Descargar

Nada puede existir fuera del espiritismo (página 5)

Enviado por Pedro Sandrea


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10

Ese es el celibato que ahora deben combatir porque, aun entre ustedes los espiritistas concientes, hay muchos que sienten temor a cumplir con la Ley.

Ya saben que la Ley se hace pagar, que la Ley se hace obedecer, tarde o temprano, porque ese "Creced y multiplicaos" es la sentencia máxima que se ha dado al hombre, pero no todos saben cumplir.

Las mujeres evitan la procreación; tienen miedo de sufrir físicamente; tienen miedo de que el nuevo hijo traiga más privaciones de las que ya existen; temen que el marido se aleje de ellas viéndolas tan fecundas; tiene miedo a la miseria, que creen que aumentará con cada hijo que llegue.

La vida moderna es difícil, les trae complicaciones que creen que aumentarán con la venida de los hijos; pero es el tiempo de la liquidación, y como todos han faltado, por eso. En todas partes se ve que llegan, no uno, dos, tres, hasta cinco niños juntos; son los espíritus que no dejaron venir en épocas pasadas.

Leyendo todo esto, quiero que hagan la comparación de lo que es el hogar feliz, donde el hombre está equilibrado llevando su vida normal, la mujer se siente satisfecha, sana, rozagante, dando a la vida nuevos hijos y los hijos, felices, contentos, recibiendo las ternuras y cuidados de sus padres.

¡Qué distinto es esto de lo que acaban de oír en esa lectura que los ha llenado de indignación!

Como de eso se hablará todavía en los capítulos siguientes, creo que por hoy he dicho bastante y a todos les hago el llamado para que cumplan con la Ley, para que no se dejen dominar por ese egoísmo que invade a la humanidad actual. Pueden comprender la responsabilidad que recaerá sobre ustedes si no saben cumplir con ese mandato divino, con esa máxima, la más grande que se ha dado al hombre: "Creced y multiplicaos"

El decrecimiento de la población es causado por el celibato

Los cálculos hechos por los mismos pontífices de los cristianos han hecho ascender al 99% los clérigos violadores del celibato. Quizás han dicho 99% apoyados en la promesa de Dios a Lot: "si un justo encontrare en las ciudades del Mar Muerto, no las destruiría".

Si 99% de los sacerdotes de todas las castas usan de la carne, ¿dónde están los hijos que necesariamente han de engendrar, o habían de engendrar?

De estos 99%, quiero admitir que la mitad tengan entrada en los conventos de monjas; y quiero aceptar aún más, que sean tan recatados y comedidos que se contenten con el disfrute de las esclavas del cementerio, Y los otros, ¿dónde sacian su apetito? En las mujeres del pueblo, en la hija que corrompen y en la esposa que deshonran.

Pero no es la mitad, sino todos, los que disfrutan de la carne en las hijas del pueblo, porque su falta de trabajo, la no necesidad del trabajo, porque se hacen pagar del erario público y no les es necesario el trabajo, y ya sabe todo el mundo lo que hace el vago y el holgazán; idear todo lo más entretenido y lo más placentero, y como viven en constante roce con la mujer, y como la mujer está mal educada, porque la educaron en sus errores y le han hecho creer que El perdona por la absolución, un golpe hoy, otro mañana, la piedra se rompe; la esposa se deshonra y la hija se corrompe.

No tienen ellos la culpa más que en que saben que están equivocados, y en su egoísmo se desnaturalizan y en que cometen toda clase de atropellos bajo la capa inviolable de ser ministros de Dios; pero la culpa es directamente de los gobiernos, y del pueblo que se deja engañar por falsas creencias, haciéndose sus esclavos serviles y aun les pagan por corromperles la hijas y deshonrarlos a ellos en sus mujeres.

Mas ya dije, y es Ley del Padre, que la procreación es obligatoria porque es el fin primordial de la creación de los mundos y el oponerse a ella es la negación del Ley, y sólo el celibato, consagrado por la iglesia, es lo suficiente para acusarla de prevaricadora y, por lo tanto, sujeta a la condenación del no ser, a su destrucción, por la dignidad del hombre.

Pero como el celibato entraña culpabilidad en todas las leyes sociales, y encierra un sin fin de crímenes por los cuales los nacimientos disminuyen en una proporción espantosa, es urgente poner el remedio más radical, sin temor a faltar a la justicia, declarando a la Iglesia Católica perjura y fraticida, para lo cual el Juez les dio ejemplo condenándola sin misericordia.

Voy a poner un ejemplo que confirma, histórica y matemáticamente, que el celibato destruye a la humanidad, dando cabida en las páginas de este Código aun estudio hecho al respecto en Francia, España y otros países, que es producto de registros de tribunales y otros medios fidedignos de observación, por la Sociedad de los Derechos del Hombre.

Señal (como dije al principio) el 99% de los célibes (sólo de confesores, sin contar las monjas) que no guardan el celibato; por indagaciones cautelosas se comprobó que los sacerdotes jóvenes, en su primer año de confesores, habían conocido carnalmente una mujer por mes, y así son doce en el año; se fue más adelante y se comprobó también que aún había que añadir a ese número una nueva dama por año; de modo que, en diez años ha conocido cada sacerdote, carnalmente, 130 mujeres; los confesores eran por termino medio, 49,500, y así son 6.435.oo mujeres cada diez años que tiene comercio carnal con los cébeles, y en 100 años 64.350.000 mujeres del pueblo son deshonradas por los confesores.

A este número hay que agregar las monjas, y resulta que apenas quedan mujeres que no tengan comercio carnal con los célibes.

¿Dónde están los hijos que necesariamente habían de nacer de estas uniones? Lo único que se ve es que las naciones tenían más millones donde dominan los célibes no crecen en habitantes con relación a los pobladores, y que todas esta naciones tenían más millones de hombres antes del celibato, y no tenían ni casas de baldón, ni sala-cunas, apenas prostíbulos; luego ¿quién puede negar que el celibato es su causa?

Voy a hacer un promedio de los crímenes que cometen, no con arreglo al número de mujeres con quienes se solazan, aunque en realidad debería hacerlo, pero será una añadidura al número que resulte de mi promedio.

Son 50,000 confesores, y los no confesores, de órdenes menores y los legos de otras religiones y sociedades de educación como los Hermanos de las escuelas cristianas, etc., aunque sean más, haré números redondos; 100.000 en junto. Unámoslos a otras tantas mujeres, que serán las monjas y las que, por haberlas corrompido ellos, están en los prostíbulos, y verán que no quedarán hombres sin mujeres ni mujeres sin compañero, porque la Ley de Afinidad y Justicia pone en el mundo los sexos con medida.

Sírvase de patrón el promedio cierto que tenemos, cuatro hijos por matrimonio, y la vida media de éste, que son las bodas de plata, 25 años, y tendremos: 100.000 matrimonios, por 4 hijos, 400.000 en 25 años, y en 100 años por el celibato.

Pero como éstos, los célibes, las prostitutas y las monjas usan de la carne y por Ley natural deberían tener hijos, si no los tienen es porque los han asesinado, tomando prevenciones, ya haciéndolos abortar, ya sofocándolos al nacer; son crímenes de que en justicia tienen que responder los célibes, porque desequilibran la humanidad.

Mas no para aquí; ellos han inventado los medios de destrucción, para evitar las consecuencias de su unión con la joven; ésta llega a casarse, y por evitar el dolor de parir, y por no cargarse de hijos, se oculta en el momento sublime de la concepción, y esto es un atentado de cuya responsabilidad acuso al celibato allí y en todo el mundo, porque a todo el mundo ha cundido esa prevención de los célibes, que sólo puede subsanarse con el cataclismo que se avecina y con la implantación de la Comuna.

Todo lo que antecede, que nadie en justicia puede rebatir ni aminorar y si aumentar, condena a la causa Iglesia, creadora del absurdo celibato; unido esto a las continuas guerras que el odio cristiano despertó entre las naciones, por su ambición, la inquisición y otros actos, justifica su desaparición completa del mundo, hasta en la memoria de los hombres, porque resulta autora del sacrificio de la mitad de la humanidad y de la imbecilidad e ignorancia de la otra mitad.

Este es el juicio que le celebra a esa Iglesia el Juez, porque para eso lo mandó el Padre, y si los gobiernos de los pueblos aún le prestan su apoyo a la que es única causa de todos los males, con ella rodarán porque el pueblo está civilizado por el sufrimiento y porque oyó la voz del Espíritu de Verdad, por su representante recordándole las palabras de Jesús, al que hemos salvado del baldón del Cristo que esta Iglesia le agregó, y queda comprobado que es la causa de la inmoralidad, de llenarse los prostíbulos de mujeres , de las traiciones de muchas esposas, de la corrupción de las jóvenes, de la degeneración de muchos hombres y, en una palabra, del desequilibrio de la humanidad.

Comentario: Poco rengo que decir sobre la lectura de hoy, puesto que en ese capítulo he tratado de recurrir a sus números para la mayor comprensión y de recurrir a la estadística para que puedan tener un dato aproximado de la negación de la vida a tantos millones que están ahora exigiendo su venida de manera atropellada, como se pueden dar cuenta hasta los profanos en este estudio.

He aquí la razón porque la fecundidad en la mujer en los últimos años ha sido tan notable, tan aumentada y porque llegan dos, tres y hasta cinco y seis niños juntos, como les decía hace tiempo.

