La extensión universitaria en la Sociedad moderna en el marco de las Universidades de modalidad a distancia
Enviado por azonaim
(Estudio de Caso: Universidad Nacional Abierta-Venezuela, 2003-2005)
- Fundamentos de la extensión universitaria
- Tecnología del trabajo de extensión universitaria
- Asistencia técnica
- Acción social
- Bibliografía general
CAPÍTULO I
FUNDAMENTOS DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
La Extensión como una de las tres funciones universitarias
Las Universidades, por definición técnica, son instituciones de enseñanza superior con potestad reconocida para otorgar grados académicos. En la acepción original del término, una facultad la componía un grupo de estudiantes que se reunían para compartir instalaciones académicas y alojamiento. Cada facultad era parte integrante de una corporación llamada universidad, palabra que constituía una abreviatura de la expresión latina universitas magistrorum et scholarium (gremio —o unión— de maestros y estudiantes), organizada para el beneficio mutuo y la protección legal de este colectivo. En la actualidad, una facultad puede ser independiente o estar asociada a una universidad.
Las universidades modernas surgieron a partir de instituciones existentes en Europa occidental durante la edad media, ya en la edad antigua existían centros relevantes de enseñanza superior, tanto en el Próximo y en el Lejano Oriente como en Europa. Algunas de estas instituciones orientales mantienen aún su actividad.
En Grecia, la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles fueron escuelas avanzadas de filosofía. Durante el periodo helenístico, que se inició en el siglo IV a.C., Atenas atrajo a muchos estudiantes romanos, entre los que se contaron más tarde estadistas y escritores como Cayo Julio César, Marco Tulio Cicerón, Augusto y Horacio. Durante esta época le correspondió el mismo rango a la ciudad egipcia de Alejandría, con sus importantes bibliotecas y museos, que atraían a sabios y estudiosos del Oriente Próximo.
Las academias judías de Palestina y Babilonia, donde fue redactado el Talmud, promovieron proyectos intelectuales tanto religiosos como seglares desde el año 70 a.C. hasta el siglo XIII. La Universidad de Nalanda, situada en el norte de la India, y en la que alumnos indios y chinos estudiaban el budismo, siguió activa hasta el siglo XIII. En China florecieron instituciones dedicadas a los estudios superiores a partir del siglo VII, y en Corea, a partir del XIV. La Universidad al-Azhar de El Cairo (Egipto), de más de 1.000 años de antigüedad, es la autoridad central para el islam. Otra institución islámica de la misma época es la Universidad al-Qarawiyin de Fez, en Marruecos.
Las universidades europeas occidentales evolucionaron a medida que los estudiantes fueron acudiendo a diversos centros donde prestigiosos profesores impartían sus enseñanzas sobre temas de particular interés. El idioma no suponía impedimento alguno ya que tanto las clases como los debates se desarrollaban en la lengua universal, el latín. Hacia el siglo XII, París se había establecido como núcleo para la instrucción y difusión de la teología y la filosofía, y la Universidad de París se convirtió en modelo para las universidades que más tarde se fundarían en el norte de Europa. La Universidad de Bolonia, en Italia, constituía el centro para el estudio del Derecho, y sirvió de modelo a las universidades italianas y españolas. A partir del siglo XIII se establecieron universidades en Francia, Inglaterra, Escocia, Alemania, Bohemia y Polonia. Los estudiantes procedentes de un mismo país se reunían en las denominadas "naciones" para ayudarse y protegerse entre sí. De estas comunidades surgió el concepto de facultad o colegio (del latín collegium, ‘sociedad’). Las universidades de la edad media tenían el derecho no sólo de suspender los estudios cuando las condiciones de las urbes donde estaban ubicadas resultaban contraproducentes sino también de otorgar títulos académicos que incluían el privilegio de poder enseñar en cualquier país cristiano.
Algunas universidades italianas, como fue el caso de la de Ferrara, contribuyeron a transmitir las ideas humanísticas renacentistas a las instituciones del norte de Europa. Bolonia fue el gran centro del siglo XVII para el estudio de la medicina y la biología. La Universidad de Leiden, en los actuales Países Bajos, establecida en 1575, atrajo a estudiantes de todo el continente deseosos de investigar las nuevas ciencias. En el siglo XVIII se convirtió en un importante centro de estudios legales y atrajo a muchos estudiantes de Escocia. La Universidad de Salamanca, fundada en el siglo XIII, marcó durante los siglos XVI y XVII la pauta para el establecimiento de instituciones tanto en España como en Centroamérica y Sudamérica.
La Universidad de Wittenberg fue marco del comienzo de la Reforma protestante (1517) iniciada por Martín Lutero, que en aquella época impartía clases en este centro. Sus discípulos divulgaron sus enseñanzas por toda Alemania, Escandinavia y Europa del este. La Reforma protestante que se produjo en Suiza implicó a la Universidad de Ginebra, cuyos profesores y estudiantes contribuyeron a difundir las doctrinas del teólogo Juan Calvino por toda Europa y Norteamérica.
Ya en Norteamérica, los calvinistas fundaron en Nueva Inglaterra el Harvard College (que se convertiría más tarde en Universidad de Harvard), la más antigua universidad de este país. La tradición calvinista llevó también a la fundación del Yale College (que se convertiría luego en la Universidad de Yale) y del College of New Jersey (hoy Universidad de Princeton). Otros enclaves coloniales fueron el King’s College (hoy Universidad de Columbia), el Queen’s College (en la actualidad Universidad Estatal Rutgers) y el Dartmouth College.
La primera institución seglar de enseñanza superior que se estableció en Rusia fue la Universidad Lomonósov de Moscú, fundada en 1755 por el científico Mijaíl Vasílievich Lomonósov, de quien tomó su nombre. Esta universidad creció, al igual que otros claustros seglares rusos, bajo la influencia extranjera y en especial alemana. Las universidades de Vilna y Dorpat, aunque fundadas con anterioridad, tenían sobre todo un carácter confesional.
La primera universidad americana se fundó en Santo Domingo en 1538, luego fueron erigidas la de Lima y la de México en 1551. En la conquista del Nuevo Mundo estaba implícita la creación de ciudades como centros culturales. Ya a fines del siglo XVI muchas ciudades de la América de habla hispana poseían colegios universitarios, seminarios y universidades. Siguieron luego los privilegios universitarios para las de Quito y Santafé, en 1685 y la de Guatemala en 1687. También tuvieron universidad Charcas y Córdoba, en el Río de la Plata, durante el siglo XVII, lo mismo que San Miguel de Chile y Mérida de Yucatán (México). En el siglo XVIII, La Habana, Caracas y San Felipe de Chile tuvieron universidad, al igual que Buenos Aires, que se constituyó como Universidad Pública del Río de la Plata.
La era que siguió a la Revolución Industrial, con el auge de las clases medias, proporcionó en gran medida el ímpetu necesario para el desarrollo de la enseñanza superior en Europa. Durante el siglo XIX, las universidades alemanas se convirtieron en fuentes de investigación influyentes y en ejemplos de libertad académica. La Universidad de Berlín era célebre por sus estudios de filosofía, la de Gotinga por la literatura y las matemáticas, la de Heidelberg por los matemáticos y los estudios clásicos, la de Leipzig por la psicología y la de Jena por la pedagogía. Muchos estudiantes extranjeros realizaban sus doctorados en universidades alemanas.
