3. La nueva estrategia
Después de un período de estancamiento (1961/67), se alcanzó una elevada tasa de crecimiento de la producción industrial brasileña , que se alcanza a partir de 1968. Este crecimiento fue obtenido a través de una política gubernamental muy exitosa dirigida a atraer a las grandes empresas transnacionales y a fomentar la expansión de las subsidiarias de éstas ya instaladas en el país. El gobierno ha orientado el proceso de distribución de ingreso para producir el perfil de demanda más atractivo para las mencionadas empresas.
En consecuencia, la canasta de bienes de consumo que trata de reproducir las pautas de consumo de los países céntricos se expandió rápidamente tanto en términos absolutos como relativos.
El estado también viene desempeñando importantes papeles complementarios, invirtiendo en infraestructura física, en capital humano.
Las industrias productoras de bienes homogéneos, tales como acero, metales no ferrosos y otros insumos de utilización generalizada por el sistema industrial, se basan en la innovación de procesos productivos y, siendo bajo el nivel de rotación de capital fijo, el flujo de innovación tiende a ser mucho más lento. Además de eso una política de precios bajos, efectuadas por esas industrias, a través de subsidios disimulados, puede ser defendida como esencial para fomentar el proceso de industrialización.
Las firmas controladas por capitalistas locales, también tienen un papel en ese sistema. Las industrias que producen para la masa de la población enfrentan el problema del crecimiento lento de la demanda, porque la tasa de salario real del trabajador no calificado esta en disminución o estancada.
Como esta canasta de bienes de consumo no incluye la introducción de nuevos productos, el control de progreso técnico no es tan importante como fuente de poder de mercado. En consecuencia, en este sector las grandes empresas no tienen las mismas ventajas al competir con los capitalistas locales.
En el sistema industrial como un todo, las grandes empresas controlan las actividades que se basan fundamentalmente en el progreso técnico (actividades en las cuales el flujo de nuevos productos es más intenso), la producción de bienes de consumo durables y equipos en general.
El estado tiene una importante participación en las industrias productoras de bienes intermedios, y los capitalistas locales controlan buena parte de las industrias productoras de bienes de consumo no durables. Las firmas locales operan bajo contrato, como línea auxiliar de producción para las grandes empresas estatales, agregando flexibilidad al sistema.
La industria de géneros alimenticios bajo el control de esas grandes empresas está produciendo para los grupos de ingreso superior, introduciendo gran número de productos que llenan los supermercados de los países ricos.
En otras palabras cuando el costo de oportunidad del progreso técnico es prácticamente cero para las subsidiarias de esas empresas, la tasa de crecimiento del sistema industrial tiende al máximo.
Dada las características de la economía brasileña, formada por un mercado altamente diversificado pero de proporciones reducidas y otro mercado relativamente grande pero con un grado de diversificación bajo, las industrias de bienes de consumo durables se benefician mucho más de las economías e escala que las industrias de bienes de consumo anteriormente existentes. En consecuencia, cuanto más concentrada se halla la distribución del ingreso, mayor es el efecto positivo para la tasa de crecimiento del PBI. De ese modo la misma cantidad de dinero, cuando es consumida por personas ricas, contribuye más a una aceleración de la tasa del crecimiento del PBI que cuando es consumida por personas pobres.
Otro factor que debe ser tomado en consideración es la tasa de aflujo de capital extranjero. Si el perfil de demanda se ajusta a las necesidades de las grandes empresas, las posibilidades de movilizar recursos financieros en el exterior serán obviamente mayores. Si no se alteran los demás factores, si la tasa de utilidad de las grandes empresas es más alta, la entrada de capital extranjero será mayor, sumándose a los ahorros locales y dando flexibilidad a la economía, por lo menos a corto plazo.
Resumiendo, determinado perfil de demanda, que corresponde a un creciente concentración en la distribución del ingreso y a un creciente distanciamiento entre los niveles de consumo de la minoría rica y la masa de población, genera una composición de inversiones que tiende a maximizar la transferencia de progreso técnico a través de las grandes empresas, y a hacer crecer el aflujo de recursos extranjeros. Así la política enfocada hacia la producción de ese perfil de demanda tenderá también a maximizar la expansión del PIB.
Dentro de este cuadro general, el gobierno ha procurado alcanzar cuatro objetivos básicos:
- Fomentar y dirigir el proceso de concentración del ingreso. para beneficiar a los consumidores de bienes durables, es decir, a la minoría de la población con pautas de consumo semejantes a los de los países céntricos.
- Asegurar un cierto nivel de transferencia de personas del sector de subsistencia a los sectores beneficiados por el salario mínimo legalmente garantizado.
- Controlar el diferencial entre el salario mínimo garantizado por ley y el nivel de ingreso en el sector de subsistencia.