Y ahora, como dato curioso del que quedarán sorprendidos, Iglesia Católica interiormente, privadamente, ya no lleva sus leyes como antes y hay muchos casos, miles de casos, en que frailes y monjas están ya unidos por matrimonio canónico, sin que se sepa. Han comprendido el grave error que estaban cometiendo y como ahora son observadores, porque la humanidad está ya en estado de atraso en que estaba siglos atrás; para cubrir las apariencias, siguen desempeñando sus funciones y para acallar a los escrupulosos, sobre todo de las mujeres, monjas y religiosas, se ha concedido otorgar el "santo sacramento del matrimonio" para que puedan tener una vida conyugar libre aunque ante el público siguen apareciendo como "reverendísimas monjas y frailes".

Ahora pueden ver como, por un motivo o por otro, esos conventos, que eran la vergüenza de la humanidad están desapareciendo y esas pobres mujeres secuestradas a la vida natural, alejadas por esas religiones nefastas del cumplimiento del más grande de sus deberes, de la más noble de las misiones, han sido devueltas a su vida social, y muchas de ellas han podido unirse a su afines, puesto que la Ley se vale de todos los medios para hacerse cumplir.

Esto los halagará y podrán comprobarlo con las noticias de la prensa diaria.

Así pues, sobre este asunto tengo poco que decir, pero sí diré de la negación de la vida dentro del matrimonio, que es también en los tiempos modernos uno de los obstáculos más grandes para la natalidad, para el cumplimiento de la Ley.

 

CODIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

CAPÍTULO VII

Las casas de maternidad deben ser casas comunales

La desaparición de la Iglesia Católica y, por consiguiente, del celibato, no pondría remedio al mal profundo que ha causado, al momento y así, la Comuna debe tomar las medidas, en amor, para ir regenerando a la humanidad, dañada por la falsedad del dogma religioso y los prejuicios de sociedad, que se derivan de las leyes erradas leyes sociales supremáticas, porque todas fueron inspiradas en el mismo error.

Tal como hoy se encuentran esas casas, más bien son un baldón, porque son inspiradas en la "caridad cristiana", que es una refinada y estudiada hipocresía, porque la Iglesia la ha inventado para matar el amor, haciendo un arma indecorosa, digna de las mayores censuras.

Por "caridad" la Iglesia cristiana entiende muchas cosas que denigran, en todo su horror, a la humanidad; llama "caridad" a la limosna que rebaja.

Hay países donde el turno está abierto, en la casa de maternidad, y allí hay menos infanticidios; pero hay otros donde es necesario entregar a los infantes en manos de una monja, que es madre desnaturalizada, de la manera que hemos visto, en el convento; pero no lo recibe sin sabe quien es su madre, si es mujer de vida airada, si es soltera, casada y separada del marido, o viuda; si sabe quien es el padre; si es casado, viudo o soltero y, al fin, se pide una recomendación de la dama tal, que es seguramente una esclava viciosa, aristocrática, como ya lo estudié o del cura de la parroquia, otro corruptor, o del señor tal, otro libertino; y es todas estas procesiones reciben insultos y menos precios, y esto obliga a que la madre (que está llena de odio porque el cura, su patrón, o el libertino la sedujo y la abandonó), abandone su hijo en medio del arroyo, lo deje a tras de una puerta, y no pocas veces asesiné al inocente infante; y luego se hará la crónica de una desalmada, con datos espeluznantes, y se hecha la policía a buscar a la autora del crimen que, si la encuentra, será publicado su relato para su vergüenza.

Si ésta confesara ser aquel hijo del cura, de su patrón, que bien pudiera ser un encargado de funciones públicas, o del mismo juez. ¡qué disparate! Al calabozo, incomunicada, y ya no sabes más de aquella mujer. El causante de aquellas tragedias, que habrá visto por la prensa todas esas odiseas terribles, no se conmueve, porque está prejuiciado, porque pertenece a una familia honrada (¿) y lo ve todo impasible. ¡Infeliz! Que poco sabes de la justicia divina! ¿Aun tendrás valor de decir soy civilizado?

En este crimen la madre es la menos responsable de todos y la única castigada; aquí los mayores responsables son los que manejan las casas de vergüenza. Porque sino hubieran exigido tantas historias para recibir al infante, no se ocasionaría ese ni muchos otros infanticidios

¿Pero no sabes la causa de tantas preguntas? Pues yo se la diré; se trata de saber si el padre de aquel infante tiene pesos; la monja lo participa a la dama presidente, que se arreglan para hacer una observación al padre, que será una amenaza, y pronto llueven el dinero y todo queda bien y se pone una venda a la puñalada que dio y "Ego te absolvo"

¿Quién te ha dicho farsante? Sólo la justicia divina, que está muy lejos de ustedes, lo absolverá, pagando su culpa en la moneda correspondiente.

Esta es la odisea que generalmente corre cada infante que es recibido en la casa de baldón, donde empieza otra odisea que, como ya dije, lo llevará a la cárcel, y aun al patíbulo, y quizás sentenciado por su propio padre.

No. Gobiernos esas casas tiene que ser comunales y allí no puede haber ni monjas ni frailes, ni curas; allí es donde debe haber los hombres y las mujeres más probadas en virtudes de la ciudad, los maestros y las maestras más sabios de sus Estados, y estar al cuidado de los municipios que les corresponda; pero es al Gobierno exclusivamente a quien le compete su vigilancia y sostenimiento. Esa casa debe ser el palacio más suntuoso o la colonia más completa, donde nada debe faltar, aun a costa de los más grandes sacrificios pecuniarios.

De ahí deben salir los hombres de valía porque, yo se los digo, esos hijos de la libertad son todos espíritus intrépidos que obedecen a la Ley de Afinidad, y tienen grandes ejemplos en todos los que han sido educados por particulares, en amor, y hasta hay algunos, a pesar de su soberbia y orgullo, que han sido tales sus obras que han podido menos que incluirlos en la historia y hasta tiene alguno de ellos estatuas en las plazas públicas.

¿Moisés no fue recogido en el río, metido en una cesta? Es necesario, gobiernos, que se inspiren en este Código de Amor, en que el Padre les da el máximo de su Ley, y para ello mandó al Juez, que la mayoría reconoció, a preparar el camino a la generación que ya empieza a llegar y trae el amor por Ley, y por régimen la Comuna; pero quiere el Padre que en este pequeño período de transición se acojan a la Ley, que en su nombre proclamo, y para eso se escribe este Código, porque las generaciones que llegan los traen sabido, y se les dice.

Pues bien; en todos los mundos la Comuna empezó por el reconocimiento de los hijos de la libertad; mas no crean que se deben recoger cuando ya han nacido; el amor debe ir más allá, y en cuanto llegue la mujer que haya concebido, o en cuanto la vea el vecino, debe ser recogida, y que nada le falte; mas sepan que la Ley es el trabajo y allí también hay que trabajar, y el trabajo sobrará para todas; y allí la madre criará con amor a su hijo, y el hijo tomará la instrucción y se hará hombre en la agricultura, las artes o las ciencias, o cualquiera de los ramos del progreso humano, porque nada debe faltar.

Allí se miran en amor los afines, formando familia ejemplar que será de provecho, y en ese estado, la Comuna le dará a esa casa lo que le pertenece en justicia y equidad para su vida de trabajo, y trabajarán para la Comuna porque esos ya saben que todo son sus hermanos.

Los salidos de allí y los nacidos en familia en nada desmerecen porque sabrán que, al igual, han cumplido la Ley del Padre y la propiedad les pesará porque en la igualdad encontrarán cuanto hoy sólo pueden encontrar unos pocos a costa de todos.

¿Piensan, gobiernos, que tienen que imponerse sacrificios grandes? No tal; con menos del presupuesto actual llegan a sus necesidades, y aún les sobre y dentro de poco, si lo organizan con sabiduría, el mismo establecimiento aún les producirá intereses, si eso habría de ser necesario.

Los enormes presupuestos que tienen para mantener a esa inmensa multitud de parásitos que, sobre no producir más que crímenes y deshonras, aún los obligan a inclinar la cabeza, cuya imposición denigra, y hasta su aliento perjudica su salud, porque yo sé los efectos del magnetismo animal. Esos muchos millones, digo, que invierten en ese culto infamante, grotesco, no los han de gastar, ni con mucho, en la instalación de las casas comunales.

Mas si fuera necesaria, en nada con más justicia pondrían una contribución comunal, porque debe dotarse aquella casa de todo el progreso material en el confort, las ciencias. Las artes, la agricultura y cuantos conocimientos industriales hay en nuestro progreso.

Ustedes ven, en mil casos de divorcio, atados, sin saber ni poder resolver en justicia, cuando hay hijos y condenan generalmente a éstos a vivir con quien no quieren, y lo hacen desgraciado; les repito que al espíritu no le atan las leyes humanas, se comete un atropello a las leyes divinas, que no las saben porque no las han querido estudiar el error de la religión, o por un mal entendido materialismo; este atropello encierra uno o más crímenes y el desconcierto de todos los individuos de la familia.

