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To Brexit or not to Brexit: that is the question (la batalla de los "egos") (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7

En cuanto a la inmigración, Tony señala que se trata de un problema a nivel global, pero que al Reino Unido le afecta de manera especial, ya que es el país más "superpoblado de Europa". "Nuestro sistema de subsidios es una tentación demasiado atractiva para los inmigrantes y el incremento de personas que vienen a nuestro país está causando cargas en el modo de vida de nuestros ciudadanos. Esto realmente debe ser abordado y pronto. Salir de la UE y terminar con la libertad de circulación es el primer paso. Además, dadas las recientes atrocidades en París, bien podría demostrar un paso muy sensato para nuestra seguridad nacional", añade.

"Sinceramente, creo que las leyes y las decisiones de la UE son contraproducentes para el crecimiento y la prosperidad del Reino Unido. Un "no" en el referendo podría, tal vez, dar comienzo a una nueva era en la historia de este país en la que podamos estar de nuevo orgullosos de nuestro lugar en el mundo como una gran nación soberana", remarca.

Con todo, y a pesar de las estadísticas, considera difícil que su sueño se haga realidad. "El cambio siempre es un riesgo. Y al final, la gente teme a lo desconocido. Las campañas pro-Europa, sin duda, van a jugar con esos temores", señala.

Mark Taylor, de 37 años, no puede estar más en desacuerdo. "Como director de una compañía de servicios de informática en Londres, considero que una "Brexit" podría afectar significativamente la posición de Londres como la capital financiera de Europa. HSBC y Goldman Sachs ya han expresado su preocupación ante una eventual salida. Las grandes instituciones financieras ofrecen miles de puestos de trabajo y oportunidades de contratos en mi sector, y si estas empresas siguen con sus amenazas y otros siguieran su ejemplo, el mercado de compañías como la mía, sin duda, se convertiría en mucho más difícil", explica.

Mark no está a favor de abandonar el Bloque. Aunque reconoce que la visión histórica que se tiene de los británicos como euroescépticos es "válida". "De alguna manera, siempre hemos vivido a la sombra de nuestra historia, y aunque el Imperio Británico es una cosa del pasado, nos ha dejado con un poco de ego inflado a la hora de valorar nuestra propia importancia como nación. Esto, combinado con la separación física que existe al ser una isla y la diferencia de idioma, crea una sensación de que estábamos aparte del resto del continente. Pero, por supuesto, el mundo es ahora un lugar mucho más pequeño y nuestro comercio y las relaciones políticas con otras naciones se convierten en cada vez más importantes", explica.

"Creo que mantener fuertes relaciones con el resto de Europa mejora nuestra posición global. Lo de la UE es un poco como los seguros de hogar… a veces creemos que los pagos son una carga innecesaria, pero probablemente llegará un día en el que estemos muy contentos de tenerlos", apunta.

Por su parte, David Evans, contable de 27 años, de Maidenhead, se considera proeuropeo, aunque cree que hay algunos aspectos de la UE que deberían ser mejorados por todos los estados miembros. "Creo que el referendo resolverá dos problemas: calmará los ánimos de los "tories" y conseguirá además que el Partido Conservador recupere también muchos votos perdidos en las últimas elecciones con el Ukip", explica.

"Con todo, no estoy seguro de si ideológicamente los británicos son euroescépticos. Creo que para la mayoría de la gente que conozco, este tema sigue siendo pragmático. El pueblo británico quiere la mejor opción. Los temas de Europa y la inmigración están ahora muy candentes. La inmigración, en su mayoría de Europa del Este, con o sin razón, parece muy preocupante para un gran número de británicos. Pero personalmente creo que el Reino Unido no va a recuperar el control de sus fronteras saliendo de la UE. La propuesta de Cameron para limitar a los inmigrantes el acceso a los subsidios es una cortina de humo. Quiere calmar a los que se piensan que vienen aquí a aprovecharse de nuestro sistema de bienestar, cuando en realidad, las estadísticas muestran que el porcentaje que reclama beneficios es muy bajo y la mayoría encuentra trabajo haciendo en muchas ocasiones lo que los británicos no quieren", matiza.

¿Y en Escocia? ¿Cómo se vive el referendo? Los escoceses acaban de votar en un plebiscito histórico. El referendo planteado por Cameron supone ahora otra consulta clave. Y por si fuera poco, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que según las encuestas ganará sin problemas las elecciones regionales de mayo, ha prometido otro plebiscito de independencia si finalmente Londres corta el cordón umbilical con Bruselas.

¿Demasiada saturación? David Scott, de 31 años, dedicado al "marketing" en la industria energética, asegura que el "referendo escocés era de más interés que el debate europeo porque se veía como algo más cercano". Nacido en Edimburgo, explica que "en Facebook había miles de "posts", ya fuera a favor o en contra de la independencia". "Incluso ahora veo amigos que estaban a favor de la independencia y siguen subiendo cosas para pedir otro referendo. Pero en cambio no he visto nada sobre el referendo europeo", dice.

"Todo el mundo hablaba del referendo de independencia, pero ahora no he mantenido ninguna conversación con mis amigos o compañeros del trabajo sobre el tema europeo. Pero no creo que la gente en Escocia esté saturada. Lo que ocurre es que el impacto de la UE en nuestro día a día es menos claro. Resulta más difícil de entender cómo nos afecta y por eso la gente es menos apasionada con este debate", apunta.

Con todo, hace un apunte importante. "Para mí, lo interesante de todo esto es que los votantes del SNP podrían votar para salir de la UE precisamente para tratar de asegurarse un segundo referendo de independencia. Y eso sí me preocupa. Los partidarios de la independencia estarían encantados, pero los unionistas empezaríamos a sentirnos frustrados", matiza.

A nivel personal, David también confía en que no haya una "Brexit", porque su prometida es rumana. "Ha vivido y trabajado en el Reino Unido durante siete años. Si salimos de la UE, no está claro cómo afectaría a los comunitarios que viven aquí, y obviamente para nosotros es un punto clave", añade.

– Los bárbaros de Europa ya están adentro (Project Syndicate – 30/11/15) Lectura recomendada

Berlín.- Estoy en una gira europea de dos semanas en un momento que podría hacer que uno se convierta en una de dos, ya sea en una persona muy pesimista con respecto las perspectivas de Europa o en una constructivamente optimista.

Primero las malas noticias: París está sombrío, incluso podría decirse deprimido, después de los atroces ataques terroristas a principios del mes de noviembre. El crecimiento económico de Francia permanece anémico, los desempleados y muchos musulmanes están descontentos, y probablemente le vaya bien en las próximas elecciones regionales al Frente Nacional, el partido de extrema derecha liderado por Marine Le Pen. En Bruselas, ciudad que se encuentra semi-desierta y bajo régimen de encierro debido al riesgo de ataques terroristas, las instituciones de la Unión Europea aún no idearon una estrategia unificada para gestionar la afluencia de migrantes y refugiados, y mucho menos una que aborde la inestabilidad y violencia en las proximidades de la Unión Europea.

Fuera de la eurozona, en Londres, existe preocupación acerca de los efectos de derrame negativos, tanto financieros como económicos, provenientes de la unión monetaria. Además, la crisis de migración y los recientes ataques terroristas darían lugar a que un referéndum -que probablemente se celebrará el próximo año- sobre la continuidad de la adhesión del Reino Unido a la Unión Europea llevase a su salida. Tras ello, posiblemente, sobrevendría la división del propio Reino Unido, ya que la llamada "Brexit", es decir la salida británica de la Unión Europea, conduciría a que los escoceses declaren su independencia.

En Berlín, por su parte, el liderazgo de la canciller alemana, Ángela Merkel, se encuentra bajo una creciente presión. Su decisión de mantener a Grecia en la eurozona, su valiente aunque impopular determinación sobre permitir que ingresen al país un millón de refugiados, el escándalo de la Volkswagen, y el crecimiento económico estancado (debido a la desaceleración de China y de los mercados emergentes) la han expuesto a críticas, incluso provenientes de su propio partido.

Frankfurt es una ciudad dividida en lo que se refiere a las políticas: el Bundesbank se opone a la flexibilización cuantitativa y a las tasas de interés negativas establecidas por las políticas monetarias, mientras que el Banco Central Europeo está listo a hacer más. Sin embargo, los austeros ahorristas alemanes -los hogares, bancos y compañías de seguros- están furiosos por las políticas del BCE que les imponen impuestos (a ellos y a otros en el núcleo de la eurozona) para subsidiar a los presuntamente irresponsables derrochadores y deudores de la periferia de la eurozona.

Dentro de este entorno, no es viable alcanzar la unión económica, bancaria, fiscal y política plena que, con el tiempo, una unión monetaria estable requiere: el núcleo de la eurozona se opone a compartir más riesgos, se opone también a la solidaridad y a una integración más rápida. Y, los partidos populistas de derecha e izquierda -que son anti-UE, anti-euro, anti-migrantes, anti-comercio, y anti-mercado- se hacen cada vez más fuertes a lo largo de toda Europa.

