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Del desempleo estructural al conflicto intergeneracional (página 4)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Para que los grandes números de la macroeconomía mejoren quedan por resolver: las personas que enferman demasiado, los niños que crecen de prisa, las personas que comen en exceso (o las que todavía comen, sin más), los que consumen mucha agua, los que gastan demasiada energía, los que pretenden estudiar en establecimientos públicos… en fin, ¿los que pretenden continuar viviendo? En los cementerios no hay inflación, ni déficit, ni deuda. Y eso… "gusta a los mercados".

Me interesaría preguntar a los econometristas "high frequency" si realmente creen que los jubilados nos sacaran de la crisis. Probablemente estos "académicos en la nube" me contestaran que el problema está en el Estado de bienestar (insostenible) y que deben hacerse todas las "reformas estructurales" necesarias para recuperar la competitividad. Que los países desarrollados no pueden seguir viviendo por encima de sus posibilidades. Que los grandes déficits públicos resultan inadmisibles y el alto endeudamiento soberano insostenible.

Y aquí llegamos a la "médula" del asunto. El Estado de bienestar, las reformas estructurales, la productividad, la competitividad, la internacionalización, la deslocalización, el libre movimiento de capitales y mercancías ("libérrimo" en lo financiero y "amañado" en los bienes).

De seguir los "sabios consejos" de los catedráticos de Harvard, Stanford, Columbia, MIT, Oxford, Cambridge, London School of Economics… ¿cuál sería el modelo "asimilable" de Estado de bienestar, para los países europeos? ¿el de China? ¿el de la India? ¿el de Vietnam? ¿o el de Camboya? ¿el de Indonesia? (siguiendo por el sendero de la competitividad pronto habrá que hacer "benchmarking" en algún país africano). Un ethos peligroso y derrotista.

Para recuperar la "competitividad" perdida en Europa ¿se deberían pagar salarios chinos, hindúes, brasileros o rusos?

Para aumentar la "productividad" perdida en Europa ¿se deberían trabajar 14 ó 16 horas diarias (6 días a la semana), dormir en las fábricas, no tener vacaciones, no tener licencia por enfermedad o maternidad, e ir a "mear" con horario establecido y a la vista del capataz?

Para que las empresas europeas vuelvan a demandar empleo ¿la alternativa razonable es el despido libre? ¿unos trabajadores de usar y tirar? ¿un ejército en la reserva de costo cero?

Para que los gobiernos europeos eliminen sus déficits ¿se debería suprimir la sanidad pública, la educación pública, y el sistema público de pensiones?

En el libre movimiento de capitales y mercancías (esa tierra plana que proclamaron los apósteles de la globalización) ¿qué espacio queda para Europa (ya no digamos para el Estado de bienestar, abolido por imperativo del mercado)?

Los profetas del librecambio proclaman la "tecnología" como el "ojo de la aguja por la que pasará el camello" europeo. Desde Finlandia a Grecia y desde Portugal a Polonia, todo será un big "Silicon Valley" en honor de las nuevas tecnologías. Y todos (toditos todos) los europeos programaremos video juegos, casinos y apuestas deportivas por internet, You Tubes, Twitters, Facebooks y otras redes con las que "enredar" a los incautos. Eso sí, "por amor a la competitividad perdida", un Silicon Valley, pero con sueldos de Bangalore, of course. 350 millones de trabajadores en las nuevas tecnologías, aunque dejando unos pocos "camareros" de sol y playa, y algunos "jardineros" del parque temático (seguramente de los PIGS) para atender a los turistas que visiten Eurlandia (probablemente de Asia, donde se fueron a parar los empleos que perdió (¿o regaló?) Europa, en aras de la deslocalización y el librecambio). Una "boutade" digna de un Nobel de economía… ¡No jodamos!

Estimados "eruditos de laboratorio", perdonen ustedes que este viejo de 65 años (que afortunadamente, y por ahorros propios, no necesita de la jubilación para vivir, queda dicho) les haga algunas "aproximaciones de cabotaje". Que intente, con toda humildad, reiterar algunas pasadas ideas políticamente incorrectas (es lo mío, casi siempre). Allí por abril de 2002 publiqué un Ensayo (Los daños ocultos del librecambio – La doble vida de la economía global (Unión Europea: Apertura y vulnerabilidad – (¿Es posible imaginar un futuro diferente al pasado reciente?) donde, entre otras cosas, decía:

El Comercio libre promueve el bienestar de los ricos, pero no necesariamente el bienestar social, que debería aplicarse a la gran mayoría de la población. No es de extrañar entonces que las compañías multinacionales y sus directores ejecutivos, con sus feudos industriales diseminados por el mundo, adhieran fervientemente al comercio libre.

