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Sistema de acciones para la divulgación de la causa de los Cinco Héroes en la Universidad de Ciego de Ávila (página 4)


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En la década del noventa, alentados por el derrumbe del campo socialista, grupos terroristas intensificaron sus actividades contra Cuba. Era, según sus criterios, la tan esperada hora para crear el caos final, aterrorizar al pueblo, desestabilizar la economía, dañar la industria del turismo, fomentar la crisis y dar el golpe de muerte a la Revolución Cubana.

¿Qué podía hacer Cuba para defenderse y estar prevenida de los planes terroristas en su contra? ¿Qué podía hacer en aras de evitar un conflicto de mayor magnitud? ¿Qué opciones tenía para salvaguardar la soberanía y la seguridad de sus hijos?

Una de las formas posibles de impedir los actos brutales y sangrientos, de evitar que el sufrimiento creciera con más muertes, era actuar en silencio.

No quedó otra alternativa que contar con hombres que -por amor a una causa justa, por amor a su Patria y a su pueblo, por amor a la paz y a la vida- estuvieran dispuestos a cumplir, voluntariamente, ese honroso deber en contra del terrorismo. Alertar del peligro de agresión.

Prevenir un conflicto que sembrara dolor en nuestros pueblos, ha sido el objeto de mis actos y la razón de mi deber, como lo ha sido para mis compañeros.

No hemos actuado por dinero ni por rencor. Ninguno de nosotros ha tenido la idea de hacer daño al noble y laborioso pueblo americano. No lesionamos la seguridad nacional de este país. Ahí están los récords de la Corte. Los que duden, examínenlos y encontrarán la verdad.

Los bestiales ataques terroristas contra el Centro Mundial del Comercio y el Pentágono del 11 de septiembre pasado, llenaron de indignación a quienes amamos un mundo de paz. La muerte sorpresiva e insólita de miles de inocentes ciudadanos de este pueblo nos sembró un profundo dolor en el corazón.

Nadie niega que el terrorismo es un fenómeno inhumano, despiadado y repugnante, y debe ser exterminado con urgencia.

"Para alcanzar la victoria se debe tener a disposición la mejor inteligencia posible". "Se requiere unidad para fortalecer las agencias de inteligencia, para así conocer los planes antes de que sean perpetrados y detectar a los terroristas antes que ataquen."

Esas dos afirmaciones no fueron hechas por el Presidente de la República de Cuba, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, sino por el Presidente de los Estados Unidos de América, a raíz de esos horrendos ataques. Me pregunto y me vuelvo a preguntar: ¿Esas afirmaciones no tienen valor para Cuba, que es víctima del terrorismo?

Precisamente eso es lo que Cuba ha hecho para intentar poner fin a ese flagelo, que también por tantos años ha azotado su territorio y martirizado a su pueblo.

Su Señoría:

hubo un "juicio",lo sabe esta Sala;convivimos y velamosdías repletos de declaraciones,testimonios,indicios,evidencias,argumentos,mociones,compromisos,dudas,injurias,falacias,deliberaciones…No vengo hoy aquí a justificar nada,vengo a decirla verdad."Sólo con ella estoy comprometido".

Acuerdo, no hubo otro que no fuera el compromiso de ser útil al mundo, de servir a una causa valedera llamada humanidad y también Patria.

Intención, no hubo otra que no fuera la de evitar la insensatez y el crimen, y salvar la flor viva de la muerte fortuita, brusca, vana y prematura.

No se traspasó. No se ultrajó. No se ofendió.

No se hurtó. No se engañó. No se defraudó.

No se intentó ni se cometió espionaje.

Nadie nunca me pidió buscar información clasificada alguna. Aquí en esta Sala lo confirmaron las declaraciones de testigos, no sólo de la Defensa, sino de la propia Fiscalía.

Léanse los testimonios del General Clapper, de Joseph Santos, del General Atkinson, por citar algunos, y se confirmará lo que con total honestidad digo.

Tal como vinieron a este recinto Dalila Borrego, Edward Donohue, Tim Carey, pudieron asistir muchas personas para explicar cómo era mi vida; para exponer qué hacía cada día. En cambio, en mi contra nadie vino, ni sería posible hallar persona alguna que, con sinceridad, señalara una falta en mi conducta ante la sociedad.

Yo amo la Isla donde crecí, me eduqué, y en la que viven mi madre, uno de mis idolatrados hijos y muchos otros de mis seres queridos y amigos; también amo a este país en el cual nací, donde en los últimos 10 años de mi vida he dado y recibido verdaderas muestras de amor y solidaridad.>

Tengo la certeza de que es inevitable, no sólo un puente de amistad entre ambos pueblos, sino entre todos los pueblos del mundo.

Le corresponde a usted, Su Señoría, dictar Sentencia en este largo y tortuoso juicio.

¡Júntense pruebas y evidencias!Voces dirán que no existen.¡Tómense hechos y argumentos!Voces dirán que no imputan.¡Léanse casos y testimonios!Voces dirán que no es posibleculpar a estos hombres.Voces que salen del propio corazón.Voces que llevan el vigor de lo justo.Voces que no quisieron ser, o que no fueronescuchadas por un juradoque no pudo impartir justicia.

¡Se equivocaron! Su veredicto fue un sacrilegio. Pero teníamos conciencia, desde un inicio, de que tratándose del tema de Cuba, era Miami un lugar imposible a tal propósito.

Ha sido este, por encima de todo, un juicio político.

En lo personal, no tengo otra cosa que pedir: sólo justicia, por el bien de nuestros pueblos, por el bien de la verdad. Una sentencia justa, libre de ataduras políticas, plena, hubiera sido un importante mensaje en este trascendental momento de lucha contra el terrorismo. Permítame reiterar que nunca he hecho daño personal a nadie ni causado daño material alguno. Nunca he intentado realizar acción que pusiera en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.

Si se me pidiera una cooperación similar, volvería a hacerlo con honor. En este momento viene a mi mente con fuerza y pasión un fragmento de una carta que el general cubano Antonio Maceo, quien luchó por la independencia de Cuba en el siglo XIX, le escribió a un general español:

"No hallaré motivos para haberme desligado para con la humanidad. No es pues una política de odio la mía, es una política de amor; no es una política exclusiva, es una política fundada en la moral humana." (Fin de la cita.)

Por su sentencia, mis entrañables hermanos y yo deberemos guardar una injusta prisión, pero desde allí no descansaremos en la defensa de la causa y los principios que hemos abrazado. Llegará el día que ya no vivamos en la zozobra del temor y la muerte, y en ese día de la historia, se verá la justicia real de nuestra causa.

Su Señoría:

¡Han pasado muchos meses y días de un encierro injusto, rudo y horrible!

A veces me he preguntado, ¿qué es el tiempo? Y como San Agustín me he respondido: "Si me lo preguntan no lo sé. Pero si no me lo preguntan, yo sí lo sé." Horas de soledad y de esperanzas; de reflexión ante lo injusto y ruin; eternos minutos donde arden los recuerdos: ¡Recuerdos hay que queman la memoria!

Tomo versos de Martí, para esta última página, que anoté en el diario de mis largos días:

"He vivido: al deber juré mis armasy ni una vez el sol dobló las cuestassin que mi lidia y mi victoria viere…"(Versos libres)

Y cito en esta Sala al poeta uruguayo y universal Mario Benedetti:

"…la victoria estará como yoahí nomás germinando…"

Porque al final reposaremos libres y victoriosos frente a ese Sol que hoy nos ha sido negado.

Gracias.

Antonio Guerrero Rodríguez

Alegato presentado por Gerardo Hernández Nordelo en la vista de sentencia celebrada el 12 de diciembre de 2001   

Su señoría:

Quisiera antes que todo expresar unas breves palabras de agradecimiento a un grupo de oficiales del gobierno federal que laboraron durante nuestro largo y complejo juicio dentro y fuera de esta sala. Me refiero a los traductores, estenógrafos, alguaciles y demás asistentes, quienes en todo momento demostraron un alto nivel ético profesional.

Es justo expresar también de forma pública nuestro más profundo agradecimiento a los abogados que tan magistralmente nos representaron y a todas las personas que los asistieron en tan difícil tarea.

En aras de no malgastar su preciado tiempo pretendo ser lo más breve posible. Somos cinco los defendidos en este caso y compartimos muchos criterios y opiniones, por lo que evitaré hacer referencia a importantes aspectos que sé que ellos querrán abordar en sus intervenciones.

Por otra parte, se requeriría demasiado tiempo para señalar cada una de las inconsistencias de la Fiscalía y sus testigos, cada uno de sus esfuerzos por utilizar y a veces manipular pequeñas porciones de la evidencia y tratar de ignorar la mayor y esencial parte de la misma.

No alcanzarían estos minutos para destacar todos los intentos de los señores fiscales por hacer que el Jurado se guiara por sus emociones y prejuicios más que por los hechos y las leyes; tampoco habría tiempo para señalar cada una de las razones que hacen de este un proceso eminentemente político. Y además, puede que no sea necesario, porque nadie conoce mejor que Usted lo que realmente ocurrió en esta Sala entre diciembre del año 2000 y junio del 2001. No obstante, existen algunos elementos que no se deben pasar por alto.

Quienes desconocen cómo se ha comportado históricamente el sector más radical de la comunidad cubana de Miami, quienes no ven la televisión en español ni escuchan la llamada "Radio Cubana", tal vez pudieran haber pensado honestamente que nosotros podríamos tener un proceso imparcial y justo en esta ciudad.

Lamentablemente hay muchas realidades que el pueblo norteamericano aun desconoce.

Nosotros, desde el instante preciso en que se nos negó la posibilidad de realizar el juicio fuera de Miami, no albergamos la más mínima duda sobre cuál iba a ser el resultado.

Sería deshonesto no reconocer que en la medida en que el proceso avanzaba y teniendo en cuenta los contundentes argumentos y evidencias de la defensa, unido a la actuación a veces desesperada de la Fiscalía y a las reacciones de la propia prensa, por momentos llegamos a pensar que lo que parecía imposible en esta comunidad tal vez ocurriera. Pero el Jurado, con su rápido e inequívoco veredicto, hizo realidad nuestro primer pronóstico. Después de seis meses de complejo y agotador proceso, con decenas de testimonios y extensas evidencias, necesitaron sólo unas pocas horas para, sin siquiera hacer una pregunta o expresar una duda, alcanzar un veredicto unánime.

Bastaría con leer las declaraciones que hizo a la prensa la figura principal de ese Jurado para comprender que nunca tuvimos la más mínima oportunidad y que influyeron más los prejuicios o las últimas y engañosas palabras de los señores fiscales que los argumentos que se escucharon aquí durante medio año.

Y cuando hago referencia a las actitudes engañosas de la Fiscalía no pretendo hacer una acusación irrespetuosa o sin fundamento.

Como expresé antes, no alcanzaría el tiempo para señalar todos los ejemplos. Baste recordar que la persona encargada de traducir la mayor parte de las evidencias utilizadas por la Fiscalía y quien fue presentada como experta en su especialidad, aseguró ante esta Sala que la palabra "plastilina" del español se utiliza para referirse al explosivo plástico, cuando cualquier niño hispano conoce, sin necesidad de ser experto, que la única plastilina de nuestro idioma es lo que en inglés se conoce como "molden clay". Dicho sea de paso, el documento de la mencionada plastilina fue utilizado y reutilizado una y otra vez de forma alarmista por los señores fiscales, aún conociendo, porque lo conocen, que no tiene nada que ver con ninguno de los cinco acusados.

Resulta igualmente ridículo que en un juicio a quienes se acusa de ser peligrosos espías y de atentar contra la seguridad nacional, la parte acusadora hiciera hincapié de forma reiterada en un supuesto incidente ocurrido en Cuba con un taxista del principal aeropuerto de ese país, en momentos en que la isla acababa de sufrir una ola de atentados terroristas. Me pregunto cuántos taxistas en estos mismos momentos estarán siendo observados por el FBI en aeropuertos de los Estados Unidos, no sólo por manifestar su descontento con el Gobierno, sino probablemente por sólo usar turbantes. Y es que para comprender las actitudes de un país o sus ciudadanos es necesario vivir, o sufrir, sus realidades cotidianas. El mencionado incidente, por inconcebible que parezca, no escapó ni siquiera al informe del P.S.I, aún cuando nadie sabría explicar qué relación puede tener con los delitos que se me imputan.

Ya que he mencionado el reporte del P.S.I, me gustaría hacer referencia brevemente a unas palabras que escribí para el mismo (y cito): "Cuba tiene derecho a defenderse de los actos terroristas que se preparan en la Florida con total impunidad a pesar de haber sido históricamente denunciados por las autoridades cubanas. Es el mismo derecho que tienen los Estados Unidos de tratar de neutralizar los planes de la organización del terrorista Osama Bin Laden que tanto daño ha causado a este país y amenaza con seguirlo haciendo. Estoy seguro que los hijos de este país que cumplen esa misión son considerados patriotas y su interés no es dañar la seguridad nacional de ninguno de los países donde esas personas se refugian." (Fin de la cita).

Esas palabras fueron escritas para el informe del P.S.I y enviadas a mi abogado para su traducción muchos días antes de los tristes y repudiables sucesos del 11 de septiembre, y hoy cobran mayor vigencia. Tal y como expresara el señor presidente de los Estados Unidos en su última comparecencia ante la Organización de las Naciones Unidas, es necesario que todos los países se unan en la lucha contra los terroristas, pero no contra algunos terroristas, sino contra todos los terroristas. Yo agregaría que mientras se condenen las acciones de algunos de estos criminales y a otros se les albergue, se les permita actuar con impunidad contra la seguridad y soberanía de otros países y se les considere "luchadores por la libertad", nunca se podrá erradicar ese flagelo, y siempre habrán pueblos que para defenderse necesiten enviar a algunos de sus hijos a cumplir riesgosas misiones, ya sea en Afganistán o en el sur de la Florida.

Su Señoría: se nos acusó de haber conspirado para cometer espionaje y dañar la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Se nos ha puesto al mismo nivel de los peores espías que se hayan conocido sin que para ello exista una sola prueba contundente y sin haber causado daño alguno, sólo sobre la base de suposiciones.

La nuestra quizás sea una de las acusaciones de espionaje más ridículas en la historia de este país. Todo cuanto pretendimos hacer e hicimos aparece bien claro en la evidencia presentada. A la persona que más cerca estuvo de algo militar, después de llevar seis años trabajando en su insignificante puesto, todo lo que se le pedía era que tratara de buscar una posición que le permitiera estar más cerca de las pistas para poder observar la cantidad de aviones. Eso no es espionaje.

Las evidencias y los testimonios ofrecidos por personas altamente calificadas en la materia así lo demuestran.

Por otra parte, es cierto que durante años algunos de los acusados tuvimos en nuestro poder documentos de identidad falsos, pero su único objetivo era garantizar nuestra seguridad. Como Jueza, usted conoce cuántos delitos se pueden cometer con una falsa documentación, sin embargo, en esta Sala se reconoció que el único uso dado a esos documentos, cuando se les dio alguno, estuvo encaminado exclusivamente a proteger nuestra integridad y la de nuestras familias.

Quisiera que me permita hacer referencia brevemente a lo que considero es la razón por la cual todos nos encontramos aquí en este momento: el cargo tercero del pliego acusatorio, "conspiración para cometer asesinato".

Los señores fiscales y las autoridades del FBI conocen y conocían desde un principio qué fue lo que verdaderamente ocurrió antes, durante y después del 24 de febrero de 1996. Ellos mismos tuvieron que reconocer que los mensajes de alta frecuencia que escogieron revelar como evidencia son solo una ínfima parte de todos los que interceptaron. Ellos conocen la verdadera historia. Saben que no existió ninguna conspiración para derribar esos aviones, y mucho menos para hacerlo sobre aguas internacionales. Saben perfectamente que no solo Gerardo Hernández, sino que ni siquiera Juan Pablo Roque tuvo nunca nada que ver con un plan para derribar las avionetas.

Conocen que el regreso de Roque se había estado planificando desde mucho tiempo antes por razones estrictamente personales y que en febrero de 1996 se le orientó que fuera él mismo quien escogiera la fecha de su partida, recomendándosele el día 23 o el 27 de acuerdo a la disponibilidad de pasajes aéreos. Si hubiera existido un plan del cual Roque fuera parte, ¿cómo es posible que pudiera permanecer aquí hasta el día 27?

Ese es solo un detalle de los muchos que hacen de este cargo el más absurdo e infame de todos los que se nos imputaron.

Después de dos años de estrecha vigilancia, habiendo grabado la mayoría de nuestras conversaciones telefónicas y personales y confiscado una gran cantidad de materiales de aquella época, los fiscales no pudieron presentar en este juicio ni una sola evidencia que muestre sin duda razonable que Gerardo Hernández conspiró para derribar esas avionetas o que facilitó en alguna medida su derribo. Basaron todo su caso en puras especulaciones, en pequeños extractos de los documentos, manipulados y sacados de contexto, y sobre todo en lo emotiva y susceptible que sabían resultaría esa acusación debido a la pérdida de vidas humanas.

Cabría preguntarse qué motivó a la Fiscalía a montar todo su show propagandístico alrededor de ese cargo y a buscar a toda costa la condena de alguien que ellos saben que no tuvo nada que ver con la muerte de esas personas. La respuesta quizás no sea tan difícil. Baste recordar la enorme presión ejercida por algunos sectores de la comunidad cubana que no quedaron satisfechos con las sanciones económicas adoptadas contra Cuba tras los sucesos del 24 de febrero. Las reiteradas acusaciones de estas personas y organizaciones contra el gobierno de los Estados Unidos por, según ellos, ser cómplice en esos sucesos y por no haber hecho nada por castigar a los responsables, se tornaban cada vez más molestas, como molesto e imperdonable resultaba para esos cubanos de Miami que la

Oficina Regional del FBI hubiera infiltrado informantes en varias organizaciones del llamado "exilio", incluyendo a los "Hermanos al Rescate". Se hacía necesario limpiar la imagen y mejorar las relaciones, y para ello nada mejor que encontrar, o fabricar, un culpable.

Las autoridades sabían que se trataba de una situación en la cual siempre ganarían. Si me hallaban culpable de ese cargo, mucho mejor.

Si era hallado inocente, por improbable que esto pareciera, de todos modos ganaban, porque podrían silenciar a quienes los acusaban de no haber juzgado a nadie.

Tal vez alguna persona, por ingenuidad o desconocimiento, pueda pensar que con mis palabras estoy exagerando la importancia que algunas autoridades norteamericanas conceden a las opiniones y reacciones del sector más extremista de la comunidad cubana. A esas personas me permito recordarles que el hecho de que los ciudadanos de esta nación no puedan viajar libremente a Cuba, o fumar tabacos cubanos, o comerciar con productos de ese país sin restricciones, o simplemente inmunizar a sus hijos contra enfermedades cuyas únicas vacunas son de patentes cubanas, no responde precisamente a las exigencias o intereses del pueblo norteamericano.

Su Señoría: he dicho siempre y reitero ahora que lamento profundamente la pérdida de esas cuatro vidas y comprendo el dolor de los familiares. Lamento también las miles de vidas que se han perdido por las constantes agresiones que durante más de 40 años ha tenido que sufrir mi pueblo, y el luto perenne de muchísimas familias cubanas. Esos muertos también tienen nombres y rostros, aunque sus fotografías no se puedan mostrar en esta sala.

Cuba no provocó ese incidente. Por el contrario, lo previno y trató de evitarlo por todas las vías a su alcance. El principal argumento de la Fiscalía durante el juicio fue que se trató de un crimen porque eran aviones civiles y desarmados. Recientemente esta nación ha conocido, de forma triste y brutal, cuanto daño puede hacer a sus habitantes un avión civil y desarmado. Tal vez por eso sus máximos dirigentes han advertido que todo avión que se aleje amenazadoramente de su ruta podría ser derribado aun cuando lleve a bordo a cientos de pasajeros. Quizás los señores fiscales consideren que eso sería un crimen. Su señoría ha dicho hoy que este país cambió su "percepción del peligro" después del 11 de septiembre; desgraciadamente, Cuba tuvo que cambiarla desde el 1ro de Enero de 1959, y eso es lo que no se quiere comprender.

Los principales responsables de lo ocurrido el 24 de febrero de 1996 son los mismos que no cesan en su empeño de provocar un conflicto bélico entre los Estados Unidos y Cuba para que el ejército de este país les haga lo que no han podido hacer ellos en 40 años. Ya sean flotillas, violaciones del espacio aéreo, falsas acusaciones o cualquier otro engendro, el objetivo es el mismo: que los Estados Unidos borren de la faz de la tierra al gobierno de Cuba y a quienes lo apoyan, sin importar cual sea el costo en vidas humanas de uno u otro bando.

Se podría decir con certeza que si alguien ha puesto en peligro en reiteradas ocasiones la seguridad nacional de este país, son esos grupos de cubanos extremistas.

La Fiscalía dijo en esta Sala, durante sus argumentos finales, que Gerardo Hernández tiene sus manos manchadas de sangre. Me pregunto quién tendrá realmente las manos manchadas de sangre, si yo, o el individuo que disparó un cañón contra un hotel de La Habana lleno de personas; que es el mismo individuo que aparece en la evidencia de este caso planificando introducir en Cuba armas antipersonales; la misma persona que se cansó de desafiar abierta y temerariamente a las autoridades cubanas violando las leyes de aquel país, las de este país, y las normas más elementales de la aviación internacional; la misma persona que no solo no tuvo ningún reparo en llevar a esos jóvenes a la muerte, sino que en los momentos de mayor tensión, cuando aun podía interrumpir sus planes, no lo hizo, y en cambio dejó grabada su risa para la historia mientras sus compañeros morían.

Esa persona si tiene sus manos manchadas de sangre, y sin embargo a los señores fiscales no les importó cuando estrecharon esas manos en reiteradas ocasiones, incluso en esta misma Sala. Tampoco le importó a los fiscales ni a las máximas autoridades del FBI de Miami compartir con esa misma persona la tribuna y la euforia durante la conferencia de prensa el día del veredicto.

Contradictoria actitud de quienes dicen representar la ley.

Que sepan los señores fiscales que la única sangre que podría haber en estas manos es la de mis hermanos caídos o asesinados cobardemente en las incontables agresiones y actos terroristas perpetrados contra mi país por personas que hoy caminan tranquilamente por las calles de esta ciudad. Sangre por la que un día juré que estaría dispuesto a sacrificar mi propia vida si con ello podía proteger a mi pueblo de semejantes crímenes.

Su señoría: la Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: "Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria".

Muchas gracias.

Gerardo Hernández Nordelo

Alegato presentado por René González Sehwerert en la vista de sentencia el 14 de diciembre del 2001.

Quiero, antes de comenzar, proponer un experimento a los presentes en esta sala: cierren los ojos e imagínense en el centro de Nueva York. Al primer bombero que pase, le miran a los ojos, bien serios, y le dicen en su cara que el once de septiembre no pasó nada. Que es mentira. Puro truco cinematográfico. Todo ha sido pura paranoia y propaganda. Si a estas alturas la vergüenza, o el pobre bombero, no le han hecho tragarse la lengua, está usted perfectamente calificado para haber sido fiscal en esta causa.

Y ahora, con el permiso de esta Corte, comienzo.

Su Señoría:

Meses atrás, en uno de sus esfuerzos para esconder bajo la alfombra el tema del terrorismo contra Cuba con aquella torcida lógica aplicada a su confuso argumento de intento y motivación, la señora Heck Miller le dijo a esta Corte que podíamos dejar el discurso político para este momento. Aun en aquellos tiempos, cuando ya todo el odio político de los fiscales se había volcado sobre nosotros a través de las condiciones de confinamiento, la manipulación de la evidencia y, peor aún, el uso y abuso de mi propia familia para chantajearme, dañarme y humillarme, estaba yo lejos de imaginar cuán importante sería para los fiscales de este caso el verter todos sus rencores políticos sobre nosotros.

No obstante, después de haber oído a estos mismos fiscales por seis meses empujando una y otra vez sus prejuicios por las narices al Jurado, todavía puedo decir a la señora Heck Miller que estaba equivocada y que yo no necesito hablar de mis sentimientos políticos, a los que no renuncio de modo alguno, para decir que yo repudio el terrorismo, que yo repudio la guerra y que yo desprecio profundamente a las personas, tan centradas en sus odios y en sus intereses mezquinos, que han dedicado tanto tiempo a dañar a su país promoviendo el terrorismo y promoviendo una guerra para la cual derrochan toda esa valentía que no tienen y que necesitarán otros, también sus víctimas, en el campo de batalla.

Y yo no tengo que hablar acerca de política porque yo creo que ni en Cuba, ni aquí en los Estados Unidos ni en ningún otro lugar deben morir personas inocentes por eso. Y yo haría lo que hice y tomaría los riesgos que tomé por cualquier país en el mundo incluyendo a los Estados Unidos más allá de consideraciones políticas. Yo creo firmemente que se puede ser católico y ser buena persona, se puede ser judío y ser buena persona, se puede ser capitalista, musulmán o comunista y ser buena persona; pero no existe algo como una buena persona que sea terrorista. Hay que estar enfermo para ser terrorista, como hay que estarlo para creer que exista algo como un terrorismo bueno.

Desgraciadamente no todo el mundo piensa lo mismo. Cuando se trata de Cuba, las reglas parecen cambiar y algunas personas piensan que el terrorismo y la guerra son cosas buenas de hacer: así tenemos a un fiscal como Kastrenakes que defiende el derecho de José Basulto a romper la ley siempre y cuando se anuncie en la televisión; tenemos a un experto en terrorismo como el señor Hoyt, quien piensa que diez explosiones en el período de un año serían una ola de terrorismo en Miami, pero no en La Habana; tenemos un experto en seguridad aérea para quien las provocaciones de Hermanos al Rescate sobre La Habana, difundidas en televisión abiertamente, serían otra cosa sobre Washington por ser, según sus propias palabras, más apremiantes y verificables; tenemos personas anunciándose públicamente como terroristas por cuarenta años y estos fiscales a mi izquierda solo parecen notarlo cuando se trata de que testifiquen en este juicio de parte de la Defensa; los agentes Ángel Berlinguerí y Héctor Pesquera, el último el propio jefe del FBI local, se pavonean como invitados en las mismas estaciones de radio, con las mismas personas y en los mismos programas en que violando las leyes federales se recoge abiertamente dinero para organizar acciones terroristas o defender terroristas alrededor del mundo.

Mientras tanto, Caroline Heck Miller clama porque estos amables terroristas sean juzgados en el cielo y el señor Frómeta, después de querer comprar no más que un par de mísiles antiaéreos, armas antitanque y algún alto explosivo, es tenido como un buen padre, un buen ciudadano y una buena persona que tal vez merezca algo así como un año de arresto domiciliario por la Oficina del Fiscal del Distrito Sur de la Florida. Esto, su Señoría, hasta donde yo conozco se llama hipocresía y es, además, criminal.

Y cuando esa misma oficina lucha para mantenerme en el Special Housing Unit por el mayor tiempo posible, cuando mi familia es usada como arma para quebrar mi voluntad, cuando a mis hijas solo les es permitido ver a su padre dos veces en los 17 meses de este aislamiento y la única manera de ver los primeros pasos de mi pequeña hija es mirar a través de un cristal desde un 12o piso, solo puedo sentirme orgulloso de estar aquí, y solo puedo agradecer a los fiscales por darme esta oportunidad de confirmar que estoy en el camino correcto, que el mundo tiene todavía que mejorar mucho y que la mejor cosa para el pueblo de Cuba es mantener a la Isla limpia del elemento que de tantas almas se ha adueñado aquí en Miami.

Quiero agradecerles el propiciar que me probara a mí mismo a través de su odio y su resentimiento, y por permitirme este sentimiento de orgullo tras haber vivido los más intensos, útiles, importantes y gloriosos días de mi vida, cuando esta Sala de Corte parecía demasiado pequeña para albergar todas las verdades dichas y podíamos verles revolverse de impotencia mientras se debatían por esconder cada una de ellas.

Y si una disculpa les hace sentirse bien, pues también se la ofrezco: Siento mucho no haber podido decir a sus agentes que estaba cooperando con el gobierno cubano. Si ellos tuvieran una posición sincera frente al terrorismo, yo hubiera podido hacerlo y juntos hubiéramos dado solución al problema. Cuando pienso en aquellas interminables discusiones acerca del intento específico de violar la ley, me doy cuenta de que esta situación va mucho más allá de si el no registrarse es ilegal o no lo es, pues desgraciadamente, aunque aquí los agentes extranjeros se pudieran anunciar en las páginas amarillas sin haberse registrado previamente, nosotros, tratándose de Cuba, tendríamos que mantenernos de incógnitos para cosas tan elementales como neutralizar terroristas o narcotraficantes, algo que mirado con lógica deberíamos hacer juntos. Lo siento también si la filiación anticastrista de los criminales que combatí los acercaba a ciertos oficiales o miembros de la Oficina de la Fiscalía. Me da mucha pena, sinceramente, con estos últimos.

Al fin y al cabo todo este asunto de los agentes de Cuba tiene fácil solución: Dejen a Cuba tranquila. Hagan su trabajo. Respeten la soberanía del pueblo cubano. Yo despediría gustoso al último espía que se regrese a la Isla. Nosotros tenemos mejores cosas que hacer allí, todas más constructivas que vigilar a los criminales que se pasean impunes en Miami. Yo no quiero dejar pasar este momento sin dirigirme a las muchas personas buenas que tuvimos la oportunidad de conocer durante este proceso:

Ante todo, quiero dar la gracias a los US Marshalls por su profesionalismo, su decencia, su cortesía y su anónimo sacrificio. Hubo momentos en que compartimos con ellos en sano espíritu el consuelo de ser las únicas personas en la sala cuyas necesidades no fueron tenidas en cuenta en relación con los horarios y todos reímos juntos al respecto; pero ellos fueron siempre disciplinados y realizaron sus deberes bien.

Quiero también dar gracias a los traductores, a Larry, Richard y Lisa. Ellos hicieron un trabajo de mucha calidad y estuvieron siempre disponibles cuando tanto nosotros como nuestras familias necesitamos de sus servicios. Mi sincero agradecimiento por su laboriosidad y decencia para todos. Debe de ser un privilegio para esta Corte el contar con un equipo como ese. Mis mejores deseos también para el señor Londergan. Mi más profundo respeto para los militares norteamericanos que comparecieron, ya fuera por parte de la Fiscalía o de la Defensa, y lo hicieron con sinceridad, así como a los oficiales, expertos y agentes que fueron honestos. Hubiera querido ver más honestidad en el último grupo y lo hubiera reconocido aquí gustosamente.

Para todos ellos, que bien pudieran representar lo mejor del pueblo americano, mi más profundo sentimiento de simpatía y mis seguridades de que hay un pueblo entero solo un paso hacia el sur de aquí que no alberga animosidad alguna hacia el gran vecino del norte. Ese pueblo y ese país han sido sistemáticamente difamados a través de este juicio por algunas personas que, o bien no saben, o bien no quieren saber, o bien no les interesa lo que es realmente Cuba. Solo me voy a tomar la libertad de leer un fragmento de correspondencia escrito por mi esposa el pasado 30 de julio:

"René, aquí no cesan las muestras de apoyo para nosotros los familiares y para ustedes. Ayer, cuando cogí la ruta 58 para regresar de casa de mami, varias personas me reconocieron e Ivette se iba metiendo con todo el mundo. Como estamos en carnavales, cuando pasamos por Centro Habana la guagua se llenó bastante e Ivette se extremó a la hora de bajarnos: se sentó en la escalera de la guagua y no se quería parar. Tú te podrás imaginar la guagua llena, yo dando tumbos tratando de cargarla sin lograrlo, Ivette plantada y la gente empujando. Entonces llegó hasta mí una señora, me apretó la mano y me dio una oración que sacó de pronto de su cartera que tiene de título "Un Hogar Feliz", y me dijo: `En mi Iglesia todos los días oramos por los cinco y para que sus hijos puedan tener un hogar feliz como lo tuvo Jesús, ya que ellos estaban allí para que todos los niños también lo tengan'.

"Me dejó medio sorprendida, casi no tuve tiempo de agradecerle porque tenía que bajarme rápidamente, pero sí comprendí que así somos los cubanos, y hoy estamos más unidos que nunca independientemente de creencias o religiones, cada uno con su fe, pero todos por una misma causa. Yo guardaré la oración también como recuerdo".

Me veo obligado a salirme de lo que estoy leyendo para aclarar que no soy creyente. Pero quiero que después la fiscalía no vaya a distorsionar mis palabras y pueda decir que he traído a Dios a esta sala por hipocresía.

Su Señoría:

Como usted puede verlo, ni para hablar de Cuba necesito yo exponer aquí mis sentimientos políticos. Otros lo han hecho en el marco de este juicio durante tres años supurando un odio irracional, aún más absurdo todavía cuando sabemos que ha sido engendrado a nivel de la médula, que es un odio visceral dirigido a un ente que sencillamente no conocen. Es realmente triste ser educado para odiar a algo que uno ni conoce.

Y así se ha hablado impunemente de Cuba ofendiendo a un pueblo cuyo único delito es el de haber escogido su propio camino y haberlo defendido con éxito a costa de enormes sacrificios. Yo no voy a dar a nadie el beneficio de entretenerme con todas las mentiras que se dijeron aquí respecto a Cuba, pero me referiré a una cuya monstruosidad constituyó una falta de respeto a esta sala y al Jurado:

Cuando el señor Kastrenakes se paró aquí a decir, frente al símbolo de la justicia americana, que nosotros habíamos venido aquí a destruir a los Estados Unidos, demostró cuán poco le importan ese símbolo y esa justicia, y demostró, también, cuán poco respeto le tenía al Jurado. Desafortunadamente en lo último tenía la razón.

Ni la evidencia en este caso, ni la historia, ni nuestros conceptos ni la educación que recibimos apoyan la absurda idea de que Cuba quiera destruir a los Estados Unidos. No es destruyendo a ningún país como se resuelven los problemas de la humanidad y ya, por demasiados siglos, se han destruido imperios para que sobre sus ruinas se levanten otros iguales o peores. No es de un pueblo educado como el de Cuba donde es hasta inmoral quemar una bandera ya sea de los Estados Unidos u otro país cualquiera de donde puede venir un peligro para esta nación.

Y si se me permitiera la licencia, como descendiente de norteamericanos laboriosos y trabajadores, con el privilegio de haber nacido en este país y el privilegio de haber crecido en Cuba, le diría al noble pueblo norteamericano que no mire tan al sur para ver el peligro a los Estados Unidos.

Aférrense a los valores reales y genuinos que motivaron las almas de los padres fundadores de esta patria. Es la falta de esos valores pospuestos ante otros, menos idealistas intereses, el peligro real para esa sociedad. El poder y la tecnología pueden convertirse en una debilidad si no están en las manos de personas cultivadas, y el odio y la ignorancia que hemos visto aquí hacia un pequeño país, que nadie aquí conoce, puede ser peligroso cuando se combina con un sentido enceguecedor de poder y de falsa superioridad. Regresen a Mark Twain y olvídense de Rambo si realmente quieren dejar un mejor país a sus hijos. Cada supuesto cristiano que fue puesto aquí a mentir sobre la Biblia es un peligro para este país por lo que su conducta representó en cuanto a socavar esos valores.

Su Señoría:

Habiendo dado forma a estas palabras en anticipación a mi sentencia fijada para el pasado 26 de septiembre, los trágicos y horribles crímenes del once de ese mes me obligan a añadir algunas meditaciones que no puedo dejar de compartir con esta Corte. He de tener mucho tacto para que nadie me acuse de capitalizar en mi favor ese abominable hecho, pero hay ocasiones en que tenemos que decir algunas verdades aunque sean duras, tal y como se lo decimos a un hijo o a un hermano cuando comete un error y queremos hacerle rectificar, con todo cariño, sus pasos futuros. No es otro el espíritu que me anima al dirigirme a través de usted con estas palabras al pueblo norteamericano.

La tragedia que hoy enluta a este pueblo se engendró ya hace muchos años, cuando en un lugar tan lejano como desconocido se nos hacía creer que unas personas, derribando aviones civiles y bombardeando escuelas, estaban combatiendo por la libertad por el solo hecho de combatir al comunismo. Yo nunca culparé al pueblo norteamericano de aquella falta de visión, pero quienes proveían a aquellas personas de misiles y les creaban una imagen que no coincidía con sus actos criminales cometían también el crimen de la hipocresía.

Y no estoy mirando al pasado para abofetear a nadie con él en la cara. Solo quiero invitarles a mirar el presente y a reflexionar sobre el futuro compartiendo con esta Corte la siguiente reflexión: "La hipocresía de ayer es a la tragedia de hoy lo que la hipocresía de hoy será a la tragedia de mañana". Todos nosotros tenemos una responsabilidad para con nuestros hijos que rebasa las preferencias políticas o la mezquina necesidad de ganar un salario, mantener un efímero puesto político o congraciarnos con un grupito de potentados. Esa responsabilidad nos urge a abandonar la hipocresía de hoy, para entregarles un mañana sin tragedias.

En nombre de esa hipocresía se nos ha querido juzgar a nosotros cinco y cuando me toca enfrentarme a mi sentencia me doy cuenta de que yo, a diferencia de mis compañeros, ni siquiera tengo el derecho de considerarme una víctima. La forma en que me conduje se adapta perfectamente a la conducta que describen los estatutos de que se me acusa; si tuve que venir a juicio fue por solidaridad con mis hermanos, para decir algunas verdades y para desmentir las falsedades con que la Fiscalía quiso agravar mis actividades y presentarme como un peligro para la sociedad norteamericana.

De manera que no tengo ni el derecho a pedir clemencia para mí en un momento como este en que esta Corte habrá visto a quien sabe cuántos Conversos, unos genuinos y otros falsos, unos encontrando a Dios cuando acaban de firmar un pacto con el diablo, todos utilizando este podio para mostrar su arrepentimiento. Yo no puedo juzgarlos y cada cual sabrá qué hacer con su dignidad. Yo también sé qué hacer con la mía, y quisiera creer que usted entenderá el que yo no tenga razones para el arrepentimiento.

Pero siempre sentiré la obligación de pedir justicia para mis compañeros acusados de crímenes que no cometieron y condenados sobre la base de los prejuicios por un Jurado que dejó escapar una oportunidad única de hacer una diferencia. Ellos nunca quisieron obtener algún secreto de este país y en cuanto a la acusación más monstruosa se trató solo de un patriota defendiendo la soberanía de su patria. Utilizando las palabras de un buen cubano y amigo, que a pesar de haber venido a este país por sus ideas contrarias al gobierno cubano es una persona honorable, aprovecho para rendir homenaje a los cubanos dignos que también viven aquí echando de paso por tierra otra de las patrañas sembradas por la Fiscalía en relación a nuestros sentimientos hacia la comunidad cubana: "Esos muchachos fueron condenados por el crimen de ser dignos".

Hace ya más de dos años recibí una carta de mi padre en la que entre otras cosas me expresaba su esperanza de que se pudiera hallar un Jurado donde afloraran los valores de Washington, Jefferson y Lincoln. Es una pena que no haya tenido razón.

Pero yo no pierdo las esperanzas en la raza humana y en su capacidad de guiarse por esos valores, después de todo tampoco creo que Washington, Jefferson y Lincoln fueran mayoría en la época en que les tocó dejar sus huellas en la historia de esta nación.

Y mientras estos sórdidos tres años se van haciendo historia y tras una montaña de argumentos, mociones y tecnicismos, se va enterrando una historia de chantajes, abusos de poder y el más absoluto desprecio a tan ponderado sistema de justicia, para pulirla y darle un brillo que nunca tuvo, nosotros seguiremos apelando a esos valores y a la vocación por la verdad del pueblo norteamericano con toda la paciencia, la fe y el coraje que nos puede infundir el crimen de ser dignos.

Muchas gracias.

René González Sehwerert

Alegato presentado por Fernando González Llort, en la vista de sentencia el 18 de diciembre del 2001.

Su Señoría:

Me uno a mis compañeros que me han antecedido en el reconocimiento y agradecimiento a la profesionalidad del señor Richard, de las traductoras que tan eficientemente han trabajado y de los U. S. Marshalls.

Me uno también a lo expresado aquí por cada uno de mis hermanos en sus audiencias de sentencia. Me siento honrado de contar con la amistad de esos compañeros y hermanos que con tanto valor y dignidad recibieron sus injustas sentencias. También quiero agradecer el profesionalismo de los abogados que nos representan a los cinco y especialmente a Joaquín Méndez y la oficina del defensor público del Distrito Sur de la Florida.

Si para mí no estuviera bien claro que el fanatismo, el odio y la irracionalidad contra Cuba se generan y estimulan solo por un segmento minoritario de la comunidad cubano americana residente en esta localidad, no hubiera aceptado ser representado por un miembro de esa comunidad. Su profesionalismo en este caso es una muestra de que, contrario a lo que quieren hacer ver quienes controlan los medios de comunicación hispanos con su estridencia anticubana, la mayoría de la comunidad cubano americana en la Florida tiene una actitud racional hacia su país de origen aun cuando tengan opiniones contrarias al gobierno de Cuba.

Eso lo demuestra también el hecho de que cientos de miles de cubano americanos viajan todos los años a Cuba y envían dinero a sus familiares. Quienes crean que la radio cubana de Miami y las organizaciones extremistas cubanas en esta localidad representan la forma de pensar de la mayoría de los cubano americanos residentes en esta ciudad, están cayendo precisamente en la trampa que ha tendido ese sector extremista y minoritario, pero económicamente poderoso, para presentar una imagen de unidad y representatividad de los sentimientos de cientos de miles de cubanos que viven aquí, cuando esa no es la realidad.

Su Señoría:

Yo pensé que la Fiscalía vendría hoy a esta Sala a solicitar para mí una sentencia de un año de probatoria. Después de todo, eso fue lo que esta misma Fiscalía le ofreció al señor Frómeta cuando éste le compró a un Agente encubierto del gobierno un misil "Stinger", explosivo C-4, granadas y otros armamentos. No importa que el señor Frómeta le hubiera confesado al propio Agente encubierto sus intenciones terroristas y el uso asesino e inescrupuloso que haría de esos materiales.

Después recapacité y me di cuenta de que esperar ese mismo tratamiento por parte de la Fiscalía hacia mí era algo ilusorio, pues yo soy cubano de allá, de la isla, y eso implica que al acusarme entran a jugar consideraciones como la ignorancia de lo que es Cuba realmente, el odio y la irracionalidad contra mi país, estimulados por un sector extremista que controla lo que se dice aquí sobre Cuba y se encarga de silenciar cualquier otra opinión más racional.

Mientras estábamos celebrando nuestro juicio en esta Sala, falleció en Miami Esteban Ventura Novo, y lo menciono porque creo que encierra un símbolo.Esteban Ventura Novo fue uno de los jefes de la policía del dictador Fulgencio Batista en Cuba antes del triunfo de la Revolución y fue responsable de la tortura, el asesinato y desaparición de decenas de jóvenes en la capital cubana. Todo eso sucedía con la anuencia y el apoyo del gobierno de Estados Unidos, entonces encabezado por Eisenhower.

Cuando el gobierno revolucionario tomó el poder en Cuba, Ventura Novo y otros como él, responsables de crímenes contra el pueblo cubano, fueron recibidos y cobijados por el gobierno de este país. Muchos de ellos fueron usados, con la asesoría, dirección y financiamiento de las agencias de inteligencia norteamericanas, en su guerra sucia contra un gobierno que evidentemente contaba y cuenta con el apoyo de su pueblo.

Se iniciaba así una historia de agresiones a Cuba en todas las esferas de la vida económica y social del país. Una historia en la que a la guerra económica, la agresión biológica, la guerra psicológica a través de la propaganda y las amenazas de agresión militar, se unen el terrorismo, el sabotaje, las acciones paramilitares y los intentos de asesinato de los líderes políticos de la Revolución, originados casi todos desde el sur de la Florida.

La Fiscalía dirá que eso es propaganda y paranoia de Cuba. Yo me pregunto si tendrían vergüenza para ir a Cuba a decirles eso a las madres, esposas e hijos que han perdido a sus familiares víctimas de esas agresiones. Tales manifestaciones de la Fiscalía demuestran su falta de sensibilidad humana y su incapacidad para ponerse en la posición de la otra parte.

Mediante la organización directa por parte de agencias del gobierno norteamericano, el apoyo de estas a los grupos extremistas que las ejecutan, o simplemente dejándoles hacer sin una verdadera persecución o el trato benevolente cuando alguien ha sido apresado, las actividades de los grupos terroristas y paramilitares de origen cubano radicados en el sur de la Florida han sido usadas como instrumentos de la política exterior de este país hacia Cuba.

Los grupos terroristas de la extrema derecha cubana de Miami fueron creados, entrenados y financiados por la CIA. Para el pueblo cubano eso siempre ha estado bien claro. Si alguna duda quedara a los presentes en esta Sala, ahí están los documentos desclasificados por el propio gobierno de los Estados Unidos en 1997 y 1998, en los que se reflejan las decisiones tomadas por altos dirigentes de este país.

Uno de esos documentos se refiere a una reunión en la que participaron funcionarios de alto nivel encabezados por el entonces vicepresidente Richard Nixon y en la que se aprobó el llamado «Plan de acción encubierta contra el régimen de Castro». En un memorándum sobre dicha reunión, uno de los participantes en la misma, el General Goodpaster comenta: «El Presidente dijo que él no conocía plan mejor para manejar esta situación. El gran problema es la filtración y la falla de seguridad. Todo el mundo tiene que estar dispuesto a jurar que él (Eisenhower) no sabe nada de esto (…) dijo que nuestras manos no deben aparecer en nada de lo que se haga.»

Yo me pregunto: ¿Qué podemos esperar dentro de 30 ó 40 años cuando se decida desclasificar documentos sobre lo que ocurre hoy? La mayor parte de los cubano americanos que hoy, 40 años más tarde, se mantienen activos en su accionar terrorista contra Cuba, son bien conocidos por los organismos de seguridad de los Estados Unidos porque a ellos pertenecieron y de ellos aprendieron el manejo de los medios técnicos y los métodos de trabajo.

Sus vínculos con los fundamentalistas de la extrema derecha de la política norteamericana los ha llevado a aparecer vinculados a los episodios más oscuros de la historia reciente de este país: el asesinato del presidente Kennedy, el escándalo Watergate, el asesinato de Orlando Letelier y Ronni Moffit y el suministro clandestino de armas a la contra nicaragüense, en violación de las leyes aprobadas por el Congreso. Su actuación siempre ha ido en contra de los intereses del pueblo de Estados Unidos.

Quizás la complicidad y lealtad a ese sector político de esta sociedad es la que les garantiza la impunidad en sus acciones contra Cuba, brindándoseles la seguridad de que sus actividades serán pasadas por alto por las autoridades e incluso de que se ejercerán presiones políticas en su favor en caso de ser apresados. Los hechos demuestran que así ha sido.

Ahí están los casos de Luis Posada Carriles y Orlando Bosh, ambos con un amplio historial de vínculos con la CIA, quienes fueron los autores intelectuales de la voladura de un avión comercial cubano en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976, hecho en el que murieron 73 personas inocentes.

Orlando Bosh vive libremente en esta comunidad gracias al «Parole» otorgado por el ex presidente George Bush a pesar de ser considerado un peligro y un connotado terrorista por las propias autoridades del Departamento de Justicia de este país.

Un papel importante en la concesión del «Parole» presidencial a Orlando Bosh lo jugaron las presiones y recomendaciones de la representante Republicana por la Florida Ileana Ros-Lehtinen. Es, por tanto, defensora y protectora de terroristas.

Las evidencias presentadas por la Defensa, documentos sobre los cuales tenía conocimiento el FBI, como vimos en el juicio, demuestran que Orlando Bosh continúa conspirando desde Miami para cometer actos terroristas contra Cuba. Nadie ha ido a arrestarlo. El pasado 22 de agosto se publicó en The Miami Herald un anuncio a página completa en el que un llamado «Foro Patriótico Cubano» establece entre sus principios que reconocen y apoyan el uso de cualquier método en la lucha contra Cuba. Uno de los firmantes de esa declaración es Orlando Bosh. Con tal impunidad actúa.

El caso de Posada Carriles es aún más bochornoso. Fugado de una cárcel de Venezuela en la que se encontraba por su participación en la voladura del avión comercial cubano en el que murieron 73 civiles inocentes, aparece en Centroamérica con un nombre falso bajo las órdenes del Teniente Coronel Oliver North, funcionario del Consejo de Seguridad de la Administración del presidente Reagan, involucrado en una actividad ilegal, el llamado Irán-Contras, investigado posteriormente por un Fiscal Especial.

Todo eso está documentado y lo conocen los Servicios de Seguridad de Estados Unidos. Como conocen también que fue la FNCA la que financió y organizó la fuga de Posada Carriles de la cárcel de Venezuela.

Hoy, Luis Posada Carriles y otros tres cubano americanos residentes en Miami, todos con una larga historia de participación en acciones terroristas contra Cuba y también en territorio de Estados Unidos, se encuentran detenidos en Panamá por participar en una conspiración que se proponía volar en pedazos con explosivo C-4 el Paraninfo Universitario de la capital de ese país en el que Fidel Castro estaría reunido con miles de estudiantes panameños.

Desde Miami se apoya a estos terroristas que están en la prisión en Panamá, se recauda dinero en colectas públicas para su defensa y para eso se utilizan las emisoras radiales cubanas, se ejercen presiones a las autoridades panameñas y se coordina la defensa legal de los terroristas mientras se crean condiciones para una eventual fuga de los acusados. Demás está decir que aquí en la radio y la prensa controlada por los cubanos de la extrema derecha se les considera patriotas y no vulgares terroristas, que es lo que realmente son.

Todo esto sucede ante los ojos de las autoridades de este país. Pudiera hacerse un recuento extenso de las actividades terroristas y paramilitares e intentos de asesinato de dirigentes políticos cubanos organizadas desde el sur de la Florida. Sobre los últimos la Comisión Church del Senado norteamericano documentó en 1975 una lista parcial de aquellos en los que la CIA participó directamente, incluso auxiliándose de elementos del crimen organizado. Tal es la falta de ética.

¿Qué opción le queda al pueblo de Cuba para defender su soberanía y su seguridad?

Todos aquí en esta Sala estamos familiarizados con el concepto de «causa probable» utilizado, entre otras cosas, para autorizar el empleo de medios y métodos de investigación criminal, realizar registros, arrestos, etcétera. ¿Quién en el gobierno de Estados Unidos puede decir aquí en esta Sala que en estos últimos 42 años no ha existido «causa probable» para justificar y avalar jurídicamente la investigación de las acciones que se originan o financian desde el sur de la Florida contra Cuba?

Durante nuestro juicio la Fiscalía, en un alarde de hipocresía, amenazó con aplicar la Ley R.I.C.O. a testigos de la Defensa si testificaban en esta Sala. Todo con el objetivo de evitar que salieran a la luz las actividades terroristas en las que esos señores habían participado.

La Ley R.I.C.O., aprobada por el Congreso principalmente para combatir el crimen organizado, lleva más de 20 años en vigor. Nunca se ha aplicado a ningún grupo de terroristas aquí en Miami a pesar de que el gobierno tiene la información necesaria para hacerlo.

Ahí tienen un ejemplo de que sí hay leyes que permiten el procesamiento criminal de esas personas y esos grupos. Lo que sucede es que, cuando menos, no ha existido la voluntad política de hacerlo. Si esa voluntad política existiera, muchas de las organizaciones terroristas que hoy tienen sus oficinas públicamente en Miami hubieran tenido que ser cerradas y sus miembros apresados.

De una forma resumida esa es la realidad a la que el pueblo cubano ha tenido que enfrentarse y con la cual ha tenido que convivir durante más de cuarenta años. El pueblo cubano tiene derecho a defenderse porque hasta ahora el gobierno norteamericano, que es el encargado de hacer cumplir las leyes de este país y de aprobarlas si es necesario para combatir los actos criminales, ha hecho muy poco o nada para detener las actividades contra Cuba.

Es en ese contexto en el que llegamos a la década del 90. Cuba atraviesa por la situación económica más crítica de los últimos 40 años, debido fundamentalmente a factores externos. Los grupos terroristas radicados en Miami y aliados a la extrema derecha política de los Estados Unidos interpretaron que era la hora de dar el puntillazo final al Gobierno Revolucionario de Cuba y se intensifican las acciones políticas por un lado y las actividades terroristas por el otro.

La FNCA constituía la organización más influyente de la comunidad cubana por los recursos económicos de que disponía y la influencia que ejercía sobre políticos clave en la estructura del gobierno de los Estados Unidos.

Su estrategia consistió en hacer aprobar medidas en el Congreso que pretendían asfixiar económicamente al pueblo cubano con la falsa esperanza de que este se levantaría contra el Gobierno Revolucionario, a la vez que organizaba y financiaba desde Miami una ola de atentados terroristas en Cuba con el objetivo de dañar la economía ya en proceso de recuperación.

Esa ola terrorista contra instalaciones turísticas en Cuba fue financiada y organizada por la FNCA. El terrorista principal, Luis Posada Carriles, reconoció al periódico The New York Times su responsabilidad en la autoría de esos atentados y el financiamiento de los mismos con dinero proveniente de esa organización. En los artículos publicados por ese periódico los días 12 y 13 de julio de 1998, Posada Carriles tácitamente admite que él funcionaba como el brazo armado de la FNCA.

En esa misma entrevista explica que las autoridades norteamericanas no han hecho ningún esfuerzo por interrogarlo sobre los atentados terroristas contra hoteles en Cuba y atribuye esa falta de acción a su larga relación con ellas. Sus palabras fueron:

«As you can see (…) The FBI and The CIA, don't bother me, and I'm neutral with them. Whenever I can help them, I do.»

En los días siguientes la conocida prensa anticubana de Miami se encargaría de borrar de la memoria de la comunidad las declaraciones y graves afirmaciones que había publicado el New York Times, haciéndolas desaparecer de los medios de comunicación locales con algo que es una obsesión de esta comunidad: una supuesta enfermedad del Presidente Fidel Castro. No importa que la historia fuera una farsa y se desinflara en unos pocos días. Jugó su papel de hacer que la gente común se olvidara de lo que había publicado el New York Times y las repercusiones que tenían las declaraciones hechas a ese periódico por Posada Carriles.

Los que no debían haber olvidado fueron el FBI y otras autoridades norteamericanas, pues los artículos mencionados fueron publicados los días 12 y 13 de julio. Exactamente 26 días antes de la publicación de esos artículos, en La Habana, una delegación oficial norteamericana, que incluía a miembros del FBI; recibió una amplia información y se les suministraron filmaciones y grabaciones que contenían evidencias de la participación de la FNCA y altos directivos de la misma en la organización y financiamiento de actos terroristas contra Cuba. Muchos de esos materiales constituyeron pruebas de la Defensa en este caso.

Todavía Cuba está esperando, pasados más de tres años, por la acción del FBI para detener a alguna de las personas involucradas.

El 26 de octubre de 1990 el señor Ángel Berlingueri, entonces Agente Especial del FBI en la oficina de Miami, compareció en el programa radial «Mesa Redonda», que se transmite por la emisora WAQI «Radio Mambí». Casualmente este Agente participó ocho años más tarde en mi arresto y testificaría posteriormente en esta Sala.

Su comparecencia tiene lugar en la misma emisora radial, con el mismo locutor o entrevistador y en la programación que usualmente se utiliza para recaudar fondos para las actividades contra Cuba, para la defensa de terroristas y como medio de propaganda anticubana y actividad política caracterizada por el fanatismo.

Allí fue donde compareció este Agente Especial del FBI.

Llama la atención que en sus palabras y explicaciones al público sobre las supuestas actividades de agentes al servicio del Gobierno cubano en el sur de la Florida, no se menciona nada que tenga que ver con la seguridad nacional de los Estados Unidos, sin embargo, sí se reconoce que hay grupos aquí en Miami que conspiran para derrocar al Gobierno cubano. Algo que va en contra de la Ley de Neutralidad, aunque esto último no lo menciona en su comparecencia.

En la misma el Agente del FBI reconoce que desde Miami se ejecutan acciones y atentados contra el Gobierno de Cuba y que el objetivo del Gobierno cubano es mantenerse informado sobre esos planes. Para colmo este Agente del FBI, al despedirse, le informa a los radioescuchas que sepan que «nosotros estamos luchando y tenemos los mismos objetivos: que Cuba sea libre lo antes que se pueda.»

Que yo conozca, el FBI no se creó ni tiene entre sus funciones luchar por la libertad de ningún país. Pero, además, esas declaraciones dejan bien claro la agenda política que tiene la oficina del FBI en el sur de la Florida.

Coincidentemente esas declaraciones fueron hechas en octubre de 1990, precisamente al iniciarse una década en la que se incrementan las acciones terroristas contra Cuba desde el sur de la Florida.

Declaraciones como esas, viniendo de un Agente del FBI y realizadas en la emisora y la programación radial con las características antes mencionadas, solo pueden tener el efecto de estimular a los organizadores de acciones terroristas contra Cuba y brindarles la seguridad de que no serán perseguidos por sus acciones.

En esa misma emisora, en el mismo programa y con el mismo moderador, compareció el señor Héctor Pesquera, Agente a cargo de la oficina del FBI en el sur de la Florida, solo unos días después del veredicto en nuestro juicio.¿Qué puede hacer Cuba ante tales realidades para defenderse y estar prevenida de los planes terroristas?

¿Se puede confiar en las autoridades del FBI del sur de la Florida cuando se trata de asuntos que tienen que ver con la seguridad de Cuba?

¿Se puede registrar ante el gobierno norteamericano alguien que esté aquí para conocer sobre las actividades de grupos terroristas y prevenir las mismas para evitar la muerte de inocentes?

¿Qué puede hacer Cuba para defender a su pueblo cuando las embarcaciones procedentes de la Florida cargadas con armamentos para atacarla son detenidas por autoridades norteamericanas y estas se contentan con una explicación como: «Estamos pescando langostas»? Eso lo escuchamos en esta Sala de un Agente del ATF que detuvo a una embarcación cargada de armamentos y con mapas de Cuba a solo cuarenta millas de sus costas.

El 23 de julio de 1998 el Miami Herald reproducía declaraciones del terrorista Tony Bryant, quien se reía de que los oficiales de FBI lo habían interrogado después que su lancha con explosivos a bordo apareciera cerca de La Habana. Según refiere Bryant al mencionado periódico, él prometió que no lo volvería a hacer y lo dejaron ir.

¿Qué puede hacer Cuba cuando terroristas como Virgilio Paz y José Dionisio Suárez, quienes volaron en pedazos a Orlando Letelier y Ronnie Moffit en la capital de este país y después estuvieron fugitivos de la justicia, cumplen solamente 7 años de su sentencia y son sacados a la calle gracias a las gestiones de la FNCA que paga sus abogados? Yo he conocido casos de reentry que han sido sentenciados a más tiempo que ese.

Las primeras palabras de uno de estos individuos a la prensa fueron para agradecer a la FNCA, a Armando Pérez Roura y la WAQI por los esfuerzos realizados por ambos para su liberación. Es la misma emisora y el mismo comentarista ante el cual comparecieron los Agentes del FBI Berlingueri y Pesquera.

La realidad es que a Cuba no le queda otra alternativa que tener personas aquí que por amor a su Patria y no por dinero la mantengan al tanto de los planes terroristas y le permitan evitarlos siempre que sea posible. Esa es la razón de mi presencia aquí.

Mientras la situación sea la que he descrito, Cuba tiene el derecho moral de defenderse de la forma en que mis compañeros y yo lo hemos hecho.

Su Señoría:

El pasado 11 de septiembre todos fuimos testigos de un acto criminal y horrendo. Un acto deleznable que consternó a la mayor parte de la población del mundo que conoció de esos hechos a través de las cadenas de televisión. Los actos terroristas que durante años se han cometido contra Cuba no han sido transmitidos por ninguna de esas cadenas.

Permítaseme recordar que también un 11 de septiembre, pero de 1980, Félix García, diplomático cubano acreditado ante las Naciones Unidas, fue asesinado en la ciudad de Nueva York por uno de los terroristas que hoy se encuentra preso en Panamá junto a Posada Carriles.

A raíz de los actos terroristas acaecidos en Nueva York y Washington, la conciencia mundial de la necesidad de erradicar el terrorismo se ha incrementado.

A las pocas horas, incluso minutos de esos sucesos, todos los analistas y funcionarios de alto nivel del gobierno de este país estaban ofreciendo declaraciones, informaciones y puntos de vista a través de los medios de comunicación. Todos ellos enfatizaban la necesidad de mejorar el trabajo de Inteligencia y la penetración de los grupos que llevan a cabo tales actos y de quienes los apoyan y dan refugio.

Estoy convencido de que Estados Unidos se sentiría orgulloso de aquel de sus hijos que hubiera tenido la oportunidad y el privilegio de haber evitado actos como los del pasado mes de septiembre. Ello hubiera constituido un gran servicio a su pueblo y a la humanidad.

El Presidente Bush, en su discurso ante la sesión conjunta del Congreso de la Nación el día 20 de septiembre del 2001, dijo:

«Esta noche somos un país que despertó al peligro y fue llamado a defender su libertad.»

Su Señoría:

Mi país y mi pueblo fueron obligados hace más de cuarenta años a despertar al peligro y llamados a defender su libertad. Yo me siento orgulloso de haber sido uno de los que previno a mi pueblo de esos peligros.

Esa misma noche, el Presidente Bush expresó más adelante en su discurso:«… Nos uniremos para fortalecer a nuestras Agencias de Inteligencia para así conocer los planes de los terroristas antes que estos actúen, y encontrarlos antes de que ataquen.»

Cuba, que ha sufrido ataques terroristas durante 42 años, tiene derecho también a defenderse de esa manera. Hoy la nación americana se une en la lucha contra el terrorismo, algo que para mi país ha sido una necesidad y una realidad desde hace muchos años. No puede haber doble rasero. El terrorismo debe ser combatido y eliminado tanto si se comete contra un país grande y poderoso como si es contra países pequeños. No hay terrorismo malo y terrorismo bueno.

En el informe sobre Orlando Bosh, presentado por el Subsecretario de Justicia en el año 1989, señor Joe D. Whitley, quien por su posición administrativa estaba menos sometido a presiones políticas o conveniencias de política exterior, este funcionario decía:

«The United States cannot tolerate the inherent inhumanity of terrorism as a way to settling disputes. Appeasement of those who would use force will only breed more terrorists. We must look on terrorism as a universal evil, even if it is directed toward those with whom we have no political sympathy.»

Su Señoría:

Hoy Usted va a cumplir con esta etapa de nuestro proceso y dictará la sentencia que considera apropiada. Yo, por último, deseo reiterarle que nunca puse en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos, ni fue nunca esa mi intención ni la de mis compañeros.

Lo que hice fue motivado por el amor a mi Patria y por la convicción de que la historia demuestra que es la única opción que le queda al pueblo cubano para evitar la muerte de inocentes personas y la destrucción que traen aparejadas las acciones terroristas que se cometen contra mi país. En las manos del gobierno de Estados Unidos está el poner fin a esos actos. Cuba ha demostrado su voluntad de cooperar en esa y otras esferas como el narcotráfico con las autoridades norteamericanas. Algo que es en el mejor interés de ambos pueblos y que sí afecta la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Son las autoridades de este país las que tienen que decidirse a actuar en base a principios y sacudirse de la influencia perniciosa de un grupo pequeño, pero poderoso económicamente, de mafiosos y ultraderechistas de la comunidad cubana de Miami.

Sinceramente, confío en que algún día Cuba no tenga necesidad de que personas como yo, voluntariamente y por amor a su país y a su pueblo, vengan a este país a luchar contra el terrorismo. Todo hombre que se respeta a sí mismo se debe antes que nada a su Patria. En los años de presidio me acompañará siempre la dignidad que he aprendido de mi pueblo y de su historia.

Muchas gracias,

Fernando González Llort

Alegato presentado por Ramón Labañino Salazar en la vista de sentencia el 13 de diciembre del 2001.

Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias

Your Honor, Ladys and Gentlemen:

Primero que todo, yo me uno a todos los argumentos de mis cuatrohermanos en esta causa y mis reconocimientos al profesionalismo de los oficiales de esta Corte: Richard, Translators, Marshalls, Lisa.

El criminal ataque a las Torres Gemelas de New York y al Pentágono en Washington segó la vida de miles de inocentes del pueblo de Estados Unidos, y con indignación nos unimos al dolor del pueblo norteamericano. Hacemos votos por que tales hechos no vuelvan a ocurrir.

Nosotros, que hemos dedicado nuestras vidas a luchar contra el terrorismo, a evitar que actos tan atroces como estos ocurran; que hemos tratado de salvar la vida de seres humanos inocentes no sólo de Cuba, sino del propio Estados Unidos; hoy estamos aquí en esta Sala para que se nos condene precisamente por evitar actos como estos. ¡Esta condena no puede ser más irónica e injusta!

En las propias palabras del presidente George W. Bush de este país, a nombre del cual hoy se me pretende condenar, se expresan claramente las razones por las cuales vinimos a Estados Unidos y hoy estamos en esta Sala.

Desde esta misma ciudad de Miami se ha planificado, organizado y dirigido el terrorismo contra mi país, Cuba. Desde aquí se patrocina a los terroristas y sus actos, se les alienta y financia, se les da albergue (sólo por mencionar un reconocido caso, por las calles de Miami camina libremente un terrorista y asesino no sólo de cubanos, sino del pueblo de Estados Unidos, Orlando Bosch); y lo más penoso de todo es que esto sucede con el conocimiento y la anuencia de las autoridades de este país. Baste con leer detenidamente toda la evidencia de nuestro caso, que es plena en todo este tipo de acciones terroristas.

Cuba, mi país, ha sufrido por más de 42 años actos terroristas, agresiones, invasiones y provocaciones que han traído la muerte de más de 3 478 seres humanos inocentes y más de 2 099 heridos. Cuba, al igual que Estados Unidos, tiene derecho a defenderse.

Sólo por citar algunos ejemplos:

• El 4 de marzo de 1960, en un muelle del Puerto de La Habana, agentes de la CIA hicieron explotar el buque francés "La Coubre", cuyo sabotaje terrorista asesinó a 101 personas, de ellas 6 marinos franceses.

• El 6 de octubre de 1976 un artero atentado terrorista perpetrado por Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, y el uso de mercenarios venezolanos, hicieron detonar dos bombas en pleno vuelo de un avión civil de Cubana de Aviación que salía de Barbados, asesinando vilmente a 73 personas (57 cubanos donde se incluyen 24 jóvenes y niños del Equipo Nacional de Esgrima de Cuba, 11 jóvenes de Guyana y 5 coreanos). Algunos de estos asesinos terroristas están hoy presos en Panamá, y desde esta ciudad de Miami se hacen esfuerzos enormes para liberarlos, aquí ellos les llaman "patriotas" y son sus símbolos, y desde las estaciones de radio se hacen colectas para su defensa y posible escape de la cárcel.

• Contra el Presidente de Cuba, Fidel Castro, se han realizado 637 intentos de asesinato.

• Contra mi país también se ha practicado el terrorismo bacteriológico sobre seres humanos, plantas y animales que han afectado a 344 203 personas, 158 muertos (de ellos 101 niños).

This is not Paranoia; these are Lifes of innocent human beings!

Estos grupos terroristas sobre los cuales nosotros actuamos, no sólo han provocado tales hechos en Cuba, sino aquí en Estados Unidos, y en este reporte de prensa, totalmente público y al alcance de todos, se detalla un resumen de actividades terroristas cometidas aquí en Miami, en total más de 68 actos de violencia. Este artículo escrito por el periodista Jim Mullin, del Miami New Times, en abril 20-26 del 2000, describe entre otros muchos:

• 1968 Orlando Bosch dispara una bazooka contra un barco polaco en el puente Macarthur Causeway (Más tarde políticos de Miami declaran "El día de Orlando Bosch" para dar honra a tal terrorista).

• 1974 El líder exiliado José Elías de la Torriente fue asesinado en Coral Gables por haber fracasado en una invasión que llevaría a Cuba.

• 1975 Luciano Nieves es asesinado después de defender la coexistencia pacífica con Cuba.

• 1976 Un carro bomba le arranca las piernas al director de noticias Emilio Milán de la WQBA-AM, después de condenar públicamente la violencia del exilio.

• 1981 Explota una bomba en el consulado mexicano en Brickell Ave., en protesta por sus relaciones con Cuba.

• 1996 Una bomba explota en el restaurante "Centro Vasco" de la Pequeña Habana por protesta ante el concierto de la cantante cubana Rosita Fornés.

• 2000, 11 de abril, afuera de la casa de los familiares de Elián González en Miami, el periodista de Radio Scot Piasant de Obregón, mostró un t-shirt que decía "envíen el niño a casa. Es un derecho de padre" , y fue atacado físicamente antes de que llegara la policía.

Esto no es en Cuba. Esto es aquí en Estados Unidos, en Miami, en las ciudades y calles de este país donde vivimos todos, por donde ustedes caminan cada día, sus hijos y familiares.

En la década de 1990 se arreció el terrorismo, incursiones y provocaciones hacia mi país, hasta que en 1997 se ejecutara una ola de acciones terroristas contra hoteles e instalaciones que llevó al asesinato de un inocente turista italiano: Fabio Di Celmo.

¿Cuántas muertes más de seres humanos inocentes tenemos que presenciar para que se acabe esta política loca y absurda hacia Cuba?

¿Cuántas vidas más de seres humanos hay que esperar que se pierdan para que el FBI cumpla realmente con su deber y detenga a los reales criminales y terroristas de su propio pueblo de Estados Unidos?

¿Es que acaso esta "lucha contra el terrorismo" es pura retórica?

No, el sentido común indicaría que no; y es por eso precisamente que hoy nosotros estamos aquí; porque no queremos que nada de esto ocurra en Cuba ni en Estados Unidos, ni en Miami, ni en ninguna parte del mundo. Todo lo que hemos hecho es eso: tratar de salvar la vida de seres humanos inocentes, evitando el terrorismo y evitando una estúpida guerra.

El patrón que se sigue en los terroristas cubanos que nosotros conocemos es el mismo: José Basulto fue reclutado y entrenado por la CIA y usado en su guerra contra mi país, y aún hoy sigue practicando el terrorismo y las provocaciones, como los miembros de las organizaciones FNCA, Alpha 66, Comandos F-4, Partido Unidad Nacional Democrática (PUND), Cuba Independiente y Democrática (CID), y tantos otros que se mencionan en nuestra evidencia. Estos terroristas representan para Cuba lo que los autores de los hechos horribles cometidos contra Estados Unidos representan para este país.

Cuba nunca ha confiado ni confiará en estos personajes, y, como Cuba, Estados Unidos tampoco debería confiar en ellos, ni mucho menos protegerlos. Eso es un grave error que explicaría en parte por qué fenómenos como los del 11 de septiembre suceden.

Mi país ha sufrido por más de 42 años del terrorismo; hoy sufre Estados Unidos; y si no se erradica de raíz podría sufrirlo también mañana. Aquí en Estados Unidos hay más de 800 organizaciones de índole violenta, este es el país que más vulnerable es a este tipo de actos criminales. El terrorismo es el verdadero enemigo de la seguridad nacional de Estados Unidos. Mantener una actitud de inactividad o indiferencia o, peor aún, de complicidad y encubrimiento de los terroristas y el terrorismo es el peor delito que se puede cometer contra la seguridad nacional de Estados Unidos; y es eso precisamente lo que está sucediendo en este caso. Quienes protegen a estos grupos e individuos son los que realmente ponen en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.

¡Por eso, desde esta tribuna yo denuncio a estas organizaciones policiales de Estados Unidos, que han encubierto y no actúan contra el terrorismo y los terroristas!

Cuba, por años, le ha pasado información a diferentes instancias gubernamentales, hasta el más alto nivel, de Estados Unidos; información detallada, documentada, con nombres y apellidos, evidencias contundentes de actos criminales y asesinos; de todo lo cual nuestra propia evidencia en este caso es una muestra total. Y con toda esa información en sus manos no se ha hecho nada, ni un solo arresto, ni siquiera una sola investigación que se haya llevado o lleve a cabo.

Con nuestra detención todo lo que se ha pretendido es silenciar la fuente de la información, para que actos terroristas tan graves no se conozcan, y ocultar esta verdad que hoy nos golpea de manera brutal. Así también el FBI se ha confabulado con los mismos terroristas y el ala derecha extremista de Miami para perjudicar y obstaculizar todo tipo de acercamiento y cooperación entre nuestros dos pueblos y gobiernos. Mientras tanto, los criminales están alegremente recorriendo hoy día las calles allá afuera, burlándose de esta Sala. No puede haber una mayor ofensa y mancha para estas autoridades, para esta bandera que preside este local y ese escudo que representa el ideal de la verdadera justicia.

Cuba todo lo que desea es vivir en paz y tranquilidad, no quiere la guerra, como tampoco la quiere el pueblo de Estados Unidos, ni líderes militares de Estados Unidos, que saben muy bien que Cuba no es un peligro en manera alguna para este país. Por eso es que nuestra labor también ha estado dirigida a evitar una criminal guerra que sólo traerá muertes de seres humanos inocentes, no sólo de Cuba, sino del pueblo de Estados Unidos.

En ningún momento hemos buscado información que ponga en peligro la seguridad nacional de este país. Es una total manipulación, que nunca aceptaremos, y una razón por la cual decidimos ir a este juicio, además de exponer claramente esta verdad de todos los actos criminales que desde territorio norteamericano se lleva contra Cuba y el propio Estados Unidos.

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