarquía católica incrementó las críticas ante el fracaso del gobierno en mejorar las condiciones de vida de los más pobres.
En 1974 el general Ernesto Geisel, presidente de Petrobrás, el monopolio nacional de combustibles, se convirtió en presidente. Al principio, desarrolló políticas de signo liberal, relajando la presión de la censura y dando considerables libertades a los partidos de la oposición, pero en 1976 y 1977 los controles se hicieron estrictos de nuevo, justo antes de la elección de João Baptista da Oliveira Figueiredo, que sucedió a Geisel en 1979.
Restaruración del gobierno civil En 1985 Tancredo Neves fue nombrado primer presidente civil de Brasil después de 21 años; murió antes de tomar posesión y José Sarney se convirtió en presidente. Enfrentado a una inflación renaciente y una enorme deuda externa, Sarney impuso un programa de austeridad que incluía una nueva unidad monetaria, el cruzado. Una nueva constitución que incluía la elección presidencial directa fue promulgada en octubre de 1988, y Fernando Collor de Mello, del Partido de Reconstrucción Nacional, de tendencia conservadora, fue elegido presidente en diciembre de 1989. Su drástico programa anti-inflacionista llevó a Brasil a la peor recesión de la última década, y las acusaciones de corrupción financiera desgastaron su popularidad. En junio de 1992 Brasil fue el anfitrión de los más de 100 líderes mundiales que se reunieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Conferencia de la Tierra. En septiembre Collor fue acusado de corrupción por la Cámara de los Diputados y el vicepresidente Itamar Franco se convirtió en presidente en funciones. Collor dimitió el 29 de diciembre, justo cuando el proceso contra él en el Senado estaba comenzando, y Franco entonces prestó juramento como su sucesor. Un plan para reestructurar y reducir la deuda externa de Brasil se puso en práctica en abril de 1994.
Este plan se conoció con el nombre de Plan Real, y fue diseñado por el entonces ministro de Hacienda en el gobierno de Itamar Franco, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.
En las elecciones presidenciales celebradas en octubre de 1994 resultó vencedor Cardoso, candidato del Partido Social Democrático Brasileño, que se impuso a Luís Inácio Lula da Silva, candidato presentado por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La campaña electoral tuvo como ejes básicos las promesas por parte de ambos políticos de promover una mayor justicia social y el desarrollo de reformas económicas y políticas de gran envergadura.
Este proyecto reformador se empezó a poner en marcha con la presentación por parte de Cardoso ante el Congreso brasileño, en febrero de 1995, de una serie de enmiendas constitucionales, a las que se añadió, en 1996, el intento de modificar la Constitución brasileña con la finalidad de permitir la reelección en el cargo presidencial; en enero del año siguiente, el Congreso aprobó la enmienda constitucional que hacía factible tal modificación.
No obstante, las reformas económicas iniciadas por el nuevo gobierno fueron rechazadas (en forma de marchas, huelgas y manifestaciones) a lo largo de 1997 por aquellos sectores productivos que resultaron perjudicados con las mismas. En junio de ese año, Brasil se adhirió al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
En septiembre de 1997, Cardoso aceleró su carrera hacia la reelección presidencial respaldado por los partidos que integraban la coalición de gobierno (Partido Social Demócrata Brasileño, Partido del Frente Liberal y Partido del Movimiento Democrático Brasileño).
La crisis financiera que afectó seriamente a la economía brasileña durante buena parte de 1998, y que tuvo su continuación en la primera mitad de 1999, no supuso un revés a las expectativas electorales del presidente Fernando Henrique Cardoso ante los comicios presidenciales, legislativos y estatales que se celebraron el 4 de octubre de ese mismo año, y en los que se enfrentó de nuevo con Luís Inácio Lula da Silva, el candidato de buena parte de la izquierda brasileña, así como con Ciro Gomes, cabeza de lista del Partido Popular Socialista (PPS) y Eneas Carneiro, del Partido de la Reedificación del Orden Nacional (Prona). Antes al contrario, Cardoso venció de forma arrolladora en la primera vuelta, sin necesidad de efectuar una segunda, con lo que se convirtió, una vez que tomó posesión del cargo en enero de 1999, en el primer presidente brasileño que era reelegido democráticamente en la historia de Brasil. El nivel de abstención, votos nulos y en blanco fue considerable, habida cuenta que en Brasil los electores están obligados a votar. Los resultados en los comicios para renovar los cargos de los 26 estados y el Distrito Federal en que se divide Brasil, por contra, obligaron a una segunda vuelta en 12 de ellos, pues ninguno de los candidatos obtuvo mayoría absoluta. La importancia de los resultados en esta consulta venía dada por el hecho de que el recién reelegido presidente necesitaba el apoyo de los gobernadores para llevar a cabo el ajuste fiscal impuesto tras el acuerdo firmado poco después con el Fondo Monetario Internacional.
2. El Modelo Brasileño De Subdesarrollo
La economía brasileña constituye un ejemplo interesante de cuanto puede avanzar un país en el proceso de industrialización sin abandonar sus principales características de subdesarrollo: gran disparidad en la productividad entre las áreas rurales y las urbanas, una gran mayoría de la población viviendo a un nivel de subsistencia fisiológica, crecientes masas de personas sub-empleadas en las zonas urbanas, etc.
Así fue refutada la tesis implícita en los modelos de crecimiento del tipo introducido por Lewis –que la canalización del excedente de una economía subdesarrollada hasta el sector industrial (las actividades que absorben progreso técnico) crearía finalmente un sistema económico de homogeneidad creciente (donde el nivel salarial tiende a crecer en todas las actividades económicas al mismo ritmo que la productividad media del sistema).
Los objetivos de este ensayo son:
- investigar por que la difusión mundial del progreso técnico y los incrementos de la productividad derivados de él no tendieron a liquidar el subdesarrollo.
- Demostrar que en la política de "desarrollo" orientada hacia la satisfacción de los altos niveles de consumo de una pequeña minoría de la población, tal como la ejecutada en Brasil, tiende a agravar las desigualdades sociales y a elevar el costo social de un sistema económico.
Partimos de la hipótesis de que el subdesarrollo es un aspecto del modo como el capitalismo industrial viene creciendo y difundiéndose desde su aparición.
Siendo así, es totalmente engañoso construir un modelo de una economía subdesarrollada como un sistema cerrado. Aislar una economía subdesarrollada del contexto general del sistema capitalista en expansión es dejar de lado, desde el comienzo, el problema fundamental de la naturaleza de las relaciones externas de esa economía.
Definimos el progreso técnico como la introducción de nuevos procesos productivos capaces de aumentar la eficiencia en la utilización de recursos escasos y/o la introducción de nuevos productos susceptibles de ser incorporados a la canasta de bienes y servicios de consumo.
Suponemos que desarrollo económico implica la difusión del uso de productos ya conocidos y/o la introducción de nuevos productos a la canasta de bienes de consumo.
Por el hecho que el acceso a nuevos productos se halla, con raras excepciones limitado, por lo menos durante una fase inicial a una minoría formada por personas de ingresos elevados, el desarrollo basado principalmente en la introducción de nuevos productos corresponde a un proceso de concentración del ingreso. Y por el hecho que la difusión significa acceso de un mayor número de personas al uso de productos conocidos, el desarrollo basado en la difusión corresponde a un patrón de distribución más igualitaria del ingreso.
Hay una condición necesaria en cualquier proceso de desarrollo económico que es la acumulación de capital, tan importante para la difusión de productos conocidos como para la introducción de otros nuevos. Por ejemplo, la introducción de un nuevo modelo de automóvil de cierta categoría requiere más inversiones (incluyendo investigación y desarrollo) por unidad que el aumento de la producción del modelo correspondiente que ya se estaba produciendo.
Cuanto más diversificada la canasta de bienes de consumo, mayor tendrá que ser el ingreso de las personas que consumen esos bienes y mayor la suma de capital exigida para satisfacer las necesidades de las personas.
El ciudadano norteamericano medio recibía en 1970, un ingreso de aproximadamente 4 mil dólares por año, y a ese nivel de ingreso correspondía determinada canasta de bienes de consumo. Este conjunto de bienes se hizo posible gracias a un proceso de acumulación de capital que se elevaba acerca de 12 mil dólares por habitante del país. El ciudadano brasileño recibía como promedio un ingreso aproximadamente de 400 dólares por año y el capital acumulado en Brasil alcanzaba la suma de mil dólares por habitante. De este modo, el conjunto de bienes de consumo al cual tiene acceso el brasileño medio tenía que ser mucho menos diversificado que el que prevalecía en los EE.UU.
El aumento de ingreso de una comunidad puede resultar de por lo menos tres procesos diferentes:
- El desarrollo económico, es decir la acumulación de capital y la adopción de procesos productivos más eficientes.
- La explotación de recursos naturales no renovables
- La redistribución de recursos con miras a una especialización de un sistema de división internacional del trabajo.
