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Historia de México (página 2)

Enviado por gerardo herrera


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Al constituir Mesoamérica un concepto no sólo geográfico, sino cultural, sus fronteras no fueron estáticas y se contrajeron y ampliaron en función de los procesos históricos, siendo la frontera norte, conocida como la Gran Chichimeca u Oasis América, la más dinámica. Por el contrario, sus límites meridionales parecen haber sido más estáticos. Mesoamérica comparte una serie de rasgos comunes:

Utilización de un calendario de 260 días.

Una cosmovisión en la que el tiempo y el mundo se consideran parte del mismo continuum, con un comportamiento cíclico y recurrente.

Panteones religiosos similares.

Los sacrificios de sangre.

La toma de cautivos.

El cultivo del maíz, el fríjol y la calabaza.

Un sistema social basado en el prestigio.

El uso del cacao como moneda.

La práctica del juego de pelota.

La construcción de estructuras piramidales.

CULTURA OLMECA.

1200 a.C. La Cultura Olmeca alcanza su madurez en la lejana costa del Golfo, de donde se difundió a otras partes de México, inclusive a los Valles Centrales. Los olmecas inventaron el arte de la escritura y una técnica para registrar fechas. Vivían en una sociedad estratificada y sus creencias parecen haber estado arraigadas en una religión más primitiva basada en el chamanismo e incluso en el totemismo, por lo que, cada tribu se identifica a sí misma con determinado animal, que era su progenitor y protector.

A finales del segundo milenio antes de nuestra era surgen los primeros centros ceremoniales olmecas, adornados con pirámides y palacios construidos en torno a plazas cubiertas con mosaicos. Los Olmecas estaban gobernados por reyes que eran atendidos por guerreros y cortesanos; la escultura y pintura de fina ejecución tomaron el lugar de las artesanías domésticas; en vez de una sencilla religión, los complejos rituales exigieron una jerarquía de sacerdotes, que se convirtieron en la primera clase intelectual de Mesoamérica; registraron el movimiento de las estrellas, estudiaron los misterios del tiempo y del espacio. Se da un progreso de tribu a Estado. El pueblo que transformó de esa manera la estructura social de México, vivía en la región costera que aproximadamente corresponde a la parte sureste del actual estado de Veracruz. En esta tierra caliente abunda el hule, por lo que a sus habitantes se les llamó arbitrariamente "olmecas" que significa "pueblo de hule". Lo que generalmente se considera área olmeca fundamental ocupa una superficie de aproximadamente 18000 km. cuadrados en el litoral del Golfo de México que al oeste esta limitada por el río Papaloapan y al oriente por el río Tonalá.

SAN LORENZO (OLMECAS).

Antes de 1300 a.C. El área de San Lorenzo fue poblada por vez primera de agricultores que ya conocían la alfarería.

El centro ceremonial de San Lorenzo, localizado cerca del Río Coatzacoalcos en la costa de las tierras bajas del estado mexicano de Veracruz, mide más de un kilómetro en una línea que corre de norte a sur y no tiene ninguna gran pirámide. Se han encontrado muchos basamentos de casas; a juzgar por su número, la población pudo haber llegado a mil personas, aunque es obvio que San Lorenzo servía como centro ceremonial a un número mucho mayor de gente del campo circundante. El sitio es notable por sus grandes figuras de piedra. Además de las nueve cabezas colosales que se encontraron ahí, sus obras más espectaculares son las enormes esculturas que han sido llamadas monumentos. Entre los logros más notables de la gente de San Lorenzo está la construcción de un sistema de desagüe muy complejo; la más antigua forma de control hidráulico que se conoce en el Nuevo Mundo.

LA VENTA (OLMECAS).

*1100 a.C. Se empieza a construir La Venta según las fechas de radiocarbono.*Las construcciones de La Venta son de tierra o de barro seco y casi no hay estructuras de piedra. Los monumentos están agrupados en torno a una plaza rodeada de columnas de basalto. Los estudios de este lugar muestran que fue planificada con mucho cuidado y que su construcción siguió un eje central. Se encuentra presente el concepto de centro ceremonial y la sensación de orden y simetría. Las personas de alta jerarquía a veces eran enterradas bajo las plataformas o en montículos artificiales. El más notable de estos entierros fue la Tumba A de La Venta.

TRES ZAPOTES (OLMECAS).

1000 a.C. Tres Zapotes, ubicado al sur de Veracruz, comienza a tener importancia en su región.500 al 100 a.C. Se da el apogeo de Tres Zapotes, uno de los principales sitios olmecas. El centro ceremonial es grande y tiene más de 50 montículos agrupados en patrones regulares. Uno de los hallazgos más importantes fue la Estela C que tiene una fecha de tipo maya (31 a.C.) la cual proporcionó los primeros indicios de la antigüedad de los olmecas; el sistema de barras y puntos fue adoptado más tarde por los mayas y los zapotecos.

CULTURA MAYA.

La civilización maya se extendió por el sur de Yucatán, parte de Guatemala llegando a Honduras. Durante los siglos III y XV, Los Mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias ciudades-estado independientes entre si que controlaban un territorio más o menos amplio. Tampoco hablaban una única lengua. Las construcciones mayas se hicieron de madera y piedra básicamente. Entre las maderas se prefirieron la caoba y el zapote, por ser muy resistentes a los ataques de las termitas. Entre las piedras se usaron caliza, arenisca, mármol, etc.

Realizaron todo tipo de construcciones: palacios rectangulares y alargados, templos, juegos de pelota, calzadas que unían las ciudades principales, fortificaciones, baños de vapor (temazcal).

Se conservan importantes pirámides escalonadas en piedra. En lo alto de éstas se colocaba el templo. Estaban decoradas con pinturas de una variada gama de colores, y relieves. Algunos de estos son inscripciones de la escritura jeroglífica maya, aun no descifrada completamente. Las construcciones más importantes de esta época fueron Copán, Quiriguá, Piedras Negras, Palenque y Tikal.

Los Mayas desarrollaron el sistema de escritura más completo de todos los pueblos indígenas americanos. Con él escribieron todo tipo de textos: de medicina, de botánica, de historia, de matemáticas, de astronomía. Se conservan, además de las inscripciones, algunos códices destacando por su importancia los siguientes:

El Códice de Dresde: escrito en el siglo XIII.Contiene un tratado de adivinación y de astronomía.

El Códice de París: posiblemente del siglo XIII. Contiene profecías y adivinaciones.

El Códice de Madrid: Contiene horóscopos y almanaques.

El Códice Grolier: Muy mal conservado. Contiene un calendario completo.

CIENCIAS, CALENDARIO Y MATEMÁTICAS.

Desarrollaron un calendario muy preciso, con un año de 365 días. El año solar (haab) tenía 18 meses de 20 días cada uno y otro más de sólo cinco días. Los nombres de los meses eran: Pop, Uo, Zip, Zotz, Tzec, Xul, Yaxkin, Mol, Chen, Yax, Zac, Ceh, Mac, Kankin, Moan, Pax, Kayab, Cumbu y Uayeb. Utilizaban un sistema de numeración vigesimal posicional. También tenían un signo para representar el cero, y así poder realizar operaciones matemáticas complejas.

SOCIEDAD.

La elite social la constituían los sacerdotes y los nobles, que residían en la ciudad (que era también el centro religioso). Los campesinos vivían en las zonas rurales cercanas a la ciudad. ECONOMIA.

La base de la economía era la agricultura y frecuentemente se depredaban pedazos de selva para realizar nuevos cultivos. Los principales fueron el maíz, el algodón y el cacao. Este último tuvo tanta importancia que llegó a ser utilizado como moneda. Existía la esclavitud. Se supone que esos esclavos serían la mano de obra para la construcción de las pirámides colosales, pero ayudados por los campesinos. También debieron existir grupos de artesanos especializados. El principal espectáculo de los mayas era un juego de pelota, parecido al fútbol actual. Según algunos investigadores, los jugadores eran los prisioneros de guerra y se decapitaba a los que perdían. Pero en realidad era más que un simple juego. Era un ceremonial religioso que representaba el paso de los astros y el sol (representado por la pelota), que es fuente de vida.

CREENCIAS Y PENSAMIENTO.

Los mayas creían que antes de existir nuestro mundo habían existido otros, pero que estos habían sido destruidos por diferentes catástrofes. El universo tenía tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. El cielo tenía 13 capas (la última de ellas en contacto con la tierra) y cada una gobernada por uno de los Oxalahuntikú. El dios Itzamná, a quien se representaba con forma de reptil o iguana, regía el Cielo en su conjunto. El inframundo estaba debajo de la tierra, y estaba dividido en 9 capas. Cada una de estas capas era gobernada por uno de los Bolontiku o Señores de la Noche Había además otros dioses  que actuaban sobre las cosas cotidianas: el maíz, la miel, los mercados, etc.

CULTURA TEOTIHUACANA.

El gran valle de México forma en su extremo noreste otro secundario, con una extensión aproximada de 600 km2, es decir menos de una décima parte del área ocupada por el de México: Es el llamado valle de Teotihuacán.

Lo recorre el río San Juan, que constituye su drenaje principal y desemboca en el valle de Texcoco. Esta situado precisamente en el camino más fácil entre los valles de México y Puebla, hecho que, como veremos más tarde le proporcionó una importante posición geopolítica. Aunque menos denudado que ahora, la profundidad de las tierras agrícolas nunca fue grande. Hay en cambio, numerosos manantiales, además de las estacionales de lluvia que confluyen en las barrancas.

El verdadero principio de Teotihuacán se producen la fase siguiente: Patlachique, que debería llamarse Teotihuacán I si se hubiera descubierto antes del bautismo de los períodos, bautismo ya antiguo y que ahora no corresponde a la realidad.

Llámesela como se quiera, es entonces cuando ocurren grandes transformaciones y Teotihuacán se convierte en un pueblo grande con más de 6 km 2 de extensión, al unirse con las antiguas aldeas: La parte más extensa y ocupada corresponde al cuadrante noroeste de la ciudad actual, lo que no quiere decir que, incluso en esta sección fuera la ciudad compacta que sería después. Más bien se trata de grupos de pequeños edificios separados entre sí por terrenos inocupados. Hay indicios de que las casas ya tenían cimientos de piedra, aunque los muros y techos fueran de materiales tales que no han dejado huella. . Por primera vez en Teotihuacán tenemos evidencias que sugieren la existencia de edificios públicos con muros de piedra y suelos de tierra compacta. La idea del templo es una novedad en Teotihuacán, si bien en nada pueden compararse los templos a las realizaciones futuras; Sin embargo, algunos estaban en el centro del área que más tarde sería convertida en la larga avenida que llamamos calzada de los Muertos. Por tanto, desde entonces empezaría a considerarse como lugar sagrado. Su orientación es diferente a la que prevalecería en el futuro, pero ya presenta el concepto de una orientación ceremonial y hereditaria.

Otro aspecto trascendente es que con los teotihuacanos se definió la religión mesoamericana y el respeto a dioses específicos para el agua, la fertilidad, la muerte el fuego y la guerra.

Estos dioses con algunas variantes, regirán aún en la cosmogonía azteca casi mil años después de los momentos de suntuosidad suprema de Teotihuacan. Como constancia del peso que revistió se construyeron dos gigantescas pirámides, una dedicada al sol y otra a la luna, para lo que se conjuntó el esfuerzo de miles de hombres. El resultado de este esfuerzo posibilitó un fluir de peregrinaciones hasta Teotihuacan, "Tierra de los Dioses".

Tan grandiosa fue esta ciudad de 20 km. De extensión y que en su periodo de auge llegó a albergar una población de 200 000 habitantes Se han descubierto por lo menos cuarenta talleres de obsidiana que probablemente se inician en esa época; se especializaban en producir puntas y cuchillos tallados por percusión. Tal vez ello fue el primer impulso que lanzó Teotihuacan a un camino comercial que habría de ser cada vez más importante, dando a la futura ciudad un principio de internacionalización tan evidente en épocas posteriores.

CULTURA AZTECA ( MEXICAS O TENOCHCAS).

La historia de los mexicas en verdaderamente sorprendente por su impresionante desarrollo en un tiempo relativamente corto, Transitaron de una organización elemental a ser el imperio más fuerte de la época posclásica mesoamericana.

Su origen, según sus propias tradiciones, se sitúa en la mítica Aztlan "Tierra de la blancura o de las garzas" y se estableció en el centro de una isla, en un lago. Esas mismas características deberían encontrar los mexicas para sedentarizarse y levantar su ciudad.

Salieron de Aztlán y peregrinaron por 200 años para llegar a Tenochtitlan, pero antes, ya en el Valle de México, se instalaron en Chapultepec, de donde salieron expulsados y sometidos por los Colhuas. Siendo tributarios de los Colhuas, estos les ofrecieron ciertas márgenes de libertad si les auxiliaban para enfrentarse con los Xochimilcas. Los Mexicas dan muestra de su habilidad para la guerra y rápidamente masacraron a los Xochimilcas, por lo que ahora por determinación propia, deciden quedarse a vivir un tiempo en Culhuacan. En este lapso, los guerreros aztecas comenzaron a casarse con mujeres colhuas relacionándose socialmente con los descendientes de los toltecas. Años después debido a desavenencias con los colhuas decidieron seguir su camino a la tierra prometida.

En el Códice Azcatitlan los mexica registraron pictográficamente, el origen de su ciudad en el lago de Tenochtitlan, para sus vecinos de Texcoco, Atzcapotzalco, Culhuacan y otras ciudades de la rivera del lago, esta no era más que una pobre tribu, chichimeca, semisalvaje, que decían haber encontrado la señal para fundar su ciudad –un águila sobre un nopal devorando una serpiente- y toleraron su presencia sobre el islote deshabitado.

Los aztecas llamados también Tenochcas o Mexicas, entre 1376 y 1427, fueron tributarios del señor de Atzcapotzalco, pero su cuarto señor, Itzcoatl, inicio una alianza con los texcocanos y derrotó a Atzcapotzalco, Itzcoatl, junto con Tlacaél, acordaron quemar los libros de pintura de los pueblos vencidos, creándose una nueva historia en donde Huitzilopochtli es considerado deidad suprema y se dan, ellos mismos, parentesco con los Toltecas.

Además de este reinado, se efectuó una profunda reestructuración del estado azteca, civil, militar y religioso, creando sistemas administrativos y de consejo, que fueron la base de la consolidación de los mexicas. A Izcoatl, le sucede un hijo, Moctezuma I, quien organizó otra alianza con Texcoco y Tlacopan, para someter a Chalco iniciando su expansión hacia los cuatro puntos cardinales. Así surgió la triple alianza.

Moctezuma II logró destruir el poderío de Texcoco, que había sido hasta entonces su aliado y así los aztecas logran expandir sus territorios hasta Guatemala.

De agricultores-pescadores pasaron a ser principalmente guerreros, pero sin descuidar los aspectos anteriores.

La nobleza mexica y los soldados de rangos superiores tenían tierras propias que heredaban a sus hijos. Sin embargo, su poderío se derivaba principalmente de los tributos que les pagaban los pueblos sometidos al supremo gobernante o Tlatoani.

Bajo las órdenes del Tlatoani, había un gran numero de funcionarios, jueces, sacerdotes, recaudadores de impuestos y comerciantes (pochtecas). Los pochtecas gozaban de la protección real y eran tan poderosos que en ocasiones hicieron la guerra por su cuenta. Se dedicaban no sólo al comercio propiamente dicho, sino también al espionaje y a la trata de esclavos. Estos grupos pudientes se denominaban Pilli, y el resto de la población subordinada, se le conocía como macehual. El grupo de los nobles crecía significativamente debido a las alianzas que sus señores hacían al procurar el casamiento de sus princesas con los conquistadores, por lo que aumento su numero de tal forma que ellos desempeñaban casi todos los cargos públicos. También la educación y la religión contribuían a marcar las diferencias sociales. Había escuelas para el macegual, el Calpulli, y otras para el pilli, el Calmecac.

Sin embargo el rasgo que caracteriza primordialmente a la organización de los pochetcas fue su culto a la guerra, estrechamente vinculada con su concepción religiosa. Así, el sol, que era su dios protector, necesitaba ser alimentado con sangre humana para realizar su diario recorrido y vencer a la noche y a la muerte. La guerra y el sacrificio-ofrenda fueron dos elementos que daban sustento a su concepción de la vida, por ello, los sacrificios se realizaban en el templo mayor de Tenochtitlan. Cada año los mexicas celebraban 18 fiestas principales.

Sus deidades fueron muchas, pero sobresalían Huitzilopochti, Tláloc (agua), Quetzalcoatl (viento) y Tezcatlipoca (noche), hermano gemelo y enemigo de Quetzalcoatl.

En el terreno de la ciencia, los aztecas heredaron muchos conocimientos científicos de las culturas anteriores y supieron hacer uso de las matemáticas, la astronomía, la medicina, la botánica, y la zoología. En el especto cultura, la arquitectura, la escultura y la literatura dejaron evidencias de su alcance. El templo mayor, las representaciones de tlaloc, la piedra del sol y los libros sagrados –códices- aún podemos conocerlos.

CULTURA TARASCA O PUREPECHAS.

Los tarascos o purépechas: asentados en la región altiplánica oriental del estado de Michoacán, tuvieron como su centro al lago de Pátzcuaro y las regiones adyacentes que en aquella época generaban diversos productos tanto agrícolas como lacustres y forestales. El origen de los tarascos no ha sido aclarado, la lengua que usaron no tiene relaciones próximas con ninguna otra de Mesoamérica por lo que se piensa que se trata de gente que llegó de regiones tan lejanas como el suroeste de los Estados Unidos o quizá de Perú, en vista del parecido lingüístico del tarasco con el zuñil y el quechua.

1100 d.C. Hacia estos años, varios grupos arribaron a la región occidental procedentes del norte de Mesoamérica, quizá obligados por las sequías y el ocaso de bandas de cazadores recolectores, de los que adquirieron algunos rasgos culturales. Varias oleadas de gente concurrieron en la zona de Pátzcuaro y ocuparon casi todo el territorio disponible. Una de las últimas migraciones fue la de los uacúsecha, grupos seminómadas que se dedicaban a la caza, la recolección y la agricultura.

Las conquistas de los uacúsecha cambiaron las relaciones económicas y políticas de la región lacustre; permitieron el desarrollo y jerarquización de los asentamientos; desarrollaron las artes y transformaron la religión. Los tarascos también destacaron en la metalurgía, la lapidaria, la plumaria y la cerámica.

1400 d.C. Alrededor de este siglo Tariácuri, señor de los tarascos, consolidó por vez primera una unión política entre los pescadores habitantes de las islas del lago de Pátzcuaro, los agricultores de la orilla y los cazadores-recolectores de los bosques. Este líder heredó el poder a su hijo Hiquingare y sus dos sobrinos Hiripan y Tangaxoan, quienes se establecieron en Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan respectivamente; tres poblaciones claves que funcionaron como cabeceras del poder expansionista tarasco.

