Analizar los principales comportamientos juveniles de riesgo de los adolescentes (página 3)
Enviado por Mar�a Natalia Mart�nez
Tal conducta de los padres predispone aún más a los adolescentes a desarrollar y mantener la desobediencia y el desafío en las relaciones familiares.
Las circunstancias internas y externas a la familia pueden no sólo contribuir a la conducta antisocial del niño o del adolescente sino también tener contribuciones indirectas por su impacto en el niño o el adolescente e incluso en las prácticas de manejo de la familia que emplean los padres. También hay que decir que existe una relación recíproca entre algunas de estas circunstancias de tal manera que contribuyen a la conducta antisocial del niño o del adolescente y ésta, una vez desarrollada, contribuye a empeorar estas circunstancias tales como el conflicto matrimonial, el divorcio o trastornos psiquiátricos de los padres. La investigación más reciente con niños con TDAH indica que la conducta negativista y disruptiva puede ser un factor de retroalimentación que aumente el consumo de alcohol del padre.
Es muy habitual que el clínico se encuentre en las familias remitidas para el tratamiento de un adolescente desafiante con la mayoría o con todas las características predisponentes: adolescentes temperamentales, impulsivos, activos o desatentos, padres inmaduros, temperamentales o impulsivos en familias con problemas matrimoniales, económicos, de salud o personales, con una educación caracterizada por inconsistencia, dureza, indiscriminación y coerción a menudo combinada con una escasa supervisión de las actividades del adolescente."
III.D. LA FAMILIA COMO MOTOR QUE PROPULSA JÓVENES SANOS SOCIALMENTE.
La "familia" dentro del contexto socio-cultural de la época, está sufriendo una gran amenaza. Se encuentra en ella pesimismo, grandes necesidades afectivas insatisfechas y fuertes tensiones. Se trata de una suerte de familia finisecular cuyos contornos son indefinidos, porque avanza la desintitucionalización y se evapora la condición de estructura concreta.
La familia actual es incierta en su composición y en su porvenir, pero sin embargo – dice del Campo – que la familia en la historia humana ha mostrado una gran capacidad de adaptación al cambio de las estructuras sociales. [18]Pero lo que también es cierto se observa una absoluta desatención de lo que está ocurriendo en la base de la sociedad por parte del Estado.
Asistimos a un replanteo de las características que la familia presentaba en la etapa industrial moderna. En la modernidad, se produjo el pasaje de la familia ampliada a la nuclear o el matrimonio "jefe" y ahora somos testigos del nacimiento de la familia posnuclear del posindustrialismo. La familia anterior (familia tipo con dos hijos, fuertemente institucionalizada y estable), se desarrolló en un marco de movilidad social ascendente, de estabilidad laboral y referencia religiosa más homogénea.
La familia entendida como una unidad básica bio- psico – social con leyes y dinámica propias, que le permiten mantenerse en equilibrio y soportar las tensiones y variaciones sin perder la identidad como grupo primario de organización social, a través de la unidad, la continuidad en el tiempo y el reconocimiento de la comunidad que lo rodea. Es la familia un grupo primario donde sus integrantes se interrelacionan por vínculos afectivos y de participación que favorecen su crecimiento armónico, desarrollo y madures.
El adecuado inrterjuego del sistema familiar es un factor fundamental para sostener y elaborar las crisis vitales normales de cada uno de sus miembros y los problemas de convivencias desencadenados por la crisis estructural y permanente de nuestra sociedad; es por ello que la familia requiere una consideración especial por parte de la sociedad y el reconocimiento del Estado, para poder asumir sus roles, funciones y responsabilidades, frente a los cambios sociales, que muchas veces se traducen para ella en inseguridad y riesgo.
La solidaridad, la cooperación, el respeto por el disenso y una actitud armonizadora en el núcleo familiar, constituyen la base para la formación de los futuros ciudadanos en un marco de libertad y justicia.
De acuerdo a David Popenoe, los rasgos de la familia posnuclear, la de la posmodernidad, serian que se adelanta el primer contacto sexual entre los adolescentes, baja la tasa de fecundidad, disminuye la nupcialidad, hay más cohabitación, se dá más disolución voluntaria de parejas – estén o no casados-, hay cada día más mujeres en la población activa y se consolida una simetría mayor en las relaciones de poder entre los miembros adultos de la familia.[19]
El siguiente cuadro sintetiza las características antes descriptas:
Familia Nuclear | Familia posnuclear |
Homogeneidad, estabilidad.
Familia tipo, fuerte institucionalización.
Un solo modelo como válido: la mujer centrada en el hogar, compromiso del varón en el sustento familiar, de la mujer en el hogar.
Valor: estabilidad, compromiso, reproducción, más rápido salida de los hijos del hogar paterno. | Diversidad, fragilidad.
Retraso de la nupcialidad, reducción de la fecundidad.
Tipo de familia: diversos modelos familiares son válidos. Mayor simetría de roles en la pareja, patria potestad compartida.
Valor: autenticidad, placer, prolongación de los jóvenes de la permanencia en la casa paterna, mayor fragilidad del vinculo.
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III.D.1. Aspectos evolutivos
La institución doméstica ha evolucionado en las culturas y en el tiempo encontrando una gran variedad de estilos en las familias.
La familia extendida (mas de dos generaciones), típica de la sociedad occidental en otras edades, propia del medio rural, dejo paso a la familia nuclear (solo padres e hijos) característica de nuestra época y de la sociedad urbana.
La autoridad patriarcal, estrictamente romana, fue claudicando en el tiempo. El siglo xx ha visto progresar los derechos de la mujer y la ha ubicado a la par del hombre.
El gobierno autoritario parental a cedido lugar a la llamada conducción democrática, calificativo con el que se designa a una familia donde sus miembros participan y comparten decisiones; dentro de la familia se habla de dos cuestiones institucionales básicas, matrimonio y filiación.
El matrimonio se somete a dos tipos de regla: una de ellas es la selección de los cónyuges; en segundo lugar de residencia. Referente a lo primero se ha hablado tradicionalmente de la negación de la endogamia, que significa, prohibir las relaciones dentro del mismo grupo familiar (incesto). Por lo tanto, se promueve la exogamia, es decir, las relaciones con miembros de otros grupos.
En nuestros tiempos esas barreras no han desaparecido, pero han declinado. Las fronteras prejuiciosas entre hombres y mujeres se han ido disuadiendo. Pero de hecho, han aparecido otras, como las educacionales. Las diferencias de niveles de estudios cursados pueden producir diferencias que afecten o imposibiliten las relaciones conyugales.
En cuanto a la filiación, el proceso revela cambio de gran significación social y moral. En ciertas culturas y épocas el matrimonio no se consideraba consumado mientras no hubiera hijos.
Las familias numerosas fueron dejando paso, en la sociedad desarrollada, denominada familia tipo ideal.
Un aspecto singularmente significativo en la evolución de la familia a sido el proceso de secularización. La edad moderna marco el cambio. La revolución industrial acelero esa realidad. La familia comunitaria y rural era eminentemente religiosa. Dios era parte decisiva de la vida que integraba todas las expectativas principales de la existencia; la esperanza de la cosecha, la previsión de los acontecimientos, la salud, etc.
En la sociedad urbana e industrial, la familia fue aprendiendo a ser devota de instancias terrenales: partidos políticos, organismos administrativos, sistemas provisionales, mutualidades, etc. Ello afecto el orden de la tradición y de las costumbres, al modificarse el status religiosos, las normas morales empezaron a debilitarse y a ceder en consistencia; este proceso se agilizo en el siglo xx.
III.D.2. La vida Familiar y la adolescencia
Cuando hablamos de la familia aludimos a un grupo social humano constituido sobre el fundamento de dos relaciones principales: afinidad y consanguinidad. La primera es el vinculo psicosocial que origina el matrimonio; en tanto que la segunda es el principio de la filiación. Es decir familia absorbe otras dos instituciones o subsociedades; la de los esposos y las de los hijos.
Contextualmente la familia se inserta en el seno de la sociedad global y puede apreciarse como uno de los tipos ideales de sociedad: la comunidad (el otro tipo ideal es la asociación).
Según esta clásica distinción de F. TONNIES, comunidad posee dos raíces primordiales, pues por una parte, radica en el lugar (factor geográfico), y la otra, se nace en ella (factor biológico). La comunidad genera una especial atmósfera afectiva, es el ámbito donde prevalece el pasado, la tradición y la costumbre.
Allí los miembros asumen roles difusos, la comunicación es "cara a cara", las expectativas se hallan generalizadas.
La asociación es el tipo ideal opuesto; se origina en una elección conciente, no prevalece una causa eficiente sino una causa final (búsqueda de metas u objetivos), se regula por un tramado jurídico – racional (no afectivo), prevalece la ley y no la costumbre, se orienta así el futuro y la innovación. Esta breve descripción pone en evidencia la condición comunitaria de la familia, puede apreciarse que hay dos perspectivas de apreciación acerca de esta agrupación humana.
Si la consideramos desde el punto de vista de la pareja que desea construir un matrimonio, es una asociación ya que hay un acto electivo conciente, que busca realizar ciertos objetivos: procreación, gratificación de afectos, mutua asistencia; desde el punto de vista de los hijos que nacen de este matrimonio, es una comunidad que los promueve socialmente (familia de orientación).
Esta doble naturaleza tiende a diluirse en toda unidad doméstica que funciona bien. La atmósfera, las conductas, los valores y normas que prevalecen son los comunitarios. Solo cuando la familia se desorganiza reaparece el substrato jurídico-asociativo, es decir se reclaman derechos, se discuten deberes y cada cual se atiene a la letra de la ley escrita.
III.D.3 Relaciones: padres & hijos
En lo que hace a la relación padres e hijos, de la anterior ruptura rápida del joven con la familia y salida al exterior y el fuerte conflicto ínterorganizacional, se pasa a la prolongación de la permanencia de los hijos en la casa paterna, por lo menos en los sectores medios. En la relación con los padres ya no hay un choque generacional abierto, pero las distancias con los adultos, no se han acortado. De este modo la armonía familiar – dice Oliver Galland – es el modus vivendi que permite a los jóvenes aprovechar la dependencia familiar en beneficio de su vida personal, sin que en este dominio los padres dispongan de un derecho efectivo de intervención. En un mundo no de confrontación generacional sino de desconexión, los jóvenes prolongan su permanencia para el mantenimiento de un cierto estatus social de consumos que les seria imposible lograr en otro espacio. [20]
Hoy, hay una valoración fuerte de la familia en los jóvenes. En cierta forma, la familia nuclear aparece como un ideal a alcanzar, pero cada vez se hace más incierta esa posibilidad. La familia se ha hecho más corta en el alcance de sus vínculos verticales y horizontales y frente al retiro del Estado bienestar, aparece como una agencia de seguridad social de última instancia, tanto para los hijos que tardan en encontrar su primer empleo y engrosan la cada vez más larga lista de desocupados, como de jóvenes parejas que no encuentran posibilidades de residencia propia. [21]
Hoy en día hay una mayor horizontalidad en la relación con los padres y vinculaciones afectivas. Los jóvenes en su hogar gozan de un amplio grado de libertad y de tolerancia paterna, una menor referencia a modelos de vida basados en valores y limites, trabajo, satisfacción postergada y más en estilo de vida centrados en consumos y accesos.
III.D.4. La familia como prerrequisito social.
La familia siempre fue considerada un prerrequisito social en el sentido que la supervivencia de la sociedad esta sostenida por la institución familiar, cuya misión es procrear nuevos miembros y capacitarlos para que puedan adaptarse a los patrones culturales vigentes. Esta condición ha generado una preocupación constante y justificada por preservar y garantizar la legitimidad de la familia.
Una cuestión sutil se ha ido produciendo en cuanto al estatus familiar, problema que podemos denominar de desinstitucionalización parental.
En la medida que han crecido los derechos de la minoridad y el poder del joven se ha tornado una fuerza reconocida como legítima, ha decrecido y se ha debilitado la autoridad de los padres. Tanto como en la reducción de su potestad jurídica, como en lo referente a su poder psicológico de gobiernos de las conductas.
El ascenso de la posición filial puede interpretarse como un progreso social muy valioso, en la medida que genera un respeto y una promoción de las nuevas generaciones, lo cual conduce a más preocupaciones de carácter educativo y expansión de posibilidades de vida.
El descenso de la posición parental, en cuanto sea coherente con un proceso de democratización familiar y social, es positivo, cuando solo se conecta con un deterioro de la autoridad y una marginación de la situación del adulto, originando mas elementos para la crisis de los sistemas de valoración, una grave espina inserta en la vida social de nuestros tiempos.
Padres e hijos entran en colisión por varias razones, la principal es reconocer que los hijos son seres individuales, cuya vida les pertenece.
Tanto el adolescente como el niño son seres aun en crecimiento, y se encuentran, respecto de las figuras parentales, en una situación de dependencia psíquica. Por esta razón los conflictos de los padres inciden en forma significativa sobre los procesos de desarrollo del adolescente.
La adolescencia despierta en los padres ciertas fantasías que hacen a los adolescentes depositarios de efectos negativos, poco discriminados, conflictivos y segregativos. Esto construirá la contrapartida de los juicios y afectos experimentados por los hijos, acerca de la desidealización de los padres de su familia se realiza mediante la transición a grupos que comienzan a tener mayor envergadura y organización estable a partir de la pubertad. A partir de este momento, encontramos que el adolescente realiza un progresivo pasaje por organizaciones grupales formales e informales, en función de aspectos placenteros diversos.
III.D.5. Estrategias de supervivencia. en el hogar.
Las estrategias de consumo en una familia constituyen un articulador teórico entre un nivel macrosocial y un nivel microsocial de análisis.
El nivel macrosocial aparece como una estructura de relaciones sociales; un diagrama de regularidades que permite predecir, con un grado variable de certidumbre, que una conducta determinada tendrá una latitud aproximada de consecuencia.
El nivel micro social es la unidad familiar en si misma, una unidad de producción y reproducción formada por uno y más núcleos productivos, corresidencial, con un orden de pautas, normas y valores que les permiten decidir el conjunto, el destino de los ingresos y los egresos con un fin esencial sobrevivir y reproducirse.
Desde esta perspectiva la alimentación es un hecho social total. En el nivel microsocial las familias experimentan una necesidad básica para sus fines reproductivos. En el nivel macrosocial reconocen la disponibilidad de los alimentos necesarios para satisfacer esa demanda. Los hogares, entonces, deciden los cursos de acción tendientes a obtener el acceso a los alimentos disponibles, movilizando los recursos a su alcance. Estas son Estrategias de supervivencia.
Las estrategias de supervivencia son las conductas de las familias, reiteradas a lo largo de su ciclo de vida, tendientes a obtener satisfactores para sus fines productivos y reproductivos, conductas que se eligen dentro de un rango de alternativas disponibles determinadas por las restricciones paramétricas que les son propicias por su inserción social.
Si bien es cierto que existe la racionalidad en términos de adecuación entre medios y fines, esta no debe interpretarse desde el plano individual, sino desde el conjunto del hogar.
La racionalidad parece implicar conciencia de fines medios y plazos, pero en realidad esta conciencia subyace en mayor o menor medida al comportamiento, y en todo caso, es limitada. Del mismo modo el concepto de estrategias parece priorizarla cooperación o la complementariedad. Pero el conflicto es también una pauta de asignación de recursos, no menos que la colaboración.
III.D.6. Redes sociales en la familia.
Partimos del concepto de red que es un conjunto interaccional de una persona. Por lo común es una representación espacio-temporal. Su grado de visibilidad es bajo, pero posee numerosas propiedades vinculadas al intercambio de información, materiales, energía, apoyo etc. Tiene pocas redes formales pero esta compuesta por las relaciones entre muchas personas ninguna de las cuales son conocidas por muchos integrantes de la red, en tanto que otras solo constituyen un eslabón de unión entre dos de ellas, a veces es un nexo ignorado por las personas conectadas.
En una perspectiva temporal, las redes de los miembros de una familia están representados por la familia extensa multigeneracional, en tanto en el espacio contemporáneo lo están los amigos de la familia, los pares, y los vecinos. La red de un individuo o d3e su familia es la suma total de relaciones humanas que poseen significación perdurable en su ciclo de vida. La expresión rede social fue ideada por antropólogos ingleses para describir estructuras sociales de amplitud y grado de intimidad comparables a las familias y clanes, pero que no se basan únicamente en el parentesco.
Se denomina red social a un campo social, a una estructura social relativamente invisible, pero al mismo tiempo, muy real en la que están insertos un individuo, una familia o un grupo. Las redes sociales incluyen aquellos parientes de cada integrante de la familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo o de otra relatividad (religiosa, política, etc.)Y todos aquellos que son significativos para la familia, que se brindan recíprocamente ayuda de diversa índole, convenientemente organizadas según lineamientos propios para su cultura, posee en si misma principios, recursos para desarrollar soluciones creativas frente a las situaciones difíciles de sus miembros.
Las relaciones dentro de una red se caracterizan por la regularidad, la continuidad y los espacios de "gravedad" en pasado y presente de cada uno.
En la primera etapa se reconoce la familia como principal, luego las áreas van progresando de las más cercanas a las más lejanas resultando:
-Relaciones de amistad
-Relaciones de parentesco
-Relaciones de vecindad
-Relaciones de projimidad
III.D.7. El adolescente y la familia en la postmodernidad.
El adolescente de hoy vive sus procesos de crecimiento en una familia también en transformación. Al modelo de estabilidad, solidez y seguridad, con roles y funciones claras, fuertes y definidas, cada vez más frecuentemente le sucede una diversa gama de posibilidades de conformación para esta tradicional y fundante estructura social.
La familia de la modernidad se constituía a partir de la pareja parental y los hijos reunidos en torno a ellos, que se incorporaban en un marco de creencias y valores trasmitidos de generación en generación, con muy pocas variables. Los cambios vertiginosos de la postmodernidad presentan nuevas y variadas formas de núcleos familiares.
Sin embargo, la familia, con su gran abanico de posibilidades de conformación, con sus fortalezas y fragilidades, sigue siendo en la generalidad de los casos el grupo primario de pertenencia, aquel que permite al niño una configuración "Matriz" de los modelos de ser y el relacionarse.
La manera en que transita el joven el espinoso pasaje al mundo adulto, la formación de su proyecto de vida, el logro de la autonomía, pone también de manifiesto funciones y disfunciones, modos de relación, posiciones, excesos y carencias del entramado social y familiar en el que está inmerso. No en vano se dice que el adolescente es "rebelde", podemos decir que "revela", quita el velo que cubre a algunas cuestiones ignoradas o negadas dentro del grupo familiar y que él saca a la luz a través de su rebeldía.
Por eso es que no solo el adolescente es el que está en crisis, si no, que todo el grupo familiar se encuentra en un proceso de cambio.
La familia de la infancia va quedando atrás y la adolescencia de los hijos pone al descubierto viejas fisuras de la estructura familiar; confronta a los padres con su propia adolescencia y con aquellos puntos difíciles de transitar y tal vez, todavía no elaborada.
Adolescente
Así tomamos para definir la adolescencia el apunte de la cátedra de Psicología evolutiva del año 2001 que la define como que es una etapa crítica de la vida caracterizada por profundas transformaciones en la conducta emocional, intelectual, sexual y social de los seres humanos.
Según M. Barrón (2006)[22] los adolescentes constituyen hoy en día, uno de los grupos vulnerables que más atención reclaman de la sociedad. Están "instalados" en una parte especifica del ciclo de la vida, superando los paradigmas que la consideran una moratoria o transición entre la niñez y adultez. Al mismo tiempo, no podemos hablar de "una" sino varias adolescencias cruzadas por variables históricas, económicas, sociales, culturales, etareas, de genero, generándose así tensión entre la heterogeneidad que muestran los adolescentes (rastas, punk, metal, mtv, pibes chorros, ocupas, etc) y el mensaje homogenizador de la globalización de la adolescencia como problema. Es por ello, que la autora plantea analizar al adolescente en distintos niveles:
Nivel individual: el adolescente como sujeto bio-psico-social en desarrollo dando importancia a lo afectivo, cognitivo, social.
Nivel Social: en relación a la dinámica familiar, como portavoz y emergente de la problemática familiar (P.Riviere), como miembro de otros grupos de socialización.
Nivel Institucional: tanto en cuanto a la sobredeterminación institucional, especialmente la escuela y otras instituciones.
Nivel Comunitario: condiciones de vida, valores sociales y aspectos ideológicos que condicionan estilos de vida.
El mundo exterior y la sociedad que los rodea, ambos también en estado de transición, aportan factores que influyen en el proceso de transformación de la personalidad de los adolescentes.
Notamos que en dichas trasformaciones se distinguen dos elementos, uno positivo: la fuerza ascendente de la personalidad que se acentúa, así como la vitalidad que se abre paso, y uno negativo: la falta de experiencia sobre la
realidad. De una realidad familiar y social que se ven alterados por profundos cambios casi de un día para el otro. Como consecuencia de este aspecto negativo, el periodo de la adolescencia se desarrolla en un marco de inseguridades, perdidas, duelos, angustias y temores que condicionan el comportamiento individual y social de los jóvenes.
La adolescencia es una edad de cambios y desajustes que plantea nuevas necesidades y respuestas de comportamiento que exigen el despliegue de aptitudes y capacidades distintas, en circunstancia que aumenta el nivel de expectativas y los fracasos duelen mas; por lo tanto es una edad difícil.
La adolescencia es la edad de todos los peligros la edad de la crisis, edad que urge apoyar. La adolescencia es además socialmente maltratada cuando aumenta la deserción familiar, escolar y económica. Entonces los adolescentes al igual que los demás miembros del cuerpo social, tienen que inventar sus propias normas y reglas de conductas, tienen que resistir la adversidad y muchas veces la dureza en las relaciones humanas. Cuando se rebelan lo hacen con violencia, por lo adquiere rasgos de una identidad penal. Victimas de tempranos hábitos de consumo de sustancias toxicas, incluyendo aquellas licitas, se encontraran disminuidos además de su capacidad de comprensión del mundo que los rodea, en la adaptación y elección de oportunidades vitales, lo que contribuida al aislamiento y el debilitamiento de aquellos vínculos mas íntimos familiar.
En este contexto se hace difícil escapar a una mirada de causa- efecto en un escenario determinado por el desempleo juvenil, las familias desarticuladas y la deserción educativa, cuando sobre ellos además gravitan la violencia y el delito.
La juventud se concibe como la fase de la vida individual comprendida entre la pubertad fisiológica (como condición natural) y el reconocimiento de status de adultos (en tanto condición cultural). Implica aun, en diferentes culturas un periodo de preparación entre la dependencia infantil y la plena y autónoma inserción social, con sus crisis y conflictos interpretados según las condiciones sociales del momento.
Entre las primeras referencias a la adolescencia en el mundo moderno nos encontramos con Jean J. Rosseau quien dice:" que la crisis de la identidad sexual en la pubertad influye en el concepto de la juventud y determina su condición como tal; por otra parte hay quienes afirman que la revolución industrial ayudo a la difusión de condiciones sociales e imágenes culturales que hoy asociamos a la juventud."
Con respecto a la familia la realidad revela la extraordinaria mutabilidad de la familia como características de las relaciones humanas.
Si cada relación familiar es un proceso, en el sentido y forma de sus relaciones siempre estarán cambiando. Quizás lo mas conveniente sea aceptar definiciones provisorias y variadas tanto como los modos de vivir en la familia haya. El análisis del contexto familiar es clave para entender esa transición de la infancia a la edad adulta, no solo por lo que sus miembros proyectan sobre los de mas, si no también porque se trata de un espacio del que el joven se ira desprendiendo e independizando: es decir que se trasforma el joven pero también la familia. Es una etapa en la que debe lograrse la capacidad de separar la experiencia inmediata, y a la ves adquirir mecanismos para discernir lo real de lo imaginario, contribuyendo a formar juicios críticos; todos procesos que requieren de condiciones e estimulación ambiental, emocional y material.
Si bien se le atribuye a la familia las cualidades de los individuos que la componen la representación social de la familia consiguen trasformarla en una realidad trascendente a sus miembros, como un universo social.
Como consecuencia del pasado hacia la modernidad, el proceso de la privatización necesario para una organización social centrada, en la construcción de un sujeto autónomo, cambia los patrones de la solidaridad y reconfigura los espacios socializadores. En este pasaje se abandona el modelo de la familia tradicional, para convertirse en la gran familia horizontal que mas bien se asemeja a un colectivo de socios que conviven mas o menos tiempo, sin romper la unidad.(Mongin 1999).
La familia moderna protege al adolescente de un mundo exterior peligroso, por lo que se retrae y defiende, produciendo como efecto adverso el problema de la inserción del joven al mundo, marcada en el modo de vida convencional por el casamiento y la obtención de un trabajo.
En este marco, la salida del mundo infantil e irrupción de la adolescencia aparece asociada a una doble trayectoria: por un lado, los adolescentes deben asumir la crisis existencial de su propia edad, y a la vez, satisfacer las ambiciones familiares que son tanto mas altas cuanto mayor sea el status o posición económica del grupo familiar.
Así mismo, y desde el punto desde las expectativas sociales, se ha concebido que este periodo de la vida se caracteriza por dos cambios: por una parte los jóvenes abandonan la escuela para entrar al mercado laboral y, por otra modifican su entorno social, para preocuparse por una nueva familia.
