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Las reformas estructurales y el Plan de Convertibilidad durante la década de los noventa (página 2)


Partes: 1, 2

5. El núcleo central del comportamiento macroeconómico durante la Convertibilidad: Deuda externa, fuga de capitales y ganancias patrimoniales

5.1. Evolución de la deuda externa y comportamiento clásico de la valorización financiera

En el transcurso del régimen de Convertibilidad, la deuda externa y la fuga de capitales locales al exterior, registran una serie de modificaciones sumamente importantes asociadas a sus notables ritmos de expansión. En esa línea se inscribe, por ejemplo, la firma del Plan Brady que da lugar a un vertiginoso crecimiento de los títulos y bonos que reemplaza al liderazgo que ejerce el endeudamiento bancario, hasta ese momento. Tanto esta, como las restantes alternativas, se indagarán posteriormente, siendo ahora la principal preocupación analítica la evolución de la deuda externa y, especialmente, la identificación de los procesos que determinan el comportamiento macroeconómico de este período (39).

Tal como se verifica en el Cuadro N° 7, las cifras oficiales indican que el endeudamiento externo se incrementa a una tasa anual del 8,6% durante la década analizada, más que duplicándose en términos absolutos (de 61 a 140 mil millones de dólares, entre 1991 y 2001). Más acelerada aún es la expansión de los capitales locales radicados en el exterior que lo hace al 9,6% anual, determinando que el stock de los capitales fugados pase 55 a 139 mil millones de dólares durante el período tratado. Por lo tanto, desde el punto de vista de los flujos de capital, al considerar los años extremos del período se constata que por cada 100 dólares de endeudamiento externo total se fugaron al exterior 105 dólares, ya que entre 1991 y 2001 la deuda externa se incrementa en 78.905 millones de dólares y las transferencias de capital al exterior por parte de los residentes locales alcanza a 82.869 millones de la misma moneda.

Por otra parte, se trata de una década donde se registran notables modificaciones en la composición de la deuda externa. La deuda externa estatal es la más importante a lo largo de estos años pero la de menor dinamismo ya que la generada por el sector privado es la más expansión relativa. Ciertamente, la notable tasa de incremento de la deuda externa privada –alcanza al 19,7% en la década y al 42% entre 1991 y 1994– se debe a que en el año inicial de la Convertibilidad es sumamente reducida ya que durante la década anterior, la fracción dominante local disminuye rápidamente su nivel de endeudamiento externo porque, mayoritariamente, se lo transfiere al Estado. Es insoslayable destacar que en el nuevo ciclo del endeudamiento externo del sector privado, las empresas privatizadas tienen un papel protagónico por tratarse de firmas saneadas financieramente porque el Estado se hace cargo de las cuantiosas deudas de las empresas estatales que se expandieron significativamente en la etapa previa a su transferencia a las fracciones empresarias que integran los sectores dominantes en nuestro país. Esta acelerada expansión de la deuda externa y la fuga de capitales durante la Convertibilidad está asociado a un comportamiento económico que retoma el ciclo clásico de la valorización financiera que, a fines de la década de los años 70, pone en marcha la dictadura militar. A partir de la negociación del Plan Brady, se inicia un proceso en el que el crecimiento de la deuda externa privada es impulsado por las posibilidades de obtener una significativa renta financiera debido a que la tasa de interés interna supera a la vigente en términos internacionales, lo cual da lugar a un diferencial positivo pero variable a lo largo del tiempo, entre el rendimiento obtenido en el mercado interno y el costo de endeudarse en el exterior. La deuda externa estatal, impulsada por la eliminación de sus fuentes genuinas de ingresos, cumple la función, además de constituir las reservas que sostienen este planteo económico, de proveer las divisas necesarias para que la fracción dominante local pueda culminar el ciclo de la valorización financiera con la fuga de capitales al exterior.

Cuadro N° 7 Evolución de la deuda externa y de los capitales locales radicados en el exterior, 1991-2001 (millones de dólares).

En el Gráfico N° 1 se constata que la tasa de interés local (plazo fijo en pesos) es sistemáticamente más elevada que la que rige en el mercado internacional. A diferencia de lo que ocurre durante la dictadura militar, en la década analizada esa diferencia surge de la comparación directa de ambas tasas de interés, ya que el régimen convertible supone la ausencia de una alteración en el tipo de cambio.

A través de estas evidencias empíricas se constata que la tasa de interés local supera sistemáticamente a la del mercado internacional pero, al mismo tiempo, que dicha diferencial es cambiante a lo largo del período. En términos generales, durante la primera etapa de la convertibilidad es sumamente elevada pero igualmente descendente para luego incrementarse durante la crisis del Tequila y volver a descender hasta el comienzo de la crisis definitiva, expandiéndose fuertemente en los dos años finales.

La importancia de esta problemática amerita un análisis más minucioso del comportamiento que adopta la valorización financiera a través de la relación que se establece entre las principales variables. Con este propósito, en el Gráfico N° 2 consta la evolución anual de la deuda externa total y la fuga de capitales, así como las alternativas seguidas por la relación entre la tasa de interés interna (promedio de las colocaciones entre 7 y 60 días en plazo fijo) y la que rige en el mercado internacional (tasa libor a 180 días), considerando el cociente entre ambas vigente en 1991 como 100.

En términos de un alto nivel de abstracción, ante un incremento de la relación entre la tasa de interés interna y el costo del endeudamiento externo (la tasa de interés internacional) se registra un incremento de la deuda externa y de la fuga de capitales locales. El componente dinámico de la primera de ellas, es el endeudamiento externo del sector privado que opera como una masa de recursos que se valoriza internamente y culmina su ciclo mediante la transferencia de esos recursos al exterior para lo cual requiere que se registre un aumento de la deuda externa estatal que provea las divisas necesarias. Este proceso se encuentra condicionado por el riesgo de que se registre una devaluación de la moneda local ya que cuando el mismo se eleva los deudores tienden a disminuir su endeudamiento y los acreedores a disminuir el financiamiento otorgado por la posibilidad de enfrentar un proceso de insolvencia del deudor.

Diagrama N° 1 Evolución de la tasa de interés externa (libor a 180 días) e interna (plazo fijo en pesos) (porcentaje mensual)

Más allá del comportamiento esperado, la efectiva evolución de las variables consideradas exhibe rasgos congruentes pero también incongruentes o desproporcionados. La reducción del cociente entre la tasa de interés interna e internacional durante los primeros años del régimen de Convertibilidad es el resultado de una reducción de la tasa de interés local en el marco de la superación de la crisis y el vuelco del sector público a financiarse en el exterior, especialmente luego de la firma del Plan Brady. El primer auge de la fuga de capitales en 1995 también es congruente con el incremento de la relación entre las tasas y con la rápida superación de la crisis del Tequila. Asimismo, el segundo auge de la salida de capitales locales al exterior en 1997 puede ser explicado por una modificación en la estrategia de valorización financiera de la fracción dominante local. A pesar de que en ese año se registra la menor diferencia entre las tasas se registra un récord de fuga de capitales debido a que el crecimiento económico y la estabilidad del régimen indujeron a maximizar la masa de excedente valorizado. De allí que en ese año se registra también el récord de endeudamiento externo privado (casi 14 mil millones de dólares según se deduce del Cuadro N° 7). Finalmente, durante los últimos años de la convertibilidad, comienza a predominar crecientemente el riesgo de una devaluación y, por lo tanto, la salida de capitales va adquiriendo la lógica de transferir el mayor excedente posible al exterior y cancelar todas las obligaciones externas posibles.

