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Nada puede existir fuera del espiritismo (página 7)

Enviado por Pedro Sandrea


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Comentario:

La Ley es una. En todos los actos y empresas de la vida hay siempre un plan. El hombre puede apreciarlo bien porque las empresas más sencillas que las verifica siempre bajo un plan preconcebido; hay una idea, entonces vienen las reflexiones acerca de los medios con que se cuenta para realizarla y de la forma o técnica que se debe seguir para llegar al plan propuesto.

Ese es también el principio de todas las obras de la Creación. Así en la formación de un mundo, se tiene ya el plan que se va a seguir, que se ha elaborado o preconcebido, como les acabo de decir, en los Consejos Superiores.

Por lo que acaban de leer pueden comprender cual ha sido el plan que se ha seguido para la formación de nuestro mundo y para la evolución de nuestra humanidad.

Estudia nuestra la historia de muestro mundo Tierra, y verán con que cuidado, con que sabiduría ha sido preparada su evolución, y entonces comprenderán cómo, cuando llegó el tiempo oportuno, se mando a la Tierra la semilla de amor, desconocido para los espíritus primitivos que apenas se debía acostumbrarse a manejar sus materias.

En muchos de ustedes he leído con frecuencia la pregunta: ¿por qué se permitió a que estas religiones nefastas se enseñorearan de la humanidad, estancando su progreso?

Era necesario, porque sin lucha no hay mérito, sin enemigo no hay victoria. Fue así como por muchos siglos tuvieron que tolerarse y todos ustedes habían de militar en ellas para que conociendo su podredumbre, en encarnaciones posteriores vinieran a destruirlas, a buscar esa verdad que el espíritu conocía desde que encarnó por primera vez.

Comprobaciones por sus hechos

Todas las religiones positivas tienen una página negra y de sangre. Todas han tenido y tienen en sus códigos, aunque sólo en la letra, el principio salvador del alma humana; pero esto sólo aprovecharlo como defensa de la supremacía de los sacerdotes que en todas las religiones se han llamado ministros de Dios, título que el Padre no ha concedido a nadie porque él no tiene hijos privilegiados.

En todas la religiones vemos que el objeto que persiguen sus ministros ha sido y es el dominio de los demás; librarse ellos del trabajo y rebajar a la mujer, quitándole todo derecho, no dejándola más que el de ser madre y esto con desprecio, convirtiéndola así en bestia destinada al placer.

En todas la religiones fue y es su arma principal la ignorancia de la mujer, y el horror de los hombres haciéndolos partícipes, los sacerdotes, de falso concepto de la inferioridad de la mujer la que, para conseguir algo sus tiranos, tiene que humillarse presentando al mismo tiempo sus encantos y sus hijos, invocando el nombre del Señor; esto siendo joven y bella, que no teniendo grandes atractivos y siendo ya, no digo vieja sino de edad madura, debe recluirse al olvido, al encierro de sí misma, al no ser.

En todas las religiones fue y es el acaparamiento de las riquezas, sin producirlas, su móvil es su fin, porque con ellas se imponía a los reyes y se mutilaban unas a otras, las religiones, porque una vez fanatizado el hombre, se acometieron como fieras y se destruían, llevándose sus riquezas y siempre un botín de esclavos, mujeres jóvenes y hombres robustos; los viejos y niños de ambos sexos, cuando no eran pasados a cuchillo, eran abandonados a la mayor miseria, al grado que por dichosos se podían tener los sacrificados, que acababan sus sufrimientos en un momento de horror.

Todo esto debió acabar en el tiempo en que fue dictada la Ley de Moisés, en que el Padre tomó parte descubierta, hasta las letras, en las cosas de sus hijos, que habían prometido y confesarlo al tomar posesión de la tierra, pero que no habían cumplido porque encontraron goce en la carne. de la cual habían hecho un Dios, que también les hubiera llevado el verdadero Dios, a no haber habido sacerdotes que sembraron el odio entre unas y otras religiones, y entre la mujer y el hombre.

Pero el Padre por medio de los hijos de progreso, ha ido refundiendo todas las religiones y fusionándolas en el menor número posible no existiendo en la actualidad más que dos que tengan preponderancia, que sea el Budismo y el cristianismo, porque aun hay otras muchas, son racimos de las mismas uvas y bajo diferentes formas obran igual.

Mas, de estas dos, el Budismo tiene el principio sano que trajo Adán y escribió Set, pero envuelto en la barbarie primitiva por los sacerdotes, que llevan sus cultos a lo más grotesco e irracional; el cristianismo tiene el mismo principio bajo la Ley escrita por Moisés; pero con todas las leyes de los sacerdotes y reyes de aquel período, que la anulan por completo; llea también, pero del todo corrompidas, la manifestaciones de Jesús, envolviéndolas en dogmas y misterios del Cristo, que Jesús venía a derribar y derribó, moralmente hasta que lo resucitaron, sus textos y aun firmaron la alianza en un deseo, inspirado por los espíritus del progreso, de unificar todas las religiones en una sola doctrina, con base en la de Jesús, que se conocía, en conjunto, en toda la Tierra, hasta en la del Budismo, en la India, a donde la llevó Tomas.

La religión , ya católica des el principio del siglo IV, aprovecho unos y otros principios y no cumplió su compromiso haciendo un código de unión, sino que se abrogó toda la supremacía, haciendo un código artículos de fe ciega, y las religiones, que esperaban el código de unión recibieron legiones de soldados que les llevaron guerras, luchas hasta el presente, por lo que la dominación de la Iglesia católica-cristiana es la única responsable de todos los males que afligen y han afligido a la humanidad toda de la Tierra desde el año 13 del siglo IV en que se inició la alianza, firmándose en Constantinopla el año 325 después de Jesús.

Desde aquella fecha, a parte de las innumerables guerras que esta Iglesia, en nombre de un símbolo apócrifo y vergonzoso como el Cristo, llevó a todas partes, levantó patíbulos y encendió hogueras que eran alimentas con cuerpos humanos, cuya horripilante historia es un baldón de la humanidad que, anestesiada por el veneno del error de los pontífices, presenciaba impasible esas escenas, llegando a acusarse padres e hijos, esposas y esposos y hermanos y hermanas; y para llegar a este extremo inventó la bajeza mayor que se puede imaginar, que la confesión auricular, que dicen que es secreta, pero no lo es, con la que está en posesión hasta de los pensamientos íntimos del esposo, que la esclavizada mujer dirá al sacerdote, porque a ésta no se ha dado más instrucción que el terror del infierno, que no existe más que el que ellos crean en las conciencias, que al fin estallan en el odio, la venganza, el crimen y todos los vicios que como demostré en el capítulo "Celibato" de este Código, y el estudio de las religiones en libro Buscando a Dios y el Asiento del Dios Amor" y confirmado en las manifestaciones del espíritu en la Filosofía Universal, lo que prueba que las religiones son la causa del descontento universal; pero la religión católica cristiana es responsable como todas las demás juntas, por lo que no puede existir un momento más, según el decreto del Padre dado en los Consejos de Sión, y con la desaparición de ésta desaparecerán las demás, que viven sólo por el antagonismo y porque son sostenidas por los espíritus de amor para evitar la mayor degradación que llevaría a sus dominios la religión cristiana, sirviéndolo así de freno a sus concupiscencias.

Por tanto, es obra de amor y necesaria al proclamación del Amor, Ley del Padre, la anulación de todas las religiones, porque todas han prevaricado de la Ley del Sinaí, que manda adorar a Dios, como lo predicó Jesús, en espíritu y en verdad, y amar a los hombres como hermanos que somos por el Padre común, cuya bandera enarbola el Espiritismo, en el que se adora al Padre en el templo infinito del Universo, desde el altar del corazón, teniendo como único sacerdotes al conciencia, que no puede prevaricar, siendo toda la doctrina una solas palabra: Amor; todos sus ritos: Amor; y todo su culto: Amor.

>Por fin, maestro, ¿qué haremos de todas las leyes seculares que rigieron a la humanidad? Derogarlas y aprovechar los fragmentos sanos<</p>

Por Pedro Sandrea, sandreapedro

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

Capítulo XI

Los estados civiles son feudos de la religiones

Extiendo mi vistas y mi pensamiento por toda la redondez de la Tierra, paso mis ojos, sin necesidad, pero sí para recibir testimonio, por historias, leyes y códigos, teologías y cánones, y el dolor raja mi corazón de hombre; pero no mella al espíritu del Juez que anima mi ser, al tener que confesar a mi Dios de Amor que no ha habido estado civil, ni sociedad libre aún en la Tierra porque todo, colectivo e individual, ha sido y aún es feudo de las religiones.

Desde oriente a oxiden te y desde el septentrión al medio día, desde la primera iniciativa de religión por sacerdotes hasta el más soberbio emperador de los actuales, todo, todo ha caído bajo su férula, en nombre siempre en dioses tan tiranos y faltos de razón como sus sacerdotes ministros.

Estos por su imposición por el pueblo y el guerrero, provocaron, desde sus comienzos, el odio a las otras religiones; fanatizados unos y otros, hombres de todos los pueblos, nunca se levantaron con más ardor de odio y de muerte cuando fue invocado su Dios por los tiranuelos, declarando guerras sin cuartel, ya con el nombre de santas, ya de cruzadas o bien al nombre de patrias, aparte de otros estilos modernos, que son aún más criminales porque son realizadas con más conocimiento de causa; pero estos puntos son posteriores a este párrafo y aquí sólo los anoto como pie de justificación al apotegma con que encabezo este párrafo, y voy a estudiar un solo momento lo que debería ser el Estado civil, la causa porque no lo es y como ya no puede serlo.