Si bien el mundo del trabajo presento en los últimos trescientos años complejas transformaciones, potenciando nuevos procesos de socialización, muchas proyecciones no se cumplieron. En la primera industrialización se sometió a los jóvenes a nuevas dependencias, mientras que el trabajo infantil no desapareció si no que aumento. En la segunda revolución industrial, pues exigían una mayor preparación para desarrollar tareas más complejas, no obstante, un sector de los jóvenes fueron expulsados del trabajo asalariado y conducidos a las escuelas o a la calle. Este problema que acompaño al régimen de la sociedad industrial generando en el por venir cada vez mas incierto y la regeneración de un proceso de integración casi imposible. Esto explica el porque temas como el trabajo y juventud son temas de gran interés social.
El aumento de la desigualdad, la reducción de la clase media, la exclusión de colectivos laborales y la aparición de nuevos grupos sociales ligados a la economía financieras y de servicios de altos costos, hacen difícil la unificación simbólica de los valores juveniles.
Dentro de estas características del adolescente existe un proceso evolutivo de la adolescencia.
III.E.1 Aspectos evolutivos
Crisis Biológica: se manifiesta a través del último crecimiento del cuerpo con progresiva adaptación del organismo en busca de su forma óptima, con la compleja implicación endocrina, neurológica, morfológico, etc;
Crisis Psicológica: manifiesta en un proceso de autoafirmación, de exploración expansiva del mundo externo y profundización interna, en una línea de ascenso de enriquecimiento, despliegue y definición del YO.
Crisis Social: manifiesta en una dialéctica de las relaciones del YO y el Nosotros, con progresivos ensayos de nuevos roles y búsqueda de un status adulto.
En todos estos casos, crisis alude al momento de máxima dificultad en los procesos; nunca podrá entenderse como ruptura. El desarrollo es continuo con ritmos desiguales.
Precisamente, la crisis aquí se conecta con una aceleración del desarrollo que multiplica posibilidades y planteos de nuevas problemáticas, con la consecuente exigencia de respuestas inéditas
Hay diferentes enfoques de la adolescencia, vistos desde distintos autores, por ejemplo:
Preadolescencia o baja adolescencia (10 a 12 años de la mujer, 12 a14 años los varones).
Equivale a la prepubertad y pubertad, etapa del repliegue y la inquietud. Rasgo dominante: reactivación del egocentrismo, regreso al periodo infantil. El desarrollo biológico es el núcleo de los problemas y es el factor decisivo de la nueva actitud y conducta. No se plantea todavía la relación entre los sexos, hay mas conciencia de oposiciones y búsqueda paradójica del apoyo en los compañeros del mismo sexo. Momento de predominio de la intimidad, segregación de los adultos, contra quienes inicia una rebelión parcial o total.
Adolescencia Media (12 a15 años de la mujer, 14 a 16 años del varón).
Etapa de la búsqueda indefinida, apogeo de la anarquía de tendencias y los ciclos de exaltación depresión e introversión. Hay ansiedad por indefinición del objeto buscado; se busca algo pero no se sabe que; ni el sentimiento ni la inteligencia quedan satisfechos. Pero eso sí, se ambiciona con grandeza (todo o nada).
En el plano de la acción se avanza sobre la contradicción y la inconstancia, como así también con inseguridad. La relación con el otro sexo se ensaya dentro de un cuadro tenso por la polarización entre amor y sexo, que se intuyen como opuestos.
Alta adolescencia (16 a 17 años en adelante hasta el ingreso a la juventud).
Etapa de la definición y fijación de los objetivos intelectuales y afectivos. Se progresa en la elección selectiva de los objetos del amor y de realización intelectual. Se avanza a elegir pareja y se decide el destino profesional. Se logra la función de lo concreto – abstracto o, al menos, se evoluciona decididamente en la capacidad de función. Resta el largo camino de la realización, pero se a elegido la senda.
Un adolescente normal busca, pues, metas productivas, intentar dar un sentido creador y personal a su vida. Su drama se origina en la necesidad de tener que aprender para poder crear; ya que todavía es incapaz de hacerlo. De ahí su estancamiento en la contradicción y en la inseguridad. A menudo la frustración lo hace caer en el desorden de las conductas. Su debilidad para sortear o vencer obstáculo, lo tornan agresivo o regresivo, como así también, a ser autónomo; no comprende que la autonomía no es incompatible con la relación social constructiva.
Como es fácil destruir que construir adopta conductas negativas para sentirlas suyas.
El ajuste puede lograrse dentro de una síntesis de la personalidad y de la sociabilizacion en la cual, el adolescente, tiende a ver el conformismo como equivalente a una mera adaptación social pasiva. A medida que va objetivando concretamente su voluntad de hacer con los demás, de actuar juntos con los otros, la adolescencia toma un sesgo maduro y define una forma y estilo de vida positiva, que gana un sentido por que afirma valores.
III.E.2 Necesidades de los adolescentes
Conocer lo físico y social abstracto, así como las formas e instrumentos de la cultura (tecnología, arte, ciencia, etc.).
Descubrir los valores del mundo cultural.
Comprender la naturaleza y reintegrarse a ella (actividades al aire libre, contacto con el medio natural).
Formular un plan de vida que lo ayude a definir su personalidad.
Completar su proceso de personalización y socialización.
Integrar la relación amor – sexo.
Apertura asía los valores morales, estéticos y replantear su relación con los valores religiosos de manera adulta.
Poner en práctica sus habilidades para las actividades en grupo.
Orientarse en los valores de la sociedad establecida.
Plantearse de un modo realista el problema profesional.
Teniendo en cuenta las necesidades y características de la adolescencia es necesario también reseñar sobre el desempeño de los adolescentes y su grupo de pares.
III.E.3 El adolescente y su grupo de pares[23]
La vida en grupo es tan antigua como el ser humano mismo. Los grupos dieron lugar a que los seres humanos puedan resolver sus necesidades psicológicas y sociales con mayor eficacia. Algunas de las particularidades que integran los grupos de adolescentes está dada por la participación, pero, qué es lo buscan y encuentran en ellos; cómo pueden influir los grupos en los distintos adolescentes.Conocer sobre los grupos de jóvenes tanto en las organizaciones como en los espacios informales, nos permitirá reflexionar sobre distintos modelos de intervención desde la docencia, manteniendo la promoción de la autonomía y la singularidad de los adolescentes.
Amor, amistad, afecto, el sentirse reconocido y valorado, son necesidades psicológicas fundamentales para el ser humano. Lo hace sentir bien y le da sentido de pertenencia. Por esto es tan importante el grupo en la vida de las personas.
Así como la familia es la primera organización a la que pertenecemos y en ella realizamos nuestros primeros aprendizajes (valores, forma de ver las cosas, actitudes, etc.), los distintos grupos a los que nos integramos pasan a ser el siguiente ámbito para los nuevos aprendizajes.
El grupo de pertenencia proporciona al adolescente una plataforma distinta para ver el mundo. Le ofrece un lugar relativamente estable que, por el mismo hecho de ser adolescente, le es difícil encontrar en su familia. En él encuentra una relación simétrica, una situación de igualdad, con pares que tiene sus mismos problemas, preocupaciones, deseos y gustos. Aprende a establecer relaciones sociales, puede encontrar apoyo para afrontar sus conflictos y elementos para construir su identidad.
En el grupo el adolescente, a veces puede aprender a postergar intereses particulares a favor de conductas que implican participación, solidaridad y colaboración, conductas que responden a valores que son básicos para la convivencia en comunidad.
¿Por qué participan en grupos?
El difícil pasaje de la niñez a la adolescencia, el sujeto sufre entre otros cambios, tres duelos primordiales:
A)- el duelo por el cuerpo de niño perdido (fácilmente observable en el adolescente, su torpeza, su falta de dominio del cuerpo). Su cuerpo cambió pero no maduró su esquema corporal.
B)- el duelo por la pérdida del rol de niño. El adolescente se encuentra que ya no es más niño pero tampoco es adulto .Se los puede ver jugar con "muñecos o leer literatura infantil". Al momento siguiente planificar una familia, trabajo, etc. "jugar a ser adultos".
C)- el duelo por la pérdida de la idealización de los padres de la infancia. Durante la infancia los padres son omnipotentes frente a los niños, fuertes, hermosos, pueden conseguirles lo imposible. Al crecer y convertirse en adolescentes estos mismos padres generalmente entran en la categoría de decepción y resultan subestimados.
Para el adolescente las cualidades, defectos, características y valores que cree poseer o que parecen faltarle, van conformando el concepto que esa persona tiene de sí. A partir de este concepto es que puede construir su autoestima.Para establecer esta valoración, él busca referencia para comparar. El espejo donde se mira habitualmente es el conformado por: la familia, los vecinos, los amigos, los compañeros de la escuela. En esta comparación necesaria, se distinguen dos atributos importantes la identidad y la pertenencia, además existen otros elementos diferenciadores, que los adolescentes obtienen pautas para su propio desarrollo como lo son la publicidad, las modas, la televisión, los modelos que los adultos transmiten.
Estos elementos diferenciadores los detectamos en el aula por las actividades que realizan, el lenguaje que utilizan, sus lugares de encuentro, los símbolos que adoptan, lo que consumen, y lo que no consumen, etc. Sirven tanto como marcas personales, como para identificarse con otros que lo comparten.Durante este proceso el joven puede conservar su capacidad crítica, su forma singular de pensar y sentir, su pertenencia al grupo será una expresión de su propia libertad de elección.
Si por el contrario, la presión del grupo no se lo permite, se producirán efectos negativos, especialmente en aquellos adolescentes vulnerables y necesitados de un marco de contención y de pertenencia, que por su propia historia personal hacen irrupciones violentas, o de silencio , ya sea en el hogar, en la escuela, o la comunidad.
Hace un mes se produjo la muerte de tres jóvenes, y dos compañeros heridos por un alumno en una escuela de Carmen de Patagones – Pcia. de Buenos Aires – . La presión del grupo estuvo allí, además de las características de personalidad del agresor.
¿Qué son los ritos de iniciación?
Entre los momentos finales de la infancia y la futura adultez se encuentra una época ambigua en el ser humano, la que denominamos adolescencia y cuya característica específica se encuentra definida por su condición biológica ya que ha adquirido madurez genital y la capacidad de reproducirse, generando cambios en el orden físico, psíquico y social en el joven. Al necesitar agruparse con sus pares la vida toma otra dimensión.
Entre las formas que los grupos imponen para que las personas se sientan dentro o fuera de ellos, se encuentran los ritos, que son acciones que se tienen que llevar a cabo para poder pertenecer como miembro de pleno derecho a un grupo. Estas acciones son a veces lógicas, a veces simbólicas. Es importante recordar que los ritos de iniciación se encuentran presente en todas las culturas de todos los tiempos de la humanidad.En esta nueva etapa, este acceso supone también un abandono. Abandono de actividades, cosas o relaciones importantes hasta el momento, que es necesario para acceder a nuevas situaciones.
¿Líderes de los grupos?
Respecto a los líderes ya sea de grupos formales dentro de la escuela o dentro de los grupos informales; vecinos, amigos de la cuadra, de la villa o el country, etc. Son formadores de la modalidad constructiva o destructiva, que adoptan los miembros del grupo.
Surgen los líderes juveniles espontáneos que en realidad son un modelo para la identificación e introducen al adolescente en distintos ámbitos. El adolescente confía en ellos ya que, con la experiencia que tiene, lo ayuden a salir de su inexperiencia. Podrían recibir el nombre de iniciador. Este rol es sumamente importante pues es el depositario de la esperanza para superar las falencias que el adolescente tiene.
Hay iniciadores que facilitan la primera exploración de la sexualidad, otros los inician en conocimientos, otros en su primera experiencia laboral.Las cualidades y características de esa iniciación dependerán de las cualidades y características del líder, y que su experiencia le da cierto saber que pone en juego, siendo una autoridad ante los otros jóvenes.En el adolescente la búsqueda de modelos es permanente y según sean las características personales y sociales, encontrará quien lo ayude a fortalecerse o debilitarse en su proceso de crecimiento.[24]
Una de las grandes preocupaciones en los adolescentes son las cuestiones referidas a la asociación con su pares, la necesidad de tener un grupo de pertenencia y ser aceptados en él casi define el comportamiento en los jóvenes.
El grupo aporta seguridad, atención, dignidad, en un mundo que a menudo les resulta anónimo, complejo, insensible y debilitante.
El "sentimiento del "nos" o la identidad en un grupo comprende un cierto vínculo común; los jóvenes sienten una preocupación común, un interés en lo que les sucede a los otros integrantes del grupo y se sienten identificados dentro de él.
Identidad: necesidad de ser único e irrepetible, "diferente de "y saberse dotado de capacidades, habilidades y posibilidades.
Pertenencia: necesidad de saberse perteneciente a algo mas que si mismo; un mundo por conocer, con otros, que constituyen una nueva realidad mas amplia que lo contiene: la comunidad.
En la adolescencia, estas necesidades irrumpen como urgente imperativo, con fuerza tal, que se hace necesario invertir una serie de energías físicas y psíquicas para responder al equilibrio de no saber quién es, ni a qué, ni a quiénes se pertenece.
La fragmentación que vive el púber en sus esferas biológicas y psíquicas, se ve entonces acentuada a instalada en una sociedad que fragmenta y erosiona desde adentro las relaciones interpersonales y los vínculos.
A lo largo de la adolescencia, las actitudes del grupo representan para el joven una identidad diferente a las del medio familiar. Se transfiere entonces a los grupos gran parte de la dependencia que anteriormente se tenía respecto de los padres. Así, los amigos desempeñan un papel de gran importancia en el desarrollo psicológico y social de los jóvenes.
Los grupos surgen de diferentes maneras: en torno al mundo escolar, el club, el barrio, etc. Y están compuestos por chicos con los mismos cuestionamientos y ansiedades, con idénticos lenguajes y códigos; así, el adolescente recurre a la uniformidad como fuente de seguridad y estima personal. Ello le brinda la sensación de seguridad y alivio a la tensión interna que experimenta.
Por otro el grupo puede proyectar aquellos aspectos de sí mismo que todavía no son aceptados y que, al verlos en el otro puede criticar y juzgar. Al mismo tiempo, gana seguridad y confianza en los aspectos aprobados en sí mismo, que ven en los otros y con los cuales se identifica.
El grupo actúa así como una instancia de bisagra, entre la dependencia infantil y la independencia adulta, permitiendo la transición a la social y la tramitación de procesos particulares propios de la construcción de la identidad.
El grupo brinda, espacio vital, una peculiar región física y humana donde resolver tensiones, agresividad, inquietudes sexuales. Ahí encuentra el adolescente un terreno permisivo, fuera del control del adulto. Es a la vez una región exenta de vedas, aptas para la espontaneidad y un área cálida para encontrar simpatías y afinidades. En muchas de sus descargas d acción, de palabras, y de gestos existe una afirmación implícita "aquí no hay adultos". Esto no implica que se allá desprendido de compromisos, controles ni sanciones, puestos que los pares también lo hacen. Pero no son iguales a los que imponen ellos (los mayores), de quienes el adolescente trata de diferenciarse y separarse.
Dentro de las relaciones que tienen los adolescentes con sus grupos de pares, en imprescindible para ello realizar una serie de características de cada uno de los tipos de grupo que existe.
III.E.4 Tipología de los Grupos:[25]
Podemos analizar los distintos tipos de grupos que se generan en la adolescencia desde dos perspectivas. Una de ellas se refiere a las representaciones- grupo que se inscriben en esta etapa, la otra se halla ligada a la descripción de grupos objetivos y se refiere a las distintas sub. Culturas adolescentes reunidas en función de distintos criterios.
Hay diversos criterios para clasificar a los grupos juveniles, aptos para distintas situaciones y problemáticas. R. Fau, clasifica:
Grupo de adaptación normal: este grupo no excluye los conflictos, sino que los vive y sabe superarlos, pues manifiesta una dirección positiva en su comportamiento que le permite trascender con salud social sus cuestiones.
Grupo de adaptación difícil: es propia de los grupos compuestas por miembros inmaduros, que se estancan o regresan en ves de encarar sus conflictos. Solo a través de una demorada crisis de maduración afectiva alcanzan mejores niveles de integración, con costos de afectos y de sus miembros.
Grupos de adaptación patológica: esta representada por grupos que poseen una condición opuesta a los de adaptación difícil. Estos se hallan limitados por sus conflictos internos; los grupos patológicos expresan una agresividad externa, se hallan en conflicto con la sociedad y reciben el nombre de pandilla, barra, banda, etc.
Estos agrupamientos constituyen, sin duda, un grave problema social, tanto por sus génesis, desarrollo y acción.
El desprendimiento progresivo del adolescente de su familia se realiza mediante la transición a grupos que comienzan a tener mayor envergadura y organización estable a partir de la pubertad. A partir de este momento, encontramos que el adolescente realiza un progresivo pasaje por las organizaciones grupales formales o informales, en función de aspectos placenteros y diversos.
La razón de la constitución del grupo adolescente se debe a varias causas, entre ellas, a la necesidad de socializar la culpa del superyo, y colocar el conflicto en el exterior para que disminuya esa culpa. Por lo tanto se necesitan líderes que regulen y controlen las acciones de los adolescentes y organicen el pensamiento grupal.
Otros tipos de grupos:[26]
"Grupos" es un conjunto especifico de personas situadas en independencia dinámica, el cual provoca una influencia sobre el miembro que es directamente proporcional a la necesidad que este tiene de aquel, dado que todo ser necesita seguridad e interrelación, y cuyo logro de confianza induce al mismo a aceptar sus leyes internas.
Se los llama grupos de riesgo debido a la proximidad de un daño para sí o para terceros, o una consecuencia, deseada o no, de cierta actividad humana. Estos grupos surgen como consecuencia de la desorganización social, la frustración, el deterioro familiar, el desarraigo del individuo, la marginalidad y el debilitamiento o, incluso, la ausencia total de valores morales fundamentales.
Entre los miembros de estos grupos surge una filosofía de rebeldía, optando por un rechazo total hacia las instituciones y la autoridad. Esto provoca que sus conductas sean aberrantes y por ende rechazadas por la sociedad, que los marginan muchas veces con justa razón; en el fondo ellos buscan la automarginación.
Debe tenerse en cuenta que la conducta de riesgo es un comportamiento de minorías juveniles que se vuelve exageradamente violenta y peligrosa. Son una más de las múltiples manifestaciones antisistema que en forma organizada y continua fustigan el orden público, generando hechos de trascendencia social y gran repercusión dado el tenor de los mensajes que intentan difundir.
Estos grupos de riesgo tienden a dividirse en barrios geográficos marcados con grafittis y en derredor de un líder con carisma y habilidad natural.
También se agrupan por edad, sexo y condición social. Sus líderes pueden asumir su rol en un día cualquiera o por un hecho especifico.
Estos grupos presentan rasgos particulares determinados por el medio donde actúan, por lo tanto encontramos diferencias entre los que proceden de "villas", "monobloques" o "cascos urbanos" y a su vez si proceden de ciudades densamente pobladas.
Según el grado de organización y marginalidad subsisten mediante la comisión de delitos como el robo, la venta de drogas, la venta de información sensible, etc. El hecho de que en su mayoría son imputables por su edad los convierte en invalorables para las "bandas adultas" que los utilizan ocasionalmente.
Estas "familias urbanas delictivas" se han convertido en una realidad social compuestas por jóvenes que son conocidas con el nombre de "pandillas" "gangs", "maras", etc. Acá en la argentina se las conoce bajo el nombre de "patotas" o la autodenomiación de "pibes chorros o limados".
Cuando nos referimos a las patotas barriales nos referimos a jóvenes que conscientes o inconscientes buscan diferenciarse del común de la gente. Ellos se reconocen entre si, se organizan y nombran lideres, presentan un comportamiento antisocial y exteriorizan su disconformidad mediante actividades delictivas, en las que involucran a otras bandas o a la población en general.
Toda esta juventud es victima de graves trastornos psicológicos, en algunos casos agravados por la desnutrición en su niñez difícil. Y muy pocos recurren a profesionales, como si hacen los miembros de tribus urbanas que buscan la sofisticación.
III.E.5 El adolescente frente a las diferentes visiones .[27]
Por muchos años las ciencias sociales en general se han preocupado por dicha temática, así desde los años sesenta la preocupación estuvo centrada en las manifestaciones contraculturales de la pscicodelia y el hippismo, enfocando estos movimientos como subculturas que eran expresiones de la resistencia y negociación de estos jóvenes frente a la cultura dominante.
Así el primer inconveniente con el que se enfrenta el pensar al adolescente es el paradigma imperante, es el modelo recurrente de la generaciones predominantes en esa época es la de un joven comprometido con el cambio social y dispuesto a la participación espontánea.
Es desde este paradigma que se da origen a la denominada Generación X, que a mediados de los años 90 parecía ser la nueva etiqueta con que las ciencias sociales daban nombre a la expresiones juveniles es estos años, estereotipo que por cierto describía palabra por palabra el paradigma opuesto al joven participacionista y pro-activo al cambio social de los años 70 e incluso parte de los 80.
Sin embargo, pese al estudio de la juventud no se reduciría solo a la participación política de los jóvenes universitarios, puesto que con cierta alarma comienzan a surgir o a evidenciar el crecimiento de pandillas, el aumento del embarazo adolescente, el consumo de drogas, las barras bravas, etc. Frente a esta problemática surgieron y surgen salidas disciplinarias.
Por lo menos en la actualidad hay dos tendencias comunes para interpretar los fenómenos y procesos juveniles, una estructural y otro socio-política. Ambas han marcado dos grandes preocupaciones de la pasada década: la herencia sociopolítica de la violencia y el futuro de la economía.
*-Enfoque de la violencia estructural: en la reciente década ha sido lugar común los estudios sobre la juventud vinculados a conductas de riesgo, en particular a los fenómenos de pandillas, barras bravas y delincuencia juvenil. Muchos estudios de este tipo surgieron como respuestas a la creciente preocupación de la sociedad adulta que veía amenazada su estabilidad y sus propios imaginarios de juventud (ligados a la rebeldía y a la transformación social y no a la anomia y trasgresión de las normas).
La hipótesis de este enfoque radica en que estos jóvenes han crecido y se han formado en la peor de las décadas, donde la violencia terrorista, la guerra sucia, la hiperinflación, marcaron su incorporación a la ciudadanía. Según esta postura estos fenómenos dejaron como secuela una juventud descreída. Sin valores, sin normas y sin modelos.
Existen otros factores además de los sociopolíticos y la desintegración de la unidad familiar, que en conjunto pueden explicar mejor lo que sucede con los jóvenes hoy y que se vinculan a los cambios culturales que nuestra sociedad recién empieza a experimentar.
*-Enfoque de la moratoria y emergencia poblacional: este enfoque aborda la problemática juvenil desde la incapacidad del estado y del mercado por satisfacer el conjunto de necesidades básicas de la población juvenil. Su punto de partida es que los problemas juveniles son el resultado de un proceso de emergencia poblacional, según el cual las actuales generaciones representan un pico en la natalidad ocurridos dos décadas atrás, que ha generado gran cantidad inusitada de jóvenes pugnados por educación, empleo y alimentación. [28]
Algunos otros autores parten del paradigma ya conocido de la "moratoria social" según el cual la noción de juventud surge de la separación del niño de la crianza familiar a través de la escuela y la adquisición de habilidades para el trabajo por fuera de los oficios familiares y de los gremios, según ellos, este periodo de preparación para su posterior incorporación y "adaptación" al mundo adulto, genera por si mismo la noción de juventud y la vincula al tiempo libre y a su radicalización.
Existe un desfase entre el estado, el mercado y la emergencia poblacional juvenil que para algunos autores significa exclusión. Sin embargo, los problemas que expresa el sector juvenil no se limitan a las acciones de lo más excluido. Dichos problemas están necesitamos agregar otros factores a este análisis, tales como los desfases entre las instituciones educativas básicas y la vida cotidiana juvenil, entre la educación superior y universitaria y las condiciones de empleo y generación de recursos entre las demandas políticas para la participación juvenil y la des-institucionalización de la vida pública.
Así las acciones a favor de los jóvenes tienen varias direcciones. Algunos sectores del estado y de la sociedad civil apuestan solo a la reducción de los índices de trasgresión y conductas de riesgo. Otras acciones apuntan a reducir el tiempo libre a través de deporte y la recreación. Ahora la mayor parte apuesta a la educación ocupacional o al empleo como la solución a todos los males de la juventud. La medida busca incorporar a los jóvenes del mundo adulto vía el empleo.
También existen otros factores vinculados al concepto de moratoria, como el proceso de urbanización, el cambio de patrones de socialización, el debilitamiento de la figura paterna o la mayor presencia de los pares y medios en la adquisición de valores y estilos de vida.
*-Enfoque de la Cultura Juvenil: existen cambios culturales en la base tecnológica y comunicativa de las sociedades que hacen más heterogéneas ,complejas y cambiantes las vivencias juveniles, poniendo el acento en el aspecto cultural, en su calidad de productores de cultura y formas expresivas particulares con igual o mayor peso que las condiciones políticas, económicas o estructurantes. Ciertamente varios textos han girado en tornos a practicas gregarias o vulgares, en la manera como la socialización horizontal entre pares había desplazado los tradicionales agentes de socialización y con ello desarrollado una crisis de su función y del orden social.
Así plantea este enfoque, que la conformación de la cultura juvenil se debe a varios factores:
1- Cambios mundiales ocurridos en la esfera productivas
Gracias al uso intenso de computadoras y nuevas tecnologías de la información, los procesos que se derivan en este contexto post-industrial como la des-masificación, la des-territorialización y la des-materialización han generado una serie de cambios en la diversificación y heterogeneidad y fragmentación de la vida social que reubica las producciones culturales de los jóvenes.[29]
2- Curso que los proceso de adquisición de las socialidades
Van adquiriendo, el mayor énfasis esta en la construcción horizontal de los procesos de significación a través de los pares, genera una autonomía relativa del curso que la producción cultural que una generación tendrá independencia de la generaciones que la precedieron.
