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Nada puede existir fuera del espiritismo (página 8)

Enviado por Pedro Sandrea


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Amen ustedes al obrero y al hombre como a si mismos, universalmente, y merecerán el amparo que seguramente necesitarán. Esta es la Ley: Amor.

Comentario:

La política expansionista que siguen las naciones más poderosas de nuestro mundo obedece a la Ley que en estos momentos está en acción.

No hay límites en el Universo; no debe haberlos en la Tierra. Creyendo seguir ambiciones insanas, no hacen más que tratar de engrandecerse, hasta que llegue el día, muy pronto por cierto, de que toda la Tierra sea una sola nación, porque es una sola familia: Esta convulsión, esta nerviosidad, que sea apoderado de nuestro mundo en este siglo; esas demostraciones de inconformidad, esa ambición que se manifestó claramente durante la guerra pasada y que ahora llega a su culminación, no es más que el deseo de los hombres de borrar fronteras. Lo saben en espíritu, pero no en materia, y ellos mismos, ayudados por la ciencia, han puesto los medios, impelidos por la necesidad de expansionarse.

Es muy grande el mundo y muy pocos los seres encarnados que lo habitan (año 39). Hay conglomerados, en algunas partes, que ya no pueden vivir porque no basta lo que su suelo produce para sostenerlos; por esa causa aparente los Gobiernos han tratado de conquistar más tierras, tierras pródigas, tierras fértiles, tierras vírgenes. Aquí, nuestra América que hay tanto terreno todavía inexplorado, extensiones tan grandes que no benefician a nadie, en el momento en que deben poblarse y para ello vendrán a la tierra millones de espíritus que están en el espacio, a los que habían negado el derecho de encarnar los propios hombres; pero que vendrán, porque la Ley se cumple siempre.

Por un motivo o por otro, bajo una bandera u otra, la humanidad está manifestando su inconformidad; es como cuando el individuo, en materia, siente algo inexplicable, un deseo de moverse, de no estar quieto; le falta algo, necesita algo y no sabe qué y esa sensación la traduce en inquietud; es exactamente lo que pasa ahora en nuestro mundo, es la inquietud del espíritu que está obedeciendo a la Ley por medios que, en apariencia, son torcidos.

La Ley se vale de todo y ustedes, como espiritistas, comprenden cual es el móvil de la guerra actual (año 39); extenderse, unirse, borrar las fronteras, mezclarse las razas para que, como dice en el párrafo leído, en el jardín del Padre se admiren las flores de todos los colores, de todas las formas, porque en esa variedad se admira la grandeza del Creador.

El derecho de propiedad ¿quién lo tiene? La Tierra es de todos; pero nadie puede decir; este pedazo es mío, porque la Tierra se les dio a todos por igual y todos por igual tienen el derecho de propiedad; pero este derecho los hombres no lo han comprendido y han creído que con sangre deben ir conquistando palmo a palmo; pero esa sangre mancha, esa sangre vuelve estériles las tierras (ver "La sangre derramada en 58 siglos" en Momografías.com, por Pedro Sandrea) que deberían ser campos fértiles y fecundos que aprovecharán a todos.

Nadie es dueño de nada, como todos son dueños de todo. Se les ha dado este mundo y ya saben que evolución ha sufrido para poder alimentar a los hijos de la Tierra, a las materias de los espíritus que la tenían que venir a poblar.

Así como la madre está en gestación sufre evoluciones muy duras y dolorosas que la preparan para el momento de dar a luz al hijo que traía la chispa divina: el hombre; pero así como la madre no tiene privilegios para ninguno y es de todos sus hijos, la tierra es bien común para toda la humanidad,

Es falso el principio que han sostenido las religiones que sólo han sembrado el egoísmo y del egoísmo han derivado tantos males que no han hecho más que estancar el progreso de la humanidad.

Sorpresas muy grandes se avecinan. Ya lo están viendo; no es lo que esperaba y para los que no han estudiado, los que no observan, para todos los impreparados, es un momento de ofuscación de incomprensión; nadie saber lo que pasa, nadie entiende lo que para ellos no tiene explicación, lo que no pueden comprender; pero ustedes, que observan, que están advertidos, pueden comprender cual es la verdadera causa y el verdadero fin; ya lo saben; desaparecerán las fronteras, se acabará el derecho de propiedad que cada país cree tener, porque nadie es dueño de lo que es de todos y todos son dueños de lo que es de cada uno, entonces sí reinará la Comuna de Amor y Ley y el pedazo de tierras, que ya no se llamará país, que produzca ciertos elementos de beneficio a otros, cambiara con aquellos lo que él necesite y toda la humanidad disfrutará de los bienes inmensos, inagotables, que ofrece nuestra madre Tierra. Se fundirán las razas y entonces vendrán las nuevas generaciones, pues ahora, la unión de materias es de la misma familia, porque aun en los países es casi la misma sangre, generaciones privilegiadas, hermosas, fuertes, arrogantes, porque entonces cada quien tendrá una parte de todas las rezas de la Tierra, si razas se les puede llamar a los distintos colores de los hombres. Cada lugar tiene su color y su carácter según el clima; pero ya ven que hasta el clima está cambiando (ver "Ozono", en monografías.com, por Pedro Sandrea) y cambiará el día en que donde ahora hace calor haga frío, las razas se irán modificando y todos los habitantes de la Tierra unos mismos, pues ya no habrá diferencias tan grandes como ahora porque los espíritus al fin triunfarán y harán desaparecer las fronteras, que no debían haber existido nunca, porque así como en el cuerpo de la madre no va a decir cada hijo que a él le pertenece un brazo, una pierna, el corazón o la cabeza; el cuerpo de la madre es de todos y para todos; en él se forman todos los hijos y para todos hay amor, ternura, color, consuelo y enseñanza; la madre Tierra es de todos sus hijos que la habitan y pronto llegará el día en que vivan en ella todos los llamados, que hasta ahora se les había negado la encarnación.

>Ninguna cabeza puede tenerse sin pies; para llegar a la civilización hay que ilustrarse<</p>

Por Pedro Saborea, [email protected]

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSA, CONTINUACIÓN

Criminología y sus causas

Capítulo XIII

El crimen no existe en los mundos superiores a la Tierra, donde el amor es la Ley y la Comuna el régimen. En la Tierra y mundos inferiores, existe el crimen por la ignorancia y porque existen las religiones; aumentó el crimen en nuestro mundo cuando la religión católica tomó incremento, hasta el punto que, en los códigos anteriores a la preponderancia des esta religión, no había penas ni sentencias para el parricidio "porque no se correspondía (dicen los comentaristas) que un hijo pudiera matar a su padre o a su madre"

En verdad que el legislador romano de aquel entonces se asustaría hoy al ver el parricidio convertido en un crimen vulgar, demuestra esto que 24 siglos de tiempo, pasados la mayor parte en la dominación de un imperio religioso, sólo han servido para matar el amor, que nacía entonces, que se hubiera arraigado al no haber nacido esta apócrifa religión, en la que hay pontífices que han asesinado a su madre después de compartir el lecho con ella, y otros hecho vida marital, escandalosamente, con su hija y estuprado a otra, asesinado también a la madre de ésta, esposa del pontífice, Rodrigo Borgia, Alejandro VI.

Estos ejemplos necesariamente han de entrañar en la humanidad, cuando saben que los que quieren pasar por ministros de su Dios cometen esos salvajismos; y es el caso que donde más predomina la religión católica, los crímenes son más y más horrendos que en los dominios de otras religiones y, por lo tanto, la primera causa del crimen está en las religiones.

La segunda causa está en el despotismo de los gobiernos; pero ya se ha probado que estos son feudos de las religiones y, por lo tanto, la segunda causa es la religión.

La tercera causa es la mala organización social, que exaspera por las prerrogativas de unos y porque se odian entre sí las clases de sus clases, y porque el vicio y la corrupción está en ellas con más intensidad, porque están apoyadas por la Ley hecha a su placer pero más que todo, porque entre ellos vive el sacerdote célibe, que se traga con la vista las formas de las descocadas damas que suelen llevar el pudor de los codos a las manos y al desnudo todo lo más provocativo; y como están envenenadas por el confesor y unidas, por la conveniencia, a un hombre que no aman y en su pecho se ha sembrado mala semilla, con los vahos del festín y el no tener nada que hacer, se entregan a la pasión del que las absuelve, o al provocado rival del esposo, y se fragua y se comete el crimen en todo su horror; se tramitan duelos y aquí la causa es la educación errada, la Ley egoísta, la clase rival de la misma clase por el orgullo; pero como todo esto es hijo de la supremacía religiosa, la religión es la causa de estos crímenes.

La cuarta causa de crímenes (es cierto, más numerosos y más vulgares) es la ignorancia. ¿Y quién tiene la culpa de la ignorancia más que la sociedad? ¿Y quién ha dividido a la sociedad en clases enemigas, más que la religión? Luego, la cuarta clase de los crímenes es la religión.

La quinta causa del crimen es la más dolorosa, porque en ella entran el aborto (por cierto, que en estos momentos transcribo este Código, el ministerio de "Salud", y que va modificar esta Ley) y el infanticidio; como esto ya está expuesto en el estudio de los vicios y los prostíbulos en el Capítulo V, y como su causa es el celibato, la quinta causa del crimen es la religión.

