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Influencia de la revolución materialista propuesta por Karl Marx

Enviado por Natis P.


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Monografía destacada

    1. Justificación
    2. Problemática
    3. Objetivos
    4. Pensamiento y filosofía de Marx
    5. Actividad económica con la que no estaba de acuerdo Marx: el capitalismo
    6. Fracaso del marxismo y su inoperancia
    7. Influencia de Marx en la época que vivió y en la actual

    INTRODUCCION

    Según Kart Marx la historia es consecuencia de un desarrollo dialéctico en la infraestructura económica y social que es causante de hecho y de una evolución historia de la humanidad. Esta relación es la que determina las clases sociales y a una estructura formada por la ética, cultura, religión y un ordenamiento jurídico ya que Marx pensaba que la ideología de una época es desarrollada por la clase dominante y de esta forma la burguesía, al apoderarse del poder, predomina y crea un sentido de la ética, una cultura y un ordenamiento jurídico formando así una conciencia que es favorable para el sistema.

    En el curso de su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, y esas relaciones se convierten en trabas de las relaciones productivas, de esta forma se crea una revolución social afectando la estructura ideológica de forma que los hombres adquieren conciencia del conflicto.

    Históricamente, las relaciones capitalistas de producción serían la última forma antagónica del proceso histórico. El modo de producción del capitalismo industrial conducirá a la superación de la propiedad privada, no sólo por la rebelión de los oprimidos sino por la propia evolución del capitalismo, en el que la progresiva acumulación del capital determinaría la necesidad de nuevas relaciones de producción basadas en la propiedad colectiva de los medios de producción.

    Superada la propiedad privada, el hombre vencería la enajenación económica y a continuación, todas las demás. "La sociedad sin clases alcanzada mediante la praxis (práctica) revolucionaria, sería la síntesis del proceso histórico.

    El marxismo busca eliminar la propiedad privada de los medios que es realizada por el trabajo social, y no puede pertenecer a nadie privadamente, ya que esto daría a entender un sector que determina la explotación de otro e institucionaliza la explotación del hombre por el hombre. Para Karl Marx el capitalismo no es una fuerza personal, sino que al contrario es una fuerza social, que se da gracias al trabajo colectivo.

    Para el marxismo, el valor está determinado por el trabajo que los bienes contienen, y este se mide por el tiempo necesario para producirlo. Según él, sólo el trabajo es lo que posibilita que un bien tenga valor. Con esto quiere decir que hay bienes con un gran valor y cuya obtención ha costado poco trabajo. En conclusión a mayor tiempo de trabajo corresponde mayor valor e inversamente a menor tiempo menos valor. Por eso, una máquina que tiene una gran productividad, proporcionará artículos más baratos, mientras que si el mismo producto es hecho a mano, costará más caro.

    Si partimos de la premisa real de que no se puede sacar más valor del realmente producido globalmente, queda claro que, en realidad, todo lo que unos capitalistas pueden llegar a ganar utilizando el engaño o la estafa, otros lo tienen necesariamente que perder, única manera de que la masa de ganancia del capital social global, coincida con la plusvalía total producida, que la ganancia proviene de comprar barato y/o vender más caro.

    JUSTIFICACION

    Marx consideraba que habiendo igualdad había justicia social y por esta razón estaba en contra del capitalismo y de su organización económica, y creó un pensamiento contrario al capitalismo que fue llamado "comunismo" en donde todos los hombres estaban en igualdad de condiciones. El quería crear una revolución de tal magnitud en donde el proletariado acabara por completo con el capitalismo y se empezara a vivir con un pensamiento comunista.

    Para que todos estuviéramos en igualdad de condiciones y tanto proletarios como burgueses estuvieran al mismo nivel sin que nadie fuera más que nadie y las ganancias obtenidas con el trabajo fuera repartida a todos por igual ya que habían hecho el mismo esfuerzo y trabajo para ganarlas.

    PROBLEMATICA

    Karl Marx estaba en contra con las filosofías anteriores puesto q las consideraba solamente especulativas, teóricas y desvinculadas de la realidad, el objetivo de él era cambiar la realidad, transformarla y de esa forma mejorarla. Un ejemplo de esto fue su influencia socio-filosófica en las guerras como la de Rusia, Cuba y China.

    Karl Marx estaba en total desacuerdo y criticó duramente a la sociedad burguesa y pensaba que la raíz de esta situación se encontraba la injusta estructuración de la actividad económica y buscaba con la ayuda de su amigo Friedrich Engels la forma de acabar con ello para que la vida social dejara de ser injusta y alienante.

    El creía que la causa de esta injusticia social era la propiedad privada y estaba en total inconformismo con ella, ya que esto generaba la separación entre los propietarios o burgueses y los no propietarios o proletarios. Los burgueses reciben ganancias de todo el sudor y esfuerzo de los proletarios y solo les dan una pago mínimo para subsistir; el pensaba que este contexto no era justo ya que solo a través del esfuerzo del trabajo se hacia riqueza y por lo mismo los proletarios debían estar al mismo nivel de los burgueses.

    Quiero hacer un análisis mucho mas profundo de lo anterior y además de esto compararlo con la actualidad lo que no quiere decir que este en total acuerdo con todo su pensamiento y filosofía.

    OBJETIVO GENERAL

    Con esta monografía se analizara todo el pensamiento de Karl Marx comparándolo con lo que se vive hoy en día en el mundo, su influencia en la sociedad humana y surgimiento de nuevos pensamientos basados en ello.

    El nacimiento de nuevos grupos de izquierda con la misma filosofía de Karl Marx y el cambio que han podido generar con esto. Básicamente el objetivo es explicar todos aquellos puntos del pensamiento de Marx y también refutarle algunos, al igual que demostrar que esta filosofía no funcionó en la práctica, prueba de ello es la caída de la Unión Soviética.

    OBJETIVOS ESPECIFICOS

    • Analizar el pensamiento comunista de Karl Marx y su objetivo con ello.
    • Analizar la estructuración de la actividad económica con la que no estaba de acuerdo Karl Marx: el capitalismo.
    • La demostración de su inoperancia y los motivos que la causaron.
    • Influencia de Karl Marx en la época en que vivió y también en la actual.

    PENSAMIENTO Y FILOSOFIA DE MARX

    COMUNISMO

    El comunismo tiene antecedentes muy antiguos incluyendo La República de Platón y las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad comunista surgió, a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y desarrollo del capitalismo moderno. En aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos primeros experimentos comunistas fracasaron; realizados a pequeña escala, implicaban la cooperación voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas participaban en el proceso de gobierno.

    Posteriormente, el término comunismo pasó a describir al socialismo científico, la filosofía establecida por Karl Marx quien nació el 5 de mayo de 1818 en Tréveris (Alemania). Fue el segundo de los ocho hijos de un abogado judío liberal, que se convirtió al protestantismo con toda la familia. Cursó estudios en el gimnasio jesuita de Trier y posteriormente en las universidades de Bonn, Berlín y Jena. En el año 1842 se publicó un artículo suyo en la Rheinische Zeitung de Colonia, convirtiéndose algún tiempo después en jefe de redacción. Tuvo problemas con las autoridades por las críticas que realizó sobre las condiciones sociales y políticas, en sus artículos periodísticos y fue obligado a dejar su puesto en el rotativo en 1843. Se casa con Jenny von Westphalen y en 1844 se traslada a París de donde es expulsado y se establece en Bruselas donde traba una amistad que dura toda la vida con Federico Engels con quien intercambiaba pensamientos y opiniones.

