Todos sabemos que la economía es una ciencia encargada de crear y distribuir riquezas, por este motivo no puede hacer caso omiso a las desigualdades entre mujeres y hombres.
En ese sentido podemos decir, que la economía feminista busca nuevos horizontes para conseguir una mejor calidad de vida para todas las personas, así como recuperar actividades que han sido invisibles a través del tiempo y realizadas por las mujeres.
Incorpora las relaciones de género como relaciones sociales de poder, los temas abordados incluyen el trabajo y el empleo, el uso del tiempo y los cuidados, la pobreza, las políticas macroeconómicas y sus efectos. Así como los conceptos de bienestar, desarrollo, y pobreza tienen una importancia central.
La Economía Feminista considera a los seres humanos en su relación con el mundo, muestra mucha atención al abastecimiento de la vida humana, es decir, las mercancías y los procesos necesarios para la vida, lo que quiere decir, que el ser humano es el centro de su investigación económica, elevando el cuidado de las personas, la salud, la educación, la alimentación y la vivienda.
Problemática
La Economía Feminista ha presentado en los últimos tiempos grandes logros como:
1 Incremento de la participación de la mujer en diversos niveles.
Derechos sociales y culturales.
Igualdad ante la ley.
Acceso a los espacios de poder.
Otros.
La Economía Feminista, es la acción de recuperar aquellas actividades que han estado invisibilizadas durante la historia, las cuales han sido realizadas por las mujeres, incorporando las relaciones de género como relaciones sociales de poder.
Los temas en que hace énfasis son el trabajo y el empleo, el uso del tiempo, los cuidados, la pobreza, las políticas macroeconómicas y sus efectos, así como también los conceptos de bienestar y desarrollo.
La economía feminista representa un nuevo enfoque al análisis económico con un alto potencial transformador, al poner en evidencia la necesidad de corregir los supuestos básicos androcéntricos implícitos en la economía y planteando alternativas que integran y analizan no sólo la economía de mercado, sino toda la actividad que permite el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, en particular, aquella cuyo objetivo es la sostenibilidad y la calidad de la vida humana.
Las propuestas de la Economía Feminista
La economía feminista parte de cambiar los objetivos de la economía convencional. En lugar de pretender maximizar las utilidades (beneficios o "satisfacción" del consumidor) pone el centro de la actividad económica en la reproducción, el mantenimiento de la vida y en la consecución de una vida digna para todos. Lo que se llaman trabajos domésticos y de cuidados. Por tanto, podemos decir que sus propuestas son: que la vida continúe en su dimensión humana, social y ecológica para las presentes y futuras generaciones (sostenibilidad); que sea una vida de calidad, una vida buena, que abarca a toda la población y a los ecosistemas.
"El feminismo está en la búsqueda de una relación profunda entre la actividad y actitud de las mujeres hacia el cuidado de la vida y el cuidado de la naturaleza como base de toda la vida" (Bosch y otras, 2005: 325). De esto se desprende una buena sintonía entre la economía feminista y ecológica y un avance en la crítica del antropocentrismo fuerte.
"Esta actividad -los trabajos domésticos y de cuidados- según Cristina Carrasco (2006:46), "es la que debería servir de referente y no el trabajo realizado en el mercado… porque es el trabajo fundamental para que la vida continúe. Esto representa un cambio de paradigma: el eje central de la sociedad y, por tanto, del análisis debería ser la actividad compleja realizada en el hogar, que permite a las personas crecer, desarrollarse y mantenerse como tales".
Esto conecta muy bien con la definición literal del término "economía", cuya raíz griega oikos quiere decir "casa", y todo el término se puede traducir como "administración de la casa".
La economía feminista propone que el trabajo de las mujeres, que ha sido invisibilizado durante mucho tiempo, debe ser el centro de atención de la economía porque la tareas de la mujer no solo se han ocupado de las denominadas tareas domésticas (cocinar, limpiar, comprar, etc.), o de las específicas y diferenciales de las mujeres (gestación, alimentación y crianza de los bebés), o en los cuidados dedicados a los niños y niñas, a los mayores y a los enfermos, sino que han proporcionado el equilibrio afectivo y emocional imprescindible para la buena salud de los familiares y para su capacidad de realizar otras tareas, sean o no productivas. ("Toda vida en condiciones de humanidad necesita del amor y del cuidado", Bosh, 2005: 338).
En el caso de las mujeres de países empobrecidos, además, realizan tareas de traídas de agua y leña así como tareas de subsistencia en el campo. Algunos datos nos pueden ayudar a comprender su situación particular: "las campesinas tienen un papel fundamental en la producción de alimentos; según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), son mujeres quienes producen el 70 por ciento de la alimentación familiar en los países en desarrollo, y el 50 por ciento a nivel planetario. A pesar de esto, la pobreza, el hambre y la falta de reconocimiento profesional, afectan de una manera muy importante a las campesinas de todo el mundo" (Congreso Mundial de la Mujeres de la Vía Campesina, 2006)
En el Informe de Naciones Unidas sobre el estado de la mujer en mundo (1985:1) se dice que "la mayoría de las mujeres trabajan doble jornada y cultivan alrededor de la mitad del alimento mundial, prácticamente carecen de terrenos propios, encuentran dificultad en obtener préstamos, están concentradas en las ocupaciones peor remuneradas y todavía perciben menos de tres cuartos de los salarios que los hombres por hacer un trabajo similar" Constituyendo la mitad de la población, "realizan dos tercios del trabajo mundial en términos de horas, ganan un décimo de lo que perciben los hombres y son dueñas de un centésimo de las propiedades que poseen los hombres".
PUNTOS RELEVANTES DE LA ECONOMIA FEMINISTA
Diferencia entre Género y Sexo
Las sociedades humanas se han organizado con sus propias modalidades para garantizar su reproducción, desarrollar la producción, regular sus intercambios y dar jerarquía a sus integrantes en función del lugar que ocupan y las actividades que desempeñan. Una de las categorías que ha sido más determinante en la organización social de todos los pueblos ha sido la división entre lo femenino y lo masculino, clasificación que se asienta sobre las diferencias sexuales entre hombres y mujeres. A continuación veremos la diferencia entre los términos de género y sexo, así como la similitud y el papel que hacen unificados.
La economía desde la perspectiva del género se propone visibilizar las diferencias existentes entre varones y mujeres. Al hacerlo desde la noción de género, incluye la aceptación de que esas diferencias no derivan estrictamente de la racionalidad económica, sino que proceden de la construcción social y cultural de las relaciones de género.
Sexo
En biología, el sexo es un proceso de combinación y mezcla de rasgos genéticos a menudo dando por resultado la especialización de organismos en variedades femenina y masculina (conocidas como sexos). La reproducción sexual implica la combinación de células especializadas llamadas gametos para formar hijos que heredan rasgos de ambos padres.
Género
El enfoque de género es el cuerpo teórico desarrollado para analizar los significados, practicas, símbolos, representaciones, instituciones y normas que las sociedades y los grupos humanos construyen a partir de la diferencia biológica entre varones y mujeres.
Papel
La mayoría de culturas construyen sobre las diferencias biológicas entre hombres y mujeres (sexo), un conjunto de atributos, comportamientos, roles, prescripciones, prohibiciones, derechos y obligaciones (género), que acaban siendo percibidos como "naturales". Queda así arraigada la convicción de que es la naturaleza quien determina estas construcciones y no se discrimina aquello que es producto de procesos históricos y relaciones sociales. Precisamente, el análisis de género comienza por distinguir las diferencias biológicas entre hombres y mujeres de aquellas construidas social y culturalmente.
La consideración de este nivel de análisis y sus implicancias introduce una mirada específica a la realidad, denominada perspectiva de género, que permite desentrañar aspectos que de otra manera permanecerían invisibles. Es decir, no basta saber qué hacen y qué tienen las mujeres y los hombres de un grupo social determinado, sino que es necesario comprender el significado de esta división: las relaciones de poder y jerarquía que establece, las formas en que se legitima, las vivencias que produce y las identidades que construye. Los roles y expectativas de género cambian a través del tiempo y en las distintas culturas. Cuestionar esa división y las relaciones que de ella derivan significa replantear relaciones de poder, tanto en la vida cotidiana como en las esferas más abarcadoras de la sociedad.
Un análisis de género no significa centrarse exclusivamente en las mujeres. Más bien, exige estudiar qué les está pasando a los varones y a las mujeres de manera comparativa. Y este tipo de análisis se puede aplicar a áreas de estudio muy diferentes, desde la filosofía o la psicología, hasta la economía y el comercio.
Este enfoque pone de manifiesto las jerarquías expresadas en una desigual valoración de lo femenino y lo masculino, que deriva en una desigual distribución del poder entre varones y mujeres. Para ello se han desarrollado herramientas conceptuales que facilitan el análisis.
El género en la economía feminista; es un sistema de relaciones de género: instituciones, sociedad y economía, otras instituciones (familia, escuela, iglesia, justicia, etc.), mecanismos formales (leyes y organizaciones) e informales (costumbres y tradiciones)
Se encarga de regulas las relaciones entre hombres y mujeres (relaciones de género), así como sus expectativas y aspiraciones en relación con los demás.
La incorporación del concepto de género es considerar personas con diferentes posiciones y roles sociales; intereses y problemas distintos en el área económica; existencia de sujetos con motivaciones y racionalidades diferentes.
Enfoques del Género
1. Distingue entre trabajo productivo y reproductivo.
2. Da cuenta de la división sexual del trabajo predominante en las sociedades.
3. Invisibilidad del trabajo de las mujeres y su concentración en la esfera reproductiva y no remunerada
4. Implicancias para las condiciones laborales de las mujeres, participación en el ámbito público a nivel social y político (Beneria, 2006).
5. Análisis marxista, focalizándose en el debate acerca de la naturaleza del trabajo doméstico y su función dentro del sistema capitalista.
6. Mantener y reproducir la fuerza de trabajo, las generaciones de trabajadores presentes y futuras y disminuir el costo de esta reproducción.
7. A finales del año 1960 y principios de los 1970, hubo un debate sobre el Trabajo Doméstico (un enfoque marxista-feminista).
8. Denunciaba la función del trabajo doméstico dentro del sistema económico como subsidiador del mantenimiento y reproducción de la fuerza de trabajo.
9. No identificó ni analizó las relaciones de poder implícitas en el trabajo doméstico, ni cuestiones más específicas sobre desigualdad de género y reproducción.
Trabajo y Empleo
El trabajo asalariado, tanto del sector público como privado, por cuenta propia, ya sea este formal e informal, en distintos sectores de la actividad económica es siempre remunerado. Este trabajo que se intercambia en el mercado por empleo se valora social y económicamente, es visible para la economía y se mide en las estadísticas oficiales.
La mayor parte de las investigaciones actuales relacionadas con la economía laboral se centran en el empleo, las cuales tienden a considerar el trabajo remunerado y las actividades domésticas de forma separada, como si fueran dos actividades distintas sin relación alguna entre ellas.
Las tareas no remuneradas quedan simbólicamente asociadas al "no-trabajo" y excluidas del campo analítico de la economía. El trabajo remunerado o empleo, es uno de los factores de producción (teoría neoclásica).
La equiparación entre trabajo y empleo no es consecuencia, únicamente, de la evolución "natural" del sistema económico, sino el resultado de un complejo proceso de reconceptualización relacionado con la división sexual del trabajo y con el modo en que se conciben el "trabajo" y "lo productivo" desde la economía teórica.
El trabajo remunerado o no remunerado se produce para el mercado, para el hogar y la comunidad, para producir se requiere trabajar en forma remunerada y no remunerada: ambos trabajos, son formas de producción de bienes y servicios.
Los hogares en el análisis económico: unidades de consumo (se consume pero no se produce). Sin embargo, se trabaja para satisfacer necesidades, se producen bienes y servicios para el consumo y disfrute de las personas, se reproduce la fuerza de trabajo y las generaciones de futuros trabajadores.
En la comunidad se trabaja para mejorar las condiciones de vida de los niños, de los ancianos, de los más pobres, satisfacer carencias que las políticas públicas no resuelven.
La división sexual del trabajo en los hogares no se reparte ni los bienes, ni el ocio, ni el tiempo de trabajo remunerado y no remunerado, de manera equitativa entre todos los miembros.
Las actividades productivas generan ingresos, en la órbita del mercado y las vinculadas a la reproducción social, ámbito doméstico y/o comunitario.
El trabajo femenino es de dos tipos, remunerado y no remunerado, la responsabilidad asignada socialmente a las mujeres en la reproducción influye: en el acceso, en las formas de inserción laboral y en los resultados obtenidos.
La Pobreza
La identificación y cuantificación de los individuos y hogares pobres se establece por tanto con relación a un determinado umbral de ingresos o línea de la pobreza. Dicha línea, suele definirse en función del valor de una canasta de bienes y servicios para los hogares de acuerdo a un nivel de vida básicamente satisfactorio en un país y en un momento determinado.
Para los países de América Latina, la práctica ha consistido en la definición de una línea de pobreza absoluta, al igual que en el caso de Estados Unidos. Mientras tanto, los países de la Unión Europea, utilizan líneas de pobreza relativa, definidas en función del ingreso medio o mediano de la economía.
La perspectiva de los derechos mínimos, en la cual cierto ingreso básico se considera un derecho, sin referencia a la utilidad, pero sí respecto a la libertad de opción que proporciona, permite aproximarse a otros aspectos del bienestar y la pobreza: si bien la carencia de recursos no agota lo que se entiende por pobreza, puede resultar una manera fácil y rápida, basada en información disponible, para identificar a quienes son pobres en dimensiones fundamentales como por ejemplo, la nutrición, la salud, la educación.
El aporte no monetario de las mujeres pobres en sus hogares en base al trabajo no remunerado, no se considera, pese a que soportan la mayor carga de trabajo doméstico y el cuidado familiar (niños, ancianos y enfermos), enfrentando carencias asociadas a esas tareas, producto de la marginación de las zonas en que habitan, como la falta de agua, servicios de drenaje, combustibles, servicios sociales, etc.
La perspectiva de género en el análisis de la pobreza incorpora múltiples dimensiones y pone de manifiesto las limitaciones del método del ingreso para contribuir a una comprensión integral del tema.
El ingreso, es una medida homogénea del valor de cambio, que permite comparar toda clase de bienes y servicios, permite establecer comparaciones entre países y a través del tiempo.
Las necesidades, o al menos una parte de ellas, pueden considerarse independientes de la riqueza de los demás; si estas necesidades no se satisfacen, ello refleja la condición de pobreza de los individuos.
Habría un núcleo irreducible de privación absoluta que se traduce en muerte por hambre, desnutrición y penuria visible que demuestra la situación de pobreza sin tener que indagar primero el panorama relativo.
La pobreza absoluta se referiría a estados de carencia, en los que se soslayan necesidades que todos por compartir la calidad de seres humanos, tienen el derecho de satisfacer, por lo cual no pueden ser relativizadas (GIMTRAP, 1994).
La pobreza relativa, considera que las necesidades surgen a partir de la comparación de la situación de unos individuos respecto a la de los demás. La condición de pobreza depende del nivel general de riqueza de una sociedad. La significación del concepto relativo de la pobreza -más allá de la importancia de determinar la pobreza absoluta-, no es ajena por ejemplo, a las transformaciones que afectan al mundo; el proceso de globalización internacionaliza cada vez más aspiraciones y expectativas de los individuos; por su parte, también se relaciona con un cierto ideal del bienestar, ya sea construido política o ideológicamente, o a través de la experiencia intergeneracional.
Las necesidades básicas insatisfechas se basan en la incapacidad de satisfacer un cierto conjunto de necesidades de nutrición, salud, vestuario, vivienda, educación, etc.; supera las limitaciones del enfoque monetario, al considerar varias dimensiones.
Tener una vida digna quiere decir que para todas y todos estén cubiertas sus necesidades básicas. Según Doyal, L. y Gough, I. (1994) "mientras que las necesidades individuales básicas de salud física y autonomía son universales, muchos de los bienes y servicios que se requieren para satisfacerlas varían según las culturas".
MUJERES DESTACAS
Joan Robinson
Fue una economista inglesa, participante del "Circus" de John Maynard Keynes en la década de los treinta y cuarenta. En las décadas siguientes, tras la muerte de Keynes, Robinson formó parte de la denominada escuela postkeynesiana de Cambridge, Inglaterra. Constituye un paradigma de economista heterodoxa, ya que sus teorizaciones reunieron elementos de las más diversas escuelas oponiéndose generalmente a las distintas ortodoxias dominantes en la economía a medida que transcurría el siglo XX.
Sus primeros aportes en economía fueron en el área de la competencia imperfecta, oponiendo una variante a la tradición neoclásica-marshalliana que dicotomizaba la economía en la competencia perfecta o el monopolio absoluto.
La competencia imperfecta es la situación de fallo de mercado en la que, a diferencia de la situación de competencia perfecta, un solo agente de los que funcionan en el mercado o unos pocos manipulan la condición del producto y pueden afectar directa la formación de los precios.
En una situación de competencia imperfecta las empresas que residen en ese mercado pueden llegar a tener suficiente poder de mercado para afectar al precio del mismo. Las consecuencias principales de este poder de mercado que puede haber son una repercusión negativa en el bienestar de los consumidores y una pérdida de eficiencia.
Aunque también hay que tener en cuenta que bajo determinadas circunstancias, el hecho de que las empresas compitan en este tipo de entornos, no implica necesariamente una pérdida de bienestar de los consumidores. En algunos casos la competencia imperfecta se da por el poder para fijar precio de los productores, tal como sucede en los oligopolios y monopolios. Mientras que en otros la competencia imperfecta, es consecuencia del poder de fijación de precios de los demandantes, tal como sucede en los oligopsonios y monopsonios. También la publicidad es fuente de competencia imperfecta, porque distorsiona la homogeneidad del producto de los diferentes productores y altera el prestigio y grado de conocimiento que los consumidores tienen de los productos de manera que beneficia al productor.
Robinson participó como colaboradora en la obra máxima de Keynes publicada en 1936: la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero recibiendo el reconocimiento del autor en el prólogo de la obra. En 1942 publicó un ensayo sobre economía marxista intentando rescatar los aspectos conceptuales, puramente económicos, de la obra de Karl Marx desligándose de dogmatismos que impedían realizar una lectura académica de El Capital.
Quizá sus aportes más reconocidos vinieron de su trabajo en la teoría del capital y del crecimiento económico en las décadas de cincuenta y sesenta. No aceptó la teoría neoclásica del capital, la cual había sido adoptada por los economistas de la Síntesis Clásico-Keynesiana con Robert Solow y Paul Samuelson a la cabeza. Protagonizó con dichos economistas la llamada Controversia entre las dos Cambridges en relación a la teoría del capital y sus implicancias para la teoría del crecimiento.
Tal vez de Joan Robinson puede decirse que es el icono de la mujer economista. Elaboró su inigualable trabajo en un mundo de hombres entre los que encontró sus apoyos, sus elementos en contra, sus amistades y pasiones personales y profesionales, incluso su vida familiar. ¿Respetada como un hombre más o discriminada por ser mujer? Ha habido opiniones para todo, pero de una forma u otra, Joan Robinson ("la Señora Robinson" llamada más a menudo que "profesora Robinson"), líder de la Escuela de Cambridge y destacada neo – ricardiana y post – keynesiana, fue un elemento humano fundamental en el giro que realizó la teoría económica en la década de 1930, época en la que sus primeras investigaciones marcaron un antes y un después en el análisis de la competencia. Ciertamente, "si a un economista mayor de cuarenta años le preguntásemos por el nombre de alguna colega de fama mundial, con certeza respondería la Señora Robinson" (Figueras, 2004, p.1).
Harriet Hardy Taylor Mill
Harriet Hardy nació el 10 de octubre de 1807. Su madre se llamaba Harriet Hurst y su padre, Thomas Hardy, fue cirujano y ginecólogo de profesión, actividad laboral que le permitió obtener unos ingresos suficientes para financiar la educación de sus numerosos hijos: Thomas, Alfred, William, Harriet, Caroline, Edward y Arthur. Según cuenta Hayek, Thomas Hardy era un hombre autoritario y de mal carácter, aspectos de su personalidad que pudieron favorecer el temprano matrimonio de Harriet Hardy.
Las ideas de Harriet Taylor no pueden documentarse plenamente sino a través de la Autobiografía de John Stuart Mill, en la correspondencia que mantuvo a lo largo de su vida y que se conoce gracias a Hayek, y en tres ensayos de Taylor que son los que sirven de referencia a este trabajo. Los dos primeros están escritos entre 1831 y 1832, uno sobre el matrimonio y el divorcio, que escribió para intercambiar ideas con Mill, que redactó simultáneamente otro ensayo sobre la misma cuestión. En el segundo escrito se refirió a la importancia de romper con el conformismo social. En este segundo ensayo se afirmaba la creencia de que no pasarían muchos años para que las mentes diáfanas se multiplicaran en número, abriendo el camino hacia una sociedad moralmente perfeccionada. Los dos ensayos fueron editados por Hayek en 1951, el primero está incluido en el capítulo denominado Matrimonio y Divorcio y el segundo se encuentra en el Apéndice II, titulado Un ensayo temprano.
El primero está traducido al castellano y se puede leer en dos publicaciones diferentes españolas. En el año 2000 fue incluido en libro Ensayo sobre la igualdad de los sexos de la editorial Antonio Machado Libros, que además contiene el interesante estudio sobre la relación intelectual entre Harriet Taylor y John S. Mill de Alice S. Rossi, prologado por Victoria Camps y con un apéndice de Emilia Pardo Bazán. La segunda traducción es del año 2001, recogida en Ensayos sobre la igualdad sexual, editada en Cátedra y con un estudio introductorio de Neus Campillo.
El tercer ensayo que aquí se analiza es el más extenso y el más conocido de Taylor, titulado La liberación de las mujeres, publicado originalmente en 1851 en la Wenstminster Review y que se va a comentar más adelante. Este ensayo fue recuperado por Alice S. Rossi en 1970 y también se encuentra traducido en las dos publicaciones citadas anteriormente y, asimismo, está recogido íntegramente en el libro de Mujeres economistas 1816-1898, editado por Delta en el año 2005, traducido por María Olaechea y con una introducción de Elena Gallego Abaroa.
Los principios utilitarios impregnaban el pensamiento de Taylor, especialmente en los argumentos que desplegaba sobre los derechos de igualdad, libertad y de autodeterminación de las mujeres, deseos embebidos en alcanzar una vida más plena y satisfecha, dirigidos a conseguir cotas de mayor felicidad personal. Para abundar sobre esta cuestión planteada asumía que las mujeres, como seres humanos que son, podían valorar sus propios sentimientos. A lo que añadía que, como cualquier otro individuo, merecían decidir sobre su felicidad. Insistía Taylor en que ningún ser humano debía disponer sobre otro. Así lo indicaba en el último párrafo del ensayo sobre el matrimonio y el divorcio, cuando especificó la necesidad de las mujeres en cultivar y desarrollar sus percepciones vitales "¿no hemos nacido con los cinco sentidos, meramente como fundamento para otros que podamos crear con ellos? (Pujol, 1995, 85).
Una crítica razonable que se le hace a Harriet Taylor desde la posteridad discute la relevancia de sus aportaciones dada la escasez de la obra escrita que tiene, y la necesidad de recurrir a la palabra de John S. Mill para medir, con generosidad, la talla intelectual de Taylor. En este trabajo se recibe con naturalidad el mensaje de Mill y por tanto, se acepta la colaboración intelectual de los esposos en las obras que se indican en la Autobiografía: el ensayo Sobre la libertad y el capítulo VII del Libro IV de los Principios de Economía Política.
Taylor, como decía Mill, tenía la cualidad de adelantarse a los tiempos en los que vivía, y resultó que con este artículo fue una de las primeras mujeres en la historia que apuntó a la igualdad ciudadana sin distinción de sexos, exigiendo el derecho a votar. Su actitud dejó una huella tan profunda en el pensamiento de John S. Mill, que fue éste el primero en solicitar en el Parlamento británico el voto para las mujeres en el año 1866, época en la que fue parlamentario.
Su solicitud fue rechazada sin mucho apoyo en la cámara de los Comunes. Una relevante economista del XIX estuvo presente ese día en la tribuna de invitados, Millicent Garrett Fawcett, esposa de Henry Fawcett, discípulo de Mill, profesor de Cambridge y también parlamentario británico. El impacto que tuvo sobre ella el discurso de Mill provocó el entusiasmo político de Garrett Fawcett, que además de trabajar en favor de la reelección de Mill en el Parlamento, cosa que no ocurrió, llegó a ser la presidenta de la Unión Nacional de Sociedades de las Mujeres Sufragistas entre los años 1907 y 1919, por lo que tuvo la satisfacción de ver reconocido el voto a las mujeres en el año 1918 en la Gran Bretaña.
Beatrice Potter
Elaboró en 1909 un "Informe de la Minoría" en la Commission on the Poor Laws en el que diseñó uno de las primeras propuestas para un sistema de seguridad social y de pensiones del estado que prefiguraba el estado de bienestar que surgiría décadas más adelante.
Elizabeth Schumpeter
Editó el libro póstumo de la "Historia del Análisis Económico" en 1954 de su marido, Joseph Schumpeter.
Mary Paley Marshall
Mary Paley Marshall: Una de las cinco primeras mujeres que pudieron acceder a la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, especializándose en el estudio de la economía.
Jane Marcel, Harriet Martineau y Milicent Garrett Fawcett
Tres mujeres economistas británicas del siglo XIX, que se atrevieron a escribir con rigor sobre cuestiones económicas sin tener una formación académica previa. Con ellas se abrió el proceso de incorporación de las mujeres al estudio de la economía política.
Elinor Ostrom
En 2009, se convirtió en la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Economía.
La Real Academia de las Ciencias de Suecia seleccionó a Ostrom "por su análisis de administración económica y la organización de la cooperación"afirmando que su trabajo demostró cómo los bienes comunes pueden ser administrados de forma efectiva por un grupo de usuarios."
La economía feminista es una corriente teórica que incorpora el género como categoría de análisis, aporta visibilidad sobre la esfera del cuidado. Ésta implica el trabajo y los recursos necesarios para la reproducción de los seres humanos: su cuidado, socialización y alimentación. Estas actividades pueden desarrollarse en la esfera del estado, del mercado o del cuidado, pueden ser formales o informales, remuneradas o no. Sin embargo, en su mayoría son realizadas por el trabajo no reconocido ni pagado de las mujeres, en sus familias y comunidades.
La Economía Feminista ha manifestado un gran aporte al desarrollo económico de la sociedad, demostrando desde siglos anteriores la capacidad y la participación de las mujeres de definir, implementar acciones y posibles soluciones con las aportaciones a las teorías macroeconómicas para el desarrollo económico, así como la participación en los distintos sectores.
Todas las aportaciones teóricas, acciones, marchas y estrategias planificadas para dar a conocer las aportaciones de las mujeres al desarrollo económico social, han sido retribuidas en la actualidad cuando observamos a las mujeres ocupando espacios en la sociedad junto al escuche de su voz, que con anterioridad eran más que imposibles de alcanzar.
El Capital Social
El capital social se refiere a las instituciones, relaciones y normas que conforman la calidad y cantidad de las interacciones sociales de una sociedad. Numerosos estudios demuestran que la cohesión social es un factor crítico para que las sociedades prosperen económicamente y para que el desarrollo sea sostenible. El capital social no es sólo la suma de las instituciones que configuran una sociedad, sino que es asimismo la materia que las mantiene juntas.
El capital social como el conjunto de relaciones sociales caracterizadas por actitudes de confianza y comportamientos de cooperación y reciprocidad. Se trata, pues, de un recurso de las personas, los grupos y las colectividades en sus relaciones sociales, con énfasis, a diferencia de otras acepciones del término, en las redes de asociatividad de las personas y los grupos. Este recurso, al igual que la riqueza y el ingreso, está desigualmente distribuido en la sociedad.
En términos de uno de sus principales teóricos, Robert D. Putnam el cual Nació el 9 de enero de 1941 en Rochester, Nueva York. Es un sociólogo y politólogo estadounidense. Ejerce como profesor en la Universidad de Harvard. En sus trabajos ha tratado especialmente los temas de la confianza social, conciencia cívica y el capital social.
Este definió el capital social como las conexiones entre individuos –redes sociales y normas de reciprocidad y confianza que se desprenden de ellas".
En esta definición hay que tener presente los dos elementos que conforman el capital social; por un lado, redes sociales, y por el otro, normas de reciprocidad y confianza.
A pesar de las posibles diferencias en la forma de definir y medir estos atributos, el capital social siempre apunta hacia aquellos factores que nos acercan como individuos y a cómo este acercamiento se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el bienestar del grupo.
Elementos del Capital Social
La Confianza: facilita las interacciones entre los miembros de una sociedad. En términos de los economistas, la confianza reduce los "costos de transacción" en un intercambio, ya que cuando se confía en los demás, no es necesario invertir tantas energías o recursos en averiguar los antecedentes de una persona que acabamos de conocer, o en imponer controles que me aseguren que si hago un trato con ella, éste será cumplido.
En términos más llanos, la confianza hace que las interacciones al interior de una sociedad sean más fluidas, ágiles y sencillas, además de mucho más eficientes, puesto que me permite ir más allá de mi círculo de allegados y encontrar a la mejor persona para la tarea que necesito realizar. La confianza facilita la cooperación, e inclusive –de acuerdo a algunos autores- es un elemento esencial del desarrollo económico.
Reciprocidad: La otra parte sin embargo, está compuesta por un sentimiento de reciprocidad que me hace pensar que los demás me aportan algo y que yo soy capaz de aportar algo a la sociedad.
La reciprocidad es la norma más importante en términos de capital social y se le considera de dos tipos: la reciprocidad equilibrada o específica y la generalizada o difusa. La primera se da cuando ocurre un intercambio de objetos o bienes cuyo valor se considera equivalente (un favor por un favor, un regalo por otro). Además, ese intercambio, aunque pueda repetirse, se acota como un evento específico en el tiempo. La segunda establece una relación permanente y continua de intercambio y, aunque en un momento dado puede no ser equivalente, mantiene la expectativa de que los beneficios serán mutuos y, a largo plazo, equiparables
Redes sociales: La construcción de redes sociales ayuda a conectar una sociedad, a hacer mucho más sencillos los intercambios de información, a proveer apoyo a los miembros que lo necesiten, a movilizar grupos de personas que compartan intereses para un objetivo en particular, etc. La confianza y la reciprocidad son elementos que ayudan a construir estas redes.
Medición del capital social
La medición del Capital Social es una tarea compleja por dos razones básicas: Por ser un bien no tangible y un concepto joven, donde no hay uniformidad en su concepción y abordaje. Por esta razón, la carencia de un marco teórico desemboca en problemas metodológicos para cuantificar empíricamente el fenómeno.
Para James Coleman, el valor del Capital Social radica en su utilidad para análisis cualitativos. Otras instituciones o académicos prefieren medir el capital social por medio de las redes sociales, es decir el número de miembros de los grupos y las redes en que éstos participan. Sin embargo para la medición de este también se utilizan indicadores de confianza y normas cívicas.
Se han diseñado pocas encuestas a largo plazo a fin de medir el capital social, lo que ha llevado a investigadores contemporáneos a reunir índices con elementos aproximados, como la medida de confianza en el gobierno, los índices de intención de voto, el índice de participación en organizaciones cívicas y el número de horas de voluntariado.
Si bien es difícil medir de manera precisa estos elementos, podemos tomar ciertos indicadores: la membrecía y participación en organizaciones de manera voluntaria, en el caso de las redes sociales, y las creencias y actitudes de las personas hacia los demás, en el caso de la reciprocidad y la confianza.
Ventajas del capital social
El capital social facilita la vida en común, fortalece la identidad al interior de un grupo, generando solidaridad entre sus miembros, y al mismo tiempo, crea puentes con grupos y personas fuera de nuestro propio círculo, haciendo más sencillo enfrentar problemas compartidos, circular información y fomentar el entendimiento.
La presencia de Capital Social puede mejorar la efectividad de los proyectos de desarrollo.
Desventajas del capital social
Sin embargo, el capital social también tiene importantes desventajas, puesto que aquellas comunidades, grupos o redes que están aislados o tienen intereses exclusivamente locales o contrarios a los de una sociedad (por ejemplo, carteles de la droga, redes de corrupción) pueden realmente frenar el desarrollo económico y social.
Afinando los matices del concepto, el capital social no tiene por que necesariamente producir cosas buenas, puede generar discriminación sobre individuos o grupos. A veces el capital social puede tener connotaciones negativas, como en el caso de mafias diversas (los contactos y redes sociales creados entre varias personas pueden idear cosas consideradas negativas por una sociedad, como el crimen).
Aspectos teóricos del papel del Capital Social
Origen y definición del Capital Social
Si bien en décadas recientes el término Capital Social incursionó en el mundo académico con fuerza y legitimidad, su origen y uso es anterior. En efecto, Lyda Judson Hanifan, un joven educador norteamericano, empleó este término a inicios del siglo pasado. Como recuerda el sociólogo Robert Putnam, Hanifan era un presbiteriano, rotario y republicano que llegó progresivamente a la conclusión de que los graves problemas sociales, económicos y políticos de las comunidades en las que trabajaba sólo podían resolverse reforzando las redes de solidaridad entre sus ciudadanos.
Putman señala que la descripción del Capital Social de Hanifan expone por adelantado casi todos los elementos fundamentales de las posteriores interpretaciones del concepto, y que, al parecer, su invención conceptual no fue objeto de ninguna atención por parte de otros monetaristas sociales, desapareciendo sin dejar rastro, y siendo reinventado durante el resto del siglo XX, independientemente en otras seis ocasiones por lo menos.
Recientemente, el Capital Social ha sido entendido de varias maneras, y aún no hay precisión ni menos convergencia en su concepción. Sin embargo se le atribuye cualidades instrumentales para el desarrollo. Al respecto, Francis Fukuyama (1997) postula que el Capital Social representa el conjunto instantáneo de valores y normas informales compartidos por miembros de un grupo de personas que les permiten cooperar entre ellos. Así, si existe "confianza" entre ellos, ésta sirve como lubricante para que el grupo funcione eficientemente. Las normas y valores para que se forme Capital Social incluyen virtudes tales como "decir la verdad", "cumplir las obligaciones con el grupo" y "reciprocidad". El concepto de Capital Social sitúa a las políticas e instituciones en su contexto adecuado y nos evita albergar ciertas expectativas ingenuas de que una fórmula política relativamente sencilla conduzca en forma inevitable al crecimiento económico.
Por su parte, la socióloga italiana Fortunata Piselli considera que el Capital Social es un concepto situacional y dinámico, que implica una visión más abierta de la acción social, vinculada a valores heredados, y más idónea para acoger las innovaciones a través de la interacción social y el desarrollo de nuevas formas de cooperación (2003:17). De otro lado, la CEPAL (2001), lo conceptúa como el conjunto de normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza y cooperación entre las personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto. Asimismo, las Naciones Unidas (2002:82-83) define el Capital Social como los valores, las normas, las organizaciones, y los mecanismos de asociación que facilitan las relaciones interpersonales y que permiten la convivencia social.
Se puede sostener que las piedras angulares del Capital Social son los valores convertidos en normas, como la confianza, la solidaridad o la reciprocidad. A partir de estas normas se construyen las redes, las organizaciones y las instituciones que permiten la interacción social y el desarrollo de las sociedades, las cuales además generan una serie de efectos colaterales como las identidades o la información social.
El Capital Social, caracterizado entonces como normas, valores y relaciones que promueven la cooperación, surge habitualmente asociado a fenómenos como la religión, la experiencia histórica compartida y otras condiciones culturales muy arraigadas que sólo pueden configurarse con gran dificultad. Al respecto, el sociólogo italiano Alejandro Pizzorno escribe que en períodos de disolución de las relaciones sociales que caracterizan a la sociedad en su conjunto (por fenómenos de rápida movilidad social o de movilidad geográfica tanto interna como externa) son los que dan lugar a la creación de nuevas formas de Capital Social. Este sociólogo italiano precisa que no todas las relaciones sociales pueden constituir Capital Social.
Excluye las relaciones de intercambio, las de mero encuentro entre personas que no continúan su relación y a las de hostilidad, explotación o conflictivas en general. Las que sí considera que constituyen al Capital Social son aquéllas en las que es posible que la identidad más o menos duradera de los participantes sea reconocida, y que además manejen formas de solidaridad o reciprocidad. Son Capital Social las relaciones que establecen una potencial cooperación entre dos o más personas con fines comunes (2003:44).
Así, una parte sustantiva del Capital Social la conforman las instituciones que son necesarias para la utilización de los capitales y las potencialidades económicas. Los valores y las normas subyacen a las instituciones, las cuales, definidas como reglas de la interacción humana, se generan para resolver los problemas colectivos materiales, sociales o morales. Se requiere de la "acumulación" de instituciones para lograr ciertos estándares de desarrollo local, regional y nacional.
Formas de capital y tipos de Capital Social
No pocos científicos sociales consideran que el Capital Social constituye un componente fundamental, tanto para el desarrollo económico como para la estabilidad de la democracia y la gobernabilidad de las localidades, regiones y naciones. Vale la pena precisar, antes de continuar, que no debe confundirse Capital Social con capital humano, y menos con el capital entendido como capital físico. Entre los dos primeros hay estrechas relaciones pero abordan dimensiones diferentes.
Capital Social y cultura
Las personas, las familias y los grupos son portadores de actitudes de cooperación, valores, tradiciones, visiones de la realidad, que forman parte de su cultura e identidades. Si esta premisa antropológica es ignorada o eludida, la gente perderá importantes capacidades aplicables al desarrollo y posiblemente se generen poderosas resistencias. Si, por el contrario, se reconoce, explora, valora y potencia su aporte, puede ser muy relevante y propiciar círculos virtuosos con las otras dimensiones del desarrollo.
Robert Putnam (1994), precursor del análisis de Capital Social, en su difundido estudio sobre las disimilitudes entre Italia del Norte e Italia del Sur, considera que fundamentalmente éste está conformado por: 1) el grado de confianza existente entre los actores sociales de una sociedad; 2) las normas de comportamiento cívico practicadas; y, 3) el nivel de asociatividad que caracteriza a esa sociedad. Estos elementos evidencian la riqueza y la fortaleza del tejido social interno de una sociedad. La confianza, por ejemplo, actúa como un "ahorrador de conflictos potenciales" limitando el "pleitismo". Las actitudes en materia de comportamiento cívico, que van desde cuidar los espacios públicos hasta el pago de los impuestos, contribuyen al bienestar general. La existencia de altos niveles de asociacionismo indica una sociedad con capacidades para actuar cooperativamente, construir redes, concertaciones, sinergias de todo orden en su interior. Cabe resaltar que este conjunto de factores tendría, según las observaciones de Putnam, mayor presencia y profundidad en Italia del Norte en relación con Italia del Sur, y habría desempeñado un rendimiento económico, calidad de gobierno, estabilidad política, entre otros beneficios.
Para otro de los precursores, James Coleman (1990), el Capital Social se presenta tanto en el plano individual como en el colectivo. En el primero, tiene que ver con el grado de integración social de un individuo y su red de contactos sociales. Implica relaciones, expectativas de reciprocidad y comportamientos confiables; mejora la efectividad privada, pero también es un bien colectivo. Por ejemplo, si todos en un vecindario siguen normas tácitas de cuidado del otro y de no agresión, los niños podrán caminar hacia la escuela con seguridad, y el Capital Social estará produciendo orden público. (Págs. 28- 29)2.
En breve, el Capital Social constituye un recurso intangible pero de gran valor social, pues reside en la forma de pensar e interactuar de las personas. Este facilita la cooperación grupal e intergrupal. Existe pues una clara relación positiva entre mayor desarrollo cultural y Capital Social.
Funciones del Capital Social
Para el sociólogo Alejandro Portes, docente de la Universidad de Princeton, es posible distinguir tres funciones básicas del Capital Social, aplicables a una variedad de contextos como fuente de: 1) control social; 2) apoyo familiar; y, 3) beneficio a través de las redes extra familiares.
El paradigma del Capital Social y del neoinstitucionalismo (en que aquél se basa en parte) plantea que las relaciones estables de confianza, reciprocidad y cooperación pueden igualmente contribuir a tres tipos de beneficios: 1) Reducir costos de transacción; 2) Producir bienes públicos; y 3) Facilitar la constitución de actores sociales y de sociedades civiles saludables.
Para el Banco Mundial (1998) la presencia de Capital Social puede mejorar la efectividad de los proyectos de desarrollo. Así mismo es factible estimular su acumulación mediante intervenciones selectivas.
Para Coleman, el Capital Social productivo: "es un recurso para la acción que hace posible al sector (individual o colectivo) el logro de ciertos fines que de otro modo (o con costos muy altos) serían inalcanzables"
El concepto de Capital Social, sin embargo, no está exento de limitaciones. Probablemente la multiplicidad de definiciones, sea una de las principales. En tanto realidad fáctica no constituye una panacea para todas las fallas del mercado o grupo.
Medición de Capital Social
La medición del Capital Social es una tarea compleja por dos razones básicas: Por ser un bien no tangible y un concepto joven, donde no hay uniformidad en su concepción y abordaje. Por esta razón, la carencia de un marco teórico desemboca en problemas metodológicos para cuantificar empíricamente el fenómeno. Para James Coleman, el valor del Capital Social radica en su utilidad para análisis cualitativos (1990:300).
Cabe transcribir aquí las agudas apreciaciones del sociólogo chileno-alemán Norbert Lechner sobre las dificultades para cuantificar el Capital Social.
Sobresalen en concreto, tres dificultades. Primero, la lista de indicadores. Aceptando la definición de Capital Social como "redes, normas y confianza social que facilitan la coordinación y cooperación en beneficio mutuo" (Putnam 1995,67) ¿cuáles serían los indicadores adecuados y su factibilidad operacional? Segundo, los diversos niveles de Capital Social. Putnam se refiere a ámbitos informales (familia, vecindario), a membrecía en organizaciones secundarias, a participación en la política nacional, a normas de reciprocidad general. En definitiva ¿quién dispone de Capital Social? A la asociatividad a nivel micro y medio se agregan las normas de reciprocidad y los valores cívicos vigentes al nivel macro. Es decir, el Capital Social funcionaría como una "muñeca rusa". La indeterminación del universo impide su análisis empírico". (1999:9).
Por su parte, las economistas españolas Marta Portela e Isabel Neira (2002) plantean una aplicación econométrica para tratar de cuantificar si las variables del Capital Social elegidas tienen influencia en el crecimiento económico. Naciones Unidas, como vimos, privilegia la asociatividad formal en su estimación del Capital Social en el Perú. Otras instituciones o académicos prefieren medir las redes sociales, es decir el número de miembros de los grupos y las redes en que éstos participan.
Hasta tiempos recientes para la economía convencional dominante en las instituciones formuladoras de programas de desarrollo las prácticas culturales que apuntaban al fortalecimiento de lo colectivo eran segregadas o invisibilizadas, pues se asumía que bloqueaban la expansión del mercado y las iniciativas individuales.
Hoy el Capital Social es el concepto de moda en diversos lugares del planeta. Forma ya parte del argot académico, periodístico y del uso común en ciertos sectores de las clases medias globalizadas e intelectualidad. Como se ha visto, está ligado a la confianza, a la asociatividad que establecen las personas para alcanzar determinadas metas, pero sobre todo está referido a cierto tipo de normatividad y valores que apuntan o favorecen el accionar colectivo de la gente. Existe un cierto consenso en definirlo como el conjunto de normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza y la cooperación entre las personas, las comunidades y la sociedad en su conjunto.
Asimismo, existen diversas tipologías de Capital Social, la más convencional es aquella que establece dos tipos. Uno es el capital formal, y el otro el informal, tipología que hemos utilizado en este trabajo para ver su incidencia en la sociedad peruana. El Capital Social se presenta en el plano individual (formas de pensar y actuar de los sujetos) y en el plano colectivo (institucionalidad, asociatividad y redes).
El Capital Social constituye un componente fundamental tanto para el desarrollo económico como para la gobernabilidad. En el sentido primero, facilita la información, su circulación y consumo, reduce los costos de transacción, amplía el mercado, produce bienes públicos y favorece la formación de activos familiares. De manera simultánea el mercado puede convertirse en un elemento que socava las identidades socioculturales sobre las que reposa el Capital Social.
En el sentido segundo, más político, puede contribuir a la estabilidad de la democracia ya que coadyuva la construcción de actores y sociedades civiles sólidas. Mal utilizado, o empleado distorsionadamente, puede conducir a situaciones no previstas de autoritarismo y dictadura.
Por otro lado, varios analistas han subrayado las dificultades metodologías para su medición en análisis cuantitativos. ¿Cuáles son los indicadores más adecuados? ¿Sobre la base de qué teoría nos servimos para interpretar las evidencias empíricas? Cabe puntualizar que es en el análisis de situaciones o realidades específicas en donde se pueden observar las bondades y limitaciones de este concepto y práctica social.
Se considera dentro de estas últimas que puede haber exageración del control social grupal sobre los individuos, coaptando su libertad de accionar en pro de lo colectivo. O que el Capital Social sea utilizado para fines ilícitos como es el narcotráfico o la corrupción. Se trata pues de saber discriminar entre formas positivas y negativas de Capital Social.
En los últimos años, en nuestro país el enfoque y concepto de Capital Social viene siendo utilizado en informes de consultorías, tesis académicas y artículos periodísticos. No obstante es preciso remarcar que sin mencionarlo era ya usado en las ciencias sociales, en particular en la antropología, pero con otros nombres. Y que un reto hoy para su mejor entendimiento y correcta aplicación es construir enfoques teóricos interpretativos y bases de datos serios y en permanente actualización.
Finalmente, compartimos la premisa de contribuir a rescatar las raíces sumergidas del Capital Social como práctica entre la gente (memorias, identidades culturales, etc.) temporalmente enterradas o reprimidas. Su recuperación, como escribiera Norbert Lechner: "no sólo depende de los lentos cambios culturales, es más bien el resultado combinado de cambios estructurales y estrategias deliberadas de los actores. Al crearse un entorno favorable, se pueden construir relaciones de cooperación y compromiso cívico en pocos años". Claro está, precisamos nosotros, dentro de un proyecto nacional consensuado y viable.
Aportes del capital social al desarrollo:
El capital social tiene implicaciones importantes tanto para la teoría como para la práctica y la política del desarrollo. Las "recetas" convencionales para mejorar las perspectivas económicas de las comunidades y naciones incluyen: mejorar la educación y los servicios de salud, construir instituciones políticas competentes y responsables, y facilitar la aparición de mercados libres capaces de competir en la economía global. El capital social está relacionado con cada uno de estos aspectos.
Capital social y educación: Las escuelas son más efectivas cuando los padres y los ciudadanos locales se involucran en sus actividades. Los maestros están más comprometidos, los estudiantes alcanzan mejores resultados y se usan mejor las instalaciones de las escuelas en aquellas comunidades en las cuales los padres y ciudadanos se interesan en el bienestar educativo de los niños.
Capital social y salud: Los médicos y enfermeras se presentan a trabajar y a cumplir sus obligaciones con más asiduidad en aquellos lugares donde sus actos son apoyados y supervisados por grupos de ciudadanos.
Capital social ya acceso a los mercados: Asegurar el acceso a los mercados es un paso crucial en el sendero hacia el avance económico de los pobres. Una de las características definitorias de ser pobre es la falta de conexiones con la economía formal, incluido el acceso a los recursos materiales e informáticos. Ayudar a los pobres a trascender sus redes de seguridad a fin de que puedan tener acceso a recursos adicionales es uno de los desafíos del desarrollo económico. De manera simultánea el mercado puede convertirse en un elemento que socava las identidades socioculturales sobre las que reposa el Capital Social.
Conclusión
En esta investigación hemos observados los diferentes planteamientos de la diferentes escuelas de pensamiento económico. Estos temas estaban orientados a la teoría del desarrollo económico, planteados por estas escuelas. Hemos planteados la evolución del pensamiento económico relacionado con el desarrollo económico, que es, en nuestros tiempos un tema de mucha importancia en la economía mundial y los problemas que a esta le afectan. Esta investigación servirá de referencia para personas que deseen conocer más sobre desarrollo económico y sus planteamientos al pasar de la historia.
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Autor:
Román Taveras
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