Gráfico N°.2 Evolución anual de la deuda externa, la fuga de capitales y la relación de la tasa de interés interna respecto a la internacional, 1990- 2001 (miles de millones de dólares y número índice 1991=100)

Sin embargo, en cada una de las etapas que se desarrollan durante el período analizado hay incongruencias o desproporciones que insinúan la incidencia de otros factores, además de la relación entre la tasa de interés interna e internacional, en el proceso de valorización financiera. En los primeros años (1990-1992), es realmente llamativo el descenso de la deuda externa y la escasísima magnitud de la transferencia de capitales locales al exterior y que en 1992 ante un incremento de la relación entre las tasas de interés, la fuga de capitales locales no se incrementa sino que desciende –de 2,2 miles de millones de dólares en 1991 a doscientos millones en 1992–, a pesar de que estaba consolidando la Convertibilidad y culmina la negociación del Plan Brady. Por otra parte, en el período álgido de la fuga de capitales locales al exterior (1994-1998), no puede dejar de llamar la atención la notable magnitud que alcanza ese proceso, ya que dicha salida de capitales supera el endeudamiento externo total –entre 1995 y 1997–. Asimismo, durante los últimos años del irrepetible régimen de Convertibilidad, también resulta desproporcionado el elevado nivel relativo de la fuga de capitales locales teniendo en cuenta la drástica reducción del endeudamiento externo privado. No se trata de interrogantes que surgen acerca del origen de las divisas que permiten que ello ocurre –porque provienen de los saldos comerciales positivos obtenidos a partir de la reducción del consumo popular– sino acerca del origen, dada la magnitud de la fuga de capitales al exterior, del excedente apropiado internamente por la fracción dominante local.

5.2. Las ganancias patrimoniales como sobredeterminación de la valorización financiera

El conjunto de estos interrogantes planteados indica que en este período se agregan otros factores que sobredeterminan el funcionamiento clásico de la valorización financiera. Como se trata de dilucidar el comportamiento macroeconómico-estructural de la economía local, es inútil buscar esos factores en los recovecos del proceso económico, sino que se le debe prestar atención a las grandes transformaciones de la época. Específicamente, al cambio estructural más relevante del período y, quizás, del siglo XX en el país: la privatización de las empresas estatales y al proceso de transferencias de capital que le sucede e involucra a los propios consorcios privados que se apoderan de las empresas estatales prestadoras de los servicios públicos. Desde esta perspectiva, es pertinente recordar que los sectores dominantes presentaron al programa de privatización de empresas públicas como uno de los factores claves para encauzar definitivamente la economía real en un sendero de expansión. En otras palabras, dicho cambio estructural desplazaría a la valorización financiera como eje central de la economía argentina porque crearía las condiciones para retener el ahorro interno, evitando la fuga de excedente al exterior. En la realidad ocurrió todo lo contrario, las privatizaciones quedarán subordinadas a la valorización financiera, ubicándose junto a la relación entre la tasa de interés interna e internacional como el otro factor determinante de ese proceso y en los mismos se origina la inédita exacerbación de la fuga de capitales locales al exterior que se registra durante el período analizado. Esta subordinación de las privatizaciones a la lógica financiera se hace patente en la posterior y masiva transferencia de capital cuyo núcleo central está constituido por la venta de las tenencias accionarias de la fracción dominante local al capital extranjero.

Dada la necesidad de analizar con cierto detalle este tema crucial, en el Gráfico N° 3 consta la evolución de la fuga de capitales, los ingresos fiscales por la privatización de las empresas estatales así como la evolución de las transferencias de capital dentro del capital privado (excluidas las operaciones entre capitales extranjeros).

Nuevamente en este caso, a partir del comportamiento de las variables analizadas se suceden tres etapas claramente diferenciadas. En la primera de ellas (1990-1993), se realiza el grueso de las privatizaciones, generando notables alteraciones en el comportamiento de la tanto de la deuda externa como de la fuga de capitales locales al exterior que son, casualmente, aquellas que no se pueden explicar por el nivel ni la evolución de la relación entre la tasa de interés interna y la vigente en el mercado financiero internacional.

Por primera vez, desde la dictadura militar, la deuda externa evidencia una reducción significativa (ver Gráfico N° 2) durante dos años seguidos, la cual es un resultado directo de la convergencia del programa de privatización de empresas estatales con el programa de capitalización de bonos de la deuda externa. Cabe recordar entonces, que durante estos años se concreta la política que ponen en marcha los acreedores externos con el Plan Baker a mediados de la década anterior. Por esta razón el proceso de privatización de las empresas estatales conlleva el rescate de un ingente monto de bonos de la deuda externa que una vez concretado tiene como efecto una reducción significativa de la deuda externa estatal.

Por otra parte, también la evolución de la remisión de excedente al exterior por parte de los residentes locales registra una disminución inédita desde la dictadura militar. Más aún, a juzgar por las estimaciones oficiales realizadas en esos años, no se trata ya de una disminución de esas transferencias sino de una significativa repatriación de capitales locales al país durante esos mismos años (40).

Este aletargamiento de la salida de ahorro interno al exterior también está directamente relacionado con la privatización de las empresas estatales. Para comprender esa vinculación, es preciso recordar que el modus vivendi definido por los sectores dominantes en el proceso de privatizaciones, consiste en constituir una comunidad de negocios entre las fracciones que los componen (los grupos económicos locales, las empresas extranjeras y los bancos transnacionales), a través de su participación en la propiedad de los consorcios privados que toman a su cargo la prestación de los diversos servicios públicos. Por lo tanto, la disminución o el eventual retorno de los capitales locales invertidos en el exterior es la contrapartida de las múltiples participaciones accionarias en los nuevos consorcios que adquieren los grupos económicos locales. Su incidencia en la fuga de capitales al exterior es tan importante que la misma, como mínimo, se detiene cuando destinan ese excedente a la compra de activos públicos, a pesar de que, como ocurre en 1992, la relación entre la tasa de interés interna versus la internacional llega los niveles más elevados del período, exceptuando el año 2001, en un contexto en que el riesgo de una devaluación era mínimo porque se estaba firmando el acuerdo por el Plan Brady. De esta manera, durante los primeros años el impacto de las privatizaciones es definitorio en la reducción de la fuga de capitales y de la deuda externa, neutralizando el efecto de la elevada relación entre las tasas de interés interna e internacional que opera en el sentido contrario sobre ambas variables.

Gráfico N° 3. Evolución de los ingresos por privatizaciones, compra-venta de empresas privadas y fuga de capitales locales al exterior, 1991-1999 (miles de millones de dólares)

En la segunda etapa (1994-1997) la evolución del proceso es claramente diferente porque los dos factores (las transferencias de capital y el diferencial de las tasas de interés) que definen el comportamiento de la valorización financiera ejercen su influencia alternativamente e, incluso, superpuestamente. Las evidencias empíricas al respecto, indican que durante los dos primeros años de esta etapa tanto el endeudamiento externo como la fuga de capitales responden al comportamiento de la relación entre las tasas de interés interna e internacional. No obstante, posteriormente al efecto que ejerce la misma se le suma otro, vinculado al auge de las transferencias de capital que se despliega ahora dentro del sector privado –específicamente entre las diferentes fracciones del capital oligopólico– y que es preciso analizar con cierto detalle debido a la importancia que asume.

Las evidencias empíricas del Gráfico N° 3 ponen en evidencia otro de los rasgos que caracterizan al proceso de privatizaciones, que consiste en la notable rapidez de su implementación. Sin embargo, cuando dicho proceso decae drásticamente (1994) ya está en marcha otro, que se sustenta en las transferencias de la propiedad de empresas oligopólicas entre las diversas fracciones de los sectores dominantes y su importancia es creciente en los años posteriores (41).

El primer rasgo distintivo de estas transferencias de capital es que se trata de un proceso que involucra la venta de una cantidad muy significativa de grandes empresas oligopólicas líderes en sus respectivas actividades pero, al mismo tiempo, estrechamente vinculado a las privatizaciones de las empresas estatales de la etapa anterior porque estas empresas, a medida que transcurre el tiempo y se incrementa substancialmente el monto de las transferencias, se constituyen como el núcleo central del mismo. Tanto es así, que los últimos años de esta etapa y la posterior pueden denominarse como "la segunda vuelta de las privatizaciones" (42).

La otra característica particular del mismo, es que se trata de transferencias de capital en las cuales, predominantemente, la fracción dominante local es la vendedora y el capital extranjero el comprador. De esta manera, durante la década analizada se opera una reversión de la disminución de la incidencia del capital extranjero que se registra durante los años 80, pero de tal magnitud que este último período se caracteriza como el de "la extranjerización de la economía argentina". No obstante, es importante tener en cuenta por lo que se analizará más tarde, que ese predominio extranjero no implica la inexistencia de adquisiciones por parte de los grupos económicos locales que, si bien es minoritaria adquiere una relevancia estratégica en los años posteriores al insertarse en las principales producciones agroexportadoras.