Tzintzuntzan: el "lugar de los colibríes", disponía de un centro religioso en torno a una serie de construcciones, las yácatas, cuyo diseño fue exclusivo de los tarascos y sólo se desarrolló en áreas ocupadas por este pueblo. Se trata de grandes plataformas de planta mixta, circular y rectangular, cuyo núcleo estaba construido de lajas y piedras volcánicas, unidas con lodo, las plataformas fueron revestidas con losas, las cuales pudieron estar pintadas y decoradas.

1470 d.C. Tzintzuntzan adquirió el completo predominio bajo el poder de Tzitzipandácuri. Pátzcuaro e Ihuatzio quedaron en calidad de súbditos con categoría especial de privilegio.

1478 d.C. Tzitzipandácuri, sucesor de Tangaxoan, consiguó detener la fuerza expedicionaria de La Triple Alianza al mando de Axayácatl. Este último tuvo que retirarse viendo muy reducido el número de su ejército inicial. A partir de ese momento tarascos y mexicas crearon una línea fronteriza con fuertes resguardos en puntos estratégicos la cual se prolongaba hasta el Océano Pacífico.

La conquista material y espiritual del mundo mesoamericano

CONQUISTA MATERIAL DE LA NUEVA ESPAÑA.

Los mexicas, como se llamaban ellos mismos los aztecas, habían alcanzado a principios del siglo XVI su máximo desarrollo y esplendor. Obviamente su grandeza no fue resultado de la generación espontánea. El "Pueblo del Sol", el escogido del dios de la guerra, Huitzilopochtli, había heredado sus instituciones culturales de los toltecas y en última instancia de otros pueblos más antiguos como los teotihuacanos que habían florecido durante los primeros siglos de la era cristiana.

La nación azteca, con su gran capital, México-Tenochtitlan, en la que había templos y palacios extraordinarios, con esculturas y pinturas murales, con sus centros de educación, y con una conciencia histórica preservada en sus códices o libros de pinturas, era un estado poderoso que dominaba vastas regiones, desde el Golfo de México hasta el Pacífico, y que llegaba hacia el sur, casi a las fronteras de la actual Guatemala. Su gloria y su fama eran bien conocidas a todos los cuatro rumbos del universo indígena. Precisamente, por su poderío y su riqueza iban a tener noticia de ella los conquistadores españoles, establecidos ya en la isla de Cuba. Así, mientras los aztecas seguían ensanchando sus dominios, a una distancia relativamente cercana había hombres, venidos de mas allá de las aguas inmensas, que se disponían a emprender su conquista.

PRIMERA ETAPA DE LA CONQUISTA DE MÉXICO.

El 18 de febrero de 1519 Hernán Cortés sale de la isla de Cuba, al frente de una armada integrada por once naves. Trae consigo poco más de 600 hombres, 16 caballos, 32 ballestas, 10 cañones de bronce y algunas otras piezas de artillería de corto calibre. Vienen con él varios hombres que llegarían a ser famosos en la conquista del Nuevo Mundo. Entre ellos está Pedro de Alvarado, a quien los aztecas habrían de apodar Tonatiuh, "el sol", por su gran presencia y lo rubio subido de su cabellera. Alvarado habría de ser el único de los grandes capitanes que iba a participar también en al conquista de Guatemala y más tarde en la de Perú. Con Hernán Cortés vienen asimismo Francisco de Montejo, futuro conquistador de Yucatán, Bernal Díaz del Castillo y otros varios más que consignarán por escrito la historia de esta serie de expediciones.

Al pasar por las costas de Yucatán, Cortés recoge a Jerónimo de Aguilar que había quedado allí como consecuencia de un naufragio y que había aprendido la lengua maya con fluidez. Mas adelante, frente a la desembocadura del río Grijalva, recibe Cortés veinte esclavas indígenas, una de las cuáles, la célebre Malinche, desempeñará un papel importante en la Conquista. La Malinche hablaba la lengua maya y la azteca o náhuatl. Gracias a la presencia simultánea de Jerónimo de Aguilar; éste a su vez, sirviéndose del maya, traduciría lo dicho a la Malinche, y ella se dirigiría directamente en lengua azteca a los enviados y emisarios de Moctezuma, el gran tlatoani – término azteca equivalente a emperador.

Precisamente el Viernes Santo, el 22 de abril de 1519, los conquistadores desembarcan en las costas de Veracruz. Pasan por las regiones de Rinconada, Coatepec, Xalapa y Xico. Un poco mas de seis meses después, el 8 de noviembre de 1519, contemplaban atónitos la metrópoli de México-Tenochtitlan, la gran ciudad construida por los aztecas en medio de los lagos en el Valle de México.

Tanto los cronistas españoles como los indígenas refieren puntualmente los varios acontecimientos que tuvieron lugar. Los textos en idioma azteca hablan de los mensajes enviados por Moctezuma, de los presentes de oro y plata. Hernán Cortés, en sus cartas de relación a Carlos V, Bernal Díaz en su Historia Verdadera de la Conquista, así como el resto de los cronistas españoles refieren sus primeros contactos con la gente de Cempoala en las costas del Golfo, su puesta en marcha hacia la altiplanicie, su alianza con los tlaxcaltecas (un pueblo enemigo natural de los mexicas), su paso por el poblado aliado azteca de Cholula donde se perpetró la matanza de la gente de ese lugar así como la destrucción de sus templos.

SEGUNDA ETAPA, LA CONQUISTA.

Por fin, después de cruzar volcanes, los conquistadores llegan a la ciudad de México-Tenochtitlan y se entrevistan con Moctezuma que los recibe como huéspedes. Desde un principio el gran Señor de los aztecas había creído que se trataba del retorno de Quetzalcoatl (un rey tolteca traicionado el cual juró vengarse y regresar por el mar del este.) La estancia de los hombres de Castilla como huéspedes en la capital azteca tuvo un final violento. Cortés había tenido que ausentarse para combatir a Pánfilo de Narváez, quien venía a quitarle el mando por órdenes del gobernador de Cuba, Diego de Velásquez, el cual nunca autorizó a Cortés esta empresa. Pedro de Alvarado quedó al mando de la Ciudad de Tenochtitlan y queriéndose anotar un triunfo, atacó por traición a los aztecas, durante la gran fiesta de Tóxcatl, que se celebraba en fecha cercana a la Pascua de Resurrección del año de 1520. Las relaciones aztecas que evocan ese episodio se transforman aquí y en otros pasajes en un poema épico, especie de Iliada indígena.

Cuando Hernán Cortés regresa, después de vencer a Narváez, tiene que hacer frente a la indignación de los aztecas. Decide entonces escapar de la ciudad. En su huida pierde mas de la mitad de sus hombres, así como todos sus tesoros de que se había apoderado. Esta derrota sufrida por los conquistadores al huir de la ciudad rumbo al poniente, por la calzada de Tacuba, se conoce con el nombre de "la noche triste" del 30 de junio de 1520. Se dice que Hernán Cortés se detuvo en medio de la huida a llorar debajo de un árbol y que Pedro de Alvarado cayó en una zanja rompiéndose una pierna.

Los españoles marchan en busca de auxilio con sus aliados tlaxcaltecas y no es sino hasta casi un año después, o sea el 30 de mayo de 1521, cuando pueden dar principio al asedio formal a México-Tenochtitlan.. Para esto encuentra Hernán Cortés mas de 80,000 soldados tlaxcaltecas y refuerza sus propias tropas españolas con la llegada de varias otras expediciones a Veracruz.

Las crónicas indígenas hablan de la forma en que los españoles comienzan a atacar a la ciudad a partir del 30 de mayo de 1521. Refieren las diversas incursiones de esos hombres que en un principio habían sido tenidos por dioses, pero que al final de todo se les terminó llamando "popolcas", palabra que designaron los aztecas a los pueblos que tuvieron por "bárbaros".

En las crónicas se recuerda también la elección de Cuauhtemoc, escogido como gobernante supremo, ya que muerto Moctezuma (víctima de una pedrada dirigida a los conquistadores), su sucesor, el príncipe Cuitláhuac, había también fallecido víctima de la epidemia de viruela que, traída por los españoles, causó miles de bajas entre los indígenas. Durante el reinado de Cuauhtemoc que sería el último emperador azteca, los hechos de armas se suceden unos tras otros y no puede negarse que hay actos de heroísmo por ambas partes. Una vez más, los escritos indígenas adquieren la elocuencia de un maravilloso poema épico.

Por fin, casi después de ochenta días de sitio, en un 13 de agosto de 1521, cae la ciudad de México-Tenochtitlan y es hecho prisionero el joven Cuauhtemoc (que mas tarde sería torturado y muerto en la actual región de Chiapas en otra expedición de Cortés). Se dice que el agua del lago de Texcoco estaba totalmente pintada de rojo. La ciudad quedó devastada.

SOMETIMIENTO ESPIRITUAL.

Una vez que el imperio azteca fue derrotado, y posteriormente anexado su territorio a España, surgió un problema de orden filosófico que debía dar respuesta a un problema práctico, ¿cómo legitimar la expansión europea? Al respecto surgieron dos apreciaciones prioritarias.

a) Ningún reino, de los recién descubiertos, tenía independencia frente a Roma, que era el representante de Cristo en la tierra.

b) Los naturales que habitaban las nuevas tierras tenían el derecho inalienable de toda cultura racional, independientemente de su condición religiosa, pero, como eran bárbaros, debían ser "redimidos" por la gente de razón Si bien estos dos argumentos sustentaron el periodo de la conquista, hubo sacerdotes católicos surgidos de la Universidad de Alcalá de Henares y Salamanca que se opusieron a la teoría de los "hombres superiores", pregonada por los intelectuales del rey y del Papa. Así, a Ginés de Sepúlveda, jurista español, Bartolomé de las Casas, religioso, respondería "que los indios no eran seres irracionales ni bárbaros, ni siervos por naturaleza por que de serlo, la Divina Providencia habría cometido un error al crear al hombre.

