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Los “nuevos” pobres, de los países ricos (un relato trágico de la crisis) (I) (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Es muy, muy silencioso. El ruido más fuerte es el sonido de un ascensor hidráulico utilizado para reemplazar bombillas. El contraste con la manufactura tradicional es fuerte: casi no hay ruido, casi no hay mugre, hay poco esfuerzo físico. Y los requisitos para los trabajadores son muy diferentes.

"Hay que tener personas listas que ayudan a construirla de abajo a arriba", dice el presidente de AMI, Aaron Crum. "No forjamos más las cosas. Usamos láser para cortar metal, extrudamos cerámica, hacemos cosas que son diferentes. Y entonces, por eso, necesitamos una fuerza laboral distinta para hacerlo realidad".

En Estados Unidos, la industria manufacturera está experimentando la misma revolución tecnológica que envió a los trabajadores de la agricultura a la industria al final del siglo XIX, dice Lou Glazer, del grupo consultor Michigan Future Inc.

En los años 50, dice, los trabajos de fábrica correspondían a un tercio del trabajo total en Estados Unidos. Ahora son menos del 10%. Aunque el empleo industrial ha aumentado ligeramente en los últimos meses -añadiendo 30.000 empleos desde marzo- los beneficios palidecen junto a las pérdidas de la última década. En diez años han desaparecido 3,5 millones de empleos en el sector, lo que lleva el total a poco menos de 12 millones.

Pero mientras el empleo ha caído, la productividad se ha disparado. No en vano, la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos se precia de que los trabajadores de fábrica estadounidenses sean "los más productivos del mundo".

A unos 30 minutos en auto de la planta de AMI está el fantasma del pasado manufacturero: Willow Run. Es una planta increíblemente grande con más de 460.000 metros cuadrados, que alguna vez produjo aviones bombarderos Liberator, luego autos Kaiser, luego transmisores y cuerpos de vehículos para General Motors.

Willow Run cerró en 2010 cuando General Motors quebró y buena parte de la fábrica es un recordatorio impresionante de lo que era la manufactura: pesadas prensas del tamaño de una casa de tres pisos se llenan de polvo, los corredores serpentean sin fin aparente hacia la penumbra y el aire es denso por el olor del aceite para máquinas.

Reunidos en una mesa en un restaurante cercano, antiguos trabajadores de Willow Run recuerdan sus primeros días en la planta. Ahora cuando tienen alrededor de 50 años, ellos explican cómo consiguieron el trabajo en la planta. "No se necesitaba un diploma de secundaria", dice Sterling Mullins. "Uno sólo debía ser un buen trabajador", dice Gerry Gardner, "y debía ir todos los días, pues no era un trabajo fácil".

Tom White creció en una finca, "así que las habilidades que tenía no eran muy aplicables". Era la época en que la manufactura servía a los hombres poco educados para incluirse en la clase media industrial de Estados Unidos. "Uno podía meter a los hijos a la universidad, teníamos un par de semanas de vacaciones", dice Gardner. "Y uno tenía suficiente dinero para salir a comprar un auto nuevo. No éramos ricos -no conduzco un Rolls Royce ni nada- pero sí me compré un auto de General Motors".

Los trabajos manufactureros todavía son bien remunerados, con un promedio en 2010 de US$ 77.186 en pagos y beneficios. Pero hay muchos menos y están cambiando, según Glazer, el consultor. "La vía hacia el trabajo masivo de clase media se ha ido", dice. "El único trabajo de fábrica con altos salarios va a ser para personas que pueden programar y mantener máquinas. Ese trabajo va a ser bien remunerado pero requiere habilidades más desarrolladas".

Estados Unidos todavía es un jugador importante en la industria manufacturera. Más del 18% de la producción global manufacturera viene de fábricas estadounidenses. E incluso aunque la manufactura en Estados Unidos ha tropezado un poco recientemente a causa de la caída en órdenes de trabajo desde la eurozona, muchos de los fabricantes de Michigan son optimistas sobre el futuro.

Pero el genio no puede volver a meterse en la botella. La manufactura en Estados Unidos ya cambió y continuará cambiando, presionada por un lado por la tecnología y por el otro por la globalización. Será muy difícil que los trabajadores estadounidenses menos hábiles obtengan un estilo de vida similar al que obtuvo la generación que los precedió.

Para los partidarios de los sistemas privados de pensiones (favor tomar nota)

– El "agujero" de las pensiones en EEUU (El Confidencial – 2/10/12)

(Por Ignacio Sarría) Lectura recomendada

Uno de los aspectos que cada vez preocupan más a los ciudadanos estadounidenses, especialmente aquellos que se aproximan a su edad de jubilación, es la solvencia de sus planes de pensiones. Este problema, que continuamente se relaciona con Europa y con la insolvencia del estado de bienestar, también es un quebradero de cabeza al otro lado del Atlántico.

Los mayores cien fondos de pensiones americanos de empleados públicos gestionaban a final de 2011 un total de 2.700 millones de dólares, lo que supone aproximadamente dos veces el PIB español. Según los últimos análisis actuariales de los fondos públicos, se estima que existe un "agujero" de un 25% entre el valor de los activos bajo gestión y las obligaciones de pago a futuros pensionistas.

El problema de financiación de los fondos de pensiones no es nuevo, pero se agravó de forma considerable tras la crisis crediticia del 2007, lo que aumentó el déficit de las pensiones americanas pasando de un 15% a un 25%.

Según los expertos, los fondos de pensiones tienen que alcanzar niveles de rentabilidad anuales superiores al 7% para poder hacer frente en un futuro a sus obligaciones de pago con los pensionistas. Sin embargo, la rentabilidad media de los fondos de pensiones americanos durante la última década ha sido de un 5.6% anual, muy por debajo del 7-8% deseado para corregir el "agujero" de financiación.

El entorno actual de los tipos de interés, que tal como ha anunciado la Fed recientemente "estarán cercanos a cero hasta mediados del 2015", tampoco ayuda a mejorar la solvencia financiera de las pensiones americanas.

Una de las estrategias por la que han adoptado la mayoría de los gestores en Estados Unidos es la de aumentar su exposición a activos alternativos con expectativas de rentabilidad superiores para poder alcanzar el deseado 7-8% retorno anual.

Si comparamos el "asset allocation" de 2007 con el actual, los fondos de pensiones han pasado de invertir un 60% en renta variable a un 50%, han mantenido un 25% en renta fija y las inversiones alternativas en activos "menos líquidos" como private equity, inmobiliario y hedge funds han pasado de un 12% en 2007 a un 20% de media en la actualidad.

Los mayores cien fondos de pensiones públicos americanos están destinando de media un 8% a invertir en private equity, un 6% en el sector inmobiliario y un 3-4% a hedge funds para poder corregir de forma progresiva su déficit de financiación.

Esta tendencia que se dio a conocer a finales de los ochenta por los endowments de prestigiosas universidades americanas como Princeton, Harvard y Yale, invirtiendo hasta un 50% en inversiones alternativas es cada vez más popular entre los inversores institucionales. Los modelos tradicionales de inversión no funcionan, por lo menos para garantizar que los americanos cobren sus pensiones.

Habrá que esperar unos años para analizar los resultados de esta política de inversión más "arriesgada" de los fondos de pensiones para superar sus problemas de financiación, en un entorno de mercado donde los modelos tradicionales de renta variable y renta fija no son suficientes para alcanzar las rentabilidades deseadas. La búsqueda de rentabilidades atractivas invirtiendo una parte de la cartera en "activos ilíquidos" es una estrategia cada vez más asumida entre los grandes fondos de pensiones americanos.

El desapalancamiento del hogar estadounidense (Fedea – 8/10/12) Lectura recomendada

(Por Tano Santos)

edu.red

Gráfico I: EE.UU.: Crédito total a los hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%) nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del crédito total a los hogares. Datos Anuales de 1977 a 2005 y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2. Fuente: Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board) y el deflactor del PIB es del Bureau of Economic Analysis.

edu.red

Gráfico II: EE.UU.: Crédito hipotecario a los hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%) nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del crédito hipotecario a los hogares. Datos Anuales de 1977 a 2005 y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2. Fuente: Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board) y el deflactor del PIB es del Bureau of Economic Analysis.

edu.red

Gráfico III: EE.UU.: Crédito al consumo a los hogares: Tasas de crecimiento intertrimestral anualizada (%) nominal y real (utilizando el deflactor del PIB) del crédito al consumo a los hogares. Datos anuales de 1977 a 2005 y trimestrales desestacionalizados de 2006Q1 a 2012Q2. Fuente: Flow of Funds Accounts of the US (Federal Reserve Board) y el deflactor del PIB es del Bureau of Economic Analysis.