Esto, que necesariamente aún sucederá mientras que pasan estas res generaciones que están sentenciadas en juicio inapelable, es porque están prejuiciados por la religión y las leyes sociales, inspiradas en ese error, lo resolverán en justicia en cuanto tengan la Comuna de los niños, porque los hijos de los divorciados son también hijos comunales y en aquella casa tienen el calor del amor de los hermanos, y aun el padre o la madre que en voluntad quiere seguirlos tendrá allí no sólo acogida, sino que tienen perfecto derecho de vivir en la Comuna, trabajando y disfrutando de los mismos bienes comunales.

Es esas casas no se debe dar otra enseñanza más que ciencias exactas y la astronomía, como todo los que concierne a los oficios; pero no deben salir de allí sirvientes, porque esta clase desaparecerá de la humanidad; el servicio ha de ser mutuo entre vecinos, pues cuando el amor reina, en ninguna parte es ajeno nadie ni nadie deja de ser servido en las necesidad; pero la Comuna tendrá el servicio, de todas clases, necesarios a todas las necesidades.

Los servicios allí no pueden ser explotados por patrones, pues no hay más patrón que la Comuna, y ésta ha de regular la producción de los enseres; pero la agricultura han de saberla todos los hijos de la Tierra, en la cual deben trabajar todos para tener en su mano la generalidad de las vituallas, a excepción de los productos que deben producirse en comunidad, como pan, azúcar, etc.

En el tiempo de transición, que es el de las tres generaciones, la Comuna quedará en propiedad de todo lo existente en el mundo, debiendo empezar por los ferrocarriles y anexos, y no podrán ser arrendados una vez cumplidos los compromisos de hoy, sin preocuparse de los territorios, que éstos, en ese tiempo, todos pertenecerán a la Comuna por las disposiciones organizadas por la Ley de los afines, y por la educación en el verdadero amor de los individuos, nadie pretendería abrumarse con la carga de la propiedad, que no tiene razón de ser, por no caber, porque es ya muerta la supremacía y porque, en la igualdad, todos verán la armonía de que es capaz el ser humano. Ya entonces se habrán acabado las miserias de la vida y el mundo disfrutará de la belleza y de la paz; porque las guerras, sólo por la historia y para compadecer los tiempos pasados, se conocerán. El hombre vivirá donde mejor le plazca, siendo hijo de la Comuna en todas partes, y la mujer será la reina del amor y no la esclava de las leyes de la maldad.

La administración de la Comuna siempre caerá, por necesidad, en los hombres y las mujeres que al efecto elegirá el plebiscito, sin trabas, ni componendas políticas, y nunca será errada la elección porque el Espíritu de Verdad no será ajeno a ninguno de los actos del mundo Tierra, como no lo es en ninguno de la cosmogonía a su cargo, que abarca un radio espantoso de siete y media nebulosa, con infinita miríadas de mundos y humanidades, en cuyos mundos el jefe de la Comuna es llamado el Maestro, y es el que reúne todas las cualidades necesarias, conforme al amor y sabiduría del Padre.

He dado en conjunto, la descripción de la Comuna, por la que se verán los beneficios que aún pueden disfrutar los hombres de las tres generaciones actuales, empezando su establecimiento desde ahora, que sería una prueba inequívoca de que acatan la Ley y el Juez le dará al Padre, que en su misericordia y amor se extremó, para que mis hermanos oigan mis avisos y luego dentro de poco, después de haber estado algún tiempo en la tierra del Padre, vuelvan a la Tierra en cuerpo, a disfrutar de su trabajo y a trabajar de nuevo para llegar al mayor grado de progreso y sabiduría. ¡O, feliz día, yo te veo!

Comentario:

Como comentario de la lectura de esta noche podría referirme al que he hecho anteriormente y que han titulado: "Los hijos de nadie"

Ahora, siendo tan amplia y detallada la exposición que hago al capítulo que se acaba de leer, sólo quiero venir a decirles que se fijen en la protección que actualmente se da a los niños, a los pequeños juramentados.

Las ideas que yo exponía, se van cristalizando y en todo el mundo obra la Ley dando protección principalmente a esos "hijos de nadie", a esos espíritus intrépidos de que se acaba de hablar.

Ya ven como, aún en los países que están dominados por dictaduras, en apariencia equivocadas, hay protección especial a la juventud actual.

Ya habrán visto como, en ese gran país Rusia, donde se ha efectuado la conmoción más grande de los tiempos presentes, cuando después de siglos de tiranía sangrienta ese pueblo tuvo su despertar, sintió la sacudida que le impuso el odio de tantas centurias: Ese despertar fue grandioso, sublime. Hubo luchadores, hubo verdaderos apóstoles que trajeron ya las nuevas ideas, esas nuevas ideas que, de haberse llevado a cabo, regirían ahora al mundo entero; pero. no era el tiempo todavía y esas ideas se han corrompido llegando a los excesos de que todos han podido darse cuenta.

Ahora quiero hacerles ver que la mayoría, aun ustedes, los espiritistas conscientes, cree que la Ley de Procreación se cumple engendrando hijos. NO, hermanos míos; hay una manera todavía más grande, más completa. La materia muchas veces no responde obedeciendo a deudas pasadas o a la misma Ley, que lo impide; por eso las materias de muchos matrimonios no pueden engendrar hijos. Entonces, ¿Cómo cumplir con la Ley? En una forma más sublime aún: adoptando a los hijos que no tienen padre.

¡Qué hermoso sería que en el mundo Tierra no hubiera ya hogares sin niños! Que hasta los que han cumplido con los suyos, sintiéndose todavía fuertes y con elementos, adopten hijos ajenos que son, verdaderamente, hijos del espíritu. ¡Cuántas veces hay mayor afinidad con un hijo de esos con los que se han engendrado propiamente!

Esta es la invitación que vengo a hacer hoy a todos los hermanos que me escuchan y a los que, después, puedan leer mis palabras; que no hay hogares sin niños; que todos los matrimonios estériles formen su familia. ¿Qué mayor satisfacción que formarla a gusto? ¡A adoptar niños extraños, niños que necesitan cariño, que necesitan calor, educación y cuidado! ¿Qué satisfacción más grande que poder decir: se me ha negado en materia el cumplimiento de esta Ley; pero la cumplo en espíritu, la cumplo más duramente; pero este hijo es mi hijo espiritual, es mi hijo intelectual y es mi hijo material porque soy yo quien provee a su alimentación, quien vigila sus estudios, quien lo prepara a ser un hombre de bien y quien lo prepara a ser un soldado que se aliste en las filas de la noble causa, en las filas de la paz y el progreso.

Estas son mis palabras de esta noche; es la invitación que les hago. Aun a ustedes. No piensen los que ya tienen hijos, que porque adopten uno más carezcan de los elementos necesarios ni que resten a sus familia lo que muchas personas creen que únicamente ellas tiene derecho. No, nunca carece del pan el matrimonio que lo brinda a un hijo extraño.

El amor da plena libertad a los seres

A tanta inmundicia en el largo párrafo anterior sucedió la dulzura de las últimas palabras; con cuya percepción del fin a que en breve llegará la Tierra, se consuela el Juez de los largos miles de años en que ha tenido muchísimas existencias sobre este pobre, pero al fin feliz terrón de nuestro globo.

Tengo que volver a examinar calamidades y miserias del error, en procura de enderezar los entuertos de estas tres generaciones porque el amor, no porque se haya dado la sentencia que inexorablemente se cumplirá, ha de abandonar al sentenciado, sino que eso es un motivo más para que le esté diciendo continuamente: un momento te alta, aún tienes tiempo; después de ese segundo ya no ha lugar. Acata, pues la Ley que viene del Padre, y aunque seas el obrero de última hora, como el amor es la Ley y la Comuna su régimen, todos somos iguales en trabajo y derechos, y no se distingue el último del primero más que en su luz y sabiduría.

¿Qué tienes que hacer? Muy poco: "Ama a tu hermano", que amando a tu hermano amarás a Eloí. Padre común, y luego sabrás amar primero al Padre y adorarlo en espíritu y en verdad; este es el mandato. ¿Dónde tienes los medios? En el Espiritismo Luz y Verdad, que es el credo de todos los mundos y es la vedad suprema; ahí está la sabiduría eterna, y se llega por grados, y más grados se ganan cuanto más se ama.

Entremos a desarrollar el epígrafe de este párrafo, uno de los más importantes del Código, porque tengo que condenar la tiranía y salvar de la esclavitud a la mujer.

Donde está el amor, todo es armonía; hasta el dolor se anula con el amor. Ya tienes el secreto de la felicidad relativa a que podemos llegar.

Si el amor todo lo endulza y en la Tierra no hay más que amarguras, en la Tierra no hay amor; terrible silogismo.

Si el objeto amado no se iguala al que confiesa amarlo, más que amor es egoísmo lo que se manifiesta; verdad concreta,

Si el amor, o las manifestaciones del amor, están monopolizadas por el hombre, el hombre es un tirano; triste verdad que palpamos.

Si la mujer no es libre en las manifestaciones del amor y sus sentimientos, la mujer es una esclava; así los es.

Si el amor y las manifestaciones del amor constituyen la base de la felicidad y la mujer no las puede manifestar libremente, la mujer no es feliz; para que lo sea, hay que educarla.

Hemos recorrido casi toda la escala social en nuestro registro de los prostíbulos y hemos encontrado en todo la trampa, la traición y la inmoralidad más horrible; he buscado la causa y he encontrado en todo la imposición absurda y falta de lógica; sólo he visto siempre la ambición, el egoísmo y el libertinaje para el hombre, encontrando siempre a la mujer esclavizada.

