Descargar

Las ciencias sociales (página 2)

Enviado por ela mori diaz


Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

A mediados del siglo XIX se crearon, además, importantes fundaciones de arqueología científica, sobre todo a cargo de arqueólogos daneses del Museo Nacional de Antigüedades, Septentrionales en Copenhague. A partir de unas excavaciones sistemáticas llegaron a descubrir la evolución de los utensilios y herramientas durante la edad de piedra, la edad del bronce y la edad del hierro. El fundador de la escuela funcionalista de antropología, Bronislaw Malinowski, afirmaba que las organizaciones humanas debían ser examinadas en el contexto de su cultura y fue uno de los primeros antropólogos en convivir con los pueblos objeto de su estudio, los habitantes de las islas Trobriand, cuya lengua y costumbres aprendió para comprender la totalidad de su cultura.

La antropología aplicada nació en el siglo XIX con organizaciones como la Sociedad Protectora de los Aborígenes (1837) y la Sociedad Etnológica de París (1838). Estas instituciones se preocuparon por despertar en Europa una conciencia contraria al tráfico de esclavos y a la matanza de pueblos indígenas americanos y australianos.

  • Antropología Física:

La antropología física se ocupa principalmente de la evolución del hombre, la biología humana y el estudio de otros primates, aplicando métodos de trabajo utilizados en las ciencias naturales.

2.1. Evolución del hombre:

Una de las ramas de la antropología física tiene como objetivo reconstruir la línea evolutiva del hombre. En la década de 1960 los paleoantropólogos Louis Seymour Bazett Leakey, su esposa Mary Douglas Leakey y su hijo Richard Erskine Leakey encontraron una serie de fósiles en la garganta de Olduvai, África oriental, que desencadenó una revisión profunda de la evolución biológica de los seres humanos. Los restos fósiles desenterrados a finales de 1970 y 1980 proporcionaron después pruebas adicionales, en el sentido de que el género Homo coexistió en África oriental con otras formas evolucionadas de hombre-simio conocidas como australopitecinos hace más de 4 millones de años. Estos dos homínidos son al parecer descendientes de un fósil etíope, el Australopithecus afarensis, que tiene una antigüedad datada entre 3 y 3,7 millones de años —la famosa Lucy, descubierta en 1974, es uno de los fósiles encontrados. Estos antiguos antecesores del hombre tenían las piernas y el cuerpo adaptados para caminar erguidos (véase Bipedación), lo cual dejaba sus manos libres para manipular diversos utensilios. Más tarde, investigadores de la Universidad de California descubrieron numerosos fósiles en la garganta de Olduvai, lo que reforzó aún más la tesis de la irregularidad del proceso de evolución humana. Este nuevo fósil tenía aproximadamente 1,8 millones de años de antigüedad, presentaba huesos de los brazos y las piernas que confirmaban una locomoción vertical relativamente evolucionada, pero su capacidad craneana reducida y marcadas diferencias de estatura entre hombres y mujeres no diferían demasiado de Lucy.

Algunos utensilios de piedra sin tallar, hallados con ciertos fósiles de Homo en yacimientos del este de África, demuestran que hace casi 3 millones de años ya eran capaces de fabricar herramientas. Esta habilidad técnica contribuyó al aparente éxito evolutivo del Homo habilis. En comparación con los australopitecinos vegetarianos, los antecesores modernos de los seres humanos, tipo Homo habilis, parecen haber evolucionado al incorporar la carne como parte esencial de su dieta alimenticia, a juzgar por la disposición de los dientes y la utilización de ciertas herramientas.

A medida que han ido aumentando los descubrimientos de fósiles homínidos, al parecer fue en África, y no en Asia, donde se produjo la primera hominización. Los fósiles de Homo habilis apuntan hacia una criatura de unos 91 cm de estatura, con una capacidad craneana de unos 600 cm3. Sin embargo, se han hallado en África oriental restos de una especie mayor de Homo con capacidad craneana superior a los 800 cm3, de unos 1,5 millones de años de antigüedad. Este protohumano mayor, denominado generalmente Homo erectus, se extendió desde África hacia Europa y Asia hace aproximadamente un millón de años, y desarrolló una gama más completa de herramientas.

Los restos más conocidos del Homo erectus son el célebre hombre de Java, que antes se conocía técnicamente como Pithecanthropus, así como el igualmente famoso hombre de Pekín, una colección de componentes de esqueletos hallados en Zhoukoudian, cerca de Pekín (China), y que en principio recibió el nombre de Sinanthropus pekinensis. Ambos son mucho más recientes que los yacimientos que conforman el Homo habilis de África oriental, y se remontan a 750.000 y 300.000 años. Los fósiles del hombre de Pekín son especialmente interesantes, ya que el tamaño del cerebro es incluso mayor que el de Java, con un promedio superior a los 1.050 cm3, y cuyo cráneo y otros elementos óseos son ligeramente más modernos. También se han hallado fósiles de Homo erectus en Europa y en África junto a numerosos utensilios de piedra y otras herramientas, que prueban la existencia de una sociedad de cazadores-recolectores muy básica. En Zhoukoudian, los arqueólogos se encontraron con el testimonio más antiguo del uso del fuego por el hombre, así como algunos indicios de canibalismo.

Hay antropólogos que consideran como antepasados directos del hombre a los ejemplares de Neandertal y a las docenas de fósiles emparentados; otros opinan que sólo son una ramificación del Homo sapiens que se extinguió hace decenas de miles de años. Se calcula que hace entre 100.000 y 35.000 años, los hombres de Neandertal ya eran una población de cazadores-recolectores extendida por gran parte de Europa y de Oriente Próximo; de constitución robusta y cejas espesas, con capacidad craneana de unos 1.500 cm3, mayor que la de gran parte de los Homo sapiens sapiens, especie a la que pertenecemos los seres humanos modernos. Se han encontrado fósiles que algunos consideran intermedios entre los de Neandertal y el Homo sapiens sapiens. Estos restos podrían ser la prueba del cruce de los Neandertal con los antepasados directos del hombre, o simplemente reflejan una multitud de variantes dentro de la misma población de Homo sapiens (las tesis más modernas se inclinan hacia el primer supuesto). Desde las últimas fases de los periodos glaciales, en Europa, África y otros muchos lugares se han sucedido los hallazgos de un sinfín de restos fósiles que se asemejan al hombre moderno.

En el continente americano, sin embargo, ningún rastro humano tiene más de 15.000 años, y los únicos ejemplares óseos que cuentan algunos miles de años pertenecen todos al Homo sapiens sapiens. Por tanto, parece que la evolución biológica que derivó en el hombre moderno tuvo lugar en el Viejo Mundo.

  • Biología humana

Otra de las ramas importantes de la antropología física la constituye el estudio de los pueblos contemporáneos y de sus diferentes rasgos biológicos. Gran parte de los estudios y discusiones de antaño se centraron en la identificación, número y características de las razas principales. A medida que se fueron desarrollando técnicas más perfectas para medir el color de la piel y los ojos, la textura del cabello, el tipo sanguíneo, la capacidad craneana y demás variables, la clasificación de las razas se hizo más compleja. Los teóricos modernos mantienen que cualquier idea sobre las denominadas "razas puras" o arquetipos ancestrales es engañosa y errónea. Todos los seres humanos actuales son Homo sapiens sapiens y descienden de los mismos orígenes universales y complejos. Los rasgos genéticos siempre han variado con la geografía según la respuesta biológica de su adaptación al entorno, pero en cada región la herencia genética produce una gama de variedades tipo y combinaciones intermedias. Por tanto, la asimilación de las personas a categorías según posibles razas es más un planteamiento social y político que biológico. Los calificativos "asiático", "negro", "hispano" o "blanco" obedecen a definiciones sociales que conllevan una gran mezcla de características genéticas y culturales.

Después de que los antropólogos biológicos centraran su atención en los complejos patrones de la genética humana, estudiaron la interacción de las adaptaciones genéticas y las adaptaciones (no genéticas) fisiológicas y culturales, en relación con la enfermedad, la desnutrición y la presión del entorno, así como las grandes altitudes y los climas calurosos. Los médicos y antropólogos especialistas en nutrición combinan los enfoques biológicos y genéticos con datos culturales y sociales, ya sea para estudiar enfermedades como la hipertensión y la diabetes o para investigar el crecimiento y el desarrollo en diferentes condiciones de alimentación y salud.

