Festividad navideña
El término "Navidad" surge de la contracción del vocablo latino navitas, que significa "nacimiento". A partir de este concepto, se establece un símbolo[76]muy arraigado y complejo en su estructura. La Navidad no es sólo el recuerdo de un suceso histórico. La Liturgia Cristiana[77]subraya que con el nacimiento de Jesús se crea un ambiente festivo en la intimidad de las familias y en las calles de pueblos y ciudades. Lo más importante no es vivir sólo el aspecto exterior, sino su significado interior. De este modo, se recrean: el arbolito, el pesebre, los regalos, las comidas típicas, la decoración en general, y los niños esperan con ansiedad la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos, cuyo origen se remonta a las antiguas costumbres y ritos, que es el motivo central del presente ensayo.
Es fundamental analizar el aspecto histórico para entender el origen pagano de la Navidad y su conversión al Cristianismo, así como también como han evolucionado los distintos elementos que se utilizan.
Lo sociológico se perfila en un análisis de los distintos ritos, tradiciones y costumbres que se han mantenido vigentes hasta nuestros días, mediante los actos sociales y su transformación, con el aporte de las distintas culturas.
En lo que respecta a lo comercial, los objetos tradicionales y religiosos adquieren relevancia, ya que muchos de estos elementos han sido comercializados por la utilidad y el uso que impone la sociedad de consumo.
El ámbito religioso se fundamenta en una cosmovisión Cristiana, ya que desde la Liturgia se han establecido, además, el otorgamiento de distintos significados a sus elementos. También, es posible analizar algunos aspectos de otra comunidad conocida como Black Sabbath, que se manifiesta como el contrapunto del Cristianismo.
En cuanto a la visión cultural, conforma todos los aspectos reseñados, en una interrelación de enfoques para interpretar a la Navidad como un símbolo muy arraigado, con una estructura compleja.
Hoy se considera a la festividad[78]navideña como la de mayor trascendencia en todo el mundo. Abarca desde el 25 de diciembre al 6 de enero, con distintas conmemoraciones, algunas trasformadas al cristianismo.
-I-
NAVIDAD CRISTIANA
Las fiestas de Navidad se remontan a las antiguas costumbres paganas conocidas como la "adoración del culto solsticial", que representaba la acción del sol creador, la perduración terrenal mediante el fuego y el drama celeste: nacimiento del sol, muerte aparente y resurrección. La llegada de este acontecimiento cósmico constituía el hecho más trascendental, que garantizaba la supervivencia del hombre pagano, en el renacimiento anual de la divinidad salvadora, encarnado en el mito milenario, ya que cada 24 de diciembre se celebraba el nacimiento de un dios solar: Krishna y Buda en India, Mitra en Persia, Horus en Egipto, Zeus en Grecia, Bochica entre los Chibchas de Colombia, Kulkuká entre los Mayas, Quetzocoalt entre los Aztecas y Wiracocha entre los Incas. Se consideraba que estos dioses descendieron al Hades (infierno) y regresaron otra vez llenos de vigor, del mismo modo que lo hace la naturaleza con su renovación periódica de los ciclos estacionales anuales.
El arraigo a este culto no pudo ser desterrado, ya que en cada celebración participaban los cristianos. A pesar de que en los Evangelios no establece esta fecha como la del nacimiento de Jesús, la Iglesia, en un principio, no lo celebraba. Durante los siglos siguientes, al comenzar a aflorar el deseo de celebrar el natalicio de Jesús de una forma clara y diferenciada, algunos teólogos, basándose en los textos de los Evangelios, propusieron datarlo en fechas tan dispares como el 6, 8 y 10 de enero, el 25 de marzo, el 15 y 20 de abril, el 20 y 25 de mayo, entre otras. Pero el Papa Fabián (236-250) decidió terminar con tanta especulación y calificó de sacrílegos a quienes intentaron determinar la fecha del nacimiento del Nazareno.
A raíz de este acontecimiento, el Papa Julio i, en el siglo iv, concertó que la Navidad comenzara el 25 de diciembre y culminara el 6 de enero con la fiesta de la Epifanía.
Los motivos para la innovación están declarados con gran franqueza por un escritor sirio cristiano: "La razón de que los Padres transfieran la celebración del 6 de enero al 25 de diciembre fue ésta: era costumbre de los paganos celebrar en el mismo día 24 de diciembre el nacimiento del sol, haciendo luminarias como símbolo de la festividad. En estas fiestas y solemnidades, tomaban parte también los cristianos. Por esto, cuando los doctores de la Iglesia se dieron cuenta de que los cristianos tenían inclinación a esta fiesta, se consultaron y resolvieron que la verdadera Navidad debería solemnizarse en ese mismo día, y la fiesta de la Epifanía en el 6 de enero". Por esa razón y continuando la costumbre, se siguen encendiendo luminarias hasta el día 6 [ ] Parece ser, pues, que la Iglesia Cristiana eligió la celebración del nacimiento de su fundador el día 25 de diciembre con el objeto de transferir la devoción de los gentiles del sol al que fue llamado después Sol de la Rectitud (Frazer, 1996: 414).
A partir de entonces, la Cristiandad celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret:
En un principio, la festividad de la Navidad tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo viii comenzó a celebrarse con la pompa litúrgica que ha llegado hasta hoy, creando progresivamente la iluminación y decoración de los templos, los cantos, lecturas, misterios y escenas piadosas que dieron lugar a representaciones al aire libre del nacimiento del portal de Belén (Rodríguez, 1997: 20/21).
Aunque la tradición haya marcado que el nacimiento se produjo en el primer año de la era cristiana, lo cierto es que no se puede fijar con exactitud su fecha, al igual que el lugar geográfico donde se produjo.
Existen como antecedentes biográficos en la Biblia[79]el de San Mateo y San Lucas, que situaron el nacimiento en lugares diferentes: Nazaret (Galilea) y Belén (Judea) respectivamente. Por ello, sigue siendo, para los expertos, muy discutido: "Tanto Marcos (Mc 1,9) como Juan (Jn 1,45) señalaron rotundamente que Jesús era oriundo de Nazaret (Galilea) y no de Belén (Judea) y Lucas (Lc 2,4) situó a José y María viviendo en Nazaret antes del parto" (Rodríguez, 1997: 27/28).
Situar en Belén su nacimiento, cuestión remarcada por Lucas, se justificaría no porque fuese un hecho cierto, sino para forzar el cumplimento de las profecías, a fin de otorgar a Jesús la descendencia davídica (Hijo de David) y validar el mesianismo que le adjudicaron sus seguidores, al establecer su figura como la del "Salvador" y se lo considera como el "Rey de Reyes".[80]
Precisamente, la Iglesia en el siglo iv fijó el natalicio de Jesús en el año 6 antes de nuestra era y concertó que el lugar geográfico fuera Belén.
-II-
LAS CELEBRACIONES
Existen distintas celebraciones que comprenden una serie de acontecimientos importantes, entremezclados con matices paganos y religiosos: El adviento, Noche Buena, Día de los Santos Inocentes, Noche Vieja, Año Nuevo y Día de Reyes (Epifanía).
EL ADVIENTO
La Liturgia Cristiana establece que el adviento[81]es el período litúrgico que precede a la Navidad, el comienzo del año litúrgico. Adviento es un tiempo de espera, pero una espera activa, en la venida del Salvador. Es tiempo de oración y penitencia, renunciando al pecado, y también es tiempo de alegría y esperanza por la venida de Jesús.
Esta celebración comienza el 8 de diciembre, el Día de la Inmaculada Concepción, en la que se hace alusión a que María (virgen), recibe un mensaje de Dios por medio del Ángel Gabriel, que estaba encinta y que iba a concebir un niño por la gracia del "Espíritu Santo", el Mesías, a quien puso de nombre Jesús.
Es dable destacar que esta conmemoración tiene un marcado acento para convertir al cristianismo a las fiestas saturlianas que se celebraban del 8 al 24 de diciembre, asociada con un período de la procreación y siembra, en el que era venerado el dios Saturno de la agricultura.
NOCHE BUENA
La Noche Buena (Noche Santa) comienza a la caída del sol del día 24 de diciembre. Los fieles cristianos se preparan para ver en el cielo la luminaria estrella y, a las doce, celebran el nacimiento de Jesús de Nazaret, el Salvador, con cantos y villancicos, tanto en los actos públicos como en la celebración de la Misa de Gallo. A su vez, se recrean dos rituales: la llegada de Papá Noel que trae obsequios a los niños, y los disparos de fuegos de artificio.
DÍA DE LOS SANTOS INOCENTES
La cristiandad recuerda el 28 de diciembre como el Día de los Santos Inocentes. Es un hecho que tuvo como protagonista a Herodes, quien, por venganza, mandó a ejecutar todos los niños recién nacidos, porque los Magos le anunciaron la llegada del Salvador, y quedaron en regresar para informarle el lugar, pero luego huyeron.
Si bien este hecho histórico no puede precisarse con exactitud, la fecha no es coincidente, dada las contradicciones de los relatos bíblicos y el tiempo que tardaron los Reyes Magos -12 días, según la tradición- para encontrar el pesebre.
En Mateo (2,13-18), se recrea este episodio que es relatado como un suceso mítico que procede de Oriente, tal vez de la India, aunque el evangelio lo sitúa en Egipto (Año 9 dc).
Parece obvio, por tanto, que la leyenda[82]de la "persecución y huida" existía ya previamente en la mítica pagana y que estaba asociada al destino triunfante de grandes personajes; pero queda por tratar un argumento de peso para los creyentes, eso es que dos profetas, Oseas y Jeremías, habían anunciado este suceso. De hecho, si repasamos el texto de Mateo (Mt 2,13-18), encontraremos que la verdad del relato se basa en que viene a dar cumplimiento a lo dicho en Os 11,1 y en Jer 31,15, una presunción que carece de fundamento (Rodríguez, 1997: 67).
De esta manera, la narración mítica demuestra una vez más "el ciclo estacional de la naturaleza":
El perseguidor, siempre viejo, terrible y hostil, es la representación del invierno, que pretende eternizarse para siempre. El perseguido, recién nacido, es el sol -en su solsticio hiemal- que promete crecer hacia la primavera, llenando de dones, esperanza y posibilidad de supervivencia a la humanidad. Un año tras otro, el Niño Sol vence al Viejo Invierno desbaratando sus negros propósitos. Esto es la Navidad (Rodríguez, 1997: 68).
Esta celebración tiene, además, otras connotaciones paganas. En este día, se organizan distintas bromas a los amigos o vecinos despistados. Cuando la broma concluye se expresa a viva voz: "¡Qué la inocencia te valga!" Es un deseo de buen augurio, porque la víctima de la broma aún conserva la calidez infantil.
NOCHE VIEJA
La Noche Vieja -Vísperas de Año Nuevo- era una celebración consideraba como la "noche de los oráculos". Una antigua tradición señala que si las soleteras echaban unas gotas de plomo fundido en el agua, podían descubrir la profesión y el nombre del futuro pretendiente; también si arrojaban un zapato por el aire sabrían la dirección en que llegaría. Una tradición reciente, la de "las doce uvas de la suerte" se entremezcla con esta celebración.
AÑO NUEVO
El Año Nuevo tiene como antecedente la creencia, desde los tiempos míticos, de que cada año se reclama
una reparación, una renovación y una reafirmación periódicas [ ] En ocasión del nuevo año, los inmortales son considerados como sí estuvieran de nuevo sobre la tierra [ ] Simbólicamente,[83] pues, el mundo comienza cada año: los inmortales lo hacen estable, sano, rico, santificado, tal como era en el comienzo de los tiempos. En ocasión de la fiesta del año nuevo, se reitera el paso del caos al cosmos, se repite en el presente la cosmogonía [ ] Se trata de una costumbre análoga con la de "fijación de las suertes"[84] del nuevo año babilónico, que se transmite hasta nuestro tiempo en las ceremonias del Día del Año. [Cada año nuevo se] repite siempre el acto cosmogónico por lo que los "doce días" que separan Navidad de la Epifanía, se consideran todavía en la actualidad como una prefiguración de los doce meses del año (Eliade, 1991: 191/192).
Para la tradición cristiana, el Año Nuevo es el día de la Circuncisión[85]de Jesús, y la Solemnidad de María,[86] Madre de Dios. En el Año 2000, se añadió la celebración del nuevo siglo y el nuevo milenio.
DÍA DE REYES (EPIFANÍA)
El Día de Reyes (Epifanía) es una celebración que el cristianismo había adoptado desde el siglo ii y que aún continúa vigente. Las primeras celebraciones eran de carácter formal, porque coincidía con el natalicio de Jesús, en el que también se celebra su bautismo y su primer milagro.
Pese a que la tradición cristiana tomara la imagen de los Reyes Magos como una solemnidad, ya que son considerados Santos, a partir del siglo xviii, esta festividad toma carácter infantil, cuya finalidad fue la de competir con la establecida tradición de San Nicolás.
Si bien, los Reyes Magos no trajeron juguetes hasta mediados del siglo xix, sino que, con anterioridad, sus regalos consistían en elementos para la vida cotidiana: alimentos, ropa, calzados, etc., la tradición mantenida consiste en que los niños pongan sus zapatos limpios en la puerta de entrada o ventanas, con una cartita, y se les provea a los camellos de pasto y agua. En agradecimiento, los Reyes Magos depositan sus obsequios. Si no pueden cumplir con el pedido, le dejan otra nota muy tierna: "Los Reyes Magos son pobres, pero te dejamos otro regalito que te va a encantar".
En la actualidad, se organizan festivales con características muy particulares: los Reyes Magos no sólo vienen en camellos, sino también a caballo, en moto o lancha, según la zona a la que arriban.
También en distintos países, se tiene por costumbre que los niños, munidos de alcancías, pidan su aguinaldo a las personas adultas: "Me da mis Santos Reyes", es la consigna.
-III-
RITOS SOCIALES
Una serie de ritos sociales[87]se practican en estas celebraciones; algunos se remontan a las antiguas costumbres paganas, pero ahora camufladas con un carácter simbólico cristiano.
LOS REGALOS
Hacer regalos es una costumbre, heredada del neolítico, que tenía ciertos matices singulares en las fiestas del culto solsticial. Cada regalo era ofrecido a cambio de otro. Si no se cumplía el intercambio, la persona que lo recibía podía tener malos augurios.
En un principio, la Iglesia se había opuesto pero, al no poder desterrar esta costumbre, fue reemplazada por la que existía en Roma el día primero del año, llamada estrenas.[88] Al principio, simbolizaba que era el niño Jesús quien ofrecía los regalos y, más adelante, serían Papá Noel y los Reyes Magos quienes distribuyeran los dones y, como tal, debían nacer del corazón, dádivas generosas sin pedir nada a cambio.
En la actualidad, el intercambio de obsequios estrecha lazos afectivos entre familiares y amigos.
FUEGOS DE ARTIFICIO
Otra de las costumbres más generalizadas consiste en disparar fuegos de artificio, sonar campanas, sirenas, disparos de escopetas y gritos.
El origen de celebrar las fiestas con mucho ruido data de una antigua tradición china que simboliza "la magia imitativa que asegura la provisión de luz y calor del sol y su finalidad es la de ser purificadora, ya que logra la destrucción de las fuerzas del mal" (Cirlot, 1992: 210).
También se debe destacar que los artefactos pirotécnicos fueron inventados a partir de una observación muy particular, como el caso de los cracker, que aun hoy se comercializa en los países de Europa, tal como su inventor Tom Smith lo creara en 1840.
Smith conocía la costumbre china de incluir en los caramelos algunas frases. A partir de allí, surgen los bombones pasando a ser una golosina por excelencia. Del bombón tradicional pasó al cracker. Tom Smith, por un accidente casero que provocó la estampida de un madero, se le ocurrió hacer los primeros bombones con estampidos, los cuales llamó cosaques pero, a comienzos de 1880, fue suplantado por el nombre más común de cracker.
Debido a que esta costumbre está fuertemente arraigada en la cultura popular, es casi imposible que pueda ser prohibida, a pesar de los accidentes que provoca el mal uso de la pirotecnia. En la actualidad, la comercialización de estos elementos hace previsible un control, principalmente, por las fuerzas militares, para que sean menos riesgosos e, incluso, inofensivos.
LA MESA FESTIVA
Para Navidad y Año Nuevo, está enraizada la costumbre de comer y beber con desmesura. En tal sentido, se retoma la antigua tradición pagana de "saturliana", festividad en la que se suprimían las diferencias sociales y todos los habitantes del Imperio Romano se consideraban iguales. Se llevaban a cabo todo tipo de diversiones populares, loterías y juegos de azar. Con cantos y mucha alegría, la gente se libera momentáneamente de una rígida estructura social, y con la ayuda del alcohol, lograban confundir sus roles.
En la sociedad secularizada de nuestros días, tanto en Nochebuena como en la Víspera del Año Nuevo, sirven de excusas para que las familias se reúnan en torno a la mesa, en la que se preparan suculentos platos para celebrarse a sí mismos, quedando eclipsado el verdadero origen de este rito familiar: el nacimiento del "niño divino".
A este panorama festivo, se le suman los modernos menús, ajenos al espíritu de conmemoración, incluso en cada país se han reemplazado algunos platos tradicionales por otros, cuya preparación culinaria es diferente y matizada con distintos trucos locales.
Como comidas típicas se consideran al jamón cocido, el budín de Navidad,[89] el pavo como plato central, el pastel de Navidad,[90] el pan dulce que lleva ingredientes con muchas calorías, además de la torta de Navidad o duodécima torta,[91] así como también una variante de golosinas típicas estacionales. El origen de estos productos está ligado al significado del trigo y otros granos, que tiene una importancia capital para la supervivencia humana. Desde épocas paganas, se tomó como el regalo más preciado de los dioses, simbolizado en el don de la vida y la inmortalidad, "el ciclo eterno de la fertilidad representado por el ciclo biológico del trigo: grano, siembra, vida, cosecha, muerte, grano y vuelta a empezar" (Rodríguez, 1997: 218).
Por ello, este acto ritual se sigue repitiendo con el agregado de elementos típicos: todas las formas de pan, roscas de reyes, garrapiñadas, turrones, entre otras. Los símbolos que encierran estos banquetes se remontan a las antiguas costumbres, que luego pasaron al cristianismo.
El "budín de Navidad" y el "pan dulce" provenían de la antigua creencia de que los habitantes de un lugar podían conservarlo, no sólo como alimento, sino que los protegía de muchos males. Con la posterior cristianización, los panes eran llevados a la Iglesia para su bendición. Después de la consagración, cada miembro de la familia comía un trozo y el resto lo guardaba para dárselos a personas o animales enfermos.
El "roscón de Reyes" es una variante de la "rosca de Navidad". Antiguamente, cada rosca contenía la figura de un hada. Las hadas representaban un símbolo muy peculiar, relacionada con la muerte y la prosperidad que provenía de ella (cielo, muerte/renacimiento), siendo un amuleto protector de las desgracias.[92]
Las bebidas más comunes son el champagne, la sidra, una variedad de vinos y el ponche caliente,[93] a fin de realizar el infaltable brindis[94]que a fines del siglo xviii, el brindis comenzó a adquirir solemnidad, constituyéndose en el ritual de todos los banquetes y celebraciones. Este ritual se lo puede asociar con la antigua tradición en honor al dios Baco, quien argumentaba:
La sedienta tierra se empapa de lluvia, bebe y se alampa para beber más. Las plantas chupan de la tierra y bebiendo sin vado se mantienen verdes y gentiles. El mismo mar [ ] se bebe dos veces mil ríos tan caudalosos que desbordan su vaso. El afanoso sol -como presumo por su rostro de borracho- se bebe el mar. Luego, luna y estrella se beben al sol, y al tiempo que beben, danzan su propia luz y están de fiesta toda la noche. Nada en natura es sobrio. Es un brindis inacabable que va a la redonda, de uno a otro ser (Frías, 1987-b: 87-88).
Otra costumbre proveniente de España, nacida en el primer tercio del siglo xx en el ritual de la Noche Vieja, es conocida como las "doce uvas de la suerte", que se invita a comer una por cada repique, con el preludio de besos, abrazos y deseos de felicidad para el año que se inicia. Si bien, muchos afirman que es una costumbre española, otros italiana, lo cierto es que relaciona con una antigua tradición judía, en la que se obsequiaban a los invitados tantas piezas de fruta de la propia cosecha como las horas que habían pasado juntos.
LA DECORACIÓN
La decoración de las casas y todo paseo público con coronas de muérdago o pino, campanitas, medias, velas y guirnaldas recreaban el ritual solsticial que tenía por objeto el "agradecer el regreso del sol [ ] Se consideraba prudente hacer algo para agradar al dios Sol y asegurar así su regreso el año venidero [ ]" (Morris, 1993: 41) en época primaveral.
A pesar de que la Iglesia se opuso desde el principio a este ritual pagano, luego fue adoptado como parte de la celebración, incorporando distintos elementos como los ángeles[95]e imágenes de los Santos.
La Corona de Adviento es un símbolo religioso especial compuesto por una corona siempre de color verde con cuatro velas: tres moradas y una rosa. Las tres primeras se encienden el 8 de diciembre y los domingos subsiguientes, y la restante, en Navidad.
Las piñas es un elemento por excelencia, que simboliza la inmortalidad de la vida vegetal y animal, representa el cíclico y eterno retorno de la naturaleza, expresa la eclosión de la vida primaveral y la posibilidad del retorno: un canto de esperanza en cada uno de los acontecimientos, o también, si es creyente, el que se espera tras la muerte.
La planta de muérdago es el heraldo que anuncia al espíritu de la Navidad, cuyos ramilletes, en forma de coronas, se cuelgan en los marcos de las puertas y ventanas de las casas. Una antigua tradición señala que si una muchacha soltera recibe un beso debajo del muérdago, al año siguiente se casará; si es casada, quedará embarazada. Pese a que existen escasas leyendas cristianas para evangelizar este símbolo pagano, la planta siguió asociada a los ancestrales poderes mágicos y a la protección, prosperidad y buena suerte.
La Iglesia quiso cambiar la antigua tradición del muérdago por considerarla una costumbre bárbara e idólatra y ser portador de supersticiones. En su reemplazo, propuso la utilización del acebo, ya que según su punto de vista "las hojas del acebo recuerdan las espinas de la corona de Cristo y sus bayas rojas simbolizan la sangre derramada durante su pasión" (Rodríguez, 1997: 157), confiriéndole el carácter de ramo de la suerte. Pese a que el simbolismo religioso "es trascendente", pues "tiende al contacto con lo sobrehumano con las profundas fuerzas de la vida que confieren sentido último a la existencia humana y ofrece la mayor seguridad vital" (Camarero Benito, 1997: 55/56), dicha función es relativamente reciente y carece de una base simbólica tradicional que la sostenga.
Si bien, muchos cristianos han adoptado el acebo, el muérdago sigue siendo irremplazable:
Con un signo premonitorio de los nuevos tiempos que nos tocaría vivir, la impostura triunfó y conquistó la Navidad. Por eso, hoy, muchos adjudican al acebo una cualidad de buen augurio que por derecho sólo le corresponde al muérdago. Aunque, de todos modos, si la Navidad debe movernos a compartir lo que se tiene con los menos afortunados, el muérdago nos da un ejemplo maravilloso de generosidad al hacer partícipe de su espléndido y mágico halo al acebo, su más directo competidor (Rodríguez, 197: 161).
Los símbolos de los colores se los debe relacionar con este ciclo invernal: el verde representa a la naturaleza, a la vida, asociado con la esperanza; el plateado significa riqueza, abundancia y fortuna; el blanco -extremo opuesto del negro, aunque ambos representan al absoluto- significa pureza, inocencia, virtud, fe e iluminación; el dorado, al sol, al oreo de las espigas maduras del trigo, que aseguran prosperidad y felicidad; el rojo, al fuego y a la sangre, ligado íntimamente con la vida y también, a una expresión de deseo del amor divino, con la generosidad sin límites; y el azul, frío, distante y vacío remarca la presencia con el "otro lado": el cielo con sus hierogamias.[96]
En la actualidad, la industria del plástico si bien ha puesto al alcance de todos estos elementos, en algunos casos, ha desvirtuado la tradición por la adquisición de objetos utilitarios, con fines decorativos.
TARJETA NAVIDEÑA
Es habitual que se envíe una tarjeta de felicitación para las fiestas. Esta costumbre se originó en las escuelas inglesas, en donde se les pedía a los estudiantes que escribieran un mensaje de Navidad antes de las vacaciones de invierno y lo enviaran a su casa por correo, con la finalidad de que sus padres lo recibieran.
Fue en 1843, en Inglaterra, cuando W. E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras tarjetas de Navidad impresas, que tuvo una tirada de 1.000 ejemplares, con la única intención de promocionar las obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús, acompañada de una frase donde se expresaba felicidad y prosperidad. En 1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía también la frase impresa: "Feliz Navidad".
Esta práctica se difundió por todo el mundo, y en la actualidad, se pueden adquirir tarjetas sencillas, dobles, con filigranas, brillantinas e incluso musicales.
NAVIDAD BLANCA
Otro simbolismo está representado por la Navidad Blanca, que se refleja en la mayoría de las tarjetas y, en general, en todos los productos navideños que contienen paisajes invernales, con mucha nieve.
Esta circunstancia es recreada gracias a la influencia literaria ejercida por la obra Canción de Navidad, de Charles Dickens, publicada en 1843. El escritor inglés recordaba que las Navidades de su infancia siempre fueron nevadas, las que volcó en su libro y, muy pronto, se hizo tan famoso que la imagen de la Navidad Blanca se tomó como típica. Se popularizó, aún más, cuando en 1943, Hollywood produjo una película protagonizada por Bing Crosby y Fred Astaire, cuyo tema central: Navidad Blanca ganara un Oscar de la Academia.
EL ARBOLITO NAVIDEÑO
En todos los lugares, la presencia del arbolito de Navidad es infaltable. Su origen se remonta a las antiguas costumbres de los germanos que adoraban al roble.[97] Su particular creencia era que el mundo y todos los astros estaban sostenidos y pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el "divino Iggdrasil" o el "dios Odín". Cuando un árbol perdía su follaje, era porque los espíritus los habían abandonado. Por ello, se lo decoraba con papeles, frutas y antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol para que los espíritus pudieran retornar en primavera; junto al árbol, cantaban y danzaban adorando a su dios.
Con la posterior cristianización, el roble fue reemplazado por el abeto, ya que al tener forma triangular personificaba a la Santísima Trinidad, con Dios Padre en la cima, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo ocupando los extremos inferiores. Según la leyenda, San Bonifacio, evangelizador de Alemania, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, del cual surge el símbolo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres, y las velas, a Cristo como Salvador. Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media y con la conquista española, llegó a América.
Con el perfeccionamiento de las técnicas industriales, se comenzó la fabricación de todo tipo de ornamentos, incluso de material plástico. También se lo decora con adornos en forma de bolitas, que en un principio fueron de vidrio. Esta costumbre tiene su origen en Bohenia, Alemania, hace más de doscientos años. Los "sopladores de vidrio" se entretenían realizando competencias para hacer la bola más grande y, entre juego y juego, éstas eran descartadas. Dicha circunstancia no pasó al olvido. Las mujeres, al rescatarlas, decidieron adornar las puertas de las casas. Se le dio el nombre de bola espiritual, ya que tenía como finalidad la de ahuyentar el mal de ojo. "Se explicó que su especial valor residía en su reflexión circular que hacía que el mal de ojo se viera reflejado en ellas cuando se intentaba introducir en las casas, lo cual resultaba intolerable" (Morris, 1993: 121/122).
Las esferas, para la tradición cristiana, simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de adviento: las azules son de arrepentimiento, las plateadas de agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición.
Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino que simboliza la fe, y se colocan adornos de diversas figuras, representando las buenas acciones y sacrificios, los "regalos que le daremos al niño Jesús en la Navidad".
El juego de luces intermitentes es otro de los elementos decorativos. En un comienzo se habían utilizado velas. Según la antigua tradición pagana, se celebraba el nacimiento del dios sol en el Año Nuevo. La Iglesia, al transformar esta creencia, dijo que, como "Cristo era la luz del mundo", la brillante luz de la vela simboliza la "Estrella de Belén".
La tradición cristiana determina que el arbolito se lo debe armar el 8 de diciembre (Día de la Inmaculada Concepción de María y el comienzo del Adviento), y se lo desarma el 7 de enero. Entremezclado con las costumbres paganas, existe la creencia de que si no se respetan estas fechas, el arbolito es considerado de mal augurio.
EL AGUINALDO
El aguinaldo representa un ritual generalizado en toda Europa cristianizada, extendiéndose a los demás países, cuyo origen puede remontarse a las antiguas costumbres del solsticio de invierno y el comienzo del año en todas las culturas de la antigüedad.
Tradicionalmente, en España, han sido los servidores públicos y privados, quienes al felicitar por la Navidad a los beneficiarios de su labor, se les solicitaba una pequeña retribución económica o material. Por extensión, los hijos pedían el aguinaldo a sus padres y vecinos para época de Navidad o Reyes. En la actualidad, no sólo perdura esta costumbre de antaño, sino que ha sido oficializada mediante leyes laborales para favorecer a todos los trabajadores.
Otras vías para llegar al aguinaldo se encuentran en las llamadas rifas, que son un recurso del azar, una afición lúdica que en nuestra cultura se lo asocia con la lotería, y las cestas navideñas que son una fastuosa vianda indispensable para las épocas festivas: turrones, frutas secas, conservas, vino, champagne, café, embutidos, jamón y, entre ellos, una caja de puros habanos. Refleja una vieja costumbre conocida como la Sportola,[98] de los antiguos romanos, que llega hasta nuestros días como la reina de los aguinaldos. De un modo involuntario, en la década de los años 60 del siglo xx, se lo relacionó con la crisis económica, ofreciéndolas a las personas carenciadas como "obsequios de Navidad".
LOTERÍA DE NAVIDAD
Existe una costumbre muy generalizada de vincular una celebración religiosa con elementos sociales, principalmente, en lo referente al juego.
En alguna medida, la lotería de Navidad ha acabado por constituirse en el centro de gravedad del significado básico, propiciatorio y esperanzador, de los ritos asociados al solsticio de invierno. Al mismo tiempo que nuestra sociedad urbana fue elevando el uso del dinero a la categoría de instrumento básico y todopoderoso para la supervivencia, fue variando también el sentido de los cultos agrarios propiciatorios dirigidos hacia el divino Sol -fuente del renacimiento anual de la vida que posibilita la pervivencia humana- o elevados hacia los mitos religiosos que de él se derivaron, hasta desviar la atención y el deseo hacia otras cosechas, como la del dinero abundante y salvífico que mana del cielo en forma de premio de la lotería (Rodríguez, 1997: 295/296).
La lotería proviene de antiguas costumbres de las fiestas saturnales, como los juegos de suerte que consistían en realizar un sorteo.[99] Se seleccionaba una varilla de un conjunto que tenían inscripciones acerca del futuro: un niño la extraía del cofre y se la daba al peticionante quien, luego de leer el texto sagrado, interpretaba su mensaje. Este sistema fue teniendo una amplia difusión y en el siglo xv fueron cambiados los textos por números, llegando así a la clásica "lotería de números", en el cual se hacía un sorteo público y se controlaban los cartones que habían sido repartidos, idea que se inspiró de los boletos de rifas del siglo xiii.
Es una costumbre mencionar al premio mayor de la lotería de Navidad como Gordo con la imagen del llamado "fanático por la lotería" o "Enano afortunado":
Una estrafalaria y rechoncha figura humana repleta de números y bolas de sorteo que, desde finales del siglo xviii hasta mediados del siglo xix, figuró impresa en casi todo cuanto tenía que ver con la lotería, convirtiéndose en una especie de amuleto favorecedor de la suerte que animaba a la gente a jugar, a intentar realizar sus sueños a través de los premios de la lotería. A quien le tocaba compartir la suerte de ese gordo afortunado se le arreglaba la vida (o casi); tal como viene sucediendo hasta hoy (Rodríguez, 1997: 303).
El primer sorteo celebrado en Navidad tuvo lugar en Cádiz, el 18 de diciembre de 1812. El billete se vendió en 10 pesetas y repartió 40.000, una cifra extraordinaria para la época.
La primera vez que apareció la denominación "Sorteo de Navidad", sustituyendo a la leyenda habitual de "Prósperos de premios", fue el del 23 de diciembre de 1892, y no figuró impresa en los billetes hasta 1897.
A partir de entonces, el sorteo de Navidad pasó a ser una institución popular de gran éxito, que se extendió a otras celebraciones: Año Nuevo y Reyes. En Argentina, este ritual se celebra a partir de la década de los años ´60 del siglo xx.
Cada año se renueva la esperanza, de un futuro generoso y próspero, la puerta de acceso al mundo mágico de la suerte.
LA LITERATURA
Los aportes de la literatura han sido fundamentales, debido a que con la recreación de mitos y leyendas, se pudo lograr su conformación simbólica en un amplio contexto cultural.
Otras obras literarias como la novela de Charles Dickens, Canción de Navidad, y el poema de Clement Moore Una visita de San Nicolás, de 1822, son claros exponentes, que han enriquecido su significado con distintos elementos claves.
A esta lista de obras clásicas, la literatura ofrece otros ejemplos como los cuentos de Pilar Alberdi, El año en que Mamá Noel repartió los regalos para Navidad; Hans C. Andersen, La niña de los fósforos; Luis Martínez Wolf, Barloventeando. La muerte de Santa Claus, Cirio Alegría, Navidad en los Andes, entre otros.
De este modo, la literatura continúa brindando distintos textos que recrean el espíritu navideño, en lo que no pueden estar ausentes la magia y el mensaje de paz.
CINE Y TELEVISIÓN
Tanto el cine como la televisión renuevan siempre los símbolos navideños desde distintos puntos de vista.
En el cine encontramos dos variantes: la primera se recrean películas con el nacimiento de Cristo: El nacimiento, historia de la Natividad, El cuarto Rey Mago, relatos navideños o de Santa Claus como Blanca Navidad, Santa Claus, La leyenda de Santa Claus, Canción de Navidad -en distintas versiones, tomando como técnica básica la idea de recrear el espíritu navideño por medio de fantasmas-; Milagro en la calle 34, El extraño mundo de Jack, Feliz Navidad, Un invitado para la Navidad, así como también en dibujos animados: La Navidad de Mickey, El expreso polar, Rodolfo el Reno de la Roja Nariz, entre otras; y en la restante, la historia se desarrolla en esta época: Duro de Matar (primera y segunda partes); Mi pobre Angelito (primera y segunda partes); Batman Vuelve, Gremlins, ¡Qué bello es vivir!; Hombre de Familia, entre otras.
En televisión numerosas series de dibujos animados, desde 1980, han realizado producciones especiales: Los Simpson, Winnie Pooh, Peannt´s, entre otras. También las telenovelas mejicanas tuvieron el contexto navideño en Un cuento de Navidad, Rayito de Luz y Navidad sin fin.
De este modo, tanto el cine como la televisión, recrean la magia navideña con producciones exclusivas, que ponen de manifiesto lo arraigado de un símbolo tradicional.
NAVIDAD.COM
En Internet, es posible reconstruir la magia de la Navidad, a través de múltiples páginas que recrean las leyendas de Papá Noel y los Reyes Magos, las historias de cómo se celebra la Navidad en distintos países del mundo. También existe un grupo conocido como "anti-navidad" que expresan su descontento por la Web, con argumentos históricos y explicaciones racionales para oponerse a esta celebración; algunos reniegan del espíritu consumista; y otros contradicen a la mayoría por el gusto de hacerlo.
También hay una serie dedicada al público infantil para que los niños escriban a Papá Noel o a los Reyes Magos, o bien, participen de juegos interactivos: seguir la ruta de los Reyes Magos hasta el Portal de Belén; se saquen una foto con los Reyes Magos o Papá Noel utilizando los recursos del escáner, o recreen su imagen a modo de caricatura, y luego la impriman.
Como se podrá observar, la tecnología no deja de sorprendernos: un elemento de comunicación que estrecha lazos de amistad con personas de distintos lugares del planeta, ya que se pueden enviar tarjetas postales con mensajes predefinidos o una salutación personal, mediante el correo electrónico.
-IV-
LA SIMBOLOGÍA NOEL
Dos figuras centrales son veneradas por la tradición, como portadora de buenas intenciones: Papá y Mamá Noel.
PAPÁ NOEL
De una antigua manera de representar al invierno, con la imagen de un viejo, nació Papá Noel. Una teoría acerca de su origen señala que Papá Noel es una derivación del dios Saturno. Igualmente, cada cultura lo ha teñido con una imagen particular:
En Alemania, el Viejito Pascuero se ha mezclado con el Weihnachtsmann. El Viejito Pascuero es un alma feliz, en cambio el Weihnachtsmann está irritado de andar cargando sus baúles de regalos. Además, lo acompaña un hombre oscuro que a veces lo persigue y golpea con un bastón; a este personaje se le reconoce por varios nombres, entre ellos, Hans Muff, Knecht Rupprecht and Butz, y se le representa con un oscuro rostro de animal (Frías, 1986-a: s/n).
Para nuestra tradición, la imagen de Papá Noel se fusionó a la de San Nicolás y Santa Claus, cuyos nombres también fueron muy populares.
San Nicolás fue un Obispo que tenía por costumbre hacer regalos a los niños pobres. Se lo veneraba el 6 de diciembre, día de su fallecimiento. La Iglesia, al aceptar esta celebración, en el siglo iv, la trasladó al día de Navidad. Existen varias leyendas que recrean la vida del Santo.
En cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco, quería vender como esclavo a un niño muy pequeño, Adrián, y Nicolás se lo impidió. En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena oscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así a las muchachas. Marco, quien quería acabar con la fe cristiana, mandó a quemar todas las iglesias y encarcelar a los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue como Nicolás fue capturado. Cuando el emperador Constantino se convirtió al cristianismo, mando a liberar a los presos. Cuando salió de la cárcel, Nicolás había envejecido, tenía la barba crecida y blanca, llevando sus ropajes rojos que lo distinguían como obispo. Sin embargo, los largos años de cárcel no lograron quitarle su bondad y buen humor.
Los cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel, para entretejer la historia de Santa Claus. A fines del siglo xix y principios del xx, la costumbre del San Nicolás reinventado en Nueva York, se fue extendiendo por casi toda Europa.[100]
La imagen actual de Santa Claus fue dibujada por primera vez en 1863 por Thomas Nast, quien publicó sus ilustraciones en la revista Harper"s, de entre 1860 a 1880. Nast añadió detalles: el color rojo y vestuario de pieles, su taller en el polo norte con muchos duendes que lo ayudan a fabricar los regalos que le piden los niños por medio de cartas, y su vigilancia sobre ellos, buenos y malos, de todo el mundo.
Fue la Coca-Cola la que le dio su aspecto actual en 1931 para la campaña publicitaria de la Navidad, el cual le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast: un viejito un poco más alto que un duende, pero con idénticas características, creando así un Santa Claus más alto, gordinflón y simpático, con un rostro bonachón, una agradable sonrisa y su clásico "jo, jo, jo", de ojos pícaros, chispeantes y amigables, con pelo cano y larga barba y bigote, también blancos, y sedosos. La vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que son los de la compañía, pero su traje se hizo más lujoso y atractivo: un pijama con un gorro de dormir, botas y cinturón.
Otras alusiones a su figura mítica se encuentran en el poema de Clement Moore, Una visita de San Nicolás, escrito en 1822, el cual contiene tres importantes claves: Papá Noel tiene una bolsa mágica en donde entran todos los regalos, se arroja por la chimenea de un salto y se traslada en un trineo tirado por ocho renos:[101] Pompón, Vondín, Danzarín, Lindo, Veloz, Listo, Cometa y Rodolfo.
Este poema se fusiona con la antigua tradición que tiene su origen en Finlandia: la leyenda de Odín, quien era trasladado por un reno de ocho patas, llamado Sleipnir, lucía un sombrero y era el encargado de repartir los premios y castigos a quienes se había hecho acreedores. A partir de esta alusión, quizás se pueda argumentar que Odín fuera el precursor de la figura de Papá Noel (Santa Claus).
El 23 de diciembre de 1823 se publicó el poema y de inmediato se hizo popular, cambiándose por completo la leyenda de Papá Noel: nunca más vendría a caballo, sino con un trineo tirado por ocho renos que volaba por los aires; tampoco golpearía las puertas para dejar sus obsequios, sino que ingresaría por la chimenea.
Otro antecedente literario está enmarcado en la versión historietista de Michael G. Ploog, Santa Claus. La leyenda de Papá Noel, quien recrea una versión de la obra de L. Frank Baum, cuyo argumento está basado en el hecho de que Santa Claus había enfermado y sus amigos del bosque lo llevan ante el Rey Gnomo para salvarlo, pero lo deben convencer para que le otorgue el don de la vida y el de la inmortalidad.
Como dato ilustrativo debemos mencionar que la popularidad del reno Rodolfo se debe a Robert L. May quien, en 1939, lo dibujó por primera vez para un aviso publicitario y, en 1949, Johny Marks compuso la canción Rodolfo, el Reno de la roja nariz, que fuera grabada por Gene Autry y Bing Crosby.
Otra variante interpretativa de la imagen de Papá Noel la podemos incluir dentro del psicoanálisis. Carl G. Jung, en su teoría de los "arquetipos" señala al elemento masculino como "animus", que es generador "de juicios y opiniones. Cumple el rol de constante crítica y normativa. Posee una orientación lógica y objetiva" (Grecco, 1995: 46). Desde lo simbólico, la figura como "padre" representa a los "elementos aire y fuego. También cielo, luz, rayos, y el origen" (Cirlot, 1992: 347).
Como corolario, podemos remarcar la opinión de Pepe Rodríguez que hace alusión a la laicalización de Santa Claus:
No sólo fue indispensable para permitir su supervivencia y expansión, sino que fue la razón que le catapultó como símbolo universal dentro de una sociedad industrial que, aunque consumista insolidaria y egoísta, gusta soñar con los valores tradicionales de la Navidad. Santa Claus permite participar del "espíritu de la Navidad" sin ponernos ante disyuntivas ético-religiosas ni, menos aún, hacernos entrar en contradicción con lo que somos o hacemos durante el resto del año (Rodríguez, 1997: 118).
MAMÁ NOEL
Recientemente se ha incorporado la presencia carismática de Mamá Noel, que junto a la de Papá Noel, han enriquecido la Navidad. Se lo asocia como una anciana que viste con un atuendo rojo y blanco, usa anteojos y se dedicada a las tareas hogareñas.
El origen de este personaje se remonta a 1889 en el poema Goody Santa Claus the un Sligh Ride, del poeta Katherine Lee Bates, en el cual crea una esposa para Santa, llamada Señora Claus. En 1956, la canción Señora Santa Claus de George Malachrinom contribuyó a darle a Mamá Noel un rol destacado. En la tradición popular está determinado que, por una leyenda urbana, el nombre de soltera es Mary Christmas, el cual resulta obvio para establecer un juego de palabras con la frase inglesa Merry Christmas, que significa Feliz Navidad.
Se pueden mencionar otros antecedentes de Mamá Noel. En Italia
los niños reciben regalos de una bruja llamada La Befana, a veces la señora del Viejito Pascuero. De acuerdo con la leyenda, los Reyes Magos le pidieron a La Befana que los acompañara en el viaje que guiaba la estrella hasta Belén, pero ella no los quiso acompañar pretextando que tenía demasiado que hacer en su casa. Los niños italianos, en la actualidad, creen que La Befana regresa todos los años para Navidad y recorre casa por casa, dejando regalos, en busca del Niño Dios (Frías, 1986-a: s/n).
En Austria se tiene la creencia de que "una mujer llamada Berchte, en la noche de Navidad, busca a los niños malos para cortarles el vientre con un cuchillo" (Frías, 1986-a: s/n). Con este antecedente, se presume este el origen de la receta de cocina: "niños envueltos".
Desde el psicoanálisis, la imagen de Mamá Noel se encuentra incorporada con el arquetipo de "anima", que cumple la función de ser "generadora de estados de ánimo. Es la fuente de creatividad y de la intuición" (Grecco, 1995: 46). Desde la teoría simbólica, el rol de "madre" indica que es un "símbolo del inconsciente colectivo del lado izquierdo y nocturno de la existencia, la fuente del agua de la vida" (Cirlot, 1992: 291).
En tal sentido, Mamá Noel ha venido a ocupar un lugar destacado entre las leyendas populares y, a su vez, un reencuentro con un simbolismo arraigado de la Navidad.
-V-
RITUALES RELIGIOSOS
Para el Cristianismo, existen, además, otros rituales[102]de la propia religiosidad: el pesebre, la Misa de Gallo, los Villancicos, y los Cantos Gregorianos.
EL PESEBRE
El pesebre es el único elemento enteramente cristiano de la Navidad. San Francisco de Asís fue quien lo incorporó en 1224, organizando la primera representación y, más tarde, se difundió en los monasterios y conventos de Europa.
Según el relato de San Buenaventura, el primer pesebre tenía un suelo cubierto con heno, y allí podía verse un buey, un burro y los personajes bíblicos. En el Renacimiento, esta representación se caracterizó, entre otras cosas, por las artes visuales y detalles ambientales. Pero en el Barroco del siglo xvii, especialmente en las regiones de Sicilia y Nápoles, tuvo el máximo esplendor.
A su vez, debemos mencionar que existen dos tipos de pesebres: la primera configura una teatralización del pesebre viviente, y la restante, una representación en miniatura del nacimiento, confeccionada por artesanos, en una suerte de maqueta. Al principio, eran de madera con imágenes de yeso. Hoy se pueden adquirir en el mercado pesebres de diversos tamaños y con distintos elementos: cristal de roca, de plástico, etcétera.
La escena del nacimiento cuenta con distintos personajes bíblicos y también una estrella, en los que se incluyen distintas simbologías.
La estrella de belén
El relato de Mateo (2,1-12) es el único testimonio que se relaciona con la estrella de Belén. Si nos atenemos a la tradición, todos los nacimientos de los dioses solares también tuvieron como señal la estrella que brillaba en el firmamento, anunciando la calidad sobrenatural del recién nacido. Numerosos ejemplos se pueden aportar como el de Osiris, Buda, Krisna, entre otros.
Resulta obvio pensar que la inclusión de la estrella en el relato se debiera a esta fuerte influencia, pero también se cree posible que en esta época haya ocurrido un fenómeno astronómico inusual.
Hay, sin embargo, muchas hipótesis: algunos opinan que la luz brillante es la de Venus, otros que es la del cometa Halley o una supernova que había explotado y que su luz podía verse incluso de día. Pero la opinión más acertada es la Kepler que data de 1646:
[ ] la estrella de los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. En esta conjuntio magna los planetas aparecen en el mismo grado de longitud, de modo que a ojos de un observador terrestre se presentan como una sola estrella muy brillante (Rodríguez, 1997: 45).
Lo que Kepler atribuye a esta conjunción es que se produjo en el año 7 ac y esto concuerda aproximadamente con la fecha otorgada por la Iglesia, año 6 ac.
Pero este fenómeno no pudo marcar un camino ni se detuvo en Belén ni pasó rozando las palmeras, lo cual se contradice con el relato de Mateo. En este caso, lo que se puede establecer es que el relato mítico impresiona sobremanera y recalca el suceso para que no pase inadvertido y tome carácter sobrenatural.
La "estrella de Belén" contiene un simbolismo muy particular, ya que iluminaba:
Tres puntos que señalan la revelación de Zoroastro en el Irán primitivo; el encuentro de los Magos en Babilonia, con la figura imponente del profeta Daniel, la visión sublime y terrorífica del Sol de Osiris, anunciando el fin de las monarquías absolutas de Oriente y el advenimiento de Cristo. Estos tres acontecimientos caracterizan tres etapas del verbo solar (Schuré, 1995: 170).
La estrella más representativa de la decoración de la Navidad es la de cinco puntas, pero sin cola de cometa, que simboliza el microcosmo humano:
Los cinco sentidos corporales, pero su número encarna también la convergencia del principio masculino y femenino -simbolizados por el 3 y el 2, respectivamente- en una unión fecunda (el 5 es signo de unión, armonía y equilibro; representa también la hierogamia, el enlace nupcial entre el principio generador celeste el 3, y el principio terrestre materno, el 2), implicando matrimonio, felicidad y realización (Rodríguez, 1997: 185).
Dispuesta la estrella hacia arriba representa a la magia teurgia o magia blanca, e invirtiéndola, la goecia o magia negra.
La menos frecuente son las estrellas de seis y ocho puntas. La de seis vértices es conocida como la "estrella de David", símbolo del judaísmo, que "representa la unión total y perfecta entre el espíritu puro y la materia, entre lo activo o masculino y lo pasivo o femenino, entre lo celeste y lo terrestre" (Rodríguez, 1997: 184). La de ocho puntas suele aparecer en algunas ilustraciones, principalmente en las pinturas anteriores al siglo xix.
El número ocho representa el equilibrio cósmico y, la forma octogonal, según uno de sus significados más antiguos, simboliza la vida eterna y la resurrección, un mensaje que se ajusta perfectamente a la esperanza que los cristianos celebran con el nacimiento del "niño divino" y que proclaman anunciada desde la propia estrella (que cumple así con la antigua función de los astros de ser pregoneros de inminentes sucesos prodigiosos) (Rodríguez, 1997: 185).
La virgen, el Niño y José
La imagen de la Virgen María con el "niño divino" recostado en el pesebre, representa a una de las alegorías[103]más importantes del culto solsticial. Pepe Rodríguez señala que
en el solsticio de invierno -Navidad-, los sacerdotes de Isis, vestidos con sobrepelliz blanca y con la cabeza tonsurada, sacaban del santuario la imagen de Horus, en forma de niño recién nacido, para exponerla a la adoración pública de las masas y pasarla en procesión. El divino niño Horus, venido al mundo para traer la felicidad, era representado como un bebé de cabello dorado que tenía un dedo en la boca y el disco solar -origen del nimbo cristiano- sobre su cabeza. La imagen más corriente la representaba en brazos de su madre Virgen (Rodríguez, 1997: 33).
Este ejemplo es lo suficientemente elocuente para ilustrar la iconografía del nacimiento de Jesús de Nazaret, cuyas reproducciones siempre fueron fieles a estos modelos culturales.[104]
También en la antigüedad precristiana, fue un hecho común, aceptado y extendido, que los grandes personajes divinos y reyes gozaban del privilegio de ser concebidos por una madre virgen. El mismo caso ocurre con María (Lucas 1,18-25), que estando desposada de José, antes de que convivieran se halló de haber concebida por el Espíritu Santo; situación que ya había sido profetizada por Isaías muchos siglos antes, e incluso, proclamó el nombre de Emanuel, es decir, "Dios con nosotros".
Jesús es la manifestación del "niño divino". Representa "lo extraordinario en lo ordinario, lo sobrenatural encarnado en lo natural y lo divino hecho carne en el ser humano" (Naranjo, 1994: 48). De este modo, el niño es un ser humano dotado de cualidades especiales que pueden atribuirse a la divinidad en sus valores intrínsecos (estéticos, humanos y religiosos), en su mítico más allá, que emanan de los seres y cosas de este mundo.[105]
La visión del "niño divino", para la Iglesia, representa el milagro, la promesa que Dios ha enviado a su único hijo a fin de que, por medio de él, los hombres fueran restituidos a su verdadera humanidad. No sólo puede interpretarse como
una "venida" [ ] sino también un "acceso" del hombre a una Realidad trascendente que le ofrece la "divinización" con la felicidad eterna. Dios se revela en todo su misterio por amor. La propuesta más fundamental de la fe cristiana es que "Dios es amor", "sólo el Amor es digno de fe y sólo la fe digna de amor". Es el Amor mismo el que se nos manifiesta. Este es el misterio de Dios [ ] (Camarero Benito, 1997: 60/61).
José, el carpintero, fue uno de los hombres más injustamente tratados por la historia cristiana. En las primitivas representaciones, aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero como consecuencia del inicio del culto a María instaurado en el Concilio de Efeso (343) por Cirilo de Alejandría, la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de encargado de aprovisionar de alimento a la familia (padre putativo). Junto a este proceso también se lo hizo envejecer hasta la senectud, de forma que, siendo ya nulo su vigor, no fuese obstáculo ni sombra de sospecha que impidiese proclamar la virginidad perpetua de María.
De este modo, en la escena del pesebre, surge un simbolismo muy arraigado: la imagen de María, el niño Jesús y José representa a la Sagrada Familia.
Los Pastores
En el relato de Lucas (2,8-14), se menciona la presencia de pastores[106]en el portal de Belén, que fueron a adorar al niño recién nacido. Si bien existe la incongruencia de esta participación, por ser una época fría y lluviosa, también es cierto de que existen contrariedades entre los relatos de Mateo y Lucas (puede deberse a que escribieron sus evangelios en tierras distintas), porque están recreadas con leyendas diferentes: "Mateo tiñó de orientalismo el nacimiento de Jesús, mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas que eran más creíbles en la capital del Imperio" (Rodríguez, 1997: 39).
La narración de Lucas es la que dio origen al Belén navideño que se recrea actualmente, y que tiene características similares a los nacimientos de Buda,[107] Krisna y Confucio desarrollados entre los pueblos agrarios, en la sagrada ceremonia de la siembra.
El relato de Lucas concuerda con los mitos de las culturas agrarias acerca de los nacimientos prodigiosos.[108] Debido a que la Iglesia Católica se desarrolla en contextos urbanos, pero asentadas en culturas agrarias, acentuó la importancia de los pastores, y mantuvo su participación litúrgica en el portal, acompañando la escena con un coro de ángeles[109]y una señal luminosa en el cielo.
Los Reyes Magos
En cuanto a la figura de los Magos,[110] existen distintas versiones. La Biblia menciona la visita de los Magos de Oriente (San Mateo, 2-2) sin hacer alusión a su número, y la Iglesia, en el siglo i, lo relaciona como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza, esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios.
La adoración de los Reyes Magos ha sido una de las más celebradas por la iconografía religiosa hasta el siglo xvii, en el que se muestra una importante evolución.
En un principio, tuvieron el carácter de magos y su vestimenta eran tocados con el gorro frigio de los sacerdotes-astrólogos del dios persa Mitra. Como la astrología estaba prohibida, la Iglesia consideró a sus figuras como de dudosa reputación.
Quinto Septimio Florencio Tertuliano (c. 160-220) fue el primero en hacer una afirmación oportuna: Nam et Magos reges habuit fore Oriens, esto es, "se ha sostenido que los magos eran reyes de Oriente", apoyándose en un versículo de los salmos (Sal 72,10), el cual se tomó como otra profecía más, para lo cual, la cristiandad se encontró con tres reyes, que hacía referencia a los presentes otorgados al niño Jesús, y se los denominó "Reyes Magos". Luego se les cambió la vestimenta: en lugar del gorro frigio se les colocó coronas reales a la usanza latina.
Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar fueron incorporados a partir del siglo xiii, mediante un poema aparecido en España: El auto de los Reyes Magos.[111] También, el Martirologio menciona a San Gaspar el primero de Enero, San Melchor el día seis y San Baltasar el once (Acta SS., I, 8, 323, 664).
En un principio, los Reyes Magos eran de raza blanca, pero a partir del siglo xvi, en todas las representaciones se le adjudicó a Baltasar la raza negra. Las nuevas necesidades ecuménicas
llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé -Sem, Cam y Jafet- que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, según se creía en esos días. De este modo, Melchor, el anciano de cabello y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet, eso es los europeos y ofreció al Niño divino el noble oro; Gaspar, rubio y lampiño, representaría a los semitas de Asia y su don era el preciado incienso; Baltasar, negro y barbudo personificaría a los hijos de Cam, los africanos, participando en la adoración universal con su entrega de mirra (Rodríguez, 1997: 55).
Dentro del camino del "niño divino", la figura de los Magos representa la encarnación de lo sagrado en cada hombre y el rol del Mago hace que se pueda cumplir con este camino en un "nivel consciente". Los Magos utilizaron en su advenimiento los poderes naturales representados en tres elementos, que simbolizan los estados por los cuales debe transitar el maestro Jesús a lo largo de su peregrinación como Salvador: el incienso, la purificación de las almas y el poder de la curación espiritual; la mirra, la iluminación que es el estado conectivo entre el creador y el maestro; y el oro se lo encuentra asociado con la "imagen de la luz solar y a la inteligencia divina", es decir, con la Epifanía, que significa "manifestación", porque Dios[112]se había revelado en la presencia de los "Magos".
También se ha identificado a los Reyes Magos como representantes de la Santísima Trinidad, para lo cual, sus obsequios representaban: "El oro provenía del Padre glorioso; la mirra -usada como ungüento funerario desde la Antigüedad y, por tanto, asociada con la muerte y resurrección-, del Hijo; y el incienso -elemento purificador esencial en todo ritual-, del Espíritu Santo" (Rodríguez, 1997: 57).
Los astrólogos modernos, basándose en que la "Estrella de Belén" fuera la triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el sol pasando en Piscis, interpretan los presentes del siguiente modo:
Oro por el Sol (reyes), incienso por Júpiter (religión, dios supremo) y mirra por Saturno (regente de la muerte), los tres planetas mayores del stellium característicos del niño, añadiendo que en astrología clásica, Jesús sería un tipo Piscis muy claro (se propagó el símbolo a comienzos del Cristianismo), pues el stellium está en el Signo (Rodríguez, 1997: 57).
Después de la visita al Portal de Belén, los magos recibieron en sueño el anuncio de que no volvieran a ver a Herodes y "retornaran a su país por otro camino" (Mt 2,12). Ese camino pudo haber sido por el Jordán, de tal manera que eludiese Jerusalén y Jericó; o un rodeo hacia el sur a través de Berseba, al este del camino principal (ahora la ruta de la Meca) en el territorio de Moab y allende el Mar Muerto. Se dice que después de su retorno a su patria los Magos fueron bautizados por Santo Tomás y trabajaron mucho para la propagación de la fe en Cristo. Los magos, ya como Sinus Presbyteri Orientes, se dedicación a la evangelización hasta su muerte. Sus restos se localizaron en Saba y se ordenó su traslado a Constantinopla. Otra leyenda le atribuye que las reliquias de los Reyes Magos se encontraban en la Iglesia de San Eustorgio. En 1164, Federico Barbarroja saqueó Milán y el arzobispo Raynaud Dassel, de Colonia, robó las reliquias y fueron depositadas en un sarcófago de oro y plata, y en su honor, en el siglo xiii, fue construida la Catedral dedicada a los "Tres Reyes de Colonia".
La historia posterior es narrada por un escritor ariano, no antes del siglo vi, cuya obra está impresa como Opus imperfectum in Mattheum, entre los escritos de San Juan Crisóstomo (P. G. LVI, 644). Este autor admite que lo ha descrito a partir del apócrifo Libro de Seth, y es claramente legendario.
De este modo, para la Iglesia Católica, la incorporación de los Magos como Reyes radica en que son considerados Santos y, a la vez, partícipes fundamentales de la Liturgia como un verdadero paradigma de fe.
A su vez, las figuras adquieren relevancia para su incorporación, representando una iconografía variada con sutiles simbolismo.
MISA DE GALLO
La "Misa de Gallo"[113] es un ritual religioso que data del siglo V.
Antiguamente, se celebraba una misa a medianoche, otra al cantar el gallo y la última a plena luz del día, siguiendo con el ritual de los Misales Gelasio y Gregoriano, que incluían un martirologio especial y sublime, con la dispensa de la abstención si fuera necesaria.
Si bien en Roma impusieron este orden ritual, en España, el Obispo Ildenfonso (año 848) consideró relacionarla místicamente[114]con la tradición judeo-cristiana, en la Pascua, Pentecostés, y la Transfiguración, así como también al triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el Tiempo, y en el Alma. En el ritual se conserva entornar el Gloria para la primera celebración y, a su vez, se utiliza una vestimenta especial, con colores variables: negro, rojo y blanco.
Debido a los cambios de época, en la actualidad la liturgia celebra una sola misa en Noche Santa.
COMPOSICIONES MUSICALES
Las composiciones musicales también fueron un motivo de recreación que resurge en todas las épocas. La música de cámara siempre ha tenido grandes compositores dedicados a interpretar y crear distintas sinfonías en la inclusión de un género como la "música sacra", en lo que se respetan las licencias eclesiásticas para la misa tradicional y las que se incluyen otras celebraciones, con versiones libres para la Navidad, como en el caso de la versión de la Misa Criolla de Los Fronterizos y Ariel Ramírez.
El arte barroco, especialmente, inaugura un ciclo de composiciones dedicadas especialmente a la Navidad, en la que se utilizan algunas creaciones particulares que van a reflejar no sólo lo sacro, sino también la recreación de villancicos populares y otros temas que luego van a transformarse en clásicos como Christmas Joe Barroque, de Nicolaus Esterházy Sinfonía Peter Bremer, Clasicall Christmas Music for Trompet and Organ, interpretado por Featuring Lucheig Güttler, Christmas In The Congo, interpretado por Les Troubadours Du Roi Baudonin, entre otras. En las versiones posteriores, serán interpretadas por los cantantes de ópera en una amplia gama de creaciones selectas. En este amplio repertorio podemos encontrar a Los tres tenores: Pavarotti, Carrera y Domingo.
De esta fusión, entre lo clásico y lo popular, se seguirán recreando otras versiones modificadas en su composición e integradas al folclore, tango, entre otros géneros. De este modo se popularizan los villancicos tradicionales que se desembarazan de lo sacro para convertirse en "clásicos populares", resemantizados en su totalidad: Gingle Bell Rock, Santa Claus llega a la ciudad, Paseo en trineo, Arbolito de Navidad, entre otros.
Dentro de la comunidad cristiana, existen dos divisiones de la reforma protestante: los luteranos y los Calvinistas, en la cual se producen otras divisiones menores que responden a estos referentes: Pentecostales, Bautistas, Ortodoxos, etc.
En esta amplia incorporación, dichas comunidades religiosas han consolidado una nueva doctrina con un desarrollo en el arte musical a través de composiciones propias. A su vez, han retomado distintos villancicos para recreados de acuerdo con una visión particular d estilo y estética música. En esta amplia gama encontramos a distintos compositivos y cantantes que proponen versiones tanto populares como infantiles: Lourdes Toledo, Incienso, Mirra y Oro, Lucía Parker, Regalo de Navidad, Yadira Coradín, ¿Qué es la Navidad?, Marcos Witt, Tiempo de Navidad, Entre Comillas, Regalo de Navidad, Julissa, Nació en mi corazón.
LOS VILLANCICOS
Los villancicos[115]son cantos heredados de antiguas costumbres paganas que representaban "los placeres de la carne", más que a la Noche Santa, y se cantaban danzando en una ronda. Pese a que en un principio estuvieron prohibidos, los trovadores ambulaban de pueblo en pueblo y los cantaban, porque la gente común amaba estas canciones.
Los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo v, con la finalidad de llevar la buena nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras, escritas en lenguaje popular, se referían al misterio de la encarnación y estaban inspirados en la Liturgia de la Navidad, compuestos con un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo. En el siglo xiii, se extienden por todo el mundo junto con el pesebre viviente de San Francisco de Asís.
El famoso Stabat Mater Speciosa es atribuido a Jacopone Todi (1230-1306) y el Adeste Fideles data del siglo xvii, pero estos cantos deben de haber existido mucho tiempo antes de que fueran puestos por escrito.
Noche de Paz es uno de los más famosos. Fue creado por el padre José Mohr, en un pueblito de Hallin de los Alpes austriacos, el 24 de diciembre de 1818. Esa misma noche, el padre Mohr estaba organizando su sermón para la Misa de Gallo y, al leer un pasaje del Evangelio de San Lucas, escribe las primeras estrofas. A las pocas horas, concluye con su letra. Francisco Javier Guber se ofrece gustoso para componer su partitura original. Se ejecutó con el acompañamiento de guitarras. Años más tarde se lo interpretó con el coro de niños de la Capilla, en 1832, en la Catedral de San Petersburgo y luego se lo difundió por todo el mundo.
Hoy los villancicos han quedado desligados de los bailes y de las licenciosas representaciones de antaño y se han convertido en algo tan respetable que la mayoría de las catedrales e iglesias organizan conciertos y villancicos, permitiendo así el retorno de una antigua tradición que en un tiempo fue condenada como obra del demonio (Morris, 1993: 136).
Los villancicos han sido recreados por distintos coros y grupos musicales en las que se presentan composiciones que reintegran como música de cámara, así como también las versiones infantiles, cantadas por niños, con un estilo propio como la Coral Cordobesa de los Pedroches, o bien la incorporación de un estilo personal de los cantantes populares como el caso de Luis Miguel.
CANTOS GREGORIANOS
Los Cantos Gregorianos pertenecen a una antigua tradición cristiana medieval. En los antiguos monasterios, los monjes interpretaban en latín fragmentos de las Sagradas Escrituras. Se caracterizan por ser cantos sopranos, utilizando una combinación de sólo cinco notas musicales: re, mi, fa, sol, la, dando un clima de elevación y misterio: la proclamación pública de la palabra de Dios hecha carne en Jesús, el día de la Navidad.
Los Cantos Gregorianos de los Coros de las Abadías de Montserrat, Maumont, Saint Wandrille, Hautecombe, Einsiedeln y Dominicano de Francia son populares en todo el mundo, y se interpretan en cada Liturgia Cristiana.
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NAVIDAD NEGRA (BLACK SABBATH)
En último término, cabría la posibilidad de analizar el nacimiento negro del dios de las tinieblas, una segunda comunidad religiosa que es el contrapunto con el Cristianismo: la adoración a Satanás o Black Sabbath, cuya celebración tiene idénticas características con el nacimiento del dios solar.
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