Tiempos modernos (realidades cercanas de un capitalismo sin control) – Parte II (página 5)
Enviado por Ricardo Lomoro
Los volúmenes de déficit y, sobre todo, de deuda pública en el Atlántico Norte están en niveles nunca alcanzados en tiempo de paz. Niveles que no eran problema mientras los flujos internacionales de capital estaban también en máximos y el sistema financiero aparentaba poder intermediar con seguridad y solvencia todos esos dineros. Pero la crisis financiera ha mermado seriamente la credibilidad de los bancos en Europa y Estados Unidos, y el bucle crisis bancaria-crisis soberana ha lastrado las calificaciones de los emisores públicos. Ya no quedan activos seguros; desde luego no lo es el bono americano, que ha perdido su triple A por el impasse político; ni el francés que en enero de 2011 perdía su tercera A. Esa pérdida de interés, ese castigo a la credibilidad, ha obligado a reducir los niveles de déficit públicos en los países industrializados, simplemente porque su financiación ya no es tan atractiva para el inversor.
Recordemos la paradoja de Greenspan. Contrariamente a lo que predice la economía clásica, el ahorro de los países emergentes financia la inversión y el consumo en los países ricos. Fue su sucesor en la Reserva Federal el que ofreció la explicación a esa anomalía, la solución Bernanke resalta que es la calidad institucional de los mercados de capitales en los países desarrollados la que explica ese movimiento de capitales aparentemente contra natura. La crisis de las subprime y del euro, han roto esa anomalía, y la han roto definitivamente.
La excepcionalidad occidental se ha acabado. La posibilidad de la que han disfrutado durante casi un siglo los países del Atlántico Norte de evadirse de la restricción externa, se ha esfumado. La particularidad de que siempre había gente en el mundo dispuesta a invertir en los países industrializados, a prestarles dinero en cuantía ilimitada, se ha terminado.
Esa es la situación a la que se enfrenta el gobierno de los Estados Unidos y los gobiernos de los países periféricos de la Unión Europea. Administraciones afectadas de obesidad mórbida. Cuantas calorías aportó la dieta bancaria (estatización de las pérdidas) y cuantas la dieta imperial americana (gastos de defensa) o socialdemócrata europea (estado de bienestar), es algo aún por determinar. Seguramente "entre todos la mataron y ella sola se murió".
El siguiente cuadro permite observar que no sólo los bancos han sido culpables del incremento (descomunal) del gasto público. Los políticos también se subieron a la euforia de la burbuja, hasta la extenuación. En ello les iban los votos (clientelismo, demagogia), les iba la connivencia (con los amos de universo) y les iba la corrupción (justificada por lo primero y facilitada por lo segundo). Tanto monta, monta tanto.
De burbujas (bancos)… burbujiles (gobiernos)… y burbu-giles (particulares).
¿La expansión del gasto público ha sido consecuencia de una proyección demasiado optimista de los ingresos (primero), del necesario funcionamiento de los estabilizadores automáticos (después) o de un exagerado derroche irresponsable de recursos (siempre)?
El mapa del despilfarro (los "primos" del riesgo)
¿Crisis de la deuda, crisis del euro o crisis de los… "deudos"? Ustedes mismos…
Mientras, los bancos "zombis" siguen prendidos a la teta del estado (hasta la extenuación), los políticos intentan (desesperadamente) mantener el nivel de gasto público que les permita continuar con su derroche y ostentación, alimentado a los estómagos agradecidos del funcionariado cautivo, y conservar una vida de "gratis total".
Esta obra maestra del saqueo ya no puede continuar. No hay dinero para todos. Se jodió el invento. El rey está desnudo. Y los "cortesanos" también. ¿Entonces, quién paga la cuenta? Por ahora, no se sabe… Ninguno de los causantes quiere pagar la cuenta (gran dilema). Por eso hay tanto debate, tanto desconcierto, tanta alarma. Los acreedores reclaman. Oye, ¿y qué hay de lo mío? Los deudores, callan; dicen que están reunidos… estudiando. Que los acreedores, vuelvan mañana. Así un día, y otro, y otro…
Estados Unidos no sabe si subir el techo del gasto o bajar el piso… mientras, se asfixia.
La Unión Europea quiere "colgar" la dieta en las Constituciones Nacionales. No pecaré.
En medio, el contribuyente (dalit, pagano, paganini) extraviado, expoliado y exhausto.
El "cuento" de la "austeridad expansiva" cada vez resulta menos creíble (99 a 1, no va)
"Paul Farell, analista de "The Wall Street Journal", se hace eco de una corriente de opinión que pone en entredicho la recuperación en EEUU"… "Si los ricos no pagan impuestos se enfrentarán a una revolución" (El País – 4/4/11)
Predice un cataclismo económico y una revolución social en EEUU. Pero no es el polémico y a veces abiertamente demagogo director de cine Michael Moore. Ni el predicador televisivo Glenn Beck, insignia mediática del movimiento conservador estadounidense del Tea Party. Ni, más cercanamente, Niño Becerra, el catedrático que vaticina el cataclismo de la economía española cada año y cada año lo aplaza. Se trata de Paul B. Farrell, un prestigioso columnista de The Wall Street Journal, el diario financiero por excelencia nada sospechoso de sensacionalismo. Y a principios de abril (2011) ha lanzado un aviso ciertamente preocupante aunque con argumentos y cifras mucho más contundentes que la de los otros teóricos apocalípticos citados.
"O los ricos comienzan a pagar impuestos o se enfrentarán a una revolución". Con ese provocativo arranque, Farell, que trabajó para Morgan Stanley, advierte en su columna que la brecha entre el 1% de los "súper ricos" y el 99% restante de la población en EE UU no había sido tan grande desde la Gran Depresión de 1929, y que solo el "engaño" o el "espejismo" que lanza esta clase privilegiada desde sus diversas tribunas, ya sean políticas o mediáticas, impiden a la gente darse cuenta de que estamos a punto de vivir otro colapso como el de hace casi un siglo. Y concluye que o los ricos vuelven a pagar los impuestos que les corresponden por su nivel de riqueza u Occidente se enfrentará a una revuelta social como las que se están viviendo en el norte de África
Farrell señala que, tras el estallido de la crisis financiera en 2008 y la intervención del Estado para salvar el sistema, Estados Unidos vive ahora de la falsa esperanza que le transmiten los súper ricos, las "estadísticas del Gobierno que tratan de exagerar la recuperación" o los mensajes sobre un nuevo mercado alcista de Wall Street.
"Sigan soñando", apunta Farrell, que avisa de que el 93% de lo que se oye acerca de los mercados, las finanzas y la economía "son conjeturas, ilusiones y mentiras con el único fin de manipular en la toma de decisiones para sacar el dinero de los bolsillos" de la gente. "Ellos se enriquecen diciendo mentiras sobre los valores. Odian a las normas de la SEC (regulador de la Bolsa de EEUU) que les obligan a decir la verdad". Y pone un dato como ejemplo: en los últimos 10 años, el 20% de los fondos de pensiones de los trabajadores -10 billones de dólares- se ha esfumado en Wall Street.
Apoyado en otros testimonios, el columnista establece un paralelismo entre las revoluciones como las que han ocurrido en Egipto, y las que están por venir en los países desarrollados. Ambas serán impulsadas por los jóvenes, las mayores víctimas de la crisis, condenados a un desempleo crónico. "Los jóvenes van a ser los más doloridos cuando los gobiernos traten de reequilibrar sus presupuestos. Se elevarán los impuestos de los trabajadores y caerá el gasto de educación (…) mientras que los recortes fiscales para ricos siguen intocables". "¿Cuánto tiempo resta para que el resto de los países ricos estalle como Egipto?", se pregunta.
El análisis de Farrell no es aislado. En Estados Unidos se está formando una creciente corriente de opinión que denuncia que la crisis se ha cerrado en falso, que la recuperación económica que vende la Administración Obama no es sino un maquillaje estadístico y que cuando toque pagar la factura del rescate del sistema financiero mediante más impuestos para la clase media y recortes sociales, se desvelará la verdadera gravedad de la situación.
Una de las abanderadas de esta teoría es Arianna Huffington, la editora que acaba de hacerse multimillonaria tras la venta de su portal de noticias online a AOL. Pese a que su actitud personal no sea muy ejemplarizante (se vanagloria públicamente de no pagar a la mayoría de sus periodistas), su opinión es muy crítica hacia el sistema. "Se está madurando la América del Tercer Mundo. Washington se apresuró al rescate de Wall Street, pero se olvidó de Main Street (la calle principal, metáfora para expresar a la gente común en EEUU). Uno de cada cinco estadounidenses es desempleado o subempleado. Una de cada nueve familias no tiene un saldo mínimo en sus tarjetas de crédito. Una de cada ocho hipotecas está en mora o ejecución hipotecaria. Uno de cada ocho estadounidenses vive con cupones de alimentos. La movilidad social hacia arriba siempre ha estado en el centro del sueño americano. Y esa promesa se ha roto. El sueño americano se está convirtiendo en una pesadilla. Y pronto va a implosionar", asegura.
El magnífico documental Inside Job, ganador del último Oscar, también ha desperezado muchas conciencias, sobre todo las de aquellos que confiaron en que con la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca se cambiarían las reglas del juego, se restablecerían los controles y la regulación sobre el sistema financiero y se pondría coto a la "avaricia de Wall Street" como prometió el ahora presidente durante la campaña electoral. Pero como denuncia la cinta, las tímidas reformas que inició están varadas en las comisiones del Congreso o han sido bloqueadas por el poderoso lobby financiero que controla no solo la esfera política sino la académica para hacer valer su falso mensaje.
Inside Job deja en evidencia también que Obama no solo no ha perseguido a los "avaros" que provocaron el desastre con productos financieros tóxicos como las subprimes o los CDO, sino que ha puesto al mando de su equipo económico a algunos de sus más señeros representantes, que participaron o, al menos no quisieron ver el inmenso fraude que se estaba fraguando, y fueron reclutados por el anterior presidente, George W. Bush, para diseñar el rescate a costa del contribuyente y sin pedir responsabilidad alguna a sus causantes. Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, Timothy Geithner, secretario del Tesoro, o Lawrence Summers director del Consejo Nacional Económico de la Casa Blanca, están entre ellos.
El capitalismo refundado de rostro social con el que se presentaba Obama en las primeras reuniones del G-20 tras al estallido la crisis sigue teniendo el mismo perfil injusto e inmisericorde en EEUU: récord de desahucios en 2010 y récord de bonus para los ejecutivos de las agencias de calificación como Moody's o Standard & Poor's, que avalaron los productos financieros basados en las hipotecas basuras precipitando el desastre financiero. También fuera de las fronteras de la primera potencia mundial hay una creciente corriente en la misma dirección y que tiene en ¡Indignaos! (Destino), del francés de origen alemán Stèphane Hessel, uno de sus puntos de ignición. En España, el testigo lo ha cogido, entre otros, el escritor y pensador José Luis Sampedro.
Desde la sección de mercados del periódico de referencia de Wall Street, a Farrell no le tiembla el pulso al hacer un llamamiento a que la gente despierte ante "el espejismo de los súper ricos que está destruyendo el sueño americano para el resto de nosotros". "Los súper ricos no se preocupan por usted" exhorta a sus lectores, porque viven al margen de la crisis, a lo sumo se preocupan "en abstracto" por el bienestar del país, envueltos en una burbuja en la que "disfrutan de vacaciones en los mejores resorts, de los mejores profesores de pilates, el mejor masajista, los mejores cirujanos y las mejores escuelas privadas para sus hijos". "Y nada de lo que se escriba va afectarles". Y acaba: "No digan que no fueron advertido. Tienen tiempo para preparar la revolución que se avecina, la depresión".
Mucho sufrimiento por delante ("en línea con el mercado")
"¿Cómo va a terminar la crisis de la Eurozona? El portal financiero Business Insider cita el último informe del famoso Willem Buiter, economista jefe de Citigroup y que antes pasó por el Banco de Inglaterra, que asegura que "resolver" la crisis será cuestión de años de austeridad o bien de una reestructuración de la deuda"… Citigroup: Resolver la crisis es pasar años de austeridad, bajo crecimiento y alto paro (El Economista – 6/2/11)
Buiter acaba de publicar su último informe, y es bastante negativo con el futuro del mundo Occidental y de países como Italia, España y Bélgica en particular, por no mencionar los problemas que ya tienen otros como los rescatados Portugal, Irlanda o Grecia.
El economista asegura que el Banco Central Europeo tendrá éxito a la hora de asegurar a los mercados que respaldará a España e Italia. Sin embargo, no espera una solución mágica para este viernes 9 de diciembre (2011), cuando se celebra la esperada cumbre que debería reformar de arriba a abajo la Unión Europea.
"El apoyo del BCE no será ni indefinido ni incondicional. Su voluntad para actuar como prestamista de último recurso se revelará en cada intervención durante un periodo de meses, quizás de años", explica Buiter.
"El acuerdo de la cumbre no resolverá por sí mismo los problemas fiscales actuales de la Eurozona, ni eliminará el riesgo de futuras crisis. Tampoco restablecerá el crecimiento", apunta el economista, que sin embargo apuntó a que sí se tendrá éxito en una cosa: "aliviará las preocupaciones sobre un impago desordenado de Italia o España y sobre la ruptura del euro".
Para ello, el BCE actuará para asegurar que Italia, España, Francia y Bélgica sean capaces de financiarse, pero el banco no irá tan lejos como para hacer compromisos incondicionales. Buiter cree que los problemas de la banca continuarán, y que es posible que suavicen los requerimientos de capital para la banca.
El conjunto de su informe presenta un panorama bastante siniestro para Europa en la Eurozona, pero al fin y al cabo, "resolver la crisis" es lo que va a significar.
"O bien los países, después de muchos años de austeridad, recuperan la solvencia o bien habrá reestructuraciones de deuda en Italia, España y otros, además de las de Grecia, Portugal e Irlanda. Yo lo llamo a esto resolver la crisis", apunta.
"Crecimiento bajo o negativo con alto (y/o creciente) desempleo es la nueva normalidad para la Eurozona, el Reino Unido, Japón y Estados Unidos", defiende el economista jefe de Citigroup, que dice que la única manera de evitar esto sería encontrar formas fuera del mercado para reestructurar el exceso de deuda soberana, financiera y particular, que hay en estas regiones.
Incluso con ello, el crecimiento potencial probablemente sería modesto, muy por debajo de los niveles considerados posibles antes de la crisis, especialmente en EEUU y el Reino Unido.
¿Las razones? "La demografía, el empeoramiento del capital humano, las infraestructuras inadecuadas y una tendencia hacia la sobreregulación financiera". Unas perspectivas pésimas, reconoce Buiter, pero no una crisis.
"El economista Santiago Niño Becerra dice que las comparaciones son odiosas, pero traza un paralelismo entre la Europa del año 2011 y la América Latina de 1985. Y es que el famoso profesor de Estructura Económica piensa que el nuevo Consenso de Fráncfort es estructuralmente parecido al de Washington"… Vienen reformas caiga quien caiga: del Consenso de Washington al de Fráncfort (El Economista – 6/12/11)
"Tanto uno como otro van en la misma dirección", apunta Becerra. La cuestión es sanear y estabilizar sin que importe quien se queda por el camino, aunque el profesor señala con sorna que "si se queda por el camino un belga le darán un mendrugo de pan bastante más grande que el que le dieron a un hondureño cuando se quedó".
Pero el paralelismo económico, que comenzaría por una situación deflacionaria agravada por una caída de la actividad económica que merma los ingresos fiscales de los Estados, también tiene mucho que ver con Japón aunque el País del Sol Naciente esté en extremos opuestos.
Si echamos la vista atrás, puede decirse que la crisis latinoamericana de los años 80 fue provocada por gobiernos populistas e irresponsables que dilapidaron la herencia acumulada desde la Segunda Guerra Mundial. Después, ya en los años 70, estos países latinoamericanos fueron cebados con crédito por los banqueros del primer mundo, que encontraron a quien prestarle cuando la recesión hizo que su negocio cayera en picado tanto en EEUU como en Europa.
Pero, como explica Niño Becerra en La Carta de La Bolsa, "la situación se dio la vuelta en los 80, los tipos de interés volvieron a aumentar y en aquellos países se instalaron las "dictaduras amigas" (Ronald Reagan dixit). Y para solucionarlo fueron llegando los chicos del Consenso de Washington".
Llegó la hora: toca sufrir
Hasta aquí parece evidente que el esquema se repite: muchos países europeos han sido enterrados, o se han dejado enterrar, bajo montañas de crédito fácil que ahora no pueden devolver. Había que seguir creciendo a toda costa y tanto los gobiernos como los ciudadanos fueron cebados con dinero fácil y barato. Pero la fiesta se ha terminado y ahora es el turno de los muchachos del Consenso de Fráncfort.
¿Y Japón? "Lo de Japón fue diferente. Fue un expolio perpetrado en el Plaza y en el Louvre. EEUU obligó a Japón a revaluar el yen so pena de que volviese el espectro de MacArthur, y Japón comenzó a externalizar producciones como un poseso para compensar la caída de competitividad que experimentó. Y en el interior -y aquí la cagó- se lanzó a la hiperespeculación con créditos baratos concedidos en despachos sin ventanas", escribe Niño Becerra, que asegura que como el ahorro interno del país era espectacular no hizo falta que los chicos del Consenso de Washington intervinieran. Fue como ganar la batalla sin disparar un solo tiro porque Japón dejó de ser lo que era.
Así las cosas, ahora sería el momento de la austeridad a ultranza del Consenso Fráncfort, de que la economía se ajuste y de que en ese periodo no se altere el orden establecido. Y eso en los países más castigados significa que hay que purgar el exceso del crédito y que todo debe hacerse más pequeño y guardar relación con los escasos recursos de los que se dispone.
¿Y quiénes harán algo así? "Pues los Gobiernos de técnicos que vienen", sentencia Becerra, que cree que los futuros gobiernos gestionarán la economía a imagen y semejanza de las megacorporaciones empresariales. La productividad y el ahorro serán el santo y seña, caiga quien caiga.
(Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull)
La teoría de los "huecos" (enero 2012)
Más de un billón y medio de euros inyectados a la economía en Europa desde 2007 para generar un crecimiento de PIB… "negativo".
En Estados Unidos se ha pasado de una deuda pública de 65% a un 100% del PIB en seis años.
En Europa, la aceleración del gasto, dos veces superior, ha sido aún más rápida desde 2004, pero los planes de estímulo han ido casi enteramente a sostener el sector financiero.
Los activos bancarios suponen un 85% del PIB de Estados Unidos y 320% del PIB de Europa.
Más de tres billones de dólares inyectados en el sistema financiero para generar una revalorización bursátil negativa o inferior a la inflación.
Pues bien, uno de los debates más escuchados en Estados Unidos al 20 de enero de 2012 era si habría una tercera ronda de ajuste cuantitativo, "Quantitative Easing" o QE3. Imprimir papelitos, recomprar bonos, intervenir.
Estados Unidos sabe que puede imprimir moneda porque el dólar se utiliza en el 75% de las transacciones mundiales, algo que no le ocurre al euro, que es menos del 15%.
La guerra de deuda entre Estados Unidos y Europa la tenemos perdida de antemano. Porque en Estados Unidos cuentan con una moneda de uso mundial, el 75% del comercio global, y el hecho de que las medidas de competitividad se implementan a favor del sector privado, no para sostener al público. El gasto público por unidad de PIB es un 25% en Estados Unidos. En Europa alcanza el 50%.
Está claro que la disponibilidad ilimitada de liquidez por parte del BCE al sistema bancario europeo ha evitado que se produzca una quiebra en cadena de entidades financieras. El mercado interbancario estaba, y sigue (enero 2012), totalmente muerto, ya que las entidades solventes no se fían de las que lo parecen y el BCE está actuando de garantía para este movimiento de liquidez. Ahora bien, está por ver cómo va a ser capaz de financiar toda esta liquidez. Imprimir euros generaría inflación que no puede trasladar a países fuera de la UE (como hace EEUU con el resto del mundo) por lo que hemos comentado, sólo se usa para transacciones muy limitadas, menos del 15% global, y la financiación vía impuestos está hundiendo aún más la frágil economía de Europa, disparando la fuga de capitales en vez de atraerlos. El BCE ha duplicado el tamaño de su balance en apenas un par de años. Y no olvidemos que el BCE es una entidad participada por los bancos centrales de cada país miembro y cuál es la situación en que están esos países.
Lo que queda por ver es cuándo y cuánto de todo este rally de liquidez, que en el fondo no deja de ser una carga para los contribuyentes, se va a trasladar a la economía real, porque, por el momento, lo único que se ha visto es reducción en la concesión de préstamos por parte de las entidades bancarias. Por ahora, todo hace parecer que hemos elegido la catástrofe. La única evidencia es el deseo de perpetuar el modelo económico.
A pesar de los menores riesgos de falta de liquidez tras las acciones del BCE, las necesidades de capital que sufren los bancos de la zona euro son masivas, y el desapalancamiento y la contracción del crédito siguen siendo tan graves como siempre.
Asimismo, la principal respuesta de política de la zona euro ante las presiones de la deuda estatal ha sido un conjunto de medidas fiscales que conlleva una austeridad fiscal todavía más férrea al principio, tanto en los países de la periferia como del núcleo. La austeridad fiscal exigida es incondicional, imponiendo normas fiscales que en efecto fomentan claramente los ciclos en el peor momento posible.
Aunque puede que la disciplina fiscal sea necesaria con el tiempo para evitar un descarrilamiento fiscal, a corto plazo elevar los impuestos, recortar la transferencia de pagos y rebajar el gasto público hará que la recesión continua empeore, reduciendo la demanda agregada y los ingresos disponibles.
"El proceso de reequilibrio de los balances se está llevando a cabo en un contexto en el que los márgenes para el uso de los tradicionales instrumentos de demanda de gestión política, tales como las políticas fiscales o las monetarias, para apoyar la demanda y contrarrestar las sacudidas más negativas es mucho más limitada que antes de la crisis de 2008-2009", subraya el G-20 en el documento etiquetado como nota de asuntos (de cara a la cumbre que se celebrará en Ciudad de México en la tercera semana de enero de 2012) y que ha sido obtenido por Reuters (21/1/12).
Bailando con la "prima"
¿Cuánta libertad tienen los gobiernos modernos en el actual imperio global de los negocios y las grandes empresas?
Ellos deciden que la prioridad del mundo sea cubrir las pérdidas de los bancos, rescatarlos y actúan en clara connivencia con los políticos.
Hace más de 4 años la ingeniería financiera falló, las operaciones de valores basadas en métodos de análisis cuantitativo (high frecuency) equivocaron las predicciones, el mundo económico entró en "modo pánico" y los gobiernos de los países avanzados debieron acudir, en masa, al rescate (ilimitado) de los bancos "demasiado grandes para quebrar". Una "crisis sistémica", así dijeron… Hay que "lanzar el dinero desde un helicóptero" si fuera necesario, así hicieron… Unos momentos, en que nadie se preocupaba del déficit público, "había que restablecer la confianza", era la consigna… Que fluya el dinero, después veremos cómo se recoge, ordenaron los "sumos sacerdotes" de la Fed, del BoE, del BCE…
Cuando los recursos presupuestarios regulares no fueron suficientes los gobiernos recurrieron al endeudamiento. Eran épocas de triple A. El "mercado" en su "aversión al riesgo" ("huida hacia la calidad", decían los "exégetas"), se "tragaba" todo el "papel" que se pusiera a la venta. Nadie miraba la TAE, sólo interesaba la deuda pública de los países avanzados (por su riesgo "cero" de impago). A los inversores ya no les interesaban los cantos de sirena de las "titulizaciones", ni los derivados, ni CDS, ni ETF, ni ninguna otra "sopa de letras"… Había que buscar refugio en la deuda pública.
Lo demás fue coser (endeudarse) y cantar (volver a endeudarse). Muy pocos, por no decir ninguno, de los "grandes bonetes" de la economía (gurús mediáticos), objetó el procedimiento utilizado (socialización de las perdidas bancarias), tampoco observaron el déficit público originado y el incremento de la deuda pública devenido. Eran males menores, necesarios para restaurar la estabilidad de los mercados (sic, sic, sic).
Cuando los mercados se estabilizaron (que tampoco) y los inversores volvieron a revisar sus portafolios, comenzó la "criba". Grecia fue el justificativo, pero podría haber sido cualquier otro país. Comenzó la batalla de la triple A. Las agencias de calificación de riesgo que estaban condenadas al "averno" luego de su fracaso a la hora de anticipar la quiebra de Lehman Brothers, renacieron de sus cenizas y volvieron a dictar cátedra.
Los gobiernos altamente endeudados (por culpas propias y ajenas), quedaron "cautivos" de las agencias de calificación, necesitados de una colocación de deuda astronómica a ritmo semanal, y sometidos al escrutinio y estigma diario de los mercados.
Algo que era tema cotidiano en los asuntos económicos de los países subdesarrollados: "el riesgo país", pasó "abrir los telediarios" de los países avanzados (perdón por la falacia). Más discretamente (cínicamente) la llaman: "prima de riesgo".
¿Qué es la prima de riesgo?: Es el sobreprecio que exigen los inversores por comprar la deuda de un país (europeo) frente a la alemana, cuyo precio es el que se utiliza como base o referencia ya que está considerada como la más segura y es menos propensa a sufrir bandazos en función de factores coyunturales o puntuales -crecimiento, déficit… En términos generales se puede traducir por cuánto dinero es necesario para que los compradores dejen de lado sus temores y olviden el riesgo que conlleva entrar en la deuda de los países señalados por los problemas de déficit o escaso crecimiento. La razón de este rechazo es que si el inversor sospecha que no entra dinero en las arcas del Estado o no el suficiente, tampoco habrá fondos para pagar a quienes adquirieron su deuda. Un "riesgo país" en toda regla, aunque lo "edulcoren" como "prima de riesgo".
¿Ustedes se imaginan una prima de riesgo del orden de 3.223 puntos? Pues esa es la prima de riesgo de Grecia (20/1/12), lo que quiere decir que si ese país toma un crédito de 100 euros debe abonar 3.223 puntos por encima de la tasa que paga Alemania para que le presten 100 euros. Surrealismo puro. Creo que el director del telediario en Grecia debería ser Berlanga o Fellini. Y la Unión Europea, prescribe "abdominoplastia"…
Pero si Berlanga o Fellini aceptaran transmitir ese absurdo, Kafka debería ser el "presentador", de la noticia, a la hora de explicar a la audiencia (la manada) que los bancos, los quebrados bancos, los rescatados bancos, los causantes de la crisis, los artífices de la estafa piramidal, sean los que "exigen" a los gobiernos que resuelvan el problema del déficit público y mejoren su prima de riesgo. Ellos que "violaron" a la prima, ahora le encargan al gobierno que asuma la paternidad. Y los políticos tragan…
Cómo no van a tragar si son presuntos implicados, cómplices, cooperadores necesarios, socios del silencio, miembros de la trama, confabuladores para alterar el precio de las cosas; si en definitiva, son lacayos, serviles y genuflexos, ante el poder económico.
Por ahora la única política aplicada ha sido la de empobrecer al contribuyente. Los auténticos dalits, los únicos paganos (y paganinis) de la crisis, sobre cuyos ingresos, trabajo, familia y futuro recae todo el esfuerzo del ajuste fiscal. Son los que deben tolerar que el estado de bienestar migre a un estado de malestar. Son los que deben aceptar que la "crónica de la codicia" (de los bancos), y la "crónica del despilfarro" (de los políticos), concluyan en un estado de "involución permanente". El "baile" del "contribuyente" con la "prima" tiene música de triste realidad y letra de incierto futuro.
No Comment (II): La "verdad" de la milanesa (un artículo "imperdible")
– Por qué duran tanto las crisis: nadie quiere pagar la cuenta (The Wall Street Journal – 10/11/11)
(Por David Wessel)
Ya han pasado dos años desde que las llamas aparecieron por primera vez en Grecia, y sin embargo el fuego aún no ha sido apagado. Ahora se ha propagado a Italia.
Han pasado cinco años desde que reventó la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos. El sector de la vivienda sigue siendo una de las principales razones por las que la economía del país tiene un desempeño tan débil.
En ambos continentes, ya no quedan dudas sobre la severidad de la amenaza o la urgencia con la que se necesitan mejores políticas. Aun así, los jugadores parecen completamente incapaces de actuar.
¿Qué les está llevando tanto tiempo? Decidir quién tendrá que pagar la cuenta.
"En todas las crisis, se deben repartir las pérdidas entre deudores, acreedores y contribuyentes", explica Anna Gelpern, profesora de derecho de la Universidad Americana y ex funcionaria del Tesoro de EEUU "Es un concepto sorprendentemente simple, y completamente irreconciliable".
"Por definición, es un problema político", agrega. "Incluso si surgiera la idea de una distribución óptima, si no es vendible políticamente, no puede concretarse".
Esta vez, la escala es intimidatoria. El Fondo Monetario Internacional estima que los tenedores de hipotecas en EEUU y otras deudas perdieron US$ 2,7 billones (millones de millones) en la fase estadounidense de la crisis global, parte de cuya suma ya fue trasladada a los contribuyentes. Las viviendas del país valen casi US$ 7 billones menos que hace cinco años, una caída de 25%.
Se han hecho toda clase de intentos por reducir los pagos mensuales de hipotecas para algunos, por refinanciar créditos con intereses altos, por asegurarse de que los embargos se llevan a cabo correctamente, por recapitalizar bancos para que puedan absorber pérdidas, y demás. El gran paso que no se dio: reducir el principal sobre las hipotecas. El gran obstáculo: ¿quién paga los platos rotos? ¿Los bancos? ¿Los inversionistas hipotecarios? ¿Los contribuyentes?
En Europa, los retrasos para admitir que Grecia pidió prestado demasiado convirtieron lo que hubiera sido un problema difícil pero manejable en una calamidad. Un gran motivo para el retraso: decidir quién pagaría la cuenta. ¿Los contribuyentes alemanes? ¿Los accionistas de bancos franceses? ¿Los tenedores de bonos extranjeros?
Cuando un prestatario -un banco, una empresa, un país- tiene problemas, la reacción inicial es decir, bueno, tienen el dinero, sólo que están cortos de efectivo. A menudo eso es verdad. Así que el prestamista le da un respiro al prestatario, la empresa empeña sus cuentas por cobrar, o el "acreedor de último recurso", el banco central, otorga préstamos de emergencia porque está seguro de que le devolverán el dinero. El problema, se dice, es de "liquidez" (lo que significa que nadie perderá dinero al final) en lugar de decir "solvencia" (lo que significa que alguien perderá dinero).
La tentación de extender esa lógica más allá de la razón es grande. Admitir que, por ejemplo, algunos gobiernos europeos no pagarán 100 centavos por cada dólar, o que algunos préstamos hipotecarios no valen lo que dicen los libros contables, obligaría a los prestamistas a asumir pérdidas. Si éstas son grandes, la solvencia de los bancos está en duda. En Francia, los mercados no están tan escépticos ante la capacidad del gobierno de pagar sus cuentas y cumplir con las obligaciones de intereses, sino que se preocupan más por un potencialmente costoso rescate gubernamental de los bancos que tienen mucha deuda de gobiernos extranjeros.
Entonces, los bancos y los inversionistas igualmente prestan, a menudo a tasas de interés que reflejan el riesgo de que no cobren. Si todo sale bien, ganan mucho dinero. De lo contrario, y hay mucho dinero en juego, los contribuyentes pagan las cuentas.
"Las partes que tienen pérdidas contractuales intentan pasar esas pérdidas a otros, especialmente a los contribuyentes", afirma Edward Kane, economista de Boston College. "Estas crisis tienden a prolongarse mientras haya una posibilidad de trasladar las pérdidas a los contribuyentes".
Entonces primero está la negación, luego los retrasos y por último, el disimulo. Esto tiene costos. Los préstamos bancarios son uno. "Los bancos no están ansiosos de otorgar crédito, porque no saben cuánto capital tienen, y les resulta difícil levantar dinero, porque los inversionistas no están seguros de su condición financiera", sostiene John Makin, del American Enterprise Institute.
Los contribuyentes van a pagar algunos platos rotos. ¿Cuántos? Hasta que no se decida eso, la crisis continuará.
Los daños colaterales de la crisis (¿no intencionales? ¿accidentales?)
De la "macro"…
(Marzo 2011) Entre 1950 y 1990, la época de la antigua forma de luchar contra la inflación en las contracciones por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, la tasa de desempleo en los Estados Unidos posterior a la recesión se reducía en un 32,4 por ciento por término medio durante un año respecto de su valor inicial hacia su tasa natural. Si la tasa de desempleo de los EEUU hubiera comenzado a seguir esa vía después de llegar a su punto máximo en la segunda mitad de 2009, ahora ascendería a 8,3 por ciento, en lugar de a 8,9 por ciento.
(Abril 2011) Estados Unidos reabre el debate sobre si el fenómeno de la globalización -en términos de deslocalización- beneficia o no a la economía del país, concretamente por la debacle que conlleva en materia de empleo. Los datos del Departamento de Comercio pertenecientes a la primera década del siglo XXI muestran que las multinacionales estadounidenses -que dan trabajo al 50% de la población ocupada del país- redujeron en 2,9 millones los puestos laborales en territorio nacional, mientras emplearon a 2,4 millones de personas más en el extranjero.
(Junio 2011) Hace más de tres décadas, el comercio y la tecnología empezaron a abrir una brecha entre las ganancias del nivel más alto y las demás. La paga de los titulados por prestigiosas universidades ha remontado el vuelo. Pero la paga y prestaciones de la mayoría de los trabajadores se han mantenido o bajado. Y la consiguiente división también ha hecho que las familias estadounidenses de clase media se sientan menos seguras.
(Junio 2011) Los datos de los EEUU, el Reino Unido, la periferia de la eurozona, Japón e incluso las economías de los mercados emergentes están dando señales de que parte de la economía mundial -en especial las economías avanzadas- puede estar estancándose, si es que no entrando en una recesión de doble caída. También ha aumentado la aversión global al riesgo, así como la opción de seguir "extendiendo y fingiendo" o "demorando y rezando" sobre Grecia se está volviendo cada vez menos deseable, y es cada vez más probable el fantasma de una salida desordenada.
(Junio 2011) Japón podría enfrentarse a una tercera "década perdida" de débil crecimiento económico que lo obligará a luchar por reducir la peor carga de deuda entre los países desarrollados, según advirtió el lunes la agencia de calificación Moody's.
(Julio 2011) La economía global se encuentra en medio de su segundo "pánico" del crecimiento en menos de dos años. Tendremos que acostumbrarnos a ellos. En un mundo post-crisis, son claras señales de una recuperación fallida.
(Julio 2011) Según una amplia gama de indicadores -el crecimiento del empleo, los niveles de desempleo, el crédito bancario, la producción económica, el crecimiento del ingreso, los precios de las viviendas y las expectativas de los hogares de bienestar financiero- la recuperación de la economía estadounidense desde el final de la recesión, en junio de 2009, ha sido la peor, o una de las peores, desde que el gobierno comenzó a seguir estas tendencias tras el final de la Segunda Guerra Mundial.
(Julio 2011) En la recesión más reciente y en las dos anteriores -1990-91 y 2001- en los EEUU, los empleadores han sido más rápidos a la hora de despedir empleados y recortar sus horas de trabajo que en las recesiones que las habían precedido. Muchos de ellos también fueron más lentos para volver a contratar. Como resultado, la "recuperación sin empleo" se ha convertido en la norma.
(Agosto 2011) Nos enfrentamos a dos problemas que interactúan: una economía global que está perdiendo la batalla para restaurar el crecimiento y la ausencia de respuestas creíbles de política. Demasiados países parecen centrarse más en los resultados políticos que en el desempeño económico. Los mercados simplemente reflejan estas fallas y riesgos.
(Diciembre 2011) Las perspectivas para la economía mundial en 2012 están claras, pero no son auspiciosas: recesión en Europa, crecimiento anémico en el mejor de los casos en Estados Unidos, y una abrupta desaceleración en China y en la mayoría de las economías emergentes.
(Diciembre 2011) El aumento de la desigualdad -debido en parte a la reestructuración corporativa que ha eliminado empleos- está reduciendo más aún la demanda agregada, porque los hogares, los más pobres y quienes perciben ingresos laborales tienen una mayor propensión marginal a gastar que las empresas, los hogares más ricos y quienes perciben rentas de capital. Por otra parte, a medida que la desigualdad impulsa protestas en todo el mundo, la inestabilidad social y política podría representar un riesgo adicional para el desempeño económico.
… a la "micro"
(Octubre 2009) Un estudio de la Cruz Roja muestra que un número cada vez mayor de personas en Europa está buscando ayuda debido a la crisis económica global.
(Enero 2011) El gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, se dirigió a las familias británicas y no escondió la dura situación a la que éstas enfrentan, sino todo lo contrario. Advirtió que en 2011 las familias continuarán viendo recortada su renta disponible, "un precio inevitable que hay que pagar" por la crisis financiera. Con la inflación en tasas preocupantemente altas, el poder adquisitivo de los británicos acabará en 2011 en niveles de 2005, un estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en el país anglosajón para ver algo similar, añadió.
(Febrero de 2011) El director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, ha alertado el 1 de febrero que el mundo se enfrenta a "la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales".
(Febrero 2011) Estados Unidos en los años 70, tenían 20 millones de empleos manufactureros, con una población total de unos 220 millones. A principios del año 2011, sólo se mantienen 12 millones de empleos en las fábricas norteamericanas, pero con una población total de 320 millones de habitantes. En los años 70, Estados Unidos controlaba el 28% de la fabricación mundial de bienes y China sólo el 4%. En enero de 2011 Estados Unidos produce el 20% mundial y China el 19%.
(Febrero 2011) Desde que asumió el cargo el presidente Obama, en enero de 2.009, el número de estadounidenses que necesitan cupones de comidas se ha disparado desde los 32 millones hasta los 43 millones. La tasa de desempleo ha pasado desde el 7% hasta el 9%. Esa es la realidad de la situación.
(Febrero 2011) A lo largo de la crisis, algunos analistas han preferido utilizar en lugar de la tasa oficial de paro en EEUU, una tasa alternativa más amplia que también proporciona el Bureau of Labor Statistics (conocida como U-6). Se trata del indicador que, además de los desempleados, tiene en cuenta a todas aquellas personas que están disponibles para trabajar pero no buscan activamente empleo, y a quienes trabajan a tiempo parcial por razones económicas (como el recorte de horas por la reducción en la producción debida a la crisis). Aplicando esa metodología, el desempleo alcanzó el máximo en octubre de 2009, llegando al 17,4%, y tras bajar y volver a subir, en enero (2011) se sitúa en el 16,1%, el nivel más bajo desde abril 2009. En este caso, también ha caído respecto a diciembre 2010, en el que se situó en el 16,7%.
(Febrero 2011) Para el 90% de los estadounidenses, los ingresos se han mantenido prácticamente invariables durante los últimos diez años. Sin embargo, el 10% restante ha visto crecer su patrimonio a un ritmo creciente. De acuerdo con los datos recogidos por CNNMoney.com, desde la década de los 70 el incremento ha sido constante y las diferencias, cada vez más evidentes. Si en 1950 el 90% de la población controlaba el 68% de la economía, en 2009 un exiguo 10% de los estadounidenses tenían en sus manos casi la mitad de la riqueza del país.
(Mayo 2011) La destrucción de empleo, el repunte del precio de los productos básicos, el encarecimiento de la gasolina y, por su fuera poco, los ajustes impulsados por el gobierno para reconducir sus cuentas públicas que, en última instancia, inciden sobre todos los ciudadanos. Toda una suma de factores que reducen cada vez más la riqueza de los hogares y, como muchos coinciden, hacen plantearse si la clase media estadounidense está en peligro de extinción.
(Mayo 2011) Sólo el 24,9% de los norteamericanos podrían conseguir 2.000 dólares en 30 días, según un estudio publicado por el National Bureau of Economic Research. Annamaria Lusardi de la George Washington School of Business, Daniel J. Schneider de Princeton University y Peter Tufano de la Harvard Business School preguntaron: "¿Cuánto confía usted en que podría conseguir 2.000 dólares si surgiese una necesidad inesperada durante el mes que viene?" Un 24,9% afirmó estar seguro de que podría, un 25,1% dijo que probablemente podría, un 22,2% dijo que probablemente no y un 27,9% que seguro que no.
(Mayo 2011) ¿Estamos condenados a una recuperación sin empleo? ¿Es el futuro uno en el que los trabajos son tan escasos que muchos trabajadores tendrán que aceptar una miseria para encontrar un empleo, y volverse cada vez más dependientes de las transferencias sociales a medida que los salarios del mercado caen por debajo del nivel de subsistencia? ¿O deberían las sociedades occidentales esperar una nueva ronda de magia tecnológica, como la revolución de Internet, que produzca una nueva ola de creación de empleo y prosperidad?
(Junio 2011) España cuenta con una tasa de población en riesgo de pobreza del 19,5%, por encima de la media de la UE-27, que se sitúa en el 16,3% (población en riesgo de pobreza se define a aquellas personas que, incluyendo las transferencias sociales, se sitúan por debajo del umbral de pobreza). Entre los países de la UE la mayor proporción de población en riesgo de pobreza corresponde a Letonia, con un 25,7%, figurando a escasa distancia Rumanía (22,4%) y Bulgaria (21,8%). Lituania supera levemente el 20%, mientras que Estonia y Grecia comparten un 19,7%. España figura en el séptimo lugar de la UE-27 con una tasa de población en riesgo de pobreza del 19,5%, si bien alcanza un 25,2% en la población mayor de 65 años. Mientras, Italia (18,4%), Portugal, el Reino Unido y Polonia (los tres con cifras por encima del 17%) también superan la media europea. La mayoría de países de la UE (16 en total) logran situar el porcentaje de población en riesgo de pobreza por debajo del promedio. Alemania, Malta, Irlanda y Luxemburgo cuentan con cifras en torno al 15%, mientras que Suecia, Dinamarca y Francia ya bajan al entorno del 13%. Austria (12%), Eslovenia (11,3%), Países Bajos (11,1%), Eslovaquia (11%) y sobre todo la República Checa, con tan sólo un 8,6%, figuran entre los países con menor riesgo de pobreza entre su población.
(Septiembre 2011) La tasa de pobreza en Estados Unidos aumentó en 2010 por cuarto año consecutivo hasta el 15,1%, lo que representa 46,2 millones de personas que viven con menos de 1.000 dólares al mes, según los datos divulgados hoy por la Oficina del Censo.
(Septiembre 2011) La desaceleración económica mundial podría generar un fuerte incremento del desempleo en el año 2012 en el conjunto de los países del G20, según un informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la OCDE.
(Octubre 2011) Según un estudio realizado por el Instituto de Estudios Fiscales (IFS, siglas en inglés), una organización de investigación financiera independiente, los ingresos medios de la población británica bajarán un 7% hacia finales de la presente década. Como consecuencia, 3,1 millones de niños, un 23,1%, vivirán en la pobreza absoluta en 2020, frente a los 2,8 millones, un 21,1%, contabilizados en la actualidad.
(Noviembre 2011) La crisis financiera mundial ha hecho mucha mella en el empleo. La factura en puestos de trabajo ha sido alta en casi todo el mundo. Cicatrizar esta herida costará mucho tiempo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que harán falta cinco años, hasta 2016. Según los cálculos de la agencia dependiente de la ONU, recuperar los niveles de empleo previos al estallido financiero precisa 80 millones de empleos. Sin embargo, "la reciente desaceleración económica" hace que esto no sea posible a corto plazo, por lo que retrasa un año su pronóstico inicial de recuperación.
(Diciembre 2011) Uno de los legados de la última gran bonanza económica vivida entre las grandes potencias y los países emergentes es una brecha mayor entre ricos y pobres. La desigualdad ha aumentado al nivel más alto de los últimos 30 años en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), debido sobre todo a la creciente diferencia entre los salarios, que suponen el 75% de los ingresos de un hogar. Lo ha hecho precisamente en esos años de crecimiento, según el informe hecho público ayer por la OCDE con datos de 2008, previos a la Gran Recesión.
(Diciembre 2011) El último informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso sobre la desigualdad no analizaba detalladamente el 1% más alto, pero un informe anterior, que sólo llegaba hasta 2005, sí lo hacía. De acuerdo con ese informe, entre 1979 y 2005 los ingresos después de impuestos y ajustados a la inflación de los estadounidenses con una posición media en la distribución de la renta aumentaron un 21%. El número equivalente para el 0,1% más rico aumentó un 400%.
(Diciembre 2011) La crisis está dejando descolgados a muchísimos jóvenes. En España, 800.000 ciudadanos entre 18 y 24 años ni estudian, ni trabajan. Representan uno de cada cinco, una de las cuotas más elevadas de la Unión Europea. En los tres últimos años han empeorado las cifras de la llamada generación ni-ni. En 2008 suponían el 13,9% de los europeos de 18 a 24 años y en 2010 eran ya el 16,5%, según alerta un reciente estudio del Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop). Y todo indica que los datos de 2011 van a ser todavía peores.
Asalto a la ilusión
Cuando era pequeño, mi padre, hijo de inmigrantes (que sabía muy bien lo que era la pobreza), me decía: si tú estudias y terminas la escuela primaria, nunca tendrás que ser peón de campo… si terminas el colegio secundario, nunca tendrás que ser peón de albañil… y si terminas la universidad… tendrás la vida asegurada.
Ese "paradigma" fue cierto hasta en la remota, falaz y fugaz Argentina. Ese país donde alguna vez sus pobladores se creyeron que eran ingleses que hablaban en francés, y un día descubrieron que eran italianos que hablaban en español. Ese país que se creyó elegido por Dios, para que en sus campos creciera de noche lo que no se podían comer durante el día. Ese país que estaba predestinado al éxito y terminó siendo el mayor ejemplo mundial de fracaso económico.
Así y todo, al menos hasta los años 80, ese proyecto de vida fue cierto. El ascensor social funcionaba. Los hijos (en la mayoría de los casos) superaban a sus padres en "calidad" de trabajo, "nivel" de remuneración y "progreso" social. En definitiva mi padre tuvo razón y sus dos hijos universitarios… tuvieron la vida asegurada.
Después paso lo que pasó en Argentina, y eso ya es otra historia…
Luego de casi 25 años de exilio voluntario en la "avanzada" Europa, ¿podría hacer a mis hijas (o nietos) el planteo que mi padre me hizo en la lejana Argentina, allí por 1950?
¿Pueden hoy los jóvenes, mejor preparados que sus padres (en un gran porcentaje), esperar un nivel de vida más alto que el de sus padres? No digamos un mejor nivel de vida… ¿al menos un trabajo mejor que el de sus padres? No digamos un trabajo mejor… ¿al menos un trabajo?
Todas las respuestas son NO. Con un 50% de paro juvenil, no hay casi ninguna (podría decir, ninguna, sin pecar de pesimismo) probabilidad de que puedan tener un mejor trabajo que sus padres. "Década perdida" o ¿generaciones perdidas?…
Y no estoy hablando de los ni nis (que va de suyo), sino de graduados universitarios (a veces, con masters e idiomas). Un 50% de paro juvenil universitario, varios años de espera antes de tener un primer empleo. Becarios eternos, estudiantes aparcados en guarderías universitarias (el master del master, el idioma del idioma…). "Talludos" que se ven obligados a continuar viviendo "con" sus padres o (peor aún) "de" sus padres.
Han destruido el mercado de trabajo, han roto el ascensor social, han limitado las posibilidades de constituir nuevas familias, han cercenado la natalidad…
Han transformado el Primer Mundo en el Tercer Mundo. Lo que se dice, todo un éxito. Bravo por la financierización de la economía, por la globalización, por el librecambio, por la desregulación, por la privatización, por la deslocalización, por la competitividad, por la economía de casino, por la turboeconomía, por la economía de "manos libres". Bienvenidos al subdesarrollo.
¿Qué guerra o catástrofe natural asoló Europa para que su clase media tenga que recurrir a la Cruz Roja en busca de ayuda?
¿Qué razón hay para admitir la perspectiva de una generación perdida de gente joven, destinada a sufrir durante toda su vida lo peor del desempleo y sus condiciones sociales?
¿Qué siniestro ha ocurrido en los EEUU donde desde enero de 2009 el número de estadounidenses que necesitan cupones de comidas se ha disparado desde los 32 millones hasta los 43 millones?
¿Qué acontecimiento trágico ha ocurrido en el Reino Unido para que el poder adquisitivo de los británicos acabara en 2011 en niveles de 2005, un estancamiento tal que hay que irse 80 años atrás en el país anglosajón para ver algo similar?
No se puede justificar lo injustificable
No es cierto que los pobres sean los culpables de la crisis (créditos subprime).
No es cierto que las reformas estructurales se deben limitar al sector trabajo.
No es cierto que para mejorar la competitividad los trabajadores deban aceptar contratos basura y despido libre.
No es cierto que para resolver el problema del déficit público haya que limitar el gasto en sanidad, educación, pensiones y otros gastos sociales.
No es cierto que el problema de la deuda en la eurozona sea más grave que en los Estados Unidos o en el Reino Unido.
No es cierto que no se puedan restablecer el crecimiento en el corto plazo y, al mismo tiempo, abordar los problemas de la deuda en el mediano y largo plazo, como respuesta válida a la crisis.
No es cierto que los países que manejan su política monetaria necesiten del mercado para financiar su deuda.
No es cierto que el poder lo tenga el "mercado". En los países soberanos el poder lo tiene el Estado a través de su banco central y Ministerio de Hacienda. Nunca el "mercado".
No es cierto que (únicamente) con "rigor fiscal" se sale de la crisis. Es mucho lo que está en juego. Sin una acción audaz, Europa (me animaría a decir que EEUU también) podría verse arrastrada a una espiral bajista de deterioro de la confianza, de estancamiento del crecimiento y de menor empleo. Y ninguna región quedaría inmune ante semejante catástrofe.
Es aritméticamente imposible que todos los países en la eurozona se escapen simultáneamente de la crisis de la deuda a base de deflación. ¿Vamos a morir juntos?
¿Volver a crecer o morir al borde del futuro?
Salarios, inflación y competitividad (un TAC de la eurozona a marzo del 2011)
Desmontando el gran mito de la productividad (Eurostat – Marzo 2011)
Con la información disponible podemos observar que la evolución discrepante de los salarios nominales y los reales en la última década en algunos países es de las más preocupantes de Europa.
Argumentos hay muchos, unos hablan de la convergencia y sus efectos, otros simplemente señalan excesiva rigidez, e incluso hacen mención a una alta dependencia energética que golpea las cuentas cuando el precio de los insumos se dispara. Según algunos analistas, y esta es una idea importante, el diferencial vendría dado por pagar salarios superiores a la productividad (¿indexación?), lo que paradójicamente nos llevaría, de ser así, a perder competitividad y a la vez poder adquisitivo, es decir, un desastre. Dicho argumento seguramente sería el más destacable. Aún así podría resultar interesante buscar respuesta a la siguiente pregunta: ¿hasta qué punto que el BCE esté siempre centrado de la macroeconomía alemana y central pueda estar afectando al resto de países de la eurozona?
Podríamos pensar que si un Banco Central está a disposición de un país, y hace las cosas bien, la inflación estará siempre en un rango mucho más saludable que si se "sufre" una política monetaria no ajustada a las necesidades, provocando muy probablemente diferenciales de precios.
Para diferenciar entre "percepción" y realidad les presento un trabajo muy interesante al respecto. "Monetary Policy and Housing Bubbles: A Multinational Perspective" de Bill Seyfried y Rollins College (2009).
En el análisis se realiza una aproximación a esta cuestión mediante la conocida Regla de Taylor, que serviría como referente para conocer qué tipos de interés debería establecer un Banco Central en la economía según su macroeconomía. De hecho hay indicios de que esta regla se siguió en los 90 por los diversos países que iban a integrarse en la moneda única (Stefan Gerlach and Gert Schnabel 1999). El problema fue que, después de acostumbrarse a una política monetaria ortodoxa pero adaptada, tuvieron que lidiar con que el BCE realizase una política "para todos" principalmente centrada en Alemania y Francia, las grandes economías de la zona, y por tanto dejando de centrarse en ellos.
Vemos que, mientras para unos el tipo de cambio es aceptablemente satisfactorio, para otros fue muy contraproducente. Podríamos pensar no obstante que o bien los cálculos de la regla de Taylor no son todo lo exactos que debiesen o que como en la Eurozona las economías más influyentes son Francia y Alemania es lógico que en la política monetaria tengan algo más de peso y por tanto en la compensación de "fuerzas" hayan tenido más influencia. Eso podría ser cierto, pero hay evidencias de que, aún a nivel agregado, las medidas fueron demasiado laxas no existiendo ni la más mínima compensación. Así se expresa el propio Taylor en este informe, en el que relaciona a Reserva Federal y Banco Central Europeo en una política inapropiada que creó desequilibrios.
Solo hay que ver que las diferencias acumuladas respecto a los tipos marcados por el BCE y la regla de Taylor para los distintos países. Mientras Alemania, Austria Finlandia o Bélgica reciben una política adecuada, para todos los demás fue excesivamente laxa, especialmente para algunos, dando un agregado poco satisfactorio. El asunto que queda por aclarar es si este hecho, además de hacer más intensa la burbuja padecida, no habrá tenido también un efecto determinante en los diferenciales de inflación y por tanto en una pérdida de competitividad. ¿Resultaría perjudicial la política del BCE?
No comment (III): lecturas recomendadas (el que quiera entender que entienda)
– ¿Demanda u oferta? (Project Syndicate – 7/1/11)
(Por Raghuram Rajan)
Chicago.- La economía es enteramente un asunto de demanda y oferta. Las dos están equilibradas y, si no, unas fuerzas potentes las impulsan para que lo estén, pero, en vista de los altos y persistentes niveles de desempleo ahora existentes en los Estados Unidos, es necesario preguntarse por la naturaleza real del problema: ¿es demasiado baja la demanda agregada o hay problemas con la oferta?
El gobierno del Presidente Barack Obama parece creer que se trata de un problema de demanda y ha aprobado una medida de estímulo tras otra, reduciendo los impuestos y aumentando las transferencias y el gasto gubernamental para impulsar el consumo y la inversión. La Reserva Federal tiene una idea similar, no sólo al mantener unos tipos de interés mínimos a corto plazo, sino también al lanzarse a una política arriesgada en relación con los tipos a largo plazo. Algunos economistas progresistas quieren algo más incluso.
¿Por qué no han dado resultado hasta ahora esas políticas para reducir el empleo, pese a que ya está en marcha la recuperación del crecimiento? El economista progresista dice que el estímulo ha dado resultado, al evitar una recesión mucho más profunda -si no peor-, pero que han sido medidas demasiado tímidas para producir una recuperación sólida.
El economista conservador responde que, precisamente porque el Gobierno se ha tomado tanta libertad con el dinero de los contribuyentes, las familias, temerosas de los impuestos futuros, están esforzándose por aumentar sus ahorros. Además, el Gobierno, cada vez más activista, ha dejado preocupadas a las empresas por las futuras medidas tributarias y reglamentadoras, por lo que se muestran reacias a invertir.
Probablemente la verdad se encuentre a medio camino de las dos posiciones. El gasto gubernamental -en particular, en prestaciones por desempleo, ayuda a los estados y algunos proyectos de obras públicas- probablemente contribuyera a evitar una contracción mayor, pero los continuos números rojos preocupan a las familias, que también están intentando rehacer sus ahorros y reducir la deuda después de una orgía de gasto. La incertidumbre en materia de reglamentación infundida a sectores como, por ejemplo, el de la salud dificulta no sólo la adopción de decisiones de inversión a largo plazo, sino también las contrataciones a largo plazo por parte de las empresas.
No obstante, antes de apresurarnos a juzgar la política actual, debemos reconocer la tendencia a un aumento lento de los puestos de trabajo en las más recientes recuperaciones de los EEUU. Desde 1960 hasta 1991, las recuperaciones de las recesiones en este país solieron ser rápidas. Desde el momento más profundo de la recesión, la economía tardó ocho meses, por término medio, en recuperar los puestos de trabajo perdidos. Las recuperaciones de las recesiones de 1991 y 2001 fueron muy diferentes. Por ejemplo, en 2001 la producción sólo tardó un trimestre en recuperarse, pero la de los puestos de trabajo tardó 38 meses.
Abundan las explicaciones. Algunos economistas sostienen que, a diferencia de las recesiones pasadas, en las que los trabajadores eran despedidos temporalmente por un sector industrial y volvían a ser contratados cuando se consolidaba la recuperación, en 1991 las pérdidas de puestos de trabajo fueron más permanentes. El aplazamiento por parte de las empresas de decisiones difíciles relativas al cierre de instalaciones inviables y despidos de trabajadores hasta la llegada de una recesión exacerbó la situación. A consecuencia de ello, los trabajadores desempleados tuvieron que buscar puestos de trabajo en otros sectores industriales, lo que requirió más tiempo y formación.
Otros indican que, gracias a la red Internet, a las empresas les resulta ahora más fácil contratar rápidamente. Así, pues, en lugar de apresurarse, como hacían en el pasado, ante la primera señal de recuperación por miedo a no poder hacerlo más adelante y perder ventas, hoy día las empresas prefieren asegurarse de que la recuperación está bien consolidada antes de contratar. Eso explica también el actual aumento de las contrataciones temporales.
Sea cual fuere la explicación correcta y como indica la historia de las recesiones recientes, no debe extrañarnos que la recuperación del empleo esté retrasándose. Sin embargo, hay un aspecto del problema que esta vez es diferente: los despidos en la construcción, que constituye otra causa más de del flojo aumento del empleo, además de una enseñanza positiva para la formulación de políticas.
En el último auge, los empleos en el sector de la construcción aumentaron en gran medida, con un crecimiento del 50 por ciento de la inversión inmobiliaria, como porcentaje del PIB, de 1997 a 2006. Como han mostrado mi colega Erik Hurst y sus coautores, los estados que tuvieron el mayor aumento de la construcción, como porcentaje del PIB, en el período 2000-2006 solieron ser los que en el período 2006-2009 tuvieron la mayor contracción en ese sector. Esos mismos estados solieron tener también el mayor aumento de la tasas de desempleo entre 2006 y 2009.
Los desempleados no son sólo trabajadores de la construcción, sino también de sectores subsidiarios, como, por ejemplo, agentes inmobiliarios y bancarios, además de los que trabajan en viviendas, como, por ejemplo, fontaneros y electricistas. Así, pues, las pérdidas de puestos de trabajo se extienden mucho más allá del sector de la construcción.
Resulta difícil de creer que un aumento de la demanda agregada vaya a impulsar suficientemente el mercado inmobiliario -cuyo auge se debió, conviene recordarlo, a la creencia en una constante apreciación de los precios que probablemente no abrigarán muchos ahora- para volver a brindar empleo a esos trabajadores. Hurst calcula que ese desempleo "estructural" puede representar hasta tres puntos porcentuales del empleo total. Dicho de otro modo, de no ser por la construcción, la tasa de desempleo en los EE.UU. ascendería al 6,5 por ciento, situación mucho más boyante que la actual.
Las autoridades deben recordar que el auge de la vivienda fue fomentado por una política monetaria relajada y encaminada a intensificar el aumento de los puestos de trabajo cuando los EEUU se recuperaron de la última recesión. De hecho, en la época en que se abandonaban los estudios para ocupar puestos de trabajo no especializado, muy abundantes en el sector de la construcción, las tasas de graduados de la enseñanza secundaria en Las Vegas se redujeron en gran medida. Ahora esos desempleados sin estudios padecen una tasa de desempleo tres veces mayor que los titulados universitarios, por lo que les va a resultar muy difícil volver a formar parte de la fuerza laboral.
La enseñanza que se desprende para las autoridades está clara: en lugar de intentar constantemente impulsar el gasto y crear posibles problemas para el futuro, una forma más sostenible de mejorar el aumento de los puestos de trabajo es la de facilitar el "readiestramiento" de los desempleados, en particular los que habían tenido empleos relacionados con la construcción. Al final, la oferta de una fuerza laboral mejor creará una demanda más sólida y sostenible.
(Raghuram Rajan es profesor de Finanzas en la Escuela Booth de Administración de Empresas de la Universidad de Chicago y autor de Fault Lines: How Hidden Fractures Still Threaten the World Economy ("Líneas de fallas. Las fracturas ocultas que aún amenazan a la economía del mundo"). Copyright: Project Syndicate, 2011)
– El autoengaño de la competitividad en Europa (Project Syndicate – 15/2/11)
(Por Ann Mettler)
Bruselas.- Para los observadores veteranos de la economía europea, la cumbre más reciente de la Unión dejó una rara sensación de déjà vu. Hace poco más de una década, los líderes europeos anunciaron con grandes fanfarrias la "Agenda de Lisboa", un plan de políticas para hacer de Europa "la economía basada en el conocimiento más competitiva del mundo". El nuevo "Pacto de Competitividad" propuesto en la cumbre de la UE por Francia y Alemania no anunció las mismas pretensiones de grandeza global, sino que se presentó como un paso necesario para asegurar la supervivencia del euro.
Con la excepción de lo que parece ser un esfuerzo encubierto para forzar a los países de la UE a aumentar los impuestos sobre sociedades, el Pacto de Competitividad no tiene nada ostensiblemente irrazonable. Aumentar la edad de la jubilación a los 67 años, abolir la indexación de los sueldos y obligar a los países a consagrar en sus constituciones nacionales un mecanismo de freno de la deuda son medidas razonables para mejorar la competitividad y restablecer la confianza en el euro.
Lamentablemente, sin embargo, los líderes de los gobiernos aparentemente no aprendieron ninguna de las lecciones del fracaso de la Agenda de Lisboa. En efecto, los planes actuales parecen estar condenados a frustrarse por dos razones.
En primer lugar, una agenda de política creíble requiere objetivos específicos con plazos claros. Pero, a pesar de su actitud de liderazgo en relación con el Pacto de Competitividad, los franceses ya se han distanciado del compromiso de elevar la edad de la jubilación a los 67 años. Según Bloomberg, un funcionario francés dijo a los periodistas en la cumbre que eso no sucedería después de que la edad de la jubilación había pasado de los 60 a los 62 años el año pasado. Dadas las enormes protestas que generó esa medida, la declaración del funcionario parece muy creíble.
El resultado probable -al típico estilo europeo, basado en el consenso- será renunciar a los plazos y los objetivos específicos a favor de una promesa ambigua y abierta de realizar más reformas de las pensiones. Posiblemente se harán excepciones similares en el caso de otros países que no puedan conciliar algún aspecto del nuevo pacto con sus circunstancias nacionales. Bélgica, por ejemplo, insiste en su sistema de indexación automática de los sueldos. Después de que cada país haya obtenido su "cláusula de excepción" y de que las metas del Pacto de Competitividad se hayan diluido lo suficiente para garantizar su aprobación, con seguridad no quedará mucha sustancia.
En segundo lugar, los objetivos no sólo deben ser específicos sino también vinculantes. Las sanciones por el incumplimiento deben aplicarse -sin interferencia política. Una de las lecciones más importantes de la Agenda de Lisboa es que el llamado Método abierto de coordinación -un enfoque inofensivo de examen por homólogos sin repercusiones para quienes no cumplen- es claramente el enfoque equivocado para poner en marcha reformas a nivel nacional.
Sin embargo, aun cuando la Comisión Europea tenía los medios legislativos y el mandato político para imponer sanciones -por ejemplo, para castigar el no cumplimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento- los Estados miembros lograron evitar el castigo al hacer una "reforma" de los requisitos. En efecto, Alemania y Francia encabezaron los esfuerzos para hacer el Pacto más "flexible" cuando ya no pudieron cumplir el tope del 3% del PIB para el déficit fiscal.
Este episodio es lo que hace que las actuales maniobras para marginar a la Comisión Europea de la aplicación del Pacto de Competitividad resulten sospechosas. El Pacto, organizado meramente como un programa de políticas intergubernamentales, no puede funcionar porque no se puede confiar en que los Estados miembros de la UE supervisarán su propio desempeño e impondrán sanciones a sus socios –o a sí mismos.
Un sistema como ese sería el equivalente político de dejar que los prisioneros vigilen la cárcel. De hecho, el que en el Pacto de Competitividad no se mencione siquiera la estrategia Europa 2020, que los dirigentes de la UE aprobaron hace menos de un año como el prototipo para el desarrollo económico, refuerza la impresión de que la toma de decisiones es descoordinada, ad hoc y totalmente errática, que es más vistosa que efectiva en la aplicación.
La falta de consenso sobre las características elementales de un marco económico -ya sea una edad de jubilación en consonancia con las perspectivas demográficas de Europa o un compromiso legislativo con la disciplina presupuestal- hacen que uno se cuestione cómo pudieron siquiera los países de la eurozona emprender una unión monetaria. Esa pregunta pertenece al pasado, por supuesto, pero demostrar públicamente la falta de convergencia en la eurozona debilitará más la confianza en la moneda común -y en el momento más inoportuno.
Justo cuando los mercados financieros parecen haberse tranquilizado, los dirigentes europeos aumentaron otra vez las expectativas de un cambio de política importante -solo para presenciar otra cumbre que degenera en pleitos. Es difícil imaginar que se puedan superar las diferencias de política de Europa para marzo, la fecha límite autoimpuesta por los dirigentes europeos, cuando se celebre la siguiente cumbre.
Una cosa es cierta: se necesitará mucho más que una Agenda de Lisboa recalentada, con objetivos laxos y sanciones ineficaces, para restablecer la confianza en el euro y salvaguardar la unión monetaria.
(Ann Mettler es Directora Ejecutiva del Consejo de Lisboa, un grupo de expertos con sede en Bruselas. Copyright: Project Syndicate, 2011)
– La falsa panacea de la flexibilidad del mercado laboral (Project Sindícate – 22/3/11)
(Por Heleen Mees)
Ámsterdam.- La competitividad se ha convertido en una de las palabras económicas de moda en nuestros tiempos. Barack Obama la pregonó a los cuatro vientos durante su discurso sobre el Estado de la Unión en enero, y los líderes europeos desde el conservador David Cameron en Gran Bretaña hasta el socialista José Luis Zapatero en España y el nuevo ministro de Economía de Japón Kaoru Yosano la abrazaron como una prioridad. Ahora bien, ¿qué tipo de competitividad tienen en mente?
Cuando se le preguntó durante una entrevista en septiembre de 2007 si los gobiernos europeos deberían liberalizar los códigos laborales de sus países, Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, respondió que las leyes de protección del empleo de Europa inhibían significativamente el desempeño económico y resultaban en un desempleo crónicamente alto en todo el continente. En Estados Unidos, a la gente se la puede despedir más fácilmente que en cualquier otro país, y la tasa de desempleo en aquel momento estaba entre las más bajas del mundo.
Pero ya no estamos en septiembre de 2007 y el desempleo estadounidense es del 9,4%, no del 4,5%. Y, según el sucesor de Greenspan, Ben Bernanke, no hay motivos para suponer que la tasa de desempleo alcance el 5% -normalmente considerada la tasa de desempleo natural- en el futuro cercano.
En los años 2000, Estados Unidos perdió dos millones de empleos en el sector privado en general -el total cayó de 110 millones en diciembre de 1999 a 108 millones en diciembre de 2009, a pesar del gasto masivo del consumidor-. Esa caída del 1,4% se produjo en una década en la que la población de Estados Unidos creció aproximadamente el 9,8%.
Para entender lo que está sucediendo, consideremos el caso de Evergreen Solar, el tercer fabricante más grande de paneles solares en Estados Unidos, que anunció en enero que cerraría su principal fábrica estadounidense, despediría a sus 800 empleados en el lapso de dos meses y trasladaría la producción a China. La gerencia de Evergreen mencionó el mayor respaldo gubernamental que existe en China como su razón para el traslado.
Evergreen es sólo uno de muchos casos que sugieren que Estados Unidos podría encontrarse en medio de lo que el economista de Princeton Alan Blinder en 2005 definió como la Tercera Revolución Industrial. Según Blinder, entre 42 y 56 millones de empleos estadounidenses –aproximadamente un tercio de todos los empleos en los sectores privado y público en el país- son vulnerables de terminar en el exterior. Blinder también predijo que el mercado laboral flexible y fluido de Estados Unidos se adaptaría mejor y más rápido a la globalización que los mercados laborales europeos.
En todo caso, recién estamos en las primeras etapas de esa revolución, y el resultado sigue siendo incierto. Pero una comparación preliminar entre Alemania, la mayor economía de Europa, y Estados Unidos sugiere que la primera está mejor equipada para arreglárselas en la era de la globalización.
Multinacionales alemanas como Siemens y Daimler están aumentando la inversión para satisfacer la demanda tanto de los mercados emergentes como del mercado interno. Las compañías planean incorporar cientos de miles de empleos en todo el mundo sólo este año. Mientras que muchos de estos empleos estarán en Asia, ambas compañías dicen que también sumarán empleos altamente calificados en Alemania.
¿Hay que agradecerle por esto a la rigidez del mercado laboral de Alemania? En realidad, podría ser parte de la explicación. Un estudio reciente de la Oficina de Planificación Central en Holanda muestra que los trabajadores con un contrato permanente reciben más capacitación financiada por el empleador que los trabajadores con un contrato temporario.
A los empleadores estadounidenses les resulta mucho más fácil eliminar trabajadores de su plantilla -o, como dice Robert Gordon de la Northwestern University, desechar todas las sillas de playa- que a los empleadores alemanes. El código laboral de Alemania prohíbe este tipo de despidos, pero los empleadores alemanes, a su vez, supuestamente son menos proclives que los empleadores estadounidenses a despedir empleados, porque han invertido más en el capital humano de sus compañías. Con menos capacidades específicas vinculadas a la empresa que sus pares alemanes, los trabajadores norteamericanos son más susceptibles a los despidos.
De hecho, Siemens, aparentemente consciente de los beneficios de la rigidez del mercado laboral, adoptó la medida inusual de prometerles a sus empleados un trabajo de por vida. El año pasado, la compañía selló un acuerdo con el sindicato IG Metall que incluye una promesa de no despido para su fuerza laboral alemana compuesta por 128.000 trabajadores.
Una explicación más importante para el actual éxito económico de Alemania tal vez sea el sustancial apoyo del gobierno que las industrias alemanas reciben sobre una base estructural, especialmente la industria automotriz. La economía estadounidense, por otra parte, está empantanada en el persistente énfasis que ponen sus responsables de políticas en el consumo y los recortes impositivos (muy notablemente para los súper ricos) por sobre la inversión.
Estados Unidos necesita cambiar el curso de su política económica. Una década de tasas de interés históricamente bajas derivó en desequilibrios económicos a favor de sectores que están altamente apalancados: el sector financiero, el mercado inmobiliario y el capital riesgo. Esto se produjo a expensas de sectores que son más dependientes de la financiación mediante la emisión de acciones. Ahora que la burbuja inmobiliaria estalló, Estados Unidos se encuentra falto de capacitación, falto de educación y falto de maniobra en la competencia global por empleo.
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