El médico estadounidense, galardonado con el Premio Nobel, Daniel Carleton Gajdusek, adquirió especial renombre por su descubrimiento de que el kuru ("temblores"), enfermedad debilitante que sólo existe entre pueblos aislados de las montañas de Nueva Guinea, estaba causada por un agente infeccioso lento denominado prión (que consiguió aislar e identificar) transmitido a través de la antropofagia (véase Canibalismo). Algunos antropólogos biológicos han detectado los esquemas genéticos de otras enfermedades, como la anemia de células falciformes, talasemia y diabetes.

  • Estudio de los primates

Debido a que los seres humanos son primates emparentados genéticamente con otros simios y monos el estudio de la conducta, la dinámica de la población, los hábitos alimenticios y otras cualidades de los mandriles, chimpancés, gorilas y primates análogos, constituye una dimensión comparativa esencial de la antropología. La etóloga británica Jane Goodall y sus colegas dedicaron años a la observación de los chimpancés en una reserva del lago Tanganica (Tanzania) y descubrieron que estos animales son capaces de usar útiles simples —sobre todo, pequeños palos para conseguir termitas y hormigas— y lanzar de forma eficaz piedras; en uno de los experimentos se observó a los chimpancés usando palos gruesos para apalear a un leopardo disecado. Además se comunican entre sí tanto vocal como físicamente. Estudios realizados acerca de los esquemas de comunicación y de la vida en grupo de los simios y los monos, facilitan la comprensión del pasado remoto del hombre.

  • Antropología Social y Cultural

Gran parte de la investigación antropológica se basa en trabajos de campo llevados a cabo con diferentes culturas. Entre 1900 y 1950, aproximadamente, estos estudios estaban orientados a registrar cada uno de los diferentes estilos de vida antes de que determinadas culturas no occidentales experimentaran la influencia de los procesos de modernización y occidentalización. Los trabajos de campo que describen la producción de alimentos, la organización social, la religión, la vestimenta, la cultura material, el lenguaje y demás aspectos de las diversas culturas, engloban lo que hoy se conoce por etnografía. El análisis comparativo de estas descripciones etnográficas, que persigue generalizaciones más amplias de los esquemas culturales, las dinámicas y los principios universales, es el objeto de estudio de la etnología.

Durante la segunda mitad del siglo XX, la etnología (que hoy se suele conocer como antropología cultural) comenzó a relacionar su campo de estudio con el de la antropología social, desarrollada por los científicos británicos y franceses. En un breve periodo se debatió intensamente si la antropología debía ocuparse del estudio de los sistemas sociales o del análisis comparativo de las culturas. Sin embargo, pronto se llegó a la conclusión de que la investigación de las formas de vida y de las culturas casi siempre están relacionadas, de donde procede el nombre actual de antropología sociocultural. Alguno de los temas de estudio son:

  • Parentesco y organización social

  • La evolución de los sistemas político-sociales

  • El auge de las naciones-estado

  • Desarrollo de los sistemas religiosos

  • Evolución de la cultura

  • Métodos y Aplicaciones:

Los métodos de investigación en antropología son tan variados como los distintos temas de estudio.

4.1. Investigación arqueológica:

Para los arqueólogos resulta fundamental establecer esquemas cronológicos a partir de los restos y fósiles que descubren en sus excavaciones. Entre los modernos métodos de datación arqueológicos, la técnica del carbono radiactivo tal vez sea la más utilizada. Este método se basa en que las plantas y los animales vivos contienen unas proporciones fijas de una variedad radiactiva del carbono, denominada carbono 14, que se va degradando a ritmo constante hasta convertirse en carbono no radiactivo. La medición de los restos del radiocarbono en madera carbonizada, restos de plantas, fibras de algodón, madera y otras sustancias, permite determinar con bastante precisión edades de hasta 60.000 y 70.000 años de antigüedad.

La edad de los antiguos yacimientos fósiles en África oriental, que datan de hace varios millones de años, se ha podido fijar con ayuda de otra potente herramienta radiológica: el método del potasio-argón —el potasio radiactivo, potasio 40, se degrada con enorme lentitud para convertirse en argón 40.

Las secuencias temporales de los restos arqueológicos se determinan todavía de forma bastante primaria mediante la observación meticulosa de la estratigrafía, depósito secuencial de sustancias terrestres orgánicas y de restos de la actividad humana. Estos depósitos van creciendo poco a poco y cubren cada una de las fases previas de cualquier asentamiento humano. Las técnicas utilizadas para determinar las secuencias estratigráficas incluyen el análisis del suelo, los estudios geológicos y el estudio de restos animales y vegetales, así como la laboriosa tarea de unir restos de suelos, fosas de almacenamiento y demás construcciones.

  • Investigación social y cultural :

En la antropología social y cultural, la investigación se ampara en la idea fundamental de la observación participante dentro del seno de una comunidad o sistema social. El antropólogo se introduce primero en la vida de la comunidad y, a través de los contactos y las observaciones cotidianas, es aceptado por ella. Esta primera fase de la investigación de campo requiere semanas, incluso meses, sobre todo si hay que aprender la lengua local. Los primeros etnógrafos obtenían los datos a partir de entrevistas en profundidad con algunos informantes clave, personas expertas en la cultura y en el sistema social local. Estos datos se verificaban y cruzaban con los de otros informantes y con las observaciones directas del propio trabajador de campo.

Sin embargo, la investigación de las distintas sociedades y pueblos exige hoy otras herramientas metodológicas. Las entrevistas estructuradas (con muestreo) se utilizan de forma rutinaria para la obtención de una información; por ejemplo, el consumo de alimentos, el comportamiento sanitario, los recursos económicos, los movimientos migratorios laborales, el tiempo libre y otros aspectos. Para analizar la conducta económica hay que registrar con minuciosidad las transacciones en el mercado, las horas de trabajo, las capturas de peces y animales de caza, así como los rendimientos de las cosechas. Cuando se tratan de estudiar los aspectos de la personalidad se utilizan pruebas psicológicas. También se someten a análisis los posibles datos de los registros parroquiales, los textos locales, los informes gubernamentales y otras fuentes escritas.

A medida que los datos son más complejos e intrincados, y se hace necesario el tratamiento rutinario de miles o incluso cientos de miles de fragmentos de información, los arqueólogos han recurrido a las computadoras y equipos informáticos para dibujar las secuencias temporales, las relaciones espaciales y demás esquemas. Las tendencias del cambio cultural, la interacción entre las actividades económicas y sociales, las interrelaciones étnicas y otros patrones complejos se comprueban hoy mediante avanzados métodos estadísticos.

Estos métodos técnicos y cuantitativos en la investigación no han sustituido a los estilos tradicionales de investigación de campo. Al contrario, las entrevistas en profundidad a los informantes clave, así como el complejo análisis cualitativo de los sistemas simbólicos, las ceremonias y otras prácticas culturales, constituyen todavía una parte esencial de la metodología holística (doctrina epistemológica que hace hincapié en el estudio de los elementos desde su totalidad).

  • Tendencias Actuales:

La antropología moderna se está convirtiendo poco a poco en una ciencia aplicada, ya que los investigadores se están concentrando en aspectos sociales como la sanidad, la educación, protección del entorno y el desarrollo urbano. Hoy son muchos los antropólogos contratados por organismos públicos, empresas de investigación, grupos independientes de presión, organizaciones indigenistas y agencias sanitarias para realizar trabajos de campo en entornos culturales, ya sean proyectos educativos, sanitarios o programas de desarrollo agrícola a gran escala en regiones rurales.

El desplazamiento hacia el estudio de sistemas heterogéneos y diversificados, así como el auge de los métodos cuantitativos de investigación han promovido la necesidad de la investigación en equipo. Anteriormente, una investigación, por lo general, sólo implicaba a un trabajador de campo que se aislaba durante meses en algún poblado remoto; hoy, por el contrario, la mayor parte de los proyectos de campo necesitan el apoyo de diferentes profesionales, incluidos los asesores estadísticos, biólogos, sociólogos y estudiantes colaboradores.

Por cuestiones de metodología, los antropólogos han desarrollado vínculos sociales con las comunidades objeto de estudio. Estas relaciones muchas veces han pasado a ser verdaderas asociaciones que, en la mayoría de los casos, han beneficiado a estas comunidades. A cambio, la aplicación pragmática de estos métodos ha abierto nuevos caminos en la teoría social y biocultural.

La Sociología

Ciencia que estudia el desarrollo, la estructura y la función de la sociedad. Otras disciplinas de las ciencias sociales (economía, ciencias políticas, antropología y psicología) también estudian temas que pertenecen al ámbito de la sociología. Los sociólogos analizan las formas en que las estructuras sociales, las instituciones (clase, familia, comunidad y poder) y los problemas de índole social (delito) influyen en la sociedad.

La sociología se basa en la idea de que los seres humanos no actúan de acuerdo a sus propias decisiones individuales, sino bajo influencias culturales e históricas y según los deseos y expectativas de la comunidad en la que viven. Así, el concepto básico de sociología es la interacción social como punto de partida para cualquier relación en una sociedad. La sociología que estudia los detalles de las interacciones de la vida cotidiana recibe el nombre de microsociología y la que se ocupa de los patrones de relación entre sectores sociales más amplios (el Estado, la economía e incluso las relaciones internacionales) recibe el nombre de macrosociología.

  • Historia de la Sociología:

El origen de la sociología como disciplina o conocimiento sistematizado es relativamente reciente. El concepto de sociedad civil como ámbito diferente al Estado se encuentra por primera vez en el siglo XVII en la obra de los filósofos ingleses Thomas Hobbes y John Locke, y de los pensadores del Siglo de las Luces (en Francia y Escocia). El primer enfoque de la sociología ya se encuentra tanto en estos trabajos como en los escritos sobre filosofía de la historia del italiano Giambattista Vico y en el estudio del cambio social del filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel.

  • Orígenes:

La primera definición de sociología fue propuesta por el filósofo francés Auguste Comte. En 1838, Comte acuñó este término para describir su concepto de una nueva ciencia que descubriría unas leyes para la sociedad parecidas a las de la naturaleza, aplicando los mismos métodos de investigación que las ciencias físicas. El filósofo británico Herbert Spencer adoptó el término y continuó el trabajo de Comte.

Hoy también se consideran fundadores de esta disciplina a algunos filósofos sociales del siglo XIX que nunca se consideraron sociólogos. El principal entre ellos fue Karl Marx, aunque no hay que olvidar al aristócrata francés conde de Saint-Simon, al escritor y estadista Alexis de Tocqueville y al filósofo y economista inglés John Stuart Mill. En el siglo XIX se desarrolló la corriente estadística empírica que posteriormente se incorporó a la sociología académica.

  • Desarrollo:

Hasta finales del siglo XIX la sociología no comenzó a ser reconocida como disciplina académica. En Francia, Émile Durkheim, heredero intelectual de Saint-Simon y Comte, comenzó a enseñar sociología en las universidades de Burdeos y París. Durkheim, fundador de la primera escuela de pensamiento sociológico, destacaba la realidad independiente de los hechos sociales (independientes de los atributos psicológicos de las personas) e intentaba descubrir las relaciones entre ellos. Durkheim y sus seguidores estudiaron ampliamente las sociedades no industrializadas de forma similar a como, más adelante, lo harían los antropólogos sociales.

En Alemania, la sociología fue reconocida formalmente como disciplina académica en la primera década del siglo XX, en gran parte gracias a los esfuerzos del economista e historiador alemán Max Weber. Frente a los intentos por parte de Francia y de los países de habla inglesa de modelar la disciplina según las ciencias físicas, la sociología alemana se basó en una amplia erudición histórica modulada por la influencia del marxismo, muy presente en el trabajo de Weber. Los esfuerzos del filósofo alemán Georg Simmel por definir la sociología como una disciplina independiente, subrayaron el enfoque humano del idealismo filosófico alemán.

En Gran Bretaña, la sociología sufrió una lenta evolución. Hasta la década de 1960, la enseñanza de esta disciplina se limitó básicamente a una institución académica, la London School of Economics de la Universidad de Londres. La sociología británica combinaba el interés por el cambio social evolutivo a gran escala, con el interés práctico por problemas administrativos del Estado de bienestar.

En la segunda mitad del siglo XX, cuando ya había decaído el interés por las teorías evolutivas de Comte y Spencer, la sociología comenzó a estudiar determinados fenómenos sociales como el delito, las desavenencias matrimoniales y la aculturación de los inmigrantes.

El centro más importante del estudio de la sociología antes de la II Guerra Mundial (1939-1945) fue la Universidad de Chicago (EEUU). Allí, el filósofo estadounidense George Herbert Mead, formado en Alemania, destacaba en sus trabajos la influencia de la mente, el yo y la sociedad en las acciones e interacciones humanas. Este enfoque (conocido posteriormente como "interaccionismo simbólico") hacía hincapié en los aspectos microsociológicos y psicosociales. En 1937 el sociólogo estadounidense Talcott Parsons utilizó las ideas de Durkheim, Weber y del sociólogo italiano Vilfredo Pareto en su obra principal La estructura de la acción social, ampliando así el enfoque estrecho y limitado de la sociología estadounidense, y centrándose en el estudio de la acción social. En la Universidad de Columbia, el sociólogo estadounidense Robert Merton intentó vincular la teoría con una rigurosa investigación empírica de recopilación de datos.

Tanto en Estados Unidos como en Europa occidental, Marx, Durkheim y Weber son considerados como los pensadores clásicos más relevantes de la tradición sociológica y sus obras continúan ejerciendo gran influencia en los sociólogos contemporáneos.

  • Áreas de la Sociología:

Durante mucho tiempo se ha identificado la sociología con una amplia reconstrucción evolutiva del cambio histórico en las sociedades occidentales y con el estudio de las relaciones e interdependencias entre instituciones y aspectos de la vida social (economía, Estado, familia o religión). Por esta razón, se consideraba a la sociología como una disciplina sintetizadora que intentaba integrar los resultados de otras ciencias sociales. Aunque estos conceptos sobre el ámbito y el enfoque de la sociología siguen siendo válidos, actualmente se tiende a considerarlos como una parte de la teoría sociológica que a su vez sólo es un área de la ciencia de la sociología.

La teoría sociológica también engloba el estudio y el análisis de conceptos básicos comunes a todas las esferas de la vida social estudiadas por los sociólogos. El énfasis puesto en las investigaciones empíricas, realizadas con métodos de investigación estandarizados y a menudo estadísticos, desvió la atención de los sociólogos desde la visión abstracta de los estudios del siglo XIX hacia áreas más concretas de la realidad social. Estas áreas se convirtieron en subáreas y especialidades de la sociología y hoy son objeto de estudio en cursos académicos, libros y revistas especializadas. Gran parte del trabajo de investigación de los sociólogos se refiere a alguna de las múltiples subáreas en las que está dividida la disciplina. La mayoría de estas subáreas comparten los mismos conceptos básicos y técnicas de investigación. Por esta razón, la teoría sociológica y los métodos de investigación son dos asignaturas obligatorias para cualquier sociólogo.

  • Subáreas:

Las subáreas más antiguas de la sociología son aquellas que estudian los fenómenos sociales que no han sido todavía considerados objeto de estudio por otras ciencias sociales; por ejemplo, el matrimonio y la familia, la desigualdad social, la estratificación social, las relaciones étnicas, la desviación social, las comunidades urbanas y las organizaciones formales. Subáreas de origen más reciente son la gerontología, la sociología del sexo y los estereotipos sexuales (véase Género).

Dado que prácticamente toda actividad humana implica una relación social, otra de las subáreas importantes de especialización de la sociología es el estudio de la estructura social en los distintos campos de actividad humana, como la sociología política, la sociología del derecho, de la religión, de la educación, del ejército, de las ocupaciones y de las profesiones, de las burocracias, industrial, de las artes, de las ciencias, del lenguaje (o sociolingüística), de la medicina, de la biología (sociobiología), de los medios de comunicación y de los deportes. Estas subáreas difieren de modo considerable en cuanto a volumen de investigación y número de adeptos. Algunas subáreas (como la sociología del deporte) son de origen reciente, mientras que otras (como la sociología de la religión y del derecho) tienen sus raíces en los primeros estudios sociológicos. Otras subáreas de escasa popularidad han sido incorporadas a otras más amplias. La sociología industrial, por ejemplo, fue un área floreciente en Estados Unidos en las décadas de 1930 y 1940, para ser después absorbida por el estudio de las organizaciones complejas. En Gran Bretaña, sin embargo, la sociología industrial se ha mantenido como un área independiente de investigación. Un fenómeno sociológico más habitual es la división de una subárea en subdvisiones. Así, por ejemplo, la sociología del conocimiento se ha dividido según los campos que abarca: la ciencia, el arte, la literatura, la cultura popular y el lenguaje, entre otros.

Dos subáreas, la demografía y la criminología, ya eran áreas independientes mucho antes de que existiera la disciplina formal de la sociología. Antiguamente se solían asociar a otras disciplinas. En algunos países la demografía (ciencia que estudia el tamaño, el crecimiento y la distribución de la población) está estrechamente ligada a la economía, pero en otros, sobre todo occidentales, se considera una subdivisión de la sociología o de la geografía humana. En las últimas décadas, la criminología ha estado relacionada con el estudio de la desviación social (cualquier forma de conducta diferente a la considerada normal o aceptable desde el punto de vista social) y de sus formas de conducta no delictivas.

  • Áreas interdisciplinarias:

La subárea interdisciplinaria más antigua de la sociología es la psicología social, considerada una disciplina independiente que atraía a estudiosos tanto de la sociología como de la psicología. Mientras que los sociólogos estudian principalmente normas, roles, instituciones sociales y estructuras de grupo, los psicólogos sociales se concentran en su impacto sobre la personalidad del individuo. Los psicólogos sociales formados en la sociología han estudiado las interacciones en pequeños grupos informales, la distribución de creencias y actitudes en la población, y la formación del carácter y de las aspiraciones bajo la influencia de la familia, la escuela, las amistades y demás instituciones de socialización. Las ideas psicoanalíticas derivadas del trabajo de Sigmund Freud y de otros psicoanalistas posteriores, han influido también en el área de la psicología social.

La sociología histórica comparada, determinada por las ideas de Marx y Weber, ha tenido un gran interés en los últimos años. Muchos historiadores se han guiado por conceptos procedentes de la sociología, mientras que algunos sociólogos han realizado estudios de historia comparada a gran escala. Las barreras, antes muy definidas entre historia y sociología, hoy han desaparecido, sobre todo en áreas como la historia social, el cambio demográfico, el desarrollo económico y político, la sociología de las revoluciones y los movimientos de protesta.

  • Métodos de Investigación:

Los sociólogos utilizan casi todos los métodos de recopilación de información empleados por otras ciencias sociales y humanidades, desde avanzadas estadísticas matemáticas hasta la interpretación de textos. También se apoyan en la información de tipo estadístico recogida periódicamente por los gobiernos, como censos y estadísticas demográficas, registros de desempleo, inmigración y delincuencia.

  • Observación directa:

La observación directa de algunos aspectos de la sociedad tiene una larga historia en la investigación sociológica. Los sociólogos obtienen información a través de la observación participante, es decir, formando parte del grupo estudiado o confiando en informantes seleccionados del grupo. Ambos métodos han sido igualmente utilizados por los antropólogos sociales (véase Trabajo de campo).

En los últimos años esta observación directa se ha aplicado a escenarios más pequeños, en clínicas, reuniones religiosas y políticas, bares, casinos y aulas. Erving Goffman, sociólogo canadiense, ha postulado una teoría y diferentes modelos para este tipo de estudios. Goffman sostiene que la base de la realidad social es la vida cotidiana y no las abstracciones estadísticas o conceptuales. Esta teoría ha impulsado la investigación microsociológica intensiva, haciendo uso de grabadoras y cámaras de vídeo ante situaciones sociales reales, en lugar de situaciones creadas de forma artificial.

Los sociólogos, como los historiadores, utilizan fuentes de segunda mano que incluyen historiales, documentos personales elaborados por instituciones y registros médicos.

A pesar de que los estereotipos han descrito a los sociólogos como personas que captan la observación cualitativa de las experiencias humanas para reducirla a sumarios cuantitativos (estadísticos), esto no es exacto del todo. Aunque es cierto que la sociología ha destacado la investigación social cuantitativa y que se ha distanciado de las disciplinas humanísticas como la antropología, la filosofía, la historia y el derecho, la investigación cualitativa ha sido siempre de gran valor en esta ciencia.

  • Métodos cuantitativos:

Estos métodos, cada vez más sofisticados e informatizados, siguen jugando un papel importante en la sociología. La sociología cuantitativa engloba la recopilación de gran volumen de datos estadísticos descriptivos y la utilización de técnicas de muestreo, modelos matemáticos avanzados y simulaciones informáticas de procesos sociales. El análisis cuantitativo es cada vez más utilizado como medio de investigación de las posibles relaciones causales, especialmente en la investigación de la movilidad social y la adquisición de estatus.

  • Encuestas:

Una encuesta implica la recopilación y el análisis de las respuestas de grandes grupos de personas, a través de sondeos y cuestionarios diseñados para conocer sus opiniones, actitudes y sentimientos hacia un tema determinado. En las décadas de 1940 y de 1950 la realización de encuestas y los métodos estadísticos para tabular e interpretar sus resultados eran considerados como la principal técnica de investigación sociológica. Las encuestas de opinión, en especial los sondeos preelectorales o las investigaciones de mercado, se utilizaron por primera vez en la década de 1930. Actualmente, las encuestas son herramientas utilizadas tanto por políticos como por numerosas organizaciones y empresas relacionadas con la opinión pública.

Aunque los sociólogos utilizan las encuestas en casi todas las subáreas de la sociología, su principal campo de aplicación es el estudio de la conducta de los votantes, los prejuicios étnicos o la respuesta a los medios de comunicación. A pesar de que las encuestas son una herramienta de investigación sociológica importante, su utilización ha sido a veces muy criticada. La observación directa de la conducta social no puede ser sustituida por respuestas verbales a una lista de preguntas estándar presentada por un entrevistador, aun cuando estas respuestas se adapten fácilmente a la tabulación y manipulación. La observación directa permite al sociólogo obtener información detallada sobre un determinado grupo; el muestreo, sin embargo, le permite obtener una información uniforme pero superficial sobre un sector mucho más amplio de la población.

  • Nuevas Tendencias:

A partir de la década de 1960, la sociología se popularizó de forma considerable en Europa y Estados Unidos. Además de la diversificación de teorías, surgieron nuevas subáreas, como la sociología del género o de los estereotipos sexuales, impulsada especialmente por los movimientos feministas y que engloba el análisis de roles y desigualdades sociales según el sexo, el estudio de las emociones y el envejecimiento. Se revitalizaron subáreas más antiguas como la sociología histórica y comparada, la sociología aplicada y la sociología política. Los sociólogos aplican sus conocimientos en su trabajo como asistentes, planificadores, educadores, investigadores y gestores en la administración local y nacional, en organizaciones no lucrativas y en empresas privadas, especialmente en las áreas de marketing, publicidad, seguros, recursos humanos y análisis organizativo.

Los sociólogos interesados en el estudio de los fenómenos sociales han intensificado el uso tanto de los métodos de investigación tradicionales asociados con otras disciplinas (análisis de material histórico, por ejemplo), como de las más sofisticadas técnicas matemáticas y estadísticas. El desarrollo de los ordenadores y de otros dispositivos para manejar y almacenar información, ha facilitado hoy día el procesamiento de los datos sociológicos.

Debido a la gran diversidad de métodos de investigación y de enfoques teóricos, los sociólogos que trabajan en una determinada subárea tienen más en común con los profesionales de una disciplina complementaria que con los sociólogos especializados en otras subáreas. Un sociólogo del arte, por ejemplo, se encuentra mucho más cercano en intereses y métodos a un historiador o a un crítico de arte, que a un sociólogo que diseña modelos matemáticos de movilidad ocupacional. Actualmente no existen escuelas especializadas en las distintas teorías, métodos o materias de la sociología.

La Antropología, sus ramas y campos de estudio

La antropología se divide en cinco principales campos de estudio de la humanidad.

  • 1.  La Antropología Cultural (social): Se ocupa de la descripción y análisis de las culturas, las tradiciones, las tradiciones socialmente aprendidas del pasado y del presente.

La etnografía, subdisciplina suya, describe e interpreta las culturas existentes hoy en día. La comparación de estas descripciones e interpretaciones permite formular hipótesis y teorías sobre las causas de las similitudes y diferencias culturales del pasado y del presente.

  • 2. La Arqueología: Estudia los restos materiales que dejan las culturas del pasado sobre o debajo de la superficie de la tierra. Sin los descubrimientos de la arqueología no nos sería posible comprender el pasado humano, sobre todo allí donde los pueblos no dejan libros ni registros escritos de ningún tipo.

La arqueología y la antropología cultural tienen objetivos similares pero se diferencian en los métodos que emplean y en las culturas que se estudian.

  • 3. La Lingüística Antropológica: Estudia la gran diversidad de lenguas habladas por los seres humanos. Los lingüistas de orientación antropológica intentan reconstruir la historia de estas lenguas y de familias lingüísticas enteras. Se interesan por la forma como el lenguaje influye y es influido por otros aspectos de la vida humana, por la relación entre la evolución del lenguaje y la evolución de nuestra especie, Homo Sapiens. Se ocupan así mismo, de la relación entre la evolución de las lenguas y la evolución de las culturas.

  • 4. La Antropología Física (biológica): Estudia el origen de los animales y la naturaleza biológicamente determinada del Homo Sapiens. Los antropólogos físicos tratan de reconstruir el curso de la evolución humana mediante el estudio de los restos fósiles de especies antiguas similares a la especie humana.

Así mismo intentan describir la distribución de las variaciones hereditarias entre las poblaciones contemporáneas, y deslindar y medir las aportaciones relativas a la herencia, la cultura y el medio ambiente a la vida humana.

  • 5. La Antropología Aplicada: Utiliza los descubrimientos de los estudios culturales, arqueológicos, lingüísticos y biológicos para resolver los problemas prácticos que afectan a la salud, la educación, la seguridad y la prosperidad de los seres humanos en los más diversos marcos culturales.

La combinación de los cinco campos de la antropología se denomina antropología general.

Es necesario ver algunos aspectos importantes antes de entrar al proceso de hominización.

edu.red

edu.red

El proceso de hominización

edu.red

  • Los australopitecinos:

Hace aproximadamente unos 5 millones de años evolucionó en África una especie parecida a los simios con dos características importantes que le distinguían de éstos: pequeños dientes caninos (contiguos a los cuatro incisivos) y bipedación —es decir, la capacidad de andar erguido sobre las dos piernas. Los científicos se refieren a estos primitivos homínidos como los australopitecinos. La primera especie conocida en la actualidad pertenece al género Ardipithecus. Otras especies pertenecen al género Australopithecus y, según algunas clasificaciones, al Paranthropus. El término australopitecino significa literalmente "simio meridional", como referencia a Suráfrica, donde se encontraron los primeros fósiles australopitecinos.

El valle del Rift, región de África oriental en donde movimientos de la corteza terrestre han dejado al descubierto antiguos depósitos de fósiles, se ha hecho famoso por haberse encontrado en él numerosos restos arqueológicos de australopitecinos. Otros países donde los científicos han encontrado asimismo fósiles de este tipo son Etiopía, Tanzania, Kenia, Suráfrica y Chad, lo que demuestra que los australopitecinos poblaron ampliamente el continente africano.

Los fósiles aportan gran cantidad de información sobre la estructura física y las actividades de los primeros australopitecinos, pero no así sobre las características físicas externas tales como el color y la textura de la piel o del pelo, o sobre ciertos comportamientos tales como los métodos de obtención de alimentos o los patrones de interacción social. Por esta razón los científicos estudian a los grandes simios actuales —en particular a los africanos— para llegar a una mejor comprensión del aspecto y de la conducta de los primeros, y de cómo se produjo la transición de simio a ser humano.

Así, por ejemplo, los australopitecinos probablemente se parecían a los grandes simios en características como la forma del rostro o la cantidad de pelo en el cuerpo. También el tamaño del cerebro era aproximadamente igual, por lo que es probable que tuvieran una capacidad mental similar. Su vida social posiblemente se parecía a la de los chimpancés.

  • Características de los australopitecinos

La mayor parte de las principales características físicas humanas de los australopitecinos estaban relacionadas con su postura bípeda. Antes de ellos, nunca un mamífero había desarrollado una anatomía que le permitiera andar erguido de forma habitual. También tenían dientes caninos pequeños, comparados con los grandes caninos que se encuentran en casi todos los demás primates catarrinos.

Sin embargo, otras características de los australopitecinos recordaban a sus antepasados simios: un cráneo bajo tras un rostro prominente y un tamaño de cerebro de 390 a 550 cm3 —similar al de los simios. El peso de los australopitecinos, estimado a partir de sus huesos, oscilaba entre 27 y 49 kg y su altura entre 1,1 y 1,5 m, valores que se aproximan mucho a los de los chimpancés (erguidos). Algunas especies de australopitecinos presentaban un marcado dimorfismo sexual —los machos eran mucho mayores que las hembras— rasgo también encontrado en gorilas, orangutanes y otros primates.

Los australopitecinos también tenían dedos curvos y pulgares largos con amplia movilidad. En comparación, los dedos de los simios son más largos, más potentes y más curvados, adaptación que les permite perfectamente colgarse y balancearse en las ramas. Los simios también presentan pulgares muy cortos que limitan su capacidad para manipular objetos pequeños. Los paleoantropólogos especulan con la posibilidad de que los pulgares largos y diestros de los australopitecinos les permitiesen utilizar utensilios de forma más eficaz que en el caso de los simios.

  • Los primeros australopitecinos

Los paleoantropólogos reconocen al menos cuatro especies de australopitecinos: la primera pertenece al género Ardipithecus (raminidus, anamensis) y las otras al género Australopithecus (afarensis, africanus, robustus, boisei). Siendo el más sobresaliente el Afaresis.

b.1. El Australopithecus Afarensis:

El Australopithecus anamensis era bastante similar a otra especie mucho mejor conocida, el A. afarensis, un australopitecino grácil que vivió en África oriental hace unos 3,9 a 2,9 millones de años. El fósil más importante encontrado de esta especie, conocido como Lucy, es parte del esqueleto de un ejemplar femenino descubierto en 1974 por el paleoantropólogo norteamericano Donald Johanson en Hadar, Etiopía. Lucy vivió hace unos 2,6 a 3,6 millones de años. Los científicos han identificado varios cientos de fósiles de A. afarensis procedentes de Hadar, incluida una colección de fósiles pertenecientes al menos a 13 individuos de ambos sexos y diferentes edades, descubiertos todos ellos en el mismo yacimiento.

Los investigadores que trabajan en el norte de Tanzania han descubierto asimismo huesos fosilizados de A. afarensis en Laetoli. Este yacimiento, datado en unos 3,6 millones de años de antigüedad, es famoso por sus espectaculares huellas de homínidos bípedos. Estas huellas, conservadas en cenizas volcánicas fosilizadas, fueron descubiertas en 1978 por un equipo de investigadores dirigido por la paleoantropóloga británica Mary Leakey y proporcionan una evidencia irrefutable de que los australopitecinos caminaban normalmente erguidos.

Los paleoantropólogos han barajado diferentes interpretaciones de las características del A. afarensis y del lugar que ocupan en el árbol genealógico del ser humano. Una de las controversias se centra en las huellas de Laetoli que, según algunos científicos, muestran que la anatomía del pie y el porte del A. afarensis no coincidían exactamente con los del hombre moderno. Esta observación parece indicar que los primeros australopitecinos no vivían básicamente sobre el suelo o que al menos una parte importante de su tiempo lo pasaban en los árboles. El esqueleto de Lucy indica asimismo que el A. afarensis tenía unos brazos más largos y potentes que la mayoría de las especies de homínidos posteriores, lo que sugiere que estaba especialmente adaptada para trepar a los árboles.

Otro debate se centra en la clasificación científica de los fósiles de A. afarensis. Comparados con Lucy, que tenía una altura máxima de unos 1,2 m, otros fósiles procedentes de Hadar y Laetoli identificados como A. afarensis pertenecían a individuos de alturas de hasta 1,5 m. Esta gran diferencia de tamaño llevó a algunos científicos a pensar que el conjunto de fósiles actualmente clasificados como A. afarensis realmente representaba a dos especies. La mayoría de los científicos, sin embargo, piensan que los fósiles pertenecen a una sola especie con un alto grado de dimorfismo —diferencia de tamaño entre los sexos. Los defensores de esta hipótesis destacan que los dos fósiles de adultos, el alto (probablemente masculino) y el bajo (probablemente femenino) fueron descubiertos juntos en un mismo yacimiento en Hadar.

Un tercer debate surge de la teoría de que el A. afarensis era el antepasado común tanto de los posteriores australopitecinos como del género Homo. Esta idea sigue siendo una hipótesis sólida, aunque la similitud entre ésta y otra especie de australopitecino —una del sur de África denominada Australopithecus africanus— hace difícil decidir cuál de las dos especies dio realmente lugar al género Homo.

  • El Género Homo:

El ser humano pertenece al género Homo, género que comenzó a evolucionar como mínimo hace unos 2,3 a 2,5 millones de años. Los primeros miembros de este género diferían de los australopitecinos en al menos un aspecto importante: tenían un cerebro más grande que sus predecesores.

La evolución del género humano moderno puede dividirse a grandes rasgos en tres periodos: Homo antiguo, Homo medio y Homo moderno. Las especies del Homo antiguo se parecían en muchos aspectos a los australopitecinos gráciles. Algunas vivieron hasta hace aproximadamente 1,6 millones de años. El periodo del Homo medio comenzó hace entre unos 2 y 1,8 millones de años, solapándose en parte con el final de la era del Homo antiguo. Las especies del Homo medio desarrollaron una anatomía mucho más parecida a la del hombre moderno aunque con cerebros comparativamente más pequeños. La transición del Homo medio al Homo moderno se produjo en algún momento hace unos 200.000 años. Las especies del Homo moderno desarrollaron cerebros grandes y complejos y eventualmente el lenguaje. La cultura también se convirtió en una parte cada vez más importante de la vida humana durante los periodos más recientes de su evolución.

  • Orígenes:

El origen del género Homo ha intrigado durante mucho tiempo a los paleoantropólogos y ha suscitado gran número de debates. Alguna de las diferentes especies de australopitecinos conocidas, o incluso alguna no descubierta todavía, pudo haber dado lugar a la primera especie de Homo. Los científicos tampoco saben con exactitud qué factores favorecieron la evolución hacia un cerebro más grande y más complejo —el rasgo físico definidor del hombre moderno.

Louis Leakey argumentó en un principio que el origen del Homo estaba directamente relacionado con el avance en la fabricación de utensilios —y en especial, de utensilios de piedra, ya que la fabricación de herramientas requiere ciertas habilidades mentales y una manipulación manual precisa que sólo puede existir en miembros de nuestro propio género. En realidad, el nombre Homo habilis se refiere directamente a la habilidad para fabricar y utilizar utensilios.

Sin embargo, al mismo tiempo que el Homo antiguo vivieron varias especies de australopitecinos, lo que deja poco claro qué especie fabricó los primeros utensilios de piedra. Recientes estudios de huesos de manos de australopitecinos sugieren que al menos una de las especies robustas, el Australopithecus robustus, pudo haberlos realizado. Además, en las décadas de 1960 y 1970 los investigadores observaron por primera vez que algunos primates no humanos, tales como los chimpancés, fabrican y utilizan herramientas, lo que sugiere que los australopitecinos y los simios que les precedieron probablemente también pudieron fabricar algún tipo de utensilio.

Sin embargo, según algunos científicos probablemente fue el Homo antiguo el que fabricó los primeros utensilios de piedra, ya que a estos homínidos de dientes más pequeños la habilidad para cortar y triturar alimentos les habría sido de la máxima utilidad, mientras que los australopitecinos robustos podían masticar incluso alimentos muy duros. Además, durante un largo periodo de tiempo, los humanos primitivos siguieron fabricando utensilios de piedra similares a los tipos más antiguos conocidos, incluso mucho después de la extinción de los australopitecinos gráciles.

Algunos científicos piensan que fue un periodo de enfriamiento climático y de sequía en África el que estableció el escenario para la evolución del Homo. Según esta hipótesis, hace entre unos 2,8 y 2,4 millones de años aparecieron muchos tipos de animales adaptados a los retos de un entorno más seco, incluidas las primeras especies de Homo. Un homínido capaz de fabricar utensilios tendría ventajas al poder obtener alimentos alternativos a medida que la vegetación se iba haciendo más escasa en entornos cada vez más áridos. Entre los nuevos alimentos podrían incluirse raíces y tubérculos, así como carne obtenida de animales muertos o cazados. Sin embargo, algunos científicos no están de acuerdo con esta hipótesis y argumentan que durante el periodo de evolución del Homo el clima fluctuó entre periodos más secos y periodos más húmedos. En este caso, la fabricación y el uso de utensilios de piedra y la ampliación de la dieta en el Homo antiguo —así como el aumento del tamaño de su cerebro— pudieron haber sido adaptaciones a entornos imprevisibles y fluctuantes. En cualquier caso, se requeriría una documentación científica más amplia para apoyar o rechazar decididamente la hipótesis de que el Homo antiguo surgió como parte de una amplia tendencia de extinción de unas especies y evolución de otras durante un periodo de cambio ambiental.

  • Homo antiguo:

Por lo general, los paleoantropólogos reconocen dos especies de Homo antiguo: el Homo habilis y el Homo rudolfensis (aunque también pudieron haber existido otras). El registro es confuso porque la mayoría de los fósiles más antiguos identificados por los científicos como especies de Homo —en lugar de australopitecinos robustos que vivieron en la misma época—aparecen como fragmentos aislados. En muchos lugares, únicamente la evidencia de dientes, mandíbulas y piezas de cráneo —sin ningún otro resto de esqueleto— indica que hace ya 2,5 millones de años habían evolucionado nuevas especies de homínidos con dientes más pequeños. Los científicos no siempre pueden decidir si estos fósiles pertenecen a australopitecinos gráciles que sobrevivieron por más tiempo o a los primeros representantes del Homo. Los dos grupos son parecidos entre sí porque es probable que el Homo descienda directamente de una especie de australopitecino grácil. El más sobresaliente fue el:

  • Homo habilis:

A principios de la década de 1960, en la garganta de Olduvai (Tanzania), Louis Leakey, el primatólogo británico John Napier y el paleoantropólogo surafricano Philip Tobias descubrieron un grupo de fósiles de homínido con una capacidad craneana de entre 590 y 690 cm3. Basándose en este tamaño de cerebro, claramente superior al de los australopitecinos, los científicos propusieron establecer un nuevo género, Homo, y una nueva especie, Homo habilis. Otros científicos se cuestionaron si este aumento de la capacidad craneana era suficiente como para definir un nuevo género, e incluso si el H. habilis era diferente del Australopithecus africanus, ya que los dientes de las dos especies son similares. Sin embargo, actualmente entre los científicos están ampliamente aceptados los nombres de género y de especie propuestos por el equipo de Olduvai.

El H. habilis vivió en el este y posiblemente en el sur de África hace entre unos 2 y 1,5 millones de años e incluso tal vez hace ya 2,4 millones de años. Aunque los fósiles de esta especie se parecen bastante a los de los australopitecinos, el H. habilis tenía molares, premolares y mandíbulas más pequeñas y estrechas que sus predecesores y que los australopitecinos robustos contemporáneos.

En un esqueleto femenino de Olduvai se observa que su altura era solamente de 1 m y que la relación entre la longitud de sus miembros superiores e inferiores era superior a la de la australopitecina Lucy. Por lo tanto, al menos en el caso de este individuo, el H. habilis presentaba unas proporciones corporales muy parecidas a las de los simios. Sin embargo, tenía unos pies y unas manos de aspecto más moderno capaces de fabricar utensilios. Junto con fósiles de H. habilis se han encontrado algunos de los primeros utensilios de piedra de Olduvai, lo que sugiere que esta especie fabricaba y utilizaba las herramientas en este lugar.

Los científicos comenzaron a observar un alto grado de variabilidad en el tamaño corporal según fueron descubriendo más fósiles de Homo antiguo. Esto podría indicar que el H. habilis presentaba un alto grado de dimorfismo sexual. Así, por ejemplo, el esqueleto femenino de Olduvai era pequeño en comparación con otros fósiles encontrados como, por ejemplo, un cráneo bastante grande de Homo antiguo procedente del lago Turkana en el norte de Kenia. Sin embargo, las diferencias de tamaño realmente excedían las esperadas entre sexos de una misma especie. Este descubrimiento ayudó más tarde a convencer a los científicos de que en África oriental había vivido también otra especie de Homo antiguo.

  • Homo medio:

El periodo del Homo medio comenzó en África hace unos 1,9 millones de años. Hasta hace poco, los paleoantropólogos reconocían sólo una especie en este periodo, el Homo erectus. Actualmente se reconocen tres especies de Homo medio: Homo ergaster, Homo erectus y Homo heidelbergensis. Sin embargo, algunos todavía piensan que el H. ergaster es una forma primitiva africana del H. erectus, o que el H. heidelbergensis es una forma tardía del H. erectus.

Los cráneos y dientes de las poblaciones africanas primitivas de Homo medio diferían ligeramente de los de las poblaciones posteriores de H. erectus de China y la isla de Java en Indonesia. El H. ergaster es un candidato más adecuado como antepasado de la línea humana moderna porque el H. erectus asiático presenta ciertas características que no se observan en algunos homínidos posteriores, incluida nuestra propia especie. El H. heidelbergensis presenta similitudes tanto con el H. erectus como con la especie posterior H. neanderthalensis, aunque puede haber sido una especie de tránsito entre el Homo medio y la línea a la que pertenece el hombre moderno. El más sobresaliente fue el:

  • Homo erectus:

Actualmente los paleoantropólogos saben que el hombre evolucionó primero en África y que sólo vivió en este continente durante un par de millones de años. La primera especie humana que se sabe se dispersó en gran número fuera del continente africano fue descubierta por primera vez en el Sureste asiático. En 1891 el médico holandés Eugène Dubois encontró el cráneo de un homínido en la isla indonesa de Java, al que llamó Pithecantropus erectus u "hombre mono erguido". Actualmente los paleoantropólogos se refieren a esta especie como Homo erectus.

El H. erectus parece haber evolucionado en África a partir de poblaciones anteriores de H. ergaster, para a continuación dispersarse por Asia hace unos 1,8 millones de años. Los últimos fósiles conocidos de esta especie, procedentes del río Solo en Java, están datados en hace unos 130.000 años (datación que puede ser discutible). De esta forma el H. erectus fue una especie de gran éxito: se dispersó ampliamente (vivió en África y en gran parte de Asia) y gozó de larga vida (posiblemente sobrevivió durante más de 1,5 millones de años).

El H. erectus tenía un cráneo bajo y redondeado, frente prominente y una capacidad craneana adulta de entre 800 y 1.250 cm3, una media dos veces superior a la de los australopitecinos. Sus huesos, incluido el cráneo, eran más gruesos que los de las especies anteriores. Unas prominentes marcas musculares y gruesas áreas reforzadas en los huesos indican que el cuerpo del H. erectus podía soportar fuertes movimientos y tensiones. Aunque tenía unos dientes mucho más pequeños que los australopitecinos, su mandíbula era grande y fuerte.

En las décadas de 1920 y 1930, el anatomista y antropólogo físico alemán Franz Weidenreich descubrió las colecciones más famosas de fósiles de H. erectus en el yacimiento de Zhoukoudian, China, cerca de Pekín. Estos fósiles humanos recibieron el nombre de Sinanthropus pekinensis u Hombre de Pekín, aunque más tarde fue clasificado como H. erectus. En la cueva de Zhoukoudian se encontraron restos de más de 30 individuos que habían vivido entre hace 500.000 y 250.000 años. Estos fósiles se perdieron al comienzo de la II Guerra Mundial, pero Weidenreich había hecho unas réplicas excelentes de sus descubrimientos. En excavaciones posteriores en este yacimiento se encontraron más restos de H. erectus.

En China se encuentran otros yacimientos importantes de fósiles de esta especie como, por ejemplo, Lantian, Yuanmou, Yunxian y Hexian. Los investigadores también han encontrado gran número de utensilios fabricados por el H. erectus en yacimientos como Nihewan y Bose, en China, y en otros lugares de antigüedad similar (al menos entre 1 millón y 250.000 años de antigüedad).

Desde el descubrimiento del H. erectus, los científicos se preguntan si esta especie era un antepasado directo del hombre moderno, incluido el H. sapiens. Las últimas poblaciones de H. erectus —tales como las del río Solo en Java— pueden haber vivido hace solamente 50.000 años, simultáneamente con poblaciones de H. sapiens. El hombre moderno puede no haber evolucionado a partir de estas últimas poblaciones de H. erectus, un tipo de homínido mucho más primitivo. Sin embargo, poblaciones anteriores de asiáticos orientales pueden haber dado lugar al H. sapiens.

  • Homo moderno:

El origen de nuestra propia especie, el Homo sapiens, es uno de los temas más debatidos de la paleoantropología. Este debate se centra en si el hombre está directamente relacionado con el Homo erectus o con el de Neandertal, grupo más moderno y conocido de homínidos que evolucionaron en los últimos 250.000 años. Los paleoantropólogos utilizan por lo general el término de Homo sapiens sapiens para distinguir entre el hombre actual y estos antepasados similares.

Tradicionalmente los paleoantropólogos clasificaban como Homo sapiens cualquier fósil humano de menos de 500.000 años que tuviese un cráneo mayor que el del Homo erectus. Así, muchos científicos que piensan que el hombre moderno desciende de una única línea que se retrotrae al H. erectus utilizan el nombre de Homo sapiens para referirse a una amplia gama de fósiles más antiguos que los del Homo sapiens sapiens. El término primitivo indica un conjunto de características físicas típicas del hombre de Neandertal y de otras especies de Homo moderno anteriores al Homo sapiens. Entre estas características se encuentran la combinación de un esqueleto robusto, un cráneo grande pero achatado y una mandíbula inferior sin mentón prominente. En este sentido, el Neandertal es clasificado a veces como subespecie del H. sapiens primitivo —Homo sapiens neanderthalensis. Otros científicos opinan que los diferentes fósiles primitivos se agrupan realmente por conjuntos claramente identificables de características y que cualquier tipo de fósil que presente un conjunto único de rasgos debería recibir un nuevo nombre de especie. Según esta hipótesis, el hombre de Neandertal forma su propia especie, Homo neanderthalensis.

  • El Neandertal y otros homínidos primitivos:

El hombre de Neandertal vivió en áreas situadas entre el oeste de Europa y Asia central en una época comprendida entre hace 120.000 y 30.000 años. El nombre de Neandertal se debe a los fósiles encontrados en 1856 en la cueva Feldhofer del valle del Neander en Alemania (tal —forma moderna de thal— significa "valle" en alemán). Los científicos se dieron cuenta varios años después de que algunos descubrimientos anteriores —realizados en 1829 en Engis, Bélgica, y en 1848 en Forbes Quarry, Gibraltar— también pertenecían a un Neandertal. Estos dos primeros descubrimientos se refieren a los primeros fósiles de humanos primitivos encontrados.

En el pasado, los científicos pensaban que existían grandes diferencias entre el hombre de Neandertal y del hombre moderno. Esta suposición se basaba en una reconstrucción defectuosa de un esqueleto de Neandertal que presentaba las rodillas dobladas y una forma de andar con la cabeza baja y los brazos caídos. Esta reconstrucción dio la impresión general, aunque errónea, de que el hombre de Neandertal era un individuo rudo de escasa inteligencia que vivía de forma tosca.

Por el contrario, el Neandertal, como las especies que le precedieron, caminaba totalmente erguido y no tenía la mirada baja ni las rodillas dobladas. Además, su capacidad craneana era bastante grande (aproximadamente de 1.500 cm3), ligeramente superior a la del hombre moderno (la diferencia se debe probablemente a su mayor masa muscular frente a la del hombre moderno, que normalmente va aparejada a un volumen cerebral mayor).

Comparado con los primeros homínidos, él tenía un alto grado de sofisticación cultural. Parece que realizaba rituales simbólicos como, por ejemplo, el enterramiento de los muertos. Los fósiles de esta especie —incluida una serie de esqueletos bastante completos— son bastante numerosos si se comparan con los de formas más primitivas de Homo, en parte debido a sus costumbres funerarias. También fabricaba sofisticados utensilios de piedra del tipo conocido como musteriense.

Junto a muchas similitudes físicas, el Neandertal difería, sin embargo, del hombre moderno en varios aspectos: poseía un cráneo achatado y alargado, senos nasales anchos (lo que sugería una nariz grande), mejillas prominentes, marcados arcos superciliares, mentón retraído y un espacio detrás del tercer molar.

El esqueleto del Neandertal también era de complexión más fuerte con huesos más gruesos que los del hombre moderno. Otras características esqueléticas eran la curvatura de los huesos de los miembros inferiores en algunos individuos, escápulas anchas, articulaciones de la cadera giradas hacia fuera, pubis largo y delgado y huesos cortos en las partes inferiores de piernas y brazos en comparación con los huesos superiores. En conjunto, estos rasgos componían un cuerpo potente y compacto de baja estatura —el hombre medía un promedio de 1,7 m de altura y pesaba 84 kg, mientras que la mujer medía un promedio de 1,5 m de altura y pesaba 80 kg.

La complexión baja y fuerte del Neandertal le permitía conservar el calor y le ayudaba a soportar condiciones extremadamente frías como las que comenzaron a imponerse en las regiones templadas hace unos 70.000 años. Los últimos fósiles conocidos de esta especie procedían del oeste de Europa y tienen más de 36.000 años de antigüedad.

Al mismo tiempo que las poblaciones de Neandertal crecían en número en Europa y en partes de Asia, surgieron otras poblaciones de homínidos casi modernos en África y Asia. Los científicos se refieren habitualmente a estos fósiles, que son distintos pero parecidos a los del Neandertal, como primitivos. Los fósiles de los yacimientos chinos de Dali, Maba y Xujiayao muestran el cráneo chato y alargado y el rostro ancho típicos de los primeros homínidos, aunque también presentan algunas características similares a las de los humanos modernos de la región. En la cueva del yacimiento de Jebel Irhoud, Marruecos, los científicos han encontrado fósiles con el cráneo alargado típico de los homínidos primitivos pero también con rasgos modernos como una frente algo más alta y rostro más plano. Los fósiles humanos procedentes de yacimientos de África oriental de hace más de 100.000 años —tales como Ngaloba en Tanzania y Eliye Springs en Kenia— también parecen mostrar una mezcla de rasgos primitivos y modernos.

  • Homo sapiens sapiens:

Los fósiles más antiguos encontrados con características esqueléticas típicas del hombre moderno datan de hace unos 130.000 a 90.000 años. Varias características clave diferencian los cráneos del hombre moderno de los de las especies primitivas: arcos superciliares poco marcados, cráneo redondo y rostro aplanado o sólo ligeramente prominente de tamaño reducido situado bajo la parte frontal del cráneo. De todos los mamíferos, sólo el hombre tiene la cara posicionada directamente bajo el lóbulo frontal (el área más adelantada del cráneo). Como resultado, el hombre moderno tiende a tener una frente más alta que la que tenían el Neandertal y otros homínidos primitivos. La capacidad craneana del hombre moderno oscila entre aproximadamente 1.000 y 2.000 cm3, siendo la media de aproximadamente 1.350 cm3.

En los yacimientos de Singha en Sudán, Omo en Etiopía, Klasies River Mouth en Suráfrica y Skhûl en Israel los científicos han encontrado restos de cráneos de los primeros Homo sapiens sapiens. Basándose en estos fósiles, muchos científicos concluyen que el hombre moderno ya había evolucionado en África hace unos 130.000 años y que en algún momento hace 90.000 años comenzó a dispersarse hacia diferentes partes del mundo por una ruta a través del Oriente Próximo.

Teorías sobre los orígenes y la diversidad del hombre moderno:

Los paleoantropólogos siguen debatiendo sobre dónde evolucionó el hombre moderno y cómo se dispersó por el mundo. La cuestión es si la evolución tuvo lugar en una pequeña región de África o en una amplia área de África y Eurasia. Y aún más, si las poblaciones humanas modernas procedentes de África desplazaron a todas las poblaciones humanas allí existentes, llegando a producir en último término su extinción.

Aquellos que piensan que el hombre moderno tuvo su origen sólo en África para más tarde dispersarse por el mundo apoya la denominada hipótesis de la emigración de África. Aquellos que piensan que el hombre moderno evolucionó por toda una gran región de Eurasia y África apoyan la denominada hipótesis multirregional.

Los investigadores han realizado numerosos estudios genéticos y han valorado cuidadosamente los fósiles para determinar cuál de estas hipótesis coincide más con la evidencia científica. Los resultados de esta investigación no confirman ni rechazan totalmente ninguna de ellas. Por lo tanto, algunos científicos piensan que la mejor explicación es un compromiso entre ambas hipótesis. El debate entre estas teorías tiene implicaciones en cuanto a qué entienden los científicos como raza humana. La cuestión que se plantea es si en el hombre moderno las diferencias físicas evolucionaron profundamente en el pasado lejano o lo hicieron en un pasado relativamente reciente.

  • La hipótesis de la emigración de África :

De acuerdo con la hipótesis de la emigración de África, también conocida como la hipótesis de sustitución, las primeras poblaciones de hombres modernos procedentes de África migraron a otras regiones y sustituyeron por completo a las poblaciones hasta entonces existentes de homínidos primitivos. Entre las poblaciones sustituidas se incluye al hombre de Neandertal y a cualquier grupo superviviente de Homo erectus. Los defensores de esta hipótesis afirman que muchas características del esqueleto del hombre moderno evolucionaron en un pasado relativamente reciente —hace unos 200.000 años aproximadamente— lo que sugiere un origen único y común. Además, las similitudes anatómicas comunes a todas las poblaciones de hombres modernos superan de lejos las compartidas entre el hombre moderno y el hombre premoderno dentro de regiones geográficas determinadas. Numerosos estudios biológicos indican que la mayoría de las especies nuevas de organismos, incluidos los mamíferos, han surgido de poblaciones pequeñas y geográficamente aisladas.

  • La hipótesis multirregional:

Según la hipótesis multirregional, también conocida como la hipótesis de continuidad, la evolución del hombre moderno comenzó cuando el Homo erectus se dispersó por gran parte de Eurasia hace 1 millón de años. Las poblaciones regionales retuvieron algunas características anatómicas únicas durante cientos de miles de años, pero ellos también se mezclaron con poblaciones de las regiones colindantes, intercambiando rasgos hereditarios entre sí. Este intercambio de rasgos se conoce como flujo genético.

A través del flujo genético las poblaciones de Homo erectus transmitieron una serie de características cada vez más modernas, tales como un mayor tamaño de cerebro, por todo su radio geográfico. Gradualmente esto habría dado lugar a la evolución de un homínido con aspecto más moderno en toda África y Eurasia. En este caso las diferencias físicas entre los hombres actualmente serían el resultado de cientos de miles de años de evolución regional. Este es el concepto de continuidad. Así, por ejemplo, las poblaciones modernas del este asiático tienen algunas características craneanas observadas también por los científicos en fósiles del Homo erectus de esta región.

Algunos detractores de la hipótesis multirregional sostienen que esta fomenta de forma indebida una creencia científica en el concepto de raza, lo que podría ser utilizado para fomentar el racismo. Sin embargo, los defensores de la hipótesis señalan que su postura no implica que las razas modernas evolucionasen aisladas unas de otras, o que las diferencias raciales justifiquen el racismo. Por el contrario, la teoría sostiene que el flujo genético vinculó a las diferentes poblaciones y que estos vínculos permitieron que características cada vez más modernas, independientemente de donde hubieran surgido, se dispersaran por las diferentes regiones y eventualmente llegaran a hacerse universales entre los seres humanos.

  • Contrastando ambas teorías:

Los científicos han contrastado las hipótesis de la emigración de África y la multirregional tanto con las evidencias genéticas como con los fósiles encontrados. Aunque los resultados no apoyan definitivamente ninguna de las dos hipótesis, se inclinan a favor de la primera.

  • Evidencias genéticas

Los genetistas han estudiado las diferencias en el ácido desoxirribonucleico (ADN) de diferentes poblaciones humanas. El ADN es la molécula que contiene nuestro código genético hereditario. Las diferencias en el ADN humano se producen por mutaciones de su estructura. Las mutaciones pueden originarse por exposición a elementos externos tales como radiación solar o ciertos compuestos químicos, aunque otras veces se producen de forma natural al azar.

Los genetistas han calculado la velocidad previsible para que se produzca una mutación a lo largo del tiempo. Dividiendo el número total de diferencias genéticas entre dos poblaciones por la velocidad esperada de mutación se obtiene una estimación del momento en el que ambas poblaciones compartieron un antepasado común. Muchas estimaciones de antepasados evolutivos se basan en estudios del ADN en estructuras celulares denominadas mitocondrias. Este ADN recibe el nombre de ADN mitocondrial (ADNm). A diferencia del ADN del núcleo de la célula, cuyos códigos para la mayoría de los rasgos hereda el organismo de ambos progenitores, la herencia mitocondrial pasa sólo de la madre a su descendencia. El ADNm también acumula mutaciones con una rapidez diez veces mayor que el ADN del núcleo de la célula (ubicación de la mayor parte del ADN). Su estructura cambia tan rápidamente que los científicos pueden medir fácilmente las diferencias entre una población humana y otra. Dos poblaciones estrechamente relacionadas deberían tener sólo pequeñas diferencias de ADNm. Por el contrario, dos poblaciones muy lejanamente relacionadas entre sí deberían presentar grandes diferencias.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente