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El desafío de la lectura (página 7)


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COMENTARIO DE TEXTO LINGÜÍSTICO

Introducción

Comentario de texto lingüístico, análisis que pretende relacionar, en un texto escrito (también oral), el significado (contenido) con el significante (suma de los aspectos formales) y comprobar el uso de la lengua que ha hecho una persona; en el caso de un autor literario o un periodista, comprobar de qué recursos se ha servido el autor para llegar a su máxima expresividad.

El primer paso que hay que dar para realizar un comentario de texto lingüístico o literario consiste en realizar una lectura atenta y comprensiva del mismo; es imprescindible conocer todos los elementos léxicos que lo componen; el diccionario servirá de gran ayuda para subsanar todo tipo de deficiencias.

Aproximación al texto

La aproximación al texto implica un proceso que comprende cuatro pasos específicos: a) localización, b) determinación del tema, c) definición de los aspectos del tema y d) división en periodos y oraciones.

a) Por localización se entiende la situación de la obra en su entorno, es decir, en la época del autor, y la ubicación del texto objeto del comentario en el conjunto de la producción total del escritor para llegar a establecer correctamente sus valores relativos. b) Para llegar a la determinación del tema debe despojarse el asunto, entendido como argumento, de todos los detalles y elementos accesorios. En el tema confluyen, por otra parte, unidades menores llamadas motivos que, en muchas ocasiones, remiten a la tradición de la lengua y de la literatura. c) La definición de los aspectos del tema consiste en definir en el texto cuáles son las ideas principales y cuáles las secundarias. d) La división en periodos y oraciones se limita a la organización sintáctica del texto, sin olvidar que también las opciones sintácticas influyen en la caracterización del contenido (el aspecto semántico) del texto.

Análisis formal

Consiste en localizar los aspectos lingüísticos que, con su aparición y repetición, caracterizan al texto objeto del comentario, entendido como el resultado de la disposición de los materiales lingüísticos según los planos fonológico, morfológico, sintáctico y semántico.

Un primer plano, fonológico-prosodemático, supone un estudio de los fonemas y su comparación con los del español medio, con el fin de caracterizar el texto; lo habitual es partir de un texto como muestra de un sistema gráfico, para determinar, tras su análisis, a qué tipo de sistemas gráficos del español pertenece y relacionarlo con el sistema fonológico correspondiente (variedad diacrónica, diatópica o diastrática). En el prosodemático se analizan los elementos suprasegmentales: acento y entonación.

El propio autor puede darnos informaciones complementarias, en forma de incisos, acotaciones o aclaraciones. La entonación ayuda a determinar si el texto es conversacional vulgar, coloquial; o a determinar otras informaciones que puedan interferir en otros planos: interrogaciones, exclamaciones, suspensiones… El análisis de la grafía, fundamental en algunas épocas y textos, se debe también tener en cuenta; supone relación global entre significado y plano fónico.

Determinación de los planos:

1. Plano morfológico

Para el análisis de los fenómenos morfológicos más destacables en el sintagma nominal y en el sintagma verbal, hay que tener en cuenta las diferentes partes de la oración:

Sustantivo: la presencia o ausencia de sustantivos y sus clases. El diminutivo y sus valores: afectivo, despreciativo, disminución real, valores regionales y culturales. Aumentativos, despectivos… Estructura silábica de los sustantivos. Arcaísmo. Sustantivación.

Adjetivo: su presencia o ausencia. La falta de adjetivos supone concisión, sobriedad, objetividad, falta de valoración y rapidez de la acción, y puede dar origen a la utilización de otros procedimientos de valoración, como construcciones adverbiales, despectivos… El uso del epíteto; su función es, fundamentalmente, expresiva y comunica sentimientos, tono, intención. La colocación del adjetivo es de gran importancia en relación con los valores expresivos y estilísticos del adjetivo. La posposición del adjetivo es la norma, mientras que la anteposición da una valoración subjetiva, estética, impresionista. Pero la posposición del adjetivo, cuando debería ir antepuesto, tiene, también, valor expresivo.

Artículo: su presencia o ausencia. La ausencia da carácter abstracto al texto, valor esencial, afectivo, valorativo; la presencia, en cambio, le confiere carácter concreto, le da un valor existencial, objetivo y racional.

Preposiciones y conjunciones: su polisemia, valores, tipos y clases, consecuencia de ello. Su presencia supone un texto bien articulado, y su ausencia, carencia de relaciones.

Pronombre: Personales: yo enfático, repetido. Tú, alternando con usted, formas de sustitución de los personales, el señor, uno… Formas átonas: vicios (leísmo, laísmo, loísmo), inadecuada colocación de los pronombres átonos me, te, puede indicar incultura de los personajes. Demostrativos: valores espaciales y expresivos de éste, ése, aquél (valor enfático, despectivo). Posesivos: indeterminación de la posesión; abuso o repetición innecesaria. Relativos: repetido empobrece el estilo, uso de qué y cuyo enfáticos. Interrogativos: valores: interrogativa directa, indirecta, retórica.

Indefinidos: valor ponderativo, exclamativo.

Adverbio: clases, función, expresividad en el texto. Arcaísmos.

Interjección: su equivalencia oracional, produce afectividad, emotividad y expresividad al texto. Mínimo contenido conceptual y máxima carga afectiva.

Una vez analizadas las partes de la oración, es importante desvelar cuáles son las categorías gramaticales dominantes en el texto.

En cuanto al análisis del sintagma nominal, hay que tener en cuenta: el orden de sus elementos, la concordancia, su función; y en el sintagma verbal: su complementación, oposición y alternancia de tiempos verbales en el texto. Tiempo subjetivo, objetivo, tiempo de la narración, tiempo del escritor. El número, la persona, el modo, la voz.

2. Plano sintáctico

La oración: hay que comprobar las estructuras oracionales dominantes, el orden expresivo de los elementos y los valores expresivos de la estructura sintáctica: clases de oraciones y consecuencias (activa/pasiva, transitiva/intransitiva, reflexiva, recíproca, impersonal). Matices expresados por la oración: afectividad, duda, deseo, negación… Después se comprueba la estructura del texto, si se trata de una narración, descripción, argumentación, diálogo

3. Plano semántico

Se trata de establecer los rasgos caracterizadores del texto, desde el punto de vista semántico. No hay por qué abandonar lo intuitivo pero razonándolo. Es imprescindible seguir un orden.

Análisis léxico

La selección de palabras, la riqueza léxica es un elemento decisivo que hay que tener muy presente en el comentario de texto. La selección puede estar motivada por la expresividad, en la búsqueda de la máxima eficacia. Para ello hay que fijar las características del léxico según su origen, procedencia, medio social, es decir, arcaísmos, cultismos, neologismos, arabismos, anglicismos, que tenga el texto.

Por último, se establecen los niveles del lenguaje, elementos emotivos y afectivos en el léxico, los valores expresivos en general, palabras clave, palabras-testigo, es decir, polisemia, homonimia, antonimia, sinonimia. Valores contextuales, connotación. Una vez analizados los diferentes planos, se debe realizar un análisis del estilo; adecuación del contenido con su expresión externa, la utilización de recursos lingüísticos, que aprovechan posibilidades del sistema, y el empleo que hace el autor de su propia expresión, imponiendo su peculiar selección; y como conclusión, se termina con una síntesis, un juicio crítico del texto con una valoración personal del mismo.

COMENTARIO DE TEXTO FILOSÓFICO

Introducción

Comentario de texto filosófico, análisis que se realiza de un texto de carácter filosófico, desde varios planos o puntos de vista, para determinar su naturaleza y sus características generales y particulares.

A lo largo de la historia de la filosofía, el comentario de texto ha tenido una extraordinaria importancia. Muchos de los grandes problemas y escuelas de pensamiento han surgido desde la relación que los comentaristas establecieron con los grandes textos de la historia del pensamiento. Ya en la antigüedad clásica, importantes escuelas de pensadores estructuraron algunas de sus más personales aportaciones en torno a los comentarios de los grandes textos de Platón y Aristóteles. Y en la edad media, la tradición de la gran escolástica no puede comprenderse sin esa peculiar actividad que consiste en comentar los textos de los grandes clásicos. Una gran parte de la filosofía de santo Tomás de Aquino puede considerarse como un gran comentario original a ciertos planteamientos de Aristóteles. Y la filosofía escolástica medieval llevó las técnicas de comentarios de texto a niveles de gran importancia.

Parece evidente que el comentario de texto en filosofía tiene una raíz clara en la importancia que la filosofía otorga siempre al análisis del lenguaje y en la posibilidad de interpretación de un texto. Ambas perspectivas han tenido una especial relevancia en la filosofía del siglo XX, con el desarrollo de la filosofía del lenguaje (o filosofía analítica) y con la renovada atención que ha recibido la filosofía hermenéutica o teoría filosófica de la interpretación.

Pero el comentario de texto en filosofía parte de un principio obvio: la relevancia del texto escrito sobre la palabra. Esta perspectiva es criticada, desde supuestos originales, por la teoría de la desconstrucción, diseñada en la actualidad por el filósofo francés Jacques Derrida. Piensa éste que no es posible seguir concediendo la primacía habitual a la actividad de la escritura y al discurso escrito, que es el objeto de un comentario de texto en filosofía. Frente a ello, es necesario rescatar el fenómeno originario de la actividad filosófica, y éste se encuentra no en la palabra escrita, sino en la voz misma, en el mismo acto de expresión, que no debe limitarse sólo a la escritura. Con una originalidad muy polémica, Derrida desarrolla una técnica de desconstrucción, que pretende restituir el valor fundamental del texto, eliminando muchas de las cadenas en que el discurso escrito encierra a la reflexión filosófica.

Comentar un texto es, para Derrida, desconstruir su sentido y encontrar el fenómeno esencial que le ha dado origen. Así pues, hermenéutica, filosofía analítica y desconstrucción son tres perspectivas renovadas en el siglo XX, que hacen posible valorar, desde una nueva dimensión, el problema del comentario de texto en filosofía. Un problema que, como parece evidente, se encuentra unido a la relevancia del lenguaje como modo de expresión del pensamiento, al tiempo que destaca el valor de la gran tradición y de los grandes clásicos en la historia de la filosofía.

En este artículo se analizarán algunos elementos esenciales que conforman la metodología del comentario de texto en filosofía. De acuerdo con esta perspectiva, se estudiarán tres momentos esenciales que deben estar presentes en todo comentario de texto. En primer lugar, se plantearán los presupuestos iniciales desde los que puede realizarse un comentario de texto filosófico. En segundo lugar, se mostrarán algunos de los momentos metodológicos más relevantes del comentario de texto. Por último, se describirá cómo la realización de un comentario de texto puede servir para la creación de un discurso personal.

Presupuestos del comentario de un texto filosófico

Antes de abordar la metodología propia de un comentario de texto, es posible distinguir tres presupuestos generales que pueden orientar diversas formas de realizar un comentario de texto.

Un comentario de texto supone, en primer lugar, una serie de "enfrentamientos" que realiza quien desee realizar el comentario con el texto que es objeto de su atención. Así, puede hablarse de un "enfrentamiento" con el autor del texto; o bien, de la relación que se establece entre el comentarista y los problemas que se dirimen en el texto (o con los intentos de solución que se dan a esos problemas en el texto). Pero también pueden considerarse los enfrentamientos del comentarista con la época de la historia de la filosofía a la que pertenece el texto. O, finalmente, el "enfrentamiento" del comentarista con la escuela de pensamiento o la corriente filosófica en la que se encuentra inserto el texto a considerar.

En algunas ocasiones, un comentario de texto ofrece la posibilidad de que el comentarista exponga su propio pensamiento, considerando el texto como un motivo para el análisis que es completado con un discurso personal, aun cuando este discurso deba estar adecuadamente relacionado con el texto original.

En tercer y último lugar, un comentario de texto puede estructurarse como un trabajo "filológico" o "filosófico". Es decir, que se limite a un comentario de carácter literal o que sirva para elaborar un discurso más amplio (en el caso de un comentario filosófico). Esta distinción, muy importante a lo largo de la historia de la filosofía, supone claras diferencias de metodología y de alcance en el análisis de texto y su estructura lingüística o conceptual.

Tras estas tres perspectivas introductorias se encuentran incluidas diferentes perspectivas conceptuales de gran importancia en la historia de la filosofía y que, en cierto modo, ha calificado épocas enteras en la historia del pensamiento. Tratarlas de un modo más detenido se encuentra, obviamente, fuera del alcance de este artículo. Pero conviene dejar constancia, desde un primer momento, de la relevancia de las mismas.

Principales momentos de un comentario de texto

Deben citarse en primera instancia, siempre a modo de sugerencia, distintos elementos que componen la elaboración de un comentario de texto. Se trata, en realidad, de una enumeración de tareas que deben ser completadas, en mayor o menor grado, cuando se desea elaborar un comentario de texto adecuado. Debe advertirse que todas ellas admiten variaciones en intensidad, pero su conjunto permite ofrecer un panorama suficiente de los momentos esenciales de un comentario de texto.

Lectura pausada y detenida

Pese a que parezca obvio, éste es un elemento de carácter fundamental que no siempre se cumple con regularidad, y que exige un esfuerzo importante de atención crítica. En muchos casos, esta lectura exige ser repetida según sea la dificultad del texto en cuestión y la familiaridad que el comentarista posea con el contenido del texto a analizar.

Determinación de las partes fundamentales

Este momento exige dividir y estructurar el texto en conjuntos claros de cuestiones y de argumentos. En un comentario es muy importante destacar con claridad la estructura conceptual que se encuentra presente en el texto analizado, al mismo tiempo que se detectan y subrayan con claridad suficiente las distintas partes de la argumentación, siguiendo la misma secuencia que ésta posee en el texto. Muchas veces resulta útil separar las distintas unidades que componen el texto, de modo que éstas puedan ser analizadas de forma aislada e independiente, antes de reintegrarlas a la unidad de conjunto de la que forman parte. Este análisis del texto desde el punto de vista de su arquitectura conceptual es muy importante: en él debe invertirse cuanto tiempo sea necesario, ya que proporciona la necesaria familiarización con el texto antes de escribir el comentario exigido.

Orientación acerca del tipo de comentario

Una vez analizada la estructura del texto, será preciso tomar una opción sobre el modo de desarrollo del comentario. En algunos casos, se dictan una serie de cuestiones o normas que pueden dirigir el comentario, en cuyo caso seguir estas pautas parece ser el objetivo necesario. Pero en otras ocasiones, esto no ocurre así. Por ello, es necesario decidir, desde un primer momento, si se va a realizar un comentario filológico, un estudio del autor del texto, un análisis de los problemas que aparecen en el texto, o bien una combinación de diferentes perspectivas de análisis. En cualquier caso, es muy importante mantener una unidad de interpretación a lo largo del trabajo. Y siempre parece conveniente elaborar un breve guión o esquema del comentario que vaya a realizarse, como consecuencia de la decisión adoptada.

Reconstrucción del significado

En este momento del comentario, se trata de reconstruir el significado que puede poseer el texto para ser leído y analizado en la actualidad. Es éste un aspecto fundamental del proceso hermenéutico que se encuentra en la base de toda verdadera interpretación textual, y que siempre debe sustentar las tareas de un comentario de texto. Esta tarea puede realizarse de modos diferentes y exige conocer adecuadamente los rasgos formales del texto, su arquitectura conceptual, los rasgos del autor del texto y, en cierto modo, la situación y los intereses filosóficos contemporáneos. En realidad, constituye una introducción al comentario que va a redactarse y un preámbulo esencial para relacionar el texto con la situación del lector o del intérprete en la actualidad.

Análisis de la estructura problemática

Aquí deberá abordarse la textura de problemas, hipótesis, sugerencias y soluciones que presenta el texto. Para llevar a cabo esta tarea, puede ser interesante seguir los momentos siguientes:

•Análisis de la formulación que el autor del texto hace de los problemas que enuncia explícitamente.

•Estudio de la relación de los problemas presentados en el texto con otros temas o problemas abordados en otras obras del autor del texto, reconstruyendo de este modo parte del universo conceptual que el autor posee.

•Establecer relaciones del problema o problemas presentes en el texto con otros autores de la historia de la filosofía, elaborando bases para un análisis diacrónico del contenido problemático del texto.

•Análisis de la relación que pueda mantener el problema (o problemas) analizado con otros problemas semejantes en diferentes áreas de la filosofía, intente aportar nuevos elementos críticos y perspectivas fundamentadas para realizar una lectura conceptualmente relevante del texto.

En este "análisis problemático" debe invertirse un serio y riguroso esfuerzo. Es obvio que esta parte del comentario exige manejar (al menos desde un nivel introductorio) un cierto acopio de información acerca del autor del texto, los problemas que plantea y las relaciones en torno a su figura que puedan plantearse en la historia de la filosofía.

Estudio de los términos fundamentales del texto

El análisis de la terminología filosófica posee una gran importancia en la elaboración de un comentario de texto y ha dado lugar a numerosas discusiones. Interesa indicar que se trata de incidir en la importancia conceptual de los términos más relevantes, así como de analizar la historia de su formación y de sus diferentes usos (tanto por el autor del texto como por parte de otros autores u otras épocas diferentes). Cabe decir que, aun cuando un riguroso análisis terminológico puede constituir motivo suficiente para un trabajo más amplio, siempre debe formar parte de un comentario de texto riguroso.

Investigación bibliográfica sobre el texto y sus problemas esenciales

Este es un complemento que parece necesario indicar y que, muchas veces, es exigido en un completo comentario de texto. Ahora bien, toda obra reseñada debe estar acompañada de un comentario que explique su relación con el texto analizado. De hecho, este complemento bibliográfico contribuye a destacar la relevancia de cuanto el texto sugiere, y a proponer nuevos caminos de estudio que el mismo texto puede abrir.

Elaboración de un comentario crítico de conjunto

En esta parte del comentario, se realiza la valoración personal (siempre en forma de argumentación debidamente fundamentada) del texto analizado en su conjunto o de alguna parte del mismo. Para redactar esta valoración pueden utilizarse diferentes tipos de material, siempre que se haga una referencia explícita a los contenidos del texto. Pues, en cualquier caso, esta valoración exige realizar una aportación personal y supone una adecuada "apropiación" crítica del contenido del texto (y cuanto el texto representa) por parte del comentarista.

El texto como motivo para desarrollar un discurso personal

Como ya hemos indicado, una forma posible de realizar el comentario de texto es la de considerar éste como un "pretexto" para la elaboración de un discurso filosófico más personal. En este caso, el texto constituye una fuente de inspiración (siempre con un carácter crítico) para elaborar una serie de argumentos propios en torno a cuanto el texto sugiere. Desde esta perspectiva, se margina, de alguna manera, la materialidad del texto y se destaca el interés que poseen los problemas o los términos que aparecen en el texto como elementos desde donde realizar una reflexión.

Pero el discurso personal que se elabore debe evitar el fárrago o la falta de rigor argumentativo. Para llevarlo a cabo es necesario establecer un riguroso análisis conceptual del texto, con la finalidad de delimitar las distintas "unidades" problemáticas que constituirán la base del discurso más personal, que se desee establecer. Obviamente, en este tipo de trabajo pueden incluirse algunos de los elementos que se han propuesto anteriormente. Pero siempre debe tenerse en cuenta que debe poseer un necesario rigor de orden, deducción lógica y coherencia argumentativa. Este tipo de comentario, más libre, supone en realidad redactar una breve monografía que se encuentra motivada por cuanto el texto plantea y que es, en sí misma, un acto de creación conceptual que debe ser riguroso.

CRÍTICA LITERARIA

Introducción

Crítica literaria, análisis, interpretación y evaluación de las obras literarias a la luz de unos patrones existentes o con el fin de crear otros nuevos. La crítica teórica es el estudio de los principios por los que se rigen la narrativa, la poesía y el teatro y su objetivo es definir la naturaleza particular de la literatura. La crítica práctica es el triple acto de leer y experimentar la obra literaria, emitir un juicio sobre su valor e interpretar su significado.

Antigüedad clásica

Se puede afirmar que la crítica literaria en Occidente comenzó en el siglo IV a.C. con los filósofos griegos. Platón afirmaba en La república que los poetas recibían la inspiración divina, aunque la poesía no era sino una mera imitación del mundo real, transitorio y por ende incierto. Aristóteles, por su parte, defendía en su Poética que la poesía no es simplemente imitación del mundo real, sino más bien un arte creativo que representa lo universal en la experiencia humana. El poeta romano Horacio recomendaba la imitación de los modelos clásicos en su Arte poética (siglo I a.C.), convencido de que la función de la poesía era agradar e instruir. Otra importante obra crítica latina es Sobre lo sublime (siglo I d.C.), atribuida a Longino, un ensayo que hace hincapié en los métodos retóricos (ver Retórica) que permiten a la poesía alcanzar lo sublime.

Edad media y renacimiento

La obra poética de Dante, además de sus escritos sobre el uso de la lengua vernácula, De vulgari eloquentia (1304-1305), ha influido enormemente en la crítica literaria hasta nuestros días. El humanista y lingüista español Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1601), El Brocense, desarrolló una intensa labor crítica con tan clara conciencia como la de Dante. Realizó un gran trabajo de investigación sobre los autores clásicos (Ovidio y Virgilio) e incluso sobre poetas más cercanos como Juan de Mena. La mayor parte de la crítica escrita desde la edad media insistía en que la literatura ha de ser "apasionada y viva" en su expresión de verdades morales y filosóficas. En su Defensa de la poesía (1595), la obra crítica más importante del renacimiento inglés, el poeta de la corte Philip Sidney se proponía defender la literatura poética, tachada de inmoral y licenciosa por los puritanos.

El neoclasicismo

El movimiento cultural que floreció aproximadamente entre mediados del siglo XVIII y el nacimiento del romanticismo, a comienzos del siglo XIX, se conoce como. El término neoclásico tiene su origen en las convicciones manifestadas por los principales críticos y poetas de la época, para quienes la teoría y la práctica literaria debían seguir los modelos establecidos por los principales escritores griegos y romanos. Dicho de otro modo, que los escritores habían de centrarse en determinados modelos y no en características individuales; integrarse en la naturaleza a través de una aspiración de orden y regularidad; y respetar rigurosamente el tiempo, el espacio y la acción de la composición dramática. La fundación de las Reales Academias en España es un ejemplo de la clara conciencia crítica e historiográfica del momento.

En el siglo XVIII la crítica abandona los sistemas que racionalizaban en exceso la lectura de las obras y aconseja a los escritores sobre problemas particulares de elecciones lingüísticas o estilísticas, al margen de un sistema teórico general. Dignos de mención en este sentido son los estudios de Moratín sobre el antiguo teatro español y la antología de Antonio de Capmany, que culminó su obra teórica en la Filosofía de la elocuencia.

El período romántico

La principal diferencia entre el neoclasicismo y el romanticismo reside en su interpretación de lo que significa seguir a la naturaleza, lo que supone una elaboración teórica sobre el término. Es época de debates y discusiones como la que se suscitó entre Nicolas Böhl de Faber y José Joaquín de Mora sobre el romanticismo. Una de las aportaciones más significativas a la crítica del periodo romántico fue el Laocoonte (1766) del dramaturgo y crítico alemán Gotthold Ephraim Lessing, que estableció la diferencia fundamental entre arte visual y arte literario.

El romanticismo llegó a Sudamérica con el argentino Esteban Echeverría. Exponentes de las nuevas ideas fueron el argentino Domingo Faustino Sarmiento con Facundo, civilización y barbarie (1845); el mexicano José María Luis Mora, con México y sus revoluciones (1836); el chileno Francisco Bilbao, con La América en peligro (1862); o el ecuatoriano Juan Montalvo, luchador infatigable contra todas las tiranías, en sus Catilinarias (1880-1882). Estos ideales encontraron en las obras literarias de la época su mejor medio de difusión.

El siglo XIX: realismo y naturalismo

Durante la segunda mitad del siglo XIX el realismo dominó la crítica y la literatura en Europa y Estados Unidos. Este movimiento se proponía describir o representar la realidad con un máximo de detalle y un mínimo de subjetividad. Los críticos franceses Charles Augustin Sainte-Beuve y Hippolyte Taine hicieron especial hincapié en la historia de la literatura. Taine afirmaba que "los grandes monumentos literarios nos permiten conocer cómo pensaban y sentían los hombres y mujeres hace cientos de años". La teoría literaria del movimiento romántico en Estados Unidos encuentra su expresión en el ensayo de Ralph Waldo Emerson El poeta (1844) y las conferencias de Edgar Allan Poe sobre El principio poético (publicadas póstumamente en 1850). Hacia finales del siglo XIX el movimiento realista evoluciona hacia el naturalismo expresado en las obras de Émile Zola, cuya influencia se deja sentir en los principales autores de la época. En su ensayo crítico titulado La novela experimental (1880), Zola sugiere que es preciso considerar al individuo como una criatura que carece de libre albedrío y forma parte de una naturaleza regida por leyes científicas. Emilia Pardo Bazán, en La cuestión palpitante, también analizó el movimiento naturalista y afirmó con vehemencia que ella no pertenecía a ese movimiento. Clarín, Pérez Galdós y Juan Valera también destacaron por sus críticas literarias. Dentro de la crítica literaria se distinguen en España la tendencia historiográfica, liderada por Menéndez y Pelayo, que reflexiona sobre la literatura en sus aspectos estéticos, históricos, sociales y civiles; y la corriente filológica, encabezada por Menéndez Pidal, que, sin abandonar el contexto histórico, recupera el estudio de las "fuentes textuales" o los géneros literarios.

En América latina esta época coincide con el triunfo generalizado del positivismo, que impregna el pensamiento, la política, la ciencia y la literatura, bajo la consigna de "orden y progreso", favorecedores de la evolución natural y positiva. El cubano Enrique José Barona escribió Estudios literarios y filosóficos (1883), a los que seguirían Continente enfermo (1899), del venezolano César Zumeta; Nuestra América (1903) del argentino Carlos Octavio Bunge o Fe en la ciencia y el progreso (1913) del boliviano Alcides Arguedas, máximos representantes del darwinismo social aplicado a la realidad cultural.

La crítica en el siglo XX

Las teorías de Karl Marx y Sigmund Freud tuvieron un enorme impacto en la crítica y la literatura del siglo XX. Uno de los más grandes teóricos marxistas de la modernidad, el húngaro György Lukács, concebía la creación literaria como un eficaz vehículo de conocimiento cuando es capaz de reflejar la realidad del mundo al margen del sujeto: las estructuras económicas y sociales, las diferencias de clase y la manipulación del medio natural por parte del hombre. El Círculo Lingüístico de Praga elabora en 1929, en sus Tesis, un modelo de literatura concebida como sistema de distintas funciones lingüísticas. Este enriquecimiento será aprovechado tanto por la nueva crítica estadounidense de 1940, como por el estructuralismo francés de 1950 y 1960. La nueva crítica parte de las teorías desarrolladas por el filósofo alemán Immanuel Kant. En su Crítica del juicio (1790), Kant defendía que el poema representa una realidad diferente de la de la prosa lógica. Los nuevos críticos no mostraban interés por el contexto histórico de la obra o los detalles biográficos de su autor. Su técnica consistía más bien en descubrir, mediante un profundo análisis de la estructura y las imágenes, los recursos capaces de expresar el significado concreto de la obra literaria. Los estructuralistas conciben la lengua y la cultura como un sistema inmutable de estructuras básicas, se concentran en los pequeños detalles estilísticos y niegan la importancia del autor. Uno de los principales representantes de esta tendencia fue Roland Barthes, quien concebía la crítica como una "lengua secundaria" que funciona como un "comentario aplicado a la lengua primaria" o, lo que es lo mismo, el lenguaje universal del arte.

La crítica del siglo XX responde a las exigencias de una nueva sensibilidad formal íntimamente relacionada con las vanguardias históricas de Europa. Esta influencia se deja sentir en las reflexiones críticas del modernismo español, desde Unamuno y Azorín a Juan Ramón Jiménez. A mediados del siglo XX surge un movimiento dispuesto a delimitar tanto la esencia de la obra como su lenguaje específico, y que antepone el valor artístico de la obra a los aspectos sociales, económicos, políticos e incluso éticos. Esta corriente queda ejemplificada en la obra de Alfonso Reyes, Amado Alonso y Dámaso Alonso. Otra importante tendencia en el ámbito hispánico es la representada por Américo Castro y José Antonio Maravall, quienes conciben la obra literaria como un hecho integrado en unas corrientes culturales y vivenciales.

Hacia mediados del siglo XX el existencialismo filosófico propicia un nuevo acercamiento a la obra literaria basado en el valor específico de la existencia humana individual. Otras tendencias destacables en la crítica literaria más reciente son la semiótica (el estudio de los signos y los símbolos), la hermenéutica (o ciencia de la interpretación), la teoría psicoanalítica desarrollada por Freud y Carl Gustav Jung, que considera la obra literaria como reflejo de las imágenes primordiales presentes en el "inconsciente colectivo" de la especie humana, y el feminismo.

Otro importante crítico francés, Jacques Derrida, enunció la contrateoría conocida como desconstrucción. En opinión de Derrida, los textos escritos aluden más a otros textos que a una realidad central y claramente definida. De este modo, un análisis profundo de su lenguaje revela las ambigüedades esenciales del significado. Cabe mencionar además al crítico estadounidense Harold Bloom, cuya obra La ansiedad de la influencia: Una teoría de la poesía (1973) demuestra que los escritores intentan superar la influencia del pasado mediante un proceso que el autor describe como lectura creativa del texto.

Análisis de contenido

Análisis de contenido es la técnica de investigación empírica elaborada en el ámbito de la comunicación de masas. Su origen está ligado a la difusión de la prensa en la década de 1920 y a la apoteosis de las técnicas de propaganda durante las dos guerras mundiales. En aquel periodo, la investigación social se dio cuenta de la necesidad de contar con un método de análisis de los contenidos informativos y de la propaganda política que garantizara la absoluta objetividad de los resultados. La finalidad del análisis del contenido es, según la definición del sociólogo estadounidense Bernard Berelson, "proporcionar una descripción objetiva, cuantitativa y sistemática del contenido manifiesto de la comunicación".

El procedimiento consiste en la descomposición de la unidad comunicativa (artículo de periódico, fragmento de una conversación, mensaje publicitario, programa televisivo o película) en elementos cada vez más simples, individualizados por medio de criterios sistemáticos y empíricamente verificables. Esos elementos se clasifican según categorías representativas del tema elegido, las cuales se convierten a su vez en variables que se someten a cálculo. Se obtiene así un cuadro de los elementos léxicos que predominan en el texto dado, cuyas frecuencias y relaciones recíprocas, valoradas estadísticamente, permiten evidenciar el contenido explícito de cualquier forma de comunicación.

Las críticas que recibe esta técnica de investigación se centran, sobre todo, en su modo de individualizar las categorías descriptivas e interpretativas, que para el analista del contenido se pueden establecer a priori, mientras que para el semiólogo, por ejemplo, derivan de las relaciones internas que se producen entre los elementos constitutivos del texto mismo. Por otro lado, el interés por el contenido manifiesto de la comunicación excluye variables importantes, como los aspectos no verbales, el contexto en el que se produce el intercambio comunicativo, el trabajo de descodificación del receptor, etcétera. En los últimos años, las técnicas de investigación han alcanzado un gran desarrollo y se han perfeccionado gracias a los avances del software, usando programas que permiten utilizar categorías descriptivas mucho más complejas, capaces de considerar y valorar los aspectos lingüísticos y las relaciones del texto analizado.

MANUAL DE CRÍTICA LITERARIA

En cuanto a los géneros literarios, la única diferencia entre novela y cuento está en la manera de tratar y plantear las situaciones, y no en la aseveración de que la novela narra una acción en forma prolongada y detallada, y en el cuento la acción está reducida a límites estrictos y menudos. Antes que definir los géneros literarios hay que profundizarlos. En Cien años de Soledad y Ulises se mezcla la narrativa, la poética y otros géneros.

Respecto al narrador, en la novela, cuento, epopeya, historia biográfica y ensayos se encuentran los narradores. Narrador cuenta cómo, cuándo y dónde transcurre una acción, señalando los participantes y las circunstancias en que se produce. El narrador no es el autor, es un elemento más de la obra literaria. La situación espacial es definitivo para determinar niveles de puntos de vista que adopta. La definición de la posición ideológica del narrador es importante para colegir el desenvolvimiento de la narración y la manera como el narrador va a observar y contar las actividades de los personajes y las circunstancias que viven. El narrador no puede ser juzgado por su posición ideológica. La visión del narrador o narradores varía mucho, debido a sus cosmovisiones y edades.

La novela tradicional tiene un narrador en tercera persona. Los narradores en tercera persona toman distancia sobre lo narrado, y es un narrador impersonal. En la epopeya, el narrador toma gran distancia del hecho narrado, y es en tercera persona. En el cuento no toma mucha distancia. En la novela puede haber cualquier clase de narrador. El espacio a veces es importante y a veces no. Las obras narrativas son una expresión de los problemas de su tiempo. Para los autores del siglo XIX lo difícil era el dominio del espacio; para los del XX es el tiempo. Los del XIX lo primero que hacían visible era el espacio. El espacio puede ser amplio, reducido, de referencia, de concepto, único y variado. En "La Poética", de Aristóteles, se exigía acción, espacio y tiempo. En la epopeya, el espacio siempre será amplio; en el cuento, reducido; en la novela, cualquiera. Con relación al tiempo, lo hay cronológico, gramatical y ambiental. En cuanto a la estructura externa, parte de identificar el narrador, detectar y clasificar el tiempo y el espacio, e interrelacionar espacio, tiempo y narración dentro del contexto general.

Respecto a la estructura interna, los elementos que a partir de la estructura externa permiten conocer lo que se cuenta en una narración y cómo se cuenta, integran la llamada estructura interna. La tensión es uno de esos elementos. Consiste la tensión en el uso de los elementos desconocidos en la acción y su clasificación depende de la manera como ellos sean entregados a lo largo de la obra. Si la tensión es importante, también lo es la profundización. La acción es todo lo que ocurre dentro de una obra narrativa y que implique movimiento. La acción está constituida por las situaciones y el conflicto. Las situaciones son aquellas circunstancias que rodean la acción, permitiendo ser agrupadas por su homogeneidad. Los conflictos terminan siendo aclaratorios de un proceso, del carácter de los actuantes en una situación y de las implicaciones que toda obra pueda llevar. No puede haber un conflicto sin que se plantee primero una situación, pero pueden darse situaciones sin conflicto.

En la novela las situaciones son múltiples; en el cuento, sólo una. Todos los elementos del cuento deben confluir hacia la situación. La diferencia entre novela y cuento radica en que el cuento es más corto por consecuencia a diferencia en el manejo de las situaciones. En cuanto a personajes, los encontramos a nivel sicológico, social, ideológico e histórico y biográfico.

Escuelas críticas: textual lingüístico, enfoque histórico y biográfico, crítica moral y filosófica, método tradicional, métodos críticos formalistas, la semiología, la crítica sicológica, la crítica arquetípica, la crítica temática y la crítica marxista.

El enfoque textual lingüístico es una herramienta importante para el análisis literario. Busca el texto íntegro y original y el significado correcto de las palabras dentro de un contexto histórico. Se comparan todas las ediciones de una obra. Es la escuela crítica de los eruditos.

El enfoque histórico y biográfico ve en la obra literaria un reflejo de la vida de la época de los personajes. Busca el grado de compromiso de autor con la realidad de su tiempo. Tiene dos variantes: crítica expresionista e impresionista. Según la primera, la literatura es una fuente de singular conocimiento, originada en la imaginación del autor. La otra se concentra en lo que el crítico siente ante la obra. Este análisis lo requieren las obras históricas o las comprometidas con el nivel crítico de una sociedad.

La crítica moral y filosófica tiene su origen en la antigua Grecia. Para Platón, su medida está en el servicio a la moralidad y al utilitarismo. Para Horacio, era el deleite y la instrucción. La función más importante de la literatura es enseñar la moral, a veces con orientación religiosa o filosófica. La forma, el lenguaje figurado y las consideraciones estéticas son secundarias. Lo importante es la enseñanza moral y filosófica.

El método tradicional es la conjunción de los métodos anteriores, que pretenden alcanzar el significado total de una obra literaria. Existe división entre forma y contenido. Los métodos críticos formales se centran en la forma de la obra, y tienen como meta encontrar la clave de la estructura y del significado de la obra literaria. Se interesa ya saber ¿qué es la obra literaria?, ¿cuál es su forma?, ¿cuál es su efecto y cómo surgen éstos? Los detalles sociológicos e históricos no son tan importantes. Posibilita la comprensión y el significado. Los formalistas han evolucionado a la semiología. Dan importancia a la función que el lenguaje cumple en la formulación de su estructura. El lenguaje es la solución máxima de los problemas del arte y de la obra literaria. La relación entre significado y significante es arbitraria por razones socioculturales.

La crítica sicológica o psicoanalítica pretende interpretar la obra literaria como producto de las claves profundas y los misterios simbólicos de su estructura, analizados con base al comportamiento de la psiquis del hombre. Tiende a ser experimental y a diagnosticar.

La crítica arquetípica pretende encontrar la relación entre el arte literario y alguna cuerda muy profunda de la naturaleza humana. Se preocupa por investigar aquellos productos misteriosos, construidos dentro de ciertas formas literarias, que despiertan con una fuerza casi pavorosa relaciones humanas dramáticas y universales. Se base en conocimientos mitológicos. Tiende a ser especulativa y filosófica, mostrando afinidades con la religión, la antropología y la historia cultural… el procedimiento de esta crítica implica que las formas artísticas no son más que la repetición de elementos descubiertos por la cultura clásica occidental y que el hombre, hecho por y para ella, no hace sino solamente recrearlos en el arte.

La crítica temática pretende analizar la obra a través del manejo constante de un tema determinado, muchas veces explícito, otras implícito.

La crítica marxista pretende el análisis de la obra literaria a partir del realce de uno de los elementos de ellas, el teme social, a través del estudio de la relación trabajo-producción-clases sociales… pretende buscar una explicación de todos los elementos de la obra de arte desde el ángulo de las relaciones y contradicciones que aparecen por la lucha de clases o por la categorización dentro de la pirámide social que implican estas mismas clases. Tiene dos tendencias: realismo socialista, de George Luckás, y realismo comprometido o revolucionario, de Mao.

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Autor:

Luis Ángel Ríos Perea

2007

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7
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