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Análisis del fenómeno de la globalización económica, política y jurídica (página 2)

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III. Antinomias y crisis del Estado democrático Liberal

Toda estructura histórica, por el solo hecho de serlo, está destinada a transformarse y a perecer y, por consiguiente, a pasar por períodos de crisis, jalones de esa transformación. El Estado democrático liberal no escapa a este carácter general de las estructuras históricas, y es patente que, donde no ha muerto, se encuentra en situación de crisis y de transformación. Los modos de verificarse ésta, los veremos en cada uno de los países que se tratan más adelante. Pero interesa esclarecer en este capítulo general cuáles son las razones que para dicha crisis se dan en la dialéctica interna del Estado democrático liberal y a qué consecuencias jurídico-constitucionales conducen.

I. La antinomia democracia-liberalismo

La raíz fundamental de tal crisis radica en que el Estado democrático liberal se basa en la unidad de dos términos, que si durante cierto tiempo se han armonizado, sin embargo, representan en sí mismos algo antagónico y de difícil convivencia cuando los principios que los informan obtienen el adecuado despliegue. Tales términos son la democracia y el liberalismo.

Cierto que ambos tienen una serie de notas comunes, y que ninguno puede vivir sin un mínimun del otro; que la democracia, tal como se ha manifestado en Occidente, exige ciertas libertades liberales, y que el liberalismo precisa de ciertas exigencias democráticas. Pero esto es justamente uno de los supuestos de su antinomia. El otro es que, a pesar de la necesidad mutua, ambos términos son contradictorios en una serie de aspectos esenciales:

A) Como manifestaciones de esta contradicción en el plano ideológico, pueden considerarse las siguientes:

a) El liberalismo supone la división de poderes como recurso técnico para limitar los propios poderes. La democracia, en cambio, no admite limitación alguna para los poderes del pueblo; por eso su más característica expresión histórico-positiva ha sido el gobierno convencional.

b) Para el liberalismo es esencial la salvaguardia de los derechos de las minorías, pues todo individuo tiene una esfera intangible frente al poder del Estado; para la democracia, la voluntad de la mayoría no puede tener límite. El uno es intelectualista, la otra es voluntarista.

c) El liberalismo significa así libertad frente al Estado; la democracia, posibilidad de participación en el Estado;

d) El uno conduce a la afirmación de la personalidad; la otra, a su relativización ante la masa;

e) Forma extrema de los supuestos liberales sería el anarquismo; forma extrema de los democráticos, el comunismo.

Podría prolongarse la serie de contradicciones; pero más importante que este resumen de modernas opiniones es mostrar cómo tal contradicción fue ya señalada con nitidez en los comienzos del Estado liberal, y por el más importante de los tratadistas. Según Benjamín Constant, es preciso comprender en sus justos términos el principio de la soberanía popular, pues "sin una definición exacta y precisa, el triunfo de tal teoría podría convertirse en una calamidad en su aplicación. El reconocimiento abstracto de la soberanía del pueblo no aumenta en nada la suma de libertad de los individuos; y si se atribuye a esta soberanía una amplitud que no debe tener, la libertad puede perderse a pesar de este principio, o incluso por ese principio", pues, en efecto, el peligro para la libertad radica "en el grado de fuerza y no en los depositarios de esta fuerza". No cabe hablar de una soberanía ilimitada del pueblo, pues "la soberanía no existe más que de una manera limitada y relativa. En el punto en que comienza la independencia de la existencia individual se detiene la jurisdicción de esta soberanía. Si la sociedad franquea esta línea se hace tan culpable como el déspota que no teme sacar el gladio exterminador; la sociedad no puede exceder su competencia sin ser usurpadora; la mayoría sin ser facciosa". El asentimiento de la mayoría no basta para legitimar sus actos, y cuando una autoridad traspasa sus límites, "importa poco de qué fuente se digna emanar, importa poco que se llame individuo o nación; se trata de la nación entera menos el ciudadano que oprime, y no por eso sería más legítima". Así, toda autoridad tiene unos límites trazados "por la justicia y por los derechos individuales. La voluntad de todo un pueblo no puede hacer justo aquello que es injusto. Los representantes de una nación no tienen derecho a hacer lo que la nación no tiene el derecho de hacer por sí misma". El desconocimiento de esa verdad ha hecho de Rosseau "el más terrible auxiliar de todos los géneros de despotismo".

Por consiguiente, la doctrina de la soberanía popular hay que entenderla, según Constant, en los siguientes términos: "la universalidad de los ciudadanos es soberana, en el sentido de que ningún individuo, ninguna fracción, ninguna asociación parcial, puede arrogarse la soberanía si no le ha sido delegada. Pero de ello no se sigue que la universalidad de los ciudadanos, o aquellos que han sido investidos por ella de soberanía, puedan disponer soberanamente de la existencia de los individuos. Hay, por el contrario, una parte de la existencia humana que necesariamente permanece individual e independiente, y que está fuera de toda competencia social".

B) Nos queda por ver ahora cuál ha sido el desenvolvimiento y desenlace de esta antinomia. Mas como quiera que se trata de principios en movimiento, es preciso que consideremos la cuestión desde un punto dinámico, tratando el tema en conexión: a) con la diversa situación vital de los estratos políticamente activos a que da lugar el desarrollo social; b) con las distintas concepciones que de la personalidad se forman dichos grupos; c) con los poderes frente a los que se ha de afirmar la libertad.

Como ya hemos indicado anteriormente, el liberalismo surge como una rebelión de la Sociedad contra el Estado absolutista, conducida por dos gripos social y políticamente activos: la burguesía económica y los intelectuales, Ahora bien, estos dos grupos, dada la situación histórica de entonces, tenían un concepto individualista de la personalidad: perdida la ordenación corporativa de la economía y de la especulación intelectual, los miembros de uno y otro adquirían la personalidad en la competencia individual con los demás. Para ambos, libertad y seguridad individuales aparecían como absolutamente vinculadas al despliegue de su personalidad. Ahora bien, toda demanda de libertad y seguridad se dirige contra un opresor concreto: vencidas ya o batiéndose en franca derrota las entidades corporativas, es claro que no quedaba más que un obstáculo con quien enfrentarse: el Estado y, por consiguiente, se formuló un sistema de libertades y de garantías de diversa índole frente al Estado. Lo que obstaculizaba el despliegue vital de aquella forma de hombre era el estado, y, en consecuencia, el hombre, para ser libre, habría de esforzarse por domeñar al estado, y para ello sujetar su acción a normas jurídicas, poner límites normativos y orgánicos a sus poderes, y convertirlo, en fin, en una entidad neutral que deja la vida social a su propio curso. Ciertamente tal objetivo lo puede llevarse a cabo más que teniendo el dominio del Estado, y para ello se hubo de dar acogida al principio democrático, pero triplemente limitado en cuanto a las fuerzas sociales que iban a ser sus sujetos activos (sufragio censitario), y a su neutralización por otras (Cámaras Altas, etc.); en cuanto a la amplitud de su esfera, que se ciñe exclusivamente a la seguridad jurídica, sin pretender penetrar en otros campos (económicos, etc.); y en cuanto a su limitación por los principios liberales, tal como hemos visto expresado por Constant. Se trata, pues, de un sistema en el que predomina el momento liberal sobre el democrático, sistema que, de un modo general, se extiende desde principios del siglo XIX hasta su segunda mitad. Es el estado que corresponde, como decían los liberales alemanes, a las clases con "educación y patrimonio"; o como decían los doctrinarios franceses a la burguesía, custodia y portadora de la razón y de las luces. Pero no sólo se trataba de un Estadote tan delicado y sutil manejo que únicamente pudiera ser correctamente conducido por dichas gentes, sino que la correspondencia entre los intereses de estos grupos sociales y la forma liberal se manifiesta también en cuanto que, declarado el Estado neutral frente a la sociedad, y abolidos los rangos estamentales, se produjo una ordenación social clásica, es decir, jerarquizada según las disponibilidades económicas. Por consiguiente, el Estado liberal no sólo significaba libertad frente al Estado, sino también, y en sus grandes líneas, dominio social por parte del estrato económicamente calificado.

Pero la inmanencia social misma dio lugar al ascenso a la vida social y política activa de nuevos grupos sociales cuya situación vital era distinta de los que condujeron la pugna contra el Estado absolutista. Los nuevos grupos exigen su participación en el Estado y se inicia la lucha por el sufragio universal, seguida del creciente triunfo del mismo. Con ello, el principio democrático formal quedó inserto en toda la línea en el Estado liberal, y durante una etapa de duración variable, según los países, se produjo una especie de equilibrio entre liberalismo y democracia. Dado que, a pesar del sufragio universal, las representaciones de estos grupos eran todavía minoritarias y que sus dirigentes actuaban llenos de vacilaciones y dispuestos a desarrollar su actuación en el marco legal del Estado constituido, esta entrada de nuevos grupos no produjo de momento ninguna crisis en el esquema constitucional; es, por el contrario, el período de la pura y estable realización del Estado democrático liberal.

Pero aun prescindiendo aquí de los movimientos en franca oposición a todo Estado democrático liberal y de los activos violentos destinados a destruirlo, la situación hubo de variar cuando dichos grupos alcanzan la mayoría en el Parlamento y cuando la aportación popular a las guerras mundiales hizo ver que si en tiempos de Sièyes el tiers lo era todo, ahora, como dijo Ernest Jünger, estábamos en la época del "cuarto estado". Pero veamos cuáles eran los supuestos de estos grupos que irrumpen más o menos vigorosamente en la organización estatal.

En primer lugar, dadas las condiciones en que se desarrolla la existencia de dichos grupos, es decir, del proletariado y de la clase media nueva, el sentimiento colectivista de la vida relega a la penumbra el sentimiento individualista. Sin excluir la significación que en cualquier caso tiene la individualidad, es claro que esta clase de gentes están inmersas en una organización, que forman una unidad frente a la dirección de la empresa y que sus ventajas personales no la consiguen en oposición, sino en cooperación con sus compañeros. En consecuencia, no se sienten tanto como individuos cuanto como ejemplares representativos de una conciencia de grupo. Poseen, evidentemente, una esfera íntima, pero no una esfera individual en el sentido social; y, consecuentemente, carecen de sensibilidad para las libertades individuales; les interesa más la liberación como grupo que como individuo, o, al menos, ven en aquélla el supuesto de ésta. A este fenómeno inicial de masificación cabría añadir una serie de ellos; pero, en todo caso, una cosa es clara: que, sociológicamente hablando, se esfuma el sujeto de las libertades liberales.

Este nuevo sentimiento de la personalidad se vincula a un cambio de actitud en relación al Estado y los grupos sociales. En efecto, la experiencia histórica ha mostrado que no es el Estado el único que oprime el desarrollo de la personalidad; que no es la única entidad que impone relaciones coactivas de convivencia, y que las mismas libertades liberales están condicionadas en su realización a situaciones y poderes extraestatales. Tales poderes pueden ser de índole muy diversa; por ejemplo, raciales, eclesiásticas, etc., y variables según los países; pero de un modo general y común destacan los poderes económicos. Son de estos poderes, o, por mejor decir, de las presiones económicas de estos poderes , de los que interesa en primer término liberarse a los grupos a que estamos aludiendo, pues son a éstos, y no al Estado, a los que sienten como obstáculo inmediato para el desarrollo de su personalidad.

Es más: el Estado se muestra justamente como el medio apropiado para realizar la liberación de esas presiones, lo que, naturalmente, supone la ampliación de su actividad y la intervención en territorios sociales que antes permanecían a su margen, lo que indudablemente produce lesiones a libertades hasta entonces consideradas como intangibles. Pero el proceso de democratización sucesiva, con la subsiguiente pugna con los principios liberales, se acentúa, además, en cuanto que la democracia pasa a informar campos ajenos al del nuevo procedimiento de formación y realización de la voluntad estatal. Ya no se trata de una democracia estatal, sino de una democracia que de modo amplio puede calificarse de social, en cuanto que extiende sus métodos y criterios a esferas situadas inicialmente al margen del Estado: a la economía, a la educación, etcétera; que pretende, por ejemplo, la participación de la gestión de las empresas (democratización de la empresa), como antes lo pretendió en el Estado; que pretende que la representación popular fiscalice la vida económica del país, lo que supone el paso a una economía planificada, con la subsiguiente disminución de la esfera individual frente al Estado; que postula la democracia en la educación, lo que, si ha de ser algo más que una mera declaración, supone el dominio de la educación por parte del estado, o lo que es igual, aniquilar la libertad de instrucción y de enseñanza, etc. etc.

A esta ampliación de la democracia a nuevos campos, hecha posible por la sucesiva extensión de la democracia política, se la ha llamado socialismo. Pero el fenómeno es demasiado extenso para limitarlo a un ideario y a un partido político específicos. En realidad, se trata de un proceso de conformación de la Sociedad en Estado, en el que se manifiesta la adaptación de antiguas formas a nuevas situaciones; se trata de un proceso simultáneo de convivencia y de transformación, pero sin destrucciones violentas. Los nuevos principios democráticos comenzaron a informar los textos constitucionales a partir de la otra posguerra (derechos a prestaciones del Estado, constitucionalización de medidas de "política social", posibilidades de socialización e intervención en la vida económica, etc.), insertándose en el tradicional esquema democrático liberal. Pero su eficacia ha sido independiente de la inclusión en un texto. Y el hecho es que, desde entonces, han venido condicionando la estructura constitucional de los Estados democráticos liberales hasta invertir la primera relación de términos.

No parece necesario advertir que con todo esto no se pretende haber dado una explicación exhaustiva de las causas que han producido la crisis y transformación del Estado democrático liberal. Para ello, junto a las apuntadas habría que añadir una serie de factores de índole espiritual, de naturaleza política exterior, de necesidades de organización y de medios adecuados para decisiones rápidas, etcétera, etc.; en resumen, todos los factores de la realidad extraconstitucional que pueden condicionar la estructura de la constitución, y de los que hemos tratado anteriormente (supra, págs. 117 y ss.). Nuestro objeto se ha limitado a la dialéctica interna de las motivaciones políticas fundamentales de este tipo de estructura constitucional, y, aun ello, dentro de las líneas más generales y comunes al estado democrático liberal.

En pocas palabras, se atreve el autor del presente trabajo a decir que la crisis del concepto y realidad ESTADO-NACIÓN viene dado por dos vertientes:

1. La del concepto de soberanía, que el proceso denominado "globalización" ha obligado a su redefinición; y,

2. La realidad que se impone en la democracia: no puede haber verdadera democracia ni libertad sin el respeto y consenso de todos los grupos que conforman una sociedad, llamase mayorías y minorías, colectividad o individualidad.

Para explicar este punto mejor se ha de decir que una verdadera democracia liberal, sin llegar a los planos de los ideales, lo cual echaría por tierra todo lo hasta aquí expuesto, es la confluencia o convivencia de libertades, no la limitación de esas libertades; y, consecuentemente, la asunción de los deberes y obligaciones que el ejercicio de la libertad conlleva.

Veámoslo gráficamente:

IDEA DE DEMOCRACIA LIBERAL MAL CONCEBIDA:

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IDEA DE UNA VERDADERA DEMOCRACIA LIBERAL

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En este mismo orden de ideas se pronuncia el profesor Jhon Owen R. (s/f), al decir que:

la globalización significa la existencia de procesos en virtud de los cuales los Estados-Nación soberanos se entremezclan mediante actores transnacionales y sus respectivas probabilidades de poder; se trata de un proceso que crea vínculos y espacios sociales transnacionales, revalorizando culturales locales y que trae a un primer plano terceras culturas.

Globalización política significa ausencia de Estado mundial, más concretamente, significa sociedad mundial sin Estado mundial y sin gobierno mundial.

Lo dicho hasta aquí contrasta con opiniones de autores como Robert Gilpin y Ralf Dahrendorf para quienes el proceso globalizador que opera en el mundo no traerá consigo la eliminación de los Estados-Nación ya que por el contrario, tal proceso se da con la participación activa y la existencia de los mismos, sin cuyas relaciones y existencia dicho proceso no podría ni siquiera existir.

No niega quien suscribe este trabajo que los anteriores autores no dejan de tener razón en su apreciación de la realidad, pero solo es el desde el punto de vista desde los cuales parten los argumentos presentes en sus obras, pero se aprecia que es solo una parte de la realidad y no toda ella en conjunto, con lo cual si debemos revisar los postulados expuestos anteriormente (recogidos de García-Pelayo) los cuales comparto en su totalidad, pero no como la verdad única, sino una aproximación más o menos certera del campo de estudio del presente trabajo.

2.4 La Globalización Jurídica

Los avances que se van dando en la mundialización de la economía y de la política conducen a que estas relaciones sean reguladas. Indudablemente, se requiere la creación de todas las condiciones para que esta nueva situación funcione con normalidad. Por ello, es lógico suponer que, de igual forma, en lo que respecta al mundo del Derecho se avance con la finalidad de establecer un orden jurídico que responda a esta realidad internacional.

En este sentido, se percibe esa característica del derecho, es decir, siempre ir a la saga de la evolución de los fenómenos económicos, políticos y sociales. Realidad comprensible, ya que después del surgimiento y estabilización de los cambios en los aspectos antes mencionados, es que se regularizan o, en todo caso, las leyes que los norman deben adecuarse a las nuevas circunstancias. Por tanto, los cambios en los ordenamientos jurídicos deben ser posteriores. El fenómeno de la globalización no se puede regular aún cuando existen poderosas fuerzas de globalización actuando en el mundo de hoy que también arrastran consigo el derecho.

Igualmente, debe tenerse presente que las modificaciones en el contexto de las ciencias jurídicas, impactadas por la economía y la política, conllevan a un cambio de la manera de pensar en la creación del derecho.

En lo que respecta a esta aseveración vienen a ser significativos los casos relacionados con el juicio al general chileno Augusto Pinochet y la creación el Tribunal Penal Internacional. Desde luego, también, se han observado avances en otras áreas, tales como la sanitaria, la laboral, impositiva, entre otras. Ahora, bien, en este sentido la aparición de un derecho que avance hacia el ámbito de la globalización implica, según lo expuesto por Grün (2000), "un proceso sistémico y cibernético donde interactúen diversas manifestaciones, las cuales evolucionan como lo hacen los sistemas complejos, lejos del equilibrio ameritado".

2.4.1 Manifestaciones del Derecho

En el mundo del derecho, en la actualidad, se observan varios cambios. El Derecho Internacional se modifica aceleradamente asumiendo una posición de supremacía respecto a los sistemas jurídicos de las naciones. De esta manera, se va produciendo una interrelación entre los sistemas jurídicos de las naciones, en ellos y los sistemas jurídicos internacionales de variadas gamas, los cuales se orientan a la consecución de un sistema jurídico mundial.

Por la evolución que ha experimentado, en tiempo relativamente pequeño, el Derecho Internacional (el cual ha pasado de la llamada cortesía internacional a la condición de que los pactos deben cumplirse) se ha llegado a la creación de organizaciones muy complejas como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Comunidad Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), MERCOSUR, Comunidad de Andina de Naciones (CAN), entre otros organismos. Todas estas entidades contienen estructuras jurídicas, incluso con tribunales, que ejercen imperio sobre los Estados Nacionales y los sujetos de derecho, es decir, sobre las personas físicas y jurídicas de dichos Estados.

Es bueno hacer un paréntesis y advertir que no debemos confundir el Derecho Internacional con el denominado Derecho Comunitario, pues lo pretendido por este último en muy pocas cosas tiene que ver con el Derecho Internacional tal y como lo conocemos ahora. Pero no es el tema de desarrollo en este trabajo. Por ello, prosigamos.

2.4.2 Crisis de los Sistemas Jurídicos

En los últimos cincuenta años, se han producido enormes cambios dentro de la evolución de las sociedades. Estas transformaciones han conducido a los sistemas jurídicos de las naciones a una profunda crisis. Se observa en todas las áreas del conocimiento y de la tecnología, en las relaciones sociales, en el crecimiento de los medios de comunicación, es decir, del avión, el satélite, la televisión, el fax, el correo electrónico, internet, etc., en la economía global y en el aprovechamiento de los recursos naturales, en el crecimiento de la población.

Estas transformaciones han inducido el surgimiento de nuevas funciones que, según Grün (2000), el derecho debe asumir en el ámbito del sistema social y del sistema ecológico, influencia del entorno social y natural que obliga a la transformación de su estructura, y que sus funciones se modifiquen de manera casi inimaginable. Por ello es que el sistema jurídico mundial y los subsistemas jurídicos nacionales que lo integran se encuentran lejos del equilibrio.

Esta situación no es única en la historia de la humanidad. En todo caso, lo inusual es la complejidad con que se presenta en el momento actual. Desde el primitivo derecho consuetudinario, pasando por el derecho jurisprudencial, hasta llegar al imperio del derecho estatuido y la influencia de la doctrina concebida por los jurisconsultos, actualmente se produce un proceso que se puede considerar de caótico en el área jurídica. Por ello, ha de esperarse que, de acuerdo a la manera como se desarrolla la mecánica de estos fenómenos, se produzca una reorganización en un nivel superior con mayor complejidad.

Ahora, hay que considerar la evolución de la democracia que, como sistema político ha alcanzado un nivel superior de organización lo que trae, como consecuencia, que también se redefinan la política y el gobierno, con lo que, igualmente, es necesario readecuar a una nueva forma de ver el derecho y todo el orden jurídico internacional y nacionalmente.

En función de toda esta evaluación, Grün (2000), la refuerza recordando que, los actuales ordenamientos jurídicos superiores e inferiores surgieron de la eliminación de todos los ordenamientos jurídicos superiores e inferiores que existían en la alta Edad Media, por la consolidación de los Estados Nacionales, a través de lo que el autor citado, denomina la monopolización de la producción jurídica. En este sentido, esa tendencia de cotejar el Derecho con el derecho estatal, que aún existe, obedece al proceso histórico en el cual ocurrió una concentración del poder normativo y coactivo que caracterizó el establecimiento de las monarquías absolutas o Estado Nacionales como, también, se les conoce.

Ahora, esta crisis en el mundo jurídico tiene su origen en el debilitamiento de la identificación del Derecho con la norma legal, como consecuencia de la acción monopolizadora del mismo Estado. Así, se rompe con una premisa principal de la primera etapa moderna, la cual consistía en la convivencia dentro de espacios cerrados y delimitados entre sí de los Estados Nacionales y sus respectivas sociedades nacionales.

Por su parte, sostiene Goodbar (citado por Grün, 2000), que otro efecto en este proceso de globalización se encuentra en la destrucción acelerada que viene padeciendo el Estado-Nación, ya que su poder como unidad efectiva para resolver los problemas derivados de esta nueva organización mundial se escapa totalmente de sus manos. En este sentido, el citado autor plantea que estos Estado-Naciones son muy pequeños para resolver los grandes problemas existentes y, a la vez, también, son demasiados grandes para resolver los pequeños problemas. Por ello, los estudiosos de las relaciones internacionales perciben que ya los gobiernos no tienen la fuerza suficiente para controlar a los grupos económicos que actúan en el interior de sus países.

En reflexión sobre lo que hoy representa el concepto soberanía, Litell (citado por Grün, 2000), el cual fue introducido en el siglo XVI, sostiene que también ha perdido mucho de su significación tradicional debido a que la evolución del mundo tiende aceleradamente a pasar de el Estado como institución jurídico-política a simplemente comunidades económicas.

Cada vez más se observa como las corporaciones con el enorme poderío económico que concentran adoptan decisiones que afectan decisivamente el porvenir de los Estados. Sin embargo, éstos se encuentran casi en situación de indefensión, en algunos casos, ante la necesidad de generar cambios en estas decisiones corporativas.

Los Estados se encuentran en dilemas difíciles de resolver. Las orientaciones ideológicas y políticas de sus gobiernos muchas veces son opuestas a estas posiciones; sin embargo, los compromisos ya adquiridos con anterioridad o por las mismas fuerzas desatadas en la región en donde está ubicado el país, se ven obligados a romper con sus esquemas para no padecer un aislamiento posible y, en consecuencia, empeorar la situación por la que en ese momento se encuentran. En todas estas variaciones que se vienen observando en el mundo, también debe considerarse que el mundo de hoy se encamina directamente hacia el desarrollo de las llamadas empresas globales. En la evolución de la economía mundial, hay organizaciones empresariales que por el alcance y volumen de sus operaciones, sus opciones financieras, los mercados que controlan o al menos penetran y sus estrategias, no pueden denominarse como nacionales.

La globalización de las finanzas y los negocios, igualmente, tienen ramificaciones en la política. Se puede observar que determinadas consecuencias financieras ocurridas en el ámbito internacional afectan decisivamente a la economía de una nación, con lo cual es afectada la situación política al interior de su territorio. Se recuerda, como la crisis financiera de los tigres asiáticos afectó a gran parte de las economías occidentales, obligando a muchos países a reorientar toda su actividad, incluso la política.

Todos estos cambios crean las condiciones, que se hacen obligatorias, para una adecuación de los sistemas legales a la era global. En consecuencia, los países que no se adapten a los nuevos tiempos y, menos, ejecuten los cambios legales necesarios, más temprano que tarde, muy posiblemente, serán arrastrados por la nueva etapa de la historia, en la cual las condiciones del mundo de hoy señalan estrategias globales las cuales se ofrecen en ese mismo proceso (la globalización) para así alcanzar un desarrollo verdaderamente mundial (pero que dicho Estado no está avanzando de manera uniforme con el proceso en sí).

2.4.3 Efectos Jurídicos de la Globalización

Todos estos avances en el mundo de las tecnologías, particularmente, en las telecomunicaciones, y en los negocios, unido a la acumulación inimaginable de capitales, mueve aceleradamente el mundo hacia la globalización. Estas transformaciones que se operan en las relaciones de los negocios conllevan a modificar las reglas del juego y, como efecto, a trabajar por la creación de un nuevo orden jurídico mundial.

A estos efectos, el profesor Teubner (citado por Grün, 2000), ha planteado interesantes consideraciones cuando señala que la globalización provoca multitud de fenómenos jurídicos que, en la práctica no se pueden encasillar dentro de la jerarquía jurídica normativa. Se refiere a la "lex mercatoria", que es el llamado ordenamiento jurídico transnacional de los mercados mundiales. El mismo, sostiene el citado autor, es una demostración exitosa de un "derecho mundial", el cual se encuentra mucho más allá del ordenamiento político internacional.

Las multinacionales realizan contrataciones que en ningún momento someten a alguna jurisdicción nacional ni a derecho material nacional. A ellos, según el citado tratadista, les conviene someter sus contratos a un arbitraje independiente de los derechos nacionales y, al mismo tiempo, buscan regular bajo las normas de un "derecho comercial transnacional", cuya legalidad ha sido criticada por gran cantidad de juristas, quienes con sus cuestionamientos han generado numerosas interrogantes desde la práctica y desde la teoría jurídica.

Así, las expectativas contractuales de los contratos no son consideradas legalmente obligatorias sobre la plataforma de la voluntad de una legislación nacional sino sobre la base de las costumbres comerciales internacionales, sus usos y prácticas comerciales. Estas negociaciones o contrataciones surgen en el mare magnun de las condiciones caóticas del mercado internacional o, en todo caso, dentro de las prácticas que son impuestas por los intereses económicos dominantes.

Asimismo, las contrataciones pueden ser sometidas por los fallos arbitrales en los cuales se considera que bajo esta figura se ha actuado con equidad. De todas maneras, esta forma de actuar para la resolución de posibles conflictos o desacuerdos entre las contrataciones internacionales no deja de ser una práctica alejada de todo lo que sea derecho, así consideren que esta es una actuación comercial ejecutada desde tiempos inmemoriales.

2.5 La Globalización en el Mundo de Hoy

Ya la globalización lo ha abarcado todo. Es imposible pensar que hay algún aspecto de la vida ciudadana en la que ella no se encuentre involucrada. La misma podría considerarse como una concepción totalizante, en la que todo lo va abarcando y, en este sentido, se impone como concepción del mundo, del hombre y de la sociedad en general.

En el presente trabajo, se ha analizado la globalización como fenómeno económico, jurídico y político, en el cual ya los Estados han venido perdiendo (por no decir han anulado) su poder. La evolución de los mercados financieros junto con el avance de las tecnologías, particularmente, en el área de las telecomunicaciones, ha ido generando una concentración de capitales en pocas transnacionales (las cuales ahora son los centros de decisión) en las cuales se determina, incluso, el equilibrio de muchas naciones.

Como fenómeno político, el mundo actual observa la manera en que los grupos reaccionarios realizan protestas en las que participan millones de personas el mismo día, a una misma hora en diferentes partes de la tierra. Asimismo, estas acciones son conocidas casi al momento en que se realizan debido a los medios de comunicación social que transmiten los eventos en los teatros de operaciones. Es decir, protesta e información internacional marchan de la mano.

Por otro lado, en el orden político las transnacionales influyen decididamente en la conducción de los Estados. Pareciera que el poder de estas organizaciones es tanto que destituyen o colocan hasta presidentes y regímenes políticos. Este es el caso (de acuerdo a investigaciones realizadas independientemente que esté influidas por alguna corriente ideológica que adversa al capitalismo) de Chile en donde el golpe de Estado en contra del presidente constitucional Salvador Allende fue orquestado (supuestamente) por la ITT Corporation de Estados Unidos. Este evento, aún cuando en la realidad sea falso, al menos dejó la suspicacia en el aire. Esto ocurrió en el año 1973, hace treinta y un años; cómo será ahora cuando dichas organizaciones acumulan mayor poder.

Ahora, la información, lo que es noticia, lo determina el periodista que selecciona el acontecimiento y redacta la nota de prensa. Desde luego, hay sucesos que de por sí, sin intervención incluso de un comunicador social es noticia: tal es el caso del fallecimiento de un dignatario, un jefe de alguna congregación internacional, lo cual es registrado inmediatamente por lo medios de comunicación social después de ocurrido.

En el desarrollo del acontecer político, económico y social, los intereses en juego ejercen un enorme poder. En estos casos la información puede ser manipulada y, con ello, orientada hacia la búsqueda de un determinado fin. Normalmente, en defensa de dichos intereses y en detrimento de la verdad de los hechos.

Desde esta perspectiva, puede observarse cómo, cuando hay posiciones encontradas, grupos con suficiente poder y, por supuesto, con el dominio de medios de comunicación, la verdad verdadera (perdón por este segundo término, pero es simplemente para la reafirmación de la realidad) es la primera baja del enfrentamiento. Cada medio de comunicación beligerante y parcializado presenta la noticia y las informaciones desde su visión de la realidad y no desde como realmente están ocurriendo los hechos.

La lucha puede observarse perfectamente con los argumentos que esgrimen cada una de las partes. Para una, en este caso, los defensores de la globalización, este modelo es el único por medio del cual las sociedades podrán alcanzar su pleno desarrollo, rompiendo con las desigualdades sociales en el largo plazo (entre otras razones); mientras que los otros, es decir, los seguidores de corrientes que están contra la globalización, afirman que ésta es la causante de todos los males que padece el mundo de hoy: miseria, analfabetismo, desnutrición, y muchos más males. Ahora, cada cual, desde su perspectiva, plantea de una manera tal sus posiciones que son creíbles. Posiblemente sería esta la razón por la cual Marx (Silva, 1985) determinó que las ideologías son falsas representaciones de la realidad.

Todas estas transformaciones en el orden económico y social, obligan a las sociedades a modificar sus sistemas jurídicos con la finalidad de adecuarlos a los nuevos tiempos. Debe hacerse una revisión de todo el ordenamiento legal. Ya es imposible que, con la penetración de las tecnologías de punta, las leyes continúen siendo las mismas desde hace décadas atrás. En una revisión de la realidad actual, se pueden determinar muchos cambios con los que la legalidad no responde a estos momentos. Para poner un solo ejemplo de lo que se quiere decir: la clonación. Este hecho por sí no tiene parangón en la humanidad, y todavía es el día de hoy que no hay regulación a este respecto. Y así con tantos aspectos.

Claro, es bueno dejar sentado aquí que no todo se puede legislar. Las soluciones de la vida, y eso lo demuestra la misma vida, no está simplemente en la creación de una ley. Por el contrario, esta debería ser el resultado de un proceso riguroso de pensamiento, que comprenda la realidad y pueda plasmarla para permitir la coexistencia en una sociedad. Pero prosigamos.

En las transformaciones operadas, se percibe la ampliación de las fronteras en el orden de las negociaciones, a través de la constitución de los bloques económicos: es el caso de la Comunidad Europea (CE), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), Mercosur, entre otros acuerdos económicos. Para ello, las naciones suscriben tratados internacionales los cuales, posteriormente, deben ser ratificados por los poderes del Estado, con la finalidad de que tengan legalidad definitiva. En este sentido, han venido ajustando sus ordenamientos legales a las actuales circunstancias.

Entre esas reformas uno de los cambios se encuentra en el rango constitucional en el cual se viene dando a dichos tratados la jerarquía de constitucionales. Y, así sucesivamente.

En el orden de la cultura, igualmente, se han operado cambios sustanciales. La globalización cultural conlleva a la exigencia del derecho del consumo, porque en la actualidad el hombre se ha vuelto tan cosmopolita que, según Barreto (s/f), exige movilidad social o simulada. No necesariamente debe existir una movilidad social, el individuo solo ha de trasladarse hacia pequeños centros comerciales, donde realiza consumos mínimos, para así llegar a convertirse en cosmopolita.

El ser humano posmoderno se dedica o siente poco interés por la política. En términos generales, quiere ser partícipe de los bienes que existen en el mundo, para lo cual le interesa viajar por el mundo. Incluso, hasta las personas consideradas de clases bajas o populares aspiran a la obtención de medios y/o recursos a corto plazo para disfrutar de todo lo que ve a través de los medios de comunicación visuales o en las pantallas cinematográficas, en vez de dedicarse a la lucha o búsqueda de la justicia social.

En esta etapa del desarrollo de la humanidad, las personas solo quieren dedicarse a lo que les causa placer: primero a las actividades productivas y profesionales que cuadran dentro de sus aptitudes y, después, a emplear el tiempo de descanso o de ocio en el disfrute de todos aquellos beneficios que ha generado el desarrollo material de la humanidad.

Así, pues, existen multitud de acciones que emprenden las comunidades o movimientos comunitarios en el sentido de alcanzar mejores condiciones de vida, pero, esto es para resolver problemas inmediatos; ellos no están dirigidos a revertir la situación de manera macroestructural. Por su parte, se ha observado, al menos, en México y Venezuela, que aquellos que defienden el derecho a la educación no lo hacen inspirados por la idea de lograr que sea mejor sino que lo buscan en el sentido de obtener el título y, con ello, tener acceso a mejores sueldos.

En síntesis, en esta sociedad posmoderna las personas quieren disfrutar de todo aquello que sabe que en otras latitudes reciben por el avance tecnológico y desarrollo en general que, como comunidades de vanguardia, ellas tienen a su alcance. En este sentido, se desarrolla una especie de Democracia de Consumo, en la cual la persona también requiere de menos recursos para acceder a ellos y crea la ilusión de una democracia en lo político con lo cual el ciudadano es desmovilizado y posterga la búsqueda de soluciones estructurales.

Esta nueva democracia del consumidor es promovida por la producción en masa y el comercio de bienes muy estilizados, ya que se maneja la creencia que los símbolos y las prerrogativas de las clases elitescas pueden estar disponibles a escala masiva. De ahí, que se haya creado la idea de que el mejor estilo de vida, es decir, el de los sectores más pudientes de la sociedad, pueden disfrutarlo los sectores populares. Esa falsa ilusión está latente.

En este aspecto, la publicidad juega un papel muy importante junto con los mecanismos que refuerzan el sistema capitalista. En los centros de educación se vende la idea de estudiar para que se pueda obtener un buen empleo y, con ello, lograr un buen sueldo; mientras que a través de la publicidad se promueve la idea de la buena chica, los excelentes productos, la buena vida y el status. Con esas ilusiones se mantiene la normalidad en el sistema.

El mundo de hoy continúa su evolución hacia este tipo de sociedad de una manera acelerada. Cada día aparece un nuevo invento, una nueva tecnología que refuerza esta manera de profundizar la acumulación material de productos y la ilusión del disfrute generalizado. Las grandes corporaciones, comercializan a escala planetaria todos los bienes y servicio masivos inimaginables, y por otro lado, los mercados financieros controlando a las naciones (muchos sostienen que las arrodillan), hacen que en su conjunto, el poder económico, financiero y político de estas transnacionales sea tan grande que pensar en que los sectores adversarios a la globalización puedan terminar por imponer sus criterios suena a ilusión de adolescente.

Una cosa si es cierta: intuitivamente hablando, si esa búsqueda de la supuesta felicidad y la justicia social se pretende a través de poder dar a todos los seres humanos por igual las bondades de las grandes potencias mundiales, se está cometiendo un error conceptual de proporciones catastróficas. Y es que la naturaleza no soportaría siquiera un solo año si se le saca todo lo que se necesita para el supuesto "bienestar colectivo" de todos y cada uno de los seres humanos que habitamos este planeta tierra. Y para muestra de lo que se pretende exponer baste ver un solo recurso natural: el agua. El agua apta para el consumo humano solo representaba en la década de 1920 el 2,8% del total de las aguas del mundo, lo cual de por sí era suficiente. Gracias a la incomprensión del ser humano de la naturaleza ese porcentaje se ha visto reducido para la década de 1990 a 2,4%. Esto en sí mismo es una clara advertencia del peligro que corre la raza humana por desconocer y no comprender tanto a la naturaleza como lo que somos como seres humanos. Pero …

En fin, hoy por hoy, solo se percibe que la globalización, independientemente de sus bondades o de sus maldades, es un hecho con el que tienen que convivir todas las naciones y todas los sectores de estas sociedades.

2.6. Venezuela y la Globalización

Venezuela, al igual que las demás naciones, no escapa de la globalización. Avanza aceleradamente, a pesar de que es uno de los pocos países que, en los actuales momentos, tiene una fuerte lucha al menos al nivel verbal contra ese proceso. Es imposible pensarlo. Es un país cuyo principal producto de exportación tiene de cabeza a las economías desarrolladas del mundo, es decir, el petróleo. El simple hecho de ser esta materia prima sobre la que gira su economía, ya la hace vulnerable a las influencias externas de manera totalmente decisiva.

En la actualidad (y al momento de escribir este trabajo, específicamente 10 de octubre de 2004), el precio del barril de petróleo se ha elevado por sobre los cincuenta dólares por unidad. El efecto sobre las economías desarrolladas es devastador, su población se ve afectada sobre manera. En este sentido, los factores de poder pueden presionar para que, desde acá, se adopten decisiones que permitan contribuir a la baja de los precios, a través de asegurar el suministro y, si es posible, incrementar la producción para hacer frente a la demanda de este producto.

Por otro lado, este efecto demostrativo se viene operando en Venezuela desde que llegó la televisión. A través de la misma, se ha desarrollado un proceso de transculturación que ha permitido a la población, desde las clases altas hasta las más bajas, estar en contacto con la moda y los últimos adelantos tecnológicos en materia de telecomunicaciones: por citar un ejemplo, ¿quién en Venezuela no ha tenido un teléfono celular? Toda esta situación, aparte del poder adquisitivo del que disfrutó hasta hace poco el venezolano, conduce a hacer un análisis riguroso de cómo en esta nación la globalización se ha implantado y hasta qué punto es cierta la lucha por imponer otro modelo de los ubicados dentro de la corriente antiglobalizadora.

2.6.1 Venezuela y la Globalización Económica

Venezuela, como todos los países latinoamericanos, desde después de finalizada la segunda guerra mundial, se insertó en el modelo cepalino caracterizado por la implantación de un modelo de crecimiento hacia adentro, en el cual el Estado facilitaba todas condiciones para que las empresas nacionales se desarrollaran y produjeran los bienes y servicios que el País necesitara, y, la sustitución de las importaciones, es decir, se le garantizaba a los empresarios el mercado interno. Para ello, se desarrolló una política de proteccionismo del sector productivo nacional, a través de la imposición de altos impuestos y de aranceles gravosos a los inversionistas extranjeros.

Pero, por paradójico que parezca, el sector productivo del país produjo poco y de muy baja calidad. Al no haber competencia, indiscutiblemente, tampoco había punto de referencia para medir la calidad de lo producido. De esta manera, Venezuela se fue retrasando en el concierto de naciones. Cuando el modelo fundamentado en la renta petrolera se agotó, el Estado debió abrirse a una economía moderna basada en la competitividad y no en el proteccionismo promovido por la CEPAL.

En esta lucha por definir el perfil de lo que debe ser el modelo de desarrollo económico, Venezuela se debate. Este país se ha caracterizado por no diseñar y, por supuesto, menos, ejecutar políticas de Estado. Las políticas son tan a corto plazo que, en un mismo gobierno, un cambio de ministro implica un cambio de orientación, cuando todo debiera seguir en función de lo propuesto en el programa que los llevó a controlar el poder. Incluso a incumplir promesas demagógicas que, de antemano se sabían que no se podían cumplir, como aquella en el cual el presidente Caldera (1994), aseguró que no se arrodillaría ante el Fondo Monetario Internacional, y poco tiempo después su gobierno se sometía a las condiciones impuesta por dicho organismo financiero para recibir créditos y asistencia técnica.

Hasta la magistratura del Presidente Pérez (1974) las políticas proteccionistas y demagógicas eran posibles: únicamente sostenidas por los ingresos provenientes de la industria del petróleo. En otras condiciones hubiera sido imposible mantenerse semejante festín populista. Así, en Venezuela se desperdició una gran oportunidad para impulsarla hacia el desarrollo.

En el gobierno del presidente Luis Herrera Campins (1979) se observaron algunos vestigios de modernización de la economía. Fue el primero que lo intentó a través de la política de liberación de precios y otros mecanismos que orientarían la economía nacional hacia una apertura. Sin embargo, los técnicos que dirigían la economía de entonces, no tomaron en consideración el factor sindical (diríase el factor humano, más bien), el cual presionó con multitud de huelgas para que el gobierno decretara un aumento general de sueldos y salarios, con lo cual se desvirtuó la política económica y, nuevamente, al producirse aumentos en el precio del petróleo, regresarse al populismo que ha caracterizado a la dirigencia nacional. Otra oportunidad perdida para modernizar al país.

El presidente Jaime Lusinchi (1984) fundamentó su obra de gobierno sobre dos variables que pronto desechó. Una era el pacto social, ya que el país estaba en muy malas condiciones, y la otra era la revolución de los mejores. En términos generales, desechó las ideas iniciales y se dedicó a desarrollar políticas para tapar problemas y situaciones difíciles con lo cual la crisis se agudizaba. En el plano económico, como los demás mandatarios, continuó un populismo puro.

En esta última administración, el presidente Chávez se ha dedicado a desarrollar un programa de gobierno que rompe con las propuestas de la globalización. Él ha definido su gobierno dentro de una postura antiglobalizadora. Así, pues, sus políticas han sido orientadas hacia el desarrollo de economías colectivas, como son el cooperativismo y las microempresas. Como puede observarse, desde el sector oficial no ha habido un claro deseo de implantar una apertura a la economía de mercado, sin embargo, las fuerzas del desarrollo mundial impulsan el cambio hacia la misma. Aún la dirigencia nacional que ha controlado al Estado se resiste a impulsar los cambios para la modernización en esta área.

Ahora, bien, Venezuela no es una isla, no es una nación que se encuentra aislada por todas partes. El impulso de las fuerzas externas se ha introducido en el país. Así, entre esas marchas y contramarchas, hay sectores de la economía que se han insertado en una economía de mercado. Desde luego, es cierto que en el entorno dificulta la competitividad a nivel internacional, pero, ante todo han sabido superar la situación. Independientemente de la profunda crisis que padece el país, muchas transnacionales han cerrado sus actividades, pero algunas aún se mantienen en el país.

2.6.2 Venezuela y la Globalización Política

Hoy en día Venezuela es un país altamente politizado. Se percibe en la primacía que los distintos sectores del acontecer nacional le conceden, reflejados en los centimetrajes desplegados en los medios de comunicación social. Así, considerando desde la caída de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, poco tiempo se dedica a la economía. Todos los sectores del país participan políticamente, incluso, ahora los militares participan abiertamente, cuando antes de la Constitución Bolivariana no tenían acceso a este derecho.

Actualmente, la sociedad venezolana está subsumida en una profunda crisis política que (se percibe) no se solucionó con el referéndum revocatorio presidencial, celebrado el pasado 15 de agosto del presente año. Los intereses en juego son demasiado poderosos para que todo se tranquilice, ya que ha quedado una muy seria duda sobre los resultados del mismo y que por su parte la Coordinadora Democrática está armando el expediente con el cual estima demostrar un fraude electoral.

El país está dividido en dos grandes grupos. Aquellos que se orientan hacia una economía de mercado, con amplias libertades políticas desarrolladas dentro de un sistema democrático de corte liberal burgués, los cuales, también, quieren que el Estado venezolano solo intervenga en los asuntos básicos y cree las condiciones necesarias para que el ciudadano se desarrolle como persona. Estos sectores de la vida nacional, según su criterio, desean vivir en democracia, desde luego, la democracia como ellos la conciben.

Mientras, el otro grupo, promueve el intervensionismo del Estado, una democracia popular, una economía fundamentada en el fortalecimiento de unidades de producción cooperativistas y la profundización de la microempresa como ideas básicas para alcanzar un desarrollo sustentable.

El primer grupo está representado por los sectores tradicionales de la política interna, organizaciones empresariales y sindicales de lo que, según la categorización histórica del presidente Chávez, corresponden a la mal denominada Cuarta República, y el grueso de la población que se encuentra diseminada en todos los estratos sociales, desde los habitantes de los cerros hasta los segmentos de mayores recursos del país.

El otro grupo, lo lideran el sector oficialista del gobierno nacional, los partidos izquierdistas de vieja guardia, como el Partido Comunista de Venezuela, y las organizaciones aluvionales Movimiento Quinta República y Patria Para Todos.

En términos generales, el enfrentamiento de ambos bandos puede ubicarse en el modelo de desarrollo que proponen para Venezuela, en el cual se observa la lucha entre globalistas y antiglobalistas. Entre quienes promueven abrir el país a la nueva tendencia del capitalismo mundial o poscapitalismo y quienes continúan con modelos de intervensionismo de estado y de implantación de economías socializadas. Esta es la verdadera lucha por la que se enfrentan estos dos segmentos de la población, bajo las nuevas condiciones de estrategia global en las cuales se desarrollan los intereses de las sociedades en general, hasta el punto que las organizaciones se relacionan entre sí para alcanzar su desarrollo propio.

  1. Crisis Venezolana y Factores Internacionales

En la evolución de este enfrentamiento se perciben cómo la política nacional no es ajena a los demás factores que interactúan en la comunidad internacional, los cuales de una u otra forma tienen intereses que defender a pesar que se presentan como indiferentes o, en todo caso, prestando su buena voluntad para contribuir a solucionar la crisis.

Ambos sectores reciben apoyo, independientemente, de la cantidad de actores y poder de los mismos que interactúan. Por ello, cada uno de los grupos beligerantes siente seguridad. Esta es una confrontación que se realiza en Venezuela y, sin embargo, apenas este país es uno de los teatros de operaciones de la guerra por la implantación de uno de los dos modelos ideológicos que pugnan por controlar la comunidad internacional. Venezuela puede ser un peón dentro de esta confrontación mundial.

El sector oficialista recibe apoyo de Cuba, algunas repúblicas islámicas y grupos internacionales izquierdistas, entre otros. Mientras que el otro segmento, igualmente, recibe solidaridad de todos aquellos que adversan las posiciones intervensionistas. Por su parte, algunos organismos de la comunidad internacional median para que se supere la crisis. Ahora, si se parte de que en relaciones internacionales sólo se juegan intereses, se podría considerar las participaciones de estas entidades como neutras. Se duda.

Después del fracaso del modelo comunista soviético y la caída del muro de Berlín, el mundo pasó de bipolar a multipolar con preponderancia de Estados Unidos de América como superpotencia protectora del sistema internacional y, específicamente, el modelo de desarrollo que se promueve es el capitalismo en su faceta más avanzada, es decir, globalización en la cual las transnacionales ejercen un enorme poder sobre las naciones.

Venezuela, como Estado adscrito a esta comunidad internacional, también, es parte de esta lucha por el dominio ideológico y programático en el cual se busca la derrota de uno de los dos sectores. Sin embargo, desde afuera, muchas veces se imponen orientaciones que sólo conocen los actores en trance de poder. De ahí, es posible abrigar dudas sobre los dominios que tengan los factores de la vida nacional respecto a sus decisiones si son, realmente, adoptadas por ellos.

Este es el flujo o reflujo de la lucha en el tablero internacional. La crisis venezolana, como la de otros países, se desarrolla con la intervención de muchos factores que para el común del ciudadano es imperceptible y, sin embargo, están influyendo en las acciones y decisiones que toman por los bandos beligerantes. En este sentido, la crisis del país no es aislada. Depende de múltiples factores los cuales con sutileza deciden el futuro de la nación.

2.6.4 Los Medios de Comunicación en la Lucha Política

A lo largo del trabajo, se ha hecho referencia a la importancia del desarrollo de las telecomunicaciones y, particularmente, a los medios de comunicación social en esta etapa de la historia humana. Un acontecimiento es informado en corto tiempo, casi en fracciones de segundo, por la televisión internacional. No importa el lugar, el mundo está interconectado.

Por otra parte, la primera baja en una guerra o lucha es la verdad. Cada cual la ve desde su óptica lo que considera la verdad, obviando las razones verdaderas de la situación. Ambos lados actúan así. Esta es la razón de fondo del por qué, en Venezuela, los medios de comunicación social privados y los oficialistas presentan la noticia de manera tan disímil. Sobre un mismo hecho la información es diferente.

Cada cual envía su verdad al exterior, a los medios que le apoyan o, en todo caso, le pagan para que ellos presenten la información que producen con el sesgo debido, producto de la posición que sustenta. De esta manera, la globalización de la crisis venezolana también es generada por esta industria de la información.

El manejo de la noticia, normalmente, se presenta imparcial. En teoría debiera ser esa la razón de ser de los medios de comunicación social. En el afán por mantener informada de manera veraz y oportuna a la ciudadanía, la presentación de la información debería ser neutra, es decir, sin adoptar posición por uno de los bandos. Sin embargo, es imposible en los actuales momentos en Venezuela. La polarización condujo a los medios a asumir posición por uno de los bandos. Se debe recordar que hay demasiados intereses en juego, no sólo nacionales, también, internacionales.

En el concierto mundial, las transnacionales de la comunicación, según Barreto (s/F), ejercen su poder de manipulación sobre las sociedades a las que controlan a través de la información enviando sus mensajes por los medios de comunicación social nacionales conectados a ellas. Así, estas agencias de información envían los mensajes ideológicos y la noticia manipulada.

En esta lucha, el oficialismo venezolano cuenta con los medios de comunicación social del Estado y el Ministerio de Comunicación e Información para desarrollar su campaña proselitista y de información; mientras, el otro sector, cuenta con el apoyo de los medios de comunicación privados.

En la presentación de un mismo hecho, se percibe el tratamiento interesado de los bandos, solamente se puede tomar como ejemplo el enfoque que cada grupo dio a los sucesos ocurridos el 11 de abril de 2002. Ahí, claramente se identifica el sesgo de la información o cómo la información no es veraz, deformando así lo más importante del ser humano la verdad.

CAPÍTULO III MARCO METODOLÓGICO

3.1. Tipo y Diseño de la Investigación 3.2 Procedimiento (1)

CAPÍTULO IV CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

4.1 Conclusiones 4.2 Recomendaciones (1)

BIBLIOGRAFÍA (1)

ANEXOS (1)

Artículo de Federico García Morales, "LOS MITOS DE LA GLOBALIZACIÓN"

Artículo de Paul Street, "LIBRES PARA SER POBRES"

Artículo de Chusa Lamarca Lapuente, "GLOBALIZACIÓN Y GÉNERO"

Artículo de Ricardo Antonio Lomoro, "¿QUIÉNES PIERDEN CON LA GLOBALIZACIÓN? EL HOLOCAUSTO LABORAL"

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AGRADECIMIENTOS:

Quisiera agradecer al mundo por quitarle la oportunidad de presentar este trabajo …

Quisiera agradecerle a Jehová, nuestro Dios, por haberme permitido conocerlo …

Quisiera agradecerle a mis padres por haberse conocido …

Quisiera agradecerle a mis profesores por su paciencia …

Quisiera agradecerle a la Dra. Teresa Machado su ayuda …

Quisiera agradecerle a mi Linda por su entrega …

… y en fin si de quisieras pudiese demostrar lo que siento no lo estaría scribiendo … sin embargo, si quiero …

 

 

Autor:

Omar José Uzcátegui C.

CARIBBEAN INTERNATIONAL UNIVERSITY

ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO INTERNACIONAL Y RELACIONES INTERNACIONALES

Caracas, octubre 2004

Trabajo Especial de Grado presentado como requisito para optar al Grado de Especialista en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales

Partes: 1, 2
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