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El futuro del libro y el libro del futuro (página 2)

Enviado por Jorge G. Paredes M.


Partes: 1, 2, 3, 4

El libro de Negroponte, uno de los mayores expertos mundiales en multimedia y que tiene a su cargo la dirección del Laboratorio de Multimedia del Massachusetts Institute of Technology, nos brinda un enfoque esclarecedor. En la introducción de su libro, que lleva el sugestivo título de "La paradoja de un libro", Negroponte se plantea la siguiente interrogante: "¿Entonces, Negroponte, por qué eres tan anticuado y escribes un libro, que además no lleva ilustraciones?. ¿Por qué la editorial entrega esta obra en átomos en lugar de bits, cuando,…, es tan sencillo ofrecer estas páginas en formato digital, que era de donde venían? Y el propio Negroponte nos da las tres razones de esta decisión, y que debidamente analizadas y reflexionando sobre ellas nos permiten comprender, en sus múltiples dimensiones, el presente y el futuro del libro. Las tres razones que esgrime Negroponte, son las siguientes:

"La primera es que no hay suficiente medio digitales al alcance de ejecutivos, políticos, padres y todos los que más necesitan entender esta cultura tan radicalmente nueva. Incluso en donde los ordenadores son omnipresente, en el mejor de los casos la interfaz actual es rudimentaria y está muy lejos de ser algo con lo que uno desearía irse a la cama" (Es necesario recordar que el libro, en su primera edición en inglés, apareció en 1995).

"La segunda razón es mi columna mensual en la revista Wired. El éxito tan sorprendente e inmediato de Wired demuestra que existe un público numeroso que se quiere informar acerca de gente y estilos de vida digitales, no sólo de teorías y equipos…" (Negroponte es el fundador de la revista Wired en la que escribe una interesante y amena página mensual)

"La tercera es una razón más personal y ligeramente ascética. Los multimedia interactivos dejan muy poco margen a la imaginación. Como una película de Hollywood, los multimedia narrativos incluyen representaciones tan específicas que la mente cada vez dispone de menos ocasiones para pensar. En cambio la palabra escrita suelta destellos de imágenes y evoca metáforas que adquieren significado a partir de la imaginación y de las propias experiencias del lector" (Op. cit. ; pp.24-25). [El remarcado es nuestro]

Permítaseme reconocerle a Negroponte una honestidad intelectual extraordinaria, porque considero que esta tercera razón es la más relevante para comprender el significado del libro, tal como tradicionalmente lo entendemos. Ya diversos estudiosos han puesto énfasis en el hecho de que sea nada menos que una de las grandes figuras de los multimedialistas el encargado de reconocer de que el libro, llamémosle tradicional, permite realmente el pensar, cosa que cada vez ocurre menos con los multimedias interactivos. Es bueno señalar que Negroponte comienza su libro citado diciéndonos: "No me gusta leer porque soy disléxico". Pero termina su introducción con el siguiente párrafo: "Cuando se lee una novela, gran parte del color, del sonido y del movimiento provienen de uno mismo. Pienso que se necesita el mismo tipo de contribución personal para sentir y entender como «ser digital» puede influir en

nuestra vida. Espero que se lea a usted mismo en este libro. Y que conste que esto lo dice alguien a quien no le gusta leer"

Desde que Giovanni Sartori, en 1997 publicara su "Homo videns", contamos con un análisis profundo de la sociedad teledirigida, donde se da una videocracia y donde existe el peligro, incluso oponiéndose a ello o más bien teniendo conciencia de sus graves implicancias negativas, de convertirnos en una generación digital, que Calvo-Platero y Calamandrei (citados por Sartori) la describen como una generación cuyo lenguaje "consiste en «hipertexto, compresión de datos, amplitud de banda y bites»" y que se encuentra muy a gusto "en el mundo virtual, en ese mundo tridimensional creado por un ordenador en el que te mueves llevando una máscara y guantes especiales" (Op. cit; p.59).

Trataremos de expresar lo medular del pensamiento de Sartori. Él parte de la precisión de que el hombre es un animal symbolicum, es decir que posee una capacidad simbólica que se despliega en el lenguaje, específicamente en el lenguaje de nuestra habla y es por ello que animal symbolicum significa animal loquax, animal parlante o locuaz. El lenguaje no es sólo instrumento del comunicar, sino también del pensar, donde el pensar no necesita del ver.

La gran ruptura entre el hombre symbolicum y el homo videns se produce a mediados del siglo XX, con la llegada de la televisión, a partir de cuyo momento el ver prevalece sobre el hablar. Para el televidente las cosas representadas en imágenes cuentan y pesan más que las cosas dichas con palabras. Pocas décadas después el progreso tecnológico nos ha sumergido en la era cibernética o de la multimedia, donde se logra no solo la unificación de la palabra, el sonido y las imágenes, sino que además nos introduce en la llamada realidad virtual, y que en palabras de Sartori "es una irrealidad que se ha creado con la imagen y que es realidad sólo en la pantalla. Lo virtual, las simulaciones amplían desmesuradamente las posibilidades de lo real; pero no son realidades" (Op. cit.;pp. 32-33)

¿Pero cuál es el mal o el peligro? Sartori señala que una de las consecuencias nefastas es que se está produciendo una metamorfosis en la naturaleza misma del homo sapiens, en la medida que la televisión "no es sólo instrumento de comunicación; es también, a la vez, paideia, un instrumento «antropogenético», un médium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano, el homo videns, caracterizado por responder casi exclusivamente a los estímulos audiovisuales y como consecuencia de ello insensible a los estímulos de la lectura y del saber transmitidos por la cultura escrita. El homo videns está perdiendo la capacidad de abstracción y por ende las capacidades de análisis, de crítica, de comprensión e incluso el de diferenciar entre lo verdadero y lo falso. En las propias palabras de Sartori: "el mundo en imágenes que nos ofrece el video-ver desactiva nuestra capacidad de abstracción y, con ella, nuestra capacidad de comprender los problemas y afrontarlos racionalmente".(Op. cit.; p. 127)

¿Podemos concluir que hemos involucionado del homo sapiens al homo videns?.La respuesta no es tan simple como una lectura ligera de Sartori podría hacernos concluir. Ya tendremos oportunidad de hablar más adelante acerca de la posibilidad que se abre de superar la disyuntiva «homo sapiens – homo videns» en un futuro «hombre integrado»

Frente a lo que no podemos cerrar los ojos es al hecho de que la televisión crea adicción y que, para cada vez más personas, se va convirtiendo, como dice Enrique Rojas, en casi su único y exclusivo alimento intelectual. Fernando G. Luccini, en su libro "Sueño, luego existo" (Madrid; Grupo Anaya S.A. 1996), nos proporciona algunos datos estadísticos muy significativos, como el hecho de que los niños pasan un tiempo promedio de entre 1000 y 1500 horas al año observando programas de televisión, frente a las 750 horas que están en el colegio. (Op. cit.; p. 43). Según el Informe Carnegie de los Estados Unidos, los programas de televisión, a los que tienen acceso los niños, poseen un promedio de entre 20 y 25 actos de violencia por hora (es decir aproximadamente un acto de violencia cada dos minutos). Al cumplir 18 años un estadounidense promedio ha visto quince mil horas de televisión, siendo esto muy de lejos al tiempo que pasó en las aulas escolares.

Lo más grave del rol de la televisión estriba en que, a nivel mundial, la televisión ha ido evolucionando de haber sido un medio escasamente educativo a una televisión (principalmente en los llamados canales comerciales o privados o de señal abierta) poco educativa e incluso ya marcadamente antieducativa, y, como diría el polígrafo peruano Marco Aurelio Denegri, un medio embrutecedor, lo cual no es un delito en ningún lugar del mundo y es por ello que puede desempeñar con plena libertad su papel nefasto. Ello explica cómo se ha llegado al punto francamente peligroso de la denominada «televisión basura», expresión que algunos especialistas consideran que es exagerada, aunque no dejan de reconocer que contiene mucho de basura, aunque nos señalan que un porcentaje de ella es reciclable. Problema relacionado íntimamente con esto, aunque sólo lo mencionaré de pasada, porque requeriría un análisis muy detenido, es el concerniente al porqué de esta evolución. Mario Vargas Llosa en un artículo que mereciera el premio Ortega y Gasset donde analiza la prensa sensacionalista británica, precisa, con mucha lucidez, que en el fondo de todo ese deterioro se encuentra "la banalización lúdica de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse, entretenerse, por encima de toda otra forma de conocimiento o quehacer". Ese olfatear la mugre ajena, de la cual nos habla Vargas Llosa, es la expresión de la frivolidad, reina y señora de la civilización posmoderna. Enrique Rojas (prestigioso psiquiatra) ha señalado que esa cultura posmoderna o light, como él prefiere llamarla, donde lo fundamental es la imagen, ha producido "un hombre escasamente culto, pasivo, entregado siempre a lo más fácil: apretar un botón y dejarse caer, porque todo se reduce a pasto para sus ojos" (Rojas, E. Op. cit.; Madrid: Ediciones Temas de Hoy; p.71)

2. LA ESCUELA Y EL HOMO VIDENS.

Señala Sartori que toda la educación se ha deteriorado por la torpe pedagogía en auge (la cual echa sus raíces a fines de la década del 60 del siglo XX) y que por esa razón se tiene que reaccionar con la escuela y en la escuela. "En la escuela los pobres niños se tienen que «divertir». Pero de este modo no se les enseña ni siquiera a escribir y la lectura se va quedando cada vez más al margen. Y así, la escuela consolida al vídeo-niño en lugar de darle una alternativa". (Op. cit.; pp.150-151)

¿Qué es lo que realmente ha pasado con la escuela en estos últimos cincuenta años? Hoy hay casi total unanimidad con relación a que la realidad exige una nueva educación. Los estudiantes de todos los niveles y a nivel planetario, (por lo menos dentro del mundo occidental o de fuerte influencia occidental) viven dentro de un mundo multimediático, donde la imagen es el valor fundamental y por lo tanto el ser tiene sentido en la medida que es visible al ojo humano. Sartori utilizando una expresión latina sintetiza esta peculiaridad: "Non vidi, ergo non est".

Se está hablando mucho del postmodernismo, del pospensamiento. ¿Qué es lo que se quiere decir? Centrémonos en la evolución de la escuela en los últimos cincuenta años y para ello nos guiaremos de un libro que considero que da muchas luces al respecto. Me estoy refiriendo al libro "La escuela zapping" de Ignacio Massun, libro que puede ser conseguido en bits, porque es un libro que se encuentra en la red. Se le puede consultar en http://www.metodos.com.ar/docente/zapping.html). También se le puede consultar en el formato «tradicional». En esta obra nos encontramos con un llamativo y lúcido análisis de la escuela tradicional (Massun la denomina "La escuela de nuestros abuelos"), la Escuela Nueva o Escuela Activa y la Escuela Zapping.

La escuela tradicional ,a pesar de sus innumerables defectos, (docentecentrista, repetitiva, memorística, pasividad del estudiante, etc.) tuvo valores que en estos últimos tiempos se están revalorizando. No hay que olvidar, como bien nos lo recuerda Massun, que esta escuela "formó generaciones de lectores apasionados por la cultura, y es la base sobre la que se organizó el conocimiento y la ciencia durante un largo período, así que, desde ya, no podemos prejuzgarla con ligereza".. Con relación al libro, que es nuestro tema, dentro de la escuela tradicional tenía un sitial muy importante. Como la educación estaba basada fundamentalmente, aunque no exclusivamente, en contenidos y estos estaban fuertemente estructurados en "Programas", que eran uniformes para todo el país, independientemente de sus diversas realidades socioeconómicas y culturales, era vital el libro de texto uniforme, obligatorio, de autores conocidísimos y que perduraban por décadas. De esto se desprendía que la lectura era obligatoria, no sólo del texto, sino también de obras literarias. Esto último señalado por Massun, independientemente de la distancia tempo – espacial, (Massun es un profesor argentino y quien escribe este trabajo es un profesor peruano) ha servido para traerme el recuerdo, muy grato por supuesto, de un curso que se impartía en quinto de secundaria (en Lima-Perú), que era Lecturas Literarias, consistente en una visión panorámica de la literatura universal a través del tiempo y de los diversos géneros y lo que es importante, a través de lecturas pequeñas, pero muy bien seleccionadas, de textos de las mejores obras de todos los tiempos. Si mal no recuerdo, el texto que utilicé como alumno de la secundaria fue el escrito nada menos que por Jorge Puccinelli, un profesor de la Universidad de San Marcos que llegó tener una trayectoria intelectual de altísimo nivel académico. Este aspecto de los autores conocidísimos, señalado por Massun, es algo en lo que otros pedagogos no habían reparado o por lo menos no habían enfatizado. Recuerdo, por ejemplo, que en el curso de Filosofía y Lógica, también del quinto de secundaria, el profesor del curso, que era a la vez profesor asistente de Metafísica en San Marcos, nos hizo utilizar dos textos escolares (obligatorios), escritos nada menos que por intelectuales de gran valía: Francisco Miró Quesada, Augusto Salazar Bondy (autores del texto en dos tomos de formato pequeño) y el de Walter Peñaloza.

Considero que en la época previa a 1968 ya se estaba dando un viraje dentro de la escuela tradicional, porque los años que tuve como estudiante de primaria y secundaria (1952-1961) ya no coinciden exactamente con lo que después, como estudiante de la Facultad de Educación de San Marcos, leería en los libros como las características de la escuela tradicional, desde la óptica de los pedagogos de la llamada Escuela Nueva o Activa, ya en boga durante mis años de estudiante universitario. Solamente mencionaré algunos datos que pueden mostrar como se fue generando el cambio previo a 1968. Por ejemplo ya no se exigía el memorismo rutinario. Las clases trataban de ser dinámicas (no digo que lo fueran totalmente). Un profesor de matemática, autor de un conocidísimo texto aquí en el Perú (Rubén Romero Méndez) ya incursionaba en la utilización del método lúdico. Las clases de ciencias, llámese Biología o Física y Química, trataban de hacerse participativas y prácticas. Se contaba, por lo menos en Lima, con colegios que poseían bibliotecas más o menos bien implementadas y laboratorios. Había, es cierto, una educción secundaria común o simplemente académica, pero paralelamente, y en el mismo centro educativo, se impartía una secundaria comercial y otra industrial. Todo esto requiere de un análisis que escapa la temática del presente trabajo, pero que amerita un análisis detenido dentro del proceso de transición hacia la escuela nueva. (Dos buenos estudios sobre la historia de la educación peruana son los de Kenneth Delgado "La educación peruana en los siglos XIX y XX" y el de Enrique González Carre y Virgilio Galdo Gutiérrez "Historia de la educación en el Perú")

La Escuela Nueva, que Massun la estudia bajo el título de "El «Boom» pedagógico de los 70", constituye una de las etapas más fecundas en el campo pedagógico. Claro que coincide, en Sudamérica, con una etapa de gobiernos dictatoriales, pero que en el caso peruano era la continuación de un largo proceso de dictaduras militares y civiles. Incluso los grandes cambios que se operan en el mundo a raíz del 68 francés, coinciden en el Perú con la dictadura militar conocida como el Docenio Militar (1968-1980) de los generales Juan Velasco A. y Francisco Morales Bermúdez C., que, paradójicamente, constituye una de las etapas más importantes dentro del campo educativo, porque se opera la llamada "Reforma Educativa", como consecuencia de la obra de una comisión presidida por el filósofo peruano Augusto Salazar Bondy e integrada por personalidades de gran talla intelectual en el campo educativo, para citar sólo dos nombres: Walter Peñaloza Ramella y Emilio Barrantes. Fruto del trabajo de esta comisión fue la nueva estructura del sistema educativo peruano (1972). Sin embargo, los cambios políticos que se operan dentro de la etapa del docenio militar al ser relevado Velasco Alvarado y reemplazado por Morales Bermúdez, se van a reflejar también en un viraje en el campo de las reformas que se habían emprendido en el campo de la educación, lo que se va a ver claramente expresado a partir de 1977 con los "Lineamientos de la Política Educativa Nacional". Lo que comenzó como una esperanzadora posibilidad de una verdadera modernización en el campo educativo, fue convirtiéndose, tanto por la lentitud del proceso de conversión como por la marchas y contramarchas en materia de los cambios, en un caos donde llegaron a convivir cuatro programaciones: programa tradicional, programa actualizado, programa adaptado y programa reformado.

Los cambios que se operan en la década del 70 en materia educativa constituyen una verdadera revolución copernicana porque el docente deja de ser el centro del quehacer educativo y su lugar pasa a ser ocupado por el alumno; asimismo se intenta el tránsito del profesor "explicador" y "dictador" con un estudiante pasivo, fundamentalmente receptivo, al docente "facilitador " con un estudiante activo, porque se toma conciencia que el verdadero aprendizaje es el autoaprendizaje, que realmente la única verdadera forma de aprender es "interactuando de manera dinámica y creativa con la realidad" (Massun, Ignacio. Op.cit.) El citado autor nos dice: "Si tuviera que sintetizar en una frase la esencia de esta nueva escuela diría que en ella «aprender es aprender a aprender» Lo que ahora importa es desarrollar en los niños y jóvenes sus capacidades de análisis, deducción, imaginación y creatividad, todo ello siempre teniendo en cuenta que es imprescindible motivar al alumno para que el aprendizaje sea una libre autoexigencia y de esta manera algo placentero. Y es a partir de ese momento que, según el análisis del profesor Massun, se da inicio a la utilización de las llamadas técnicas audiovisuales: diapositivas, transparencias, discos, y al poco tiempo películas, televisión, vídeos, etc. También se entra al campo de la investigación, de la experimentación, pero realizada con y por los estudiantes y de preferencia en grupos.(dinámica de grupos).La escuela nueva propicia el desarrollo del pensamiento divergente, porque ya se sabe que dicho pensamiento hace posible la creatividad.

El libro en la Escuela Nueva cede su puesto señorial que había tenido en la Escuela Tradicional, a la "Guía de Estudio", que nace concebida como un material que se pone al alcance no solo del estudiante, sino también del docente, y donde se indicaban las actividades para desarrollar los temas de la asignatura. (Dinámicas de grupo, tareas de investigación, ejercicios, cuestionarios, etc.). Pero, como reconoce Massun, justamente en esa sencillez, practicidad, en ese facilitarle al docente su labor se encontraba su peor limitación, porque "esclavizaban al docente" (son las palabras de Massun), aunque considero que refleja mejor la realidad el decir que terminó encasillando al docente al convertirse la Guía en un material paradigmático. Sin embargo, hay que reconocer que su gran mérito consistió en el haber permitido que los docentes fueran capaces de transitar de la etapa tradicional a la activa, adecuadamente informados y guiados en el aspecto técnico pedagógico. Pero como la Guía era eminentemente práctica, el docente tenía la presión no sólo de la Guía misma, sino también de los padres de familia que exigían que ella se desarrollara en su integridad. La Guía se había convertido en una mordaza y paradójicamente terminó por convertir al docente en un fiel servidor del libro-guía. Habíase vuelto a una especie del libro como un magíster dixit medieval.

Otro aspecto digno de destacar es que durante la etapa de la Escuela Activa si bien se trata de que la lectura sea asumida como una actividad placentera, el libro termina por convertirse en optativo (se refiere a su adquisición por parte de los estudiantes) y esta decisión se explica no por cuestiones pedagógicas sino principalmente económicas, debido a la masificación de la educación. Algo más, el texto único cede su lugar a la diversidad de textos (por lo menos en teoría), lo cual se refleja en la gran cantidad de autores que comienzan a publicar textos escolares y ello se va a reflejar también en la diversidad de calidad de los mismos, justamente por ya no ser solo los prestigiosos autores los que colocan en el mercado sus libros escolares. Se ganó en diversidad pero a expensas de resentirse la calidad, en términos generales.

¿Pero, qué ocurre con el libro en la tercera fase de la escuela, en la escuela zapping?. Tratemos de precisar lo que es la cultura y la escuela zapping, como prefiere denominarla Massun, aunque se han propuesto otros nombres, tales como light, posmodernismo, posindustrial, era psicológica, etc. Enrique Rojas, médico psiquiatra y profesor universitario en Madrid, especializado en temas como la ansiedad y la depresión, fue publicando, entre 1987 y 1992 diversos artículos que luego fueron reunidos y publicados en octubre de 1992 bajo el título "El hombre light. Una vida sin valores". En ella podemos encontrar, a manera de radiografía, lo que es la sociedad y la cultura light, propia de "sociedad opulenta del bienestar en occidente" del la cual emerge el hombre light, "un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo" (Rojas, E. Op. cit.; Madrid: Ediciones Temas de Hoy; p.13). De todo ello emerge el hombre cool, representado por el telespectador que con el control remoto pasa de un canal a otro buscando no se sabe bien qué o por el sujeto que dedica el fin de semana a la lectura de periódicos y revistas, sin tiempo casi –o sin capacidad- para otras ocupaciones más interesantes. Como dice Jean François Revel, según lo refiere Rojas, "nunca ha sido tan abundante y prolija la información y nunca, sin embargo, ha habido tanta ignorancia" (Op. cit.; p. 20). Hans Magnus dice que estamos ante la «mediocridad de un nuevo analfabetismo». El hombre light no posee el mínimo interés por lo cultural, su regla de oro es la superficialidad y posee una capacidad para escapar de cualquier intento de entrar a conversar sobre temas culturales, recurriendo de inmediato a su trivialización. Massun señala las siguientes características del mundo zapping:

"1) …el hombre es un ser pasivo. Si no se lo estimula cae en el aburrimiento o la parálisis. ¿Alguna generación tuvo más facilidad para aburrirse que los jóvenes de hoy?

"2) Los estímulos llegan a los sentidos de manera confusa, aparentemente no hay mensaje. El videoclip es prácticamente incomprensible. Está en un idioma extranjero o contiene imágenes simbólicas de imposible comprensión. No hay mensaje, solo estímulo…

"3) Sin embargo, bajo esa apariencia de carencia de mensaje, suele esconderse un mensaje subliminal. La comunicación subliminal fue descubierta hace más de 50 años, cuando se comprobó que colocando en una cinta cinematográfica un fotograma cada 10 segundos con publicidad de una gaseosa se duplicaban las ventas de la misma a la salida del cine, aún cuando los espectadores no habían percibido su existencia….. los videoclips y el mundo de las discotecas están cargados de un mensaje que los jóvenes perciben y adoptan con total naturalidad. Si tuviera que resumirlo en menos de diez palabras diría «No hay futuro, solo existe el placer ahora»

"4) desde esta óptica nada vale la pena. No existe nada que justifique el esfuerzo, el deseo de conocer, el construir, inventar o desarrollar ideas".

¿Cuál es el rol de la escuela en esta etapa posmodernista? Empecemos señalando que la escuela en sí misma entra en franca contradicción con el mundo light. O bien se convierte, según palabras de Massun, "en un faro que ilumine un camino diferente, en una roca que resista los embates del fuerte oleaje zapping, o se deja arrastrar por ese nuevo mundo. Lamentablemente muchas veces la escuela opta por el segundo camino y tenemos entonces la escuela zapping". En ella se confunde la democracia, el vivir en libertad, con el facilismo. Se tiende a identificar disciplina, principio de autoridad, con autoritarismo. Se confunde libertad con anarquía o facilismo, diálogo con pérdida del rol docente, comprensión de los problemas del alumno con permisivismo. Se ha llegado al extremo de considerar que el régimen de amonestaciones debe ser reemplazado por un sistema "dialogado" entre el docente y el alumno. Los docentes que exigían estudio y respeto comenzaron a ser estigmatizados: lo menos que se decía y aún se dice de ellos es que están desfasados, que no están con la modernidad (realmente posmodernidad). Lo anteriormente expresado, nos dice Massun, no quiere decir que el diálogo entre docentes y alumnos no sea valioso. Lo negativo de dicha posición radica en el hecho de que en la escuela zapping el docente pierde su rol y pasa a formar, con los alumnos, un «grupo de pares». Carlos Ball, director de la agencia de prensa AIPE y académico asociado del Cato Institute. Refiriéndose a la educación pública estadounidense nos dice: "Ese mal ambiente burocrático ha contagiado las escuelas públicas, donde cada día nuestros niños reciben más adoctrinamiento sobre lo que es políticamente correcto y menos educación básica en lectura, escritura, matemáticas y ciencias. Y de disciplina, ni hablar. Los maestros no se atreven a imponer disciplina ni respeto en la clase, como tampoco a ser exigentes con los jóvenes, para lograr que hagan el máximo esfuerzo posible en prepararse para la vida y para aportar a la sociedad. La nueva función del maestro en las escuelas del gobierno es manejar una especie de gran estacionamiento de jóvenes, donde estos se sientan a gusto, manteniéndolos más o menos supervisados y fuera de peligro durante la jornada laboral de sus padres".

Haciendo un balance entre los tres tipos de escuelas, Massun nos dice: "Aprender, en la Escuela Tradicional era repetir de memoria. En la Escuela Nueva se buscaba que el alumno aprendiera a aprender. En la Escuela Zapping el alumno simplemente «no aprende» y es por ello que hoy, más que nunca, se escucha entre profesores y padres de familia, algo que se va convirtiendo en una letanía: «Los alumnos saben cada vez menos». Nuevamente citando a Carlos Ball, con relación a la ineficiencia del sistema educativo público estadounidense, encontramos lo siguiente: "El fracaso de la educación del gobierno fue documentado por la revista The Economist (1 de abril de 2000, p. 17) de la siguiente manera: mientras un niño americano promedio, de 10 años (4° grado), califica por encima de niños de otros 20 países en matemáticas, para cuando llega al último año de bachillerato está por detrás del 95% de los jóvenes de otros países. Esto comprueba que mientras más tiempo está expuesto el joven a una escuela pública, peor le va.

Frente a todo ello es vital hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que ha ocurrido en el tránsito de la escuela tradicional a la escuela activa y de ella a la escuela zapping? Estamos hablando de casi medio siglo de experiencias en el campo educativo.

Hoy podemos ver con más claridad lo que ha pasado. Siempre siguiendo el análisis de Massun, es necesario tomar conciencia de las consecuencias negativas de lo que significó la pérdida de un relevo generacional. Es un hecho incontrovertible que los alumnos de la Escuela Nueva venían de años de Escuela Tradicional, lo que implicaba relativos sólidos conocimientos aprendidos de memoria, poco incorporados, es cierto, pero innegablemente latentes. La Escuela Nueva pudo, por lo tanto, trabajar sobre estos contenidos para lograr que los alumnos lo hicieran propios. Los estudiantes de la actualidad ya no han pasado por ninguna experiencia parecida a la Escuela Tradicional. Como el recurso a la memoria fue satanizado, porque se le confundió con el memorismo rutinario, el estudiante de hoy tiene un pobrísimo bagaje cultural y los docentes suelen autoengañarse con la aplicación de técnicas «movilizadoras», que en la práctica no dan resultado porque se intentan llevar a cabo con estudiantes que carecen de la más mínima base de conocimientos como para aplicarlas. Las tan promocionadas y glorificadas dinámica de grupos se suelen convertir en una gran "puesta en común de la ignorancia". Es moneda corriente que los docentes intenten debates sobre algún tema sobre los cuales los estudiantes no saben nada y, lo que es más grave, sobre lo que los propios docentes conocen muy poco. ¿Tiene algún sentido "practicar una dinámica de grupos entre personas que no tienen los contenidos mínimos indispensables"?

