Así haciéndoles ver esto y demostrándoles la pobreza de sus mentes, en materia, no crean que la Comuna se establecerá dentro de una semana o mese; apenas es la preparación, la evolución que sufre en estos momentos toda la Tierra para que, poco a poco, la humanidad, tan atrasada todavía, vaya comprendiendo esos principios, vaya buscando esa orientación.
Comparen el principio del 6º día con el fin del mismo; ¡Cuántas conquistas! ¡Cuántas maravillas, sobre todo en el siglo anterior, que es el que pueden recordar mejor porque está muy cerca de ustedes aun ahora.
Si el 7º día va a ser largo, no pueden siquiera tener una idea porque nosotros no se la podemos dar puesto que no la comprenderían, del grado de progreso al través de esta etapa de maravilla, de esta etapa de conquista y de triunfo.
Así pues, no crean que después de estos acontecimientos vendrá de lleno, de súbito, el establecimiento de la Comuna. Ya ven cuantos ensayos, cuantos fracasos, cuantas sorpresas y cuantos sucesos que los llenan de estupor.
Observen y estudien hermanos míos; hagan acopio de toda su experiencia, de toda su luz para que vayan desentrañando lo que a ustedes mismos les parece incomprensible.
No juzguen las cosas por lo pequeño, véanla en conjunto, véanla en grande. Ver la idea que se lleva, el fin que se persigue.
No esperen, como creen muchos, que la Comuna se establezca, como se los dije ya, dentro de unos meses, ni siquiera dentro de algunos años; pasará mucho tiempo todavía, la humanidad seguirá ensayando, seguirá buscando, porque la mayoría son
Ciegos aún, pero volverán ustedes, que son ahora precursores de estas doctrinas, que son las únicas que le darán la verdadera luz, y entonces vendrán como maestros y sus vidas serán más agradables porque se les darán más facilidades, como ya se lo he dicho otras veces.
Tenga paciencia, observen y estudien, pero no se queden cruzados de brazos; luchen, ahora tienen mayores obstáculos; demuestren, otra vez les digo, su fe por sus obras y sigan adelante, que todo es progreso y todo es triunfo.
La marcha de la humanidad de la tierra. el día del triunfo
Grandes descubrimientos debe encontrar, en esta relación, nuestra aún naciente astronomía que se debate en el campo de las hipótesis por no haber entrado en la razón espiritual.
Pretender sujetar las leyes del espíritu a las leyes de la materia es mayor locura que ponerse a agotar los mares, puesto que estos pueden ser agotados, transportados, conforme a las leyes de la Creación, y conforme a otras, también secarse; en cambio, el espíritu la única metamorfosis que sufre es la del progreso, porque esta es su Ley.
La astronomía se ha ido a lejanas regiones para estudiar, teniendo en casa las cosas sin poner en orden, ni reglamento, por lo que sólo ha podido hacer hipótesis; pero esto no es más que hijo del prejuicio y de la materialidad, amén del orgullo, por lo que nunca tres astrónomos están de acuerdo en una hipótesis.
El telescopio está sujeto a leyes materiales y jamás podría, por si, revelar las cosas espirituales; pero llega al límite de lo material, desde donde debe ser substituido por la razón espiritual ahondando con el pensamiento, vehiculo de la razón, pues entre las dos forman las dos alas del espíritu; y si éste sabe batirlas, llega desde el límite del telescopio al límite del progreso del espíritu, desde cuyo límite es substituido por la comunicación de los habitantes de aquel límite, y así, sólo así, se llegará al infinito, por grados; pero es cordura y sabiduría no subir al segundo escalón sin haber aprendido y pisado el primero.