El Estado civil debió ser siempre, en absoluto, independiente de las religiones, pudiendo tener cada individuo la religión de su interior y militando libremente, como creencia, en la religión o fe de su convicción.

Si hubiera sido así, las religiones no hubieran prevalecido, porque nunca tiene cimientos para prevalecer sobre el Estado, que lo deben componer los hombres civiles, absolutamente separados de los ministros religiosos, "porque no se puede servir a dos señores a la vez", como claro lo dijo Jesús, que fue un Mesías moralista que nadie puede negar, pero por quien lo niegue lo justifica como tal el Juez en los autos del juicio de mayoría, con lo que declaraba la incompetencia del Estado civil en la religión y de ésta en el estado civil desde el momento en que la religión formó estado moral y material, que es cuando tiende al predominio de las consecuencias, porque son dos poderes y el uno al otro se anulan, ya que los dos estados están sujetos a los principios Físico-metafísicos, y esto es una Ley precisa y fatal: "dos principios iguales se anulan".

El Estado civil es soberano porque lo compone el pueblo y responde a las necesidades de gobierno, de disciplina, con el principio de autoridad, en que se ha de respetar el derecho de todo individuo, y si no es así no es Estado ni cosa que lo parezca; y porque no es así no puede haber Estado, porque en todo momento los poderes están divorciados de la opinión y sentir general, no existiendo más que la trampa y la intriga y, en todo caso, la fuerza para reprimir desmanes que los mismos poderes provocan con sus locas administraciones, en mil casos vergonzosos y penable.

El Estado religioso, hoy eclesiástico, es soberano y se apoda ¡divino!… esto es una falsedad aprobada en todo momento por un tercer Estado que surgió a despecho del Estado eclesiástico religioso y vino a salvar al Estado civil.. Y éste, que se llama ciencia, le ha demostrado al Estado religioso que no es divino, ni es Estado más que de errores, de intrigas, criminal y usurpador de lo material y moral de los hombres y de respeto a l verdadero Dios, a quien niegue en sus hechos, por lo que la conciencia libre la rechaza, ese Estado eclesiástico no existe más que para lo que no tienen valor para abrazar la verdad, la civilización, el progreso y la libertad en la soberanía del Estado Civil..

Las religiones fuera de la católica, forman Estado; pero no están en divorcio absoluto con el pueblo que gobierna, sólo moral, nunca material, y forma parte secundaria y depende, en absoluto, del Estado civil; pero aún así es causa, muchas veces, de encender guerras por las divisiones que fraguan en el sentimiento público y logran muy a menudo, el derrocamiento de gobiernos y monarquías, por el fanatismo que encienden en sus secuaces, y no les importa el tiempo, esperan la ocasión propicia, que por medio de la intriga van preparando, porque ellos no perdonan ni renuncian nunca al dominio de la tierra, lo que contradice el principio religioso que enarbolan, que todas contradicen que es de paz y armonía.

Todas las religiones hasta los países más retrasados al progreso humano, están bajo la dominación del pontífice católico-cristiano y éste lleva el sello de destrucción porque el Cristo, contra todo lo que sostenga en su favor, que es todo un fundamento racional, es destrucción; y remito al mundo al examen de todos los pueblos de la antigüedad donde se ha tenido por ídolo al Cristo, y verán que han perdido su imperio y han caído, al fin, en el embrutecimiento y hoy, que el signo de lo que Jacob llamó "Cristo" lo posee una potencia, está sentenciada a su desaparición. (No podemos se más explicito en esto último)

De cómo llegó esta religión a constituirse católica o universal, como ha pretendido, no hay más que registrar la historia y verán que el soborno y la falsificación fueron lo primero, con las mentidas donaciones de Constantino y Carlomagno, y las decretales de San Isidoro escritas algunos siglos antes de la existencia de Isidoro; pero ya, con esto, dieron el principio de sujetar al cetro al pontificio a los monarcas y emperadores, a los que tenía el pontífice siempre en jaque a unos contra otros, bendiciendo a unos y excomulgando a otros, arma (la excomunión) también robada a los brahmanes, como todos los sacramentos y trinidades y otras menudencias.

Espanta la doblez, la malicia, el escándalo, el robo al descubierto y por la fuerza bruta de los pontífices contra los esperadores, reyes y príncipes; no ha habido uno sólo que no haya sido victima de sus intrigas hasta que el tercer Estado, la ciencia, vino y con su frialdad se puso del lado de la razón, que es el pueblo, y a su empuje va desalojando a la déspota Iglesia; pero en realidad es ella sola el Estado en todos los continentes donde sentó su maldita planta; pero que no la pudo sentar firmemente en ninguna parte hasta que desnaturalizó a sus ministros, declarando el celibato, la confesión y demás sacramentos.

Impuesto el pontífice a todas las testas coronadas, menos a las de oriente, de donde huía el Cristo símbolo (no Jesús, ni persona real), absorbió como símbolo todo, basta decir que hasta el registro puramente civil, y no se somete sino por la fuerza, aun en naciones independientes, a la justicia civil; y en esto tienen razón, porque ese Estado, y sus ministros, no son seres racionales porque se han excluido del derecho de gentes, por el celibato.

Pero la ciencia los somete, porque son fieras cometiendo crímenes, como lo estudie en su lugar, llegando ahora entre los dos Estados, civil y eclesiástico, al cuadro vivo del primer día del mundo, es decir, del hombre en la Tierra, que tenía que luchar con las fieras para que no sucumbiera la humanidad, las fieras son la Iglesia de los célibes y el hombre es el anticristo y antirreligioso.

Durante su dominio, los poderes y los pueblos vivían por voluntad de los pontífices, y comían de la limosna dada por ellos, pues según muchas bulas y documentos, ellos tenían derecho a todo y el pueblo y los monarcas a nada, y así llegó a ser.

Cuando encendió el odio entre unos y otros monarcas, como declaraba lícito, y aun premiaba, la matanza de los que no comulgaban con ellos, las guerras no tuvieron fin; y los pontífices, desde la silla apostólica, han dirigido el fratricidio de la humanidad; impusieron diezmos y primicias con la pena del infierno al que no pagara; levantaron soberbio templos y aun hoy hay reyes y presidentes que son dirigidos por el pontífice, hasta en los actos más insignificantes de política, y se hacen pagar muy caros estos servicios de embrutecimiento; pero los monarcas y jefes de Estado son, todos, sus subalternos, y marchan bien en ese burro, autorizados a todo por quien no tiene poder de autorizar y, al fin, la victima propiciatoria es el "pueblo perro" que tiene la obligación de trabajar y el derecho de no comer, y si protestan, un balaza dado por uno que el mismo pueblo paga y el plomo de la bala también lo pagó el soberano; sacude tu pereza y no te dejes arrastrar más; haz justicia en nombre del Dios Amor, dando ejemplo, que mil veces diste, de cordura; pero ahora lo has de dar de amor, aunque que con plena justicia.

¡Sólo un Estado existe; el eclesiástico! Abajo para siempre y saca hasta la piedra más profunda de sus cimientos, conforme a la profecía: derriba la causa y respeta los efectos, que son sus hermanos, pero se flexibles opone el Espiritismo, que es del Padre y es la base de la Comuna Universal.

El Estado, pueblo, es la ciencia, la sabiduría y el amor; si el Estado civil no reniega del Estado eclesiástico, no es de justicia equitativa; derrócalo, pero no ataques a personalidades, que son tus hermanos; pero somételos al trabajo porque es Ley y Ley común es el usufructo.

El Estado civil, hijo hoy de la imposición del Estado eclesiástico, está maniatado por el prejuicio; le conviene la ignorancia del obrero para seguir triunfando en mentidos plebiscitos y por fuerza bruta consiguen mayoría en los comicios ilegales y así, fuera del derecho racional, triunfa siempre la supremacía, el improductor, el que no conoce el trabajo ni su Ley y es un vampiro con el Estado eclesiástico; imbuyen la tiranía por dio, el fanatismo de patria; hacen clases que se odian entre sí, individual y colectivamente, y esto indica que no puede haber Estado sin una renovación absoluta de costumbres; pero esto no pueden, hijos del trabajo, hacerlo sin ilustrarte, y no necesitas las universidades; la Universidad de verdad es el Universo, cuyo preceptor único es el Dios de Amor y su escuela el Espiritismo puro, como se lo expone el Juez, cuyo prefacio lo tienes en el Dante y en el Quijote, el prólogo en Kardec y la obra en la "Escuela Magnético Espiritual de la Comuna Universal" con toda la pléyade de sabios que hoy se ocupan de la investigación de las leyes naturales y de la astronomía y las ciencias exactas, cuyo resumen es este Código de Amor, máximun de la Ley del Padre; y cuando en él hayan aprendido, mejor dicho, rememorado lo que sus espíritus saben, todo estará en las manos de todos; la paz será un hecho y los Estados no serán feudos del Estado déspota eclesiástico-religioso.

Siento en mí el clamoreo, las blasfemias, las maldiciones de cada uno de los secuaces del Estado eclesiástico y sus corifeos, de muerte conciencia, que se le dirigen al Juez del Padre; pero éste se ríe de todas las amenazas, cumple su deber y, en cambio, les manda amor, amor del Padre. Siento también las bendiciones del trabajador y de las madres libertas; éstas tampoco me ufanan, pero sí me satisfacen, porque tengo ocasión de decirle, por todos, al Padre: Gracias, fui tu instrumento y mis hermanos te conocen; en su felicidad está la felicidad de tu enviado; la palma es del Espíritu de Verdad, porque el Juez sólo es un representante y no hace más que pagar una deuda contraída con el Universo, por el amor de todos.

Comentario:

Ya les he dicho que todo el Universo está ordenado, que todo se realiza bajo un plan preconcebido.

Para realizar esto planes, el Padre se vale de sus hijos más adelantados y cada quien, según su progreso espiritual trae misiones que cumplir, en el espacio y en los mundos de su afinidad.

Todo obedece a un sistema, todo obedece a un ordenamiento de leyes que proceden de la Ley madre, la Ley de amor.

Es así como a cada mundo viene un grupo de maestros a establecer las leyes que lo han de llevar, que lo han de conducir al lugar que tiene que ocupar, al grado de progreso que sus habitantes deben alcanzar.

Vienen los misioneros, los profetas, los mesías; estatuyen las leyes con que debía de bastar para que cada mundo siquiera el camino que se le ha trazado; pero vinieron las religiones, como en el suyo, y han torcido y mixtificado esas leyes, adjudicándose la preponderancia que han tenido, que tiende siempre al dominio de las conciencias, la supremacía de los espíritus pequeños, que no son otra cosa.

Cada mundo tiene un cuerpo dirigente, porque vienen maestros especialistas en cada ramo; pero las leyes que ellos han traído han sido tergiversadas y aquí, al implantarlas en la Tierra, qué distinto significado y qué aplicación tan diferentes les ha dado.

Cada mundo, cada país, cada pueblo, cada sociedad, cada conglomeración necesita siempre un cuerpo de personas dirigente, de espíritus superiores; por eso se estableció el Estado civil, que no se ha llevado a cabo, que no ha existido, como acaban de oír en el párrafo leído, y si ahora tienen malos gobiernos, si tienen leyes absurdas, son las religiones (principalmente la católica) las culpables del estado de caos, de incertidumbre y de ignorancia que prevalece en su mundo.

Es ella, la religión católica, la que, antes de una manera pública y ahora solapadamente, es la dirigente de todos sus asuntos civiles y políticos; es ella la que se ha abrogado la facultad de dirigirlo todo y, como ella, digno fruto de la misma, todo tiene que ser falso y torcido.

Poco he de agregar a lo que se ha leído porque está bien explicado y bien comprendido por todos los presentes. Sólo quiero hacer ver que en todo se necesita dirección y que no siendo todos lo hermanos iguales en progreso, aquellos cuya elevación es superior en los encargado de dirigir, de aconsejar y de proteger a los demás.

Cuando el Espiritismo sea conocido en toda la Tierra y practicado por todos los hermanos de la actual generación, cuando las grandes verdades que se divulgan de estas Escuelas, porque todos saben que hay muchas filosofías en el mundo, que tienden a los mismo, que siguen el camino con diferentes nombres, pero con el mismo fin, sean bien conocidas y apreciadas, como cambiará la situación de la humanidad terrestre.

Poco a poco se va logrando lo que debía ser ya un hecho, y así, cuando la humanidad se libre de los prejuicios que por siglos y siglos le han imbuído las nefastas religiones, serán capaces de elegir a sus gobernantes y de elaborar leyes sensatas, leyes que dimanen de las leyes divinas que se le han dado; entonces se acabarán los convencionalismos y vendrá el provecho para todos; las mayorías serán las que triunfen y no las minorías, como lo están viendo ahora. Entonces se ejercerá la justicia por ustedes mismos y, conociendo cada quien su deber, se acabarán las cárceles y centros de corrección, que son más bien de corrupción y se establecerá el verdadero Estado civil, que sujetarán a las leyes dictadas por la razón, a las leyes que se les ha dado muchos siglos ha, y la humanidad vivirá como debe vivir; no encarcelada ni con rejas u obstáculos; será libre de expresar su pensamiento, sus ideas y no necesitará de correctivos de que ahora se abusa; entonces se vivirá la verdadera vida; por eso todos tienen que colaborar, para que la verdad se divulgue todo lo posible

Los ejércitos y las guerras

Las guerras nacieron con la primera religión que el hombre inventó sobre la Tierra; pero no acaecieron hasta que bajo cualquier forma, se inició el sacerdocio, en el que la supremacía del hombre encontró la concupiscencia, que nunca de ha podido saciar y nunca podría saciarse sino en un cambio de ambiente y de posición, de trabajo, y la justicia tiene ese medio.

Hasta entonces los hombres luchaban por el desconocimiento de su ser, pero individualmente y en defensa propia; mas llegando la emigración adámica, con el principio del único Dios, la guerra debió cesar porque Adán, hijo del sacerdote, y Eva, hija del guerrero, se unieron en matrimonio, uniendo moral y materialmente los dos antagonistas, y duró largos siglos la paz allí, en su centro, donde había aparecido toda la emigración espiritual, según describí en su lugar; pero el sacerdote no se doblegaba a aquella Ley de igualdad, aunque fuera respetado por su mayor sabiduría, porque era obligado por el guerrero, y por el pueblo, a ser sabio en las escrituras; éstas las fue mixtificando y adulterando, como se ve claramente en la leyes védicas, para hacer mantener la casta sacerdotal, y con astucia fue revestido el guerrero en muchas ocasiones, de prerrogativas.

En esto se ve que el sacerdote necesitaba tener contacto con el guerrero para tener garantizada su actuación, y de la misma casta guerrera crearon los reyes, que eran jueces de la ciudad, y por este hecho eran obligados a poseer conocimientos de las leyes y, en unión del sacerdote, dominaban a la clase comerciante y trabajadora; todo lo cual dice que, para sostener, el sacerdocio no podía menos que tener poder que lo encubriera y castigara al pueblo, aunque sólo fuera por una falta de respeto, que en realidad no lo merecía, y ya tienes el odio entre la clase productora y el guerrero, cuyo juez era de la casta, bajo el guía del sacerdote, que no era tan malo como el cristiano-católico porque era padre y esposo y tenía que sentir amor a los demás, por su propia familia.

Ya quedaban instituidos el sacerdote y el ejército; dos parásitos sin producir; y ya el hombre era obligado a trabajar para quien ningún bien le proporcionaba, sino el odio, porque el sacerdote le enseñaba que el Dios de su vecino era peor que el suyo, y lo excitaba con mentidas recompensas; el guerrero lo arengaba con la misma doctrina del sacerdote, más el derecho de conquistar, para su Dios, el territorio del Dios vecino, y allá iban lo hombres a matarse. ¿Qué beneficio sacaba el pueblo? Morir de hambre, porque los trabajadores habían ido a la guerra de Dioses, que no era más creaciones de los sacerdotes. ¿Ha mejorado algo el mundo en este punto? ¡Oh horror! Entonces la guerra era cuerpo a cuerpo; hoy es un asesinato del fuerte con el débil y los ejércitos son la locura, el fin de la obra destructora de las religiones, sin las cuales no existirían los ejércitos, y así, no existiría la guerra.

El sacerdote entendido con el guerrero, hacían de un territorio conquistado una posesión propia, y unidos levantaban un rey, que hasta se le concedía investidura y dignidad sacerdotal; pero, eso sí, bajo el sacerdote siempre, al que no le era posible mancharse las manos de sangre; pero esto era por la astucia, por el deseo de predominio hasta sobre el rey para no privarse, el sacerdote, del continuo goce de la concupiscencia; a el le bastaba orar y rogar al Dios de los ejércitos, al Dios de la batallas, que pedía sangre, mucha sangre, y aún no se ha hartado de tan precioso líquido con los millones de seres que han sucumbido en las guerras, encendidas sólo por la promoción del sacerdocio y que no terminarán más que con la desaparición de todos ellos, acabando con las religiones. (Vea al respecto el artículo "La Sangre derramada en 58 siglos" por Pedro Sandrea, en Monografías.com)

No podrá decirse que eso fue en los tiempos incultos, porque en año del siglo 19, de las luces, la Iglesia Católica encendió los odios de Alemania contra Francia y el odio de la Iglesia contra Francia forzó a Alemania, y las páginas de aquella epopeya no pudieron ser más tristes.

Esto es una página de los hechos de las religiones; pero todas, sin excepción son promovidas por las religiones, cuando su papel debería ser lo contrario al que han desempeñado, mas donde se acentúa hasta el horror la imposición de las religiones es donde dominó la cristiana, desde su principio hasta nuestros días; y esto es bastante, aun sin apelar a su falsedad, para derribarla para siempre, y derribada será, quiera o no; con gran estrépito. (Hoy, casi a fines del 2008, que trascribo estos párrafos, sólo le queda la cola, dando coletazos).

El fin que persiguió esta religión, es el predominio sobre los hombres, hasta de los monarcas, en su supremacía y concupiscencia; y como el criminal Constantino se dejó invertir por el pontífice cristiano, entregándose atado de pies y manos, ahí estuvo el mal, que se ha perpetuado cerca de 17 siglos, sometiéndose los monarcas al impostor pontífice, quien debía saber explicar el fenómeno atmosférico que Constantino vió, y en amor a la verdad debía la Iglesia, que pretende ser depositaria de la paz de las almas, decirle a Constantino lo que podía significar, caso de ser cierta su visión de la cruz, que no quiero decir que no pudo ser aquel fenómeno, porque está en lo posible, pero es un efecto natural, como mil otros fenómenos que la ciencia explica hoy, hasta materialmente, y no hay más que ver las múltiples explicaciones de los astrónomos sobre los "antelaos" y "halos" y la reflexión de la luz en la atmósfera, y queda desmentido el prodigio de la cruz; y en caso de que esto hubiera sido obra de los espíritus, que pueden hacerlo, sería anunciar lo aborrecible que llegaría a ser aquel patíbulo; pero como Constantino ignoraba que aquello fuera objeto del culto de los cristianos, como Constantino, por su fanatismo y sus medios, ganara aquellas siempre injustas batallas, el pontífice supo tocar en el lado flaco, y abdicó, se entregó, y dio poder a los tiranos pontífices, que ya sabe todo el mundo cual ha sido su política y su fin: el predominio absoluto sobre la humanidad como lo muestran las palabras del testamento de Pío IX, que dice a sus sucesores: "Salvad a la Iglesia aunque sea a costa de la sangre de toda la humanidad".

Como los Estados, los pueblos y aun las tribus veían que a menudo tenían que defenderse de la provocación de otros pueblos, se vieron forzados a ejercitar el manejo de las armas, de lo que resultó la formación forzosa de los cuerpos de ejércitos; como estos son formados por hombres jóvenes, no sólo porque han de mantener a estos hombres y sus armas, sino por la moralidad que necesariamente ha de despertarse entre ellos, que llevarán luego a sus pueblos, si que también por los enormes gastos que ocasionará la protección u obras de defensa y, por último, el derroche de las armadas, por el mar, lo que constituirá el siguiente párrafo, y luego llegaré a conclusiones.

Comentario:

Teniendo ya todos la idea un "más allá", buscaban el camino y seguían ansiosos el que les mostraban las religiones, las religiones antiguas que encerraban más verdad que las actuales.

Se puede decir que entonces se peleaba noblemente porque iban los jefes de Estado, los Reyes, los señores feudales, eran los primeros que presentaban el pecho a las armas enemigas, los que ponían la muestra a sus aguerridas huestes.

El soldado se excitaba con el ejemplo de valor de su jefe y moría gozoso, creyendo haber cumplido con su deber.

Las guerras actuales son más bochornosas, encierran aun mayor ignominia. Ahora, por intereses mezquinos de país a país, por posesión de un pedazo de tierra, por la adquisición de un derecho de un tratado. Se lleva a millones de hombres indefensos, porque con las armas modernas no hay defensas posibles.

Ya no se va a luchar cuerpo a cuerpo, a medir la tierra de cada quien, no, ahora se lucha con las armas más innobles, son las armas que proporciona la ciencia, que ha torcido su camino y errado su misión; se aparta del sendero que debe seguir en sus investigaciones para beneficiar a la humanidad y aporta sus conocimientos para destruirla.

El capítulo leído se escribió antes de que estallara la guerra mundial. Mi plática de hoy será muy poco antes de que estalle la gran guerra que asolará a la Tierra; pero ya saben que la Ley saca bien del mal y que el hombre mismo le proporciona los medios para que se cumpla la justicia.

Es la guerra que debía haber estallado; pero sobre estas fieras sedientas de sangre, llenas de odio, trémulas de venganza; sobre esas naciones ávidas de sangre, que están deseosas de presenciar ya horrores que no se han visto nunca, se extiende una red que aprisiona, que detiene y eso tarda que se desencadene la lucha más terrible, la verdadera guerra entre el bien y el mal. (Se refiere a la guerra del 40. El dejó el cuerpo material en 35).

Esa red la han tendido los que aún persiguen un ideal, todos los que sostienen que no hay que destruir, sino crear. Es eso trabajan miles y miles sociedades, filósofos, masones, teósofos; filosofías de todas las sectas de que aun ustedes no tienen aun conocimiento. Unos van por un camino, otros por otro, pero en fin es el mismo, cono les he dicho..

Así se ve la Tierra: como si tuviera envuelta en una malla de luz. Son hilos luminosos por entre los que se asoman las rojas luces de los odios encendidos. Es por eso que no ha estallado todavía esta guerra; dilatará, pero tiene que venir porque esta en Ley.

La guerra mata a la guerra. Así verán caer los poderes fuertes, las monarquías más antiguas, los prejuicios mejor arraigados; así también se abatirán los edificios de falsas ideas que parece que tenían cimientos tan profundos; todo se derrumbará.

Después vendrá el dolor, si; la sangre apagará el rescoldo de esos odios que han encendido la conflagración que se avecina, y entonces la atmósfera de la Tierra quedará depurada. Todavía quedan algunos cartuchos que se están quemando, principalmente en Oriente.

Pero la caída más estrepitosa y sensacional será la que sufrirá ese edificio en el que se albergan todas las religiones a que sirve de base la católica: ese será el derrumbamiento más trascendental y grandioso. (El Vaticano, que ya no es, sólo quedan los prejuicios).

Creen que han llegado al apogeo, como se sienten también las grandes naciones, que están pugnando por ir ya al combate, por lucir sus elementos de guerra, sus nuevas armas científicas (la bomba "H"). Son como calderas próximas a explotar porque no han estallado porque le impide esa red (que al fin no aguantó más) de amor, esa red de luz de que le he hablado.

Así pues, queridos hermanos, segui con interés el desarrollo de los acontecimientos en los momentos actuales, que son históricos en la humanidad (21 años tenía el que transcribe). Sigue tendiendo con su pensamiento esos cordones de luz mencionados, suyos son muy resistentes, largos y fuertes. Sigue trabajando desde aquí, desde este centro humilde pero del que sale tanta luz; detengan todavía esos momentos terribles en que la Justicia se hará sentir.

Eleven su pensamiento pidiendo amor, demandando calma, tolerancia y luz para todos esos hermanos que más que cuerpos animados por un espíritu parecen bestias feroces con las fauces abiertas, sedientas de sangre, ávidas de carne joven, que están detenidas, como les he dicho, por esa red que tienden todos los espíritus grandes que saben amar.

LAS ARMADAS Y LA PAZ ARMADA

Lamentable es que toda la juventud de la Tierra esté, de uno a tres años hoy (antes hasta por 8 años) con un instrumento criminal en sus manos, en lugar de la esteva del arado, de la azada, o la herramienta de un oficio cualquiera; pero es más lamentable que, la inmoralidad que crean por su desocupación, se les enseñe el exterminio de sus semejantes enseñándoles, por el prejuicio de patria, en la que se les fanatiza en vez de enseñarles que la patria de todo hombre es el mundo todo y que en ninguna parte el hombre es extranjero.

De esa idea de patria nace el odio del otro lado de la frontera, y así sucesivamente les sucede a todos, en todas las naciones, dificultando el trato entre sí; y gracias a que la idea de defensa del ahogado obrero tiende a solidarizarse en todo el mundo, lo que hará, apoyándose en este Código de Amor, la patria universal; los hombres sistemáticos y supremáticos no quieren ver en esto la gran obra de los espíritus; pero mayor será el desengaño que sufrirán, pues el primer movimiento universal será negarse, en todos los pueblos a empuñar las armas para batirse con el de otra nacionalidad, porque ya en espíritu, ha entrañado la idea verdadera de la fraternidad, pues el Padre lo ha previsto y ha hecho sentir la necesidad imperiosa de las emigraciones, y así se han hermanado los hombres, al propio tiempo que en todas partes surge la idea de la mutua ayuda, para alcanzar un algo mejor pasar; y aunque son perseguidos por los gobiernos las sociedades de resistencia, no consiguen más que una cosa, prevista por los espíritus del Padre, y el justificado antimilitarismo, porque en toda emergencia se hecha mano del ejercito para castigar a los que trabajan para mantener a lo militares, y ellos, trabajando, no pueden comer lo suficiente porque todo lo necesita el Gobierno para pagar a los asesinos del pueblo, y a la religión, madre, inductora e impositora de los ejércitos, de las guerras y de la represión, siempre criminal, de los hijos del trabajo que piden pan, que piden libertad de pensamiento para progresar, para ser sabios, porque ha llegado el obrero a avergonzarse de ser ignorante; la religión sabe que de la instrucción del obrero depende la desaparición de la patraña Iglesia, y de aquí la imposición, bajo el nombre de un Dios falso en que se apoya la ignorancia, para que los gobiernos, sus feudos, repriman a sangre y fuego al que pida pan, al que pida libertades, en fin, al que se queje. Hay que mantener al pueblo en la ignorancia; hasta enseñarle el absurdo de la religión y la mentida patria, hay que sitiarlo por hambre para que no tenga respiro, para que el hambre lo obligue a rendirse, y hasta hoy ha sido así, ha tenido el obrero al hambre de sus hijos y al temor de quedar tendido en la calle de un balazo, de otros compañeros; y vuelve al trabajo, vencido por los parásitos y si conseguir su justo pedido, pero con depósito mayor de odio contra su forzado explotador, contra los hombres del Gobierno, el militarismo, contra todo parásito y contra toda la sociedad, cómplice de los causantes de su degradación por la fuerza bruta, que aprovechan todas las energías, los esfuerzos de todo el país y todo el producto de la industria, el comercio, las artes y la agricultura, para mantener su supremacía.

Por las continuas guerras, promovidas siempre por las religiones, nació necesariamente la nacionalidad y de éste el fanatismo de patria, no mejor que el fanatismo religioso; y dos ejércitos luchan encarnizados al grito de patria, y ambos invocan al mismo Dios, y uno de ellos llevará la victoria, y la religión entonará cantos a ese Dios antropófago; y los otros, que invocaban al mismo Dios, ¿qué harán? Crecerá el odio a los vencedores, y al Dios que invocaban, y no perderán ocasión propicia para vengarse, y políticamente tienen razón, desde luego que tan falta de razón es su derrota con el triunfo de su enemigo, porque invocan ambos los mismos derechos de Dios y de patria; y ese Dios que hunde a unos y eleva a otros es un Dios parcial, y no puede ser más que un Dios monstruo; ese no puede ser el Dios de Amor universal, Padre común; ese es el Dios de las religiones y de los supremáticos; pero ya ha perdido la fuerza, que era la ignorancia del pueblo, porque el hombre, que servía de instrumento inconciente de esas luchas, se hace conciente, se hace sabio y rechaza al militarismo y lucha decidido contra la religión y el Dios criminal de las religiones y su triunfo está en la unidad. El Juicio de Mayoría ha venido a confirmar esta unidad, que ya se vislumbra en la solidaridad, por el trabajo constante del espíritu, y el día de la batalla está tan cerca que el clamor ya se oye rumo de impotente e irresistible tempestad.

Cundía el malestar en todo el mundo, sobre todo en Europa, viéndose inminente la gran catástrofe europea, cuando subió al trono de Inglaterra EduardoVII que la contuvo con la paz armada y las alianzas de la potencias; ésta era una misión que le encomendara el Consejo Superior, y se instituyó el Tribunal de la Paz, todo obra de los espíritus de Ellí, y se han salvado millones de vidas y evitado ríos de sangre a costa, es cierto, de muchos millones de pesos que se consumen en barcos y armamentos, que constituyen la ruina económica de todas las naciones, pero bendita sea aquella obra que, que si ocasiona la miseria de los pueblos, ha dado margen a la inmigraciones, y éstas a la corriente de solidaridad entre los oprimidos y al conocimiento de unos y otros a hombres de todas las naciones, que juntos trabajan, cambian impresiones, conocen todos los sufrimientos, los defectos y las causas d los males de todas parte, y todos saben que el mal está, primero, en las religiones y las supremacías y luego en el militarismo; y contra todo esto protesta el obrero, el industrial, el comerciante, el agricultor, el hombre de ciencia y todo trabajador.

Del mantenimiento de la religión, que en todas partes el presupuesto es mayor que la lista civil, y el del militarismo, que es un presupuesto espantoso, nace la miseria de todas las naciones, porque, además de su lujuria, su orgullo les lleva al despilfarro, gastando, una sola familia, más que diez de obreros, y viene la carestía de los víveres, pues como está llegando el momento en que todos quieren comer del presupuesto, y por los padrinazgos se crean empleos innecesarios a miles, resulta que la agricultura, primera base de toda riqueza, se queda sin brazos, y no se fomenta la explotación de la tierra y aun se desanima y hasta se ven obligados los agricultores a abandonar las tierras de cultivo, porque se les grava hasta no poder satisfacer la contribuciones, en presupuestos onerosos, porque en su supremacía, infiltrada en la cabezas vacía de sentido común de los gobernantes, siervos de los pontífices y pastores de las religiones, no ven más derecho que el de la panza y sus vicios, y no le importa que el productor se muera de necesidad, y si protesta, ya tienen armas para reprimirlos, y estas armas han sido obligados a pagarlos los mismos a quienes con ellas se asesina, y lo más grave es que los hombres que manejan esas armas son los hijos del pueblo, los hijos de los productores, robados del hogar en lo mejor de su edad para enseñarlos a ser criminales y verdugos de sus padres y sus hermanos, con otra mentira no menos censurable que la religión; la patria, vaca lechera de todos los parásitos y retrógrados.

Pero vino un azote mayor que todos a los pueblos con la paz armada; y es que para la ambición de los déspotas, de los que no saben lo duro del trabajo, los patrioteros sin conciencia, viven con recelo del vecino que, lo mismo que ellos, vive a costa del productor y con la misma canción de Patria; todos piensan en que en cualquier momento su vecino se les vendrá encima, porque le hizo una jugada política rastrera y por otras causas inconfesables, y se preparan y hacen esos monstruosos barcas, con descomunales cañones que cada disparo causas la manutención de una familia trabajadora por todo un año, ¿y todo para qué? Para la destrucción de la humanidad, para todo lo contrario a la Ley de Amor del Padre.

Todos los gobiernos saben que será una ruina; pero ven que la otra nación lo hace, pues los otros hacen lo mismo, ¿Qué se hunde una nación? ¿Qué importa? ¿Es necesario mucho para que a ellos, los causantes, les llegue el hambre y la miseria; pero sabe que ha habido reyes que han muerto a manos de los hombres oprimidos, y que sí al pueblo no se le aconseja calma, resignación, amor, ya habría estallado el infinito depósito de ira y desprecio que abriga en sus pechos; pero le decimos, a sus espíritus; no son los primeros culpables los poderes, hay una causa primera, esa es la que debes derribar antes, y luego, si no eres atendido, toma tu el poder.

Esto espera el pueblo, y no en una nación sino en todo el mundo, y ya llega el día, porque estamos en la alborada de la nueva Era, en la que las religiones han de rendir cuentas estrechas, y desaparecerán porque así está decretado en los Consejos del Padre, y ¡Ay del que quiera resistir el empuje de esa corriente tremenda! Se suicida él mismo, porque las fuerzas vienen de donde no vienen los cañones, ni las bombas de los aeroplanos. ¡Iglesias, poderes!… no traten de resistir, su esfuerzo será nulo y se acusaran de incorregibles y más dura les parecerá la acción de la suprema Justicia: quedan avisados.

Conclusiones:

Las conclusiones que lógicamente se desprenden de la exposición de los tres párrafos anteriores son bien tristes, por cierto, para la humanidad presente, manifiesta queda la exposición de las religiones y la inteligencia de los poderes civiles con esas mismas religiones, que a ellos mismos los reduce a ser pantallas encubiertas de las de las fechorías y crímenes continuados contra el pueblo único a quien persiguen y aplastan unos a otros, en pago de sufragarles todos los derroches, y hasta los hombres mismos, para que sean su verdugo sin entrañas.

Se ha cantado y se canta por todos los beneficiados y por los ignorantes, que la religión ha sido necesaria al mundo, y nunca ha habido mayor error que tal creencia, pues las religiones no han servido más que para destrucción de los hombres y para encender los odios, crear castas y clases odiosas y razas, despreciables las unas a las otras.

Si la religión nunca hubiera existido, la fraternidad humana hubiera sido un hecho ha muchos siglos, y el progreso humano estaría mucho más alto, moral y materialmente, y las miserias no se hubieran conocido, porque no hubiera habido divisiones nacionales y el hombre no sería extranjero en ninguna parte. Se dirá que no hubiera habido estímulo y se podría haber ascendido en conocimientos hasta donde hoy se conoce, y este es otro error porque la emulación habría sido igualmente, y con más intensidad, porque la verdadera autoridad de un pueblo es el hombre más sabio, y esto es bastante emulación para el progreso, que sería incesante, porque los hechos son los que hacen justicias, y como por la sabiduría de otro podría ser substituido en su autoridad el sabio dirigente, aunque esto sería honorífico en justicia, en justicia sería sobrepuesto también el sabio sin que nadie pudiera quejarse; pero ni aun así sabrían de quejas porque el régimen era de justicia; por otra parte, el espíritu tiene impuesto, por el Padre el progreso infinito, y conoce y sabe el espíritu que en cada ascensión, de mundo en mundo, su goce es mayor, y se habrían dado prisa en llevar a la Tierra a todo el progreso que ésta puede tener, hasta su perfección relativa.

Los espíritus han traído siempre el progreso; pero como en la Tierra reinaba el desconcierto, porque la religión y sus derivados han sido siempre servida por los espíritus materializados y aferrados a la supremacía, han sido aniquilados los hombres de progreso; de ahí la tardanza de la Tierra en llegar al principio del progreso que hoy tiene; pero no ha sido posible hasta que ha habido una pléyade de hombres antirreligiosos, y eso que éstos ha tenido que militar en el materialismo para ser menos perseguidos; pero esto era una medida tomada en los Consejos de Sión (sirio), hasta formar doctrina y cuerpos, fuera del fantasma religioso, que apoyaran al propio tiempo a los Estados y poderes con la ciencia, ya que la religión no podía admitir los principios de la ciencia que la desmiente en sus errores.

Esto estaba concedido a la mitad del siglo19, y para el fin de ese siglo, contra la voluntad de la religión, habíamos conseguido hasta el dominio de la electricidad y de los aires; pero la Iglesia se vengó miserablemente y encendió las guerras, por odio al progreso, y excomulgó a todos los hombres de progreso.

Desde aquella fecha el progreso en la Tierra ha superado, cada diez años, ha conquistados en diez siglos bajo las religiones; pero es que, desde entonces, los espíritus hablaban a los hombres, porque ese era el fin que se propinan, no podían esperar más desde que estaba cumplido el plazo señalado a la humanidad terrestre para llegar al progreso.

Por tanto, afirmo; Que las religiones no han sido necesarias a la Tierra, como no lo son en ningún mundo, aun superiores, por lo que todos los profetas, misioneros y mesías del Padre que han venido a la Tierra, ninguno (a excepción de Salomón, que más que profeta fue sacerdote y rey, y está probado en todos sus escritos que habla sólo de destrucción, y no se ve en ellos amor si no es a la caterva de 300 concubinas, además de las mujeres propias), ni Juan ni Jesús predicaron religión ni templos, sino que predicaron su destrucción y la de los sacerdotes y supremacías; predicaron sólo adoración al Padre, sin palabras, en espíritu y en verdad, y amar al hombre, a sus hermanos, y a todos éstos, como a los que les han seguido, los aniquilaron; pero no han podido aniquilar las doctrinas que traían, contenidas ya en el Testamento Secreto de Abraham; y por ser innecesaria la religión pequeña se ha decretado, por el Padre, su destrucción y la implantación del Espiritismo, única congregación universal que no es religión, sino adoración en comunidad y solidaridad de todas las humanidades del infinito, donde no hay más ritos que el recogimiento del hombre dentro de sí mismo, ni más culto que la sabiduría, el progreso y el amor fraternal y universal, que desde hoy se establece, quedando derogados los cultos y los cuantos a ídolos, con el nombre de Dioses, se le han enseñado erróneamente a la humanidad.

Que los poderes y los Estados, las naciones o imperios que han sido creados por las discordias de las religiones, que tienen carta constitucional reconociendo derechos al Estado religioso, o que, sin reconocerlos en la constitución, tienen concordatos y alianzas en detrimento de la libertad de pensamiento, o amparen con sus fuerzas los templos y cultos, permitiendo la confesión y demás sacramentos, se hacen reos, con la misma religión y ante el universalidad infinita de que forma parte la Tierra, y no son reconocidos y quedan en la misma situación a que la religión; pero pueden revalidarse bajo un plebiscito fraternal, única forma de gobierno admitido hasta la implantación de la Comuna de Amor y Ley.

Que los ejércitos, las armadas de guerra, el solo hecho de poseerlos una nación, así como toda otra prevención que dificulte el libre cambio comercial, intelectual y moral, se consideran como un hecho criminal. La guerra es un asesinato premeditado, en cuyo delito incurren desde el primer magistrado hasta el último individuo de la nación que tenga uso de razón, y cometen el delito de perpetración del crimen, y del robo, mientras estén al servicio de las instituciones, porque no hay más Ley que la voluntad del plebiscito, que será sabio o criminal, de odio o de amor, según haya sido educado y tratado el pueblo, de lo que son responsables los gobiernos y los tribunales de justicia civil, criminal y militar, porque son la amenaza continua al cambio de ideas, al libre examen, a la libre dilución y a vida de los individuos, y todo esto es contrario a la Ley de Amor del Padre, al progreso y a la inflexible Ley del trabajo que fue impuesta a todo morador de la Tierra, hasta su perfección, en cuyo momento la misión de los hombres en la Tierra ha terminado, pasando, en comunidad todos los espíritus ya en luz y sabiduría, a un mundo mejor para adquirir nuevo progreso, hasta el infinito.

Gobiernos; su impositor, la religión queda desmentida y sentado que no es necesaria, ni nunca lo fue; eres pues, cómplice de ella, y han cometido toda clase de atropellos contra el pueblo y contra el Dios verdadero y único de Amor. ¿Qué haréis? La resistencia por conservar la supremacía, es inútil; si no cedes a la Ley de Amor, cederás a la Justicia implacable y verás, de todos modos, esfumarse sus dominios en el curso del paso de las tres generaciones presentes, o mucho antes si provocas a la Justicia, porque entonces verás con horror, hundirse parte de los continentes en el fondo de las aguas.

La sentencia se dio; el Juicio final de la humanidad terrestre se celebró y todos estamos sentenciados, y se les dice para que no aleguen ignorancia y se salven en plazo perentorio de su sentencia, acatando este Código y dando principio a su ejecución, único modo de no ser, sus espíritus, expulsados de la Tierra y poder volver luego a trabajar en la comunidad; en amor se los dice el Juez, y lo escribe para atestiguar, al Padre, que se los dijo y que cumplió su deber. Cumplan ustedes.

Comentario:

Habiendo hablado con todo detalle de las influencias de las religiones en la historia de la humanidad, acusándolas como autoras intelectuales y materiales de todas las guerras que la han asolado; habiéndolo podido ustedes mismos, comprobar, les he hecho una profecía, dolorosa pero cierta, inevitable: la guerra que se avecina, que está por venir, quizá muy pronto. No debería ser, puesto que ya hubo otra que debería haber bastado para enseñar a la humanidad los errores en que vivía; pero las religiones hicieron un último esfuerzo y la conducen de nuevo a la contienda fraticida, ayudando así a que la justicia se cumpla, puesto que ellos mismos le proporcionan los medios.

Después volverá la calma (aún no, todavía hay ráfagas en oriente), brillará en la Tierra esa paz que a todos se les desea; no sólo la paz espiritual, de que gozan los más adelantados, sino la paz material, que reinará cuando la comuna se establezca.

Cuando todos lleguen a tener lo suficiente para cubrir sus necesidades materiales, la paz reinará en los hogares, las luchas financieras cesarán, las ambiciones se acabarán y sólo quedará la ambición noble, sana, licita. Reinará la paz en todos sus aspectos, en todas sus formas.

A ustedes hablo, hermanos míos, discípulos de esta Escuela, porque ustedes precursores de la nueva etapa que ya llega; sean fuertes y valerosos. En materia

Ustedes son los propagadores de esa paz de que ya gozan en espíritu, pero esa paz tiene que diputarse también en materia y pronto llegará el día; pero antes presenciarán horrores inconcebibles, serán testigos de la batalla más espantosa de su historia. (Guerra del 40).

Ustedes tienen la fortaleza que no tienen los demás; lucharán con armas de que carecen los que no han tenido la dicha que han tenido ustedes de fortificarse y preparase en las enseñanzas y la filosofía de esta Escuela. No se atemoricen, están prevenidos y son suficientemente fuertes para presenciar y sobrellevar lo que está por venir. Si en la actual existencia les toca presenciarlo (tenía yo 21 años), acuérdense siempre de que son soldados de la paz, no de la guerra, y acuérdense también de que las religiones están dictando su propia sentencia y que esos Papas que predican la paz y bendicen la guerra (esto pasó antes) están en agonía. Por Pedro Sandrea, sandreapedro[arroba]yahoo.es

CÓDIGO DE AMOR UNIVERSAL, CONTINUACIÓN

La sociedad dividida en clases es un absurdo

Capítulo XII

"Dios uno, Creador universal, no tiene principio; es eterno; los hombres son sus hijos y él es su herencia".

Esta cláusula, primera del Testamento de Abraham, es bastante, sin más filosofías, para anular todas las clases que se han hecho en la Tierra por los supremáticos, que están representados en otra cláusula del mismo documento que dice: "Y cómo dan placer a la carne, los toman los hombres, que son de carne, y no ven a Adán, que parece ángel". Y en otro lugar del mismo testamento dice Hellí a Abraham: "Y mis hijos, negros de hollín, que demonios llamáis, enseñan a los hombres de la carne, (que son mis hijos) los deleites y los placeres y los males de matar y creen, porque no ven la luz de Hellí, que son dioses; y la lucha es y el mal es y los sufrimientos es lo que les pagan".

Ya lo ven; todos, sin excepción, somos hijos del Creador, Padre universal, y El es la herencia de todos; no hay singularidad para nadie, ni para mi que, como Juez de su causa, me envió a dar la máxima Ley, como no la hubo en la aparición del hombre en la Tierra, en las mágicas bolsitas, como no hay singularidad en el nacimiento del monarca, como el de otro cualquiera individuo, aunque sea el pordiosero, como no hay diferencia en la muerte de nadie porque la Ley es una, inmutable e inflexible.

Pero. "Y cómo dan placer a la carne, los toman los hombres, que son de carne, y no ven a Adán, que parece ángel"; y así es los que dan placer, los encastillados de la sociedad, son los supremáticos de las religiones, porque se ha comprobado que sólo viven de y para la materia, que es la carne, y los que siguen y los que por ellos son investidos son, como ellos, hijos y esclavos de la carne, y son los únicos "demonios" que ha habido, y no de los infiernos, que no existen sino en la Tierra. ¡Cómo se conoce las palabras del Padre, que a pesar de haberlo suplantado, con toda milicia, para ser Dios ellos, haciendo dioses mitos, aún los llamados hijos y no hace excepción de nadie! Sólo puede ser así el Dios de Amor que les da el Juez en este Código, y el Padre quiere ser ya conocido, porque se ha cumplido su promesa, que está en el mismo Testamento de Abraham, cuando dice: "Y los siglos serán treinta y seis, desde que escribirá mi Ley hasta que la Tierra la sabrá, y de este siglo mis hijos serán de luz, porque verán la luz de su Padre, que les darán mis espíritus.

Cuenten desde que Moisés escribió la Ley del Sinaí, y el tiempo se ha cumplido; vino el Espíritu de Verdad, y con él el Juez de vivos y muertos y todos los espíritus del Padre y, por tanto, dieron la luz de la verdad y ya en la Tierra no tienen cabida las tinieblas, que es el hollín del alma de que habla el Padre, por Abraham; esto justifica el Juicio Final celebrado y la expulsión de la Tierra de los malos trabajadores, y ya saben que están sentenciados, y con el paso de las tres generaciones presentes el amor será la Ley en la Tierra, y por él la felicidad de la humanidad porque todos se reconocerán con el título único y verdadero que existe: "hermano"; pero esto no podría ser sin la Comuna, en la que todos son iguales en derecho y obligaciones, en trabajo y usufructo.

Voy, por esto. A estudiar un momento sobre la actual sociedad, a fin de que puedan ganar el derecho de continuar en la Tierra, cultivando las flores y sazonando los frutos como expertos jardineros; de lo contrario, irán al bosque, que es tierra más dura, donde los sufrimientos les enseñarán a cultivar flores que, al fin, den fruto sazonado,

Por de pronto, sepan que la sociedad, tal cual está constituida, es contraria a la voluntad del Creador, porque es opuesta a sus divinas e inmutables leyes y que, y como el Padre no se deja burlar, y sus hijos han de cumplir su voluntad, se ha dejado sentir con todo su peso en la Ley de Justicia, haciendo que cuantas veces delincan vuelvan a la Tierra (encarnen) y sufran las consecuencias de sus faltas y el medio de corregirlas.

El espíritu ven claro en su archivo, si está en la luz, y no ve claro si su orgullo le ciega. En el primer caso, viene decidido a la lucha, en el trabajo; en el segundo, viene ciego y más se cegará en cuanto se encierre en la materia; pero a estos últimos, generalmente, les es impuesta la reencarnación, para que el ejemplo de los luchadores, de los trabajadores, los despierte.

Los primeros son sabios y trabajadores de voluntad, y militaron (según su propósito) en las clases obreras, que comprenden desde el labriego hasta el hombre de ciencia, con todas las artes, las industrias y el comercio; los segundos vienen en odio y despecho y componen siempre las clases parásitas, y quieren vivir la vida de la materia, vida animal, vida de predominio; son los que ponen el desconcierto, por la religión, las leyes opresoras, el fanatismo de religión y de patria y son, en fin, los acaparadores de todo lo material, y jamás se satisfacen porque la concupiscencia se les despierta, cada vez más, en castigo a su debilidad desmedida.

Estos son sabios en el vacío, la maldad, y son los que han hecho las clases y las razas; pero son absolutamente ignorantes de las leyes divinas y naturales y hasta en las mismas de la materia, aunque en su único Dios; pero como tienen odio al progreso y acapararon por la fuerza desde el principio de las religiones, los productos de los trabajadores, sólo estudian por la ciencia de otros, pero de atrás, y se ponen al progreso que cada nueva generación trae; en otro existencia aceptaron lo que en la presente rechazaron, y así, son siempre la rémora del progreso de los trabajadores, no sabiendo más que lo que otros han estudiado, y esto desfigurado, mixtificado a su conveniencia; pero aun contra su voluntad, se tienen que ilustrar; y en esto se debe ver la fuerza del progreso que, al fin, nadie, ni por la voluntad de ser siempre ignorantes, puede serlo, sino que es empujado por la inexorable Ley de Justicia, que al fin triunfa y será sabio.

Pero han causado gravísimo prejuicio a sus semejantes, a los trabajadores de voluntad, y cuando, al fin, éstos son mayoría, se impone la Ley de Amor, que es la de los trabajadores; llega la liquidación y cada uno debe saldar las suyas y acatar la voluntad de la mayoría, sin coartar en lo más mínimo la libertad de acción, ni su voluntad; y este momento llegó ya y la liquidación fue en el Juicio Final, contenido en el Testamento de Abraham y anunciado por Jesús en advenimiento del Espíritu de Verdad (Espíritu Santo, religioso).

Aquí los supremáticos y la mal llamada clases privilegiadas, altas o autocráticas, que al fin, con horrorosas excepciones, son autócratas y desnaturalizadas, a las que Juan llamó: "raza de víboras", dirán que hay imposición y, por lo tanto, se coarta su libre albedrío.

Esto mismo alegaron los espíritus "negros de hollín", ante mi el día del juicio, por cierto que estaban bien representados y, por todos, hablaba el déspota espíritu del que fue el Papa Inocencio III (1198-1216), que más soez no puede haberlo y sólo el poder que el Padre dio al Tribunal pudo librarlo de sus iras; pero dije a aquel energúmeno:

"Que todos tenemos el libre albedrío, pero somos responsables de nuestros actos y del daño causado a otros", por lo que el libre albedrío es para bien y no para mal, se puede ejercer para el mal, pero sin causar daño ni escándalo material y moral a nadie, sólo serás responsable por tu retraso; pero sepa que eso es más difícil que hacer pasar un camello por el ojo de una aguja, hablando materialmente, y esto es tan difícil que llega a lo imposible, así es el libre albedrío en el mal, sin ocasionar daño moral o material a sus semejantes.

Como se ha llegado a dividir la humanidad en clases lo hemos estudiado en su causa, que no es más que la religión, de la cual los poderes públicos civiles son feudos, concientes o inconcientes; ya probé que no existe la familia en amor, y de esta afirmación resulta la nueva afirmación de que no existe la sociedad, porque no puede existir, formada por elementos heterogéneos y que están en pugna con los otros, porque no hay igualdad; y como no hay igualdad, no puede haber unidad; no pudiendo haber igualdad, no puede justicia, y no habiendo justicia, no puede haber amor.

Sólo en la unidad de pensamiento, de miras, de justicia y obras puede existir la sociedad, y como no existe ninguna de estas cualidades, indispensable para que haya sociedad constituida, la sociedad no existe; sólo existe la supremacía, la fuerza bruta, la falsedad, el engaño y la injusticia, y por esto es este mundo una jaula de fieras, donde se destrozan las unas a las otras y se devora al que quiere domesticarlas, como les pasó a Juan y a Jesús y a muchos otros, antes y después de ellos.

La sociedad de hoy es menos fiera que la de antes, porque los domadores son muchos más,

Pues son todos los que protestan por el atropello; pero las fieras son más indomables, por traidoras, se encastillan y a mansalva dan el zarpazo, siempre que tienen ocasión, amparadas por las falsas leyes amasadas con la sangre de los corderos sacrificados; pero los pastores del rebaño, descarriados por esos lobos eclesiásticos y civiles, mejor dicho, eclesiástico solo, porque casi todos los civiles, desde el juez hasta el jefe de Estado, y el monarca, son feudos del poder eclesiástico o como se dice, jesuitas de levita. Afortunadamente, como el pueblo sufre de cuando en cuando un arañazo de la Iglesia, que una fiera, y algún palo, o pedrada del pastor o pastores que vienen a recoger el rebaño descarriado (que son los obreros), éstos están ya sin saber con quien quedarse, porque lo supremáticos los humillan y les cobran, pero temen llegar al obrero, porque saben que lo han ofendido demasiado, aunque van admitiendo en las leyes alguno que otro artículo, ante la imposición de la unidad del obrero, y éste se calla por un momento, que es aprovechado por el lobo y comete un atropello de injusticia, y se queda con toda la ley para él.

Comentario:

Las cosas estaban por venir cuanto este Código fue escrito; ahora interviene la Ley para que en estos momentos puedan afirmar lo que entonces se les dio como una profecía,

Ya han visto, porque todos han vivido durante este tiempo, la convulsión que ha experimentado la Tierra, la efervescencia, la ebullición de todas las clases sociales, porque aún existen clases, han visto los horrores de la primera guerra mundial y están por presenciar los de ésta nueva guerra (año 39), que serán aún más terribles; han visto la evolución que han sufrido las clases obreras; han visto cómo se derrumba el capital, cómo desmoronan los viejos prejuicios.

Se ha cumplido todo lo que se ha dicho; pero es natural en el atraso reinante, como el niño que comienza a hacer uso de juguetes que pueden serle útiles, pero que por su ignorancia se vuelven peligrosos, cometiendo desatinos y disparates, así han jugado los hombres en los últimos veinte años con el juguete de la libertad.

Al pajarito prisionero que apenas tenía una idea del azul del infinito, que no sabía hasta donde podían conducir sus alas; que tenía que vivir de lo que le daban como ración manos buenas o manos malas, que esta sujeto a recibirlo todo o morir así, encarcelado, muchas veces por falta de cuidado, a ese pajarito de pronto se le abre la puerta y se le dice: "esa inmensidad es tuya". pero ese pajarito no sabía volar, no sabía luchar para conseguir el alimento necesario. A ese pajarito se le habían embotado sus instintos, se le habían negado sus derechos y, lógicamente, al abrirle la puerta y lanzarlo al espacio, al darle de golpe la libertad absoluta, ese pajarito, como no tenía fuerza suficiente para sostenerse en el éter, tenía que caer, tenía que sufrir golpes muy duros que muchas veces podrían costarle la vida. No sabía escoger los granos para su alimentación, no sabía acercarse a las fuentes para beber, estaba lleno de timidez, de zozobra, de ignorancia.

Hermanos míos, ese pajarito, que por tantos siglos estuvo enjaulado, es el obrero, al que, de pronto, se ha abierto la puerta de la libertad; es ese pobre obrero que tuvisteis encarcelado y que ahora quiere saberlo y dominarlo todo.

Es el niño que aún no sabe hacer uso del juguete y que en lugar de sacar provecho de lo que ahora se le ofrece, ha hecho de esa libertad un instrumento peligroso, que por de pronto parece que ha redundado en su prejuicio; pero eso estaba previsto, la Ley busca todos los medios para hacerse sentir.

Por eso en los actuales momentos, en esta ebullición terrible que conmueve al mundo, el obrero el obrero trata de conquistar sus derechos. pero no estaba preparado y es por esto que se ves cosas sorprendentes que de pronto no se puedes comprender. Es la causa de que en estos instantes tiene tal desorientación que cada día despiertas temeroso de saber algo que lo llene de estupefacción. Lo que se creía más firme, se derrumba. todos los que van tras un ideal ven que aquel ideal de pronto cambia. y sorprenden los movimientos políticos de los últimos tiempos. No se sorprendan por nada, hermanos míos, es la Ley que hace esta acción…

Ya se les había dicho que, así como la Tierra se conmoverá en sus entrañas para que se verifiquen los cambios geológicos que la transformen en el mundo donde brillará ya en pleno la luz del 7º día, esta evolución ha tenido que comenzar en el seno de la masa, en esa sociedad de que tanto se habla.

Los desorientados, los que buscan, hablan de "sociedad sin clases" y todos han ido en pos de ese ideal que resultó falso porque la "sociedad sin clases" fue un oropel que deslumbró a muchos.

La sociedad sin clases. sociedad no puede existir si hay clases; no saben que lo único que se debe decir y para lo que se debe ayudar es para el reinado absoluto de la Comuna de Amor y Ley. ese es el fin de todo este movimiento que ahora sorprende a todos.

Son como pobres ciegos que en un cuarto oscuro buscan la salida y en su imaginación creen ver la luz donde precisamente hay mayor oscuridad. Están locos, desequilibrados. su mundo ahora, es un gran manicomio; todos se dan de golpes en la pared buscando la luz, buscando la puerta.

Así, no se sorprendan, hermanos míos, porque ustedes mismos han tenido grandes choques y sufrido fuertes y amargas decepciones.

Esto le da oportunidad de que mediten y, haciendo uso de los conocimientos aquí adquiridos, comprendan la razón, comprendan la causa de la situación actual, cuyos efectos son incompresibles para la mayoría de los hombres.

La división de razas es antinatural

Con el predominio religioso nació también la división de razas, sólo en las diferentes partes que han dividido al mundo, sino dentro del continente donde más dominó, siendo ésta la causa del desconocimiento universal.

La ignorancia de la mayoría de los hombres no es que no sean aptos para ser hombres de ciencia y aun de sabiduría, sino porque la ignorancia es necesaria para el triunfo de la supremacía, porque siendo ignorante la mayoría de la humanidad, pueden hacer la división de clases y de partidos, para llegar a la división de razas de lo que necesariamente nacería el odio de unos a otros, y nacería también de la división de razas dentro del mismo continente, la falsa idea de patria con todo lo cual luchan los hombres del mismo continente, que los dividen las rayas que llaman nacionales y se aniquilan las fuerzas de unos con otros; pero si amenaza una raza de otro continente, se unirán los que fueron enemigos para batirla, y la perseguirán para rebatirla en hombres y fuerzas y, al fin, todo se consume en humo y no se restituyen los millones de vidas que costó. ¿Es esto sensatez? ¿Es esto civilización? Esto es peor que ser fieras, porque la fiera sólo sacrifica lo que ha menester de entre las fieras, y lo come, porque ese es su instinto y su Ley; pero el hombre que lucha, no como fiera, cuerpo a cuerpo, sino a traición, desde lejos y procurando regir el peligro, es un asesinato meditado y sin provecho, porque lo que sacrifica lo come, como la fiera que lo hace para vivir, por lo que los hombres, en la guerra, se rebajan muy por debajo del nivel de los irracionales; estos son, y no otra cosa, lo que llevan al pueblo a la guerra de clases y razas.

Hoy está en boga el estribillo de la civilización para promover la guerra, a cuyo resorte se agarran las naciones, que quieren llamarse civilizadas y tienen en su seno la división de clases, donde no se ve, no sólo civilización, pero ni siquiera ilustrada educación, y está demostrado en que nadie se respeta en amor, y si acaso algo se respeta es por temor o egoísmo.

No; la civilización no ha entrado mas que en el obrero consiente, y éste, inspirado, va paso a paso civilizando al compañero, y hoy protesta ya del atropello y de las guerras, y mañana no irá a ella y derrocará los poderes autócratas; pero antes quitará la causa primera, para cerciorarse de que la plutocracia tampoco es civilizada y tomará, no el poder, porque no es necesario, sino la dirección de sí mismo, individual y colectivamente, por el amor, y sólo esto es civilización.

Las razas no existen, aunque sean los hombres de diferente color o vivan en distinto hemisferio; en la Tierra sólo hay dos familias, hasta hoy, y en el futuro ya sólo existirá la adámica, que trajo a la primitiva la luz y el progreso para llegar al amor, como está contenido en el Testamento de Abraham.

Pero no vino la raza adámica a destruir la raza primitiva, sino a salvarla; destruir no es salvarla, como hacen las naciones que quieren pasar por civilizadoras.

Adán y los suyos nacieron y se multiplicaron en la familia primitiva, a la cual iban infundiendo su ley y sabiduría y esto es salvarla, pero la destrucción, lejos de civilizar, es oponerse a la armonía de la Creación, que el Padre hizo en su infinita variedad. ¿Por qué la naturaleza nos enseñó el injerto para mejorar las especies? ¿Por qué en el reino animal los zoólogos estudian los cruces de las familias diversas para producir un tipo ideal? ¿Por qué la hermosura del jardín consiste en la mayor variedad y lozanía de las flores y las plantas? Si el reino vegetal tuviera un solo árbol, en calidad, con un solo fruto, por grande que fuera su exuberancia, ¿dónde estaría la belleza y la armonía? Si el reino animal sólo nos ofreciera un solo ser que para todo nos sirviera, ¿dónde estaría su grandeza? ¿Dónde nuestra admiración? ¿Dónde nuestra vida?

Si el firmamento fuera todo un sol, aunque este fuera infinito, ¿dónde estaría la armonía ni la grandeza del Creador?

Todo esto sería horriblemente grande, pero terriblemente desconcertado; no sería obra digna del Padre Creador.

Pero en cambio, ¡qué grande es su sabiduría y amor en esa armonía en tan infinita variedad!

La civilización sólo puede ser amor, y casi nadie ha llevado amor a las conquistas y, por tanto lo que se hace es aniquilar, destruir, y esto no es civilizar; civilizar es educar la raza en el progreso, sacándola de su ruina, tratándola con amor, y éste desinteresado.

Las razas no son ninguna inferior a las otras, todas han tenido su día de esplendor y la consiguiente decadencia; pero siempre ha sido debido a la imposición religiosa, al fanatismo de patria y a la ignorancia, principalmente, en ellas en que las religiones han mantenido al pueblo, y en vano busca en China, en Egipto, en Grecia, en Roma y ni en Europa, que hoy canta civilización; sí, lo que hay hoy, a la altura del siglo 20, es un materialismo atroz y una inmoralidad que no da para más y el Mundos se está sacudiendo, cumpliendo la Ley de Justicia, para limpiarse, prontamente, de estos flagelos que no pude soportar un instante más; él es un seres vivo que siente la desarmonía de la humanidad que lo ocupa.

Aun se da un caso, muy curioso, que demuestra el ánimo civilizador que lleva a las naciones a civilizar a otros hombres, y es que llevan ejércitos compuestos de otros hombres más bárbaros que los que quiere dominar, y se les saca de las selvas para armarlos de guerreros; esto el mundo sabe que lo han hechos las naciones que más alto gritan civilización; lo que demuestra que no hay tal intención de civilizar, sino de exterminar, para aprovecharse del trabajo realizado por los sometidos, lo que siempre es un robo, legalizado por la fuerza y también consentido por otras naciones también civilizadas, que pronto buscarán otra victima,

y será consentido el mismo crimen por la que antes la cometió.

No; esto no es civilizar, esto es asesinar a la humanidad como premio al crimen, y es más digno de respeto el indígena que ustedes que cantan civilización, y la justicia del Padre será inexorable con ustedes no aprovechando en nada el producto de su delito de lesa humanidad, y se verán impotentes, desmoronarse sus castillos de orgullo, y sucumbirán a la Ley que provocan.

Todo ser en la Tierra tiene su misión y el Padre ha creado con el mismo amor al negro y al blanco, al rey y al barrendero, y ninguno ha nacido de diferente manera que el otro; todos en el curso de múltiples reencarnaciones, hemos sido blancos, negros, chinos y de todos los continentes, y ejercido y vivido todos lo rangos sociales, por esto llegó la hora del conocimiento de las causas del desconcierto, y el Padre decretó quitarlas para establecer la unidad.

En vano será que intenten sustraerse; el obrero ha renegado de nacionalidades y religiones, su patria es universal, en todas partes ha hecho solidaridad y mañana ninguno servirá para empuñar las armas fraticidas, pero la empuñadura una vez, si lo provocas, para darle un castigo que mereces; esto consiste en ustedes, porque el obrero quiere paz y amor, trabajo y bienestar que éste da derechos sin supremacía y sin injusticia, en la más estricta igualdad. Esto es lo que se le aconseja al obrero por los hombres de misión, y por los espíritus, y esto hace el obrero porque ya es sabio en la solidaridad y el amor, por lo que el Padre está en su defensa con todas las leyes de la naturaleza, las que se pondrían en movimiento si provocaran la Justicia.

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