Descargar

Del desempleo estructural al conflicto intergeneracional (página 3)

Enviado por Ricardo Lomoro


Partes: 1, 2, 3, 4

La instauración en 1998 de las 35 horas, la reforma más ambiciosa y controvertida de la era Jospin, ha introducido cambios sustanciales en la sociedad francesa. El aumento considerable del tiempo libre, unido a la extensión del tren de alta velocidad (TGV), ha disparado las salidas durante los largos fines de semana y las numerosas vacaciones escolares que jalonan el calendario, alimentando de paso el turismo y el mercado de segundas residencias. Pero sobre todo ha hecho cambiar la percepción sobre el trabajo y su lugar en la escala de valores. La implantación de las 35 horas "ha acelerado el proceso, iniciado hace más de un siglo, de reducción del tiempo de trabajo, de forma que éste no representa más que una débil fracción del tiempo de vida disponible. Y ha reforzado a la vez en la opinión la idea de que el progreso social va parejo con la disminución del lugar acordado a la vida profesional", escribía Gérard Mermet en una radiografía de la sociedad francesa, "Francoscopie", publicada en el 2007.

"Para salvar su régimen de pensiones, los franceses están dispuestos a hacer sacrificios financieros. Pero no a sacrificar su tiempo libre", consideraba en Le Nouvel Observateur el analista Jacques Juillard, quien añadía: "Los franceses no tienen la impresión de vivir, lo que se llama vivir, más que en vacaciones (…) Lo que es verdad a la escala del día, de la semana, del mes, lo es ahora para las edades de la vida. La jubilación ya no es un retiro, es un rito inaugural, el comienzo de algo. Por eso el mayor partido de Francia, el único mayoritario, el único interclasista, el que trasciende todas las ideologías, es el partido del tiempo libre. ¡La verdadera vida empieza a los 60 años! El retraso de dos años de este segundo nacimiento es vivido por los franceses como una verdadera agresión existencial contra su tipo de vida y la idea que se hacen de la felicidad".

¿Tendrán razón Ben, Dominique y Xavier? ¿Tendrán los franceses aversión al trabajo? ¿Estará ahí la razón última de su resistencia feroz a trabajar hasta los 62 años, pese a la evidencia de que la esperanza de vida se ha alargado proporcionalmente mucho más? El filósofo Luc Ferry, menos condescendiente que Juillard, apuntaba en un reciente debate televisivo la misma idea desde la óptica inversa. "Me pregunto si en la protesta contra la reforma de pensiones no juega de algún modo la desvalorización del trabajo a la que asistimos desde hace cuarenta o cincuenta años", dijo Ferry, quien añadió una ilustrativa anécdota personal de su época como ministro de la Juventud y la Educación Nacional: "Un día, después de una jornada dura de trabajo, invité a mi despacho a uno de mis jóvenes consejeros y le ofrecí un whisky para levantarle la moral. Entonces me dijo, con humor: "¿Sabe, señor ministro? Yo había pedido un empleo, no un trabajo"…".

– Nada cambiará porque nada cambió (ausencia de futuro)

Pasacalle (III)

¿Cómo les aviso a mis hijos que el "ascensor social" ha dejado de funcionar? Que está: "out of order"… "kaput"… "ruined"… "done for"… "finished"…

¿Cómo les demuestro a mis hijos que la clase media está en vías de extinción?

¿Cómo explicarles… la ausencia de futuro?

El drama viene de lejos, la crisis de las "hipotecas subprime" y sus "derivados" (dicho con todo sarcasmo), sólo han magnificado la tragedia. Echado sal sobre la herida. Puesto en la primera plana de los periódicos y telediarios un fenómeno larvado que se arrastraba y carcomía a una buena parte de la población (aquella que se creía imbatible), poco a poco. Ha sido un acelerador más que un desencadenante.

Creo que puede resultar oportuno (perdón por la reiteración) recordar algunos párrafos del Paper que escribí a mediados del año 2007 (cuando la sociedad desarrollada -aún- ataba los perros con chorizos).

"La clase media y su proceso de movilidad social descendente"

Parte I: De "clase media" a "nuevos pobres" (15/8/2007)

Parte II: El fin de la era de las expectativas crecientes (15/9/2007)

La realidad económica y la "proletarización" de la clase media

Últimamente se está hablando mucho de un informe de 91 páginas publicado en enero por el Ministerio británico que lleva por título "Global Strategic Trends Programme 2007-2036. Como su nombre sugiere, se trata de anticipar y combatir los riesgos para el desarrollo de nuestro mundo globalizado y la estabilidad del sistema internacional en los próximos 30 años, enfocando con luz concentrada la evolución probable de la economía y el comportamiento de los diversos grupos sociales.

El horizonte imaginado por los militares británicos es tremebundo. Vislumbran una terrible amenaza que se cierne sobre las clases medias occidentales, acosadas por un creciente desorden social en sus hábitats urbanos, casi destruídos por la violencia, la ausencia de servicios y poblado por unos residentes envejecidos y con pensiones cada vez más bajas. Sus hijos sólo encuentran empleos precarios, en una competencia feroz con inmigrantes asiáticos o africanos, mientras contemplan que el poder y las riquezas en la sociedad transnacional en la que viven son patrimonio de un elitista club de ricos del que -sin posibilidad alguna de movilización- han sido excluídos para siempre.

El contralmirante Chris Parry, coordinador del trabajo, considera probable que las clases medias abandonen su actual relativismo moral, que ya no les rendirá beneficios, y abracen sistemas de creencias más rígidos como el marxismo. Los burgueses se reencarnarían en una inédita "clase universal" capaz de transformar el orden social según sus necesidades, sustituyendo al extinto proletariado de las antiguas economías industriales.

La prospección de los militares británicos analiza el comportamiento de las clases medias como un nuevo poder insurgente estructurado a escala internacional y definido por su posición socioeconómica y su acceso a la sociedad del conocimiento. Podrían, de esta forma, movilizar a sus simpatizantes de manera espontánea e inesperada para las fuerzas del orden.

A la vez que impulsa el nacimiento de clases medias en las economías emergentes, la globalización las está socavando en los países industrializados. A escala global, según el estudio prospectivo impulsado por el Ministerio de Defensa británico, las clases medias se pueden ver distanciadas de un grupo reducido muy rico, y esas diferencias hacerse más explícitas "incluso para aquéllos que van a ser materialmente más prósperos que sus padres y abuelos". A más largo plazo, todas ellas pueden sentirse amenazadas, con lo que las clases medias podrían convertirse en revolucionarias, sustituyendo en ese papel al proletariado en la tradicional visión de Marx, concluye dicho estudio. No es descabellado.

Van a afrontar mayor desorden social y más violencia en un entorno urbano de menor bienestar social y sistemas de pensiones en crisis. La revolución del "proletariado de clase media", como lo llama el estudio, consistiría en que las clases medias del mundo se unirían, haciendo uso de su acceso al conocimiento y sus instrumentos, "para transformar los procesos transnacionales de acuerdo con sus propios intereses de clase", es decir, para construir "otra" globalización, aunque no esté aún definida.

Estamos ante una pleamar de las clases medias a nivel global y en esa revolución podrían participar las chinas, que se cuentan en decenas o centenares de millones de personas, a cuyos intereses ha respondido el régimen comunista introduciendo en la Constitución y desarrollando por ley la propiedad privada.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) observa por su parte el efecto de la globalización sobre el mercado laboral y los salarios. No es que estos hayan bajado en términos absolutos, ni estemos en un juego de suma cero en el que lo que unos ganan con la globalización lo pierden otros, porque como indica el estudio del Fondo, el tamaño de la tarta de la economía ha aumentado. Aunque las ganancias en productividad también han empujado el peso relativo de los salarios a la baja (un 8% desde 1980, la mayor parte desde 1990), casi todos han ganado, si bien ha crecido también la desigualdad.