El aumento de ingreso resulta en diversificación del consumo, introducción de nuevos productos, etc. Así ese aumento puede ocurrir en una comunidad sin desarrollo económico, es decir, sin acumulación de capital e introducción de procesos productivos más eficientes. Puede representar simplemente un incremento debido a la explotación de recursos naturales no renovables y/o a los artículos del punto c) mencionado anteriormente.
Llamemos modernización a este proceso de adopción de nuevas pautas de consumo, correspondientes a niveles más elevados de ingreso, en ausencia del desarrollo económico.
En Brasil durante un largo período, los aumentos del ingreso (productividad económica), fueron básicamente el resultado de una simple redistribución de recursos con miras a la maximización de las ventajas comparativas estáticas en el comercio exterior.
El paso de la agricultura de subsistencia a la agricultura comercial no presupone necesariamente una mudanza de la agricultura tradicional a la moderna. Sin embargo, cuando es generado por el comercio exterior, ese paso acarrea un crecimiento significativo de la productividad económica y puede iniciar un proceso de modernización. La importancia de este proceso dependerá de la matriz institucional preexistente.
En Brasil debido a la concentración de la propiedad territorial y a la abundancia de la fuerza de trabajo en la agricultura de subsistencia, los aumentos de la productividad beneficiaron principalmente a una pequeña minoría. Sin embargo en razón del tamaño de la población, esa minoría modernizada fue suficiente para permitir un amplio desarrollo urbano y un comienzo de industrialización.
Así, el mercado de productos manufacturados está formado por dos grupos completamente diferentes:
- Primer grupo: Consumidores de ingreso muy bajo (la mayoría de la población). La canasta de bienes es muy poco diversificada y tiende a permanecer sin modificaciones, ya que la tasa de salario real es bastante estable. Las industrias que producen estos bienes tienen efectos de encadenamiento (linkcages) débiles, utilizan materias primas de agricultura (industrias textiles y alimenticias) y producen directamente para el consumidor final. Además de eso estas industrias se benefician poco de las economías de escala y externas.
- Segundo grupo: Minoría de ingresos elevados. La canasta de bienes de consumo correspondiente a este grupo, por ser totalmente diversificada, requiere un proceso de industrialización complejo para ser producida en el país. El principal obstáculo para esos se origina en las dimensiones del mercado local.
La verdadera industrialización solo será posible si se orienta solo al sector del mercado que está realmente en expansión. Dada los diferentes comportamientos de los dos grupos, el primero en expansión lenta y sin la introducción de bienes nuevos y el segundo creciendo rápidamente, principalmente a través de la introducción de nuevos productos, los dos sectores industriales, solo en grado muy pequeño compiten por los mismos mercados y pueden mantener diferentes normas de organización y marketing. Pero una vez que el sector que produce para la minoría rica se adelanta en relación con el otro, las necesidades de capital y tecnología moderna tienden a crecer rápidamente. En consecuencia la creación de nuevos empleos por unidad de inversión declina.
Además las industrias cuyo mercado es la masa de población están destinadas a sufrir transformaciones importantes como consecuencia del proceso de industrialización basado en el segundo tipo de bienes de consumo.
Economías de escala e internas pueden beneficiar también a la masa de la población y productos como plásticos, fibras pueden ser incorporados al consumo popular. Como consecuencia de la progresiva integración al sistema industrial, tiende a aumentar la adopción de procesos de utilización intensiva del capital en las industrias que inicialmente se desarrollaran en competencia con actividades artesanales locales. El progreso técnico deja de ser una cuestión de compra de cierto tipo de equipo y pasa a depender del acceso a las innovaciones que surgen en gran cantidad en los países ricos.
En esta fase las filiales de corporaciones multinacionales superan con facilidad a las firmas locales, especialmente a las industrias orientadas hacia el mercado diversificado. Más precisamente esa canasta diversificada de bienes de consumo nunca sería producida localmente su el flujo de innovaciones técnicas debiera ser pagado a laos precios del mercado.
La industrialización de las economías donde se inicia un proceso de modernización tiene a enfrentar una doble dificultad: Si las industrias locales continúan produciendo la primer canasta de bienes (Industrias con efectos de encadenamiento débiles) y la segunda tiene que ser importada, el país nunca alcanzará el punto necesario para formar un sistema industrial; y si las industrias locales se orientan hacia la producción de la segunda canas de bienes, pueden ocurrir rendimientos decrecientes, en razón del tamaño reducido del mercado local.
Algunos países de grandes dimensiones demográficas y un sector exportador sumamente rentable, consiguieron superar esos obstáculos, ese fue el caso de Brasil. Esto no significa que el capitalismo industrial puede operar en Brasil según las reglas que prevalecen en una economía desarrollada. En ésta la expansión de la producción significa aumento paralelo del costo de la fuerza de trabajo, es decir del valor agregado por el trabajo en el proceso de producción. Y por cuanto la demanda es generada principalmente por el pago del trabajo, la expansión de la demanda tiende a seguir al crecimiento de la producción. En las economías subdesarrolladas, el valor agregado por el trabajo tiende a declinar en términos relativos, durante las fases de expansión.
Los aumentos de la productividad creados por economía internas o externas tienden a beneficiar exclusivamente a los propietarios del capital y dada la estructura de los mercados nada los presionará para que transfieran los frutos del aumento de productividad a los consumidores: la minoría modernizada. Por otra parte, aumentar la tasa salarial llevaría a un crecimiento de los costos, sin ampliar el mercado, toda vez que los trabajadores están. vinculados a una canasta de bienes diferente. El hecho es que el sistema opera espontáneamente, beneficiando a una minoría demasiado pequeña, los propietarios de capital.
El desempeño de la economía brasileña
En los últimos veinticinco años la economía brasileña ha venido creciendo con una tasa relativamente alta.
La abundancia de recursos naturales, el tamaño de la población y el nivel medio de ingreso obtenido en el pasado a través de la maximización de las ventajas comparativas estáticas en el comercio exterior, convergen para producir ese potencial de crecimiento.
Además de eso, las fluctuaciones de la tasa de crecimiento del PBI tuvieron efectos de escasa significación en el proceso de formación de capital.
Los cambios en la tasa de crecimiento del PBI reflejan fundamentalmente modificaciones en el grado de utilización de la capacidad productiva ya instalada.
En los modelos de crecimiento, los cambios en esa tasa son principalmente causados por modificaciones del parámetro que representa la relación entre la producción y el stock de capital reproducible y el otro parámetro que representa la relación entre inversión y renta, tiende a ser estable.
En realidad el primer parámetro (relación producto-capital) se duplicó entre 1964/67 y 1968/69, mientras que el segundo (tasa de inversiones) apenas creció ligeramente. Así el proceso de acumulación ha sido mucho más regular que el desempeño de la economía en general.
Durante este período, la economía brasileña operó bajo fuerte presión del exceso de demanda monetaria, con una elevada tasa de inflación, tanto en los períodos de rápido crecimiento como en los de relativo estancamiento.
Un rápido crecimiento industrial, implica una intensa absorción de progreso técnico en forma de nuevos productos y de nuevos procesos requeridos para producirlos. El costo de oportunidad de ese progreso técnico se halla a un nivel mínimo cuando las industrias pueden reproducir lo que crean y amortizan en los países responsables del financiamiento de la investigación y el desarrollo y se encuentra al nivel máximo cuando tienen que introducir investigación y desarrollo nuevos.
Las ondas sucesivas de expansión industrial en Brasil durante el período de posguerra no pueden ser explicadas sin tener en cuenta el papel autónomo desempeñado por el gobierno, tanto subsidiando la inversión como ampliando la demanda. El cuadro general fue el proceso de sustitución de importaciones. Creando nuevos empleos, ese proceso amplió el mercado para bienes de consumo popular, pero , dadas las pequeñas proporciones del mercado para bienes de consumo durables, la producción local de éstos fue acompañada por un tendencia al aumento de sus precios relativos, con efectos negativos sobre la demanda. Este efecto negativo fue combatido hasta mediados de los años 50 por acciones del gobierno con miras a reducir los precios de los equipos importados, por medio de tasas de cambio diferenciales, y también con el objeto de subsidiar las inversiones industriales (especialmente en industrias que produjeran sucedáneos de bienes importados), principalmente a través de préstamos con tasas de interés negativas.
La reducción a la mitad del costo real del capital fijo ayudó a las empresas productoras de bienes de consumo durables a obtener utilidades, aún teniendo que operar con un amplio márgen de capacidad ociosa. En la segunda mitad de los años 50, cuando los términos de intercambio se deterioraron, el gobierno se lanzó a una política de endeudamiento externo que hizo posible la continuación de los subsidios. Al mismo tiempo el gobierno se embarcó en una política de grandes obras pública: La construcción de Brasilia y de una red nacional de carreteras, incluyendo algunas pioneras como la carretera Belem-Brasilia.
En el período más reciente, se tomaron medidas con efectos directos sobre la distribución del ingreso, a fin de producir la calidad o perfil de demanda que mejor se ajusta a los planes de expansión de las grandes empresas de actuación internacional y a las expectativas de la minoría modernizada.
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