- Subsidiar la exportación de bienes manufacturados, a fin de reducir la presión sobre los sectores productores de bienes de consumo no durables, cuya demanda crece lentamente, en razón de la concentración de ingreso y también para mejorar la situación de la balanza de pagos.
La parte más compleja de esta política se refiere al proceso de estimulo y orientación de la concentración del ingreso. Para obtener el resultado deseado, el gobierno ha utilizado varios instrumentos, especialmente las políticas crediticias, fiscal y de ingreso.
El primer aumento de la demanda de bienes de consumo durables se originó de una rápida expansión del crédito a los consumidores, beneficiando a la clase media alta. La inflación resultante redujo el ingreso real de la masa de la población, liberando recursos para una política de inversiones públicas y al mismo tiempo, ayudando a reducir los costos de producción de las empresas privadas. Considerando que las empresas productoras de bienes de consumo durable venían operando con un amplio margen de capacidad productiva ociosa, y que esas empresas obtienen sustanciosas economías de escala durante la expansión, se puede comprender el impulso de crecimiento ocurrido.
El nivel de utilidad extremadamente elevado y el boom de inversiones, particularmente en el sector industrial, abrieron las puertas a un política de distribución del ingreso favorable a los grupos superiores de la escala salarial, dado que la oferta de cuadros profesionales era relativamente inelástica. Esta situación coincidiendo con una declinación del salario mínimo, engendro una extrema concentración de los ingresos no derivados de la propiedad. Una tendencia semejante se puede observar en el sector público. Sin embargo, fue a través de la política fiscal que el gobierno persiguió el objetivo más ambicioso de convertir en permanentes las nuevas estructuras.
El objetivo aparente del gobierno al adoptar estas medidas es vincular el poder adquisitivo de la alta clase media al flujo más dinámico del ingreso: el flujo de utilidades. Otra alternativa seria la acumulación de una deuda publica creciente en manos de la alta clase media, cuyo flujo de intereses tendría que ser alimentado con recursos provenientes de un impuesto sobre las ganancias de esas empresas.
La características mas significativa del modelo brasileño es su tendencia estructural a excluir a la masa de la población de los beneficios de la acumulación y del progreso técnico. Así la durabilidad del sistema se basa en gran medida en la capacidad de los grupos dirigentes para suprimir todas las formas de oposición de su carácter antisocial tiende a estimular.
4. Politica industrial y de incentivo a las exportaciones.
Antecedentes históricos y tendencias actuales.
A partir de la década del sesenta las estructura industrial brasileña fue ampliada y diversificada a través del desarrollo de industrias metalmecánicas y químicas orientadas fundamentalmente hacia el mercado interno. Es sobre estas industrias que se basa el fuerte crecimiento económico del periodo 1971-80. Los altos niveles de protección comercial, acompañados de importantes incentivos fiscales, el otorgamiento de créditos subsidiados, el direccionamiento de las compras publicas, etc. Permitieron que hacia principios de los años ochenta se consolidara una estructura industrial altamente integrada y diversificada. Los esquemas de promoción mostraron, asimismo, fuerte selectividad sectorial y dispersión regional. Asimismo Brasil implementó a partir de mediados de la década del sesenta un conjunto de incentivos fiscales y crediticio a la exportación que dieron lugar a un fuerte incremento en las exportaciones. A pesar de ello, el grado de integración al mercado internacional siguió siendo bajo manifestándose en magros coeficientes de exportación e importación.
El gran dinamismo que mostró la industria brasileña durante los años setenta fue neutralizado por el estancamiento de la década siguiente. Al limitarse la dinámica de crecimiento basada en el mercado interno, se tornaron crecientemente importantes las ventas al mercado internacional. Contribuyeron para el aumento de las exportaciones un tipo de cambio favorable, la recesión interna y numerosos incentivos a las mismas entre los que se destacaban el crédito premio (devolución de impuestos indirectos), el régimen de reintegro de los derechos de importación y otros impuestos –drawback- y los programas BEFIEX (Concesión de Beneficios Fiscales a Programas Especiales de Exportación). El fuerte superávit externo fue además consolidado por medio de una intensificación del control sobre las importaciones. El nivel de importación se redujo durante los años ochenta debido al mayor control sobre las mismas, a las menores tasas de crecimiento y a la maduración de proyectos de insumos básicos iniciados en la década anterior.
La retracción de la demanda interna tuvo un impacto más violento sobre aquellos sectores modernos que lideraron el crecimiento en la etapa anterior, fundamentalmente bienes de capital y bienes durables de consumo. Al mismo tiempo se reforma el patrón de inserción internacional basado en productos intensivos en recursos naturales, energía y mano de obra barata. Por otro lado se tornan crecientemente evidentes las deficiencias de la industria brasileña tanto en términos de calidad como de implementación de tecnologías modernas de organización de la producción.
Hacia fines de los años 80 se emprendió una importante reforma tendiente a simplificar y dar mayor transparencia a las políticas comerciales e industriales. Este cambio de orientación se percibe claramente en las Directrices Generales de la Política industrial y de Comercio exterior de 1990- En ellas se ubica como objetivo fundamental de la política industrial a la eficiencia y el incremento de productividad. Se plantea en ese sentido, la necesidad de introducir instrumentos mas horizontales que ataquen las fallas de mercado que impiden el progreso tecnológico y crear externalidades positivas mediante el entrenamiento de la mano de obra y del desarrollo de las infraestructuras tecnológicas requeridas.
La primer dimensión de este cambio de rumbo se verifico e un importante proceso de apertura comercial a través de la eliminación de barreras no tarifarias y de la rebaja gradual y programada de aranceles . Por el lago de las exportaciones se limitó la exigencia de licencias de exportación a unos pocos bienes.
De la misma manera y potenciándose por las restricciones fiscales del Estado, se reducen o eliminan numerosos regímenes de promoción algunos altamente selectivos. En particular, se destaca la suspensión en 1990 de uno de los principales programas de promoción de exportaciones los programas BEFIEX. Es destacable también la sensible limitación de los estímulos de tipo financiero, muy importantes hasta principios de los ochenta y que fueron perdiendo peso ante la restricción fiscal que no solo afectó los montos disponibles sino también los subsidios involucrados en las tasas de interés.
Este proceso de transformación muestra, sin embargo, marchas y contramarchas. La permanencia de fuertes desequilibrios macroeconomicos (déficit fiscal, inflación creciente, etc.) han impedido una racionalización acabada del esquema de política industrial y comercial que presenta, en muchos casos, medidas promulgadas pero sin vigencia.
La debilidad política del gobierno federal respecto de los gobiernos estaduales presente en Brasil (y potenciada por la Constitución de 1988), ha generado, además de conflictos distributivos, dificultades adicionales para la racionalización y reformulación de la política pública. La magnitud de las transferencias por mandato constitucional desde la administración central hacia los estados creció rápidamente a partir de 1989 absorbiendo –como proporción total de la recaudación. Esto otorgó a los estados cierto grado de poder fiscal como para llevar adelante regímenes altamente selectivos a nivel geográfico o sectorial.
Incentivos a la Inversión Incentivos Globales
Aduaneros y Fiscales.
El principal instrumento vigentes lo constituye la exención del Impuesto a los Productos Industrializados (IPI) a la compra de bienes de capital nuevos y accesorios, importados y de producción nacional. Esta medida se acompaña para equilibrar la situación de los productores nacionales de bienes de capital con el mantenimiento del crédito fiscal relativo a las materias primas e insumos utilizados por los mismos.
IPI es un impuesto federal al valor agregado que grava los productos industriales nacionales e importados con un porcentaje que oscila entre el 10% y 20%, dependiendo de su grado de esencialidad.
Un segundo incentivo lo constituye la depreciación acelerada, calculada por la aplicación de la tasa de depreciación usualmente admitida multiplicada por dos.
Un tradicional instrumento de política industrial, el poder de compra publico, ha perdido gran parte de su importancia.
Financieros
El Banco Nacional de Desarrollo (BNDES), la principal fuente de crédito de largo plazo en Brasil, tiene una Agencia Especial de Financiamiento industrial (FINAME) que financia la adquisición de bienes de capital nacionales
Incentivos Sectoriales
Si bien las nuevas tendencias existentes en materia de politica industrial parecen indicar la adopción de medidas más horizontales, la política económica brasileña no parece haber abandonado los esquemas selectivos.
Ha y diferentes regímenes sectoriales específicos de naturaleza fiscal y aduanera:
- Bienes de Capital
- Informática
- Industria Automotriz
- Otros incentivos sectoriales (incentivos a la industria naval)
Incentivos Regionales
Estos incentivos muestran cortes geográficos:
- Regímenes especiales para la región nordeste, para la Amazonia y para Espíritu Santo.
- Corte estadual a través del cual los distintos estados conceden fuertes incentivos fiscales con el objetivo de atraer a sus territorios el capital con destino a la inversión.
Incentivos a la inversión en las Pequeñas y Medianas empresas.
Las políticas específicas dirigidas al sector de las Pymes incluyen incentivos fiscales, actividades de extensión industrial y asistencia financiera.
Incentivos para el incremento de la Productividad y la Calidad.
En conformidad con el giro en la orientación de la política industrial a partir del gobierno de Collor, empiezan a implementarse distintas medidas que se relacionan con el nuevo objetivo de mejorar la eficiencia de la industria. A nivel más general, el `proceso de apertura, la desregulación de la economía y una nueva legislación sobre defensa de la competencia tienden a este objetivo al someter a la industria brasileña a una mayor presión competitiva. Los incentivos a la compra de bienes de capital nacionales e importados, así como la eliminación de la reserva de mercado para informática, reflejan el objetivo de incentivar la modernización del sector industrial, facilitando el equipamiento del mismo con tecnologías más adecuadas.
Desde el punto de vista tecnológico puede observarse en Brasil una concepción general basada en dos aspectos principales. En primer lugar, en la importancia que le asignan las autoridades de política industrial a la búsqueda de normas de calidad internacional. Lo que se explica en gran medida por la fuerte presencia exportadora de dicho país en los mercados de los países desarrollados. En segundo lugar, cabe remarcar un cambio en el enfoque de la política industrial y tecnología desde el "sector productivo" hacia el "complejo industrial", lo que permite el trabajo a todo lo largo de la cadena productiva.
Entre los instrumentos específicos dirigidos al objetivo señalado deben destacarse:
- Programas de desarrollo tecnológico industrial (PDTI). Tiene como objetivo incrementar la capacitación empresarial a través de mejoras en las tecnologías de producto y de proceso.
- Programa de Calidad y Productividad de 1990 (PBQP) El objetivo de este programa es apoyar el esfuerzo de modernización a través de la promoción de la calidad y la productividad con vistas al aumento de la competitividad. Para ello se apuntó a buscar una eficaz interacción entre las empresas y las entidades de ciencia y tecnología, con énfasis en la formación y capacitación de los recursos humanos y en la promoción de actividades de investigación y desarrollo.
- Otros instrumentos. Existen distintos instrumentos de política dirigidos a fomentar la actividad de investigación y desarrollo así como de incentivar procesos de mejora de la calidad.
Incentivos a la Exportacion
Fiscales
Estos incentivos rigen tanto para los productores como para las empresas de trading que adquieren la producción de los mismos, a los efectos de proceder a su exportación.
El principal instrumento vigente lo constituye la exención del IPI y del ICMS a las ventas externas de manufacturas. Además se mantiene un crédito fiscal correspondiente a todos los insumos utilizados en el proceso productivo de las mismas en el caso del IPI y a algunos insumos en el caso del ICMS.
Otro incentivo fiscal a las exportaciones lo constituye el drawback interno que consiste en la suspensión del pago del IPI en la compra de materias primas e insumos nacionales utilizados en la producción de bienes a ser exportados.
Arancelarios
El drawback que en Brasil data de la década de los setenta, ha sido uno de los primeros mecanismos de estímulo a las exportaciones implementados en ese país. Este régimen incluye actualmente tres modalidades: La restitución, la de suspensión, la de exención.
Actúa sobre los tributos que gravan la importación de mercaderías utilizadas para la fabricación, complementación o acondicionamiento de productos que luego serán exportados.
Financieros
Actualmente los incentivos crediticios a la exportación, están orientados fundamentalmente hacia los bienes de capital.
La actual recomposición del sistema apunta al desarrollo de mecanismos privados para el financiamiento de bienes de ciclo corto, concentrándose los instrumentos oficiales en el apoyo de las ventas externas de productos de ciclo más largo.
Regionales: Zonas de procesamiento de exportaciones
Las zonas de Procesamiento de exportaciones (ZPE) son zonas francas industriales, localizadas en regiones poco desarrolladas, donde se instalan empresas orientadas exclusivamente a la exportación. Los incentivos que se otorgan en la ZPE apuntan a eliminar el sesgo anti-exportador de la economía.
-Enciclopedia Encarta 2000 – Microsoft – Brasil -Las nuevas orientaciones de Política Industrial y de promoción de exportaciones en Argentina y Brasil. Marta Beckerman, Pablo Sirlin, Maria Luisa Streb. Documento de trabajo No. 1 -El modelo brasileño de subdesarrollo
Resumen
Estructura economica
1950/1960
Brasil era en principio un país predominantemente agrícola, durante la presidencia de Getulio Vargas al ponerse del lado de los aliados en la II Guerra Mundial, el régimen de Vargas emprendió un amplio programa de expansión industrial, dando un énfasis especial al incremento de la producción de caucho y otros materiales esenciales para la guerra.
Un golpe de Estado militar en octubre de 1945 forzó a Vargas a presentar la dimisión. José Linhares, principal jefe de la corte suprema, fue nombrado jefe del gobierno provisional. En las elecciones nacionales celebradas en diciembre, el anterior ministro de la Guerra, Eurico Gaspar Dutra, obtuvo la presidencia por una gran mayoría de los votos.
En octubre de 1947 el gobierno brasileño, desatada ya la Guerra fría y ante la publicación de un artículo aparecido en una revista rusa que se refería al presidente Dutra como una marioneta de Estados Unidos, rompió las relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Pocos meses más tarde el Legislativo decidió expulsar a todos los comunistas que ocupaban escaños en el Parlamento. Un senador y catorce diputados se vieron afectados. Jãnio da Silva Quadros tomó posesión de su cargo en enero de 1946.
Las ondas sucesivas de expansión industrial en Brasil durante el período de posguerra no pueden ser explicadas sin tener en cuenta el papel autónomo desempeñado por el gobierno, tanto subsidiando la inversión como ampliando la demanda.
El cuadro general fue el proceso de sustitución de importaciones. Creando nuevos empleos, ese proceso amplió el mercado para bienes de consumo popular, pero, dadas las pequeñas proporciones del mercado para bienes de consumo durables, la producción local de éstos fue acompañada por una tendencia al aumento de sus precios relativos, con efectos negativos sobre la demanda. Este efecto negativo fue combatido hasta mediados de los años 50 por acciones del gobierno con miras a reducir los precios de los equipos importados, por medio de tasas de cambio diferenciales, y también con el objeto de subsidiar las inversiones industriales (especialmente en industrias que produjeran sucedáneos de bienes importados), principalmente a través de préstamos con tasas de interés negativas.
La reducción a la mitad del costo real del capital fijo ayudó a las empresas productoras de bienes de consumo durables a obtener utilidades, aún teniendo que operar con un amplio margen de capacidad ociosa. En la segunda mitad de los años 50, cuando los términos de intercambio se deterioraron, el gobierno se lanzó a una política de endeudamiento externo que hizo posible la continuación de los subsidios. Al mismo tiempo el gobierno se embarcó en una política de grandes obras pública: La construcción de Brasilia y de una red nacional de carreteras, incluyendo algunas pioneras como la carretera Belem-Brasilia.
Getúlio Vargas retornó al poder como presidente en enero de 1951, después de derrotar a dos candidatos rivales por una gran mayoría de los votos en las elecciones celebradas en octubre del año anterior.
El gobierno tomó medidas inmediatas para equilibrar el presupuesto nacional y desarrollar un programa para reducir el coste de la vida, incrementar los salarios y extender las reformas sociales. La inflación y el alto coste de la vida, sin embargo, persistieron después del periodo de posguerra, que vino marcado por un resurgir de las actividades clandestinas de los comunistas y un resurgimiento del nacionalismo que llevó a la nacionalización de los recursos de petróleo en septiembre de 1952.En agosto de 1954, durante una campaña electoral al Congreso, un oficial de la fuerza aérea murió en el intento de asesinato de un editor de un periódico opuesto a Vargas. El asesinato provocó la crisis gubernamental: los mandos militares demandaron que Vargas dimitiera. A primeras horas del 24 de agosto, Vargas acordó renunciar al poder temporalmente en favor del vicepresidente João Café Filho. Vargas se suicidó a las pocas horas.
Los gobiernos de Kubitschek, Quadros y Goulart El antiguo gobernador de Minas Gerais, Juscelino Kubitschek, tuvo el apoyo de los seguidores de Vargas y los comunistas. Ganó las elecciones a la presidencia en octubre de 1955 y tomó posesión del cargo en enero de 1956. Kubitschek anunció un ambicioso plan económico quinquenal de desarrollo. Al anuncio le siguió la concesión de un empréstito por parte del Banco de Exportación-Importación de Estados Unidos valorado en más de 150 millones de dólares, y se aprobaron los planes para una nueva capital federal en Brasilia, en septiembre. El fuerte ritmo de desarrollo industrial se suavizó, sin embargo, debido a la caída de los precios del café en el mundo a mediados y finales de la década de 1950. La inflación continuó, lo que aumentó la revuelta social, que derivó en frecuentes huelgas y disturbios por parte de trabajadores y estudiantes.
1960/1970
Jânio da Silva Quadros, anterior gobernador de São Paulo, se convirtió en presidente de Brasil en enero de 1961 e inmediatamente inició un programa económico riguroso. A todos los ministerios se les ordenó reducir los gastos en un 30% y algunos empleados del servicio civil fueron despedidos. Quadros también propuso eliminar la supuesta corrupción que había florecido durante la administración Kubitschek. El presidente Quadros dimitió de su cargo repentinamente en agosto, sin dar ninguna explicación, y refiriéndose sólo a las "fuerzas de la reacción" que habían bloqueado sus esfuerzos
Goulart se instaló en el cargo en septiembre de 1961.
Un año después, Goulart provocó una crisis ministerial con su petición de un plebiscito nacional cuya finalidad era medir el apoyo al restablecimiento del sistema presidencialista. El plebiscito fue celebrado y la propuesta aprobada; en enero de 1963, el legislativo decretó un cambio de la ley. Después, Goulart presionó fuertemente para obtener la aprobación legislativa a un programa de reformas básicas en 1964; mediante esta legislación se fijaron controles del aumento de los alquileres que favorecieron a las rentas más bajas, se nacionalizaron las refinerías de petróleo, se expropiaron las tierras no explotadas y se limitó la exportación de beneficios. Las medidas sólo parecían agravar la inflación crónica de la nación. El 13 de marzo Goulart apareció en una reunión de trabajadores; el 31 de marzo fue derrocado por una sublevación del ejército y huyó a Uruguay. El general Humberto Castelo Branco, jefe de las Fuerzas Armadas, fue elegido presidente.
Gobierno militar: El nuevo régimen, dotado de poderes extraordinarios por un acta institucional firmada en abril, suprimió la oposición, particularmente la de izquierdas, y privó a unas 300 personas de sus derechos políticos. También adoptó versiones moderadas de muchas reformas demandadas por Goulart y combatió la inflación mediante el control de los salarios, la recaudación estricta de impuestos y otras medidas. Una ley aprobada en 1965 limitó las libertades civiles, incrementó el poder del gobierno de la nación y dispuso la elección por el congreso del presidente y el vicepresidente.
El anterior ministro de la Guerra, Artur da Costa e Silva, candidato del gubernamental partido Alianza Renovadora Nacional (ARENA), fue elegido presidente en 1966. En agosto de 1969 fue incapacitado por una enfermedad y en octubre los militares eligieron como sucesor al general Emílio Garrastazu Médici; el Congreso lo confirmó en la Presidencia. El régimen de Médici intensificó la represión y los grupos revolucionarios se hicieron más activos. Cuando el gobierno fomentó el crecimiento económico y el desarrollo de las extensas regiones del interior, la economía padecía altos costes energéticos, una inflación incontrolada y déficit en la balanza de pagos. La jerarquía católica incrementó las críticas ante el fracaso del gobierno en mejorar las condiciones de vida de los más pobres.
En los modelos de crecimiento, los cambios en la tasa de crecimiento del PBI son principalmente causados por modificaciones del parámetro que representa la relación entre la producción y el stock de capital reproducible y el otro parámetro que representa la relación entre inversión y renta, tiende a ser estable.
En realidad el primer parámetro (relación producto-capital) se duplicó entre 1964/67 y 1968/69, mientras que el segundo (tasa de inversiones) apenas creció ligeramente. Así el proceso de acumulación ha sido mucho más regular que el desempeño de la economía en general.
Durante este período, la economía brasileña operó bajo fuerte presión del exceso de demanda monetaria, con una elevada tasa de inflación, tanto en los períodos de rápido crecimiento como en los de relativo estancamiento.
Después de un período de estancamiento (1961/67), se alcanzó una elevada tasa de crecimiento de la producción industrial brasileña , que se alcanza a partir de 1968. Este crecimiento fue obtenido a través de una política gubernamental muy exitosa dirigida a atraer a las grandes empresas transnacionales y a fomentar la expansión de las subsidiarias de éstas ya instaladas en el país. El gobierno ha orientado el proceso de distribución de ingreso para producir el perfil de demanda más atractivo para las mencionadas empresas.
La política industrial y de incentivo a las exportaciones a partir de la década del sesenta la estructura industrial brasileña fue ampliada y diversificada a través del desarrollo de industrias metalmecánicas y químicas orientadas fundamentalmente hacia el mercado interno.
Brasil implementó a partir de mediados de la década del sesenta un conjunto de incentivos fiscales y crediticio a la exportación que dieron lugar a un fuerte incremento en las exportaciones. A pesar de ello, el grado de integración al mercado internacional siguió siendo bajo manifestándose en magros coeficientes de exportación e importación.
1970/1980
En 1974 el general Ernesto Geisel, presidente de Petrobrás, monopolio nacional de combustibles, se convirtió en el primer mandatario de Brasil. Al principio, desarrolló políticas de signo liberal, relajando la presión de la censura y dando considerables libertades a los partidos de la oposición, pero en 1976 y 1977 los controles se hicieron estrictos de nuevo, justo antes de la elección de João Baptista da Oliveira Figueiredo, que sucedió a Geisel en 1979.
El ciudadano norteamericano medio recibía en 1970, un ingreso de aproximadamente 4 mil dólares por año, y a ese nivel de ingreso correspondía determinada canasta de bienes de consumo. Este conjunto de bienes se hizo posible gracias a un proceso de acumulación de capital que se elevaba acerca de 12 mil dólares por habitante del país. El ciudadano brasileño recibía como promedio un ingreso aproximadamente de 400 dólares por año y el capital acumulado en Brasil alcanzaba la suma de mil dólares por habitante. De este modo, el conjunto de bienes de consumo al cual tiene acceso el brasileño medio tenía que ser mucho menos diversificado que el que prevalecía en los EE.UU. En Brasil durante un largo período, los aumentos del ingreso (productividad económica), fueron básicamente el resultado de una simple redistribución de recursos con miras a la maximización de las ventajas comparativas estáticas en el comercio exterior. En Brasil debido a la concentración de la propiedad territorial y a la abundancia de la fuerza de trabajo en la agricultura de subsistencia, los aumentos de la productividad beneficiaron principalmente a una pequeña minoría. Sin embargo en razón del tamaño de la población, esa minoría modernizada fue suficiente para permitir un amplio desarrollo urbano y un comienzo de industrialización.
En los últimos veinticinco años la economía brasileña ha venido creciendo con una tasa relativamente alta.
La abundancia de recursos naturales, el tamaño de la población y el nivel medio de ingreso obtenido en el pasado a través de la maximización de las ventajas comparativas estáticas en el comercio exterior, convergen para producir ese potencial de crecimiento.
Además de eso, las fluctuaciones de la tasa de crecimiento del PBI tuvieron efectos de escasa significación en el proceso de formación de capital.
Los cambios en la tasa de crecimiento del PBI reflejan fundamentalmente modificaciones en el grado de utilización de la capacidad productiva ya instalada.
A travès del desarrollo de industrias metalmecanicas y quimicas orientadas fundamentalmente hacia el mercdo interno , es sobre estas mismas que se basa el fuerte crecimiento económico del periodo 1971-80. Los altos niveles de protección comercial, acompañados de importantes incentivos fiscales, el otorgamiento de créditos subsidiados, el direccionamiento de las compras publicas, etc. Permitieron que hacia principios de los años ochenta se consolidara una estructura industrial altamente integrada y diversificada.
Los esquemas de promoción mostraron, asimismo, fuerte selectividad sectorial y dispersión regional.
El gran dinamismo que mostró la industria brasileña durante los años setenta fue neutralizado por el estancamiento de la década siguiente. Al limitarse la dinámica de crecimiento basada en el mercado interno, se tornaron crecientemente importantes las ventas al mercado internacional. Contribuyó para el aumento de las exportaciones, además de la recesión interna, un tipo de cambio favorable, y numerosos incentivos a las exportaciones entre los que se destacaban el crédito premio (devolución de impuestos indirectos), el régimen de reintegro de los derechos de importación y otros impuestos –drawback- y los programas BEFIEX (Concesión de Beneficios Fiscales a Programas Especiales de Exportación). El fuerte superávit externo fue además consolidado por medio de una intensificación del control sobre las importaciones. El nivel de importación se redujo durante los años ochenta debido al mayor control sobre las mismas, a las menores tasas de crecimiento y a la maduración de proyectos de insumos básicos iniciados en la década anterior.
La retracción de la demanda interna tuvo un impacto más violento sobre aquellos sectores modernos que lideraron el crecimiento en la etapa anterior, fundamentalmente bienes de capital y bienes durables de consumo. Al mismo tiempo se reforma el patrón de inserción internacional basado en productos intensivos en recursos naturales, energía y mano de obra barata. Por otro lado se tornan crecientemente evidentes las deficiencias de la industria brasileña tanto en términos de calidad como de implementación de tecnologías modernas de organización de la producción.
1980/1990
Restaruración del gobierno civil:
En 1985 Tancredo Neves fue nombrado primer presidente civil de Brasil; quien murió antes de tomar posesión y José Sarney lo reemplazó en su cargo. Enfrentado a una inflación renaciente y una enorme deuda externa, Sarney impuso un programa de austeridad que incluía una nueva unidad monetaria, el cruzado. Una nueva constitución que incluía la elección presidencial directa fue promulgada en octubre de 1988, y Fernando Collor de Mello, del Partido de Reconstrucción Nacional, de tendencia conservadora, fue elegido presidente en diciembre de 1989. Su drástico programa anti-inflacionista llevó a Brasil a la peor recesión de la última década, y las acusaciones de corrupción financiera desgastaron su popularidad.
Hacia fines de los años 80 se emprendió una importante reforma tendiente a simplificar y dar mayor transparencia a las políticas comerciales e industriales. Este cambio de orientación se percibe claramente en las Directrices Generales de la Política industrial y de Comercio exterior de 1990- En ellas se ubica como objetivo fundamental de la política industrial a la eficiencia y el incremento de productividad. Se plantea en ese sentido, la necesidad de introducir instrumentos mas horizontales que ataquen las fallas de mercado que impiden el progreso tecnológico y crear externalidades positivas mediante el entrenamiento de la mano de obra y del desarrollo de las infraestructuras tecnológicas requeridas.
La primer dimensión de este cambio de rumbo se verifico e un importante proceso de apertura comercial a través de la eliminación de barreras no tarifarias y de la rebaja gradual y programada de aranceles. Por el lado de las exportaciones se limitó la exigencia de licencias de exportación a unos pocos bienes. De la misma manera y potenciándose por las restricciones fiscales del Estado, se reducen o eliminan numerosos regímenes de promoción algunos altamente selectivos. En particular, se destaca la suspensión en 1990 de uno de los principales programas de promoción de exportaciones los programas BEFIEX. Es destacable también la sensible limitación de los estímulos de tipo financiero, muy importantes hasta principios de los ochenta y que fueron perdiendo peso ante la restricción fiscal que no solo afectó los montos disponibles sino también los subsidios involucrados en las tasas de interés.
Este proceso de transformación muestra, sin embargo, marchas y contramarchas. La permanencia de fuertes desequilibrios macroeconomicos (déficit fiscal, inflación creciente, etc.) han impedido una racionalización acabada del esquema de política industrial y comercial que presenta, en muchos casos, medidas promulgadas pero sin vigencia.
La debilidad política del gobierno federal respecto de los gobiernos estaduales presente en Brasil (y potenciada por la Constitución de 1988), ha generado, además de conflictos distributivos, dificultades adicionales para la racionalización y reformulación de la política pública. La magnitud de las transferencias por mandato constitucional desde la administración central hacia los estados creció rápidamente a partir de 1989 absorbiendo –como proporción total de la recaudación. Esto otorgó a los estados cierto grado de poder fiscal como para llevar adelante regímenes altamente selectivos a nivel geográfico o sectorial.
1990/2000
En junio de 1992 Brasil fue el anfitrión de los más de 100 líderes mundiales que se reunieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, también conocida como Conferencia de la Tierra. En septiembre Collor fue acusado de corrupción por la Cámara de los Diputados y el vicepresidente Itamar Franco se convirtió en presidente en funciones. Collor dimitió el 29 de diciembre, justo cuando el proceso contra él en el Senado estaba comenzando, y Franco entonces prestó juramento como su sucesor. Un plan para reestructurar y reducir la deuda externa de Brasil se puso en práctica en abril de 1994.
Este plan se conoció con el nombre de Plan Real, y fue diseñado por el entonces ministro de Hacienda en el gobierno de Itamar Franco, el socialdemócrata Fernando Henrique Cardoso.
En las elecciones presidenciales celebradas en octubre de 1994 resultó vencedor Cardoso, candidato del Partido Social Democrático Brasileño, que se impuso a Luís Inácio Lula da Silva, candidato presentado por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT). La campaña electoral tuvo como ejes básicos las promesas por parte de ambos políticos de promover una mayor justicia social y el desarrollo de reformas económicas y políticas de gran envergadura.
Este proyecto reformador se empezó a poner en marcha con la presentación por parte de Cardoso ante el Congreso brasileño, en febrero de 1995, de una serie de enmiendas constitucionales, a las que se añadió, en 1996, el intento de modificar la Constitución brasileña con la finalidad de permitir la reelección en el cargo presidencial; en enero del año siguiente, el Congreso aprobó la enmienda constitucional que hacía factible tal modificación.
No obstante, las reformas económicas iniciadas por el nuevo gobierno fueron rechazadas (en forma de marchas, huelgas y manifestaciones) a lo largo de 1997 por aquellos sectores productivos que resultaron perjudicados con las mismas. En junio de ese año, Brasil se adhirió al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
La crisis financiera que afectó seriamente a la economía brasileña durante buena parte de 1998, y que tuvo su continuación en la primera mitad de 1999, no supuso un revés a las expectativas electorales del presidente Fernando Henrique Cardoso ante los comicios presidenciales, legislativos y estatales que se celebraron el 4 de octubre de ese mismo año, y en los que se enfrentó de nuevo con Luís Inácio Lula da Silva, el candidato de buena parte de la izquierda brasileña, así como con Ciro Gomes, cabeza de lista del Partido Popular Socialista (PPS) y Eneas Carneiro, del Partido de la Reedificación del Orden Nacional (Prona). Antes al contrario, Cardoso venció de forma arrolladora en la primera vuelta, sin necesidad de efectuar una segunda, con lo que se convirtió, una vez que tomó posesión del cargo en enero de 1999, en el primer presidente brasileño que era reelegido democráticamente en la historia de Brasil. El nivel de abstención, votos nulos y en blanco fue considerable, habida cuenta que en Brasil los electores están obligados a votar. Los resultados en los comicios para renovar los cargos de los 26 estados y el Distrito Federal en que se divide Brasil, por contra, obligaron a una segunda vuelta en 12 de ellos, pues ninguno de los candidatos obtuvo mayoría absoluta. La importancia de los resultados en esta consulta venía dada por el hecho de que el recién reelegido presidente necesitaba el apoyo de los gobernadores para llevar a cabo el ajuste fiscal impuesto tras el acuerdo firmado poco después con el Fondo Monetario Internacional.
Autor:
Maria Cristina Monge
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