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Un análisis sobre la desigualdad de los ingresos (ganadores y perdedores de la crisis financiera mundial) (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Potencialmente, esta narrativa puede ganar mucho respaldo, especialmente en la Cámara de Representantes controlada por los republicanos y en las vísperas de la elección presidencial de 2012. Pero, mientras que los republicanos de la FCIC escriben elocuentemente, ¿tienen alguna prueba para respaldar sus aseveraciones? ¿La gente pobre en Estados Unidos es responsable de causar la crisis global más grave en más de una generación?

No, según Daron Acemoglu del MIT (y autor junto conmigo en otros temas), que presentó sus conclusiones en la reunión anual de la Asociación de Finanzas de Estados Unidos a principios de enero. (Las diapositivas están en su sitio web del MIT.)

Acemoglu desglosa la narración republicana en tres interrogantes diferentes. Primero, ¿hay pruebas de que los políticos estadounidenses responden a las preferencias o deseos de los votantes de menores ingresos?

La evidencia en este punto no es tan definitiva como a uno le gustaría, pero lo que tenemos –por ejemplo, a partir del trabajo de Larry Bartels de la Universidad de Princeton- sugiere que, en los últimos 50 años, prácticamente toda la élite política estadounidense dejó de compartir las preferencias de los votantes de ingresos bajos o medios. Las opiniones de los funcionarios se acercaron mucho más a las que comúnmente se hacen oír en la cima de la distribución de ingresos.

Existen varias teorías con respecto a por qué se produjo este cambio. En nuestro libro 13 banqueros, James Kwak y yo destacamos una combinación del creciente papel que juegan los aportes de campaña, la puerta giratoria entre Wall Street y Washington, y, sobre todo, un cambio ideológico hacia la idea de que las finanzas son buenas, que más finanzas es mejor y que lo mejor son las finanzas sin control. Existe un corolario claro: las voces e intereses de la gente relativamente pobre poco cuentan en la política norteamericana.

La evaluación que hace Acemoglu de la investigación reciente sobre el lobby es que las partes del sector privado querían que se relajaran las reglas financieras -y trabajaron duro e invirtieron mucho dinero para obtener este resultado-. El ímpetu por un gran mercado de hipotecas de alto riesgo surgió del interior del sector privado: "innovación" por parte de prestadores hipotecarios gigantes como Countrywide, Ameriquest y muchos otros, respaldados por los grandes bancos de inversión. Y, para hablar sin rodeos, fueron algunos de los mayores jugadores de Wall Street, no los propietarios excesivamente endeudados, los que recibieron rescates gubernamentales después de la crisis.

Acemoglu luego pregunta si existen pruebas de que la distribución de ingresos en Estados Unidos empeoró a fines de los años 1990, lo que llevó a los políticos a aflojar las riendas en lo que concierne a prestarle dinero a gente que estaba "rezagada". Los ingresos en Estados Unidos, efectivamente, se volvieron mucho más desiguales en los últimos 40 años, pero el momento elegido no encaja con esta historia en absoluto.

Por ejemplo, a partir del trabajo que hizo Acemoglu con David Autor (también del MIT), sabemos que los ingresos correspondientes al 10% que más gana subieron marcadamente durante los años 1980. Los ingresos semanales crecieron lentamente en el caso del 50% que menos gana y del 10% que menos ganaba en ese momento, pero al sector menos favorecido en la distribución de ingresos en realidad le fue relativamente bien en la segunda mitad de los años 1990. De modo que nadie tuvo que pelearla más que este segmento en la víspera de la locura de las hipotecas de alto riesgo, que se produjo a principios de los años 2000.

A partir de datos de Thomas Piketty y Emmanuel Saez, Acemoglu también señala que la dinámica de la distribución de ingresos para el 1% que más gana en Estados Unidos parece diferente. Como sugirieron Thomas Philippon y Ariell Reshef, el marcado incremento de este grupo en el poder de ingresos parece más relacionado con la desregulación de las finanzas (y quizás otros sectores). En otras palabras, los grandes ganadores de la "innovación financiera" de todo tipo en las últimas tres décadas no fueron los pobres (ni siquiera la clase media), sino los ricos –la gente que ya cobraba mucho.

Finalmente, Acemoglu examina el papel del respaldo del gobierno federal a la vivienda. Sin duda, Estados Unidos durante mucho tiempo ofreció subsidios a la vivienda ocupada por sus dueños -principalmente a través de una deducción impositiva para los intereses hipotecarios-. Pero este subsidio en absoluto explica el momento del auge del sector inmobiliario y de los descabellados préstamos hipotecarios.

Los republicanos de la FCIC acusan con firmeza a Fannie Mae, Freddie Mac y otras empresas patrocinadas por el gobierno que respaldaron los préstamos para la vivienda mediante garantías de diferentes tipos. Tienen razón cuando dicen que Fannie y Freddie eran "demasiado grandes para quebrar", lo que les permitió pedir dinero prestado a un menor costo y asumir más riesgo -con un escaso financiamiento de capital para respaldar su exposición.

Pero, si bien Fannie y Freddie se lanzaron a hipotecas dudosas (particularmente aquellas conocidas como Alt-A) e hicieron operaciones con prestadores de alto riesgo, esto representaba algo relativamente pequeño y surgió tarde en el ciclo (por ejemplo, 2004-2005). El principal ímpetu para el auge surgió de toda la maquinaria de la securitización de "sello privado", que era justamente eso: privado. De hecho, como señala Acemoglu, los poderosos jugadores del sector privado consistentemente intentaron marginar a Fannie y Freddie y excluirlas de los segmentos de mercado en rápida expansión.

Los republicanos de la FCIC están en lo cierto al ubicar al gobierno en el centro de lo que salió mal. Pero este no fue un caso de sobrerregulación o de exceso de alcance. Por el contrario, 30 años de desregulación financiera, que fue posible gracias a que se cautivó el corazón y la mente de los reguladores, y de políticos tanto republicanos como demócratas, le dieron a una estrecha élite del sector privado –principalmente en Wall Street- casi todas las ventajas del auge inmobiliario.

La parte negativa recayó en el resto de la sociedad, en especial en las personas de bajo nivel educativo y mal remuneradas, que ahora perdieron sus casas, sus empleos, las esperanzas para sus hijos o todo a la vez. Esta gente no causó la crisis. Pero está pagando por ella.

(Simon Johnson, ex economista principal del FMI, es cofundador de un importante blog de economía, http://BaselineScenario.com, profesor en el MIT Sloan y miembro sénior en el Instituto Peterson para la Economía Internacional. Su libro, 13 banqueros, que escribió junto con James Kwak, está actualmente disponible en tapa blanda. Copyright: Project Syndicate, 2011)

El retorno de los banqueros (II): "además, piden menos regulaciones" (¿amnesia colectiva o cinismo patológico?)

"El año pasado, los banqueros que asistieron al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, interpretaron el papel de villanos. El presidente francés Nicolas Sarkozy criticó su "comportamiento indecente" y sus paquetes de remuneración "moralmente indefendibles".

Los banqueros probablemente no ganarán ningún concurso de popularidad en la cumbre de este año en el resort suizo. Pero esperan que parte del estigma causado por contribuir a que el mundo entrara en una crisis financiera se haya diluido"… Los banqueros dejan de pedir perdón y comienzan a pedir menos regulaciones (The Wall Street Journal – 26/1/11)

Los ejecutivos bancarios han viajado a Suiza envalentonados por sus crecientes ganancias y ansiosos de codearse con los políticos y reguladores, con la esperanza de frenar las nuevas restricciones a la forma en la que dirigen sus negocios y pagan a sus empleados. Por primera vez desde la crisis financiera, los banqueros no estarán mordiéndose la lengua.

"Hubo un período de remordimiento y disculpas de los bancos", dijo el presidente ejecutivo de Barclays PLC, Bob Diamond, en su testimonio ante un panel parlamentario en Londres este mes. "Creo que ese período tiene que terminar".

En 2009, en momentos que la crisis financiera global estaba en pleno desarrollo, algunos de los grandes banqueros, incluyendo a los altos ejecutivos de Barclays, Citigroup Inc. y Bank of America Corp., no asistieron a Davos. Muchos se aventuraron a regresar el año pasado, pero mantuvieron un perfil bajo, conscientes del carácter radioactivo de sus reputaciones.

Este año, la mayoría de los grandes bancos estadounidenses y europeos están enviando sus presidentes de junta o presidentes ejecutivos a Davos. Una excepción es Goldman Sachs Group Inc., el cual está enviando al segundo al mando.

Los banqueros y los grupos de presión que les apoyan dicen que llegarán a los Alpes armados con una larga lista de propuestas regulatorias y reglas pendientes que les gustaría diluir o eliminar por completo. La presión probablemente se ejercerá en reuniones privadas, en vez de hacerlo en los paneles a los que asistirán cientos de reporteros de prensa y televisión.

"Espero que los asuntos regulatorios se encuentren en la agenda de este año en Davos, pero quizás no sean el centro de atención", dijo Charles Dallara, director gerente del Instituto de Finanzas Internacionales, el principal grupo de la industria bancaria.

Buena parte de la presión ejercida probablemente girará en torno a un acuerdo internacional que los reguladores bancarios forjaron el año pasado en otra ciudad suiza, Basilea. El llamado acuerdo de Basilea III obligará a los bancos a mantener mayores reservas de capital para protegerse de posibles pérdidas, además de una mayor liquidez para hacer frente a una posible corrida bancaria.

Sin embargo, las reglas no entran completamente en vigor hasta 2018 y aún deben ultimarse varios detalles clave.

En una conferencia de prensa previa a Davos, el presidente ejecutivo del banco francés Société Générale SA, Frédéric Oudéa, dijo que la industria esperaba desalentar a los países a imponer requisitos que sean más estrictos, o que se implementen antes que el acuerdo de Basilea.

Suiza ya ha ordenado a sus bancos que cumplan con requisitos de capital y liquidez mucho más altos que aquellos que deberán seguir otras instituciones, mientras que las autoridades británicas estudian aplicar los llamados "estándares de oro" que excederían las normas internacionales.

Es cierto que es demasiado tarde para que los bancos logren cambiar la decisión de aplicar regulaciones más estrictas. Además del acuerdo de Basilea, EEUU aprobó la ley Dodd-Frank el año pasado, la cual reformará y fortalecerá la supervisión de las instituciones financieras. Los legisladores europeos han impuesto restricciones a las bonificaciones que los bancos pueden entregar a sus empleados con mejor desempeño.

"En términos de regulación, el trabajo duro ya se ha hecho", indicó Thomas Huertas, director de regulación del sector bancario de la Autoridad de Servicios Financieros del Reino Unido.

Sin embargo, agregó, la lista de regulaciones por considerar sigue siendo larga y cuenta con varios puntos controversiales que ya se han convertido en campos de batalla con la industria bancaria.

Uno de los principales asuntos en la mira de los bancos es una cláusula de Basilea III que exige que los reguladores impongan mayores requerimientos de capital a las "instituciones financieras sistémicamente importantes".

Los banqueros y reguladores ya comenzaron a forcejear para tratar de definir ese término. La mayoría de los bancos desean que la lista de instituciones que se ajuste a esa definición sea tan pequeña como sea posible. No obstante, la industria también advierte que imponer un "sobrecargo" de capital a un banco grande y no hacerlo con otro podría desequilibrar las condiciones de juego el mercado.

"Imponer simples sobrecargos de capital no es la forma correcta de mejorar la estabilidad", dijo Oudéa. Él dijo que los reguladores cometen un error al concentrarse únicamente en los grandes bancos.

Ese argumento probablemente no convencerá a muchos de los que forjan las regulaciones. Los rescates de los grandes bancos, no los pequeños, han sido costosos y tremendamente impopulares en muchos países occidentales.

Un Informe interesante para ser leído -en voz alta, por favor- en Davos (¿lo harán?)

"La crisis financiera que asoló la economía en 2008 "podría haberse evitado" si no se hubieran producido fallos generalizados en los reguladores, así como una mala gestión en las empresas y la irresponsable toma de riesgos de Wall Street, según reflejan las conclusiones de un informe elaborado por la Comisión Investigadora de la Crisis Financiera, formada por el Congreso de EEUU en 2009"… La crisis financiera "podría haberse evitado", según el Congreso de EEUU (Negocios.com – 26/1/11)

"La mayor tragedia sería aceptar la letanía de que nadie podía haber previsto lo ocurrido y por lo tanto nada se podría haber hecho para evitarlo", señalan los miembros de la Comisión en un informe al que tuvo acceso "The New York Times". "Si aceptamos esta idea, volverá a repetirse", advierten.

El informe de 576 páginas que será publicado el 27 de enero, ha sido elaborado tras meses de investigaciones en los que los miembros de la Comisión dedicaron 19 días a entrevistar a 700 testigos de los acontecimientos que colocaron al borde del colapso a la economía de EEUU y el resto del mundo.

Respecto a las conclusiones más destacadas de la investigación, los comisionados señalan entre los responsables de la crisis a los dos últimos presidentes de la Reserva Federal, Alan Greenspan, quien permitió la expansión de la burbuja inmobiliaria, y a su sucesor Ben Bernanke, quien no supo prever la crisis, aunque haya desempeñado un papel "crucial" en la lucha contra ella.

Así, el informe resulta especialmente duro con la labor de Alan Greenspan, quien antes de la crisis era reverenciado por los mercados y conocido por el apelativo de "El Maestro", pero al que los autores de la investigación señalan como el responsable del proceso de desregulación que no impidió el flujo de hipotecas tóxicas, en un claro ejemplo de negligencia.

Por otro lado, los congresistas también reservan buena parte de sus críticas para la Administración Bush por su "respuesta inconsistente" a la crisis, que permitió el colapso de Lehman Brothers en septiembre de 2008, "añadiendo incertidumbre y pánico a los mercados".

Asimismo, el informe también reparte culpas entre el partido Demócrata al señalar como "un momento clave en la evolución hacia la crisis" la decisión del presidente Clinton de blindar del control público a los derivados financieros.

Por su parte, el actual secretario del Tesoro, Timothy F. Geithner, quien entonces presidía la Reserva Federal de Nueva York, tampoco sale indemne, ya que no se percató de las dificultades en Citigroup y Lehman, aunque apunta que tampoco era él el principal responsable de su supervisión.

"La crisis fue el resultado de la acción y la inacción de las personas, no fue producto de la Madre Naturaleza ni de un error en los ordenadores", señala el informe.

No obstante, el informe refleja también en sí mismo las divisiones existentes en la política estadounidense, ya que los seis miembros designados por los demócratas han respaldado el documento, mientras tres republicanos han incorporado observaciones al informe, y el también republicano, Peter J. Wallison, expresó sus propias salvedades de carácter personal.

"Funcionarios, políticos y banqueros son los culpables del colapso económico experimentado en 2008 en Estados Unidos, asegura un informe de la Comisión Investigadora de la Crisis Financiera de EEUU"… La crisis financiera de 2008 en Estados Unidos "habría podido evitarse" (BBCMundo – 27/1/11)

La Comisión, creada en mayo de 2009 para establecer las causas de la crisis, dijo que ésta "habría podido evitarse".

En su informe destacó la toma excesiva de riesgos por parte de los bancos y la negligencia los reguladores financieros.

De los diez miembros de la comisión sólo los seis representantes del partido demócrata apoyaron las conclusiones del informe.

"La crisis fue el resultado de la acción humana y la inacción, no de la Madre -Naturaleza o modelos fuera de control", dijo el informe.

"Los capitanes de las finanzas y los administradores públicos de nuestro sistema financiero ignoraron las advertencias y fallaron en cuestionar, entender y gestionar los cambiantes riesgos dentro de un sistema esencial para el bienestar del público estadounidense".

"La suya fue una gran falla, no un tropiezo".

Violaciones éticas

El informe criticó la reducción en la regulación financiera durante la gestión del ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan.

Llegó a la conclusión de que la crisis fue causada por una serie de factores, incluyendo fallas en la regulación financiera y la gestión empresarial, así como la falta de entendimiento del sistema financiero por parte de los diseñadores de políticas.

Igualmente se quejó del empaquetamiento de la deuda relacionada con hipotecas en instrumentos de inversión, que "encendió y propagó la llama del contagio".

Estos instrumentos financieros complejos, que se comercializaron en grandes volúmenes por bancos de inversión, "contribuyeron significativamente a la crisis", cuando las hipotecas en las que se basaban cesaron sus pagos.

El informe también destacó las fallas "abismales" en las agencias de calificación crediticia para reconocer los riesgos involucrados en estos y otros productos.

Del mismo modo, advirtió de violaciones éticas "a todos los niveles".

Responsables

Importantes figuras de los gobiernos de George W. Bush y de Barack Obama no se quedaron fuera del informe.

El ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, fue acusado de "defender" la reducción de la regulación financiera durante el boom crediticio que "dejó de lado garantías fundamentales".

El ex funcionario también fue criticado indirectamente por la política monetaria demasiado flexible de la Fed y los pronunciamientos que "fomentaron en vez de inhibir el crecimiento de la deuda hipotecaria y la burbuja inmobiliaria".

El Banco de la Reserva Federal de Nueva York -entonces bajo la tutela del actual Secretario del Tesoro, Tim Geithner – "podría haber tomado medidas contra los excesos de Citigroup en el período previo a la crisis".

Del mismo modo, el documento sostuvo que el manejo gubernamental de las principales instituciones financieras durante la crisis -liderado por el ex secretario del Tesoro, Henry Paulson- fue inconsistente y "aumentó la incertidumbre y el pánico en el mercado".