Hay una sexta causa por la que se cometen crímenes, es la locura o perturbación de las facultades mentales, y la locura también es un cremen, como esto, en general, es provocado por la pobreza, la pasión y la ignorancia, y como ya está probado y se probará más al tratar la propiedad, que todo eso es causa la religión, ésta es, pues, de estos crímenes, como de los anteriores. ¿Quién fundamentará razones para rebatir estas verdades? Nadie puede hacerlo; ni los mismos pontífices, porque ellos van a la cabeza, en el consejo y la acción, pero resulta que los poderes, poderes o gobiernos, cargan con la responsabilidad de la organización social y tienen, por tanto, la responsabilidad de la organización moral y material de todo el desbarajuste que ocasiona la imposición de la religión; pero como es un juego sucio en el que no se puede acusar el uno al otro, porque los dos han delinquido y uno sólo es el perjudicado, el pueblo, el llamado pueblo trabajador, los dos criminales se callan para que el escándalo no brote la ira popular y los aplaste como reptiles venenosos y pestilentes; pero no teman por sus personas, ni uno ni otro, se los asegura el Juez, que acusa a los dos, a la vez, en nombre del pueblo; mas si no confiesas que están equivocados, si aun lo provocas, se suicidan ustedes mismos, y el pueblo (que les abriría los brazos en amor y les señalaría el trabajo como ley, si le dices. ¡Pueblo! Nos hemos equivocado) los arrastraría en justicia, y no será responsable porque se le ordena amar y amor demuestra; el odio es de ustedes, y a cualquiera le es lícito aplastar la cabeza a la víbora que lo quiere envenenar, y aun en sus códigos han sentado que la defensa propia es justa y el pueblo tiene derecho a defenderse.

Ya se los dije: sean vírgenes prudentes, salgan al camino con el candil encendido y aceite para alimentarlo, porque el esposo llegará y se irá con las esposas que sepan complacerlo, y desechará la imprudencia.

Sobre lo anterior, hay algo interesante que conocer y que pasa, a la ciencia y a los jueces, desapercibido, o no quieren entenderlo de propio intento. No es muy fácil ser juez (Y. esto lo dice un Juez del Creador); pero es fácil sentenciar, porque los jueces están regidos por el código, como los confesores por la "Lave de Oro" y otras letras; pero unos y otros cometen el error, apoyados en las letras mencionadas por cometedores de delitos, que idearon artículos y más artículos en su favor para sembrar la confusión y buscar el descargo de sus culpas; pero esto lo aclararé en el párrafo de los tribunales y los jueces.

Donde quiero fijarme aquí es en los abortos, infanticidios y casos de locura, porque en lo que se refiere a los crímenes vulgares, estarían sentenciados cargando la pena de los que los cometen, a los causantes, empezando desde el pontífice hasta el último sacristán, y desde el monarca o presidente, hasta el último vigilante, y desde el general al soldado raso, y esto sería verdadera justicia, porque el crimen debe pagarlo el que es la causa de que se cometa. Y no es que los crímenes que voy a estudiar no tuvieran que pagarlos ellos también, sino que aparecerán otros culpables de los mismos. Yo soy justo en hacer cargos, aun contra mí mismo, y así nadie se ofenda del estudio recto, porque la verdad es amarga, pero cura como buena medicina.

El goce de la carne es una ley natural; pero es también una ley primordial para la procreación. Todos comen de la fruta; pero todos los que acuso rehuyen pagar al jardinero, en especial al hombre libertino que bebe el amor de la mujer y la abandona por no pagar los vidrios rotos que el patriarcado impone. La joven que fue seducida, o la esposa que burló al esposo, siente en sus entrañas el aviso de un nuevo ser, y como se le ha prejuiciado de ser un deshonor, mal aconsejada, atenta contra la vida de aquel ser, que es obra de la Ley suprema del Creador, y quedan impunes el 99% de los casos. Aquí hay muchos cómplices, pero hay un asesino: es el que dio la droga o el doctor que hizo el raspare fingiendo hacer una operación necesaria. De estos casos suceden a millones, hasta entre matrimonios, "porque se aumenta demasiado la familia, dicen, y ya no se puede atender por la carestía de la vida". ¿Quién es culpable en todo esto? Si la mujer, después de ser fecundada no fuera abandonada, es seguro, que no atentaría contra lo que concibió; y si no hubiera adivinas, ni boticarios, ni comadronas, ni doctores sin alma y sin conciencia, no se provocaría la muerte de aquel feto; estos desnaturalizados deben ser metidos en una jaula y expuestos en el parque zoológico, en un día solemne, y bastaría esta pena; pero como todos ellos (menos la adivina) pagan patente al Gobierno, y es de su profesión, no son perseguidos, y si lo son, tienen mil tarjetas de recomendación de otros criminales más altos, que hacen sobra al juez; y quizás, y sin quizás, la imposición será por el mismo padre de la criatura. Esto pasa y no es justicia, sino injusticia sobre injusticia; pero en cambio, es descubierta la pobre sirvienta que tuvo comercio con el patrón (lo que es muy general) y ésta es cantada por el gacetillero de "madre desalmada" y pedirá para ella un castigo ejemplar. ¿Y el seductor no es culpable? ¿Y el Estado no es culpable? ¿Y la sociedad no es culpable? ¿Qué educación recibió aquella mujer? ¿Quién la prejuició en el honor, que la obliga a cometer el crimen?

El castigo de estos hechos bochornosos lo merece toda la sociedad; castigar a uno solo es injusticia; el menos culpable aquí es el que cometió el hecho: la madre; mas si se le separa de la sociedad se comete un crimen mayor y se coarta a la justicia divina, que busca la ocasión para que aquella mujer cumpla con la Ley y dé vida a aquel ser, que es como únicamente se le paga al Padre, porque él ha sentenciado, en justicia y verdad, diciendo: "Si odias tendrás que amar" . "Si matas, al muerto resucitarás con tus besos". Y sólo así se puede pagar esa deuda sagrada.

¡Oh, sociedad! Oh, jueces! ¿Saben estas leyes divinas? ¡De qué modo tan distinto sentenciarán si las supieran! Pero su misión (hoy despreciada) puede ser grande con este Código. Educa, da ejemplos de virtud. Ama. He ahí su misión, y el mundo se regenerará; más ya sé que predicarles a ustedes es predicar en el desierto, porque de más arriba viene su acción; aunque eres, así y todo, responsables porque, si tienes conciencia y sabes que es irracional y antinatural su sentencia, no sirvan de jueces, que el campo es grande y le hacen falta brazos para trabajar, y allí pueden ser buenos obreros y dar beneficio a la humanidad y gloria al Padre de Amor y ustedes, todos los quebranta la Ley sagrada de Procreación, ¡tiemblen por ustedes mismos! Porque la justicia del Padre será inexorable y en el mundo primitivo les serán arracadas las entrañas, más de una vez, por animales carnívoros, y sabrán al fin, por el remordimiento de la conciencia, lo miserables de sus acciones de hoy.

Otro punto interesante es la locura, enajenación o pérdida de las facultades mentales, donde hay hechos horripilantes, porque no se pueden castigar porque no es responsable el loco de sus actos; pero yo les digo que sí hay responsables, y es la ciencia antropológica, que no entiende ni palabra de la psiquis espiritual, y es, precisamente la falta de desarrollo de las facultades espirituales del alma, por falta de educación moral y de ambiente propicio, que el espíritu debió encontrar y sólo encontró la falsedad, el error y aun la persecución personal por parte de la religión, y de los poderes y de la ciencia médica, que se ha aferrado a la materia por imposición de la religión, (que no ignora que ésta viene para darle el mentís y hundirla para no levantarse más), que ha monopolizado y prejuiciado todo, además de que la ciencia médica es de por sí materialista; pero cederá , quiera o no, y si quiere ser ciencia, aceptará la parte espiritual que le pertenece, o nunca será ciencia y siempre erraría. Por esto esa ciencia será entregada a hombres facultativos en la psiquis espiritual

Quieren ellos estudiar a un loco y son ellos mucho más locos, por aberración y prejuicios, que el enfermo, en la mayoría de los casos, han hecho mil autopsias a un cadáver de un loco, pretendiendo encontrar en el cerebro la causa de la locura, o de la enajenación, y nada, su cerebro no ofrece nada anormal y un solo caso debería haber bastado para encaminarse por otro sendero; pero sería confesar lo que no quieren confesar ni tragar, antes se ahogarían que tragar la píldora de la verdad espiritista, porque no la han podido comprobar por medios materiales, mas si es espiritual, ¿cómo quieren sujetarla a la materia? Pero han visto fenómenos que los puede producir la materia y que, si se han producido, alguna causa hay; y esto bastaría al sabio para salirse de la materia y ahondar en su alma, y en sí mismo encontrarán la causa y ya estaría en camino; pero no importa; ya he proclamado como axioma el Espiritismo, porque el espíritu es el Creador y éste es un axioma. El Espiritismo (quieran o no) establece su reinado porque es luz, verdad y amor y por él se llega a la sabiduría del Padre, demostrado en que el Espiritismo es su gobierno.

El espíritu al encarnar con facultades medianímicas, cuenta con que debe encontrar el medio ambiente a propósito para su desarrollo; llega a la edad en que debe demostrarse y el ambiente le es contrario por la presión, el prejuicio y la ignorancia en que se le ha obligado a vivir a su persona, y ve su prueba perdida; si no tiene grandes virtudes o bien sentado progreso, se exaspera y comete cuanto crímenes le vienen a mano, y la ciencia dice: "es irresponsable"; tiene razón. La materia, en ese caso, como en todos los hechos, es irresponsable; pero el espíritu no es irresponsable ante el Padre y, sus leyes, y tiene que pagar aquellos vidrios rotos; pero como la justicia humana no puede castigar al espíritu, dice bien que es irresponsable; pero sepan que en todos los hechos de la vida es lo mismo: el autor es el espíritu, el actor la materia, y al castigar a la materia, se comente una injusticia que tienen que pagar ustedes mismos, en espíritu y en materia.

En el caso de los hechos de la locura, la religión, la sociedad, y la ciencia son responsables por ellos, porque les han negado los medios de desarrollar sus facultades espirituales, a sabiendas, porque nadie puede negar los hechos del espíritu, que son hechos naturales que la ciencia envuelve con el nombre de fenómenos, y la religión con el de milagros, no siendo tales, ni menos misterio, que no existe ninguno para el espíritu, más que el del axioma del Creador, en su ser y formas, pero no en sus manifestaciones, que son todas las formas y, por todas, la forma hombre.

Hay otra clase de locos: los materializados; éstos son más incurables, pero son más responsables porque, generalmente, se provocan ellos la perturbación, ya por las ambiciones, ya por un revés de fortuna, o de la familia, los enajena, y éstos ante la Creación y ante los hombres, son responsables de sus hechos; pero de todos modos, este delincuente, como todos, no lo sería se el régimen fuera moral. El castigo al cuerpo corporal es un crimen más que la sociedad agrega al crimen de lesa humanidad que comete para todos, con sus errores, y ya saben donde está la fuente del error, en el prejuicio científico y religioso, en la autocracia de la religión y en plutocracia gubernativa y social, a quienes el Juez, desde este Código, acusa al Padre y su nombre condena al no ser a esas causas mas no a los causantes, que son efectos; éstos seguirán, viviendo y el curso de los siglos se corregirán.

Moralicen la sociedad, empezando por moralizarse los poderes; maten la caridad, hipócrita encubridora de la maldad de los que ejercen poderes, y enseñen y den todo por amor; pero no acaparen lo que no les pertenece (y no les pertenece nada que no ganen con el trabajo) y el crimen no existirá porque el espíritu, en plena libertad, llega siempre al centro de la luz del Padre y allí rememora lo que la opacidad de la materia le cubre, y en su conocimiento se sobrepone a la materia, y trabajan los dos al unísono, pero dirigiendo el espíritu a la materia, lo que hoy es al contrario, por sus errores religiosos, científicos y sociales. Ahí está la fuente del crimen, sobre todo de los contenidos en este párrafo, entre los que el aborto y las malas artes para esquivar la procreación, y al fin el infanticidio, es lo más horroroso que comenten el hombre y la mujer, porque el crimen de otra naturaleza, aunque contrario a la Ley de Amor, cuando no es premeditado tiene muchas atenuantes; pero los descriptos en este párrafo son siempre premeditados, y sobre seres indefensos, y esto es propio sólo de fieras, y para ello han de estar atacados de hidrofobia, si no, no los cometerían las mismas fieras, lo quiere decir que la humanidad, en su desequilibrio, ha llegado aponerse a más bajo nivel que la fieras; el mal está sólo en las religiones, cuyos individuos se desnaturalizan por sus votos de castidad, que no pueden cumplir, porque la carne tiene su Ley y ésta es del Padre, y oponerse a ella nadie puede; pero el prejuicio y la maldad les aviva para encubrir su mentida virtud.

No los acuso porque los célibes tomen lo que la Ley de la carne les obliga; los acuso de que lo roban con deshonor, burlando la creencia que infunden, y porque son los inventores de todo el mal que lamentamos, porque no se doblegan al trabajo, único medio que pueden moralizar y dar bienestar a la humanidad; como yo conozco bien el corazón humano, y como se que los sacerdotes jamás se arrepienten de sus hechos, el único medio que la humanidad tiene para moralizarse es enterrar para siempre las religiones y no atender ruegos y lloriqueos, porque ellos jamás perdonan. "Juicio, pues, sin misericordia, a quien no usó, de misericordia", fue el lema del Apóstol de España, hoy Santiago de Compostela y hoy que actúa como Juez, lo pone en práctica para curar la locura universal.

Comentario:

La lectura ha sido larga, pero instructiva, para los que, siguiendo mi recomendación, la habrán estudiado.

Ha sido un cuadro repugnante en que les he demostrado las lacras a que las religiones han conducido a las humanidades de la Tierra.

Los he llevado al fondo de inmunda charca, una charca de vicios y pasiones fomentadas y creadas por las religiones. Es así como ellas son las únicas causantes del atraso en que la familia humana se encuentra todavía.

Las religiones han sido el lastre que la ha detenido, que la ha sujetado a la tierra y no ha permitido que los espíritus que animan las materias puedan elevarse, reteniéndolos a ras del suelo.

¿Por qué sorprenderse de la terrible conmoción que agita en estos momentos a la Tierra? Tiempo se dio para reflexionar, para estudiar y para progresar.

Los tiempos son llegados y hay premura, hay prisa. Por eso la Ley se tiene que valer de medios violentos y duros. Su cumplimiento no puede detenerse más y como les he dicho la Ley es un rodillo sin entrañas; no atiende quejas ni sollozos; no distingue posiciones ni jerarquías, sino que pasa, inconmovible, arrollándolo todo porque es el momento marcado por el Padre.

Así pues, no les sorprenda lo que sucede; es el fruto de la obra de las religiones a que todos han pertenecido.

Ustedes, un poco más adelantados puesto que se han librado de ellas, gozan de la libertad que se ha encendido al hombre y sus espíritus han percibido ya la luz que para muchos está vedada todavía; ya no vives en las tinieblas en que se debate la mayoría de los habitantes del mundo; ustedes contemplan los sucesos de más arriba, se dan cuenta y comprenden las causas del movimiento actual; lo que a todos sorprende y horroriza, a ustedes no los coge desprevenidos, lo saben y lo esperan.

Cosas grandes y terribles tendrán que presenciar y los acontecimientos que se desarrollen les causarán grandes sufrimientos, porque tienen que compartir los dolores que la humanidad padece ahora. Vives aun en este mundo y no es posible que te libres de lo que para todos ha venido, aunque para ustedes, esas penas y esos sufrimientos serán mitigados por los acontecimientos que ya tienen. Por eso, ahora más que nunca sus pensamientos deben ser emitidos con toda su fuerza, dando su amor a los hermanos que se debaten en el dolor y las tinieblas.

Piensa qué duro, que doloroso es para ellos el sufrimiento actual, sobre todo para los que les han tocado ser victimas de la guerra.

Guerra fraticida pero, a la vez, provechosa, porque la guerra actual traerá grandes beneficios a la humanidad presente: las divisiones de la tierra se modificarán, cambiarán también en política y la vida en general sufrirá una transformación completa, porque la Ley lo ha permitido y ha mandado que así sea.

¡Unidos, ámense en estos momentos de dolor, en estos terribles momentos de pruebas tan duras para todos los habitantes del mundo!

Estudien en todo, ya que les ha tocado vivir en estos momentos de grandes enseñanzas, vivir estos históricos instantes que los conducirá muy alto porque son momentos de intenso dolor, de grandes amarguras, que es lo único que purifica y eleva al espíritu.

¡Unidos en el dolor y no se apasionen por ningún partido! Todos son sus hermanos y aquellos que, al parecer, van errados, sepan que están cumpliendo una misión, porque la Ley se vale de todo, como les he dicho y como todos lo saben. No desees que triunfe uno u otro; desea, pide únicamente que se haga justicia, justicia y más justicia en la Tierra, porque los tiempos son llegados.

Así como ves en el agua que se agita que suben a la superficie los asientos, que de pronto la enturbian, después baja por su propio peso y el agua queda cristalina, así se pondrá la atmósfera de este mundo y los asientos, las partículas negras que ensucian ahora, bajarán a otros mundos y el ambiente de ustedes será de paz y de amor y entonces reinará en la Tierra la Comuna de Amor y Ley que será el asiento del Dios Amor.

Los tribunales y los jueces

Los tribunales de justicia, en general, son lo contrario de lo que indican; pero son así porque son dependientes del poder religioso; hasta, para cerciorarse, ver constituido un tribunal, cuyo ritual, ceremonias e insignias son los de la religión y los del poder, feudo de la religión.

Afortunadamente, de pocos años para acá es libre de jurar o no; pero se le pide promesa de decir verdad, mas sabes que Jesús decía, y la Ley de Moisés manda no jurar en vano, y en el tribunal (que necesariamente el reo ha de negar), se le pide juramento o promesa de decir verdad, con lo que se obliga a jurar mentira, y entonces el tribunal es de injusticia.

Se ha conseguido también, en muchos países, el tribunal por jurados, y esto es un triunfo de la democracia; pero se ven tales absurdos, que causa lastima y, al fin, prevalece la malicia de la Ley.

Los tribunales que juzgan a los hombres por faltas que comenten o pueden cometer los mismos hombres que lo componen, no son tribunales de corrección, sino de exterminio, aun cuando no existiera la pena de muerte; y en la justicia divina están condenados esos tribunales donde se aniquila el delincuente, sin corregirlo, porque se le inutiliza para redimirse.

Pero lo que exalta al espíritu es la parcialidad con que se castiga al débil, al oprimido por todas las clases sociales; y sí de vez en cuando se sienta en el banquillo un plutócrata, todo se modifica, es una fórmula, una parte mínima, cuando debería aplicarse todo el rigor de la Ley que los suyos, y tal vez él mismo, amañó para oprimir. Si es una sotana el que ha sido acusado por la voz pública porque ha sido descubierto en uno de los mil crímenes que comete, no habrá juez que tome su causa, aunque se amotine el pueblo, ya se le hará calla a balazos.

Esto se presenta muy a menudo, como en el célebre caso del padre Manuel y la infeliz Rosa Tuso, a quien se le sacrificó en vergonzoso calvario, después de haber sido estuprada, y se le declaró demente; pero ya lo verán, jueces que les niegan en aquel y otros casos en el mundo todo, no porque debas condenar, porque esto no lo pueden hacer ni con el padre Manuel ni con ningún otro hombre; pero tienes obligación de dar satisfacción al perjudicado y hacer pagar, con un buen ejemplo de amor, la falta cometida, reparando el mal en lo posible; pero en aquel caso sois responsables de la muerte de aquella joven y de la parcialidad y miedo al coco iglesia, con lo que confirmas que otros tribunales son la mordaza manejada por la religión por lo que los condeno a su desaparición por la forma y mala aplicación de la justicia, con la misma iglesia o religión.

Los tribunales están hechos en la Tierra sólo para castigar al humilde, al oprimido por todas las sanguijuelas que chupan la sangre dulce del trabajador, pero no para el déspota y tirano que abusa de su autoridad, supremacía que no le da el pueblo, sino que se la roba descaradamente, bajo una Ley que no sancionó el pueblo, porque no puede sancionar al irracional que corrompe y estupra a la hija del pueblo, abandonándola y haciéndola rodar al prostíbulo, o que asesina y aun se ríe de su hazaña porque sabe que su influencia está sobre el juez. Pero en cambio, un padre que se ve precisado a tomar un pan, porque no se lo dan y sus hijos se mueren de hambre a pesar de trabajar él todo el día, y que le pagan mísero jornal, a éste se aplica todo el rigor de la Ley, y es un ladrón, se le separa de sus hijos y lo llevas a donde sólo ustedes deberían estar, porque el ladrón verdadero es el que como sin producir. Esto es un delito en la Ley del Padre. y se les invita a gustar la amargura del trabajo para que sepan ser fuertes.

El obrero no necesita tribunales; el obrero necesita que todos trabajen y le den ejemplo de amor, porque él lo da y trabaja; y cuando todos trabajen como obreros, tenderán derecho a comer de su trabajo, de su producto. Hoy alegas que trabajas, es cierto; pero ese trabajo no produce, ni es necesario más que para el supremático, que es el verdadero ejecutor que los vampiros chupones del sudor que tienen para unos pocos que trabajan, para esa multitud de vagos criminales que, afortunadamente, en la justicia suprema tienen contados los días que marcharán de la Tierra e irán a donde les pertenece, al mundo donde reina su afección, donde todos lucharán para el predominio, y por ese se despedazarán con rabia, y serán ustedes, y lo reconocerán en espíritu, hasta que vencidos por el desengaño, se acordarán de las verdades duras que les dice el que en la Tierra es el Juez del Padre, y entonces acatarán esta Ley única: el Amor.

Allí verás lo que haces hoy, llevando a la cárcel a la pobre madre que se atrevió a tomar unos míseros trapos (que no han podido ser valuados) para envolver a su niño, porque carecía de ropa, y le impones dos años de reclusión; allí verás el delito de tu parcialidad y sometimiento a la religión apócrifa, y serás sentenciado tantas veces como ustedes sentenciaron, tiembla, tiembla, "porque juicio será hecho sin misericordia a quien no usó de misericordia". Agradezcan al Padre que en el día de la sentencia les da este aviso para tu provecho, y no pienses en oponerse a su poder, porque sus decretos se cumplen y la sentencia está dictada, dando el tiempo de salvarse en la transición concedida: luego no habrá lugar, porque sus sentencias son inapelables; pero tienes libertad hasta el último momento.

Mas el tiempo máximo de tregua está señalado con el paso de las tres generaciones presentes, durante el que dulcemente, se cambiará la faz de la Tierra, y ya dio principio; pero si el despotismo provocan las fuerzas de la naturaleza, el Hermano Maestro que las maneja, que tiene órdenes concretas, haría toda la obra en pocos minutos, y la Tierra parecería perder el equilibrio, y el horror les haría pedir que la Tierra se los tragara, y no lo conseguirán porque la Tierra no quiere ya sostener las partículas que se han corrompido, y hasta los cuerpos saldrán de la atmósfera para ser purificados de la maldad, en el "Pantógeneo", único que tiene suficiente calor para matar su putrefacción infecciosa.

En verdad de verdad les digo, por la Justicia del Padre, que estas cosas pasarán en el tiempo prefijado; y para que los obcecados no aleguen ignorancia de que el día de la Justicia llegó, porque se les dijo y no lo creyeron, para constancia y acusación, se escribe ahora. Entonces ya no servirán lloros ni clamores, porque se les llamó, y no contestaron, se les dio la luz, y la apagaron. Ve a la morada que has ganado", les dirá el Espíritu de Verdad, quien se adelanta a su voz, por su representante, en señal de amor, y se les pide que contesten en amor.

Comentario:

Es por demás importante la lectura que acaban de oír. "La justicia humana se vende, en libros, en Códigos o en artículos; es mercancía, más o menos cara, para quien puede comprarla". "La justicia divina no se escribe, se manifiesta".

Tiemblen ustedes que asumen el papel de jueces en la Tierra! Ustedes, hombres sin conciencia, que dan sus fallos condenando a la reclusión y hasta a la muerte a hermanos que nunca son culpables y nunca, mucho menos, ameritarían castigo.

Castigo no hay para nadie en el infinito; ya saben que es el hombre, con sus propias acciones, el que se castiga a sí mismo.

La Ley no castiga porque la Ley divina nunca obra para atormentar, sino para enseñar y depurar.

A veces la Justicia divina tiene que emplearse de manera ruda, brusca, es que llega el momento, después que se le han concedido al enfermo numerosas existencias, muchas oportunidades que no supo aprovechar, pero los momentos están marcados y hay que usar entonces los medios violentos, sí, pero que nunca pueden llamarse "castigo".

La justicia divina no se solaza en el tormento de los demás; la justicia humana, por el contrario ha inventado sus cárceles y sus castigos con verdadero refinamiento de crueldad para atormentar, no sólo al espíritu del hermano que ha faltado, sino sus carnes.

Desde tiempos muy remotos, pudiera decirse desde que se implantaron las religiones, se establecieron los castigos.

Si un ser de la familia está enfermo, tratas de curarlo, pero no de exacerbar sus padecimientos, y nunca piensas que tenga alivio si recures a los mismos actos que provocaron la enfermedad.

Es esto lo que sucede con los delincuentes, y digo "delincuentes" porque a así lo llaman, porque no hay, para el Padre delincuentes, reos, jueces ni acusadores; todos son sus hijos, en distinto grado de progreso, en diverso estado de salud espiritual; pero ustedes, hombres, han usurpado ese poder que sólo la justicia divina puede ejercitar.

¡Ay de aquellos que, asumiendo el delicado papel de juez, se venden al mejor postor y así condena y absuelven.

¿Qué logras; con la reclusión de un pobre hermano? Separarlo de la sociedad (dices que para no corrompa o pervierta a los demás), ¿es esa una razón contundente? No; ¿qué ganas con recluirlo, con privarlo del aire, de la luz de ese sol que es el Padre de todos?

¿Qué ganas con separarlo de la familia, que desde ese momento se condena injustamente a la miseria y a la venganza, porque estáis tan atrasados todavía que haces que las faltas de los padres recaigan sobre los hijos inocentes.

Hablo así para todos, no crean que solamente para ustedes, que me pueden entender de otra manera distinta que los demás. Hablo así porque ahora es cuando hay menos hombres rectos y justos en la Tierra. En los momentos actuales, en esta gran conmoción que estremece el mundo, parece que han escogido a los menos indicados para ejercer el difícil papel de jueces y grandes serán sus sufrimientos en otras existencias futuras; entonces será el rechinar de dientes, porque esos hermanos, ignorantes de la responsabilidad que ahora asumen, han violado la justicia divina, han vendido sus fallos y han torcido las decisiones dictadas por su conciencia o intuidas por sus guías, ¡Cuántos crímenes han cometido así para castigar delitos que no son tan grandes como los de ellos!

Comete mayor crimen el juez que condena injustamente que el criminal que ha incurrido en grave falta.

El castigo no existe en los mundos superiores; éste está tan atrasado que lo imponéis como no como medio curativo, sino para exacerbar la criminalidad de que tanto les he hablado.

