To Brexit or not to Brexit: that is the question (la batalla de los "egos") (página 3)
Enviado por Ricardo Lomoro
Aún y así, la consulta que había prometido para sofocar el euroescepticismo en unas filas conservadoras en las que la dolencia se ha hecho crónica no tiene vuelta atrás, por lo que está obligado a mantener el pulso tanto ante Bruselas como en casa. Su determinación quedó de manifiesto cuando, en lugar de al ministro de Exteriores, encomendó el proceso a su mano derecha y actual favorito para sucederle, el titular del Tesoro, un perfil de marcado pragmatismo político y, según sus aliados, notables habilidades persuasorias.
De momento George Osborne se ha apuntado un decisivo tanto al haber atraído a Alemania a su terreno. En la primera semana de noviembre (2015) se reunió con su homólogo Wolfang Schäueble para negociar la posibilidad de erigir un modelo de dos velocidades y, menos de doce horas después, Angela Merkel declaraba ante la patronal alemana que "la de hoy ya no es una UE de una velocidad". Aunque la canciller admite no coincidir con Londres "en todo", por ahora ha otorgado una autorización al cambio de táctica de Osborne, quien apuesta por una reestructuración que garantice una simbiosis económica para el conjunto del bloque.
Su plan es simple: mientras los intereses de los países que no comparten divisa queden protegidos, la Eurozona es libre de promover la mayor integración a la que aspira para mejorar su funcionamiento. Al haber dos niveles en la UE, quienes lo deseen pueden continuar disfrutando de las ventajas del mercado único sin verse obligados a plegarse ante las imposiciones del euro. Aunque continuarían sujetos al aparato legislativo europeo, su nexo principal sería el mercado común.
Para evitar confusiones, Osborne quiere otorgar a este modelo palabra de ley mediante la estipulación del principio de una unión multi-monetaria en el Tratado de la UE. Su objetivo pasa por asegurar que la eurozona no pueda manipular en su interés el mercado único, en otras palabras, que éste es compatible con una mayor integración del euro. Como garantía, Londres está dispuesto a plantear un "freno de emergencia" para aquellos que no comparten divisa, si consideran que peligra la integridad del elemento fundamental que los une. En consecuencia, el proyecto de Osborne considera que el reto de la renegociación es, sobre todo, una tarea para salvaguardar su músculo privado y erigir un muro de contención para mantener a la City como plaza financiera de referencia.
La táctica de Osborne presenta la continuidad británica como una ventaja para la eurozona. Su oferta plantea colaborar para un mejor funcionamiento de la moneda única y del engranaje de los socios del euro, siempre que Londres renueve estatus. El beneficio sería mutuo, puesto que el Gobierno sabe que aprovechar el mercado común no es gratis fuera de la Unión Europea. Noruega, país que conserva su propia moneda, abona más por cabeza que Reino Unido, y su contribución es la décima mayor del presupuesto comunitario, muy por encima de la de algunos socios del club de los Veintiocho.
Un whatsapp de Wall Street a la City: "danger área", con las cosas de comer no se juega
"Entidades como Morgan Stanley y Merrill Lynch predicen un fuerte impacto económico y en los mercados si Reino Unido sale de la Unión Europea"… Los grandes bancos americanos se movilizan ante el riesgo de "Brexit" (Expansión – 9/11/15)
El endurecimiento de la posición del primer ministro británico David Cameron ante la apertura del proceso negociador de un nuevo reparto de poderes entre Londres y Bruselas ha hecho que los grandes bancos estadounidenses con presencia en la City activen las alertas por el riesgo de que Reino Unido salga de la Unión Europea (UE).
Cameron enviará el 9/11/15 una carta a los líderes europeos con una lista de "reformas" que quiere aplicar en la UE, incluyendo un aumento de la capacidad de su Gobierno para limitar la inmigración y la implantación de salvaguardas para que los países fuera del euro no se vean discriminados en la toma de decisiones en Bruselas. Una vez concluida esta negociación, el primer ministro convocará un referéndum para que los británicos decidan si quieren seguir dentro de la UE.
En la conferencia anual de la patronal británica CBI, celebrada el 8/11/15 en Londres, Cameron advirtió de que sus propuestas exigirán cambios en el Tratado Europeo y otras normas, que deberían ser aprobados antes de la consulta. Si no obtiene lo que persigue, el primer ministro asegura que podría hacer campaña en favor del Brexit (salida de Reino Unido de la UE). "No tengo ningún apego emocional a las instituciones de Bruselas", afirmó Cameron. Si no se aceptan sus peticiones, "Reino Unido podrá sobrevivir fuera de la UE".
Los bancos de inversión de Wall Street, que tienen en Londres sus sedes europeas, consideran que el riesgo de Brexit está subiendo ante la difícil negociación que se avecina. Los economistas en Londres de Bank of America Merrill Lynch consideran que la "fuerte retórica" de Cameron dificulta el proceso, ya que muchos votantes pueden verse decepcionados si el primer ministro no obtiene lo que pedirá en su carta, llevándoles a votar por dejar la UE.
Morgan Stanley, por su parte, estima que hay un 35% posibilidades de que se produzca el Brexit. Esta entidad opina que el Gobierno británico no obtendrá todas las demandas que formulará a Bruselas. "Las posibilidades de un cambio del Tratado Europeo parecen remotas, aunque Londres podría obtener un paquete de reformas más modestas".
En caso de que los británicos dejen la UE, los bancos creen que se producirían graves consecuencias para la economía y los mercados. Merrill Lynch afirma que el impacto negativo sería "doloroso", con una caída del PIB de Reino Unido del 5% y un fuerte descenso de la libra.
Según los analistas de Morgan Stanley, la economía británica sólo crecería un 1% en 2017 en caso de que los británicos voten por dejar la UE, frente al 2,3% si el país se mantiene en la Unión. En cuanto a los mercados, esta entidad pronostica un descenso de la Bolsa de Londres de entre el 10% y el 20%, tras una potencial victoria del Brexit. Además, la libra se iría a 1,39 dólares, frente a los 1,51 dólares a los que se cambia actualmente.
"Si se produce un voto por salir de la UE, habría una venta pronunciada de activos británicos que podría llevar a una intervención oficial para limitar la volatilidad", según Morgan Stanley.
Desde el punto de vista corporativo, otras entidades estadounidenses como Goldman Sachs, Citi y JPMorgan han advertido que podrían trasladar a la eurozona parte de las actividades que ahora realizan en Londres si se produce el Brexit.
Cuando concluya esta negociación, Cameron convocará un referéndum para que los británicos decidan si quieren seguir en el club europeo.
Tras ser interrumpido en su discurso por partidarios del "Brexit" (salida de Reino Unido de la UE), el primer ministro dijo que su posición de partida es "muy seria". Si no consigue de Bruselas las concesiones buscadas, "que deben ser recogidas con cambios del Tratado Europeo y con nueva legislación vinculante e irreversible", Cameron hará campaña en favor del "Brexit", señaló.
Por ejemplo, el Gobierno británico pedirá que se retire del Tratado el compromiso de buscar una Unión "cada vez más estrecha" entre sus países miembros. A su juicio, hay que reconocer la diferencia entre países del euro que buscan una mayor integración y los que no la desean, como Reino Unido. En su charla a los empresarios, Cameron aseguró no tener "ningún apego a las instituciones de la UE. Queremos un mercado común, no un país común".
Si Cameron no logra que se reconozcan estos cambios "de forma legal" antes del referéndum, se planteará seriamente hacer campaña por el "Brexit".
"Reino Unido puede sobrevivir fuera de la UE", dijo Cameron. "Somos la quinta economía del mundo, la décima potencia industrial y uno de los mayores centros financieros internacionales".
Algunos comentaristas interpretan el endurecimiento de la posición de Cameron como una forma de iniciar con más fuerza las negociaciones con la UE.
El primer ministro irlandés, Enda Kenny, ha participado también en la conferencia de la CBI, donde ha dicho que el "Brexit" "no es positivo para los intereses de la economía irlandesa". Kenny afirmó que analizará las propuestas de reforma de Cameron de la UE con "simpatía y pragmatismo".
Según un análisis realizado por el centro de estudios Open Europe, los Gobiernos de España, Bélgica y Luxemburgo pueden ser los más duros de convencer para reformar la UE en la dirección que persigue Cameron.
Ultimátum de la british "task force": plan de reformas de la UE o "Brexit"
"El primer ministro británico, David Cameron, dio el martes los mayores detalles hasta la fecha de los cambios que le gustaría ver en la relación de Reino Unido con la Unión Europea"… El primer ministro del Reino Unido presenta su plan de reforma a su relación con la UE (The Wall Street Journal – 10/11/15)
Cameron planteó el 10/11 (2015) en un discurso las cuatro áreas principales en las que desea reformas: salvaguardar los derechos de los países que no utilizan el euro, garantizar la soberanía nacional, limitar el acceso de los inmigrantes a las prestaciones sociales de la UE y profundizar el mercado único reduciendo la burocracia. También dijo que desea unos "cambios legalmente vinculantes e irreversibles".
El discurso estuvo acompañado de una carta del primer ministro al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que detallaba sus demandas. La misiva iniciará el proceso de negociación entre Reino Unido y los otros estados miembros de la UE. Hasta la fecha, las conversaciones entre los representantes de Londres y de Bruselas se han centrado en los aspectos técnicos de aplicar los cambios que Cameron quiere.
En su discurso, el primer ministro británico admitió los retos a los que se enfrenta, como lo desagradables que serán sus demandas para otros países europeos o que sus esfuerzos podrían no considerarse suficientes en Reino Unido.
El discurso podría no satisfacer a los socios europeos de Reino Unido, que se han quejado de que Cameron no ha sido lo suficientemente específico en sus peticiones, ya que aún no ha dado todos los detalles para no debilitar su posición negociadora.
En su respuesta inicial a la carta, un portavoz de la UE dijo que aunque algunas de las propuestas del dirigente británico son factibles, ve problemas con respecto a la posición de Reino Unido en el mercado único y la relación entre los países de la eurozona y los que han conservado su propia moneda.
El "win-win" de Cameron: adentro para lo que conviene y afuera para lo que cuesta
"El premier británico, que ha apelado a la paciencia y la buena voluntad, ha incidido en la necesidad de tener acceso al mercado único europeo"… La inmigración y la protección del mercado, peticiones de Cameron (Gaceta.es – 10/11/15)
El primer ministro británico, David Cameron, ha pedido proteger el mercado único europeo y un mayor control de la inmigración comunitaria como parte de su plan de reformas de la UE, que consideró podrán conseguirse con "paciencia", "buena voluntad" e "imaginación política".
En un discurso en el Real Instituto de Relaciones Internacionales de Londres, más conocido como Chatham House, Cameron ha asegurado también que la decisión que tome el pueblo británico el día que vaya a votar en el plebiscito será "final", sin posibilidades de renegociación y de convocar una segunda consulta.
El líder conservador, que ha calificado el referéndum como la decisión más importante que tomará el Reino Unido en muchos años, ha insistido en la necesidad de que el Reino Unido y otros países que no forman parte de la moneda única puedan tener acceso al mercado único.
En cuanto a la inmigración, Cameron ha dicho que el objetivo de su país es exigir a los comunitarios residir al menos cuatro años en el Reino Unido y pagar impuestos durante ese periodo de tiempo antes de poder acceder a ayudas estatales.
También pedirá eximir al Reino Unido de una mayor integración europea y aumentar la competitividad en Europa.
El "premier", que aún no ha fijado la fecha del plebiscito, ha desvelado sus pilares de reformas el día en que envía al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, su carta con las propuestas antes del referéndum, que deberá convocarse antes de que termine 2017.
Cameron ha admitido que el Reino Unido y sus 27 socios comunitarios tienen por delante un trabajo de gran "desafío" pero alcanzable con un poco de "imaginación política".
Esta será la "única oportunidad" de conseguir las reformas, ha insistido Cameron.
"Tengo mucha confianza de que vamos a conseguir un acuerdo que funcione para el Reino Unido y para nuestros socios europeos", ha resaltado el primer ministro, quien ha recalcado que los vínculos "emocionales" no mantendrán a su país en la UE si no hay cambios.
Al mismo tiempo, el primer ministro ha vinculado la necesidad de reformas en la UE con la seguridad nacional pues en los últimos años han surgido amenazas para Europa, como el avance del grupo terrorista Estado Islámico (EI), la crisis en Ucrania y los problemas de los refugiados por la guerra civil en Siria.
"No tengo dudas de que para el Reino Unido, el asunto europeo no es sólo un asunto de seguridad económica, sino de seguridad nacional también", ha resaltado el político "tory", que espera abordar estos planes en la cumbre europea del mes próximo.
– Dos Europas en una (Project Syndicate – 10/11/15) Lectura recomendada
Washington.- En la actualidad se están llevando a cabo conversaciones informales sobre la relación del Reino Unido con la Unión Europea. En el contexto de que a fines de 2017 se realizará un referendo acerca de cuál será el futuro del RU como miembro de la UE, serán el primer paso en la negociación de cambios que, según esperan las autoridades de la UE, convenzan a los británicos de escoger Europa.
No cabe duda de que hay que hacer cambios. Como bien sabe el Primer Ministro David Cameron, en la actual dinámica de la relación del RU con la UE los votantes británicos elegirían abandonarla.
Sin embargo, Cameron también sabe que tiene que manejar las negociaciones con cuidado. Si pide más de lo que la UE puede dar, parecerá que está cediendo. Si pide demasiado poco, los euroescépticos británicos tendrán más munición para su campaña contra la continuidad del país en la UE.
De manera similar, si las autoridades de la UE otorgan demasiado a Cameron (permitiendo que el Reino Unido coseche los beneficios de ser miembro, pero sin asumir las mismas responsabilidades que sus socios) sus electorados se les volverán en contra. Pero si dan demasiado poco, se arriesgan a perder al Reino Unido como socio.
Más allá de estos asuntos tácticos, el RU y sus socios europeos tienen que abordar problemas de largo plazo acerca de la cambiante forma de la eurozona. La crisis del euro ha llevado a un consenso de que debe seguir impulsando una mayor integración para funcionar con eficacia. Algunas de las propuestas específicas son crear un presupuesto común, elevar la coordinación de políticas fiscales entre sus miembros y crear el puesto de ministro de finanzas de la eurozona.
Esto es causa de inquietud en el Reino Unido, que escogió no adoptar el euro, ya que podría quedarse al margen de importantes procesos de toma de decisiones, especialmente si en más áreas se produce la necesaria transición hacia una mayoría ponderada, eliminándose la necesidad del voto unánime. Cameron ya ha presionado para que haya un mecanismo de "freno de emergencia" que permita reducir el ritmo de las decisiones sobre temas importantes que afecten a países no pertenecientes a la unión monetaria.
No hay duda de que la necesidad de una mucho mayor integración de la eurozona se debe equilibrar con el intenso deseo de algunos países de conservar más soberanía nacional que la que es posible en la unión monetaria. La mejor manera de hacerlo sería dividir a Europa en dos grupos. La inclusión en uno u otro no dependería de la potencial "velocidad" de integración, sino de la decisión de un país de adoptar el euro de manera permanente (o, al menos, por un buen tiempo).
Por supuesto, hasta cierto punto esta ya es la estructura fundamental de la UE. Pero establecer esta división categórica (partiendo por el reconocimiento explícito de que la UE es una unión con diferentes monedas, como ha pedido el RU) haría posible la creación de un marco de toma de decisiones que proteja de mejor manera los intereses de ambos grupos.
El grupo que no usa el euro (que abarca a Gran Bretaña, Dinamarca, Suecia, Polonia y algunos otros países de Europa del este) seguiría eligiendo representantes al Parlamento Europeo y participando plenamente en las instituciones de la UE. Mientras tanto, el grupo que sí lo utiliza impulsaría una mucho mayor integración fiscal, además de su actual cooperación. Para asegurar la legitimidad democrática y satisfacer los tribunales constitucionales nacionales (no en menor medida el de Alemania), tendría que crearse un segundo Parlamento europeo que actúe como rama legislativa de la eurozona.
Este nuevo parlamento podría estar formado por un subconjunto de miembros del Parlamento Europeo mayor, o por alguna combinación de representantes del Parlamento Europeo y parlamentos nacionales. El ministro de finanzas propuesto, responsable de supervisar la política fiscal de la unión monetaria, daría cuenta ante el parlamento de la eurozona.
Para que esta visión se haga realidad sería necesario un cambio a los actuales tratados o, lo que es más factible, que los miembros de la eurozona acuerden un nuevo tratado, como el "pacto fiscal" que entró en vigencia en 2013. Mientras tanto, el Artículo 136 del actual Tratado sobre el Funcionamiento de la UE permitiría dar algunos pasos preliminares, como la designación de votos en el Consejo Europeo reservados sólo para países de la eurozona.
La creación de "dos Europas en una" más que una "Europa a dos velocidades", le permitiría organizarse de forma duradera. La eurozona más federal sería parte de una unión más grande que cooperaría en temas de defensa, política exterior, medidas contra el cambio climático y políticas migratorias. Se mantendría la libre circulación de ciudadanos europeos dentro de la UE.
Este sistema permitiría que los países que no deseen compartir su soberanía monetaria o formar parte del tipo de cooperación fiscal que finalmente implicaría puedan escoger esa opción. Al mismo tiempo, evitaría las complicaciones de tener varias Europas, opción que tal vez sea atractiva para los eurócratas veteranos desde una perspectiva puramente funcional, pero que pronto se volvería demasiado compleja. Para la legitimidad democrática son esenciales la claridad e inteligibilidad de un sistema político, además de su naturaleza voluntaria.
Por supuesto, será un proceso prolongado, y habrá que pulir muchos detalles. Pero si las autoridades de la UE acometen la tarea con seriedad hoy, para cuando se celebre el referendo británico se podrá haber avanzado un cierto trecho. Las actuales conversaciones son una oportunidad que ningún lado puede permitirse perder.
(Kemal Dervis, former Minister of Economic Affairs of Turkey and former Administrator for the United Nations Development Program (UNDP), is a vice president of the Brookings Institution)
– Las claves del pulso entre Reino Unido y la Unión Europea (El País – 11/11/15) Lectura recomendada
Las peticiones que el primer ministro británico, David Cameron, ha esbozado este martes -primero en un discurso y luego en una carta enviada a Donald Tusk- para renegociar la posición de Reino Unido en la Unión Europea aluden a cuatro aspectos de las relaciones entre Londres y Bruselas: gobernanza económica, competitividad, soberanía e inmigración. Según ha manifestado Cameron, estos cambios serán imprescindibles para convencer a los británicos de la conveniencia de seguir siendo miembros del club de los Veintiocho ante el referéndum que el premier ha prometido celebrar antes de finales de 2017. Sin embargo, algunas demandas británicas encuentran el rechazo de la Comisión Europea y de varios países miembros.
Gobernanza económica: Cameron propone que la UE debe reconocer la existencia de varias monedas y cambiar, por tanto, la formulación actual que establece que la moneda de la Unión Europea es el euro. Solo dos países, Reino Unido y Dinamarca, tienen una cláusula de exención que les permite, si así lo desean, no formar nunca parte de la zona euro, mientras que el resto está obligado a unirse a la moneda única una vez que cumplan los criterios. De los 13 países que ingresaron en la UE después de 2004, Polonia, Hungría, República Checa, Rumania, Bulgaria y Croacia todavía no han adoptado el euro. En Polonia, el nuevo Gobierno del partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) ya ha anunciado que no se unirá al euro en los próximos cuatro años.
Competitividad: El primer ministro británico cree que son excesivas las regulaciones que la UE impone a las actividades económicas. "La UE necesita cambiar. Necesita ser más competitiva para hacer frente al crecimiento de economías como China e India", ha reclamado este martes Cameron.
Soberanía: Cameron quiere poner fin al principio de "unión cada vez más estrecha" entre los pueblos europeos, incorporado en todos los tratados de la UE desde su fundación. Aunque este principio no conlleva ninguna implicación legal, es el espíritu que subyace tras las políticas comunes. Sin embargo, si Reino Unido renuncia a este principio, también podrían exigirlo otros países euroescépticos, como Polonia u Holanda, lo que finalmente podría suponer un obstáculo en el avance hacia una mayor integración.
El primer ministro británico también reclama que una mayoría de Parlamentos nacionales puedan vetar decisiones adoptadas por el Parlamento Europeo, aún a riesgo de atar las manos a una institución votada en elecciones por los ciudadanos de todos los países miembros de la UE.
Inmigración: Cameron pretende limitar el movimiento de los ciudadanos de otros Estados miembros hacia Reino Unido. "Hemos dado muchos pasos para controlar la inmigración de fuera de la UE. Pero también tenemos que ser capaces de ejercer un mayor control en las llegadas de ciudadanos de los países miembros", dice la misiva. "Tenemos que asegurarnos de que en el futuro cuando nuevos países sean admitidos en la UE la libertad de circulación no se aplique a estos Estados miembros hasta que sus economías se acerquen más al del resto de países miembros", añade la carta.
El primer ministro británico quiere además reducir la posibilidad de los europeos de acogerse a las ayudas sociales y económicas en su país. "Hemos propuesto que la gente que viene a Reino Unido desde otros países de la UE debe vivir aquí y contribuir durante cuatro años antes de que puedan recibir prestaciones vinculadas al empleo o vivienda social", sostiene Cameron.
– El balance del Brexit (Project Syndicate – 11/11/15) Lectura recomendada
Bruselas.- La oferta del Primer Ministro de Gran Bretaña, David Cameron, a sus ciudadanos de celebrar un referéndum sobre si salir de la Unión Europea habría podido parecer una apuesta segura hace unos años. Lo más probable es que la mayoría de la población habría votado a favor de quedarse. Eso fue antes de que la crisis griega causara estragos en la zona del euro y la llegada de centenares de miles de refugiados hiciera que la UE (aunque no el Reino Unido) perdiera el control de algunas de sus fronteras.
En realidad, Cameron podría lograr que otros dirigentes europeos accedieran a sus peticiones de reformas, sin lo cual, según ha dicho, no haría campaña a favor del mantenimiento del país en la UE. No son extremas: la garantía de que los miembros que no formen parte de la zona del euro obtengan el acceso pleno al mercado único; menos burocracia en el nivel de la UE; una exención británica respecto de una "unión más estrecha". Su última petición -menos beneficiosa para los emigrantes de la UE- será la más difícil de aceptar para los dirigentes de la UE.
Pese a su campaña en pro de las reformas, algunos euroescépticos británicos han criticado a Cameron por mostrarse demasiado blando. La tentación de abandonar simplemente lo que parece un barco que se hunde e ir gloriosamente por libre está intensificándose en Gran Bretaña. Es comprensible. La cuestión es si el brexit sería tan glorioso como sus proponentes gustan de imaginar.
Desenganchada de las normas de Bruselas, Gran Bretaña volvería a ser -según prometen las sirenas del brexit- un faro de libertad en el mundo, respetada por China, vinculada con los Estados Unidos en la "especial relación" bilateral y sin perder los vínculos comerciales amistosos con el continente europeo. Los negocios experimentarían un auge, la City de Londres prosperaría y los británicos nunca serían esclavos ni de la UE ni de nadie más.
En realidad, podría no salir tan bien. Como el propio Cameron declaró después de una visita reciente a Islandia, la opción noruega de participar en el libre comercio con la UE sin ser miembro de ella dista de ser ideal. Noruega, como Suiza, sigue teniendo que cumplir las normas sobre el mercado único de la UE, sin tener voz ni voto en su formulación. Además, Noruega paga grandes cantidades de dinero al presupuesto de la UE y debe aceptar la libre circulación de personas (incluidos los refugiados) por sus fronteras.
Por lo que a los EEUU se refiere, el Presidente Barack Obama ya ha dicho que se tomaría más en serio a Gran Bretaña dentro de la UE que fuera de ella. De forma similar, el Representante Comercial de los EEUU, Michael Froman, observó recientemente que los EEUU no estarían interesados en negociar por separado un acuerdo de libre comercio con Gran Bretaña.
Todo ello, por cierto, suponiendo que la Gran Bretaña post-brexit siga siendo Gran Bretaña. Los escoceses querrían sin lugar a dudas romper con Inglaterra y volver a adherirse a la UE como miembro independiente, lo que alentaría aún más (como si fuera necesario) a los separatistas de Cataluña y otras regiones frustradas de Europa. Inglaterra ya sólo podría ondear su bandera de San Jorge en Gales e Irlanda del Norte, perspectiva bastante amarga.
Pero hay más posibles partidarios del brexit: algunos unionistas europeos que han considerado la actitud del Reino Unido, con frecuencia obstruccionista, cada vez más irritante. "¡Ya era hora!", podrían decir, una vez que al final se consumara el divorcio. "Ahora los verdaderos europeos pueden por fin unirse en paz".
También eso me parece desacertado. Lo más probable es que un brexit fuera tan perjudicial para la UE como para la propia Gran Bretaña. Al contrario de la impresión popular, la UE no está gobernada por la Comisión Europea de Bruselas. Los gobiernos nacionales siguen adoptando las decisiones más importantes en el Consejo Europeo, donde se dedican a sus tejemanejes para hacer avanzar los intereses de sus países.
Alemania, Gran Bretaña y Francia, como las tres potencias mayores de la UE que son, constituyen un contrapeso decisivo. Sin Gran Bretaña, la UE pasaría a ser una empresa francoalemana, en la que Alemania sería en gran medida el socio predominante, y todos los Estados miembros menores quedarían estrujados entre los dos. La verdad es que nadie quiere eso, ni siquiera los alemanes, que son un hegemón reticente. Además, Gran Bretaña y Alemania son aliados naturales para equilibrar las tendencias estatistas de Francia.
En realidad, Gran Bretaña ha tenido un efecto en gran medida positivo en la UE. Europa se ha beneficiado de sus tradiciones democráticas, su apertura al resto del mundo, su intolerancia de las obstrucciones burocráticas e incluso su escepticismo sobre los planes utópicos abstractos. Si hay ahora una ciudad que parece una capital europea, no es Bruselas ni Berlín y ni siquiera París, sino Londres, que alberga a casi medio millón de ciudadanos franceses, además de millones de otros extranjeros.
Sin embargo, existe otra razón por la que el brexit sería un desastre para Europa. Se conviene en general en que los países europeos no pueden abordar por sí solos los mayores problemas de nuestro tiempo, como, por ejemplo, el cambio climático, la inmigración, los imperativos de una economía mundializada y sobre todo la seguridad.
Desde 1945, la Pax Americana ha puesto parches en la incapacidad de Europa para gestionar su propia seguridad. A los europeos les gusta hablar de los valores de la paz y la avenencia, mientras que la fuerza militar de los EEUU se hace cargo de su seguridad. Así se ha creado un grado de dependencia que se debería reparar, aunque sólo sea para aliviar a los americanos de su carga y dar a Europa una influencia política que esté a la par con su importancia económica.
Para lograrlo, la UE debe crear una política de seguridad común y una fuerza militar. Será un proceso largo y difícil. Alemania, por razones evidentes, no tomará la iniciativa al respecto. Sólo Francia y Gran Bretaña tienen la fuerza militar suficiente para constituir una base sólida con miras a la defensa europea. Gran Bretaña podría ser, en ese asunto decisivo, la salvadora de Europa. Sin ella, no hay esperanza.
Por desgracia, Cameron está mal preparado para aportar un argumento tan positivo. Dirige un partido que está cada vez más opuesto al proyecto europeo, excluido el comercio, y tendría que superar una posición predominante durante varias generaciones. La última vez en que Gran Bretaña contribuyó a salvar a Europa, estuvo muy sola y con mucho orgullo.
(Ian Buruma is Professor of Democracy, Human Rights, and Journalism at Bard College. He is the author of numerous books, including Murder in Amsterdam: The Death of Theo Van Gogh and the Limits of Tolerance and Year Zero: A History of 1945)
– Las cuatro líneas rojas de Cameron para que Reino Unido siga en la UE (Libertad Digital – 11/11/15) Lectura recomendada
(Por Diego Sánchez de la Cruz)
El primer ministro británico, David Cameron, envió esta semana una carta al Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, con ánimo de impulsar una negociación con Bruselas que podría resultar en cuatro grandes líneas de reforma en el funcionamiento de la Unión Europea.
Cameron se ha comprometido a apoyar la permanencia de Reino Unido en la UE si al menos parte de la agenda de reformas que espera impulsar se adopta en los próximos años. No obstante, la presión política a la que se enfrenta el dirigente tory es notable, ya que la corriente euroescéptica de su partido goza de gran respaldo social.
¿Qué propone, por tanto, Cameron? Hay cuatro grandes bloques programáticos en su misiva a Tusk: gobierno económico, competitividad, soberanía nacional e inmigración.
Gobierno económico
De entrada, el primer punto que aborda el mandatario conservador tiene que ver con el gobierno económico de la Eurozona. En este punto Cameron pone el énfasis en "preservar la integridad del mercado único protegiendo los intereses de los países que no están en la Eurozona". Sus puntos para alcanzarlo son los siguientes:
Hay que proteger y garantizar el funcionamiento del mercado único.
La creación de proyectos ligados a la Eurozona como por ejemplo la unión bancaria no pueden ser obligatorios para quienes no han adoptado la divisa única.
Los países que están fuera de la Eurozona no tienen por qué "rescatar" a los países que están en la unión monetaria.
La supervisión financiera del BCE no puede extenderse más allá de la Eurozona.
Competitividad para Europa
Cameron se jacta de que "la gente en Europa quiere que la Unión genere crecimiento y empleo. En ese campo, Reino Unido lleva años siendo uno de los campeones. Por eso, hay que adoptar medidas como el impulso al mercado único digital, que puede aumentar el PIB comunitario en un 3%, o el relanzamiento del mercado único de capitales, que puede ayudar a financiar a las empresas y emprendedores".
El británico también pide "un relanzamiento de la agenda comercial, con la búsqueda de acuerdos de gran alcance que liberalicen los intercambios con América, China, Japón y las grandes economías asiáticas".
Según Cameron, "es necesario frenar la continua aprobación de regulaciones europeas. De hecho, también es preciso reducir el cuerpo de normas que ya se han aprobado. Por eso, nos gustaría que se fijen objetivos concretos para reducir significativamente las obligaciones que se imponen a los negocios".
El primer ministro británico también pide que la UE "cumpla con sus compromisos en materia de respeto a la libre circulación de capitales, bienes y servicios", un tirón de orejas ante la aprobación de tasas financieras y la falta de reformas encaminadas a seguir facilitando el mercado único comunitario.
Soberanía nacional e inmigración
Cameron también pide más respeto a la soberanía nacional y menos proyectos de integración comunitaria. "En primer lugar, es importante que los Tratados no nos obliguen a trabajar "por una Unión más estrecha". En segundo lugar, hay que permitir que los parlamentos nacionales frenen legislación de la Eurocámara que no consideren oportuna. En tercer lugar, hay que respetar más el principio de subsidiariedad: como dice el gobierno holandés, no todos los problemas se solucionan con más presencia de las instituciones comunitarias. Por último, también en materia de seguridad hay que respetar la soberanía de cada país miembro".
En lo tocante a la inmigración, David Cameron pide que los europeos que residen en las islas tengan que cotizar durante al menos cuatro años para poder beneficiarse del grueso de "medidas de "gasto social" que ahora mismo se ofrecen de manera generalizada". El portavoz de la Comisión Europea, Margaritis Schinas, se ha pronunciado sobre este punto, señalando que su aprobación puede resultar "altamente problemática".
– Desmontando a Cameron: así reaccionará cada país a su órdago antieuropeo (El Confidencial – 11/11/15) Lectura recomendada
(Por Celia Maza Londres)
Antes de mudarse a Downing Street, David Cameron dijo: "No quiero que mi legislatura sea definida por Europa". Y resulta irónico, porque si hay una cuestión que mejor podrá definir su paso por el número 10, es Europa. El "premier" ha prometido un referendo sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE). Y su gran éxito o su peor fracaso dependerán de si los ciudadanos votan por salir o quedarse en un bloque que, a día de hoy, ven con recelo. La opinión en la calle es que ellos aportan más de lo que se les ofrece.
Tras años de advertencias y amenazas -fue en enero de 2013 la primera vez que Cameron habló de plebiscito-, este martes finalmente ha explicado las reformas que quiere exigir a Bruselas. El líder "tory" ha enviado una misiva al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y ha advertido de que si sus proposiciones "caen en oídos sordos", "no descarta nada", lo que incluye hacer campaña por la salida.
El problema es que la "gran reforma" que prometió hace tan solo dos años en su discurso de Bloomberg -una intervención que supuso un antes y un después en la materia- se ha reducido ahora a cuatro puntos relativamente modestos que ni siquiera sacian el apetito euroescéptico de sus propias filas.
Nada nuevo. No hay líneas rojas ni nada que se parezca a "si no conseguimos esto". Es más, parece estar retrocediendo en sus primeras demandas. Los dos primeros –impulsar el libre comercio y reducir la burocracia y proteger a los países fuera de la zona euro– son, de hecho, cuestiones ampliamente apoyadas en toda la UE. La tercera promesa -evitar una unión cada vez más estrecha- tampoco es tan compleja como Cameron quiere hacer ver. En las conclusiones del Consejo Europeo del año pasado, los líderes del resto de los estados miembros ya reconocieron que debe haber "diferentes caminos en cuanto a la integración para cada país".
Por último, está la cuestión migratoria, la que crea más polémica. Pero en lugar de restringir la libre circulación de personas en toda la UE -asunto que los expertos ya dijeron que era ilegal-, el primer ministro británico ahora simplemente quiere limitar el acceso a los subsidios solo para aquellos comunitarios que lleven más de cuatro años viviendo en el país y pagando impuestos.
"No hay nada nuevo", explica a El Confidencial John Crace, analista político en "The Guardian". "En la carta deja claro que solo se están delineando las áreas de negociación. Pero no hay líneas rojas ni nada que se parezca a "si no conseguimos esto ". Creo que es solo un texto vago. Dirá luego que ha conseguido lo que se ha propuesto para poder apoyar la campaña a favor de la permanencia", matiza.
"Es más, parece estar retrocediendo en sus primeras demandas. Con respecto a los inmigrantes y las ayudas estatales, ahora dice que "esto podría lograrse por otros medios ". En definitiva, nada de nada", recalca.
Según el Gobierno, el 43% de los inmigrantes recién llegados de la UE recibe ayudas. Sin embargo, de acuerdo con el Observatorio de Migración de la Universidad de Oxford, solo el 14% reclama lo que es la prioridad de la reforma de Cameron, los llamados "tax credits" (subsidios para las personas con niños y discapacitados a su cargo y para trabajadores con ingresos mínimos).
Dentro del Partido Conservador, hay muchas otras voces, como la de Lord Lawson -"chancellor" con Thatcher-, que este martes han tachado los cuatro objetivos de "decepcionantemente poco ambiciosos".
Sin embargo, Vincenzo Scarpetta, analista del influyente "think-tank" Open Europe, los califica como "importantes y sustanciales". "Hasta ahora, las negociaciones eran a nivel técnico, pero ahora las demandas se elevan al máximo nivel político, y eso es lo importante", asegura a este diario. "Cameron tendrá que convencer a otros 27 mandatarios. Todos se muestran partidarios de escuchar. Pero el diablo está en los detalles", advierte.
Según el experto, España será precisamente uno de los países que se lo pongan más complicado al "premier". "A España le une a la UE un lazo emotivo, ya que supuso un símbolo en su recién estrenada democracia. Sin embargo, el Reino Unido entró únicamente por cuestiones económicas. Y eso es un punto de partida muy diferente que hay que tener en cuenta. En España se valora mucho la UE. Ni siquiera partidos como Podemos se han planteado nunca un futuro fuera de la UE", explica. "Tampoco se puede descartar el asunto de Gibraltar, que podría influir negativamente en las negociaciones", matiza.
Por otra parte, Scarpetta destaca que "España se encuentra ahora con muchos frentes abiertos". "Con los problemas económicos, el paro y la situación con Cataluña, el referendo de Cameron no es algo a lo que se vaya a dar prioridad. Aparte que el próximo mes se celebran elecciones generales, por lo que Mariano Rajoy no está en condiciones de hacer ninguna promesa en firme al Reino Unido. Salga quien salga luego, mirará con especial atención el tema de los subsidios porque hay muchos españoles que se han venido a trabajar en los últimos años al Reino Unido", aclara.
Cambiar las reglas sobre el acceso de los migrantes comunitarios a las ayudas estatales será, según el experto, uno de los retos más difíciles para Cameron. "Angela Merkel apoya la idea, pero también se encuentra gobernando en coalición con los socialdemócratas y tiene que preservar la relación con sus socios en el Ejecutivo", matiza. "En el caso de Francia, bueno a priori nunca es fácil empezar una negociación entre un presidente socialista francés y un primer ministro británico conservador", añade. Lógicamente, los países del Este son los que más problemas pondrán a un cambio en la concesión de subsidios.
En la cuestión relacionada con proteger a los países que están fuera de la eurozona, Scarpetta recalca que Alemania, Francia e Italia están de acuerdo con el principio, pero, "una vez más, el diablo está en los detalles". "La concesión de una protección especial a la City será ya algo menos probable", detalla.
Según el estudio publicado por Open Europe, junto con Dinamarca, Irlanda será el país que más facilidades ponga durante la negociación, ya que sería el más afectado en caso de un "Brexit". Si el Reino Unido abandonara la UE, el otrora "tigre celta" podría sufrir una pérdida en su PIB de entre el 1,1% y el 3,1% para el año 2030.
En el extremo opuesto, Bélgica y Luxemburgo podrían estar entre los más difíciles de tratar. "Son países que siguen teniendo una particular visión emocional con la integración europea, y tienden a ver con escepticismo cualquier propuesta que se percibe como ir en la dirección opuesta", explica Scarpetta. "En cualquier caso, a día de hoy, ningún país se ha mostrado completamente en contra de las reformas. Habrá que esperar para ver si Cameron les convence de que no solo son beneficiosas para el Reino Unido, sino también para el resto del bloque", matiza.
¿Cómo puede reaccionar la UE ante el "órdago" de Cameron? (todos miran a Merkel)
"El primer ministro británico, David Cameron, juega con ventaja. Todos sus socios europeos quieren de forma inequívoca que Reino Unido se quede en la Unión Europea, que sin Londres perdería todavía más peso en la escena internacional. Y están dispuestos a hacer concesiones para que el Brexit sea derrotado en el referéndum que se celebrará antes del final de 2017. La mayoría de las exigencias planteadas por Cameron en su carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, son asumibles para el resto de líderes europeos, ya sea porque se trata de medidas simbólicas o de iniciativas que ya están en marcha. De hecho, los diputados más euroescépticos de su propio partido tory le han atacado por lo que consideran su falta de ambición"… ¿Aceptará la UE las exigencias de Cameron para quedarse? (El Español – 11/11/15)
Pero el acuerdo todavía puede naufragar por el recorte que el primer ministro británico quiere introducir en las prestaciones sociales que reciben los inmigrantes de otros países de la UE que viven en Reino Unido. Esta exigencia ya ha sido criticada por la Comisión y la Eurocámara. Lo más preocupante para Cameron es que le enfrenta sobre todo con los países del Este, los más afectados, y que han sido aliados tradicionales de Londres en otras cuestiones, como la liberalización económica o las salvaguardas para los países que no pertenecen al euro.
El resto de países de la UE empiezan además a estar cansados de que Reino Unido reclame siempre un trato especial, según explican varias fuentes europeas. Y no tienen ningún apetito por iniciar una nueva reforma de los tratados, que Londres ve necesaria para garantizar que las concesiones sean "irreversibles", después de los problemas con la fallida Constitución Europea y la ratificación del Tratado de Lisboa. Tampoco ha gustado en Bruselas la tardanza de Cameron en poner sus demandas por escrito y su falta de detalle, que no se resuelve en la poco concreta carta a Tusk.
En todo caso, el presidente del Consejo Europeo ya ha anunciado que a partir de la semana que viene lanzará "consultas bilaterales" con todos los Estados miembros y la Eurocámara sobre las exigencias de Reino Unido. Y de nuevo la canciller alemana, Angela Merkel, se perfila como la principal valedora de Cameron en este diálogo. Merkel se ha declarado confiada en que podrá encontrarse una solución. "Hay puntos más difíciles y puntos menos difíciles. Pero si tenemos el espíritu de querer resolver esto, tengo bastante confianza en que funcionará", ha dicho Merkel el 10/11 (2015).
El propio Cameron dice en su misiva que su objetivo es tener "un debate de fondo en el Consejo Europeo de diciembre (los días 17 y 18)" y "concluir un acuerdo lo antes posible". A continuación se repasan las principales demandas de Cameron ordenadas de mayor a menor dificultad en la negociación, según la primera valoración de emergencia que ha hecho Bruselas.
1. "Altamente problemática". Así considera la Comisión la pretensión de Londres de impedir que los ciudadanos de la UE que vivan en Reino Unido cobren ninguna prestación social en materia de empleo o vivienda durante los cuatro primeros años de residencia. Cameron cree que esta medida servirá para frenar el flujo de inmigrantes comunitarios, que a su juicio es "insostenible". Pero el Ejecutivo comunitario alerta de que supone una "discriminación directa" entre ciudadanos de la UE, ya que se da un trato mejor a los británicos, que sí disfrutarían de estos beneficios, que al resto de europeos, según ha dicho su portavoz, Margaritis Schinas. El presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, ha ido un paso más allá al afirmar que tiene "muchas dudas sobre la legalidad" de este plan. El primer ministro británico admite en su carta que estas cuestiones son "difíciles" para el resto de Estados miembros y se declara abierto a encontrar soluciones alternativas.
2. "Difíciles". En esta categoría, Bruselas incluye dos demandas de Cameron: que se libere a Reino Unido del compromiso de avanzar hacia "una Unión cada vez más estrecha" y que se creen salvaguardas para los países que no están en el euro y para la City de Londres. La primera exigencia es sobre todo simbólica. Londres quiere que se reconozca en la ley lo que ya existe en la práctica: una Europa a varias velocidades en la que hay países que no están en el euro, en el espacio Schengen o en las políticas de justicia e interior. Y no parece que el resto de líderes europeos vaya a resistirse. En las conclusiones de la cumbre de junio de 2014, los jefes de Estado y de Gobierno ya admitieron por escrito, a petición de Cameron, que hay "distintas vías de integración para los distintos países" y que respetarán "el deseo de los que no quieren seguir profundizando más".
En cuanto a las garantías para los países que no están en el euro, Reino Unido quiere que se deje claro que la Unión tiene más de una moneda; que no se discrimine a las empresas que no usen el euro; que no se ponga en riesgo el mercado interior y que los contribuyentes de los países de fuera del euro no tengan que poner dinero para los rescates de la eurozona. Estas cuestiones sólo plantearían un problema irresoluble al resto de socios si Londres reclama poder bloquear las decisiones de la eurozona. Pero el ministro de Finanzas, George Osborne, ha dicho que no está buscando el veto, sino una serie de "salvaguardas" que todavía no ha definido en detalle.
3. "Factibles". En este apartado ha situado la Comisión la exigencia de Londres de que se refuercen los poderes de los parlamentos nacionales. Cameron quiere que éstos puedan vetar, no de forma individual sino entre varios (aunque no ha concretado el número), iniciativas legislativas de la UE si consideran que amenazan sus intereses nacionales. El vigente Tratado de Lisboa ya otorga a los parlamentos nacionales la facultad de intervenir, pero sus dictámenes no son vinculantes. Y Bruselas los ha ignorado de forma sistemática, por ejemplo al seguir adelante con la creación de una Fiscalía europea, pese a la opinión negativa de un gran número de parlamentos nacionales.
El resto de peticiones de la carta de Cameron ya se está poniendo en práctica. Es el caso de todas las iniciativas que reclama para mejorar la competitividad de la economía europea, como negociar acuerdos de libre comercio con Estados Unidos o Japón, reducir las cargas burocráticas que impone la legislación de la UE a las empresas o crear un Mercado Único Digital o una Unión de Mercados de Capital.
Draghi y Tusk, juegan las primeras cartas (¿se dará por enterado Cameron?)
"Los imperios fuertes suelen tener bancos centrales potentes. La UE pierde pujanza, pero tiene un banquero central tenaz: Mario Draghi, su presidente, alertó este jueves del riesgo de salida de Reino Unido de la Unión, que implica la necesidad de estrechar lazos a toda prisa en la eurozona. Y advirtió al primer ministro David Cameron de que algunas de sus propuestas son inasumibles. "Los tratados son muy claros: la moneda única de la UE es el euro", dijo Draghi ante el deseo de Londres de que otros países sigan su camino y puedan quedarse fuera del euro. El escepticismo de Fráncfort se extiende a los mandarines de Bruselas. "Las reclamaciones británicas son duras; será realmente difícil alcanzar un acuerdo y desde luego no hay ninguna garantía de que ese acuerdo llegue en diciembre", abundó en La Valeta (Malta) el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk" Draghi y Tusk avisan de que será difícil pactar con Londres (El País – 12/11/15)
Cameron está en medio de una pinza entre el ala euroescéptica de su partido -que le pide aún más dureza: "¿Eso es todo?" se preguntaba este jueves el diputado que lidera esa facción, Bernard Jenkin- y la necesidad de buscar aliados en la capital europea. La lista de peticiones británica para seguir en la UE consiste en tratar de conseguir un estatus especial. Por el flanco económico, Cameron, por ejemplo, reclama que no se aplique a Reino Unido el compromiso recogido en los tratados de avanzar hacia una Unión más estrecha. Quiere garantías de que la eurozona no discriminará a su país por mantener su propia moneda, lo que en la práctica supone permitir que la City londinense continúe siendo de manera indefinida el principal centro financiero de la Unión. Y pretende que otros países puedan seguir su camino y quedarse fuera del euro tanto tiempo como quieran.
Draghi mostró sus recelos con muchas de esas demandas, y su negativa tajante a esa última posibilidad: la UE "debe preservar los extraordinarios logros del euro y del mercado único". "El euro es y será la moneda única de la UE", reiteró. Tanto los británicos como los daneses se reservaron la posibilidad de quedarse fuera del euro: los demás socios de la UE tienen la obligación de sumarse tarde o temprano, aunque algún país -como Polonia- recele.
En una intervención ante la Eurocámara, Draghi apuntó que si el referéndum británico -previsto para 2017- supusiera la salida de Reino Unido de la UE, la eurozona "debería responder de inmediato con más integración". De ser así, paradójicamente, lo que a primera vista parece una carga de profundidad para Europa se convertiría en el catalizador de lo que ni siquiera ha logrado la mayor crisis económica de las últimas décadas: una eurozona más robusta que no se arrugaría ante el reto de poner en marcha un Tesoro común, alguna forma de mutualización de deuda e incluso una capacidad fiscal para activar estímulos keynesianos.
Draghi, máximo exponente en Europa de un trabajo -el de banquero central- que la mayoría no entiende y que muchos consideran algo siniestro, fue interpelado por varios eurodiputados irlandeses y griegos, que le afearon el papel del BCE en los rescates. Y dio a entender que tiene trabajo por hacer, ante los problemas derivados de una recuperación modesta, y sobre todo de una inflación que ronda el 0%. Con la economía metida en ese agujero, Draghi anunció que hará más: vaticinó que la inflación se recupera con más lentitud de lo que preveía en septiembre, y sugirió que eso le obliga a rebuscar en su bolsa de trucos. El BCE, apuntó, ampliará en diciembre el programa multimillonario de compra de activos, y podría rebajar aún más la tasa de depósito que cobra a los bancos por dejar efectivo en la ventanilla de Fráncfort, para tratar de que den más créditos.
– "Brexit": las exigencias de Cameron pueden salvar a la UE (El Confidencial – 12/11/15) Lectura recomendada
La última encuesta publicada en el Reino Unido muestra una caída importante del apoyo a permanecer en la Unión Europea -de un 61% a un 52%- y un aumento de los que quieren salir
(Por Daniel Lacalle)
La carta que presentó David Cameron el martes a la Unión Europea buscando renegociar el tratado es extremadamente importante para el futuro de Europa. Fundamentalmente porque todo lo que pide es perfectamente razonable y, además, apoyaría el crecimiento y la competitividad de todos los estados miembros.
Conviene recordar que la última encuesta publicada en el Reino Unido muestra una caída importante del apoyo a permanecer en la Unión Europea -de un 61% a un 52%- y un aumento relevante de los que quieren salir -39% comparado con un 27% hace unos meses-
Los cuatro pilares de las peticiones de Cameron son: competitividad, gobernanza económica, soberanía e inmigración.
No son peticiones alocadas. Son perfectamente lógicas. Y, además, urgentes para cambiar una Unión Europea burocratizada, moldeada con el patrón del dirigismo francés y la intervención constante, que ha sido incapaz de mostrar patrones de crecimiento sólidos.
El Reino Unido ha creado más puestos de trabajo que toda la Unión Europea junta en cuatro años -y eso con una inmigración neta de más de 318.000 personas en 2014-, y crece más del doble con una política de apertura, bajos impuestos y defensa total de la propiedad privada. No solo el Reino Unido, les recomiendo leer el artículo de Juan Manuel López-Zafra sobre Irlanda, que crece más y crea mayor empleo que otros socios comunitarios con un modelo similar. No debemos ignorar los modelos que han funcionado y, lo que es más importante, ante el estancamiento secular de los modelos dirigistas, debemos rechazar urgentemente que se instaure ese anquilosamiento en toda Europa.
Es un soplo de aire fresco que un líder europeo demande, por fin, competitividad, libre comercio, apertura y soberanía para sacar lo mejor de cada país. Muchos se benefician de tener la moneda única y la valoran. Otros no lo ven así. El futuro no lo decide una integración que convierta a todos los estados en réplicas de Francia. Como me decía el exvicepresidente norteamericano Dick Cheney, "el problema de la UE es que tienen 27 Washingtons y ninguna Texas", refiriéndose al enorme peso burocrático e intervencionista.
Ya hemos comentado la importancia de que el Reino Unido siga perteneciendo a la Unión Europea aquí, pero merece la pena recordar lo que todos pierden o arriesgan.
El comercio con la UE supone alrededor del 42,5% de las exportaciones de Reino Unido si descontamos lo que en Londres se llama el "Rotterdam effect", es decir, la cifra que muchos incluyen por la utilización del puerto holandés, que es internacional y abierto.
La contribución neta de Reino Unido a la UE se ha disparado de 3.300 millones de libras en 2008 a 9.800 millones en 2014, el segundo mayor contribuyente neto, mientras que el porcentaje de exportaciones a los países de la Unión caía. Este es uno de los principales problemas de percepción pública, el coste. El segundo, la burocracia.
En Reino Unido se percibe que lo que se impone en Europa es profundizar en el modelo intervencionista fracasado y en el estatalismo que solo ha generado estancamiento. No se le escapa al ciudadano británico que los populismos emergentes en algunos países tienen como objetivo esencial pagar su ansiada fiesta de despilfarro con el dinero de, entre otros, los ingleses.
Los estudios son muy dispares, pero desde el Institute of Economic Affairs estiman un coste de la permanencia cercano a un 3% del PIB de las islas. Solo he leído un informe que estime un beneficio neto, del CBI, cercano al 4% del PIB, pero dicho informe asume que todo el comercio entre Reino Unido y la UE es resultado de la pertenencia a la Unión. Se antoja difícil pensar que todo el flujo comercial es resultado de ser país miembro, pero aún más difícil asumir que gran parte o la mayoría de esas transacciones se desvanecerían estando fuera de la UE.
El hecho de que Reino Unido tenga moneda propia es irrelevante. Hay muchos países de la UE que no están en el euro.
Una salida del Reino Unido tendría impacto en:
Sector financiero: un problema nada desdeñable de regulaciones y exigencias de capital distintas, así como impacto si algunos bancos y casas de inversión se ven forzadas a dejar el Reino Unido. El argumento contrario es que el flujo financiero aumentaría hacia las islas por la deriva intervencionista de una UE ex-UK.
Se estiman tres millones de puestos de trabajo directos e indirectos por pertenencia a la UE. Podría darse un aumento del paro. También se argumenta que Reino Unido crea más puestos de trabajo y no contaría con el flujo migratorio antes mencionado.
Comercio: un impacto para ambas partes, que sufrirían mientras se renegocian o firman tratados bilaterales. Sobre un total de 430.000 millones de libras, incluso porcentajes pequeños deben valorarse con cuidado.
Pero si la UE pierde a uno de sus contribuyentes netos, puede ser muy negativo, porque el porcentaje de "pagadores" comparado con "cobradores" convertiría a la Unión en un club de equilibrio mucho más inestable.
Los riesgos no se pueden delimitar fácilmente, aunque siendo cauteloso puede ser perfectamente de un 1-3% del PIB de Reino Unido y un 0,5-0,7% para el resto de la UE en el escenario negativo.
La carta de Cameron nos da a todos la oportunidad de acabar con un modelo de Europa que va contra los principios de libre mercado y apertura que inspiraron la construcción europea y que prefieren los ciudadanos no solamente del Reino Unido, sino de Finlandia, Holanda, Polonia y muchos otros.
A la UE le conviene tener un socio como el británico, que vele por los principios de libertad y apertura, y al Reino Unido le interesa mantenerse en una unión donde se recuperen los objetivos de libre comercio. Intentar convencer a uno de los que pagan de que un modelo de estancamiento e impuestos crecientes es intocable resulta, cuando menos, peligroso.
– A nadie le importan las calificaciones crediticias (El Economista – 16/11/15) Lectura recomendada
(Por Matthew Lynn)
Si se aproxima más a abandonar la Unión Europea, el Reino Unido podría perder su calificación crediticia según ha advertido la agencia Standard & Poor"s. En Portugal, mientras se forma un gobierno de coalición, se dice que podría perder su calificación de grado de inversión. Arabia Saudí baja un punto con la caída del precio del petróleo, que pone a prueba las finanzas del país.
Las agencias de calificación crediticia realizan su trabajo de valorar la deuda soberana y decidir si es asequible o no. Los medios informan de ello y se sacan de la manga a unos cuantos analistas preocupados por las repercusiones cataclísmicas de la bajada.
En realidad, lo interesante no es lo mucho que se mueven los mercados sino lo poco que lo hacen. A nadie le importan ya las calificaciones de deuda soberana. Triple A o C menos, qué más da. No hay vigilantes de bonos al acecho para sacar a los políticos derrochadores del escenario ni levantamientos de inversores. La disponibilidad de los bancos centrales a respaldar a los gobiernos lo ha superado. Hay muchas cosas que deben preocupar a los inversores pero la deuda soberana y las calificaciones crediticias ya no están entre ellas.
Rebobinemos el reloj cinco años: los mercados se obsesionaban con las calificaciones. En la cúspide de la eurocrisis, los mercados estaban pendientes de cada palabra de las grandes agencias. En las elecciones británicas de 2010, el triple A del país fue un tema importante, al igual que en la política estadounidense cuando el país perdió finalmente su triple A, en 2011, en plena batalla entre el congreso y la Casa Blanca por temas de gasto.
A menudo parecía que el cielo se iba a derrumbar si se rebajaba a un país y sin duda se consideraba una humillación política. Las agencias de calificación crediticia siguen publicando informes aparentemente honestos sobre deuda soberana y siempre cabe que haya un becario empollón en los sótanos de algún banco de inversión que se los lea.
En ocasiones todavía intervienen en el debate político. Lo más absurdo, de lejos, fue la advertencia de S&P el mes pasado de que dejar la UE podría costarle al Reino Unido un par de puntos. Fue muy difícil extraer el sentido de lo que en realidad decían. En realidad, la membresía de la EU puede ser crítica para el papel político de Gran Bretaña en el mundo pero importa más bien poco para la economía en un sentido u otro, y puesto que el país es un gran aportador neto del presupuesto de la UE, las finanzas públicas podrían incluso verse mejoradas si se saliera. El país podría permitirse pagar sus deudas, o no, pero el resto de Europa no importa. La pretensión de la agencia de que sí importaba pareció inútil.
En pleno drama político en Portugal, ha sobrevenido el mismo ataque. Resulta que a Portugal no le queda precisamente mucha calificación. Sus socios de la eurozona ya la han rescatado una vez. Aun así, mientras en el país se intenta formar un gobierno tras unas elecciones generales inconcluyentes, con la posibilidad de que un partido de izquierdas anti euro se suba al poder, el resto está inevitablemente en la diana.
La agencia de calificación DBRS ha dicho que revisará su calificación a finales de la semana y podría rebajarla otra vez. Un informe de la BBC cita a un analista de Commerzbank que se queja de la "irregularidad de las calificaciones" en el mercado. ¿En serio? Lo cierto es que no hay muchos indicios de ello. El rendimiento de la deuda a 10 años de Portugal ha subido como la espuma, del 2,6% a principios de mes al 2,84% ahora. Si esa es la gravedad de la crisis, vamos a dormir todos tranquilos. Las demás rebajas tampoco asustan mucho.
Las finanzas de Arabia Saudí se cuestionan por su dependencia del petróleo. Hay cierta justificación en ello pero cuesta imaginar que el país vaya a quebrar en un futuro cercano. Mientras Cataluña se prepara votar otra vez la secesión de España, espere oír muchos avisos de gravedad sobre las implicaciones para la calificación. Lo mismo ocurre con Escocia si decide celebrar otro referendo por la independencia en los próximos años. En realidad, tanto Cataluña como Escocia son lugares perfectamente prósperos, con industrias propias. No hay razón para pensar que no serán capaces de mantenerse si llegara separarse de sus respectivos estados.
Con tanta controversia creada hace unos años, las agencias de calificación y la deuda soberana se han sumido en la intranscendencia. Japón ha acumulado deudas del 240% del PIB y sigue pudiendo pedir prestado por casi nada. Si alguien sabe cómo va Italia a repagar sus deudas de más del 150% del PIB con una economía que no es mayor que hace quince años, se lo tiene muy bien guardado. ¿Y a quién le importa? Todavía puede incluso llegar a pedir prestado al 1,59%.
La explicación es sencilla. Sabemos de dónde vendrá el dinero para pagar estas deudas si hace falta. Los bancos centrales lo imprimirán. Antes de 2010, ese poder era, Japón aparte, puramente teórico. Ahora lo hemos visto una y otra vez. Es más, la flexibilización crediticia no parece tener ninguna consecuencia adversa. No genera inflación como decían algunos. No crea burbujas de activos huidos. Puede que no reviva exactamente la economía pero tampoco la destruye.
¿La conclusión? La deuda soberana no es realmente un problema. El banco central puede crear suficiente dinero como para seguir pagándola. Mientras tanto, la próxima vez que lea un titular que diga que S&P advierte de esto o a Fitch le preocupa aquello, no preste atención porque no importa y nadie hace caso. Quizá la deuda soberana volverá a ser importante un día pero, por ahora, no es un gran problema.
– Qué puede hacer Cameron por Europa (El País – 22/11/15) Lectura recomendada
Ante la compleja renegociación con la UE, Reino Unido debe demostrar que le preocupa verdaderamente la crisis por la que atraviesa el continente en todos los ámbitos: economía, competitividad, soberanía e inmigración
(Por Timothy Garton Ash)
No preguntes qué puede hacer Gran Bretaña por Europa, pregunta qué puede hacer Europa por Gran Bretaña!", dice David Cameron, en una sensiblera distorsión de la famosa frase de John F. Kennedy. Y lo dice en un momento en el que la UE se enfrenta a uno de los mayores retos de su historia y siente la carga abrumadora de los desesperados inmigrantes llegados de Oriente Próximo y África. La semana pasada, Cameron envió al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, una carta con unas exigencias bastante moderadas, algunas, incluso, positivas para la UE. Lo malo es el contexto, la sensación de que el Reino Unido no piensa más que en sus propios intereses y toda su política la dictan los euroescépticos, mientras que el resto de Europa afronta esta crisis existencial. Si Cameron quiere que le apoyen sus socios europeos, debe mostrar que le importa el destino de Europa, no sólo el de su país, pero eso es precisamente lo que no se atreve a hacer por las presiones de sus bases y la prensa euroescéptica.
Empecemos con la carta y sus cuatro puntos principales. Dos de ellos, sobre gobierno económico y competitividad, son muy sensatos, y el tercero, sobre soberanía, tiene algo de razón, mientras que el de inmigración estropea un debate serio al introducir la provinciana exigencia de reducir las prestaciones para los trabajadores inmigrantes, sobre todo del este de Europa.
Es cierto que hay que aclarar las relaciones entre los 19 Estados que pertenecen hoy a la eurozona y los 9 que no, en especial si la eurozona toma las medidas necesarias para acelerar la integración bancaria y fiscal. También es cierto que la UE podría mejorar la competitividad, que debería suponer más empleo, reduciendo trámites y creando un mercado digital y financiero único. El distinguido economista Mario Monti lleva años diciéndolo.
El apartado sobre soberanía es una mezcla curiosa. Hay otros Estados miembros que piensan que debería existir más subsidiariedad y más competencias para los Parlamentos nacionales, pero no es algo que pueda hacerse sólo para los británicos y en cuestión de meses. En cuanto a la garantía "formal, vinculante e irreversible" de que el Reino Unido no se compromete a "una unión cada vez más estrecha", es una exigencia extrañamente antibritánica, antipragmática y puramente simbólica.
Por último, al hablar de inmigración pone una gran pregunta sobre la mesa -las consecuencias de la libre circulación de ciudadanos de la Unión para los países más pobres del este y del sur de Europa, que han perdido a millones de jóvenes llenos de energía-, pero luego introduce una propuesta mezquina y discriminatoria sobre las prestaciones laborales para los inmigrantes en el Reino Unido.
Qué batiburrillo tan raro. Es como si una mujer le dijera a su marido que van a tener que divorciarse si no cumple las siguientes demandas: redecorar el ático, no estar obligada a decir "hasta que la muerte nos separe", que la canguro polaca deje de usar el cuarto de invitados y que él saque la basura los jueves. "¿Eso es todo?", exclamó, indignado, un destacado euroescéptico conservador, Bernard Jenkin, al oír las demandas. Le comprendo. Salvo que eso no es "todo", claro. "Todo" es el interés nacional en permanecer en la UE, que Cameron expresó con elocuencia al final del discurso en el que anunció el referéndum, hace tres años.
La negociación es importante para vender el voto del sí a los electores británicos. Hasta ahora, la reacción en el continente ha sido tranquila, aparte de algún político alemán que ha dicho que los británicos no van a recibir más "salchichas", y el consenso casi universal de que el principio básico de no discriminación no puede obviarse por el sistema de prestaciones sociales de un país.
Durante los próximos meses habrá que ser muy aficionado a la cosa europea para no acabar aburrido con los giros y los detalles de la negociación. Al final, esperemos que pronto, de las conversaciones salga un pequeño surtido de bombones de Bruselas, envueltos en una gran caja de cartón con un lazo gigante de colores. El relaciones públicas David Cameron tendrá que vender la caja de bombones al pueblo británico, pero lo que en realidad nos jugaremos al votar serán nuestros intereses nacionales y nuestro lugar en el mundo. La opinión británica está dividida, y los referendos son peligrosos, porque la gente, muchas veces, no contesta a la pregunta que se le hace; pese a todo, confío en que los británicos decidirán quedarse. Muchos amigos europeístas dicen que "así no se resolverá nada", pero no estoy de acuerdo. Los euroescépticos seguirán siéndolo, por supuesto, igual que yo seguiré siendo europeísta aunque perdamos la consulta, pero la decisión que se apruebe dejará zanjada la cuestión al menos para una década y tal vez hasta la próxima generación.
Si el Reino Unido se queda, entonces le interesa que la UE esté lo mejor posible. Y no nos engañemos: Europa está mal. Un alto funcionario de la UE me dijo el otro día que creía que, si Alemania se sintiera obligada a cerrar sus fronteras a los refugiados, habría guerra en los Balcanes. Eslovenia cerraría su frontera (está levantando una alambrada), Croacia los devolvería a Serbia, Serbia quizá enviaría a los musulmanes a Bosnia, y así sucesivamente. Y ese no es más que un aspecto de la crisis: porque están también la eurozona y el ascenso del nacionalismo euroescéptico incluso en los países de Europa Occidental.
Me pregunto cuántas personas se fijaron en la fecha de la carta de Cameron a Tusk: 10 de noviembre. Es decir, entre el 9, aniversario de la caída del muro de Berlín, y el 11, cuando recordamos a los fallecidos en varias guerras en las que los británicos contribuyeron a restablecer la paz y la libertad en Europa. ¿Estamos tan ensimismados en nuestras peleas de Westminster sobre Europa que no vemos lo que sucede en la Europa real? Es perfectamente legítimo preguntar "¿qué puede hacer Europa por nosotros?" Todos los Estados miembros lo hacen. Pero casi todos los demás preguntan también "¿qué podemos hacer nosotros por Europa?", o, al menos, reconocen que deberían preguntarlo, porque estamos todos en el mismo barco, que está en medio de un temporal y con vías de agua. Así que ya es hora de que haya más "¿qué puede hacer Gran Bretaña por Europa?". Quizá si nuestros socios europeos oyen hablar así a los líderes británicos se sientan algo más generosos con los detalles más engorrosos de la negociación. Al fin y al cabo, la batalla de Gran Bretaña también fue una batalla por Europa.
(Timothy Garton Ash es profesor de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com project, e investigador titular en la Hoover Institution, Universidad de Stanford. Su último libro es Los hechos son subversivos)
El referéndum no tiene fecha; mientras, proliferan los argumentos pro y antieuropeos
"¿Los británicos son euroescépticos? ¿David Cameron ha convocado el referendo para contentar a la gente o a sus propias filas? ¿Qué es lo que no gusta de la UE? ¿Los atentados de París han incrementado el sentimiento euroescéptico? ¿Se vive con la misma intensidad el debate en Inglaterra que en Escocia?" ¿Son realmente euroescépticos los británicos? (El Confidencial – 23/11/15)
Tras meses, incluso años, de amenazas y advertencias, el "premier" David Cameron inauguraba finalmente en el mes de noviembre (2015) la fase formal de la renegociación entre Londres y Bruselas. Aún no hay fecha para la consulta. Tampoco se han estipulado las reglas sobre quién podrá votar. Mientras que el líder "tory" quiere dar voz y voto a los mayores de 18 años, la Cámara de los Lores le ha pedido este jueves que aquellos con 16 y 17 años también puedan participar, una decisión con la que Downing Street no contaba y que retrasa ahora la aprobación de la ley que dará marco legal al plebiscito.
Pero, al margen de Westminster, ¿cómo se está viviendo este asunto en la calle? El periódico online, El Confidencial, ha preguntado en varias ciudades del país para saber quiénes están detrás de los sondeos, aquellos que advierten que, por primera vez desde noviembre de 2014, hay más gente que votaría ahora por abandonar la UE (un 40%, seis puntos más que en junio) que por quedarse (un 38%, seis puntos menos).
Recién cumplidos los 18 años, Elle Cosgrave, de Hertfordshire, está contenta. El referendo le dará la primera oportunidad para ejercer su derecho a voto y considera que los jóvenes de 16 y 17 años también tendrían que participar. "Aunque muchos compañeros ya tienen formadas fuertes opiniones y preferencias políticas, este tema es difícil de entender, por lo que creo que en el sistema educativo debería ser obligatorio tener debates sobre los asuntos actuales", asegura. "En esta cuestión específica, además, el voto de los jóvenes puede ser crucial a la hora del resultado, así que creo que es importante dar voz a todo el país para evitar tener un resultado sesgado", matiza. Según las encuestas, casi el 70% de los menores de 18 votaría por la permanencia.
"Yo no me considero euroescéptica porque creo que la UE nos beneficia de muchas maneras. Sin embargo, creo que el referendo es necesario porque es importante darnos voz y hacernos pensar sobre la cuestión", apunta.
"Diría que una buena cantidad de los británicos son euroescépticos, en particular cuando se trata el tema de la inmigración. Pero se ha demostrado que la inmigración de la UE ha sido buena para nuestra economía, aportando 20.000 millones de libras entre 2001 y 2011", matiza.
Con respecto a la libre circulación de personas, un asunto aún más controvertido en las islas si cabe tras los atentados de París, esta joven, que quiere estudiar Políticas, no lo ve como algo "negativo o peligroso" para la seguridad de su país, ya que "el terrorismo puede venir de cualquier parte". "Para mí, la libre circulación permite a los universitarios estudiar en el extranjero, algo que yo espero hacer en el futuro", recalca.
El control de las fronteras protagoniza desde hace tiempo la agenda política y resultó clave en la campaña para las elecciones generales del pasado mes de mayo, donde el euroescéptico UKIP se convirtió en la tercera fuerza más votada.
Sin embargo, al mismo tiempo, el Reino Unido es uno de los sitios más cosmopolitas del mundo. Cada año se asignan alrededor de 200.000 pasaportes. Y estos 'nuevos británicos' tendrán ahora voz y voto para decidir el futuro de Europa, pese a que la mayoría ha nacido fuera del Viejo Continente.
Es el caso de Carlos Andrade, un gerente financiero de 39 años. Originario de Colombia, lleva 14 años en Reino Unido. Consiguió la nacionalidad británica hace cuatro y aprueba la propuesta que Cameron ha planteado a Bruselas para que los inmigrantes comunitarios no puedan tener acceso a los subsidios hasta pasados los cuatro años de residencia. "Nunca entendí por qué alguien que nunca ha trabajado o vivido antes en el país puede acceder a recursos públicos de la misma manera que aquellos que llevan años pagando impuestos. El problema de Reino Unido no es la migración, es el no tener una estrategia clara para sacar el mejor provecho de ella. El Gobierno debería preocuparse más por atraer mano de obra cualificada en vez de seguir perdiendo tiempo con estadísticas y promesas vacías", matiza.
Dicho esto, él no se siente euroescéptico. "Vivimos en un mundo altamente competitivo y no creo que el Reino Unido esté en condiciones de sostenerse exitosamente a nivel económico y social sin ser parte de la UE. El país necesita seguir atrayendo inversión extranjera y mantener la inversión actual. Sus políticas de impuestos y su posición geográfica ofrecen grandes ventajas. Sus aeropuertos están muy bien conectados y ofrecen la puerta de entrada no solo a Europa, sino al mundo. Pero para mantener y mejorar la infraestructura necesaria, se necesitan inversión y aliados estratégicos", recalca.
"Reconozco que la UE no atraviesa su mejor momento. El potencial que tiene se ha visto retraído por la burocracia de Bruselas y la ineptitud de algunos de sus líderes. Pero con todo, la solución no pasa por salirse. Lo que Cameron debería buscar a cambio es adquirir un papel más influyente dentro de la dirección y el futuro de la UE", explica.
"Desde el punto de vista personal, prefiero saber que somos parte de la UE. Tener la libertad de viajar libremente dentro de los países miembros ha sido para mí una gran ventaja. Los nacidos en la UE no creo que aprecien de la misma manera los beneficios que aporta ser parte de esta estructura social y económica", añade.
Por su parte, Tony Archer, diseñador industrial de 51 años y profesor universitario en Colchester, es un euroescéptico convencido. "Nunca he entendido realmente por qué somos parte de la UE. ¿Cuál es el beneficio? Pagamos 10.400 millones de libras cada año y no recibimos casi nada a cambio. Salimos perdiendo económicamente. Si contamos además los 11.700 millones de libras que pagamos en ayuda exterior, tenemos un desembolso total de 31.500 millones de euros a los países extranjeros, mientras que aquí tenemos que sufrir las medidas de austeridad y los recortes en el sistema de bienestar. Si salimos de la UE, al menos la mitad de este dinero se quedaría en el Reino Unido", matiza.
"¿No teme que la economía se resienta entonces?", pregunto. "Reino Unido tiene una economía fuerte. Y no es fuerte debido a Europa, sino a pesar de Europa. Así que no veo que eso vaya a cambiar si nos vamos", responde. En lo que se refiere a las relaciones comerciales, destaca que "los países europeos comercian con los EEUU, China, India Así que, ¿por qué no nosotros? Sí, sin duda, habría algunas empresas que dejarían el Reino Unido si no fuésemos de la UE, pero creo que serían la minoría y que el impacto, en su conjunto, sería mínimo".
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