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Víctimas del futuro – Adiós al liberalismo: en busca de la confianza perdida (página 9)

Enviado por Ricardo Lomoro


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La tasa de desempleo más baja volvió a observarse en Asia oriental, con un 3,8%, seguida de Asia meridional y Asia sudoriental y el Pacífico, con una tasa de desempleo en 2008 de 5,4% y 5,7% respectivamente.

El informe indica que las tres regiones asiáticas -Asia meridional, Asia sudoriental y el Pacífico y Asia oriental- representaron el 57% de la creación de empleo en el mundo en 2008. Por otro lado, en la región de las economías desarrolladas y la Unión Europea, la creación de empleo neta en 2008 fue negativa, menos 900.000 puestos, lo que explica en parte la baja tasa de creación de empleo a escala mundial este año.

En comparación con 2007, el aumento más significativo en la tasa de desempleo se observó en la región de las economías desarrolladas y la Unión Europea (UE), que pasó de 5,7 a 6,4%. El número de desempleados en la región aumentó en 3,5 millones en un año y alcanzó los 32,3 millones de personas en 2008.

De acuerdo con el estudio en cuestión, el África subsahariana y Asia meridional destacan por sus condiciones de mercado de trabajo extremadamente duras y por tener la proporción más alta de trabajadores pobres de todas las regiones del mundo. Aunque la tendencia ha ido en descenso durante los últimos diez años, alrededor de las cuatro quintas partes de las personas con trabajo en estas regiones seguían clasificándose en 2007 como trabajadores pobres.

Medidas en materia de políticas

La crisis económica de 2008 ha aumentado la preocupación por las repercusiones sociales de la globalización, asunto sobre el que ya advirtió la OIT. Al subrayar la necesidad de adoptar medidas para apoyar a los grupos vulnerables del mercado laboral, como los jóvenes y las mujeres, el informe de la OIT observa que hay un enorme potencial de trabajo desaprovechado en todo el mundo. El crecimiento y el desarrollo económicos podrían ser mucho mayores si se diera la oportunidad a las personas de tener un trabajo decente a través de inversiones productivas y políticas activas dirigidas al mercado de trabajo.

"La Agenda de Trabajo Decente es un marco político adecuado para hacer frente a la crisis. Incluye un mensaje poderoso: que el diálogo tripartito con las organizaciones de trabajadores y empleadores debe desempeñar un papel esencial en el abordaje de la crisis económica y en el desarrollo de políticas", afirmó Juan Somavia.

Según lo discutido por el Consejo de Administración de la OIT en noviembre de 2008, el informe enumera diversas medidas recomendadas por la OIT en cuanto a la formulación de políticas que están aplicando numerosos gobiernos, a saber:

i) mayor cobertura de las prestaciones por desempleo y los regímenes de seguro, reconversión profesional de los trabajadores que han perdido el trabajo y protección de las pensiones frente a la caída catastrófica de los mercados financieros;

ii) inversión pública en infraestructuras y vivienda, infraestructuras comunitarias y empleos verdes, incluso mediante obras públicas de emergencia;

iii) apoyo a las pequeñas y medianas empresas;

iv) diálogo social a escala nacional, sectorial y empresarial.

Si un gran número de países -usando sus propias reservas acumuladas, préstamos de emergencia del FMI y mecanismos de ayuda más fuertes- aplicaran políticas coordinadas conformes con la Agenda de Trabajo Decente de la OIT, los efectos de la recesión en las empresas, los trabajadores y sus familias podrían amortiguarse y la recuperación podría prepararse mejor.

– Según el FMI, estamos ante la previsión de crecimiento más baja de los últimos 60 años (Expansión – 28/1/09)

(Por Alan Beattie / FT)

El Fondo Monetario Internacional revisó hoy miércoles sus previsiones para la economía mundial, asegurando que el crecimiento en todo el mundo quedaría prácticamente paralizado y que las pérdidas de activos financieros estadounidenses ascenderían a 2 billones de dólares (1,51 billones de euros).

El recorte del FMI en las expectativas de crecimiento globales para 2009 equivale al 0,5%, una importante revisión a la baja comparada con la previsión de noviembre, del 2,2%. En opinión de Olivier Blanchard, economista jefe del FMI «la economía mundial llegará a detenerse». Según la institución, serán las economías más desarrolladas las que sufran la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.

De las grandes economías industrializadas, será Reino Unido el que caiga a un ritmo más rápido, hasta un 2,8% este año, frente al 1,6% de EEUU, el 2% de la eurozona y el 2,6% de Japón. Aunque las economías de los mercados emergentes resistirán mejor la crisis que en ocasiones anteriores, el IMF también revisó a la baja el crecimiento de algunos países como China, que este año podría crecer un 6,7% e India, que no superaría el 5,1%.

El FMI reiteró su opinión, según la cual serán necesarias más reestructuraciones del sector financiero para que los mercados crediticios vuelvan a funcionar con normalidad, como parte de una recuperación económica. "Para conseguir este objetivo, se necesitarán nuevas iniciativas políticas que identifiquen los préstamos incobrables; clasifiquen a las compañías financieras según su viabilidad a medio plazo y proporcionen apoyo público a las instituciones mediante inyecciones de capital, eliminando los activos tóxicos".

(The Financial Times Limited 2009)

– El Senado empieza a ajustar el paquete de estímulo (The Wall Street Journal – 30/1/09) Congresistas buscan que los beneficios lleguen al sector de la vivienda

(Por Greg Hitt)

El Senado de Estados Unidos comenzó a maniobrar el jueves sobre los detalles de un plan de estímulo económico de casi US$ 900.000 millones, en medio de llamados por parte de demócratas y republicanos para asegurarse de que los empleos creados por la medida vayan a manos de trabajadores estadounidenses y no a empresas extranjeras o inmigrantes ilegales.

Los senadores Ben Nelson (demócrata del estado de Nebraska) y Jeff Sessions (republicano del estado de Alabama) quieren que las empresas que se beneficien del estímulo estén obligadas a verificar la ciudadanía de los trabajadores, bajo un programa del gobierno que actualmente es voluntario. En el proyecto ya se incluyeron estipulaciones de "comprar productos estadounidenses" con el objetivo de asegurarse de que artículos hechos en EEUU se utilicen en iniciativas financiadas por el paquete. Estas propuestas han causado temores en la comunidad empresarial de que otros países reaccionen con medidas comerciales que desfavorezcan los productos hechos en EEUU…

– Los expertos económicos apuestan por la regulación (La Vanguardia1/2/09)

La comunidad financiera reunida en Davos perjura del fundamentalismo del libre mercado – El pesimismo de la crisis hace que el Estado sea la única institución que inspira confianza – Las gigantescas operaciones de rescate en EEUU pasarán factura a las generaciones futuras

(Por Andy Robinson – Davos)

Recurriendo a la terminología alemana, el leitmotiv de la cumbre de Davos, celebrada esta semana en esta pintoresca estación de esquí de la suiza germana, es el eslogan oficial: "Dando forma a la poscrisis". Pero el zeitgeist -el verdadero espíritu del momento- se resumiría mejor con la palabra ¡Socorro!

El horizonte visto desde Latinoamérica

Los presidentes de México y Colombia, Felipe Calderón y Álvaro Uribe, respectivamente, pintaron un cuadro inusualmente positivo sobre la preparación de la región ante la crisis mundial, en contraste con las negras perspectivas que planean en el foro económico. Claramente optimista el primero y algo más moderado el segundo, ambos alardearon de haber hecho los deberes de las reformas, de cuidar las finanzas y de ser excelentes destinos para las inversiones extranjeras. También destacaron el hecho del crecimiento medio ininterrumpido registrado por las economías latinoamericanas del 5 por ciento en los últimos seis años. Los dos únicos mandatarios latinoamericanos presentes en esta exclusiva cita de la elite de la política y la economía no ocultaron, sin embargo, que la crisis financiera y económica global ha tenido impacto en Latinoamérica. Pidieron inversiones y capital para las instituciones crediticias, en un debate mano a mano con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza.

"Jamás los había visto tan echados para atrás", asegura Bill Keegan, septuagenario columnista del diario británico The Observer en referencia al pésimo estado de ánimo de los 2.600 políticos, empresarios y gurús de la globalización que pululaban con caras de póquer por el laberíntico centro de convenciones.

Davos, el que fue el epicentro de la globalización optimista, ha perdido su autoestima. La desconfianza que sigue paralizando partes del sector financiero contagiaba a tertulianos en rústicos hoteles alpinos de cinco estrellas. Cuando Stephen Roach, director asiático de Morgan Stanley -anteriormente tachado de agorero- vaticinó tres años de crecimiento mundial del 2,5%, el más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, se le tachó de optimista. "Steve no quiere asustar a los medios", afirma John Studzinski, ejecutivo multimillonario del fondo de inversiones Blackstone, famoso por su exquisita colección de Picasso y Man Ray. Este año, los analistas más respetados en Davos son quienes, como Nouriel Roubini, no descartan una depresión al estilo de Japón en los años 90. Hasta Bill Gates, empresario icónico de la sonriente nueva economía, dijo que temía que la crisis duraría cuatro años más.

Pero aún más sorprendente que ese cambio brutal de la psicología del hombre de Davos es que la elite global representada aquí -defensora durante décadas de la globalización desreguladora made in USA- ya desconfía no sólo del modelo estadounidense, sino también de la racionalidad del mercado. "Es un poco extraño porque ahora todo el mundo está de acuerdo conmigo; no hay nadie dispuesto a ponerse de pie y defender las teorías de mercados eficientes", explica Robert Shiller, economista de Yale y autor de El estallido de la burbuja, en una entrevista con Dinero.

Este año, muchos banqueros de Wall Street optaron por esquiar en Colorado tras publicarse que, incluso después de recibir ayudas federales para evitar la bancarrota, se habían repartido 18.400 millones de dólares entre los ejecutivos bancarios. Sendos artículos en diarios influyentes, el International Herald Tribune y The Wall Street Journal, plantearon la posibilidad de una convergencia global en torno a un modelo económico más regulado, con mayor intervención estatal, menos desigualdad y hasta con una amplia red de protección social. "Todos sabemos que ese fundamentalismo del libre mercado es un error", asegura Ken Rosen experto del sector inmobiliario de la Universidad de California. "Alemania y Japón son un modelo mucho mejor".

Con Barack Obama en la Casa Blanca y una Administración china que, según su propio banco central, cree que la seguridad de redes básicas de protección social es la única manera de lograr que los chinos se lancen al supermercado en vez de ahorrar tanto, es posible que las dos megaeconomías deriven hacia el modelo europeo, sostiene Rosen. Ken Rogoff, ex economista jefe del FMI y asesor del candidato republicano John McCain, es el principal defensor de esta tesis pese a lamentar el proceso: "Hemos elegido a un presidente y a un Congreso democrático comprometido en reforzar los sindicatos, mejorar la desigualdad de la renta, combatir el cambio climático… vamos hacia un programa más europeo", explica. "Y en China, por defecto, también se han dado cuenta de que eso es lo que hace falta: el motor se cala, hay más malestar social y el medio ambiente es un problema", afirma Rogoff.

Joe Stiglitz también advierte de la extraña reconversión del hombre de Davos en socialdemócrata: "Mi opinión como viajero del mundo es la misma que la de la mayoría, incluso en Davos, que el capitalismo sin ataduras no funciona, que hace falta más protección social para los individuos y para las empresas, aunque esto último es más discutible. Lo que quiero decir es que los mercados necesitan regulación, que los gobiernos tienen que intervenir y creo que esto es lo que la mayoría apoya". Alan Blinder, ex miembro del consejo de la Reserva Federal matizó: "Nadie en EEUU va a hablar de socialdemocracia, pero vamos a extender los planes de ampliación del seguro médico y a dar una mejor cobertura".

Había una voz solitaria en defensa de lo que hace menos de dos años en Davos era el sentido común. Se trata de Steve Forbes, el billonario editor ultraconservador de la revista Forbes, quien afirma no creer "que EEUU vaya a ir por el camino de Europa occidental porque no ha sido una economía innovadora de crecimiento rápido. Irán por el camino de no estrangular la economía y la iniciativa emprendedora; por el camino de los estados bálticos, de Europa del Este o Irlanda", añadió. Pero tras el colapso desastroso de las economías del Este y del tigre celta, el argumento ya no resulta demasiado convincente.

Mientras tanto, el consenso se solidifica en torno a la necesidad de un marco fuerte de regulación financiera basado en el principio keynesiano -y aún más de la escuela de Hyman Minski- de combatir el ciclo boom bust (boom y estallido). Tras el escaso éxito de los megaplanes para resucitar los mercados financieros realizados a lo largo de los últimos meses y la creciente probabilidad de la nacionalización de los bancos, todos apoyan un estado duro para revenir otra fase de especulación suicida. "No se descarta ninguna medida para combatir las tendencias procíclicas de los mercados", insistía Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE).

El Estado ya es la única institución que inspira confianza. Hasta los fondos soberanos de los petroestados -mirados con recelos en los tiempos de bonanza financiera privada-ahora son mucho más queridos que los fondos de private equity o los hedge funds.

El problema para la convergencia mundial hacia un modelo de regulación estilo europeo es que está ocurriendo en el peor momento. Las gigantescas operaciones de rescate bancario en Estados Unidos -cuyo coste hasta la fecha ronda el billón de dólares- más un plan de estímulos fiscales de magnitud similar pasarán factura a las generaciones futuras en forma de deuda pública.

En China, por su parte, el frenazo económico que, según Roach, bajará el crecimiento hasta el 5% este año, más que sentar las bases para un nuevo Estado de bienestar poscomunista, pone en peligro la capacidad de la economía para mantener su extraordinario éxito en la lucha contra la pobreza que, según todos los economistas, se debe principalmente al crecimiento vertiginoso registrado durante los últimos 15 años.

"La financiación del comercio se ha deteriorado gravemente, en particular desde septiembre". El director general de la organización internacional certificó que "hoy es claro que el comercio es una de las víctimas de la crisis económica" y subrayó que "el sistema de comercio multilateral es una póliza de seguro contra el proteccionismo". El fantasma del repliegue aduanero, de funestas consecuencias en la crisis de 1929, ya asoma la cabeza.

"Yo no vislumbro políticas más proteccionistas, al menos no entre los países industriales", sostiene el economista Andrew Mold, recordando que tras la experiencia de la Gran Depresión "casi todo el mundo acepta que una reacción proteccionista de este tipo no haría más que agudizar la crisis". Entre 1929 y 1933, en efecto, el comercio mundial cayó de 53.000 millones de dólares a 1.800 millones, bajo la espiral proteccionista a la que se lanzaron al menos una cuarentena de países mediante devaluaciones competitivas. El profesor Videla cree improbable una ola proteccionista más allá de "acciones cosméticas o de cariz político" como sería el caso de EEUU frente a China.

"Sospecho que el proceso de liberalización comercial multilateral no va a desencallar hasta el fin de la crisis o después, ya que las posiciones estaban en un impasse antes de ella", prosigue Mold. "Pero sí veo muy probable -añade el economista de la OCDE- que los gobiernos nacionales adopten una actitud más escéptica hacia la globalización, incluso en países que siempre la han defendido y alentado".

El coágulo de la economía mundial se refleja en la caída del 21% del flujo de inversión extranjera directa (IED), según los últimos datos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad). Este año se espera una caída mayor, que se suma al retroceso de más de la cuarta parte (27,7%) del volumen de fusiones y adquisiciones transfronterizas. Entre los países desarrollados la caída supera en ambos casos el 32%, frente al efecto menor – sólo por el momento-entre las economías en vías de desarrollo. Sólo en el Reino Unido, campeón europeo del flujo de capitales, la caída de IED ha sido del 51,1% y el valor de las fusiones y compras transnacionales retrocedió un 10,7%. España aún salvó los muebles con progresos del 7,3% (57.3000 millones de dólares) y 8,4% (71.600), respectivamente.

En cuanto a las remesas, que en algunos países (Tayikistán) llegan a suponer casi la mitad del PIB, el flujo de dinero empezó a remitir en el tercer trimestre del 2008 tras un fuerte crecimiento en años anteriores. El Banco Mundial (BM) anticipa una profundización de la tendencia, cuya magnitud es difícil de predecir por la incertidumbre del crecimiento mundial, los precios y el tipo de cambio. La horquilla oscila de un retroceso del 0,9% hasta un 6%, en el peor de los casos. De cualquier forma, el BM cree que las corrientes migratorias de los países en desarrollo pueden ralentizarse a causa de la crisis mundial, "pero es muy poco probable que descienda la población emigrante".

– Davos alerta de una "crisis social" en la edición más pesimista de su historia (La Vanguardia – 1/2/09)

Davos (Suiza).- El Foro Económico de Davos cerró la edición más pesimista de su historia en alerta máxima ya que la severa crisis económica podría crear reacciones sociales violentas y el resurgimiento del nacionalismo y proteccionismo en favor del sálvese quien pueda.

El fundador del Foro Económico Mundial, que se celebra en la localidad suiza de Davos, Klaus Schwab, dijo que, sin duda, esta edición ha sido la más oscura desde el punto de vista económico pero quiso aportar un contrapunto optimista apelando a la capacidad para salir de la crisis.

Mensaje que muestra la confianza absoluta, casi irreal, del foro en el nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, quien acuñó en su campaña electoral el eslogan: "Sí, podemos" (Yes, we can).

Los líderes políticos y económicos reunidos en la exclusiva y elitista estación alpina de Davos no dudan de que la crisis económica, originada por la crisis financiera anterior, tendrá consecuencias sociales y también políticas.

En el Foro Económico Mundial ha quedado claro que las reducciones de empleos van a ser inevitables, por lo que parecen también inevitables reacciones sociales violentas contra el capitalismo. Esta semana se ha dado a conocer el recorte de unos 150.000 empleos por los pésimos resultados en grandes empresas internacionales.

Se baraja la cifra de que la crisis global, que ha arrastrado el crecimiento económico al nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial, podría dejar 50.000.000 nuevos desempleados. La ministra de Economía, Finanzas y Empleo francesa, Christine Lagarde, consideró que muchos contribuyentes presionan a sus gobiernos para asegurar que los impuestos que pagan beneficien a sus propios países.

Lagarde hizo hincapié en que los líderes políticos deberán esforzarse en comunicar a los contribuyentes que hay que rescatar el mercado global, el comercio libre y a empresas internacionales con sus impuestos.

El consejero delegado de la petrolera Royal Dutch Shell, Jeroen van der Veer, dijo que nadie quiere volver al comunismo, ni al exceso de regulación de los años sesenta y setenta y por ello hay que reaccionar rápidamente.

El Foro Económico de Davos ha puesto muchas expectativas en la reunión que el G-20 mantendrá en Londres a comienzos de abril, en la que se deberá definir el esqueleto del nuevo sistema financiero global y mostrar un liderazgo claro, y en este último punto ha señalado de nuevo a Obama.

La canciller alemana Angela Merkel propuso la creación de un Consejo Económico de Naciones Unidas, similar al Consejo de Seguridad, pero para supervisar los mercados. Merkel apeló a la adopción de una carta económica global post-crisis basada en una economía sostenible y ante lo que se percibe como un fracaso del capitalismo anglosajón, consideró que la economía social de mercado alemana podría servir como modelo para un futuro sistema financiero internacional.

El primer ministro británico, Gordon Brown, consideró que sólo medidas coordinadas internacionalmente pueden dar resultado en los intentos que realizan los gobiernos para salir de la crisis financiera y económica.

Pese a que las economías emergentes no participaron en los excesos que han generado la crisis, van a sufrir igualmente las consecuencias de la recesión que sufren las economías avanzadas, se ha dicho este año a diferencia de la edición de 2008 cuando se creyó que podrían evitarlo.

Para ayudar a los países que no pueden aplicar planes de expansión financiera, será necesario recapitalizar instituciones financieras globales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Desde el pasado miércoles y hasta hoy, jefes de Estado, ministros de Finanzas, gobernadores de bancos centrales, dirigentes empresariales, así como ONG -en total unos 2.500 asistentes-, trataron de buscar en Davos soluciones a la crisis económica.

– La crisis del sistema – Davos asume la decadencia del capitalismo a la americana (El País – 1/2/09)

Francia advierte de que la recesión puede provocar tensiones sociales

(Por Claudi Pérez – Enviado espacial – Davos)

En pocos lugares se puede ver la decadencia del capitalismo tan de cerca como en Davos. Hay algo tóxico en la montaña de la estación de esquí alpina, que estos días ha vuelto a convertirse en el sanatorio para tuberculosos que era hace un siglo, en busca de una cura para frenar el declive del sistema. Los helicópteros de los VIP, el enjambre de guardaespaldas y policías que protegen a los capitanes de la economía mundial, la sucesión de fiestas y la ostentación de las élites de Davos -con la que está cayendo- emparentan el Foro Económico Mundial con los excesos de los últimos años, que han llevado al colapso al sector financiero, y con él al conjunto de la economía.

Las vedettes del capitalismo proclamaban ayer, como durante toda la semana, la decadencia del modelo estadounidense: el cóctel de globalización y comercio internacional, de libre mercado y desregulación financiera, defendidos aquí con uñas y dientes durante años, ya no es la fórmula mágica. La idea de que ese capitalismo a la americana traería grandes dosis de prosperidad y crecimiento sin apenas ciclos ni sobresaltos se ha esfumado. John K. Galbraith decía que hay dos clases de expertos en economía: "Los que no tenemos ni idea y los que no saben ni eso". El economista Martin Wolf se apuntó ayer al primer grupo: "Honestamente, no sabemos qué va a ocurrir". "Pero lo seguro es que las próximas noticias van a ser peores", replicó el número dos del FMI, John Lipsky.

Las consecuencias de la crisis son potencialmente peligrosas: la Organización Mundial del Comercio alertó ayer del riesgo de una escalada proteccionista, y la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, advirtió de que el huracán económico provocará "problemas sociales". No se trata de una profecía. Francia ha vivido esta misma semana una sonora huelga. Ayer, centenares de personas se manifestaron contra el foro en Ginebra. Pese a las espectaculares medidas de seguridad, las protestas llegaron hasta el corazón de Davos. Los manifestantes arrojaron zapatos contra el centro de congresos.

El desencanto de la ciudadanía se superpone al estupor de las élites reunidas en Suiza. El boom de los últimos años era para el hombre de Davos la consecuencia del triunfo del mercado sobre el Estado. Eso ha cambiado a toda velocidad. Como consecuencia, Davos tiene este año toques surrealistas: el mea culpa de los banqueros, ejecutivos y políticos, que piden ahora más regulación y aplauden los planes de rescate -"pirómanos convertidos en bomberos", dice el economista Jean-Pierre Lehman-, y el papel de Rusia y China, presentados casi como salvadores del capitalismo ante la escasa presencia en la ciudad suiza de la nueva Administración de EEUU, que contrasta con la confianza ciega del foro en Obama como prácticamente el único resquicio de esperanza. Ayer mismo, el presidente estadounidense dio "una nueva estrategia" para ayudar a bajar los costes hipotecarios de los ciudadanos.

Los expertos calculan que la tormenta subprime se ha llevado por delante al menos una cuarta parte de la riqueza mundial, y que golpea ya con dureza en todo el mundo, con el cierre de factorías y el aumento del paro. "Los bancos asumieron riesgos excesivos. Los empresarios se endeudaron demasiado. Los reguladores permitieron todo eso. Y ahora los contribuyentes tienen que acudir en su ayuda para limpiar toda la basura, lo que disparará la deuda del Estado y acabará teniendo consecuencias sobre los bienes públicos como la sanidad", destacó ayer el Nobel de economía Joseph Stiglitz. "Hay una tremenda arrogancia en todo lo que ha sucedido. Banqueros y ejecutivos deberían pensar en lo que han defendido durante años y asumir responsabilidades", concluyó.

"Se avecinan tiempos sombríos: o se ajusta el rumbo o habrá depresión", avisa Nouriel Roubini, el gran gurú de la crisis. "Hay que cambiar el sistema entero, o en caso contrario cuando salgamos de esta crisis tendremos otra de esas enormes burbujas de activos y endeudamiento, y será desastroso", prosigue.

El final del túnel no está claro. Lipsky aseguró ayer que la recuperación puede llegar a finales de año. Stiglitz habla de 2010. El fundador de Microsoft, Bill Gates, apunta a 2012. Pero en todos los casos, eso sucederá si se cumplen infinitos condicionales: "Si aumenta la coordinación de las políticas económicas" (Lipsky); "si se crea un supervisor financiero internacional y si aumenta el proteccionismo" (Stiglitz); "si hacemos lo correcto" (Roubini).

Pero nadie parece saber qué es lo correcto. Davos apenas ha aportado soluciones a los problemas actuales. Frente al optimismo de los últimos años, en la edición de este año el pesimismo domina el horizonte económico.

La fe en una mezcla de globalización, innovación financiera y fundamentalismo de mercado ha desaparecido. El Estado vuelve a estar de moda. Obama mira a Europa: su plan de rescate bancario se inspira en el sueco de los años noventa, así como políticas fiscales a la europea. China ha defendido también en Davos un plan al estilo Keynes para incentivar el consumo, que incluye los primeros pasos hacia un rudimentario sistema de salud universal. "Cuando la mayor economía y el mayor país emergente miran a la vez hacia el mismo sitio, algo pasa", afirma el economista Kenneth Rogoff. El nuevo paradigma, una auténtica revolución cultural en el foro, "es más europeo e implica más Estado", asegura.

La convalecencia de la economía global provoca extrañas situaciones. Al lado del centro de congresos de Davos un librero colocaba ayer junto a las novedades del escaparate un libro que multiplicó por cuatro sus ventas en 2008: El capital, de Marx. "El papel del Estado es ahora fundamental, pero se trata de una situación de emergencia, temporal", avisa el financiero George Soros sugiriendo que el péndulo puede volver hacia el otro lado cuando la crisis desaparezca y EEUU se recupere. Obama ha aparecido como un soplo de aire fresco para amortiguar el trastazo, pero ya hay varios cambios en marcha ante la constatación de ese declive.

– Reportaje: Primer plano – El colapso bancario evoca el terremoto del "crash" de 1929 (El País – 1/2/09)

La crisis alcanza el tamaño de episodios recientes en Asia y los países nórdicos

(Por A. Bolaños)

Más de 9.000 bancos cerrados en un puñado de años. El PIB retrocedió un 30%. La tasa de paro pasó del 4% al 25%. La Bolsa perdió un tercio de su valor y tardó una década en recuperarse. El crash de 1929 y la Gran Depresión que le sucedió fue el terrible corolario de los felices veinte, una de las décadas más expansivas de la economía internacional. Y es también el mejor ejemplo del abrupto final que aguarda a las etapas de euforia económica desatada. "Alguien metió la pata. La orgía más cara de la historia se acabó", como sintetiza un ensayo del escritor estadounidense Francis Scott Fitzgerald.

Ante la magnitud de la depresión que ocasionó el crash del 29, cualquier comparación con la crisis financiera actual parece, como poco, aventurada, pese a que, por ejemplo, las pérdidas en Bolsa durante 2008 han sido superiores a las de aquel año. "Yo creo que ya crisis de 1929 empieza a ser ya la referencia para el sistema financiero internacional", defiende Gabriel Tortella, catedrático emérito de Historia Económica. "El batacazo es espectacular porque viene precedido de una burbuja enorme también. La situación de desconfianza entre los bancos es el mejor indicador, eso no se arregla de la noche a la mañana", añade.

Hasta ahora, el cierre de entidades financieras, con ser importante, dista mucho de representar lo que significó el colapso de 1929 en EEUU. Los recientes trabajos de los académicos estadounidenses Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff ayudan a dar la medida de la crisis.

Reinhart y Rogoff han actualizado investigaciones previas de otros colegas, como Michael D. Bordo, y han proyectado datos a partir de diversas fuentes estadísticas que les permite remontarse al pánico financiero ocasionado en Dinamarca por las guerras napoleónicas en 1800 o a la primera crisis bancaria en India, en 1863. Y su estudio más reciente, publicado en diciembre, sitúa ya las turbulencias financieras que arrancaron en 2007 en la estela del crash del 29.

Los investigadores estadounidenses han comprobado cuántos países sufren crisis bancaria y los han ponderado por su peso económico. El resultado es sorprendente y da fe, como poco, de la extensión del desastre y de su virulencia en las economías más avanzadas, con Estados Unidos y Reino Unido a la cabeza: en poco más de un año, el tamaño de la crisis es ya cercano a los episodios más críticos de los noventa, como los que sufrieron los países escandinavos o las economías del sureste asiático.

Del último trabajo de Reinhart y Rogoff se extraen otras conclusiones, como que las crisis bancarias devienen, sin remisión, en una explosión de gasto público. Los investigadores calculan que, de media, "la deuda pública aumenta un 68% en los tres años posteriores a una crisis bancaria". Una estimación que, en el caso español, se ajusta como un guante a las previsiones del Gobierno. "Invariablemente se produce una caída de la recaudación fiscal, así como un incremento significativo del gasto público", añaden Reinhart y Rogoff.

"Se ha demostrado que las crisis financieras llevan aparejados retrocesos en el PIB durante dos años, en el caso de la Gran Depresión fueron varios más", señala Pablo Martín Aceña, también catedrático de Historia Económica, que recalca que el trabajo de los investigadores estadounidenses sitúa a la crisis española de 1975 -50 de los 110 bancos existentes fueron intervenidos y las fusiones entre cajas de ahorros se aceleraron- como una de las "cinco grandes" del siglo XX.

Muchas de las lecciones del crash del 29 se aplican ahora. "A estas alturas todos tenemos muy digerido a Keynes", comenta Tortella, al referirse a la inyección de dinero público para reactivar la economía cuando los mercados financieros dejan de cumplir su función auspiciada por el economista británico. Lo que ocurrió en los años treinta también explica atrevidas decisiones de la Reserva Federal de EEUU, como dejar los tipos de interés cerca del 0% o darle a la máquina de imprimir dinero (o, en este caso, al ordenador) para insuflar liquidez al sistema. No en vano, su presidente, Ben Bernanke, era conocido por sus investigaciones sobre la Gran Depresión.

El retardo del Banco Central Europeo en actuar tiene también hondas raíces históricas. Alemania, el país que marca las directrices en la autoridad monetaria del euro, también tuvo que encajar el duro golpe de la depresión económica de los años treinta. Pero la hiperinflación de 1922 y 1923 -muy superior a la que hoy sufre Zimbabue, por ejemplo-, fue un trauma mayor y eso se refleja en la política del BCE.

El crash del 29 dejó más pistas: La precipitación de EEUU al subir los tipos de interés cuando la recuperación sólo apuntaba maneras, llevó a una contracción aún mayor. La respuesta proteccionista a la crisis hundió el comercio internacional. Y los nuevos instrumentos de regulación financiera llegaron tarde (los acuerdos de Bretton Woods se firmaron en 1944). Asignaturas pendientes que el G-20 se propuso abordar en la cumbre mundial de Washington, con escaso éxito hasta ahora.

Aprovecho la ocasión para insertar un artículo que según fuentes corresponde a Carlos Marx y data de 1867 y se asimila en algo a la situación actual:

"Owners of capital will stimulate the working class to buy more and more expensive goods, houses and technology, pushing them to take more and more expensive credits, until their debt becomes unbearable. The unpaid debt will lead to bankruptcy of banks, which will have to be nationalized, and the State will have to take the road which will eventually lead to communism"… Karl Marx, Das Kapital, 1867

"Los dueños del Capital (los bancos) estimularán a la clase trabajadora para que compren más y más bienes de consumo, casas, tecnología aumentando sus deudas hasta que comiencen a ser insoportables. La renuncia al pago de la deuda llevará a los bancos a la bancarrota, tendrán que ser nacionalizados y el Estado tendrá que dirigir la economía que eventualmente nos dirigirá al comunismo"… Karl Marx, Das Kapital, 1867

Una pregunta para el final ¿El problema de la crisis puede ser el proteccionismo?

Por favor piensen y actúen en consecuencia.

 

 

 

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

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