3- Tendencia del consumo y la experiencia social
Desterriotorializarse, que no anulan las diferencias sociales, pero que forman una capa de intercambios, gustos comunes e identidades con un dinamismo y recrearon inimaginables.[30]
4- Culturas cotidianas blandas vinculadas a bienes
Simbólicos y de información, han desplazado a la religión, la política y el trabajo y el mercado masivo del lugar ordenador de la cotidianeidad que tuviera en el pasado, dando lugar a una construcción grupal de identidades, visiones de mundo y prácticas culturales. [31]
III.E.6 Los mundos de vida de los adolescentes: conductas de riesgo
Es por ello que los mundos de vida de los adolescentes actuales están signados por las ganancias del peso relativo de los grupos de pares. Estos grupos., a su vez grupos de consumidores de diversos bienes materiales y simbólicos, tiene creciente importancia como instancias de socialización –subjetivacion. Los grupos de pares se inscriben imaginariamente en redes de referencia más amplias de las que participan como recolectores. Toman información de los medios y, en base a su consumo y elaboración, establecen un medioambiente del que se nutren y crecen. En esas redes de pequeño y mediano rango se sustentan lazos primordialmente afectivos en los que se reconocen y agrupan entre si. No es menor en este contexto el rol que juegan las familias respecto de la autoridad. Con la irrupción universal de los medios y la cultura que estos difunden, la autoridad de la familia se ve crecientemente puesta en cuestión. La presión de sus contenidos compite con el antes indiscutible lugar de autoridad de los padres. Nuevos modelos, más blandos, tienden a imponerse a través de las estéticas mediáticas, reduciendo el margen de acción del monolingüismo familiar.
Las familias complejizan sus ritmos de vida y hasta en el vinculo mismo, en la medida en que se abren a arreglos de convivencia antes prácticamente reducidos a un solo modelo. En esta convergencia de procesos internos y externos, la autoridad inapelable y naturalizada del padre tradicional desaparece y deja lugar a otro padre más "compinche", menos dispuesto a frustrar o a obligar, más abierto al dialogo y una encarnación distante del rol. Los hijos suelen ser más independiente respecto de la autoridad, más dispuestos a imponerse y hacer su voluntad.
De una manera algo provocativa. Podría decirse que los adolescentes establecen mundos de auto-socialización en una era de profusión de subculturas. A diferencia de épocas anteriores, el inconformismo adolescente y juvenil actual se mueve más en los intersticios que en la impugnación frontal y desafiante del mundo adulto. [32]
Los adolescentes tienden a ser clientes predilectos para incurrir en conductas de riesgo; manejo irresponsable de la sexualidad, pandillaje, consumo de drogas, exceso de alcohol, etc., no se puede circunscribir al adolescente como un problema. Sin embargo en esta etapa se dan algunas condiciones que intervienen en la iniciación de conductas y patrones que merecen ser atendidos.
Para definir al adolescente o joven en riesgo se tienen en cuenta dos criterios: los que están involucrados en conductas de riesgo y los que no. Para los primero, riesgo significara tener mayor probabilidad de experimentar consecuencias adversas para la salud y la vida, como por ejemplo: sobre dosis, intoxicaciones, deserción escolar, etc.
La magnitud del riesgo en estos adolescentes y jóvenes depende de la intensidad con que se manifiesta la conducta de riesgo, del numero de conductas de riesgo en que están involucrados y de manera que estas constituyen un estilo de vida. Para los adolescentes y jóvenes que no están involucrados en conductas de riesgo, el concepto hace referencia a la indicación o compromiso con una conducta difícil de controlar.
Los medios masivos de comunicación muchas veces difunden información que suele actuar como un efecto "bomba" en el seno de la sociedad, despertando preocupación, en el mejor de los casos, comentarios negativos sobre este tema, los jóvenes, generando conductas de riesgo y vulnerabilidad en esta población.[33]
En las décadas recientes se han hecho muchos avances en el campo de la salud y en la atención a la situación de la juventud. La prolongación de la esperanza de vida, la modernidad y la globalización con su gran gama de complejos estímulos, incrementa la necesidad de los adolescentes y jóvenes de encontrar, en las nuevas circunstancias que les rodean, los elementos para asumir los cambios biopsicosociales que experimentan en la construcción de un rol social que coincida con la identidad, organizar su comportamiento desde un hacer en el mundo que los objetive positivamente y sustente un proyecto de vida que dé sentido a su relación presente con el entorno, lo que en muchas áreas de América Latina incluye, además, las dificultades propias de la pobreza.
Los avances de la medicina tienen un gran potencial en la reducción del sufrimiento y en la prolongación de la vida, lo que ha permitido prestar una atención cada vez más especializada a las diferentes etapas del ciclo vital e incluso considerar las diferencias de género. Desde el enfoque de enfermedad se observó que la morbimortalidad juvenil tenía la particular y relevante característica de ser desencadenada por factores mayoritariamente externos y conductuales: drogas, accidentes, suicidios, fugas, deserción escolar, embarazos, ETS, violencia, lo que llevó a organizar la atención para los y las adolescentes a través de estas problemáticas. Esto dio lugar a que el concepto que se tenía, de la adolescencia como la edad sana, se pasara al énfasis de las conductas de riesgo y que los programas dirigidos a dicho período etario se enfocaran de modo específico para cada uno de los problemas. Así los adolescentes recibieron programas verticales como respuestas separadas a cada riesgo o daño: drogas, accidentes, ETS/SIDA, embarazo, sin articular un plan que atendiera la salud integral en la adolescencia. Las experiencias mostraron que los problemas se relacionaban y que además del daño y los comportamientos de riesgo, existían factores protectores por lo que los enfoques comenzaron a enriquecerse.[34]
Por otro lado muchos de los aspectos en que los jóvenes afectan la tranquilidad social están asociados a comportamientos riesgosos; los y las adolescentes llamaron más la atención cuando eran externalizadores de problemas que cuando sufrían de depresión, aislamiento, abuso sexual, etc., lo que llamó poderosamente la atención de diversos sectores sociales, como los comunicadores, maestros, etc., y la juventud fue cada vez más identificada como un segmento poblacional problemático que a menudo alcanzó una perspectiva estigmatizada. Esto trae consecuencias riesgosas, pues el reconocimiento peyorativo de las personas que atraviesan el período adolescente, facilita la construcción de la identidad negativa (Erikson, 1974), ya que la valoración social contribuye a la elaboración de la identidad y la necesidad juvenil de ser reconocido como alguien lleva a preferir ser alguien temido, detestado que ser nadie. [35]
Las agencias socializadoras como la familia, la escuela, los medios de comunicación, etc., se encuentran con nuevos contextos al enfrentar los cambios sociales y generan variadas respuestas y estímulos que buscan ser encauzadas en políticas de juventud que respondan al desafío de configurar las opciones apropiadas para este sector estratégico de la sociedad y pasar del signo de la problematización y exclusión juvenil, al signo de la incorporación positiva para el desarrollo personal y social.
Es, especialmente, en la década cumplida a partir de la declaración del Año de la Juventud en 1985, que se acumulan estudios, se promueven más perspectivas positivas, propuestas y programas que permiten tener una visión más compleja de la juventud, reconocer su relevancia en el desarrollo social, sus aportes y dificultades, la interacción de sus características con las posibilidades del entorno.
El concepto de riesgo en el período juvenil se ha destacado por la posibilidad de que las conductas o situaciones específicas conduzcan a daños en el desarrollo que pueden afectar tanto el conjunto de sus potencialidades como deteriorar su bienestar y salud (Weinstein, 1992). Actualmente, el enfoque de la atención a la salud juvenil, procura desde una perspectiva más integral y articulada reducir los factores de riesgo, incrementar los factores de protección y brindar oportunidades de reconstrucción y avance de la situación. La conceptualización de la salud se refiere por lo tanto a una meta, a un proceso, no a un estado, particularmente en personas que se encuentran en un crítico período de crecimiento y no atravesando una mera transición de la niñez a la adultez. Con el objeto de señalar las principales dimensiones a considerar en una visión integral de los comportamientos juvenil de riesgo, con un caracterización del enfoque de riesgo en la promoción de la salud, para luego diferenciar las conductas de alto riesgo de aquellos comportamientos que involucran los riesgos propios de los procesos de elaboración de identidad en la adolescencia, además de analizar la interrelación entre los factores de riesgo y protección con la vulnerabilidad, el daño y la capacidad para sobreponerse a la adversidad. Esbozaremos algunos lineamientos con las estrategias de intervención en la salud juvenil para favorecer el desarrollo pleno de las potencialidades, contribuir satisfactoriamente a su inserción social y disminuir la preeminencia de los procesos mórbidos.[36]
FACTORES SOCIALES: Ahora bien, veamos qué papel juega lo social en todo esto. En principio asumamos que todo riesgo supone siempre una perspectiva vincular, ya que toda acción humana tiene un destinatario. (Aún el suicidio que podría considerarse como la conducta humana más autoagresiva y solitaria, lleva un mensaje dirigido a un "otro").
Es decir que toda conducta social nos lleva a considerar estos factores que incluyen variables tales como la familia, el grupo de pares, el papel de los medios de comunicación, las normas y los valores y las creencias del contexto sociocultural en el que se vive, etc.
Que los modelos parentales desempeñan un papel trascendental; que las redes de apoyo afectivo y la aceptación de los "otros significativos", generan una menor vulnerabilidad al consumo de drogas o a tener una iniciación sexual muy temprana, también está demostrado.
Son también conocidos los estudios que muestran el enorme efecto del grupo de pares sobre los comportamientos de riesgo. El grupo, para el adolescente, lleva implícito un mandato:…¡ se como nosotros ¡. Y generalmente es el que incita y facilita conductas de riesgo.
Lo mismo podríamos decir del peso de los modelos que ofrecen los medios de comunicación social, especialmente la TV.
Pero más que de estos factores, en los que no soy especialista y que se describen en toda la literatura sobre el tema, me gustaría realizar una pequeña reflexión sobre el estrés psicosocial a que estamos sometidos todos en nuestra sociedad y cómo afecta al adolescente.
Los estímulos sociales han cambiado notablemente en los últimos años. Estamos inmersos en una sociedad caracterizada por la vertiginosidad de los cambios y por el pasaje de una modalidad de expectativas tradicionales, a un mundo laboral regido por la competencia y la incertidumbre.
La rapidez de los cambios nos obliga a un estado de permanente tensión, de alerta, para poder adaptarnos y que los cambios no nos superen.
El surgimiento de la empresa privada, centrada en la competitividad, característica de nuestra época, trae consigo ventajas como el aumento de la producción, y derivaciones que llevan a los llamados países del primer mundo al enriquecimiento económico; al aumento del producto bruto interno y del ingreso per. cápita; pero también desventajas ya que estas características, y por las exigencias a que somete a los individuos, ha devenido directa o indirectamente en el aumento de la drogadicción, la violencia, el alcoholismo, la delincuencia, el suicido y todas las patologías sociales que mencionábamos al principio. Nosotros, si bien no pertenecemos a este rango de países, al tratar de importar el modelo, también importamos sus desventajas.
Es decir que la receta económica intenta arreglar cosas por un lado y las desarregla por otro. Hace que la forma de vivir y pensar, cambien. Los objetivos de vida pasan a centrarse en el LOGRAR Y EL CONSUMIR. Esto constituye un llamado de atención, ya que: el que no vive como piensa, corre el riesgo de terminar pensando como vive.
Es decir que lo social afecta nuestras estructuras de identidad, nuestro self y terminamos, sin quererlo siendo agentes multiplicadores de un modelo negativo y, lo que es más grave transmitiendo a los niños y jóvenes los disvalores que lo acompañan.
El choque cultural, la urbanización, la pérdida de valores, el sentimiento de marginalidad y la pobreza (factores relacionados con una crisis de identidad) que afectan a muchos jóvenes, se asocian con las situaciones de estrés planteadas antes, y agravan también las consecuencias.
En síntesis, en pos de adaptarse a la sociedad, la gente disfruta menos, y necesita apelar a recursos que lo estimulen para divertirse, y, al mismo tiempo le permitan sobrellevar el ritmo al que se someten. Y si no pueden hacerlo, se deprimen y se enferman y, a veces, actúan su patología.
Así podemos describir otras conductas como:
Embarazo adolescente: Si bien es cierto que el embarazo o control de gestación es el principal motivo de consulta en la actualidad por las adolescentes, es importante destacar los riesgos que implica y lo inoportuno que es en la etapa de joven.
Un embarazo precoz puede ser una gravísima situación de vulnerabilidad tenemos que tener en cuenta que generalmente este embarazo no es buscado y por lo tanto inoportuno, ya que limita las posibilidades del adolescente de trabajar libremente y en caso contrario de continuar con sus estudios, es decir, llevar a delante la vida de un adolescente de su medio.[37]
Se llama embarazo adolescente a la preñez de las mujeres menores de 19 años, edad en la que se considera que termina esta etapa de la vida. Sin embargo, muchos psicólogos advierten que esta edad se está ampliando. Algunos aseguran que se ha extendido hasta los 24 años promedio. Esto quiere decir que los adolescentes son capaces de procrear mucho antes de alcanzar la madurez emocional. Por lo tanto, el adolescente es considerado un embarazo no deseable.
El embarazo adolescente presenta un riesgo mucho mayor tanto para la mamá como para el bebé. En ambos casos se advierten mayores complicaciones y un índice más alto de mortalidad. Pero existen otras razones por las que la preñez de la adolescente es rechazada socialmente. Son las que tienen que ver con las cuestiones morales y religiosas, por las cuales muchas personas consideran inadecuadas las relaciones sexuales fuera del marco del matrimonio.
En general, cuando se habla del embarazo adolescente se piensa en las consecuencias que éste tiene para la joven mamá, olvidando que el niño que va a nacer no sólo tiene una madre, sino también un padre. No siempre ese padre es también un adolescente, sino que muchas veces son hombres adultos y, en muchos casos, parientes sanguíneos o políticos de la joven.
Esto quiere decir que muchas veces el embarazo proviene de un incesto, de un abuso sexual o inclusive de una violación. Esto lo transforma aún más en una situación negativa y no deseada.
Pero en otros casos, la preñez es fruto de una relación genuina, basada en el amor, y es aceptado por la pareja con responsabilidad y alegría.
El embarazo ideal, sea adolescente o no, es sin lugar a dudas el que se origina en una decisión libre y responsable de ambos progenitores en el marco del amor.
Dejando de lado la causa obvia de que un embarazo proviene de una relación sexual, podemos decir que las causas del embarazo adolescente son muchas y muy complejas.
La primera y más importante es la falta de educación sexual. Muchos adolescentes llegan a esa edad sin información sobre las funciones sexuales, la relación entre los sexos y cómo se previene la preñez. Sin embargo, la sola información no es suficiente. La verdadera educación no sólo consiste en datos, sino en un conjunto de valores que les dan sentido y permiten construir un proyecto de vida. Dentro de ese proyecto el sexo, la pareja, el matrimonio y la procreación podrán ser elegidos con libertad y responsabilidad.
La falta de ese tipo de educación se debe principalmente a una carencia familiar. En los hogares no se adopta una actitud abierta y comprensiva con respecto al sexo. Muchos padres, dominados por mitos y temores, rehúsan la responsabilidad de formar a sus hijos en el tema del sexo, a pesar de que ellos mismos sufrieron esa carencia en sus familias.
Los sistemas educativos oficiales suelen no brindar tampoco una formación adecuada en este y otros temas que hacen al desarrollo de la persona.
A esto debemos sumar la sobre valoración del sexo que existe en la cultura actual. Los adolescentes de hoy crecen rodeados de una cultura donde la televisión, el cine, la música, los videos clips, la publicidad y los lugares de encuentro y diversión se pueblan de mensajes en los cuales las relaciones sexuales sin amor son comunes, aceptadas y esperables.
La información sobre los métodos anticonceptivos a los que pueden recurrir aquellos que deciden ser sexualmente activos es escasa y muchas veces errónea. En sectores sociales con fuertes carencias económicas se suma la imposibilidad de adquirir preservativos u otros métodos para evitar el embarazo.
El creciente uso de alcohol y drogas desde edades cada vez más tempranas también hace su aporte negativo. Los adolescentes, bajo los efectos de esas sustancias, están en peores condiciones para prevenir el embarazo. [38]
ADICCIONES: La adicción se da cuando el sujeto centra su vida en el abuso del consumo, provocando una adaptación psíquica y biológica del organismo a una determinada sustancia.
Muchas veces, el hecho de consumir drogas, licitas o ilícitas, implican un sentido de pertinencia a un grupo de pares, que le permite al joven sentirse protegido en un medio hostil.
VIOLENCIA: La agresividad, que es la forma de cómo se manifiesta dicha violencia es algo innegable de todo hombre. Para comprender mejor esta problemática debemos tener muy en cuenta aquellos factores sociales, ambiente familiar y todo lo que roda al joven.
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