Pero, de todos los problemas que enfrenta Europa, es la crisis de migración la que podrían convertirse en una crisis existencial. En el Medio Oriente, África del Norte, y la región que se extiende desde el Sahel hasta el Cuerno de África, hay cerca de 20 millones de personas desplazadas; las guerras civiles, la violencia generalizada y los Estados fallidos se están convirtiendo en la norma. Si al presente Europa tiene problemas para absorber un millón de refugiados, ¿cómo va a manejar, dentro de un tiempo, 20 millones? A menos que Europa pueda defender sus fronteras exteriores, el acuerdo Schengen colapsará y las fronteras interiores volverán, dando fin a la libertad de movimiento -un principio clave de la integración europea- en la mayor parte de la UE. Sin embargo, la solución propuesta por algunos -cerrar las puertas a los refugiados- solamente empeoraría el problema, ya que se desestabilizaría a países como Turquía, Líbano y Jordania, que ya absorbieron a millones de personas. Y, pagar a Turquía y a otros países para que mantengan a los refugiados sería, a la vez, costoso e insostenible.

Y, los problemas del Gran Medio Oriente (que incluye a Afganistán y Pakistán) y África no se pueden resolver únicamente por medios militares y diplomáticos. Los factores económicos que impulsan estos (y otros) conflictos empeorarán: el cambio climático mundial está acelerando la desertificación y agotando los recursos hídricos, con efectos desastrosos para la agricultura y otras actividades económicas, los que a su vez desencadenan violencia a lo largo de segmentos étnicos, religiosos, sociales y de otra índole. Nada que sea menor a un desembolso masivo de recursos financieros, al estilo del Plan Marshall, en especial para reconstruir el Medio Oriente, garantizaría la estabilidad a largo plazo. ¿Podrá y estará dispuesta Europa a pagar la parte que le corresponda de dicho desembolso?

Si no se encuentran soluciones económicas, con el pasar del tiempo, los conflictos de estas regiones van a desestabilizar a Europa, ya que millones de personas estarán aún más desesperadas y con menores esperanzas, y, a medida que transcurra el tiempo, se radicalizarán y culparán a Occidente de su miseria. Incluso, si se construyera un quimérico muro rodeando a toda Europa, muchas personas encontrarían una manera de entrar – y algunas de ellas aterrorizarían a Europa durante las próximas décadas. Es por eso que algunos comentaristas, haciendo subir las tensiones, hablan de bárbaros que están en las puertas europeas y comparan la actual situación de Europa con el principio del fin del Imperio romano.

Pero Europa no está condenada al colapso. La crisis que ahora confronta podría dar lugar a mayor solidaridad, a que los riesgos sean más compartidos y a una integración institucional más profunda. Alemania podría absorber más refugiados (aunque no a razón de un millón por año). Francia y Alemania podrían suministrar y pagar la intervención militar contra el Estado Islámico. Toda Europa y el resto del mundo -EEUU, los Estados ricos del Golfo- podrían proporcionar grandes cantidades de dinero para apoyar a los refugiados y, posteriormente, fondos para reconstruir los Estados fallidos y proporcionar oportunidades económicas a cientos de millones de musulmanes y africanos.

Esto sería fiscalmente caro para Europa y el mundo -y, congruentemente se tendrían que virar los objetivos fiscales actuales en la eurozona y en el mundo. Pero la alternativa es el caos mundial, caso contrario, como el papa Francisco advirtió, sobrevendría el inicio de la Tercera Guerra Mundial.

Además, existe una luz al final del túnel para la eurozona. Una recuperación cíclica está en camino, con el apoyo de una flexibilización monetaria durante los próximos años y de normas fiscales que son cada vez más flexibles. Se compartirá más el riesgo en el sector bancario (ya que el próximo paso será un seguro de depósitos que abarque toda la UE), y a medida que transcurra el tiempo se adoptarán propuestas más ambiciosas que conduzcan hacia una unión fiscal. Las reformas estructurales -si bien avanzan con lentitud- continuarán y gradualmente aumentarán el crecimiento potencial y el crecimiento real.

El patrón en Europa ha sido que las crisis conducen -a pesar de hacerlo con lentitud- a una mayor integración y a compartir más los riesgos. Hoy en día, ante la existencia de riesgos que amenazan la supervivencia tanto de la eurozona (empezando por lo que ocurre en Grecia) como de la propia UE (empezando por la posible salida del Reino Unido (Brexit)), se necesitarán líderes europeos iluminados para sostener la tendencia que lleva hacia una unificación más profunda. En un mundo de grandes potencias existentes y emergentes (EEUU, China e India) y de potencias revisionistas más débiles (como Rusia e Irán), una Europa dividida es un enano geopolítico.

Afortunadamente, líderes con mentes preclaras en Berlín -y hay más que unos pocos, a pesar de las percepciones en sentido contrario- saben que el futuro de Alemania depende de una Europa fuerte y más integrada. Ellos, junto con líderes europeos más sensatos en otros lugares, entienden que esto requerirá de formas apropiadas de solidaridad, incluyendo una política exterior unificada que pueda abordar los problemas en las proximidades de Europa.

Pero la solidaridad empieza por casa. Y, eso significa hacer retroceder a los bárbaros populistas y nacionalistas que están dentro de Europa mediante el apoyo a la demanda agregada y a las reformas pro-crecimiento que garanticen una más resistente recuperación de puestos de trabajo e ingresos.

(Nouriel Roubini, a professor at NYU"s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund…)

– Las tres fallas tectónicas de Europa (Project Syndicate – 30/11/15) Lectura recomendada

Paris.- Hace diez o veinte años, la pregunta existencial que debía enfrentar la Unión Europea era si seguía teniendo sentido su existencia en un mundo globalizado. La pregunta actual es si la UE puede responder bien a los embates importantes procedentes del exterior.

Las áreas colindantes con Europa son pobres y peligrosas. Al sur de Gibraltar el ingreso per cápita desciende más de cinco veces. Hasta hace poco Ucrania estaba en guerra. El conflicto entre Israel y Palestina ya lleva más de 50 años. Y apenas acabó la guerra de Irak cuando comenzó el caos en Siria.

Por varias décadas tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Europa se pudo permitir pasar por alto lo que ocurría más allá de sus fronteras: Estados Unidos se encargaba de la seguridad. Pero hoy las cosas han cambiado. La retirada de EEUU de Irak señaló los límites de su involucramiento, y los problemas en el vecindario inmediato de la UE (no sólo en Siria, sino también al este y el sur) llaman a sus puertas. Por tanto, parecería que su gran prioridad tendría que ser protegerse a sí misma y estabilizar su entorno.

Sin embargo, tres fallas tectónicas internas le están dificultando la tarea. Inglaterra se está cuestionando la propia existencia de la UE. Europa Occidental y del Este, consideran que se debe actuar ante la crisis de los refugiados de manera diferente. Y Francia y Alemania difieren sobre sus prioridades.

El dilema de Inglaterra sobre su condición de miembro de la UE tiene raíces en la historia: es famosa la opinión favorable de Winston Churchill en 1946 a la creación de unos Estados Unidos de Europa, pero sin Inglaterra. Sin embargo, la eurofobia británica tiene poca sustancia: no hay elementos fundamentales que separen al Reino Unido del resto del continente. Es muy decidor el hecho de que el riguroso examen del Ministerio británico de Asuntos Exteriores sobre el funcionamiento de la UE no recomendara medidas de repatriación de competencias.

La única exigencia importante expresada en la última carta del Primer Ministro David Cameron a la UE atañe a la migración interna. Inglaterra, antigua campeona de la movilidad laboral, hoy se ha vuelto recelosa de los trabajadores extranjeros y desea limitar su acceso a los beneficios sociales. Se trata de un potencial punto de fricción en la relación entre Gran Bretaña y la UE, pero no un verdadero motivo para poner fin a una relación de colaboración que ya lleva más de cuatro décadas.

Las encuestas sugieren que los resultados del referéndum británico sobre su continuidad como miembro de la UE, que Cameron ha prometido realizar para fines de 2017, serán muy ajustados. Si los británicos votaran a favor de una salida de la UE como forma de protegerse de los tumultos que ocurran en el continente será tanto un desacierto como una tragedia.

La segunda falla tectónica ocurrió con la crisis de los refugiados. Para 2014, la "gran ampliación" de la UE en 2004 se podía señalar como una historia de éxito por haber sido un aporte importante a una transición rápida y pacífica en Europa Central y del Este, tanto en lo económico como lo político. Parecía que estaba en marcha una verdadera unificación europea.

Sin embargo, la crisis de los refugiados ha revelado que los miembros de estas áreas de la UE no comparten el mismo concepto de nación. Al menos de facto, la mayoría de los países europeos occidentales han convergido en una definición sin restricciones étnicas ni religiosas, y en la mayor parte de ellos habitan minorías importantes con orígenes y credos diversos. No ha sido una transformación fácil y existen diferencias en la percepción de su capacidad de absorber a los inmigrantes, pero el cambio es irreversible.

No obstante, la mayoría de los países del centro y el este del continente ven el tema de manera distinta. Viktor Orbán, Primer Ministro de Hungría, ha desarrollado una feroz retórica antimusulmana. Su contraparte de Eslovenia, Robert Fico, anunció en julio que su país sólo aceptaría refugiados cristianos, y a principios de mes el Presidente checo Milos Zeman se dirigió a un grupo denominado Bloque contra el Islam, diciendo a sus partidarios que "no eran extremistas". Y el nuevo ministro polaco de asuntos extranjeros, Konrad Szymanski, no dejó pasar 24 horas tras los ataques de París antes de denunciar los fallos y defectos de Europa.

No son desacuerdos sobre políticas, sino una brecha de principios, los mismos que cimientan los tratados de la UE y su Carta de Derechos Fundamentales. Especialmente en Alemania, toda persona perseguida por motivos políticos tiene derecho constitucional a recibir asilo. Contrariamente a las malinterpretaciones comunes, la Canciller alemana Ángela Merkel actuó basándose en valores morales, no egoísmo demográfico, al permitir este año la entrada de cerca de un millón de refugiados.

Rara vez Alemania espera solidaridad de sus socios europeos. Por una vez, en el punto culminante de la crisis migratoria, esperó recibirla. El que países que siguen beneficiándose enormemente de la solidaridad europea rechazaran pública y categóricamente el silencioso ruego alemán no se olvidará con facilidad.

La tercera falla se da entre Francia y Alemania. Desde los ataques del 13 de noviembre en París, la seguridad se ha convertido en el gran objetivo francés, mientras que Alemania se centra en la organización de la recepción y acogida del enorme flujo de inmigrantes.

Es una brecha más circunstancial que de esencia. El terrorismo puede propagarse a Alemania, y los refugiados desplazarse más allá de las fronteras. Sin embargo, al menos por el momento, existen discrepancias entre las inquietudes públicas y las prioridades de los gobiernos.

Tanto Merkel como el Presidente francés François Hollande han expresado su compromiso de apoyarse mutuamente. Francia recibirá a algunos refugiados y Alemania enviará tropas a Mali. Pero no basta con gestos simbólicos. Sigue habiendo el riesgo de que cada país sienta que se lo ha dejado solo en una encrucijada crítica.

Se han propuesto iniciativas más ambiciosas. Sigmar Gabriel y Emmanuel Macron, respectivamente ministros de economía de Alemania y Francia, hicieron hace poco un llamamiento a efectuar un fondo común para hacer frente a los retos de seguridad y refugiados en Europa, así como financiar políticas conjuntas. El fondo serviría también como un mecanismo concreto de reparto de riesgos y un paso modesto pero significativo hacia la superación del estancamiento en torno a las iniciativas de la UE, si no a la mutualización de la defensa y la seguridad, como han propuesto algunos académicos.

Sea cual sea la forma que adopte, será necesaria más valentía. De lo contrario bien puede ocurrir que, de no abordarse los riesgos y retos en común, los ciudadanos confíen exclusivamente en el estado-nación, rechacen la solidaridad y pidan el restablecimiento permanente de las fronteras nacionales.

No por accidente estas tres fallas tectónicas de la UE aparecen en el mismo momento en que se enfrenta a retos sin precedentes. Las presiones externas dejan al descubierto las debilidades internas. Europa puede superarlas, o bien sucumbir ante ellas. La doble crisis de los refugiados y la seguridad de la UE representa su momento de la verdad.

(Jean Pisani-Ferry is a professor at the Hertie School of Governance in Berlin, and currently serves as Commissioner-General for Policy Planning for the French government. He is a former director of Bruegel, the Brussels-based economic think tank)

– ¿Podría el Estado Islámico unificar a Europa? (Project Syndicate – 26/11/15) Lectura recomendada

Múnich.- Durante la crisis financiera, los miembros nórdicos de la zona del euro rescataron a sus homólogos del sur ofreciendo rescates enormes y respaldando la promesa del Banco Central Europeo de salvar el euro a toda costa. Sin embargo, cuando Alemania pidió recientemente un sistema de cupos para afrontar la afluencia en masa de refugiados, sus socios no mostraron la misma solidaridad y, ahora que Francia, aún no recuperada de los ataques de París, ha declarado la guerra al Estado Islámico, otros países europeos se están encogiendo de hombros, mascullando condolecencias, y abrigando en silencio la esperanza de que el conflicto no les afecte.

La conclusión es clara: aunque Europa ha logrado avances importantes hacia la unión fiscal, sigue muy alejada de la unión política.

Medio siglo después de la fundación de un mercado común y quince años después del lanzamiento de la moneda común, Europa sigue careciendo de una fuerza policial unida y de una sola política exterior. Tal vez lo más problemático es que la UE sigue albergando veintiocho ejércitos, con veintiocho comandantes en jefe, unidos sólo ligeramente por la OTAN.

A algunos dirigentes europeos -incluidos el Presidente de Francia, François Hollande, y el Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker- no parece preocuparles esa realidad. Sostienen que Europa debe acelerar aún más los avances hacia la unión fiscal introduciendo un plan de seguridad común para los depósitos, un único presupuesto, unos eurobonos, más riesgos compartidos y un sistema de prestaciones de desempleo unificado lo antes posible.

Se equivocan. En realidad, esas medidas sólo exacerbarían los defectos de la estructura de la zona del euro. Sostendrían unos precios relativos falsos -resultantes de la burbuja crediticia inflacionista del sur, que se formó después de la adopción del euro- que están impidiendo la recuperación de la competitividad por los países del sur miembros del euro. A consecuencia de ello, persistiría el desempleo estructural en Francia y en el sur de Europa.

Además, las medidas propuestas agravarían los problemas de deuda pública de Europa al reducir aún más las diferencias entre los tipos de interés de los países, sostener las burbujas de activos y destruir el papel de asignación de recursos que corresponde al mercado de capitales. Ése fue el error que los Estados Unidos cometieron después de su fundación, cuando varias rondas de mutualización de la deuda avivaron una burbuja crediticia insostenible que provocó la quiebra de nueve de los veintinueve Estados y territorios de 1835 a 1842 y prepararon el terreno para la guerra civil americana.

Los inconvenientes de fortalecer aún más la unión fiscal de Europa no acaban ahí. Un avance continuo hacia la unión fiscal haría, paradójicamente, que la unión política resultara cada vez más improbable por una simple e importante razón: Francia.

Francia, la potencia militar más fuerte de Europa con mucha diferencia, ha frustrado todos los intentos de mancomunar las fuerzas armadas de Europa. En 1954, la Asamblea Nacional francesa rechazó el tratado sobre la organización de Defensa de la Unión Europea Occidental. En 2005, Francia rechazó la propuesta de Constitución de la Unión Europea, que podría haber señalado el comienzo del proceso de unificación. Los sucesivos presidentes de Francia han declarado que Francia no aceptará unos Estados Unidos de Europa ni siquiera como un remoto objetivo de la política europea.

Pero Francia, cuyos sistema bancario e industrias están enormemente expuestos a los riesgos representados por la Europa del sur, es una importante beneficiaria de la unión fiscal. Cuando comenzó la crisis financiera mundial, la exposición de los bancos franceses al riesgo representado por Grecia, de 58.000 millones de euros (61.700 millones de dólares), era el doble de la de los bancos alemanes. En vista de ello, es comprensible que Francia prefiera la unificación fiscal a la política, pero, si otros países europeos aceptan esa preferencia y Europa sigue por su vía de una integración desequilibrada, no habrá forma de convencer a Francia de que apoye la unión política.

Tal vez la trágica matanza terrorista en París cambie la aversión francesa a la integración política. Al subrayar que incluso una gran potencia militar a veces necesita apoyo, el ataque podría resultar ser un factor de cambio con miras a la creación de una unión política europea. Naturalmente, para que así sea, los países de Europa deben unirse a fin de ayudar a Francia en su lucha contra el Estado Islámico. Entretanto, Francia y otros países de la UE deben ayudar a Alemania, Austria, Suecia, Hungría y Eslovenia a atenuar la crisis de los refugiados aceptando un sistema de cupos.

A medida que Europa intente construir una unión sostenible, estable y próspera, debería recurrir a las uniones logradas, como las de los Estados Unidos y Suiza, como guías. Esas dos uniones comenzaron siendo organizaciones de defensa militar y hasta después no crearon uniones fiscales. Fueron necesarios decenios, si no siglos, para que consiguieran presupuestos públicos considerables y empezaran a redistribuir ingresos y las dos prohíben el tipo de operaciones de rescates fiscales y monetarios de los Estados o cantones que la UE aplicó durante la crisis financiera.

Ya es hora de que la UE cambie su planteamiento de la integración. En lugar de seguir presionando en pro de la integración fiscal equilibrada, debe procurar aplicar los elementos fundamentales de la unión política, incluida una fuerza de policía integrada, una legislación de asilo común, una única política exterior y, por encima de todo, un ejército unido. Si los acontecimientos recientes nos han enseñado algo, es que las amenazas a la UE no se deben a un inadecuado reparto de los riesgos fiscales, sino a una coordinación insuficiente sobre los imperativos en materia de política exterior y seguridad.

(Hans-Werner Sinn, Professor of Economics and Public Finance at the University of Munich, is President of the Ifo Institute for Economic Research and serves on the German economy ministry"s Advisory Council. He is the author, most recently, of The Euro Trap: On Bursting Bubbles, Budgets, and Beliefs)

– Adiós, Angela: ¿por qué Europa será más fuerte después de Merkel? (El Economista – 7/12/15) Lectura recomendada

(Por Matthew Lynn)

Según una portada reciente de The Economist, es la "europea indispensable". Durante una década ha presidido una crisis tras otra, con calma imperturbable. Ha mantenido fuerte la economía alemana, rescatado el euro y conducido a la Unión Europea hacia unas aguas más mansas.

Si leemos los muchos elogios de su genialidad política y estratégica, podríamos pensar que Angela Merkel ha presidido su país excepcionalmente y que la perspectiva de que pierda por fin su control del poder supondría un grave retroceso para el continente. Pero son tonterías. A Merkel se le ha dado muy bien acceder y conservar el poder. Como manipuladora de la política nacional e internacional, actualmente en el mundo no tiene igual, pero medida según su historia real, ha sido una catástrofe.

La economía alemana se ha convertido en un peligro para el resto del mundo y ha exportado deflación a sus vecinos. Ha vacilado en torno al euro, hasta el punto de infligirle daños irreparables. Su enfoque confuso sobre la UE también la ha dejado al borde del colapso y los británicos se dirigen a la puerta de salida. Cuando por fin se marche, Alemania obtendrá lo que de verdad necesita: un líder con visión para abordar de verdad algunos de los problemas a los que se enfrenta.

Merkel ha sido la fuerza dominante de la política europea desde que pasó a ser la canciller alemana en 2005. Ahora cuesta evitar la sensación de que el sol, aunque aún no se haya disipado del todo por el horizonte, empieza a ponerse en su reinado. Las próximas elecciones están previstas para otoño de 2017. Todavía queda mucho y no corre ningún peligro en el poder hasta entonces, si es que opta por quedarse tanto. No está muy claro que quiera.

Merkel aún no ha dicho si quiere permanecer otra legislatura y las encuestas empiezan a volvérsele en contra. Una encuesta esta semana en el popular diario Bild concluía que el 48% de los votantes alemanes no quieren que se presente a los próximos comicios. Su partido sigue siendo líder de las encuestas pero su popularidad personal se empieza a desvanecer. Una mayoría rotunda (el 48% del electorado) se opone a su política de dejar que entren grandes números de refugiados en el país.

Está por ver si Alemania podrá absorber los 800.000 refugiados que han inundado el país, junto con los muchos más que podrían llegar en invierno. Aunque pueda, no será fácil. ¿Es el mejor contexto para aspirar a cinco años más en el poder, sobre todo cuando para entonces ya llevará doce años? En la era moderna, casi ningún líder político ha gobernado tanto tiempo. Margaret Thatcher en Gran Bretaña solo consiguió estar once años y aunque François Mitterrand en Francia consiguió durar catorce años, hacia el final de su mandato se limitó a adoptar un papel meramente ceremonial. La apuesta inteligente es que en algún momento del año que viene se marchará y dará tiempo a su sucesor para que se establezca antes de las elecciones. Que nadie lamente su marcha. Olvídense de todos los elogios porque la realidad es que Merkel ha conseguido muy poco. Se han cometido tres grandes errores.

Los tres grandes errores

Primero, la economía. Es verdad que sobre la superficie parece fuerte. El crecimiento ha sido respetable y se han creado muchos puestos de trabajo. Recientemente hemos sabido que el desempleo ha caído nada menos que hasta el 6,3%, una cifra histórica para el periodo post-unificación. Pero si miramos debajo de la alfombra, la historia no es tan bonita. Alemania ha contenido los salarios en el euro y amasado un gigantesco excedente comercial que parece descontrolarse. Este año se acercará al 9% del PIB. Y eso no enriquece al alemán de a pie y desinfla la demanda en el resto del mundo. Alemania siempre ha sido una gran exportadora (fabrica cosas estupendas) pero solía importar en igual cantidad. En los últimos quince años eso ha cambiado. Y Merkel sigue sin reconocer que hay un problema ni mucho menos actuar.

Segundo, ha vacilado mientras la moneda única tropezaba con una crisis tras otra. Cuando Grecia, Portugal e Irlanda se hundían en 2010 y 2011, debería haber sido obvio para cualquiera que había un fallo importante en la construcción de la moneda única. No pasa nada por eludir temas para ganar tiempo hasta dar con una solución permanente pero si eso es todo lo que se puede ofrecer, no basta. Cinco años después, la economía griega sigue encogiéndose y Portugal se dirige hacia otra crisis. Hubiera sido mucho mejor ayudar a los países periféricos a salir del euro en vez de tropezar con una crisis tras otra. Los centrales podrían haber sobrevivido. Ahora es improbable que la moneda sobreviva hasta la próxima década.

Por último, su liderazgo de la UE ha sido abismal. El declive de Francia significa que Alemania es la potencia dominante en la Unión, pero ¿dónde están las reformas o la inyección de competitividad que el continente precisa? Ni siquiera es capaz de firmar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, que claramente impulsaría el crecimiento. En los dos próximos años, el Reino Unido podría marcharse mediante un referendo sobre la membresía, pero Merkel no ha ofrecido concesiones importantes para conservar a los británicos. Si California abandonase Estados Unidos, supondría, por decirlo suavemente, un golpe para su prestigio. Lo mismo ocurrirá si Gran Bretaña (que va camino de ser la economía más grande de Europa en las dos próximas décadas) se marcha de la UE.

Los mercados se mostrarán nerviosos sin duda, a medida que el agarre del poder de Merkel se debilite progresivamente en los próximos doce meses, pero no deberían estarlo. Sin la obsesión de Merkel por soluciones a corto plazo, el continente podrá trabajar en la solución de algunos de sus problemas. Ya está tardando.

La Europa "surrealista": ¿Brexit? Yo también…

"El ministro belga de Justicia, Koen Geens, ha admitido este miércoles que el principal sospechoso de los atentados de París en orden de búsqueda, Salah Abdeslam, podría haberse encontrado en una vivienda en Molenbeek dos días después de los ataques, aunque la policía no intervino por ser de noche"… Bélgica dejó escapar a Abdeslam porque la ley no permite registros pasadas las nueve (El Confidencial – 17/12/15)

Adbeslam, que participó presuntamente en los atentados que dejaron el 13 de noviembre al menos 130 muertos y 350 heridos, se encontraría dos días más tarde en el distrito bruselense de Molenbeek, según reconoce Geens a la cadena flamenca VTM.

El diario "Het Laatste Nieuws" destaca que en esa entrevista exclusiva el ministro revela que la posición de Abdeslam era conocida por los servicios de información en la noche del domingo 15 al lunes 16 de noviembre.

En cambio, la policía no pudo intervenir esa madrugada para no infringir la ley de 1967 que prohíbe en Bélgica los registros entre las 21:00 y las 05:00.

Hay derogaciones únicamente en caso de "delito flagrante" o de "incendio", pero no en casos relacionados con terrorismo. Para poder intervenir en ese horario en el marco de investigaciones terroristas, habría que cambiar el Código Penal belga, de manera que se pudieran autorizar registros las 24 horas del día por infracciones terroristas.

Esa modificación es una de las 18 propuestas que el primer ministro belga, Charles Michel, planteó tras los atentados de París para combatir el terrorismo de manera más efectiva.

La policía intervino finalmente el lunes 16 de noviembre hacia las 17:00 hora local después de haber obtenido un mandato judicial, lo cual podría haber dado tiempo a Abdeslam a huir del lugar, si realmente se encontraba allí.

En esos momentos, Bélgica se encontraba bajo el máximo nivel de alerta terrorista (nivel 4) ante la posibilidad "grave e inminente" de que se cometiera un atentado similar a los de París, según las autoridades belgas.

Por su parte, la Fiscalía federal precisó que tenía en ese momento "una información que indicaba que Salah podía estar o había estado en la vivienda en cuestión".

"Se hizo entonces un registro sin resultados", indicó el Ministerio Público, según recoge el diario "Le Soir". Según señaló, "afirmar que no le hemos podido detener porque no podemos efectuar registros entre las 21:00 y las 05:00 y que se escapó en esa franja horaria, es una extrapolación".

Salah Abdeslam alquiló el vehículo Volkswagen Polo con el que los asaltantes de la sala de conciertos Bataclan llegaron hasta allí para cometer la masacre en la que murieron 89 personas.

Según los investigadores, Abdeslam habría sido trasladado desde París hasta Bruselas por dos personas que fueron arrestadas y acusadas de "asesinato terrorista y participación en actividades de una organización terrorista".

Cameron: del referéndum al merendéndum (y Europa de crisis en crisis)

– Europa, ante el desafío de Cameron y el control de las fronteras (Gaceta.es – 17/12/15)

"Con un referéndum de permanencia o no en la Unión Europea en mente, el primer ministro británico, David Cameron, trata de convencer al resto de países de la necesidad de aceptar sus condiciones para seguir formando parte de la Europa común. "No estamos pidiendo un acuerdo esta noche, pero sí un impulso real para que podamos llegar a un acuerdo", aclaraba el premier antes del comienzo de la cumbre de líderes, que comenzaba este jueves y concluye este viernes"… Europa, ante el desafío de Cameron y el control de las fronteras (Gaceta.es – 17/12/15)

Asuntos como el mercado único, la inmigración de los ciudadanos comunitarios, la competitividad y la integración europea son los que determinarán la permanencia de los británicos en la UE. Así, Cameron pide, por ejemplo, que los ciudadanos de otros países de la UE que lleguen al Reino Unido vivan y paguen impuestos allí durante cuatro años antes de poder optar a beneficios en el trabajo o a una vivienda social.

Al inicio de la reunión, los principales líderes europeos expresaban su deseo de encontrar una solución para Reino Unido pero también cierta preocupación por sus exigencias: "Nosotros quisiéramos mantener al Reino Unido en la UE, pero al mismo tiempo, los fundamentos básicos, como la no discriminación y la libertad de movimiento, no los queremos restringir", decía Merkel. Mientras, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, subrayaba con firmeza que algunas de las pretensiones de reformas del Reino Unido son "inaceptables".

A la firmeza de Cameron, dispuesto a pedir el "no" a la UE si no se aceptan sus condiciones, hay que añadir el deseo, ya manifestado por el premier, de reforzar la soberanía jurídica de su país ante instituciones supranacionales como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo.

Pero no es la permanencia de Reino Unido el único escollo al que deber hacer frente los europeístas. Tampoco hay acuerdo sobre la crisis de refugiados y el refuerzo de las fronteras exteriores. Tusk, por ejemplo, se refiere a la propuesta de la Comisión – crear un cuerpo europeo de guardias de fronteras que puedan ser enviados a los límites donde se constate que están mal protegidas- como una iniciativa "controvertida" pero advierte de que "si se rechaza esta propuesta habrá que encontrar otra, pero me temo que igualmente dolorosa".

Merkel, a favor de la medida, asegura que defenderá "fuertemente los planes de la CE para la creación de un cuerpo europeo de fronteras" y se sitúa en línea con Hollande, "totalmente de acuerdo" con la propuesta.

Son los países del Mediterráneo, como Grecia, representada en Europa por Alexis Tsipras, los que se defienden y reivindican haber "cumplido sus obligaciones", además de haber hecho "progresos significativos en los centros de registro de refugiados".

En la misma línea de Hollande y Merkel, el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, cita como prioridades el refuerzo "con actos, y no solo con palabras" de las fronteras exteriores y que Turquía cumpla con sus compromisos como reforzar su frontera con la UE, combatir juntos el tráfico de personas y mejorar las condiciones de acogida de los refugiados en el país -que superan los dos millones de personas- para que no tengan la tentación de arriesgar su vida en un peligroso viaje.

¿"Inaceptable"?: Cameron quiere romper con Europa y recuperar la soberanía jurídica

"La salida del Reino Unido de la UE podría estar un paso más cerca. El primer ministro británico, David Cameron, se ha topado durante la cumbre que termina este viernes con la negativa del resto de socios a una de sus exigencias claves de cara al referéndum sobre la pertenencia de Reino Unido a la UE, que debe celebrarse antes de finales de 2017. Los líderes europeos ven "inaceptable" que Londres pretenda discriminar a los ciudadanos del resto de estados miembros y denegarles durante cuatro años los beneficios sociales ligados al empleo"… Los líderes de la UE dicen "no" a las exigencias Cameron (El Español18/12/15)

El único acuerdo que han alcanzado los jefes de estado y de gobierno de los 28 es seguir negociando para encontrar "soluciones mutuamente satisfactorias" desde el 18/12/15 a la próxima cumbre del 18 y 19 de febrero de 2016, porque todos quieren que Reino Unido siga en la UE. "La verdad es que será un trabajo muy duro", ha admitido Cameron en una improvisada rueda de prensa tras la cena del jueves, consagrada al problema británico. Pero pese a las críticas de sus colegas, el primer ministro no ha presentado ninguna alternativa al veto de cuatro años ni lo ha retirado. "Sigue estando sobre la mesa", ha dicho.

Cameron esperaba lograr un pacto rápido, ya en esta cumbre, que le permitiera clamar victoria ante el euroescéptico electorado británico, adelantar la consulta a primavera de 2016 y ganarla con facilidad. Como condición para defender la permanencia de Reino Unido en la UE, el primer ministro británico había presentado a sus socios cuatro exigencias. Sobre tres de ellas ya hay prácticamente acuerdo. Los líderes europeos aceptan inscribir la competitividad en el ADN de la UE, ofrecer salvaguardas a los países que no forman parte del euro y permitir que Londres se desvincule del compromiso de avanzar hacia "una Unión cada vez más estrecha".

Su cuarta demanda es la más polémica y la que ha provocado el bloqueo de las negociaciones. Cameron quiere limitar la entrada de inmigrantes en Reino Unido, pero no sólo de los extracomunitarios sino también de ciudadanos de otros países de la UE. Alega que la cifra actual de 300.000 inmigrantes al año no es sostenible, preocupa a los ciudadanos y da alas a formaciones populistas como el UKIP. Y la solución que ha propuesto consiste en privar a los ciudadanos comunitarios de beneficios sociales ligados al empleo durante los cuatro primeros años que residan en Reino Unido. En la actualidad, el 40% de los inmigrantes comunitarios cobra algún tipo de prestación social británica, que según Londres generan un efecto llamada.

El primer ministro británico avisa a sus socios de que las últimas encuestas dan prácticamente un empate entre los que quieren que Reino Unido siga en la UE y los que apuestan por abandonarla. Si no ofrece resultados concretos a los votantes, le resultaría muy difícil ganar el referéndum frente al empuje de los euroescépticos.

Los argumentos de Cameron no han logrado de momento convencer al resto de líderes europeos. Denegar a los ciudadanos comunitarios prestaciones sociales que sí reciben los nacionales británicos constituye un caso de discriminación que va contra los principios fundadores de la Unión. "Hay que preservar la libre circulación de trabajadores y el trato igual para todos, porque si no tendríamos una UE que estaría muy amputada en uno de sus principios básicos", ha señalado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

El primer ministro británico se ha enfrentado incluso a aliados tradicionales de Reino Unido, como los países del este y los bálticos. "No apoyaremos ninguna solución que sea discriminatoria o limite el libre movimiento", han avisado los primeros ministros de Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia en una declaración conjunta. Para la presidenta lituana, Dalia Grybauskaité, "la libertad de movimiento es un valor central de la UE y no podemos aceptar que se discrimine a nuestros ciudadanos".

También el presidente francés, François Hollande, ha resaltado que "es inaceptable revisar lo que fundamenta los compromisos europeos". Incluso la canciller alemana, Angela Merkel, uno de los principales apoyos de Cameron en Bruselas y que acepta incluso reformar los Tratados, ha dejado claro que su respaldo tiene límites. "Queremos que Reino Unido permanezca en la UE pero, al mismo tiempo, las libertades fundamentales, los principios básicos de la UE no pueden restringirse", ha zanjado.

El único apoyo explícito de Cameron en el Consejo Europeo ha sido el del primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, que acaba de perder un referéndum para una mayor integración de su país en la UE. "La idea de encontrar un mejor equilibrio entre la libre circulación y la libertad de reclamar prestaciones sociales es una cuestión que nosotros queremos discutir también", ha dicho. Otro de los líderes que más simpatizan con Reino Unido, el irlandés Enda Kenny, reconocía que "muchos países ya han dicho que no quieren que se discrimine a sus ciudadanos".

Uno de los más optimistas sobre las posibilidades de llegar a un acuerdo era Jean-Claude Juncker, al que Cameron intentó vetar como presidente de la Comisión. Pero Juncker ha dado a entender que la solución debe pasar por un plan B, una propuesta alternativa a la restricción de cuatro años en las prestaciones sociales.

"La Comisión está dispuesta a examinar otras opciones diferentes al único plan propuesto por el primer ministro británico", ha dicho Juncker. "Estoy bastante convencido de que encontraremos una respuesta para esta cuestión tan complicada", ha agregado. También el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se ha declarado "más optimista" sobre las posibilidades de acuerdo tras el debate del jueves. Pero al mismo tiempo ha dejado claro que la UE no retrocederá en sus "líneas rojas" ni aceptará ningún tipo de discriminación.

El problema ahora es que Cameron tiene muy poco margen de maniobra porque ha puesto por escrito sus exigencias y las ha reiterado en múltiples ocasiones. Cualquier marcha atrás podría interpretarse fácilmente como una derrota y abonar el terreno para la victoria de los que defienden la salida de Reino Unido de la UE.

David -Kemal- Cameron: "sospechosa" desaparición "oficial" de 1 millón de inmigrantes

"El Gobierno británico ha sido acusado de perder la pista a un millón de inmigrantes que han entrado en los últimos años en el país, mientras la crisis de los refugiados entra en una fase caótica en todo Occidente"… Gran Bretaña podría haber "extraviado" a 1 millón de inmigrantes (Gaceta.es – 18/12/15)

Aunque el tema ha desaparecido de las portadas, la crisis de los refugiados se ha convertido en un gigantesco caos. Más de un millón de migrantes llegados a Gran Bretaña en los últimos años han "desaparecido" a efectos oficiales, en Estados Unidos han descubierto a treinta inmigrantes recientemente admitidos implicados en actividades terroristas pese a las garantías de Obama de que se les sometía a un riguroso examen, en Calais cientos de refugiados se unen en un intento de asalto para entrar en el túnel del Canal y una cumbre urgente de la UE decide reforzar sus fronteras exteriores y crear un cuerpo especial de policía de frontera. La inmigración del Tercer Mundo está oficialmente fuera de control.

Oficialmente, el gobierno de David Cameron reconoció el jueves que el Ministerio de Interior había perdido la pista a 10.000 inmigrantes, a los que hay que sumar otros 30.000 solicitantes de asilo de los que se desconoce igualmente el paradero. "Es escandaloso que el ministerio haya perdido casi tanta gente como la que cabe en el estadio de Wembley", declaró el vicepresidente del Partido de la Independencia (Ukip), Paul Nuttall.

Eso es lo que se admite oficialmente, pero el escándalo podría ser muchísimo mayor si se confirman las cifras que da el diario The Telegraph, que cifra en un millón los inmigrantes de los que el Gobierno no sabe nada y cuya desaparición se ha ocultado al público para no dañar las posibilidades del "sí" en el referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea previsto para 2016.

Según los expertos, el número de migrantes que entran en Gran Bretaña procedentes de la UE podría ser cientos de miles de veces mayor del que se pensaba hasta ahora. Para colmo de males, más de una docena de eurolíderes informaron previamente a la cumbre que se opondrían a los planes de Cameron de eliminar determinadas prestaciones laborales a los inmigrantes durante los cuatro primeros años de su estancia, una reforma con la que el primer ministro trataba de aplacar el creciente euroescepticismo del electorado británico.

Mientras, en Estados Unidos, siguen apareciendo noticias que ponen más que en entredicho las garantías del presidente Barack Obama sobre el proceso de control al que se someten los refugiados musulmanes que se ha propuesto introducir en el país. En un correo electrónico enviado a periodistas del país, la oficina del senador republicano por Alabama Jeff Sessions detalla treinta casos de inmigrantes recientemente admitidos a Estados Unidos y que se han hallado implicados en actividades terroristas. Sessions, presidente del Subcomité sobre Inmigración e Interés Nacional del Senado, lidera un grupo de legisladores conservadores que se oponen a la aprobación de una ley que no pone límite a la admisión de inmigrantes y refugiados.

De vuelta en el Viejo Continente, casi mil de los solicitantes de asilo que desde hace meses malviven en un campamento improvisado en las afueras de Calais han intentado un asalto coordinado para entrar en el túnel bajo el Canal de la Mancha que une Francia con Gran Bretaña, provocando violentos choques con la policía.

"Advertimos la presencia de entre 800 y 1.000 migrantes cerca del túnel", informaron el jueves fuentes policiales a la agencia AFP. "A medida que se acercaban, varios de ellos trataron de ralentizar el tráfico por la fuerza para trepar a los camiones". El número de solicitantes de asilo reunidos a la luz del día se ha calificado por las fuerzas del orden como "sin precedentes", ya que suelen intentar el asalto por la noche.

La situación es tan dramática que ya no es la desaparición del Espacio Schengen lo que más preocupa a los líderes europeos. En la reciente cumbre europea, el polaco Donald Tusk, presidente del Consejo de Europa, señaló la necesidad de aplicar firmes controles en las fronteras externas, subrayando que sin ellos "fracasaremos como comunidad política. Y me refiero a consecuencias potencialmente más graves que el mero desmantelamiento de Schengen".

Proteger la continuidad de Schengen, sin embargo, ha sido una de las prioridades sobre la que todos los líderes asistentes a la cumbre han estado de acuerdo. El plan de la Comisión prevé crear una Agencia de Fronteras y Guardacostas que intervendrá "en situaciones de emergencia" si se decide que los estados individuales son incapaces por sí solos de proteger eficazmente sus fronteras.

El "farol" de Cameron: y la hipótesis del "win-win"

"David Cameron, el primer ministro de Reino Unido, anunció ayer que el referéndum para que los británicos decidan si quieren seguir siendo parte de la Unión Europea podría llevarse a cabo en el verano de 2016, meses antes de lo previsto"… Cameron adelanta el referéndum del "Brexit" al verano de 2016 (Expansión –18/12/15)

Cameron se había comprometido a que la votación se realizaría antes del final de 2017, y muchos analistas daban el principio de ese año como fecha más probable. Pero el político conservador quiere ahora forzar un acuerdo con los líderes europeos del próximo mes de febrero (2015), lo que le permitiría realizar la consulta en junio o julio. En Downing Street se teme que la crisis migratoria pueda agravarse a lo largo del año próximo y nuevas llegadas masivas de inmigrantes podrían dar ventaja a quienes defienden una salida de Reino Unido de la UE.

Si se llegara a este acuerdo, Cameron necesitará seis semanas para realizar los trámites parlamentarios y anunciará cuatro meses de campaña electoral para que los partidarios del Sí y el No a Europa puedan defender sus posturas.

Cameron habló en rueda de prensa tras la reunión de dos días celebrada en Bruselas con todos los líderes europeos. "Hemos hecho buenos progresos y estamos cada vez más cerca de alcanzar un acuerdo en las reformas que hemos propuesto", aseguró el político británico.

Durante la cumbre, los socios de la UE dejaron claro su rechazo a las cuatro propuestas de Cameron para modificar la Unión Europea, en especial a la limitación de los derechos de los inmigrantes europeos en Reino Unido. "Seremos duros para defender dos líneas rojas: la libre circulación y el principio de no discriminación", dijo el presidente del Consejo, Donald Tusk, al acabar la reunión.

Si Cameron pretende conseguir un acuerdo en la próxima cumbre de febrero, tendrá que estar dispuesto a suavizar sus posiciones, algo que en Reino Unido ya se da por hecho. Internamente, Cameron quiere convencer a los británicos que permanecer en Europa es la mejor forma de mantener la seguridad nacional y luchar contra el terrorismo internacional.

Los socios europeos presentarán en febrero su contraoferta a Cameron

"La cumbre europea de la semana pasada alcanzó un pacto no escrito sobre la estrategia, el calendario y las maniobras necesarias para ayudar al primer ministro británico, David Cameron, a defender el sí a la UE en el próximo de referéndum sobre la continuidad de su país en el club comunitario"… La UE sella el plan para evitar la salida de Reino Unido (Cinco Días – 21/12/15)

Si el plan pergeñado por Angela Merkel y compañía sale bien, Europa pasará a mediados del año 2016, la desagradable página de la consulta británica sobre la integridad de la UE. Cameron convocaría su referéndum hacia junio ese año que y el sí se impondría gracias a las concesiones presuntamente arrancadas a Bruselas por el primer ministro británico.

Pero si el frágil acuerdo alcanzado se rompe o si la opinión pública británica se revuelve contra la oferta europea, Bruselas podría encontrarse en año 2016 con el primer abandono en un club que desde su fundación en 1958 no ha parado de sumar socios y ha pasado de los 6 iniciales a 28 Estados miembros con 503 millones de habitantes.

El brexit (como se conoce la salida de Gran Bretaña) no es el escenario deseado ni siquiera por Cameron, que podría verse ante un cataclismo financiero si su país sale de la UE y la City londinense deja de ser el principal centro financiero de Europa.

Pero una buena parte del partido conservador del premier británico defiende con vehemencia la salida. Y la ruptura podría acabar imponiéndose si la consulta se celebra en un clima de naufragio institucional europeo como el actual, con Bruselas desbordada por crisis como la de los refugiados.

El deterioro de la convivencia entre los socios europeos (visualizado en la última cumbre (2015) por los enfrentamientos de varias delegaciones con Merkel) también podría complicar la capacidad de maniobra de Bruselas para brindar a Cameron una propuesta que le permita salvar la cara ante su electorado.

Las elecciones a la vista en Francia y Alemania (2017) también complicarán la negociación. Sobre todo, porque el cada vez más poderoso Frente Nacional de Marine Le Pen ya ha anunciado que si gana las elecciones presidenciales francesas exigirá a la UE unas concesiones similares a las que obtenga Cameron. Todo ello convierte el camino hasta el referéndum en un terreno minado.

La primera prueba de fuego llegará en la cumbre europea del 18 y 19 de febrero de 2016. Los socios europeos presentarán entonces su contraoferta a las demandas planteadas por Cameron como condición para defender el sí en la consulta.

Las reivindicaciones de Cameron pueden agruparse en cuatro cestas: restringir los derechos de los inmigrantes europeos; blindar la City londinense y la libra esterlina frente a la zona euro; eximir a Reino Unido de la obligación de "avanzar hacia una Unión cada vez más estrecha", y dar derecho de veto a los parlamentos nacionales sobre las propuestas de Bruselas.

El acuerdo del pasado 17/12 (2015), alcanzado tras dos horas de intenso debate con Cameron, no deja fuera ninguna de las demandas del primer ministro británico, ni siquiera su polémica intención de limitar los derechos de los trabajadores europeos en Gran Bretaña durante los primeros cuatro años de contrato. "Hemos acordado trabajar juntos para encontrar una solución en las cuatro áreas", admitió al término del encuentro el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Cameron también tuvo que ceder a la vista de la tremenda resistencia que su propuesta sobre los trabajadores europeos provoca entre los países emisores de emigrantes, como Polonia, España o Portugal. El mandatario británico se mostró dispuesto a aceptar "alternativas al modelo de los cuatro años, siempre y cuando logren el mismo objetivo", según explicó Tusk.

Como alternativa se baraja un plazo inferior a cuatro años para que los derechos de los trabajadores europeos se equiparen a los de los británicos o establecer un límite a las prestaciones sociales en base a criterios neutrales en cuanto a la nacionalidad del trabajador. El segundo paso sería plasmar esos compromisos en un texto legal. La canciller Angela Merkel ya ha dejado claro que está dispuesta a reformar el Tratado de la UE para satisfacer a Cameron, pero no antes de sus elecciones de 2017. Cameron tendrá que conformarse con una promesa vinculante, como se hizo con Dinamarca en 1992 para que aceptase el Tratado de Maastricht. La gran incógnita es si el pueblo británico se plegará tan fácilmente como su primer ministro.

– La cuestión para Europa en 2016 (Project Syndicate – 4/1/16) Lectura recomendada

Nueva York.- A las puertas de un nuevo año, enfrentamos un mundo donde se multiplican los riesgos geopolíticos y geoeconómicos. La mayor parte de Medio Oriente está en llamas, lo que hace a algunos pensar que puede comenzar en cualquier momento una larga guerra entre sunnitas y shiítas (como la Guerra de los Treinta Años en Europa, entre católicos y protestantes). El ascenso de China impulsa una amplia variedad de disputas territoriales en Asia y cuestiona el liderazgo estratégico estadounidense en la región. Y aunque la invasión rusa a Ucrania parezca haberse convertido en un conflicto semilatente, podría reactivarse en cualquier momento.

También hay riesgo de más epidemias, como en años recientes nos han enseñado los brotes de SARS, MERS, ébola y otras enfermedades infecciosas. Existe además la amenaza latente de la ciberguerra, mientras actores y grupos no estatales crean conflicto y caos desde Medio Oriente hasta África septentrional y subsahariana. Y no debemos olvidar el importante daño causado por el cambio climático, con un aumento de frecuencia y poder letal de los fenómenos meteorológicos extremos.

Aun así, puede que el eje geopolítico del mundo en 2016 pase por Europa. Para empezar, la salida de Grecia de la eurozona quizá esté postergada, pero no descartada, en la medida en que los cambios al sistema de pensiones y otras reformas estructurales puedan provocar un conflicto entre el país y sus acreedores europeos. La salida de Grecia tal vez fuera el inicio del fin de la unión monetaria, ya que los inversores empezarían a preguntarse cuál será el próximo estado miembro que abandone la unión (incluso podría ser uno de los países del núcleo, como Finlandia).

La eventual salida de Grecia puede alentar al Reino Unido a abandonar la UE, algo que es más probable que hace un año, por diversas razones. Los recientes ataques terroristas en Europa y la crisis de las migraciones acrecentaron el aislacionismo británico. El laborismo, bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn, se ha vuelto más euroescéptico. Y el primer ministro David Cameron se metió en una trampa al demandar a la UE reformas que ni siquiera los alemanes (por más que simpaticen con el RU) pueden aceptar. Muchos en Gran Bretaña ven a la UE como un barco que se hunde.

Si Gran Bretaña sale de la UE, se producirá un efecto dominó. Tal vez Escocia decida abandonar el RU, lo que provocaría la división de Gran Bretaña. Esto podría inspirar a otros movimientos separatistas (empezando tal vez por Cataluña) a insistir con sus reclamos de independencia. Y ya sin el RU, tal vez los miembros nórdicos de la UE decidan que a ellos también les conviene irse.

En cuanto al terrorismo, la mera abundancia de yihadistas criados en Europa implica que la pregunta no es si habrá otro ataque, sino dónde y cuándo. Y una reiteración de atentados puede reducir abruptamente la confianza de empresas y consumidores, y frenar la frágil recuperación económica de Europa.

Quienes dicen que la crisis migratoria también plantea una amenaza existencial a Europa no se equivocan. Pero el problema no son los millones de migrantes llegados en 2015, sino los otros 20 millones de desplazados y desesperados que tratan de huir de la violencia, la guerra civil, el derrumbe de los estados, la desertificación y el colapso económico en grandes áreas de Medio Oriente y África. Si Europa no logra una solución coordinada a este problema y el respeto efectivo de su frontera externa común, el Tratado de Schengen se caerá y reaparecerán las fronteras internas entre los estados miembros de la UE.

En tanto, al cansancio con la austeridad y las reformas en la periferia de la eurozona (y entre miembros de la UE que no están en la eurozona, como Hungría y Polonia) se le contrapone el cansancio con los rescates en el núcleo. En toda Europa vemos un ascenso de partidos populistas de izquierda y derecha (con su hostilidad compartida al libre comercio, las migraciones, los musulmanes y la globalización).

En Grecia, Syriza está en el poder; una coalición de izquierda gobierna en Portugal; y la elección española puede llevar a un alto grado de incertidumbre política y administrativa. Partidos virulentamente xenófobos y antimusulmanes ganan popularidad en el núcleo de Europa, incluidos los Países Bajos, Dinamarca, Finlandia y Suecia. En las elecciones francesas de diciembre, el ultraderechista Frente Nacional estuvo cerca de llegar al poder en varias regiones, y puede que a su líder, Marine Le Pen, le vaya bien en la elección presidencial de 2017.

Además, en Italia el primer ministro Matteo Renzi sufre los embates de dos partidos populistas antieuro, que vienen creciendo en las encuestas de opinión. Y en Alemania, la valiente pero controvertida decisión de la canciller Angela Merkel de permitir el ingreso al país de casi un millón de solicitantes de asilo puso en riesgo su liderazgo.

En síntesis, la distancia entre lo que Europa necesita y lo que los europeos quieren es cada vez mayor, algo que puede ser preanuncio de grandes problemas en 2016. La eurozona y la UE se enfrentan a múltiples amenazas, y todas ellas demandan una respuesta colectiva. Pero en cambio, vemos a los estados miembros cada vez más abocados a dar respuestas nacionales, lo que atenta contra la posibilidad de implementar soluciones paneuropeas (la crisis de las migraciones es un ejemplo trágicamente elocuente).

Europa necesita más cooperación, integración, reparto de riesgos y solidaridad. Pero hoy parece que los europeos optan por el nacionalismo, la balcanización, la divergencia y la desintegración.

(Nouriel Roubini, a professor at NYU"s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House's Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund…)

– Can the UK Survive Brexit? (Project Syndicate – 5/1/16) Lectura recomendada

London.- The upcoming referendum on the United Kingdom"s continued membership in the European Union, almost certain to be held this year, could turn out to be yet another major catastrophe to hit Europe. If, as seems increasingly plausible, British voters chose to leave, the result would be a profoundly destabilized EU – and a shattered UK.

The problem is that, with the EU seemingly mired in perpetual crisis, the case for "Brexit" carries significant intellectual and emotional allure. Even before the eurozone"s debt problems emerged in 2009-2010, it seemed clear to many British that, in order to be resilient to shocks, a currency union requires greater integration, in particular, some form of fiscal union. In other words, Europe would need to act more like a nation-state. And that is one arrangement that the UK has never been willing to abide.

And, on an emotional level, fear of large-scale immigration, from both within and outside the EU, has fueled a populist backlash, which the recent refugee crisis has intensified. The populist response relies on the bizarre but evidently resonant argument that Europe – or, more specifically, Germany – is encouraging the refugee inflows.

Meanwhile, the defenders of Britain"s continued EU membership have made one mistake after another. Many have apparently pinned their hopes on the unrealistic expectation that they could renegotiate the EU treaties. In particular, they tried to present a case for weakening crucial elements of the European integration process, especially with regard to labor mobility.

Furthermore, the pro-EU camp has sounded the alarms over the economic shock that Brexit would cause. This may have seemed like a reasonable strategy, but fear is not rational; it may well drive voters toward the apparent certainties offered by the nation-state.

And could there be a less attractive way of presenting the European story than with the acronym of the major pro-European lobby group Britain Stronger in Europe? "BSE," after all, calls to mind bovine spongiform encephalopathy, or "mad cow disease," a slow-developing but fatal degenerative disease. Is the EU not also in slow decline?

The strengthening of the anti-EU camp is very dangerous, and not just for the EU. If British voters agree that the EU"s structure is so flawed that they do not want to be part of it, they are implicitly condemning the peculiar union that is the UK, which includes a fiscal union, but a problematic one.

Indeed, it is far from clear that the UK is a good example of the sort of nation-state that many Europhobes claim is the most desirable form of political organization. It more closely resembles the "composite monarchy" that the historian John Elliott identified as the prevalent form of rule in the sixteenth century, when separate entities, such as Aragon and Castile, had to be held together.

Already in 2014, the Scottish National Party nearly won a popular referendum on independence. Brexit could bolster that cause, potentially spurring similar sentiment in Wales and Northern Ireland. Even in northern England, many voters would be attracted to Scotland"s greater emphasis on social welfare.

These divisions do not coincide with traditional frontiers. Consider the divide between the London region, which increasingly resembles a glittering global super-metropolis, and the rest of the country. As more and more migrants flow into the UK, that rift will become increasingly apparent. Whereas a global city like London needs to be open to the world -thereby attracting top talent, tourists, service workers, and maybe, inadvertently, criminals or even terrorists- most of the rest of the country would prefer to be closed.

What Britons do share at the moment is mainly a growing disillusionment with what the EU can offer, economically and otherwise. But that does not amount to anything close to a shared identity. Indeed, like the EU, the UK suffers from a lack of a unifying identity or story.

Of course, that does not mean that no identity is claimed. Former Prime Minister John Major called the UK "the country of long shadows on cricket grounds, warm beer, invincible green suburbs, dog lovers, and pools fillers and, as George Orwell said, "Old maids bicycling to holy communion through the morning mist"…" But what he was really describing was England. Indeed, the key elements of modern British identity all seem to belong to England, rather than to the composite entity.

Likewise, the established or state church is the Church of England, created almost 500 years ago when King Henry VIII decided that the Catholic pope should not adjudicate his marriage. An institution called English Heritage curates the past, from the prehistoric monuments of Stonehenge to the old country houses that are celebrated in television costume dramas. Money is controlled by the Bank of England; with Scotland and Northern Ireland issuing their own banknotes that English shopkeepers often do not accept.

When Henry VIII adopted the Statute in Restraint of Appeals to Rome, with its declaration that "this realm of England is an empire" -the first clear assertion of the idea of national sovereignty- there followed a brutal campaign to stamp out the old religion. But the effort to build a new, composite identity clearly fell short. This leaves the UK vulnerable to breakdown – an outcome that Brexit would make all the more likely.

(Harold James is Professor of History and International Affairs at Princeton University and a senior fellow at the Center for International Governance Innovation. A specialist on German economic history and on globalization, he is the author of The Creation and Destruction of Value: The Globalization…)

– El peligro de una Europa débil (Project Syndicate – 6/1/16) Lectura recomendada

Cambridge.- En 1973, el Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, tras un periodo de preocupación de su país sobre Vietnam y China, anunció un "año de Europa". En tiempos más recientes, después de que el presidente Barack Obama anunciara un "giro" o reequilibrio estratégico de EEUU hacia Asia, muchos europeos temieron que se los dejara de lado. Hoy puede que 2016 se convierta por necesidad en otro "año de Europa" para la diplomacia estadounidense, debido a la actual crisis de los refugiados, la ocupación del este de Ucrania y la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia, y la amenaza de que Inglaterra abandone la Unión Europea.

Más allá de los eslóganes, Europa sigue contando con importantes recursos de poder y es un interés vital para Estados Unidos. Aunque la economía estadounidense es cuatro veces mayor que la de Alemania, la economía de toda la Unión es similar en tamaño a la suya, y su población de 510 millones es muy superior a los 320 millones de estadounidenses.

Es verdad que el ingreso per cápita de Estados Unidos es mayor, pero en términos de capital humano, tecnología y exportaciones la UE está muy a la par. Hasta la crisis de 2010, cuando los problemas fiscales en Grecia y otros lugares generaron ansiedad en los mercados financieros, algunos economistas habían especulado que pronto el euro podría reemplazar al dólar como moneda de reserva primaria del mundo.

En términos de recursos militares, Europa gasta menos de la mitad de la partida que Estados Unidos destina a defensa, pero tiene ejércitos con mayores efectivos. Gran Bretaña y Francia poseen arsenales nucleares y una capacidad limitada de intervención externa en África y Oriente Próximo, y participan activamente en los ataques aéreos contra el Estado Islámico.

En cuanto a su poder blando, por largo tiempo Europa ha ejercido un alto atractivo y sus ciudadanos han desempeñado un papel central en las instituciones internacionales. De acuerdo a un estudio reciente del Portland Group, 14 de los 20 principales países eran europeos. La sensación de que Europa se unía en torno a instituciones en común la hicieron muy atractiva para sus vecinos, si bien esto se desgastó un poco tras las crisis financiera.

La pregunta clave al evaluar los recursos de poder de Europa es si la UE conservará la cohesión suficiente como para hablar con una sola voz en una amplia variedad de asuntos internacionales, o seguirá siendo una agrupación limitada y definida por las identidades nacionales, culturas políticas y orientaciones exteriores de sus miembros.

La respuesta varía según el tema. Por ejemplo, en asuntos comerciales Europa está a un nivel comparable con EEUU y tiene capacidad para equilibrar el poder de éste. En el Fondo Monetario Internacional sólo Estados Unidos supera a Europa (si bien la crisis financiera ha mellado la confianza en el euro).

En políticas antimonopolio, el tamaño y atractivo del mercado europeo ha significado que las empresas que desean fusionarse han tenido que obtener la autorización tanto de la Comisión Europea como del Departamento de Justicia estadounidense. En el mundo cibernético, la UE es quien define los estándares globales de protección de la privacidad, que Estados Unidos y otras compañías multinacionales no pueden pasar por alto.

Sin embargo, la unidad europea se enfrenta a limitaciones importantes. Las identidades nacionales siguen siendo más fuertes que una identidad europea en común. Los partidos populistas de derechas tienen a la UE como una de las instituciones a las que atacan con su xenofobia.

Al interior de la UE está aumentando la integración legal, pero sigue siendo limitada la de los ámbitos exterior y de defensa. Y el Primer Ministro británico David Cameron ha prometido reducir los poderes de las instituciones de la UE y someter los resultados de sus negociaciones con los líderes de la Unión a referendo popular para fines de 2017. Si Gran Bretaña vota no y abandona la UE, serán serios los efectos sobre la moral europea. Es un resultado que Estados Unidos ha dejado en claro que se debe evitar, aunque poco pueda hacer por impedirlo.

En el más largo plazo, Europa se enfrenta a graves problemas demográficos debido a la baja tasa de natalidad y la poca disposición a aceptar una inmigración masiva. En 1900, representaba un cuarto de la población mundial. Para mediados de este siglo, puede que la cifra sea de apenas un 6% y que casi un tercio de ellos sea mayor de 65 años.

Si bien la actual ola inmigratoria podría ser la solución al problema demográfico de largo plazo en Europa, amenaza su propia unidad, a pesar del excepcional liderazgo de la Canciller alemana Ángela Merkel. Ha sido fuerte el efecto de rebote político en la mayoría los países europeos, debido al alto ritmo de entrada (más de un millón de personas el año pasado) y el origen musulmán de la mayoría de los inmigrantes. Nuevamente está en juego un importante interés diplomático de Estados Unidos, pero no es mucho lo que puede hacer al respecto.

Es muy bajo el peligro de que Europa llegara a convertirse en una amenaza para Estados Unidos, y no sólo debido a su bajo nivel de gasto militar. Representa el mayor mercado del mundo, pero carece de unidad. Y sus industrias culturales son notables: en términos de educación superior, 27 de sus universidades se encuentran entre las 100 principales del mundo, frente a 52 de Estados Unidos. Si Europa superara sus diferencias internas e intentara convertirse en un actor que compitiera con EEUU, estos recursos equilibrarían parcialmente el poder estadounidense, pero no lo igualarían.

Sin embargo, para los diplomáticos estadounidenses el peligro no es una Europa demasiado fuerte, sino una demasiado débil. Cuando Europa y Estados Unidos se mantienen como aliados, sus recursos se refuerzan mutuamente.

A pesar de las inevitables fricciones que han reducido el ritmo de la propuesta de Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI, o TTIP por sus siglas en inglés), es improbable que se produzca una separación económica, y Obama viajará a Europa en abril para promover la TTIP. La inversión directa en ambas direcciones es mayor a la que existe con Asia y ayuda a fortalecer los lazos entre sus economías. Y si bien por siglos europeos y estadounidenses se han criticado entre sí, comparten valores de democracia y derechos humanos en un grado mucho mayor que con otras regiones del planeta.

Ni un Estados Unidos fuerte ni una Europa sólida representan una amenaza para los intereses vitales o importantes del otro. Pero si Europa se debilita en 2016 acabará afectando a ambos.

(Joseph S. Nye, Jr., a former US assistant secretary of defense and chairman of the US National Intelligence Council, is University Professor at Harvard University. He is the author of Is the American Century Over?)

¿Cambio de discurso o manipulación electoral? (preparando al personal… ¿para que?)

"George Osborne desconfía de la "insidiosa complacencia" que se ha instalado en torno a la mejora de la economía británica y ha advertido de que 2016 va a ser uno de los años más desafiantes desde la crisis financiera. El ministro del Tesoro ha recordado que Reino Unido no es "inmune" a la ralentización global, especialmente ante el cocktail de amenazas procedentes del exterior. La batería de riesgos incluye desde el empeoramiento de la coyuntura en China, a las dificultades de los BRIC, la caída de valor de las materias primas y la creciente tensión en Oriente Próximo, acuciada por el conflicto entre Arabia Saudí e Irán, dos grandes productores de petróleo"… Reino Unido, ante su año más "desafiante" desde 2008 (El Economista – 8/1/16)

No obstante, el ministro admite que, en casa, también hay notables sombras que acechan a la economía: "como país, no hemos abolido todavía el ciclo de altibajos" entre booms de crecimiento y colapsos que habían venido definiendo la evolución doméstica.

Como consecuencia, Osborne ha optado por un giro de estrategia destinado a poner fin al exceso de "complacencia" que él mismo había incentivado hace apenas un mes en su última intervención financiera de alto nivel, el Discurso de Otoño.

Si a principios de diciembre avanzaba un panorama de "crecimiento rápido", donde el erario contaba con una salud más robusta de lo esperado, ahora, consciente de las "decisiones difíciles" que tendrá que "explicar a la ciudadanía", ha juzgado necesario subrayar que "los tiempos difíciles no han pasado aún".

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