Este ser, que constituye la mitad de la humanidad, en número, es el ser más despreciado que sostiene la Tierra y citaríamos casos en que, muy a menudo, ha sido cambiada por una bestia de carga; y donde no se le cambia por la bestia, se le hace servir de tal a ella misma.

Si esta mujer manifiesta su amor a un hombre, la condenación la tiene en su misma declaración; "es una cualquiera", dice, y cae en el desprecio y es señalada como una ramera.

La mujer no tiene derecho a la elección del compañero (eso a cambiado mucho), ni en la manifestación de sus sentimientos, ni intervenir en la hacienda pública, ni tomar acuerdo, aun familiar; pero todavía llega a más su humillación, hasta tener que "purificarse" después de dar vida a un ser para entrar a donde jamás debería haber entrado: a la iglesia, sea de la religión que sea.

¡Pobre mujer! Y no te has revelado en tantos siglos de oprobio y de bajeza. ¡Oh! Yo te haré justicia. Porque sin ti el hombre orgulloso y bestia no existiría; no quieras parir, mujer, y el mundo, es decir la humanidad, se acabaría irremediablemente; ya veríamos si esos mentecatos que te embotan y vilipendian serían capaces de hacer nacer otros hombres; porque lo que es la Tierra entregó su germen en aquellas bolsitas en que aparecimos, y no puede dar otras sin antes fundir de nuevo todos los reinos de la naturaleza, que al hombre sirven, y sólo así podríamos aparece de nuevo; pero esto no está en la Ley del Creador y el Padre exige al hombre, quiera o no, ha de cumplir la Ley impuesta; será todo lo orgulloso y tirano que quiera, pero no podrá sustraerse al cumplimiento de la Ley, aunque se suicide millones de veces. Volverá siempre a cumplirla

El Padre no se cansa de esperar, pero no se deja burlar por su criatura; tiene mandado hacer una A, o un mundo; pues la hará que busque el hombre todas las excusas, rodeé con la intención de no llegar nunca, llegará, habrán pasado diez, cien millones de siglos y aún no habrá pasado un segundo en el tiempo eterno; sólo él habrá perdido, porque más habrá padecido y, al fin, caerá del burro, cumplirá y como se le manda amar, amará en toda la Ley, pues tampoco engañará como te engaña a ti, mujer, diciéndote que te ama y te quita todos los derechos, menos el que no puede: el de ser madre, por el que eres más grande que el hombre en la Creación.

Querer hacer historia de la esclavitud de la mujer sería hacer historia de la humanidad, y no es de un Código su lugar, y es necesario, al fin que tiene mi Ley de Amor, ni quiero dejar en este momento un cuadro tan desolador que apene a las humanidades que llegan, porque si horrorosa es el que queda de los prostíbulos, es la consecuencia de un error pequeño comparado con los horrores de la esclavitud de la mujer, hasta la venida de la raza Adámica, desde cuyo momento histórico fue amenguando, porque todos los mesías tuvieron el mismo argumento; pero no es menos horrible privar a la mujer de una sola cosa, como antes de todas, porque el progreso nuestro es tan grande comparado con el de entonces, como el no ser al no ser; pero no se puede completar el progreso rebajando a la mujer, ni puede existir la armonía, ni llegar a la Comuna decretada por los Consejos del Padre, y el Juez ha venido a hacerla y la justicia le ha dicho: "Y quitaré todo lo que estorbe".

Saben, supremáticos y gobiernos y hombres de la Tierra toda, que el espíritu no tiene sexo; que aparecimos hombres y mujeres a la faz de la Tierra en unas bolsitas, y todos igual, recibiendo el germen de la especie y la Ley de Procreación, por lo cual el espíritu, conforme a la Ley de Amor, tomó el sexo que la Ley de Justicia le ordenó la primera vez, con la promesa de igualdad. No tengan esto por una hipótesis; en el Código de Amor, que es el máximun de la Ley del Padre, no se escriben hipótesis, sino axiomas, verdades y testigo es el Padre, y sus Consejos, de esta afirmación.

Sentado este axioma pregunto a los hombres y a la ciencia: ¿Para qué se necesita más virtud y valor: para dar a un ser, o para concebirlo, encerrarlo durante la gestación en sus entrañas y luego exponerse a morir para parirlo y seguir luego dándole el ser, de su propia sangre, en los pechos? Aun es posible que haya alguno de los llamados "sabios" que haga un distingo. ¡la ceguera es tan grande!… pero no lo voy a oír; la contestación es que no cabe comparación de valor ni virtud en ese acto tan trascendental, del que pende la vida de un hombre.

Admitiendo, como es así, que el Padre ordenó a los espíritus más valerosos, más virtuosos y, por lo tanto, más sabios y de más amor, tomar por la primera vez el sexo femenino, resulta la mujer superior al hombre, en virtud, sabiduría y amor. ¿Y es a este ser al que el hombre vitupera y esclaviza, siendo su madre?

Y gracias a que la Ley de Igualdad obliga, en justicia, a tomar alternativamente el sexo masculino y el femenino, si no fuera así, si la mujer

siempre fuera mujer, sería ella mil veces más sabia, virtuosa y valerosa que el hombre, aunque así y todo los es.

No aceptar, por muchos que se creen sabios, la reencarnación sucesiva siendo en los dos sexos, es condenarse al no ser, confesarse tiranos por malicia extrema, e ignorantes, cobardes, criminales, porque viviendo una sola vez y no sabiendo y no sabiendo nada de estas cosas ni poseyendo las virtudes, la sabiduría y valor de la mujer y madre, no se diferencia en nada de la bestia más animal.

Yo no hago estas consideraciones exclusivamente para ganar un adepto ni mil; mis aspecto vienen por millones, pues lo son todos los que nazcan después del 5 de Abril de 1912, que corresponde 17 del 7º mes del año uno del siglo primero de la verdad o de la Era nueva, que en toda la Tierra han aceptado la Justicia, la Comuna y el Espiritismo, bajo la Ley de Amor; y además en la Tierra hay el 20% de sus habitantes que ya lo habían aceptado al venir y comulgar con él, por convicción, y hoy, cuando se escribe este Código (20 de Septiembre de 1911 Era vulgar), ya más de un 30% que estudia, se convencerá porque no se escribe este Código exclusivamente para ganar adeptos, sino para que no aleguen ignorancia, los ciegos de voluntad, y ponerla en el lugar que le pertenece, porque ellas, y los hombres, son la base de la sabiduría de la armonía y del amor.

Por lo tanto, la mujer es, en derecho, absolutamente igual al hombre, y en respeto y ternura, superior al hombre por el solo hecho de ser madre.

La mujer en ningún caso es inmoral, sin la corrupción del hombre, y se corrompe la mujer por la ignorancia en que se le mantiene y por la esclavitud a que la fuerza bruta la somete.

La mujer tiene, en absoluto, más derecho que el hombre a declarar su amor a él, porque tiene percepción más clara que él del fin que viene a cumplir: ser madre y el consuelo del hombre.

La mujer no puede ser inmoral por sí misma, porque presiente y sabe que su misión es la de ser madre; y no se declarará jamás por capricho o por pasión carnal, sino obedeciendo a la Ley de Afinidad, y es seguro que sólo el uno por mil se equivocará una vez educada en sus derechos y prerrogativas, pues la mujer en el sentimiento, aun en el placer de la carne presiente los dolores de muerte del parto, por el que será madre; pero ante su afán, ante el que en el espacio ya conoció en su afinidad y se propusieron cumplir, en justicia, sus débitos y de dar a la Creación lo que le deben, la mujer, que es dotada de la percepción de ese deber, tiene valor de tomar un segundo de goce a cambio de nueve meses de padecimientos y de desangrarse para dar vida a un ser; cosa que el hombre en ningún caso haría, porque le falta el valor, la constancia y el amor verdadero.

Sería imposible enumerar los crímenes que se cometen al esclavizar a la mujer, porque se le obliga a matar sus más grandes sentimientos, y de aquí el cúmulo de crímenes que hemos registrado, que desquilibran a la humanidad.

Por tanto, declaro: que la mujer tiene perfecto derecho y se eleva a donde le corresponde al declarar su amor al hombre que en su corazón vive desde antes de su nacimiento.

Que la mujer, educada en la más amplia libertad, es la base de la moral, y que su participación en los asuntos de Comuna es, además del equilibrio, el complemento de la armonía.

Que la mujer, fuera de la esclavitud, es la garantía de paz universal, y su concuerdo en la cosa pública pone veto al despilfarro; es el ancla salvadora, por su amor, y malicia, le ha usurpado, no puede ser excluida ni obstaculizada en la declaración de su amor y sentimientos.

Comentario:

Una de las misiones que traje a la Tierra en mi última existencia fue la de rehabilitar a la mujer, a esa sublime compañera del hombre, madre de la humanidad, que en su obra se asemeja al Padre Creador.

La ley entra en acción, la Justicia se hace sentir y por eso en los momentos actuales, durante esta conmoción que afecta a todos los átomos del mundo y que se hace sentir el desquiciamiento que este acomodamiento ha provocado, se nota cómo ha brotado la idea del comunismo en una forma terrible apasionada.

Es el pueblo, que estuvo postergado por miles de siglos; y que despierta rudamente y, como es natural, en estos primeros momentos es inconsciente en materia, no en espíritu, y sus demostraciones tienen que ser fuertes, explosivas. Es como un huracán que se desata. Son las pasiones que estaban contenidas; es la reivindicación que se esperaba y a la que tiene derecho; después vendrá el equilibrio; ese pueblo que ahora se amotina, que exige más, quizá, de lo que tiene derecho, ocupará el lugar que le corresponde y entonces habrá paz en la Tierra, porque habrá igualdad de razas y posibilidades.

Entre tanto, la efervescencia es terrible, la vida es tumultuosa, tormentosa, mientras pasa la época de violencia para que se establezca la paz definitiva.

Así pasa con la mujer, que desde el principio del mundo fue postergada a la más humilde posición; en estos momentos su despertar es como el del pueblo y pueden ver, con tristeza, que en los países más civilizados, donde se ha tratado ya de concederle los derechos de que disfruta el hombre, la mujer es más prostituida que el hombre.

No tiene ella la culpa; es el fruto de los prejuicios de tantos siglos, del dominio de las religiones, de la ignorancia del hombre. Por eso, triste es decirlo, cuando se ha cantado tanto la grandeza de la mujer, parece que ésta no corresponde y ustedes mismos se siente asqueados al contemplar cómo la mujer actual, en general, es más viciosa aún que el hombre: se entrega a la bebida, al cigarro, a la sensualidad.

Da tristeza cómo evade la maternidad, cómo busca al hombre sólo por placer carnal que le proporciona y las comodidades materiales que ella no quiere procurarse.

Es doloroso ver cómo las jovencitas juramentadas, sobre todo, como he dicho, en los países de mayor civilización, se entregan a todos los vicios y se corrompen, Son las víctimas de tantos siglos de oscuridad, es el resultado de la barbarie en que vivía la humanidad; pero ellas son la vanguardia de la generación salvadora.

A eso se debe que ahora la balanza, con respecto a la mujer, se inclina con fuerza hacia un lado. ¿Cómo buscar el equilibrio? ¿Cómo lograr que la mujer comprenda su altísima misión, que no se salga del papel grandioso que le tiene reservado el Padre?

La escuela es la que da la clave de todos sus problemas; es la que puede dale la orientación que necesita para llegar a ese equilibrio anhelado, para hacer que el fiel de la balanza toque el punto perfecto.

Es natural lo que acontece en estos momentos; pero a ustedes mismos les extraña y sienten tristeza y hasta repugnancia por esas jovencitas que hacen alarde de sus vicios.

No me refiero a todas las mujeres; las hay muy grandes, sobre todos entre ustedes (que ya pertenecen a esta escuela), creo que haya aquí entre ustedes de la clase que acabo de nombrar.

La Escuela es la que las salva, es la que les hacer ver responsabilidades y sus derechos.

La escuela les enseña a tomar la posición que deben en los tiempos modernos, ya que la mujer tendrá que compartir con el hombre la vida venidera y será ella la que legisle y la consejera, no sólo en el hogar, sino en la vida pública; ella será la que maneje la hacienda, porque la mujer, que practica en la casa, en pequeño, para distribuir el salario de su marido, será la llamada a manejar los dineros del Estado, los dineros necesarios para la vida de todos.

Así es cómo quiero ver a la mujer, en el lugar que le corresponde, dignificada por todas la virtudes y alejada de todos los vicios. Ella es la madre de la humanidad, es la que representa al Padre Creador, como ya se los he dicho otra vez ya que entre los seres de la Creación es ella la que tiene más elevada de las misiones.

El amor y la libertad de la mujer matan el libertinaje

Sucede a menudo un caso de hastío en la unión de dos seres, aun habiéndose unido en libertad, o sea sin imposición. ¿Cómo se explica esto? Las leyes de la materia, en los códigos civiles, religiosos o criminales, están faltos de fundamento de las causas de las cosas, porque sólo de la materia se han instruido, y esto sin analizar aun las leyes de la materia, porque al haberlas profundizado, se hubieran encontrado otra clase de fisiología que la que el mundo sabe porque las leyes de la materia se enlazan con las del espíritu, y sólo con ese conocimiento se puede ir en el camino de la verdad; no lo han hecho y de aquí los equívocos, el atolladero de los jueces y el error sin nombre de los cánones.

En la no interrumpida vida de los espíritus, en sus continuadas y múltiples existencias de encarnación, contraen deudas pasajeras; se han encontrado dos seres, en caso fortuito, y han cometido un acto que no debían cometer, conforme a la Ley de Justicia, y ya los dos se obligan a pagar aquella deuda.

He aquí un caso concreto, suponiendo una guerra: un individuo que toma parte en ella ha hecho relación con una mujer, a la que fecundó; el soldado ha tenido que abandonar la población y queda aquella mujer con un ser en sus entrañas, o en sus brazos; el militar no se acordó más de su hecho y faltó a un deber, pues deja imposibilitada a la madre, según las leyes sociales; pero el hijo hará justicia a la madre, y cuando todos estén en el espacio, la ley los lleva a juntarse para pagarse mutuamente aquella deuda; pero hay un cuarto perjudicado, el afín e aquella mujer, que por haberse opuesto aquel militar, no cumplió luego su deber de justicia, por el error de la educación prejuiciado, y aun habrá éste ofendido a la mujer que un caso fortuito colocó en un caso irresistible, o quizás cedió por la fuerza. Pues, esta deuda se cumplirá; el militar divorció moral y realmente a dos afines, siendo la mujer la más perjurada porque quedo con un hijo y padeció las consecuencias y porque, seguramente, aquel hombre tenía otra mujer.

Han vuelto al mundo los tres individuos y fue acuerdo de ellos, más el hijo del caso fortuito; en este caso habrán tomado los tres el mismo sexo, y el militar de antes se unirá a la mujer que antes abandonó; el afín no estará lejos y la mujer se entregará y se marchará con él, quedando el padre con el hijo que antes abandonara, y así se cumple la Ley divina de Justicia y Compensación, que no perdona.

Según los cánones y leyes sociales, códigos civiles y penales, será un pecado, un escándalo y un caso penable; pero en la Ley divina es un acto de justicia, y el juez que esto castigue se condena a pagar él, en otra ocasión, la pena que les imponga.

Pero en la Comuna este acto se sentencia sencillamente así: se tomará al hijo y sería, como todos, hijo comunal; los padres, en libertad, trabajarían como todos para el bien de la Comuna; y esta es la verdadera justicia.

¿Saben estas leyes, jueces? ¿Saben estos secretos; legisladores? En su materialismo no pueden saberlo y, sin embargo, esto es real y pasa; pero el Espiritismo lo sabe y puede legislar en justicia y equidad y. no se sorprendan que legislen los espíritus de progreso en el día de la Comuna, en que serán derogadas todas las leyes egoístas que hoy se imponen.

Tomé este caso, no meditado, ni siquiera pensado, que no sólo pasa uno, sino miles y millones de otras formas fortuitas, que tienen su base en los absurdo de las leyes que rigen al mundo de hoy, pero que no sucederán más desde que el amor sea la Ley, porque todos tenemos nuestros afines y la mujer quien más los siente, y lo sabe; pero como será instruida en las leyes divinas, sabrá que sólo el amor es la verdadera felicidad; además, como sabe que sus hijos son de la Comuna y que todos los hombres y las mujeres trabajan para la Comuna, y que a los hombres sólo el amor y la justicia los guían, la mujer vivirá en libertad declarándose al que vive en su alma, y el libertinaje no tendrá cabida, siendo el hogar un eden.

Pero como el régimen comunal, en toda su amplitud, no tendrá cabida hasta el paso de las tres generaciones, el remedio está en dar a la mujer amplia educación y dejarla en la más completa elección de su compañero, sin sujeción a las leyes que hoy son de lazos indisolubles, pues no hay más lazo indisoluble que el de la afinidad, la cual une a los seres por amor verdadero, mas esto no se puede lograr sino por la absoluta libertad de la mujer en declarase a su afín, y esta declaración no puede llegar sino siendo la mujer libre, como el hombre, y formando parte también de todos los asuntos de la vida, en la administración, en la legislación, en los trabajos, en las manifestaciones populares de regocijo o tumulto.

Comentario:

En esta vida actual, la vida que todos están viviendo, tan llena de pasiones desenfrenadas, de conocimientos inexplicables, de sacudimientos bruscos, de sorpresas, de hechos que escandalizan a moralistas y filósofos, a los psiquiatras; todos explotadores e investigadores del alma humana –como dicen- no pueden aun descubrir lo que aquí se les ha dicho en una cuantas líneas.

Hay tantos hechos que anonadan, que pasman y que nadie les da explicación. Ahora, con sólo ese ejemplo que se acaba de dar, pueden comprender todos los demás casos de que la vida diaria está llena.

Esa Ley de Justicia, que con las leyes de afinidad, igualdad y compensación obra ahora como nunca antes en la historia nuestra, es la que da la clave de todos esos acontecimientos que los llenan de sorpresa e incertidumbre.

He aquí porque los que estudian dentro de las religiones no pueden explicárselos y llegan a dudar de la justicia de sus Dioses. De ahí viene la rebeldía y llegan a veces hasta el ateismo. Como no comprenden la reencarnación, se revelan ante la injusticia aparente de que se es víctima en una sola vida. Desconociendo la reencarnación, todos los Dioses de sus religiones resultan monstruosamente injustos.

En cambio aquí, ya se ve cómo con un solo ejemplo les doy la explicación de todos esos hechos que a los demás tienen conturbados.

He aquí por qué los juramentados de hoy a ustedes mismos los han sorprendido por su precocidad en el vicio y en las pasiones, porque vienen ávidos de placeres, buscando ellos mismo locas aventuras que los arrojan al abismo del vicio. Es que traen deudas anteriores; es que ésta es la última oportunidad que se les ha brindado y llegan, ebrios de deseos, a saldarlas. Por eso se lanzan, como las mariposas, hacia la luz, a quemarse las alas; es la red que los devora de reivindicación; es que buscan la compensación de hechos anteriores, Así se ve a esa juventud actual tan llena de vicios y pasiones.

En muchos de ustedes hace tiempo que he visto formulada una pregunta sobre los actuales juramentados. tanto se les ha hablado de ellos.

¡Cómo reciben a sus hijos porque saben que traen una alta misión!… y sin embargo, van creciendo y los van llenando de decepciones, de amarguras, de tristezas. No son los que ustedes esperaban, lo que creían; pero ahora ya comprenderán: son la vanguardia, como se les ha dicho, de la generación salvadora y esa vanguardia viene llena de anhelos de depuración, ansiosa de lavarse de sus culpas pasadas, porque saben que ésta es la última oportunidad de que puede disponer.

Así pues ustedes, espiritistas racionalistas que estudian la filosofía d esta Escuela, tienen aquí la explicación de todo lo que a los demás llena de sorpresa, de decepción y desencanto.

Todos buscan, todos analizan, pero no saben el porque, como lo saben ustedes. Así, hermanos míos, en cada caso de la vida, en cada hecho de los que a diario conocen, piensen, reflexionen y encontrarán el porqué.

Parece inexplicable a los profanos, parece muy extraño a los padres la conducta de sus hijos, tan lejos de lo que ellos hubieran deseado, tan fuera de las leyes morales que les han inculcado, pero ahora a ustedes no los sorprende nada; saben que es la Ley que está en acción, que son los últimos momentos y es por esto que se desata esta tempestad de pasiones, porque tienen que saciarse en muy corto tiempo.

Así pues, con este solo ejemplo que acaban de leer, tienen la clave de lo que a los demás llena de consternación y qué satisfacción para ustedes ver como su Escuela, esta humilde Escuela –porque todos son humildes puesto que todos son pobres de dinero, pero ricos en conocimientos- que les da la solución de tantos problemas que tienen sorprendidos a los sabios y a los filosos.

>Si odias; tendrás que amar y con tus besos resucitarás al muerto<</p>

Por Pedro Sandrea, sandreapedro[arroba]yahoo.es

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

Capítulo VIII

La mujer es parte integrante de la humanidad y le corresponde, por su fisiología, legislar

"La mujer es un arcano impenetrable", se dice por los sabios; y yo se los repito: la mujer es un libro abierto en el que todos pueden leer, pero no saben leer en ese libro, porque no son sabios.

La mujer viene al mundo para amar; sepan amar ustedes y leerán en la mujer; pero el amor de la mujer se ve coartado por leyes absurdas y hace como las margaritas: cuando viene la noche envuelve su botón dorado del amor expuesto a la vista, en el candor de sus ojos; observen que la joven, muchas veces, siento palpitar su corazón fuertemente, hasta el punto de que un observador lo puede notar en la agitación de sus senos; si esta joven tuviera la libertad, si tuviera la educación conveniente, la verían es tirarse para alcanzar más con la vista y aun con paso firme a un punto donde el latido cada vez más fuerte, la conduciría, y pronto la verán frente a otro ser, que también latiría su corazón; poned ahora tus manos en el corazón de los dos y los oirán latir al unísono; si los separan, separan los cuerpos, mas los espíritus ya se encontraron y no los separen; porque con arreglo a las leyes de conveniencia, la joven no tiene libertad; el mancebo no puede llegar a ella es la muerte moral; se le dará otro hombre, pero ese es el hielo de la noche; la margarita envolverá su botón de oro y sólo lo abrirá ante el sol que la caliente con su amor: ha cometido Dios sabe cuantos crímenes; esta mujer está muerta; se le une a un hombre que no es el que su alma sintió; no le llena la posición, ni los títulos, ni arrogancia personal de su compañero, todo esto es hielo para ella; le entregará su cuerpo, pero el botón de oro de su amor lo guardará para aquel que hace latir su corazón y, en la primera ocasión, no mirará la clase, ni las conveniencias, y le entregará su cuerpo, ajado, es verdad, por el hielo, pero su botón de oro está vivo y allí late su corazón, y ya saben las consecuencias; para la sociedad corrompida hay una falta; para las leyes divinas, un cumplimento; dejad en libertad a esa mujer para amar, y no habrá escándalo.

¿Qué dicen los fisiólogos al estudiar a esta mujer? Después de una salta de disparate no dirán nada, a no ser la canción de siempre: "la mujer es un arcano incomprensible". El arcano es la ignorancia suya y las trabas de las conveniencias sociales.

La fisiología de la mujer se cifra toda en la palabra amor; le gustan los pájaros, las flores y los niños porque todo ello representa inocencias y amor. Le gusta la música y la alegría porque es su ambiente y representa armonía; es amiga de la moda porque es amante del progreso; y como no se le da libertad para otra cosa, con ello trata de satisfacer una necesidad que siente, pero que no puede llenar. La moda parece que esté hecha, en justicia, para castigo del hombre tirano y para defenderse la mujer de la amenaza constante que tiene, por el libertinaje del hombre, de ser pospuesta por otra bella, pues cuando la mujer ha visto ya muerta sus esperanzas, la realización de sus sueños, se resigna, pero impone sus deseos, ya con la moda, ya con aquel capricho, y el hombre también es esclavo de su mismo error y tiranía, y aguanta aquellas impertinencias, aunque sea a regañadientes, porque le conviene tener aquella esclava un tanto satisfecha, para así tener más libertad de entregarse a su libertinaje; de aquí los desequilibrios económicos, las trampas en la administración de sus propios intereses, el gravamen oneroso al productor, el rebajamiento de los salarios al trabajador, o aumento insignificante contra la elevación de alquileres y de los artículos de consumo, hasta ser imposible la existencia, obligando a vivir, al que trabaja, en inmundo hacinamiento; de aquí las epidemias, las algarada, el eterno malestar, el crimen y todas las consecuencias que degradan la humanidad.

Si la mujer fuese educada en la más amplia libertad, si ésta tomara parte en cosa pública, no tenería necesidad de la renovación de la moda, cada tres meses, para buscar en ella la defensa a su rebajamiento por parte del libertinaje de los hombres; sabe la mujer que es más hermosa con sus encantos naturales que con los horrores de la moda; pero tiene que encastillarse en ella y hacer resaltar su busto con dos fines, los dos malos por cierto; pero ella no es culpable, la culpa es del libertinaje que desvía la Ley humana que la esclaviza y le reconoce nada más el derecho de ser madre y de ser ama dentro de la casa; pero todo este restringido, pues la caja estará en manos del libertino de su esposo, que estará más de media noche, y noche esteras, fuera del hogar. ¿En dónde? La esposa esclava lo sabe por sentimientos que no la engañan, sabe que está en brazos de otro mujer y calla una y cien veces; pero ella es también de carne y tras de ser esclava, ni siquiera se manifiesta en su ley esta mujer, ya no es la inocente doncella que perdió sus ilusiones más hermosas, que fue anestesiada en sus sentimientos, medita su situación en las interminables horas que el esposo la abandona, y acaba por no guardarle más el respeto, que no merece quien le juró amor, mintiendo, porque tampoco aquel sabía de amor de afines; la dama se entrega al hombre, sea quien sea, y hace justicia porque tiene la obligación de mantener la vida de su cuerpo, y el uso de la Ley de la carne es de necesidad a la vida, en su medida; no darle la satisfacción de esta imperiosa necesidad, mata al cuerpo, como lo mata el exceso; pero esto es materia de un capítulo aparte y lo haré por ser de mucho interés, y lo dicho aquí es sólo para sentar la igualdad de derechos de la mujer con el hombre, porque les rigen las mismas leyes.

Hechas estas declaraciones de juicio, la sentencia recae contra el hombre; la mujer es un ángel en la belleza material y espiritual; ha reunido la naturaleza, en la mujer, todos sus dones y gracias, como también toda su sabiduría y sus leyes, de lo que no es depositario el hombre. Eduquemos a la mujer en las mismas condiciones del hombre y la veremos resaltar sobre él en iniciativas que no errará, porque posee una mayor percepción de la realidad de la cosas, con mayor delicadeza y gusto y sabe dar armonía a todos sus hechos.

Hay algunos contados casos de hombres dignos, de uniones por amor de verdad, donde el hombre entrega la administración de sus intereses a la esposa, en tanto que él realiza las Empresas de trabajos, que es lo que en verdad le corresponde; si diera aquí cabida a sus informes, verían cómo en aquella moralidad y armonía subió su riqueza, sin interrupción, moderada y con alta moral, y todos sus empleados y trabajadores no sufrieron calamidades; y aun verán, en días señalados, componiendo todos una alma en la alegría y bendiciendo a aquella buena ministro de hacienda que se cuida hasta de las necesidades y desgracias de los subalternos, a quienes no tiene como tales, pues llega a considerarlos como parte integrante de la casa, y se suceden las generaciones de unos a otros, y todos trabajan en su categoría, y todos cubren por igual las necesidades. ¿Creerán que esos no son seres de alta misión moralizadora? Háblenle a aquel hombre de política, de componendas inmorales y les contestará: yo no puedo meterme en eso, me llaman mis obligaciones, que no debe desatender.

Pero surge una necesidad en el pueblo y lo verán ser el primero en acudir al remedio con su óvulo, no de forma de caridad, sino que manda a sus mismos dependientes, hasta para no recibir él las gracias, y dice que es un deber. Háblenle de otra mujer que no sea la madre de sus hijos, y lo oirán decir: yo tengo la mía y basta; pero en cambio, que sepa el desvío de un amigo y lo verán, sin mirar a la crítica, meterse a reconvenir y buscar el motivo y remediarlo; pero pregúntenle qué dinero tiene y dirá: no lo sé, eso es cosa de mi mujer; ella es la administradora, yo no le digo más que: aquí tienes esto de la venta de tal cosa, o fulano vendrá a cobrar por este servicio; pero véanlo en una obra o labor que haya que emprender y allí verán al gobierno entero de una nación, con tal previsión, que no hay cuidado de que yerren; el hombre da su plan, la mujer lo estudia, no para deshacerlo, sino para medir los valores; se cuenta la caja, las probabilidades de la cosecha, el tiempo que tardará en producir aquella obra, ya realizándola bajo el consejo de todos; en cualquier caso es la mujer la que mueve aquel mecanismo, que en su previsión vigila y oye a diario a su esposo, a sus hijos y, con preferencia, al peón o encargado de la dirección.

Pregunten a los trabajadores de aquella casa si envidian la suerte de sus amos, si harían algo en su favor, y oirán que son como sus padres y que trabajan con más amor que si fuera para ellos mismos y, por fin, les dirán: Dios quiera que nunca necesiten de mí, pero si lo necesitaran, yo trabajaría para ellos. De su amo hablan con la naturalidad que si fuese su compañero y con la confianza de que fuera su propio padre; pero de su ama, no se ocurra una broma siquiera, aquella mujer es para ellos como un Dios; es la providencia; todo lo ve, sabe cuando su pequeño necesita un pantalón, o calzado.

No teman que a esta mujer le llame la atención la moda, por vanidad, ni que miradas aviesas la envenenen, ni tema ir sola por parte alguna; lleva en su rostro marcada la felicidad, está en su centro, va respirando y dando amor, y con su pureza infunde respeto; habla con el hombre, conversa con la mujer y no hace ascos de alguna desgraciada, ni huye de ella, al revés, la llama, le da consejos acaba por regenerarla.

He ahí la mujer tipo; he ahí la familia patrón; he ahí el régimen de la Comuna: pero hay que buscarlo en la mujer libre y educada, como el hombre, y con el hombre, sin distinción de clase; deja a la mujer, cuando es joven, correr a donde su corazón la lleva; no le prohíban estar en la reunión de trabajadores, como en la conferencia académica, en el salón de conciertos, como en la música de la plaza; que recorra la ciudad y el campo; que se agite en el aire y el sol; no teman que se pierda porque ella tiene dignidad en la libertad, y su percepción es clara del deber que tiene que cumplir; pero en cuanto le corten la libertad, le pasará como al ruiseñor que se mete en la jaula, que no se le oirán sus trinos arrebatadores, tañidos de melancolía le oirán, y si no le dan suelta, morirá de tristeza.

Ya dije también que el Padre ordenó a los espíritus más experimentados, sabios y valerosos, tomar el sexo femenino cuando aparecimos en aquellas bolsitas y, por tanto, la mujer es siempre más valerosa, sabia y perspicaz que el hombre; se humilla porque, su mayor amor que el hombre, no le permite amargar, por su parte la existencia como alternativamente es hombre, como el hombre es mujer, en virtud de la Ley de Justicia e igualdad, tiene la fuerza suficiente para los trabajos físicos, como el hombre, aunque su constitución es más delicada, porque es más perfecta materialmente, y los cuidados materiales la eximen de trabajos rudos, destinado sólo al hombre en tiempos antes del progreso de que hoy disfrutamos, y que ahora ejecuta el hombre siendo no la máquina sino el director de ella, porque ese es el progreso impuesto por la Ley del Padre para los seres en el régimen de la Comuna de Amor y Ley.

Pero antes de ahora poco se le ha permitido a la mujer, por un egoísmo mal entendido, apoyado por la idea religiosa, tomar parte en los actos públicos y administrativos, ni entrar en las universidades, mas en lo poco que se ha permitido, y esto bajo prejuicios y predominio de programas poco liberales, se han mostrado algunos ejemplares que compitan con los preclaros hombres, lo que demuestra hasta la evidencia que lo cantado por la ciencia materialista de que la mayor o menor inteligencia depende en general, de la masa gris o encefálica, teoría que demuestra absoluta ignorancia de las leyes divinas porque la Ley de progreso, la materia del cuerpo es modelada por el espíritu ocupante, y se le prepara para sus necesidades en cada existencia

El espíritu que por justicia de la Ley debe tomar el sexo femenino trae, sobre su sabiduría por la experiencia de anteriores encarnaciones, la belleza, hermosura y atractivos, de toda naturaleza, en su estructura y esto, agregado a la sabiduría que posee, según su grado de progreso, de la superioridad sobre el hombre en sentimientos y en amor, y como esto es lo que constituye el progreso espiritual, y de los conocimientos científicos posee lo mismo que el hombre porque él ha sido, será siempre la mujer superior a él y esto está demostrado en mil casos, aun en la falsa educación y nula de la mujer (ya hoy ha cambiado mucho).

La mujer no sólo viene a ser madre, viene a ser la armonía de la sociedad, y prohibirle a la mujer tomar parte activa en armonizar a la humanidad, es hacer el descontento, es lo mismo que querer interpretar un melodía sólo con los bajos y el bombo de una orquesta.

No, hermanos míos; la vida en el mundo es una armonía en la que toman parte todas las partes que lo componen, y la mujer es parte integrante, principal y primera porque es media humanidad, en número, y más de media en sentimientos generosos, y entera cual el amor, porque de éste es la depositaria; y los hombres tienen amor porque lo reciben de la madre en el primer beso, al nacer, en los arrullos en la infancia, en el néctar de sus pechos y en todo los momentos de su vida.

¿Cómo, pues, relegas a este ser, que es tu madre, y lo esclavizas y condenas al no ser, porque no le permites hacer las leyes más primordiales que deben regir a la humanidad?

No digas que la mujer es inconstante, libidinosa, distraída, ni ninguna de las que acostumbras decir, porque te engañas, pues si así fuera, no vivirías tú; ni digas que carece de talento, porque tendrás a la vista ejemplos, de tu misma madre, que harán colorear tus mejillas porque fuiste un desengañado al no seguir su consejo; di más bien que la participación de la mujer en todos los actos de la vida te prohíbe a ti ser libertino, y te confesarás como eres.

En consecuencia de todas las consideraciones anteriores, el hombre comete un acto criminal en monopolizar la legislación, abrogándose derechos de supremacía que ni la Ley humana puede consentir ya.

Comete el hombre delito de lesa humanidad al prohibirle a la mujer la libertad más absoluta, porque resulta un premeditada esclavitud.

Comete el hombre un sin número de crímenes al no dar a la mujer la libertad de buscar a su afín para su unión, y da motivo para que ella se entregue a otro cuando, por causa de la frialdad natural y del hastío causado en la vida por la unión de conveniencia, el esposo pasa largas horas de la noche y aun todas las noche fuera del hogar.

Comete el hombre la más burda arbitrariedad al mantener en la ignorancia a la mujer, pues a causa de ella busca expansión a su inteligencia y sólo se le ofrece la religión donde por todas en este Código, no debió de entrar jamás, porque allí se le dio el veneno que faltaba para anestesiarse, después de las imposiciones y yerros de la leyes civiles y sociales, resultando así la mujer en su trinidad de cuerpo alma y espíritu, de cuyos delitos acuso a cada hombre en particular, a la sociedad, así llamada, en general, a los gobiernos sus y legisladores y, por todos, a las religiones y por todas ellas a la católica y cristina.

Por tanto declaro a la mujer parte integrantes de la sociedad, con todos los derechos, como el hombre, de intervención en todos los actos públicos y comunales, y apta para legislar y ocupar el gobierno de los pueblos y de la Comuna; e invito a las mujer a reclamar y tomar sus derechos, y reclamamos nulas todas cuantas leyes tienen los pueblos en las que se le nieguen los derechos que las leyes divinas le conceden, hasta llega, con fruición, a la Santa Comuna, fin para la felicidad de los mundos y sus humanidades.

El uso de la carne es ley de la naturaleza, y ella es amor

Antes de tener la pluma para escribir este capítulo me he pasado la mano por la frente tres veces, y eso que sobre mi está el Espíritu de Verdad (Maestro de maestros), que con su solpo me guía; pero es tan complejo este asunto, se ha condenado tanto en letras, se ha prejuiciado tanto a la humanidad en los más bello y sagrado de la Ley de la naturaleza, que por doquiera se mira, parece que hace ase un horroroso crimen al cumplir con la Ley más sublime, por la cual aparecen los seres que han de llevar a buen término la obra de creación del mundo al que las familias de espíritus pertenecen, por un período más o menos largo, para después pasar, en comunidad, a ocupar otro mundo más perfecto, al que rige, sin embargo, la misma Ley, y en el que igualmente nacen los seres de una mujer, y por obra de varón, después de sus apariciones en las mágicas bolsitas.

Sólo yo, he sido mandado por el Padre para enderezar, por última y definitiva vez, los entuertos de los hombres de la Tierra y para lo cual, como espíritu, aprendí tantas cosas en mundos mayores y ahora, mientras corre mi pluma sobre el papel, mi espíritu se va hasta ellos, ve y rememora lo que ya sabía, y aun vienen a mí los maestros de aquellas humanidades y me hacen oír su voz y sus cantos de amor.

Sólo yo, repito, podía acometer estas tareas de decir las cosas claras y desnudas, sin temor al "escándalo", como lo llamaría cualquier religioncilla, aunque ella fuese la cristiana, que por ser falsa es apócrifa hasta su nombre, como lo probé históricamente en otro de mis libros.

Al ser falsa tamaña el uso de la carne, ¿Qué castigos merecen los de la grey cristiana, que no sólo hacen uso, faltando, según ellos, a la Ley de Dios? Sí que también al voto, para ellos sagrado, de castidad, y quebrantando el celibato, carácter esencial del ministro del Dios cristiano? ¿No son ellos sabios de la Ley católica? ¿No son ellos ministros de Dios? ¿No tienen que parecerse a los ángeles? Si esto es verdad, ¿Por qué roban ellos la carne? No podrán decir que no es verdad, porque doquiera hay pruebas de jóvenes seducidas, de esposas deshonradas, y miles de monjas que han sido madres, o han podido serlo, de lo que un registro médico nos sacaría de dudas; pero es bastante con los miles de autos que tienen los tribunales, y eso que ni el uno por mil de los hechos son descubiertos, por la clausura de los conventos.

Mas no vea nadie en esto una acusación individual; recalco los hechos para que, a la par que condeno la falsedad de los preceptos y dogmas de la causa Iglesia, tomarlo como prueba de que la Ley de la carne nadie la puede burlar ni engañar; pide lo que es suyo, lo que la naturaleza le ha dado para perfeccionarse y perpetuarse, y es oponerse a una augusta Ley que complementa las leyes divinas al no usar de la carne con medida, a su tiempo y por modos naturales.

El espíritu tiene goces sublimes en percepción del Creador, en la comprensión de su grandeza y de sus admirables leyes y el alma no podría menos de tener goces equivalentes y relativos en aquello que embellece y progresa con su trabajo, y con lo que convive una y miles de veces, y ésta es la materia de los cuerpos animados.

Pero la naturaleza ha sido tan sabia que ha puesto toda la fuerza de sus esencias, en combinación con las substancias y órganos más delicados y las fibras más sensibles del cuerpo animal, para que sublimice por mil casos y sienta la materia deseos y la necesidad imperiosa de unirse los seres y hacer vibrar en armonía sus órganos, produciendo ese hecho el placer más sublime que tiene la naturaleza, por la cual viene la procreación de los seres, por lo que se llama amor. Es cierto que es amor de la materia; pero la naturaleza le ha impreso toda la fuerza y armonía de sus esencias para que los seres se amen y se igualen. Pero es necesarios que esta mismas esencias metódicas en los seres racionales, para que produzcan los efectos de la naturaleza humana.

En los animales, que no tienen discernimiento, lo ha regulado la naturaleza en tal forma, que es necesario que la hembra sienta la necesidad de la reproducción, de lo contrario, el macho nada seguirá. Y esto debería decirle mucho a los hombres, no sólo en lo relativo al respeto debido a la mujer, porque es la que se expone a grandes sacrificios en su cuerpo, por un momento de goce, sí que también ayudarles a comprender que esa Ley es sagrada, es obligación de obedecer la Ley para dar vida a otros semejantes cuando a ello la máxima Ley nos llame a cumplirla.

La unión de los seres es igual en todas la s especies del reino animal; la germinación en el reino vegetal, hasta en el cual existen machos y hembras, hasta la palmera por ejemplo, no da fruto si cerca, o entre ellas no hay un macho, nos dice claro que la reproducción es por la unión de los seres, y se promiscuan por medio que la naturaleza les ha preparado y, por lo tanto, en los racionales usar de esta Ley, que por la intimidad y la afinidad que debe haber pasa a ser la prueba de amor entre dos seres y no usarla es contra la Ley natural y divina.

Edad en que los seres pueden hacer uso de la ley de carne

Es muy seria esta cuestión hoy, pero no lo será luego que el amor puro reine entre los seres, y éste pondrá la norma a los individuos, mayormente cuando lleguen a tener clara percepción de las leyes divinas, y el régimen comunal pondrá a salvo las grandes necesidades que hoy siente la humanidad, que la desequilibra en todos sus actos.

La humanidad tiene, en todas sus generaciones, tres épocas; la de educación, la de fuerza y la de sensatez; la primera nunca será la edad de procreación, pues sólo tiene, la naturaleza de los seres, fuerza suficiente para hacerse útiles a la sociedad y desarrollar su educación y fuerzas físicas; la segunda, la de la fuerza, es la de la procreación: el trabajo y el estudio de ciencias y conocimientos superiores pondrá límite y cordura al uso de la carne que, con debida instrucción y deberes de cada uno, no será difícil habituarse al uso moderado, del que resultarán hermosos vástagos; la tercera época, o de la sensatez, no es decir que no pueda el hombre procrear, pero como su compañera ya ha pasado de la regla, guarda en su naturaleza sólo el amor para su compañero y para ella misma; entonces está el amor acendrado y reposado en una y otro, y la naturaleza está satisfecha de su cumplimiento y no les niega su pago del goce supremo de la materia, que se prolonga por largo tiempo si el hombre fue comedido en su juventud, y es raro ver hombres de ochenta años aún con vigor, lo que no sucede con los que abusaron sin medida de sus fuerzas, quedando vergonzantes e impotentes a los treinta años.

En nuestro mundo raquítico hasta eso pasa pronto con arreglo a la vida de las generaciones, que a penas es una existencia nada comparada con la larga vida de los seres de otros mundos, está bien equiparado.

Nuestros vecinos de Marte, viven el doble que los de la Tierra, pues sus años son el doble de largos que los nuestros y su régimen comunal les permite una más completa salud y vitalidad que a los de la Tierra hoy, y el uso de la carne, por tanto, es doble de largo, como todas las demás cosas.

Pero en Sión (Sirio) y demás mundos de perfección, donde el amor se respira en la atmósfera, he presenciado cantos y escenas de amor que sólo en espíritu las podemos soportar los hijos orgullosos de la Tierra: si nos fuese dado presenciarlos en cuerpo, estallaría nuestro corazón, y para aquellos felices habitantes que fueron tan felices como lo somos hoy nosotros, son tan naturales como son para nosotros nuestras emociones de amor; todo está en la Ley: allí, "la mujer da cien hijos en una sola existencia; nuestro año son l0 días de los suyos, y un siglo de ellos son nada menos que 3,600 años de la Tierra, y el hombre allá conserva su vigor siempre.

Allí, sin embargo, la Ley es, como aquí, y en todo el Universo, para la procreación y no es de otro modo que por la unión de los seres que, aparte de la gran perfección de la materia, de nuestra misma estructura, de los mismo miembros y de los mismos órganos para la procreación.

Con la educación correspondiente, de los dos sexos, la naturaleza marca la edad de la procreación y el uso de la carne, pero debo decir que en la mujer, salvo condiciones anormales, lo marca su salida de la pubertad; y en el hombre, cuando sus facultades demuestran capacidad para educar al niño, esto en general; pero si los padres o maestros tienen conciencia de la educación del varón, la edad de 21 años arriba será adecuada a los fines de formar familia, salvo que la Ley de los afines adelante la edad.

Comentario:

Así como ustedes se estremecen de repugnancia y de horror con la lectura de algunos de los párrafos anteriores en que he descrito las faltas que se cometen a la Ley por los supremáticos, por los religiosos, ahora veo satisfecho que la lectura que acaban de escuchar la han recibido con toda naturalidad, sin prejuicios, sin escrúpulos tontos.

Todos comprenden la razón que tuve para tratar ese asunto en la forma que lo hice que, para los prejuiciados, sería altamente inmoral y cruda; sin embargo, ustedes la han recibido con toda su razón, conformes en que los conceptos allí expresados están dentro de la más pura lógica.

El uso de la carne, de que tanto miedo tienen de hablar las filosofías y las religiones, para ustedes debe ser conocido en su forma más pura y natural, puesto que del uso de la carne es de lo que se vale la Ley para la procreación; como se los he dicho, no tan vedado para nadie; a nadie se castiga porque tome lo que tiene derecho, porque satisfaga el deseo que sus instintos le piden o porque cumpla con el mandato de la naturaleza, y proporciones a su materia la satisfacción que reclama.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente