Cuando se aborda el tema del deporte se hace por lo corriente sin conocer sus enormes implicaciones actuales. Se le aplican esquemas, categorías e ideas que corresponden a otra época y desde luego no a la presente, en la que la práctica deportiva alcanzaba un lugar relevante. Esto no debe extrañar ni debe pensarse que tal situación nace espontáneamente. En mucho es buscada, es propiciada desde determinadas instancias, que ven con ojos poco favorables que el grado de conocimiento de las distintas facetas del deporte sea lo más reducido posible, con el fin de poder someterlo a manipulaciones interesadas. La aplicación continua de tópicos archiconocidos, la utilización constante de lugares comunes, es un magnífico instrumento para tal sentido.
En franca contraposición a esto, el estudio del deporte como acontecimiento intrínsecamente ligado a la sociedad contemporánea reclama un proceso de actualización constante. Es inaceptable que las mismas categorías y conceptos con las que se aplicaba el hecho deportivo hace muchas décadas, sean hoy igualmente aplicados cuando éste ha sufrido una transformación radical. El problema se agrava si tenemos en cuenta la enorme dinamicidad y la tremenda rapidez con la que suceden los acontecimientos en el tema que nos ocupa. Esto hace que teorías y explicaciones válidas en un determinado momento se conviertan en obsoletas en breve espacio de tiempo. Esto nos obliga a construir una alternativa para el deporte que nos permita no solo desmontar el entrenado elitista y reaccionario que impide el desarrollo de un deporte para todos concebido como instrumento de educación y formación integral de nuestro pueblo sino que también nos permita la concepción de un modelo deportivo viable que pueda ser insertado eficazmente en el proceso de reforma del Estado que actualmente se está desarrollando. Para ello resulta necesario e imprescindible reflexionar sobre el papel institucional del deporte desde sus orígenes jurídico – sociales hasta nuestros días, a fin de evaluar sus logros, sus carencias y quizás lo más importante sus perspectivas, a no dudarlas promisorias.
EL DESARROLLO DE TODA FORMA DE CULTURA FISICA ES CONDICIONALMENTE CLASISTA
La cultura física es en fenómeno multifacético en la historia de la sociedad humana. Como parte integrante de la cultura social, penetra en muchos campos de la vida social y tiene muchas relaciones con la política, la economía, la ciencia, la moral y el arte. Para su propio desarrollo, depende ampliamente del estado de la cultura en general, del nivel de la producción material y de la forma de las relaciones de producción. Al mismo tiempo, la cultura física ejerce su influencia sobre el desarrollo productivo, cultural y técnico. Ello crea importantes condiciones para el mayor rendimiento físico y mental del hombre, desarrolla sus fuerzas de manera especial y coopera en el dominio de la naturaleza y la sociedad, por medio del conocimiento y de la aplicación de sus leyes, para hacerlas más perfectas. Los ejercicios corporales que son las características más sobresalientes de toda cultura física, han sido consecuencias directas del proceso laboral y representan hoy una forma generalizada de la actividad humana. Ellos ayudan a desarrollar la cultura humana hacia formas cada vez más variadas y complicadas, teniendo cada día mayor importancia para la existencia biológica de la sociedad. La Cultura Física ha demostrado ser un factor importante en la construcción del modo de vivir de la sociedad en la edad de la técnica, del poder atómico y de la conquista del Cosmo y ha llegado a ser un fenómeno cultural y social de importancia mundial.
Es reconocido con claridad meridiana que el desarrollo de toda forma de cultura física está condicionado histórico-socialmente, es decir, que es condicionalmente clasista. Para su expresión y divulgación son determinantes las ideas y los conceptos, la ideología de la clase en el poder. Ella decide los medios, amplitud e intensidad de los ejercicios corporales, determinando también el circuito de los dirigentes y de los beneficiados. Así, la gimnasia de los griegos era un privilegio de la clase dominante, siéndole prohibida a los esclavos. Los gladiadores romanos solo podían practicar para los espectáculos mortales en el "Circus Maximums" y en las Siete Destrezas de la sociedad feudal solo los caballeros podían ser activos. En sus comienzos, el deporte era una actividad de privilegios, en el tiempo del capitalismo, la burguesía se servía de los ejercicios físicos y de la educación física para lograr sus fines. Las fuerzas civiles y militares abusaron de la cultura física, utilizándola para los fines guerreristas del imperialismo. Las organizaciones burguesas deportivas en los estados capitalistas, ayuda a su manera a mantener la sociedad de clases, que se basa en la explotación del hombre por el hombre.
EN LA LUCHA DE LAS MASAS POPULARES POR JUSTICIA Y LIBERTAD, LOS EJERCICIOS FISICOS JUGARON CONSIDERABLE PAPEL
En la historia de la sociedad humana como historia de lucha de clases, también los oprimidos y explotados se aprovecharon de la cultura física para prepararse para sus luchas de liberación. Los ejercicios corporales fueron usados por los oprimidos como medio para prepararse para la justa lucha contra los opresores. En la lucha de las masas populares por justicia y libertad, los ejercicios físicos jugaron un considerable papel. A pesar de las formas bárbaras de explotación, las clases dominantes jamás pudieron impedir la realización de algunas formas de cultura física en las masas oprimidas. En el siglo XIX, las fuerzas revolucionarias del pueblo y las organizaciones avanzadas de la burguesía, se sirvieron de los medios de la cultura física.
Para su lucha por la unidad, el derecho y la libertad. A fines del siglo XIX, se fundaron las organizaciones de la clase obrera y se desarrolló una cultura proletaria cuya meta principal era cooperar en la lucha de liberación de la clase obrera.
El carácter clasista se manifestó por lo tanto en las clases dominantes y también entre las clases oprimidas. Cabría preguntarse en este punto, si en el desarrollo de las actividades deportivas, lúdicas o de educación física en Venezuela, se ha presentado el carácter clasista. Es importante señalar que nuestros antepasados, llamados por algunos despectivamente "indígenas" o "descubiertos" practicaban diversas manifestaciones físicas que contribuían a la integral de cada uno de ellos. Distintas formas de juegos, bailes, danzas y competencias son una clara muestra de la importancia que para nuestros antepasados jugó la actividad física, como instrumento de recreación y formación social. De igual forma hay que resaltar, que estas actividades se hacían en el marco de un desempeño comunitario, es decir, todos participaban, o mejor dicho todos tenían el derecho a participar.
CON LA LLEGADA DEL CONQUISTADOR ESPAÑOL LAS ACTIVIDADES FISICO-DEPORTIVAS COMENZARON A SUFRIR LA DIVISION CLASISTA
Con la llegada del conquistador español y el tránsito del no descubierto a descubierto y con la implementación de un modo de producción esclavista, las actividades físico-deportivas comenzaron a sufrir la división clasista en la valoración social de la actividad, es decir, se implantó un valor a la actividad deportiva para los conquistadores, distinto al valor social que le imprimían nuestros antepasados. El deporte del conquistador obedecía fundamentalmente a las expresiones que para ese momento se daban en Europa, y por el contrario, nuestras manifestaciones autóctonas fueron prohibidas, avasalladas, aniquiladas para imponer por intermedio de la espada o la cruz, la cultura del conquistador.
Como expresión neo-colonial del carácter clasista de la actividad deportiva en Venezuela, podemos establecer que la explotación de nuestras riquezas (petróleo, oro, diamante) permitió el acceso de nuevos conquistadores, hoy llamadas empresas transnacionales, que implantaron en el país nuevas formas de dominación y desarrollaron expresiones deportivas que surgían fundamentalmente de su contexto social y que por razón del dominio económico, político y social se implantaron en Venezuela. Ejemplo de ello: baloncesto, béisbol, fútbol, tenis, golf, entre otros.
LA HISTORIA OFICIAL RECOGE COMO LOS DEPORTISTAS PIONEROS DE VENEZUELA A LA FLOR Y NATA DE LA BURGUESIA VENEZOLANA
De igual forma, los ricos o serviles de la forma neocolonial de dominación enviaron a sus hijos a estudiar en el exterior fundamentalmente en universidades norteamericanas o inglesas, para prepararlos para el ejercicio de gobernar. Estos estudiantes además de asimilar las nociones académicas de su profesiones, también adquirieron conocimientos teórico-prácticos de los deportes practicados en esa sociedad y a su regreso al país, contribuyeron a que esas expresiones deportivas se impusieran en Venezuela. Por esta razón, es que la historia oficial, recoge como "deportista pioneros" de Venezuela, a los hermanos Vollmer, los Machados Zuloaga, los Phelps, entre otros, es decir, la flor y nata de la burguesía venezolana. De más está decir que sus entrenamientos y competencias se hicieron en los clubes más elitescos de la ciudad capital.
De esta forma se fue consolidando en nuestro país una concepción elitesca y discriminatoria del deporte, negadora del derecho de un pueblo a la práctica de las actividades deportivas. La dictadura militar en el período 1948-1958 hizo uso del deporte como expresión de Pan y Circo para ocultar su rostro represivo y vejatorio.
IMPORTA PARA LA DEMOCRACIA EL DEPORTE COMO INSTRUMENTO DE RENTABILIDAD ECONOMICA
Las expresiones de cambio y democracia del pueblo venezolano en sus luchas del 23 de Enero de 1958, paulatinamente fueron pasando a un estado de frustración. La democracia representativa en el tiempo se transformó en democracia de sectores adinerados, en democracia de sectores financieros nacionales y transnacionales, en democracia de dependencia neocolonial, dejando de ser lo que por esencia etimológica del término vendría a ser un gobierno del pueblo. En este tránsito de una democracia representativa popular a una democracia de los ricos, los valores sociales de mayor importancia pasaron a ser el lucro y la riqueza fácil no importando el medio usado para conseguirlo. La corrupción y ahora el narcotráfico reflejan cruelmente pero a la vez objetivamente cuan profundo es el daño que tiene el sistema democrático de los actuales momentos. Importa para la democracia, el deporte como instrumento de rentabilidad económica, clara e indiscutible concepción del modelo capitalista y neo-colonial del deporte.
DEPORTE ABORIGEN
El conocimiento que se tiene sobre los deportes practicados por los aborígenes en Venezuela proviene de las referencias que de ellos hicieron los cronistas; a partir de allí se infiere que algunos deportes eran practicados antes del arribo de las naves españolas y otros pueden ser ya producto del proceso de aculturación. En Venezuela, la expresión deportiva se caracterizó, en un principio, por la práctica de la caza y la pesca; los pobladores prehispánicos era diestros en el manejo del arco, flecha y jabalina, realizaban también carreras de postas en función de las comunicaciones o por competencia y efectuaban juegos que eran una invitación al combate, a la caza de animales o como forma de distracción después de las actividades de trabajo diario. En su mayoría, los juegos se llevaban a cabo en torno a una pelota, pero en varias modalidades. La primera de ellas denominada «pelota criolla», de la cual se afirma que existía en el continente americano 2.000 años antes de la llegada de los españoles. En Venezuela la observan por primera vez los europeos en 1530 aproximadamente, en la región que comprende hoy el distrito Torres del estado Lara. Según cronistas e investigadores, los indios xaguas que habitaban en esa región centrooccidental del país, la jugaban con fines míticorreligiosos, para lo cual elaboraban la pelota con el látex de un árbol llamado caucho (Hevea benthamiana, Hevea minor, Hevea rigidifolia) que era muy elástica y al menor impulso, rebotaba muy alto. Entre los guajiros de la región zuliana, se acostumbraba utilizar una pelota hecha de cuero de venado, rellena de algodón, con bastante peso, que debía ser mantenida en el aire. Entre los otomacos de la región de Apure existía otra modalidad; se organizaban en 2 equipos de 12 jugadores cada uno y comenzaban a jugar sin efectuar saques, pero un rechazo muy diestro. La pelota era de caucho, muy grande y debía mantenerse en el aire el mayor tiempo posible, pudiendo ser tocada sólo con el hombro derecho, de lo contrario se anotaba un tanto el equipo contrario; por esta razón los jugadores se arrojaban al suelo para evitar que ésta cayera y así levantarla por los aires nuevamente. Las mujeres, al terminar sus quehaceres, se incorporan al juego con una pala redonda y desde entonces, cambian las reglas, se le permite a los hombres rechazar con cualquier parte del cuerpo ya que el juego con la pala se hace muy violento. Esta especie de fútbol fue observado por los españoles también en las Antillas, con la diferencia de que allí impulsaban la pelota con las caderas, muslos y nalgas, jugándolo hombre y mujeres en ambos equipos, o formando uno de cada sexo. Los indios guaraúnos practican, en épocas posteriores, juegos heredados de sus antepasados, a los cuales se le agregaban elementos hispánicos; entre ellos se cuentan: los que se hacen con una rueda como el gato y el ratón, el acure, el tigre y los zamuros; otros se hacen en colas o hileras, entre ellos: la culebra, el simoku, el gavilán y la gallina, la casita y juegos sueltos como el salto del sapo, el topo y la casa del báquiro. Las niñas juegan a las olas, curiara, toro y a la lucha. Entre los yanomamis, los padres confeccionaban para sus niños, con cualquier madera flexible, un arco minúsculo y sus respectivas flechas, para que fuesen iniciándose en los menesteres futuros. Los pequeños se divertían con elementos de la naturaleza circundante; con el hueso del corozo (Acrocomia sclerocarpa) se hacían trompos; con la palma de cucurito (Maximiliana regia) hacían canoas con canaletes que sus padres les proporcionan. Los adultos jugaban una especie de volibol, sin reglas ni equipos; la pelota que utilizaban era elaborada con la vejiga inflada de la pereza, araguato o báquiro; lo jugaban durante las horas de descanso dándole golpes para mantenerla en el aire. También hacían careras de «cuerpo invertido», es decir que sostenían el cuerpo sobre las palmas de las manos que tocaban el suelo; y jugaban «a la guerra» con flechas viejas a las cuales les quitaban las puntas y les ponían una cabeza hecha de una mazorca de maíz o de plátanos verdes, para así jugar. Hombres y mujeres jugaban con una macana hecha con un vástago de plátano; los jugadores se pintaban de negro, entraban al patio y formaban filas, una rente a la otra; primero las mujeres pegaban a los hombres en la cabeza y luego los hombres respondías. En Turiba, poblado indígena guayanés, se practicaba un juego denominado «la caza del aro», para el cual cortaban bejucos o caña brava y hacía aros, el juego consistía en lanzar uno para que cada miembro de un grupo de cazadores, por turno, tratara de atravesar con su flecha el círculo formado por el aro.
SIGLOS XVI-XVII CONQUISTA Y COLONIA
Junto con otras facetas de su cultura, los españoles trajeron a Venezuela desde el siglo XVI ciertas actividades, que entonces era consideradas pasatiempos tales como el juego «de la bola» y el ajedrez, a los cuales, así como a la baraja, eran muy aficionados los habitantes de Nueva Cádiz de Cubagua durante las décadas de 1520 a 1540, según un testimonio de 1545. Mas tarde, continuarían practicándolos en Tierra Firme, aunque en ella la primacía le correspondió a la lidia de toros. Sin entrar a considerar hasta qué punto pueden caber actividades como ésta en el concepto moderno del deporte, es un hecho que los españoles practicaron en Venezuela, a partir de su asentamiento en el siglo XVI, ejercicios físicos de destreza y fuerza que al comienzo se hacían a caballo y en los cuales participaban a veces toros, así como introdujeron también enfrentamientos cruentos entre animales, como la pelea de gallos.
Uno de los ejercicios más nombrados, que solía llevarse a cabo en plazas mayores de las ciudades, era el de las «cañas»: varios jinetes ricamente ataviados galopaban llevando en la mano derecha una vara o «caña» (como si fuera una lanza) y un escudo en la izquierda, y cada uno trataba de tocar al adversario con su «caña»; el perdedor debía retirarse, y el vencedor recibía los vítores de los espectadores. Era una reminiscencia de los torneos medievales, en los cuales se combinaba el simulacro militar con el espectáculo. En cuanto a lidia de toros (que con frecuencia precedía o seguía a las «cañas», se realizaba, igual que en la España de aquella época, a caballo, a modo de rejoneadores. Una de las primeras noticias de corrida de toros que se tienen en Venezuela es la de las fiestas que celebró por enero de 1567 en la Villa Rica de Nirgua, Diego de Losada, cuando con su expedición se dirigía hacia el valle de Maya (o de Caracas). El 20 de aquel mes, en honor de San Sebastián (patrono celestial contra las flechas indígenas), se lidiaron toros y se jugaron, como se decía entonces, «cañas». Durante la época colonial, estas actividades, y otras de carácter distinto como las comedias, las danzas, la tarasca, solían estar íntimamente vinculadas a efemérides religiosas o a juramentaciones reales.
El juego de cañas fue volviéndose obsoleto en el siglo XVII, pero los toros siguieron tomando auge y la forma de lidiarlos se diversificó. A comienzos del siglo XVIII, en Caracas, jóvenes atrevidos del pueblo llano desafiaban a pie firme a los novillos que eran conducidos al matadero, en La Candelaria y en El Valle. En las fiestas parroquiales de Caracas y de otros lugares se jugaban «toros con cuerda», es decir, amarrados de tal modo a un botalón o poste que si bien se les dejaba campo para embestir, no podían ir más allá del radio que les permitía la soga; en el reglamento de los alcaldes celadores de barrios caraqueños, elaborado en 1775, se les encomendaba que no permitiesen este tipo de diversión sin que los toros fueran «despuntados», es decir, que se les cortase y amolase la punta de los cuernos. Hacia aquellos mismos años, los indios del pueblo de misión de Píritu, que eran los más hispanizados y ricos de la región de Barcelona, realizaban también corridas de todos.
Con motivo de la jura de Carlos IV, a fines de 1789, el Cabildo de Caracas organizó rumbosas fiestas, en las cuales tenían los toros un destacado lugar. Hacia 1796, se abrió en la capital el primer coso taurino del cual se tiene noticia, ubicado en las inmediaciones de la que era entonces hospedería o convento de los padres capuchinos, en la calle de San Juan (actual avenida San Martín). Al parecer, cuando en 1797 se descubrió la conspiración revolucionaria de Gual y España, las autoridades dispusieron que se lidiasen toros para distraer la atención del pueblo. En 1799, el Cabildo caraqueño les concedió autorización a los empresarios pardos Juan José Landaeta y Juan Manuel Irazábal para presentar en la Pascua de Resurrección 9 corridas «.en la plaza que llaman de Capuchinos.» Por aquella época existían ya aficionados bien informados en Caracas, pues en un poema satírico redactado en esta ciudad en 1801 se menciona al célebre torero español Pepe-Hillo (José Delgado y Guerra) que, ese mismo año, había muerto de una cornada en la plaza de Madrid; y se dice irónicamente que un doctor universitario oriundo del llano «.con un torazo orejano/jugando estará tres días.», además de ser capaz de «colear un ternero» y de alcanzar a caballo una res que iba corriendo. Estas últimas referencias aluden a una actividad que formaba parte del trabajo de los vaqueros en el llano y otras regiones ganaderas, consistente en perseguir reses, terneros o novillos y agarrándolos por la cola, sin desmontarse, hacerlos caer con las patas al aire a fin de poderlos herrar. Esto se convirtió mas tarde en lo que el historiador Nicolás Perazzo ha denominado «deporte viril de Venezuela» los toros coleados.
Los gallos de pelea fueron traídos por los españoles a tierra americana, después que la Conquista se hubo estabilizado. En los buques de las flotas los sacaban a cubierta y los ponían a pelear, para distracción de los pasajeros, algunos de los cuales harían sus apuestas, como sucede habitualmente hasta hoy. En su Historia del Nuevo Mundo editada en 1636, el padre Bernabé Cobo describe ya una lucha de ese tipo en México, a la cual acudía «no poca gente». Según el investigador Omar Alberto Pérez, en su libro La pelea de gallos en Venezuela, Carlos II en 1688 y Felipe V, en 1727, reglamentaron este juego en América y lo convirtieron en un monopolio de la Corona, que lo arrendaba a particulares con buenos beneficios para la Hacienda Real. La mas antigua noticia sobre la existencia de una gallera en Venezuela la proporciona una real cédula de Fernando VI de 15 de febrero de 1753, en la cual aprueba el establecimiento de una en Caracas a condición de que su proventos contribuyeran a sostener el hospital de San Lázaro y de que la gallera se instalase en lugar cerrado y funcionase únicamente a modo «de honesta diversión» y «sólo los días festivos». De la extensión que el juego de gallos había alcanzado ya a mediados del siglo XVIII, da fe una disposición del obispo Mariano Martí, dictada en 1783 durante su visita pastoral en el pueblo de San Lorenzo de Chaguaramas, donde prohibió «ciertas correrías de gallos» que eran causa de desórdenes en aquel remoto lugar. No era entonces infrecuente el intercambio de gallos de pelea entre España y sus dominios de América, Venezuela entre éstos. Aparte de los caballos, toros y gallos, hay indicios de que, a fines de siglo XVIII y comienzos del XIX se seguían practicando en Venezuela algunos deportes que concernían tan sólo a seres humanos. Desde la década de 1770 los sacerdotes de San Felipe Neri se reunían en su casa de campo o en una hacienda de las cercanías de Chacao y allí, además de tocar conciertos de música, jugaban «pelotas y bochas». Estas últimas eran indudablemente, las llamadas «bolas criollas». Los vascos de la Compañía Guipuzcoana habían introducido el juego del frontón, que tomó bastante desarrollo. Es posible que la pelota en la cual se ejercitaban los padres neristas fuese de este tipo. En todo caso, en 1803 existían en Caracas 3 frontones de pelota vasca, donde se jugaba con raqueta curva, con un palo o a mano limpia. Por otra parte, algunos miembros de la élite política y social de Caracas practicaban al parecer la natación y el remo, pues en la llamada Casa del Real Amparo, de San Bernardino, que las autoridades y sus amistades utilizaban para su solaz, había un estanque grande para bañarse y cerca de él un bote con un par de remos, según un inventario de 1796. M.P.V.
SIGLOS XIX-XX INDEPENDENCIA
La Guerra de la Independencia no fue propicia al desarrollo del deporte o de actividades similares, con las excepciones de las carreras de caballo y de los toros coleados. Al terminar aquélla y sobre todo, a fin del siglo XIX, se van introduciendo nuevos deportes, a la vez que continúan los antiguos.
1895 era el año menos apropiado para iniciar las actividades deportivas organizadas en Venezuela. Una inestable situación política y serias dificultades económicas no parecían ser las más apropiadas. Sin embargo, en los comienzos de ese año, en las vecindades de la estación de tren, en Quebrada Honda, un grupo de jóvenes venezolanos que cursaban estudios en Estados Unidos, y que pasaban sus vacaciones en Caracas, con lo necesario para jugar béisbol, comenzó a practicarlo. El juego se extendió y en mayo quedó constituido el primer club: el Caracas contó entre sus fundadores con Roberto Tood, Emilio y Agustín Franklin, Elías e Isaac de Sola, Joaquín y Manuel González, Manuel y Carlos Lesmes Urdaneta, Adolfo Inchuasti, Carlos Márquez Mármol, Luis Soublette, José Ignacio García, Martínez Eduardo Pérez, Cándido Fernández, Carlos Chirinos, Pedro Mandé, Víctor Crasus, Pedro Antonio Díaz, Carlos Ponte, Juan Bautista Carreño y Antonio Mesa Marrero. El 3 de agosto, el diario caraqueño El Pregonero en una breve nota titulada «Base Ball» informó de la construcción de tribunas y gradas de lo que se conocía como Stand del Este, pero a fines de año apenas se jugaba. En 1902, el Caracas se había reorganizado; el cubano Emérito Argudín tradujo las reglas del béisbol, editadas y ofrecidas a la venta por «solamente un real». Además de los partidos entre las ligas del Caracas, se jugaron interclubs.
En La Guaira se fundó el Vargas; el Esmeralda en la parroquia San José, pero el Miranda fue el primero en vencer a un aliga del Caracas. En octubre de ese año, antes del bloqueo a las costas venezolanas por parte de Alemania, la tripulación del buque norteamericano Marietta, surto en La Guaira, jugó dos partidos con el Caracas con resultados divididos. Para la época se jugaba en San Bernardino, donde se formó un club con los restos del recién disuelto Caracas y nuevos jugadores. En los mismos terrenos, traído por los ingleses del Ferrocarril Central, se empezó a practicar fútbol (1902-1905), pero fueron los padres salesianos y jesuitas, así como alemanes residentes, quienes organizaron los primeros equipos. Uno de ellos fue el Deutscher Sport Verein Caribbean. Poco tiempo después se jugó en Los Samanes, en El Paraíso, y en 1915 fue fundado el Centro Atlético de Gimnasia y Deportes. El béisbol no cesaba su expansión: se jugaba en Puerto Cabello y Valencia; 1907 circulaba un periódico especializado, The Base Ball Herald, redactado por Gustavo Franklin, Rafael Estévez Buroz y Vicente Ortega; en 1908 no sólo existen varios club en Nueva Esparta, sino que uno de ellos el Mariño BBC, tiene un órgano periodístico. El Pitcher, cuyo redactor fue H. Salazar Martínez; en Maracaibo (1912) William Phelps y su socio comercial Raúl Cuenca, difunden el juego, y un año más tarde se juega un torneo con Trébol, Recreativo, Vuelvan Caracas y La Novena Negra. Para la época, en Caracas el béisbol no sólo era conocido en toda la ciudad, sino que la había dividido. Los Samanes reunía a jóvenes de las familias de más poder económico: Ricardo Sanabria, Los Zuloaga, Los Boulton, Machado Morales, Álamo Ibarra, Pacanins, Vegas, Arismendi, Núñez Valerino, Palacios Blanco; la mejor tribuna estuvo reservada para ese grupo social, entonces casi todos residentes en El Paraíso, la más aristocrática zona residencial. Quienes hoy se clasificarían en la llamada clase media, organizaron en la parroquia Candelaria un club que se llamó Independencia; allí estuvieron Manuel y Jesús Corao, Tito Salas, Manuel A. Pellicer, Rodolfo Williams, Adolfo Brunicardi, Simón Meneses, quienes practicaban en la Sabana del Blanco, de donde se origina la expresión «pelota sabanera»; de extracción más popular aún, fueron Girardot y Paz Unión, a pesar de la inocultable intención política del nombre. Estos clubes, especialmente los tres primeros, y el Santa Marta de La Guaira, vivieron una rivalidad en el campo deportivo, que inequívocamente expresaba las diferencias de clase entre sus integrantes. El 28 de abril de 1918 Los Samanes jugó con Independencia por última vez; se enfrentaban a una serie de cinco partidos en medio de una expectativa general. Perdido el segundo, y totalmente desmoralizados, Los Samanes regalaron sus uniformes, guantes y pelotas, y el lunes 30 la prensa publicó una escueta carta de Nicomedes Zuloaga a Carlos G. Reverón, participándole que no continuarían jugando. Muy pocos en Caracas lamentaron la desaparición del club, que de esa manera dejó el campo libre para que los sectores populares se apoderaran del béisbol, y dejaran que el fútbol siguiese siendo practicado por élites. En este mismo año de 1918 se produce la visita del Borinquen Stars, de Puerto Rico, donde el béisbol se jugaba con mejores técnicas, transmitidas por los norteamericanos. Los visitantes ganaron todos sus compromisos en Venezuela, incluidos los juegos en Puerto Cabello, Valencia y Maracaibo, salvo uno que perdieron con Santa Marta, afianzado en el pitcher Rafael Trujillo. Invalorables enseñanzas, una técnica más depurada, una nueva concepción del juego dejó la visita de los puertorriqueños. Sin embargo, ese año habría que interrumpir la actividad beisbolera por la epidemia de gripe española que tantas muertes causara. Más incipiente y lento, el desarrollo del fútbol también fue frenado por la epidemia de gripe, sin embargo, en 1921 se celebra el primer campeonato que ganó el América, del colegio Salesiano, al Centro Atlético. Lenta y simultáneamente, se introducen otros deportes, como el tenis, que también habían traído los ingleses a fines de siglo. En 1908, los periódicos registran que Ricardo Sanabria había ganado a su hermano Gustavo la copa Caracas, y en 1921, Raúl Carrasquel y Valverde escribía en el número correspondiente a enero de la revista Caracas Sport que «el law tennis, sin embargo, ha tomado gran arraigo en Caracas; varias canchas son frecuentadas por garridas damiselas». En 1925, la apertura del Ávila Tennis Club, en Los Caobos, le dio un gran impulso. César Anzola, Luis Enrique Yánez, Manuel Hernández, Gustavo La Rosa, Eduardo Machado, Ramón Rotundo y Carlos R. Hernández Yánez estuvieron entre sus primeros cultores.
Las carreras de caballos se convierten en actividad importante desde el 9 de febrero de 1908 con la inauguración del hipódromo de El Paraíso; esa tarde el caballo Ursus de Eduardo Montauban ganó el premio Inauguración (Bs. 500), en una carrera de 600 metros. Sin embargo, el hipismo como tal había recibido gran impulso en 1895 cuando el presidente de la República, general Joaquín Crespo, construyó el hipódromo de Sabana Grande. El óvalo de El Paraíso fue cerrado en varias oportunidades, hasta su definitiva el 28 de junio de 1959, cuando se corrió la copa Despedida, que ganó el caballo Lido conducido por Manuel Camacaro. Así dio paso al hipódromo La Rinconada, inaugurado el 28 de julio de 1959. En el interior, en Ciudad Bolívar, Carora, Maturín, y con modernas instalaciones, en Maracaibo y Valencia, el hipismo ha tenido mucha actividad.
En 1924, Caracas presencia por primera vez competencias boxísticas y de atletismo. Parece probable que la campana del campeón mundial Jack Dempsey, y sobre todo su combate con el argentino Luis Angel Firpo el 14 de septiembre de 1923, despertó mucho interés y ánimo al empresario de espectáculos Rafael Otazo a contratar en Panamá a cuatro boxeadores, quienes debutaron en el Circo Metropolitano el primero de enero de 1924. En Maracaibo, el 14 de mayo de 1922, se habían enfrentado el norteamericano Ernest Swangerg y el argentino Eduardo Passiero; el 25 de junio el norteamericano peleó con el zuliano Daniel Alvarado, quien aceptó un reto aparecido en avisos en la prensa. Ante las protestas de algunos ciudadanos, acatando una disposición del presidente del estado, el jefe civil del distrito, Humberto González Pacheco prohibió «la riña llamada boxeo, por ser manifiestamente inmoral a las leyes». En cambio, en Caracas, después de las presentaciones de los panameños continuó el interés por el boxeo, se abrieron gimnasios como el Cycles Sport, donde se enseñaba a boxear. El 5 de septiembre el gobernador Julio Hidalgo creó la Comisión de Boxeo del Distrito Federal y designó a Carlos Braum, Luis Vaamonde Santana, Carlos Henríquez Yánez, Alfredo de la Sota Urbaneja y al doctor Antonio José Castillo como sus miembros, quienes debutaron al día siguiente en un programa donde peleaba Armando Best y Jesús Corao se desempeñó como árbitro. El boxeo dejaba de ser un espectáculo de circo, como había sido practicado hasta entonces, y su importancia puede medirse por la existencia de una revista especializada: Knockout
Si el boxeo llega al país por la vía del espectáculo, el atletismo lo hizo por la de la educación. Cuando terminaba el año 1924 y con el propósito de conmemorar el centenario de la Batalla de Ayacucho, se presentaron los Juegos Atléticos interescolares, con estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, Escuela Naval, Liceo Caracas, Colegio La Salle, Colegio San Ignacio, Instituto San Pablo y Escuela de Artes y Oficios. Raúl García Arocha con 2 m 70 cm en el salto con garrocha, Francisco Flamerich con 13 segundos en los 100 metros planos y Francisco Stolk, 1 m 50 cm en salto alto, fueron los primeros ganadores. Por equipos lo hicieron la Universidad Central de Venezuela, Liceo Caracas, subcampeón.
El año 1925 vio nacer dos clubes que llenaron toda una época. En Sarria fue fundado el Royal Criollos, que reunió a un selecto grupo de jugadores y se caracterizó por no contratar peloteros importados, tradición que hereda el Cervecería Caracas (1942-1950) hasta un año antes de su transformación en Leones del Caracas. Originalmente fue una decisión riesgosa, porque otros equipos contrataban buenos peloteros de países del Caribe, especialmente de Cuba de donde vinieron en la década de 1930, dos de los más destacados: Martín Dihigo y Manuel «Cocaina» García.
En fútbol se crearon, el 15 de junio, presidido por Julio García, el Unión, y el 5 de septiembre, el Dos Caminos, por iniciativa de Julio Bustamante, su principal promotor, y de Pedro César Moros, Daniel Uzcátegui y José A. Gandica, quienes le acompañaron en la primera directiva. Este club gozó de mucha popularidad, nunca comparable a la del Royal y los otros equipos de béisbol. Cuando se termina este primer cuarto de siglo, el fútbol se jugaba en varias de las más importantes ciudades, pero los futbolistas y los aficionados a ese deporte pertenecieron siempre a grupos sociales elitescos, al contrario de lo que ocurría con el béisbol.
DEPORTE FEDERADO 1926-1949
En 1926 se inicia una nueva etapa: el deporte comienza a organizarse. Lentamente se habían expandido el béisbol, el fútbol y el tenis, aunque sólo el primero era practicado entre los sectores populares, se jugaba en todas las ciudades importantes y según El Nuevo Diario (25.10.1926) «casi diariamente se funda un nuevo club beisbolístico». Carlos Márquez Mármol, Jesús Corao, Juan Torrealba, el capitán Carlos Delgado Correa, Miguel Jorge Rivero, Juan Jones Parra, promueven la Asociación de Béisbol, que un año después, en julio de 1927, se reorganiza con el nombre de Federación Venezolana de Base Ball; la presidirá Carlos Márquez Mármol y Francisco Larrazábal, Francisco J. Hernández y el periodista Luis Hernández (Lord) le acompañaron en la directiva. En 1926 también fue fundada la Federación Nacional de Fútbol, Con Juan Jones Parra, presidente, el sacerdote Feliciano Gastaminza, S.J., secretario. Por discrepancias insalvables, en 1929 fue creada la Asociación Venezolana de Fútbol, posteriormente transformada en Federación Venezolana de Fútbol. El tenis es otro deporte que en ese mismo año estructura una organización: la Asociación Law Tenis de Venezuela, también presidida por Carlos Márquez Mármol; Antonio J. Castillo, vicepresidente, Ramón Rotundo, tesorero y Miguel J. Rivero, secretario. Su actividad estuvo reducida a selectos clubes sociales de Caracas. La primera competencias interclubes la ganó el Club Paraíso (1926); en 1927 el triunfo fue de la Cancha Corao; en 1928 no hubo competencias por los sucesos políticos, 1929 ganó el Ávila Tennis Club que entre 1931 y 1936 ejerció el dominio en ese deporte.
El 31 de enero de 1926 se jugó lo que se ha considerado como el primer partido oficial de campeonato de fútbol, apoyado por la recién fundada organización: Federación Nacional de Fútbol. Se enfrentaron el Centro Atlético, que ganó el primer campeonato oficial, al Venzóleo. El 21 de julio de 1926 se produce el primer encuentro internacional. El Deportivo Santander de Colombia goleó (6 x 1) a la Selección Nacional. No fueron distintos los resultados cuando en enero de 1929 llegó de Perú el Ciclista Lima Association, que ganó sus cuatro partidos en Caracas anotó 16 goles y le anotaron uno. Siguió a Maracaibo donde impuso su clase. Estas visitas contribuyeron a la evolución del primitivo fútbol que se practicaba en Venezuela e indudablemente introdujeron cambios significativos en su calidad. A partir de 1926 se organizan los campeonatos oficiales. El Atlético (1926), Venzóleo (1927), Deportivo Venezuela (1928 y 1929) ganan los primeros torneos pero seguía siendo un deporte de sectores privilegiados socialmente y ni en lo que se llamó época de oro (1945-1946) pudo popularizarse y trascender más allá de algunas capas de clases media y alta. Fallaron por ello los esfuerzos de un grupo disidente del Deportivo Venezuela que en 1946 fundó un club popular, el Barrio Nuevo, en la subida de El Manicomio. La evolución del béisbol había sido muy distinta y cuando se fundan las primeras organizaciones, ya era un deporte popular. Su primer campeonato amateur contó con la participación de 10 equipos de barrios y parroquias populares, en 1927. En ese año reaparece el Magallanes, de Catia, fundado en 1917, aunque fue eliminado en su primer partido por el Estrella Roja. El campeonato lo ganó invicto el San Martín. Esta primera competencia interclubes se jugó por el sistema eliminatorio propio del tenis. El domingo 18 de septiembre de ese año se inauguró el primer campeonato de «primera división» con el partido entre Royal Criollos (7) y Maracay (2). El campeón fue el 29 de Julio, con cuatro triunfos y dos derrotas; luego clasificaron el Santa Marta, de la Guaira, que no tuvo rivales en los primeros años de esa década, Maracay y Royal Criollos. El campeón pitcher fue Chechón Vegas (4-1) y el mejor bateador Marcelino «Moncho» Blondet (417) ambos importados.
Los sucesos políticos del año 1928 afectaron casi todas las actividades deportivas. Reanudadas en 1929, nace la rivalidad Royal Criollos y Magallanes, reflejo de la que existía entre Sarría y Catia, dos caraqueñísimas barriadas de la época. El primero debió traer de Valencia a tres destacados jugadores: Balbino Inojosa, Manuel A. Malpica y Gustavo Coronel, e importar a Nestico Sánchez y Camarón Sosa, y en tales condiciones ganó el campeonato de ese año, aunque en 1930 la victoria fue del segundo. Este encuentro estuvo dirigido por la Asociación Venezolana de Béisbol, que había sido organizada el 15 de febrero de 1929, y cambiado su nombre. Los directivos eran Carlos H. Reverón, Edgar J Anzola, Carlos Márquez Mármol, Miguel J. Rivero, Juan Arráiz, Pedro J. Guevara Núñez y Diego Narváez. El Béisbol había logrado desarrollarse en varias ciudades, donde existían equipos capaces de competir con los mejores de Caracas; de Valencia eran frecuentes los viajes de Los Latinos. En Maracaibo, durante los años 1931 y 1932 se creó otra rivalidad beisbolística que se hizo tradición, entre Pastora de Bella Vista y Gavilanes, de la Ciega y que se prolongó por más de 20 años. Mientras jugaron en el Estadio del Lago (1034 – 1944) este fue campeón siete veces, y en el Estadio Olímpico (1946-1952) 6 veces. Aquel sólo pudo ganar en 1948.
Para el boxeo fue importante el año de 1930. Hasta entonces se efectuaban combates sin mayor control, desatendiendo las normas oficiales y confundiéndose con espectáculos de circo. La Comisión de Boxeo del Distrito Federal, creada por la resolución de la Gobernación del Distrito Federal, resolvió en agosto de 1930 otorgar acumulación de méritos los dos primeros campeonatos nacionales a Enrique Chaffardet (pluma) y a Armando Best (welter), y anunció la apertura de eliminatorias para las categorías, mosca y ligero. En el programa del 7 de septiembre donde Chaffardet derrotó a Pedro Troncoso, se le impuso la faja. Según reseña de Juan Antillano Valarino («Vendaje Duro»), Chaffardet «tiene alrededor de 5 años peleando y ha hecho más o menos 70 peleas, no perdiendo ninguna por la vía del sueño» por su parte, Best acumulaba 63 combates: 59 victorias, 2 derrotas y 2 empates. El doctor Antonio J. Castillo, quien fuera Rector de la Universidad Central de Venezuela presidió la Comisión de Boxeo y entregó los correspondientes títulos, primeros otorgados en el boxeo venezolano, que a partir de ese año tuvo una gran actividad promovido por el empresario Rafael Machado. Son los tiempos de Simón Chávez quien muy pronto se convertirá en el primer ídolo del deporte nacional y el 12 de marzo de 1932 arrebatará el campeonato pluma a Chaffardet, y durante toda esa década tuvo una brillante carrera que incluyó varias victorias contra Kid Chocolate, Sixto Escobar, Pete Scalzo, Freddy Miller y Joey Archibaid; estos tres últimos fueron alguna vez campeones mundiales de la división pluma. Esa idolatría la perdió Chávez a manos de Oscar Calles, quien hasta su muerte, en 1951, fue el boxeador más popular de su época, en disputa con pugilistas como el zuliano José Alberto Díaz, el guayanés Luís Monagas, Silvestre Almelda, el pibe Pereira, etc. Impulsado por Ramón Rotundo, Carlos Márquez Mármol, Luis Enrique Yánez y Luis Guillermo Blank se desarrolló el basquetbol al finalizar los años 20. En 1929 se juegan torneos masculino y femenino por la Copa Nos-Otras, y nacional, con participación de Concordia y Conuqueros, de La Victoria; Los Piratas, de Maracay, y Cancha Hernández, Unión, Deportivo Venezuela y Cancha Corao, de Caracas. El escenario más importante fue el Ávila Tennis Club.
Posiblemente el hecho deportivo más importante de la década de 1930 fueron las Olimpiadas Nacionales. Estas competencias multidisciplinarias estuvieron organizadas por la Asociación de Cronistas Deportivos, que se había fundado el 19 de abril de 1934 en una asamblea a la que asistieron Leoncio Martínez, Leo, Francisco Delgado, Luís Plácido Pisarella, Gabriel A. Lovera, Alberto Iztúriz, Otto Antillano, Juan Antillano Valarino, Carlos Márquez Mármol, Manuel Martínez, Jesús Berra y AlfonsoToledo, y cuyo primer presidente fue Ismael Pereira. Con apoyo del sector privado, dicha asociación promovió esas Olimpiadas que contaron con delegaciones del Distrito Federal y 14 estados, incluido Yaracuy, que se hizo representar por el joven Nicolás Ojeda, llamado por los cronistas «la esperanza olímpica» por su voluntad de competir. (En 1936 ganó el maratón más largo de la historia en Venezuela: Caracas-La Victoria, 60 km). Los atletas participaron en atletismo, boxeo, ciclismo, basquetbol, fútbol, natación, tenis, ping-pong y golf. En algunas entidades como Zulia, se efectuaron previamente Olimpiadas Regionales organizadas por la Asociación de Cronistas Deportivos de esa entidad, que dirigían Angel Alberto Jiménez, Narciso Villanova e lgnacio García Arapé. Entre los atletas más destacados merecen mención: Teodoro Capriles (saltos ornamentales), Marcos Hernández Solís, de Nueva Esparta, ganador de los 100 y 200 m y del relevo 4 x 100; José Antonio Parra, de Sucre, en 10.000 m; Encarnación Romero, Zulia, en jabalina; Ingrid Volbrich, con 4 triunfos en natación: 50, 100 y 200 yardas, y 50 pecho. Aragua ganó el campeonato de basquetbol. La puntuación general favoreció al Distrito Federal,
Olimpiadas y su exitoso desarrollo, fue producto del trabajo de los periodistas deportivos, que en la historia del deporte venezolano aparece siempre en las primeras décadas impulsándolos, en muchos casos, en funciones directivas. Estas competencias contribuyeron, a la difusión del deporte, y a la organización de otros, como el ciclismo, que en 1935 celebra la primera Vuelta al Lago de Valencia, ganada por Teodoro Capriles, y que el 21 de mayo de 1936 organiza la Federación Venezolana, al frente de la cual estuvieron Franklin E. Whaite, Juan Rivas y César Pino. Este deporte estaba siendo impulsado por este trío y Gastón Saugné, Simón B. Rodríguez, Justino Pelayo, Luis Esteban Rey, Jaime Todd y Eduardo Martínez Plaza. Sus primeras competencias de largas distancias fueron las vueltas al Lago de Valencia, que invariablemente ganaba Teo Capriles.
Seguía siendo elemental la estructura organizativa del deporte, y a pesar del nombre de muchas asociaciones y federaciones, no eran nacionales, y la mayoría de ellas sin afiliación internacional. Lo que puede considerarse como el primer Comité Olímpico Venezolano se organizó después de las Olimpiadas Nacionales, y el 23 de diciembre de 1935, cuando todo el país estaba conmovido por la desaparición de Juan Vicente Gómez, un grupo de deportistas, un tanto indiferentes a lo que ocurría, se reunió para reorganizar la directiva de la Asociación Olímpica Venezolana «en la asamblea anual de esta Asociación». La directiva quedó formada por Roberto Pérez Pérez, presidente, Carlos Márquez Mármol, vicepresidente, José R. Maldonado, secretario, Agustín Avellaneda, tesorero y Numa Parra Castro, Pedro Luis Betancourt, Pedro J. Guevara Núñez, Alfredo Pérez Matos, Armando Álvarez de Lugo y Edgar Mejías, vocales. Más adelante toma el nombre de Comité Olímpico Venezolano a fin de normalizar su relación con el Comité Olímpico Internacional. En esa primera etapa, sus presidentes fueron René Pérez Pérez (1935-1937), Armado Álvarez de Lugo de Lugo (1937-1938), Roberto Todd (1938-1942) y José Beracasa Amran (1942 – 1950). El atletismo, el ciclismo, el béisbol, el fútbol y el baloncesto, debidamente organizados, integraron el Comité Olímpico Venezolano así como el ajedrez que creó su Federación el 8 de diciembre, siendo su primer presidente Alberto Lugo; el Boxeo amateur, cuya Asociación presidió el periodista Luis Esteban Rey, organizador del primer torneo de guantes de oro, y más tarde del voleibol, que había sido introducido por Leopoldo Márquez y Julio César Sánchez y cuya federación dirigieron otro periodista, Sergio Antillano, Raúl Yépez, Raúl Nieves Croes y Sánchez Bello y el sóftbol (1937) cuya Federación presidió Carlos Raytler.
En el interior del país, además de algunas asociaciones regionales, se fundaron instituciones como la Asociación Atlética del Zulia y la Asociación Deportiva de Carabobo que cumplieron un valioso trabajo en la conducción y promoción de deporte.
A pesar de estos avances, el nivel técnico era bastante bajo. La falta de intercambios internacionales frenaba el desarrollo cualitativo de casi todos los deportes. La decisión de Teodoro Capriles de participar en las Olimpiadas Mundiales de 1936, en Berlín, a pesar de que no pudo materializarse su inscripción, le permitió conocer la técnica del ciclismo europeo.
A fines de 1937, en la redacción deportiva del diario El Heraldo se tomó una decisión trascendente para el deporte: asistir a los Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe, programados para febrero, en Panamá. Roberto y Jaime Todd, Miguel Acosta Saignes, Pablo A. Paz Castillo, Eduardo Cabrera, Teofilo Chataing, José Beracasa Amran, Simón B. Rodríguez y Juan Rivas constituyen un comité Pro-gira a Panamá, que tuvo el inmediato apoyo de la Asociación Olímpica Venezolana y de la Asociación de Cronistas Deportivos. Con Bs. 14.000 recaudados en el comercio y Bs. 3.000 del Concejo Municipal del Distrito Federal, pudieron financiar el viaje de una delegación de 94 personas en 9 deportes. El Vencedor de Valencia, campeón invicto del béisbol amateur en 1937, fue escogido para representar al país. Entre otros, viajaron los nadadores Quintin Longa, José Aristigueta y Rafael Arnal; Rafael Yánez, Cristina Egui y Carmen Urbaneja en tenis; Hernán Ettedgui, Encarnación Romero, Carlos Márquez, Félix Ochoa, Mauricio Rodríguez, en atletismo; Humberto y Armando Viso, Elio Ohep, Gustavo González, en basquetbol. El desempeño de la delegación fue bastante pobre, con la excepción del equipo de ciclismo, que encabezado por Teodoro Capriles, ganador de 2 medallas de oro, e integrado por Julio Heredia, Héctor Alvarado, Juan Cisneros y Federico Curtois, se titularon campeones. Resultaba evidente que lo aprendido en las Olimpiadas de Berlín dejaba sus frutos, porque estos éxitos de los pedalistas venezolanos se repitieron en los I Juegos Deportivos Bolivarianos, efectuados el mismo año en Bogotá, y en el Campeonato Suramericano, en Montevideo. De manera que fueron los ciclistas los que dieron a Venezuela sus primeros triunfos internacionales deportivos. Pero el acontecimiento más extraordinario de la época fue la victoria en el IV Campeonato Mundial de Béisbol Amateur, celebrado en La Habana entre septiembre y octubre de 1941. Venezuela había participado en la III Serie Mundial de 1940 con una discreta actuación. Correspondió a Santana Anzola, presidente de la Asociación Venezolana de Béisbol a Abelardo Raidi, jefe de la delegación, a Juan Antonio Yanes, uno de los seleccionadores, asumir la responsabilidad de organizar el equipo, solicitar el dinero para enviarlo. Venezuela y Cuba, con 7 ganados y uno perdido debieron desempatar. El partido se jugó el 22 de octubre. Venezuela prácticamente se paralizó para escuchar la transmisión del juego. El Consejo de Ministros suspendió su reunión y se declaró asueto en escuelas y colegios y en el comercio. El pitcher venezolano fue Daniel Canonico, el Chino, quien ya había vencido a Cuba, que escogió el mejor lanzador suyo: Conrado Marrero. Venezuela ganó tres carreras por una. Esta victoria despertó un indescriptible entusiasmo en todo el país. El 22 de octubre fue decretado Día del Deporte Nacional. Decenas de nuevos equipos surgieron por todas partes entonces el béisbol se afianzó definitivamente como un deporte de masas; jugado en zonas urbanas y rural. La delegación de Venezuela la integraron: Abelardo Raidi, jefe; Manuel A. Malpica, manager, Carlos Maal y Jesús Corao, coachs, Joseito Rodríguez, entrenador; Daniel Canónica; Benjamín Chirinos, Juan Francisco Hernández, Domingo Barboza, Ramón Fernández, Pedro Nelson y Felipe Gómez, pitcher; Enrique Fonseca y Guillermo Vento, cátchers; José Pérez, Atilano Malpica, José A. Casanova, Luis Romero Petit, Dalmiro Finol, infielders, Héctor Benítez («Redondo»), Jesús Ramos, Francisco Contreras outfielders y Julio Bracho, utility. Para la época, ya se habían destacado en el exterior Alejandro Carrasquel, el primer venezolano en jugar en el béisbol de Grandes Ligas, donde debutó en abril de 1939, con los Senadores y en cuyo mejor año (1934) ganó 11 y perdió 7 y Vidal López. Poco tiempo después, heredada del enfrentamiento Magallanes-Royal Criollos nace la más famosa rivalidad del béisbol Venezolano, entre Cervecería Caracas (hoy Leones del Caracas) y Magallanes. El primer partido lo jugaron el 31 de octubre de 1942, cuando el béisbol profesional aún se confundía con el amateur. La separación definitiva ocurre después que se jugaron en Caracas los campeonatos mundiales amateurs de 1944 y 1945, ambos ganados por Venezuela. El 27 de diciembre de 1945, consecuencia de un acuerdo de la Federación Internacional de Béisbol Amateur (FIBA), Martín Tovar Lange, Juan Antonio Yanes, Carlos Lavaud, Juan Regetti, Luis Rafael Pimentel y Alberto Scannone, crearon el Comité Ejecutivo del Base Ball Profesional; el 2 de enero de 1946, Scannone fue electo presidente y vocales: Rafael Arroyo Parejo, Eduardo Kalil, Otto Antillano, Antonio Valery Pinaud y Enrique Acosta Ciauzel. El 12 de enero se inauguró el primer campeonato de béisbol profesional con el partido que Magallanes (5) ganó al Venezuela (2), con Alejandro Carrasquel como pitcher ganador. Esta etapa del deporte venezolano, que se inicia en 1926 con las primeras organizaciones, termina con la creación del instituto Nacional de Deportes. Pero antes en 1948, la esgrima, que desde 1940 difundía Vittorio Godigna, funda su Federación, que presidió Santiago Aguerrevere, y un periodista, Andrés Miranda, quien también presidía las Federaciones de atletismo y de voleibol, hizo esfuerzos por organizar los dos primeros campeonatos realmente nacionales, los cuales se efectuaron simultáneamente en agosto. En el mismo mes, en el Nuevo Circo, se jugó el primer campeonato de basquetbol, con delegaciones de siete estados y del Distrito Federal, que se tituló campeón, igual a como lo había hecho en el voleibol y atletismo. Cuando terminaba el año, Venezuela vive las emociones de una nueva actividad deportiva; el automovilismo con la llegada el 8 de noviembre, de la carrera Buenos Aires-Caracas, que ganó el argentino Domingo Marimón. Como era lógico, esa competencia estimuló la organización de carreras automovilísticas de Venezuela, la primera de ella, en la ruta Caracas-Maracaibo-Caracas, se corrió el año siguiente y la ganó Walter Comach. Años después, debido a los accidentes mortales habidos, se prohibieron estas competencias en carreteras y comenzaron a improvisarse las primeras pistas.
ESTADO Y DEPORTE
La partida de nacimiento institucional del deporte venezolano la constituye el decreto de creación del Instituto Nacional de Deportes, Decreto Nº 164 del 22 de junio de 1949 de la Junta Militar de Gobierno. Aquel instante marca el ingreso de nuestro deporte a la modernidad, a la organización, en fin de cuentas, a la institucionalización.
Es por ello que una ocasión como ésta es propicia analizar los aspectos deontológicos y jurídicos que dieron forma a aquel decreto considerados por muchos el primer texto normativo del deporte venezolano.
No cabe duda que ese acto jurídico creador del Instituto Nacional de Deportes fue un acto administrativo basado en el artículo 104 de la Constitución de 1945, que en su numeral 14 establecía:
"Decretar en Consejo de Ministros la creación y dotación de nuevos servicios públicos que fueren necesarios durante el receso de las Cámaras Legislativas, o la supresión o la modificación de las existentes".
La Junta Militar de gobierno fundamentó, como vimos, en las facultades ejecutivas que le confería su Acta Constitutiva y la puesta en vigencia de la Constitución de 1945. Lo cierto es que el decreto en comentario fue mucho más allá de la creación de un instituto autónomo para dictar numerosas normas organizadoras de nuestro deporte. Fundamentalmente, el decreto le da al deporte una jerarquía en la que debería ser estimulado y dirigido para que cumpliera a plenitud su función educativa y de solidaridad social. Además, creó las bases del asociacionismo deportivo al establecer un ordenamiento para el deporte venezolano con características mixtas, es decir, una integración entre el sector privado y el sector público que tiene que ver con el deporte nacional.
A más de 50 años de ese importante acontecimiento, todavía persiste la discusión acerca de los verdaderos fines que buscaba la Junta Militar de Gobierno con esa decisión. Unos sostienen que fue una decisión política de "pan y circo" producto de haberse seleccionado a Venezuela como sede de los juegos Bolivarianos del año 51 y con ello barnizar con espíritu "democrático" a esa dictadura militar. Otros sostienen que la decisión es producto del proceso de desarrollo del deporte venezolano que, a partir de los años 30, se fue consolidando en su organización.
Frente a esta polémica, es importante señalar en estricto sentido de la objetividad histórica, que la creación del Instituto Nacional de Deportes fue el inicio de la participación del Estado venezolano en la materia deportiva, y a partir de ese momento se integró a las entidades deportivas federadas del deporte nacional con la representación oficial e institucional del gobierno venezolano.
La dinámica de la relación entre el Estado y el asociacionismo deportivo en casi medio siglo de existencia ha provocado importantes acontecimientos en el desarrollo del deporte venezolano. De su análisis podemos obtener conclusiones valederas para proseguir en el camino por la conquista de un deporte mejor.
Los Juegos Deportivos Bolivarianos del año 1951 permitieron una consolidación de las Federaciones Deportivas en Venezuela y una definición de la responsabilidad de la administración pública en el plan jurídico, en atender eficaz y cuidadosamente la preparación y participación de las selecciones nacionales en eventos internacionales. Además, en esa época se dotó a Caracas de importantes infraestructuras deportivas.
En 1958, el deporte venezolano da un paso muy firme hacia su universalidad y consolidación al crear mediante decreto de la Junta de Gobierno presidida por el jurista y economista profesor Edgar Sanabria, los Juegos Deportivos Nacionales en la categoría de mayor. Por decirlo de alguna manera se estableció en el país una vitrina donde se iban a exponer las potencialidades del deporte venezolano. Además, el legislador, en su concepción de la actividad deportiva, estableció que los Juegos Nacionales fuesen instrumento para dotar la infraestructura, recursos humanos, presupuestos y materiales a todas las entidades político-territoriales de Venezuela. Aspecto éste que se ha venido cumpliendo desde 1958 hasta nuestros días a través de estos Juegos Nacionales de mayores en su concepción original y hoy en día en su categoría juvenil. Obligados estamos a señalar que ese espíritu de universalidad deportiva del legislador del 58 no ha alcanzado aún su punto más alto, puesto que han faltado o no han existido las políticas de mantenimiento de las instalaciones deportivas, y lo que en un momento es un gran escenario deportivo a los pocos meses es un cementerio de canchas, pistas, piscinas y gimnasios.
JUEGOS DEPORTIVOS NACIONALES Y LA ESCUELA DE ENTRENADORES
Carlos Parisca Mendoza, hombre visionario del deporte venezolano, en los años 60, ante la presencia de los Juegos Deportivos Nacionales, creó la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, con el propósito, según sus palabras, de inundar a todo el territorio nacional de Venezuela de entrenadores deportivos. Esta decisión fue una de las más importantes para darle al país los docentes necesarios para el desarrollo de programas en todas las especialidades deportivas. A diferencia de los programas de Formación del Instituto Pedagógico de Caracas, en ese entonces, la Escuela Nacional de Entrenadores proporcionaría los técnicos deportivos necesarios para los programas de desarrollo deportivo y de alta competencia implementados por las entidades deportivas federadas.
Una simple revisión al registro de entidades deportivas federadas del Instituto Nacional de Deportes, nos demuestra la existencia de más de cincuenta federaciones, que son las encargadas de la programación, organización y desarrollo de las actividades deportivas competitivas, que se realizan en Venezuela. El desarrollo práctico de estas actividades se cumple a través de una red orgánica, cuya estructura básica comienza con el atleta y los equipos deportivos, para luego ir ampliándose y haciéndose más compleja a través de clubes, ligas y asociaciones hasta llegar a su cúpula federativa.
El trabajo del día a día, en término de entrenamiento, organización de equipos y competencia, recae en un ciento por ciento en los hombros del entrenador deportivo; docente éste que tiene bajo su responsabilidad, mediante la práctica deportiva, de contribuir a la formación integral de nuestros niños y jóvenes en el contexto de una sociedad democrática, tal cual está establecido en la Constitución de la República para todo proceso educativo que se dé en el país.
Por ello, ha sido una responsabilidad del sistema democrático, la formación de los docentes deportivos, para atender las necesidades del deporte venezolano; proceso éste fundamentado en la creación de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, ENED, en 1960, adscrita al Instituto Nacional de Deportes, dada su condición de organismo rector.
De ese centro de formación, egresaron quince promociones con un aproximado de ochocientos entrenadores que se diseminaron por todo el país, con el propósito de fortalecer a la incipiente instrucción deportiva de ese entonces. Fue tal el éxito de este programa, que al inicio de los años 70 proliferaron las escuelas de entrenadores en los estados Sucre, Anzoátegui y Lara para continuar con los objetivos propuestos en núcleo central de la ENED.
La incorporación de más de mil doscientos hombres al mercado ocupacional generado en la actividad deportiva dio paso al surgimiento de inquietudes laborales y gremiales en pro del establecimiento de condiciones de trabajo, cada vez más favorables para los docentes deportivos.
Sin embargo, el Gobierno Nacional, en 1975, en un acto que podemos tipificar de venganza ante el movimiento huelgario de los entrenadores deportivos, por lograr una contratación colectiva, contentiva de sus derechos al trabajo, a la educación, a la salud y la vivienda, ordenó de una manera arbitraria, irracional e ilegal el cierre de la Escuela Nacional de Entrenadores Deportivos, lo cual generó graves consecuencias para el deporte nacional, puesto que cerraron la fuente de formación de una mano de obra tecnificada y calificada para poner en práctica los programas deportivos del país. Ante tamaña insensatez y tratando de buscar fórmulas que permitiesen corregir ese error, el Estado venezolano puso en práctica programas de formación de monitores deportivos y bachilleres deportivos que, lamentablemente, con la aprobación de la nueva Ley Orgánica de Educación, resultaron ser de efímera presencia en el sistema educativo venezolano.
La nueva Ley de Educación exige que el docente debe tener como mínimo una formación universitaria, desde aquella triste fecha, en 1975, hasta este momento han transcurrido veintitrés largos años que han provocado un monumental y monstruoso desequilibrio entre la oferta y la demanda de docentes deportivos requeridos por el país. Actualmente nuestra demanda acumulada está por el orden de los cincuenta mil nuevos docentes deportivos y la oferta está limitada a una producción anual de dos mil hombres que egresan de las Universidades, pero que en su totalidad se orientan exclusivamente al campo de la educación y el deporte escolar, donde se atienden menos del 10% de las disciplinas deportivas que se practican en el país. Deportes tales como actividades submarinas, atletismo, decathlón, lanzamiento de martillo, boliche, boxeo, bridge, canotaje, ciclismo, ecuestre, deportes para minusválidos, esquí acuático, gimnasia, jockey en patín, jockey sobre césped, judo, karate-do, Karting, Kenpo, levantamiento de pesas, lucha, motociclismo, motonáutica, saltos ornamentales, nado, nado sincronizado, polo acuático, pelota vasca, potencia, físico culturismo, remo, softball, tae-Kwon-do, tenis de campo, tenis de mesa, tiro, tiro con arco, vela y cualquier otras de las nuevas disciplinas que se incorporan al programa competitivo nacional, no disponen de programas académicos necesarios para la formación de técnicos deportivos que puedan desarrollar estas actividades.
Este es el gran reto del deporte para este milenio.
A todo este acontecer negativo en la formación de recursos humanos para el deporte, debemos agregar dos falsos dilemas propiciados por quienes buscan con los entrenadores deportivos: "Lo criollo no sirve, sólo sirve el técnico extranjero". Con este lema se busca ocultar la historia de los pueblos, y llegando al extremo de una irracionalidad de pensar que con sólo la traída de técnicos extranjeros podemos mejorar el rendimiento de los deportistas nacionales. No cayendo en una confrontación de carácter chauvinista pretendo solamente decir que la traída de un técnico extranjero tiene que ser un momento oportuno, no solo para el entrenamiento de nuestros atletas sino en lo que es requisito fundamental de toda sociedad organizada, que debe tener como fundamento principal de una política la formación de recurso propio de la Nación para que una vez que este hombre cumpla con su cometido y deje nuestras fronteras, tengamos las propias reservas de venezolanos para acometer los recursos o las políticas que requiere el deporte.
Es oportuno el momento para dar a conocer y reafirmar que en materia de formación de entrenadores y profesores de educación física, los técnicos extranjeros en un pasado reciente, brindaron lo mejor de sí mismos para colaborar con el desarrollo de Venezuela. Hombres y mujeres como: James Jhonson, Mirko Sustic, Ladislao Lazar, Pedro Cuggia, María Simona, Reinaldo Cordeiro, Dezio Vioti, Chip Peterson, Oswaldo Castellanos, Rafael Franco, Geaola Dudu Struquembaker, los esposos Janowski, los esposos Sulish, Carlos Egui, Goyo Tavío, Andrés Schwartz, Alfonso Victoria, Ideki Akuso, Skolber, Ahijara, Nakayama, Garner, Edwin Krisch, William Thorenson, Arthur Lidiar, Hernan Sleffer, José Frías, Casimiro Marcek , Vera Guardia, Budosky Asamuel y Luis Gutiérrez Conte vinieron a nuestro país , entrenaron a nuestros atletas, pero lo que es más importante, contribuyeron a la formación de más de diez mil docentes deportivos que hoy cumplen funciones como entrenadores, profesores de educación física, dirigentes y gerentes del deporte venezolano.
Es de iluso pensar que como nuevos ricos solo debemos buscar recurso en el exterior, para limitarlos al entrenamiento del atleta. En la formación de nuestros propios recursos está el futuro del deporte venezolano.
LEY DEL DEPORTE Y SUS REGLAMENTOS
La década de los años setenta comienza con la puesta en vigencia del reglamento al Decreto Ley Nº 164, que a pesar de la gran controversia generada con el Comité Olímpico de ese momento estableció, de manera muy concreta, el carácter de utilidad pública para el deporte y la obligatoriedad del Estado en garantizar ese derecho a todos los venezolanos. El Decreto Nº 145 del 29 de septiembre de 1971 consagró la autonomía a las entidades deportivas federadas en todo lo relacionado con su funcionamiento.
Ese intento fue muy polémico, ya que por un lado el movimiento olímpico se sintió afectado en sus derechos y, por el otro, las federaciones lo consideraron como una intromisión del Ejecutivo Nacional. Lo cierto es que lo establecido en 1949, con la relación integral entre Estado y asociacionismo deportivo, veintidós años después está sometido a su primera prueba de fuego, al reglamentarse las normas que regirán esa relación en un sistema mixto. Ese primer intento de 1971 dio paso a la Ley del Deportes en 1975, a las reformas de 1995, y a la que en estos momentos tenemos planteada a ese instrumento jurídico. Muchos reglamentos derivaron de esas leyes. Debemos decir que el camino jurídico es y será siempre perfectible para adecuarlos a mejores tiempos y prever nuevas realidades.
EDUCACION FISICA Y DEPORTE ESCOLAR
La Educación Física y el Deporte Escolar, parte constituyente del deporte venezolano, tuvo en los años setenta, quizás, su más expresiva significación. ¿Quién no recuerda con orgullo aquellos famosos Juegos Interliceístas, o los Juegos de la Escuelas Técnicas que tanto aporte dieron al deporte nacional?. La constitución de la Comisión Nacional para la Educación Física y el Deporte Escolar, conocida con el nombre de Conefide, integró a todos los organismos públicos que tuvieran que ver con el sector y les señaló los programas a seguir.
Todo esto, además apuntalado con la colaboración del Cuerpo de Paz, convenida entre el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y el gobierno de Venezuela. Sin embargo, hoy vemos con tristeza e ira contenida cómo las políticas del Ministerio de Educación provocaron la casi desaparición del deporte escolar. Medidas como la reducción de los horarios para el deporte, la incorporación del maestro integrador como sustituto del maestro especialista en esta doctrina, la negativa de crear la Dirección Nacional de Educación Física, la eliminación de la Oficina Nacional de Educación Física, la no utilización de los recursos económicos para este sector aprobados por el Congreso de la República, han colocado un cerco de muerte para la Educación Física y el Deporte Estudiantil.
Esfuerzos supremos debemos hacer en estos momentos para no permitir que esa llama estudiantil se apague. La Fundación para el Deporte Escolar, Fundaestil, los profesores que cumplen función de gerente de alto nivel en el Ministerio de Educación, la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, y el Congreso de la República deben hermanar sus esfuerzos para hacer entender por imperio de la Ley a las autoridades del Ministerio de Educación, que el deporte escolar, como fundamento de la Educación Física, es uno de los pilares principales para el desarrollo deportivo nacional.
ALTA COMPETENCIA Y DESARROLLO DEPORTIVO
Los programas de selección permanentes y de desarrollo deportivo han constituidos las bases programáticas fundamentales en el Instituto Nacional de Deportes. En el tiempo han cambiado de nombres, ahora se denomina Alto Rendimiento y Deportes para Todos, pero, en esencia, busca el mismo objetivo. Debemos recordar que el programa de las Mil Quinientas Esperanzas Panamericanas quizás ha sido el hecho más concreto para atender y entrenar a las selecciones venezolanas con miras a la alta competencia –en aquel caso- para los Juegos Panamericanos de 1983.
En base a la experiencia acumulada en este medio siglo, es importante decir que la nueva misión del IND es la alta competencia en su base programática, y que el desarrollo deportivo debe pasar a ser un programa efectivo de municipalización transferido en su totalidad a los gobiernos regionales, municipales y parroquiales.
En cuanto a las selecciones permanentes, debe fortalecerse el carácter de las mismas y acabar de una vez por todas con las conductas epilépticas que nos llevan a atender a nuestros atletas sólo ante le cercanía de un evento internacional. Además, debemos enlazar los Juegos Deportivos Nacionales Juveniles con los programas de selecciones permanentes. No debe ser para nosotros lejano el día en que veamos a Venezuela llena de Villas Olímpicas y Centros Nacionales de Preparación.
REFORMA DEL ESTADO
Frente al proceso de reforma del Estado iniciado tímidamente en la década de los años 80 y que busca fundamentalmente la desconcentración y descentralización del ejercicio del poder, el deporte debe reclamar con todas sus fuerzas un espacio de inserción en este aspecto.
La elección directa de concejales, alcaldes y gobernadores permitió el impulso necesario para que la actividad deportiva municipal, estadal y nacional comenzará a presentar políticas y programas destinadas a un desarrollo deportivo. Así comenzamos a ver la proliferación de fundaciones para el deporte que, con algunas distorsiones en este momento, pretenden centralizarse en la capital de los estados y servir solamente como elementos para ganar Juegos Nacionales a cualquier costo. Mercantilismo, piratería de atletas o cualquier otro rubro, la aprobación de ordenanzas municipales, el surgimiento de nuevos proyectos de ley de deporte, la intención de descentralización el Instituto Nacional del Deporte, todo esto conforma un cuadro de amplias posibilidades y expectativas para el deporte nacional. Sin embargo, es oportuno señalar, como lo hemos sostenido a todo lo largo de este discurso, que en todo proceso de cambio se da una confrontación entre aquellos que pretenden mantener posiciones y privilegios alcanzados y los que luchan por la implantación de nuevas políticas y programas que permitan superar el estado de crisis que estamos atravesando.
Para esto es importante conceptuar que la práctica y la actividad deportiva constituyen un aspecto fundamental en la formación del individuo. Si este criterio no es internalizado por la gente que maneja el Estado venezolano; entonces, no podemos avanzar mucho; porque, lo que en realidad ocurre con el deporte es que, desde la óptica de quienes gerencian el aparato venezolano, éste es visto más bien como una forma un tanto más elevada y noble del ocio.
También es importante destacar que las dimensiones centralistas del Instituto Nacional de Deportes han sido redimensionadas y reestructuradas. En tal sentido, la nueva misión del IND debe orientarse hacia la formulación y coordinación de la política deportiva y la atención integral de los seleccionados que representan a Venezuela en eventos internacionales. Lo concerniente al desarrollo deportivo debe ser transferido a las gobernaciones, alcaldía, y juntas parroquiales, quienes, para acometer tal finalidad, deberán propender a la creación de los consejos regionales del deporte, a los institutos regionales de deporte, de quienes dependerá la realización de los juegos estadales de cada entidad y todo lo concerniente a la participación en los Juegos Deportivos Nacionales. Igualmente, deberá impulsarse a nivel de los estados la aprobación de una Ley Regional del Deporte que consagre, entre otras cosas, la estructura regional, la estructura para acometer la actividad deportiva, un presupuesto respectivo no menor del 3% del presupuesto del Estado, los programas de competencia, la atención al atleta y la formación de los recursos humanos para el deporte.
En el nivel municipal y parroquial debemos orientar los pasos hacia la constitución de una dirección municipal del deporte con su presupuesto y programas propios para consagrar todo esto en una ordenanza municipal que al igual que las leyes regionales, haga obligatorio a nuestros gobernantes el desarrollo de una política integral para el deporte y no quedar sujetos solamente a las buenas intenciones o espíritu de nuestros políticos.
RETOS PARA EL NUEVO MILENIO
No es suficiente el análisis retrospectivo de la evolución institucional del deporte venezolano, es importante tener una visión de futuro. El Congreso de la República, en particular en esta legislatura (1993-1998), ha estado empeñado en ver los temas de la juventud, el deporte y la recreación con un sentido de estrategia nacional. Allí están los esfuerzos realizados por la Cámara Legislativa en garantizar los recursos económicos necesarios para los Juegos Deportivos Nacionales de Sucre, Barinas, Trujillo, Yaracuy y los Juegos Centroamericanos y del Caribe, próximos a celebrarse. Muchos fueron los esfuerzos realizados en las Comisiones Permanentes de Finanzas del Senado y de Diputados para garantizarle al deporte venezolano los recursos que le fueren necesarios. Sin temor a equivocarnos, el trabajo de los hombres del Congreso de la República ha generado en este quinquenio al deporte nacional, en términos porcentuales, veinte veces más de lo solicitado por el Ejecutivo Nacional. Aprobaron una nueva Ley de Deporte y señalaron que de cara al nuevo milenio es importante considerar los siguientes elementos:
– La incorporación a la reforma constitucional de un artículo que consagre a la Educación Física, al Deporte y a la Recreación como un derecho social de todos los venezolanos.
– La exhortación a las universidades nacionales, y en particular a la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, para que genere una reforma curricular que en el marco de las Leyes Orgánica de Educación y de Universidades, permita la salida intermedia de un técnico superior en deportes, orientado hacia aquellas disciplinas deportivas que no tienen formación en el país y que constituyen más del 90% del programa competitivo que hoy tenemos en Venezuela.
– Fortalecer la autonomía plena de las Federaciones Deportivas Nacionales, consagrando en la Ley el derecho a manejar su propio presupuesto y a escoger, conjuntamente con el Instituto Nacional de Deportes, las selecciones que nos representarán en los eventos internacionales, juegos regionales y olímpicos, por decirlo de una manera.
– Fortalecer la Educación Física y el Deporte Escolar mediante la creación de los Juegos Deportivos Nacionales Escolar, la Federación Polideportiva y la Comisión Interministerial para el desarrollo de este sector. Asimismo, mantener la norma que establece la obligatoriedad de la Educación Física y los deportes en todos los niveles y modalidades del sistema educativo, y también expresar con clara convicción que las clases sean impartidas en todos los grados por docentes especializados en la materia.
– Restituir la representación del Ministerio de la Defensa en el Directorio del Instituto Nacional de Deportes, ya que injustamente fueron excluidos. La representación de las Fuerzas Armadas Nacionales en el Directorio del IND, es la presencia de la juventud militar que hoy se organiza en la Federación Polideportiva de las Fuerzas Armadas, Fepofa.
– Instituir los Juegos Deportivos Paranacionales para todas aquellas personas con necesidades especiales.
– Fortalecer el proceso de descentralización mediante normativas claras que definen el juego limpio y eliminen en sus raíces las concepciones mercantilistas politiqueras y de piratería de atletas que se han dado en los juegos nacionales.
– La reestructuración del Instituto Nacional de Deportes plantea un nuevo esquema para EL NUEVO MILENIO, en el cual el presupuesto para el deporte tendrá una relación de aproximadamente un 5% para el pago de personal y el 95% restante para gastos de inversión en programas deportivos. Esto contrapone o le da la vuelta a lo que durante más de 50 años hemos sostenido que la mayor inversión era para el pago de la nómina del IND. Ahora, felizmente, por ese proceso de reestructuración, impulsado con las normativas de la Ley de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencia del Poder Público generadas por el Congreso de la República, ese reto debe quedar claramente reflejado de manera precisa y objetiva en el presupuesto que el cuerpo legislativo discuta y apruebe para el ejercicio fiscal de los próximos años.
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