Hemos discutido aquí en alguna ocasión que parte de la historia de esta crisis es precisamente el "reequilibrio" de la economía estadounidense que ha visto un incremento notabilísimo del porcentaje que al PIB contribuye el consumo final privado desde mediados de los años 80. Parte importante del crecimiento estadounidense es precisamente este apalancamiento del hogar estadounidense, este traerse consumo del futuro al presente que tanto ha estimulado la actividad económica no sólo en los EEUU, sino en el mundo entero ya que se ha traducido en fuerte desequilibrio de la balanza comercial también…

Las brechas en oportunidad y logros educativos por ingreso imponen el equivalente de una recesión permanente de 3-5% del PBI en la economía estadounidense

Los "efectos colaterales" de la pobreza: el desempleo y la brecha de habilidades

– Cómo achicar el déficit de empleos de Estados Unidos (Project Syndicate – 15/10/12)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- Los datos más recientes de desempleo en Estados Unidos confirman que la economía estadounidense sigue recuperándose de la Gran Recesión de 2008-2009, a pesar de la desaceleración que aqueja a las otras naciones del G-20. Por cierto, el ritmo del crecimiento del empleo en el sector privado, en rigor de verdad, ha sido mucho más fuerte durante esta recuperación que durante la recuperación de la recesión de 2001, y es comparable a la recuperación de la recesión de 1990-1991.

Durante los últimos 31 meses, el empleo en el sector privado ha crecido en 5,2 millones y la tasa de desempleo ha caído por debajo del 8% por primera vez en casi cuatro años. Pero la tasa de desempleo sigue estando más de dos puntos porcentuales por encima del valor a largo plazo que la mayoría de los economistas consideran normal cuando la economía está operando casi en su potencial.

Es más, la cantidad de desempleados de larga data (27 semanas o más) es aproximadamente el 40% del total -el porcentaje más bajo desde 2009, pero aun así mucho más alto que en las recesiones anteriores desde la Gran Depresión, y cerca del doble de lo que sería en un mercado laboral normal-. De modo que el mercado laboral de Estados Unidos, si bien se está recuperando, todavía está muy lejos de donde debería estar.

Esto es en parte porque las pérdidas de empleos durante la Gran Recesión fueron tan grandes -el doble que en las recesiones previas desde la Gran Depresión-. En términos de la historia económica de Estados Unidos, lo que es anormal no es el ritmo del crecimiento del empleo en el sector privado desde que terminó la recesión de 2008-2009, sino más bien la extensión y el alcance de la recesión en sí misma.

El decrecimiento fue una recesión distintiva de balances que causó caídas considerables en la riqueza de los hogares y necesitó un desapalancamiento doloroso. La demanda, coherente con las recuperaciones de esas recesiones, ha crecido lentamente, a pesar de un estímulo fiscal y monetario sin precedentes, y eso explica por qué la tasa de desempleo sigue alta. Por cierto, las empresas citan la incertidumbre respecto de la fortaleza de la demanda, no la incertidumbre en cuanto a la regulación o las cargas fiscales, como el factor principal que retrasa la creación de empleo.

La demanda del sector público también se ha contraído, debido al deterioro de los presupuestos de los gobiernos estatales y locales. Como resultado, el empleo público, que normalmente aumenta durante las recuperaciones, ha contribuido marcadamente al alto nivel de desempleo durante los últimos tres años. A pesar de un repunte modesto en los últimos tres meses, el empleo gubernamental está 569.000 por debajo de su nivel de junio de 2009 -un mínimo de 30 años como porcentaje de la población civil adulta-. Según cálculos de Hamilton Project, si este porcentaje estuviera en su promedio de 1980-2012 de aproximadamente 9,6% (a decir verdad fue superior entre 2001 y 2007), habría aproximadamente 1,4 millón más de empleos en el sector público y la tasa de desempleo rondaría el 6,9%.

Informes recientes sugieren que existen más de tres millones de vacantes laborales no cubiertas, y aproximadamente el 49% de los empleadores sostienen que les resulta difícil ocupar los puestos, especialmente en los sectores de tecnología de la información, ingeniería y tareas calificadas. Esto ha avivado la especulación de que un "desajuste" entre las capacidades de los trabajadores y las necesidades de los empleados es un factor importante detrás de la elevada tasa de desempleo.

Sin embargo, la evidencia que respalda esta visión es escasa. La relación entre la tasa de desempleo y la tasa de oferta de trabajo es coherente con los patrones registrados en recuperaciones anteriores. Tampoco hay nada inusual respecto del tamaño de los desajustes entre los puestos vacantes y la disponibilidad de trabajadores por industria.

Estos desajustes industriales aumentan durante las recesiones, lo que refleja una mayor agitación en el mercado laboral ya que los trabajadores se desplazan entre sectores que se achican y se expanden, pero caen a medida que la economía se recupera. Este patrón también caracteriza la recuperación actual, y los datos recientes sugieren que los desajustes entre la demanda y la oferta de mano de obra por industria regresan a los niveles previos a la recesión.

Sin embargo, conforme la economía estadounidense se recupera, el cambio tecnológico se acelera, avivando la demanda de más habilidades en un momento en el que los niveles de formación de la fuerza laboral se han estancado. Esta es la verdadera brecha de habilidades que existía antes de la Gran Recesión, y que empeora con el tiempo.

La brecha se manifiesta en tasas de desempleo mucho más altas para trabajadores con estudios secundarios que para trabajadores con formación universitaria en cada etapa del ciclo comercial. La brecha también se observa en una desigualdad significativa -y creciente- entre los ingresos de los trabajadores con estudios secundarios y aquellos con un título universitario o superior.

Las alzas de los ingresos han sido particularmente fuertes para aquellos trabajadores con títulos terciarios, mientras que los salarios reales de los trabajadores con estudios secundarios, especialmente hombres, han caído marcadamente. A los trabajadores con bajos niveles de formación les está resultando cada vez más difícil encontrar empleos bien remunerados en cualquier sector, incluso cuando la economía está funcionando casi a su capacidad plena.

Estados Unidos fue el líder mundial en tasas de estudios secundarios y universitarios completos durante gran parte del siglo XX. Hoy está ubicado en el medio de los países de la OCDE.

Un factor importante detrás de esta caída relativa ha sido la imposibilidad del sistema escolar estadounidense de asegurar una educación de alta calidad para los norteamericanos desventajados, particularmente hijos de hogares pobres, minoritarios e inmigrantes. Según el censo más reciente, aproximadamente un 25% de los niños de menos de seis años viven en la pobreza. Estos niños tienen menos probabilidades de acceder a programas en su niñez temprana que los preparen para la escuela, y tienen más probabilidades de asistir a escuelas que tienen ratios estudiantes/maestros elevadas y que no pueden atraer y retener maestros calificados.

Como resultado de estos y otros problemas, el estudiante secundario promedio en Estados Unidos recibe una preparación inadecuada en temas centrales como escritura, matemáticas y razonamiento analítico, lo que a su vez reduce la inscripción universitaria y las tasas de estudios completos. La experiencia estadounidense es coherente con la evidencia de la OCDE de que los estudiantes de países con una mayor desigualdad de ingresos obtienen peores resultados en las pruebas de logro académico. Y un estudio reciente de McKinsey sugiere que las brechas en oportunidad y logros educativos por ingreso imponen el equivalente de una recesión permanente de 3-5% del PBI en la economía estadounidense.

Para resolver estas brechas, Estados Unidos debe fomentar la formación educativa de los trabajadores actuales y futuros. Esto implica invertir más en educación en todos los niveles -en programas de educación en la niñez temprana, escuelas primarias y secundarias, universidades comunitarias, programas de institutos profesionales para empleos específicos en sectores específicos y ayuda financiera para la educación superior. Por sobre todo, implica solucionar las disparidades de ingresos en la oportunidad y el logro educativo.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley)

La transmisión intergeneracional de la pobreza

– Las generaciones perdidas (Project Syndicate – 24/10/12) Lectura recomendada

(Por Jeffrey D. Sachs)

Nueva York.- El éxito económico de un país depende de la educación, las aptitudes y la salud de su población. Cuando sus jóvenes están sanos y bien educados, pueden encontrar empleos bien remunerados, lograr la dignidad y conseguir ajustarse a las fluctuaciones del mercado laboral mundial. Las empresas invierten más cuando saben que sus trabajadores serán productivos. Sin embargo, muchas sociedades de todo el mundo no cumplen con el imperativo de garantizar una salud básica y una educación decorosa para todas las generaciones de niños.

¿Por qué no se cumple con el imperativo de la educación en tantos países? Algunos son, sencillamente, demasiado pobres para disponer de escuelas decorosas. Los propios padres pueden adolecer de una educación insuficiente, lo que les impide ayudar a sus hijos más allá del primer o segundo año de escuela, con lo que el analfabetismo y la falta de conocimientos básicos de aritmética se transmiten de una generación a la siguiente. La situación más difícil es la de las familias numerosas (de seis o siete hijos, pongamos por caso), porque los padres invierten poco en la salud, la nutrición y la educación de cada uno de los hijos.

Sin embargo, también los países ricos fallan. Los Estados Unidos, por ejemplo, permiten cruelmente el sufrimiento de sus niños más pobres. Los pobres viven en barrios pobres con escuelas pobres. Con frecuencia los padres están desempleados, enfermos, divorciados o incluso encarcelados. Los niños quedan atrapados en un persistente ciclo generacional de pobreza, pese a la riqueza general de la sociedad. Con demasiada frecuencia, los niños que se crían en la pobreza acaban siendo adultos pobres.

Un nuevo y notable documental, The house I Live In ("La casa en la que vivo"), muestra que el caso de los Estados Unidos es incluso más triste y cruel, a consecuencia de unas políticas desastrosas. Hace unos cuarenta años, los políticos de los Estados Unidos declararon una "guerra a las drogas" aparentemente para luchar contra el uso de drogas adictivas como la cocaína. Sin embargo, como muestra claramente el documental, la guerra contra las drogas se convirtió en una guerra contra los pobres, en particular los grupos minoritarios pobres.

En realidad, la guerra contra las drogas provocó la encarcelación en masa de jóvenes pobres de grupos minoritarios. Actualmente en los Estados Unidos hay 2,3 millones de personas encarceladas en todo momento, una mayor parte de los cuales son pobres que fueron detenidos por vender drogas para poder costearse su adicción. A consecuencia de ello, los EEUU han acabado con la tasa más elevada de encarcelación del mundo: ¡la escandalosa de 743 personas por 100.000 habitantes!

El documental retrata un mundo de pesadilla, en el que la pobreza de una generación se transmite a la siguiente, con la facilitación del proceso por la cruel, costosa e ineficiente "guerra contra las drogas". Los pobres, con frecuencia afroamericanos, no pueden encontrar empleos o han vuelto del servicio militar sin aptitudes ni contactos laborales. Caen en la pobreza y se entregan a las drogas.

En lugar de recibir asistencia social y médica, son detenidos y convertidos en delincuentes. A partir de ese momento, no cesan de entrar y salir del sistema penitenciario y tienen pocas posibilidades de conseguir jamás un puesto de trabajo legal que les permita escapar de la pobreza. Sus hijos crecen sin un padre en casa… y sin esperanza ni apoyo. Los hijos de los usuarios de drogas con frecuencia llegan a serlo, a su vez; también ellos acaban con frecuencia en la cárcel o sufren violencia o una muerte temprana.

Lo demencial de esta situación es que los EEUU no han advertido una evidencia… y durante cuarenta años. Para acabar con el ciclo de la pobreza, un país debe invertir en el futuro de sus hijos, no en el encarcelamiento de 2.3 millones de personas al año, muchas de ellas por delitos no violentos que son síntomas de pobreza.

Muchos políticos son cómplices entusiastas de esa locura. Juegan con los miedos de la clase media, en particular con el miedo de la clase media a los grupos minoritarios, para perpetuar ese extravío de las medidas sociales y el gasto estatal.

La cuestión general es la siguiente: a los gobiernos corresponde un papel excepcional para velar por que todos los jóvenes de una generación -los niños pobres igual que los ricos- tengan una oportunidad. Si no existen programas estatales sólidos y eficaces que apoyen la enseñanza y la atención de salud de la máxima calidad y la nutrición adecuada, no es probable que un niño pobre se libre de la pobreza de sus padres.

Ése es el genio de la "democracia social", la filosofía cuya adelantada fue Escandinavia, pero que también se ha plasmado en muchos países en desarrollo, como, por ejemplo, Costa Rica. La idea es sencilla y sólida: todas las personas merecen una oportunidad, por lo que la sociedad debe ayudar a todo el mundo a conseguirla. Lo más importante es que las familias necesitan ayuda para criar a niños sanos, bien alimentados y educados. Las inversiones sociales son importantes, se financian con impuestos altos, que los ricos pagan de verdad, en lugar de evadirlos.

Ése es el método básico de acabar con la transmisión intergeneracional de la pobreza. Un niño pobre en Suecia tiene subsidios desde el principio. Sus padres tienen una licencia de maternidad o paternidad para ayudarlos a criar al niño. Además, el Estado brinda guarderías de la máxima calidad, lo que permite a la madre -por saber que el niño se encuentra en un ambiente seguro– volver al trabajo. El Estado vela por que todos los niños tengan una plaza en la enseñanza preescolar, a fin de que estén listos para la escolarización oficial a la edad de seis años, y la atención de salud es universal, para que el niño pueda criarse sano.

Así, pues, una comparación entre los EEUU y Suecia es reveladora. Si recurrimos a datos y definiciones comparables facilitados por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, vemos que los EEUU tienen una tasa de pobreza del 17,3 por ciento, el doble, aproximadamente, de la de Suecia, que es del 8,4 por ciento. Y la tasa de encarcelación de los Estados Unidos es diez veces la de Suecia, que asciende a 70 personas por 100.000 habitantes. Los Estados Unidos son, por término medio, más ricos que Suecia, pero el desfase en ingresos entre los más ricos y los más pobres de los Estados Unidos es mucho mayor que el de Suecia y los EEUU tratan a sus pobres con una actitud punitiva y no de apoyo.

Una de las realidades escandalosas de los últimos años es la de que los Estados Unidos tienen ahora el menor grado de movilidad social de los países con grandes ingresos. Lo más probable es que los niños nacidos pobres sigan siendo pobres y que los niños nacidos en la abundancia sean adultos acomodados.

Esa distancia entre generaciones equivale a un profundo despilfarro de talentos humanos. Los Estados Unidos pagarán el precio a largo plazo, a no ser que cambien de rumbo. La inversión en sus niños y jóvenes brinda el mayor rendimiento que una sociedad puede obtener, tanto económica como humanamente.

(Jeffrey D. Sachs, Director of the United Nations Millennium Project from 2002 to 2006, is a professor at Columbia University, Director of its Earth Institute, and a special adviser to UN Secretary-…)

Las asimetrías provocadas (la desigualdad proviene de decisiones políticas)

– La rebelión de los ricos y su "teoría de la fuente del poder" (El Confidencial – 9/11/12)

(Por Miguel Ayuso) Lectura recomendada

A principios del siglo XIX Estados Unidos presumía de ser una de las sociedades más igualitarias del planeta. En una carta fechada en 1814 Thomas Jefferson aseguraba que en su país no había pobres: "La mayor parte de nuestra población es trabajadora; nuestros ricos, que pueden vivir sin trabajar, son pocos, y tienen una riqueza moderada. La mayoría de la clase trabajadora tiene propiedades, cultiva su propia tierra, tiene una familia, y puede establecer precios competitivos que les permiten alimentarse abundantemente, vestir muy por encima de la mera decencia, trabajar moderadamente y criar a sus familias". Para Jefferson esta equidad era la esencia misma del recién independizado país: "¿Puede ser cualquier estado de la sociedad más deseable?"

El tercer presidente de los Estados Unidos estaba obviando la situación de toda la población afroamericana que vivía en la esclavitud pero, al margen de esto, tenía razón en una cosa: pese a lo que podría parecer, la sociedad estadounidense del siglo XIX era relativamente igualitaria en términos económicos. Mucho más que hoy en día. Tras el revulsivo que supuso la revolución industrial, donde una gran oligarquía controlaba toda la producción, y la desigualdad alcanzó una de sus cotas más altas, la situación fue estabilizándose hasta los años ochenta del siglo XX. Desde entonces, la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de crecer: entre 1980 y 2007 la desigualdad ha aumentado en un escandaloso 135%. Hoy en día, en EEUU, el 1% de la población controla el 23,5% de la riqueza. Y las cifras son similares en el resto de los países industrializados. En España, en 2008, el 1% más rico de la población controlaba el 18,3% de la riqueza del país (Davies, J., Sandström, S., Shorrocks, A., y Wolff, E., 2008).

Este auge de la desigualdad es el que trata de analizar un nuevo estudio, "The Rise of the Super-Rich" ("El auge de los súper-ricos") publicado en la revista American Sociological Review, que, centrándose en el caso estadounidense, asegura que, a partir 1980, los ricos supieron imponer sus criterios en el Congreso, los sindicatos perdieron fuelle, disminuyeron los impuestos a las rentas altas y, en definitiva, el 1% más adinerado no dejó de acumular riqueza, mientras el resto de la sociedad la perdía. Una tendencia que no ha disminuido ni un ápice desde entonces, y que es similar a la que están viviendo las sociedades europeas.

La desigualdad vuelve a niveles de la era industrial

La situación no es nueva. Con la llegada de la industrialización se vivió una situación parecida en todo el mundo occidental: la brecha de la desigualdad creció enormemente, auspiciada por gobiernos y élites. Entre 1913 y hasta que finalizó la II Guerra Mundial, el 1% de la población acumuló entre el 11,3% y el 23,9% de la riqueza de Estados Unidos. Tal como el propio Franklin D. Roosevelt argumentó en un discurso en 1932, durante una reunión de la Commonwealth, la revolución industrial había sido posible "gracias a un grupo de titanes financieros cuyos métodos no habían sido examinados con demasiado cuidado". El presidente justificó esto tirando de pragmatismo, en su opinión Estados Unidos tenía el derecho de aceptar esta realidad "agridulce". El resultado, tal como reconocía el propio presidente, era que la igualdad de oportunidades había desaparecido.

En 1928 la diferencia entre ricos y pobres de Estados Unidos alcanzó su cenit: el 1% de la población controlaba cerca del 25% de la riqueza. Desde entonces, pese a la "agridulce" visión de Roosevelt, la brecha empezó a disminuir. La lucha por los derechos civiles, los sindicatos -que pese la represión de la Guerra Fría tuvieron una gran fuerza en los Estados Unidos- y, en definitiva, la extensión de cierto estado del bienestar, lograron que en 1975 la diferencia entre ricos y pobres disminuyera notablemente: en 1975 el 1% más rico "solo" acumulaba el 8,9%. La brecha había disminuido en un 63%. La situación ha dado un vuelco desde entonces, al menos a nivel estadístico: ¿Qué ha ocurrido en los últimos 30 años para que la brecha de la desigualdad sea similar a la de la revolución industrial?

El ejemplo veneciano

Para la experiodista del Financial Times y actual redactora jefe de Reuters, Chrystia Freeland, el hecho de que la brecha entre ricos y pobres sea la mayor desde la época dorada de la industrialización no es accidental: "Ahora, como entonces, los titanes están buscando tener una mayor presencia en la política, que coincida con su poder económico. Ahora, como entonces, el peligro inevitable reside en que van a confundir su propio interés con el del bien común". Esta es la teoría que traza en su último libro, Plutocrats: The Rise of the New Global Super-Rich and the Fall of Everyone Else ("Plutócratas: el auge de los nuevos súper-ricos globales y la caída del resto del mundo", Pinguin Press).

Para Freeland la situación que estamos viviendo se parece en gran medida a la que se dio en la República de Venecia en el siglo XVI, y que acabó para siempre con la prosperidad de la ciudad de los canales. Una lección histórica que utiliza para ilustrar el peligro al que nos enfrentamos si no se trata de atajar rápidamente esta desigualdad.

A principios del siglo XIV Venecia era una de las ciudades más ricas de Europa. Su sistema económico se regía por la colleganza, una forma básica de sociedad anónima, creada para financiar una expedición comercial. Estas primeras empresas tenían una particularidad esencial, estaban abiertas a todo el mundo, lo que permitía a cualquier emprendedor participar en las finanzas junto a hombres de negocios ya establecidos, que financiaban sus viajes comerciales.

Este sistema llevó a la prosperidad a la República Veneciana, que se convirtió en el centro neurálgico del comercio mundial. En 1315, justo cuando Venecia se encontraba en el punto más alto de su poder económico, las personas más adineradas de la República presionaron para que se legislara a su favor. Se creó un veto oficial a la movilidad social, El libro de oro, un registro de la nobleza, que dejaba fuera del sistema a todo aquel que no estuviera inscrito en el mismo.

Bajo el control de los oligarcas Venecia empezó a recortar las oportunidades económicas de la población general y la prosperidad de la República entró en barrena. La ciudad se estancó: en 1500 la población de la ciudad era menor que la que tenía en 1330. Nunca volvió a recuperar su esplendor.

La desigualdad proviene de decisiones políticas

El caso de Venecia sirve para ilustrar una idea clara: si las élites económicas toman partido en las decisiones políticas estas irán encaminadas a su propio beneficio, que no es el del conjunto de la sociedad. "La ironía del auge político de los plutócratas", cuenta Freeman, "es que, como los oligarcas de Venecia, están amenazando el sistema que han creado".

Para Thomas W. Volcho y Nathan J. Kelly, autores del estudio de la American Sociological Review, cuya tesis es similar a la de Freeman, el aumento de la desigualdad no es casual, y no tiene que ver con la crisis (aunque ésta ha aumentado la brecha), sino con unas determinadas decisiones políticas, fruto de la presión del 1% más rico. El fundamento teórico de su trabajo se basa en la Power Resource Theory ("la teoría de la fuente del poder"), según la cual la distribución de la riqueza y el poder se debe al éxito o fracaso de las distintas ideologías políticas. En su opinión, los trabajadores y la clase media solo tienen dos formas de lograr una distribución progresiva de la riqueza: a través de la política y el mercado. Esta desigualdad iría de la mano, por tanto, del declive de los partidos de izquierda (que empujaban a favor de la redistribución de la riqueza en la esfera política) y los sindicatos (que empujaban en el mercado). En EEUU, desde 1978, los tipos impositivos máximos han bajado del 39% al 15%, lo que en su opinión es decisivo para entender el aumento de la brecha entre ricos y pobres.

En definitiva, lo que Kelly y Volcho quieren dejar claro es que, pese a lo que muchos piensan, la desigualdad no es fruto de los vaivenes del mercado, que se escapan del control, sino de unas determinadas decisiones políticas. Es cierto que el mercado influye en las decisiones gubernamentales (algo que se ha hecho evidente en los últimos tiempos), pero esas decisiones repercuten a su vez en la economía. Un círculo vicioso destinado a crear mayor desigualdad, si no se toman medidas para atajar la tendencia.

El fin "voluntario" de la unipolaridad (el CNI y la calle del adiós)

– El mundo en 2030 (Project Syndicate – 9/1/13) Lectura recomendada

(Por Joseph S. Nye)

Cambridge.- ¿Cómo será el mundo dentro de dos decenios? Evidentemente, nadie lo sabe, pero algunas cosas son más probables que otras. Las empresas y los gobiernos tienen que hacer conjeturas con conocimiento de causa, porque algunas de las inversiones de hoy durarán más de veinte años. En diciembre, el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos (CNI) publicó la suya: Global Trends 2030: Alternative Worlds ("Tendencias mundiales 2030: otros mundos").

El CNI prevé un mundo transformado, en el que "ningún país -ni los EEUU ni China ni ningún otro país grande- será una potencia hegemónica". Es el reflejo de cuatro "megatendencias": adquisición de poder por parte de los individuos y aumento de una clase media mundial; difusión del poder de los Estados por redes y coaliciones oficiosas; cambios demográficos, debidos a la urbanización, la migración y el envejecimiento; y una mayor demanda de alimentos, agua y energía.

Cada una de dichas tendencias está cambiando el mundo e "invirtiendo en gran medida el ascenso histórico de Occidente desde 1750, restableciendo la importancia de Asia en la economía mundial y dando paso a una nueva era de "democratización" en los niveles nacional e internacional". Los EEUU seguirán siendo los "primeros entre iguales" en poder duro y blando, pero "el "momento de la unipolaridad" se ha acabado".

Sin embargo, la proyección del futuro mediante la simple extrapolación de corrientes actuales nunca es segura. La sorpresa es inevitable, por lo que el CNI determina también los que llama "motores de cambio" o resultados que podrían desviar las tendencias más importantes de formas sorprendentes.

La primera de esas fuentes de incertidumbre es la economía mundial: ¿inducirán la inestabilidad y los desequilibrios un desplome o bien una mayor multipolaridad apuntalará una mayor capacidad de resistencia? Asimismo, ¿podrán los gobiernos y las instituciones adaptarse con la suficiente rapidez para dominar el cambio o resultarán arrolladas por él?

Además, si bien los conflictos interestatales han ido disminuyendo, los conflictos intraestatales impulsados por poblaciones jóvenes, políticas de identidad y recursos escasos seguirán asolando algunas regiones como Oriente Medio, Asía meridional y África, lo que da paso a otra cuestión que podría ser un motor de cambio: la de si la inestabilidad regional sigue contenida o contribuye a la inseguridad mundial.

Además, hay una serie de cuestiones relativas a las repercusiones de las nuevas tecnologías. ¿Exacerbarán los conflictos o se desarrollarán a tiempo y estarán accesibles de forma generalizada para resolver los problemas causados por una población en aumento, una rápida urbanización y el cambio climático?

La cuestión final que puede ser un motor de cambio es la relativa al papel que desempeñarán los Estados Unidos en el futuro. A juicio del CNI, el carácter multifacético del poder de los EEUU indica que, aun cuando China los supere económicamente -tal vez en fecha tan próxima como 2020-, lo más probable es que mantengan la dirección mundial junto con otras grandes potencias en 2030. Según el CNI, "las posibilidades de que unos EEUU en el límite de sus recursos afronten demandas en aumento son mayores que el riesgo de que se vean substituidos como rectores políticos preeminentes del mundo".

¿Es eso bueno o malo para el mundo? A juicio del CNI, "lo más probable es que un desplome o retirada repentina del poder de los EEUU diera como resultado un período prolongado de anarquía mundial", sin "un sistema internacional estable ni una potencia rectora que los substituya".

Tras examinar borradores anteriores de su informe con intelectuales y funcionarios de veinte países, el CNI informa de que ninguna de las potencias en ascenso del mundo tiene una concepción revisionista del orden internacional al estilo de la Alemania nazi, el Japón imperial o la Unión Soviética, pero las relaciones de esos países con los EEUU son ambiguas. Se benefician del orden mundial encabezado por los EEUU, pero con frecuencia se resienten de los desaires y el unilateralismo americanos. Un atractivo de un mundo multipolar es un menor dominio de los EEUU, pero lo único que sería peor que un orden internacional apoyado por éstos sería una total inexistencia de orden.

La cuestión del papel de los Estados Unidos para contribuir a la formación de un mundo más positivo en 2030 tiene consecuencias importantes para el Presidente Barack Obama al comienzo de su segundo mandato. El mundo afronta una nueva serie de amenazas transnacionales, incluidos el cambio climático, el terrorismo transnacional, la inseguridad cibernética y las pandemias. La resolución de todos esos problemas requiere cooperación.

En la Estrategia Nacional de Seguridad 2010 de Obama se sostiene que los EEUU deben concebir el poder como una suma positiva y no como una simple suma cero. Dicho de otro modo, puede haber ocasiones en que una China más potente sea positiva para los EEUU (y para el mundo). Por ejemplo, los EEUU deben estar deseosos de ver a China aumentar su capacidad para controlar sus emisiones -las mayores del mundo- de los gases que producen el efecto de invernadero.

La Secretaria de Estado de los EEUU, Hillary Clinton, se ha referido a la política exterior del gobierno de Obama como un "poder inteligente", que combina los recursos del poder duro y del poder blando, y sostiene que no debemos hablar de "multipolaridad", sino de "asociaciones múltiples". Asimismo, el informe del CNI indica que los americanos deben aprender mejor a ejercer el poder con –además de sobre– otros Estados.

Desde luego, respecto de las relaciones militares interestatales, seguirá siendo decisiva la capacidad para formar alianzas y equilibrar el poder, pero de poco servirán los mejores acuerdos militares para resolver muchos de los nuevos problemas transnacionales, que ponen en peligro la seguridad de millones de personas al menos tanto como las amenazas militares tradicionales. La dirección al respecto requerirá cooperación, instituciones y la creación de bienes públicos de los que todos puedan beneficiarse y no se pueda excluir a nadie.

La conclusión del informe del CNI es la de que no existe una respuesta determinada a la cuestión de cómo será el mundo en 2030. La cuestión de si el futuro nos reserva situaciones positivas o negativas depende en parte de las políticas que adoptemos hoy.

(Joseph S. Nye, a former US assistant secretary of defense and chairman of the US National Intelligence Council, is University Professor at Harvard University. His most recent book is The Future)

The american way of suffering

– America the Unequal (Project Syndicate – 31/1/13) Lectura recomendada

(By Naomi Wolf)

Park City, Utah.- The last documentary film that used dry charts and statistics to make an abstract argument about a global issue and nonetheless became a pop-culture hit was Al Gore"s An Inconvenient Truth. But the hit of this year"s Sundance Film Festival was a low-key affair called Inequality for All, in which Robert Reich, a labor secretary in the Clinton administration, explains how rising income inequality and the demise of the middle class is causing so many Americans to suffer.

President Barack Obama recently taking up some of these themes in his second inaugural address, it is worthwhile to examine the message of Inequality for All more closely. The film"s charts are not boring, but actual showstoppers: Reich makes the point that the mid-1940"s to the mid-1970"s were decades of relative income equality, which corresponded with overall affluence. (The last time that income inequality in the United States was as deep as it is now was immediately before the 1929 stock-market crash.)

But the last 20 years have witnessed a spike in the difference between the top earners and the middle class: the "1%" really are living in a stratospheric bubble. As the journalist Chrystia Freeland has recently argued, a meta-class of global "plutocrats" is emerging – people who have little in common with the rest of us.

Inequality for All makes the case that the wealthiest 1% simply cannot consume enough, no matter how hard they try, to generate the revenue that an affluent middle class could. The secret to a strong economy is to invest in education, strengthen household incomes with a decent minimum wage and strong unions, and raise skill levels, thereby generating sustained consumer demand. This, Reich argues, is the "virtuous cycle" that we see in strong economies such as Germany, in which workers are highly skilled and educated, unions are protected, and the middle class has leisure and money to spend.

Reich also persuasively describes the "vicious circle" -with falling wages undermining consumer demand and leading, in turn, to shrinking output- that has made the US economy fragile and boosted social instability. He analyzes a middle class that is skating on the thinnest of ice, with employment coming at the price of lower wages and benefits. Moreover, millions of middle-class American homes are "underwater" (the mortgage is more than the home"s underlying value).

The film interviews one of the rich, a charming millionaire who owns a pillow company and points out that he and his fellow rich guys and their families simply cannot spend enough to offset the lost demand of a strong middle class. In fact, the richest save rather than spend their dollars, and send them around the globe in transnational hedge funds rather than using them to create more jobs at home.

So, the "trickle-down" story that the middle and working class are told every election cycle in America -that cutting wealthy people"s taxes means more job creation in America- is simply not true. Those wealthy people"s untaxed dollars stay in hedge funds and out of the revenue stream. The cost to social programs, infrastructure, and public schools intensifies stress on the middle class, who end up poorly educated, work long hours in dual-career ill-paid jobs, lack leisure time and money to spend, and so on.

Are we stuck with this vicious circle, which advocates of laissez-faire globalization have told us for 15 years is an inevitable consequence of the "invisible hand"? Or could Reich"s retro prescriptions, which he has affirmed for decades, be taken up again? Could they bring back the affluent years of the early Clinton era, when it seemed as if domestic policies could actually influence and even benefit the US economy?

I asked Reich what three policy prescriptions he would give to an American president and Congress today, especially drawing on the lessons of other countries. "I"d like to see what we did so successfully in the first three decades after World War II, when prosperity was widely shared." That means large investments in public education, including higher education; substantial investments in infrastructure, funded by a highly progressive tax whose top marginal effective rate never fell below 50%; and strong labor unions.

"Anyone who thinks these policies are no longer feasible in a global economy", Reich told me, "hasn"t looked at modern Germany, which features all of them, and where the median wage is higher than ours".

It sounded great – but it also seemed to contradict the conventional wisdom, according to which cut-rate labor in Pakistan or Mexico is the inescapable death knell for $ 25-an-hour union jobs, with benefits, in Detroit.

"How do you keep US labor unions strong if Mexico, for example, undercuts US hourly wages", I asked. Reich replied in more detail: "Strengthen labor unions in industries sheltered from global competition – workers in retail chains, hotel chains, restaurant chains; childcare and elder-care; hospital workers; and so on. Attract manufacturing and manufacturing engineering back to the US by improving the skills and productivity of US workers (as Germany has done for German workers). And encourage trading partners to improve their own wages and labor standards (for example, by requiring in all trade treaties that a country"s minimum wage be half its median wage)".

Is this agenda feasible in America today? To be sure, one would have to mend the broken political system first. But, looking at the affluent German middle class from the US, where a quarter of jobs pay wages that place workers at or below the poverty line, Reich"s recommendations seem worth fighting for.

(Naomi Wolf played a leading role in so-called "third-wave" feminism and as an advocate of "power feminism," which holds that women must assert themselves politically in order to achieve their goals…)

Algunos comentarios "de película": sobre cómo, un señor bajito "venido a más", le cuenta la "triste realidad" a una clase media americana, "venida a menos"

"Robert Reich siempre fue el más bajito de la clase. Por eso tiende a levantar la voz y a crecerse en público con su sentido del humor. En tiempos de crisis, sus delirantes clases sobre la riqueza y la pobreza en Berkeley rompieron los confines universitarios. Cientos de jóvenes hacían cola todas las semanas para escucharlo. Le invitaron a trasladar el aula al foro del movimiento Occupy, que hizo suyos algunos de sus originalísimos e ilustrativos dibujos La verdad "incómoda" de la economía (Elmundo.es – 9/2/13)

Pero Robert Reich no es un economista anti-sistema, no nos confundamos. Fue secretario de Trabajo con Bill Clinton, auspiciado precisamente por Larry Summers. Estuvo vinculado al poder, aunque lleva más de 15 años por libre. Fustigó por igual a republicanos y demócratas y se desmarcó con un libro, "Aftershock", que intentó explicar al gran público el antes y después de la debacle financiera.

"Aftershock llegó a manos del director de cine Jacob Kornbluth ("El mejor ladrón del mundo") y de ahí surgió la "terrible idea" de hacer un documental sobre un tema tan palpitante como poco "sexy": la desigualdad económica.…

"Dicho así suena como algo muy seco y aburrido", reconoce Kornbluth. "Pero si a la gente le decimos que es como "Una verdad incómoda" sobre la economía, entonces se despierta el interés".

El interés se ha disparado tras el paso fulminante de "Inequality for All" ('Desigualdad para todos') por el Festival de Sundance. El peso pesado Harvey Weinstein ha decidido poner toda la carne en el asador y convertirlo en "el documental del año". Y Robert Reich, mucho más punzante y divertido que Al Gore, se dispone a convertirse a los 66 años en lo que nunca fue: el gran "comunicador" de la economía.

A Reich empiezan a lloverle ya los improperios, de "manipulador" a "comunista". Los escépticos de la desigualdad (también los hay) no dudarán en usar todas las armas a su alcance para fustigar al profesor de la incorregible Berkeley y desacreditar el mensaje.

Esta vez, sin embargo, será difícil acusarle de afán de lucro por el "cuento de la desigualdad". La película ha sido posible gracias a una campaña de "crowdfunding" en Kickstarter hasta llegar a los 83.391 dólares. Pese al acuerdo para la gran distribución comercial, director y economista han prometido ser fieles al espíritu y entrar en el cuerpo a cuerpo con la audiencia en proyecciones populares.

El mensaje de Reich es así de simple: "La desigualdad nos ha llevado a un callejón sin salida. El 70% de la economía depende del gasto de los consumidores. Pero la clase media no gasta por la pérdida de empleo y de poder adquisitivo. Y las empresas no contratan porque no tiene clientes. Entre tanto, los Gobiernos han caído en la trampa de la austeridad y hacen que se contraiga aún más de la demanda. Simultáneamente, permiten que el 1% de los más ricos se hagan con más y más riqueza".

En apenas dos minutos y medio, ayudado por su rotulador negro, Robert Reich es capaz de explicar la "verdad" sobre los impuestos, y cómo es posible que multimillonarios como Mitt Romney acaben pagando sólo el 14% de sus ingresos. En "Desigualdad para todos", orquestada en torno a las conferencias de Reich en Berkeley, los ricos como Nick Hanauer (inversor de capital riesgo) toman ocasionalmente la palabra y admiten que deberían pagar más impuestos. El propio Hanauer rompe ante las cámaras el mito: "No crean eso de que los millonarios crean empleo; quienes crean de verdad empleo son las clases medias".

Entre tanto, y a bordo de su Mini Cooper, Reich sale al encuentro de los americanos de clase media venidos a menos. Gente como Robert y Erika Vaclav, que hace horas extras como cajera en un supermercado para poder pagar las actividades extraescolares de su hija. Al marido le despidieron como gerente de Circuit City, una cadena de venta de ordenadores que cerró, y desde entonces no encuentra un trabajo estable…

"Esta es la dinámica en la que estamos metidos", explica Reich. "La clase media, que era el motor de la economía, vive al límite y está totalmente exprimida. El poder adquisitivo ha caído en picado desde finales de los años setenta, mientras que los ricos han ido aumentando las diferencias. Los cien americanos más ricos ganan más que los 150 millones de americanos en el fondo de la pirámide. La mitad de los activos en Estados Unidos están en manos de 400 millonarios… Eso no es sólo malo para la economía, es malo para la democracia".

Sostiene Reich que la debacle financiera es precisamente un subproducto de la desigualdad, y recuerda como en el 2007 se alcanzó el mayor "pico" en la diferencia entre ricos y pobres desde 1928, un año antes del famoso "crack". Nos previene el profesor de Berkeley contra la polarización extrema, la política del miedo y los falsos profetas que suelen medrar en épocas de incertidumbre económica.

"Pero nuestro principal enemigo es el cinismo", insiste. "La falta de confianza en los políticos y en las instituciones no nos puede llevar al conformismo. El cambio es posible, pero no basta con votar cada cuatro años. Tenemos que ser ciudadanos activos e intentar cambiar el sistema desde dentro".

Reich reclama en el fondo "una economía que funcione para la gente". Y sus recetas pasan necesariamente por una mayor intervención del Gobierno, empezando por una subida de impuestos a las rentas más altas y con medidas de alivio y estímulo para las clases media. En pocas palabras, una "redistribución de la riqueza" (con perdón) como la que existía hasta primeros de los setenta, antes de la revancha del neoliberalismo.

"Una cierta desigualdad es inevitable e incluso deseable", admitía recientemente Reich, en declaraciones al "Observer". "Al fin y al cabo, es lo que ha hecho funcionar el capitalismo. Ahora bien, nunca hasta el punto al que hemos llegado ahora, en que el 70% de la gente tiene un pedazo tan pequeño de la tarta que no sólo afecta a sus vidas, sino a toda la economía".

Una pesadilla de la que resulta difícil despertar (¿caminando hacia atrás en el futuro?)

– La desigualdad y un futuro de privaciones (Project Syndicate – 30/5/13)

(Por J. Bradford DeLong) Lectura recomendada

Berkeley.- No importa qué indicadores económicos consideremos, esta es una época de desilusión. En Estados Unidos, el 7,2 % de la fuerza laboral disponible está ociosa; la brecha del empleo aumenta en Europa y se prevé que superará a la estadounidense para fines de este año. Es importante entonces dar un paso atrás y recordarnos que la "década perdida" que actualmente sufrimos no constituye nuestro destino económico de largo plazo.

Como nos lo recordara recientemente Paul Krugman, tal vez haya sido John Maynard Keynes quien mejor lo describió:

"Esta es una pesadilla que desaparecerá en la mañana. Ya que los recursos de la naturaleza y los dispositivos humanos son tan fértiles y productivos como antes. Nuestros avances para solucionar los problemas materiales de la vida no han perdido velocidad. Somos tan capaces como antes de lograr que un elevado nivel de vida para todos -elevado respecto de, digamos, hace 20 años- y pronto aprenderemos a alcanzar un nivel todavía más alto. No habíamos sido defraudados antes. Pero hoy nos hemos sumergido en un enredo colosal, nos equivocamos en el control de una delicada máquina, cuyo funcionamiento no comprendemos. El resultado es podemos desperdiciar nuestras posibilidades de riqueza durante un tiempo".

Pero, ¿cuál es nuestro destino económico de largo plazo? Keynes anticipaba una época, tal vez 2050, cuando todos (al menos en Inglaterra) podrían tener el nivel de vida de un Keynes. Y, como imaginaba que ninguna persona en su sano juicio podría desear más de lo indispensable, comodidades y lujos de la vida a los que accedía un Keynes, el problema económico estaría resuelto.

Somos más sabios -y tal vez estemos más descorazonados- que Keynes. Sabemos que queremos reemplazos de cadera y trasplantes de corazón, tratamientos de fertilidad y viajes aéreos baratos, calefacción central e Internet con banda ancha, y acceso exclusivo a la playa desde nuestras casas. Ya casi todos en la región del Atlántico Norte tienen comida suficiente para evitar el hambre, vestimenta suficiente para evitar el frío y refugio suficiente para estar protegidos. Pero, sin embargo, queremos más, nos enojamos cuando no lo tenemos, y somos lo suficientemente conscientes como para saber que los lujos se convierten en comodidades, y luego en necesidades -y que tenemos una excelente capacidad para inventar nuevos lujos a los cuales aspirar.

Ciertamente el problema económico, entonces, nos acompañará durante un largo tiempo. Pero al menos podemos contar con la capacidad de generar una sociedad relativamente igualitaria de clase media mientras avanzamos penosamente hacia nuestra utopía consumista, ¿verdad?

Fue Karl Smith, de la Universidad de Carolina del Norte, quien me explicó que probablemente esto no sea así. La prolongada bonanza posterior a la Revolución Industrial, que llevó los salarios de los trabajadores no cualificados a valores antes impensables -y mantuvo a esa gente a una distancia salvable (o, al menos, soñable) de los niveles de vida de los ricos y famosos- no es necesariamente una buena representación de lo que vendrá.

Para crear riqueza son necesarias ideas sobre cómo dar forma a la materia y la energía, energía adicional para llevar a cabo esa tarea, y medios para controlar el proceso mientras se implementa. La Revolución Industrial trajo ideas y energía a la mesa, pero los cerebros humanos continuaron siendo los únicos medios eficaces de control. A medida que la energía y las ideas se abarataron, los cerebros humanos, que eran sus complementos, se valorizaron.

Pero, a medida que avanzamos hacia un futuro de inteligencia artificial, que observadores como Kevin Drum esperan (o incluso la imbecilidad artificial que claramente ya está disponible), y hacia un futuro de biotecnología que se crea a sí misma de la misma forma que los sistemas biológicos, ¿no dejarán los cerebros humanos de ser los únicos medios valiosos de control?

Esto no necesariamente significa que los niveles de vida de los trabajadores «no cualificados» vayan a caer en términos absolutos: los mismos factores que reducen el valor de los cerebros humanos bien pueden ser igualmente eficaces para reducir los costos de las necesidades, las comodidades y los lujos. Pero la riqueza probablemente fluya hacia los propietarios de las ideas productivas -o, tal vez, de las ideas de moda- y hacia los propietarios de aquello que solo pueda ser imitado con gran dificultad y a un costo elevado, incluso con medios de control baratísimos, energía baratísima, y montones de ideas.

La lección es evidente: el mercado no garantiza por su naturaleza la producción de un futuro de largo plazo caracterizado por un nivel razonable de desigualdad de la riqueza y pobreza relativa. A menos que aceptemos esto completamente, y hasta que lo hagamos, seguiremos a merced de la "delicada máquina" de Keynes que tan poco entendemos.

(J. Bradford DeLong is Professor of Economics at the University of California at Berkeley and a research associate at the National Bureau for Economic Research. He was Deputy Assistant US Treasury S…)

Abuelitos incómodos

– El futuro del sistema previsional estadounidense (Project Syndicate – 28/5/13)

(Por Laura Tyson) Lectura recomendada

Berkeley.- La primera ola de baby boomers estadounidenses está llegando a la edad de jubilarse, y el sistema de pensiones del país comienza a revelar sus fallas. Más de la mitad del total de los trabajadores (y más del 60% de los trabajadores de bajos ingresos) están en riesgo de carecer de ahorros suficientes para mantener su nivel de vida cuando dejen de trabajar. En un reciente estudio comparativo internacional, el sistema de pensiones estadounidense obtuvo la calificación "C" (aprobado), pero para un número importante y cada vez mayor de estadounidenses, no está funcionando bien.

La lentitud de la recuperación de la economía después de la Gran Recesión ha agravado este problema. Llegado el momento de jubilarse, las viviendas son el activo más importante para la mayoría de los estadounidenses; pero a pesar de una subida reciente, los precios de las propiedades siguen un 28% por debajo del pico alcanzado en 2006, mientras que el 28% del total de los propietarios deben más por sus hipotecas que lo que valen sus propiedades.

Uno de los pilares fundamentales sobre los que se apoya el modelo previsional estadounidense es el sistema de planes de retiro empresariales con participación voluntaria. Pero cerca de 16 millones de estadounidenses están desempleados o ya no forman parte de la fuerza laboral; al mismo tiempo, más de la mitad de los empleos creados durante la recuperación son puestos de bajos salarios, que por lo general no cuentan con planes de retiro. En cambio, la mayoría de los 625.000 empleos del sector público que se perdieron durante la recuperación ofrecían generosas pensiones.

Casi el 60% de los trabajadores con empleo en el sector privado y edades comprendidas entre los 25 y los 64 años no están cubiertos por planes de retiro empresariales; además, las tasas de cobertura varían según los ingresos: en el cuartil superior de ingresos la cobertura alcanza al 73% de los trabajadores, mientras que en el cuartil inferior esa cifra se reduce al 38%. También la participación en los planes varía según los ingresos: la participación de trabajadores de bajos ingresos es mucho menor que la de trabajadores de altos ingresos. La falta de cobertura universal implica además que los trabajadores entran y salen de los planes según cambian de empleo; el resultado es que más de un tercio de todas las familias termina sin ninguna cobertura de pensión empresarial. En cambio, en otros países donde los empleadores y los empleados están obligados a participar en planes de retiro empresariales de nivel nacional, la cobertura es casi universal.

El ahorro personal es otro pilar del sistema previsional estadounidense, pero para la mayoría de las familias resulta muy insuficiente, debido en parte a las dificultades para ahorrar provocadas por décadas de estancamiento de la franja media de salarios. Según un estudio reciente, la tercera parte de los estadounidenses de entre 45 y 54 años de edad no tienen ahorros específicamente destinados a la jubilación. En tanto, tres cuartos de las personas próximas a retirarse (aquellas con edades entre los 50 y los 64 años) cuentan con ingresos anuales inferiores a 52.201 dólares y, en promedio, tienen menos de 27.000 dólares ahorrados para el retiro.

En Estados Unidos, los ahorros jubilatorios gozan de generosas exenciones impositivas, pero estas benefician a los destinatarios equivocados y sus resultados son limitados. Más del 80% del valor de las exenciones va a parar al 20% superior de los contribuyentes que ganan más de 100.000 dólares por año. Además, el sistema le cuesta al fisco estadounidense casi cien mil millones de dólares al año, pero tiene poco efecto sobre el nivel de ahorro; en cambio, induce a los contribuyentes de altos ingresos a pasar sus ahorros a activos exentos de impuestos. Esta es una de las razones principales por las que el presidente Barack Obama propone limitar las exenciones.

Hay una propuesta más radical según la cual se eliminarían las exenciones impositivas para reemplazarlas con un crédito fiscal reembolsable, condicionado a los medios del contribuyente, que se depositaría directamente en su cuenta individual de retiro (cuenta "IRA", por sus siglas en inglés) a modo de aporte complementario del Estado. Está visto que los contribuyentes responden mejor a incentivos basados en aportes complementarios que a exenciones impositivas, porque los primeros son más fáciles de comprender y más transparentes.

La falta de inclusión en planes empresariales y la insuficiencia de los ahorros personales provocan que más de la tercera parte de las familias estadounidenses (y más del 75% de las familias de bajos ingresos) dependan totalmente de la Seguridad Social como fuente de ingresos después del retiro. Y como esto compensa solamente alrededor del 40% de los ingresos previos al retiro en el caso de los trabajadores de bajos ingresos y menos de la tercera parte en el caso de los trabajadores de ingresos medios, la dependencia exclusiva de la Seguridad Social equivale a vivir en la línea de pobreza o por debajo de ella. (En otros países desarrollados, el porcentaje de sustitución de ingresos se sitúa en torno del 70%, mientras que el valor de referencia que recomiendan los expertos en asuntos previsionales es 80%.)

Para hacer frente a la crisis jubilatoria que se cierne sobre Estados Unidos, es necesario aumentar la inclusión de los trabajadores en los planes de retiro empresariales. Una medida eficaz sería inscribir automáticamente a quienes no manifiesten explícitamente su decisión en contrario; cuando se aplica este sistema, la participación de los empleados salta por encima del 90%. De hecho, en una investigación reciente se descubrió que la inscripción automática es mucho más eficaz que las exenciones impositivas como modo de incentivar el ahorro para la jubilación.

Sin embargo, aunque casi todos los trabajadores estadounidenses pueden tener cuentas IRA con beneficios impositivos, muchos empleadores no ofrecen los correspondientes planes de retiro. Según la propuesta de Obama, estos empleadores estarían obligados a ofrecer a sus trabajadores la realización automática de aportes a sus cuentas IRA por medio de una retención periódica del sueldo. Para alentar la participación de los trabajadores de bajos ingresos, se deberían ofrecer aportes complementarios del Estado en la forma de créditos fiscales, como sustituto o como añadido al sistema de exenciones impositivas.

En California y algunos otros estados también se está evaluando la creación de nuevos planes de ahorro, administrados por los estados, que beneficiarían a los trabajadores del sector privado que no tengan acceso a planes de retiro empresariales. El plan de California (que se basa en una propuesta de Teresa Ghilarducci y sus colegas) supone la inscripción automática de aquellos trabajadores del sector privado que trabajen en empresas con cinco o más empleados en las que no se ofrezcan planes de retiro. Para los aportes, los empleadores retendrían automáticamente el 3% del salario bruto, que sería el porcentaje estándar; los empleados podrían ajustar esa cifra o pedir que se los excluya del sistema.

Según este esquema, cada trabajador tendría una cuenta individual (que a los efectos impositivos se consideraría equivalente a una cuenta IRA), pero los activos de los que dependerían las prestaciones del plan se colocarían en un fondo fiduciario común, con rentabilidad real garantizada por un seguro privado y que se distribuiría en forma de anualidad tras la jubilación. Cada cuenta estaría vinculada con el trabajador, no con los empleadores, lo que garantizaría la portabilidad entre empleos. (La falta de portabilidad y de anualidades es un importante defecto de la mayoría de los planes de retiro empresariales.) Una junta independiente se encargaría de supervisar la administración del plan del estado, y los administradores de los fondos de inversión se elegirían mediante llamado a licitación.

Hace poco, el senador Tom Harkin propuso un plan nacional con características similares para todos los trabajadores cuyos planes de retiro empresariales no cumplan ciertos requisitos mínimos. En los estudios comparativos internacionales, los países cuyos planes de retiro aventajan a los de Estados Unidos en cuanto a cobertura, nivel de prestaciones y sostenibilidad a largo plazo son los que, además de sus programas básicos de seguridad social, tienen planes nacionales de pensiones. En algunos casos la participación es obligatoria, en otros hay inscripción automática y en otros la participación se incentiva mediante aportes complementarios del Estado.

Si Estados Unidos facilitara el ahorro y lo hiciera financieramente más atractivo, mediante un mejor diseño de las exenciones impositivas, aportes complementarios del Estado, cuentas IRA de inscripción automática y planes de retiro administrados por los estados, lograría un importante incremento del ahorro previsional, especialmente en familias de ingresos bajos y medios. También sería útil mejorar el nivel de conocimientos financieros de la población. La presente obsesión por el déficit fiscal y las restricciones presupuestarias no debe hacernos olvidar la necesidad de implementar reformas para hacer frente a la crisis jubilatoria que se cierne sobre muchos estadounidenses.

(Laura Tyson, a former chair of the US President's Council of Economic Advisers, is a professor at the Haas School of Business at the University of California, Berkeley)

El regreso de las fábricas: la des-deslocalización industrial como última alternativa de recuperación laboral (¿cuántos trabajos se perdieron -y perderán- en la estulticia?)

– ¿Puede China salvar a la clase media estadounidense? (BBCMundo – 19/7/13)

(Por Michelle Fleury) Lectura recomendada

Alguna vez la clase media fue considerada el motor de Estados Unidos, pero desde la recesión muchos de ellos se encuentran en apuros.

Entre ellos, Judy y Richard Gassman, quienes viven en el barrio adinerado Adams Farm, en Greensboro, Carolina del Norte. Richard, un ingeniero electrónico con maestría, perdió un empleo bien pagado hace dos años. Y no ha podido encontrar trabajo desde entonces.

"En este momento, estamos endeudados y lo vamos a estar hasta que encuentre un trabajo", explica Richard. "No estoy pagando el seguro de salud. No lo tengo. Lo perdí cuando me quedé sin empleo".

Y eso no es todo lo que han perdido. Se están preparando para dejar la casa que ha sido su hogar durante 17 años. Van a ser desalojados. "Nunca pensé que iba a perder mi casa de esta manera", dice Judy.

El espiral descendente en las finanzas de los Gassman los ha dejado en una situación precaria, que llega en un momento de creciente preocupación por la desigualdad en los ingresos y sus efectos en la reducción de la clase media en EEUU.

Uno se lleva todo

Durante gran parte del siglo pasado, EEUU creció con la idea de que los beneficios económicos deben ser ampliamente compartidos. Se supone que es la tierra de las oportunidades. Pero Alan Krueger, presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Obama, cree que las cosas empezaron a cambiar en la década de 1980.

"Cada vez más nos estamos convirtiendo en una economía donde el ganador se lo lleva todo", dijo Krueger en un discurso reciente. "En las últimas décadas, el cambio tecnológico, la globalización y la erosión de las instituciones y las prácticas que sustentan la prosperidad compartida en EEUU han puesto a la clase media bajo una creciente presión".

Durante las últimas tres décadas, los estadounidenses más ricos han visto cómo sus ingresos aumentan mucho más rápidamente que los de la clase media. Este cambio no es exclusivo de EEUU. El panorama es similar en Reino Unido, Francia y Suecia, pero es más dramático en EEUU.

Con el aumento de la desigualdad de ingresos, hay un renovado impulso para resucitar la industria manufacturera del país que se encuentra en declive. EEUU perdió más de cinco millones de empleos industriales entre 2000 y 2010. Dicho de otra manera, casi un tercio del empleo manufacturero.

Obama ha puesto muchas esperanzas en el regreso de la manufactura para ayudar a reconstruir la clase media estadounidense. Después de años de empleos que se enviaban al extranjero, hay indicios de que algunos están regresando.

Regreso de las fábricas

El fabricante de computadoras chino Lenovo acaba de celebrar la apertura de su primera planta de fabricación en Whitsett, Carolina del Norte. Otras compañías como Motorola y Apple han anunciado planes para fabricar en EEUU.

En la ceremonia de apertura, las palabras de Tom Looney, vicepresidente y gerente general de Lenovo North America, fueron recibidas con aplausos:

"Estamos aquí para celebrar el regreso de la fabricación de computadoras personales a EEUU", dijo. "Y está empezando aquí mismo en el gran estado de Carolina del Norte".

A medida que los salarios subieron en China, han caído en EEUU. Dirigentes de Lenovo dicen que aún es más barato fabricar computadoras en el extranjero, pero de esta manera se puede estar más cerca de sus clientes estadounidenses.

Margo Crisp no podría estar más feliz. Ella es una de los 115 trabajadores recién contratados. "Mi planta cerró en 2009 y estaba muy emocionada cuando me hablaron de esto", expresó. Crisp había estado sin empleo en el sector manufacturero desde que la fábrica de automóviles en la que trabajaba cerró hace varios años.

Perdiendo terreno

Sin embargo, los puestos que trabajadores como Crisp están obteniendo son diferentes a los de antes. Lo que los empleados de la línea de producción están armando es uno de los equipos híbridos de Lenovo, una combinación de tableta y computadora portátil apodado Twist. A pesar de que los carteles en la pared de la fábrica proclaman "Hecho en EEUU", muchas de las piezas se construyen en el extranjero.

Hay otras razones por las cuales los puestos de trabajo en la manufactura que están regresando no son lo mismo. La realidad es que no hay muchos puestos con ingresos medios para trabajadores medio y poco calificados.

John Crawford es el presidente de un sindicato local que ha trabajado en la industria durante casi dos décadas. Fue testigo de primera mano del impacto del comercio mundial en los empleos en EEUU. Su temor hoy es que los trabajos temporales mal pagados se estén convirtiendo en la norma.

"Las agencias de empleos temporales han estado en auge últimamente y si nos fijamos en las grandes empresas, ahora contratan a través de una agencia de trabajo temporal. Ya no consigues empleo a través de la compañía. Esa es la diferencia entre las generaciones".

Los empleos temporales no vienen con beneficios como asistencia sanitaria o pensiones. Y a menudo no pagan lo suficiente para permitir ahorrar para cosas como el pago inicial de una casa o la educación de los niños. En resumen, no proporcionan muchas de las cualidades esenciales de la experiencia de la clase media estadounidense.

Así que no es de extrañar que casi tres de cada cinco integrantes de la clase media estadounidense revelen estar preocupados por la caída de su clase económica, según una encuesta reciente.

De vuelta en la fábrica de Lenovo, el gerente de la planta Jeffrey Benes supervisa la línea de montaje. Gracias a la cantidad de pedidos de los clientes, no hay escasez de trabajo. "Durante los primeros seis meses de este año hemos estado llenos de horas extras". El personal se siente orgulloso de lo que está haciendo, a sabiendas de que los productos que salen llevarán una bandera estadounidense.

Este es, después de todo, un país que todavía cree en el poder de los sueños de la clase media, aunque en la realidad están cada vez más fuera de su alcance.

ALa banalización del mal (semillas de distopía)

edu.red

La "socialización" de las pérdidas (cómo endosar la crisis al contribuyente)

(Haciendo "zapping" por la hemeroteca)

Dilema: estabilizar a los deudores (Main Street) o a los acreedores (Wall Street)

"La condición necesaria, pero no suficiente, para la salida de la crisis económica es solucionar el posible problema de insolvencia de las entidades financieras. Así, la presentación del Plan de Estabilidad Financiera del Tesoro americano se percibía como una oportunidad para devolver cierta confianza a los inversores. Desafortunadamente, la inconcreción de las medidas y la falta de un horizonte temporal claro para la implementación del plan han ahondado en la desconfianza"… Capitalización vs. nacionalización, o la fórmula mágica para EEUU (El Confidencial – 17/2/09)

¿Capitalización o nacionalización?: that is the question

"Algunas de las mayores empresas del sector financiero están cayendo en manos del gobierno estadounidense. Eso ha mandado en picada a las acciones de los bancos y podría estar profundizando los males económicos. Pero algunos economistas afirman que la nacionalización es la opción más inteligente para arreglar el deteriorado sistema financiero y que al gobierno de EEUU le convendría actuar ahora mismo"… El qué, cómo y porqué de la nacionalización bancaria (The Wall Street Journal – 24/2/09)

Segunda ronda de rescates (febrero 2009): ya vamos por US$ 10 billones…

"El monto total de los rescates públicos aprobados por el Gobierno de EEUU asciende a cerca de 10 billones de dólares. Sin embargo, esta cifra amenaza, incluso, con quedarse corta a la vista de las nuevas solicitudes de auxilio financiero por parte de grandes empresas y entidades financieras del país"… El coste asciende ya a 10 billones – Segunda ronda de rescates en EEUU: AIG, GM, Chrysler, Citigroup… (Libertad Digital – 24/2/09)

El poder de destrucción de la crisis (al 3/09): casi el 45% de la riqueza mundial

"La peor crisis económica desde la Gran Depresión se traduce, por el momento, en una destrucción de la riqueza mundial próxima al 45%, según la consultora Blackstone Group. Tan sólo el desplome bursátil se ha cobrado ya 11 billones de dólares en EEUU"… "Sin precedentes": La crisis crediticia destruye el 45% de la riqueza mundial – En Wall Street se evaporan 11 billones (Libertad Digital – 12/3/09)

Algunos "efectos" de la crisis ("restas" y "saldos" desde 2007…)

"Las empresas cotizadas a nivel mundial alcanzaron su valor máximo en 2007, con 61,2 billones de dólares. En marzo de 2009, la capitalización total de las mayores bolsas se desplomó un 58,2%. En la actualidad, el valor se sitúa en 46,8 billones, un 23,5% menos que en 2007"… Los inversores en bolsa han perdido 14,4 billones de dólares desde 2007 (Libertad Digital – 24/3/10)

Volver a la normalidad no va a ser nada fácil (ni placentero)

"La masa monetaria (M3), dinero en circulación en EEUU, acaba de registrar su mayor desplome desde la primera mitad de años 30 (Gran Depresión). Dicho indicador avanza una tendencia deflacionista a corto y medio plazo y amenaza con una recaída en la recesión (crisis en W)"… EEUU registra la mayor contracción monetaria desde la Gran Depresión (Libertad Digital – 27/5/10)

La financierización de la economía (confundiendo deuda con riqueza)

"Durante las últimas décadas se ha venido produciendo un cambio en las economías occidentales. Del capitalismo industrial se ha pasado al financiero, de la preeminencia de la actividad productiva a la crediticia y de mercados"… Ganan las finanzas, pierde la economía real: el futuro ya está aquí (El Confidencial – 14/9/11

La socialización de las pérdidas y a donde no llegó la crisis.

¿Apropiación indebida? ¿Keynesianismo de "oferta", o para los "amiguetes"?

edu.red

Las causas (la crisis mutante)

Carta a los dalits, paganos o "paganinis" de la crisis (desde la Europa de los náufragos): la deuda y la vida (escrita a principios del año 2012)

"Dalit": En el sistema de castas de la India, un dalit, panchamas, paria o intocable es un duende o una persona que, de acuerdo con las creencias hindúes tradicionales, se considera fuera de los varnas o castas. Varna se refiere a la creencia de que muchos humanos fueron creados a partir de diferentes partes del cuerpo de la divinidad Purusha, y la parte de la que cada varna fue creada define el estatus social de una persona en relación con aspectos como con quién puede casarse y qué profesiones puede desempeñar.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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