En este contexto, resulta comprensible la notable magnitud que alcanza la salida de capitales locales entre 1995 y 1997 y los menores niveles, pero de todos modos significativos, alcanzados en los años posteriores, en la mayoría de los cuales supera el nivel del endeudamiento externo. Ya no está operando únicamente el diferencial entre la tasa de interés interna e internacional sino, además, la venta de activos fijos cuyo ciclo también culmina en la salida de excedente al exterior. Sin duda, el momento de mayor convergencia entre los dos factores que impulsan la fuga de capitales locales al exterior se registra en 1997, punto culminante de la transferencia de activos fijos y del endeudamiento externo privado.

Hasta el momento, en función de mantener el hilo expositivo, se ha omitido toda explicación sobre un aspecto de fundamental importancia, como son las razones por las cuales se considera que la transferencia de un activo fijo es asimilable a una operación de valorización financiera y no, como lo indicaría la experiencia histórica, una reestructuración de la propiedad en la economía real que expresa a expulsión de ciertos capitalistas que enfrentan graves inconvenientes económicos-financieros o, simplemente, su desplazamiento hacia otras actividades de la propia economía real en las que por diversas razones (tecnológicas, condiciones del mercado, ventajas institucionales, etcétera) en la búsqueda de un mejor o más estable nivel de rentabilidad.

La indagación de esta problemática implica incursionar en la naturaleza particular que asume este fenómeno y la manera que la misma influye en el comportamiento de los compradores y de los vendedores de las firmas en cuestión. En este sentido, una característica insoslayable del mismo es que, salvo casos excepcionales, las empresas que se transfieren exhiben las mayores rentabilidades de la economía real o, en el peor de los casos, de sus respectivas actividades. Dado que esto ocurre en el contexto del régimen de Convertibilidad, estas empresas tienen además una elevada rentabilidad en dólares, lo cual determina que sean altamente rentables en términos internacionales. De allí el interés de los capitales extranjeros por acceder a la propiedad de las mismas.

En términos históricos, esta venta de las empresas oligopólicas con alta rentabilidad plantea un proceso inédito, porque si bien anteriormente se registraron etapas de importantes transferencias de capital –aunque, por cierto nunca tuvieron estos alcances– sino, principalmente porque las mismas se sustentaron en una muy comprometida situación económica-financiera de las empresas involucradas. Se trata de un punto en común a todas ellas, aunque resultado situaciones diversas que luego se mencionarán, de peculiar relevancia porque el precio de venta del activo fijo es una función directa de su nivel de rentabilidad. Dado que se trata de empresas de elevada rentabilidad, su precio de venta conlleva significativas ganancias patrimoniales pero las mismas son potenciales –y por lo tanto pasibles de desaparecer en el tiempo ante cambios significativos en los precios relativos como, por ejemplo, una devaluación del signo monetario–, a menos que se realice su venta, que es lo que ocurre a lo largo de estos años. Como el objetivo es realizar esas ganancias patrimoniales, y no invertir en otras actividades económicas, la manera de conservarlas en las monedas de los países centrales es remitirlas al exterior para independizarlas de los vaivenes de los precios relativos internos, especialmente del tipo de cambio en una etapa de creciente sobrevaluación del peso. De esta manera, un activo fijo cambia de naturaleza y queda subsumido en la lógica de la valorización financiera.

Por cierto, las bases para obtener ganancias patrimoniales o de capital mediante empresas la enajenación de firmas prestadoras de los servicios públicos privatizados o de aquellas que actúan en la producción de bienes, son diferentes. En las ventas de las empresas privatizadas, dado el contexto de un régimen convertible, las ganancias patrimoniales se originan en dos procesos que se despliegan sucesivamente a lo largo del tiempo. El primero de ellos, consiste en el escaso monto que percibe el Estado por la venta o concesión de sus empresas a los sectores dominantes, por la convergencia de una marcada subvaluación de los activos públicos y la aceptación de que una parte muy significativa del pago se realice con bonos de la deuda externa a valor nominal y no de mercado (capitalización de bonos de la deuda externa). A este reducido precio inicial, le sigue otro proceso que consiste en la implementación de sucesivas renegociaciones de los contratos originales que sistemáticamente están orientadas a garantizar una elevación de la rentabilidad empresaria, a las cuales se le agregan los notorios incumplimientos de estos consorcios privados que operan en el mismo sentido –indexación en dólares de las tarifas, incumplimientos en términos de las inversiones comprometidas, así como en el traslado de reducciones impositivas y los incrementos de productividad a las tarifas, etcétera (43). La conjunción de ambos factores determina la emergencia de elevadas ganancias patrimoniales, pero no inmediatamente sino varios años después de la transferencia de los activos públicos, una vez que logran consolidar una elevada rentabilidad. Por eso, la venta de las participaciones accionarias en estos consorcios privados, se comienzan a realizar, mayoritariamente, desde mediados de la década de los noventa, en adelante.

Un ejemplo, permite constatar la magnitud que alcanzan las ganancias patrimoniales en este tipo de transferencias de capital. Al respecto, en el Cuadro N° 8 consta una estimación de las ganancias corrientes y patrimoniales obtenidos por algunos integrantes de las fracciones del capital dominante que participan en la propiedad de las empresas distribuidoras o transportadores de gas que surgen a partir de la privatización de Gas de Estado y que posteriormente venden dichas tenencias accionarias.

Cuadro N° 8. Estimación de las ganancias corrientes y patrimoniales de un conjunto seleccionado de conglomerados empresarios que participaron en la adquisición de Gas del Estado (porcentajes y millones de dólares)

Aun sin realizar un análisis pormenorizado del mismo, es insoslayable destacar el elevado rendimiento (ganancias patrimoniales + ganancias corrientes) obtenido por los grupos económicos controlantes, que en ningún caso son inferiores al 20% anual acumulativo sobre el capital invertido, llegando la del CEI Citicorp Holdings en Transportadora de Gas del Sur al 84% anual acumulativo sobre el capital invertido inicialmente (44). Cabe insistir en que el nivel extraordinariamente alto de las ganancias de estos capitales es el resultado del bajo precio inicial de los activos públicos y de la gran magnitud de sus ganancias corrientes y provoca que algunos integrantes de los grupos económicos le transfieran al capital extranjero no únicamente sus tenencias accionarias en las empresas privatizadas sino, incluso, la totalidad de sus activos fijos. Caben pocas dudas, acerca de que el caso paradigmático en este sentido es el grupo económico Astra que le transfiere a Repsol la totalidad de sus empresas.

En el caso de las empresas productivas, desvinculadas de la privatización de las empresas estatales, las ganancias patrimoniales provienen del valor de mercado en el momento de la venta respecto a la valuación media histórica de la empresa evaluada en dólares. La diferencial entre ambos parámetros se pone de manifiesto muy rápidamente a partir de la vigencia del régimen convertible porque durante los primeros años, como se señaló anteriormente, se expande el consumo y comienza la apreciación del peso que impacta inmediatamente sobre el valor del activo fijo en dólares y su efecto sobre la estructura de costos es neutralizado, al menos parcialmente, por la ya mencionada "devaluación fiscal". Por esta razón, las transferencias de capital dentro de los sectores dominantes comienzan con operaciones que involucran a firmas productivas oligopólicas, desvinculadas de la privatización de las empresas estatales pero contemporáneas con el momento álgido de este último proceso. Así por ejemplo, de acuerdo a la información disponible entre las primeras transferencias de propiedad significativas se encuentra el Establecimiento Modelo Terrabusi SA, firma lider en la producción de alimentos que, a comienzos de 1994, es vendida por grupo económico Montagna-Terrabusi, integrante de los grupos económicos locales, a RJR Nabisco (capitales norteamericanos) por alrededor de 230 millones de dólares. Si bien, el mencionado grupo posteriormente adquiere alrededor de 10 mil hectáreas en la provincia de Bs. As., las cuales se suman a las 15 mil hectáreas que ya controlaba en ese distrito, no hay evidencias de que el grueso de esos fondos se haya reinvertido en el país (45).

