Recordemos el consejo que nos da en esta Escuela: Busca el consuelo en la Verdad. Son unas cuantas palabras en las que se podrían escribir libros y libros. Procurar que ese consejo se convierta en axioma y entonces hallemos el consuelo en la Verdad.
Id en pos de ella; encontraremos sufrimientos, pero esos sufrimientos nos acercan más y más. Es lo único que por ahora nos dice nuestro Maestro.
Pocos habrá en todo el mundo civilizado que pueden comprender el significado de las palabras: "la caridad es un baldón". Ustedes mismo, estoy seguro que cuando las oyeron por primera vez, se escandalizaron al leerlas, al oírlas y al saber que se dicen en esta Escuela, cualquiera la anatematizaría, diría que es una blasfemia; pero por falta de comprensión.
Si, la caridad es un baldón para aquel que olvida la Ley de Amor como se trata de ella en este capítulo. Han tomado la palabra; es nada más cuestión de palabras.
Es la mixtificación del mandato divino de "Ama a tu hermano", ayúdalo, haz por él lo que quisieras que hicieran por ti; por eso se nos pide que reflexionemos y estudiemos este punto. Todos tenemos el deber de ayudar a los demás, pues to que todos somos hermanos.
Dar. ¡qué pocos saben dar! Dar, no debe ser por ambición. Es una palabra que se presta a muchos significado. Dar. si no es nada propio. ¿qué es lo que damos entonces?
Es un baldón para el que cree que da, persiguiendo un fin personal, egoísta, para el que cree que da, esperando recompensa. La caridad es baldón para el que cree que da en esas condiciones.
Pero el que sabe dar de sí mismo, sabe que no tiene nada propio más que su amor, y que da su amor, y que da su fe y que da su dinero; el que comprar te su pan y sus vestidos con el hermano que carece de ellos, ese practica la Ley de Amor.
Como se nos ha dicho ya, es un error la comprensión de las palabras: se ha mixtificado la palabra "Amor" por "Caridad"; han malinterpretado la sentencia Divina y las religiones, todas, queriendo menguar el progreso de la práctica de la Ley de Amor divina, han hecho que practique bajo ese principio egoísta, porque el que da, casi siempre piensa en sí mismo: El católico piensa en los méritos que gana para la otra vida, en los días de indulgencia en que se libra del Purgatorio, en que no irá al infierno, en los días de gloria, y así podrá decirse que cada uno, dentro de todas las religiones, lleva siempre un fondo de egoísmo.
Espero que mis hermanos lo comprendan y lo practiquen en esta forma; dad vuestro amor, como se ha dicho; dad vuestra ayuda al que lo necesite; dad pan al que lo pida, al que lo ha de menester. Hay que vestir al que tiene frío. Todos ellos están en el cumplimiento de una deuda; ustedes quizá, ya lo pagaron y por eso no carecen de elementos necesarios para la vida, como los otros que todavía no han pagado y lo están haciendo en esta encarnación; ayúdalos pues.
No es caridad, es deber: acuérdense siempre que es el mandato supremo, que es el mandato divino: Ama a tu hermano, en el que se encierra nuestra Filosofía y que, si fuera practicado, no quedaría ya en la Tierra la ola de sangre que la envuelve; esa ola de egoísmo, de falsedad.
Obrad siempre de acuerdo con esas palabras que son el sumo, que son el todo de la filosofía, que son la ciencia más hermosa, que son el mandato más sabio: Ama a tu hermano, haz por él lo que podrás hacer por ti mismo y no esperes ninguna recompensa: has el bien por él, no por ti. La Sabiduría de la Ley no recompensa, hace justicia.
Sólo el que da, el que ayuda a sus hermanos sin esperar nada para sí es el único que cumple con esa Ley divina de AMA A TU HERMANO.
La mayoría de ustedes fueron educados en la religión católica y todos llevan el recuerdo, el recuerdo de la emoción que en sus cerebros infantiles dejara, si no el estudio, cuando menos la lectura de la Historia Sagrada: No habrá uno, entre todos, que recuerde con claridad qué se le quería decir.
Por uno de estos párrafos, habrán aprendido más, quizá, que en muchos años de estudio monótono e insulso; porque así se presenta en la religión, como se ve en un espejo que ha estrellado y que sólo conserva partículas visibles, que pueden dar luz, pero que están llenas de manchas, de agujeros, que son nada más fragmentos; así pueden decir que está escrita esa Historia Sagrada.
Puedo leer en el pensamiento de la impresión que les causaba, por ejemplo, la visión de los arcángeles pisoteando a la serpiente; de niños sentían horror.
Aquella virgen de la luz, sacando de la boca del infierno a los condenados, que sólo al verla se estremecía el cuerpo.
Aquella "Santísima Trinidad" ridículamente sentada en un trono rodeado de nubes, con los pies sobre la luna, etc.
Todos los recuerdan; quizás no hay uno que no haya recibido estás impresiones en forma diferente para poderse ver cómo se enliza, cómo la razón acepta lo que se acaba de leer. ¡Qué diferencia! ¡Cómo se sugestiona al hombre por una frase, por un grupo de palabras sin analizar cada una, sino en el conjunto de ellas que le causan una impresión, le dan una idea!
Los animales, los seres inferiores, se comunican por sonidos, aullidos, en diferente gama. El hombre, el ser superior, usa palabras, es el refinamiento ya, pero aun esas palabras muchos de ustedes no las comprenden todavía, se dejan sugestionar por el sonido de una frase. Por eso he querido decir esto; he ahí porque hay que analizarlo todo.
Hay uno que está pensando en la letanía; en la impresión que le causaba aquella ensarta de de frases ininteligibles. Otro está recordando al Arcángel Gabriel; porque todos han fijado los ojos en alguna imagen; pero no se trata de imágenes sino del recuerdo que se tiene de lo que la Iglesia llama el "Antiguo Testamento", que es donde todavía hay más absurdos. Muchos recordarán la leyenda del Arca de Noé, la parábola del sacrificio de Isaac; allí hay un fondo de verdad, hay muchas cosas que no han podido borrar; pero ahora, lo que acaban de oír, que es un fragmento nada más, todos los que han leído las obras de la Escuela tiene ya la historia completa de la humanidad, la historia completa de la Tierra. ¡Qué distinto lo pueden juzgar ahora! Ya no hay las lagunas que quedan entre los que estudian dentro de la religión, donde hay que dar unos brincos que bien pudiéramos llamar "saltos mortales", porque no unen bien un acontecimiento con otro y no hay ninguno que pueda dar una idea exacta de la verdadera historia de la Tierra.
El Cristo y el Anticristo
Un juicio breve es ineludible aquí para dejar deshecho al Cristo y al Anticristo, como no existentes como personas, y es necesario a la verdad de la historia bajo este Código.
En los libros "Buscando a Dios", "La Filosofía Austera" y "El Conócete a ti Mismo", trípode que sostiene este Código de Amor y que son autos de juicio inapelable, está historiado:
1º Que Jacob pronunció la palabra "Cristo" significando en lengua hebrea, "peligro.
2º Que la pronunció al despertarse, asustado ante la visión de la escala que empezaba donde él dormía, en los campos de Bethel, teniendo por cabecera una piedra, de la que arrancaba la escala y se perdía en las alturas del firmamento, por el que incesantemente subían y bajaban seres que él veía.
A la llegada de los misioneros a la Tierra, (hace 58 siglos) la humanidad era tan pequeña, tan ignorante, tan atrasada que no podían divulgar la verdad mas que en el ejemplo, con sus propias obras y por medios de parábolas y figuras, que no pudieron ser escritas porque no había medios, hasta después, que se representaron haciendo uso de los dibujos o pinturas, tuvieron que ser, como es natural, muy adulteradas, resultando algunas de ellas monstruosas en la actualidad.
Como pueden ver, fue tan trascendental esta visión , de Jacob que, desgraciadamente, no se ha llegado a comprender el significado verdadero. El recibió la idea exacta y la trasmitió a los demás; pero no todos la comprendieron.
Cada hombre está en el lugar que él sólo se ha ganado en la escala, al que por su propio esfuerzo ha podido ascender. Esa escala es infinita.
Por eso ahora, entre las ideas comunistas que tratan de imponer, hay es te grave error: predicar la igualdad, que no puede ser más que una forma convencional.
No está lejos el día en que todos los hombres ganen lo indispensable para sus necesidades; pero no todos pueden ganar lo mismo, eso no se puede establecer; cada uno labora en diferente manera, en distinta forma, y cada uno tiene diversas necesidades; por eso es un gran error tratar de dominar las masas, de hacer un solo bloque, un solo grupo, confunden la igualdad con la colectividad, es el camino, como ya se ha dicho otras veces, que conduce a la verdadera COMUNA DE AMOR Y LEY en la que todos estarán en su lugar, en su escalón correspondiente, sabiendo siempre, que es la que conduce al MÁS ALLÁ.
Por tal razón se suplica meditar sobre esto, que se trate de comprender el verdadero significado de esa figura tan hermosa. Todas las religiones la aceptan, todas la tienen; pero la explica de manera diferente, falsa errónea.
Así, estudiando, todos verán y sabrán distinguir para que no se trate de ofuscar con las falsas ideas del Comunismo pasado y actual.
Cada uno a su lugar, ascendiendo siempre por su estudio, por sus sufrimientos personales, por sus propias obras, por su labor de amor para los demás y de esa manera, ascendiendo siempre en esa escala infinita como se ha dicho: SIEMPRE MÁS ALLÁ.
3º Que esa piedra, para tener un recuerdo de la visión que él creyó un "peligro", por haberse dormido, la baño (ungió) en aceite bendito y llevó consigo.
4º Que la piedra citada, junto con su testamento de su abuelo Abraham, como en aquel se ordena, al primogénito, y en la emigración a Egipto es llevada y una vez allí, pasa de primogénito a primogénito, has Moisés.
5º Que Moisés, jefe del ejército de Faraón, persiguiendo al pueblo Judío, al que Moisés salva después de cuatro siglos de esclavitud, enterró el Testamento en las playas del Mar Rojo, poniendo por señal dicha piedra, que una vez que se retiran los restos del ejército derrotado, iría a recoger esos dos preciosos documentos (la piedra y el pergamino donde estaba escrito el Testamento de Abraham)
6º Que Aitekes, jefe del ejército del Faraón , reconoce la piedra que muchas veces vió en la fiesta anual de los israelitas y que sabía, porque oyó siempre, la palabra "Cristo", que los primogénitos de las tribus pronunciaban, inclinados sobre la piedra (tremenda superstición de los egipcios; hoy lo hacen frente a una pared), y porque como santo y seña la gritaban los israelitas que en su ejército llevaba, a los que había seleccionado Moisés, lo que fue la causa de la derrota del faraón.
7º Que una vez derrotado Aitekes e impedido de perseguir al pueblo libertado, caminado por las playas del Mar Rojo encontró la piedra, y, levantándola gritó: "Los hemos vencido, los abandonó su Dios", pues cree Aitekes que el Dios de Israel es aquella piedra an te la que había visto inclinarse y pronunciar "Cristo" a los israelitas, y que el nombre de "Cristo" era el del Dios de Moisés, y es la piedra adorada y consagrada Dios, con el nombre de "Cristo".
8º Que Aitekes, en posesión de ese Dios, forma una brigada y se hace peregrino, para encontrarle un reino al, y llega cerca del Cabo Finisterra, donde le hace trono y funda la ciudad de Brigantium (Flavium, hoy Betanzos, La Corruña, Galicia, España), conocida todavía hoy en Galicia España, lo que con documentación suficiente ha historiado Mr. River Carnard, quien la entregó a la historia publicándolo en la Revista "Alrededor del Mundo" en los meses de Julio y Agosto de 1902, de lo que otros autores y sociedades racionalist as también se han ocupado y afirman y es, por lo tanto histórico.
9º Que ese trono, que estuvo allí por más de 17 siglos, cuando iba a llegar a Santiago (cuyo espíritu es el mismo de Moisés), los adoradores del "Cristo" huyeron, llevándose el trono, en cuyo asiento está la piedra, a Irlanda y por decreto de la Ley, que el espíritu sabio sabe, Santiago desencarna en la Provincia de la Coruña, del antiguo reino de Galicia, con cuya adoración de los r estos del Apóstol en un lugar que en su honor se llamó Santiago de Compostela.
"El nombre de Compostela procede del latín Compus Estellae con que primitivamente se te denominó el lugar en que acaeció el milagro del descubrimiento de la tumba de Santiago. Según la tradición, siendo Teodomiro, Obispo de Iria Flavio, un ermitaño de San Fiz díjole que en la penumbra había observado extraños resplandores en la montaña próxima. Siguió el prelado, con numeroso séquito, el camino el camino que trazaba una estrella y en una cueva halló el sepulcro de mármol con las cenizas del Apóstol Santiago. Apenas descubierta la tumba del Apóstol, al pie del monte Gabredón, hacia el año de 812, fue preciso edificar una ciudad próxima al Santuario que mandó construir Alfonso II sobre el sepulcro, para la mejor veneración y custodia de las cenizas del santo". Enciclopedia Esparsa, Tomo 54 pagina 248.
10º Que a los 292 años de la muerte de Jesús, o sea la desencarnación de Santiago hermano del Señor", como Pablo lo confirma en sus cartas a los Gálatas se reunieron en Constantinopla los que dieron en llamarse Obispos y nace de ese Concilio de Nicea, primer Concilio Ecuménico, la iglesia y religión católica (universal), donde entre tantos errores y absurdos consagran el desgraciado nombre de "Jesucristo".
Basta esos datos que la historia anota, que, aun tergiversada y por lo tanto falsa, como todos los hechos atribuidos al "Cristo". Para da sentencia en firme a este juicio necesario, base de la verdad de esta primera parte del Código de Amor Universal, última y definitiva Ley que al hombre se le da en la Tierra.
Por tanto:
Visto los Autos que anteceden, apoyado en los libros que componen la ESCUELA MAGNÉTICO-ESPIRITUAL DE LA COMUNA UNIVERSAL, DEL ESPIRITISMO LUZ Y VERDAD, todo ello examinado y confirmado por el Maestro superior de los Consejops del Padre, el Espíritu de Verdad, y
Considerando: Que nada que no es té compuesto de miembros de locomoción y acción no puede ser más que materia inerte y no puede adquirir sensibilidad, entre cuyos enseres se encuentra la piedra que Jacob ungió, llevó consigo y la conservó el pueblo de Israel, hasta Moisés, como señal de peligro.
Considerando: Que el hecho de que Aitekis la consagra "Dios Cristo", no sacó la piedra de su estado original, siguiendo en su ley de insensibilidad y, por tanto, no puede ser siquiera un ser animado irracional que, si se compone de cuerpo y alma, no tiene espíritu inteligente que sólo puede tener el hombre.
Considerando: Que por el fundamento anterior y los 10 autos sentados, "Cristo" no ha existido como hombre, porque Jesús, Apóstol del Amor y la libertad, es denigrarlo, además de la afrenta de crucifixión, pena impuesta a los facinerosos, al oponerse a ese baldón Jaime, hermano en carne de Jesús, quien jura quitarle el baldón del "Cristo" que denunciaba a Jesús como hombre de peligro, y la afrenta de la cruz, que es patíbulo afrentoso, tampoco da personalidad al "Cristo", piedra y piedra queda, porque lo que no fue hombre, no puede serlo por más Dios que la perversidad lo proclame.
Considerando que en fin: que no habiendo existido el "Cristo" como hombre y sólo como Dios-Mito es sostenido por la perversidad sacerdotal, convertido en artículo de fe dogmát ica por la religión es, en todos sentidos, ficción parabólicas y, por tanto, el juramento de oponerse Jaime, de quitar el baldón y afrenta a Jesús, que no es "Cristo", es también ficción de los perversos el adjetivo "Anticristo". Por tanto, lo sentenciamos en firme y así lo anotarán y harán suyo todas las Cátedras y Consejos, Celadores y adheren tes, teniéndolo por verdad cierta y probada, se decreta:
Artículo 1º Probado que como hombre no existió "Cristo" y sólo es una ficción parabólica en oposición al "Anticristo".
Artículo 2º Que ha sido justo por causa de oposición a la ficción "Cristo" representando "peligro" y mentira, quitar a los perversos mantenedores de "Cristo" el faccioso pronombre de "Anticristo" como deshacedor del peligro "Cristo", mantenedor, por lo tanto, de la verdad de Jesús y de las doctrinas del Espiritismo que desde Set todos los misioneros sostuvieron singularizándose Jesús.
Artículo 3º Por los artículos anteriores que el Tribunal Superior aprobó, yo, en su nombre, declaro verdad la sentencia inapelable que cuando en las doctrinas de la Escuela Magnético-Espiritual de la Comuna Universal del Espiritismo Luz y Verdad se encuentre el adjetivo "Anticristo" refiriéndose al Maestro fundador, substitúyase con el adjetivo de Maestro Juez u Hombre Juez, pues no estará escrito el nombre "Anticristo" en éste Código, con lo que queda abolido, como es justo, el adjetivo que para los débiles y errados tiene el significado terrible que le dieron al "Anticristo" los adoradores del "Cristo", el terror de los pontífices les infundieron con "Anticristo" por las cosas antinaturales que esa figura terrorífica haría.
Artículo 4º Téngase por sentencia firme y verdad probada que no existiendo, como hombre, "Cristo" tampoco podría ser hombre el "Anticristo", y así será sostenido por toda la Comuna hasta la publicación de éste Código de Amor Universal que se promulga como sentencia de Ley.
Prólogo a la Tierra y sus espacios
¡Paz en la Tierra! ¡Amor a los hijos del progreso! ¡Luz de verdad en el primer día del reinado del espíritu, en la unidad por el único santo principio y única Ley de Amor! ¡Honsanna!
Ya hombre de la Tierra, habéis sido pesado en la balanza de la Justicia del Padre. Ya los estorbos extraños al hombre, que eran los espíritus de maldad, han sido quitados y trasportados a mundos correspondientes. Sólo te quedan tus prejuicios, oh hombre, y tu ignorancia, que debes desechar con tu esfuerzo, haciéndote sabio y para eso te dan los medios y principios únicos que Ellí o Eloí, nuestro Padre, ha dado para todas las humanidades.
Para tu ayuda, para tu orientación, se escribe es te Código, en substitución de todos los códigos de las creencias que hacen hoy su sólo error y opresión tenían. Con este Código daréis el primer paso en la anulación de fronteras y nadie, en ninguna parte, puede ser extraño ni extranjero, porque todos somos hermanos, hijos del amor del mismo Padre, es te Código te orientaréis, por el amor, a la verdadera Comuna, no de una nación, sino universal, de todas las razas que hasta hoy dividen a la Tierra, por el antagonismo de tantas religiones que, en vez de ser el lazo de unión, llevaron la discordia por el odio, por un fanatismo ruin de religión y de paria no ya a los negros o amarillos –si sois blanco- sino aun a vuestros mismos hermanos de nación, de provincia y de vuestra misma familia y el Estado.
Mas para esta unión, para esta fraternidad, hay en la Tierra una Babilonia algo más ininteligible que la Babilonia Bíblica, Esto lo sabe el Padre porque el Espíritu de Verdad lo ha palpado y porque yo, su representan te en la Tierra para la implantación de la unidad de un credo, para la proclamación de la Ley de Amor, lo he impuesto de la imposibilidad de lograrlo en muchos siglos, sin un acto de justicia, como el ejemplo de las cinco ciudades del Mar Muerto.
Mas para esta unión, para esta fraternidad, hay en la Tierra esa amputación y antes del Juicio Final se había decretado, para su día, el acto de justicia en consecuencia del cual toda la Babilonia será consumada por el fuego y barrida y cubierta por las aguas, quedando sólo la que lleve bajo su égida la paz, la libertad, la fraternidad, la justicia, en una palabra, el amor a todos los continentes que queden, y a los nuevos que aparecerán, porque en su suelo (manchado, es cierto, por causa de la religión, pero que no fue suya la obra sino de poderes extraños), se dio acogida a la idea de que el Universo no podía reducirse a un palmo de tierra conocido, y descubrió un nuevo mundo, cuna que ha sido de libertad, y que fue como el granero de José, en la escasez, y es porque en su suelo vivió materialmente Francisco Xavier, Maestro de Maestros y porque allí cayeron las lágrimas materiales de la Gran María, madre de Jesús y de Santiago, el Apóstol de España, a cuyos brazos fue la gran madre recobrar la vida que le faltaba y que ella diera a su hijo, y fue allá en Saldaba; hoy Zaragoza, sobre las riberas del Ebro, la que fuera testigo de aquella emocionante escena y, por fin, porque en su suelo han nacido, por ley de justicia el Legislador del Código de Amor y también sus secretarios.
Si naciones, si imperios, si hemisferios todos: pesa sobre el mundo Tierra la Justicia de la Ley del Padre. En el corto espacio de un siglo habrán pasado las tres generaciones que quedan juzgadas y habrán presenciado la completa transformación del planeta, y grandes extensiones de territorios quedarán en estado calcáreos, otros cubiertos por la aguas y nieves seculares y aparecerán continentes que hoy las aguas cubren, y no serán manchadas con el odio religioso (la justicia del Creador no es ciega, es todos ojos, y actúa acorde con el libre albedrío de los hombres y los elementos, por esto no ha conocido la total transformación, pero está presta).
El Juez sabe cuales son los territorios que desaparecerán y la porción de mares done aparecerán nuevos continentes, mas en la justicia está el advertir a los habitantes del Tierra, el cataclismo y callar lo demás.
Los pueblos tuvieron conciencia, sabían pesar sus culpas y todos estarían dispuestos a esperar serenos la justicia de la Ley, pero la creencia que poseen, absolutamente materializada y prejuiciado, no les deja ver la verdad de las cosas, de los anuncios diarios que la naturaleza y los elementos les demuestran; pero ¿Quién le habla al ciego de colores? ¿Quién podrá obligar al parásito a trabajar? ¿Cómo el orgullo se podrá reducir a la humanidad? ¿Cómo persuadir a muchos pretendidos sabios? ¿Cómo, en fin, hacer la unidad de la humanidad y hacer reinar el amor?
Para cada cosa se ha dado el medio en su tiempo, y la humanidad lo ha rechazado; pero el Juez ha militado en múltiples existencias, en todos los continentes y cursado todos los conocimientos, y donde está la raíz del mal y lo señaló a través de los cursos de esta sin mengua "Filosofía Universal" y lo repite aquí: es el prejuicio de religión, de patria y de ciencia la causa del mal y esto, en la Ley de Justicia del Creador, está decretado quitarlo.
Mas el Padre tiene muchos medios, y todos son pruebas de amor; pero consiste en la humanidad el adelantar los hechos y provocarlos por medios violentos, o adelantarlos hasta el fin del plazo señalado, y que se produzca poco a poco, casi insensiblemente, pero que al fin del plazo se habrán producido (como está sucediendo hoy), mas yo conozco bien a mis hermanos, y a pesar de la advertencia, provocarán la violencia y Babilonia caerá estrepitosamente.
El Juez lo ha advertido, a los hombres toca lo demás, sufrir la justicia en dulzura o en violencia (hasta hoy hay violencia). Pensad las cosas, pensad las causas: ved, si es posible, la vida de paz y armonía en la Tierra con los regímenes hasta hoy, y haced justicia vosotros mismos a la sentencia dada, cuyo cumplimiento nada ni nadie podrá estorbar porque nada estorba los designios del Creador.
¡Jerusalén! ¡Jerusalén! Convertere at dominum Deum tuum, exclamó el profeta.
¡Hombres, hombres! Convertíos al Dios de Amor y adorarle en espíritu y en verdad, en el asiento eterno y único que les señalé, y que les dice el Juez.
La exclamación del profeta indica que Jerusalén andaba por camino equivocado (siempre lo estuvo después del éxodo; hoy, que trascribo estos artículos, es espantoso la destrucción de los palestinos) y, prevaricador, el pueblo judío, depositario entonces de la Ley escrita, fue destruido y aniquilado, la advertencia del Juez no es a un pueblo de terminado, es a todos los hombres de la Tierra, sin distinción de razas porque todos tienen el principio santo y en todos la razas ha sido sentenciada la Tierra y el espacio.
Las razas no existen, aunque exista la variedad, esa variedad compone, precisamente, la armonía y la belleza del mundo Tierra, como en todos los mundos de expiación, la misma la misma substancia, la misma Ley, la misma vida, el mismo principio y el mismo fin es para los blancos, negros, amarillos y cobrizos; la diferencia está en el orgullo, en la equivocación, en la religión pequeña, que cada una ha querido anteponer a la del otro y ninguno ha tenido la fortaleza de ahondar en su propia religión para ver que su conjunto era erróneo falso y que todas juntas dejaban vacíos que no se podían llenar pero que, aunque tuviera errores, si los hombres hubieran tenido valor para igualarse en una sola religión por mutuo acuerdo, en la hermandad, no como lo que llevó el desconcierto y el odio, por lo que, como era lógico que sucediera, se a trajo el odio de todos los pueblos y, el de sus mismos secuaces.
La Tierra, como en todos los mundos de expiación, hay un poco de todos los mundos de la Cosmogonía, unos vienen de mundos primitivos a llevar impresiones a los mundos de su procedencia, otros vienen de mundos superiores a traernos el progreso de sus humanidades, y la generalidad es la que lucha en pagar sus deudas y, con el trabajo manual e intelectual, elevar el mundo al progreso para luego disfrutar, en el séptimo día de su trabajo dentro de la luz propia de su sabiduría.
Por lo tanto, todos en la tierra son iguales y su Ley es el trabajo; todos han venido a cumplir un deber, a depositar en el progreso común un grano de arena para disfrutarlo, por tanto, en común en el día de la paz y la armonía, cuyo proceso no puede ir más allá del sexto día, que en todos los mundos se señala su final con un juicio en que cada uno rinde cuentas de los talentos (inteligencia) que el Padre dio al lanzarlos a la vida del progreso, es decir, a continuar la creación, que es eterna.
Es te juicio es pedido por los mundo cuando los espíritus, a él pertenecientes están en mayoría del progreso espiritual, y felizmente para la Tierra, que tanto ha luchado, ese día llegó; pero fue anunciado (como lo es en todos los mundos), muchos siglos antes, para que todos estén dispuestos a paga r al propietario lo que le pertenece; como este propietario es nuestro Padre, él, en su amor, ya que nada necesita, pero su complacencia está en la felicidad de sus hijos, pone en sus manos todos los medios durante el tiempo de prueba, el cual está señalado en la Ley universal y, cumplido esto, manda a uno des sus hijos, hermano de sus hermanos, a pedir las cuentas, separando a los morosos para establecer entonces la única Ley propia del Padre, y ella es Amor, con la que se entra en el usufructo del trabajo realizado en comunidad, porque todos han trabajado por igual en la parte de creación que les fue encomendada, más todos estos son sabios porque saben de que se componen, de donde proceden y a adonde van, y por su sabiduría es hecha en el espíritu, se apagan las tinieblas de su ignorancia y resplandece la Tierra, donde se reúnen los espíritus sabios, porque los retrógrados se separan por su propia voluntad, y porque no pueden resistir la luz de los progresados.
La Tierra no brilla con la luz de los espíritus de progreso hasta después del juicio, porque la densidad de los pensamientos de los retrógrados la empaña en su atmósfera, y esto obedece a una sabia disposición de la providencia, porque si penetra la luz en las tinieblas de lleno, se producirían desequilibrios bruscos y se aniquilarían los hombres unos a otros, con odio, y esto se llama tiempo de espera.
Mas no por eso deja de penetrar la luz, obedeciendo al progreso, paro paulatinamente, y aun así se producen choques cruentos, y de ahí las revoluciones en los rublos, por la ceguera de los unos y la terquedad en no ver la luz, que muchas veces ha sido envuelta en ríos de sangre y columnas de humo de cuerpos humanos quemados; pero era necesario, para ir rasgando el velo y abrir brecha, y los espíritus de luz cumplen su misión de amor, y se produce el juicio, que consiste en separar a los espíritus retrógrados de los de progreso para que estoas no tengan obstáculos ni les sea alterada la paz que se conquistaron, porque nadie puede, en justicia, causar daño con sus hechos a un segundo, y esto hasta en la Ley de la materia, para lo que ha sido inspirado; pero así lo han entendido los supremáticos y no han perdonado medios los tribunales de la Tierra, hasta el punto de convertir en crimen el tomar algo para saciar el hambre, y crimen es la Ley que obliga, por la pena, a morir de hambre, y el juez que sentencia, y los legisladores que sanciona la Ley, son los verdaderos criminales an te la Ley del derecho de vida.
En el juicio final de la Tierra, como en todos los mundos, al ser separados los retrógrados no son desheredados ni destruidos, pues son hijos del Padre y este no puede, en su amor y justicia, desheredar a ninguno, ni los crea para destruirlos, como el hijo de Urano de la Mitología. El espíritu nace para nunca morir, y siempre progresa y siempre ascender.
Así es que al separar a estos no se hace más que, como los pestilentes, ponerlos en el lazareto que le corresponda para que se curen y no contagien a los demás, y así se les coloca en el mundo donde sus afecciones reinan todavía y. (a África no.) allí tienen que trabajar y luchar para conseguir su deseo; pero en la conciencia llevan el germen del bien, que por justicia se les obliga a dejar, porque no era suyo, y lo acaparaban y guardaban por la astucia, la malicia y la fuerza, sin haberlo producido, y si lo hubieran acaparado en previsión y para repartirlo en justicia, tanto en material como en lo ee4spiritual, sin coartar la santa libertad, pero cargando el libertinaje, no se le hubiera separado si hubieran hecho obra buena, como José en Egipto; este acaparó por amor comunal, ellos lo hicieron por amor propio.
Mas ya el Juicio de la Tierra tuvo su sentencia y es hora de aclarar y resumir, en este Código de Amor, que el código e terno, porque es el código de todos los mundos, y es el Dios de Amor, que di a la humanidad señalándole su asiento e terno.
Vamos, pues, a entrar en materia afrentando todas las dificultades que ningún legislador tocó, por pusilaminidad, excepto a quien pocos han estudiado, por falta de valor, y eso que escribió para una época necesaria, ni aun es citado siquiera, pero todo el mundo lo ha de conocer.
No hay duda que es intrincado el artículo de la unión de los seres para su procreación, y no se han atrevido abordarlo ni legisladores, ni jueces, y se han cometido y se cometen errores, de la magnitud, que yo puedo decir, y digo en nombre del Creador, que no hay juez que no haya pasado horribles tinieblas en el espacio por esa causa. Pero como yo se donde reside la causa del mal, y conozco la Ley que rige los mundos de luz, en cuyo grado entró la Tierra, tengo que legislarlo porque no puede la Tierra (como lo podrán aquellos mundos), disfrutar de dicha y felicidad completa sin des fruir los errores de ese artículo, el más importante, contenido en "crescite et multiplicavimini" – creced y multiplicaos – de la Ley natural del Padre común.
Hechas es tas observaciones y advirtiendo que se escribe es te Código, máximun de la Ley de Amor, para los hijos de luz, y que pasadas las tres generaciones que hoy viven en la Tierra, en su sabiduría retroceder, por sus artículos de amor y libertad, a los tiempos de odio y represión.
Código de amor universal
CONTINUACIÓN
TEXTO DEL TESTAMENTO SECRETO DE ABRAHAM
Capítulo II
Helli uno; Creador Universal, no tiene principio, es eterno, los hombres son sus hijos y él su herencia.
Los mundos son infinitos y el hombre ha de vivir en todos los que hoy existen; pero la creación sigue y no se acaba.
Todos los mundos se comunican unos con otros en amor y justicia y "Helli" en ellos se engrandece.
Todos los hijos de Elli que llamáis ángeles, hombres fueron: por que hablé con Noé que parecía ángel; por que hablé con Adán y parecía ángel; por que hablé con Eva y la ví parir un salvador y es un hijo de Elli que vivió en otro mundo.
Yo soy la raíz de Adán y mis hijos son de la raza de Adán que tienen que salvar a la raza primera que pobló la tierra, por que Adán y su familia vino con luz y sabiduría de Elli.
Hellí habló a los hombres por los espíritus de los hombres que parecen ángeles, por que tienen luz del Sol.
Y cuando me habló Adán que era ángel ví muchos espíritus que fueron hombres y eran negros de hollín y boca y ojos tenían de fuego y los llamé "demonios", por que hacían el mal.
Y esto lo han visto los Egipcios y de otras tierras y los han creído Dios y demonios; que fueron hombres, pelean con los hombres y los hombres no los ven y sus obras no las ven, por que les dan placer a la carne.
Y como dan placer a la carne, los toman los hombres que son de carne y no ven a Adán que parece ángel.
Y Hellí me ha dicho; mi luz di en Adán para mis hijos y cuando la conocerán me serán fieles; y de Abraham mi hijo, nacerá mi hijo que es la Verdad y no la querrán.
Y mi hijo, tiene hermanos que tienen luz y verdad de Hellí y me traerán a mis hijos que son sus hermanos.
Y tu hijo Isaac y los que después serán, hablarán con mis espíritus, que ángeles llamáis.
Y mis hijos negros de hollín que demonios llamáis, enseñan a los hombres de la carne (que son mis hijos) los deleites y los placeres y los males de matar y creen por que no ven la luz de Elli, que son Dioses; y la lucha es y el mal es y las enfermedades es, lo que les pagan.
Los hijos de Abraham guardarán la palabra de Elli, hasta el día que escribiré mi ley y será mi luz entre todos; y contarán los tiempos por siglos de cien años y los siglos serán 36 desde que escribiré mi ley hasta que la tierra la sabrá.
Y de este siglo mis hijos serán de luz, por que verán la luz de su Padre, que les darán mis espíritus: todo esto me dijo Elli.
Hijo mío Isaac, guarda el secreto de Elli nuestro padre y darlo a tus progenitores, hasta el día de la comunidad. Abraham.
He aquí el Contrato de Hellí con los hombres, que en los tiempos que empezamos, de luz, se les entrega para que, de los efectos que palpen, se eleven a las causas y sepan quienes son todos los hombres, y qué lazo los une a todos por igual, y aprendan a sentir amor.
El texto me ha sido revelado por el mismo Abraham, en presencia del Espíritu de Verdad, por los que doy fe. Joaquín Trincado
Ley de amor
¿Qué es el Amor? La santa Ley es la ley madre de todas la leyes que rigen el Universo, y la única Ley del Creador, nuestro Padre, y él resplandece en todas sus obras.
Su conocimiento implica el grado máximo de la sabiduría; y la práctica del amor puro del amor desinteresado, es decir, por el amor mismo, la perfección del espíritu, que es relativa a cada mundo.
El amor está escrito en todas las cosas de la naturaleza y en todo el Universo, lo que falta es saber leer en ese libro universal, y hasta hoy no hemos podido sino aprender la palabra Amor, porque fue substituida por una hija menor de ésta, que la religión la llamó "caridad", en vez de piedad, que habría sido más justo, en sentido humano.
Los prevaricadores del principio santo, del único principio: Amor del Creador, hicieron la "caridad" porque ésta, con parecer una gran virtud, es un átomo de la Ley de Amor, pero al consagrar la supremacía, las castas, los derechos divinos, los hereditarios y hasta otras tiranías, se cubrieron en su maldad con ella; después de apropiarse de lo que es común, las religiones y los reyes, hechas siempre por los principios religiosos de cualquier Estado, aunque éste fuera incivilizado, se plantea la caridad para tapar la boca con un mendrugo, dado en su nombre, lo que significa rebajamiento para el que lo recibe, y es un criminal encubierto el que lo da; pero está amparado en las leyes criminales también, hechas por los acaparadores, que ninguno de ellos puede mostrar la manos encallecidas si no es por el manejo de la vara del castigo y otros útiles de humillación.
Yo pido una credencial de la naturaleza, y del Padre común, en que se me justifique que fueron engendrados y nacidos de diferente manera los supremáticos que el último obrero y si no pueden demostrarlo queda, de hecho, proclamado el primer artículo de la Ley de Amor, que dice: igualdad.
Si, señores, la igualdad absoluta en el trabajo, en el usufructo, en la Ley, sin excepción de sexos
La caridad es condenada, desde ahora con el cristianismo, porque fue un arma para humillar a los hombres y para encubrir la maldad, y porque la caridad pospuso el Amor, como el Cristo pospuso a Jesús. Caridad y Cristo pasan, pues, a la historia en páginas de luto. Y como el Padre ocupa su puesto en la Tierra, el Amor lo representa en los hombres, que son sus hijos.
Pero el amor fraternal, aunque es universal de la Tierra, se dirá, aminora el amor de familia, y éste es sagrado. Y yo les contestaré que ese es un amor muy grave y manifiesta una ignorancia reprobable; cosa que no tendrán los hombres de siglo venidero, porque la Ley de amor les enseña que es una Ley sublime por la que se constituye la familia pequeña; el que diga que la fraternidad universal aminora el amor de familia ignora en absoluto la divina Ley de Afinidad, que es el ejecutor de la suprema Ley de Amor.
La familia se constituye por la Ley de Afinidad, que tiende a reunir todo homogéneo, coloca, inexorablemente, todo lo que le pertenece en si en los sitios y en el tiempo matemáticamente justo, y es ella la que señala los hechos, las epopeyas y los momentos históricos, y de su ejecución nace la Justicia, segundo artículo de la Ley suprema; pero la Ley de Afinidad es en absoluto desconocida porque, aunque está escrita en nuestra obra de química; ni aun esos sabios la han profundizado porque, al fin de cuenta, nadie hay más perjudicado que el que hace daño a otro; y el que sabe y no enseña, falta al amor y no cumple con el deber que trajo a la Tierra,, y son deudas a pagar. Y Jesús lo dijo: "Seréis echados al calabozo del que no saldréis hasta que hayáis pagado el último cornado"; pero el juez les dice que el calabozo del que habla Jesús es el mundo primitivo, a donde ya han pasado, por desgracia, algunos millones de supremáticos el día de la sentencia del Juicio Final, y se los advierto a los que aun en la Tierra están, para que trabajen y no pasen ustedes también, y no me dirijo sólo a los sabios que he citado, lo digo a todos los habitantes de la Tierra, porque no hay excusa de ignorancia; todos tienen la obligación de ser sabios, pero más los que por tales se tienen.
El Padre pide cuentas según los talentos que a cada uno entregó; y si el químico, el ingeniero, el filósofo y el que administra hacen su tarea, es porque otros, con el esfuerzo de su cuerpo, roturan la tierra para darle los útiles y los alimentos para que ellos les enseñen y los administren; y si comen del trabajo muscular del que a eso vino, y ustedes no reparten su producto de ciencia, y no adelantan la ciencia para ayudarlos mutuamente e ilustrarlos, son. dados ustedes mismos la contestación porque yo no quiero manchar esta página con el calificativo merecido, porque este Código es el último que se le da a la humanidad y no deben, los espíritus venideros, herir sus oídos con palabras como esa.
El amor de familia, tal como hoy se entiende, es el producto de un error y dice la ignorancia de los hombres del verdadero amor; es empequeñecerlo y encerrarse, ellos, en un círculo reducido donde no se puede mover más que pocos pasos; es, en fin, un egoísmo absurdo que trae las más graves consecuencias; pero que el prejuicio no deja ver sus males.
Pregúntele a su espíritu a donde va cuando el cuerpo duerme; examine lo que muchas veces recuerda de un sueño, encontrándose entre personas con quienes departió, y en países extraños, y verán que el espíritu tiene más conocidos, que el cuerpo que usa no conoce. Examinar el caso muy frecuente, de sentirse atraído por una persona con quien hablas y, si ahondas, llegarás a saber que hay un lazo de afinidad.
El amor de familia no sólo no se debilita, sino que se afirma y se dilata a su plenitud con el amor fraternal universal,; cuanto más extenso sea el amor, mayor será el progreso y la civilización; con el crecimiento universal se aminora el crimen, hasta extinguirlo y no conocerse; en cuanto el amor universal empiece a extender sus remas, las guerras no tendrán lugar, ni la política será una trampa; el Gobierno y administración recaerá indefectiblemente, en el hermano común, que preparado, habrá venido a eso. Hasta hoy el amor es un egoísmo, y no se conoce más que el de bestias, el amor carnal y el amor propio, y esto llevó a la humanidad al amor a lo ajeno.
Pero el amor puro lo santifica todo: la familia, el pueblo, la nación, el mundo; y con el amor puro, no hay ricos, ni pobres, primeros ni segundos; y nadie, en ninguna parte es extranjero; en cualquier parte tienen que trabajar para todos, al revés de lo que sucede hasta hoy, que trabajan todos para uno, para el más audaz, para el más malo.
Con el amor puro la inflexible Ley de Afinidad une a los seres en santa unión, por atracción, por sentimientos, por caracteres, y se afirma así el amor de familia en la que se disfruta de las delicias del padre común, y cada cual es fiel a en su balanza; no es posible el desconcierto la miseria, los celos, las pasiones, ni el cuidado ajeno cuando el amor impera.
Como el amor puro todos a todos se respetan, todos se ayudan, porque todos se consideran iguales y todos saben que tienen los mismos derechos; pero saben también que tienen obligaciones con todos, por amor desinteresado, porque todos del trabajo viven y porque el amor impone la Ley del Progreso, y el progreso es común; por lo tanto, el trabajo es común y el usufructo también.
Esto es la ciencia de la justicia, es la más absoluta libertad, sin libertinaje; lo mismo que el amor puro mata el amor propio, la libertad, derivado del amor, mata el libertinaje.
Se objetará a todo esto que eso es la perfección, propia sólo de hombres perfectos.
Nunca mejor objeción, para los hombres perfectos hablo; pero también para los perfectos principiantes, para los que han acatado la Ley de Amor, en la que trabajan para llegar a la perfección; pero es de justicia darlo ahora para que las generaciones presentes que viven en la Tierra, y que han sido juzgadas, no aleguen ignorancia y desconocimiento de lo que será el mundo pasadas estas generaciones, que pasarán en el plazo breve del presente siglo, para cuya fecha vivirán en la Tierra sólo espíritus de luz, trabajadores de antes, que vienen a continuar su trabajo, desde ahora, y no teman que les vayan a torcer su camino las moribundas malas costumbres de hoy, han vivido muchas existencias en la Tierra, en medio de la baraúnda babilónica, y la experiencia es madre de la ciencia, y saben y han jurado al Padre, unos, venir para enderezar sus entuertos, y otros el sostén y los preceptores de ellos; esto lo sabe el juez porque a él se lo han jurado, como Juez del Padre.
El Amor es la Ley suprema para todos los mundos de la Cosmogonía; la Tierra, en su progreso material, es bella porque le llegó el amor de otros mundos hermanos; por tanto, el Amor es universal y nos pone en unidad, comunión y comunicación con todos los mundos del Universo; y así, el Amor es el Dios Amor, único principio del que se derivan todas las demás leyes.
Ley de afinidad
"Siempre que se reúnen las causas que originan efectos, se producen los mismo efectos". Este principio de ley no puede nacer en la Tierra, sino por el amor de nuestros hermanos mayores, de otros mundos de perfección, pero aun perfectibles hasta el infinito. Pero ¿por qué la ciencia adelanta tan paulatinamente? ¿y por qué en 50 años ha descubierto la ciencia más secretos que en todos los siglos anteriores?
Hasta hace cincuenta años (hoy un siglo), el predominio mundial fue de las religiones. ¿Quién me dirá que no? Y éstas, que su sello es el estancamiento, por todos los medios, de las corrientes del progreso, han hecho un dique con los cuerpos y la sangre de los progresistas por esta causa los hombres de progreso que se querían librar de la opresión, tenían que militar en esas filas y, como a hurtadillas, un nuevo principio, que pronto caía bajo la censura de la Iglesia; y si tal era la fuerza del principio, se aprobaba, con muchas enmiendas que lo desfiguraban; pero entre que se discutía y se desfiguraba, trascendía a unos y a otros, y poco a poco llegaba su fuerza a hacerse ley, por necesidad. Ya está descubierta la causa de porqué la ciencia suele tardar mucho en descubrir secretos y principios elementales.
Pero el espíritu no muere y es constante cuando ya entró en el progreso. La Ley de los afines, brazo ejecutor de la Ley de Amor, se veía siempre coartada por la maldad, error y predominio de los supremáticos, pero ella preparaba las cosas en su puestos, reuniendo los efectos de las causas que se le oponían al progreso y convirtiendo los efectos en causas, en virtud de la justicia y la igualdad, por el amor común.
Al efecto, reunidos los oprimidos, los fracasados, los sacrificados por la opresión sistemática, preparados los elementos necesarios en la Tierra, descienden, desde los descubridores de América hasta Napoleón, guerreros y rebeldes, hombres de ciencia y obreros.
España prepara un nuevo mundo donde tendrían acogida todos los que necesariamente, deberían dejar su terruño, después de librar la batalla que venían a librar y dejar allí preparado el campo de las ideas y su expatriación, traer el nuevo continente las mismas ideas, preparando así la unidad, y poniendo el sello de que el hombre no es extranjero en ninguna parte.
Mientras que los aventureros (según mezquinos historiadores), hombres de misión, según el Juez que sabe a que obedecen esos efectos, porque sabe la causa que los origina; mientras que estos hombres de gran misión, unos vestidos como frailes, otros como guerreros, otros como labradores, y aunque fuera como cazadores y hasta como bandoleros, preparaban el continente, una nueva morada dentro de la morada misma de la Tierra, que antes no fue, porque así convenía a la Ley de Afinidad, que tiene por base la justicia, la igualdad y la compensación, se desataron las furias de los supremáticos, allá en el viejo continente, y pusieron en juego las hogueras, las mazmorras, las ruedas, los garfios, los potros, los venenos, la soga y el puñal, en venganza de los atrevidos que habían prestado auxilio y odios a los aventureros que desmintieron que el Universo fueran aquellos pedazos de tierra, con lo cual los principios hubieron de cambiar y las ideas a avanzar. Y ya empezó el primer clamor de los de abajo, los del medio se unieron a ellos porque llevaban la fuerza; y llegó el capitán, en los comienzos del siglo de las luces, y Napoleón quiere unificar la tierra. La espada era aun necesaria; aunque Napoleón antes fuera uno de los amantes discípulos de Jesús, que venía ahora con la espada, porque la Ley de Afinidad le enseñaba y le imponía traerla, para iniciar la unidad bajo un solo credo: el Amor, del que aun no se podía hablar, y darlo como Ley suprema.
Napoleón, por la gran presión religiosa, pasó de la raya que se había marcado no porque él lo quisiera, sino porque lo vendieron sus mismos capitanes. El, en España, no iba más que a despojar a un babieca que tenía la corona, impuesta por Roma, y que era un obstáculo para su alta idea de hacer el Imperio universal. La ambición de algún capitán suyo, hijo de los errores y prejuicios de religión y supremacía, no cumplió las ordenes de Napoleón y lo hicieron fracasar en el establecimiento del Imperio único; pero dejó las base puestas y arriba, en los consejos del Padre, se tomó buena nota de ser la hora de preparar la descensión del Juez para derribar el apócrifo Cristo (por lo que se sería llamado el Anticristo), arma y causa de tontos y tan tristes efectos.
Sabían estos puntos los historiadores? Se les dijeron, pero el prejuicio les hizo ser cobardes y faltar a la verdad de la historia. Se les dijeron sí, señores historiadores, ¿Quién desconoce al "Nariz de porretín", que les han dicho que hablaba e informaba, y aun mandaba, a Napoleón? Pues yo, conozco aquel enano con nariz de porretín, vestido de rojo, que le ordenaba a Napoleón, como hubiera podido presentársele como Juana de Arco.
¿Puede alguien dudar de que el Apóstol de España, Santiago haya sido visto a caballo dirigiendo una batalla de un puñado de hombres contra grandes legiones de moros? Si hay quien lo dude, que vaya al África; y verá que después de muchos siglos aun hay quienes preguntan "si aun vive el del caballo blanco"; pero sobre todo, se los dice el Juez, que fue un Apóstol de Jesús, para substituirlo como jefe del apostolado.
Todos los hechos de la Tierra se producen por la influencia y con participación de los espíritus; y no por capricho ni por gusto, sino obedeciendo a la Ley de Afinidad que prepara, con la más estricta justicia, todos los hechos, desde la formación de una hormiga hasta la hecatombe de Mesina, Santiago, California y, si está en justicia, rompe un mundo en pedazos para unirlos y deja uno fuera, sostenido por la misma Ley, sirviendo de luna que le de luz de noche, por reflexión. Esta es la Ley de Afinidad en la cual la humanidad, que ya empieza a llegar, se baña en amor y Justicia.
Pero todas las cosas que pertenecen a hechos históricos, la Ley de los afines tiene poco que cuidarse, porque cada cosa, de la Tierra arriba, cumple su deber al milímetro, gramo y segundo de nuestra medidas, porque todas las cosas y los seres se bañan en el amor. Pero en los mundos de expiación, de prueba y primitivos, donde no reina más que la malicia y la carne, ¡Oh, qué trabajo ímprobo para organizar un hecho! ¡Qué de siglos son necesarios para reunir los afines en el punto de justicia; sólo el poder de Dios Amor puede hacerlo! Porque que no vayan a creer mis hermanos que basta querer la justicia, que en su mano estaría siempre; es necesario que ésta esté en armonía con todas las otras leyes, y consiste, en gran parte, en el hombre, que tiene libre albedrío y no se le coarta el Padre. Pero como la Ley de los afines, muchos siglos, decenas de siglos antes de un hecho, ya lo señala, en armonía con la Ley suprema, triunfa siempre, a su hora, por la justicia.
Está demostrado en el Testamento de Abraham, insertado en este capítulo: siglos antes, vienen los "ángeles y lenguas de fuego" a preparar el camino al Espíritu de Verdad, y al hijo del hombre, que "vendría a juzgar a los vivos y a los muertos".
Pero la materialidad de los hombres y la malicia de los demonios, como los llama Abraham, que trabajan en contra de los ángeles, que son los espíritus de luz, unos y otros fueron hombres y lo vuelven a ser, la materialidad entiende que los ángeles son los que la ignorancia le ha pintado, y las leguas de fuego material, y ha sido necesario, para que el hombre no alegue ignorancia, que estos vinieron como los conocían; llegaron espíritus y tomaron la forma con que la fantasía humana los pintaba, y ocurrieron las hecatombes de Mesina, la Martinico, California y fue necesario que los volcanes, o vesubios, sacaron su lengua y escupieron lava; pero aun así, los sistemáticos, los malvados, los opresores a la justicia verdadera, lo achacaron a castigo de los libres, de los que amamos, en el progreso, al verdadero y único Dios, en amor y verdad. ¡Insensatos!
Pero la Ley es tan imprevisora como inexorable, y antes los que habían de habla, mandaron al mundo a otros afines a que tomaran cuerpo, con actitudes y facultades, por los que ellos hablarían, y uno entre todos, Allan Kardec, a que recogiera la filosofía y la diera, impresa al mundo mientras el Juez llegaba a su punto, con todos los suyos, para recibir al Espíritu de Verdad, recoger su palabra, y juzgar a los vivos y los muertos; y tanto vale negar, como nada; los hechos han sucedido y el que no lo quiera creer y aprovechar (hablo a las generaciones) lo creerá, con prejuicio suyo, al desencarnar. Yo cumplo con mi deber, y he luchado 57 siglos para cumplir mi juramento al Padre y, a veces encarnado y siempre como espíritu, estuve en la lucha y en ella continúo.
Pero la Ley de Afinidad, donde mayor es su trabajo es en la unión de los seres, que se descarrían por el desconocimiento del amor puro y porque los obceca el amor propio y el amor carnal, no siendo éste el amor que debe unir a las familias; mas también es lícito y necesario el amor carnal, y está dentro de la Ley, y es él de necesidad mientras no se tiene conciencia del amor puro, para la Ley de Procreación.
La Ley de afinidad es el ejecutor de la Ley suprema de Amor; ésta es inflexible y matemática y alcanza a todos los hechos del Universo, desde la unión del primer "electrón", la molécula y el átomo, hasta la completa terminación de un mundo, y no acaba eternamente sus funciones de transformación, siempre progresivas, hasta el infinito: pero es como un ser sin entrañas ni sentimientos; no le ablandan las lágrimas ni los suspiros, ni la ufanan las alabanzas; ella es la Ley, nada más.
Comentario:
Por afinidad se atraen los electrones, los átomos y las moléculas. Se atraen y van formando un algo, van desarrollando un cuerpo, que se transforma en un ser o que llega a constituir, por esa misma Ley, un mundo.
Esa Ley de afinidad tan importante, esa Ley de Afinidad que complementa la Ley de Amor, es la que hace que los seres se unan para formar los países, las sociedades, y las familias. Es la que hace que dos seres se unan para cumplir con la Ley de Procreación.
¡Cuántas uniones parecen extrañas, incomprensibles; de razas distintas, de caracteres diferentes, de ideologías completamente desiguales! Es la Ley de Afinidad, que obra; es la Ley de Afinidad que cumple su cometido; es la Ley de Afinidad que nadie puede burlar porque todos estamos dentro de ella. Es la Ley de Afinidad que desarrolla una labor tan grande, una labor tan importante, que presenta a la Ley de Justicia, a la inmutable, a la grandiosa Ley de Justicia.
Todos los actos preparados por la Ley de Afinidad tienen que ser supervisados por la Ley de Justicia, por esa Ley de Justicia, que no es ciega, que lo vigila todo, que hasta lo más significante tiene que pasar por la Ley de Justicia.
Ya saben que no cae la hoja de un árbol sin la volunta del Padre. Mediten en lo que quiere decir esa sentencia y esa meditación le dirá la idea más aproximada del significado de la Ley de Justicia, tan mal entendida en la Tierra, de esa justicia a la que se ha usurpado, no sólo su nombre, sino que, en la pequeñez de los hombres, quieren usurparle también sus funciones, lo que no podrán hacer nunca.
Esa Ley de Justicia que al parecer, inclemente y sorda, obra al centímetro, al gramo y al segundo. Ella no tolera que los altos designios se retrasen ni adelanten.
Esa Ley de Justicia que mantiene la armonía universal, ese gran Reloj Cósmico que, por la Ley de Justicia, se conserva inmutable, después de la cual viene la Ley de Igualdad.
Cuando se llega a la igualdad, es porque se ha pasado ya por la Ley de Justicia, esa Ley de Justicia que, al parecer, aplasta, tritura viniendo en seguida la Ley de Igualad, suprema también porque es colaboradora de la Ley de Amor.
Cuando los hombres se igualan, cuando han sufrido, cuando han llorado, cuando han reído, cuando han trabajado; en el momento de disfrutar del usufructo, de recibir lo legítimamente ganado, es cuando se puede sentir obrar la Ley de Igualdad.
La compensación, que significa equilibrio, cuando ya las humanidades están regidas por esa Ley, quiere decir que ese mundo ha alcanzado un grado de progreso grande.
Como una doncella que se embellece cuando recibe, cuando es bañada por el amor de un hombre, si ese amor es puro y grande, y esa doncella se hace hermosa, es feliz, parece que emana luz, dicha, y todo a su alrededor es bello, así es la Tierra en los momentos actuales, después de haber pasado por la Ley de Justicia, después de haber sufrido el Juicio Final que la emancipó, que la solidarizó con todos los mundos adelantados para que reciba la luz de esos mundos de progreso, que la consideran ahora como una hermana, porque ya no es la niña juguetona y tonta que tuvo que sufrir tantas evoluciones, tantas transformaciones para alcanzar estoe momento epopéyico.
Ahora entra el equilibrio eterno, al equilibrio que reina en el infinito, no porque no lo estuviera antes, pero, en este grado de progreso, el equilibrio es mayor, el equilibrio tiene que ser perfecto para que toda esa maquinaria gigantesca marche de acuerdo, que todo se mueva a ritmo.
Ya saben que el más fugaz de sus pensamiento artera con sus vibraciones el éter y que ese pensamiento irá por la Ley de Afinidad, al lugar, al plano que le corresponda. Así, sus movimientos, los más insignificante su vida, altera, conmueve todo el infinito, ese infinito que guarda un equilibrio que no pueden comprender todavía, como lo comprenderemos los desencarnados.
¡Cómo se admira la grandeza del Padre, su sabiduría, al poder observar este movimiento constante, la rotación de los mundos, esta música, porque no hay ruido, todo es música, todo es fragancia, todo es luz hermosa; nada hay que desagrade, nada áspero, nada fuera de lugar en la hermosa armonía del Universo.
Ya ven como todas estas leyes obran obedeciendo a la gran Ley, a la Ley suprema a la LEY DE AMOR, que lo rige todo.
Y ahora, la Tierra recibe la luz de los mundos superiores, está iluminada por el amor de todos, por la solidaridad que existe porque forma ya en la cadena universal.
Así ustedes están dentro de esas leyes, ninguno de sus actos pueden estar fuera de ellas. No crean que las evitan; se les deja un tiempo, si quieren burlarlas, pero lentamente, nada hay violento dentro de la armonía, irán alcanzando lo que antes rehusaron, irán comprendiendo y aprendiendo lo que no quisieron en una o en muchas encarnaciones, pero siempre se llega a ese "MÁS ALLA" de que se habla; se llega a ese momento de la igualdad, se llega a estar dentro de compensación, y es cuando se está progresando; pero aun entonces, siempre, se pretende conocer, ir siempre más allá.
Ley de justicia
El amor no puede ser sin justicia, ni ciego, como se ha cantado. El amor de hecho, es sabiduría y, por lo tanto, de derecho es justicia, aun la terrenal, tiene que se todo ojos. La Justicia recibe los hechos obrados por la Ley de Afinidad, y la Justicia tiene que poner, cada hecho, en su sitio y preparar un sitio para cada hecho. Si la Justicia obra a ciegas, no puede ser justa.
En los actos de la naturaleza la justicia resplandece hasta en las cosas insignificantes (para nosotros los hombres de la Tierra) y nada sucede sin que lleve el sello de la Ley de Afinidad, que es el ejecutor del Amor del Padre.
No existe la casualidad en lo material ni en lo espiritual, sino que todo obedece a una causa primera; pero la ignorancia de los hombres les hace repetir muchas veces ¡Casualidad! No, hermanos míos, no hay "casualidad" declara su ignorancia de las causas que producen esos efectos, efecto que no comprenden y llaman casualidad. En cambio, los efectos son el complemento fiel e irrevocable de la justicia de la Ley suprema de Amor.
Fatalidad, si puede admitirse en el sentido de la acepción que la Academia le designa; pero entonces es justicia de necesidad en vez de fatalidad.
La muerte repentina, el asesinato en general, el robo, la tristeza, la alegría, la paz y la guerra; la creación de un mundo, su transformación, la vida humana, la vida espiritual, la comunicación del espíritu obrando sobre la materia de un encarnado; la ignorancia aparente, la ciencia y sabiduría infusa; la ciencia y sabiduría de los hombres, todo, todo obedece a la Justicia de la Ley; la desaparición de un continente, la destrucción de una ciudad, la derrota de un ejército, la sumersión de una escuadra, el hambre, la peste, la asolación de los campos, no es menos justo que el bienestar y la dicha.
Ya lo dijo Jesús: "No cae la hoja de un árbol sin la voluntad del Padre". "El que a hierro mata, hierro muere". "Con la vara que midieres, serás medido". ¿Y qué caso ha hecho la humanidad de esto" Los hombres de la Ley, por desidia, para envolver su ignorancia, han llamado "casualidad" a los hechos que son de justicia.
Si no entendieron el verdadero sentido de las palabras de Jesús, yo se lo diré de modo que lo entiendan: "Si odias tendrás que amar". "Si matas, con tus besos resucitarás al muerto", "Si te apropias de lo de tu hermano, serás despojado de lo que no has ganado". "Si cometieres escándalo, el escándalo será sobre ti hasta que lo borres de tus escandalizados"..
. Todos estos principios morales están escritos por el legislador Set hace 58 siglos, y repetido millones de veces por millones de moralistas; las religiones, los han tenido todas pero la supremacía en que se han encastillado, el no practicarlos ellas, que son las primeras que debían practicarlos, llevó al escándalo a los Estados Civiles, y éstos, prejuiciados por el error y la falsa interpretación teológica de las escrituras, hicieron los códigos, que son una completa equivocación; en el dicho de "el que a hierro mata a hierro muere" han entendido la pena de muerte, que ha manchado todos los códigos y los sentimientos de todos los hombres. La ignorancia y la malicia sólo pueden entenderlo como lo han entendido; pero no han querido entender "que ni la hoja del árbol cae sin la voluntad del Padre"; no han querido entender "no quiere el Padre la muerte de sus hijos, sino que se conviertan y vivan son hijos de la carne y por eso oís nada más que a los espíritus de la carne, como lo dijo Hellí a Abraham.
Mas yo les pregunto: puesto que han tomado la palabra al pie de la letra., ¿por qué matan de diferente modo del que uno mató a otro? ¿Cómo se las arreglarán para matar a una mujer que mata el feto dentro de sus entrañas? Si han de ser justos en la ejecución de la palabra, tendría que morir del mismo modo que mató. Son impotentes para ello? Pues no comentan injusticia. Yo se los digo: los delincuentes son enfermos del espíritu y hay que curarlos; con su destrucción, los enferman más; con su retiro de la sociedad, no los curan porque los privan de medios de curación.
No son justos porque son ignorantes; son ignorantes porque no saben amar; no saben amar porque son y viven sólo la vida de la carne.
Los delitos no los comete el cuerpo del hombre; la ejecución del delito efecto del espíritu es, y espíritu es de Dios y sólo Dios puede juzgarlo.
El cuerpo sólo es una máquina regida por un agente, movida por una fuerza indestructible, por un principio inteligente el cual no puede la justicia de la Tierra castigar, ni el Creador destruir, porque es parte de El mismo, y lo creó para ser eterno,
Ese espíritu equivocó el camino, por el ambiente, por el prejuicio de las religiones, de los Estados, de las leyes, de la parcialidad del juez, y son el juez, el Estado y la religión los responsables, y "pagarán hasta el último cornado".
Pero el Creador tiene medios, en su Ley inexorable, para atraer, y en su inmenso amor manda a sus hijos de luz para que le lleven a sus hermanos "negros de hollín", una vez que se iluminen en su conciencia; no los elimina cuando son tercos y obcecados; pero el Padre tiene moradas, hospitales, donde curar a esos enfermos y allí son curado por los mismo que los enfermaron, por los injustos, por los que escandalizaron y no los abandonarán hasta que los hayan curado y redimido, para lo que tienen que hacerse sabios, aprendiendo a amar.
He ahí la verdadera justicia; esa no puede equivocarse, esa produce los efectos que son de justicia, porque son sostenidos para causas justas.
Las vidas que han cortado, por sus leyes, las tiene que devolver, reanudarlas y ponerlas en camino para terminar su carrera y misión. De modo que cuando sentencias a un hombre a muerte, te sentencias también a darle vida material a aquel espíritu, y cuando sentencias la prisión de un hombre, separándolo de sociedad, te sentencias a darle la libertad,; de donde se desprende la reencarnación de los espíritus por necesidad y por justicia, por la Ley de Igualdad y por la de Compensación, sin cuyos artículos no podría existir la Ley de Amor.
Se dirá que el crimen hay que castigarlo; que la pena de muerte se impone, por vidicta pública; que las cárceles son necesaria para separar de la sociedad a los perturbadores. ¿Dónde hay mayor error? ¿Por qué ha de hacerse partícipe a todo un pueblo de la venganza, ya que, según dicen, esto significa "vindicta"? El pueblo, en todo caso, debería castigar a los causantes del delito, que no son otros que los legisladores, los gobiernos, las religiones que les han enseñado odio en vez de amor, y lo mantienen ciego y fanático en errores de religión y de patria, y le enseñan supremacías que en la Ley no existen, superioridades de sabiduría y virtud; a éstas, que son las verdaderas superioridades, la Ley suprema de amor les da el título de Maestros; pero no les autoriza más que a enseñar el bien, y nunca a castigar porque, en justicia el castigo está en la conciencia del delincuente; cuando se le despierta, esa conciencia es juez más inexorable que la muerte material y el remordimiento le hará reconocer su equívoco, y sabrá que tiene que remediar el mal; pero si en vez de despertarle la conciencia se le embota separándolo de la sociedad y sometiéndolo a penalidades que sólo las bestias pueden soportar, el odio crece y su regeneración se retarda.
Afortunadamente, pasadas estas últimas generaciones pasará con ellas, todo ese maremagnum de errores, porque los que últimamente van llegando a la Tierra ya traen la sabiduría del amor bien aprendida y el ambiente será de amor; pero lo estudio y se los digo para los que hoy están en la Tierra, ya sentenciados, lo aprovechen y no aleguen ignorancia y empiecen a deshacer sus equívocos, que necesariamente los llevarían al mundo a donde ya fueron mucho de sus colegas para ser allí curados de la ignorancia de la verdad, ya que en la Tierra fueron sabios del error, de la mentira, por la supremacía y el prejuicio.
Vivan alerta y pidan al Padre luz, y reciban luz sobre luz; pero pedirla en espíritu y en verdad, limpiándose ante el odio y el prejuicio, porque el Padre no oye más que a los humildes de corazón,
Nada sucede en la Tierra y el Universo sino dentro de la más estricta justicia; y el hombre no puede castigar al delincuente; pero tiene el ineludible deber de corregirlo y enseñarle amor, y todos los seres son responsables de su ignorancia y tienen el deber de ser sabios, estudiándose a si mismos y, consigo, el Universo; sólo el Padre tiene el derecho de hacer justicia, porque "Ni la hoja cae del árbol sin su voluntad"
Ley de igualdad y compensación
La Ley se impone en la Ley de Justicia, y es tan admisible esta Ley que nada excluye del verdadero amor del Padre. En vano intentará sustraerse ningún ser de la igualdad de la Ley, porque la afinidad reúne todas las cosas en justicia y una y otra son inflexibles y llevan a los seres al cumplimiento de sus deberes, en voluntad y amor. Podrá el hombre resistirse, luchar contra su destino, obstinarse y retardar su cumplimiento, hacerse moroso en el pago de los talentos, poner el desequilibrio en un mundo, pero todo en vano. Si en la Tierra no está la satisfacción de sus deseos, si se equivocó y no encuentra el camino, si le daña la vista la mucha luz, si el odio lo domina, si la ignorancia es su favorita, si la supremacía le atrae, tiene el Padre, en su amor, moradas a propósito para todos los gustos; la Ley le pone los medios para que llegue, en el período que la misma le señala, para ejecutar la parte de la obra que le fue confiada en bien de la comuna universal, y la Ley y los medios son iguales para todos.
Si el tiempo, siempre largo, señalado no le basta y los demás llegaron a la igualdad, el principio de justicia se impone y se le señala entonces la morada de sus afecciones. No importa que hayan pasado siglos, el tiempo es eterno, siempre está en el momento presente; al final, él sólo se hace el daño, creándose nueva deuda que lo obliga a trabajar más, y al fin el desengaño lo vencerá y reconocerá su equívoco, emprenderá el camino y llegará, de jalón en jalón, a la sabiduría, al amor.
Mas para llegar al amor, que es donde empieza la dicha y la felicidad por el usufructo de sus trabajos, todos, sin excepción, han consumado por igual, todos han pasado por todas las pruebas; todos han padecido los mismos errores, las mismas equivocaciones, los mismos goces y los mismo dolores; todos han llorado y reído la misma cantidad; todos han sido discípulos y maestros; todos han sido reos y jueces; todos han sido mandatarios y mandados; todos han dado y pedido y todos disfrutaron de la riqueza y la pobreza. El rey han sido obrero y el obrero jefe y el emperador súbdito; la mujer fue y será hombre y el hombre mujer, siendo, antes o después, hijos de sus hijos y hermanos de sus hermanos, por lo que el título de "padres" es sólo aparente y momentáneo en la larga serie de existencias; pero la maternidad es entendida, en la Ley, por el mayor grado de amor de los individuos que componen la familia, según la Ley de Afinidad que lo ordena, pero de la más estricta justicia, haciendo pasar a todos los individuos por ese título, que en la humanidad es el único santo que hay, por los sacrificios que consigo lleva; pero como en el espíritu no existe el sexo, todos fuimos padre, madre e hijos, en la misma familia; y porque procedemos todos del mismo origen, del mismo Padre común, el titulo único verdadero y estable en la Tierra y en toda la Cosmogonía es el de hermano. El parentesco material no existe como genealogía permanente, más que eventual, pues muchísimas veces se interrumpe por hechos de justicia; y quien hoy es europeo, ha sido ayer chino, el chino europeo, el asiático y el australiano lo mismo y el negro blanco y el blanco negro.
No existen las razas, ni castas, ni las jerarquías, ni los títulos nobiliarios hereditarios, en verdadera justicia, sino como compensación por esta misma Ley, para que todos gasten el mismo caudal y todos pasen por todos los grados, que es a lo que responden todas esas instituciones, necesarias en las humanidades y mundos, para llegar al amor fraternal humano, que es la sabiduría suprema, y ésta, por grados, también en cada mundo y en cada nebulosa, no porque sean necesarias en la Ley divina, sino que, una vez cometido el error, la Ley de Justicia toma parte para compensar a los perjudicados.
Mas llegado al conocimiento del Amor, que es cuando la igualdad es el caudal gastado y en progreso realizado está en equilibrio, y la mayoría se encuentra abiertamente en un progreso espiritual, que se impone al progreso material para encauzarlo a la verdadera belleza, se impone la paz, por la justicia.
Ahora la Ley de Afinidad señala una epopeya, una nueva era, un nuevo momento histórico, y son separados los retrógrados, por enfermos, y se les somete a la curación en mundos conforme con sus aspiraciones; no se les aniquila, no se les separa del cuerpo universal; se les lleva al colegio, al sanatorio, a instruirlos, a curarles, siguiéndoles el amor de sus hermanos, que los visitan, que los animan, que los consuelan y, por fin, se curan y regeneran por el amor. Todos hemos seguido esos caminos.
La compensación es tan justa como todas las cosas del Padre, y cada uno disfruta de lo que produjo, y en comunidad, no siéndole posible (por el control de su conciencia), tomar más de lo necesario; y el amor de sus hermanos, su progreso, el amor del Padre, le llevan voluntariamente al trabajo, al estudio, siempre mirando que más allá hay más perfección, que está obligado a conquistar.
Ya en este grado de luz la injusticia no cabe; la intriga, la política, la religión, el Estado (como nación pequeña), desaparece y se convierte en nación universal y en ninguna parte el hombre es extranjero y en todas partes encuentra lo necesario, en la más completa libertad de acción, porque cada uno, en su deber, tiene la justicia por balanza y el amor por base de todos sus actos, por todo credo el mismo Amor, que es el Dios de la Creación.
Sabe que más abajo tiene otros hermanos menores a quienes enseñar y, en su facultad, llega a ellos y les da de lo que a él le dieron cuando se encontraba como ellos, ignorante. Con la misma facultad llegan a él otros hermanos mayores y le dan de lo que tienen, animándolo a ir más allá, llegar hasta ellos y así, hasta el infinito, en la eterna del progreso, en perpetuo e inagotable amor, del Dios Amor.
La Ley de Igualdad es el complemento de la Ley de Amor; nadie puede esquivarla y obliga a pasar por todos los grado, posiciones y conocimiento del mundo, da la libertad absoluta, pero hace responsable del daño causado a un segundo; no existe la supremacía, pero si la superioridad en sabiduría, la que obliga, en amor, a enseñar al más ignorante, lo que implica reconocimiento, pero sin humillación y supremacía, porque está dentro de la Ley de Justicia y es lo que constituye la armonía del amor.
Los sexos no existen en el espíritu, por lo tanto, la mujer y el hombre complementan la armonía y los derechos y las obligaciones, proporcionales en el seno de la familia, son absoluto iguales en al comunidad. La procreación es Ley impuesta por igual a todos los seres, y la unión para procreación es exclusiva de la Ley de Afinidad; pero son necesaria la cooperación de todas las leyes del Creador.
El título de madre es santo, el único en la Tierra; pero, como el de padre y madre y, por regla general, vivir en todos los pueblos, y ser de todos los colores, de todo lo cual se despende la que la Comuna es el único Gobierno superior, como lo es en los mundos de luz de todas las cosmogonía en todo el Universo
Esta es la síntesis de las tres leyes complementarias del amor del Padre, y como catalogados, lo artículos de esa Ley suprema, los que vamos a estudiar francamente para las generaciones primeras de la "Nueva Era" y del Séptimo día de la humanidad terrestre, identificándome en los mundos de la Cosmogonía, en cuya cadena formamos parte y para que les sirva de conocimiento a las generaciones que quedan sentenciadas en la Tierra, y obtén en voluntad y libertad, por escoger la morada que les cumpla, es decir, aunque perteneciendo a la Tierra en su día de luz y amor, o manchado, en el acto de la desencarnación, al mundo inferior correspondiente; porque ya en la Tierra no caben los retrógrados, los sostenedores de la supremacía y el error; la Tierra es patrimonio de los hijos del progreso, y el Padre se las dio en usufructo de su trabajo, durante el Séptimo día, en el que, con la paz y el amor, contados sus atributos, se elevaron al progreso y perfección relativos a la Tierra.
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