    En sus obras, Marx y Engels intentaron analizar la sociedad capitalista. Pusieron de manifiesto las contradicciones existentes en el seno de la sociedad contemporánea: los derechos fundamentales no habían abolido la injusticia; los gobiernos constitucionales no evitaban ni la mala gestión ni la corrupción; la ciencia posibilitaba el dominio de la naturaleza pero no el de las fluctuaciones de los ciclos económicos; y la eficiencia de los modernos modos de producción no evitaba la existencia de barrios marginales en medio de la abundancia. Describían la historia de la humanidad como el intento, de hombres y mujeres, por desarrollar y aplicar su potencial creativo con el fin de controlar las fuerzas de la naturaleza para poder mejorar la condición humana. Al realizar este esfuerzo para desarrollar y controlar las fuerzas productivas, la humanidad ha logrado grandes éxitos; la historia consiste en la historia del progreso. No obstante, al buscar el desarrollo de la productividad se han creado varias instituciones que han provocado una explotación, dominación y muchos otros males; el precio que la humanidad tiene que pagar por el progreso

    Es el tener una sociedad injusta.

    Según Marx, todos los sistemas sociales del pasado habían sido un medio para que unos pocos, ricos y poderosos, pudieran vivir a costa del trabajo y la miseria de una mayoría pobre. Por eso, todo sistema está amenazado por un posible conflicto surgido de cada contradicción histórica. Además, cada modo de producción que se sucede en el tiempo tiene fallos que, antes o después, terminarán por destruirlo, bien por su propia desintegración, bien por una revolución alentada por la clase oprimida.

    Engels y Marx pensaban que el sistema capitalista también tenía fallos y, por lo tanto, estaba condenado a su autodestrucción. Intentaron demostrar que cuanto más productivo fuera el sistema, más difícil sería que funcionara: cuantos más bienes fuera acumulando menos utilidad marginal se obtendría de esos bienes; cuanto más preparada estuviera la población, menos podrían utilizar sus capacidades. En definitiva, el capitalismo acabaría ahogándose en su propia riqueza. Se creía que el colapso de la economía capitalista culminaría en una revolución política en la que el proletariado se rebelaría contra la clase opresora y acabaría con la propiedad privada de los medios de producción. Dirigida por y para el pueblo (tras un breve periodo de dictadura proletaria), la economía produciría, no en virtud del lucro y la rentabilidad, sino de las necesidades de la sociedad, con lo cual, una vez satisfechas éstas, las desigualdades desaparecerían a la par que los gobiernos coercitivos. Este proceso ocurriría, según las previsiones de Marx y Engels, en los estados más industrializados de Europa occidental, donde el capitalismo había creado las condiciones necesarias para que estos cambios tuvieran lugar.

    El comunismo es una ideología política cuya principal aspiración es la consecución de una sociedad en la que los principales recursos y medios de producción pertenezcan a la comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades.

    Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para lograr la abolición de la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado.

    SOCIALISMO

    Debido a esto se dio algo que se llamo socialismo desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal (parcial o completo) de los sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo.

    Aunque el objetivo final de los socialistas era establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado cada vez más en reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo diversos significados en función del lugar y la época donde arraigara.

    El socialismo es, desde su concepción, un movimiento internacional que promueve la lucha entre clases sociales y no entre países en contra de un sistema capitalista, que según Marx, trae en su semilla su propia destrucción. Por esto en el ámbito internacional, las luchas se extienden desde Francia, donde estudiantes y trabajadores luchan por mejorar sus condiciones de vida, hasta Indonesia, donde se encuentran en medio de una revolución.

    En septiembre de 1844 pasó unos días en París Federico Engels. En la primavera de 1847, se afiliaron a una sociedad secreta de propaganda, la Liga de los Comunistas, tomaron parte destacada en el II Congreso de dicha organización (celebrado en Londres, en noviembre de l847) y redactaron, por encargo del mismo, el famoso Manifiesto del Partido Comunista, que fue publicado en febrero de 1848. Esta obra expone, con una claridad y una brillantez geniales, la nueva concepción del mundo; el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vida social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel revolucionario histórico mundial del proletariado como creador de una sociedad nueva, comunista.

    La época de la animación de los movimientos democráticos, a fines de la década del 50 y en la década del 60, llamó de nuevo a Marx al trabajo práctico. El 28 de septiembre de 1864 se fundó en Londres la famosa I Internacional, la Asociación Internacional de los Trabajadores. Alma de esta organización era Marx, que fue el autor de su primer Manifiesto y de un gran número de acuerdos, declaraciones y llamamientos. Con sus esfuerzos por unificar el movimiento obrero de los diferentes países y por traer a los cauces de una actuación común las diversas formas del socialismo no proletario. Después de la caída de la Comuna de París (1871) analizó la situación y concluyó que la Internacional no podía subsistir en Europa.

    La intensa labor en la Internacional y los estudios teóricos, todavía más intensos, quebrantaron definitivamente la salud de Marx. Este prosiguió su obra de transformación de la Economía Política y se consagró a terminar El Capital, reuniendo con este objeto una infinidad de nuevos documentos y poniéndose a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad le impidió dar cima a El Capital.

    El socialismo es una utopía que plantea la autorrealización y bienestar, la influencia política y el estatus social como una igualdad de oportunidades.

    Clases de socialismo

    -Socialismo Corporativo

    Ramificación del socialismo formulado en Gran Bretaña a principios del siglo XX para reemplazar al capitalismo. El principal líder del movimiento creado para promover el socialismo corporativo fue el economista británico George Douglas Howard Cole.

    El sistema social que pretendían instaurar los socialistas corporativos se centraba en los sistemas de propiedad y utilización de los medios de producción, distribución e intercambio industrial entre naciones a través de gremios o corporaciones, que no tenían nada que ver con los gremios de la edad media.

    Estos gremios modernos debían poseer una serie de características: cada gremio estaría formado por todos los trabajadores, gestores, empresarios y técnicos de la industria, profesión o comercio sobre el que el gremio tuviera jurisdicción; dispondría de autonomía en cuanto a los problemas relativos de la producción; y representantes se elegirían democráticamente. Incluso los gestores serían elegidos democráticamente por los trabajadores y debían poner en práctica lo que éstos decidieran.

    Los socialistas corporativos nunca se pusieron de acuerdo sobre qué tipo de Estado debería gobernar esta sociedad. Algunos pensaban que el Estado tenía que desempeñar únicamente funciones de defensa del orden público, la defensa nacional y las relaciones con el exterior. Otros, concretamente Cole, defendían un sistema de gobierno mediante comunas, que tendrían organizaciones para representar a los consumidores y a los productores, y se encargarían de la planificación económica nacional, de legislar e interpretar las leyes, de gestionar las finanzas y de responsabilizarse tanto de la defensa nacional como de las relaciones con el exterior.

    Casi todos los socialistas corporativos pensaban que el cambio del capitalismo al socialismo debía ser fundamentalmente económico y no político, por lo que consideraban que la acción política era únicamente un medio para propagar sus ideas. En lugar de la acción política desarrollaron el principio de acaparar el control, para que los trabajadores, unidos mediante sindicatos, pudieran ir conquistando gradualmente el control de la administración de las empresas industriales y conseguir arrebatárselas a los propietarios privados.

    La primera organización creada para fomentar los principios del socialismo corporativo fue el movimiento de Restauración de los Gremios, creado en 1906 y reemplazado en 1915 por la Liga Nacional de Gremios. El liderazgo de esta organización fue disminuyendo a partir de la década de 1920, a medida que el Partido Laborista aumentaba el número de afiliados y su importancia. En 1930 la Liga ya no existía.

    -Socialismo Cristiano

    Movimiento de mediados del siglo XIX surgido dentro de la Iglesia de Inglaterra que se unió a la idea de que el socialismo es el resultado directo del desarrollo del cristianismo y, para ser efectivo, debe estar basado en principios cristianos. Sus principales defensores eran Frederick Maurice, Charles Kingsley y John Ludlow, quien en el año 1848 empezó a publicar Políticas para la gente, un periódico semanal que apoyaba a la clase trabajadora y animaba a los ricos a practicar la justicia y la caridad imbuidos del espíritu del compañerismo cristiano. Más tarde, este organismo publicó Tratado sobre el socialismo cristiano, fomentando la cooperación más que la competencia o rivalidad entre los trabajadores.