Es cierto que todo lo que han hecho hasta el día no es más que desdecirse de lo que, en sus existencias anteriores, han afirmado; sepan que Ptolomeo, que tuvo la candidez de afirmar que la Tierra era el punto fijo y central del Universo, es uno de los más ilustres astrónomos recientes, y ya ven todos lo que hoy sostienen y afirman; sirva esto de base para espiritualizar el telescopio, que sólo se debe servir como guía del mundo al que se quiere dirigir a estudiar; si sabes que no están locos, ¿por qué temer el desdoblamiento, que, a pesar de todo, lo hacen, pero matan sus efectos por falta de razón y fe en ustedes mismos?
Hay otro punto que les devana los sesos, porque ven esos mundos, (que a regañadientes llaman mundos), y siempre los llaman estrellas, que cambian de color y líneas más brillantes u opacas en cada fotografía; y a pesar de haber descubierto el secreto, permanecen para ustedes en el misterio esas variaciones, naturalísimas por la radiación de uno o más luminares, o satélites, rotaciones, alejamientos y otras circunstancias.
Ustedes se debaten en esas alturas y no han explicado aun la Tierra y hacen miles de contradicciones sobre la luna; y hasta hay quien se ha atrevido a decir que la Tierra procede de ella: pero un punto sobre esto dejé dicho atrás, y doble estudio tendrán cuando tengan pronto para estudiar otro satélite que, como el actual, saldrá del globo de la Tierra.
Pero donde se ve mayor. ¿candidez? ¿Aberración? (no quiero suponer ignorancia) es en la cuestión cometaria.
Recuerdo todo lo ameno de los anuncios del cometa Halley; por unos "iba a perecer la humanidad envenenada", por otros, "asfixiada de calor", y por otros "en la mayor algaza y baile". No, mis hermanos, en el Universo no hay más que una Ley, aunque haya eternas metamorfosis; pero éstas nunca alteran la Ley.
Los cometas son de dos clases, que se dividen en tres, pero son cosa y dependen de una sólo causa, de la eterna Creación.
Unos son mundos en formación, y éstos no pueden estorbar las órbitas de otros mundos, en su vida vegetativa, por leyes que saben; otros son mundos de disgregación, y estos no pueden tener órbitas, porque ya perdieron la suya; éstos, como veremos, nos dan mil fenómenos de estudio; los otros, por fin, son el haz luminoso de los espíritus de un mundo feliz, que terminó su misión.
Astrónomos, físicos, químicos, matemáticos, geólogos, filólogas y naturalistas; en el Séptimo día tienen que saber y enseñar y hacer comprender hasta al último individuo de nuestra humanidad. La verdad real de las cosas; la eterna universidad tienen abierta y les señalo el primer jalón; desdóblense siempre que dirijan sus aparatos al espacio.
Comentario:
No ha mucho que la humanidad no sabía como era la Tierra; se afirmaba que era cuadrada, se aseguraba que era larga y se abismaban pensando que habría del otro lado.
Durante el 6º día vinieron ya espíritus grandes que traían el recuerdo del espacio, de sus otras existencias pasadas en otros planetas desde donde contemplaban ya a la Tierra en formación.
Poco a poco se ha ido acercando el hombre a la idea verdadera; pero si les hablo de los adelantos realizados durante el 6º día ¿cuáles serán los que se hagan en 7º día? ¡Qué difícil es adivinarlo, que difícil comprenderlo aún!
Según el grado de progreso de cada espíritu es la elevación que alcanza al desencarnar. Poco pueden ver la mayoría, otros un poco más y mucho más los espíritus que a través de muchas existencias y de grandes dolores han alcanzado una perfección relativa, y así los que se elevan poco y vuelven a la Tierra, no traen más recuerdo que su Tierra y su Luna, que es lo que han podido contemplar.
Los que se elevan un poco más ya tienen una idea de nuestro sistema planetario; pero los adelantados y progresados, los que puede decirse que se asoman al infinito, cuánto ven y que duro es para ellos encerase en la cárcel de la materia en su mundo Tierra. Ahora comprenderán cuan grade es el sacrificio, qué doloroso, qué difícil es para los espíritus superiores venir a encarnar a nuestro mundo, a sujetarse a una materia tosca, a una materia gruesa, a ser incomprendidos porque son ellos los luminares y, naturalmente, los combatidos, las victimas, como han visto en toda la historia de la humanidad.
¡Qué pobre resulta su pirotécnica, pero ella les puede dar una ligerísima idea, la idea que sus mentes humanas pueden comprender, de lo que es una fracción, una ligera visión, del infinito.
¡Cuánto se goza, hermanos míos.. se vive en éxtasis y en embeleso supremo contemplando las bellezas del espacio! ¿Cómo podérselas describir?
Muchos de sus grandes músicos han escuchado las músicas del espacio. Esa música producida por la rotación de los mundos, por la proximidad de los espíritus de luz. Las combinaciones de luces se traducen en música y a través de sus materias ellos pueden percibir algo y así dárselos a conocer, pero qué lejos está ¡qué lejos! De la música que con razón han llamado "música celestial", no habiendo otro objetivo para los seres humanos que creen en la existencia de un cielo y una gloria, pero, ya saben, es la música del espacio, es la música del infinito y de las altas luces.
Cuanto quisiera pudieran acompañarme, que pudieran transportarse para que contemplen esa gama de colores, de luces, que no a muchos les está permitido todavía.
Son infinitos los colores que se observan; son millones de mundos de distintos colores. ¡Qué luminosos! No hay ojos humanos que se lastimen con esa luz porque se contemplan con los ojos del espíritu, y si pudieran ver un núcleo de espíritus elevados, de espíritus perfeccionados, cuanto los arrebataría ese espectáculo que sólo en el espacio se puede contemplar.
No crean que todo el desencarna puede contemplar lo que les estoy diciendo, no; ya les he dicho que se eleva cada quien según su grado de perfección; pero que yo haya querido hacerles ver en el capítulo que acaban de leer, ¡qué pobre idea tenía aunque lo recordaba en materia, d lo que puedo observar hoy, de lo que he dad una pequeña visión a la facultad que utilizo. Estaba embelezada y respeté su éxtasis antes de utilizarla. La hice contemplar algo de lo que en materia es permitido. es tanta la grandeza del infinito. es tanta la sabiduría de ese Padre.
Si pudieran ver cómo recorren los mundos sus órbitas, cómo todo está en perfecto equilibrio, cómo es el ambiente que rodea a cada planeta de esos que llenan de estupor a sus sabios, que ni siquiera han admitido que estén habitados y se hacen hipótesis a cerca del significado del color que cada uno presenta, sin saber que ese color lo da el grado de progreso de la familia espiritual que lo habita.
Muy hermoso es este espectáculo, hermanos míos, y si pudieran ver las líneas del pensamiento. cómo giran, cómo se elevan, son saetas de luz de diferentes colores, y cómo van hacia un centro y ese centro vibratorio los difunde en ondas hasta donde deben llegar, porque todo obedece a las leyes supremas, todo obedece al equilibrio universal.
Pudiera habar con ustedes muchas horas acerca de este tema, pero esto es lo que debían saber.
Esperen confiados en ese supremo momento de vuestra libertad; espérenlo llenos de gozo porque entonces conocerán la verdadera libertad y con sus ojos espirituales contemplaran el espectáculo más grandioso que puedan haber soñado, porque en sus existencias anteriores, en los lapsos de libertad que tuvieron, no estaban aún a la altura a que están ahora y cuando desalojen las materias que les sirven ahora de instrumentos, se elevarán cantando hosannas de alegría, entonando aleluyas en el momento supremo de su desencarnación.
Ánimo, hermanos míos, es muy poco lo que les falta. Han luchado heroicamente; son los bravos soldados alistados en mis filas; ya saben que su General los aguarda y en el momento de su liberación los recibirá en sus brazos.
Los espíritus en su marcha triunfal
Cuando la humanidad de la Tierra llegue al límite del progreso que ésta puede dar al espíritu, habrá llegado el fin de este mundo, para sufrir la metamorfosis que veremos en otro párrafo.
En ese momento feliz la humanidad habrá cumplido sus expiaciones, y el espíritu lleva, en valor de fuerza y sabiduría, representado en luz, el valor material de los mundos en que ha vivido, y ya necesita otro, también material, como lo son todos para nosotros, pero de materia quinta esencial, que es el valor del espíritu en el primer límite de este grado; para el espíritu, en ese estado, ya no existe el mal, porque éste sólo existe en la ignorancia y el espíritu ya es aprendiz de la eterna sabiduría, ya es bachiller, en los conocimientos generales, para elegir la carrera que en verdad ha de seguir en el mundo mayor que luego ocupará, que describí en otra parte; que está en el período de vegetación y es ya una maravilla.
Pero antes de ocuparlo, antes de sentar nuestras plantas y revestirnos de aquella materia, ¡Oh que carrera más divina, qué marcha de triunfo por todo el plano primero haremos, de placer, cantando el hosanna de los vencedores a Eloí, y recibiendo los saludos de todos los mundos de la cosmogonía, en justo descanso por un momento, de larguísimos siglos de titánica lucha!
El Espíritu de Verdad, que ilumina la Cosmogonía del plano primero, formará una luminosa rosa, y rodeado de los fragantes pétalos de todos los espíritus de la Tierra, figurando un gran cometa de luz y armonía, nos presentará a nuestro Padre en la materia, el Sol, del que se incorporarán a nosotros sus maestros para presentarnos a los mundos de su sistema, nuestros hermanos y así, de mundo en mundo, de constelación en constelación, de nebulosa en nebulosa, seremos presentado a toda la Cosmogonía, hasta llegar a la 7º nebulosa, donde encontremos el Tribunal del segundo Plano, y cantando hosannas volveremos al centro de la Vía Láctea, a la gran Sión, donde aprenderemos el principio de la dicha de aquellas felices humanidad, en que la mujer da 100 hijos en una existencia. ¡tan largas son!
En el tribunal de Padre, que allí tiene su asiento, seremos visitados por los maestros de los mundos, hasta los del Plano Quinto, y tocaremos el término de nuestra marcha triunfal, para empezar otra etapa de trabajo y estudio en el mundo de dicha que estará preparado por la Ley de Afinidad para recibirnos, que ya lo señalé en la Constelación de Orión
¿Cuántos siglos habrán transcurrido en esa marcha? Sepan nada más que la luz tarda en recorrer la Vía Láctea 15,000 años y que hemos de recorrer 7 y media nebulosas. ¡Oh! ¡Cuántos astrónomos de mundos que están como la Tierra está hoy al empezar su Séptimo día, se llenarán de pavor a nuestra vista, aunque sólo beneficio les llevaremos, como nos lo traen ahora algunos de esos cometas que nos visitan, que se ven muchas veces en diferentes épocas, por los movimientos de los mundos y la marcha de esos mensajeros.
Habrán pasado muchos siglos, pero estaremos en el presente eterno y lo comprenderemos mejor por nuestra sabiduría.
Trabajemos, pues, en el amor del Séptimo día, preludio de tanta felicidad, pero no olvidemos que han sido desterrados hermanos nuestros, y en este día nuestro amor debe llegar a raudales hasta ellos, y que seremos aun mayores si nuestro amor consigue que ellos pidan la Justicia, la sufran y entren y entre en el Séptimo día, que nosotros ya terminamos.
¿Qué será de la tierra después del séptimo día?
Ya he iniciado atrás, la disgregación de los mundos, muchos de los cuales vemos y tememos como cometas peligrosos; pero no, hermanos míos; nadie los tema y si vea en ellos el cumplimiento de la Ley eterna de la Creación y la transformación.
Los mundos y sus humanidades cumplen una misión en cada estado; y una vez cumplida, sufren la metamorfosis que les corresponde, siempre en ascensión; la materia y el espíritu son una misma y única sustancia, en diferentes grados, y la divina Ley nada olvida.
La Tierra, no teniendo más que dar a sus moradores, éstos llevan su vida creadora; han cumplido como madre amorosa y ha perdido, con la emigración de sus moradores, toda la vida que tomó del lago infinito, y abandona su ruta, guiada por la Ley. La eterna metamorfosis.
Como el alma, que unida a la materia llegó a su mayoría y se emancipó, queda también con un gran archivo de moléculas que piden, cada una, su centro de atracción, para formar parte de otro cuerpo afín, pasando por pantógeno, donde se cargan de vida, y van a agregarse todas esas partículas a otros mundos.
Esto explicará a la astronomía, tan variadas teorías de los bólidos, aerolitos, etc., y aun gran parte de las estrellas fugases, aunque éstas, en muchos casos, son espíritus que cruzan de mundo a mundo, dejándose ver de los encarnados de otros mundos.
Por tanto, el fin de la Tierra es su disgregación, para ir alimentando otros mundos en desarrollo, como ella ha recibido partículas de otros que se disgregaron y le prestaron vida y ayuda.
He ahí cómo la justicia del Padre se cumple en todas las cosas y no olvida el más insignificante detalle; todo nos conduce al estudio y admiración de la eterna Ley de Amor, cuyo legislador es el Padre, al que sólo le pagamos con la admiración en espíritu y en verdad, quien ya no dio su nombre universal ELOÍ.
Comentario:
La Ley es una, la estancia una.
La simiente más pequeña, casi microscópica, que se pueda conocer, lleva en sí el germen de la vida. Es un conjunto de moléculas unidas por la Ley de afinidad, entre todas ellas se verifica el fenómeno; germina una nueva vida. Dentro de aquel pequeño grano calentado por la luz del sol, regado por el agua, riquísima en sustancias, depositada en el seno de la amorosa Madre tierra, ese conjunto de moléculas se fecundiza y de allí nace una planta, una planta que crecerá y dará flores y frutos, y ese fruto será el alimento para el hombre, para los animales, o dará otras sustancias necesarias para mil usos de la humanidad.
En cuanto se rompe ese recipiente, esa pequeña cascarita que sirve de placenta a ese conjunto de moléculas que dan origen a una nueva vida, esa cascarita se seca, se disgrega y va a formar parte, por la metamorfosis, de otras cuerpos, de otros seres.
Ese fenómeno se observa en toda la Creación, se verifica en todo el infinito. Hoy es la simiente, es huevecito. ¡Qué maravilla! Me dirán. Piensen hermanos míos, a cuanto estudio se presta el desarrollo de un pequeño ser dentro de un frágil huevecito. Ya ven cómo, en cuanto sale el polluelo, esa cáscara se seca, se disgrega y, por la metamorfosis, pasa a formar parte de otros seres, otros cuerpos.
Sigan estudiando y verán cómo es la placenta humana en que se forma el niño; también, cumplida su misión, se arroja y se devuelva a la tierra para que allí, igualmente, por la metamorfosis, fecundice otros cuerpos en formación alimentando otros seres, constituyendo otras cosas.
Ese fenómeno, que se cumple desde la microscópica simiente, se observa también en la disgregación de un mundo.
Ese mismo fenómeno se verifica en la Tierra, porque ésta amorosa madre, placenta que sirvió para la gestación de tantos productos que habían de alimentar y sostener al hijo predilecto, al espíritu encarnado, al hombre, cumplida su misión, por la invariable Ley de la metamorfosis se disgrega también y así como la pequeña simiente, lo mismo que el huevecito y la placenta que albergó al tierno niño, la tierra, inútil ya para ese fin, se convertirá en polvo que irá a enriquecer a otros mundos, siguiendo así la eterna cadena de la vida continuada.
Es algo tan hermoso, hermanos míos, que quisiera reflexionarán acerca de este fenómeno por el que, más que ningún otro, deben admirar la sabiduría, la grandeza y el amor infinito de nuestro Padre Eloí.
Fíjense cómo todo es lo mismo; en nuestro tiempo material la disgregación de una cáscara, de un huevecito, de una placenta, ocupa el tiempo necesario, según su tamaño y consistencia. En el eterno presente del infinito todo es igual y la disgregación de un mundo es como la de una frágil cáscara de una de sus microscópicas simientes. La Ley es una, hermanos míos, la sustancia es una, uno es el principio y uno es el fin.
Estudien este punto tan hermoso dejado para el final del libro.
Piensen en lo que son y en que ustedes también ahondarán sus materias una, cien, mil veces, las que obedecerán siempre a la misma Ley y, por la metamorfosis, irán a enriquecer otros cuerpos u otros seres.
No amen sus materias con pasión, ya saben que sólo son trajes que se les dan para una representación, que ya han vestido miles de ellos y que vestirán aún muchos, muchos más. Cuídenlos porque son los que les sirven para desempeñar la misión que llevan en cada encarnación, pero no crean, como la mayoría de los hombres, que el cuerpo es sagrado, y que requiere mayor atención de la que se le debe dar. Ya saben que están, como todo, sujetos a las inmutables leyes del Universo y que en cuanto la materia cumpla su misión no hay nada que la pueda conservar, ni se debe tampoco.
No amen, pues, con pasión; no sean ególatras de un cuerpo que sólo les ha servido para cierto lapso de tiempo material y que es una de tantas envolturas de que se han valido, Hagan buen uso de ellas, pero piensen en la evolución de todas las cosas, de todos los seres, de todos los mundos.
Es un punto profundo y hermoso para estudiar. Piensen, mediten sobre él y con eso quedará contento y satisfecho su Maestro.
Muchos les habrá inquietado en la lectura, un tanto acerba, de mis acusaciones; pero ello responde al cumplimiento de mi deber. El mal está muy profundo y arraigado, y no es posible hacer la autopsia sin desmenuzar y triturar los huesos y las moléculas, para determinar las causas de la enfermedad.
Mucho les habrá inquietado en la lectura un tanto acerba, de mis acusaciones; pero ello sólo responde al cumplimiento de mi deber. El mal está muy profundo y arraigado, y no es posible hacer la autopsia sin desmembrar y triturar los huesos y los músculos, para determinar las causas de la enfermedad.
Pero por mucho que les duelan mis acusaciones, no será seguramente tan profundo su dolor como el que yo he sufrido, porque en mí se reconcentra el conocimiento del padecimiento de toda la humanidad, y por bien empleados daría mis sufrimientos y mis lágrimas. sí, mis lágrimas. porque las he derramado ante tantas iniquidades; si les aprovechara esta medicina, amarga como todas las que son eficaces al cuerpo humana.
Y si para el cuerpo transitorio se usan con afán los medicamentos, se echa mano del escarpelo, y aun no se vacila en la amputación de un miembro para librarlo de la gangrena al resto del cuerpo, ¿qué no se deberá hacer para librar al espíritu, que uno solo tiene más valor que todos los cuerpos juntos, en la material?
Esto lo comprende el Juez que la Ley lo señaló, y quiere hacerlo saber y comprender a todos sus hermanos; y en su amor, en cumplimiento de mandato del Padre, que me mandó llevarle a sus hijos, tomé la decisiva determinación de la amputación, y pedí la justicia suprema de la Ley divina, cuyo tiempo se había cumplido, y descendió hasta mí el Espíritu de Verdad, con todo la Cosmogonía, y se amputó el miembro que no quiso curarse, y el día de la firma de la sentencia, en el Juicio final, fueron expulsados los que no quisieron acatar la Ley de Amor, en la Comuna, porque estaban aferrados a la supremacía, causa original de todos los males de la humanidad.
Hecha esta amputación se limpiaron los espacios de las negras tinieblas que aquellos espíritus hacían, y quedaba su grey en la Tierra con la enfermedad latente; pero estacionada en ellos mismos, porque no pueden sus espíritus ir al espacios a recibir la ayudad que aquellos les prestaban, pero raíces tan extendidas, que alcanzan y envenena a todas las clases de la sociedad en el mundo todo. He ahí la causa de mis estudios de tantas miserias, de mis acerbas acusaciones, sin mirar sexos ni clases, acusando y reprimiendo dondequiera que hallaba el virus, ya fuera en el prejuicio y la plutócrata y el celibato religioso.
¿Más quién de parcialidad o despecho? ¿Quién de odio ni venganza, o sedición? Yo quiero lo que el Padre quiere: la salvación de todos mis hermanos. Yo soy la acción de la Justicia, el portador de la verdad pura y única, y represento, entre mis hermanos de la Tierra, al que tiene la justicia y la verdad del Padre, que es el Espíritu de Verdad, que todos esperaban y llegó.
Pero la verdad es dura y amarga, y no puede vestirse de ningún ropaje que la envuelva y la desfigure, como la han vestido las religiones, hasta el punto de no poderla encontrar en ninguna, que me pudiera servir de punto de partida, y hube de ir a traerla del mundo de la Verdad; y, en Sión (Sirio), se me entregó en pleno Tribunal del Consejo del Padre; pero para bien de la humanidad, traje, con la amargura de la verdad, el lenitivo almibarado del santo y puro Amor, en el que se han cifrado todas las leyes del Creador y así, la Ley es sólo Amor.
No era tarea fácil hermanar la carne y el espíritu, porque las religiones los habían declarado enemigos irreconciliables; y, sin embargo, los mismo que hundían la carne en artículo de fe, vivían de ella y no se han saciado nunca, llegando a la mayor quimera de anteponerse a la santa Ley de Procreación, con el celibato, y ha causado el desconcierto, y han sacrificado millones de vidas, que al fin tendrán que pagar, dando vida a los que mataron.
¿Puede darse mayor aberración que condenarse uno a sí mismo al no ser? Pues eso hacen con el celibato; porque si todos los individuos comulgan en ese absurdo, cumpliéndolo, poco tiempo sería necesario para acabarse la humanidad; pero al Padre nadie lo burla, y en su sabiduría saca bien del mal y hoy queda santificado el amor de la carne, dentro de su Ley, que sirve de base al puro amor del espíritu, y así se consigue unir las dos potencias: la materia y el espíritu. Esta es la armonía del Séptimo día de la humanidad de la Tierra, en cuyo primer siglo, de la Nueva Era, quedará establecida la Comuna de Amor y Ley, con la que acabarán todas las miserias que el mundo ha presenciado, y la materia sirve al espíritu viviendo en la unidad, porque "fueron y ya no pueden ser que no sean".
Tremendo y peligroso fue el cargo de Juez, que por mandato y de orden del Tribunal superior, hubo afrontar las consecuencias del Juicio final de Mayoría; mas si tremendo es el juzgar, terrible es sostener, implantar y hacer cumplir la Ley, que por última vez se escribe en la Tierra; pero la justicia toma la acción por entero y ya anuncia su primera parte, de estudio fundamental de lo que se hizo y se debió hacer, y de lo que tenemos que hacer que no se ha hecho, para luego que hayan hecho estudio, entregamos las leyes que componen la Segunda parte, las que les serán familiares y fáciles de aplicar, con los conocimientos preparatorios de esta parte Primera, por la cual, en amor, tengamos que lamentar ninguna prevaricación, que será su galardón y el consuelo de El Maestro Juez, Joaquín Trincado
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Con la publicación de este Código de Amor Universal; cumplo con hacer que a millones hermanos les lleguen esto principios y leyes, que regirán las humanidades de este contaminado y desequilibrado planeta, que pronto se limpiará de tanta podredumbre desde su atmósfera hasta el más recóndito rincón ecológico.
Conócete a ti mismo; ama a tu hermano
Autor:
Pedro Sandrea
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