Con la entrada de China, India y la otrora Europa del Este, Rusia incluída, en la economía global, se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva. Es lo que Clyde Prestowitz, en un libro famoso llamó los "3.000 millones de nuevos capitalistas", que hacen que el poder se desplace hacia Oriente. Pero también éste y el Sur van a Occidente. El Fondo recuerda que los países desarrollados no sólo importan más productos y servicios de las economías emergentes, sino también mano de obra: la fuerza laboral de EEUU cuenta ahora con un 15% de inmigrantes, proporción comparable a la de importaciones en relación con el PIB.

Además, en las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas, además de entre los menos cualificados. Esta precarización es la que está detrás del aumento de algunos movimientos de extrema derecha en países europeos. Y es la que puede contribuir a que se cumpla el pronóstico del Ministerio de Defensa británico. Pues, aunque sus integrantes vivan mejor, los fundamentos de las clases medias occidentales -y de las bajas, claro- se están viendo demediados.

La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo en un 40% de aquí a 2050. O se encuentra trabajo, especialmente en países que ya tienen población joven, como África y América Latina, o se convertirá en pasto de los radicales, con efectos que estamos viendo estos días en Argel y en Casablanca, después de Nueva York, Bali, Madrid y Londres, por no contar los que se han evitado. Un radicalismo alimentado, no sólo por los "malditos de esta tierra", sino también por los que en sus países son, a menudo, los "hijos frustrados de las clases medias"…

El "fin" de la historia y el último hombre (de clase media, en los países ricos)

Los que me "siguen de antes" (gracias y… perdón) saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura "conspirativa" de la Historia.

¿Será porqué ya tengo más historia que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la vida? ¿Será porqué siempre ha habido "chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será porqué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo lodo todos manoseaos? ¿Será porqué hoy es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador? ¿Será porqué ¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni escalafón. ¿Será porqué si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del tango "Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en 1935).

En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a compartir con ustedes mi versión sobre la "Pasión y muerte de la clase media en los países desarrollados".

  • En la economía global se ha multiplicado por cuatro la oferta global de mano de obra efectiva.

  • La ONU proyecta que la población en edad laboral aumente en el mundo un 40% de aquí a 2050.

  • En las economías de los países desarrollados se ha producido una precarización del empleo, especialmente entre los más jóvenes y también entre los hijos de las clases medias con situaciones más fijas.

  • Actualmente asistimos a una proletarización económica de las clases medias. Mientras la conciencia mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e individualista; la situación socio-económica es cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más bien paupérrimo en todos los sentidos– que conformará, modulará y establecerá las nuevas clases económicas.

  • Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de suma cero para la distribución de la renta en los países en desarrollo. Esto es, la mejora de las distribuciones en el empleo en un país conduce a una destrucción que no es especialmente creativa y a un empeoramiento de la desigualdad en el resto de los países, a través de la redistribución de los puestos de trabajo.

  • En una economía mundial liberalizada y globalizada, sólo una compresión en las estructuras de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la igualación se imponga en la escena de desarrollo global.

  • La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación de la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados.

  • Se propaga el concepto del "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y cultura, para el sistema de salud y numerosas otras instituciones públicas fueron cortadas. Se inicia la demolición del Estado social.

  • La privatización y la tercerización desvalorizan el "capital humano" de las calificaciones incluso en el interior de la parcela empleada y degradada en su estatus.

  • Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de comunicación, universidades privadas, despachos de abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino la regla.

  • La pérdida del doble papel moderador que cumplía tanto del comunismo como del capitalismo más brutal y competitivo. Habría que añadir la incapacidad de la clase media para mantener un nivel óptimo de demanda adicional de bienes de consumo capaces de garantizar economías de escala.

  • Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado, los productos se hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas pueden recuperar en Brasil o China las ventas perdidas en Alemania o Italia.

  • En muchos países la difusión de productos y servicios de bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios, empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que el "welfare" (bienestar).

  • Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho más allá de la lógica -todavía clasista- del estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al máximo las posibilidades de consumo. Un universo infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en el proveedor mundial que ofrece las condiciones más ventajosas, que pretende una menor mediación por parte de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto, integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por la familia.

  • Resulta muy difícil estar en sintonía con una sociedad que, acabada la historia y la economía de la materia, se libera de las limitaciones de la dimensión "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para hacerse preguntas sin límites, fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas y cínicas.

  • La clase media, aunque sin una razón de ser política -su papel de contención de los empujes revolucionarios de la clase obrera-, probablemente habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la razón que había favorecido su formación no se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor de última necesidad, preparado para comprar cualquier producto que la oferta sea capaz de proponerle.

  • El matrimonio era perfecto: la industria concebía nuevos productos capaces de satisfacer necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para representar el propio papel de consumidor obediente y poco selectivo. Así las empresas crecían y con ellas también la potencialidad de adquisición de la clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte del capital necesario a disposición de la industria material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al consumir a manos llenas todo lo que podía, satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la identidad de clase.

  • Un sistema con su equilibrio, capaz también de contener el empuje revolucionario de la minoría que estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y que empezaban a tener la fundada esperanza de subir algún peldaño en la escala social, pasando de ser obreros a ser empleados.

  • Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en entredicho en cuanto a su utilidad "superior", entonces también la clase media está obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la economía de mercado y la del capitalismo sin fronteras.

  • La globalización ha provocado trastornos económicos y sociales que producirán "tres mil millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan convertido en el título del último libro de Clyde Prestowitz, gurú republicano del libre comercio (fue consejero del presidente Reagan y negociador de los acuerdos comerciales internacionales durante su mandato). Según Prestowitz (2005), las dinámicas actuales son hijas de la coincidencia de tres factores: la derrota del comunismo, que ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos e indios al capitalismo (interpretado, además, de manera bastante "agresiva"); la revolución de Internet, que ha "anulado el tiempo"; y la difusión de la mensajería aérea de bajo coste -desde Federal Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo de estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir rápidamente mercancías y prestaciones intelectuales con gravámenes insignificantes.

  • Es precisamente este progresivo desplazamiento de los equilibrios de la demanda mundial hacia los países llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos económicos sobre los que la clase media ha encontrado en los últimos siglos su estabilidad. Si la disminución de la demanda del "milieu" social francés está más que compensada por la capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces, para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de una clase de consumidores occidentales con la cartera llena se convierte en un aspecto menos vital.

  • Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se han ido formando a partir de finales de los años setenta y que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez más rápidamente, el oxígeno necesario para alimentar la energía motora de la clase media occidental. No sólo porque contribuyen considerablemente a rediseñar las características de consumo mundial en términos de tipología y costes de los bienes y de los servicios, sino también porque se hace difícil imaginar la supervivencia de una clase media occidental o europea con las características de las últimas décadas cuando asoman al mercado mundial mil quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste. Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a las lógicas de quien, en el mundo del bienestar, quiere defender las "conquistas del pasado".

  • Así, en los países industrializados, la necesidad económica que hay que satisfacer a través de una clase homogénea de consumidores reconocibles está sujeta a la lógica de los grandes números: para conseguir el mismo resultado es preferible extender lo más rápido posible a cientos de millones de consumidores el umbral del bienestar. La sociedad de masa nace naturalmente con el crecimiento y el desarrollo económico del nuevo mundo. La antigua forma de producción, y con ella las clases que la han alimentado, ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una clase que es hija de la revolución burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que después, en su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel económico desarrollado con éxito por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que ha caracterizado a la economía de mercado de la clase media…

Jodidos por jodidos… ¿por qué no patear el tablero?

(Un final abierto… casi un ruego)

Si la clase media está en un franco proceso de movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la era de las expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran parte de la clase media (casi toda), en los países desarrollados, forma parte de los "perdedores" del orden global; si ha llegado el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de "última necesidad" y la estructura industrial); si la pauperización de la clase media es quizás la desmentida más cruda de la promesa originaria de progreso colectivo; si se ha optado por la creación de una sociedad de consumidores "sin pasado";… por qué seguir tolerando medidas regresivas, por qué no patear el tablero, por qué no revolucionar en vez de contrarrevolucionar. A que esperar.