    En la práctica lo que ha ocurrido es que durante las décadas en que la dictadura totalitaria ha gobernado en nombre del socialismo y del comunismo, han dejado profundamente desacreditadas las ideas de la liberación social. En la mentalidad de las masas el socialismo se identifica con la gran potencia, con el autoritarismo, con la jerarquía de los funcionarios, con el control ideológico total.

    Por décadas, "la cortina de hierro" ha impedido que las ideas y los proyectos de la izquierda no estalinista llegasen a la URSS. Desde la caída de "la cortina" el vacío de ideas ha comenzado a ser llenado por diversas teorías y doctrinas reaccionarias: desde los testigos de Jehová al postmodernismo. Pero el pensamiento social occidental de izquierda de los años veinte a los noventa, permanece hasta ahora casi desconocido. No se puede tolerar más esta situación.

    El estalinismo ha aislado a la actual generación de los socialistas rusos de las principales corrientes del pensamiento socialista internacional y de la experiencia teórica y práctica acumulada en el pasado por sus antecesores. Todo lo que no provenía de la ideología oficial de Estado era silenciado o completamente distorsionado. El pensamiento revolucionario de la liberación puede desarrollarse sólo a través del diálogo entre tendencias diversas. El sectarismo, la psicosis aislacionista de distintos grupos es un callejón sin salida.

    La discusión, el enfrentamiento entre distintos puntos de vista sobre los principales problemas del socialismo, el estudio de las posiciones a favor o en contra de esta o aquella teoría o programa, representan la condición necesaria para la elaboración de una concepción del mundo de izquierda realmente científica y no superficial.

    Por esto, al igual que el resto de las ideologías extremistas, no tiene un gran futuro, pues el planteamiento es un tanto exagerado y sumamente utópico, con la diferencia que ésta ideología sí se ha llevado a la práctica, aunque como ya vimos, no con muy buenos resultados, lo que le han merecido una falta de confianza tal, que una sola nación en la tierra (Cuba) sigue creyendo en él (o por lo menos llevándolo a la práctica) a pesar de que el mundo entero opine (entiéndase en gran parte la oposición que Estados Unidos de América manifiesta a esta forma de gobierno).

    Si bien sus inicios se remontan a la época de la Revolución Francesa y los discursos de François Nöel Babeuf, el término comenzó a ser utilizado de forma habitual en la primera mitad del siglo XIX por los intelectuales radicales, que se consideraban los verdaderos herederos de la Ilustración tras comprobar los efectos sociales que trajo consigo la Revolución Industrial.

    Entre sus primeros teóricos se encontraban el aristócrata francés conde de Saint-Simon, Charles Fourier y el empresario británico y doctrinario utópico Robert Owen. Como otros pensadores, se oponían al capitalismo por razones éticas y prácticas. Según ellos, el capitalismo constituía una injusticia: explotaba a los trabajadores, los degradaba, transformándolos en máquinas o bestias, y permitía a los ricos incrementar sus rentas y fortunas aún más mientras los trabajadores se hundían en la miseria. Mantenían también que el capitalismo era un sistema ineficaz e irracional para desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad, que atravesaba crisis cíclicas causadas por periodos de superproducción o escasez de consumo, no proporcionaba trabajo a toda la población (con lo que permitía que los recursos humanos no fueran aprovechados o quedaran infrautilizados) y generaba lujos, en vez de satisfacer necesidades.

    El socialismo suponía una reacción al extremado valor que el liberalismo concedía a los logros individuales y a los derechos privados, a expensas del bienestar colectivo.

    Sin embargo, era también un descendiente directo de los ideales del liberalismo político y económico. Los socialistas compartían con los liberales el compromiso con la idea de progreso y la abolición de los privilegios aristocráticos aunque, a diferencia de ellos, denunciaban al liberalismo por considerarlo una fachada tras la que la avaricia capitalista podía florecer sin obstáculos.

    Gracias a Karl Marx y a Friedrich Engels, el socialismo adquirió un soporte teórico y práctico a partir de una concepción materialista de la historia. El marxismo sostenía que el capitalismo era el resultado de un proceso histórico caracterizado por un conflicto continuo entre clases sociales opuestas. Al crear una gran clase de trabajadores sin propiedades, el proletariado, el capitalismo estaba sembrando las semillas de su propia muerte, y, con el tiempo, acabaría siendo sustituido por una sociedad comunista.

    En 1864 se fundó en Londres la Primera Internacional, asociación que pretendía establecer la unión de todos los obreros del mundo y se fijaba como último fin la conquista del poder político por el proletariado. Sin embargo, las diferencias surgidas entre Marx y Bakunin (defensor del anarquismo y contrario a la centralización jerárquica que Marx propugnaba) provocaron su ruptura. Las teorías marxistas fueron adoptadas por mayoría; así, a finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora, con la única excepción del movimiento laborista de los países anglosajones, donde nunca logró establecerse, y de diversas organizaciones anarquistas que arraigaron en España e Italia, desde donde se extendieron, a través de sus emigrantes principalmente, hacia Sudamérica.

    También aparecieron partidos socialistas que fueron ampliando su capa social (en 1879 fue fundado el Partido Socialista Obrero Español). La transformación que experimentó el socialismo al pasar de una doctrina compartida por un reducido número de intelectuales y activistas, a la ideología de los partidos de masas de las clases trabajadoras coincidió con la industrialización europea y la formación de un gran proletariado.

    Los socialistas o socialdemócratas (por aquel entonces, los dos términos eran sinónimos) eran miembros de partidos centralizados o de base nacional organizados de forma precaria bajo el estandarte de la Segunda Internacional Socialista que defendían una forma de marxismo popularizada por Engels, August Bebel y Karl Kautsky. De acuerdo con Marx, los socialistas sostenían que las relaciones capitalistas irían eliminando a los pequeños productores hasta que sólo quedasen dos clases antagónicas enfrentadas, los capitalistas y los obreros. Con el tiempo, una grave crisis económica dejaría paso al socialismo y a la propiedad colectiva de los medios de producción.

    Mientras tanto, los partidos socialistas, aliados con los sindicatos, lucharían por conseguir un programa mínimo de reivindicaciones laborales. Esto quedó plasmado en el manifiesto de la Segunda Internacional Socialista y en el programa del más importante partido socialista de la época, el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD, fundado en 1875). Dicho programa, aprobado en Erfurt en 1890 y redactado por Karl Kautsky y Eduard Bernstein, proporcionaba un resumen de las teorías marxistas de cambio histórico y explotación económica, indicaba el objetivo final (el comunismo), y establecía una lista de exigencias mínimas que podrían aplicarse dentro del sistema capitalista.

    Estas exigencias incluían importantes reformas políticas, como el sufragio universal y la igualdad de derechos de la mujer, un sistema de protección social (seguridad social, pensiones y asistencia médica universal), la regulación del mercado de trabajo con el fin de introducir la jornada de ocho horas reclamada de forma tradicional por anarquistas y sindicalistas y la plena legalización y reconocimiento de las asociaciones y sindicatos de trabajadores.

    Los socialistas creían que todas sus demandas podían realizarse en los países democráticos de forma pacífica, que la violencia revolucionaria podía quizás ser necesaria cuando prevaleciese el despotismo (como en el caso de Rusia) y descartaban su participación en los gobiernos burgueses. La mayoría pensaba que su misión era ir fortaleciendo el movimiento hasta que el futuro derrumbamiento del capitalismo permitiera el establecimiento del socialismo. Algunos (como por ejemplo Rosa Luxemburg) impacientes por esta actitud contemporizadora, abogaron por el recurso de la huelga general de las masas como arma revolucionaria si la situación así lo requería.

    El SPD proporcionó a los demás partidos socialistas el principal modelo organizativo e ideológico, aunque su influencia fue menor en la Europa meridional. En Gran Bretaña los poderosos sindicatos intentaron que los liberales asumieran sus demandas antes que formar un partido obrero independiente. Hubo, pues, que esperar hasta 1900 para que se creara el Partido Laborista, que no adoptó un programa socialista dirigido hacia la propiedad colectiva hasta 1918.

    Por el socialismo surgieron los Bolcheviques y socialdemócratas ya que en la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa provocaron la ruptura de la Segunda Internacional entre los partidarios del bolchevismo de Lenin y los socialdemócratas reformistas, que habían respaldado en su mayoría a los gobiernos nacionales durante la guerra a pesar de las proclamaciones pacifistas de la Internacional. Los primeros fueron conocidos como comunistas y los segundos siguieron siendo, durante todo el periodo de entreguerras, la corriente dominante del movimiento socialista europeo, contando con el apoyo del electorado en general bajo una serie de nombres: Partido Laborista en Gran Bretaña, Países Bajos y Noruega, Partido Socialdemócrata en Suecia y Alemania, Partido Socialista en Francia e Italia, Partido Socialista Obrero en España, y Partido Obrero en Bélgica.

    En estos años, en el seno de estos partidos socialistas se produjo la escisión de grupos proclives al comunismo leninista, apareciendo así los partidos comunistas en diferentes países como Francia, Italia o España (el Partido Comunista de España fue fundado en 1921). En la Unión Soviética y, más tarde, en los países comunistas surgidos después de 1945, el término socialista hacía referencia a una fase de transición entre el capitalismo y el comunismo, la etapa correspondiente a la dictadura del proletariado marxista. En los demás países, los socialistas aceptaron todas las normas básicas de la democracia liberal: elecciones libres, derechos fundamentales y libertades públicas, pluralismo político y soberanía del Parlamento. La rivalidad existente entre socialistas y comunistas sólo se interrumpió de forma transitoria como ocurrió a mediados de la década de 1930, para unir sus fuerzas contra el fascismo en la política denominada de ‘Frente Popular’.

    Después de 1945, los partidos socialistas se convirtieron, en la mayor parte de Europa occidental, en la principal alternativa frente a los partidos conservadores y democristianos, siendo Suiza y la República de Irlanda las principales excepciones. Aun manteniendo su antiguo compromiso con el socialismo como ‘estado final’, es decir, una sociedad en la que se anularan las diferencias sociales, desarrollaron un concepto de socialismo ‘como proceso’ propuesta que había sido anticipada por el revisionista alemán Eduard Bernstein a finales del siglo XIX.

    En la práctica, esto significaba que, mientras sus seguidores más comprometidos se aferraban a la idea de un objetivo final, los partidos socialistas, por esta época a menudo en el poder, se concentraban en reformas socioeconómicas factibles dentro del sistema capitalista. Aunque variaban según los países, las reformas socialistas incluían, en primer lugar, la introducción de un sistema de protección social (conocido como Estado de bienestar) que, en la formulación tomada del reformista liberal británico William Beveridge, protegiera a todos los ciudadanos "desde la cuna hasta la tumba", y en segundo lugar, la consecución del pleno empleo mediante técnicas de gestión macroeconómica desarrolladas por otro liberal, John Maynard Keynes.

    En Gran Bretaña estas reformas fueron llevadas a cabo por los primeros gobiernos laboristas de la posguerra. En el resto de Europa los socialistas alcanzaron algunos de sus objetivos, ya fuera en el seno de una coalición gubernamental con otros partidos (como fue el caso de Bélgica y Países Bajos, y, en la década de 1970 en Alemania) o ejerciendo una presión efectiva sobre los gobiernos no socialistas.

    Fue sobre todo después de 1945 cuando se relacionó el socialismo con la gestión de la economía por parte del Estado y con la expansión del sector público a través de las nacionalizaciones.

    Aunque los activistas socialistas concebían la propiedad estatal como un primer paso hacia la abolición del capitalismo, las nacionalizaciones tenían por lo general objetivos más prácticos, como rescatar empresas capitalistas débiles o ineficaces, proteger el empleo, mejorar las condiciones de trabajo o controlar las empresas de servicio público.

    A pesar de que las nacionalizaciones han sido relacionadas a menudo con los partidos socialistas fueron con frecuencia los gobiernos de partidos no socialistas los que recurrían a ellas, como ocurrió en Francia (1945-1947), Austria (1945-1947) e Italia (1945-1947 y en la década de 1960). Por el contrario, un partido socialista triunfante como el Partido Socialdemócrata Sueco, en el poder desde 1932 hasta 1976, entre 1982 y 1991 y de nuevo desde 1994, no recurrió a la propiedad estatal y optó en cambio por controlar el mercado del trabajo y mantener el pleno empleo, a la vez que creaba un sistema de ‘salarios justos’ conocido con el nombre de ‘política solidaria de salarios’. Los socialdemócratas alemanes, que formaron varios gobiernos de coalición entre 1966 y 1982, se centraron en el desarrollo económico y experimentaron con formas de democracia industrial.

    En el aspecto internacional, la mayoría de los partidos socialistas se alinearon junto a Occidente durante la Guerra fría, aunque importantes minorías dentro de cada partido intentaran hallar una vía intermedia entre la democracia capitalista y el comunismo soviético, denunciaron la política exterior estadounidense y expresaron su solidaridad con los países en vías de desarrollo.

    En lo sustancial, el socialismo ha seguido estando limitado a Europa occidental o a países cuya población es o ha sido de origen europeo, como Australia, Nueva Zelanda, Israel o varios países latinoamericanos. La principal excepción la constituyen los Estados Unidos, donde nunca ha existido un partido socialista importante, algo que ha dejado a menudo perplejos a los teóricos socialistas, que se equivocaron al creer que la industrialización conlleva siempre el advenimiento del socialismo. En el resto del mundo se consideró al socialismo como una variante del comunismo, de ahí las frecuentes referencias que se hacen al socialismo africano y al socialismo árabe.

    En Latinoamérica existen partidos socialistas importantes en Chile, Ecuador, Venezuela y Uruguay; en otros países forman frentes políticos con otras organizaciones. El partido socialista más antiguo de Latinoamérica es el argentino, fundado en 1896 por socialistas alemanes e italianos. En Brasil el Partido Socialista se fundó en 1916. En Chile los movimientos socialistas se transformaron en partido político en 1915. El primer diputado socialista del Uruguay fue elegido en 1911. En Puerto Rico, Santiago Iglesias, hermano de Pablo Iglesias, dirigente socialista español, fue elegido diputado en 1917. En Cuba, el Partido Socialista fue fundado en 1910. En México muchos socialistas están incluidos en el oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como en partidos de la oposición de izquierdas. En general, y bajo la denominación socialista, obrerista, trabalhista (Brasil), los movimientos socialistas tienen gran importancia en toda la América de habla hispana.

    En Asia, más que una doctrina de claro cuño anticapitalista, el socialismo era sólo una ideología que defendía la modernización por parte del Estado, liberado de cualquier presión colonial o imperialista. Aunque sólo en contadas ocasiones desembocaron en la formación de partidos independientes basados en el modelo occidental europeo, las ideas socialistas tuvieron una gran influencia en los movimientos independentistas anticoloniales, en especial sobre el Congreso Nacional Indio de la India, el Congreso Nacional Africano de Sudáfrica y sobre algunos regímenes poscoloniales, como fue el caso de Zambia, Tanzania y Zimbabwe.

    La relación entre el primer Estado comunista y el resto del mundo fue, lógicamente, problemática. Para Occidente, un gobierno comunista siempre constituiría una amenaza y desde su implantación, se intentó destruirlo por la fuerza; estos intentos no hicieron más que reforzar los esfuerzos del gobierno comunista por salvaguardar su integridad extendiendo la revolución al resto del mundo. A pesar de su posición aislada y amenazada, el régimen comunista también necesitaba establecer relaciones comerciales y alianzas con otros países. Entre 1945 y 1975 el número de países comunistas aumentó espectacularmente, en parte porque los países vencedores de la II Guerra Mundial se repartieron el mundo y, en parte, porque los movimientos revolucionarios comunistas fueron ganando fuerza en muchos países del Tercer Mundo. Los rápidos cambios políticos ocurridos en Europa del Este, la URSS y otros lugares del mundo entre 1989 y 1991 redujeron de forma dramática el número de regímenes comunistas existentes. Los gobiernos comunistas que aún perduran siguen leales a las doctrinas de Marx y Lenin, pero difieren no sólo en tamaño y desarrollo industrial, sino también en la interpretación de sus principios, objetivos y forma de gobierno. El comunismo mundial también abarca numerosos movimientos que luchan por el poder y son todavía más heterogéneos que los regímenes comunistas existentes.

    LA PLUSVALÍA O PLUSVALOR

    Valor-Trabajo

    Para el marxismo, el valor está determinado por el trabajo que los bienes contienen, y este se mide por el tiempo necesario para producirlo. Según él, sólo el trabajo es lo que posibilita que un bien tenga valor. Con esto quiere decir que hay bienes con un gran valor y cuya obtención ha costado poco trabajo. En conclusión a mayor tiempo de trabajo corresponde mayor valor e inversamente a menor tiempo menos valor. Por eso, una máquina que tiene una gran productividad, proporcionará artículos más baratos, mientras que si el mismo producto es hecho a mano, será más caro.

    Marx analiza el movimiento económico de la sociedad burguesa ajustándose a dos supuestos: que las mercancías se intercambian por sus respectivos valores y que el mercado se encuentra en condiciones de permanente equilibrio entre oferta y demanda. Estos dos supuestos son irreales, porque las mercancías no se intercambian por sus valores sino por los precios de mercado, que fluctúan permanentemente según los desequilibrios entre la oferta y la demanda: cuando la oferta excede a la demanda los precios descienden por debajo de su valor de mercado (valor de la oferta) y viceversa cuando ocurre lo contrario.

    Marx afirma en su libro "El capital" que cuando la oferta y la demanda se anulan mutuamente, dejan de explicar nada, no actúan sobre el valor de mercado, y con más razón nos dejan a oscuras en cuanto a por qué el valor de mercado se expresa precisamente en esta suma de dinero y no en otra.

    Si partimos de la premisa real de que no se puede sacar más valor del realmente producido globalmente, queda claro que, en realidad, todo lo que unos capitalistas pueden llegar a ganar utilizando el engaño o la estafa, otros lo tienen necesariamente que perder, única manera de que la masa de ganancia del capital social global, coincida con la plusvalía total producida, que la ganancia proviene de comprar barato y/o vender más caro, como lo nombra Marx al decir que puede ocurrir que el poseedor de mercancías A sea tan astuto, que engañe a sus colegas B o C y que éstos, pese a toda su buena voluntad, no sean capaces de tomarse la revancha. A vende a B vino por valor 40 libras esterlinas y recibe a cambio trigo por valor de 50 libras. Mediante esta operación A habrá convertido sus 40 libras en 50, sacando más dinero del que invirtió y transformando su mercancía en capital. Observemos la cosa más de cerca. Antes de realizarse esta operación, teníamos en manos de A vino por valor de 40 libras esterlinas y en manos de B trigo por valor de 50 libras, o sea, un valor total de 90 libras esterlinas.

    El valor circulante no ha aumentado ni un átomo: lo único que ha variado es su distribución entre A y B. Lo que de un lado aparece como plusvalía, es del otro lado minusvalía; lo que de una parte representa un más, representa de la otra un menos. Si A hubiese robado las 10 libras a B, sin guardar las formas del intercambio, el resultado sería el mismo. Es evidente que la suma de los valores circulantes no aumenta, ni puede aumentar por muchos cambios que se operen en su distribución, del mismo modo que la masa de los metales preciosos existentes en un país no aumenta por el hecho de que un judío venda un céntimo del tiempo de la reina Ana por una guinea. La clase capitalista de un país no puede engañarse a sí misma en bloque.

    El pensamiento positivo de Marx respecto del valor y del plusvalor es el siguiente que cada trabajo concreto produce un valor de uso específico, destinado a satisfacer una necesidad social también específica. El conjunto de los trabajos concretos da por resultado el universo de los valores de uso que constituyen la riqueza de la sociedad. Este trabajo colectivo o social que resume en sí al universo de trabajos concretos haciendo abstracción de todos ellos, es trabajo general, o indiferenciado, gasto de energía humana indistinta del cuerpo humano de cada trabajador. De ahí que Marx le denomine "trabajo abstracto".

    Marx también dice que si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una propiedad: la de ser productos del trabajo. Reduciendo se a trabajo humano indiferente, a trabajo abstractamente humano.

    De esta forma, a través de la competencia, en el mercado opera la tendencia objetiva a actualizar una media o promedio de trabajo social, que Marx denomina "trabajo socialmente necesario" para la producción de cada mercancía.

    Obviamente, en la sociedad capitalista los trabajos se valoran según el mayor o menor grado de complejidad respecto del trabajo más simple que todo asalariado posee por término medio sin necesidad de un desarrollo especial. El carácter de este trabajo medio simple varía según los diversos países y épocas culturales, pero es un dato de la realidad para una sociedad determinada. Así, en la España anterior e inmediatamente posterior a la guerra civil, donde un 64% de la población era analfabeta, el trabajo medio simple estaba fijado por ese nivel cultural y la carencia de todo oficio, mientras que hoy día exige como mínimo estudios preuniversitarios y una formación profesional específica.

    Marx dice que en la sociedad de productores privados, los particulares o las familias cargan con los costes de formación del trabajador calificado; por eso corresponde a los particulares el precio, más alto, de la fuerza de trabajo calificada: el esclavo hábil se vende más caro, y el obrero hábil cobra salario más alto.

    En la sociedad organizada de un modo socialista, es la sociedad la que carga con esos costes, y por eso le pertenecen también los costes, los valores mayores producidos por el trabajo compuesto. El trabajador mismo no tiene derecho a reclamar más que los otros.

    La teoría de Marx es totalmente opuesta al capitalismo que vivimos actualmente, a pesar de que esta cimentada en principios que, como tales son buenos, a mi criterio se necesitarían muchísimos valores de los cuales carecemos en el presente para llevarla acabo.

    Marx llegó al trabajo como la esencia de todo valor; el valor es una propiedad objetiva de todas las mercancías, por lo tanto tenía que encontrar su raíz en algo más que en la oferta y la demanda, el precio refleja un valor causado por el elemento común a todas las mercancías: el trabajo.

    Marx reconocía, como los clásicos, que en condiciones de competencia los precios fluctúan en torno a un punto definido. Si el precio de venta de una mercancía cae por debajo del coste de producción, el productor se verá expulsado del mercado. Si el precio de venta supera al de producción, aparece un exceso de beneficios, que atrae a los competidores y lleva a un exceso de producción, de manera que el precio disminuye. En consecuencia el punto alrededor del cual fluctúan los precios es el coste de producción, que para Marx es el coste del trabajo; Marx consideraba que el valor viene determinado por la producción.

    Si el valor de cambio de las mercancías viene determinado por el tiempo de trabajo que contienen ¿Cómo puede conciliarse esto con que los precios de mercado de las mercancías discrepen de su valor trabajo?, sabemos que la competencia garantiza una tasa uniforme de beneficio en toda la economía, con la teoría marxista del valor los beneficios tienen que ser más altos en las empresas intensivas en trabajo, pero esto no sucede. Marx creía que la solución del problema es que la competencia entre las empresas tiende a establecer una tasa uniforme de beneficio para todas las empresas.

    Según Marx, el coste de una mercancía se diferencia de su precio de venta en la cantidad media de ganancia, "las desviaciones del precio se anulan mediante una distribución uniforme de la plusvalía".

    Para Marx, los economistas clásicos raramente intercambiaban unas mercancías por otras, sino por dinero. Los escritos de Marx establecen una revolución mundial, que crearía una sociedad sin propiedad privada, "el comunismo conlleva una apropiación de la esencia humana y un retorno del hombre social, es decir humano, se soluciona el conflicto entre hombre y naturaleza y entre existencia y esencia".

    El comunismo soviético

    Conviene que utilicemos el nombre de comunismo soviético para referirnos al sistema económico dominante en el este de Europa, Rusia, China y otros países durante gran parte del siglo XX  y diferenciarlo así de los sistemas socialista y comunista previstos por Karl Marx o propuestos por otros autores clásicos o contemporáneos.

    El imperio ruso había estado creciendo y consolidándose hasta que, a principios del siglo XX, ocupaba un amplísimo territorio, en gran parte desierto, muy mal comunicado.  Parte de su población seguía en formas de vida neolíticas, en poblaciones agrícolas incomunicadas. Una pequeña proporción de la población vivía en ciudades.  Los bajos índices de alfabetización de la población habían impedido el triunfo de la revolución burguesa y liberal de otros países europeos. La forma de gobierno se había destacado siempre por una extraordinaria concentración de poder en un estado monárquico absolutista. Pero la primera guerra mundial hizo que la dinastía zarista, ya muy debilitada antes de la guerra, entrara en crisis y cayera. Los conflictos por la toma del poder vacante enfrentaron dos programas de gobierno radicalmente diferentes, el proyecto liberal encabezado por Kerensky, y el estatalista encabezado por el bolchevique Lenin. Fue este último el que se hizo con el poder e inicia un experimento social a una escala sin precedentes. Un nuevo sistema económico del que no había más que bosquejos teóricos, se impone a un inmenso país.

    A lo largo de la historia  de la humanidad, el conflicto entre los administradores de la sociedad y el individuo había sido una constante. Ese conflicto se había resuelto siempre en tablas. En algunas sociedades los individuos tenían mucha capacidad de iniciativa y libertad para adoptar decisiones, por ejemplo, en la Grecia Clásica; en otras, el estado concentraba mucho poder, como en algunas dinastías faraónicas. Pero siempre habían coexistido ambas formas de adopción de decisiones económicas. En el comunismo soviético, por primera vez, se intenta montar un sistema en el que todas las decisiones económicas sean planificadas por el estado.

    A mediados de los años treinta Stalin anuncia haberlo conseguido. Toda la propiedad privada sobre medios de producción ha desaparecido. La tierra y las fábricas, el comercio, la construcción, todos los medios de transporte, comunicación e información son propiedad y están controlados por el aparato del estado. Todos los ciudadanos trabajan en los puestos que les ha asignado el gobierno; todos los bienes y servicios que adquieren o reciben son proporcionados por el estado. En los demás países comunistas China, Europa oriental, sudeste asiático y Cuba no se alcanza ese grado, pero el gasto del estado representa en todos los casos más del 95% de la renta pero todo este sistema finaliza con un notable fracaso que será explicado posteriormente.

    MATERIALISMO

    Marx asume de Hegel que la realidad no es estática, sino dinámica y cambiante; que la realidad se encuentra en proceso de superación constante y que son las contradicciones u oposiciones el motor del cambio o transformación. Pero, a diferencia de Hegel, que con su idealismo concebía esta superación como un proceso guiado por una racionalidad, una idea o conciencia (un Dios), Marx, con su materialismo, ve el proceso guiado y determinado por las condiciones concretas materiales y económicas.

    El idealismo hegeliano establecía que las ideas gobiernan los acontecimientos del mundo. El materialismo marxiano defensa que las condiciones materiales y económicas determinan nuestras ideas. Las ideas no son entidades autónomas, sino esencias o verdades que descubrimos; son ideología o "pensamiento deformado". Mis ideas y mi conciencia son un resultado o una consecuencia del propio proceso vital. Así, Marx concibe la misma filosofía de Hegel como resultado de la realidad alemana del momento. Las condiciones de orden económico, fundamentales y determinantes, constituyen la infraestructura de una sociedad; las ideologías, instituciones, religión, normas, moral, etc., que dependen de ella, constituyen la superestructura.

    También de Hegel toma Marx los tres momentos del proceso de superación o dialéctico. Un proceso hecho de oposiciones o contradicciones que se reconcilian: una afirmación (una tesis o una situación inicial), una negación (antítesis o la negación, alienación, de la situación inicial) y una negación de la negación (una síntesis o una reconciliación de los opuestos). Ahora bien, Marx rechaza el uso abstracto y alejado de la vida cotidiana del método dialéctico. Para él, las contradicciones son concretas y materiales: el capitalismo industrial engendra su negación concreta en el proletariado, la clase de los que no tienen, la clase negada, y esta contradicción se superará en una sociedad sin clases, la negación de la negación. Es más, toda la historia de la humanidad está llena de contradicciones concretas.

    Marx introdujo la expresión materialismo histórico para referirse a su método científico de análisis de la realidad histórica, un método que aspira a descubrir causas materiales y establece el carácter dialéctico de la historia. Insistía en la necesidad de realizar una científica anatomía de la sociedad; a menudo repetía que para comprender los fenómenos sociales es preciso penetración científica y un poco de amor a los hombres.

    La expresión materialismo dialéctico, no es de Marx, sino que fue introducida por Engels; la acuñó recogiendo la concepción dialéctica implícita en el materialismo histórico pero extendiéndola o aplicándola a todos los ámbitos de la realidad, incluso a la naturaleza.

    Con el materialismo dialéctico se señala la filosofía oficial del comunismo, en cuanto teoría dialéctica de la realidad. Más que de un materialismo se trata en realidad de una dialéctica naturalista cuyos principios fueron expuestos por Marx, y desarrollados por Engels, en una forma que más tarde ha sido más o menos servilmente seguida por los filósofos del mundo comunista, que son los únicos discípulos de tal filosofía. Según Engels, Hegel reconoció perfectamente las leyes de la dialéctica, pero las consideró como «puras leyes del pensamiento» y de tal manera no fueron sacadas de la naturaleza y de la historia, sino otorgadas a ellas desde lo alto como leyes del pensamiento. Pero si damos vuelta a la cosa, todo resulta simple: las leyes de la dialéctica que en la filosofía idealista aparecen como extremadamente misteriosas, resultan en seguida simples y claras y serán expuestas después con mucha claridad. El conjunto de estas leyes determina, según Engels, la evolución necesaria, y necesariamente progresiva, del mundo natural. La evolución histórica sigue a la natural, con las mismas leyes. El sentido del proceso total es optimista. La organización de la producción según un plan, tal como se hará en la sociedad comunista, está destinada a elevar a los hombres por encima del mundo animal desde el punto de vista social, como el uso de los instrumentos de la producción lo ha hecho desde el punto de vista de la especie. Según se ve, el materialismo dialéctico de Engels no es más que la teoría de la evolución interpretada según los términos de las fórmulas dialécticas hegelianas, y conducida a su resultado más optimista.

    Se consideran actualmente como partes integrantes del materialismo dialéctico, el materialismo histórico y el materialismo metafísico. Acerca del segundo han insistido, más que Marx y Engels, Lenin y los comunistas rusos. Lenin recapituló así la tesis del materialismo: 1) Hay cosas que existen independientemente de nuestra conciencia, independientemente de nuestras sensaciones, fuera de nosotros. 2) No existe y no puede existir ninguna diferencia de principio entre el fenómeno y la cosa en sí. La única diferencia efectiva es entre lo conocido y lo que aún no lo es. 3) Acerca de la teoría del conocimiento, como en todos los otros campos de la ciencia, se debe razonar dialécticamente, es decir, no suponer nunca nuestro conocimiento, como invariable y ya hecho, sino analizar el proceso por el cual el conocimiento nace de la ignorancia o gracias al cual el conocimiento vago o incompleto resulta conocimiento más adecuado y preciso. Como se ve, tampoco estas tesis expresan una concepción materialista, sino que constituyen una reivindicación del realismo gnoseológico.

    El materialismo dialéctico se opone al idealismo, en el sentido en que considera que no existe más realidad fundamental que la materia; pero la materia no es una realidad inerte, sino dinámica, que contiene en sí la capacidad de su propio movimiento, como resultado de la lucha de los elementos contrarios, (siendo la contradicción la esencia de la realidad, al igual que para Hegel), que se expresa en el movimiento dialéctico. Así, el movimiento hegeliano de la idea a la cosa y a su reconciliación, queda invertido, según la famosa frase de Marx, pasando a convertirse en un movimiento que va de la cosa a la idea y a su futura reconciliación. Todo el bagaje conceptual de la dialéctica hegeliana es conservado por el materialismo dialéctico, pero orientado ahora en la dirección opuesta.

    El materialismo dialéctico no se opone sólo al idealismo hegeliano, sino a toda concepción mecanicista y atomista de la naturaleza, es decir, no finalista. Se opone, pues, a la concepción que había predominado en la ciencia en el siglo XVIII y que lo seguiría haciendo en los siglos XIX y XX. Es propia del idealismo hegeliano la afirmación de un final feliz de la historia, de una reconciliación de la realidad consigo misma en el Espíritu Absoluto, como resultado mismo del movimiento dialéctico, una finalidad que no desaparecerá del materialismo dialéctico, al conservar, como lo hace, la dialéctica hegeliana para explicar el movimiento en la naturaleza.

    Las propiedades que el materialismo dialéctico atribuye a la materia derivan de su concepción de la misma como única realidad objetiva, que es captada mediante los sentidos, permitiendo así su conocimiento. Del análisis de la materia se desprende que es infinita en duración, extensión, profundidad y movimiento. Que la materia es infinita en duración quiere decir que es eterna, increada e indestructible, por lo que el tiempo será concebido como una forma de existencia de la materia, constituyendo la eternidad y la temporalidad dos contrarios dialécticos de la materia. Que es infinita en extensión supone afirmar la infinitud del espacio. La afirmación de que es infinita en profundidad se refiere a la inagotable variedad de formas materiales, que se encuentran sometidas a un cambio perpetuo, es decir, a un movimiento infinito: movimiento y materia son inseparables.

    En cuanto a la conciencia, se distinguen cuatro formas o tipos de conciencia: la conciencia de sí, por la que accedemos al conocimiento de nuestro propio ser; la conciencia psicológica, por la que conocemos nuestra propia identidad y la diferenciamos de la de los demás y de las otras cosas; la conciencia de clase, por la que accedemos al conocimiento de los intereses del grupo social al que pertenecemos; y la conciencia social, que se forma en las sociedades humanas como una especie de trasfondo ideológico, por el que asumimos creencias y costumbres al margen de toda consideración crítica. La relación de la materia con la conciencia no dejará de plantear problemas, al ser concebida la conciencia como el resultado de las fuerzas materiales, que la determinan, no quedando, según la formulación tradicional del problema, espacio para la acción de una conciencia libre, de una conciencia que se autodetermina. La conciencia es necesariamente un producto, una manifestación, de la materia, inseparable de ella. Como tal, representa la capacidad que tiene el ser humano de comprender, pero también de amar y de decidir libremente.

    Retomando otra vez el tema de las leyes el materialismo dialéctico nos propone una interpretación de la realidad concebida como un proceso material en el que se suceden una variedad infinita de fenómenos, a partir de otros anteriormente existentes. Esta sucesión, no obstante, no se produce al azar o arbitrariamente, ni se encamina hacia la nada o el absurdo: todo el proceso está regulado por leyes que determinan su evolución desde las formas más simples a las más complejas, y que afectan a toda la realidad, natural y humana.

    Las leyes según las cuales la materia se mueve y se transforma son leyes dialécticas. Al igual que ocurre con la dialéctica hegeliana, que es simultáneamente un método y la expresión misma del dinamismo de la realidad, la dialéctica de Marx y Engels encerrará ese doble significado. No se puede convertir, sin embargo, la dialéctica en un proceso mecánico, en el que se suceden los tres momentos del movimiento (tesis, antítesis y síntesis), como se hace a menudo con Hegel, en un esquema mecánico sin contenido alguno. La dialéctica nos ofrece, pues, leyes generales, que son el fundamento de toda explicación de la realidad, pero también que afectan a toda la realidad (naturaleza, sociedad, pensamiento) y que son objetivas, independientes de la naturaleza humana. Marx y Engels enunciarán las siguientes tres leyes de la dialéctica:

    1. Ley de la unidad y lucha de contrarios

    Siguiendo los pasos de Heráclito y Hegel, Marx y Engels consideran que la realidad es esencialmente contradictoria. Todos los fenómenos que ocurren en la Naturaleza son el resultado de la lucha de elementos contrarios, que se hallan unidos en el mismo ser o fenómeno, siendo la causa de todo movimiento y cambio en la Naturaleza, en la sociedad y en el pensamiento. Con esta ley se explica, pues, el origen del movimiento. Entre los argumentos que se aportan para justificar esta explicación predominan los procedentes de las ciencias (Física, Ciencias naturales, Matemáticas, Economía), pero también de la Historia y de la filosofía. Entre las parejas de contrarios puestas como ejemplos podemos citar: atracción y repulsión, movimiento y reposo, propiedades corpusculares y ondulatorias, herencia y adaptación, excitación e inhibición, lucha de clases, materia y forma, cantidad y cualidad, sustancia y accidentes.

    2. Ley de transición de la cantidad a la cualidad

    Hablamos de cambio cualitativo cuando una cosa se transforma en otra que es esencialmente distinta. Según la ley de transición de la cantidad a la cualidad, el aumento o disminución de la cantidad de materia influye en la transformación de una cosa en otra distinta. La acumulación o disminución de la materia es progresiva, mientras que el cambio de cualidad supone una modificación radical de la cosa, una revolución. Con esta ley se explica el desarrollo de los seres y los fenómenos naturales, sociales, etc.

    Todos los objetos de la naturaleza poseen características mensurables, por lo que su esencia, su cualidad, es inseparable de los aspectos cuantitativos. Cuando una cosa pasa de poseer una cualidad a poseer otra hablamos de "salto cualitativo". Como todo movimiento es el resultado de la lucha de elementos contrarios, el salto cualitativo supone la resolución de una contradicción, que da lugar a una nueva realidad, que representa un avance en el desarrollo de la Naturaleza. El salto cualitativo no supone el mero cambio de una cualidad por otra, sino por otra que supera, de alguna manera, a la anterior.

    3. Ley de negación de la negación.

    La ley de negación de la negación completa la anterior, explicando el modo en que se resuelve la contradicción, dando paso a una realidad nueva que contiene los aspectos positivos de lo negado. El primer momento del movimiento dialéctico, el de la afirmación, supone la neta existencia de una realidad; el segundo momento, el de la negación, supone la acción del elemento contrario que, en oposición con el primer momento, lo niega. El tercer momento, negando al segundo, que era ya, a su vez, la negación del primero, se presenta como el momento de la reconciliación, de la síntesis, recogiendo lo positivo de los dos momentos anteriores. Una vez alcanzado este estadio del movimiento nos encontramos ante una nueva realidad que entrará de nuevo en otro ciclo de transformación dialéctica, dando lugar, así, al desarrollo progresivo de la Naturaleza, de la sociedad humana y del pensamiento. Un desarrollo que se dirige hacia formas más completas, más perfectas, más integradoras, de la realidad.

    El materialismo dialéctico es llamado así porque su modo de abordar los fenómenos de la naturaleza, su método de estudiar estos fenómenos y de concebirlos, es dialéctico y su interpretación de los fenómenos de la naturaleza, su modo de enfocarlos, su teoría, materialista.

    El materialismo filosófico marxista se caracteriza por los siguientes rasgos fundamentales:

    A) En oposición al idealismo, que considera el mundo como la encarnación de la "idea absoluta", del "espíritu universal", de la "conciencia", el materialismo filosófico de Marx parte del criterio de que el mundo es, por su naturaleza, algo material; de que los múltiples y variados fenómenos del mundo constituyen diversas formas y modalidades de la materia en movimiento; de que los vínculos mutuos y las relaciones de interdependencia entre los fenómenos, que el método dialéctico pone de relieve, son las leyes con arreglo a las cuales se desarrolla la materia en movimiento; de que el mundo se desarrolla con arreglo a las leyes que rigen el movimiento de la materia, sin necesidad de ningún "espíritu universal".

    "La concepción materialista del mundo — dice Engels — significa sencillamente concebir la naturaleza tal y como es, sin ninguna clase de aditamentos extraños"

    Refiriéndose a la concepción materialista de un filósofo de la antigüedad, Heráclito, según el cual "el mundo, que es la unidad de todo lo existente, no ha sido creado por ningún dios ni por ningún hombre, sino que ha sido, es y será eternamente un fuego vivo que se enciende y se apaga con arreglo a leyes", dice Lenin: "He aquí una excelente definición de los principios del materialismo dialéctico".

    B) En oposición al idealismo, el cual afirma que sólo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material, el ser, la naturaleza, sólo existe en nuestra conciencia, en nuestras sensaciones, en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo filosófico marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el ser, es una realidad objetiva, que existe fuera de nuestra conciencia e independientemente de ella; de que la materia es lo primario, ya que constituye la fuente de la que se derivan las sensaciones, las percepciones y la conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado, ya que es la imagen refleja de la materia, la imagen refleja del ser; de que el pensamiento es un producto de la materia que ha llegado a un alto grado de perfección en su desarrollo, y más concretamente, un producto del cerebro, y éste el órgano del pensamiento, y de que, por tanto, no cabe, a menos de caer en un craso error, separar el pensamiento de la materia.

    "El problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza es dice Engels — el problema supremo de toda la filosofía. Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu frente a la naturaleza formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza como lo primario, figuraban en las diversas escuelas del materialismo"

    Y más adelante "El mundo material y perceptible por los sentidos, del que formamos parte también los hombres, es el único mundo real. Nuestra conciencia y nuestro pensamiento, por más suprasensibles que parezcan, son el producto de un órgano material, corporal: el cerebro. La materia no es un producto del espíritu, y el espíritu mismo no es más que el producto supremo de la materia"

    Refiriéndose al problema de la materia y el pensamiento, Marx manifiesta que no es posible separar el pensamiento de la materia pensante ya que la materia es el sujeto de todos los cambios

    Lenin dice caracterizando el materialismo filosófico marxista que el materialismo en general reconoce la existencia objetivamente real del ser (la materia), independiente de la conciencia, de las sensaciones, de la experiencia. La conciencia no es más que un reflejo del ser, en el mejor de los casos su reflejo aproximadamente exacto (adecuado, ideal en cuanto a precisión)

    Es materia lo que, actuando sobre nuestros órganos sensoriales, produce las sensaciones; la materia es la realidad objetiva, que las sensaciones nos transmiten. La materia, la naturaleza, el ser, lo físico, es lo primario; el espíritu, la conciencia, las sensaciones, lo psíquico, es lo secundario. El cuadro del mundo es el cuadro de cómo se mueve y cómo piensa la materia y lo mas importante es que el cerebro es el orégano del pensamiento.

    C) En oposición al idealismo, que discute la posibilidad de conocer el mundo y las leyes por que se rige, que no cree en la veracidad de nuestros conocimientos, que no reconoce la verdad objetiva y entiende que el mundo está lleno de "cosas en sí", que jamás podrán ser conocidas por la ciencia, el materialismo filosófico marxista parte del principio de que el mundo y las leyes por que se rige son perfectamente cognoscibles, de que nuestros conocimientos acerca de las leyes de la naturaleza, comprobados por la experiencia, por la práctica, son conocimientos veraces, que tienen el valor de verdades objetivas, de que en el mundo no hay cosas incognoscibles, sino simplemente aún no conocidas, pero que la ciencia y la experiencia se encargarán de revelar y de dar a conocer.

    Tocando un poco mas a fondo el idealismo el sugiere ver a la materia como producto del espíritu. La primera manifestación de idealismo fue producto de la superstición e ignorancia del hombre primitivo, salvaje. Pero con el desarrollo de la producción, la separación entre trabajo manual y trabajo intelectual fue responsable de poner el idealismo como la primera entre las corrientes de pensamiento filosófico. Con el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, hizo su aparición la división del trabajo; el ulterior desarrollo de la división del trabajo presenció el surgimiento de personas dedicadas por completo y exclusivamente al trabajo intelectual. Pero cuando las fuerzas productivas son aún débiles, la división entre los dos no alcanza la etapa de separación completa.

    Sólo después de que aparecen las clases y la propiedad privada y la explotación se convierten en el fundamento de la existencia de la clase dominante sí ocurren grandes cambios. El trabajo intelectual se convierte entonces en privilegio exclusivo de la clase dominante, mientras que el trabajo manual se convierte en destino de las clases oprimidas. La clase dominante comienza a analizar la relación entre ellos mismos y las clases oprimidas viéndola al revés: No son los trabajadores los que le proporcionan a ellos los medios de subsistencia, sino en cambio son ellos los que les proporcionan a los trabajadores estos medios. De ahí que desprecian el trabajo manual y desarrollan concepciones idealistas. Eliminar la diferenciación entre trabajo manual y trabajo intelectual es una de las precondiciones para eliminar la filosofía idealista.

    La raíz social que hace posible el desarrollo de la filosofía idealista reside principalmente en el hecho de que este tipo de conciencia filosófica es la manifestación de los intereses de la clase explotadora. El declive final del idealismo vendrá con la eliminación de las clases, luego del establecimiento de una sociedad comunista.

    La fuente que le permite al idealismo desarrollarse y profundizarse y le da la fuerza para luchar contra el materialismo tiene que buscarse en el proceso del conocimiento humano. Cuando los hombres piensan, tienen que utilizar conceptos. Esto puede causar fácilmente que nuestro conocimiento se divida en dos aspectos: realidad, que es de carácter individual y particular; y conceptos, que son de carácter general… En la naturaleza de las cosas, lo particular y lo general están inseparablemente ligados; una vez desunidos, se apartan de la verdad objetiva. Separar lo general de lo particular, y ver lo general como realidad objetiva y lo particular simplemente como la forma en la que existe lo general, este es el método adoptado por todos los idealistas.

    Todos los idealistas ponen la conciencia, el espíritu, o los conceptos en lugar de la realidad objetiva que existe independientemente de la conciencia humana… Ellos no pueden apuntar a la verdad materialista según la cual la conciencia está limitada por la materia, sino que creen que sólo la conciencia es activa, en tanto que la materia es sólo una entidad compleja inerte. Incitados además por su propia naturaleza de clase, los idealistas entonces utilizan todos los métodos para exagerar la actividad de la conciencia, desarrollando unilateralmente este aspecto…

    El idealismo en economía exagera inmensamente un aspecto no esencial del intercambio, elevando la ley de la oferta y la demanda al status de ley fundamental del capitalismo… Los historiadores idealistas consideran que los héroes son los hacedores de la historia. Los políticos idealistas consideran la política como omnipotente. Los líderes militares idealistas practican los métodos de combate desesperado [p’ing-ming-chu-i-ti tso-chan]. Los revolucionarios idealistas propugnan por el blanquismo. Los reaccionarios dicen que la única manera de revivir nuestra nación es restaurar la vieja moralidad. Todo esto es producto de exagerar inmensamente los factores subjetivos. El materialismo pre-marxista (materialismo mecanicista) no destaca el proceso de pensamiento en el desarrollo del conocimiento, sino que considera el pensamiento como el objeto de acción, como el espejo que refleja la naturaleza. Sólo el materialismo dialéctico muestra correctamente el papel activo del pensamiento, y al mismo tiempo señala la limitación impuesta al pensamiento por la materia. Señala que el pensamiento surge de la práctica social y al mismo tiempo moldea activamente la práctica. Sólo este tipo de teoría dialéctica de la unidad de conocimiento y acción puede triunfar completamente sobre el idealismo.

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