Sin lugar a dudas, como queda patente en los ejemplos analizados y en otros innumerables ejemplos que no se mencionaron, los grupos económicos locales son participantes centrales en la transferencias de propiedad de los activos fijos. No obstante, es relevante señalar que dicha participación no implica que esta fracción del capital desaparezca de la economía real. En realidad, al mismo tiempo que disminuye su participación en la producción de bienes y servicios, su inserción productiva se concentra crecientemente en la elaboración de bienes exportables basado en las ventajas comparativas naturales que exhibe el país, los cuales tienen una reducida demanda de bienes importados, en un contexto en que las grandes firmas son las únicas superavitárias en términos de la Balanza Comercial del país. A los fines de aprehender la importancia de los grupos económicos locales en este aspecto tan crucial en términos históricos y actuales, en el Cuadro N° 9 consta el saldo comercial obtenido por el país y por las 200 firmas de mayor facturación según las diferentes fracciones del capital que la componen.

Cuadro N° 9. Distribución del saldo comercial total y de las 200 empresas de mayores ventas según tipo de capital (millones de dólares)

Centrando la atención únicamente en la problemática tratada, se percibe claramente que las 200 grandes firmas –en realidad, no más de cien de ellas– tienen un saldo de su balanza comercial sistemáticamente positivo que tiende a elevarse durante el período analizado, mientras que el del resto de la economía conforma la contracara del mismo: negativo, notablemente elevado y con una tendencia a que se agraven ambos rasgos. Considerando ahora la distribución de ese notablemente elevado superávit comercial que obtienen las grandes firmas oligopólicas de la economía local, se percibe, sin lugar a ningún tipo de dudas, que los grupos económicos es la fracción que a partir de 1994 encabeza las posiciones. En otras palabras, si bien los grupos económicos disminuyen significativamente su influencia en la economía real, sigue permaneciendo en la misma inserta especialmente en la producción de bienes exportables con una escasa incidencia de los productos importados en sus insumos.

5.3. Los proyectos dominante alternativos al régimen convertible en un contexto de restricciones al endeudamiento externo

En conjunto, todos los elementos analizados delimitan dos grandes etapas cuyas características son contrapuestas y definen el contenido central que asume la crisis final del régimen convertible que se inicia en 1998 y culmina en el 2001. La primera de ellas (1990-1993) se constituye en una época de gran liquidez internacional y de cambios estructurales sustentados en la privatización de las empresas estatales que, por primera vez en la historia argentina, define la conformación de una comunidad de negocios entre las tres fracciones del capital que son centrales en la economía local (los grupos económicos, las firmas extranjeras y la banca transnacional). A su vez, la participación de los grupos económicos locales en la propiedad de los nuevos consorcios prestadores de servicios públicos, trae aparejada una notable reducción de la fuga de capitales locales al exterior –o incluso una repatriación de una parte de los recursos fugados anteriormente–. Finalmente, debido a la acentuada participación de la capitalización de los bonos de la deuda externa (rescate de títulos de la deuda externa), se registra una significativa disminución de la deuda externa total.

Así como la primera etapa se desarrolla sobre la base de la conformación de una comunidad de negocios entre las fracciones del capital determinantes en la evolución de la economía local, la segunda (1994-1997) se caracteriza por lo contrario, es decir por la disolución de la asociación entre esas fracciones del capital y un auge generalizado de las transferencias de la propiedad de las grandes empresas oligopólicas al capital extranjero y pertenecientes a capitales locales en general y a los grupos económicos en particular. Esta última fracción del capital, al tiempo que disminuye su importancia en la economía real por la venta de sus activos fijos acentúa su inserción estructural en la producción de bienes exportables con escasa demanda de insumos importados, lo cual la ubica como la fracción del capital con mayor superávit en su balanza comercial. La convergencia de la generalizada realización de ganancias patrimoniales mediante la venta de empresas y participaciones accionarias, con la diferencial entre la tasa de interés interna e internacional, determinan un auge inédito en el endeudamiento externo y la fuga de capitales locales al exterior.

Desde el punto de vista del capital en su conjunto (financiero y productivo), resulta poco discutible que durante estos años los grupos económicos durante la primera etapa mencionada modifican la composición del mismo, incrementando la participación del capital fijo dentro del capital total en detrimento de su tenencia de activos financieros, especialmente en el exterior. Por el contrario, durante la segunda etapa implementa el movimiento contrario pero ampliado significativamente porque media el proceso de valorización financiera y de ganancias patrimoniales y, al mismo tiempo, intensifica su inserción en la economía real en aquellas producciones que exhiben un particularmente elevado superávit en el comercio exterior. Por lo tanto, cuando se despliegan restricciones al endeudamiento externo y la consiguiente crisis del régimen convertible (1998), el capital de los grupos económicos está acentuadamente concentrado en activos financieros dolarizados y radicados en el exterior y sus ingresos provenientes de las firmas controladas en el país igualmente dolarizados. Es decir, tiene una notablemente elevada dolarización tanto de su stock de capital como de sus flujos de ingresos. Por el contrario, el capital extranjero se ubica en una situación opuesta ya que a lo largo de las dos etapas su posicionamiento sobre activos fijos es creciente debido a su participación en las privatizaciones, primero, y la adquisición de empresas productivas y prestadoras de servicios públicos, después.

Esta diferente inserción estructural asume una gran incidencia, tanto para definir el agotamiento definitivo del régimen convertible como las modalidades de su crisis e, incluso, su forma de resolución. En un intento de aprehender el fenómeno en su conjunto, cabe señalar que el peculiar comportamiento de los sectores dominantes descripto anteriormente también hace posible que este régimen haya perdurado más allá de lo previsible inicialmente.

En el último trienio de la Convertibilidad (1998-2001), sobre la base estructural reseñada previamente, se ponen en marcha dos propuestas alternativas al régimen vigente que profundizan sus diferencias a lo largo del tiempo. La alternativa propuesta por los capitales extranjeros tiene como objetivo profundizar el régimen vigente, reemplazando la Convertibilidad por la dolarización. Obviamente, mediante esta eventual modificación de la política económica las subsidiarias extranjeras productoras de bienes o prestadoras de servicios en el país, se aseguran que los mismos mantendrán su valor en dólares, evitando sufrir pérdidas patrimoniales sobre los ingentes recursos invertidos localmente y a la banca transnacional radicada en el país, que sus deudas en dólares (depósitos) no se acrecentarán ni sufrirán pérdidas por incobrabilidad por sus préstamos en la misma moneda.

La otra propuesta es impulsada por los grupos económicos y algunos conglomerados extranjeros y tiene como objetivo central salir de la Convertibilidad mediante una devaluación del signo monetario. Salta a la vista, y se corrobora por la experiencia posterior, que este tipo de política económica genera los efectos contrarios a la anterior, infligiéndole pérdidas patrimoniales al capital extranjero y potenciando en la moneda local el poder económico de los grupos económicos locales, ya que sus recursos invertidos en el exterior y los ingresos corrientes de su saldo comercial están dolarizados. Sin embargo, la potencia de esta propuesta, que finalmente será la que prevalecerá como alternativa a la Convertibilidad, radica en que no se sustenta únicamente en los intereses particulares de la fracción del capital que la impulsa sino de la oligarquía argentina en su conjunto, porque los efectos redistributivos de una devaluación también la beneficia, y en la notable consolidación del transformismo argentino a partir del Pacto de Olivos (46).

Los efectos macroeconómicos de la alternativa devaluacionista tienen una notable importancia, porque las pérdidas patrimoniales que implican sobre el capital extranjero operan sobre un stock de inversiones que ronda los 120 mil millones de dólares, mientras que las eventuales ganancias de la oligarquía en general y de su fracción diversificada en particular están vinculadas al stock de los capitales invertidos en el exterior por residentes locales que alcanzan, aproximadamente, a 140 mil millones de dólares, así como a los ingresos corrientes derivados del saldo comercial que se analizaron previamente. Asimismo, sus efectos sobre los sectorespopulares son obvios y, dada la experiencia reciente, huelgan los comentarios.

Durante los últimos años de la Convertibilidad, a partir de esta condensación de los intereses contrapuestos dentro de los sectores dominantes en el sector externo de la economía, se despliegan un conjunto de contradicciones acerca de los ejes centrales de la sociedad argentina: el formato institucional, la inserción internacional, el papel y la jerarquía de las instituciones intermedias, etcétera. En efecto, del análisis de los elementos que van integrando las propuestas enfrentadas se puede percibir que se trata de planteos que no se agotan en la reivindicación de intereses económicos inmediatos sino que tienen un horizonte de largo plazo que, mediante la constitución de alianzas sociales alternativas, buscan detentar la hegemonía en la sociedad. Para lograrlo, cada una de ellas integra alguna de las reivindicaciones que sostienen los sectores populares, pero las mismas son vaciadas y reprocesadas en función de los intereses de la respectiva fracción dominante que la impulsa. Así, la vertiente que propugna la dolarización reivindica la necesidad de replantear el transformismo argentino y la lucha contra la pobreza para incrementar la incidencia política de los sectores que la sustentan y asegurar la viabilidad de la dominación. Por su parte, los sectores que impulsan la devaluación enarbolan la necesidad de reactivar la producción y desconocer la deuda externa, consolidando el transformismo para poder ampliar su esfera de influencia en la economía real. Este proceso de apropiación y reprocesamiento de las reivindicaciones populares introduce un alto grado de complejidad y confusión que tiene como objetivo obscurecer el hecho de que ninguna de las propuestas dominantes incorpora, ni siquiera insinúa, algún elemento que indique la voluntad de profundizar el proceso democrático mediante la participación popular y la redistribución progresiva de los ingresos.

Notas

1. El autor, Eduardo M. Basualdo, es investigador del CONICET y del Area de Economía y Tecnología de la FLACSO.

2. Este artículo fue publicado en la Revista Realidad Económica (N° 200, diciembre 2003) y forma parte de un estudio más amplio de historia económica argentina que se está realizando en el marco de la beca de la Fundación J. S. Guggenheim y que se presentará como tesis ante el Doctorado en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

3. Éste parece ser el caso de T. Halperín Donghi ("La larga agonía de la Argentina peronista", Ariel, 1994), J. J. Llach ("Otro siglo, otra Argentina. Una estrategia para el desarrollo económico y social nacida de la convertibilidad y de su historia", Ariel, 1997) y V. Palermo y M. Novaro ("Política y poder en el gobierno de Menem", Editorial Norma, 1996). El primero de ellos, destaca que: "la hiperinflación constituyó así el momento resolutivo de la interminable agonía, quellegaba a su término, para la sociedad forjada por la revolución peronista. ¿Por qué lo fue? Sin duda se trató de un momento insólitamente dramático…, pero no dejó tras de sí un legado de pérdidas materiales o humanas comparables al de otros que no tuvieron el mismo efecto resolutivo" (pág. 140/141). J. J. Llach, por su parte, sostiene: "Este cuadro de parálisis y luego decadencia de la economía real, de desperdicio de los recursos productivos, de bancarrota del Estado y de hipoteca difusa sobre la economía privada quizás encuentra su definición más precisa caracterizando a la economía argentina de ese entonces como una economía en estado de naturaleza…La causa fundamental de este lamentable estado fue, sin dudas, la inflación. Pero también jugó un papel importante el agotamiento, por abuso en el uso, de todos los instrumentos de la economía mixta concebidos para inducir y acompañar el moderno crecimiento económico y, sobre todo, para afrontar con éxito las crisis…El estatismo llevó a la destrucción de la política económica, algo que de ningún modo puede considerarse bueno salvo que se crea viable la utopía anarquista o que se piense que el mercado puede, en efecto, resolver todos los problemas" (pág. 68/69). Finalmente, V. Palermo y M. Novaro señalan que: "Para empezar digamos que el estallido de 1989 constituye, en más de un sentido, el punto de llegada de una largo proceso marcado por violentos conflictos políticos y agudas dificultades económicas que se remontan, al menos, a mediados de los ´70. Puesto que fue en ese entonces que las tensiones originadas a su vez tres décadas atrás, con el nacimiento del peronismo, se conjugaron en un torbellino sin retorno" (pág. 36).

4. Estas consecuencias son señaladas por C. Levit y R. Ortiz, ("La hiperinflación argentina: prehistoria de los años noventa", Revista época, N°. 1, diciembre 1999. Allí se señalan que: "La lectura que se impuso sobre lo sucedido en el proceso hiperinflacionario, tanto al nivel político y social, cuanto al discurso académico, legitimó la existencia de un Estado ineficiente, yuxtaponiéndose con las características propias del Estado que predominó en la Argentina entre la década del cuarenta y mediados de la del setenta. Esta mirada evitó contextualizar históricamente las razones estructurales de la ineficiencia estatal o las atribuyó a la existencia de un gasto público elevado cuyos beneficiarios sociales quedaban ocultos tras el mismo discurso" (pág. 65).

5. Al respecto, se puede consultar: R. Frenkel, R. Fanelli y G. Rozenwurcel, "Crítica al Consenso de Washington", Fondad, Documento de Trabajo N°. 1, 1992.

6. Este aspecto es destacado por H. J. Nochteff ("La política económica en la Argentina de los noventa. Una mirada de conjunto", Revista época, N°. 1, diciembre de 1999) al señalar que: "Debido a que el esquema monetario-cambiario que se adoptó entonces se articuló con un "shock institucional" neoliberal (o sea, con un plan orientado al cambio drástico y casi instantáneo de todas las instituciones económicas y sociales), es necesario separar analíticamente el esquema monetario.cambiario de estabilización del resto de las políticas que conformaron el "shock institucional neoliberal. Ello se debe a que, desde el punto de vista estrictamente técnico, se podría haber aplicado el mismo esquema de estabilización y recuperación de la moneda como unidad de cuenta sin realizar las demás transformaciones en forma de "shock" y con los sesgos que las caracterizaron, las cuales constituyeron la satisfacción de las demandas de las distintas fracciones del bloque hegemónico. La asimilación del esquema monetario-cambiario con el resto de las transformaciones bajo el término engañoso de "Plan de Convertibilidad" fue sobre todo una forma de legitimación –una suerte de "Caballo de Troya" de las transformaciones que correspondían a esas demandas" (pág. 24).

7. Es pertinente señalar que el régimen de convertibilidad es similar al sistema de Caja de Conversión que funcionó en el país, con interrupciones, hasta la crisis de los años 30. A su vez, el sistema de conversión local era una réplica del sistema vigente en Inglaterra. Al respecto, F. Pinedo ("En tiempos de la República", tomo V, Editorial Mundo Forense, 1948) en 1935, siendo Ministro de Hacienda, destaca ante la Cámara de Diputados, que: "La similitud del sistema monetario inglés y del sistema monetario argentino, ha sido indicada con demasiada frecuencia para que importune a la Cámara con una extensa exposición sobre esa materia. Es sabido que los dos tienen las mismas piezas: el departamento emisor del Banco de Inglaterra es nuestra Caja de Conversión, colocada en el edificio del Banco de Inglaterra y nuestro Banco de la Nación es una institución de crédito que no tiene facultades de hacer billetes, como no la tiene el departamento bancario del Banco de Inglaterra. Los dos tienen, pues, como base de su mecanismo, resortes iguales; lo que pasa es que con el andar de los años, alguno de esos resortes se ha enmohecido y otros elementos se han afinado, se han adaptado a un uso dado, y por eso las dos máquinas funcionan en forma diametralmente distinta" (pág. 25).

8. Es pertinente señalar que las nuevas estimaciones sobre la evolución del stock de capital muestran una importante recomposición de todos los indicadores, especialmente del equipo durable de producción y una disminución de la edad del mismo hasta 1998, momento en que se registra una acentuada regresión, especialmente aguda en el equipo durable de producción. No obstante, también es preciso destacar que estas tendencias son el resultado de una modificación substancial en la metodología de cálculo utilizado por la Secretaría de Planificación para estimar el stock de capital durante la década anterior. La nueva metodología y sus resultados se pueden consultar en: Centro de Estudios de la Producción, "Evolución del stock de capital en Argentina", N°. 1, Secretaria de Industria, Comercio y Minería, Ministerio de Economía de la Nación, 1997.

9. Entre otros: R. Frenkel y M. González Rozada, "Apertura, productividad y empleo. Argentina en los años 90", Documentos de Economía N°. 9, Universidad de Palermo-CEDES, 1998; H. J. Nochteff y M. Abeles "Economic shocks without vision. Neoliberalism in the transition of socio-economic systems. Lessons from the argentine case", Institut fur Iberoamerika-Kunde, Cuaderno N° 51, Editorial Vervuert, Frankfurt, Alemania; H. Nochteff, op. cit., 1999.

10. Sobre el particular, H. Nochteff (op. cit., diciembre de 1999) señala que: "Las mayores tasas de crecimiento se registraron respecto de 1990, el año de PBI más bajo –junto con 1989– desde 1980, y el de PBI per capita más bajo desde 1969, entre 1990 y 1992 la tasa de incremento del PBI fue de 18,3%, o sea un promedio anual del 9,2%, muy superior al 6,5% de 1990-1997. En otras palabras, buena parte del crecimiento no fue sino la recuperación de las capacidades ociosas de 1990" (pág. 27).

11. Cabe señalar que de acuerdo a la estimación anterior de las cuentas nacionales, el PBI a precios corrientes entre 1994 y 1995 registra una disminución (–1,3%) y no un leve incremento (0,2%) como en la estimación considerada en este trabajo que esta basada en el nuevo calculo del PBI que se realizó en 1993. Un análisis comparativo entre la evolución de las ventas de las empresas de la cúpula y el PBI a precios corrientes pero basado en la anterior estimación de las cuentas nacionales, se encuentra en: E. M. Basualdo, "Concentración y centralización del capital en la Argentina durante la década de los noventa. Una aproximación a través de la reestructuración económica y el comportamiento de los grupos económicos y los capitales extranjeros, FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP, Buenos Aires, 2000.

12. Los resultados de la encuesta que realiza el INDEC anualmente sobre el comportamiento de las 500 empresas más grandes del país, confirman la independencia que mantienen las ventas de la cúpula empresaria respecto del ciclo económico durante estos años. Más aún, estas evidencias permiten comprobar que ese comportamiento se registra no solamente con las ventas sino también cuando se considera el valor agregado generado por estas firmas. Al respecto, se puede consultar: INDEC, "Las grandes empresas en la Argentina, 1993-1997", 1999.

13. El análisis del comportamiento relativo de las firmas de mayores ventas durante la sustitución de importaciones, se encuentra en los siguientes trabajos: M. Khavisse y J. Piotrkowski, op. cit., 1973; P. R. Skupch, op. cit., 1970. Un análisis comparativo de esta problemática se encuentra en: E. M. Basualdo, "Concentración y centralización del capital en la Argentina durante la década de los noventa. Una aproximación a través de la reestructuración económica y el comportamiento de los grupos económicos y los capitales extranjeros, FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP, Buenos Aires, 2000.

14. Sobre las características de los bloques sociales enfrentados durante la crisis de la Convertibilidad y sus respectivos proyectos, se puede consultar: E. Basualdo, "Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina, FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/IDEP, Buenos Aires, 2001.

15. Esta asimetría entre la evolución de los servicios y la producción de bienes se analiza en: D. Azpiazu, E. Basualdo y M. Schorr,"La reestructuración y el redimensionamiento de la producción industrial durante las últimas décadas", FETIA- IDEF de la CTA, Buenos Aires, 2000.

16. Esta comprobación coincide con las conclusiones extraídas por D. Azpiazu, E. Basualdo y M. Schorr (op. cit., 2000) que, sobre este particular, afirman que: "…también se profundizaron, tanto a nivel de las grandes empresas como del conjunto manufacturero, dos procesos íntimamente relacionados entre sí: una fuerte –y prácticamente ininterrumpida– disminución en la cantidad de obreros ocupados en el sector y una creciente regresividad en materia distributiva. En efecto, durante la década pasada el crecimiento de la producción que se registró estuvo muy vinculado con los ostensibles incrementos que se registraron en la productividad media de la mano de obra industrial…Basta con señalar, al respecto, que cerca del 75% del incremento de la productividad laboral registrado durante los años noventa estuvo asociado a la disminución en la masa de ocupados del sector. Ahora bien, esos crecientes recursos generados por la mayor productividad de la mano de obra no tuvieron como correlato incrementos salariales sino que, por el contrario, lo que se verificó es un persistente deterioro de las remuneraciones medias de los trabajadores" (pág. 7).

17. Un análisis de la evolución de la concentración industrial de largo plazo se encuentra en: M. Kulfas y M. Schorr, "Evolución de la concentración industrial en la Argentina durante los años noventa", Realidad Económica, N°. 176, 2000.

18. Si bien aún no se dispone de estudios que analicen las modificaciones registradas en las funciones de producción de la industria en los últimos años (cambios orientados a reemplazar insumos producidos localmente por importados, o directamente a la sustitución de algunos de los productos finales que se elaboraban localmente) hay un conjunto de evidencias sectoriales que indican la profundidad alcanzada por ese proceso. Así, las empresas productoras de cocinas, heladeras, lavarropas, etc. (la denominada "línea blanca") incorporan hasta un 35% de partes importadas mientras que en la producción de bienes electrónicos de consumo dicha participación alcanza al 50%. Sin embargo, el caso más paradigmático es el de la industria automotriz porque su expansión se logra sobre la base a un régimen de protección especial que impulsa la importación de autopartes provenientes de Brasil. Las nuevas normas para el sector establecen que las terminales deben utilizar un mínimo del 30% de insumos locales en relación con el valor del automóvil, cuando en la década anterior dicha exigencia se ubicaba en el orden del 90% Ello es particularmente importante de destacar por cuanto se trata del único sector manufacturero que ha gozado de un régimen especial de protección y promoción durante toda la década de los noventa. Sin embargo, dicho régimen no ha inducido un crecimiento de la oferta sustentado en un incremento en la producción industrial en sentido estricto, sino más bien en actividades de armado y/o ensamblado de insumos y partes importadas (cuando no en la comercialización directa de vehículos importados por las terminales). Como producto de ello, las grandes terminales han registrado importantes déficits comerciales a lo largo del decenio, lo cual contrasta con una de las principales disposiciones de la normativa sectorial (que apuntaba a que las empresas registraran un balance comercial equilibrado o, incluso, que arrojara saldos positivos). Al respecto, puede consultarse: A. Vispo, "Reservas de mercado, cuasi rentas de privilegio y deficiencias regulatorias: el régimen automotriz argentino", en Azpiazu, D. (comp.): "La desregulación de los mercados. Paradigmas e inequidades de las políticas del neoliberalismo", Grupo Editorial Norma/FLACSO, Buenos Aires, 1999.

19. Al respecto, ver: Carlos Marx; El Capital. Crítica de la Economía Política, Tomo I, Fondo de Cultura Económica, México, 1968, pág. 543 y ss.

20. El concepto de masa marginal fue planteado por J. Nun (Marginalidad y exclusión social, FCE, Buenos Aires, 2001) a fines de los años 60, definiéndolo como: "…esa parte afuncional o disfuncional de la superpoblación relativa. Por lo tanto, este concepto –lo mismo que el de ejército industrial de reserva. Se sitúa a nivel de las relaciones que se establecen entre la población sobrante y el sector productivo hegemónico. La categoría implica así una doble referencia al sistema que, por un lado, genera este excedente y, por el otro, no precisa de él para seguir funcionando…En rigor se superponen y combinan dos procesos de acumulación cualitativamente distintos que introducen una diferenciación creciente en el mercado de trabajo y respecto de los cuales varía la funcionalidad de excedente de población. De esta manera, los desocupados pueden ser, a la vez, un ejército industrial de reserva para el sector competitivo y una masa marginal para el sector monopolístico " (pág. 87 y 89).

21. Sobre el particular, M. Duarte, ("Los impactos de las privatizaciones sobre el mercado de trabajo: Desocupación y creciente precarización laboral", en D. Azpiazu –compilador–, "Privatizaciones y poder económico", UnQ-FLACSO-IDEP, 2002), indica que: "La contemporaneidad de la reestructuración del Estado empresario mediante la racionalización del personal, los retiros voluntarios, las jubilaciones anticipadas, las cesantías y la liquidación de entes contribuyó en el mediano plazo al aumento de la desocupación… Las empresas de servicios públicos privatizados aportaron 2,3 puntos a ese incremento" (pág. 79).

22. Un ejemplo de esas contradicciones se despliega en nuestros días a partir de los planes para desocupados (Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados). Donde las organizaciones de trabajadores desocupados median entre el Estado, que provee los fondos, y los desocupados propiamente dichos. La principal reivindicación de esas organizaciones, cuya capacidad de negociación emerge de su trabajo territorial, no es la generación de empleo sino la de incrementar la cantidad de planes otorgados y el monto unitario de los mismos. De esta manera, se consolida una identidad propia, diferenciada del resto de los trabajadores, que se afianza a partir de la teoría de los nuevos actores sociales que surgen del proceso de desindustrialización.

23. En un interesante trabajo sobre la reforma social en este período, R. Cortés y A. Marshall ( "La reforma social de los noventa", Desarrollo Económico, N°. 154, 1999) señalan que: "A partir de 1991 se diseñaron proyectos para cada área social, pero la transformación avanzó más en aquéllas (laboral y de seguridad social)definidas como indispensables para el éxito de la estrategia económica y rentables para el sector privado, aún cuando fue precisamente en estas mismas áreas que la capacidad de negociación de quienes se oponían a la reconversión era mayor" (pág. 209).

24. Un análisis de la regulación del mercado de trabajo hasta 1990, se puede consultar en: R. Cortés y A. Marshall, "Estrategias económicas, intervención social del Estado y regulación de la fuerza de trabajo. Argentina 1890-1990", Estudios del Trabajo N°. 1, ASET, 1991.

25. Un análisis detallado de las reformas normativas en el mercado de trabajo durante la Convertibilidad se encuentra en: L. Beccaria y P. Gallin, "Regulaciones laborales en Argentina. Evaluación y propuestas", CIEPP-OSDE, Buenos Aires, 2002

26. Respecto al comportamiento de las grandes firmas, J. Santarcangelo y M. Schorr ("Desempleo y precariedad laboral en la Argentina durante la década de los noventa", Estudios del Trabajo N°. 20, ASET, 2000) señalan que: "En definitiva, una creciente precarización laboral y una cada vez más desigual y regresiva distribución del ingreso constituyen dos de los rasgos centrales que caracterizaron al desempeño de las empresas más grandes que actuaron en el medio local durante la década pasada" (pág. 90).

27. Éste es el enfoque adoptado por: M. V. Murillo, "La adaptación del sindicalismo argentino a las reformas de mercado en la primera presidencia de Menem", Desarrollo Económico, N°. 147, 1997.

28. La CTA es una expresión sindical y social de los sectores populares que se comienza a gestar en noviembre de 1991 durante el denominado "Encuentro de Burzaco", para organizarse como tal, en noviembre de 1992, durante el primer Congreso Nacional de los Trabajadores Argentinos. Esta experiencia está enraizada con la tradición combativa y popular del sindicalismo argentino –como la "CGT de los Argentinos" y el programa de "Huerta Grande"–, y se sustenta en la participación popular, la autonomía del Estado y los partidos políticos. Se trata del intento más profundo por reconstituir la fragmentación de los trabajadores plasmando un movimiento social donde converjan no sólo a los trabajadores ocupados sino también los desocupados, jubilados, etcétera. La historia y las concepciones de la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) se encuentra en: Isabel Rauber, "La discusión social y sindical en el fin de siglo. Una historia silenciada", Pensamiento Jurídico Editora, 1998; también: Isabel Rauber, "Tiempo de herejías. Nuevas construcciones, debates y búsqueda de la Central de los Trabajadores Argentinos", CTA, 1999.

29. Esta visión de los sectores dominantes se encuentra expresada, entre otros, en los siguientes trabajos: FIEL, "Educación y mercado de trabajo en Argentina", Buenos Aires, 1994; S. Montoya, "Mercados de trabajo y política económica, En J. Lindemboim (compilador), "El desafío del empleo a finales del siglo XX, Buenos Aires, UBA, 1998; C. Pessino, "La anatomía del desempleo", Desarrollo Económico, Número especial, Buenos Aires, verano 1996.

30. Esta estimación proviene de: H. Szretter, "Argentina: Costo laboral y ventajas competitivas de la industria, 1983-1995", en OIT, "Costos laborales y competitividad en América Latina", Ginebra, 1997 (citado en L. Beccaria y P. Galín, op. cit., 2002).

31. Respecto a la desvinculación entre el nivel de los aportes patronales y el nivel de ocupación e informalidad en el mercado de trabajo, ver: UADE, "Estudio de Coyuntura. Niveles de remuneraciones y mercado de trabajo, Nº 149, Buenos Aires, 1999.

32. Sobre el particular, las evidencias empíricas analizadas por J. Santacangelo y M. Schorr (op. cit., 2000), indican que: "…durante la década pasada aproximadamente un 25% de los trabajadores ocupados en las empresas de menor tamaño gozó de todos los beneficios sociales, lo cual contrasta marcadamente con lo que sucede a nivel de las grandes y muy grandes firmas(donde dicha proporción siempre fue superior al 80% del total de asalariados empleados en las mismas)" (pág. 81).

33. A este respecto, se puede consultar: D. Azpiazu y E. M. Basualdo; "Concentración económica y regulación de los servicios públicos", en Revista Enoikos, Año IX, N°. 15, Buenos Aires, 2001. Las excepciones a este comportamiento no solamente son escasas sino también parciales, tal como lo indican D. Azpiazu y M. Schorr ("Privatizaciones, rentas de privililegio, subordinación estatal y acumulación de capital en la Argentina contemporánea", IEF de la CTA, 2001) al afirmar que: "…hay ciertas excepciones que merecen ser resaltadas; más aún cuando, paradójicamente, las acciones emprendidas denotan la aplicación de criterios ad-hoc que no se condicen con la normativa vigente y revelan, igualmente, una ostensible captura institucional de los organismos de control por parte de las firmas sujetas a regulación y/o del poder político… Se trata, más precisamente, de las resoluciones sancionadas por el ENRE y el ENARGAS, en relación con las reducciones en los aportes patronales, dispuestas a partir de enero de 1994. Tanto en el ámbito del ENRE como en el del ENARGAS, recién en 1999 se dispuso el traslado a las tarifas de las disminuciones de las contribuciones sociales sobre la nómina salarial con destino al llamado "Sistema Unico de Seguridad Social". Sin embargo, y sin mayores justificaciones fundadas al respecto, en ambos casos la "neutralidad tributaria" –es decir, la reducción de las tarifas– fue aplicada exclusivamente sobre los grandes consumidores industriales (aquéllos que, por la naturaleza de sus procesos productivos, pueden utilizar indistintamente gas natural, electricidad o fuel oil como insumos energéticos), mientras que los usuarios cautivos de las distribuidoras (en especial, los residenciales) quedaron al margen de dicho beneficio " (pág 41).

34. Cabe señalar que el monto de los recursos transferidos a las fracciones dominantes locales a través de la rebaja de aportes patronales proviene de las estimaciones efectuadas a ese respecto por el Ministerio de Economía. Sin embargo, otra estimación inédita de la Dirección Nacional de Políticas de Seguridad Social sobre los alcances de la misma, supera largamente dicha estimación. Sobre esta última, L. Beccaria y P. Galin (op. cit., 2002) indican que: "El costo fiscal estimado de las reducciones en las contribuciones patronales, excluidas las obras sociales, entre 1995 y 2001 (los datos de 1994 no están disponibles) habría alcanzado la suma de 27,8 mil millones de pesos" (pág. 107).