Los religiosos tuvieron así, para con los indígenas una respuesta distinta a la de los militares, pero no menos impactante.

Con Cortés había llegado el fraile Bartolomé de Olmedo, y antes de la caída de Tenochtitlan, ya había tres religiosos, sobreviviendo para 1524 solo fray Pedro de Gante. En 1524 llegaron doce frailes franciscanos que como nuevos apóstoles iniciaron la conquista espiritual de los indios, apoyados en las disposiciones del Papa que les concedía cierto margen de poder, de autonomía con respecto al poder real; con ellos se inició la evangelización sistemática.

Posterior a la llegada de los franciscanos, arribaron en 1526, los primeros Dominicos, doce también, aunque seis de ellos de ellos murieron como consecuencia del viaje, pero en 1528 arribaron seis compañeros de esa orden e iniciaron formalmente su labor. En 1533, los Agustinos pisaron tierras de la Nueva España. Para 1559, la expansión de la doctrina católica había generado la presencia de 380 franciscanos en 80 casa, 210 dominicos en 40 casa, 212 agustinos en 40 casas.

Su distribución obedeció a los momentos en que tocaron tierras de la Nueva España, y por lo tanto, los franciscanos se establecieron en el centro de México, Texcoco, Teotihuacan y Tlaxcala y en el occidente, sobre tierras tarascas y una zona de Jalisco que les permitió, tiempo después dirigirse hacia el norte.

Los dominicos se extendieron hacia la región los mixtecas. y zapotecas. Los agustinos ocuparon espacios no tocados por las ordenes anteriores, aunque abordaron zonas del actual estado de México, hacia Guerrero y el norte de Veracruz De 1521 a 1580, aproximadamente, se construyeron 250 conventos en Nueva España que además fungían como eventuales fortalezas, posadas o albergues, contando con amplísimo huerto, y eran levantados, principalmente, sobre los antiguos lugares sagrados de los indios, para evidenciarles la supremacía de la nueva religión.

Otra orden, muy importante por sus ideas avanzadas, fue la de los jesuitas que llegaron a la Nueva España a partir de 1572, momento desde el cual tuvieron fuerte presencia, dado que Felipe II había personalmente solicitado al general de la Compañía de Jesús -Francisco de Borja-enviara misioneros a las indias accidentales.

Las características de cada orden se concretaron en las actividades desarrolladas, tanto en la arquitectura, ingeniería, construcción de acueductos, y lagunas artificiales, así como en el cambio de tipos de cultivo para obtener trigo, uvas, almendras, nueces. Todo esto influyó e impactó poderosamente las estructuras mentales de los indígenas.

Para poder comprender los sustentos de la religión indígena los misioneros aprendieron las diferentes lenguas, y si bien, esto les llevó tiempo lograrlo, una vez alcanzado el propósito, comenzaron, en lenguas indígenas a catequizar a los naturales, quienes comenzaron a conocer las bases del cristianismo: Dios, cielo, infierno, Trinidad, pues los misioneros se percataron que entre los indígenas había valores religiosos que les permitían una base para sus enseñanzas, ya que en ellos existía la idea de la eternidad a donde iban al morir, con una especie de cielo e infierno; también del bautizo, entre algunos pueblos, pues acostumbraban bañar a los niños recién nacidos en pulque como queriéndolos dejar limpios y, además, el símbolo de la cruz, tenía gran presencia entre los naturales, al representar los cuatro puntos cardinales.

Esta conquista fue muy importante, pues paulatinamente alejó –pero no destruyó- sus antiguas creencias y tradiciones.

DIFERENCIAS CULTURALES.

RELIGIÓN.

No es posible mencionar la cultura novohispana sin referirnos a la religiosidad que permeó el espacio y el tiempo del hombre del siglo XVII, heredero de dos mundos antagónicos entre sí pero semejantes en cuanto a que en ellos se vivía inmerso en un ambiente mágico-religioso.

Los integrantes de la sociedad novohispana del XVII, relacionaban con su religión todas sus actividades, tanto en los ámbitos rurales como urbanos. Del nacimiento a la muerte, del amanecer al anochecer, luchaban por su salvación eterna. Se empeñaban en inventar un mundo diferente, una utopía en la que la realidad conviviera y se confundiera con lo sobrenatural, lo mágico y esotérico, siempre cubierto con una atmósfera religiosa. Las acciones cotidianas del labrador, del artesano, del comerciante, del minero, del clérigo, del religioso, eran un medio para obtener la salvación del alma. En el campo se imploraba a Dios para obtener una buena cosecha; la Virgen y San Juan eran invocados para que hubiera abundancia de agua; el puente, la troje, el tinacal, el socavón de una mina eran dedicados a los Santos. Al Santo patrono del pueblo, de la hacienda, del ingenio o del mineral le celebran año con año su fiesta. Son múltiples los festejos religiosos que se llevaban a cabo en el ciclo anual. En ellos participaba el pueblo entero; conciliaban sus intereses las autoridades civiles y religiosas; los mayordomos que durante el año habían trabajado para pagar la fiesta decoraban la iglesia, contrataban la música, pagaban los oficios divinos y culminaban los acontecimientos invitando a todos los vecinos a compartir los alimentos. En las haciendas cada mañana, al salir el sol, el patrón o el administrador despedían a los peones al canto del Alabado, con el que dedicaban su trabajo al Creador. Por la tarde los peones retornaban a la hacienda, agradeciéndole a Dios el haberles ayudado un día más en su jornal.

En los centros urbanos se multiplicaron los Santos patronos. Los había en cada barrio, en cada gremio, cada institución tenía su Santo tutelar. La ciudad de México estaba protegida por muchos de ellos. San José la libraba del chahuixtle, plaga que afectaba las siembras; la Virgen de los Remedios era trasladada de su santuario de las afueras de la ciudad, hacia ésta, y se le alojaba en catedral cuando se retrasaban las lluvias, pero si éstas se excedían y causaban grandes inundaciones, entonces se traía a Nuestra Señora de Guadalupe. Las fiestas religiosas se multiplicaban, lo mismo se celebraba el Te Deum para recibir al nuevo virrey que honras fúnebres por la muerte del monarca. Las "procesiones de sangre" para implorar piedad por las epidemias, contrastaban con las fastuosas procesiones de Corpus Christi o las mascaradas que organizaba la Universidad con motivo de los Juramentos de la Limpia Concepción de María a partir del año de 1653. Importantes ceremonias se efectuaban también para inaugurar un convento o iglesia; ejemplo de ellas fueron las dedicaciones de las Iglesias de Santa Clara, La Encarnación y Santa Teresa. La más importante de estas celebraciones fue la grandiosa dedicación de la catedral metropolitana el año de 1667.

LENGUA.

Cuando Colón llegó a América en 1492, el idioma español ya se encontraba consolidado en la Península, puesto que durante los siglos XIV y XV se produjeron hechos históricos e idiomáticos que contribuyeron a que el dialecto castellano fraguara de manera más sólida y rápida que los otros dialectos románicos  que se hablaban en España, como el aragonés o el leonés, además de la normalización ortográfica y de la aparición de la Gramática de Nebrija; pero en este nuevo mundo se inició otro proceso, el del afianzamiento de esta lengua, llamado hispanización.

La América prehispánica se presentaba como un conglomerado de pueblos y lenguas diferentes que se articuló políticamente como parte del imperio español y bajo el alero de una lengua común.

La diversidad idiomática americana era tal, que algunos autores estiman que este continente es el más fragmentado lingüísticamente, con alrededor de 123 familias de lenguas, muchas de las cuales poseen, a su vez, decenas o incluso cientos de lenguas y dialectos. Sin embargo, algunas de las lenguas indígenas importantes -por su número de hablantes o por su aporte al español- son el náhuatl, el taíno, el maya, el quechua, el aimara, el guaraní y el mapuche, por citar algunas.

El español llegó al continente americano a través de los sucesivos viajes de Colón y, luego, con las oleadas de colonizadores que buscaban en América nuevas oportunidades. En su intento por comunicarse con los indígenas, recurrieron al uso de gestos y luego a intérpretes europeos o a indígenas cautivos para tal efecto, que permitiesen la intercomprensión de culturas tan disímiles entre sí.

Además, en varios casos, los conquistadores y misioneros fomentaron el uso de las llamadas lenguas generales, es decir, lenguas que, por su alto número de hablantes y por su aceptación como forma común de comunicación, eran utilizadas por diferentes pueblos, por ejemplo, para el comercio, como sucedió con el náhuatl en México o el quechua en Perú.

La influencia de la Iglesia fue muy importante en este proceso, puesto que realizó, especialmente a través de los franciscanos y jesuitas, una intensa labor de evangelización y educación de niños y jóvenes de distintos pueblos mediante la construcción de escuelas y de iglesias en todo el continente.

Sin embargo, aquellos primeros esfuerzos resultaron insuficientes, y la hispanización de América comenzó a desarrollarse sólo a través de la convivencia entre españoles e indios, la catequesis y -sobre todo- el mestizaje.

Pero no sólo la población indígena era heterogénea, sino que también lo era la hispana que llegó a colonizar el territorio americano, pues provenía de las distintas regiones de España, aunque especialmente de Andalucía.

Esta mayor proporción de andaluces, que se asentó sobre todo en la zona caribeña y antillana en los primeros años de la conquista, habría otorgado características especiales al español americano: el llamado andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto fonético. Este periodo, que los autores sitúan entre 1492 y 1519, ha sido llamado -justamente- periodo antillano, y es en él donde se habrían enraizado las características que luego serían atribuidas a todo español americano.

En el plano fónico, por ejemplo, pérdida de la d entre vocales (aburrío por aburrido) y final de palabra (usté por usted, y virtú por virtud), confusión entre l y r (mardito por maldito) o aspiración de la s final de sílaba (pahtoh por pastos) o la pronunciación de x, y, g, j, antiguas como h, especialmente en las Antillas, América Central, Colombia, Venezuela, Panamá o Nuevo México, hasta Ecuador y la costa norte de Perú.

Por otra parte, los grupos de inmigrantes de toda España se reunían en Sevilla para su travesía y, de camino hacia el nuevo continente, aún quedaba el paso por las islas Canarias, lo que hace suponer que las personas comenzaron a utilizar ciertos rasgos lingüísticos que, hasta hoy, son compartidos por estas regiones, lo cual se ha dado en llamar español atlántico, cuya capital lingüística sería Sevilla -opuesto al español castizo o castellano- con capital lingüística en Madrid, y que englobaría el andaluz occidental, el canario y el español americano, aunque otros investigadores sostienen que sólo abarcaría, en América, las zonas costeras.

NUEVAS TECNOLOGÍAS.

La baja producción del maíz originada por el descenso de la población indígena fue compensada con la introducción de las bestias de tiro y de las técnicas e instrumentos de cultivo. Los indios, la emplearon bastante, principalmente en la agricultura e hicieron pueblos algo prósperos, los bueyes, las mulas para la labranza, además utilizaron en muchas partes el arado y otros instrumentos agrícolas traídos por los españoles y aprovecharon, cuando tenían ganados, el abono animal. Hubo pues una transformación profunda en los procedimientos y técnicas agrícolas.

SINCRETISMO RELIGIOSO.

Enraizada en los indígenas una religión sin incompatibilidad y acostumbrados por ello a recibir dioses extraños en su panteón, tuvo que hacérseles muy cuesta arriba proscribir a los antiguos y aceptar la exclusividad de uno nuevo. Nada incomodó tanto al clero secular, como al clero regular como el sincretismo religioso a que dio lugar esa invencible inclinación de los naturales; pero poco se pudo hacer para evitarlo; pese a la estrecha vigilancia y a los severos castigos, muchos indios siguieron aferrados a un doble culto, la mayoría de ellos con indudable sinceridad, que reconocieron los mismos ministros de la iglesia católica. El mestizaje religioso fue, sin duda, el primero y más dilatado mestizaje cultural que conoció la colonia.

Quizá manifestación del sincretismo religioso –aun sin propósito de fundir dos cultos en uno- fueron la visión que el indio Juan Diego, afirmó haber tenido el 12 de diciembre de 1531 (o 1555 según Chimalpain). En el cerro del Tepeyac, en el mismo lugar donde antes de la conquista era adorada la diosa Tonantzin (madre de los dioses) y aún solía "hacer apariciones", dijo que se le apareció la virgen Maria (madre de Cristo). Su imagen fue colocada junto a la efigie de la virgen de Guadalupe, traída por los españoles. Lo cierto es que aquella virgen –que remplaza a la de Extremadura y sustituye a la antigua diosa- se convierte inmediatamente en el virgen de los indígenas, y antes de que corra mucho tiempo en la virgen de los nacidos en México, de los mexicanos, que empiezan a oponerse a los oriundos de la península. El guadalupanismo como tendencia religiosa-nacionalista ha nacido. Él continuará unificando a quienes van volviendo las espaldas a la metrópoli y terminará por poner en manos de los insurgentes una venerada bandera común, el estandarte de la virgen del Tepeyac,

Transición del mundo antiguo a la sociedad colonial

DEPRESIÓN POBLACIONAL DE LA FURZA DE TRABAJO.

EPIDEMIAS.

De manera ilustrativa de la frecuencia y magnitud de las epidemias de la Nueva España se presenta la siguiente lista: En 1520 – 1521, el Hueyazáhuatl (posible viruela) que comienza en las costas cercanas a la Vera Cruz, en Mayo o Junio de 1520, y alcanza Tenochtítlan en septiembre, se extiende sobre gran parte del país y causa gran mortalidad. En 1545-1548 se extiende una fuerte Cocoliztli por todas partes, gran mortalidad en las zonas áreas costeras. En 1550 hay paperas de Tacuba y otras partes, muchos muertos. En 1559 se da una plaga similar a la de 1545-1548, aunque menos seria.En 1563-1564 hay varias pestes de proporciones epidémicas en el Valle de México; gran mortalidad en Chalco. En 1556 el Cocoliztli (tifo) se extiende especialmente en el Golfo. En 1576-1581 el Gran Cocoliztli o Matlazáhuatl (Probablemente Tifo) comienza en abril de 1576, se extiende del este al oeste, desde Yucatán hasta la región de los chichimecas. Para fines de 1576 se registra de 300 mil a 400 mil muertos y se extiende la peste acompañada de un hambruna, las áreas bajas y montañosas se ven afectadas con gran mortalidad en esta última. Para octubre de 1577, la epidemia desciende en intensidad; en diciembre de 1578 se informa de su conclusión. La misma peste resurge en agosto de 1579, afectando a indios y negros, pero se registran pocas muertes continua hasta abril de 1581; mueren muchos negros. En 1587-1588 en Cocoliztli resurge en México, Toluca y Tlaxcala. En 1590 en Tlatlacistli (Influenza) ocasionando muchas muertes. En 1592-1593 hay varias pestes en el Valle de México muriendo gran cantidad de niños. En 1995-1597 se da la plaga (¿ Peste?) con muchas muertes en Toluca y se extiende, con menos mortalidad a Oaxaca y Matehuala. En 1601-1602 en Cocoliztli aparece en Xochimilco. En 1615-1616 hay varias pestes en el valle de México acompañadas de sequía y hambruna. En 1629-1631 el Cocoliztli con alta mortalidad especialmente en el Valle de México. En 1641-1642 el Cocoliztli acompañado con sequía se hace más violenta en 1642. En 1659 en sarampión con gran mortalidad en el Valle de México. En 1667 – 1668 hay varias pestes, comenzando en el Valle de México, con muchas muertes y se extienden a la Baja California en septiembre de 1698. En 1714 se da una extensa fiebre que causa más de 14,000 muertes en la Nueva España. En 1736 – 1739 un fuerte Matlazáhatl (probablemente tifo9 que comienza en Tacuba hacia fines de agosto de 1736, alcanza Cuernavaca para principios de febrero de 1737 y se extiende por toda la Nueva España, creando muy alta mortalidad en Michoacán y Oxaca; aunque se registran "bolsos" no afectados en Nochistlán, Guayacocotla – Yagualica. Hacia el verano de 1737 desaparece de algunos lugares aunque continúa en otros; alcanza la Baja California en 1742 y la Sierra Gorda en 1743 – 1744. Se registran 200,000 muertes como producto de esta epidemia. En 1761 – 1764 el tifo y la viruela en la ciudad de México y otras partes; con 25,000 muertes en la ciuad de México y otro tanto en San Luis Potosí. En 1768 – 1769 el sarampión en la ciudad de México donde muchos niños mueren. En 1779 – 1780 el sarampión y la viruela con 18,000 muertos en la ciudad de México.

En 1797 – 1798 la viruela en la ciudad de México, Puebla, Orizaba y Oaxaca, con más de 10,000 muertos. La dramática relación de epidemias que destroza materialmente la población, principalmente indígena de la Nueva España, revela el impacto y la magnitud de las calamidades de carácter sanitario especialmente en el siglo XVI, pero también en los siglos XVII y XVIII que azotan a la Nueva España. Con efectos definitivamente menos trágicos, se dio durante la Colonia, la lucha contra las calamidades de carácter hidrometeorológico, especialmente en la cuenca de México.

En estas tareas de protección que se iniciaron inmediatamente después de la Conquista, participaron enormes contingentes humanos dirigidos por españoles, quienes utilizaron frecuentemente las técnicas y los instrumentos prehispánicos ya establecidos y conocidos; asimismo los españoles introdujeron modificaciones construyendo presas, rellenando canales y edificando nuevos conductos de agua.

En la que fue una de las empresas más grandes delas sociedades preindustriales, se drenó la cuenca de México, convirtiéndola artificialmente en valle por medio de un túnel y de un canal a cielo abierto. Esta obra permitió a un año de iniciada (1608), que el agua corriera hacia el mar, disminuyendo la amenaza de las inundaciones que asolaban a la ciudad de México, pero también introdujo cambios de importancia para el equilibrio ecológico del valle. No sólo salían las aguas negras de la ciudad, sino también las aguas de los manantiales y de la lluvia que alimentaban a la unidad lacustre, prefigurando el desecamiento de los lagos, y una de sus consecuencias; las tolvaneras.

Cuando confirmaron la abundancia de metales preciosos en la Nueva España, la "enfermedad" se tornó en una virulenta fiebre. Pero el oro y la plata no saltaban a los bolsillos de los españoles, había que trabajar y trabajar duro: adentro, en las minas, para arrancar el mineral y afuera, en el campo, para producir alimentos.

Los conquistadores, por la fuerza de las armas, obtuvieron la propiedad y explotaron inmisericordemente a la población indígena. Pero la explotación fue desmedida: causaron la destrucción de las formas indígenas de organización social y la pérdida de sus valores culturales. Trajeron además enfermedades desconocidas para los aborígenes; todo ello provocó la catástrofe demográfica más grande de la historia mundial: la población indígena que antes de la conquista llegaba a los 25 millones, cien años después era de un millón. Este derrumbe facilitó a los españoles apoderarse de gran parte de las tierras de los pueblos indios. Así se empezaron a formar las grandes haciendas que dominaron el campo mexicano aún después de la guerra de Independencia y que no serían destruidas sino hasta la revolución de 1910. Durante el período colonial los indios fueron forzados por diversos medios a trabajar en las haciendas de los españoles: primero mediante el llamado "repartimiento de indios", que consistía en la obligación de las comunidades de proporcionar periódicamente un número determinado de trabajadores; después surgieron la "gañanería" y el "peonaje", consistentes en la contratación de los indios como trabajadores permanentes de la hacienda. A estos gañanes o peones se les retenía obligándolos a contraer deudas en las "tiendas" de raya". Nunca alcanzaban a pagar sus deudas y así quedaban en la hacienda de por vida. Los indios no tenían más remedio que trabajar en las explotaciones españolas debido a que éstas se habían apropiado de las tierras de los pueblos, de manera que cuando la población se recuperó de la catástrofe y volvió a su ritmo normal de crecimiento, las tierras comunes fueron insuficientes para dar el sustento necesario. Los hacendados que se daban cuenta de la situación aumentaban su territorio siempre que podían y como podían; en ocasiones comprándola a las comunidades, pero más a menudo apoderándose de ellas ilegalmente.

CRISIS AGRÍCOLA.

Las crisis agrícolas ligadas a las crisis agrarias, ocasionadas a la llegada de los españoles por el sometimiento de los nativos, así como la destrucción de sus formas particulares de organización, es el origen de las grandes crisis en el campo.

Los conquistadores recibieron de la corona española tierras por capitulaciones, mercedes reales, compras legales e ilegales. Muchos de ellos recibieron indígenas por encomienda, para educarlos y cristianizarlos, a cambio, los encomenderos recibían un tributo en especie. Los indígenas trabajaban sus propias tierras.

Los españoles se apropiaron de las mejores tierras que tenían los sacerdotes y gobernantes. Se repartieron todas las tierras baldías.

Si despojaban a los indígenas de sus tierras y acababan con ellos; ¿quién trabajaría la tierra? Por ello respetaban sus propiedades. A diferencia de los ingleses en Norteamérica los españoles no exterminaron a los nativos, sin embargo, las epidemias y las hambrunas diezmaron a la población.

Las epidemias casi acabaron con los pueblos y los españoles, ni tardos ni perezosos, se apropiaron de las tierras comprándolas a las comunidades devastadas, o reclamándolas porque se encontraban baldías.

Los españoles necesitaban mano de obra para la agricultura, por lo que muchos los pueblos indígenas fueron obligados a emplearse como obreros agrícolas en temporadas de trabajo.

La iglesia llegó tras los conquistadores para cristianizar almas, pero esto no daba de comer, también hicieron lo que los laicos: compraban tierras, adquirieron por donaciones y pronto, en siglo y medio se convirtieron en poseedores de casi la mitad de la Nueva España, además de cobrar el diezmo a los productos agrícolas. Esta actividad les generó acumulación de capital que invirtieron después en créditos a los grandes latifundistas agrícolas.

Los créditos sólo podía proporcionarlos la iglesia y sólo lo hacía con los grandes latifundistas, pero cuando en España empiezan a desamortizar las tierras de la iglesia, esto repercute en la Nueva España y se dejan de hacer préstamos.

Las crisis agrícolas en nuestro país no son privativas de este tiempo. Desde la colonia, se sucedieron un buen numero de crisis que arrasaron con pueblos enteros.

Los regímenes donde ha habido crisis del campo han tenido una característica común: en todos ha existido la explotación.

Durante todo el siglo XVIII y parte del XIX se presentaron crisis agrícolas, aproximadamente cada 10 años. Esto se debió a las sequías granizadas y otros fenómenos meteorológicos, pero se acentuó por el nulo apoyo a los pequeños productores, así como su desorganización y desesperación, que los conducía a vender la cosecha obtenida en el inicio de la crisis dejando sólo lo indispensable para sobrevivir y en ocasiones, ni eso. En la parte álgida de la crisis, los campesinos ya no tenían qué comer y entonces, se recurría a la venta de todo su patrimonio para comprar, el maíz, principal sostén alimenticio. Los hacendados que almacenaban la cosecha y no vendían sino hasta la fase critica de este proceso, hacían enormes ganancias. Mucha gente era despedida de su empleo. Los campos improductivos eran abandonados. Por doquier había motines, bandolerismo, creció él numero de limosneros y vagos, junto con otros problemas como el hacinamiento en las ciudades. REGIMEN DE PROPIEDAD DE LA TIERRA.

La conquista de América se llevó a cabo como una empresa mixta en la que participaron tanto la corona como los particulares. La primera la autorizó; los segundos la sufragaron. Este carácter dual definió las estructuras económicas y políticas que se instauraron en la colonia; su evolución se dio a partir del enfrentamiento de intereses entre el Rey y los conquistadores.

Una vez sometido militarmente el territorio mesoamericano, los dominadores exigieron de Cortés el pago por sus servicios, y el mismo capitán trató de obtener los mejores beneficios para recuperar la inversión que había hecho. Los metales preciosos obtenidos por trueque o como botín de guerra debían ser repartidos entre la corona, que recibía la quinta parte, y los soldados, que participaban de esta riqueza de acuerdo con sus méritos y el capital invertido para conseguirla. Sin embargo, el volumen de oro y plata adquiridos en la primera etapa de la campaña fue muy reducido; los únicos beneficiados fueron Cortés y Carlos V. Ante tal situación se hacía necesario implantar otra forma de pago para los conquistadores; entonces se hizo el reparto de tierras, del tributo de la fuerza de trabajo indígenas. Este fenómeno propiciaba la formación de una estructura feudal donde los antiguos soldados se convertían en señores territoriales que controlaban una numerosa población campesina. La corona española, consciente de este peligro y basada en la tradición medieval peninsular, impuso una serie de limitaciones a estos repartos y mantuvo para ella el poder jurisdiccional; los indígenas eran ante todo súbditos del Rey.

Las tierras, aguas, montes y pastos se concedieron como "mercedes reales" a algunos conquistadores por medio de las autoridades competentes en la colonia; pero también se promovieron los repartos de parcelas a los colonizadores que llegaban desde España; se seguía en esto el modelo de la repoblación medieval en tierras recién conquistadas. Además el monarca mantuvo y defendió el sistema de propiedad comunal de los pueblos prehispánicos y las posesiones de la nobleza indígena. Esta política propició la pervivencia de un régimen que los frailes adoptaron al crear los nuevos núcleos de población y donde cada familia usufructuaba una parcela que pertenecía a la comunidad.

A lo largo del siglo XVI la propiedad territorial sufrió alteraciones. Para fines de la centuria se había iniciado la consolidación del latifundio en detrimento de las otras formas de tenencia de la tierra: La necesidad de abastecer a los centros de población española por medio de la hacienda; la formación de mayorazgos, que impedían la fragmentación de la propiedad al poner la totalidad del patrimonio familiar en manos del primogénito; El carácter permanente e institucional de la iglesia, que provoco la acumulación de grandes extensiones de tierras en manos de las ordenes religiosas.

Procesos de producción

LA ENCOMIENDA A menudo, junto con los repartos de tierras se dieron indígenas a los conquistadores de Mesoamérica. El sistema, conocido como encomienda, se basaba, por un lado, en una antigua institución española que ya se había experimentado en las Antillas con resultados despobladores, y por el otro, en las estructuras tributarias prehispánicas que fueron adaptadas a la nueva situación.

En los primeros años que siguieron a la conquista de México-Tenochtitlán, Hernán Cortés había iniciado la costumbre de otorgar a sus capitanes y soldados, indios que trabajaran gratuitamente y les dieran tributos en especie. El y sus colaboradores cercanos recibieron el mayor número de pueblos; unos cuantos más se beneficiaron con encomiendas menores y muchos se quedaron sin nada. La corona mantuvo para sí muchos pueblos y en los primeros tiempos funcionó como un encomendero más.

El beneficiado debía mantener a los religiosos que cristianizaban a indígenas, pues la conversión de éstos era la justificación teológica de la existencia de la encomienda.

Asimismo debía cuidar que su distrito estuviera en paz. Dicho beneficio se le daba al español en forma personal, por lo que era intransferible y no implicaba ningún tipo de propiedad ni jurisdicción política sobre las comunidades de naturales. Por otra parte, el encomendero utilizaba la mano de obra y los tributos que se le daban gratuitamente, para hacer producir sus empresas agrícolas, ganaderas o mineras y obtener de ellas ganancias. Desde que Cortés estableció las primeras encomiendas, hasta 1542, Carlos V siguió una política muy ambigua con respecto a la aceptación de este sistema, y aunque finalmente lo reconoció impuso una serie de limitaciones a su existencia: Los trabajadores no debían laborar en actividades agrícolas por mas de veinte días seguidos, y al concluir, estos solo podían ser llevados nuevamente después de treinta días de trabajo en sus comunidades;Estaba prohibido el empleo de indios encomendados en la ganadería y en la minería;El volumen y tipo de tributos eran regulados por las autoridades; los naturales recibían un buen trato.

Sin embargo, los abusos eran constantes. A España llegaban las quejas de religiosos y autoridades sobre la deplorable situación en que vivían los trabajadores a causa de las excesivas exigencias impuestas por los encomenderos. Debido a éstas se emitieron en 1542 una serie de reglamentos denominados "LEYES NUEVAS", que tendían a promover la desaparición de dicho sistema: Se prohibió el establecimiento de nuevas encomiendas; Se concentraron en manos de la corona las que habían sido otorgadas a funcionarios y eclesiásticos; Se redujeron las que tenían un numero excesivo de pueblos.

Se amenazo con quitar ese beneficio a aquellos que maltrataran a sus indios:

Se limito a una vida la existencia del derecho, por lo que a la muerte del encomendero sus encomendados pasaban a la corona.

De todas las disposiciones, esta última fue la que más disgustó a los afectados, pero también incluso a los religiosos, pues aunque se manifestaban en contra de los abusos del sistema en cuestión, abogaron para que no desapareciera. Finalmente el Rey aceptó la continuidad de la encomienda por dos vidas, pero a lo largo de la centuria siguieron emitiéndose leyes que restringían cada vez más su existencia.

LA HACIENDA.

    La forma en que los españoles fueron ocupando la tierra después de la conquista no se ajustó a regulaciones ni controles efectivos; se trataba de apropiaciones de hecho, algunas veces en zonas que cultivaban y aprovechaban los indígenas. Estos despojos y la acumulación de tierra por la compra o el arrendamiento dio origen a otra unidad de producción: La Hacienda. Durante el siglo XVII, la palabra hacienda significaba haber o riqueza personal, y se fue aplicando para designar una propiedad territorial de importancia. La hacienda pasó a ser la unidad económica por excelencia en Nueva España; se convirtió en un núcleo autosuficiente; atrajo población de pueblos indios y a población dispersa. Esta forma de producción permanece vigente durante los siglos XVII, XVIII y XIX acrecentando su auge en el porfiriano.

En la hacienda aparece una especialización del trabajo organizado a partir de oficios y jerarquías. "El administrador era la persona de mayores conocimientos y tenía a su cuidado todos los aspectos de la hacienda. Era tan buen agricultor como ganadero y también conocedor de las faenas vaquerizas".

"El hacendado.- Los había de dos tipos, el que vivía la mayor parte del tiempo en el campo, al cuidado de todo lo relativo a la hacienda, y el otro que vivía en la ciudad y sólo visitaba la finca en cortas temporadas.

LA MINERIA.

La principal motivación que llevó a cientos de españoles a adentrarse en el territorio de los aztecas en 1519 fue la obtención de metales preciosos. Loa conquistadores advirtieron indicios de la existencia de oro y plata desde que observaron a los indígenas; de allí en adelante nada los detuvo en su búsqueda. Sin embargo, desde el desembarco de Cortés, hasta la toma de Tenochtitlan, por tributos y botín, éste había recogido 6970 marcos de oro pues simplemente este se obtenía por medio del lavado. Este método, consistía en buscar un terreno y limpiarlo de hierba, árboles y piedras, para ir lavando la tierra en algún arroyo.

Esta forma de obtención del oro, fue superada por el uso de las técnicas más sofisticadas, principalmente, el beneficio de patio, que fue un adelanto básico en la minería y metalurgia que trascendió a todo el mundo y permitió a Nueva España producir ya grandes cantidades de plata.

Incuestionablemente que para la obtención de minerales todos los avances eran necesarios, pero siempre requerían -en cantidades enormes– mano de obra esclava, ya fuera india, mestiza o de procedencia afroantillana, que se explotaba agrados inhumanos. También la fuerza de los animales se uso para extraerlos, pues su demanda era muy alta.

Los reales de minas pronto fueron poblados masivamente, Zacatecas (descubierto en 1546), para 1548 tenía unas 50 minas de explotación y se convirtió en la segunda ciudad más importante de la Nueva España. A este lugar le sucedió Pachuca, en 1552; Fresnillo y Sombrerete; en 1564, se descubrieron las minas de Guanajuato y en 1592 los yacimientos de San Luis Potosí. La Plata extraída en la Nueva España se convirtió en el principal producto de exportación, en forma de monedas acuñadas.

Las monedas comenzaron a circular en España y Europa y estimularon el comercio entre dos continentes.

EL OBRAJE.

Los obrajes eran unidades de producción de una incipiente industria manufacturera en la cual se elaboraban determinados productos (utensilios, prendas de vestir, calzado etc.), así mismo enfrentaba una serie de problemas para proveerse de trabajadores. Solo podía retenerlos, mediante el endeudamiento. Los condenados a penas de trabajo también nutrieron muy especialmente los contingentes de mano de obra de los obrajes. No extrañará, por ello, que la mayoría de estas fábricas eran verdaderas cárceles y que el tratamiento que en ellas se daba a los trabajadores fuese igual o peor que el dado entonces en las prisiones públicas EL COMERCIO INTERNO Y EXTERNO.

El comercio americano, junto con la minería, fueron los sustentos de la hegemonía española en el sistema económico capitalista del siglo XVI. Consistía éste, fundamentalmente, en el envío a España de plata y algunos productos de la tierra como tintes, tabaco, plantas medicinales y cueros, a cambio de productos manufacturados europeos, de los cuales muchos eran de carácter suntuario y estaban dirigidos a satisfacer a los sectores minoritarios de la población novohispana. El tráfico comercial con la península se realizaba bajo el sistema de flotas, es decir, que los barcos con mercaderías no viajaban independientes, tenían que salir todos juntos del puerto de Sevilla y eran escoltados por la poderosa armada integrada por navíos de guerra. Esta travesía la hacían cada año.

En las primeras décadas del siglo XVII el comercio trasatlántico entró en crisis, entre otros motivos porque fue reducido a consecuencia de los constantes asedios a las flotas por parte de piratas y corsarios sostenidos y promovidos por las potencias europeas que permanecieron en constante lucha y competencia con España durante esta centuria. Las flotas se fueron espaciando poco a poco; dejaron de venir año tras año. Hubo épocas en que transcurrieron tres años para que los navíos arribaran a Veracruz.

El comercio transpacífico entre la Nueva España y Filipinas también se efectuaba desde el siglo XVI año con año, cuando llegaban al puerto de Acapulco los navíos de la corona, denominados como la "Nao de China". En éstos llegaban múltiples variedades textiles de algodón y seda que competían con los procedentes de Europa y los de fabricación novohispana. También se introducían infinidad de objetos de manufactura oriental, altamente apreciados por la élite novohispana, como lo eran excelentes tallas de marfil, vajillas de porcelana, mosaicos y biombos que hoy en día se pueden apreciar en Iglesias, museos y colecciones particulares. Una vez que en la feria de Acapulco los filipinos vendían sus mercancías al mejor postor, los galeones regresaban cargados de plata y cacao, principalmente, así como de objetos de manufactura europea y novohispana. En el siglo XVll, al igual que el comercio con Europa, el tráfico con Filipinas decreció, en parte debido también al ataque de corsarios y filibusteros.

Los comerciantes fungieron como vínculo de las diversas ramas de la producción y de los variados sistemas de producción y comercialización. A manera de ejemplo está la provisión a los mineros del norte, a quienes les ofrecían productos agrícolas y ganaderos de las haciendas y ranchos en el Bajío, textiles fabricados en los obrajes de Querétaro y Puebla, y mantas de algodón de Villa Alta que el negociante solía obtener del alcalde mayor de esa Villa, quien, a su vez, lo había conseguido en pago del tributo. Aseguraba el mercader este proceso, mediante el crédito que ofrecía al minero y al hacendado; el abasto de materia prima que garantizaba al obrajero, y la fianza que pagaba a la Real Hacienda a nombre del alcalde mayor por concepto de los tributos de su jurisdicción. También, los comerciantes de México dominaban el acaparamiento de los mercados regionales a través de ferias, como la de Saltillo y San Juan de los Lagos.

Además del control de los mercados internos, los mercaderes de México consolidaron su monopolio del comercio exterior. A través de agentes propios abastecían a sus colegas regionales de manufacturas europeas y orientales, a elevados precios. Por otra parte, los novohispanos adquirían esos productos por encargos a sus corresponsales en Sevilla y Filipinas o en las ferias de Jalapa y Acapulco, donde esperaban que españoles y filipinos remataran sus mercancías cuando se acercaba la fecha de partida de la nao o de la flota. Frecuente fue también en el siglo XVII la provisión, por parte de los comerciantes, de mercancías europeas introducidas de contrabando a mejores precios que por la vía legal.

Por último, debe advertirse que en este siglo la actividad comercial, a diferencia de la minera, representó seguridad para la inversión e incremento de los capitales; los comerciantes, junto con la iglesia, fueron quienes garantizaron liquidez en una época en que la moneda era escasa. Esto, entre otras razones, los llevó a consolidar su poder económico, y la dependencia de las otras ramas de la economía novohispana.

Organización política durante la colonia

GOBIERNO DE CORTES.

Por una real cédula del 15 de octubre de 1522, se confirmó a Hernán Cortés como capitán general y gobernador de la Nueva España, cargos que venía desempeñando desde 1519. Su poder sobre la naciente colonia desde esta fecha hasta 1524, fue ilimitado, pues reunía en su cabeza el control del gobierno, la administración pública, el ejército y la justicia. Para desempeñar algunas de estas funciones nombró autoridades subalternas: un alcalde mayor de justicia para la capital, tenientes de gobernadores para cada una de las regiones sometidas y cabildos municipales, con alcaldes elegidos por él para el gobierno de las villas de españoles. En los pueblos de indios se mantuvieron los caciques prehispánicos; cuando se eligieron nuevos señores se aplicaron las leyes de los naturales. Cortés organizó el territorio como un señorío feudal -donde los encomenderos funcionaban como señores secundarios- y dictó una serie de normas sobre milicia, ciudades y pueblos, cultivos, ganados, tratamiento de los indios, etcétera.

EL VIRREYNATO Y SU ADMINISTRACIÓN.

El virrey era el astro mayor del sistema gubernativo. Las leyes de indias le dieron la categoría de representante de la persona real, y efectivamente eso fue en primer lugar: encarnación y representación de su majestad, la cual se reflejaba en el ceremonial la corte y la guardia. Por razones de cargo, el virrey era el jefe de todas las grandes secciones del aparato gubernativo colonial. De lo militar, como capitán general, de la política y administrativa, como gobernador del reino; de lo judicial como presidente de la audiencia; de lo espiritual o religiosa, como vicepatrono de la iglesia; y de los fiscal como superintendente de la real hacienda. Pero sus funcionas más especificas, las que ejercía en toda plenitud, fueron las militares y político-administrativas, pues, por lo que toca a las demás sólo se le atribuía una función muy reducida.

Los poderes de los virreyes eran muy limitados, pues la ingerencia de esas autoridades en la justicia no tenía mucho alcance y sus actos de gobierno eran impugnables cuando ante la audiencia cuando había de por medio intereses particulares. La delimitación de poderes del virrey por la acción judicial de la audiencia y por la intervención de ésta en muchos de los actos virreinales, trajo como consecuencia el enfrentamiento de aquella autoridad y este cuerpo.

LAS AUDIENCIAS.

Dentro Del organismo estatal hispano, las audiencias eran tribunales regionales para los ramos civil y criminal. Pero las audiencias americanas fueron más que eso; fueron también tribunales administrativos y, además, gobernadoras se sus distritos durante los interrogatorios, es decir, cuando faltando el virrey, no había sido designado sustituto suyo por el monarca. Por otra parte, las audiencias tuvieron señalada intervención en el gobierno, bien como consejo del virrey, bien como organismo encargado de realizar ciertos actos de naturaleza gubernativa. Como consejo del virrey la audiencia constituía un cuerpo especial denominado "acuerdo" MESTIZAJE.

El mestizaje fue, un desarrollo correlativo de la homogeneización sociopolítica, la movilidad socioeconómica y el crecimiento demográfico dieciochescos. No sólo hubo un aumento de la población, que se duplicó de tres a siete millones en el curso del siglo y en particular se incrementó entre 1760 a 1800, sino que la estructura de la población cambió cualitativamente. En principio, el XVIII fue tanto o más consciente de la calidad étnica (la casta) que los siglos anteriores. Los cuadros de castas que estereotipaban las diferencias raciales entre tipos y mezclas étnicas, proliferaron a principios del siglo, supuestamente con el propósito utilitario de facilitar a los párrocos la determinación de "la calidad" con que debían registrar a los niños para el bautizo. Del modo que fuere, al mismo tiempo que transmitían sus valores y criterios, los cuadros traicionaban los progresos de la mezcla racial. Sin mestizaje no podría haber tal variedad de cruces, ni habría necesidad de clasificarlos si el proceso no estuviera muy avanzado. Al diluirse las diferencias evidentes surgió la necesidad de matizar y catalogar las muchas combinaciones. Si bien los cuadros suponían una valoración racista de las mezclas, no representaban una jerarquización racial pura, sobre todo porque enfatizaban las diferencias culturales: actitudes, modos de vestir y hábitat, relacionadas con el nivel de ingreso más que con aspectos somáticos.

El mestizo representaba ciertamente un tipo cultural distinto, emprendedor y decidido. Fue un aliado natural del estado contra las corporaciones, porque -con la única excepción de algunos gremios- éstas lo excluían. Jurídicamente hablando no había lugar para ellos en los cabildos; no tenían, pues, forma prevista de alcanzar la propiedad o usufructo de la tierra. El consulado y los gremios profesionales los discriminaban. Y el mestizo tuvo conciencia amarga de ello. Se quejaba explícitamente de que era hijo de la tierra pero carecía de derechos y lugar.

Ahora bien, el mestizaje no era un fenómeno reciente. Tres novedades destacan en el proceso del XVIII:

1) a partir de 1750 cambio la política social de la corona, que se decidió a actuar contra la discriminación; 2) con el crecimiento demográfico el mestizo alcanzó finalmente la legitimidad que le daban sus números absolutos, y 3) las distinciones de matiz y tinte con que el esquema racista dividida antaño a los mestizos, se volvió inoperante, solo permaneció la identificación común de mestizo en nuestra acepción del termino, es decir de raza mixta.

Ya no se les podía ignorar y ellos se identificaron entre sí. Por el simple peso de sus números, el mestizo adquirió la posibilidad de reproducirse como tal; ya no necesitaban rebasar el obstáculo que le representaban las dificultades para casarse con indio o español. Empezó a formar redes familiares propias; se constituyó como grupo; y se forjó también una memoria y una conciencia colectivas, por definición criolla -aunque al principio muy distinta de la del criollo tradicional-, propia. Esa nueva conciencia y la movilidad social debieron ser dos factores dinamizadores fundamentales en el cambio cultural que también, muy claramente, se destacó como proceso histórico trascendental del siglo XVIII. También es de notarse el hecho de que, si bien los mestizos sólo alcanzaban a ser un tercio de la población del virreinato a fines del siglo fueron precisamente las regiones del centro norte, donde estaban concentrados y constituían -atípicamente- la mayoría de la población local, donde se gestó el movimiento independentista, muchos de cuyos líderes fueron mestizos.

INSTITUCIONES RELIGIOSAS, CULTURALES Y SOCIALES.

Cuando la sociedad de conquista fue deslazada por una administración supeditada a las órdenes virreinales y ese sistema, aun, con todos sus limites y excesos, permitió estabilidad económica y política a la más importante de todas las colonias de España, se abrió cauce a un proceso de simbiosis de culturas –europea, americana y afroantillana- que se convirtieron en los cimientos de la actual mexicaneidad.

Este proceso de orden cultural, se hizo evidente, de forma trascendente, entre un grupo de la población que –a través de la educación- buscaba afanosamente ser considerado ciudadano de primero orden, aunque no menospreciaba la economía, ni la política.

Efectivamente, los criollos, una vez que el campo había dejado de ser el lugar de residencia de los nobles y administradores, realizaron una serie de practicas que los ubican como elementos de extrema movilidad en el hacer de las ciudades.

Serían los criollos, los que asistirían, primordialmente a la Universidad, para ser doctores, administradores, abogados. Asimismo, se inscribían en los seminarios para ser clérigos, teólogos, profesores etc.

Nueva España se cimentó en el siglo XVIII; se construyeron catedrales (Guadalajara, Puebla, México), símbolo de la grandeza que se adquiría.

En la escultura, ésta se hizo en relieve, se incorporó la composición arquitectónica de fachadas, torre, cúpulas e interiores. La escultura de madera, con la técnica del estofado.

Si bien las artes plásticas vivían el esplendor, la literatura ofrece testimonios de la habilidad, inteligencia, grandeza y orgullo de los nacidos en América como es el caso de Bernardo de Balbuena (1561-1627), quien conoció y practicó la poesía épica resucitada por el renacimiento.

A principios del siglo XVIII, un criollo que estudió en México, decidió ir a España, con todo en contra, para dar paso a su capacidad de escritor: Juan Ruiz de Alarcón.

Mención especial merece el destacado Carlos de Siguenza y Góngora, que se desarrolló como: matemático, físico, ingeniero, artillero, geógrafo, historiador, poeta y medico LOS PRIMEROS CONFLICTOS (DESAJUSTES POLÍTICOS E INESTABILIDAD SOCIAL).

El importante impulso que en el territorio novohispano produjeron las reformas borbónicas, si bien trascendental, no fue homogéneo, ni en las regiones ni en los distintos grupos sociales.

Indudablemente que hubo una dinamización en el sector económico, pero el grupo más importante, el de los comerciantes de la ciudad de México, observaron como otras regiones movilizaron mercancías en los espacios que anteriormente ellos dominaban, con lo cual surgieron competidores.

La relativa pérdida del predominio del centro, a su vez, posibilitó la expansión y auge de las zonas como las del bajío, con su minería y grandes haciendas, así como el occidente y el norte, regándose al sur. Pero este desarrollo fortaleció principalmente, el sector productivo que vinculaba más a la colonia con su metrópoli; de los cual derivaron barios problemas. El principal de ellos era que para la grandeza de España y del monarca, la Colonia aportaba los recursos, pero no recibía beneficios.

Si los mineros y las grandes haciendas vieron crecer sus ganancias, el grueso de la población no tuvo ninguna mejoría, pues ya a nivel de grupos sociales, los mestizos y las castas crecían desproporcionadamente y no encontraban acomodo social ni laboral.

El otro grupo, que fue sumamente afectado fue el indígena, pues sus tierras fueron acaparadas por los españoles y criollos para sus haciendas, ingenios azucareros y estancias ganaderas, por lo que, los campesinos fueron convertidos en peones, jornaleros, incipientes proletarios urbanos.

El desigual reparto de ganancias y puestos públicos diferenció cada vez más a los distintos grupos, pero primordialmente el resentimiento se canalizó entre las figuras del gachupín y del criollo quien con muchas retinencias aceptaba a algunos mestizos, pues los ibéricos, y solo ellos, ocuparían los puestos jerárquicos de gobierno, mientras los segundos, eran quienes aportaban los recursos económicos que sustentaban toda la estructura económica del virreinato.

Los criollos no se dieron por vencidos, pues sus anhelos de mayor participación política los encaminaron hacia los cabildos municipales, los curatos y los niveles inferiores y medios del ejercito, y por lo tanto, a transformar estas instituciones en recintos políticos dedicados a la defensa de sus intereses.

Sin embargo, estos hombres no tomaban en cuenta un problema característico de las sociedades que basaban su economía en el sector agrario y dependían de él.

Partes: 1, 2, 3
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