En un libro relativamente reciente, "Enseñanza y aprendizaje de la historia" de Henry Pluckrose (cuya primera edición en inglés es de 1991), leemos: "Tras un período de varias semanas en que estudió la aviación, David, de 6 años de edad, observó: «Mi abuela nació en 1903. Ese fue el año en que volaron por vez primera los hermanos Wright. Mi abuela vive todavía. Ha conocido todos los progresos de la aviación desde los Wright al Concorde". (Pluckrose, Henry; Op. cit; Madrid: Ediciones Morata, S.L.1993; p. 38). Mi experiencia como docente de ya larga trayectoria me permite concluir, casi sin temor a equivocarme, que si el niño David, de apenas 6 años no es un genio, ese caso (al igual que otros que aparecen en el libro) no se condicen con la realidad. Paréceme exagerado, por decir lo menos, que se nos pretenda hacer creer que un niño de 6 años «investigó» acerca de la aviación durante varias semanas. Claro que en la Escuela Zapping la investigación como método de estudio se ha puesto de moda, porque cree el docente que es una de las formas para que el propio estudiante autoaprenda. Lo que ha ocurrido es que el concepto de investigación se ha devaluado, se ha trivializado y se cree que un niño está investigando cuando lee, eso en el mejor de los casos (no es raro que los padres sean los que busquen la información) unos cuantos datos sobre un tema, y, cuando ya el estudiante es joven, cuando hacemos que recurra a internet a buscar información y a lo que se limita el joven es a "bajar" información y luego presentarla sin haber leído una sola línea. Claro que se me objetará, y con toda razón, que va a depender del docente el saber plantear adecuadamente un tema a investigar, para que no se produzca el simple download. Pero ello va a implicar que el joven lea, independientemente de cual sea el soporte del texto a leer (átomos o bits) y allí nos encontramos con la esencia del problema: los niños y los jóvenes no han creado el hábito de la lectura, no se ha logrado el objetivo de la Escuela Activa de la lectura placentera, que es la verdadera lectura, porque, como es fácil comprender, la lectura obligatoria, ya escolar, universitaria o profesional, no constituye la verdadera lectura Martha Hildebrandt en una entrevista que le hizo El Comercio de Lima (Domingo 27 de abril del 2002, sección C, p. 15), con su claridad y precisión conceptual que la caracterizan, respondiendo al comentario del entrevistador acerca de aquellos que ven la lectura como un trabajo, dice: "Exacto. Es gente que no lee por placer sino solo cuando tiene exámenes. Entonces asocian la lectura a la obligación. Algo que quita tiempo para verdaderamente distraerse. Y esa es la diferencia entre un lector y un no lector. El primero se desvive para encontrar una hora para leer, el segundo se desvive para otros placeres, como el cine, por ejemplo. De lo que se trata es de hacer de la lectura un placer". Y, de inmediato, frente a la pregunta: ¿Considera que eso podría lograrse en la escuela?. Hildebrandt contesta: "No, desgraciadamente. Eso se da en el hogar. Y digo desgraciadamente porque son muy pocos los hogares en los que un niño puede ver a sus padres leer por placer, quizás en la noche en la cama, por lo menos un periódico o una revista, incluso frívola. Si el niño ve que la gente goza y se ríe leyendo algo que él no sabe qué es, va a sentir curiosidad y a saber que es algo rico que él también quiere tener. Pero si nunca los ve coger un libro, y en la escuela la lectura se asocia con deberes e imposiciones, entonces nunca será un placer".

Es innegable que los docentes que toman con seriedad su función, se encuentran hoy más que nunca entre Escila y Caribdis, porque es muy fuerte la concepción pedagógica que señala que a los estudiantes "solo hay que hablarles de los temas que ellos están viviendo todos los días", es decir a los "temas de la vida diaria", a semejanza de lo que hace la radio y básicamente la televisión. Si en la Escuela Tradicional se enseñaba lo que el profesor establecía (y la directivas venían de instancias superiores), en la Escuela Nueva o Activa el estudiante aprendía todo aquello para lo cual había sido debidamente motivado, en la Escuela Zapping se debe enseñar lo que el estudiante quiere aprender. Ello es lo que ha conducido al facilismo. Al estudiante no se le debe exigir (ello sería señal de autoritarismo, de tradicionalismo). Y como el estudiante lo sabe, opta por la ley del menor esfuerzo. Como de todas maneras va a conseguir ir avanzando, pasar de un grado a otro, de un nivel a otro, cada vez el esfuerzo será menor, hasta volverse casi inexistente. Ese facilismo es en parte heredero de la distorsión de la teoría del interés: El niño y el joven aprenderá mejor aquello en que más se interesa. Esto que es algo indubitable, si embargo encierra aspectos espinosos, como por ejemplo la existencia de intereses deseables y no deseables. La educación basada en la teoría del interés cayó en el extremo de que, como escribe James Binney, en "Doctrina del Interés" (En:" La inteligencia, el interés y la actitud". Madrid: Ed. Paidós, 1965; pp. 51-57): "Muchos alumnos han llegado a creer que es deber del maestro interesarlos a toda costa". Lo que esta teoría del interés no consideraba era el hecho de que, en una clase cualesquiera, hay unos pocos estudiantes que no pueden llegar a ser interesados en un tema determinado. La doctrina del interés sufrió tal deformación que se confundió el interés con el entretenimiento. De allí al facilismo y al permisivismo había un paso. No tengo interés en estudiar biología, no me interesa estudiar la célula, tampoco sobre la revolución francesa. Deseo saber sobre la historia de los mundiales de fútbol. Bueno, por lo menos algo le interesa. Massun, refiriéndose a una encuesta realizada por Eliseo Verón, cuenta que un docente se lamentaba que los alumnos ya no leen el Quijote pero se consolaba diciendo que por lo menos leen Mafalda.

Los docentes, conscientes de todos estos males, tratan de buscar soluciones creativas para que, por lo menos, algo se logre adecuadamente. Es por ello que el sociólogo Eliseo Verón habla del "Porlomenismo", "una forma de resignación que consiste en reconfortarse viendo lo que aún se ha podido salvar". Lo rescatable de todo esto es que todavía existe una reserva docente valiosa que es consciente de los males que aquejan al sistema educativo y a la sociedad en general, aunque, y aquí radica el gravísimo peligro, nadie quiere ser «el malo de la película», o termina por cansarse de serlo, y cae en el facilismo, en la permisividad. Sin embargo se ha tomado ya conciencia de que las cosas van por mal camino, aunque a la vez se es consciente que fenómeno es sumamente complejo y exige un cambio cualitativo muy grande a nivel de sociedad y cultura.

El libro, el texto escolar, en la Escuela Zapping tiende a desaparecer. Es cierto que existe el llamado libro zapping, lleno de estímulos visuales, de muchas fotos y dibujos y obviamente de muy poco texto de lectura e incluso en esto último aparecen las negritas, los subrayados, las letras de colores diferentes, los diferentes tipos de letras. Es decir, todo ya digerido. El "lector" ya no tiene que pensar. Pero incluso este libro light no concordaba plenamente con la sociedad y la cultura light. Un libro por más light que sea puede "generar la perversa tentación de pensar". Por eso es que la escuela zapping evoluciona a la escuela sin libros. En muchos países ese paso comenzó con la prohibición, hecha a los docentes, de recomendar texto alguno, aparentemente porque de esa manera no se excluía a nadie del acceso a la educación, que por haberse masificado, llegaba a todos los sectores socioeconómicos de un país. Como el poder adquisitivo del mayor porcentaje de familias era y es sumamente bajo, la solución se dio prohibiendo el recomendar libros y con ello surgió una cultura del no-uso del libro en la escuela. Los docentes posmodernistas de la Escuela Zapping consideran que ello es un gran avance, porque se pretende hacer creer que el libro es sustituido por una diversidad de fuentes, tales como diarios, revistas, libros de la biblioteca, etc. Lo que no quiere darse cuenta el docente es que una cosa buena puede ser esa diversidad de fuente, pero que ello no entra en contradicción con un libro que organice su saber y le dé una base donde estudiar. La Escuela Zapping es la escuela de la fotocopia, pero no de textos adecuadamente seleccionados o preparados con mucha dedicación por el docente, (los cuales sí son valiosos, porque constituyen el fruto de una adecuada consulta bibliográfica, hemerográfica e incluso, en estos últimos tiempos, de consulta en internet, que los que la utilizamos sabemos que exige mucho tiempo y un gran criterio selectivo para aprovechar lo que la red brinda de calidad, que es de una variedad muy grande), sino el «coser» o «ensamblar» párrafos en una forma que resulta generalmente inconexa, desgajada de su contexto más amplio. Aunque el tema es bastante complejo, debemos señalar que la fotocopia es un competidor desleal del libro, sobre todo la fotocopia que pretende sustituir al libro. En libros franceses es bastante común leer: "La fotocopia mata el libro"

El libro también se resintió en la escuela cuando se pasó de la lectura obligatoria, propia de la escuela tradicional, a la lectura libre, motivada, hedónica. La escuela nueva en uno de sus más crasos errores, según Massun, planteó la opción de hierro: "lectura obligatoria o lectura por placer". Aquí también se dio ese relevo generacional comentando ya anteriormente. Un cosa era trabajar con estudiantes que habían leído en forma obligatoria, lo cual no siempre era displacentero como se suele pensar, porque ese carácter obligatorio no era en esencia de una coerción que violentara intereses; y otra cosa muy diferente sería trabajar con aquellos que no habían practicado la lectura.

Como lúcidamente precisa Massun, la pretendida lectura no obligatoria, es decir la supuesta lectura basada solo en el propio interés del estudiante, no se hizo realidad, porque es como pretender que alguien aprenda música saltándose la parte supuestamente «tediosa» y «esforzada» de las prácticas que llevan a adquirir el dominio de la técnica. Nadie puede interpretar una sinfonía sin una práctica constante, que exige un gran esfuerzo y demanda un larguísimo período de prácticas. Quienes extrapolando teorías psicológicas consideraron que se podía acceder a la verdadera lectura basado en el interés innato o fácilmente adquirido, cometieron un grave error que llevó a la no lectura o a la lectura fácil: cuanto más ilustraciones, fotos y menos texto, mejor. Era la aparición del antilibro en manos no de niños de 6 a 8 años de edad, (donde el libro prolijamente ilustrado es una virtud, porque cumple la función de atraer la atención) sino en manos de jóvenes que han crecido en una supuesta lectura libre, placentera, pero que tampoco le encuentra placer a la lectura, porque no han sido preparados para ella y por esa razón se arriba al contrasentido de considerar que el mejor libro es el que menos hojas tiene.

 

3. EVOLUCIÓN DE LOS SOPORTES DE LA ESCRITURA

En este capítulo pretendemos dar un vistazo panorámico, muy esquemático por supuesto, sobre la evolución de los diversos materiales que han servido, a lo largo de la historia, de soporte a la escritura. Ello nos acerca un tanto a la historia del libro, sobre la cual existen excelentes investigaciones. No debería dejar de leerse, a pesar de sus años, la obra clásica del danés Svend Dahl "Historia del libro", que nos brinda una brillante y amena historia del libro hasta mediados del siglo XX.

En la introducción del importantísimo libro colectivo "Historia de la lectura en el mundo occidental",cuyos coordinadores son los especialistas Guglielmo Cavallo y Roger Chartier, los cuales son, asimismo, los autores de la introducción, se rebate aquella posición que señala que el texto existe en sí, separado de toda materialidad. Al respecto los citados especialistas nos dicen: "…no hay texto alguno fuera del soporte que permite leerle (o escucharle). Los autores no escriben libros; no, escriben textos que se transforman en objetos escritos –manuscritos, grabados, impresos y, hoy, informatizados- manejados de diversa manera por unos lectores de carne y hueso cuyas maneras de leer varían con arreglo a los tiempos, los lugares y los ámbitos". El libro citado está disponible en átomos (Editorial Taurus) y en bits ()

Hagamos un esquemático análisis del proceso de evolución de la escritura y sus soportes. La historia de la humanidad tiene una larguísima etapa oral , es decir anterior a la escritura, pero en un determinado momento, hace aproximadamente un poco más de 5000 años, en la zona de la Creciente Fértil Media Luna, aparece la escritura, específicamente en Súmer. Como dice Samuel N. Kramer en su obra "La cuna de la civilización" (Madrid: Novograph S.A. 1980): "La invención de la escritura, más que cualquier otro logro, llevó el lustre de la civilización a las vidas de los hombres. El dar este paso gigantesco hace más de 5000 años posibilitó el conservar pensamientos y experiencias y el transmitir a generaciones futuras sabiduría arduamente conquistada, dos procesos esenciales para el mantenimiento de una sociedad compleja…" (Op. cit.; p. 129)

La escritura no solo implica, desde su aparición, signos (pictografías, ideogramas, etc) sino también un material sobre el cual se materializan dichos signos. Sabemos, por la enorme cantidad de tabletas que nos quedan de la región mesopotámica, que el material utilizado fue básicamente la arcilla, aunque también utilizaron metal y piedra. Con relación a este último material nos viene de inmediato al recuerdo la "Roca de Behistún" (en las montañas de Zagros, en Irán noroccidental) y la muy famosa "Piedra de Roseta". El papiro es otro de los materiales que durante un periodo bastante extenso de la historia humana sirvió como soporte escritural y que constituye conjuntamente con la escritura egipcia antigua una de aquellas creaciones trascendentes de la historia de la humanidad.

¿Y qué sabemos de los «libros de aquella época? La educación sumeria ha sido muy bien estudiada. Hartmut Schmökel nos dice que se han hallados "textos escolares" de las épocas más tempranas en Fara-Shuruppak, Uruk, Nippur y otros lugares. El estudiante era, al parecer, denominado "hijo de la casa de las tablillas" (el profesor era el padre). Claro que esos "textos escolares" era como los cuadernos de apuntes donde los estudiantes realizaban sus tareas. Pero poco a poco se fue pasando de inscripciones brevísimas (las tabletas pequeñas medían 4 x 2,5–3 cm o 4 x 4 cm y las más grandes 11 x 10,5 cm) a textos más extensos, ya no solo de carácter religioso o político-administrativo, sino históricos.(Schmökl, Hartmut "El país de los súmeros" El redescubrimiento de la primera alta cultura de la humanidad";Buenos Aires: EUDEBA, 1965; pp. 152-153). Las tabletas de arcilla (hojas del libro sumerio) se guardaban, según nos los relata Georges Contenau en su libro "La vida cotidiana en Babilonia y Asiria" (Barcelona: Editorial Mateu, 1962) en estantes, dispuestas una sobre otra, y en el canto se escribían las primera palabras de la obra, que de este modo se intitulaba como las encíclicas pontificales, con las palabras con que principia el texto. No podemos dejar de señalar, que es también en esta región mesopotámica donde encontramos ya una biblioteca, la famosa biblioteca de Asurbanipal, en Nínive. (Esta biblioteca, transportada a Londres, constituye hoy la gloria del Museo Británico). Siempre siguiendo a Contenau diremos que en la época de Asurbanipal, como en nuestros días, había gente con propensión a formar su biblioteca en detrimento de las ajenas; para protegerse contra esta plaga peligrosísima se ponían los libros bajo la protección de los dioses. Ciertas tabletas, anteriores a la época sargónida, llevan una maldición contra quienes maltratasen los libros, no los dejasen en su estante, o se los apropiasen. (Op. cit.; pp. 195-196) La bibliocleptomanía, de la cual nos habla Alberto Manguel en uno de los capítulos de su obra "Una historia de la lectura", tiene pues larga data.

Me he detenido un tanto en los orígenes de la escritura y de los primeros textos que pueden ser considerados como libros, porque a veces no se tiene un adecuado conocimiento y una adecuada valorización del inicio de una de las más grandes hazañas del género humano y lo de revolucionario que implicó que el pensamiento y las fugaces palabras pudieran perennizarse, eternizarse a través de su plasmación gráfico-simbólica.

Los egipcios, con su escritura que tuvo tres tipos (jeroglífica, hierática y demótica), dispusieron del papiro, muy superior a las tabletas de arcilla de los mesopotámicos. Como nos lo recuerda Martin Walker en su obra "Los egipcios" (Madrid: Edimat Libros S.A., 1998) la palabra papiro dio origen a la palabra inglesa paper y a la francesa papier. Walker nos describe la técnica de la fabricación de la hoja que iba a ser utilizada para la escritura, utilizando los tallos del papiro (cyperus papyrus).El tamaño de las hojas era variado. En cuanto su ancho oscilaba entre 50 y 170 cm, siendo esta última la medida más frecuente. La longitud de los papiros también era muy variable. El Papiro Harris (Museo Británico), que es el de mayor tamaño, alcanza una longitud de cuatro metros. La fabricación del papiro era muy costosa, razón por la cual se utilizaron otros materiales para escribir, tales como trozos de cerámica, que son conocidos con el nombre de «ostraka» (Sobre el papiro puede consultarse "La fabricación del papiro",en http://rt000qzn.eresmas.net/vida/papiro/papiro.html)

Si quisiéramos una aproximación a los «libros» mesopotámicos y egipcios, es decir el leer lo que esos pueblos escribieron, podemos consultar:

* Pritchard, James B (compilador) "La sabiduría del antiguo oriente" (Barcelona: Ediciones Garriga S.A. 1966)

*Gaster, Theodore H. "Los más antiguos cuentos de la humanidad" (Buenos Aires: Librería Hachette S.A.,1956)

*"Cantos y Cuentos del Antiguo Egipto" (Madrid: Revista de Occidente, 1944). Con una nota sobre el alma egipcia escrita por don José Ortega y Gasset.

*"Narraciones y cánticos del antiguo Egipto" (Buenos Aires: Editorial Simientes, 1978

Acerquémonos ahora al mundo greco-romano. Tratemos de captar el momento en el cual hace su reaparición, en el mundo griego, un nuevo tipo de escritura, esta vez por influencia de los fenicios y que hará posible la gran revolución del pensamiento del mundo occidental. Jean-Pierre Vernant en su libro "Los orígenes del pensamiento griego" (Buenos Aires: EUDEBA, 1965) ha señalado que si queremos levantar el acta de nacimiento de la Razón griega, seguir el camino por donde ella ha podido desprenderse de una mentalidad religiosa, debemos fijarnos en el gran viraje que se produjo entre los siglo VIII al VII, momento en el cual triunfa el estilo orientalizante, se sienta las bases de la polis y, asegura, mediante esta laicización del pensamiento, el advenimiento de la filosofía. La monarquía micénica, centrada en el palacio, regimenta la vida económica, social y política y ello en torno al empleo de la escritura y la constitución de archivos. Nos dice Vernant: "Son los escribas cretenses, pasados al servicio de las dinastías micénicas, quienes, transformando la escritura lineal usada en el palacio de Cnosos (lineal A) a fin de adaptarla al dialecto de los nuevos señores (lineal B), les han aportado los medios administrativos propios de la economía palatina" (Vernant, Jean-Pierre; Op. cit., p.26). Esta escritura era hecha en tablillas. Sin embargo todo será trastocado cuando se produce la invasión doria, que rompe los vínculos de Grecia con el oriente, convirtiéndola en una civilización básicamente agrícola.. La escritura misma desaparece. Pero, cuando esta sea redescubierta, a fines del siglo IX, "tomándola esta vez de los fenicios, no será solo una escritura de otro tipo, fonética, sino producto de una civilización radicalmente distinta: no la especialidad de una clase, los escribas, sino el elemento de una cultura común. Su significación social y psicológica se habrá transformado –podríamos decir invertido- la escritura ya no tendrá por objeto la creación de archivos para uso del rey en el secreto de un palacio, sino que responderá en adelante a una función de publicidad; va a permitir divulgar, colocar por igual ante los ojos de todos, los diversos aspectos de la vida social y política" (Vernant, Jean-Pierre; Op. cit; p.28).

Es cierto que actualmente los helenistas tienden a ver las civilizaciones egea o minoica y micénica como "obra común del mismo pueblo, que no es otro que el de los futuros griegos" (Saitta, Armando. "Guía crítica de la historia antigua "(México: FCE , 1996). En 1939 la recién descubierta escritura lineal B, llamada así para diferenciarla de la pictográfica, permitió acceder al primer archivo de documentos escritos de la Grecia micénica continental" (tablillas encontradas en el palacio de Pilos). Al poco tiempo ocurrió su desciframiento. A comienzas del siglo XX el arqueólogo Arthur Evans había descubierto, en el palacio minoico de Cnosos, en tablillas de arcilla y con tres tipos diferentes: una pictográfica o jeroglífica, una escritura cursiva que Evans la llamó lineal A y una tercera, modificación de la anterior y que fue llamada lineal B. Nuevas excavaciones permitieron llegar a las conclusión de que la lineal A era exclusiva de Creta, mientras que la lineal B era usada en Cnosos y en toda la península griega.. Michael Ventris y John Chadwich lograrían el desciframiento de la escritura lineal B.

Eric G. Turner en "Los libros en la Atenas de los siglos V y IV a.C." que forma parte de la obra colectiva "Libros, editores y público en el Mundo Antiguo" (Madrid: Alianza Editorial S.A. 1995), cuyo director es nada menos que Guglielmo Cavallo, nos señala que el libro más antiguo, conocido por nosotros, es una copia del nomos de Timoteo, «Los Persas», escrito en papiro y hallado en Abusir, no lejos de Menfis, al parecer del siglo IV a. C. y perteneciente, muy probablemente, a un músico itinerante jonio. Leer y escribir era lo normal en la sociedad ateniense de los siglos V y IV a.C. Se escribía fundamentalmente sobre papiro. Turner nos señala que la palabra Biblos significa «documentos» y ello porque los griegos preparaban folios de papiro que, una vez escrito, se plegaban horizontalmente varias veces y se sellaba, como se sabe que se hacía con cartas y documentos. Los griegos aprovecharon el papiro egipcio, pero lo prepararon diferente logrando la fabricación de folios y, por otra parte, a diferencia de los escribas egipcios que utilizaban una especie de pincel para escribir, los griegos emplean el kalàmos (caña o pluma). En cuanto a la influencia mesopotámica entre la escritura griega, Turner señala que muy probablemente la pluma, que desplazó al pincel, haya sido importada de Mesopotamia.

Según G. Cavallo, refiriéndose al importante papel de la oralidad dentro de la lecto-escritura señala que la Grecia del siglo V a. C. era auditiva (audición de textos) y no auditiva y visual al mismo tiempo (lectura de textos en voz alta). Señala que, al parecer, fue "entre las dos generaciones de Heródoto y Tucídides [que] tuvo lugar la transición de la oralidad a la cultura del libro". Heródoto representa la primera y Tucídides la segunda. Un aspecto poco enfatizado es el referente a que los libros en general, y los de los sofistas en particular, despertaron el rechazo, nada menos que como una manera de sustraerse a la nueva técnica que utilizaba el papiro, que, al fin y al cabo, solo era un nuevo soporte escritural. Nada menos que Platón es uno de los representantes de esa oposición al libro. Debemos remarcar que "los sofistas habían descubierto qué valor podía tener la difusión del libro para instaurar un nuevo sistema cultural" Pero el impacto del libro fue tal que incluso en la Academia de Platón y en el Liceo de Aristóteles se utilizaban los libros. Platón poseía una buena colección de libros. Algo más, la primera biblioteca privada al parecer fue la de Aristóteles, la cual caería en poder de Sila cuando este saqueó Atenas, en el 86 a.C. Aristóteles, según todos los indicios, parece ser también el primer bibliotecólogo: Enseñó al rey de Egipto el método para organizar una biblioteca. Como vemos larga data tiene la novofobia y en este caso concreto la oposición a nuevos medios para la difusión del pensamiento, para la plasmación de los textos en nuevos soportes.

Un aspecto bien estudiado es el referente a la etapa de la oralidad de los textos. Hubo un largo periodo en el cual se transitó de la lectura oral a la lectura silenciosa, de la lectura en voz alta, a la lectura en voz baja hasta llegar a la lectura en silencio. Sin embargo Jesper Svenbro, en "La Grecia Arcaica y Clásica. La Invención de la lectura silenciosa" (En: "Historia de la lectura en el mundo occidental") nos señala que Bernard Knox ha demostrado que a los griegos debemos la invención de la lectura silenciosa, aunque es necesario reconocer que durante varios siglos más predominaría la lectura en voz alta. Alberto Manguel ha dedicado el capítulo "Los lectores silenciosos" para apreciar el tránsito a la lectura silenciosa, que tiene la ventaja de ser mucho más rápida.

No es totalmente cierto, por lo tanto que la scriptio continua, es decir la escritura que no tenía separación ni siquiera de palabras fuera un obstáculo para la lectura silenciosa. Como lo sugiere Knox, el manejo de grandes cantidades de texto, como la utilizada por los monjes dedicados a copiar manuscritos, habría constituido un factor para transitar a la lectura silenciosa, lo propio que la «word división».

La obra titulada "Entre el volumen y el códex. La lectura en el mundo romano" de Guglielmo Cavallo, es una valiosísima guía para tener un visión rápida pero documentada del libro y la lectura en Roma Antigua. Lo mismo que "Comercio librario y actividad editorial en el mundo antiguo" de Tönnes Kleberg. Los griegos innegablemente, pero también los etruscos, contribuyeron al progreso del conocimiento y del interés por los libros en Roma. Pierre Grimal en su obra "La vida en la Roma Antigua" nos relata en unos pocos párrafos como era la educación romana en la época de Augusto. El niño aún pequeño era confiado al gramático, quien le enseñaba a leer y escribir. Luego pasaba a manos del retórico quien lo iniciaba en las humanidades. Se buscaba que aprendieses a ser un orador ya que la elocuencia impregnaba toda la vida pública romana, aunque, como nos dice Grimal, la "elocuencia no era un fin es si mismo sino que debía permitir ejercer su influencia sobre los espíritus y las almas y, para ello, era necesario que el joven adquiriese el conocimiento de «todo lo que es humano»"(Op. cit.; p. 86-87). Es en esta etapa de la educación que los niños y jóvenes comenzaban a recibir la influencia de los pedagogos (poedagogus), instructores generalmente griegos, de condición esclavos, encargados de llevar a los niños a la escuela y luego ayudarles en sus tareas escolares. Como dice Grimal ; "A los pedagogos se les debe, con toda seguridad, la penetración tan rápida y profunda de algunas costumbres de vida y pensamientos griegos, influencia secreta, poco comprensible para nosotros ya que no se manifiesta en los testimonio literarios, pero que es importante reconocer y no minimizar" (Op. cit.; p. 85)

¿Pero que sabemos de los libros en aquella época? Según G. Cavallo, en una primera etapa la lectura y escritura eran exclusivamente una práctica exclusiva de temas religiosos y jurídicos, recogidos en los llamados «libros lintei» (de tela de lino) y en las «tabulae lignatias. Pero va a ser en el siglo II a.C. que aparecen los libros utilizando el papiro. Los libros griegos fueron el modelo de los libros latinos.. Leer un libro significaba leer un rollo. Se leía en forma privada y pública, lo mismo sentado que reclinado o echado. Era habitual la lectura en voz alta. A veces se utilizaba lectores especializados, de tal manera que la lectura devenía en indirecta y oral. En el caso de lectores no profesionales la lectura era lenta, por dos motivos fundamentales: por los diversos tipos de letras manuscritas que se utilizaban, algunos incluso con muchos adornos, y, por otra parte, porque a consecuencia de la influencia de los griegos se dejó a un lado la utilización de la interpuncta, puntos que indicaban la separación entre las palabras, y, en el siglo I a.C., se adoptó la scriptio continua . Ello implicaba que era necesario ser muy experimentado para individualizar la separación de las palabras y a la vez captar el sentido. Los libros fueron, en un primer momento, bastante escaso y muy caros, pero en la época de los emperadores bajaron bastante sus precios. Cuando estaban aprendiendo a escribir los niños utilizaban tablillas cubiertas de cera, pero ya más adelantados escribían sobre papel (charta), elaborado, como hemos dicho, con el papiro. James Stewart, en su obra "La vida íntima de los romanos" nos proporciona datos muy importantes sobre la educación romana. A este autor le debemos la expresión de que la polis de "Atenas era en realidad la Universidad del Imperio romano", para expresar la costumbre de los jóvenes de familias adineradas de concluir sus educación en las ciudades orientales de Grecia, muy especialmente en Atenas. (Op. cit ; p.97)

Con relación a los tiempos del importantísimo imperio bizantino, muy escuetamente debemos decir con relación al libro y a la lectura que, como señala Rolando Castillo, en el largo periodo de la historia bizantina se dio la existencia de una educación programada y sistemática con tres niveles : elemental, gramatical y retórica. Es cierto que en el primer nivel no se utiliza el libro porque el aprendizaje era básicamente de memoria, aunque se sabe que se empleaba la lectura de las fábulas de Esopo. En el segundo nivel se enseñaba a leer literatura griega clásica y el profesor, es decir el gramático, "solía explicarla y valorarla de manera crítica". En este nivel se utilizaban libros de texto, como "El Arte de la Gramática" de Dionisio Tracio, los "Cánones" de Teodocio de Alejandría. Se ejercitaba muchísimo la lectura, utilizándose preferentemente las obras de Homero. Esto no significa, sin embargo, que la utilización de libros no fuera algo excepcional en la sociedad bizantina, por lo que la educación era básicamente oral, lo que exigía mucho la memorización por parte de profesores y estudiantes. Los profesores podían tener una copia de algunos pocos libros y de seguro muchos otros en su memoria. R. Castillo, siguiendo al bizantinista Robert Browning, nos dice que el profesor leía en voz alta o transmitía en forma oral lo que tenía guardado en su memoria. En el tercer nivel (al cual se llegaba entre los 13 y 15 años) el libro de texto por excelencia era el denominado progymnásmata, que era un compilado de ejercicios que abarcaban los distintos géneros de la composición y cuyo autor era Aftonio de Antioquia, quien fue un maestro de Retórica en Atenas a fines del siglo IV. Este texto se usó hasta el fin de Bizancio, es decir hasta el siglo XV. Otros textos muy utilizados en la enseñanza de este nivel fueron cuatro obras de Hermógenes de Tarso. Cuando los turcos cayeron sobre Bizancio, muchos intelectuales se marcharon a Europa colaborando con el renacimiento europeo, en una medida aun no bien estudiada por los especialistas.

La Edad Media europea es, en gran parte, la heredera de la cultura grecorromana. Los manuscritos se continúan copiando en scriptio continua. Pero existe una diferencia sustantiva: la iglesia cristiana fomenta que todo cristiano alfabetizado debía leer, que la lectura ayudaba a la salvación del alma, que la lectura permitía conocer a Dios. Otra novedad, según Malcolm Parkes, fue el tránsito de la lectura oral a la silenciosa. La lectura oral supervivió en la liturgia, pero a partir del siglo VI comienza a cobrar importancia la lectura silenciosa y se le considera que es mejor que la oral, porque, como decía san Isidoro, "el lector aprende más cuando no escucha su voz".

Otro cambio importante fue el paso del libro-rollo al códice. En la Enciclopedia Británica al referirse a este hecho, leemos: "The substitution of the codex for the roll was a revolutionary change in the form of the book". Debemos, sin embargo, reconocer que el papiro como soporte de la escritura fue por varios milenios un material ideal: facilidad para escribir con tinta, borrar con agua, buena presentación, durabilidad e incluso facilidad de manejo y transporte. Se le ha señalado un inconveniente, el no poder ubicarse con facilidad un pasaje concreto, amén de otros, pero de menor importancia.

El códice de pergamino era un nuevo formato de libro, el cual ganaba en durabilidad al tener una encuadernación protectora, al mismo tiempo que era mucho más fácil de manipular, transportar y guardar (se calcula que su capacidad de almacenamiento comparado con los rollos era seis veces superior), y, lo tal vez más importante, era bastante económico. Este soporte fue muy apreciado por los cristianos, que como miembros de una civilización basada en el libro (La Biblia), vieron las enormes ventajas que el códice significaba para la difusión de la «palabra de Dios», por la facilidades que brindaba para localizar pasajes bíblicos en los momentos de sus reuniones.

El medioevo conoció tres tipos de instituciones de enseñanza y estudio: las escuelas monásticas, las escuelas urbanas y las universidades. Las dos primeras, según nos los recuerda E. Jeauneau, están mencionadas en una capitular de 789. Carlomagno, en dicha capitular, ordena que se creen escuelas en cada monasterio y en cada obispado. Las escuelas monásticas, nos dice Jeauneau, se adaptaba a las estructuras que rigieron Europa hasta fines del siglo XI. Pero cuando, hacia fines del siglo XI y comienzos del siglo XII, se amplía el comercio y aumenta la importancia de la ciudad, el centro de gravitación escolar se desplaza hacia ellas y es ese el momento que surgen las escuelas urbanas, también denominadas capitulares o catedralicias, sin que ello implique la desaparición de las monásticas. Según Jacques Le Goff es indisoluble la relación entre ciudad y profesional de la educación, "para el hombre para quien escribir o enseñar- en general ambas cosas a la vez- es su oficio; el hombre que tiene una actividad profesional de enseñante y de un sabio, el intelectual, en fin, no aparece sino a una con las ciudades. (Le Goff, Jacques "Los intelectuales de la Edad Media": Buenos Aires: EUDEBA, 1965; p. 12).

Según Jeauneau, si en el siglo XII la escuela sigue al maestro, en cambio en el siglo XIII es el maestro el que sigue a su escuela. Paralelamente al movimiento que lleva a los oficios a unirse en corporaciones, la gente de estudio se agrupa para defender sus derechos y sus privilegios y ello es el origen de las universidades.

Durante la etapa medieval el libro jugó un papel muy importante. Recordemos que los dos grandes métodos de enseñanza eran «la lección» y «la disputa». La "lección" era una lectura comentada de Aristóteles, de la Biblia y de las Sentencias de Pedro Lombardo. La "disputa" se hacía sobre un tema que se elegía de antemano y se adecuaba a un programa dado («cuestiones disputadas») o sobre un tema improvisado («cuestiones quodlibética»). [Jeauneau, E. La Filosofía Medieval" (Buenos Aires: EUDEBA, 1965) y Le Goff, Jacques, Op.cit; pp.122-126).]

Es muy importante destacar que el libro jugó en la Edad Media un papel muy importante en la educación, porque si la palabra del maestro era casi sagrada (el magíster dixit), sin embargo el maestro de los maestros era Aristóteles, es decir sus obras. Esto no debe hacernos olvidar que esa educación era esencialmente elitista y propia de un elite religiosa. Y es por ello, como bien señala Jacques Le Goff, que durante la alta Edad Media, durante el llamado renacimiento carolingio, los libros eran concebidos como una obra de arte, como un lujo, con una demanda muy escasa.: "…los libros no se hacen para ser leídos, sino para engrosar los tesoros de las iglesias o de los particulares ricos, es decir constituyen un bien económico antes que un bien espiritual…" (Le Goff, J.;op. cit; p. 16) El copiar los libros, era para los monjes copistas, no tanto una tarea que reflejase un interés intelectual, sino mas bien una tarea difícil que podía ser tomada como una penitencia y es por ello cuanto más se copiase las posibilidades de salvación eran mayores.

Un nuevo aspecto irá tomando fuerza a partir del siglo XII con los llamados traductores, consecuencia lógica del desconocimiento en occidente del griego, por predominancia del latín. Si bien es cierto que Pedro el Venerable utilizará la traducción como un arma para conocer directamente el islam y poder combatirlo, sin embargo la mayor parte de los intelectuales que se dedicarán a la traducción, lo harán sobre obras científicas y filosóficas, fundamentalmente de obras griegas y árabes.

El libro, en la Baja Edad Media, se convierte en uno de los instrumentos básicos del intelectual, de los alumnos y profesores de las universidades que hacen su aparición en el siglo XIII. Como dice Le Goff: "El libro universitario es un objeto completamente distinto de lo que había sido el libro de la Alta Edad Media. Está ligado a un contexto técnico, social y económico totalmente nuevo; es la expresión de otra civilización…Los excelentes trabajos del padre Estrés han mostrado en toda su magnitud la revolución que en el siglo XIII se opera en la técnica del libro y cuyo teatro es el taller universitario… La publicación del texto oficial de los cursos tuvo una importancia capital en las universidades. En 1264 los estatutos dela Universidad de Padua declaran: sin ejemplares no habría Universidad". (Le Goff, Jacques.; Op. cit; pp. 115-116)

Los libros de la etapa medieval, hemos ya señalado, destacarían, muchos de ellos, por su carácter artístico (aquellos que estaban dedicados a las personas con poder económico). Las ilustraciones comienzan a jugar un papel muy importante. La encuadernación se convirtió no sólo en una técnica sino sobre todo en un arte. Técnica de gran valía en la medida que la encuadernación cumplía un rol muy importante, toda vez que, al recibir el libro el tratamiento de un códice había que unir las hojas mediante su cosido, así como el resguardarlas de su deterioro (Al respecto leemos en la Enciclopedia Británica "The medieval book was a codex written on vellum or parchment").

Los monasterios jugaron un papel muy importante en la conservación y difusión libresca, aunque lenta porque se basaba en la labor paciente de los monjes copistas. Como podemos leer en la Enciclopedia Británica, la sustitución del rollo de papiro por el pergamino significó también la sustitución de los libros de los clásicos grecorromanos por los libros cristianos, de personajes tales como Orígenes, Tertuliano, san Agustín y san Jerónimo.

La expansión en la producción de libros, así como el nuevo interés por los clásicos grecorromanos, comenzará a partir del siglo XII, especialmente por el rol que comienzan a jugar las universidades, que serán las instituciones que demandarán libros. Al poco tiempo el humanismo también vendrá a jugar papel muy importante. Comenzaron a formarse importantes bibliotecas como la Biblioteca Medicea-Laurenziana, en Florencia, y la Biblioteca Apostólica Vaticana .

Relativamente poco tiempo transcurriría (a diferencia de los milenios del rollo de papiro) para que un nuevo soporte escritural hiciera su aparición y desplazara en poquísimo tiempo al pergamino: el papel. Invento chino que comienza con el llamado «papel de seda», en el siglo I de nuestra era., pero que tenía como limitación técnica el ser el producto residual de la fabricación de colchones y ropa de seda. Sin embargo, los chinos también escribían sobre un papel denominado «papel Baquiao» (por el lugar donde fue hallado por vez primera) y que era fabricado utilizándose fibras de cáñamo, mezcladas con una pequeña porción de fibras de ramio. Pero este papel Baquiao era también un producto residual: residuo de la fabricación de colchones y prendas de vestir de cáñamo. El gran salto se dio el año 105, cuando Cai Lun logra un método para fabricar papel utilizando corteza de árbol, cáñamo, trapos y redes de pescar rotas. Poco tiempo después Zuo Bo perfeccionaría esta técnica, logrando un papel más fino. Esta técnica de la fabricación de papel fue llevada a Vietnam y a Corea y de este último país al Japón. A mediados del siglo VIII la técnica de la fabricación de papel fue llevada a Arabia (fábricas en Bagdad, Damasco y Samarcanda). Los árabes se dedicarían a la fabricación y exportación de papel hacia Europa. El uso de papel, por lo económico y práctico, desplazó a todo otro soporte para la escritura. En el año 1150 los árabes establecieron fábricas de papel en España. Como dice Zhuang Wei en su libro "Cuatro grandes inventos en la antigüedad china" (Beijing: Ediciones en lenguas extranjeras, 1980); "El papel y el método de fabricarlo inventados por China se había extendido por todo el mundo y numerosos pueblos no sólo lo usaban sino lo fabricaban. Esto fomentó considerablemente el desarrollo de la economía y cultura de los diversos países" (Op. cit.; p.37).

Y complementando al papel, la aparición de la imprenta significaría un cambio tecnológico de gran trascendencia, porque permitía producir libros en cantidades antes nunca prevista y de esta manera dar un paso muy grande en la tendencia hacia la democratización de la lectura, en la medida que más personas podían tener acceso a los libros. En la Enciclopedia Británica aparece un dato muy importante al respecto. Se dice que antes de la invención de la imprenta, el número de libros manuscritos en Europa podía ser contados por miles. Pero que en 1500, es decir apenas 50 años después de inventada la imprenta, ya había más de 9 millones de libros. Los primeros libros impresos recibieron el nombre de incunables, de una expresión latina utilizada en 1639 para describir los inicios de la tipografía.

Cronológicamente se considera que de 1450 a 1500 es el período de los primeros libros impresos, es decir de los incunables, aunque como señala Steinberg, según lo consigna José Luis Checa Cremales en su obra "El libro antiguo" (Madrid: Acento Editorial, 1999), este criterio cronológico no es muy buen reflejo de la realidad de la aparición del libro impreso porque «Desde el punto de vista tipográfico, la primera mitad del siglo XVI forma parte del período de los incunabula por su riqueza de tipos diferentes» (Op. cit; p. 10). Según nos lo señala J.L. Checa, Europa produjo unos veinte millones de incunables: más del 65% estaban escritos en latín un 7% en toscano, un 6% en alemán, un 5% en francés y un 1% en flamenco. Como dice Checa «…el impreso sobre papel con caracteres móviles llamado incunable es, desde su nacimiento, lo que es el libro hoy en día: reproducible, intelectualmente duradero y estéticamente perfecto». (Op. cit.; p. 11). En la primera etapa de los libros impresos los incunables (del latín cunabulum=cuna) imitaban a los códices. Svend Dahl, refiriéndose a este hecho nos dice: «lograron en grado asombroso trasladar por completo la apariencia del códice de pergamino medieval al libro impreso y producir obras que no desmerecen en belleza junto a los manuscritos iluminados» (Dahl, Svend "Historia del libro". Madrid: Alianza Editorial S.A., 1999; p. 100).

El libro realmente adquiere su aspecto actual en la segunda mitad del siglo XVI, "cuando el texto se aligera, las líneas se alargan y los márgenes se ensanchan" (Checa, J.L. Op.cit.; p.11). Checa considera al siglo XVI la edad de oro del libro y puntualiza al siglo XVII como la etapa de la «legalización del libro». Señala que dicho siglo fue en toda Europa un período de decadencia de la imprenta, debido a la grave crisis editorial por «la falta de papel, la lentitud en la producción, el aumento de los impuestos, la falta de personal cualificado y de recursos en los editores» (Checa, J.L. Op. cit.; p. 14). Es en esta etapa que los editores se convierten de humanistas en comerciantes, lo que permitió remontar la crisis. Surge ya una verdadera organización empresarial impresora, con una normatividad muy moderna para las relaciones entre el escritor, el editor y los poderes civil y eclesiástico. Surge, es cierto, la censura religiosa, sobre todo muy marcada en España.(En 1501 el Papa Alejandro VI había recomendado a todos los países de fe católica establecer una censura de libros e incluso en 1559 por orden del Papa Paulo IV se produjo la quema de libros hebreos y en 1581 los manuscritos de la Divina Comedia fueron quemados en Lisboa. En 1599 el Papa Paulo IV inaugura el Index Librorum Prohibitorum)

El siglo XVIII constituye la etapa del resurgimiento de la cultura del libro. La técnica de la impresión mejora notablemente al lograrse una mayor calidad en la fundición de los tipos, así como por la calidad de la tinta. Es también una etapa de gran florecimiento comercial librero. Veamos el caso de la famosísima Enciclopedia (Diccionario razonado de todas las ciencias, artes y oficios por una sociedad de personas de letras"). Dicha obra fue un gran negocio de librería. Los libreros (editores en la denominación actual) André François Le Breton, Antoine Briasson, Michel David y Laurent Durand firmaron en 1745 un contrato para la traducción de la Cyclopaedia de Chambers. Pero como las traducciones producen menos que las obras originales, decidieron producir una enciclopedia francesa y para ello escogieron como directores a Denis Diderot y a Jean Le Rond D’Alembert.. Que la Enciclopedia fue un verdadero negocio, no hay la menor duda. Leamos lo que Jean-Marie Goulemot y Michel Launay escriben en su obra "El Siglo de las Luces" (Madrid: Ediciones Guadarrama;1969): "…Los libreros sabían por otra parte, que su empresa había puesto en juego demasiados intereses económicos y financieros y demasiadas personas para que el gobierno pudiese prohibirla o frenarla mucho tiempo: incluso hicieron chantaje y propagaron su decisión de imprimir la obra en el extranjero, con lo cual Francia perdería una cantidad apreciable de «divisas». Por lo demás, disponían de sólidos puntales en el andamiaje del Estado…" (Op. cit.; p. 177). Y Jean Pierre Guicciardi en "La aventura de la Enciclopedia" nos dice que es muy probable que Voltaire estuviera en lo cierto cuando afirmó que el negocio dio durante 25 años dinero suficiente para que más de 1000 obreros, grabadores e impresores, vivieran de él. Daniel Roche en "¿Hacen la revolución los libros? nos refiere que Le Breton, el socio mayoritario del gran negocio que fue La Enciclopedia, llegó a tener una enorme fortuna. Al morir deja un patrimonio de aproximadamente un millón quinientas mil libras tornesas (un obrero de París vivía con una libra diaria), cuando al casarse, en 1741, sólo disponía de 50 000 libras. Roche, escribe: "Comerciando con las ideas, este hombre (Le Breton) tan precavido como intrépido, contribuyó a cimentar el poder de los intelectuales parisinos, puso en un aprieto al Estado y a la Iglesia y suscitó el odio de los enciclopedistas -léase a Diderot y a Grimm- y la envidia de su gremio".

Es asimismo la época de los piratas de libros. El lionés Duplain es una figura legendaria de filibustero impresor, especializado en libros impresentables, as de las ediciones piratas que permiten a las imprentas de provincias competir con las de París.

Partes: 1, 2, 3, 4
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