Y si nada cambia, ¿quién se beneficia? Cui prodest is fecit: quien se beneficia es el culpable.

Así terminaba el Paper (citado) escrito a mediados del año 2007. Si algo ha ocurrido desde entonces, todo (o casi todo) ha sido desfavorable para los trabajadores de países desarrollados. El empleo ha disminuido y la distribución de los ingresos ha empeorado. Hay menos ganadores y más perdedores. La crisis económica alcanza ahora, incluso en Occidente, a amplias capas sociales, que hasta entonces se habían librado. La polarización entre pobres y ricos, exacerbada de forma irresistible, no encuentra todavía un nuevo concepto.

En la comprensión tradicional, la "clase obrera", que producía la plusvalía, era explotada por la "clase de los capitalistas" por medio de la "propiedad privada de los medios de producción".

Ninguno de estos conceptos puede explicar con exactitud los problemas actuales. La nueva pobreza no surge por cuenta de la explotación en la producción, sino por la exclusión de la producción. Quien todavía está empleado en la producción capitalista regular figura ya entre los relativamente privilegiados. La masa problemática y "peligrosa" de la sociedad ya no se define por su posición en el "proceso de producción", sino por su posición en los ámbitos secundarios, derivados de la circulación y de la distribución. Se trata de desempleados permanentes, de receptores de operaciones estatales de transferencia o de agentes de servicios en los campos de la tercerización, hasta llegar a los empresarios de la miseria, los vendedores ambulantes y los rebuscadores de basura. Esas formas de reproducción son, según criterios jurídicos, cada vez más irregulares, inseguras y a menudo, ilegales; la ocupación es irregular, y las ganancias transitan en el límite del mínimo necesario para la existencia o incluso, caen por debajo de esto.

Este terremoto, que altera profundamente los mecanismos de distribución de la renta, acelera los procesos que están llevando a la sustancial desaparición de la "clase media" tal y como la hemos conocido en el siglo XX: poco a poco ha perdido sus señas de identidad porque las condiciones históricas que habían determinado su éxito han desaparecido. Pero también se debe a otros factores: sobre todo el fin de la era de las expectativas crecientes, en la que quien no estaba ya "tocado" por el bienestar se sentía, en cualquier caso, "en lista de espera" y no excluido; el final de las seguridades ocupacionales y también el impacto en la estructura social de mecanismos de mercado cuyas señas de identidad se modifican continuamente debido a la evolución tecnológica.

El declive de la clase media no es ciertamente un relámpago que llega sin avisar: en 1985 (Rosenthal, 1985), el economista del departamento de estadística del Ministerio de Trabajo estadounidense Neal H. Rosenthal se preguntaba si ya se había iniciado -como lo habían denunciado otros- una polarización de las rentas con la consiguiente progresiva reducción de la clase media y la creación, por un lado, de una gran masa de ricos y, por otro, de un ejército de nuevos proletarios. Su análisis lo llevaba a concluir que hasta ese momento no se había verificado nada parecido. Añadía, sin embargo, que los procesos de desindustrialización -entonces apenas iniciados- y el desarrollo de las nuevas tecnologías de alta rentabilidad podrían provocar un fenómeno de este tipo a partir de la segunda mitad de los años noventa.

Sus previsiones se han revelado bastante exactas, como también la convicción -con visión de futuro, puesto que en 1985 todavía estábamos en la era pre-Internet, Microsoft era una pequeña empresa y Bill Gates estaba empezando a monopolizar los ordenadores personales mundiales con su nuevo sistema operativo– de que las industrias "high tech" (alta tecnología) favorecerían una polarización de las rentas.

Otras voces se han dejado oír en los últimos años: precisamente a mediados de los años noventa (julio de 1997), Rudi Dornbusch, economista del Massachusetts Institute of Technology (MIT), célebre por sus análisis mordaces y un lenguaje rudo y socarrón, publicó "Bye bye middle class", un ensayo en el que preveía la inminente desaparición del "big government" (gran gobierno) (la tendencia de muchos gobiernos a incluir en la esfera pública la mayoría de los servicios dados a los ciudadanos y también una porción considerable de las actividades productivas), del "welfare state" (estado del bienestar) y de la propia "clase media, acostumbrada a la comodidad, por no decir a la pereza". Dornbusch era consciente de que la abolición del estado del bienestar era un desafío que los gobiernos no sabían cómo afrontar. Advertía, sin embargo, que los políticos debían empezar a prepararse para los tiempos difíciles, en los que la competición entre sistemas y empresas, las privatizaciones y la globalización, además de algunas innegables ventajas económicas, producirían también graves problemas sociales, empezando, precisamente, por una reducción de las rentas del trabajador no especializado. Un desafío políticamente difícil, sobre todo para una Europa sacudida, por un lado, por las "inevitables desigualdades y la coexistencia de millonarios enriquecidos gracias a las tecnologías, mientras, por el otro, los electores de la antigua clase media se sienten aislados". Así pues, Dornbusch pronosticaba desde entonces una navegación tempestuosa por democracias que se ven obligadas a ajustar cuentas, al mismo tiempo, con un aumento de las desigualdades y una difusa seguridad económica. Veía sólo una luz en el horizonte: la inminente llegada del euro como "oportunidad para una nueva y dinámica visión de Europa". Si estuviese vivo aún, quién sabe qué abrasivas ironías reservaría a la Europa de hoy, en plena crisis económica, institucional y de liderazgo político…

Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una clase que es hija de la revolución burguesa contra la aristocracia latifundista, pero que después, en su madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es arrollada por una revolución invisible en sus acciones y nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada, como cualquier revolución, en conseguir sus propios objetivos.

Así, sucumbe el papel económico desarrollado con éxito por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre una eutanasia más o menos lenta. El mismo destino le espera a la estructura industrial que ha caracterizado a la economía de mercado de la clase media…

En medio de todo este marasmo, los trabajadores europeos, los parados europeos, los hijos de los trabajadores y parados europeos, presa del desconcierto y el miedo, sólo ensayan "pedorretas inútiles", mientras siguen… "esperando a Godot".

– El dilema: ¿"retrasar" la jubilación o "adelantar" la muerte de los pensionistas?

– Propuestas de Reforma del Sistema de Pensiones (Fedea – 20/10/10) Lectura recomen.

(Por Juan Rubio-Ramírez – Javier Díaz-Giménez y Julián Díaz-Saavedra)

En esta nota usamos las últimas proyecciones demográficas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística para simular la evolución del sistema público de pensiones español y cuantificamos las consecuencias de tres posibles reformas. Los detalles del modelo que hemos usado para simular estos escenarios están disponibles en The Government"s Proposal for the Reform of the Spanish Pension System: A Quantitative Analysis

1. Las Reformas

– Sin reforma (Sin Reforma): se mantienen las reglas actuales del sistema público de pensiones.

– Reforma 1 (Ref B20J65): se aumenta en 5 el número de años utilizado para calcular la Base Reguladora, de los últimos 15 a los últimos 20 años.

– Reforma 2 (Ref B20J67): se aumenta en 5 el número de años utilizado para calcular la Base Reguladora, de los últimos 15 a los últimos 20 años, y se retrasan en dos años las edades mínima y normal de jubilación, de 60 a 62 años y de 65 a 67 años.

– Reforma 3 (Ref BTVJ67): se considera toda la vida laboral para calcular la Base Reguladora, y se retrasan en dos años las edades mínima y normal de jubilación de 60 a 62 años y de 65 a 67 años.

2. Las Transiciones

– Todas las reformas se anuncian al comienzo del año 2010.

– El cambio en la Base Reguladora es gradual, y comienza a adoptarse a partir de 2013. El número de años que se tienen en cuenta para calcular la base se incrementa en un año cada año, hasta alcanzar el número deseado.

– Las edades de jubilación se aumentan en un año en 2018, y en otro año adicional en 2022.

3. Los Escenarios

Demografía: se utilizan las proyecciones demográficas del Instituto Nacional de Estadística de 2009. Según esta proyección, el ratio de personas con 65 y más años sobre las personas con edades comprendidas entre los 20 y 64 años alcanza el 65 por ciento en 2050.

– Educación: la composición educativa de la fuerza laboral evoluciona según las proyecciones realizadas por Meseguer (2001). Según estas proyecciones en 2010 los porcentajes de trabajadores con estudios primarios, secundarios, y universitarios son, 55, 28, y 17 por ciento, y en 2050 estos porcentajes son 38, 38, y 24 por ciento.

– Crecimiento del PIB: Suponemos que no hay crecimiento exógeno que aumente la productividad del trabajo. Pero el PIB crece por la transición educativa y por el crecimiento de la población. Por ejemplo, entre 2010 y 2030, el PIB crece a una tasa media anual de 0,89 por ciento, y el PIB per cápita crece a una tasa media anual de 0,63 por ciento.

Política Fiscal: En la economía sin reformar, el gasto público, las transferencias que no son pensiones y los tipos de los impuestos sobre la renta del trabajo y del capital se eligen para que los ratios de sus valores o de sus recaudaciones con respecto al PIB sean similares a los españolas en 2008. Y el tipo del impuesto sobre el consumo se elige para que se cumpla la restricción presupuestaria del sector público suponiendo que el déficit público es cero. En la transición todas estas variables se ajustan para que sus ratios con el PIB permanezcan constantes y se mantiene el mismo supuesto sobre la evolución de los tipos del impuesto sobre el consumo.

En las economías reformadas, los valores del gasto público, de las transferencias y de los tipos de los impuestos sobre la renta del capital y del trabajo son los mismos que en la economía sin reformar y el impuesto sobre el valor añadido se elige para que se cumpla la restricción presupuestaria del gobierno. Debido a que el PIB y las bases de los impuestos cambian en las economías reformadas, los ratios del gasto público, de las transferencias, y de las recaudaciones de todos los impuestos no coinciden con los de la economía sin reformar.

4. Los Resultados

– Sin Reforma: con la normativa actual, el primer déficit del sistema ocurre en 2016, y el Fondo de Reserva se agota en 2026. En 2050, el déficit del sistema es de 10,8 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario para cubrir dicho déficit es del 47,8 por ciento.

– Reforma B20J65: esta reforma reduce la pensión media de jubilación en un 6,0 por ciento, y no afecta apenas a la edad media de jubilación. Por lo tanto, el primer déficit del sistema aparece en 2017 (un año más tarde) y el Fondo de Reserva se agota en 2029 (3 años más tarde). En 2050, el déficit del sistema de pensiones es 9,9 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario para cubrir dicho déficit es del 46,4 por ciento.

– Reforma B20J67: esta reforma reduce la pensión media de jubilación en un 10,0 por ciento, e incrementa la edad media de jubilación en 1,3 años, en 2050. Por lo tanto, el primer déficit del sistema aparece en 2027 (11 años más tarde) y el Fondo de Reserva se agota en 2037 (11 años más tarde). En 2050, el déficit del sistema de pensiones es 7,8 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario para cubrir dicho déficit es del 37,6 por ciento.

– Reforma BTVJ67: esta reforma reduce la pensión media de jubilación en un 26,4 por ciento, e incrementa la edad media de jubilación en 1,2 años, en 2050. Por lo tanto, el primer déficit del sistema aparece en 2028 (12 años más tarde) y el Fondo de Reserva se agota en 2042 (16 años más tarde). En 2050, el déficit del sistema de pensiones es 4,7 por ciento del PIB, y el impuesto sobre el consumo necesario para cubrir dicho déficit es del 31,3 por ciento.

En este último ejercicio, la pensión media de jubilación cae un 26 por ciento por 3 razones. En primer lugar, debido a que las rentas salariales son menores a edades más tempranas (consecuencia del perfil determinístico de las unidades de eficiencia). Segundo, si se retrasan las edades de jubilación, la pensión media también cae debido a que la renta salarial disminuye a edades muy avanzadas (esto se debe a que a partir de la edad 58, la dotación de unidades determinísticas de eficiencia cae, y a que los trabajadores reducen su oferta de trabajo a edades avanzadas). Por último, la edad media efectiva de jubilación sólo aumenta en 1,2 años, a pesar que las edades legales aumentan en 2. Esto hace que más personas se jubilen anticipadamente, y por lo tanto, más personas tienen penalización por jubilación anticipada.

edu.red

edu.red

– ¿Y si el futuro de la educación (o el medio ambiente) dependiera de las pensiones? (Fedea – 11/10/10)

(Por Antonio Cabrales) Lectura recomendada

El jueves pasado Pablo Vázquez, junto con Javier Díaz Giménez, Ángel de la Fuente y Sergi Jiménez presentaron un nuevo documento sobre reforma de pensiones, desarrollando y complementando algunas cosas que ya decía en marzo una versión anterior del mismo. En aquel momento ya escribí algo sobre la viabilidad política a largo plazo de las pensiones. Creo que vale la pena insistir un poco en esta cuestión, de manera que yo también vuelvo a la carga. Y esta vez lo hago desde un punto de vista algo diferente. El futuro de nuestro sistema educativo o el planeta en su conjunto pueden estar ligados al del sistema de pensiones.

Como ya les contaba en marzo, un sistema de pensiones de reparto puede sostenerse por un pacto implícito entre generaciones. Esto es verdad incluso si los potenciales jubilados son una minoría de la población hacia el que el resto no siente altruismo. Los jóvenes votan a favor de sostener a los que hoy no lo son porque son conscientes de estar jugando un juego con las siguientes generaciones. Si los jóvenes de hoy votaran en contra de sostener a sus mayores, los jóvenes de mañana no les sostendrían a ellos cuando les tocara su turno.

Un problema de esta forma de sostener las pensiones es que si a una generación le entra la duda fundada de que la siguiente vaya a cumplir su parte del pacto, ellos dejarán de hacer lo propio con los mayores en la actualidad. Y, anticipando esto, los anteriores tampoco tendrán interés en hacerlo ellos mismos. De manera que una incertidumbre fundada sobre qué puede pasar con nuestras pensiones en un futuro relativamente lejano puede tener efectos sustanciales hoy. Por esto resulta preocupante que no tomemos decisiones serias para apuntalar el sistema ya mismo.

El problema añadido sobre el que quiero hablarles hoy es que el sostenimiento de las pensiones no es el único bien que necesita un pacto intergeneracional. La educación también puede depender de un acuerdo entre personas de distintas edades para sostenerse. Y aunque seguiré con la educación, el lector interesado se dará cuenta de que casi todo lo que diga se aplica de manera similar al medio ambiente.

Las razones por las que es oportuno intervenir en educación son familiares. Los retornos sociales pueden ser superiores a los individuales, y el mercado de capitales puede no funcionar de manera perfecta, de manera que los niños (o sus familias) no pueden pedir prestado para financiar su adquisición de capital humano. En estas condiciones tiene sentido que el Estado preste servicios educativos (o que financie la adquisición de los mismos en el sector privado).

Pero aquí surge una dificultad similar a la que nos encontrábamos en el caso de las pensiones. El gasto en educación hoy no beneficia a la generación que paga impuestos hoy, sino a la que los pagará mañana. Esto genera un dilema parecido al que nos enfrentábamos con las pensiones. Incluso si yo soy altruista respecto a mis propios hijos, de cada uno de mis euros que se gasta en educación, la mayoría va a financiar la educación de otros niños. Y muchos votantes no tienen hijos, ni piensan tenerlos, o sus hijos ya están educados. Entonces, ¿para qué pagar bienes públicos escolares? Este problema es incluso más difícil de solucionar que el de las pensiones. Aquí no se puede encontrar un equilibrio en el que si una generación deja de pagar a sus jóvenes algo malo les pasa a ellos, porque justamente ellos ya no son jóvenes. ¿Qué hacer?

La respuesta me llegó a mí de la mano de nuestro colaborador Michele Boldrin y su coautora Ana Montes (una versión periodística del argumento aquí), y de Antonio Rangel (aunque ambos artículos señalan que su idea está inspirada en versiones menos desarrolladas de la misma por parte de otros autores). La idea es fácil de comprender una vez se entiende el argumento que describí más arriba sobre el pacto entre generaciones para las pensiones. Nuestras pensiones de mañana dependen de que los trabajadores de hoy paguen a los mayores de hoy. Para la educación el argumento es similar. Los trabajadores de hoy pagamos la educación de los jóvenes de hoy para que estos paguen nuestra jubilación mañana.

Una ventaja del artículo de Michele y Ana (sobre el de Antonio) es que contempla explícitamente la acumulación de capital físico y humano. Esto permite hacer recomendaciones muy concretas sobre las cuantías del "pacto", los niveles impositivos y hasta el mecanismo para realizarlo. Se conecta de manera directa y visible la inversión en educación de la presente generación con las pensiones y con la tasa de retorno del capital. Tan es así que no me resisto a transcribir (traducido) el texto de su Proposición 3:

Si el conjunto de las transferencias intergeneracionales inducidas por la educación pública y los sistemas públicos de pensiones dan lugar a la asignación de mercado competitiva se debería observar lo siguiente. Para una determinada generación, la tasa implícita de retorno que, a lo largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los servicios de educación recibidos y las cotizaciones sociales pagadas, es igual al tipo de interés de mercado. Del mismo modo, la tasa implícita de retorno que, a lo largo del ciclo de vida, iguala los valores descontados de los impuestos pagados para financiar la educación y los pagos de pensiones recibidos, es también igual al tipo de interés de mercado.

Con una predicción tan específica uno puede mirar los datos para comprobar si la forma en que pagamos pensiones y recibimos educación es consistente con una asignación eficiente. Los autores nos dicen que en su modelo cuantitativo de la economía española entre 1985 y 1995 la cosa no iba tan mal. Su estimación de la tasa de retorno implícita de la educación para ese período es del 4.238%, mientras que la tasa cargada por el gobierno implícitamente sobre sus préstamos educativos iba del 3.6307% al 4.2601%.

Una imagen puede ser útil para darnos cuenta de la magnitud del problema. El siguiente gráfico, que se puede encontrar en el artículo de Boldrin y Montes en el Journal of Population Economics, muestra el tamaño de las transferencias e impuestos correspondientes para el caso español en 1990 consistentes con la implementación correcta del pacto entre generaciones. Las montañas de la izquierda y la derecha son las transferencias para educación y pensiones. Las del centro son los impuestos correspondientes a las mismas. Los números a la derecha son los valores de esos impuestos y transferencias en euros a precios de 1990.

edu.redPara visualizar el cambio en estos flujos que corresponden a una transición demográfica importante, podemos ver como cambiarían los números con los datos demográficos correspondientes a 1998 (pero manteniendo precios de 1990). Puede verse un aumento muy sustancial del gasto en educación, que casi se duplica, mientras que las cotizaciones sociales también aumentan notablemente por la mayor participación laboral. Imaginen ahora lo que sucederá cuando esos jóvenes de los 90 se jubilen en masa a mediados de este siglo. Casi duele pensar el tamaño de la joroba de la derecha y los impuestos asociados a la misma.

edu.redEstos resultados hay que tomarlos con todas las precauciones que queramos. Pero son un dato más para añadir a todos los que se van acumulando a favor de reformar con seriedad y sin dilación nuestro sistema de pensiones. Tenemos que hacerlo no solamente porque nos arriesgamos a quedarnos sin pensiones. Si no lo hacemos podemos estar negando a nuestros jóvenes y al propio planeta su futuro.

– 15 años para que estalle la bomba demográfica europea (El Confidencial – 25/10/10)

(Por S. McCoy) Lectura recomendada

Muy interesante el reportaje publicado ayer por El País en su Suplemento Negocios sobre la convergencia económica entre el mundo desarrollado y el emergente en la última década. Un proceso que sería el resultado de la mejora tanto de las tasas de crecimiento como del PIB per cápita de estas últimas naciones. Y cuyo origen, a juicio del editorialista del diario, se encuentra no sólo en la abundancia de factores de producción sino también en la mejora de la productividad de los mismos, inercia que continuará en los próximos años.

Sin embargo, para que el análisis fuera completo, les habría convenido a los autores darse un garbeo por las estadísticas publicadas por Eurostat, la oficina estadística europea, esta última semana. Ciento trece páginas de extraordinario valor documental que comparan Europa con el resto del mundo en general y los quince países no europeos miembros del G-20 en particular, a saber y por orden alfabético: Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, Corea del Sur, China, India, Indonesia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía y Estados Unidos. Una acotación que representa el 85% del PIB agregado mundial y dos terceras partes de su población.

¿Por qué resulta tan interesante el documento? Porque pone de manifiesto la bomba demográfica sobre la que descansa plácido e inconsciente el Estado del Bienestar de los países de nuestra querida Unión de 27. Y porque anticipa, a su vez, el inevitable giro en la supremacía económica global hacia Asia, resultado de factores de demanda y oferta en el capital humano que amenazan con arrebatar su cetro a Occidente. Así, en la comparación que los autores realizan entre 1960 y 2010 se puede apreciar:

1. Mientras que la población en Europa apenas ha crecido un 25% en 50 años, la mundial lo ha hecho en un 130%. La tasa de la UE se sitúa por debajo de Estados Unidos (70%) e incluso Japón (35%). Sí Japón. India, Indonesia, México o Turquía han triplicado el número de sus ciudadanos en el mismo periodo. Se espera que para 2025 Europa deje de tener aumentos de población, fenómeno que se reproducirá a nivel mundial para los estados del G-20 alrededor de mitad de este siglo. 15 años quedan pues para que salten todas las alarmas.

2. De hecho, si nos atenemos al cuadro de la página 34, podemos comprobar que gran parte del incremento de la última década en la UE-27 es debido a la inmigración, mientras que el resto del G-20 es exportador de mano de obra con excepción de Australia, Canadá, Sudáfrica y Estados Unidos. Una salida que, como señala el estudio, está ligada a la búsqueda de una mayor "prosperidad económica y estabilidad política", realidad que cada vez es más abundante en los BRICs y asimilados. Movimientos de gente pasados no garantizan su repetición en el futuro.

3. Asia concentra prácticamente el 60% de la población mundial (India y China solas suman el 37,2%), mientras que África aporta un 15% adicional. La UE 27 apenas supone un 7% del total frente al 13,3% que suponía en 1960. La mejora de la esperanza de vida en las sociedades en desarrollo asegura una continuidad de la iniciativa económica en el tiempo frente a naciones envejecidas y sin adecuada reposición demográfica como Europa.

4. De hecho, es preocupante el cuadro que figura en la página 18 del informe que muestra el número de mayores de 65 años en relación con la población activa (entre 15 y 64): apenas supone un 11,5% en el resto del G-20 frente al 26,1% en Europa. Y eso que incluye Japón (35,1%) o Estados Unidos (19,4%). En Brasil, India, Indonesia, Arabia Saudita, Sudáfrica o Turquía hay un jubilado por cada 10 curritos potenciales (desempleo aparte). Alemania e Italia están por encima del 30% en la UE-27.

5. La proyección a 2050 es espeluznante. El porcentaje en Europa subiría al 50%, cada dos trabajadores sostendrían a un jubilado, y al 25% en el resto del G-20 con Japón situado en el 74,3%. Para que algunos aún duden de la necesidad de políticas integrales de fomento de la natalidad, de reformas estructurales en el Régimen de Cotización y Prestaciones de la Seguridad Social y de la obligación de alargar la vida laboral con objeto de adecuarla a la mayor y mejor vida de la que actualmente disfrutamos. A partir de ahí el análisis engarza con lo publicado por El País y se centra en los datos macro que muestra una supremacía económica de Europa a nivel mundial al concentrar el 30,4% de su PIB, frente al 23,4% de Estados Unidos, y su predominante papel en el comercio mundial (cuadro de la página 42). Sin embargo, el futuro se presenta amenazador. Resto de los factores productivos aparte –elementos físicos, capital, tecnología, regulación- Europa pierde por goleada en lo que a recursos humanos se refiere, no tanto por cualificación sino por contracción numérica y expansión de edad. Una sociedad envejecida es una sociedad perezosa, precavida y pedigüeña. Más vale que nos demos cuenta cuanto antes. Nos va el futuro en ello

– Suecia, el espejo al que debería mirar Zapatero para garantizar las pensiones (El Confidencial – 29/10/10)

(Por Ignacio J. Domingo) Lectura recomendada

La senda reformista que el Gobierno español tomó la pasada primavera, con el duro plan de ajuste fiscal como pistoletazo de salida, la reforma laboral como estandarte, los cambios en el modelo de pensiones como próxima meta volante y la Ley de Economía Sostenible (LES) como destino final de legislatura, tiene en Suecia un antecedente de éxito sin parangón. De hecho, no pocos expertos eligen a la mayor economía escandinava -con permiso de Noruega, que le sigue a rebufo- como arquetipo de las sustanciales y necesarias modificaciones en el patrón de crecimiento español para retornar a la estabilidad financiera y asegurar un dinamismo sostenible.

El presidente español, que acaba de remodelar su Gabinete para, según sus propias palabras, "acelerar las reformas", asentar "la recuperación de la economía y el empleo" y "explicar mejor" -o, dicho de otra forma, aplicar pedagogía– a estas transformaciones, debería echar un vistazo a la hoja de servicio reciente y a la agenda futura de su colega Fredik Reinfeldt, flamante vencedor de las elecciones suecas, el pasado 19 de septiembre, y último jefe de Gobierno de centro-derecha en asumir -en este caso, renovar- el cargo en Europa. En especial, para analizar el ensalzado sistema de pensiones sueco y su reconocido liderazgo mundial en competitividad, tecnología, sostenibilidad medioambiental e igualdad de género. Suspiros todos ellos de la España de Zapatero.

Pero, ¿qué incógnita ha logrado despejar Suecia, la segunda economía -tras la danesa-, con una presión fiscal más alta -el 46,9% de su PIB- para mantener tan generoso Estado de Bienestar con pensiones sustanciosas, una Educación y una Sanidad de reconocido prestigio, saneamiento presupuestario, que ha coqueteado, al comienzo de esta década, con el pleno empleo y que ha adquirido un estatus incuestionable de inversor internacional? Tanto en materia de pensiones como de políticas sociales y económicas en general, la solución ha pasado por confeccionar un calendario constante de reformas para adecuarse a los ciclos de negocios y preservar la salud de sus arcas estatales. Un hecho que no ha pasado desapercibido para la Secretaría de Estado de la Seguridad Social, que maneja informes -preparatorios de los cambios que se avecinan en el Pacto de Toledo- en los que sitúa a Suecia en el bloque de países más reformistas.

edu.red

Un lustro y medio de reformas en las pensiones

El viraje de las pensiones en Suecia se inició en 1993, año en el que la economía española emprendió el ciclo de crecimiento más prolongado de su historia y que tocó a su fin en el último tramo de 2008. Es decir, en la última victoria socialista con Felipe González de cabeza de cartel electoral. Desde entonces, Suecia -gobernada por socialdemócratas en 61 de los últimos 74 años- puso en marcha un modelo dual, público-privado, en el que el cómputo de las pensiones resulta variable porque se basa, por un lado, en las aportaciones individuales que cada trabajador que pasa a situación de retiro ha realizado a lo largo de toda su vida laboral -en lugar de depender de la población activa- y, por otro, de las rentas obtenidas a través de los varios centenares de fondos privados de inversión –de carácter personal- y otros gestionados desde las empresas.

Fue el principio del fin del vetusto sistema de reparto y su sustitución por uno de capitalización que, a tenor del diagnóstico de los analistas, tiene en cuenta la variabilidad de los ingresos futuros. Dicho de otro modo, y en palabras de Elisa Chuliá, profesora de la UNED -quien en un informe para Funcas elige a Suecia entre los países que "han abandonado la lógica de la prestación definida, sustituyéndola por la de contribución definida"- en el país escandinavo se eligió "la introducción de las cuentas nocionales, lo que implica que los beneficiarios no obtienen una pensión en función de sus salarios -o sus bases contributivas, que se establecen a partir de sus salarios registrados-, sino de sus contribuciones efectivas al sistema, que se van anotando en una cuenta individual ficticia y, posteriormente, en el momento de la jubilación, se revalorizan en función de determinados criterios". En su análisis, publicado en el último número de Panorama Social, editada por la Fundación de las Cajas de Ahorros, identifica a España -en cambio- como "el Estado miembro de la UE que, probablemente, ha adoptado menos reformas basadas en criterios de mantenimiento del equilibrio financiero futuro del sistema de pensiones".

 edu.red

Con su método de cálculo, los jubilados suecos no parecen tener demasiadas razones para las quejas. Con las pensiones mínimas garantizadas próximas a los 1.000 euros mensuales, la "nómina" puede duplicarse e, incluso, triplicarse, de manera habitual. Además, cada vez son más numerosos los trabajadores que deciden sobrepasar los 65 años de la edad de retiro porque, más allá de este tope legal, la factura engorda considerablemente. A pesar de que, en los últimos ejercicios, como consecuencia de la dura recesión que ha soportado el país -con números rojos de dos décimas en 2008 y del 4,5% el pasado ejercicio- las pensiones hayan experimentado recortes de entre el 3% y el 4%. Una opción -la del recorte de las pensiones- que no por criticada resulta socialmente cada vez más aceptada en beneficio de la sostenibilidad del sistema. No en vano, Suecia, como España, el conjunto de Europa y Japón, son las latitudes que más soportarán las consecuencias del envejecimiento de la población.

Peso del gasto en pensiones

Pese a la alarma generalizada en Occidente, Suecia presenta unos números presentes correctos y unas previsiones financieras optimistas para hacer frente a este fenómeno. Un reciente estudio de Standard & Poor"s, bajo el elocuente título de El envejecimiento global 2010: una verdad irreversible, en el que compara parámetros sociales de 49 países, cifra en el 9,6% del PIB el gasto que el Gobierno de Estocolmo destinará a sus suculentas pensiones este año, siete décimas por encima del español. Sin embargo, contabilizados los efectos colaterales del envejecimiento social a cada economía, España elevaría hasta el 15,5% estos desembolsos en 2050, frente al 9% de Suecia, cuya factura, paradójicamente, sería más reducida en el ecuador de este siglo que en la actualidad.

Es cierto que, como advierte Raymond van der Putten, analista de BNP Paribas, el éxito de los modelos nórdicos de jugosos Estados del Bienestar, flexi-seguridad laboral y altas tasas de competitividad internacional, "puede deberse a que se trata de economías relativamente pequeñas con una población bastante homogénea". Pero también es cierto que, según sus palabras, "están mejorando la sostenibilidad de sus modelos en los últimos años, con rebajas fiscales que estimulan a sus trabajadores a prolongar sus horas de trabajo". Todo ello explica que la OCDE sitúe a Suecia más de tres puntos porcentuales por encima de España al medir la población en edad de trabajar. El 26,2% en el caso español, frente al 29,4% del sueco.

Estabilidad presupuestaria

Reinfelt, el primer ministro conservador que acaba de obtener otro mandato de cuatro años para cumplir sus compromisos de estabilidad financiera, calificado de pragmático más que de ideológico tanto por sus detractores como por sus defensores, ya ha admitido que su promesa electoral de un nuevo recorte impositivo que sumar a la paulatina rebaja del IRPF, que emprendió en 2006 y que equivale, hasta el momento, al 2,3% de la economía sueca, "no se producirá en 2011". Una medida interpretada como "prudente" para cumplir con el consenso del mercado, que augura la vuelta a un déficit de entre el 2% y el 3% y con una economía ya en números negros del 1,5% ya al término de este año. Una "disciplina fiscal" que lleva a Ana Mates, de Standard & Poor"s, a augurar, sin paliativos, el mantenimiento de la triple A de la agencia de calificación a corto y medio plazo. Para Mates, el único borrón de su coyuntura es una tasa de desempleo que la crisis financiera y la dura recesión ha elevado por encima del 11%. Cota que podría ser menos coyuntural de lo esperado, precisa.

Potencia exportadora

La clave de esta fulgurante reanimación de la economía sueca es su potente sector exterior. En su doble dimensión, exportadora e inversora, con grandes multinacionales como Electrolux, Ericsson o Volvo, y unos flujos de capital y ventas fuera de sus fronteras muy diversificados en bienes, servicios y mercados geográficos. La gran prueba de este liderazgo sueco se puede apreciar en los indicadores mundiales que el World Economic Forum (WEF), fundación creadora de las cumbres de Davos, realiza sobre competitividad -basado en 12 pilares ideados por el profesor español Xavier Sala-i-Martin que miden este parámetro, el gran Talón de Aquiles de la economía española-; sobre tecnologías -que calibra el clima de las tecnologías de la información para hacer negocios, sus infraestructuras y su uso por parte de personas y empresas- e igualdad de género, que determina la brecha profesional y social entre hombres y mujeres. Suecia ocupa, respectivamente, el segundo, el primer y el cuarto puesto en cada uno de estos tres rankings, en los que España aparece en los lugares 42, 34 y 11.

Pero, sobre todo, este salto sueco a cotas tan elevadas de fundamentos económicos impulsores de la productividad se ha producido con un alto grado de paz social. Un cambio de patrón de crecimiento que Zapatero pretende diseñar a través del sempiterno proyecto de LES, aún bajo los efectos de su primera huelga general contra la reforma laboral y con su propuesta sobre pensiones sobre la mesa negociadora. Eso sí, sin la aparente crispación que los cambios en las pensiones están ocasionando en Francia, con nueve jornadas de protesta convocadas contra el Gobierno de François Fillon por este espinoso asunto.

– Los parámetros del sistema de pensiones: generosidad, redistribución y políticas de mínimos (Fedea – 30/10/10)

(Por Sergi Jiménez) Lectura recomendada

En este post caracterizamos, desde una perspectiva histórica, la evolución de los parámetros claves del sistema, poniendo un énfasis especial en la pensión mínima que marca en última instancia la generosidad del sistema. Ilustraremos la relevancia de la pensión mínima como principal elemento de redistribución del sistema de pensiones y,  finalmente, su importancia como generadora de incentivos a la jubilación anticipada de los trabajadores de edad avanzada.

Como es bien conocido el cálculo de la pensión a recibir se articula sobre tres elementos principales: la base reguladora, que depende de las cotizaciones en los últimos 15 años, la penalización por edad y la penalización por cotización insuficiente. Todos estos elementos son importantes en el cómputo final de la pensión y su modificación puede alterar sustancialmente la naturaleza del sistema. Sin embargo, muchas veces se ignora que hay una serie de parámetros, las contribuciones y pensiones máximas y mínimas, que determinan la holgura y generosidad del sistema.

En efecto, las contribuciones máximas y mínimas determinan la carga impositiva mínima y máxima que se impone sobre los salarios en la economía. Cerrando el abanico entre ambas, el regulador tiene la potestad de limitar o ampliar la cobertura del sistema. En este contexto, es particularmente importante la contribución máxima ya que es evidente que aquellos individuos con un salario por encima del máximo de cotización soportan una carga impositiva efectiva menor que aquellos que quedan por debajo de dicho límite. Una implicación inmediata de este hecho es que las contribuciones a la SS favorecen la contratación de trabajo altamente cualificado, relativamente más barato (ya que tiene menores cargas sociales relativas), respecto al resto.

Las pensiones mínimas y máximas acotan la generosidad del sistema de pensiones. En teoría están íntimamente ligadas con las contribuciones máximas y mínimas pero como veremos hay algunas salvedades. Una persona de 65 años de edad, que haya cotizado siempre por el mínimo y que ha contribuido más de 35 años, acumula una base reguladora en 2010 de 573.35 euros y tiene derecho a una pensión de 587.8 (x 14 pagas) si no tiene cónyuge a cargo y de 725.2 euros si lo tiene. Alternativamente, una persona de 65 años de edad que haya cotizado siempre por el máximo y contribuido más de 35 años tiene una base reguladora de 2734.72 euros y espera una pensión de 2466.2 euros (también por 14 pagas).

La evolución de los parámetros del sistema

El cuadro 1 ilustra la evolución de los principales parámetros del sistema en los últimos 30 años. Se observa una clara compresión de los parámetros relativos del sistema, que en la literatura se ha venido denominando la reforma silenciosa. Así el ratio pensión mínima vs máxima, en torno al 10-15 por ciento al principio del periodo considerado, no ha parado de crecer, situándose en torno al 30 por ciento en 2010. Igualmente, el ratio contribución máxima vs contribución mínima, que podemos denominar holgura del sistema, no ha parado de decrecer, reduciéndose un 26 por ciento en el periodo. Respecto al crecimiento real de los parámetros, nótese, por ejemplo, que la pensión mínima ha tenido dos etapas de fuerte crecimiento: 1985-1990 y 2004-2010.

Cuadro 1: Evolución de las políticas de pensiones y contribución del sistema.

edu.red

edu.red

Sin lugar a dudas, la evolución de los parámetros del sistema ha estado ligada a la coyuntura política imperante en cada momento. El cuadro 2 resume la evolución de los principales parámetros del sistema bajo las tres presidencias que se han sucedido desde 1982: González, Aznar y Zapatero. En su época como Presidente, González impulsó una política de incremento de la pensión mínima y reducción de la máxima, si alterar, en términos reales las contribuciones del sistema.  Por su parte, Aznar dejó básicamente el sistema inalterado, lo cual de hecho implica reducir su generosidad en relación al salario medio en la economía. Finalmente, Zapatero ha dado un fuerte impulso a la generosidad del sistema, mediante el incremento de la pensión mínima (casi un 30 por cierto), aunque también ha contribuido al estrechamiento del sistema mediante el aumento (11.7 por ciento) de la contribución mínima, lo cual ha reducido notablemente el abanico de cotizaciones.

Cuadro 2. La evolución de la política de mínimos y máximos en términos reales.

edu.red

En el contexto español es particularmente importante la pensión mínima, que es el principal mecanismo de redistribución del sistema de pensiones español. En la Figura 1 presentamos la evolución de la pensión mínima (con o sin cónyuge a cargo) relativa al salario mínimo interprofesional en los últimos cuarenta años. Como podemos observar el sistema hasta la etapa democrática la pensión mínima era relativamente pequeña en comparación al SMI. A comienzos de los 80, la pensión mínima representaba 0.7 veces el SMI. Desde entonces, la relación no ha parado de crecer superándose el nivel de uno a uno (en el caso de pensión mínima con cónyuge a cargo) a principios de la presente década. Obviamente, esto puede tener importantes implicaciones sobre la participación laboral  de determinados colectivos, como posteriormente veremos.

Figura 1. La generosidad relativa del sistema.

edu.red

La incidencia de la pensión mínima

Los complementos a mínimos se definen como la cantidad necesaria para llevar la pensión calculada hasta la pensión mínima y constituyen el elemento más importante de redistribución implícito en el sistema de pensiones español. En términos cuantitativos, los complementos a mínimos representan una fracción no despreciable del gasto en pensiones, aunque la importancia varía según el programa (véase el Cuadro 3): en el entorno del 5-6 por ciento del total en pensiones de invalidez, el 8 por ciento en pensiones de jubilación y entre el 13-15 por ciento en pensiones de viudedad. El coste total del programa de complementos a mínimos puede situarse en 2010 en torno a los 7.000 millones de euros, de los cuales 2.806 millones están financiados vía presupuestos generales y el resto de la caja de la Seguridad Social. Sin lugar a dudas, la financiación completa de los complementos a mínimos vía presupuestos generales mejoraría sustancialmente las arcas del sistema, pero no eliminaría los problemas de sostenibilidad del sistema en el medio y largo plazo.

Cuadro 3. Incidencia y cuantía relativa pensiones mínimas según programa. 

edu.red

 Cuadro 4. Incidencia y cuantía relativa pensiones mínimas según régimen.

edu.red

a incidencia de los complementos a mínimos varía enormemente según el régimen de cotización (véase el cuadro 4). Así, en el régimen General los complementos a mínimos afectan a aproximadamente el 20 por ciento de las pensiones y representan el 5-6 por cierto del coste total. En otros regímenes la importancia es mucho mayor: en el régimen de autónomos, la incidencia, que llegó a ser del 50 por ciento, se sitúa actualmente en el 36 por ciento  por ciento, y la cuantía oscila entre el 13 y el 15 por ciento. En los regímenes agrario (tanto por cuenta propia como ajena) y del hogar la importancia es aún más acusada si cabe, ya que la incidencia aún está por encima del 50 por ciento y la cuantía ronda el 20 por ciento del gasto. No es casualidad que sean estos regímenes donde se observa una mayor tasa de compra de pensiones. Por último, es importante reseñar que muchas pensiones mínimas no lo son en el momento de su concesión sino posteriormente, debido al mayor crecimiento de la pensión mínima o generosidad del sistema respecto al resto de pensiones (véase Boldrin et al (2001) para un análisis detallado). Este fenómeno fue especialmente importante a principios de los 90 y en años recientes. En consecuencia, podríamos concluir el sistema de pensiones español se caracteriza por implicar redistribución del régimen general a otros regímenes. 

Pensión mínima e incentivos a la jubilación

La pensión mínima es un poderoso incentivo a la jubilación anticipada. La misma, elimina los incentivos a seguir trabajando a partir de la primera edad en la que el cobro de la pensión es posible (60 o 61) para todos aquellos trabajadores con cotizaciones cercanas a la mínima o con carreras contributivas cortas. La figura 2 muestra el efecto de la pensión mínima en un modelo de ciclo vital sobre un individuo de ingresos bajos (en el percentil 10 de la distribución). La conclusión es diáfana, la pensión mínima remueve los incentivos, medidos en el eje vertical, a seguir trabajando para los trabajadores de bajos ingresos. El resultado del análisis también sería extensible a otros casos, por ejemplo el individuo de ingresos medios pero carrera contributiva muy corta.

Figura 2. El efecto de la pensión mínima: utilidad marginal de seguir trabajando para un individuo en el percentil 10 de los ingresos.

edu.red

Uno puede o no creerse la teoría, pero los datos son siempre tozudos y la evidencia disponible muestra diferencias notorias de comportamiento entre los trabajadores potencialmente afectados por la pensión mínima (justo al retirarse o unos años después) y los no afectados. En la figura 3 mostramos la tasa de salida hacia la jubilación (retirement hazard) de los individuos afectados por la pensión mínima y los no afectados en una muestra de historiales laborales en 1995. Observamos que los potencialmente afectados por la pensión mínima se retiran anticipadamente en mayor proporción  a todas las edades anteriores a la edad de jubilación normal (65).

Figura 3. Tasa de salida a la jubilación según relación con la pensión mínima

 edu.red

De hecho, en Jiménez-Martín y Sánchez-Martín (2007) encontramos que la presencia de pensiones mínimas triplica la incidencia de la jubilación anticipada que se hubiera observado en ausencia de las mismas. En el mismo trabajo se muestra, sólo a título ilustrativo, que retrasar la edad de acceso a la pensión mínima hasta la edad de retiro normal consigue reducir notoriamente la incidencia de la jubilación anticipada. En definitiva, la pensión mínima es uno factores explicativos más importantes de la jubilación anticipada y, por tanto, cualquier reforma de la misma ha de tener en cuenta el impacto de la misma sobre las decisiones de retiro de los individuos.

En suma, al analizar la pensión mínima uno ha de tener en cuenta que la misma cumple un doble papel: por un lado, es el elemento más importante de redistribución del sistema de pensiones; por el otro, determina las decisiones de salida de amplios colectivos de individuos. En consecuencia, aumentar su generosidad tiene la virtud de garantizar mejores rentas en la vejez para los colectivos aparentemente más desfavorecidos a cambio de expulsar un poco más temprano a los mismos del mercado de trabajo.

-Cuando el empobrecimiento de los pensionistas, se considera un "daño colateral"

Pasacalle (IV)

He querido dejar que los jóvenes economistas hablaran primero. Graduados "cum laude" en las mejores universidades del mundo, distinguidos catedráticos, académicos de prestigio, con libros, informes, estudios, conferencias, congresos y ponencias que respaldan sus opiniones. Economistas, actuarios, matemáticos, estadísticos, ingenieros sociales. En fin, la juventud mejor formada de la historia…

Pues para estos distinguidos "eruditos", si es que yo he entendido bien, la solución para casi todos los males económicos de las sociedades desarrolladas pasa por "atrasar la edad de jubilación"… "reducir las pensiones"… "que se trabaje hasta la muerte o hasta muy (muy) cerca de ella". Así los números cuadran, los actuarios se quedan tranquilos, el déficit y el endeudamiento público alcanzan valores razonables. Un "mal de altura", que puedo aceptar, pero no compartir. Perdón.

En un sistema de reparto las aportaciones sociales de los trabajadores (población activa) sirven para sostener los pagos a los pensionistas (población pasiva). Si se reduce el número de trabajadores ocupados (aportantes) la "solución de equilibrio" que proponen algunos de estos "vegetarianos caníbales", es acotar (proporcionalmente) la retribución a los pensionistas. Esto se puede hacer demorando el inicio del pago de las prestaciones (retrasando la edad de jubilación), o bien disminuyendo las prestaciones (o tal vez las dos cosas, como se insinúa o intenta denodadamente). De una relación 4 activos por 1 pasivo (antes de la globalización), se ha pasado a 2 activos por 1 pasivo (durante la globalización). Técnicamente impresentable, actuarialmente insostenible, económicamente ruinoso, financieramente insoportable, dogmáticamente irritante.

En mis épocas de estudiante (cuando aún se utilizaba la tiza y la pizarra) había "teoremas" que se demostraban por el absurdo (creo recordar). Para el caso de un "teorema de los jubilados", sería interesante preguntar a estos "grandes bonetes" cómo balancearían las cuentas del sistema público de pensiones en el caso que la población activa continuara reduciéndose (que tal como van las cosas parece inevitable o al menos bastante previsible). El problema del paro se resolvería, reduciendo, o demorando las pensiones hasta el límite ("tendiendo al infinito", dirían los matemáticos) o privatizando las pensiones (que sería la "solución final", más apetecible para la banca)… ¿Y el "contrato social?… Qué contrato social. Eso es cosa de la historia y, como ya sabemos, estamos ante "el fin de la historia y el último hombre" (que… ¿será un pensionista?). O sea.

Una demostración por el absurdo sería fusilar a los pensionistas. Si la economía no crece, si no se ocupan más trabajadores (para que con sus aportaciones puedan soportar el pago de las pensiones), la solución es "dejar morir o matar a los viejos". Matar resulta más expeditivo ("crearía más valor"). Wal Street lo premiaría. Sería como cuando las acciones de una empresa suben su cotización, al anunciar un despido masivo de personal (cruento ejemplo del absurdo cortoplacista).

Los "ángeles de la muerte" en los hospitales públicos serían como los bróker de la bolsa. Cuantos más viejitos "mandaran al otro mundo" mayores bonus. Les regalo la idea a los jóvenes economistas: el hospital "Dr. Drácula" ha mejorado su productividad, en el mes de enero firmaron el certificado de defunción de 320 personas que se acercaban peligrosamente a la edad de la jubilación. Al director médico se le asignaron las "stock options" proporcionales, el personal de enfermería ha doblado la paga extra y los médicos de la UVI recibieron los bonus correspondientes… El "mercado" premia la mayor competitividad del hospital.

Partes: 1, 2, 3, 4
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente