Panorama de la eclesiología de Monseñor Romero en su segunda carta pastoral "La Iglesia Cuerpo de Cristo en la historia" (página 2)
Enviado por Juda Jose David Garc�a Avil�s
Entre todos eso años se fundaron muchas ciudades, villas y pueblos, que en la medida que pasara el tiempo se convertirían en zonas importantes de dominación. Por mencionar algún ejemplo: el 27 de septiembre de 1546 San Salvador recibe el título de ciudad. En esta línea Roque Dalton plantea un panorama de la colonia[3]el cual seguimos como un importante dato para nuestra investigación. Lo primero que indica Roque es que la agricultura siguió siendo la base de la economía salvadoreña, agradándose nuevos cultivos y técnicas agrícolas. El segundo punto señalado es que la estructura indígena de la tenencia de la tierra se resquebrajó como forma dominante, con la implantación de entidades españolas de la propiedad. Esto quiere decir que la tierra pasó a ser propiedad de una minoría en el territorio cuzcatleco, convirtiéndose en una injusta tenencia de tierra. En medio de su disertación, Roque, hace una citación de un señor llamado Alejandro Dagoberto Marroquín:
Surge en esta etapa colonial una nueva unidad económica-agrícola que en adelante se llamará "hacienda", institución que va a continuar desarrollándose en la vida independiente. La hacienda aparece en el período en que, llevada hasta último límite la explotación del hombre indígena, se impone la necesidad económica de explotar paralelamente la tierra americana[4]
Las nuevas industrias aparecieron en la colonia, asimismo la explotación minera y ganadera. A esto le siguieron múltiples formas de explotación, como lo es el sometimiento personal a la esclavitud, a las deudas por préstamos, al tributo, a los diezmos y primicias, al impuesto fiscal y al impuesto comercial. En una palabra: los indígenas estaban sometidos absolutamente al conquistador.
1.1.2 La época de la independencia.
La independencia de la corona española se logró de manera definitiva el 15 de septiembre de 1821. Estamos hablando de trescientos años de colonia esclavizante de nuestro pueblo, pero haciendo un balance de esta etapa histórica, se pueden sacarse aspectos positivos y negativos. De manera general podemos mantener la tesis que propone Roque Dalton en su monografía de él Salvador, la cual, sostiene que la independencia es fruto de la presión revolucionaria del pueblo cuzcatleco, y que la labor de los próceres sólo fue por un lado apaciguar la situación de levantamiento revolucionario de las masa, pero con una intencionalidad defensiva en pro de sus intereses minoritarios. Pero surge una pregunta ¿Cuáles fueron las consecuencias de la independencia? En la respuesta nos puede ayudar El Señor Alejandro D. Marroquín con su obra "Apreciación sociológica de la independencia en El Salvador": Pues lo primero que dice don Alejandro es que la independencia es fruto de una verdadera revolución con efectos profundos en muchos sectores de la región;
En un segundo punto dice que se logró eliminar el sistema colonial; ante esos aspectos surge una grave necesidad: "había que crear un estado soberano con todo su aparato institucional"; y de hecho esa nación surgió, empapada de la ideología liberal, surge con vigor un impulso económico, el cual, funda las nuevas relaciones sociales; también, se puede mencionar que los criollos empuñan el timón político del Estado. Pero haciendo ya una apreciación propia, llegamos a la conclusión que la independencia de la corona española no resolvió la situación de los indígenas cuzcatlecos, sino que sólo benefició a los hacendados y terratenientes de estas regiones centroamericanas, con los cual, la tenencia de la tierra y la distribución de la riqueza siguió en pocas manos, manteniéndose como situación pecaminosa e injusta.
1.1.3 La época de la federación centroamericana y del nacionalismo.
La federación centroamericana es la unión de todas las provincias de Centro América cómo una sola nación, independiente de España, México y cualquier otra nación, esto ocurrió el 1 de julio de 1823. En este periodo se abolió la esclavitud, promovida por José Simeón Cañas, la aceptación que fue unánime. El 22 de noviembre de 1824 se promulgó la constitución federal de Centroamérica. Y en abril de 1825 fue electo presidente federal el salvadoreño José Arce[5]
Esta unión duro poco tiempo, después de la mitad del siglo XIX se rompió el pacto federal, las causas son variadas, en este sentido seguiremos a Don Alejandro Marroquín[6]en un primer momento señala que el régimen colonial no intentó hacer una sola nación de Centroamérica, y por eso carecía de vías de comunicación internas, además no había unidad económica en todo el istmo y falta de un verdadero mercado común. Sumándole un costumbre de localismo político. Además había intereses minoritarios que promovieron a toda costa el separatismo nacional. Entonces nació el estado de El Salvador como nación independiente y soberano, y es cuando a finales del siglo XIX y principios del XX el capitalismo agarró fuerzas en nuestro país, dando paso, sobre todo al imperialismo extranjero[7]Muchas potencias mundiales se interesaron por Centroamérica, pero el que se abrirá paso será Estados Unidos de
Norte América, haciendo pactos estratégicos con la oligarquía del país, convirtiéndose en los poderes dominantes de estas tierras salvadoreñas.
El Salvador en el contexto mundial y continental después del la mitad del siglo XX: "Un cambio de época".
La mitad del siglo XX es una coordenada histórica que marca un verdadero cambio de época. Al hablar de El Salvador, en honor a la verdad, podemos afirmar que no tenía ninguna importancia geopolítica, el mundo estaba entretenido resolviendo otros problemas de mayor envergadura, pues, el contexto mundial se caracterizaba por las recién pasadas guerras mundiales (con sus genocidios y destrucciones abrumadoras), las grandes ideologías que dividían al mundo (la guerra fría, los dos grandes bloques, uno regido por las leyes del libre mercado, por el desarrollo de los países ricos y el subdesarrollo de la mayoría de naciones pobres del tercer mundo; otro regido por el socialismo, el cual prometía anquilosarse a lo largo de los años), la proclamación universal de los derechos humanos, en fin una gran crisis a toda escala. Era un replanteamiento total del orden establecido.
El Salvador en el contexto latinoamericano resulta ser también muy interesante. Ya que éste, en el ámbito social y político, empezó un proceso revolucionario en contra de sistemas opresores de las mayorías del país. Asimismo, en el plano eclesial, es un referente muy importante, ya que existió el testimonio martirial, a favor de los oprimidos y marginados de la nación, además por el avance en la teología de la liberación de autores residentes en este país, por ejemplo Jon Sobrino e Ignacio Ellacuría; y no podemos olvidar al gran pionero de una Iglesia encarnada: "Monseñor Oscar Arnulfo Romero", sus homilías, su vida y su práctica pastoral eran un ejemplo para todo el continente y para muchas partes del mundo. Incluso en la abadía de Westminster es considerado uno de lo mártires más significativos del siglo XX.
En década de los cincuenta se habló de desarrollismo[8]el cual pretendía que en América Latina tuviera un desarrollo independiente y progresivo, pero no se logró. Y luego se pasó a la teoría de la dependencia, la cual sostenía que el desarrollo del continente dependería del desarrollo de los países del primer mundo.
América Latina esta evidentemente bajo el signo de la transformación y desarrollo. Transformación que, además de producirse con una rapidez extraordinaria, llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre, desde el económico hasta el religioso (…). Estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración colectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva civilización[9]
Sin embargo, a pesar del optimismo, Latinoamérica estaba sometida al subdesarrollo, nuestro país compartía la misma suerte, éste se traducía a situaciones de miseria y opresión de las grandes mayorías, y podemos hablar, en el continente, de pobres empobrecidos y oprimidos históricamente. Una citación de Medellín nos ilumina sobremanera:
El episcopado latinoamericano no puede quedar indiferente ante las tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantiene a la mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos a la inhumana miseria. Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ninguna parte (…). "La pobreza de tantos hermanos clama justicia, solidaridad, testimonio, compromiso, esfuerzo y superación para el cumplimiento pleno de la misión salvífica encomendada por Cristo a la Iglesia[10]
La idea es clara, que la situación de injusticia, opresión, miseria y pobreza extrema eran frutos de personas y estructuras concretas. Pero algo comenzó a gestarse: "las grandes mayorías empezaron a ser protagonistas de su misma historia", a priori se puede decir que dos factores tuvieron protagonismo en dicho fenómeno; en primer lugar el marxismo, impulsando el camino armado o mejor dicho "el proceso de revolución en América latina", teniendo como icono referente la revolución cubana y el gran bloque comunista del mundo la Unión Soviética"; en segundo lugar, el compromiso de una Iglesia rejuvenecida influyó en gran medida también, ya sea en la iluminación de la situaciones pecaminosas y el impulso de una liberación integral del pueblo crucificado, es por decirlo de un modo: el camino evangélico de la liberación integral de las victimas, que estaban sufriendo la violencia institucionalizada por le gobierno y la oligarquía del país. Todo por defender al gran capital, al cual muchos le rendían culto, era un ídolo sanguinario, que se imponía sobre aquellos que iban en contra de él. Les ponía ciegos, eran incapaces de ver al hermano que sufría la pobreza histórica del pueblo salvadoreño, y se cerraban por completa a la solidaridad promotora del ser humano, evitando el comunismo en absoluto.
La situación de El Salvador en la década de los setenta.
El Salvador en la década de 1970 fue una época llena de conflictos sociales efervescentes, que desembocarían en una guerra civil, debido a un sistema económico, social y político totalmente injusto, opresor, generador de muerte, idolatra, malévolo y lo peor del caso cerrado al cambio. Se pudo evitar mucha sangre si los diversos grupos sociales, la oligarquía, los grupos organizados y el gobierno, hubiesen cedido en conformidad al bien común y no a intereses particulares. Ahora bien, pasamos a describir, de manera general y sintética la situación económica, político social y eclesial de El Salvador en la década de los setenta:
1.3.1 Situación económica:
Analizar la situación económica de El Salvador es una labor muy compleja, debido a un paradoja: "las estadísticas mundiales nos decían que este país en la década de lo setenta era los más pobres del mundo[11]sin embargo, las estadísticas económicas locales nos indicaban que en el periodo de 1950 a 1978 El Salvador junto a Centroamérica había un aceptable crecimiento económico, teniendo en cuenta el PIB y el crecimiento de la población[12]Entonces surge una pregunta: ¿Cuál es la causa de dicha paradoja? Y la respuesta es obvia: "la razón por la que no concuerdan las estadísticas mundiales con las locales es debido a la mala e injusta distribución de las riquezas"[13], la cual necesariamente tiene una contraparte: "La concretización de la pobreza, entendida como la carencia de los bienes mínimos de subsistencia para los seres humanos como lo es la vivienda, el trabajo digno, la alimentación, la salud, y la recreación; son miles de familias que viven bajo condiciones de vida que separan su modo de vida, sus intereses y sus culturas de otras clases[14]
Es por eso que unos dicen que ellos (los pobres) son "empobrecidos" históricamente, es decir que son fruto de ese injusto proceso de distribución de los bienes que El Salvador posee, y lo peor de todo era que esa estructura económica establecida no permitía un cambio positivo que beneficiaria a la mayoría de la población, esto se vio claro cuando en 1976 se consolidó de manera más evidente la alianza de los capitalistas organizados y el gobierno, todo por el rechazo de la reforma agraria y el control que tenía los oligarcas sobre las decisiones estatales con respecto a la materia económica[15]Este dato revela claramente un gobierno al servicio del gran capital. Y el caso es que los capitalistas tomaron medidas drásticas, con tal de defender sus intereses minoritarios; y el instrumento perfecto fue el gobierno en turno, éstos implementaron políticas que promovieran la "empresa libre" y por otra parte implemento leyes de seguridad nacional que se traducían en represión a las diferentes agrupaciones populares, al desaparecimiento y asesinato selectivo.
Entonces, pasando a datos más concretos, a continuación se muestran algunos datos para que nos formemos una idea de la situación precaria en la que la gran mayoría de salvadoreños estaba sometida:
En la década de los setenta la población rural no bajaba del 60 %[16], y por cierto era la que más sufría las consecuencias del sistema económico que imperaba entonces; las personas dedicadas a la agricultura representaban del 58.8 % , los trabajadores sin tierra y propietarios de minifundios figuraban el 84.2 % (499, 306), los propietarios de fincas subfamiliares medianas el 7.1 % (42,103), propietarios de fincas familiares 5.6 % (33,208), propietarios de fincas multifamiliares medianas 2.3 % (13, 639) propietarios de fincas multifamiliares grandes 0.2 % (1,186). En cuento al desempleo y subempleo en el sector agrícola 1970 estamos hablando del 58.3 % 346,600). De la educación podemos decir: 0.2 % eran universitarios, 1.1% educación media, 10.5% primaria, resto 88.2.( sector agrícola, de los obreros agrícola u-0.2, m-2.7, p 20.5, r. 76.8. En cuanto a los salarios la hora equivalía a $ 0.41, el día a $3.28, el mes a $103.2 y el año a $1,180.80, esto quiere decir que tomando como norma que los trabajadores tenga que mantener a una familia de cinco personas obtenemos una salario real de $236.16 para cada uno"[17].
Los datos son abrumadores pero claros, las necesidades básicas de la mayoría de la población no estaban satisfechas. Mientras tanto una minoría gozaba de la concentración de las riquezas que este país producía. La ciudad es vista como mejor que el campo, en donde supuestamente las necesidades familiares tienen una mayor probabilidad de satisfacerse. Entonces se daba un fenómeno llamado "la emigración a la ciudad". Pero el ethos del campesino cambia rotundamente:
Una vez instalados en la periferia el problema es conseguir trabajo remunerado. En la economía del dinero de la ciudad todo tiene dueño y precio. En el campo la subsistencia, la dignidad personal y la satisfacción –por precarias que sean las condiciones – se basan en el trabajo mismo. En ciudad se basan en el ingreso[18]
A todo esto debemos sumar la insatisfacción laboral, el consumismo irracional y por ende el no alcance de las necesidades primarias casi todos los habitantes de la ciudad.
1.3.2 Situación política y social:
a) Lo social
La situación social de nuestro país se caracterizaba por tres aspectos importantes, los cuales nos ofrecen un panorama de conjunto:
Primero, El salvador era considerado como un país capitalista y consumista, este sistema, debido a la situación económica separa a la sociedad en diferentes clases sociales; esto implica que en El Salvador por lo menos había tres clases sociales: Alta, media y baja. La clase alta en el país tenia el poder político, aunque los militares eran los que gobernaban, éstos estaban al servicio del gran capital; también tenían el monopolio económico. Mientras que el resto de la población tenía que conformarse con las migajas de los ricos.
Segundo, la situación social de El Salvador en los años setenta refleja indiscutiblemente la situación económica de la que hacemos referencia anteriormente. En esa década sectores de la población comenzaron a organizarse de manera más comprometida por el cambio social. Surgieron las famosas organizaciones populares como: FPL, ERP, FARN; FECCAS, FAPU, BPR. Entonces la presión social llevó al gobierno del presidente Molina en el año 1976 a concretizar la idea de una reforma agraria pero los poderosos oligarcas de El Salvador obligaron a que la reforma agraria no se realizara, y por último todo terminaría en una guerra civil.
Tercero, la reacción del la clase alta del país ejerció una practica antidemocrática, la cual consistía en los obstáculos legales para las organizaciones campesina, la represión de dichos grupos y en la persecución sangrienta de los mismos.
b) Lo político
También la apertura política era nula en los mismos años. Los fraudes electorales de 1972 y 1977 lo demostraban. Cuando hablamos de política se nos viene a la mente las palabras democracia y elecciones, palabras claves que forman parte de lo que constituye la política de un país, pero no debe reducirse a ello. Sin embargo podemos decir algo al respecto. En primer lugar se hablará de la democracia en El Salvador. Debemos entender bien lo que el término quiere decir y luego hacer un breve análisis de la situación democrática en la que se encontraba nuestro país entonces. En ese contexto hago una situación textual de Walter Brugger:
La democracia, es la idea político-filosófica de la soberanía del pueblo, es en ella donde se efectúa la dirección de todo poder político que ejerce el pueblo como representante originario; de ello se exige que todo ciudadano participe con plena razón y de conciencia para cooperar en las decisiones políticas que les afectan, como personas libres, permitiéndoles vivir en condiciones de igualdad[19]
Idea político-filosófica de la soberanía del pueblo:
La idea de democracia pertenece al elenco de toda una filosofía de un país soberano. Sin embargo, El Salvador a pesar que de su independencia del yugo español lograda en 1821, su soberanía sólo era virtual, ya que el gobierno de la republica estaba demasiado influenciado por el imperio norteamericano y por la clase dominante de este país, no permitiendo un verdadero desarrollo humano de todos los salvadoreños, la política estaba siendo manipulada por unos pequeños grupos de poder, que se imponían a costa de la mentira, la injusticia y el fraude.
Es en ella donde se efectúa la dirección de todo poder político que ejerce el pueblo como representante originario:
La democracia tiene por objetivo que el pueblo pueda dirigir todo el poder político de su propia nación. Pero el poder político en el Salvador lo poseía la clase oligárquica del país y no el pueblo, entonces no era una verdadera democracia, y de cierta manera se le estaba violando uno de sus derechos fundamentales: a decidir su propio destino, como pueblo que tiene que ser protagonista de su propia historia.
De ello se exige que todo ciudadano participe con plena razón y de conciencia para cooperar en las decisiones políticas que les afectan, como personas libres, permitiéndoles vivir en condiciones de igualdad:
Lo que menos hacían los Salvadoreños eran participar con plena razón y conciencia en la democracia, por un lado porque la esperanza de que hubiera una verdadera política, dentro de este marco una democracia autentica, se había acabado, por otro lado la libertad no existía plenamente en este país, debido a los fraudes electorales y la represión que el gobierno ejercía en los grupos sociopolíticos se incrementaba cada vez más, y todo esto generaba necesariamente un estado de "desigualdad social y política". La acentuación principal de la idea de democracia debe radicar "en el poder que el pueblo tiene para velar por su propio bienestar". Si tenemos esto en cuenta, la democracia no la vamos a reducir a un mero poder, o a lo que es peor a una mera elección de un candidato político, ya que esto resulta muchas veces ser una falacia con la cual se esconden intereses muy particulares de las minorías, lo que en El Salvador justamente estaba pasando. Ignacio Ellacuría nos ilumina al respecto al afirmar que "la democracia se define desde el disfrute de los derechos humanos fundamentales en lo económico, en lo cultural, en lo social, en lo político"[20]. Y la realidad era otra, contraria, los grupos de poder eran totalmente antidemocráticos, estaban cerrados al cambio positivo en pro de las mayoría de salvadoreños que requerían una citación política más transparente y promotora del bien común en El Salvador. Pero la injusticia y la opresión estaban presentes para aquellos que intentaban el cambio subversivo de la situación del orden establecido. Es entonces, cuando descubrimos que el conflicto social de la década de los setenta tuvo una mayor tonalidad política que meramente económica, ya que la democracia era un caso perdido y cerrado.
1.3.3 Situación eclesial:
La situación de la Iglesia arquidiocesana de San Salvador era también de una total transformación. Recordemos que ya se había realizado el Concilio Vaticano II, el cual había introducido una cambio radical en la Iglesia Universal, de la misma manera, a finales de la década de los sesenta se realiza la segunda conferencia episcopal de América Latina en Medellín, el cual, es considerado como la encarnación del Concilio, anteriormente citado, a la situación concreta de nuestro continente. Ahora bien nuestra Iglesia no estaba privada de dichos cambios universales y continentales:
Si este es el magisterio de la Iglesia Universal y latinoamericana, se nos extrañará los Obispos de nuestro país hayan hablado repetidamente de los males de nuestra situación y de las urgentes reformas[21]
Mons. Chávez y Gonzáles, fue uno de los principales propulsores que transformaron el rostro de nuestra Iglesia particular. Él fue introduciendo gradualmente las ideas y las acciones para el cambio eclesial con sus 54 cartas pastorales y con su creatividad pastoral. Se preocupó por la doctrina en general, por la doctrina social de la Iglesia, por la moral familiar, por el tema de la liturgia, la renovación pastoral, sobre las devociones y dio su opinión sobre los acontecimientos sociales[22]Pero son dos acontecimientos eclesiales bajo el patrocinio de Mons. Chávez, que marcan una nueva opción para la arquidiócesis de San Salvador, nos referimos a la primera semana de pastoral de conjunto en junio de 1970, y la segunda semana de pastoral en 1976.
a) Primera semana de pastoral de conjunto:
Esta semana fue llevada a cabo, según lo que nos cuenta Rodolfo Cardenal[23]del 22 al 26 de junio de 1970. Con esta semana, llena de renovación y contrariedades, significó en punto de arranque definitivo hacia el Concilio Vaticano II y Medellín[24]Según lo que nos relata este historiador, la semana tuvo como positivo el entusiasmo de los sacerdotes jóvenes, sobre todo de la arquidiócesis de San Salvador, asimismo de muchos sectores de la pastoral diocesana. Un aspecto muy negativo de esta semana fue la notable ausencia de los obispos de El Salvador, los cual disminuía el sentido eclesial de este magno acontecimiento, así un mayor discernimiento y aceptación de la ideas de esa semana, en el sentido oficial de la Iglesia, evitando posteriormente, incluso la intervención de la santa sede, así quizás no se recordaría como una actitud intransigente de parte de los obispos salvadoreños.
La reflexión de esta semana tuvo tres fases fundamentales. La primera fue coordinada por le Señor Héctor Dada[25]consintió fundamentalmente en analizar la realidad salvadoreña destacándose como hecho fundamental la discriminación instalada como sistema. En un segundo momento se analizó la situación eclesial, a cargo del presbítero Edgard Beltrán, y se llegó a la conclusión que en El Salvador coexistían dos modelos de Iglesia, una anquilosada en los esquemas preconciliares, la cual no buscaba el cambio en ningún momento y lo más importante para ella era el incremento de los sacramentos; mientras que el segundo modelo era una Iglesia renovada, en búsqueda y en constante proceso de conversión[26]El P. Rodolfo Cardenal no sigue explicando que la segunda fase de esa semana de pastoral fue introducida por el mismo P. Beltrán, y fue una exposición sobre el Concilio Vaticano II y la necesidad que la teología respondiese a la realidad pastoral del país, asimismo tuvo su intervención el p. Ignacio Ellacuría, explicando el carisma y la misión de la Iglesia en el continente latinoamericano[27]En la tercera y última fase de esta semana se trabajó las distintas áreas y dimensiones de la pastoral urbana y rural, al final de la faena se recogieron las conclusiones en un documento específico, que por cierto causó reacciones en contra, por parte de la CEDES y la Sagrada Congregación para el Clero. Ellos aducían que las conclusiones eran contrarias a la ortodoxia, buenas costumbres y al magisterio universal[28]tanto así que modificaron sustancialmente las conclusiones, cambiando de manera esencial el espíritu de todo el trabajo hecho en esos días.
El documento tenía un carácter profético y pretendía responder con el magisterio eclesial a la realidad concreta de El Salvador, según lo que nos cuenta el P. Cardenal, aunque discutible en muchos de sus puntos, no le quitaba valor, ni mucho menos iba en contra de la ortodoxia y del magisterio de la Iglesia. Las opciones proféticas del documento reflejan una carga de historicidad salvífica, pues hablaba del compromiso histórico de la Iglesia del Señor Jesús hoy y aquí, asimismo un compromiso histórico con el pueblo. Las conclusiones señalaban las contradicciones sociales existentes como los es el subdesarrollo y la dependencia, así como la dominación extranjera. El documento también señalaba a Jesús muerto y resucitado como fundamento del ser cristiano y la respectiva misión de anunciarlo. En el texto conclusivo señalaba que la Iglesia no había trabajado eficazmente por la liberación y promoción del pueblo salvadoreño por miedo a perder sus privilegios y sufrir la persecución. La asamblea señaló la absolutización de la propiedad privada en detrimento del bien común. Los participantes de la primera semana de pastoral reconocieron la falta de unidad en la mentalidad, metas y acción en el área social, al mismo tiempo recomendaron la co-responsabilidad en la misión eclesial. Hablaron del compromiso de los seglares, una vez que abandonaran el dualismo existente e inoperante, con la realidad temporal y particularmente al compromiso político. En la segunda parte del documento versaba sobre la reflexión teológica: "La Iglesia: sacramento de la salvación para el hombre entero en su historia concreta", en la cual el documento conclusivo constata que la Iglesia tiene una fuerza eficaz para colaborar históricamente con su liberación integral. Ya en concreto con las opciones pastorales del documento decía lo siguiente:
"Nosotros, la Iglesia en El Salvador, seglares, religiosos y religiosas, sacerdotes y obispos, nos comprometemos a configurar en el país una Iglesia renovada que sea una comunidad de amor, servidora de la comunidad humana salvadoreña y que prefigure la comunidad entera"
Entre las cosas concretas que se mencionaron los centros de promoción campesina y de los equipos itinerantes de pastoral, verdaderas fuerzas de cambio de la evangelización rural. También aludieron a la necesidad de las denuncias de todos los sectores de las injusticias cometidas o establecidas, así como el cambio del sistema capitalista, también del cambio total y radical del sistema económico, social, cultural, religioso y educativo, y todo aquello que impedía la liberación de los campesinos. Fueron fuertes en denunciar a algunos medios de comunicación en pro de la parte opresora, de la misma manera se cuestionó radicalmente el sistema educativo católico, calificándolo como clasista, recomendando que se cambiaran de manera total o que se cerraran. En el tema de la liturgia se pedía una participación de laicos delegados más encarnada en la realidad del país, con funciones más eficaces para las comunidades, es decir, que se les permitiera de manera ordinaria el predicar, bautizar, distribuir la Eucaristía y presenciar los matrimonios[29]
b) Primera semana de pastoral arquidiocesana:
Este es el segundo acontecimiento que marcará de manera significativa a la arquidiócesis de San Salvador. El documento conclusivo nos deja ver que situación tenía en ese año la Iglesia particular de San Salvador. El evento de llevó a cabo del 5 al 10 de enero de 1976, en el Seminario San José de la Montaña. Con un programa muy apretado: El 5 de enero estuvo a cargo del P. Jesús García y el Lic. Román Mayorga, tratando los temas de la metodología para captar la realidad, la realidad arquidiocesana, la realidad nacional y la interpretación desde nuestro continente; el segundo día estuvo a cargo del P. Rutilio Grande, llevando a cabo el tema de la religiosidad popular; el día 7 de enero estuvo a cargo de Herminio Gil, exponiendo una reflexión teológica sobre la realidad y religiosidad, desde la cristología; ya el jueves se trató la temática de los contenidos de la evangelización y sus dimensiones sociales y globales, a cargo del p. Fabián Amaya; el 9 de Enero se afinaron las conclusiones[30]En este magno evento arquidiocesano participaron trescientas cinco personas, entre laicos, religiosos, sacerdotes, junto con dos obispos. Dice el P. Fabián Amaya que las conclusiones las podría resumir en cuatro palabras:
La constatación de una urgente evangelización o reevangelización a todos los niveles y la opción prioritaria que se tomó, para una evangelización encarnada, por la formación de agentes de pastoral y por lo tanto la revisión de algunas estructuras e instituciones pastorales: vicarías, parroquias, colegios, a fin que sean eficaces en la evangelización[31]
El resumen que el P Amaya nos da una visión de conjunto de la opción pastoral que la arquidiócesis tomó de manera más decidida ese año, pero no queremos ahondar en este documento en todos sus aspectos, baste el resumen citado anteriormente y un subrayado de la situación de la arquidiócesis que desarrollaremos a continuación, ya que lo más importante en nuestro trabajo investigativo es descubrir las opciones pastorales y la situación de la Iglesia particular de San Salvador en el momento que Monseñor Romero se convierte en arzobispo.
Entonces, el documento expone la situación de la arquidiócesis de San Salvador de la siguiente manera: primero, describe la división existente entre las clases de la sociedad salvadoreña, cuyas consecuencias radican sobre todo en la creación de una tensión entre los sectores poderosos del país y los marginados del sistema; esto engendra también un pecado social grave, que producen males concretos. El documento afirma que la situación económica influye poderosamente en el aspecto religioso, señalando que la concentración de dicha actividad en la capital de San Salvador hace que la estructura eclesial se concentre también en la ciudad, asimismo la dedicación a la educación remunerada, dando la impresión que se atiende mejor a quien tiene y se atiende mal al que no tiene, se denuncia fríamente el hecho de acentuar en el aspecto cultural y sacramental el aspecto arancelario, más que el compromiso cristiano. De la misma manera, se subraya la clasificación que la esfera política hace al interior de la Iglesia, introduciendo conceptos equívocos en la mentalidad de la sociedad. Las consecuencias son claras:
Con toda sinceridad tenemos que dolernos de haber dado la impresión que predicamos una religión acomodada que tiene cuidado de no ofender a una minoría privilegiada, olvidándose de los pobres. De ahí que gran parte de nuestra pastoral ha cultivado como virtudes: las actitudes de una obediencia en lo lega; paciencia; conformismo y providencialismo que no responsabilizan a los hombres frente a los problemas reales. Lo cual contribuye a: evadir el verdadero compromiso cristiano, a distorsionar el auténtico valor de la caridad considerando más bien como beneficencia y limosna[32]
Pero no todo es malo en el contexto eclesial, resulta que los participantes en esta semana vieron que la Iglesia estaba cambiando, el cual respondía a dos realidades: por una parte la Iglesia quería responder de manera evangélica a la realidad del pueblo; y por otra parte la arquidiócesis quería ser fiel al Evangelio y al Magisterio de la Iglesia, es decir, se tiene que tener en cuenta las tremendas injusticias que sufren las mayorías del país, los verdaderos problemas del pueblo, exigiendo de la parte de la Iglesia verdaderas actitudes proféticas, compromiso verdadero y un testimonio de vida, coherente con la Buena Nueva de la libertad de los hijos de Dios. Para todos eso se deben tener en cuenta los documentos del Concilio Vaticano II, el documento de Medellín, las cartas pastorales de Mons. Chávez y Gonzáles, sobre todo: "la responsabilidad del laico en el orden temporal", "la mejor y más justa distribución de los bienes": La inflación en El Salvador ante la conciencia cristiana", y sobre todo la Exhortación de Pablo VI sobre la evangelización, medula de la semana[33]teniendo conciencia que en el nº 31 afirma que entre promoción humana, desarrollo p liberación, y la evangelización, existen vínculos muy fuertes[34]Ahora bien, al final de la semana se reflejaron las opciones pastorales de la arquidiócesis de San Salvador, son las siguientes:
La opción primordial por una evangelización en todos los niveles, considerase como grave, urgente y necesaria.
La renovación necesaria de todos los medios disponibles en orden a una evangelización adecuada y que no admite dilaciones, pero que tampoco admite superficialidades.
La necesidad urgente de seleccionar y formar adecuadamente a los Agentes de pastoral, sobre todo seglares.
Las comunidades cristianas, como objetivo que está en el horizonte, si queremos vitalizar la Iglesia.
La creación y adecuación de mecanismos operativos que vengan a dinamizar y a poner ejecución estas opciones.
Ya en una visión de conjunto vemos que la arquidiócesis que encontró Mons. Romero en febrero de 1977 era una Iglesia en cambio, conversión, renovación y encarnación. Ya veremos más tarde como estas características son constatadas por él mismo en su carta pastoral, de la cual tratamos en esta investigación. Y llegamos a la conclusión que la peculiaridad de esta arquidiócesis en verdad la dio su misma gente, sus miembros activos, junto con sus pastores, así evitamos un craso error: el de atribuir todo el crédito a monseñor Romero, cuando en realidad esta Iglesia particular de San Salvador ya era una Iglesia caminante, sin menoscabo de los grandes aportes que este obispo mártir dio al ámbito eclesial.
En este momento es oportuna señalar que todo este proceso d cambio que la Iglesia había tenido le sobrevino un fenómeno inevitable: la persecución. Se era consciente de los autores intelectuales y materiales, pero se logró interpretar el sentido teológico profundo de semejante acoso de parte de los poderosos de este mundo, de los que están de parte del antireino. Pero la Iglesia fue fiel al Reino de Dios hasta sus últimas consecuencias. La sangre de tantos cristianos da un glorioso testimonio de ello:
Un momento tan fecundo y rico de nuestra vida eclesial era merecedor de una reflexión teológica más detenida y profunda y no se ha escatimado la tarea. Así lo exigía la adultez de nuestra Iglesia, la sangre y el sufrimiento de tantos miembros escogidos del pueblo de Dios y el servicio fraterno a las Diócesis hermanas de América Latina y de la Iglesia Universal. Con ello se ha querido reparar, ante las futuras generaciones de salvadoreños, la desconcertante ligereza de algunos que se han hecho altavoz de la tesis gubernamental, negando la experiencia martirial de nuestra Iglesia[35]
Los hechos fundamentales de la persecución en contra de la Iglesia fueron muy variados:
Hasta hace unos meses no se ha hablado de persecución de la Iglesia en El Salvador. Lo que ha hecho que la situación actual de la Iglesia haya pasado a ser definida como situación de persecución es la serie ya muy numerosa de ataques –verbales o de hecho- contra miembros de la jerarquía, contra miembros del clero y contra laicos explícitamente comprometidos en la tarea de evangelización. Se han dado además expresiones concretas de odio a la Iglesia y a sus símbolos tradicionales más venerados, sobre todo la Eucaristía[36]
La Iglesia estaba clara quienes eran los autores intelectuales y materiales de dicha persecución: La empresa privada y el gobierno. Ellos montaron una campaña de difamación tremenda a través de lo medios de comunicación. Acompañado de la difamación podemos decir que también son lo autores de los asesinatos de muchos sacerdotes y laicos comprometidos:
Una vez presentada la persecución misma que se está sufriendo en el Salvador convendría hacer resaltar quiénes son sus propiciadores. Con sólo revisar los periódicos de este año se puede uno percatar que el Capital, representado en una de las organizaciones más virulentas que ha conocido la historia de El Salvado, ha estado dirigiendo toda campaña publicitaria que justifica, en parte, (al menos ante la opinión pública) la serie de hechos que realiza el gobierno o las organizaciones de ultraderecha[37]
Entonces la Iglesia fue perseguida porque fue fiel a sus opciones pastorales, predico el Evangelio de manera integra, en coherencia con el Magisterio de la Iglesia, encarnándose en la realidad del pueblo salvadoreño.
Monseñor Romero
Vida de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
La vida de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, evitando en absoluto caer en cualquier mito, es única en la historia de El Salvador, pues ha dejado una huella que orienta positivamente a las futuras generaciones hacia un país más justo, solidario y comprometido. No es que Monseñor diera directrices técnicas o políticas en el sentido estricto de la palabra, sino que su pensamiento, desde la fe, ilumina de manera admirable nuestra realidad actual con la palabra de Dios y con el Magisterio de la Iglesia.
Oscar Arnulfo Romero Nació en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, el 15 de agosto de 1917. Hijo de Santos Romero, de oficio telegrafista y de Guadalupe Galdámez de Romero[38]Los ingresos de la familia los recibían de una finca de café, propiedad de Guadalupe de Romero. Fue bautizado el 11 de mayo de 1919 por el P. Cecilio Morales, en la iglesia de la plaza[39]Él aprendió el oficio de carpintero; sin embargo, el joven Romero descubrió su vocación al sacerdocio y decidió emprender el camino de formación que exigía tan noble vocación. Quien contribuyó directamente a su discernimiento vocacional y la entrada al Seminario fue Don Alfonso Leiva, alcalde del pueblo[40]Oscar entró en el Seminario menor en 1931[41]éste era atendido por los Padres Claretianos[42]En 1937 llega al seminario nacional en San Salvador, después de siete meses su obispo lo mandó a estudiar a Roma. Los que lo conocieron describen al niño Romero como una persona muy tímida y retraída.
El joven Oscar Romero fue ordenado sacerdote el 4 de abril de 1942. El 15 de agosto de 1943 sale de la Ciudad Eterna con rumbo hacia El Salvador. Monseñor Jesús Delgado cuenta en un escrito que hizo algunos años atrás sobre Monseñor Romero[43]la experiencia dura con la que el entonces nuevo padre se topo en Cuba, al regresar de Roma. La cuestión es que en ese tiempo acontecía la segunda guerra mundial; Italia por su parte, pertenecía al grupo de países aliados a Hitler( y el joven Oscar provenía precisamente de esa mencionada nación, al bajar a la Isla caribeña no lo dejaron pasar hasta que su identidad y destino quedaran claros. Según lo que cuenta Monseñor Delgado, El Padre Oscar estuvo en un "campo de concentración", haciendo trabajos extenuantes, los cuales dañaron su salud; pero luego fue auxiliado por unos Padres redentoristas de la Habana, los cuales lo llevaron a un hospital, facilitándole después su regreso a El Salvador. Llegó a su país en diciembre de 1943, y a Ciudad Barrios el 4 de enero de 1944.