El comercio internacional beneficia a unas pocas empresas y a unas pocas familias propietarias, perjudicando o en el mejor de los casos dejando en igualdad de condiciones, al resto de las empresas y familias, cualquiera sea su lugar de radicación o residencia. Para mayor agravante -si cabe- el libre comercio -profetizado, publicitado e impuesto-, es sólo una pantalla para la financierización de la economía, que es el objetivo buscado (y por lo que se constata, alcanzado).

Al impulso de la liberalización del comercio se cuela el libre movimiento -fundamentalmente especulativo- de capitales, sin fronteras, limitaciones, ni controles, que es la única globalización verdadera.

En este dualismo económico que ha generado la globalización, la economía de mercado, la competencia mundial y el libre comercio, hay muy pocos que ganan mucho -muchísimo- y un resto enorme que transita la depresión silenciosa. Lo que se está intentando -aunque el discurso oficial sostenga lo contrario- es la perpetuación de las desigualdades superables, la negación de la posibilidad de tener oportunidades superiores a las nativas, de llegar a una sociedad más igualitaria.

El libre comercio perjudica seriamente a las economías de las naciones. Casi todos los problemas con que se enfrenta la Unión Europea -déficit público, aumento del desempleo, retroceso de la clase media, excesiva competencia, creciente endeudamiento de las empresas y degradación del medio ambiente– pueden estar relacionados con la política del libre comercio (extra regional) que ha estado siguiendo en los últimos años…

Esos son los daños ocultos del librecambio. El alto costo de un régimen que nos lleva a pensar en el libre cambio de los idiotas.

Una alucinación del desarrollo -la globalización de la libertad de mercado- que, entre la flexibilidad y la incertidumbre, opta por el miedo a ser uno mismo.

La doble vida de la globalización nos plantea un caso de vulnerabilidad económica: Unión Europea versus Estados Unidos. Podríamos sospechar si no estamos ante una situación de desigualdades provocadas. Si una mayor apertura de los flujos financieros y comerciales, hacen a la Unión Europea más vulnerable a las perturbaciones externas; ¿no se presentaría una situación asemejable a la de cobayas del neoliberalismo?

¿Ante la falsa globalización de la libertad de mercado, que nos imponen los fascistas económicos, es posible proyectar un futuro diferente al pasado reciente?

¿Puede imaginarse un cambio de paradigma?

¿Puede la economía salir del armario?

¿Será posible que nos devuelvan el cerebro?

¿Se animará Europa a quitarse el burka que la niega, la somete y castra desde finales de la Segunda Guerra Mundial y, sin solución de continuidad, desde el fin de la Guerra Fría?

(Hasta aquí lo publicado en abril de 2002)

Viejas y queridas causas perdidas o la amargura de la victoria…

Mientras espero (inútilmente) alguna respuesta de los "dogmáticos del mercado", dejo a los que "ni estudian" (o que si lo hacen entienden bien poco, como han demostrado en Francia), "ni trabajan" (y si todo sigue igual, tampoco trabajarán), antes que, irremisiblemente, "ni piensen" (destino final del proyecto neoliberal), el Epílogo del Ensayo (2002):

El libre comercio, podrá resultar un tópico cuya vigencia es muy difícil de remover, pero cuya injusticia sigue siendo flagrante (y se reitera).

Los puristas del librecambio nos aplastan con su rodillo económico y nos imponen un darwinismo económico cainita y fatal (se denuncia).

La liberación, la desregulación y la privatización castigan a la sociedad, avasallan la dignidad humana, amenazan el hábitat, debilitan progresivamente la autoridad gubernamental, y provocan el crepúsculo de la piedad (espera haberse demostrado)

Lo diga Agamenón o su porquero (asumo este último papel): Existe una larga sucesión de hechos contumaces que pueden valer por experimentos repetidos.

¡Ah!, y no se olviden: la igualdad de oportunidades es desigual (a ver si se enteran). El dilema no está en las pensiones, la sanidad o la educación, el problema está en el trabajo y en la distribución de los ingresos (y por ello sí, hay que salir a la calle).

Anexo: Estadísticas en vida (y lo peor de todo es que todavía no ha llegado lo peor)

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The EU´s place in the world – key indicators

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Autor:

Ricardo Lomoro

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