¡Tiemblen ustedes, hombres de la Tierra, a quienes la Ley ha puesto en su lugar de responsabilidad tan grande! Oiga, vea, piensa, reflexiona, y si quieres impartir impartir justicia, comprende que no es en la forma en que sus códigos lo mandan.

Las legislaciones cambian según las épocas; así pueden ver como los reos políticos de un partido dejan de serlo en cuanto éste triunfa. Así, según las épocas, según los tiempos, las legislaciones van cambiando. En ustedes mismos pueden comprobar cuan distinto es su modo de juzgar en la edad madura de cómo era en la juventud. Ayuda, hermanos míos, a que la justicia se implante en la Tierra.

Nunca tengas impaciencia; acuérdate que la Justicia se cumple siempre, tarde que temprano. Quien piense así no puede desear nunca la venganza, deseo que a veces se apodera de tantos hermanos que han sido victimas de una injusticia, según ellos, pero acuérdese de que nada sucede injustamente; no son sus cerebros capaces de comprender porqué; les vienen desgracias, calumnias. Sabes ya que nada sucede sin que haya una causa, oculta muchas veces, procedentes de existencias anteriores. Así pues, no les sorprenda nada y cuando seas víctima de una venganza, no le desees ningún mal; acuérdese de que la Justicia divina vigila siempre, se abre paso y obra en el momento en que debe hacerlo.

>Sólo el amor desinteresado, puede evitar el robo<</p>

Por Pedro Sandrea, sandreapedro[arroba]yuahoo.es

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

Las penas y los establecimientos penales

Capítulo XIV

¿Hasta cuando, tendré que enumera errores y mentiras, Padre mío?

Dura es la tarea del legislador de Amor al verse obligado, para la corrección de sus hermanos, a examinar todos sus vicios y errores en toda su desnudez, para que todos se den por aludidos y nadie pueda decir: "tío yo no he sido" porque en verdad, todos hemos sido y tenemos que corregirnos de algo; pero los poderes, los que dicen gobernar al mundo y no han hecho ni hacen más qué desconcertarlo, no se pueden corregir con modificaciones; es necesario anular las causas, porque no se puede edificar en firme sobre cimientos minados por las aguas de la concupiscencia.

La infiltración de las religiones en los tribunales hace imposible la reconstrucción, porque quedan, aunque sean muy profundas, las cuevas llenas de miasmas y microbios destructores y, por experto que sea el ingeniero, al edificar sobre esos terrenos, su obra se resentirá por los falsos cimientos y se agrietaría y se caería.

¿Quieren un ejemplo? Ahí tienen a Francia, que pretende hacer reedificado todo. ¿Puede hoy ser ejemplo de moralidad? No sólo es un centro de corrupción depravada, sino que en este mismo momento en que trazo estas consideraciones, está la guillotina en acción, donde un hombre deja de serlo, contra la voluntad del Padre. (En Saint Pol se está ejecutando a Duperrat). ¿Dónde está la obra reedificada, si en nada ha cambiado del antiguo edificio de destrucción? ¿Quién es juez para disponer de la vida de un hombre, aunque tenga cometidos todos los crímenes imaginables? Para hacer justicia en esa forma (si eso entienden por justicia, deberían empezar por llevar al patíbulo a los mayores criminales; pontífices y súbditos de éstos, reyes y emperadores, generales y soldados, y ustedes mismos, jueces, que perpetran a sangre fría, la ejecución de los reos de un delito, mientras dejan impunes los crímenes de la autocracia y de la plutocracia, que originaron la exasperación de los hombres por la opresión, el hambre y la ignorancia.

Ya se los dije atrás: esa pena corresponde, por orden, desde el primer magistrado al último individuo de la religión y el Estado que domina un pueblo, hasta llegar a ustedes, jueces de injusticia.

¿Quién de ustedes es tan puro que pueda acusar a su hermano? Pues ustedes son más delincuentes que un asesino y un ladrón vulgar, porque adelante vais con el ejemplo y la opresión, ¿por qué no se sentencian antes a ustedes y podrán invocara un principio de justicia humana?

Pero habéis hecho una Ley de embudo y asís a la parte ancha y, ¡ay de ustedes, aún en sus personas, si no contuvieran los espíritus de amor la ira del pueblo, que ya no pueden más! Pero el Consejo de los espíritus de luz los libra de esas iras, de que son merecedoras según sus leyes; pero porque las iras y la venganza no son de la Ley del Padre, los contenemos; mas tiembla, porque la justicia del Espiritismo es más tremenda que cortar la existencia a un hombre, a toda la humanidad, y estáis en peligro de que les alcance ese rigor; pero aún se les avisa en el tiempo de transición.

Abolir en lo absoluto la pena de muerte o se sentencian ustedes mismos, porque "Juicio será hecho sin misericordia a quien no tuvo misericordia", es la sentencia.

Los establecimientos penales son una degradación en vez de ser casas de rehabilitación, allí no se ve más que otra mayor injusticia, hombres de armas a la puerta, hombres de armas en el interior y, sobre todo, el castigo, la mortificación, el desprecio y la muerte cerniéndose sobre todos los encarcelados.

Calabozos inmundos que ni de fieras son propios, sin luz ni aire y con un hedor infeccioso que mina y mata la humanidad del preso, y alimentos impropios de perros, se les suministran.

Esto es lo que se ve; pero hay algo que no se ve, porque no lo pueden ver los ciegos de espíritu: el padecimiento moral del espíritu del preso, que puede ser de dos modos, de rebelión o de decaimiento; si es de rebelión, instiga a los espíritus de otros presos, y cuando las materias duermen, tienen su reuniones, acompañados por otros espíritus que los confortan, pero que los ayudan a protestar; y si no son espíritus de amor, promueven disturbios, que muchas veces son escenas de horror, o preparan la evasión, dejando dormidos a los vigilantes, y la persecución lo hará defenderse, prefiriendo morir en lucha antes de ser encerrados de nuevo; pero de todos modos, ninguno se ha corregido en el encierro y fue peor cuando salió que lo era cuando entró.

Se hace responsable al cuerpo, y a la materia, en sí, no puede ser responsable, ni puede hacer el bien ni el mal sin el espíritu, por lo que es el mayor error castigar a la materia, como sería un error achacar al traje que vestimos la deformidad del cuerpo, si el cuerpo es normal, el traje no presenta deformidades; pero si el cuerpo es deforme, a pesar del traje se manifiesta la deformidad.

Luego, si el cuerpo no ejecuta más que lo que el espíritu quiera, y éste querrá bueno o malo, según su progreso, obrará según la educación o el medio ambiente en que la sociedad le obligue a actuar. ¿Por qué castigar al cuerpo?

Con el castigo al cuerpo se exaspera el espíritu, y no sólo no se corrige sino que se excita a otros fines, y sus injusticias en las penas las vengarán esos espíritus, en ustedes mismos, haciéndolos pasar por los mismo tormentos y sufrimientos que a ellos les distes; no será en esta existencia, o tal vez sí, pero será en la inmediata, de seguro y esto les explicaría mil hechos que no saben explicárselos, porque son pretendido sabios y la materia tiene leyes que aún no saben, a pesar de consistir su pretendida sabiduría en lo material y tangible; pero la materia es forzosamente tributaria del espíritu, y de éste no saben nada y de ahí su error, sus injusticias, sus crímenes, que próximamente sufrirán ustedes las consecuencias.

Lo primero que tiene que saber un juez es la fisiología del espíritu, las leyes de la Justicia divina, y que el hombre no puede llamarse tal sino está descubierta en él su trinidad de cuerpo, alma y espíritu. ¿Pero acaso esto lo han querido admitir los jueces? ¿Dónde estaría su poder bruto? ¿Cómo hubiera podido triunfar el hombre animal, que sólo ha descubierto su dualidad de cuerpo y alma? Es ese el estado en que se encuentra la supremacía y la plutocracia, que es cuando se gusta del placer en la subyugación de los demás, porque impera el egoísmo, el amor propio mal entendido y todas las consecuencias de la materia.

Jamás un hombre completo, que haya descubierto su trinidad, puede estar al frente de esas instituciones de crímenes, y sólo dos han tomado esos cargos, para cerciorarse y parpar las consecuencias, que les fueron tristes por cierto: Pilatos fue uno, en cumplimiento de su deber, Bismarck el otro, en cumplimiento de su misión, que no pudo cumplir por la imposición del pontífice cristiano que, en odio a Francia, no dejó prevalecer la alta diplomacia que traía Bismarck, del Concejos Superiores, para evitar las jornadas de sangre del año 70 del siglo 19.

Pero no quedará el Padre burlado, ni el espíritu dominado por la materia; ha llegado el "Renovavis Fatien Térrea" cuantos han luchado y cuantos han sido sacrificados se encuentran en la brecha, y unos encarnados, y otros en espíritu, llevan la acción con todo el poder del Padre, y nada ni nadie podrá estorbar la implantación de la nueva Ley.

Pero entre tanto, con las bases de este Código, modifica las penas, y las cárceles convertidas en colegios de instrucción, con el mayor de amor posible, porque el espíritu sólo por el amor se regenera y sólo por el trabajo progresa.

No puedes cortar la acción del espíritu inutilizándole el cuerpo, de que tiene que servirse para el trabajo de progreso, y eres responsable del estancamiento del espíritu al encerrar su cuerpo en la cárcel, donde se exaspera, porque sabe que delinquió por la falta de educación, de lo que son culpables la organización social y el prejuicio religioso dominante en la sociedad autócrata.

Los jueces más que ninguna otra persona, deben saber que en el hombre hay dos fuerzas: la centrípeta, o psíquica y la centrífuga o física, y que no es hombre en tanto no se han unido las dos fuerzas, y de su desunión es culpable el prejuicio de religión, de patria, de ciencia y de sociedad y esto origina el desequilibrio de las facultades del espíritu, que tiene que hacer esfuerzos titánicos para que, por su fuerza, que es la central e inicial de las centrípeta y la centrífuga, no se le escape, en su rotación la fuerza centrífuga o física de la materia; pero como la falsa educación tiende a favorecer el extravío del ser físico, que se cree el primero porque se le consagra toda atención de la educación, por error, y a la psiquis, que es el espíritu, no sólo no se le presta atención, sino que sí llega a manifestarse, se le persigue científicamente, achacándola a la locura, demencia, enajenación, neurosis y mil otras trapisondas, hijas de un error materialista impositivo, por la materia, hasta que, por fin, el espíritu ha vencido por su tremenda lucha secular, y se impone a la fuerza centrífuga y la sujeta al cumplimiento de su deber, y no por tiranía, sino en amor. Porque no le coarta acatar las leyes que le pertenecen, antes la excita al cumplimiento de la Ley divina.

He ahí demostrado que el espíritu es amor, porque habiendo sido rendido muchas por la tiranía de la materia, no sólo no la castiga, sino que les da los medios para purificarse, y la lleva de la mano, como el padre al niño, para que no caiga en un lodazal, divinizando los actos que cometía con intención torcida, por su error.

Mas al presente hay algo más tremendo que considerar, y los jueces deben saberlo; por las ciencias espiritistas se les anuncia, pero el Código de Amor Universal trae descubierto el secreto y se lo dice para que no alegues ignorancia y puedas evitar gravísimos errores.

Nunca se encontró la sociedad tan desequilibrada como en estos momentos en que se cometen toda clase de atropellos y delitos penables en la Ley humana, pero que muchos, la generalidad son el cumplimiento de la Justicia y la sentencia final ya se dio, la Tierra, para el nuevo régimen para la Ley de Amor, obligó a encanar a todos los espíritus que tenían cuentas pendientes entre sí, formando familias heterogéneas, para buscar la formula de dirimir sus odios; y tienes la prueba en que a penas hay un familia en la que, entre sus individuos, no haya alguno que en espíritu sea el enemigo más grande que hayan tenido.

Esto es la causa de que en los últimos tiempos hayan aumentado el parricidio y el uxoricidio y, por la falsa educación, el infanticidio, que ha llegado a ser casi un delito insensibles a sus actores. La culpa es de la ciencia, que no ha querido aceptar, desde el principio, la filosofía espiritista, traída por los misioneros del Padre, para darles luz a cerca de la fase porque había de pasar la humanidad, en la que los jueces se verían perplejos ante la clase de hechos, que rara vez de cometían hace 60 años, que han llegado ahora casi a ser vulgares, y eso que llega a conocimiento de los tribunales sólo el 5%, y quizás no tanto.

Hay un punto aún más interesante y que no es público ni aun el uno por mil; es el comercio o conocimiento carnal de padres con hijas, de hijos con la madres, y mucho menos de hermanos con hermanas, dentro del mismo hogar; esto responde que entre ellos había vidas que pagar, que antes las había cortado, siendo el cumplimiento de la Justicia divina, porque "Sí odias, tendrás que amar y si matas, al muerto resucitarás con tus besos" Si es conocido algún caso por la justicia de la Tierra, ¿cómo se castiga?

Sepan que el espíritu sólo se sujeta a la Ley divina, y al quererlo sujetar a la Ley humana (ignorante de estos secretos, no por que sean tales, porque ya se les han descubierto, sino porque en su supremacía, en su error y su ignorancia de las cosas del espíritu, desequilibras al espíritu) cargando ustedes con la responsabilidad, que pagarán.

Las penas corporales no redimen al delincuente, y menos la reclusión y aislamiento de la sociedad; es cierto que la pena de muerte se impone menos que antes, pero debió desaparecer en absoluto.

Las cárceles, aunque no lo quieran confesar, no han tenido más fin que librarse, la teocracia y la plutocracia, de la persecución de sus propias obras; porque si la organización social fuera moral, no habría crímenes que castigar; mas ¿cómo quieren que no los persigan, si abrogándose todos los derechos de la humanidad se los niegan a los hijos del trabajo, obligándolos a ser los burros de carga, llevando una vida miserable y de horror, no encontrando justicia a su pedido de pan, produciendo él los elementos de vida; teniendo que andar semidesnudo, tejiendo él las sedas que ustedes visten, durmiendo en el suelo, o sobre paja y poco menos que a la intemperie, en tanto que ustedes reposan en muelles lechos, no estando cansados más que del vicio y la lujuria, y si ustedes se embalsaman de esencias incitantes, mientras el trabajador espira una atmósfera pestilente y pútrida? ¿Es esto justicia? ¿Es esto equidad? ¿Es esto amor? ¡Y quieres que no los odie el trabajador, provocándolo y persiguiéndolo en todo momento y no encontrando justicia ni aun en millones de casos de estupro y abandono de sus mismas hijas!

Ponga remedio pronto o tiembla, porque en su mano está evitar la tragedia; pero si la provocas, serán aplastados, como lo que son, víboras ponzoñosas que has envenenado la sangre del pueblo trabajador y productor.

No nieguen que han heredado los bienes que poseen, porque es otro absurdo, como lo probaré en otro capítulo donde verán que no hay familia más que en el espíritu.

Las cárceles no pueden existir, desde hoy, porque tienen derecho a la libertad más que ustedes, que los encierran, los hombres que por su culpa cometieron hechos, que no habrían cometido si la moral los guía y la ambición no los embotara.

Y no crean que digo que no se debe sujetar la maldad y el crimen. Yo viene para anular éstos, estableciendo el Amor y la Comuna. Y no hay nada más fácil que redimir al que cometió un hecho delictuoso; pero no puede ser en el encierro, sino en la libertad y el amor.

Hacerle ver al que ha delinquido su equívoco, y lo verás llorar y arrepentirse. Pero ¿cómo pueden ser ustedes eficaces en esto, si el delincuente sabe que ustedes mismos lo provocaron con sus errores? Sólo pueden hacerlo acusándose ustedes mismos primero; "Quita de tu ojo la viga y luego puedes quitar la paja del de tu hermano", como dijo Jesús, por sabia advertencia.

Estudia antes las leyes divinas que los "códigos de fantasía", que los han fraguado en el sueño de su conciencia, y verán que todas las cosas que pasan son el cumplimiento de la Justicia del Padre, porque ni una sola hoja cae del árbol sin su voluntad.

El amor del Padre y el del Juez que mandó a imponer su Ley de Amor, les da claro y probado su error, señalándoles la causa, que es el auto fiscal inapelable que había de producir la sentencia jurídico-humano-divina, inapelable también.

Comentario:

Mientras más se castiga más aumenta la criminalidad humana.

En los tiempos primitivos el hombre mataba por la posesión de algo que le era indispensable; su espíritu no le hablaba todavía y mataba sólo por necesidad.

Después se instituyeron las religiones y, con ellas, los tribunales y los jueces y fue entonces cuando los crímenes se pudieran llamar ya así porque ya había premeditación, había ventaja.

Sería muy largo hablar de la historia de la humanidad; pero todos saben que en la época negra, en la edad media, cuando la religión católica tuvo su mayor florecimiento, se incubaron y se ejecutaron los crímenes más horrendos; en aquel tiempo se recurría a un verdadero refinamiento de maldad; nunca como entonces las cárceles fueron el bochorno de los que tuvieron la pena de vivir en aquella época. Nunca se privó el hombre de su libertad como entonces: libertad de pensamiento, libertad de acción, hasta de vida, porque las mazmorras de ese tiempo no son las que ahora conoces o de las que tienes noticia.

Así como cuando se quiere exacerbar y enfurecer a un animal se le encadena, se le encierra y se le priva de alimento, así se encarcelaba al hombre, así se le sujetaba con grillos (Juan Vicente Gómez, presidente de aquí, Venezuela los usó para poner a trabajar a los presos)

Que torturaban sus carnes, así se les privaba de lo indispensable de su subsistencia y se le quitaba la luz, el aire y muchas veces hasta el agua. ¿Qué podía provocar aquello que llamaban "castigo"? ¿Era eso una regeneración para el que había cometido una falta (que muchas veces no la había cometido)?

Aquello sólo servía para que la materia dominara al espíritu, que apenas empezaba a hacerse sentir, y entonces el hombre, convertido en fiera, salía de allí más desalmado que nunca, si es que resistía el cautiverio, y si no desencarnaba lleno de rencor y de odio, jurando vengarse (y lo lograba en la siguiente encarnación); por eso a aquella época, hermanos míos, la llamó "la época negra de la humanidad terrestre". En los tiempos actuales, en que tanto se habla del adelanto que ha alcanzado la civilización, ¿qué han hecho en ese sentido? ¿Podrían demostrarme a un hombre que después de haber purgado una condena de muchos años en una cárcel haya salido regenerado? ¿Podrían demostrarme que aquellos años le han enseñado algo bueno?

Cuantas veces, las más, por desgracia, esos criminales, esos hermanos que han faltado, no lo son tanto como aparecen a la vista humana; pero los pones en un establecimiento de esos que pueden llamarse de corrupción, nunca de regeneración, y allí, lo que no sabían van a aprenderlo; allí los vicios los hacen su presa, la ociosidad, puesto que no tienen de que ocuparse, los hace pensar, los hace incubar pensamientos e ideas innoble y entonces las materia grita, la materia clama, la materia exige lo que no se le da, e incurre en vicios que la sumen más tarde, en terribles enfermedades; ¿son estos lo que llamas establecimientos de corrección?

Si pudieran ver, como yo veo en espíritu, las distintas cárceles de la Tierra, esas de las que se jactan los países más adelantados, ¿qué se ha logrado en ellas?

Aconseja, no castigues. Ya saben que el castigo no existe; el Padre no castiga a nadie, es el hombre mismo, como se los he dicho otras veces, quien, vulnerando la Ley oral, encuentra la justa consecuencia de sus faltas o acciones buenas.

¿Alguno de ustedes podría creer que metiendo a una paloma blanca en un pantano podría salir limpia? No. perdería sus blancura; no, saldría manchada; no, saldría encenegada. Eso es lo que haces con los pobres hermanos que encierras en las cárceles, la mayoría de los cuales no son culpables, sino enfermos, como ya le he demostrado.

No castigues, no castigues, a tus hijos; no castigues a tus hermanos, no castigues a aquellos pobres seres que no son culpables, sino enfermos. Cúralos, aconséjalos, proporcionándoles lo que necesiten para que no tengan que tomarlo por la violencia.

Ya lo saben, y lo he demostrado, cómo el robo obedece a otras causas que se han explicado claramente, que son hijas de la injusticia humana que reina ahora más que nunca.

Es por esto que la guerra actual ha estallado; el obrero no resiste la injusticia que pesa sobre él y que ha pesado por muchos siglos, son las clases de abajo que quieren ascender, que no quieren ya sentir el pie del opresor, del capitalista que las ha explotado; es explosión natural de las pasiones que estaban sujetas; es el hambre que se manifiesta con violencia, porque ya saben que las revoluciones son la demostración violenta del hambre del pueblo.

Así pues, hasta donde ustedes puedan, hermanos míos, practiquen lo que les he dicho, no castiguen, aconsejen, curen a esos hermanos que, si en apariencia son culpables, ya saben que no son más que pobres enfermos.

La Propiedad

La familia se forma, en los espíritus, por atracción y en el espacio, obedeciendo a la Ley de Afinidad; ésta los pone por la Ley de Justicia, en el punto del cumplimiento del deber, por el que se unen y descienden a la Tierra, a luchar por el progreso por aquello que han visto en el espacio, que les puede elevar en virtud y sabiduría.

La primera vez que se unen en familia, les es fácil cumplir el primer grado de cariño fraternal, que no llega a ser amor sino en muchas existencias y militando en ambos sexos, siendo padre, madre, hijos y hermanos unos de otros y pasando por todas las razas o familias de los diferentes continentes y nacionalidades, por todos los grados de organización social, por la riqueza y la pobreza, y así van escalando obligaciones, creando nuevas afecciones y matando los resabios primitivos. Esto es innato en todos los espíritus para el progreso, porque es impuesto por la Ley divina.

Pero como todos no son del mismo sentir ni son sabios experimentados en las tretas de la materia, se ofenden y se crean una deuda, ya en la familia, ya en otra de la Creación, y de aquí que un individuo tenga que salir del conjunto de la familia primera y encarnar en aquella a la que ofendió o con quien tiene que cumplir una parte de su misión, y allí crea nuevas afinidades y nuevos odios, por la debilidad de la materia o por la oposición de las leyes sociales contrarias al espíritu, y se carga con nuevas deudas, que tendrá que pagar con la misma moneda que las contrajo. Si una vida quitó, una vida tendrá que dar; si aprisionó, será aprisionado; y si persiguió, será perseguido, a su propio pedido.

Este es el secreto de los disturbios de la familia, es decir, dentro del mismo hogar porque, a lo mejor, de una familia de seis individuos sólo hay afines realmente dos, y los otros cuatro son enemigos acérrimos en espíritu y, a poco motivo, se provocarán en materia, y de ahí se producen los uxoricidios, los fratricidios, parricidios e infanticidios, como también la unión de cuerpos entre padres e hijas, hijos y madres y hermanos y hermanas, que dan fruto, que miles de veces se malogra por el error y el prejuicio.

Por esto la familia, como se quiere entender, no exista más que momentáneamente y rara ves llagará el parentesco a tres generaciones; padre, hijo y nieto; pero es difícil que llegue al cuarto grado y jamás a la genealogía que se ha hecho ley hereditaria, porque es contraria al Ley de Justicia, a la de los afines, a la de Igualdad y a todas la leyes de la naturaleza y de la Creación, porque el hombre ha de pasar por todos los grados y por todos los países; la pretensión de la genealogía es antinatural.

Nada más diré en este párrafo porque está probado en muchas partes de la "Filosofía Universal" y porque me veré obligado a decir algo más en los siguientes párrafos; éste es sólo para servir de base a la verdad de ellos, al propio tiempo que queda codificada, la familia, como es en la divina Ley, para así llegar al amor universal, porque nos pone en conocimiento de que en el blanco, el negro y el amarillo o cobrizo, como en los cuatro puntos cardinales del globo, hemos vivido o tendremos que vivir, y todo lo tenemos que amar con el mismo amor que el Padre a todos nos ama, relativamente al grado de perfección de cada mundo a que en el progreso ascendemos.

Comentario:

Si nuestra atrasada humanidad supiera y creyera cuales son los verdaderos lazos de familia, se despojaría de uno de los prejuicios que más la han perjudicado, porque ya sabes qué arraigado y qué funesto es el prejuicio de los lazos familiares; ese culto a los abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc. Creen ver parecido con un antepasado de la 5º generación y se creen también que los defectos y cualidades de un individuo son una reminiscencia de los defectos y cualidades propias de un remoto antepasado rico y exigen, en derecho, lo que en realidad no les corresponde porque sólo se tiene derecho a lo que se ha ganado con el trabajo propio.

Es éste, como he dicho, uno de los prejuicios que más perjudican a la humanidad; pero ahora, ya ven cómo van acabando los títulos nobiliarios y cómo la Ley ha derrumbado esas fortunas que pasaban de padres a hijos, a nietos y bisnietos y seguían por generaciones y generaciones adueñándose lo que por ningún motivo les partencia. La Ley está en acción y ya ven cómo esos títulos nobiliarios van desapareciendo y esas grandes fortunas desvaneciéndose porque esos capitales tienen que repartirse ya que es el momento en que se dé a todos lo que no han tenido en otras existencias.

Hay algo también que quiero aclarar: no es que se apruebe, como muchos podrían creer, lo que se acaba de leer del amor carnal entre madres e hijos, padres e hijas, hermanos y hermanas, no; sus materias aún no están dominadas y el espíritu obedece al impulso, al recuerdo de encarnaciones pasadas; pero estas uniones no deben efectuarse porque la uniones carnales no deben ser consanguíneas para el mejoramiento de la raza.

Ya he explicado que las razas deben mezclarse hasta formar una sola. No hay variedad de razas, no debe existir más que una sola. Las religiones y tantas otras causas como les he explicado, son las que han sumido a la humanidad en ese prejuicio de la diferencia de castas y de razas. Ya les he dicho que lo que llaman "razas" sólo existen por el color, según el clima de las regiones que habitan.

Así es que en familia no debe haber más uniones que las legítimas, que no están fuera de la Ley, pues sólo se ve en ellas la Justicia que obra y al espíritu que aún no domina su materia.

Ya ustedes lo saben, y cuanto han ganado con este conocimiento, que vienen a formar pare de una familia, no sólo por afinidad, que bien poco son los que están en ese caso.

Ya dije que en una familia de seis personas, apenas si dos de ellas son afines; por eso se ven tanta diferencia de caracteres y de instintos entre los hermanos de una misma casa y muchos se han hechos la pregunta de por qué existen esas diferencias si todos son hijos de los mismos padres, criados bajo el mismo régimen, con las mismas ideas, bajo el mismo techo, nutriéndose con la misma alimentación. Si todo ha sido igual para todos ¿por qué esas diferencias tan marcadas? ¿Cuál es el secreto de ese laboratorio que produce tan diversos ejemplares? Todos se han hecho alguna vez esta pregunta que ahora tienen contestada: porque no son afines y por justicia han venido a cumplir con el amor de familia, sientan también los otros amores y devuelvan amor por el odio que en otras encarnaciones han abrigado.

No se separen de sus hermanos; ámense, respeten a sus padres. Ya saben que si han venido a encarnar es porque tienen deberes que cumplir, misiones que llevar a cabo, muchas veces difíciles porque son sus padres los que, en no pocas ocasiones, son los que menos afinidad tienen con ustedes; es así como se disculpan esas anomalías que se pueden ver en las familias; cosas extrañas y raras que los profanos no pueden comprender y que ustedes, felices, por medio de sus estudios y su adelanto, han llegado a conocer.

Es todo lo que tengo que decir sobre este asunto y les pido que, sabiendo ya por qué la Ley los trajo, amen después a los suyos puesto que, amando a los suyos amarán también a los demás, y es así como comienza ese gran amor: el amor universal.

 

La Propiedad material no existe en la ley divina, y sólo es propiedad del espíritu la sabiduría ganada

Tiene esta madeja tantos cabos, que es difícil dar con el que me lleva a desenredarla, porque este es el fin que persiguen las religiones, con el que se hace dificilísimo establecer una Ley equitativa, e imposible la continuación del estado social actual, pues diez años más bastarían (y bastaron, hoy es apoteósica la barbarie) para llegar a la barbarie más tremenda en la que no sería posible calcular su alcance, sino comparándonos todos con un tigre hambriento e hidrófobo, hasta llegar al último sobreviviente.

Este es el camino en que la presión ha puesto a la humanidad, que no se ha producido ya porque los espíritus de luz han trabajado por contener los odios y las iras reconcentradas hasta conseguir, por el esfuerzo, la expulsión de los perturbadores del espacio que, furibundos, incitaban a sus secuaces de la Tierra no reconociendo más Dios que la concupiscencia, ni más derecho que la fuerza bruta; pero en todos los tiempos descendieron a la Tierra hombres de ideas salvadoras que con sus principios, ora de división de fuerzas en las religiones y poderes, ora con carácter de conquistadores, ora de revolucionarios, hasta llegar a poder entablar las guerras de principios, obedeciendo al gran regulador de la Ley de afinidad, que en unión de la Justicia preparaban el momento histórico del Renovavis fatien Térrea, empezando con el Juicio final a que ya hemos arribando.

La humanidad de hoy está compuesta, en sus familias de lo más heterogéneas que imaginar se puede, y no hay unidad ni afinidad de amor completa en ninguna familia, pobre ni rica, ni en las potestades de las naciones no religiosas, porque ya dije que, preparándose el acto del Juicio, la Justicia hizo encarnar a los morosos que en la Tierra tenían afines o enemigos con quienes solventar cuentas del espíritu y conforme al régimen o Ley hereditaria, resultaría que las riquezas de uno pasarían, por Ley a un individuo que nunca fue consanguíneo en la familia, no siendo extraño que el heredero de un trono sea el verdugo de ayer, o el asesino del monarca, del que en la actualidad es su padre o su madre.

Si la genealogía fuese, en la Ley divina , lo que el egoísmo e ignorancia religioso-social hace la Ley, el Padre universal no sería justo, y haría bien la humanidad en serle hostil y perseguido, y no haría nada de malo en renegar de tal padre; pero Dios, el Dios de Amor, se nos manifiesta clara y terminantemente imparcial, igual, y con la más estricta justicia, como lo vemos en las cosas de la naturaleza, en el nacer y morir, en las constitución de los seres y en el sol que nos da vida material, cosa que nadie puede ignorar ni negar.

En vano intentará la humanidad desequilibrar estas leyes; un solo caso nos han querido hacer creer, fuera de la Ley general del Procreación, en la gran María con su hijo Jesús, y ha bastado un principio de ciencia para declararlo absurdo; pero el Padre (que no puede ser burlado) , mandó al último de los hijos de aquella gran mujer, y así, hermano de Jesús, a desmentir esa extravagante calumnia, y nadie se atreverá a negar lo que dice ese enviado, aunque la falsa sacerdotal quiere asentar sobre que "Dios, con todo su poder, hace cuanto quiere". Yo les digo, en nombre del Padre Creador y de Amor y contra ese absurdo artículo de fe del falso Dios de la Iglesia católico-cristina y de cuantas iglesias y religiones lo ostenten, "que el Dios de Amor, que es el verdadero y único Padre Creador, por amor, a quien todo el Universo llama ELOÍ, no puede hacer absurdos ni modificar su Ley eterna, porque es inmutable; sin ella dejaría de serlo.

Sentados los principios que anteceden, únicos y terminantes de la vedad eterna, inmutables como su causa, ¿Quién no ve en la propiedad que sancionan la leyes religiosas, civiles y sociales, no sólo un robo, sino desacato con todas su agravantes a la divina Ley de Igualdad ¿Quién no ve en ese desacato al Creador el origen de todos los males que afligen a la humanidad en general, se subyugan por clases y dentro de la misma clase? ¿No veis que los únicos no subyugados son los sacerdotes, que nunca han hecho más que infiltrar su ponzoña y que en los últimos tiempos, cuando el espíritu, después de cruentas luchas, han podido penetrar los umbrales de la ciencia y la libertad, sacudiendo el yugo de la infamia religiosa, se ven acosados y despreciados y es sólo entonces cuando han concedidos hasta derechos divinos a los monarcas, emperadores y jueces, y que esto ha sucedido después de Jesús?

¿No es bastante esa prueba, que está al descubierto y declarada por todos los principios de progreso, para comprender que sólo las religiones son las acaparadoras del producto que ellas no producen, y que aún combaten dando la propiedad de lo que tampoco producen, a las casta y clases por ellos creadas para tener su apoyo?

La infiltración de la idea de acaparamiento es contraria a la Ley divina y natural, y aunque no estuviera rebatida en absoluto por el régimen del reino animal, primer consumidor de la Tierra y que, fuera de las leyes del espíritu, le rigen absolutamente las mismas leyes que el cuerpo humano, están rebatidas por los profetas y mesías, señalándose, entre todos, Juan y Jesús, que vinieron a marcar el principio del 7º día de la humanidad, y lo rebatieron con palabras y ejemplos, no teniendo, ninguno de los dos, ni donde reclinar su cabeza en propiedad.

La propiedad individual de todo aquello que el hombre necesita es un robo, con abuso de fuerza y engaño a la comunidad, y un desacato de lesa deidad a la divina Ley de Igualdad y Justicia, y se quebranta imponderablemente la Ley del Trabajo impuesta por el progreso a las humanidades de los mundos de expiación.

Por lo que empezar el Séptimo día, el día del Juicio se decretó la Comuna en toda su grandeza, con un plazo perentorio de 90 años para su completo establecimiento, que es el tiempo de transición concedido a las tres generaciones presentes que en la Tierra se encuentran sentenciadas inapelablemente; y de que esto se cumplirá da fe el triunfo de la reclamación de la libertad de pensamiento, y la abolición de los sacerdotes y religiones, que también declararon Juan y Jesús, que cayeron en aquella forma por la supremacía civil y sacerdotal y sacrificaron a los dos apóstoles de la igualdad.

La propiedad material está prohibida en la Ley divina, y todo el que tiene lo que a otro le hace falta, o se constituye en propiedad lo que no puede llevarse consigo a su desencarnación, constituye un delito de usurpación a la Comuna, y al Padre, por su justicia, le hará pagar con la pena del Talión, su falta de amor, su ofensa a la Ley y el hurto al progreso, con más los agravantes de miseria que ocasionó a sus hermanos; sólo la Comuna es justicia.

La única propiedad que el hombre tiene son sus virtudes y su sabiduría, porque éstas son las riquezas únicas del espíritu, que siempre es el mismo individuo, y es el archivo, que aunque no quisiera, tendrá que llevarlo porque es lo que constituye su valor; pero aun esto, que es la propiedad inherente e impuesta, no puede disfrutarlo él sólo, sino que la Ley de Amor lo lleva, inexorablemente, a hacer partícipes a sus hermanos, que ante el Padre lo eligen y el padre que lo señala como su misionero y sus hermanos como maestros; pero sin más prerrogativas ni más supremacías materiales, pues sólo disfruta más en su espíritu, porque su sabiduría la lleva a más profundos conocimientos de la causa primera, y esto hasta en la Tierra se demuestra, pues aunque hoy son muy pocos los verdaderos sabios, éstos se muestran siempre en humildad y justicia, y son venerados por los aprendices a sabios; pero se amarga aún a los maestros por los pretendidos sabios, cuya arma es la calumnia, la intriga y la crítica mordaz, por un egoísmo bien definido que se llama envidia y necio orgullo.

>¿Cómo juzgaremos los hechos? Por ti mismo. Sabiendo que no puedes querer para otro lo que para ti no quieres<</p>

Por Pedro Sandrea,

 

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

Los títulos nobiliarios son ficticios e injustos y ocasionan la división de clases

Capítulo XV

¿Cómo predecir a la inflada dama de la nulidad de esos títulos que no valen lo que una escoba, que sólo es señal de que han prevaricado de la Ley divina de igualdad? ¿Cómo hacerle pensar que en la existencia siguiente, o en la anterior, estuvo o estará fregando excusados? Mientras haya un mitra, un carpelo o una tiara que mientan, esto no puede ser y, sin embargo, esto es cierto como la verdad eterna y está confesado y contenido en la "Filosofía Universal" por espíritus de todos los grados que han actuado en la Tierra y, además, se lo dice el que ha venido a traer la verdad desnuda.

Ni aún era necesario este párrafo en el "Código de Amor"; pero gravita con tanta densidad en lo que se ha llamado "alto mundo", que no será completo este Código, que durará hasta el fin de la Tierra, si faltara esta declaración, no por lo que importa en sí, sino por lo que atañe al desequilibrio social.

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