El trabajo pastoral del Padre Oscar como presbítero sumó un total de veinte años, los cuales fueron muy fecundos. Por supuesto también estuvieron plagados de aspectos negativos. Era un sacerdote muy querido por los migueleños, pero fue, al parecer por su carácter, un compañero de clero no muy agradable, tuvo conflictos serios con sus colegas sacerdotes. Mons. Delgado afirma que Monseñor Graziano( solucionó la situación consiguiéndole un oficio, por medio de Monseñor Luis Chávez y González, que le alejara de la diócesis de San miguel. El mismo Mons. Graziano gestionó a la Vaticano el título honorífico de Monseñor, el cual, la Santa Sede concedió para el vigésimo quinto aniversario sacerdotal del Padre Oscar; causó alegría en los fieles laicos de su diócesis. Poco después fue nombrado secretario de la CEDES, teniendo como residencia el seminario San José de la Montaña donde su amistad con los padres jesuitas no fue buena[44]cargo que asumió con obediencia, llegó incluso a ser secretario del SEDAC, y así pasaron algunos años[45]
El 21 de junio de 1970 fue ordenado obispo en el gimnasio del Liceo Salvadoreño. La ceremonia fue muy pomposa, en medio de alegrías y desaprobaciones. Según algunos testimonios[46]Él ejerció el cargo de obispo auxiliar, experiencia que también estuvo llena de contrariedades, todo por la visión que Monseñor Romero tenía entonces, que para algunos era "inquisidora". Llega año 1974, y es designado como obispo titular de la diócesis de Santiago de Maria, experiencia que marcaría grandemente la vida Monseñor Romero. En 1977 es nombrado Arzobispo de San Salvador, tomando posesión el 22 de febrero del mismo año. A partir de esa fecha el ambiente se volvió muy tenso. Por un lado una buena parte del clero y distintos grupos de "avanzada" tenían desconfianza del nuevo arzobispo, ya que él había ganado la imagen de ser conservador y que su nombramiento era fruto de la oligarquía de El Salvador. Por otro lado poco antes de la toma de posesión habían pasado dos acontecimientos muy significativos, uno a nivel nacional y otro a nivel eclesial, se refiere al fraude electoral del 20 de febrero de 1977[47]y a la expulsión de los sacerdotes católicos Mario Bernal, Guillermo Denaux, y Bernad Survil[48]respectivamente. Estos acontecimientos revelan la situación que el país estaba viviendo entonces. La expulsión de los sacerdotes católicos sólo es uno de los síntomas con los cuales se deja ver claro la persecución de la Iglesia en El Salvador. Los antecedente a este acontecimiento es la expulsión de dos estudiantes Jesuitas el 5 de enero de 1977, hecho que provocó protesta de parte movimientos como FECCAS y otros, luego sigue el secuestro del Ing. Roberto Poma el 27 de Enero de 1977 y su posterior asesinato, esto llevó a pensar de nuevo a la gente oligárquica que hay curas que predican el odio y la subversión y que era necesaria una política contra revolucionaria, entre ellas estaba la expulsión de sacerdotes tercermundistas como le llamaban ellos. Luego vendrían los asesinatos de curas y laicos, y la propaganda en contra de la Iglesia. Con la falta de apertura política y la persecución en contra de la Iglesia que empezaba a ser más evidente era muestra clara que todo ello era fruto de un sistema feudal y oligárquico se negaba a desaparecer, por el miedo que provocaba la presencia del comunismo como opción popular.
El 12 de marzo de 1977 fue asesinado el sacerdote jesuita Rutilio Grande cuando iba de camino hacia el Paisnal. Quiero remarcar este momento preciso ya que fuertes hipótesis y testimonios nos revelan que aquí cambió Mons. Romero, y por ende todo el clero y la historia. Lo podemos expresar de la siguiente manera: "ocurrió un milagro". Fue el primer sacerdote de la gran lista negra que los ricos tenían que eliminar, para salvaguardar su capital el cual estaba en peligro. Monseñor Romero recibió una llamada de pésame de parte del presidente Molina, la cual en un primer momento le resulto gesto muy fino de parte del presidente de la Republica; sin embargo, cuando se enteró que fueron hombres militares quienes asesinaron al P.Grande se tomo medidas muy drásticas pero necesarias hasta que se esclareciera el caso de este asesinato[49]Dos son las dos grandes hipótesis que versan al respecto. La primera es la versión de Jon Sobrino[50]él habla de "conversión de Monseñor Romero". El P. Sobrino escribe su experiencia con Monseñor Romero, comparando su experiencia y comentarios que sabia de antes que fuera Arzobispo, mencionando posiciones verdaderamente conservadoras, y en contra de manera especial inquisidora con respecto a sus escritos cristológicos pero que él se convirtió con el asesinato de Rutilio Grande[51]La segunda versión es la que se le ha oído al Monseñor Urioste[52]Él dice que Monseñor Romero no se convirtió realmente sino que él siempre fue un hombre que habló de su cambio y que no le llamó conversión sino evolución. Relata Mons. Urioste que Mons. Romero fue un hombre abierto a la voluntad de Dios y que siempre respondió a las exigencias de su tiempo. Después de ver estas dos posturas se puede concluir que en realidad monseñor Romero ese 12 de marzo de 1977 cambió de rumbo: inició un verdadero ministerio profético y se convirtió en la voz de lo que no tienen voz, respondiendo a lo que Dios le pedía en ese momento histórico.
En fin, fueron tres años fecundos, todo un "kairos" que vivió la Iglesia arquidiocesana, en la cual Monseñor fungió como pastor de la arquidiócesis de San Salvador de esta pueblo que peregrina. Fue martirizado el 24 de Marzo de 1980.
CAPÍTULO II
Planteamiento y análisis de la eclesiología de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en su Carta Pastoral "La Iglesia, Cuerpo de Cristo en la Historia"
I. Parte: perspectivas preliminares sobre Monseñor Romero.
Las perspectivas preliminares sobre la eclesiología de Monseñor Romero son de suma importancia para el trabajo que estamos realizando, ya que nos permiten darle contenido conceptual al texto y contexto de su carta pastoral "la Iglesia, Cuerpo de Cristo en la Historia", también nos ayudan a comprender la densidad pastoral que Monseñor plasmó en dicha carta, asimismo nos preparan el camino para plantear los aportes que el documento da a la vida pastoral de la Arquidiócesis de San Salvador. Los párrafos siguientes contienen fundamentalmente un panorama general sobre la formación teológica del Obispo Oscar Romero por otro lado está su evolución eclesiológica para interpretar su mensaje desde la realidad histórica y eclesial que Monseñor Romero iluminó con la Palabra de Dios desde su corazón de Pastor, ya que él a igual que todos los obispos de América Latina les tocó vivir un cambio de época de manera drástica.
1. Formación sacerdotal y teológica de Monseñor Romero.
Los escritos sobre Monseñor Romero y el contexto de sus estudios en Roma (1937-1942) nos permiten visualizar de manera general algunas características de su formación sacerdotal y teológica y así comprender la manea de pensar del este obispo, ya que sus escritos hay que leerlos desde sus mismos esquemas mentales, tratándolos con objetividad.
Formación jesuita y claretiana:
La formación sacerdotal y teológica de Romero fue fundamentalmente Jesuita[53]en su forma ascética y preconciliar, Exceptuando los primeros años del seminario menor, bajo la vigilancia Mons. Dueñas, obispo de San Miguel, su formación estuvo a cargo de los Padres Claretianos[54]La formación de los primeros años se caracterizó por ser muy adecuada a su tierna edad, infundiéndoles una imagen sacerdotal muy noble y peculiar del tiempo antes del Concilio Vaticano II. En 1937 Oscar Romero pasó al Seminario Mayor San José de la Montaña, para proseguir su formación sacerdotal, sin embargo su estancia allí sólo duró siete meses, luego lo mandaron a estudiar a Roma[55]La formación en la Ciudad Eterna, ya dijimos, fue Jesuita en su forma ascética y preconciliar, pues sus estudios los realizó en la universidad Gregoriana y vivió en el colegio Pío Latino Americano. Todo ello lo marcó para toda su vida, tanto así que Roma será para siempre una referencia imprescindible[56]por ejemplo es muy conocida su especial admiración por la figura del Papa, de manera particular por Pío XI y Pío XII, esto lo deja entrever en sus escritos. Agostino Giovagnoli cita al mismo Romero cuando éste escribe sobre Monseñor Valladares: "Le toco vivir en Roma el drama de la Iglesia frente al totalitarismo de Hitler y Mussolini y aprendió del imperial Pío XI la audacia de enfrentarse sin miedo a lo poderosos"[57]. También aprendió de Pío XI "La fidelidad a la enseñanza del magisterio, defensa intransigente de la libertad religiosa y la protección de los propios files"[58]. También es oportuno remarcar que Óscar Romero se movió, como es lógico pensar, es un ambiente muy clerical.
Formación mística y ascética:
Testimonios fidedignos nos revelan que Monseñor Romero se Inclinó siempre por la vida ascética y mística, es decir, que él no fue un teólogo riguroso, pero sí hizo vida la teología[59]La vida espiritual de Romero tenía unas bases clásicas:
La vida de oración de Monseñor Romero se alimentaba de la espiritualidad jesuítica española, de la mística del monje de Marmión y del ejemplo de los tres modelos de vida espiritual que asumió para su vida sacerdotal: San Juan de la Cruz, San Agustín y Santa Teresa de Ávila[60]
Aquí data la etapa en la que el joven Romero se caracterizaría por ser ya un hombre de profunda oración: "Desde los años de formación sacerdotal, Romero fue un amante de la oración personal, en la oscuridad de la noche, en el silencio de la capilla, ante el santísimo sacramento"[61]. Romero se formaría más que todo bajo un espíritu de sacrifico y ascesis, marcado por una actitud conservadora muy rígida Ésta educación será algo que lo acompañara toda la vida, y sin lugar a equivocaciones: sin el Romero ascético y místico no tuviéramos hoy al Romero Pastor y Mártir.
Formación teológica preconciliar:
Romero fue educado teológicamente en un ambiente preconciliar. Por otro lado, Monseñor Romero fue un hombre con una cultura muy particular, pero eso lo logro con el tiempo, lo demuestran los escritos que él dejo a lo largo de su vida y la amplia biblioteca de su propiedad[62]Monseñor Jesús Delgado hace un análisis sobre los escritos de Monseñor[63]el cual, citaremos textualmente, ya que hace dos aportes significativos para nuestra investigación:
Panorama de la formación teológica de Monseñor Romero:
Delgado hace una apreciación conclusiva de la formación teológica Monseñor Romero: "Como estudiante en Roma, Romero ignoró totalmente las corrientes dialécticas, existenciales y hermenéuticas de la teología protestante". Según Delgado a Monseñor Romero lo protegieron de la cultura protestante tres elementos: "Primero, la Roma Católica en sus universidades, celosas de impartir un sana teología (…) Segundo, la poca curiosidad que Romero tenía por la teología como ciencia. Y tercero, porque Romero se interesó casi exclusivamente por la mística y la vida espiritual". Según Delgado, Monseñor no goza de una formación teológica profunda[64]"Para protegerse de cualquier error teológico y poder sentir siempre con la Iglesia, Romero confió su pensamiento al magisterio de la Iglesia e hizo de los documentos del Papa la mejor fuente de su teología.
1.3.2 Autores que influenciaron en el pensamiento de Monseñor Romero:
Otro de los aporte que Delgado hace es mostrar cuales son los autores que más influyeron Monseñor a lo largo de su vida: "San Juan Crisóstomo, San Irineo, J. de Guibert y J de La Puente, los documentos del Magisterio y Monseñor Eduardo Pironio"[65]. El P. Jesús Delgado concluye con un descubrimiento de los escritos que Romero hace en su estancia en Roma, el cual resulta luminoso:
Monseñor Romero buscó siempre cultivar el amor por encima de la ciencia; él educó su alma para hacer de sí mismo una entrega libre y amorosa de Dios; por fin, cuando trabajó como cura párroco y luego como arzobispo, encuadró esta entrega en una dimensión eclesial, como un morir con Cristo Pastor que cada día muere por nosotros en el altar[66]
Todo ello lo demostró en su vida cotidiana, solía tener una actitud sacerdotal en todo momento, quiso poner siempre en practica lo que creía, eso lo demuestran los testimonio que dan sobre él muchos autores y personas que le conocieron, pero la mayor prueba la podemos tener con su testimonio martirial.
Evolución eclesiológica de Monseñor Romero.
Escribir sobre la evolución eclesiológica de Monseñor Romero es una tarea muy enriquecedora, ya que significa separar a Monseñor Romero del mito en el que se le ha metido, y verlo en la historia, y así tener una clave hermenéutica que nos ayude a descifrar de manera objetiva todos sus escritos. En otras palabras, comprender cómo Monseñor Romero[67]fue respondiendo a Dios y su pueblo, las etapas en la que fue abriéndose a los cambios de la Iglesia, provocados por el Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla y Evangelii Nuntiandi; también la respuesta de este tímido arzobispo de San Salvador al clamor de liberación que el pueblo tenía entonces[68]asimismo la iluminación que dio desde la palabra de Dios a la realidad nacional. Con todo ello evitamos caer en el error del anacronismo, es decir, el no tomar en cuenta el contexto histórico del arzobispo Romero, sacando así conclusiones apresuradas, parciales e idiologizadas de su persona y actuar pastoral, evitando en absoluto llegar al verdadero rostro de este mártir salvadoreño.
Hablamos sobre la evolución eclesiológica de Monseñor Romero porque la hubo la hubo. Él siempre tuvo una idea de lo que es la Iglesia y de cual tenía que ser su labor pastoral[69]Esa concepción estaba condicionada por el contexto histórico que Romero le toco vivir. Lo importante es subrayar que su idea eclesial no quedó anquilosada al transcurrir el tiempo. El progreso eclesial en su mentalidad fue debido a los cambios drásticos que la Iglesia tuvo que dar en la segunda mitad del siglo XX como respuesta al mundo postmoderno. De la misma manera por los documentos eclesiales que en América Latina surgieron como actualización concreta del Concilio Vaticano II a la realidad del continente, tal como son Medellín y Puebla; sin embargo esos cambios le costaron lágrimas y sangre.
2.1 La Iglesia del Joven Romero:
En un principio no podemos negar que Romero creía en un modelo de Iglesia triunfalista, pues era común creer en ello debido al tiempo en el que se encontraba, es decir, una concepción eclesial centrada en la institución, predicadora de una salvación meramente más allá de de la historia y confiada en los poderes de la tierra:
2.1.1 Primero, era una Iglesia vertical y autoritaria:
La concepción eclesial del joven Romero era fundamentalmente piramidal y jerárquica. Esta idea de Iglesia es clásica en esos años antes del concilio, pero para entender esta concepción, hay que tener en cuenta el modelo de gobierno eclesial, meramente romano, que él veneraba, anquilosado en los esquemas de la época imperial constatiniana, que luego se convertiría en lo que hoy llamamos cristiandad, que perduró en la período del medioevo y tuvo su culmen con el Concilio Vaticano I[70]Había un ambiente de intolerancia e intransigencia, la Iglesia estaba cerrada completamente al dialogo y su actitud siempre a la defensiva. En ese tiempo, el joven Romero, no compartiría las ideas progresistas que iban saliendo en el ambiente: al principio las ignoraba, ya después las creía peligrosas, pues era mejor estar a ritmo de la Iglesia que aceptar inmediatamente ideas que temerariamente dañaran la fe.
2.1.2 Segundo, una concepción tradicionalista de la Iglesia:
En el tiempo del joven Romero era normal pensar en una Iglesia fundada directamente por el mismo Jesucristo, institución religiosa bien determinada y equipada estructuralmente: Con obispos, presbíteros, diáconos, siete sacramentos y culto litúrgico y el encargo misionero. Se tenía la idea que la Iglesia era un tipo de sociedad perfecta, en la cual no cabía los errores y mucho menos los cambios. Se manejaban en el ambiente eclesial una connotación celestial y trascendente, con una misión de salvadora de lo espiritual, alejada de las cosas del mundo, de la vida de los hombres. Esto se notaba en gran medida en la práctica litúrgica y en la praxis eclesial, con el famoso dicho ingles: Reza, paga y obedece.
2.1.3 Tercero, la centralidad del Papa y del magisterio:
La figura del Papa y del Magisterio de la Iglesia era esencial en la primera mitad del siglo XX. Lo notamos en la medida que nos dedicamos a leer los documentos pontificios escritos hasta esos años: un lenguaje eclesiológico centrado en la figura del romano pontífice. Ese aspecto se consolidó con el Concilio Vaticano I, en el que se definió la infabilidad del Papa, y él como principio y fundamento visible de la unidad del episcopado y de la Iglesia[71]Hay testimonio de cómo el joven Romero tenia un gran amor y fidelidad a la figura del Papa[72]y al magisterio, aspecto que no abandonará, es más, Monseñor Romero, desde aquí tomará posición en el transcurrir de su vida con lo que respecta a su práctica pastoral y sacerdotal.
2.2 El Concilio Vaticano II y Monseñor Romero.
El Concilio Vaticano II hizo que Monseñor Romero aceptará, aunque sea en la teoría, los nuevos cambios de la Iglesia, fue podría decirse una aceptación inmediata. Esto no tiene nada de sorprendente, pues notemos que en la década de los setenta, eclesialmente no sólo Monseñor Romero estaba cambiando de mente, de lenguaje y de actitudes, sino, todo la Iglesia Católica. Él sólo forma parte del conjunto de gente de Iglesia, que en América Latina se estaban abriendo a la realidad de su pueblo, respondiendo al clamor de liberación de las mayorías oprimidas.
Ya no era la Iglesia triunfalista de la que hablábamos anteriormente, sino que adquirió nuevos matices. Con el Concilio Vaticano II la Iglesia ya no quiere vivir de espaldas al mundo y se interesa por los avatares históricos de la humanidad. El carácter Pastoral del Concilio hace que la Iglesia reflexione sobre su propia identidad y sobre su misión en el Mundo:
De Allí la experiencia vital que le hace sentirse, y ser en realidad, íntimamente solidaria con la humanidad y su historia (…) Para cumplir esta misión, es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio[73]
Quiere establecer una relación más horizontal, comunitaria y fraterna, eso lo podemos leer en la constitución Lumen Gentium, documento que versa sobre la identidad misma de la Iglesia, asimismo tiene una visión más intrínseca, teológicamente hablando, como cuerpo de Cristo, con una misión de salvación integral del ser humano[74]en el marco de la historia, sin perder en ningún momento la perspectiva trascendente, nota que muchos perdieron después de dicho concilio, considerándose una mala interpretación del mismo. Ahora bien, no fue lo mismo con el documento emanado por la segunda conferencia de los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín. A lo largo de muchos años miró con recelo a los sacerdotes, laicos y comunidades que profundizaban su vida personal, social y comunitaria a la luz de éste y trataban de ser coherentes con lo que la Iglesia les pedía[75]Se podría decir que mantenía su distancia con dicho documento, hasta que lo logró comprender un día y se fió de él para iluminar la realidad salvadoreña.
En fin, en la práctica a Monseñor Romero no se le notaban muchos cambios. Seguía siendo un sacerdote de corte preconciliar, muy recelosos con el magisterio de la Iglesia y su adhesión ciega a la palabra del Papa, a estos les daba más importancia que a la voz del clero, del obispo y del pueblo[76]Pero una nueva perspectiva había sido sembrada en su corazón, la cual daría frutos a su tiempo, los cuales nadie esperaba.
2.3 La Iglesia del arzobispo Romero.
Nosotros queremos exponer en este epígrafe de manera sintética el tema "la Iglesia del arzobispo Romero", para ello debemos aludir dos datos significativos: e primero es el contexto eclesial, el cual hemos desarrollado en el primer capítulo de este trabajo investigativo; y también acudimos a las homilías de 1977, caracterizadas por ser eminentemente eclesiologicas. Sólo así lograremos descubrir la idea eclesial de este santo obispo, y poder profundizar el análisis de su segunda carta pastoral.
2.3.1 La Iglesia que encontró Monseñor Romero:
El desarrollo que haremos a continuación es independiente de la visión de Mons. Romero en el ámbito eclesial reflejado en su segunda carta pastoral y que nosotros remarcamos en la segunda parte de este capítulo, ya en el análisis en si de la carta; sin embargo sólo es una alusión general, ya que el tema es tratado ampliamente en otras partes de nuestra investigación.
a) Iglesia en proceso de cambio y conversión:
La Iglesia estaba asumiendo de manera evangélica su misión en el mundo. Estaba tomando en serio su compromiso en la salvación y liberación de los pueblos. Asimismo como su compromiso grave de evangelizar integralmente al pueblo salvadoreño. Prueba de todo ello fueron las semanas de pastoral que se llevaron a cabo en 1970 y 1977, en donde se hicieron opciones pastorales muy encarnadas y solidarias, las cuales renovaban el rostro de la Iglesia[77]Esas opciones significaban un cambio y una conversión seria de aquellas actitudes que hacían parecer a la Iglesia como una institución desencarnada y privilegiada, por lo tanto cómplice directa de la opresión y las injusticias del país. Entonces la arquidiócesis era ya una Iglesia solidaria con los pobres, comprometida por la evangelización de este pueblo, renovada en sus estructuras parroquiales y vicariales, ya era una comunidad de comunidades. Es de no obviar que nos referimos a la arquidiócesis de San Salvador, ya que datos concretos de otras diócesis no tenemos.
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