Sin embargo, el informe suavizó las observaciones diciendo: "Al hacer estas observaciones, respetamos profundamente y apreciamos los esfuerzos realizados por el secretario Paulson, el jefe (de la Reserva Federal) Bernanke y Timothy Geithner… y tantos otros que trabajaron para estabilizar nuestro sistema financiero y nuestra economía en la más caótica y difícil de las circunstancias".

Establecer culpas era esencial en la prevención de futuras crisis, según el informe.

"A pesar de la opinión de muchos en Wall Street y en Washington de que la crisis no podía haber sido prevista o evitada, había señales de advertencia", dijo Phil Angelides, presidente de la comisión.

"La mayor tragedia sería aceptar que nadie vio que esto se avecinaba y por consiguiente, que no se podía hacer nada", señaló el panel en las conclusiones del informe de 576 páginas.

"Si aceptamos esta idea, volverá a suceder".

La comisión entrevistó a más de 700 testigos y celebró 19 días de audiencias públicas en EEUU.

Mientras Dale Szabo, que tiene dos maestrías, perdió su empleo como gerente en 2003, y ahora trabaja como conserje en una escuela (relato anterior), John Paulson ganó US$ 5.000 millones en 2010 (nota que sigue). "Si aceptamos esta idea, volverá a suceder"

"El gestor de fondos de cobertura John Paulson obtuvo una ganancia personal de más de US$ 5.000 millones en 2010, probablemente la mayor de este tipo en la historia de las inversiones, superando los casi US$ 4.000 millones que el propio Paulson se embolsó gracias a sus apuestas contra las hipotecas de alto riesgo en 2007"… John Paulson ganó US$ 5.000 millones en 2010 (The Wall Street Journal – 27/1/11)

La ganancia de Paulson, descrita por inversionistas y personas cercana a su firma de inversiones Paulson & Co., ilustra el año estelar que tuvieron algunos administradores de fondos de cobertura.

David Tepper, fundador de Appalloosa Management, y Ray Dalio, de Bridgewater Associates, ganaron el año pasado US$ 2.000 millones y US$ 3.000 millones, respectivamente, según inversionistas y fuentes conocedoras de la situación. James Simons, fundador de Renaissance Technologies LLC, también produjo ganancias en ese rango, dicen inversionistas en su empresa.

En comparación, Goldman Sachs & Co., el banco de inversión más rentable de Wall Street, repartió US$ 8.350 millones entre sus 36.000 empleados el año pasado. James Gorman, presidente ejecutivo del banco de inversión Morgan Stanley, recibiría una remuneración inferior a los US$ 15 millones en 2010.

Paulson y el resto de los gestores de fondos de cobertura rara vez convierten sus ganancias en efectivo. Parte de este dinero son ganancias de papel, que reflejan el alza en el valor de las inversiones de sus empresas y, por lo tanto, podrían decaer junto con el valor de esas inversiones.

Paulson y los otros administradores de primera línea hicieron apuestas ganadoras respecto a las materias primas, las empresas de los mercados emergentes, las acciones de los bancos y los bonos del Tesoro de Estados Unidos, entre otros activos.

Estas decisiones ayudan a explicar el repunte de la industria después de un período complicado. Los activos gestionados por los fondos de cobertura bordean los US$ 1,920 billones (millones de millones), un aumento de 20% respecto al año pasado.

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Los activos saltaron casi US$ 150.000 millones solamente en el cuarto trimestre, el mayor incremento trimestral de la historia, según las cifras de la firma de investigación Hedge Fund Research Inc. (HFR).

De todos modos, el fondo promedio subió solamente 10,49% el año pasado, según HFR. El retorno se sitúa por debajo del avance de 15% del índice Standard & Poor's 500, incluyendo la distribución de dividendos, y del retorno de 19% logrado por un fondo mutuo de acciones promedio, lo que genera interrogantes respecto a si los fondos de cobertura puede manejar adecuadamente la avalancha de nuevos recursos.

En realidad, las enormes ganancias obtenidas por Paulson y otros gestores de fondos son producto de desempeños sólidos pero no espectaculares. Sus ganancias personales provienen en parte de la enorme escala de los activos que controlan.

El mayor fondo de cobertura en el portafolio de US$ 36.000 millones de inversiones de Paulson, Advantage Plus, creció 17% el año pasado.

Una parte de la ganancia de US$ 5.000 millones de Paulson proviene del 20% que obtiene de los retornos de sus fondos, algo que en la jerga de la industria se conoce como comisión por desempeño. Estos ingresos ascendieron a US$ 1.000 millones el año pasado, de acuerdo con una persona conocedora del asunto. Además, una buena parte de esos dineros son considerados como ganancias de capital de largo plazo y, por ende, bajo la legislación estadounidense están sujetos a una tasa impositiva de 20%, mucho más baja que la tasa estándar.

Cerca de US$ 4.000 millones provinieron de las ganancias de los fondos administrados por Paulson.

¡Que vuelve el bonus! Porque se había ido, ¿no?

Pero, ¿no habían empezado los reguladores a fijar límites a los bonus de los banqueros tras los millonarios rescates? ¿No se consideraba que el sistema de remuneración de la banca de inversión, basado en perseguir bonus cada vez más altos, fue uno de los culpables de la crisis? Pues no parece. Y se ve que los bancos tienen más miedo a perder a sus talentosos empleados que a la reacción de la opinión pública… De hecho, en el Reino Unido -dónde los cinco grandes bancos han anunciado que distribuirán generosos bonus este año-, los banqueros ya han dicho que la opinión pública no ha sabido valorar sus magnánimos gestos de renunciar a las primas o destinarlas a caridad. Como ha dicho Bob Diamond, el consejero delegado de Barclays, "hubo un tiempo para el remordimiento, para pedir perdón; ese tiempo tiene que acabar".

En honor a la verdad, algunos apaños sí que se han hecho. Según el último estudio de la consultora Mercer sobre el sector financiero a nivel mundial, las empresas han aumentado el salario de los ejecutivos para no subir los bonus. Curiosamente, un tercio de los bancos y aseguradoras que han participado en el estudio ha recibido algún tipo de ayuda de los gobiernos para capear la crisis.

¿Qué está pasando? Pues, según Constance Melrose, responsable de eFinancial Careers, la demanda de personal está aumentando. "El sector afronta una presión cada vez mayor de la competencia", afirma. Sobre todo en fondos de inversión, hedge funds y fondos de capital riesgo.

Así que me imagino que los jóvenes aprendices de John Paulson no tardarán en marcharse a uno de estos sectores si quieren mejorar nivel de vida. Una vez allí, se enfrentarán a la presión de hacer operaciones cada vez más lucrativas para tener un buen bonus. La competencia será atroz y alguien se inventará un producto estrella y sin aparente riesgo que no se llamará CDO pero que llenará las bolsas de la banca. Y nadie se acordará ya ni del pinchazo de las puntocom, ni del viejo Lehman Brothers, ni de la pesadilla subprime.

Eso sí, un reducido grupo de personas que vive en una pequeña isla en la Costa Este de Estados Unidos podrá pagarse fiestas de cumpleaños extravagantes, alquilar áticos de 25.000 dólares o comprarse tres Vuittons de una tacada. ¡Vivan los bonus! Hasta que llegue la próxima crisis. Y eso que dicen que la memoria financiera dura diez años…

La Historia (la verdadera, no la de Fukuyama) ha demostrado que:

1. recurrentemente se prueba que el capital es insuficiente cuando sobreviene una crisis;

2. recurrentemente caen instituciones financieras a consecuencia de su falta;

3. recurrentemente se incurre por parte de las autoridades en el riesgo moral, socialización de pérdidas, bajo la excusa de evitar males mayores;

4. recurrentemente se hace acto de contrición y se grita a los cuatro vientos "nunca más";

5. recurrentemente hay more porque ni se actúa sobre el desequilibrio del balance, ni se vuelve a los básicos del negocio, ni prima la prudencia sobre la complacencia.

En esas estamos. Acabará esta dolorosa coyuntura y sentaremos las bases, por defecto, falta de control o innovación dolosa, para la siguiente, más trágica aún. Ya lo saben.

Luego de leer algunos de los asuntos anteriormente tratados, me queda por preguntarles si realmente creen que ¿la tecnología (con su cultura de bajo coste, espionaje y manipulación en la red) y el orden económico liberal (con sus riesgos exagerados y negligencias manifiestas), tienen un efecto social homogeneizador (en cuanto a la creación de empleo y a la distribución de la riqueza)?

Como intentaré demostrar en las siguientes páginas sin duda las clases medias están sufriendo y la concentración de la riqueza en pocas manos se está acentuando. Los últimos treinta años (1980-2010) han funcionado como "un gran interruptor". El crecimiento que experimentó la clase media tras la II Guerra Mundial se ha ido revirtiendo claramente. El ascensor social está "out of order" desde hace mucho tiempo.

Un primer paso para escapar de esa situación es ser conscientes de ello. Como individuos, quizás aún estemos a tiempo, pero como sociedad creo que, de mantenerse las condiciones actuales (ceteris paribus), no hay marcha atrás. Dentro de la actual visión colectiva no hay salida; la crisis será perpetua.

¿Una apreciación exagerada?

Por favor tomen nota de lo que se está "cocinando" en Davos (aunque al escribir este Apartado 21/1/11, aún no se ha producido la "deposición" final del World Economic Forum):

Goldman Sachs, JP Morgan, UBS, Citigroup. Los primeros espadas de los grandes bancos del mundo llevan toda la semana en Davos avisando de que una excesiva regulación financiera puede ser perjudicial para el crecimiento. En público y preferentemente en privado aseguran que las normas de Basilea III -que les exigen más capital- y la esperada reforma que lidera el G-20 pueden acabar restringiendo la concesión de créditos. Y advierten incluso de que la regulación en el corazón del sistema -los países avanzados- conducirá a un crecimiento de la banca en la sombra y de las entidades menos reguladas, como los fondos de alto riesgo. El más directo fue Jamie Dimon, de JP Morgan: "La nueva regulación elevará el coste del crédito para consumidores y empresas". "El riesgo se transferirá de las áreas reguladas a otras más opacas", abundó Gary Cohn, de Goldman Sachs.

A las andanadas en público, Davos añade un componente más oscuro. Capitaneados por Bob Diamond, de Barclays, los grandes bancos se reunieron ayer en privado para tratar de fijar una estrategia conjunta. Al final, la reunión -a la que se presentó el secretario del Tesoro de EEUU, Tim Geithner- trascendió, y se acabó conociendo incluso el programa: la inevitable regulación financiera, los problemas de deuda soberana y las innovaciones financieras.

La tensión está ahí: unas horas antes, Dimon se había enfrentado al presidente francés, Nicolas Sarkozy, que a través de la presidencia del G-20 ha avanzado sus propuestas de imponer una tasa a las transacciones financieras y de reformar tanto el mercado de materias primas como el conjunto del sector financiero, en línea con el empujón regulatorio que parecía derivarse de las cumbres de Londres, Pittsburgh y Toronto y que ha acabado -por el momento- en agua de borrajas. "Ese estribillo constante que consiste en culpar a los banqueros, banqueros y más banqueros es improductivo e injusto", atacó Dimon. "El mundo ha pagado con decenas de millones de desempleados", replicó Sarkozy.

Eso fue el miércoles (26/1), pero el debate prosiguió el viernes (28/1). La canciller alemana, Angela Merkel, terció en esa polémica con un apoyo inequívoco a Sarkozy: "La regulación es necesaria y las empresas no deben luchar en su contra". Ese pulso entre reguladores y bancos no ha acabado. El sector financiero ha organizado hoy una nueva reunión, esta vez con los reguladores europeos y estadounidenses, con la participación de Santander y BBVA: Ana Patricia Botón y Francisco González se dejaron ver ayer por el Foro Económico Mundial. Pero la estrategia ya es evidente: frente a quienes piden más regulación, la banca reclama a los Gobiernos europeos y norteamericano que se centren en resolver los problemas de la deuda soberana, "el mayor riesgo potencial para Europa, pero no sólo para Europa: para todo el mundo", explicó ayer Dimon.

El economista del MIT Simon Johnson aseguró en declaraciones periodísticas que es una "tristísima ironía" que los bancos "que han recibido el rescate con dinero público más generoso de la historia desvíen la atención con desinformaciones interesadas hacia los problemas con la deuda pública que han contribuido a crear". "La proliferación de bancos que no eran bancos, el uso omnipresente de derivados más con el fin de incrementar que de limitar el riesgo, el uso de vehículos fuera de balance y en general toda esa cultura de casino fue consecuencia de la desregulación. Resulta sencillamente increíble que de nuevo los banqueros quieran saltarse directamente las reglas, o eviten que la necesaria regulación se imponga", cerró Johnson, ex economista jefe del FMI, frente a una taza humeante en una cafetería de Davos.

¿Qué más puedo agregar? Creo que seré menos sutil y diplomático que Simon Johnson y diré que estos "artistas", además de ser unos "ladrones", son unos "cínicos"; después de todo lo vivido y padecido por los contribuyentes, que sean los mismos autores de la crisis los que vengan a reclamar a los Gobiernos europeos y norteamericano que se centren en resolver los problemas de la deuda soberana, "el mayor riesgo potencial para Europa, pero no sólo para Europa: para todo el mundo" (sic), es un acto de hipocresía intolerable. ¡Vaya cara dura (jeta, me gusta más) la de estos tíos!

Como testigo pasmado ante tan lamentable espectáculo de vanidad y avaricia, sólo puedo esperar (desear, rogar) que los autores de semejante holocausto económico, los que les facilitaron el acto delictivo (desregulación), los que los ampararon (falta de control) y potenciaron (calificación de riesgo), merezcan un proceso sumarísimo y una condena rigurosa (y ejemplar) de un Tribunal equivalente al de Nuremberg. A tal crimen, tal castigo. De no ser así, más pronto que tarde, volverán a repetir sus crímenes (ya están en ello). Cualquier tipo de perdón u olvido, sólo conseguirá hacer más ricos a quienes ya lo eran. Entonces, nuevamente, después de espejismos pueriles e informes inútiles, las "serpientes encantadoras de hombres" volverán a privatizar las ganancias y a socializar las pérdidas (como siempre, vamos). Flagrante nihilismo contemporáneo.

Treinta años de liberalización y dependencia de la autorregulación han contribuido a provocar la mayor catástrofe económica mundial desde 1930. ¿Es tolerable que los mismos que la causaron estén haciendo todo lo posible por minar la reforma financiera?

Un largo viaje a ninguna parte

En los últimos 25 años, la desigualdad de los ingresos ha aumentado en la mayoría de los países y regiones. Aunque el ingreso per cápita se ha incrementado en casi todas las regiones incluso para los segmentos más pobres de la población, los ingresos de los grupos relativamente acomodados han aumentado a un ritmo más rápido.

Los avances tecnológicos son el factor que más ha contribuido al aumento reciente de la desigualdad. El desarrollo de la globalización financiera -y la inversión extranjera directa en particular- también ha contribuido a aumentar la desigualdad, sobre todo en las economías avanzadas. El progreso tecnológico en sí mismo explica la mayor parte del aumento de la desigualdad desde principios de los años ochenta, lo que coincide con la opinión de que la nueva tecnología, tanto en las economías avanzadas como en las economías en desarrollo, incrementa la prima por nivel de cualificación y reemplaza los insumos relativamente poco cualificados.

La desigualdad en la renta no es consecuencia de la crisis financiera. Las explicaciones de la desigualdad deben buscarse en premisas desechas hace tiempo mediante razonamientos lógicos (que luego se demostraron falsos).

La desigualdad económica se ha incrementado durante el período conocido como la "era de la globalización". En un mundo que se veía a sí mismo como próspero, igualitario y de pleno empleo, los pobres eran "otros". La pobreza se llegó a definir como algo ajeno al sistema capitalista, y no como una extensión de éste.

En ese terreno de juego ("la Tierra es plana") los debates sobre la desigualdad se centraron en una cuestión de oferta y demanda. ¿Se debe el incremento de la desigualdad al aumento de la demanda relativa de (un incremento en la productividad física marginal de) los trabajadores altamente cualificados? ¿O se debe a un incremento de la oferta efectiva de trabajadores de baja cualificación, mediante la inmigración o el comercio, que ha reducido su salario (en un esquema de productividad marginal fijo)? En ambos casos, los argumentos se atienen completamente al paradigma de la productividad marginal y el mecanismo de mercado.

¿Cuál es la relación entre la desigualdad y el desempleo? Probablemente, esta pregunta sea una de las cuestiones de debate más importantes en la economía política de Europa, y es relevante para otras regiones con vínculos transnacionales crecientes, incluyendo Estados Unidos.

Una interpretación dominante explicaba que las tasas de desempleo en Europa estaban causadas por los generosos sistemas sociales del continente y las rígidas estructuras salariales, o, en otras palabras, por la igualdad que constituye el objetivo característico de la socialdemocracia.

Bajo esta perspectiva, los (otrora) bajos niveles de desempleo en Estados Unidos se deben (deberían) a los mercados laborales flexibles del país, la voluntad para tolerar la creciente desigualdad salarial y el nivel absoluto de la desigualdad salarial.