Dentro de las instituciones británicas fundadas durante este periodo se incluyen las universidades de Londres y Durham (las primeras universidades inglesas establecidas tras la edad media), así como las universidades de Manchester, Liverpool, Leeds y Gales. A diferencia de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Cambridge (fundadas en los siglos XII y XIII, respectivamente), que poseían una ideología en cierto modo conservadora, signos de prestigio social y representantes del sistema imperante y de la clase dirigente, estas nuevas instituciones, conocidas de forma popular con el nombre de "universidades de ladrillos" atrajeron estudiantes y profesores de avanzadas ideas sociales y políticas, tal y como se vio más tarde materializado en el grupo de los jóvenes airados, escritores que estudiaron o enseñaron en estas universidades tras la II Guerra Mundial.
Entre las instituciones europeas nacidas en el siglo XIX se encuentran las de Berlín (Alemania), San Petersburgo (Rusia), Atenas (Grecia), Bucarest (Rumania) y Sofía (Bulgaria). En la India, las universidades de Calcuta, Bombay y Madrás, todas establecidas en 1857, fueron instituidas como centros examinadores de acuerdo con la Universidad de Londres. El desarrollo de las universidades chinas se vio retrasado por la agitación social existente en este país durante el siglo XIX y principios del XX. La Universidad de Pekín fue fundada en 1896, aunque la mayoría de las demás facultades e instituciones técnicas datan de la década de 1930 o son posteriores a la II Guerra Mundial. En Japón cabe mencionar las universidades de Tokio (1877) y Kioto (1897).
Durante el siglo XIX y hasta la actualidad, los estudiantes universitarios han estado vinculados a la vanguardia del pensamiento radical y revolucionario. Las universidades rusas crecieron en el siglo XIX tanto en número como en importancia, y hasta la Revolución Rusa de 1917 ofrecieron carreras en los campos de las ciencias, la literatura rusa y la historia, además de estudios clásicos, siendo asimismo núcleos de doctrinas y actividades políticas radicales y revolucionarias. El gobierno suspendía de forma periódica los privilegios académicos y encarcelaba tanto a estudiantes como a profesores, aunque este control no pudo contener el desarrollo del pensamiento revolucionario. Las medidas restrictivas y represivas adoptadas por las autoridades administrativas y gubernamentales, tal y como sucedió en la Rusia zarista y en Alemania durante las décadas de 1920 y 1930, desembocaron a menudo en protestas y disturbios y en el cierre de numerosas facultades. Durante la posguerra, y en particular durante las décadas de 1950 y 1960, se establecieron muchas universidades en el Reino Unido, en Alemania y en muchos países de Asia y África.
La década de 1960 fue también un periodo de agitación estudiantil, como la que se produjo en Estados Unidos a raíz de las protestas surgidas contra la guerra de Vietnam. En esta época, la universidad española se convirtió en un foco de oposición y crítica muy activa contra el régimen autoritario acaudillado por el general Francisco Franco, que seguía rigiendo los destinos de la nación 30 años después de concluida la Guerra Civil. En 1965, José Luis López Aranguren, uno de los más ilustres pensadores críticos procedentes del cristianismo y catedrático de Filosofía, era privado de su cátedra por sus críticas a la política franquista. El mismo destino sufrieron personalidades de la cultura como el también catedrático de Derecho Político y lúcido ensayista Enrique Tierno Galván, que más tarde sería alcalde electo de Madrid desde 1979, y el poeta y profesor universitario José María Valverde, entre otros. Estos conflictos se recrudecieron a raíz del eco alcanzado por la rebelión acaecida en mayo de 1968, protagonizada por los estudiantes y los obreros de París, y que se extendió a Berlín, California y la ciudad de México, donde se produjeron el 2 de octubre de 1968 los denominados sucesos de Tlatelolco en la plaza de las Tres Culturas. A partir de 1969, la universidad española asumió la vanguardia de la lucha contra el franquismo y una línea crítica que se mantendría durante los años siguientes respecto a la consolidación del régimen democrático.
En Argentina, la rebelión universitaria de Córdoba de 1919 es, por lo general, considerada como la primera manifestación reformista universitaria. En la misma, la Iglesia perdió todo su poder y de allí surgieron la educación universitaria gratuita y la participación de los alumnos en los planes de estudio. Asimismo la agrupación Franja Morada, relacionada con el partido Unión Cívica Radical, surgió de aquella rebelión y conduce aún hoy los destinos de muchos centros de estudiantes.
En el Cono Sur, los movimientos universitarios iniciados a finales de la década de 1950, desembocaron, una década después, en movilizaciones masivas de ciudades enteras que iniciarían la mayoría de los movimientos insurgentes. La principal de ellas fue el llamado Cordobazo, ocurrido en Argentina en 1969, que terminaría derrocando al gobierno militar del general Juan Carlos Onganía. Asimismo, durante los años de las dictaduras militares de la década de 1970, miles de estudiantes argentinos, chilenos y uruguayos fueron detenidos por los regímenes militares.
Más recientemente, en 1989, la plaza de Tiananmen de Pekín fue escenario de manifestaciones estudiantiles prodemocráticas que desembocaron en violentos enfrentamientos con el Ejército y la policía. Los sucesos de Tiananmen lograron una amplia cobertura por parte de los medios de comunicación de todo el mundo. La década de 1970, tomaron auge las universidades a distancia, que ofrece cursos de carácter universitario a todo tipo de personas a través de la televisión, la radio y el correo. La primera universidad a distancia se creó en el Reino Unido en 1971.
Con el surgimiento de las Universidades a distancia, aparecieron aspectos fundamentales de interacción ideológica y cultural de estas instituciones con la comunidad a la que se debía como entidad formadora. El producto final de esta intencionalidad de acción social es lo que se conoce como Extensión Universitaria.
La Extensión Universitaria, según el Prof. Nelson Freites, viene a ser el pilar conceptual e ideológico de la Universidad Reformista, junto a la enseñanza y la investigación (funciones básicas de las Universidades Modernas), desarrolla y multiplica su actividad y su alcance.
En este siglo XXI, la Extensión Universitaria está transitando su momento más importante. Los paradigmas de formación, integración y calidad que debe encarnar la Universidad y la aceleración de los procesos (tecnológicos, demográficos, urbanos, ambientales, sociales, productivos, económicos, entre otros) en el país y en el mundo, hacen de las Universidades, la unidad base para interpretar la extensión en su sentido más amplio, relacionándola en los más diversos aspectos de vinculación con la sociedad y el medio, no sólo transfiriendo, sino y fundamentalmente escuchando, aprendiendo y reflexionando sobre el contenido de los mensajes.
No es suficiente abrir las puertas de la universidad pública al medio, no alcanza con ofrecer lo que sabemos hacer, ni con hacer lo que nos demandan; hoy la Universidad debe hacer lo que es necesario. Es necesario salir y formar parte. El desafío es escuchar, integrar a la Universidad con la Sociedad e involucrarse para elaborar una respuesta útil y comprometida, no sólo con el futuro, sino con el presente.
Marco Jurídico actual y prospectivo
Bases legales que sustentan el trabajo extensionista en educación superior
CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
Gaceta Oficial N° 36.860 del jueves 30 de diciembre de 1999.
Artículo 102
La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad. La educación es un servicio público y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con los valores de la identidad nacional, y con una visión latinoamericana y universal. El Estado, con la participación de las familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana de acuerdo con los principios contenidos de esta Constitución y en la ley.
Artículo 103
Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es obligatoria en todos sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario. A tal fin, el Estado realizará una inversión prioritaria, de conformidad con las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas. El Estado creará y sostendrá instituciones y servicios suficientemente dotados para asegurar el acceso, permanencia y culminación en el sistema educativo. La ley garantizará igual atención a las personas con necesidades especiales o con discapacidad y a quienes se encuentren privados de su libertad o carezcan de condiciones básicas para su incorporación y permanencia en el sistema educativo. Las contribuciones de los particulares a proyectos y programas educativos públicos a nivel medio y universitario serán reconocidas como desgravámenes al impuesto sobre la renta según la ley respectiva.
Artículo 109
El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, estudiantes, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario. Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley.
LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN
Gaceta Oficial N° 2.635 del 28 de julio de 1980
NOTA:
Se deroga la Ley de Educación del 22-07-1955, la Ley de Escalafón del Magisterio Federal del 20-07-1944 y todas las disposiciones que colidan con la presente ley.
Artículo 3°
La educación tiene como finalidad fundamental el pleno desarrollo de la personalidad y el logro de un hombre sano, culto, critico y apto para convivir en una sociedad democrática, justa y libre basada en la familia como célula fundamental y en la valorización del trabajo; capaz de participar activa, consciente y solidariamente en los procesos de transformación social, consustanciado con los valores de la identidad nacional y con la comprensión, la tolerancia, la convivencia y las actitudes que favorezcan el fortalecimiento de la paz entre las naciones y los vínculos de integración y solidaridad latinoamericana.
La educación fomentará el desarrollo de una conciencia ciudadana para la conservación, defensa y mejoramiento del ambiente, calidad de vida y el uso racional de los recursos naturales y contribuirá a la formación y capacitación de los equipos humanos necesarios para el desarrollo del país y la promoción de los esfuerzos creadores del pueblo venezolano hacia el logro de su desarrollo integral, autónomo e independiente.
Artículo 4°
La educación, como medio de mejoramiento de la comunidad y factor primordial del desarrollo nacional, es un servicio publico prestado por el Estado, o impartido por los particulares dentro de los principios y normas establecidos en la ley, bajo la suprema inspección y vigilancia de aquel y con su estimulo y protección moral y material.
REGLAMENTO GENERAL DE LA LEY ORGÁNICA DE EDUCACIÓN
Gaceta Oficial N° 36.787 del 15 de septiembre de 1999
Artículo 6°
La finalidad de la educación establecida en el artículo 3º de la Ley Orgánica de Educación y la que ésta le asigne a cada nivel y modalidad del sistema educativo, deberá alcanzarse a través de los planes y programas de estudio y demás elementos del currículum y mediante la utilización de programas abiertos de aprendizaje, de los medios de comunicación social y de otros recursos destinados a contribuir al desarrollo integral del individuo y de la comunidad, los cuales se elaborarán y aplicarán conforme a las regulaciones del ordenamiento jurídico en materia educativa.
LEY DE UNIVERSIDADES
Transcrito de la Gaceta Oficial N° 1.429 Extraordinario del 8 de septiembre de 1970
Artículo 2°
Las Universidades son Instituciones al servicio de la Nación y a ellas corresponde colaborar en la orientación de la vida del país mediante su contribución doctrinaria en el esclarecimiento de los problemas nacionales.
Artículo 3°
Las Universidades deben realizar una función rectora en la educación la cultura y la ciencia. Para cumplir esta misión, sus actividades se dirigirán a crear, asimilar y difundir el saber mediante la investigación y la enseñanza; a completar la formación integral iniciada en los ciclos educacionales anteriores; y a formar los equipos profesionales y técnicos que necesita la Nación para su desarrollo y progreso.
Artículo 9°
Las Universidades son autónomas. Dentro de las previsiones de la presente Ley y de su Reglamento, se disponen de:
1. Autonomía organizativa, en virtud de la cual podrán dictar sus normas internas;
2. Autonomía académica, para planificar, organizar y realizar los programas de Investigación, docentes y de extensión que fueren necesarios para el cumplimiento de sus fines;
3. Autonomía administrativa, para elegir y nombrar sus autoridades y designar su
personal docente, de investigación y administrativo;
4. Autonomía económica y financiera para organizar y administrar su patrimonio.
Artículo 138
En cada Universidad, adscrita al Rectorado, funcionara una Dirección de Cultura, la cual fomentará y dirigirá las actividades de extensión cultural de la Universidad, contribuyendo a la formación del alumnado y a la difusión de la ciencia y la cultura en el seno de la colectividad.
REGLAMENTO PARCIAL DE LA LEY DE UNIVERSIDADES
Gaceta Oficial N° Extraordinario del
Artículo 2º
(…) A los efectos indicados en los Artículos 2º y 3º de la Ley, las Universidades deberán orientar sus programas de formación profesional a la satisfacción de las necesidades del país y en sus actividades de investigación y extensión, propender especialmente a la resolución de los problemas de interés nacional. En sus labores se conservará la continuidad del proceso educativo, asegurando la formación física, intelectual, cultural y social del estudiante por medio de actividades adecuadas a estos fines. En tal sentido podrán organizar Congresos, Seminarios, Charlas, Conferencias y cualesquiera otros medios de divulgación científica (…)
DECRETO 836 DEL REGLAMENTO GENERAL DE UNIVERSIDADES
Gaceta Oficial N° Extraordinario del
Artículo 93º
(…) La Dirección de Extensión Universitaria, constituirá en centro de promoción cultural, técnica y social que vincula a la institución universitaria con la comunidad regional y nacional (…)
Políticas y Lineamientos nacionales en materia de Extensión Universitaria
Haciendo una revisión documental y personal, se alcanzó entrevistar a importantes representantes de la Extensión Universitarias en centros de estudios Superiores de Venezuela ( Carlos David Rojas, Coordinador de Extensión Universitaria del Colegio Universitario Fermín Toro, Extensión Guanare; Nelson Freites, Coordinador de Extensión Universitaria de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado de Barquisimeto, entre otros); definiendo lo que constituye las políticas lineales que en el ámbito nacional de Venezuela rigen la Extensión Universitaria.
Pero antes de puntualizarlas es fundamental apreciar que eso que apreciamos como Extensión Universitaria tiene como descriptivo una función continúa, la cual se ha de entender en dos grandes áreas: extensión de la cultura y extensión de los servicios.
En la estructura institucional la extensión de la cultura y extensión de los servicios, se encuentran generalmente ubicadas en dependencias diferentes, tanto académicas como administrativas, lo que en ocasiones genera falta de coordinación interna y duplicación de funciones. Por ello, cada institución, de acuerdo con su perfil y oferta de programas, deberá analizar la estructura interna de la función y hacer las adecuaciones necesarias para mejorar su funcionamiento y operación.