35. Estos ingresos fiscales están calculados en pesos constantes y los bonos de la deuda externa rescatados mediante la venta de los activos estatales a valor nominal. Si se consideraran estos bonos de la deuda externa a valor de mercado, las diferencias serían aún más acentuadas porque su cotización en los mercados secundarios evolucionan, especialmente en los primeros años de la década, muy por debajo de su valor nominal. La serie en pesos corrientes puede consultarse en: M. Teijeiro, "Una vez más, la política fiscal…", Centro de Estudios Públicos, Buenos Aires, 2001.

36. Entre otros, ver: Consejo Empresario Argentino, "Crecimiento y bienestar", Buenos Aires,1999; FIEL, "Una política económica para la década", Reunión Anual de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), Buenos Aires, 2001.

37. Dentro de estas transferencias al exterior los gastos en turismo tienen suma importancia ya que estos gastos pasaron a incorporarse como uno de los componentes relevantes del consumo de los sectores de mayores ingresos, e incluso la política económica promueve su difusión en sectores medios, como forma de convalidación social de la política en marcha. Sobre este aspecto y, en general la evolución del sector externo durante estos años, se puede consultar: H. J. Nochteff, C. Lozano y M. Schorr, "Estado nacional, gasto público y deuda externa", IDEF-CTA, Buenos Aires, julio 2001.

38. Este último aspecto, es analizado por varios trabajos relativamente recientes: FIDE, "Los roles de la deuda externa en la Convertibilidad", Coyuntura y Desarrollo, N°. 258, Buenos Aires, abril 2000; M. Damill, "El balance de pagos y la deuda externa pública bajo la convertibilidad" Cedes, Buenos Aires, 2000; Auditoria General de la Nación "Análisis del balance de pagos de la Argentina: los cambios metodológicos recientes y el desempeño observado en 1998", Buenos Aires, 1999. Todos ellos destacan que el sector público es el que provee las divisas para conformar las reservas que garantizan la convertibilidad a través de su endeudamiento externo y que, por el contrario, el sector privado no sólo no contribuye a constituir las mismas sino que su déficit en términos de la Balanza de Pagos también es cubierto por el endeudamiento estatal.

39. Una primera aproximación a esta problemática se encuentra en: E. M. Basualdo: "Acerca de la naturaleza de la deuda externa y la definición de una estrategia política", FLACSO/Universidad Nacional de Quilmes/Página 12, Buenos Aires, 2000.

40. Sobre este particular, se puede consultar: Ministerio de Economía y Obras y Servicios Públicos,"Argentina, un país para invertir y crecer", Buenos Aires, 1993; así como "Argentina en crecimiento, 1995-1999", Buenos Aires, 2000. Más allá de las discrepancias en las estimaciones, es indudable que si a los resultados obtenidos en la fuga de capitales se le pudieran adicionar la entrada de capitales (Inversión Directa Extranjera) que realizan los residentes locales en términos de bonos y títulos destinados a ser capitalizados en la compra de las empresas privatizadas, daría como resultado una repatriación importante de capital local. Desgraciadamente, dicha desagregación de la cuenta Inversión Extranjera Directa, así como los elementos para poder determinarla, no está disponible.

41 Un análisis detallado de la evolución así como de los diferentes impactos que tienen estas transferencias de capital se encuentra en: E. M. Basualdo, op. cit., 2000; así como en: M. Kulfas, "El impacto del proceso de fusiones y adquisiciones en la Argentina sobre el mapa de grandes empresas", CEPAL Santiago de Chile, 2001; CEP, "Inversiones", Síntesis de la Economía Real, N° 33, Secretaría de Industria. Comercio y Minería, Buenos Aires, 2000.

42. Sobre el particular, M. Kulfas (op. cit., 2001) concluye que: "Uno de los aspectos centrales relacionados con el proceso de fusiones y absorciones es la estrecha relación que posee con la reestructuración ocasionada por el proceso de privatizaciones…Mientras que durante los primeros años de la década, cuando se concreta el grueso de las privatizaciones, dicho tipo de operatoria resulta marginal (sólo el 3,6% de las operaciones se vinculan con la reestructuración en empresas y sectores privatizados), en el bienio 1995-1997 se eleva a un promedio del 19% y en el trienio 1997-1999 se transforma en mayoritarias con el 52%" (pág.32).

43. Sobre este particular, se puede consultar: D. Azpiazu, "Las privatizaciones en la Argentina. Diagnóstico y propuestas para una mayor competitividad y equidad social", CIEPP-Fundación OSDE, Buenos Aires, 2002.

44. Es pertinente señalar que no se trata de hechos excepcionales sino que en los restantes servicios se repiten tasas de rentabilidad similares. Por ejemplo, para el caso telefónico M. Abeles ("La privatización de ENTEL: regulación estatal y ganancias extraordinarias durante la etapa monopólica", en M. Abeles, K. Forcinito y M. Schorr, "El oligopolio telefónico argentino frente a la liberalización del mercado", UNQ-FLACSO-Idep, 2001) demuestra que: "Desde el punto de vista del rendimiento anual de los montos invertidos originalmente en la adquisición de los activos de ENTEL, se destaca el caso de la Sociedad Comercial del Plata, cuya inversión inicial se valorizó a una tasa anual acumulativa de 82%, magnitud propia de actividades especulativas desarrolladas en el ámbito financiero en etapas de elevada incertidumbre macroeconómica

45. Un análisis detallado de las propiedades agropecuarias de este grupo económico y de sus compras de tierras durante la década de los años 90, se encuentra en: E. M. Basualdo, J. H. Bang y N. Arceo, "Las compraventas de tierras en la Provincia de Buenos Aires durante el auge de las transferencias de capital en la Argentina", Desarrollo Económico, N° 155, Buenos Aires.

46. Un análisis del transformismo argentino se encuentran en: E. Basualdo, op. cit, 2001. Sobre el mismo, se señala que: "La otra contradicción que se expresa con intensidad durante estos años se origina en la acentuada simbiosis del sistema político con una de las fracciones dominantes y, en consecuencia, la relativa lejanía que mantiene respecto de las otras. En efecto, desde sus orígenes, el transformismo argentino se fue moldeando sobre la base de la interacción del sistema político con la fracción local de los sectores dominantes, constituida por los grupos económicos locales y algunos conglomerados extranjeros de origen europeo y de larga data en el país (tal el caso de Bemberg o de Techint). Esto no significa que las iniciativas de las otras fracciones dominantes, como por ejemplo los acreedores externos, no tuvieran influencia en el rumbo adoptado por el sistema político, sino que las mismas transitan por la imposición de los grandes lineamientos que adoptan las políticas económicas y sociales pero no en la forma específica que las mismas finalmente asumen en el país, porque allí es donde opera con inusitada eficacia la relación de la fracción local con el sistema político. La causa más elemental, pero no por ello menos relevante, para que ello ocurra es que los grupos económicos y algunos conglomerados extranjeros son los que actúan cotidianamente en el país y lo hacen desde hace muchas décadas. Por otra parte, y no menos importante, es que la conducción estratégica de la fracción local se encuentra radicada en el país y, en consecuencia, está directamente involucrada en la construcción del nuevo sistema político. Por el contrario, para las fracciones extranjeras, incluida la mayoría de las empresas extranjeras insertas en la producción y los servicios, la conducción local es un eslabón más que debe responder a las normas y la planificación establecida en los países de rigen en que está ubicada la casa matriz" (págs 83 y 84). Asimismo, respecto al Pacto de Olivos se menciona que: "…el transformismo argentino se institucionaliza a fines de este período, cuando los dos partidos centrales del sistema político firman el denominado "Pacto de Olivos". Este acuerdo, que pone en marcha una reforma constitucional que permitirá la reelección de Menem, consolida la nueva dinámica del sistema político aprobando todo lo actuado, reforma la composición de la Corte Suprema de Justicia, al mismo tiempo que ubica, dentro del nuevo sistema de dominación, al peronismo como el partido de mayor jerarquía orgánica y al radicalismo como su rueda auxiliar" (pág. 74 ).

Como citar este documento: Basualdo, Eduardo M.. Las reformas estructurales y el plan de convertibilidad durante la década de los noventa : el auge y la crisis de la valorización financiera.. Eduardo M. Basualdo FLACSO, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede Argentina. 2003.

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Eduardo M. Basualdo

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