Como luego se demostraría, esta interpretación resultó sorprendentemente inconsistente con los hechos. Por ejemplo, suponía que, dentro de Europa, los países con mayor desigualdad deberían tener menos desempleo. También parece suponer que los países con niveles salariales altos deberían tener más desempleo, y ciertamente, no menos que los países con salarios inferiores. Pero ocurre justo lo contrario en ambos casos. En Europa, el desempleo siempre ha sido más elevado en los países con salarios menores.

Muchos países vieron como aumentaba la desigualdad en la "era de la globalización", este resultado no puede sorprendernos: los países liberalizadores se vieron forzados a adaptarse a la pauta global. Esto nos conduce a una profunda reflexión. Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la distribución de los puestos de trabajo.

En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión de las estructuras de los ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global. Pero esta situación se desconoce en la escena mundial desde los años setenta.

No puedo responder la pregunta habitual de si la desigualdad es buena para el crecimiento. Sin embargo, la evidencia me permite, aunque no firmemente, ofrecer una respuesta a la pregunta contraria. En la mayoría de los países, el crecimiento es bueno para la igualdad; de hecho, el crecimiento rápido parece ser un requisito indispensable para la igualación salarial. Por el contrario, el crecimiento débil en la mayoría de los países ha resultado un desastre para la igualdad.

No parece que importe si el crecimiento se logra mediante la sustitución de importaciones o mediante el crecimiento rápido de los sectores exportadores de salarios altos. El problema es que el crecimiento rápido de esos sectores exportadores es una solución a la desigualdad sólo al alcance de pocos países. Por tanto, una reducción de la desigualdad a nivel global requeriría una vuelta a la sustitución de importaciones y unas estructuras salariales con base nacional (o regional), o bien un ritmo de crecimiento mundial sustancialmente más alto.

La tendencia que predomina en el mundo actual es hacia un aumento de la desigualdad. Las liberalizaciones han provocado siempre un empeoramiento y sólo unos pocos países en desarrollo han escapado a este efecto mediante la mejora de sus estructuras de empleo, lo cual es una proeza que sólo algunos pueden lograr.

Las últimas décadas han sido muy malas para buena parte del mundo desarrollado (y algunos países en desarrollo). Con la liberalización y la globalización, los países han quedado más expuestos a las condiciones globales, precisamente cuando éstas han empeorado drásticamente. En realidad, el resultado fue un fracaso de coordinación global. La crisis reciente ha evidenciado que ni siquiera hemos comenzado a idear las formas y los medios para establecer un crecimiento estable y una desigualdad decreciente en un mundo liberal. A menos que, y hasta que, este problema sea resuelto, es razonable concluir que a largo plazo el orden mundial neoliberal no puede, no podrá, y probablemente no debe perdurar.

Anexo I –

Perspectivas de la economía mundial – Fondo Monetario Internacional – Octubre 2007

Globalización y desigualdad

Resumen general

La economía mundial experimentó un crecimiento vigoroso en el primer semestre de 2007, aunque la turbulencia en los mercados financieros ha ensombrecido las perspectivas. Las previsiones para 2007 apenas se han visto afectadas, pero la proyección de referencia para el crecimiento mundial en 2008 se ha revisado a la baja en casi ½ punto porcentual con respecto a la actualización de julio de 2007 de Perspectivas de la economía mundial. Aun con esta revisión, el crecimiento mundial se mantendrá en una sólida tasa del 4¾%, respaldado por las variables económicas fundamentales generalmente favorables y el vigoroso dinamismo de la actividad económica en las economías de mercados emergentes.

No obstante, los riesgos para las perspectivas se inclinan claramente del lado negativo, y giran en torno a la preocupación de que las tensiones en los mercados financieros podrían continuar y provocar una desaceleración mundial más pronunciada. Por lo tanto, el reto más apremiante para las autoridades económicas es restablecer unas condiciones más normales en los mercados financieros y proteger la expansión sostenida de la actividad.

Otros riesgos para las perspectivas son la posibilidad de que se aviven las presiones inflacionarias, la volatilidad de los mercados petroleros y el impacto de las entradas voluminosas de divisas en los países de mercados emergentes. Al mismo tiempo, las cuestiones críticas a más largo plazo como el envejecimiento de la población, la creciente resistencia a la globalización y el calentamiento global son una fuente de preocupación.

Nota de prensa del capítulo 4: Globalización y desigualdad

Preparada por Subir Lall, Florence Jaumotte, Chris Papageorgiou y Petia Topalova

Observaciones y conclusiones fundamentales

• En los últimos 20 años, la desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los países y regiones. Al mismo tiempo, el ingreso per cápita se ha incrementado en casi todas las regiones incluso para los segmentos más pobres de la población, lo que indica que en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta etapa de la globalización, aunque los ingresos de los grupos relativamente acomodados han aumentado a un ritmo más rápido.

• Los avances tecnológicos son el factor que más ha contribuido al aumento reciente de la desigualdad. El desarrollo de la globalización financiera -y la inversión extranjera directa en particular- también ha contribuido a aumentar la desigualdad, pero a diferencia de lo que se cree comúnmente, la ampliación de la globalización comercial está vinculada con una disminución de la desigualdad.

• Es importante garantizar que los beneficios de la globalización y los avances tecnológicos se distribuyan más ampliamente entre toda la población. Las reformas orientadas a fortalecer la educación y la capacitación contribuirán a garantizar que los trabajadores tengan los conocimientos técnicos adecuados para adaptarse a la evolución de la economía mundial. Las políticas enfocadas a ampliar el acceso de los pobres al financiamiento, así como el avance de la liberalización comercial que fomente las exportaciones agrícolas de los países en desarrollo, también ayudarán a mejorar la distribución del ingreso.

En los últimos 20 años, la desigualdad del ingreso ha aumentado en la mayoría de los países y regiones, aunque la experiencia varía de un país a otro. En este capítulo la desigualdad se mide por el coeficiente de Gini, el indicador utilizado comúnmente para comparar la diferencia promedio entre los ingresos de los distintos grupos de la población.

Según este indicador, la desigualdad ha aumentado en las economías en desarrollo de

Asia, las economías de mercados emergentes de Europa, América Latina, las economías recientemente industrializadas de Asia (ERI) y las economías avanzadas, mientras que se ha reducido en África subsahariana y la Comunidad de Estados Independientes (véase el gráfico).

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A pesar del aumento observado de la desigualdad, los ingresos se han incrementado en todos los segmentos de la población, incluidos los más pobres. Los ingresos per cápita han aumentado en casi todos los países y regiones para todos los segmentos de la población. Por lo tanto, en términos absolutos los pobres se encuentran en mejores condiciones durante esta fase de la globalización, aunque los ingresos de los grupos que ya están en estas condiciones han aumentado a un ritmo más rápido.

Los avances tecnológicos son el factor que más ha contribuido al aumento de la desigualdad, pero la globalización comercial y financiera también ha sido otro factor importante, sobre todo en las economías avanzadas. El progreso tecnológico en sí mismo explica la mayor parte del aumento de la desigualdad desde principios de los años ochenta, lo que coincide con la opinión de que la nueva tecnología, tanto en las economías avanzadas como en las economías en desarrollo, incrementa la prima por nivel de calificación y reemplaza los insumos relativamente poco calificados (véase el gráfico)

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El efecto mucho más limitado de la globalización en comparación con el cambio tecnológico refleja las influencias opuestas del comercio y la globalización financiera en la desigualdad. El avance de la integración comercial -y el aumento de las importaciones provenientes de las economías en desarrollo en particular-, está vinculado con una reducción de la desigualdad del ingreso en las economías avanzadas.

En las economías en desarrollo, el aumento de las exportaciones y la liberalización arancelaria están relacionados con el mejoramiento de la distribución del ingreso. La inversión extranjera directa ha tenido un efecto similar al cambio tecnológico en la distribución del ingreso, al aumentar la demanda relativa de mano de obra calificada. El desarrollo financiero también ha contribuido al aumento de la desigualdad porque los grupos de ingresos altos pueden aprovechar mejor las crecientes oportunidades de acceso al crédito.

De cara al futuro, es necesario avanzar en la aplicación de políticas que ayuden a los grupos de ingresos bajos y menos calificados a aprovechar las oportunidades que brindan el progreso tecnológico y la globalización. La ampliación del acceso a la educación y al financiamiento podría mejorar la distribución global del ingreso. Las políticas orientadas a facilitar el movimiento de trabajadores de los sectores en declive hacia los sectores en expansión de la economía, como las dirigidas a reducir la dependencia de las prestaciones de salud del mantenimiento de un empleo en algunos países, también ayudarían a mejorar la distribución. La tecnología, la inversión extranjera directa y el desarrollo financiero continúan impulsando de forma significativa el crecimiento global y el aumento de los ingresos medios. El papel positivo de las exportaciones agrícolas en el mejoramiento de los resultados distributivos parece indicar que la ampliación de la liberalización del acceso de las exportaciones agrícolas provenientes de los países en desarrollo a los mercados de los países avanzados contribuiría a una distribución más equitativa del ingreso en ambos grupos de países.

Malas "perspectivas" para los más jóvenes (Actualización a febrero de 2011)

"El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado este martes que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales"… El FMI advierte de una "generación perdida" de jóvenes que sufrirán toda su vida (El Economista – 2/2/11)

Durante un discurso celebrado en Singapur, Strauss-Kahn ha instado a los países industrializados y a los menos desarrollados a centrarse en la creación de empleo. En su opinión, "es el trasfondo de la agitación política en Túnez y de las crecientes tensiones sociales en otros países".

Al mismo tiempo, ha advertido de que "el patrón de desequilibrios globales anterior a la crisis está reemergiendo". Aunque la economía mundial ha empezado a mejorar, problemas como el alto desempleo y las presiones inflacionistas podrían avivar el proteccionismo comercial y la agitación social violenta, a su juicio.

"A medida que las tensiones entre los países se incrementen, podríamos ver un mayor proteccionismo, comercial y financiero. Y a medida que las tensiones dentro de los países se incrementen, podríamos ver una mayor inestabilidad social y política dentro de las naciones (…) incluso guerra", ha agregado.

De los mitos y los timos

En la "era de la globalización" una de las fuerzas principales que habría incrementado la exclusión social en los países miembros de la OCDE, estaría constituida por los procesos de desindustrialización, cuyos mayores efectos se habrían verificado especialmente durante las décadas de 1970 y 1980. En los últimos años, la flexibilización de los mercados de trabajo y las fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las configuraciones económicas, sociales y culturales apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de los distintos riesgos (OCDE, 1997).

Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es que la cohesión social requiere de la competencia y de un cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se considera que estas condiciones son el motor del crecimiento económico, contexto en la cual la cohesión social se puede fortalecer. El tejido social fuerte proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el riesgo, las cuales son el impulso para la actividad económica y la creación de riqueza. La capacidad de encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el estancamiento y la fragmentación social, sería uno de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En este marco, las dinámicas y procesos que contribuirían a la cohesión social serían: (1) una sociedad estable y segura; (2) la capacidad de equilibrar la competencia con un tejido social fuerte; (3) la capacidad de diálogo y cooperación; (4) el aseguramiento del bienestar material, y, (5) la promoción de la diversidad y la tolerancia (Jeanotte, 2000).

Desde esta perspectiva, la reforma del Estado podría ser un mecanismo para encontrar el equilibrio entre la cohesión social y la flexibilidad económica (OCDE, 1997). El estado debería constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, mediante: (a) los cambios en los sistemas de protección social que aseguran a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza, (b) las reformas a los sistemas educativos y, (c) el fomento de la innovación. De igual modo, la OCDE ha sugerido la promoción de la responsabilidad social, el fomento de mercados de trabajo flexibles, la implementación de políticas que permitan mejorar las perspectivas de empleo de grupos que están al margen del mercado de trabajo y las reformas tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones permitirían el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y confianza entre las personas y entre éstas y las instituciones, lo cual facilitaría la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida.

Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007) se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido, los indicadores son agrupados en función de los siguientes campos de la política social: (1) autosuficiencia; (2) equidad; (3) situación de salud, y, (4) cohesión social. Los criterios de selección de los indicadores son: (a) el grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos, y, (c) la posibilidad de realizar desagregaciones.

Los datos obtenidos por la OCDE (2007) indican que la escala tiene validez de criterio, por cuanto la satisfacción aumenta en tanto mejoran los niveles educativos y la situación socioeconómica en la población de los países de la OCDE. Al mismo tiempo, en los países que presentan un mayor desarrollo económico se aprecian los mayores porcentajes de satisfacción con la vida, aún cuando la satisfacción tiende a aplanarse en los tres países con el mayor PIB per cápita. Según la OCDE (2007), la relativa estabilidad del indicador de bienestar subjetivo en los países que evidencian los mayores niveles de desarrollo económico puede reflejar en alguna medida el hecho de que la satisfacción es una variable limitada (escala de 1 a 10), mientras que el PIB per cápita es una variable ilimitada.

De los mitos revelados por la OCDE a los timos promovidos por el mercado: (1) la sociedad se ha hecho más inestable e insegura; (2) el tejido social se ha debilitado; (3) la capacidad de diálogo y cooperación ha disminuido o se ha desvirtuado; (4) para una parte mayoritaria de la población el bienestar material a disminuido y se ha tornado más incierto, y, (5) en consecuencia la sociedad se muestra menos propensa a la diversidad y reduce su tolerancia.

Los déficits públicos y el alto endeudamiento del Estado necesarios para socorrer a los bancos quebrados (causantes, y responsables finales de la crisis, por exceso de especulación y avaricia) han derivado en unas rigurosas medidas de ahorro presupuestario (absurdamente exigidas por los mismos bancos que se beneficiaron del auxilio público), que imposibilitan constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, y por ello: (a) los sistemas de protección social han dejado de asegurar a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza (o en el mejor de los casos, han disminuido sus prestaciones significativamente), (b) han dejado de promoverse las reformas a los sistemas educativos (con la consiguiente pérdida de extensión y calidad), y, (c) el fomento de la innovación ha sido sustituido por la "sopa boba" que representan las redes sociales, los sms, y otros anestésicos de masas.

Al final (con los ojos abiertos y mirando lo que pasa alrededor) "la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida" (sic, OCDE), puede resultar una sarcástica profecía: una vez que a los jóvenes (que ni estudian ni trabajan) se les terminen los "polvos blancos", podrán aspirar "pegamento", como en las zonas más pobres de algunos países subdesarrollados (Brasil, Argentina…). La universalización de la infamia. Entonces a nadie interesará: (1) la autosuficiencia; (2) la equidad; (3) la situación de salud, y, (4) la cohesión social. Sólo les importará "pillar" la dosis diaria. El único (y último) mito revelado. Todo un éxito de la "era de la globalización".

Anexo II –

La cohesión social en los países desarrollados: conceptos e indicadores CEPAL – Serie Estudios estadísticos y prospectivos No 55 – 2007

D. La experiencia de la OCDE

La OCDE es una organización internacional intergubernamental que en sus comienzos, reunió a los países más industrializados del mundo con economías de mercado. Fue fundada en 1961, y se ha constituido en una de las entidades con mayor influencia en las distintas cumbres y foros mundiales en los que se analizan y establecen orientaciones y normas en materias económicas, medioambientales y educacionales. La OCDE tiene como objetivos fomentar la mayor expansión posible de la economía y del comercio mundial, promover el empleo y mejorar los niveles de vida en los países miembros, manteniendo la estabilidad financiera. Los instrumentos de la OCDE (decisiones, recomendaciones, declaraciones, etc.) son, en general, de adopción voluntaria de los países miembros, con la excepción de las decisiones y los acuerdos internacionales tradicionales, las cuales, una vez que son ratificadas por los estados integrantes, tienen un carácter vinculante.

La aproximación a la cohesión social desarrollada por la OCDE se construye sobre la base de un diagnóstico que enfatiza los elementos de contexto, externos e internos a los países miembros, que se relacionan y amenazan a la cohesión social. Entre los elementos externos, se encuentran el aumento de la interdependencia económica y financiera, los problemas de funcionamiento del mercado (imperfecciones, asimetrías, falta de transparencia), las altas y persistentes tasas de desempleo y sub-empleo, las situaciones de pobreza y exclusión social, los cambios demográficos (envejecimiento de la población y migraciones), la falta de participación ciudadana y los cambios valóricos (Jeanotte, 2000; OCDE, 1997). Todos estos elementos conducirían a un incremento en el malestar social y a la pérdida de confianza en las instituciones, lo cual incidiría negativamente en el crecimiento económico (OCDE, 1997).

En la "era de la globalización" una de las fuerzas principales que habría incrementado la exclusión social en los países miembros de la OCDE, estaría constituida por los procesos de desindustrialización, cuyos mayores efectos se habrían verificado especialmente durante las décadas de 1970 y 1980. En los últimos años, la flexibilización de los mercados de trabajo y las fuertes mutaciones culturales y tecnológicas han planteado a los países de la OCDE la necesidad de encontrar las configuraciones económicas, sociales y culturales apropiadas para mantener la unidad societal e institucional y lograr el máximo de adaptabilidad en la gestión de los distintos riesgos (OCDE, 1997).

Uno de los supuestos centrales del enfoque de la OCDE es que la cohesión social requiere de la competencia y de un cambio estructural hacia la economía de mercado, ya que se considera que estas condiciones son el motor del crecimiento económico, contexto en la cual la cohesión social se puede fortalecer. El tejido social fuerte proporcionaría una base segura para la flexibilidad y el riesgo, las cuales son el impulso para la actividad económica y la creación de riqueza. La capacidad de encontrar el equilibrio apropiado, de modo de evitar el estancamiento y la fragmentación social, sería uno de los aspectos centrales de la cohesión (OCDE, 1997). En este marco, las dinámicas y procesos que contribuirían a la cohesión social serían: (i) una sociedad estable y segura; (ii) la capacidad de equilibrar la competencia con un tejido social fuerte; (iii) la capacidad de diálogo y cooperación; (iv) el aseguramiento del bienestar material, y, (v) la promoción de la diversidad y la tolerancia (Jeanotte, 2000).

Desde esta perspectiva, la reforma del Estado podría ser un mecanismo para encontrar el equilibrio entre la cohesión social y la flexibilidad económica (OCDE, 1997). El estado debería constituirse en una de las fuentes primarias de la cohesión social, mediante: (a) los cambios en los sistemas de protección social que aseguran a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo, enfermedad, discapacidad y pobreza, (b) las reformas a los sistemas educativos y, (c) el fomento de la innovación. De igual modo, la OCDE ha sugerido la promoción de la responsabilidad social, el fomento de mercados de trabajo flexibles, la implementación de políticas que permitan mejorar las perspectivas de empleo de grupos que están al margen del mercado de trabajo y las reformas tributarias (Jeannotte, 2000). Estas acciones permitirían el fortalecimiento de los sentimientos de seguridad y confianza entre las personas y entre éstas y las instituciones, lo cual facilitaría la consolidación del "pegamento" que permite que una sociedad se mantenga unida.

En la actualidad el seguimiento de las políticas públicas y sociales en los países miembros de la OCDE es efectuado sobre la base de un marco teórico donde el bienestar constituye el concepto central, mientras que la cohesión social es entendida como un campo específico de la política social que debería aportar al bienestar. La OCDE (2007) argumenta que hasta hace poco, el PIB per cápita proporcionaba una caracterización adecuada de la capacidad de los países para responder a las necesidades materiales de sus habitantes. Sin embargo, en la medida en que las sociedades más desarrolladas se desplazan desde una situación de escasez a una de plenitud, la apropiación del PIB per cápita como proxy del bienestar está siendo cuestionada. De hecho, estudios realizados recientemente en países desarrollados han mostrado que, una vez que un cierto nivel de satisfacción de necesidades materiales ha sido alcanzado, un incremento en el crecimiento económico no necesariamente genera aumentos equivalentes en el bienestar (OCDE, 2007).

Desde esta mirada, los indicadores sociales pueden desempeñar un rol complementario a los indicadores monetarios habitualmente empleados como aproximaciones al bienestar, aún cuando la principal debilidad de los indicadores sociales es que no permiten una representación parsimoniosa del bienestar, debido a la falta de acuerdo con respecto a la modalidad de agregación de los indicadores (OCDE, 2007). El sistema de indicadores sociales de la OCDE se organiza para responder a las siguientes preguntas con respecto a las metas de política social: (i) cuánto han avanzado los países miembros en su nivel de desarrollo social, y, (ii) cuán efectivas han sido las acciones de la sociedad en la promoción del desarrollo social. Estas preguntas se responden a través de un sistema de indicadores estructurado sobre la base de un esquema Presión-Estado-Respuesta (PSR, por su sigla en inglés), donde la presión incluye a las actividades humanas que ejercen presión sobre el ambiente social, las cuales afectan las condiciones económicas y sociales, lo cual induce al estado y a la sociedad a responder a través de distintas políticas (OCDE, 2007).

Los indicadores sociales reportados por la OCDE (2007) se agrupan en dos dimensiones, que describen su naturaleza y contenido. En la dimensión naturaleza, se incluye a los indicadores que miden factores de contexto social, condiciones de vida y la respuesta societal. En la dimensión contenido, los indicadores son agrupados en función de los siguientes campos de la política social:

(i) autosuficiencia; (ii) equidad; (iii) situación de salud, y, (iv) cohesión social. Los criterios de selección de los indicadores son: (a) el grado de comparabilidad, (b) la disponibilidad de datos, y, (c) la posibilidad de realizar desagregaciones.

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En cuanto a la cohesión social, la OCDE (2007) señala que ésta es una meta central de la política social en muchos países miembros de la OCDE, y agrega que la falta de una definición aceptada del término determina que la identificación de indicadores sea una tarea particularmente difícil. En todo caso, un sentimiento de pertenencia a la comunidad más amplia y la satisfacción derivada de la participación en la sociedad son importantes para el bienestar, y al mismo tiempo, existe una amplia variedad de "patologías sociales" que son ilustrativas con respecto a la falta de cohesión. Así, la OCDE (2007) propone la realización de un seguimiento a la cohesión social a partir de indicadores "positivos", que describen la medida en que los ciudadanos participan en la vida social y obtienen satisfacción con sus actividades cotidianas, y en base a medidas "negativas", que informan sobre distintas patologías y condiciones que colocan a los individuos afectados en riesgo de exclusión de la sociedad, o que revelan el grado de tensión social existente.

De acuerdo a la OCDE (2007), la participación en las elecciones ilustra la medida en que los individuos están integrados y toman parte en la vida social, y es signo de que el sistema político disfruta de un alto grado de legitimidad. Sin embargo, en los países de la OCDE coexisten altos niveles de votación en las elecciones con grados relativamente bajos de confianza en las instituciones políticas y porcentajes aún menores de confianza en el gobierno, lo cual indica que esta afirmación debería ser matizada. En lo que respecta a la incidencia que podría tener la obligatoriedad del voto en la votación efectiva, de acuerdo a la OCDE (2007), este factor no explica sustancialmente la variación observada entre los países.

La confianza en las instituciones políticas es fundamental para la estabilidad social y para el funcionamiento de la democracia, y también constituye un marco esencial para que las personas cooperen en alcanzar metas colectivas y en el financiamiento de bienes públicos. En este ámbito, uno de los mayores problemas se encuentra en el seguimiento de los cambios en los niveles de confianza hacia las instituciones. En el caso de los estudios panel que ocupan muestras diferentes, existen problemas de validez (se comparan personas que son distintas, y por tanto, no hay control de inobservables) y también se verifican dificultades de comparabilidad, por diferentes tamaños de muestra y otras características de las encuestas (OCDE, 2007).

Entre los indicadores que proporcionan evidencia sobre la extensión de las dificultades personales y el malfuncionamiento de la sociedad, se encuentran la medida de población encarcelada y la tasa de suicidio (OCDE, 2007). En cuanto al primer indicador, un problema es que la cantidad simple de encarcelados con respecto a la población total en un momento del tiempo no necesariamente refleja la dureza de la respuesta sancionadora del sistema penal y tampoco da cuenta cabal del grado de exclusión y segregación que afecta a la población ingresada al sistema penitenciario. Al mismo tiempo, uno de los indicadores complementarios que emplea la OCDE, el porcentaje de extranjeros en la población penal, podría verse afectado por diferencias en las prácticas de entrega de nacionalidad entre los países.

Las tasas de suicidio se cumplimentan sobre la base de registros oficiales que proporcionan información sobre las causas de muerte de las personas. La OMS define el suicidio como un acto deliberadamente iniciado por una persona, en conocimiento y expectativa completa de su desenlace. Un problema de este indicador es que no diferencia entre los suicidios propulsados por factores intra personales y aquellos efectivamente vinculados con la deprivación o el malfuncionamiento social.

Adicionalmente, la OCDE (2007) señala que la comparabilidad de los datos de suicidio está afectada, entre otros factores, por las diferencias en los criterios utilizados por los funcionarios oficiales de los distintos países para establecer las intenciones individuales de cometer suicidio, por la frecuencia de las investigaciones forenses y por las reglas de confidencialidad sobre las causas de muerte. Otra dificultad se encuentra en aquellas situaciones en las cuales la causa de muerte puede esconder intenciones de suicidio (por ejemplo, las ocasionadas por accidentes, violencia u otros factores). Al respecto, Jougla et al. (2002; citado en OCDE, 2007) concluyen que las estadísticas francesas sub-reportan el suicidio en una tasa cercana al 20%.

Los indicadores de huelgas y paros proporcionan información sobre la naturaleza consensual de los sistemas de relaciones laborales, mientras que los altos niveles de accidentes en el trabajo reflejan malfuncionamiento en las salvaguardias que se aplican a los trabajadores (OCDE, 2007).

La OIT define las huelgas/paros como una detención o cierre temporal de un lugar de trabajo, que resulta de la iniciativa de uno o más grupos de trabajadores o empleados para hacer cumplir demandas o expresar reivindicaciones, o para apoyar a otros trabajadores o empleados en sus peticiones. Según la OCDE (2007), el indicador más comprehensivo de conflicto laboral es la proporción de horas de trabajo perdidas a causa de las huelgas o paros, pero está disponible en muy pocos países. Las estadísticas sobre paros o huelgas adolecen de problemas de comparabilidad internacional, por la existencia de diferentes definiciones y métodos de medida: en efecto, muchos países no registran los paros de pequeña envergadura y emplean distintos criterios para definir el número de trabajadores implicados (por ejemplo, algunos registran a quienes no pueden trabajar a causa de que su empresa está en huelga, mientras que otros no lo hacen) y al número de días perdidos (OCDE, 2007).

Los accidentes del trabajo son eventos que suceden durante la jornada laboral, que conducen a daños en la salud o a la pérdida de vida del trabajador. Según la OCDE (2007), las comparaciones internacionales de los niveles de accidentabilidad son problemáticas, debido a las diferencias en las prácticas de registro (en algunos países se contabilizan solamente los accidentes en las empresas de mayor tamaño y que afectan a personas cubiertas por la seguridad social). En todo caso, la comparabilidad ha mejorado desde la adopción de una resolución de la OIT (1998, citada en OCDE, 2007), la cual recomienda registrar todos los accidentes laborales que causen una ausencia laboral de al menos un día (excluyendo el día del evento) durante un período de referencia (usualmente un año). Davoine (2005) indica que el indicador de accidentes laborales puede ser utilizado para ilustrar la calidad de las condiciones en el trabajo, pero añade que debería considerarse como medida complementaria la incidencia de enfermedades ocupacionales, por cuanto en algunos países con alto nivel de presión laboral, el número de accidentes es bajo.

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Las preguntas de las encuestas con respecto a la satisfacción subjetiva con la vida son también medidas del bienestar de los individuos y de la cohesión social como un todo. Sin embargo, los indicadores subjetivos de bienestar enfrentan problemas metodológicos, debido a que podrían reflejar diferentes conceptos subyacentes de bienestar, y también son sensibles a las diferencias lingüísticas, culturales y de otro tipo. De hecho, en la literatura sobre el bienestar subjetivo se ha documentado que éste varía sistemáticamente según las características genéticas, de personalidad y económicas. Por ejemplo, algunos estudios han mostrado que los individuos que reportan los mayores niveles de satisfacción con sus vidas tienen mayor actividad cerebral prefrontal (la parte del cerebro asociada con los estados positivos) y presentan una mayor resiliencia al estrés (Layard, 2005, citado en OCDE, 2007).

Los datos obtenidos por la OCDE (2007) indican que la escala tiene validez de criterio, por cuanto la satisfacción aumenta en tanto mejoran los niveles educativos y la situación socioeconómica en la población de los países de la OCDE (véase gráfico 4). Al mismo tiempo, en los países que presentan un mayor desarrollo económico se aprecian los mayores porcentajes de satisfacción con la vida, aún cuando la satisfacción tiende a aplanarse en los tres países con el mayor PIB per cápita (véase gráfico 5). Según la OCDE (2007), la relativa estabilidad del indicador de bienestar subjetivo en los países que evidencian los mayores niveles de desarrollo económico puede reflejar en alguna medida el hecho de que la satisfacción es una variable limitada (escala de 1 a 10), mientras que el PIB per cápita es una variable ilimitada.

Up to date (15/12/10) – The global economy is recovering but youth unemployment is getting worse, according to a new OECD report (Invest in youth to tackle jobs crisis).

Off to a Good Start? Jobs for Youth say that young people are more than twice as likely to be unemployed as the average worker. Yet few governments are taking proactive steps to boost youth employment.

Youth unemployment rates in the OECD area are expected to remain at around 18% in 2011 and 17% in 2012. This is more than double the total unemployment rate, which stood at 8.6% in October 2010.

"Investing in young people is vital to avoid a scarred generation at risk of long-term exclusion", said OECD Secretary-General Angel Gurría. "We can learn from countries that have made it easier for young people to find jobs. It will help us strengthen the economic recovery while taking care of the most precious asset our countries have".

Since the crisis started, 3.5 million more young people have joined the ranks of the unemployed in the OECD area. But unemployment does not capture the full hardship for youth, as many who have left education no longer appear in labour force statistics. At least 16.7 million young people are neither in employment, education or training (the so-called NEET group) – 6.7 million of these youth are still seeking work, while 10 million have given up looking.

La armonía social perdida

¿Qué le dice a usted la palabra "esclavo" a día de hoy? En la Unión Europea, un mileurista o undermileurista hipotecado, que tiene que aceptar cualquier empleo para sobrevivir, podría hoy ser calificado de tal.

Y peor aún -si cabe- de hecho, vamos hacia una realidad laboral muy segmentada en la que los Estados poco van a poder hacer, porque la mayoría del protagonismo económico lo habrán tomado las grandes corporaciones.

Por sorprende que parezca en estas exequias el único que tiene vela (surrealismo puro) es el abuelo. El dueño de la pensión (y eso mientras dure, el patriarca de la familia o la jubilación, vaya a saber quien se "marcha" primero). La única fuente de ingresos segura para muchas familias europeas. El resto no es más que humo, declaraciones evanescentes, manifestación de buenos propósitos repetidos ad nauseam, pura envoltura. La argentinización de Europa (vaya sarcasmo). Puro marketing funerario.

Del Himno de la alegría (Novena Sinfonía de Beethoven) a la Messa da Requiem (Giuseppe Verdi): un grito a Dios ante la muerte. Para las próximas reformulaciones a la baja del Estado de bienestar europeo (que llegarán, vaya si llegarán) dejamos pendientes de interpretación otros famosos Requiem (Mozart, Brahms, o Fauré).

Un Estado de bienestar europeo que hace tiempo que agoniza (atado al carro triunfal de la "era de la globalización") y al que vino a darle la estocada final la onda expansiva de la crisis de las hipotecas sub-prime y sus derivados (de uno y otro tipo), desde que, en 2007, estalló la burbuja financiera e inmobiliaria en Estados Unidos que dio paso a la mayor recesión mundial desde la crisis del 29.

Los ancianos pensionados con el peso de las familias a la espalda

Porque "los gozos y las sombras" de España me pillan más cerca (y porque ya viví similares circunstancias, con lamentables resultados, en mi lejana y remota Argentina) les acerco algunas referencias, con la secreta esperanza que no se repita la historia.

"Tengo 87 años, una pensión que no es para tirar cohetes pero sé que ya no me queda mucho en este convento. El problema lo tienen los que vienen detrás, el futuro se ve catastrófico", comenta a BBC Mundo el madrileño Fernando Alves, después de conocer la última cifra de desempleo en España: 4.700.000 parados, la cifra más alta en los últimos trece años"… En España sobreviven con la pensión de los abuelos (BBCMundo – 23/1/11)

Más de 1.300.000 familias con todos sus integrantes sin trabajo, una tasa de desempleo juvenil superior al 40%. Los demoledores datos tensan las redes sociales y familiares que aguantan el peso como pueden, allí los abuelos han llegado a convertirse en las cabezas de muchas familias que sobreviven con su reducida pensión.

"Es algo que ya es normal en muchas familias españolas pero a la gente le da vergüenza decirlo. A ese drama hay que sumarle que los abuelos no duran para siempre, sabemos de casos en los que el abuelo ha muerto y las familias se han quedado sin nada", explica a BBC Mundo Luis Fernández, presidente de la Asociación Nacional de Desempleados, Adesorg.

"Hace poco llegó una pareja mayor de 62 y 65 años de edad. Eran trabajadores autónomos pero no alcanzaron a jubilarse. Viven de la pensión de la madre de uno de ellos que tiene 95 años", agrega.

La ONG católica Cáritas, una de las más grandes en España, ha subrayado varias veces este fenómeno. "Familias de entre 30 y 45 años están volviendo a las casas de sus padres porque les han embargado la casa o no pueden pagar el alquiler. Al final los abuelos son los que están manteniendo a las familias con sus pensiones. El riesgo de exclusión social es altísimo", advierte Cáritas.

El último año la ONG ha registrado un aumento del 50% de solicitudes de alimentos, dinero, ropa o material escolar desde estos hogares.

"Las jubilaciones entre US$ 800 y US$ 1.300 son contadas, casi excepciones. Lo normal son las pensiones entre US$ 340 y US$ 540. Con esa cantidad están sobreviviendo muchas familias desempleadas en España. La gente está aguantando desde hace un par de años por la red familiar pero esa también se agota", explica Fernández de Adesorg.

Ese drama lo vive en carne propia la madrileña Joaquina Moreno. Sus sobrinos y primos han comenzado a quedarse sin trabajo como si fuera una reacción en cadena. De momento, aguantan con la red familiar.

"A las hijas de mi hermana no les alcanza ni para pagar el alquiler. Se los paga el padre del esposo de una de ellas. Y la comida se la están consiguiendo en Cáritas", detalla preocupada.

En su caso cobra una mínima pensión heredada de su marido que murió hace poco. "De ahí vamos tirando con mis dos hijas. No quiero imaginar qué futuro les espera si me muero", señala la mujer.

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