Dada la diversidad de acciones de la Extensión Universitaria, en sus áreas cultura y servicios, se hace conveniente que se aborde su planeación y operación de manera integral, independientemente de la ubicación de las distintas dependencias.
Para ello las líneas guías que deberían regir la Extensión Universitaria, aparte de lo descrito en el Reglamento de la UNA y en la Ley de Universidades, serían:
• Revisar y fortalecer los proyectos de extensión de la cultura para que incidan directamente en la formación integral de los estudiantes;
• Impulsar la formación de los profesores de carrera a nivel de posgrado, su incorporación en cuerpos académicos efectivos y su participación en los programas de extensión;
• Mejorar la articulación de la extensión con la docencia y en su caso, con la investigación. Esto requiere un esfuerzo institucional y una dirección al más alto nivel. Son aspectos a considerar en el plan de desarrollo institucional y en los planes específicos del trabajo de extensión.
En cuanto al financiamiento es necesario enfocar:
• Mejorar las capacidades de gestión externa de recursos de las áreas responsables de la función, incluyendo aquellos que provengan de los organismos internacionales;
• Lograr un mejor posicionamiento de la función frente al entorno con el propósito de incrementar los ingresos por servicios; y
• Realizar gestiones para incrementar los recursos asignados a la función, ante las instancias correspondientes u otros organismos similares.
En cuanto a la situación de quienes trabajan en la extensión de la cultura y los servicios, es importante considerar:
• Impartir cursos sobre administración general de la Educación Superior a los responsables de la extensión de la cultura y los servicios y seminarios específicos sobre la función para favorecer la regulación administrativa;
• Diseñar criterios e instrumentos de evaluación para reconocer los productos del trabajo de académicos y extensionistas en los programas de estímulos de las instituciones educativas;
• Consolidar la infraestructura física y lograr que la extensión cuente con los espacios necesarios para el desarrollo óptimo de sus funciones;
• Establecer, en el marco de los Consejos Regionales, políticas regionales que fortalezcan el trabajo y la colaboración interinstitucional, a través de los Corredores Culturales Regionales y otros mecanismos específicos acordes al contexto regional;
• Afinar los mecanismos en el marco de relación con las instancias nacionales de planeación, concertación y financiamiento, en apoyo a los programas que desarrollen las Universidades;
• Impulsar procesos formativos más abiertos y flexibles, y establecer los criterios para que se reconozcan, en los planes de estudio, aquellas actividades y cursos de extensión relacionados con los programas, a fin de contribuir a una formación más integral;
• Generar medidas internas en cada una de las instituciones Universitarias que contribuyan al logro de los objetivos y estrategias para el fortalecimiento de la función;
• Fortalecer los mecanismos de colaboración entre las universidades públicas, los institutos tecnológicos públicos, las instituciones particulares y las instituciones de investigación, en proyectos en los que se aprovechen las ventajas y las fortalezas institucionales. Con ello se podrá ampliar la cobertura de las actividades de la función de extensión, mejorar su calidad e impacto y optimizar los recursos.
Como señala el Reglamento de la Universidad Nacional Abierta, la extensión es una de las funciones principales. El conocimiento creado o transmitido a través de instancias de docencia e investigación, encuentra su desarrollo pleno mediante la extensión universitaria. De ella depende la articulación entre el conocimiento acumulado en la Universidad y las distintas necesidades de la sociedad venezolana.
El conjunto de conocimientos científicos, tecnológicos, humanísticos y artísticos, producto del desarrollo histórico de la institución, no conforman una "reserva". No se encuentran "depositados", o "cristalizados" en estructuras de escaso dinamismo. Por el contrario, conforman una masa crítica disponible, un caudal estratégico de saber transmisible a los distintos actores de la sociedad. La extensión procura la transferencia de este saber, en condiciones de alta calidad y óptima adecuación a las necesidades presentes y futuras del escenario económico y social.
Las acciones de extensión adquieren el carácter de acciones de transferencia de conocimientos disponibles y utilizables, del mayor nivel de excelencia, en función de las demandas y requerimientos de los distintos actores económicos y sociales.
Estas acciones de transferencia de conocimiento no son privativas de una cultura específica, ni de un conjunto reducido de disciplinas intervinientes. La distinción analítica entre el conocimiento científico y tecnológico, humanístico, o artístico, hace referencia a áreas homogéneas de saber común y su posibilidad de transferencia en relación a demandas cualitativamente diferenciadas al contexto universitario.
El "perfil" de extensión de la Universidad se encuentra ligado a distintos factores. Por una parte, al desarrollo relativo de la institución y al nivel de excelencia logrado por sus investigadores y especialistas. Por otra parte, se relaciona con las necesidades estructurales de la sociedad, que precisa de conocimientos especializados para superar el estancamiento y alcanzar grados superiores de bienestar.
Esta adecuación entre el conocimiento de alto nivel acumulado, el capital humano disponible y los problemas más críticos del desarrollo económico y social, constituye el sujeto mismo de la extensión.
Organizar los recursos disponibles, identificar los problemas y las demandas del medio económico social, efectivizar las acciones de transferencia, y transformar la realidad en la cual se opera, conforma en sí misma, una forma de tecnología. Tecnología que podría denominarse aquí, Extensión Universitaria.
Definición de Extensión Universitaria, naturaleza, finalidades
La Extensión Universitaria se define, según Juan José Jiménez Martínez, Vicerrector de Extensión Universitaria de la Universidad de Almería, España, en documento de la Universidad de Almería publicado en su página web en el año 2002, como la presencia e interacción académica mediante la cual, la Universidad aporta a la sociedad en forma crítica y creadora, los resultados y logros de su investigación y docencia, y por medio de la cual, al conocer la realidad nacional enriquece y redimensiona toda su actividad académica conjunta.
Extensión, desde una universidad democrática, autónoma, crítica y creativa, parte del concepto de la democratización del saber y asume la función social de contribuir a la mayor y mejor calidad de vida de la sociedad.
La Extensión Universitaria es el conjunto de actividades conducentes a identificar los problemas y demandas de la sociedad y su medio, coordinar las correspondientes acciones de transferencia y reorientar y recrear actividades de docencia e investigación a partir de la interacción con ese contexto.
Por otro lado, en definición del profesor Nelson Freites, UCLA (2003), la Extensión Universitaria es la interacción creadora entre Universidad y Comunidad, mediante la cual el quehacer cultural se vincula con el fenómeno social a fin de producir las transformaciones necesarias para el logro de una mejor calidad de vida. La Extensión Universitaria, desde un punto de vista crítico, es el empleo de los conocimientos ya acumulados en la Universidad y de las capacidades de sus docentes e investigadores para desarrollarlos, adaptarlos y aplicarlos a fines útiles para la comunidad.
Para quien fuera catedrático de la Universidad de los Andes, Alfonso Gándara Feijoo, en un documento manuscrito de 1995, concibe la Extensión Universitaria como el motor transformador que implica la existencia de un sujeto u organismo creador (o elaborador o procesador), que ofrece y da a parte o a toda la comunidad destinataria un objeto, una reflexión, un valor que la sociedad recibe, asimila, aprovecha, disfruta, acepta, recrea, cuestiona o rechaza.
En este mismo sentido, Ángel J. Cappelletti, quien fuera filósofo y estudioso del pensamiento anarquista latinoamericano, en uno de sus ensayos acerca de la presencia de las Universidades en el siglo XX (1994), expone que la Extensión Universitaria no es una actividad unidireccional sino que debe producirse un "diálogo" permanente entre el que da (Universidad) y el que recibe (Sociedad y Medio), lo que significa que el sujeto que da, el que extiende, se enriquece en forma permanente. Esta bidireccionalidad explica la gratificación y el sentimiento de enriquecimiento del sujeto emisor.
La Extensión Universitaria, citando nuevamente a Juan José Jiménez Martínez, cumple un rol de formación continua de la propia comunidad universitaria en su conjunto total y de profesionales, dirigentes y empresarios; un rol en la divulgación científica y de la diversidad cultural; un rol en la transformación social y el desarrollo comunitario y un rol en la transferencia tecnológica, con visión estratégica del desarrollo.
La Extensión Universitaria tiene como destinatarios a la sociedad en general, los sectores excluidos y marginados, las empresas productivas de bienes y servicios, el sector público y ONG´s (tercer sector); y la propia comunidad universitaria.
La Extensión Universitaria tiene como ejecutores a docentes e investigadores, alumnos avanzados, graduados y personal técnico no docente.
De todas estas definiciones, la siguiente es quizás la que sintetiza de la mejor manera nuestra visión de la Extensión Universitaria en el marco de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela, como institución insigne de la Educación a distancia: ofrecer algo a la sociedad, intentar enriquecerla en su bagaje cultural, brindarle una herramienta, un conocimiento, una idea, una creación, informar y compartir algo: una técnica, un invento, un descubrimiento, un avance, que puede ser un libro, una mejor calidad de vida o una posibilidad de desarrollo.
FINALIDAD DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA:
· La Extensión Universitaria como función integradora y como proceso pedagógico se expresa fundamentalmente a través de programas y proyectos, los cuales se gestionan a partir de la metodología de la promoción cultural;
· La Extensión Universitaria está llamada a desempeñar un papel esencial en el rescate de los saberes populares y la defensa de la identidad nacional de nuestros pueblos, en el contexto globalizador;
· Se aboga porque la Extensión Universitaria se asuma como un proceso desde el ser humano y para el ser humano;
· La Extensión Universitaria es una vía para potenciar el capital activo y el elemento socializador para el desarrollo sostenible;
· La Extensión se hace factible desde el intercambio de saberes entre las comunidades intra y extrauniversitarias;
· La docencia y la investigación tienen en la Extensión un elemento liberador y creativo del potencial humano;
· El estudiante debe ser el principal agente de cambio y por tanto protagonista de la Extensión;
· La Extensión Universitaria debe promover que los procesos de comunicación sean interactivos e integradores, con nuevos códigos, donde se estudien, investiguen y evalúen dichos procesos;
· Todo proyecto educativo es en esencia un proyecto cultural;
· La universidad debe contribuir a formar un ciudadano capaz de ser, conocer, hacer y relacionarse; corresponde a la extensión tributar en particular a que los individuos sean capaces de ser y convivir; y
· El vínculo entre las políticas culturales y educativas en la Educación Superior es esencial para el desarrollo armónico de la Extensión Universitaria.
Las actividades de Extensión Universitaria:
(Académicas, Sociales y Culturales)
– Las actividades sistemáticas que transfieren al entorno extrainstitucional los conocimientos y las experiencias producidos por la investigación mediante su aplicación o adaptación, de manera que se produzca un enriquecimiento en la relación entre la universidad y los diversos sectores de la comunidad (instituciones, empresas y grupos sociales);
– Las actividades formativas de grado que mediante la capacitación, prevención, orientación, información y difusión o asesoramiento a la comunidad, permitan complementar con la práctica, la formación teórica curricular, desarrollando valores de solidaridad y responsabilidad social como una estrategia indispensable de la vida en sociedad;
– La acción social como una modalidad de la extensión caracterizada por acciones y actividades como las mencionadas en el párrafo anterior, que aporten un beneficio a las comunidades de la región y del país, como forma de contribuir a la resolución de necesidades y problemas concretos;
–Las actividades de tipo académico como los cursos libres de capacitación, la educación continua o de actualización, las actividades de información y difusión científico – tecnológica tales como seminarios, congresos, exposiciones, talleres, presenciales o por libros, revistas, folletos, videos, CDs, programas de radio, tv o internet, que permitan hacer accesible a los diversos sectores que lo requieren, el conocimiento que produce y sistematiza la universidad; y
– Las actividades culturales y deportivas.
Las necesidades de la Extensión Universitaria:
- Urgencia de capacitar a la comunidad universitaria para realizar el trabajo extensionista;
- Se reconoce la necesidad de la planificación estratégica para la Extensión Universitaria;
- Necesidad de un programa extensionista universitario con carácter contextual desde un proyecto de país;
- Los medios de comunicación universitaria, al igual que los medios de difusión masiva, deben reflejar la vida universitaria y su proyección comunitaria;
- El campo de la comunicación organizacional universitaria reclama atención;
- La comunicación no ha sido conceptualizada como proceso educativo vital en la docencia, la investigación y la Extensión, siendo esta última el marco propicio del proceso comunicativo;
- Es urgente la concientización y el reconocimiento por parte de las autoridades universitarias del papel de la Extensión como elemento clave en la vida intra y extrauniversitaria;
- Necesidad de perfeccionar los instrumentos de evaluación para la extensión.
Existe una demanda sostenida y creciente de las instituciones públicas y privadas de vincularse con las actividades universitarias y comienza a desarrollarse una mayor conciencia universitaria de la necesidad de vincularse con la Comunidad, de involucrarse con los problemas cotidianos y de trabajar al ritmo y con los tiempos que el problema o la demanda requieran; no obstante, la visión transversal e integrada de la Extensión en las distintas unidades aún es baja, por lo que todavía predomina el trabajo vertical, compartimentado y muchas veces desarticulado.
La casi totalidad de las actividades de extensión son autogestionarias y comienza a ser necesario un presupuesto dado por la propia Universidad, que baje los niveles de vulnerabilidad de las iniciativas – hoy dependientes en forma casi absoluta de recursos externos-, que permita dar respuesta a demandas elementales, así como canalizar proyectos de importancia institucional que no cuentan con financiamiento externo, definiendo prioridades en función de un plan de trabajo integral.
Evolución histórica
La incorporación de una "tercera función", diferenciada de las tradicionales de docencia e investigación y orientada a extender la acción de las universidades más allá de sus linderos académicos, responde a una preocupación que no es reciente.
Históricamente, la idea de que las instituciones de educación superior mantengan relaciones con las comunidades de su entorno inmediato y con la sociedad en general, adquiere toda su magnitud con la creación de los Land Grant Colleges en los Estados Unidos de Norteamérica. Estos tienen su origen en 1862, mediante el Morril Act, el cual institucionaliza sus acciones de formación y sus actividades hacia las comunidades rurales. Una segunda ley (Hatch Act, 1887) les otorga los medios necesarios para apoyar el desarrollo de investigaciones aplicadas y acciones experimentales.
Desde entonces, los Land Grant Colleges han desempeñado un papel fundamental en el desarrollo tanto de la agricultura como de la industria en las regiones en que fueron establecidos, ya que, en las diferentes modalidades de servicios que han prestado a las comunidades, se han incluido tanto cursos especiales como el desarrollo de técnicas adecuadas a necesidades específicas que, además de contribuir a la solución de problemas concretos, han tenido repercusiones en diferentes ámbitos de la educación superior norteamericana. Por una parte, se logró eliminar el privilegio mantenido por las disciplinas académicas en detrimento de las técnicas y las artes; por otra, facilitó la diversificación de programas en el nivel de educación superior de este país, frente a la rigidez de los perfiles de enseñanza de las universidades europeas. En la práctica, desde el siglo XIX los Land Grant Colleges han sido los que, de manera más directa, asumen la tercera función -el servicio a la comunidad- que se generaliza en las instituciones de educación superior, lo cual ha permitido que algunos de éstos lleguen a formar parte -en una estrategia de complementariedad de prestigiadas universidades norteamericanas (California, Cornell, Wisconsin, etcétera). Evidentemente, esta situación refleja la presencia de cierta ideología social y educativa, donde la búsqueda de la democratización ha permitido desarrollar relaciones estrechas entre la universidad y la sociedad.
Las universidades europeas, con algunas excepciones sobre todo entre las inglesas y las nórdicas, mantienen la concepción original de la universidad como el gremio de maestros y discípulos dedicados al oficio de aprender los saberes, aunque con matices distintos debido a los modelos que les sirven de base. La mayoría de los países de Europa septentrional toman el modelo de la Universidad de París; el modelo de Bolonia es adoptado por la Universidad de Salamanca y por las universidades de Europa meridional, y va a inspirar, a través del esquema de Salamanca, la mayoría de las universidades de América Latina.
El modelo de Bolonia -en el que predomina la participación de los estudiantes- explica, en alguna medida, la evolución histórica de la universidad latinoamericana y el surgimiento de la "tercera función".
En América Latina, ni la universidad surgida en la época de la Colonia ni la que nace en el periodo republicano muestran interés especial por extender su ámbito de acción más allá de sus muros.
La primera, creada bajo el modelo de la de Salamanca, fue una universidad típicamente clasista, que respondía a la política del imperio español: se abrió para atender solamente a un sector muy reducido de la población: aquel que ejercía el dominio de la sociedad, es decir, peninsulares y criollos. El resto de la población es "educado" por los frailes y misioneros, como una más de las obras caritativas que deben emprender.
Los gobiernos republicanos originados por los movimientos independentistas no lograron modificar con profundidad las estructuras sociales, y solamente las autoridades españolas fueron sustituidas por los criollos.
La universidad en diversos países, cuando no fue suprimida, comenzó a adoptar modelos extranjeros, especialmente el que creó el régimen napoleónico. Se sustituyó la concepción de la universidad hispánica por el modelo del conglomerado de escuelas profesionales, separando la investigación-creación del conocimiento de esa institución, dando origen a estructuras específicas como las académicas y los institutos.
En virtud de que la atención de la universidad latinoamericana estaba centrada en la formación de profesionales, se marginó con ello el interés por la ciencia y la cultura, a menos que formara parte de la enseñanza de una profesión; sus actividades hacia el exterior -científicas y culturales se redujeron a la celebración de "veladas literarias" o a la publicación de algunos títulos.
Los abogados sustituyeron a los clérigos como figuras fundamentales en la universidad latinoamericana de la república y prácticamente se convirtieron en el "producto típico" de éstas durante el siglo XIX y comienzos del XX. De la misma manera en que, durante la Colonia, la Universidad formaba a los eclesiásticos, en su nueva etapa debería legitimar a los nuevos funcionarios del Estado.
Como señala Medina Echavarría, "las universidades latinoamericanas, como fiel reflejo de las estructuras sociales que la independencia no logró modificar, seguían siendo los 'virreinatos del espíritu' y conservaban, en esencia, su carácter de academias señoriales".
Esta situación se prolonga hasta las primeras décadas del siglo XX. Durante el periodo anterior, las dos entidades -universidad y sociedad- habían convivido sin mayores conflictos, en la medida en que la primera no hacía sino responder a los requerimientos de las clases dominantes de la segunda, especialmente de quienes, al poseer el poder económico y político, tenían el control sobre la universidad.
El primer cuestionamiento profundo que se hace a la universidad latinoamericana se produce en 1918, en Córdoba, Argentina. Numerosos autores coinciden en señalar que este movimiento de reforma marca el ingreso de América Latina al siglo XX, así como el ascenso de las clases medias urbanas. Como es sabido, el movimiento de Córdoba no consistió exclusivamente en una reivindicación de tipo académico, sino que pretendió lograr otras de carácter político-social, que trasformarían el carácter de la universidad y permitirían el acceso de las clases medias, que veían en ésta la vía idónea para el ascenso político y social que hasta entonces había sido privilegio de las clases superiores.
Este movimiento de reforma universitaria no es ajeno a los profundos cambios que se producían en otros países de América Latina y que marcaban ya la preocupación generalizada por una mayor democracia y por la modernización de la sociedad. En el Manifiesto Liminar (1918) se expresan los principales aspectos considerados en la reforma universitaria. Cabe señalar, entre otros:
– Autonomía universitaria (económica, administrativa, política, docente);
– la docencia libre;
– la reorganización académica: creación de nuevas escuelas y facultades, mejoramiento de la formación cultural de los profesionales;
– democratización del ingreso a la universidad y asistencia social a los estudiantes;
– extensión universitaria, fortalecimiento de la función social de la universidad, proyección al pueblo de la cultura universitaria y atención a los problemas nacionales;
– unidad latinoamericana; y
– participación de la comunidad universitaria en sus órganos de gobierno.
Se configura desde este momento la llamada "misión social de la universidad" que, en esencia, pretende vincular a ésta con la población y con la vida del país en general, para lo cual deben instrumentarse acciones tales como la colaboración obreros-estudiantes, la universidad popular, etc.
Con base en planteamientos tales como "vincular la universidad con el pueblo", "el derecho de todos a una educación integral", "devolver al pueblo los beneficios derivados de pertenecer a la clase privilegiada que asiste a la universidad y que el pueblo paga", se inicia un esfuerzo importante encaminado a incorporar la extensión universitaria y la difusión cultural a las tareas institucionales, llegando a consagrarse como la tercera función, junto con la docencia y la investigación, hacia la década de los treinta en la legislación de la mayor parte de las universidades.
Esta orientación o vocación social de la universidad, que pretende materializarse a través de la función de extensión, constituye un rasgo típico de las instituciones de educación superior latinoamericana y las distingue de sus homólogas de otros países (Europa y los Estados Unidos).
El incluir la función de extensión y difusión cultural en la legislación universitaria representa prácticamente un compromiso institucional que da lugar a un gran número de iniciativas y acciones con diverso carácter y orientación, en función de la interpretación que cada país, régimen político o institución hacen de ella. En algunos casos, ha llegado a constituirse en una amenaza al régimen político vigente, al considerársele como un factor de movilización popular; en otros no deja de ser un escaparate de la producción artística universitaria.
El primer enfoque estuvo presente en muchas universidades latinoamericanas, y coincidía con el fortalecimiento de la corriente de pensamiento que cuestionaba las teorías desarrollistas y buscaba nuevas vías para romper la dependencia y el subdesarrollo.
En 1949 se celebró el Primer Congreso de Universidades Latinoamericanas. En él se ratificó esa orientación o función social de la universidad y su expresión a través de la función de extensión: se enfatizó el postulado de que la universidad es una institución al servicio de la comunidad, que debe realizar una acción sistemática y permanente de carácter educativo, social y cultural para acercarse a los problemas del pueblo, resolverlos y orientar a las fuerzas colectivas.
Por lo que se refiere a la extensión, las propuestas se orientaron hacia la creación de áreas especializadas dentro de las universidades que pudieran coordinar todas las acciones destinadas a "proyectar" el quehacer universitario a todas las esferas e individuos que forman parte de la vida nacional.
Durante la misma reunión se aprobó la "Carta de las Universidades Latinoamericanas" que, en general, se constituyó en el ideario de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL) que se creó en ese Congreso. Entre sus principios se señala que la universidad deberá "contribuir a la elevación del nivel espiritual de los habitantes de la comunidad latinoamericana promoviendo, difundiendo y transmitiendo la cultura", manteniéndose siempre atenta a la realidad "para que no sea solamente una entidad que acumula cultura y trasmite el saber, sino un sistema activo de funciones que beneficien a la colectividad en que encuentra su génesis vital".
La UDUAL convocó, en 1957, a la Primera Conferencia Latinoamericana de Extensión Universitaria y Difusión Cultural, que se realizó en Santiago de Chile, y emitió un conjunto de planteamientos y recomendaciones que trataron de puntualizar la teoría latinoamericana en el campo.
El concepto de extensión universitaria que se postuló en aquella reunión señala:
La extensión universitaria debe ser conceptuada por su naturaleza, contenido, procedimientos y finalidades, de la siguiente manera: Por su naturaleza, la extensión universitaria es misión y función orientadora de la universidad contemporánea, entendida como ejercicio de la vocación universitaria. Por su contenido y procedimiento, la extensión universitaria se funda en el conjunto de estudios y actividades filosóficas, científicas, artísticas y técnicas, mediante el cual se auscultan, exploran y recogen del medio social, nacional y universal, los problemas, datos y valores culturales que existen en todos los grupos sociales. Por sus finalidades, la extensión universitaria debe proponerse, como fines fundamentales, proyectar dinámica y coordinadamente la cultura y vincular a todo el pueblo con la universidad. Además de dichos fines, la extensión universitaria debe procurar estimular el desarrollo social, elevar el nivel espiritual, intelectual y técnico de la nación, proponiendo imparcial y objetivamente ante la opinión pública, las soluciones fundamentales a los problemas de interés general. Así entendida, la extensión universitaria tiene por misión proyectar, en la forma más amplia posible y en todas las esferas de la nación, los conocimientos, estudios e investigaciones de la universidad, para permitir a todos participar en la cultura universitaria, contribuir al desarrollo social y a la elevación del nivel espiritual, moral, intelectual y técnico.
Esta primera formalización de la función de extensión tuvo una repercusión muy amplia, y durante varias décadas sirvió como base para la formulación de políticas, programas y acciones institucionales.
Una análisis del concepto permite apreciar varias situaciones interesantes: la universidad se nos presenta como entidad casi mecánica, con capacidades que rebasan ampliamente los márgenes de acción, no sólo de una institución sino del sistema educativo globalmente considerado. Estas capacidades la colocan, entonces, en una posición indiscutible de superioridad, apartada del resto del conjunto social, y las acciones que se desarrollan a partir de esta concepción tienen un carácter eminentemente paternalista que se encubre en el planteamiento "liberador". Es decir, que la universidad, consciente de su condición de institución elitista y privilegiada de la sociedad, pretende remediar esta situación, al menos parcialmente, llevando algunos de los conocimientos y servicios que ella produce hacia los grupos desfavorecidos. Es claro que la universidad es quien decide qué es lo que debe hacerse llegar a ellos, dado que el pueblo, al no estar "educado", no tiene capacidad de decisión. No hay mayor relación o acercamiento a éste para determinar necesidades, acciones, formas y contenidos, ya que la universidad, depositaria del saber y conocedora del rumbo que debe tomar la sociedad, conduce a ésta por tal vía.
Como señaló Darcy Ribeiro: "la extensión cultural es frecuentemente una actividad de carácter más o menos demagógico que se ejerce a veces extramuros a veces en la misma universidad, esparciendo caritativamente una niebla cultural a personas que no pudieran frecuentar cursos de nivel superior."
El peso de esta orientación de la función de extensión marcó fuertemente su desarrollo, ya que la mayor parte de las universidades, convencidas o no de ella, emprendieron numerosos conciertos, conferencias, exposiciones; eventualmente, algún tipo de cursos y campañas de alfabetización, bufetes jurídicos, campañas de salud y limpieza, etcétera, muchas veces a través del servicio social, que plantea una forma de participación de los estudiantes en estos procesos de extensión de los beneficios de la educación superior. En términos generales, esta orientación ha conservado su vigencia, al menos en las formas de acción, ya que el discurso original ha permitido la fuerza que le dieron en su momento una filosofía y una sociología sólidamente construidas y que alcanzaron aceptación en muchos países.
En otras reuniones se revisó el planteamiento original. La Segunda Conferencia Latinoamericana de Extensión Universitaria y Difusión Cultural, celebrada en México en 1972, replantea algunos aspectos: se cuestiona fundamentalmente el carácter asistencialista de la extensión, la falta de participación de la sociedad en las decisiones que le conciernen, y se propone, con una fuerte influencia de las teorías y experiencias de Freire en el terreno de la alfabetización, que la extensión y la difusión deben ser liberadoras en el sentido de que tienen que favorecer la concientización de los individuos sobre su realidad para que asuman el compromiso de actuar sobre ella, trasformándola.
La extensión trata de adoptar un nuevo enfoque que la presenta como un proceso de comunicación entre instancias situadas en un mismo nivel, donde no existe jerarquía y los mensajes actúan en una doble vía modificando tanto a la universidad como a la comunidad, gracias a la interacción permanente que se establece entre ellas.
En esa Segunda Conferencia, la "tercera función" quedó definida de la manera siguiente:
Extensión Universitaria es la interacción entre universidad y los demás componentes del cuerpo social, a través de la cual ésta asume y cumple su compromiso de participación en el proceso social de creación de la cultura y de liberación y transformación radical de la comunidad nacional.
Los objetivos que se le asignan son:
I- Contribuir a la creación de una conciencia en todos los sectores sociales, para favorecer así un verdadero cambio liberador de la sociedad.
II- Contribuir a que todos los sectores alcancen una visión integral y dinámica del hombre y el mundo, en el cuadro de la realidad histórica-cultural y del proceso social de emancipación de la América Latina.
III- Promover, como integradora de la docencia y la investigación, la revista crítica de los fundamentos de la Universidad y la concientización de todos sus estamentos, para llevar adelante un proceso único y permanente de creación cultural y transformación social.
IV- Contribuir a la difusión y creación de los modernos conceptos científicos y técnicos que son imprescindibles para lograr una efectiva transformación social, creando a la vez la conciencia de los peligros de la transferencia científica, cultural y tecnológica, cuando es contrario a los intereses nacionales y a los valores humanos.
En cuanto a sus orientaciones, la extensión deberá:
I- Mantenerse solidariamente ligada a todo proceso que se dé en la sociedad tendiente a abolir la denominación interna, externa, y a la marginación y explotación de los sectores populares de nuestras sociedades.
II- Estar despojada de todo carácter paternalista y meramente asistencialista, y en ningún momento ser transmisora de los patrones culturales de los grupos dominantes.
III- Ser planificada, dinámica, sistemática, interdisciplinaria, permanente, obligatoria y coordinada con otros factores sociales que coinciden con sus objetivos y no sólo en su ambiente nacional sino promover la integración en el ámbito latinoamericano".
Como puede apreciarse en estos señalamientos, la extensión aunque conserva una importante orientación sociopolítica, comienza a precisar su carácter académico, estableciendo la necesidad de articulación con las otras funciones de docencia e investigación, y definiendo los contenidos que debe comprender en sus acciones. Después de esta II Conferencia, no se ha efectuado ninguna otra con ese carácter. Cada uno de los países de América Latina en sus instituciones ha desarrollado la tercera función de acuerdo con esos lineamientos bajo una interpretación diversa, matizando en función de sus necesidades alguno de los campos de contenido o una estrategia en particular.
Los desarrollos, en consecuencia, han sido desiguales a la importancia que se otorga a la función frente a las otras dos: docencia e investigación.
Esta importancia se otorga no sólo a partir de ciertas declaraciones de principios sino, fundamentalmente, como resultado de las presiones de la sociedad hacia las universidades. En el caso de la función de extensión, las características del desarrollo de la educación superior en América Latina no han favorecido, por las razones que se han señalado en múltiples análisis, el cumplimiento o la materialización de la mayoría de los conceptos y orientaciones que se le adscribieron en diversos momentos.
De la misma manera, los cambios producidos en la ideología que sustentaba esos principios han provocado que, paulatinamente, las universidades traten de adaptarse a las condiciones sociales e institucionales vigentes, ya que, de no hacerlo, se corría el riesgo de presentar disfuncionalidades entre la universidad y el entorno sociopolítico, es decir, entre demandas que debían ser satisfechas por la universidad y las respuestas que ésta consideraba que debía otorgar. La demanda fundamental hecha a las universidades ha sido, desde la década de los sesenta, atender a las necesidades de formación de una población en aumento constante. Los esfuerzos, entonces, se han orientado a mejorar los sistemas de enseñanza; esto ha provocado un desequilibrio entre las funciones, en detrimento evidente de la investigación pero, sobre todo, de la extensión.
La investigación ha encontrado, paulatinamente, formas de articulación con la docencia, por lo que su situación es más definida.
Por otra parte, el desarrollo de la investigación, patente en el avance científico y tecnológico, hace indiscutible su inclusión dentro de las tareas universitarias.
La extensión, no habiendo logrado ni su definición en la institución ni su vinculación con las otras funciones, y habiendo reducido su actividad a la realización de eventos sin una clara intencionalidad, es percibida como una función accesoria, que puede ser suprimida o reducida al mínimo sin afectar el trabajo de la institución, situación que caracteriza el estado actual de la función en la mayoría de nuestros países.
En algunos países, europeos y en los Estados Unidos de Norteamérica, el desarrollo reciente de la llamada "tercera función" de las universidades ha obedecido, sobre todo, a las necesidades de democratizar el proceso de transmisión del conocimiento, buscando nuevas modalidades de docencia para poblaciones con necesidades específicas. De ahí han surgido nuevas formas de interacción entre la universidad y la comunidad -o comunidades- que han conformado paulatinamente la noción de "servicio público" de éstas.
En una primera acepción, la función de servicios comprende el conjunto de actividades de la universidad, y traduce el hecho de que, en última instancia, toda actividad de investigación y docencia es un servicio a la comunidad. La segunda, por el contrario, enfatiza la autonomía de esta función y la considera como una actividad que se ejerce paralelamente a las de docencia e investigación, y no a través de ellas; en consecuencia, constituye un elemento más o menos diferenciado dentro de la estructura institucional, cuyo propósito fundamental es el de dar respuestas específicas a las necesidades de una población claramente distinta de la comunidad universitaria, con la que mantiene una comunicación directa que permite a ésta identificar y enunciar esas necesidades. Por ello, aunque la demanda de la población consista en una actividad de docencia e investigación, tienen características específicas en cuanto a su propósito inmediato, su forma y su contenido. En estas dos opciones, que pudieran parecer más objetivas, se encuentran también varias indefiniciones y riesgos.
En la primera de ellas, simplemente se insiste en la relevancia y pertinencia de las actividades que desarrolla la universidad, es decir, en la necesidad de que tanto la enseñanza como la investigación mantengan una relación más estrecha con los problemas reales, concretos de la sociedad, de los cuales se mantiene prudentemente alejada la institución.
Aunque ésta es una necesidad evidente, una insistencia indiscriminada puede hacer que se presente un riesgo: que en aras de la aplicabilidad del conocimiento se llegue a concebir a la comunidad como un lugar de ensayo o práctica de lo que se realiza en la universidad, generando una especie de imperialismo cultural que no haría sino provocar una desconfianza mayor de la población hacia la universidad.
La segunda acepción, que parece haber logrado el consumo de las instituciones, requiere de la precisión de los niveles y estrategias de interacción entre universidad y comunidad, de manera que aquélla no se convierta en la "estación de servicio", sujetas a las tensiones y demandas indiscriminadas de la sociedad e incapaces de responder a ellas sino de manera superficial.
En general, se han logrado identificar algunos de esos niveles y estrategias. Cabe señalar entre éstas:
a) La utilización mutua de recursos materiales y humanos entre las dos instancias: uso de infraestructura (salones, laboratorios, equipo industrial, medios de comunicación, profesores y alumnos, profesionales en ejercicio como docentes, etcétera);
b) el desarrollo de respuestas a solicitudes de la comunidad, sean cursos de educación continua, actividades culturales o investigaciones aplicadas;
c) participación en grupos o comités de análisis de problemas y búsqueda conjunta de soluciones; eventualmente, incluye también la aplicación y supervisión de la solución adoptada.
De acuerdo con estos planteamientos, el "servicio" constituye una respuesta a una solicitud de un grupo o de la comunidad globalmente considerada, que supone el reconocimiento de la competencia de la universidad para establecer un nuevo tipo de relación con ésta, y rebasa ampliamente la mera distribución de actividades de enseñanza o culturales al exterior de la universidad. Las contradicciones y problemas que se presentan corresponden, sin duda, a una definición insuficiente de los lazos entre universidad y sociedad y el tipo de servicios que deben presentarse.
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