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Analizar los principales comportamientos juveniles de riesgo de los adolescentes (página 2)


Partes: 1, 2, 3, 4, 5

La ubicación final de este proceso, cuyo fin todavía no se vislumbra, dependería no solo de cuanto, sino también desde donde se cae. Si bien todos los sectores experimentan una caída del ingreso y consecuente deterioro de la calidad de vida, este no es un descenso compacto u ordenado, sino un encadenamiento de cambios desintegradores al interior de los diversos grupos sociales.

Si bien el empobrecimiento ha sido generalizado, no ha todos ha tocado. Es mas, algunos grupos nacionales y otos transnacionales se han enriquecido desmedidamente.

La polarización y heterogeneidad, procesos aparentemente contrapuestos, constituyen los signos de esta etapa. Más ricos, más pobres y la dispersión de los sectores medios. Los "Pobres Estructurales", profundizan sus carencias, los sectores medios se hunden y un pequeño grupo ocupa una posición más privilegiada revelando de un modo incontratable la miseria que azota a los sectores de menores recursos.

Lo que hace a la heterogeneidad, el conjunto de pobres se complejiza, con la incorporación de otras familias, algunas ex pobres estructurales que retoman a una indigencia que habían logrado abandonar y otras provenientes de sectores medios: los nuevos pobres.

Una serie de indicadores económicos como sociales dan algunas pautas de la profundidad de los cambios que se han producido en la reestructuración social del País: concentración económica, contracción del Estado y retiro de sus funciones redistributivas, modificaciones en el mercado de trabajo con aumento de la precarización y el desempleo, la caída del ingreso, aumento de la pobreza con la incorporación de los sectores medios y/o nuevos pobres, configuran un panorama que afecta profundamente a las condiciones de vida de la población produciendo modificaciones en la estructura social Argentina.

[3]La nueva situación a fines de los "90, muestra una opción pública crecientemente defectuosa, no solo especto del Gobierno sino también del modelo que había traído para la sociedad; la perdida de la capacidad de consumo y una creciente desocupación (desempleo estructural) que se convierte en problemas centrales del País.

La población comienza a percibir con profundidad, los altos costos sociales, que el modelo privatista trae consigo tanto en términos de precarizacion e inseguridad como de caída salarial. Este panorama lleva a un distanciamiento ente el gobierno y la sociedad y al surgimiento de las Asociaciones Civiles como intento de dar respuestas a problemáticas que en el Estado Benefactor, estaban garantizadas por el mismo y que el nuevo modelo Neoliberal- Postsocial no podía resolver de manera eficiente.

III.A.2. exclusión e Inequidad = pobreza

M. Barron propone indagar sobre la relación o la interrelación entre pobreza, exclusión social e inequidad, ya que estos términos inciden directamente en las condiciones de vida de la población adolescente.

Existe una preocupación creciente a nivel mundial en relación a la critica situación de pobreza que padece un gran sector de la población, y sus efectos concomitantes que provocan un deterioro, tanto en la salud física, como mental de la personas.

En múltiples investigaciones se viene observando la realidad de los jóvenes tanto de los estratos populares urbanos como de los estratos bajos o rurales, sufren un riesgo de exclusión social sin precedentes en los últimos años, tal vez sea difícil de comprender la pobreza entre los jóvenes distanciándolos así del eje del sistema social.

La pobreza según Blackburn[4]dice que fue descrita como una condición especialmente generadora de dolor y estrés, derivando en última instancia en conductas de aislamiento, incertidumbre y sensación de vulnerabilidad en los sujetos. A su vez Bessis Sophie (1995) afirma que la pobreza, es una categoría utilizada en el área económica y alude más a las deficiencias en la posesión de los recursos, distribución y oportunidades de los sujetos. Y desde una perspectiva del desarrollo humano la pobreza se acerca más a la denegación de opciones y oportunidades de vivir una vida tolerable, por ende, puede significar mucho más que la falta de lo que es necesario para el bienestar material, significa además, la denegación de oportunidades y opciones básicas para el desarrollo humano, como vivir una vida larga, sana y creativa, pudiendo la persona, disfrutar de un nivel decente de vida, libertad, dignidad, respeto por sí mismo y por los demás. [5]

Se ha sostenido que el riesgo que implica la pobreza no está dado sólo por la presencia de los factores de riesgo, ni por la calidad de estos, sino que es producto de la acumulación de dichos factores. Por ello es necesario destacar que la situación de deterioro en el desarrollo de niños y jóvenes se produce solamente si los factores de riesgo actúan simultánea y acumulativamente. Es fundamental tener presente que el nexo entre una situación de pobreza familiar y la situación de riesgo social, no es obligada ni irreversible.

Por otra parte la exclusión social, ha sido en general, y se refiere a la integración e inserción de los sujetos a una población. En definitiva es aquello que acontece cuando un individuo o sectores de la población sufren una combinación de problemas tales como desempleo, carencia de habilidades para enfrentar problemas, bajos salarios, vivienda precarias, ambientes con altos indices de violencia, ausencia de recursos en salud y quiebre en la estructura familia. [6]

Cabe señalar que el núcleo duro de la exclusión es la no – participación en el conjunto de la sociedad y tiene como consecuencia directa la inclusión en la categoría de "no ciudadanos" para los sujetos.

Según un documento de la OEA (1997) en el que se elabora el Programa Interamericano para combatir la Pobreza y la Discriminación, la situación de la población en exclusión social podría sintetizarse en los siguientes niveles:

*- En el plano tecno-económico, los excluidos son los que se ubican en los sectores económicamente débiles o al margen de la transformación tecnológica. Presentan productividad baja, por la escasa o pobre tierra que poseen, por las herramientas obsoletas con las que trabajan y por la falta de calificación tecnológica, así como por lo bajos sueldos con que se retribuyen sus tareas y por la falta de reconocimiento que reciben del trabajo que realizan. En la esfera social y política, son personas, sin protección social, sin acceso a una vivienda digna ni a un trabajo estable.

*-En el nivel cultural, la exclusión tiene diversas formas y todas de graves consecuencias: exclusión en el saber, en la información, en el derecho a la palabra, o en el derecho a vivir según su cultura.

*-La exclusión se ubica en los sectores más vulnerables de la vida: los niños y los ancianos. El mercado los excluye por no poder valerse por si mismos.

*-Desde el punto de vista racial, hay una relación directa entre exclusión y color de piel u origen étnico.

*-Existe también un vinculo estrecho entre exclusión y genero. En el sistema neoliberal la pobreza se feminiza cada vez más; las mujeres sola, las madres solteras, las obreras no calificadas, entre otras, viven en situación de pobreza y de exclusión.

Cabe aclarar que la pobreza no siempre implica exclusión. Las personas pueden ser pobres y no por ello ser excluidos de la satisfacción de necesidades básicas, así es como también se considera que las personas pueden no ser pobres y ser excluidas por otras razones, ya sea geográfica o cultural.

Existe un tercer elemento que se desprende o esta íntimamente relacionado con la pobreza y la exclusión que es la Inequidad. Dicho termino ha sido relacionado con distribución injusta, evitable, innecesaria y no justificable de los recursos y por lo tanto una diferencia en el acceso a productos, servicios, y oportunidades de la población. Por ende marca lo opuesto a la equidad.

Según Málaga y Castro Ramírez (2002)[7] remarca o destaca dos tipos de inequidades:

*-La Inequidad en salud, producto de diferencias en las condiciones de vida, derivadas de la falta de justicia social y

*- Las inequidades en el acceso a los servicios de salud y dentro de éstas, las inequidades en el acceso a servicios de alta calidad, determinados por una mala distribución de respuestas a las necesidades de asistencia sanitaria derivadas de la falta de justicia sanitaria.

Resumiendo la situación actual tomamos el informe de la CEPAL (2004) donde se reflejan las principales causas en la situación de pobreza destacando:

*- la educación: a pesar de las políticas implementadas en esta área, se mantienen bajos niveles de cobertura y calidad en los sistemas educativos formal y no formal, presentando una desvinculación del mercado de trabajo y de la realidad de los alumnos. Esto redunda en problemas de acceso y posterior deserción escolar, principalmente entre los jóvenes, restringiendo su capacidad para atraerlos y generar movilidad social.

*-El mercado laboral muestra mayor incapacidad para absorber la oferta de mano de obra juvenil, ya sea por su baja calificación y experiencia o por la mala calidad de la mayoría de los puestos de trabajo que se generan.

*-El sistema familiar presenta transformaciones e irregularidades de estructura y estabilidad, presentes en los hogares de la mayoría de los jóvenes, con consecuencias asociadas a violencia, carencias afectivas y materiales.

*-El embarazo adolescente es una causa recurrente en la reproducción y feminización del circulo de pobreza. A esto se agrega la recurrente ausencia del rol asumido por la pareja masculina, a veces otro joven igualmente desprotegido que elude la responsabilidad paterna.

*-La ruralidad se asocia a una falta de incentivos y programas para retener la migración de los jóvenes a la ciudad, lo que genera en muchos casos menor capacidad productiva en los campos e incremento de los anillos de pobreza.

*-La discriminación por parte de un mundo adulto, que no acepta o condena los espacios y símbolos culturales propios de la juventud, a los que se suman las discriminaciones étnicas o de género que afectan a las posibilidades de integración y de desarrollo de muchos jóvenes.

*-La violencia y la droga son problemas cada vez mayores y actúan simultáneamente como causa y consecuencia de la precariedad social y económica en que viven los jóvenes.

Acordamos con el pensamiento que se sustenta desde documentos de la CEPAL (2004): "Una sociedad con buenos logros educativos y que llegue al grueso de su población, tiende a ser más igualitaria en su estructura de ingresos. Tanto por los retornos laborales a la educación como por el efecto positivo de la educación en la salud, la conectividad y el acceso a instancias de poder, entre otros beneficios. Una sociedad educada también tiende a contar con mayor cohesión social y mercados culturales más diversificados, y a crecer económicamente sobre la base de saltos en productividad y no mediante la sobre explotación de recursos humanos o naturales. Respecto de este carácter de "gran eslabón" de la educación existe hoy un consenso difundido, tanto en la literatura del desarrollo como en el debate político"[8]

El análisis sobre la pobreza, es uno de los instrumentos de recolección de información, constituye una aproximación bastante confiable respecto a la problemática de la pobreza económica y social en nuestras sociedades, al interior de las ciudades. Ya que los contenidos han sido desagregados de acuerdo a reflexión efectuada por 225 ciudades latinoamericanas y europeas , los indicadores definidos para caracterizar la pobreza en el Hemisferio, situación presente – actual en el combate a la pobreza , así como los instrumentos y estrategias de inclusión social , fueron extraídos del documento base editado por " La Red N° 10 – Lucha contra la Pobreza Urbana, que forma parte del Programa de la Unión Europea Urb-al, propone el intercambio descentralizado y la cooperación ente ciudades de América Latina y la UE. En la red " (sitio www.urbal10.sp.gov.br)

Desarrollo Humano y Metas del Milenio de la ONU

En la cumbre del Milenio realizada en el año 2000 fue aprobada en la Organización de Naciones Unidad –ONU – la declaración del Milenio. Dicha declaración establece 8 objetivos que todos los gobiernos deben perseguir

Objetivo N°1 : Erradicar la pobreza extrema y el hambre

Objetivo N° 2 : Alcanzar la educación primaria universal

Objetivo N° 3 : Promover la igualdad de género y la autonomía de la mujer

Objetivo N° 4 : Reducir la mortalidad infantil

Objetivo N° 5 : Mejorar la salud materna

Objetivo N° 6 : Combatir el HIV/ SIDA , la malaria y otras enfermedades

Objetivo N° 7 : Asegurar la sustentabilidad ambiental

Objetivo N° 8 : Crear una alianza global para el desarrollo.

El informe de Desarrollo Humano 2003 de la ONU , afirma que al ritmo actual , el mundo solo logrará alcanzar dos metas hasta el 2015 : Reducir a la mitad la pobreza medida por los ingresos y reducir en un 50% el número de los que no tienen acceso al agua potable.

Subraya el informe, que si se sigue al mismo ritmo de crecimiento en inversión y promoción social "La meta de reducir por la mitad la proporción de personas que tienen hambre sólo será alcanzado por el mundo entre 2020 y 2050. Una previsión similar es válida para la meta de reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil. En peor situación queda la meta de que todos los niños hasta 14 años estén matriculados en la escuela. Esta meta solo sería lograda en un promedio mundial después de 2050 .

La territorialidad de la pobreza

Coexisten la cuidad legal y la ilegal. Es esta, la periferia en que vive la mayoría de los pobres de los centros urbanos latinoamericanos y centroamericanos, donde hay falta de servicios públicos, como educación, agua potabilizada, saneamiento básico, etc. En estos territorios la pobreza se manifiesta y se perpetúa en situación de riesgo permanente. Resultante de la vivencia de la inseguridad, inestabilidad y precariedad en un ESTADO FATAL en el que se cae , sin previsión , ocasionando una ruptura con una condición social normal que lleva la PERDIDA DE VISIBILIDAD sobre el presente , el futuro , los sueños , las proyecciones, las metas, la esperanza.

En el territorio es posible visualizar claramente las variables de segregación física, la distancia de los lugares en los que se encuentra el trabajo, los bajos índices de educación e ingresos, la violencia intrafamiliar, el maltrato infantil, el abuso sexual , el trabajo infantil, la delincuencia social , el hacinamiento, el aislamiento y vulnerabilidad de los ancianos, etc. Condiciones estructurales que aumentan el riesgo de reproducir la marginación generación tras generación. [9]

Las causas estructurales de la pobreza y de la desigualdad se explican fundamentalmente por factores de difícil resolución como: a) el escaso dinamismo de la economía, ii) la carencia de empleo productivo de calidad, b ) el desmantelamiento de los servicios y la seguridad social; y c) la pérdida del patrimonio familiar.

a.) no se puede disminuir la pobreza si no se genera empleo de calidad. Sin embargo no se puede generar empleo de calidad manteniendo el nivel de crecimiento actual del orden del 4% anual; en estas condiciones la economía carece del dinamismo suficiente para absorber la población que necesita trabajar y compensar el desempleo acumulado tampoco es factible generar empleo productivo manteniendo la actual política. Flexibilización laboral pues con el impulso de este tipo de leyes se han perdido cada año, desde fines de los años 80, decenas de miles de empleos y se han degradado los empleos y salarios de la mayoría de los colombianos con la eliminación de las horas extras.

No es posible generar empleo de calidad si la violencia y el desplazamiento continúan profundizándose pues está demostrado que la violencia ha sido la causa de la pérdida de numerosos empleos tradicionales en las áreas rurales y las ciudades pequeñas y medianas.

b.) tampoco se pueden mejorar los índices de igualdad si se mantiene la política de desmantelamiento de la seguridad social. Los trabajadores han perdido el derecho a servicios médicos de calidad y han sido lanzados al mercado especulativo privado de servicios médicos y medicamentos.

c.) por último, no es posible rebajar los índices de pobreza e indigencia si continúa la pérdida sistemática del patrimonio familiar que afecta a amplios sectores de la población por razón de la violencia. El desplazamiento forzado y la violencia política ha despojado a alrededor de 3 millones de personas de sus fincas, viviendas y pertenencias personales. Las prácticas usurarias de la banca han dejado más 800 mil familias sin vivienda y 100 mil propietarios han tenido que devolver sus vehículos comprados a plazo. La delincuencia común despoja cada año a centenares de miles de personas de sus vehículos y demás pertenencias domésticas.

Pero combatir la pobreza y la desigualdad implica hacer más que eso. Es necesario generar oportunidades efectivas de participación de los beneficios en los procesos de generación de riqueza y de su distribución, se requiere igualmente lograr que la inmensa mayoría de la población tenga acceso a los servicios y la seguridad social y se necesita encontrar la manera para que la inmensa mayoría de los colombianos pueda acceder a las oportunidades de desarrollo y especialmente de mejoramiento del capital humano a través de la educación de calidad.

Y esto es imposible mientras se mantengan vigentes concepciones ideológicas, que como el neoliberalismo económico implantado desde los inicios del decenio de 1990, desconocen la responsabilidad política del estado y de la sociedad de proteger a los sectores más pobres y vulnerables de la población y que promueven y aplican políticas de desmantelamiento de los servicios sociales públicos o su privatización. Tampoco es posible eliminar la pobreza eliminando sistemáticamente las conquistas sociales de los trabajadores o judicializando la protesta social.

La pobreza no puede haber descendido en lo que va corrido del nuevo siglo, porque el aparato productivo nacional y sus estrategias de crecimiento no han tenido el dinamismo mínimo indispensable para generar el empleo necesario para que la pobreza no aumente; ni el estado ha dedicado los recursos adecuados para la "inversión social" pues ha decidido destinar un porcentaje muy importante de los ingresos corrientes al financiamiento de la guerra y al pago de la exponencial deuda pública.[10]

Los comportamientos juveniles en el enfoque de riesgo

El enfoque de riesgo, aplicado a la adolescencia, ha destacado particularmente las conductas riesgosas de los jóvenes como factor que conduce a la morbimortalidad. Como lo señala Irwin: "Los comportamientos asociados a la mortalidad y morbilidad predominante en la adolescencia comporten un tema común: la toma de riesgos".

III.B.1. Daños

Las investigaciones en esta área del conocimiento adquieren gran relevancia en las últimas décadas en estos y otros campos como el de accidentes (primera causa de muerte en este grupo de población), violencia, educación, (deserción, repitencia) y de salud mental (disturbios afectivos, depresión, suicidio), cuyos aportes han contribuido a la implementación de acciones globales y específicas en los países tanto en el campo de la salud pública, como en la atención individual y de grupos de adolescentes, sus familias y sus comunidades.

Podemos adoptar como una de las tantas definiciones, sobre daño que es el perjuicio, detrimento, menoscabo, avería, deterioro, etc., que experimenta una persona o bien como consecuencia de un riesgo. Existen diferentes tipos de daños y además muchos de ellos se producen por el abandono de la persona de toda ayuda, psicológica, sociológica, económica, etc.

Tenemos además de los riesgos normalmente conocidos por todos, como (suicidios, drogadicción, etc) y otros que también cuentan con documentos concreto o bien mediante estipulaciones adicionales tales como: "DAÑOS ORIGINADOS POR LA MISMA PERSONA, CONTRA SI MISMO"

Los daños más frecuentemente encontrados son: accidentes automovilísticos, muerte por inmersión, embarazo indeseado, SIDA y otras enfermedades sexualmente transmisibles, suicidios, homicidios, otras lesiones no buscadas, drogadicción, comportamiento delictivo, promiscuidad crónica.

Una encuesta nacional reveló que, aun cuando las estadísticas de salud confirman los accidentes como uno de los daños relevantes en la adolescencia, no son identificados por este grupo etáreo, ni por sus familiares, como un problema que requiera atención prioritaria para prevenir el riesgo.[11]

III.B.2.Las conductas como factor de riesgo

Se establece en cada momento del individuo, la familia, un grupo o la comunidad una situación (estado), que resulta de la interacción de la multiplicidad de factores protectores y de riesgo y de conductas de riesgo (de orígen biológico, psicológico, social y del entorno) que determinan un nivel de fragilidad o vulnerabilidad específico para un daño o varios daños simultáneamente, siendo que este "estado" ocurre dentro de un proceso histórico, pasado y presente por el cual es influido.[12]

edu.red

Los resultados de estas investigaciones y elaboraciones conceptuales comienzan a aplicarse a las acciones de salud pública, individuales y grupales en forma anárquica sin que la conceptualización se hubiera profundizado adecuadamente y se catalogan (diagnostican) individuos, familias o grupos como de "alto riesgo" o "bajo riesgo", ya sea por apreciación clínica (subjetiva) o numérica (más objetiva cuando responde a investigación con adecuado planteo estadístico). Estas investigaciones no manejan una definición clara de "alto o bajo riesgo de que daño o daños"; además no se actualizan con cierta periodicidad (lo cual hace que el diagnóstico se cronifique muchas veces erróneamente) y que raras veces buscan la existencia de factores protectores de esos mismos daños para poder llegar a establecer el nivel de vulnerabilidad para ese "momento" del análisis y que por definición conceptual no es válido para otro "momento", ya que la vulnerabilidad es un estado en permanente cambio.

En la adolescencia-juventud (10-24 años), estas reflexiones adquieren una especial relevancia, por la gran evolutividad que caracteriza el proceso de la adolescencia en lo biológico, psicológico y social, (la velocidad y multiplicidad de los cambios); por la duración del proceso (15 años) y por el cambiante entorno histórico-social en que acontecen estos cambios.

De esto se desprende un primer concepto fundamental: la valoración de la debilidad es exclusivamente válida para la oportunidad única en la que se hace esa valoración y que la vulnerabilidad encontrada (si existe), lo es para un posible daño específico inmediato, (riesgo de intento de suicidio por ejemplo), latente (riesgo de una posible deserción escolar en los próximos meses) o futuro (riesgo de cáncer de pulmón si inicia el fumado).

Segundo concepto: Dados los cambios permanentes de los riesgos y daños, esta debe ser revalorada en cada contacto con el adolescente, su grupo, su familia, teniendo en cuenta los factores protectores generales y específicos, los factores de riesgo generales y específicos, las conductas de riesgo existentes y establecer a) un nivel de vulnerabilidad actual y b) a qué riesgos o daños expone esa vulnerabilidad.

Tercer concepto: La vulnerabilidad debe analizarse en función de un daño o los daños a los cuales pueden conducir la interacción de los factores protectores, de riesgo y de conductas presentes en el momento específico de la valoración. (La presencia de un factor de riesgo para un daño, no implica necesariamente riesgos para otros daños).

Ejemplo:

FACTOR O CONDUCTA DE RIESGO

VULNERABILIDAD PARA

Repitencia escolar

Deserción escolar

No uso de cinturón de seguridad

Daños graves o muerte por accidente de tránsito

Relaciones sexuales sin uso de condón

Embarazo, enfermedades de transmisión sexual, SIDA

Relación sexual con uso de anticonceptivos orales (no condón).

Enfermedades de transmisión sexual, SIDA

Cuarto concepto: En cada valoración deben explorarse los factores protectores, los factores de riesgo, las conductas de riesgo y el proceso histórico/social individual y colectivo para poder establecer un "nivel de vulnerabilidad" y si han habido o no cambios.[13]

Ejemplo para analizar cambios de vulnerabilidad:

a) Para el daño Intento de Suicidio

Factores Protectores

Contacto 1

Contacto 2

(1 año desp)

Factoresde Riesgo

Contacto 1

Contacto 2 1 año desp

 

Buena comunicación intrafamiliar.

SI

NO

Hermano intentó suicidarse

NO

SI

Visión positiva del futuro.

SI

NO

Deprimido

NO

SI

Buena calificación en el estudio.

SI

NO

 

 

 

Tiene noviazgo con buen vínculo.

SI

NO

 

 

 

VULNERABILIDADCONTACTO 1: 0CONTACTO 2: ALTA

b) Para el daño Enfermedad de transmisión sexual

Factores Protectores

Contacto 1

Contacto 2(3 meses después)

Factores de Riesgo

Contacto 1

Contacto 2 3 meses después

Es miembro de un grupo en que los amigos no tienen relaciones sexuales

SI

SI

Comenzó a tener relaciones sexuales

NO

SI

No tiene relaciones sexuales.

SI

 

Usa el condón en todas sus relaciones sexuales.

NO

SI

Sabe cómo usar el condón.

NO

SI

 

 

 

VULNERABILIDADCONTACTO 1: 0CONTACTO 2: = + (?) Puede tener relaciones oro-genitales

 Del aporte de las investigaciones surgen otros elementos de interés para los programas Integrales del Adolescente:

A) Existen por lo menos dos tipos de factores protectores y de factores de riesgo.

Un primer grupo que podríamos llamar de amplio espectro o sea indicativos de probabilidad mayor de varios daños o conductas de riesgo o protectores de varios daños o conductas de riesgo (favorecen el no acontecer).

Ejemplos: 1-.- Factores protectores de amplio espectro

a) Familia contenedora con buena comunicación interpersonal.

b) Alta autoestima.

c) Proyecto de vida elaborada, fuertemente internalizado.

d) Locus de control interno bien establecido.

e) Sentido de la vida elaborado (meaning of life).

f) Permanece en el sistema educativo formal.

g) Alto nivel de resiliencia.

2.- Factores de riesgo de amplio espectro

a) Familia con pobres vínculos entre sus miembros.

b) Violencia intrafamiliar.

c) Autoestima baja.

d) Pertenece a un grupo con conductas de riesgo.

e) Deserción escolar.

f) Proyecto de vida débil

g) Locus de control externo

h) Bajo nivel de resiliencia.

Existe otro grupo de factores protectores y de riesgo o conductas de riesgo que son específicos para un daño.

Ejemplos:1) Factores protectores específicos

Factor o conducta

Daño reducido o evitado

Usa cinturón de seguridad

Lesiones graves o muerte por accidente de vehículo.

No tiene relaciones sexuales.

Embarazo, ETS, SIDA

No fuma

Cáncer de pulmón, enfisema (a largo plazo).

Relaciones sexuales con uso de condón

Embarazo, ETS, SIDA.

 

2) Factores o conductas de riesgo específicos

Factor o conducta

Daño Esperado

Porta arma blanca.

Riñas, heridas, homicidio, problemas con la policía/justicia.

En la moto, no usa casco protector.

Lesiones cráneo-encefálicas

Hermana o amigas adolescentes embarazadas.

Embarazo.

Consume alcohol (se emborracha)

Riñas, lesiones, accidentes (a corto plazo). Conflictos con la ley, lesiones hepáticas (a más largo plazo).

Ingesta excesiva de calorías

Obesidad.

Depresión.

Intento de suicidio-muerte.

 

B) Existen factores protectores o de riesgo indicativos de una conducta positiva o negativa que mediatizan el daño (Ejemplo: pertenece a un grupo de amigos que ingieren alcohol —> bebe mientras conduce —> mayor probabilidad de un accidente de tránsito) y otros que indican directamente la posibildiad del daño (daño no mediatizado por una conducta).

(Ejemplo): Baja autoestima —> deserción escolar

Baja autoestima —> depresión

Violencia intrafamiliar —> huída del hogar

 C) Existen conductas de riesgo que pueden conducir a un daño inmediato (ejemplo: relación sexual desprotegida —> embarazo; consumo alto de drogas —> muerte por sobredosis). En cambio existen otras que conducen (o pueden conducir) a daños a largo plazo (fumado —> cáncer de pulmón; promiscuidad sexual —> cáncer de cuello uterino; ingesta excesiva de alcohol en forma crónica —> cirrosis hepática).

D) Las conductas de riesgo no tienen una misma valoración social en las diferentes culturas y períodos históricos; valoración que debemos tener en cuenta para establecer niveles de vulnerabilidad. Ejemplo: Aunque se sabe científicamente que ciertos deportes o entretenimientos conducen a importante incremento de la vulnerabilidad esto se minimiza por "aceptación social" como son los juegos – deportes "extremos", ya que quienes los practican (e inducen a otros a hacerlo) son considerados como personajes heróicos y se publicitan sus hazañas cada vez con "mayor riesgo" como ejemplos a seguir.[14]

Las conductas juveniles que se han identificado como factor de riesgo son: las relaciones sexuales, particularmente precoces, sin protección y con múltiples parejas; el consumo intensivo de alcohol y otras drogas, incluido el tabaco; la conducción de vehículos a edades tempranas y sin utilización de los elementos de protección (cinturón de seguridad, casco en el caso de las motocicletas), en estado de ebriedad o siendo pasajero de un conductor ebrio, propensión a peleas físicas, particularmente portadores armas blancas o de fuego.

Es interesante destacar la diferencia de género frente al riesgo señalada por Silber (1992) y que se refleja, por ejemplo en que los varones se ven más seriamente afectados en las estadísticas de accidentes, homicidios y suicidios.

Es un hecho bastante generalizado, de que son mayores los intentos de suicidios en las mujeres y que los suicidios efectivos son más frecuentes en los hombres. En la misma línea, Weinstein señala que existe un mayor riesgo psicosocial entre los hombres que entre las mujeres, vulnerabilidad que es el resultado de su dificultad de acceso a la escolaridad y el empleo, su relación más riesgosa con las adicciones, la sexualidad, el sistema penal y la carencia de redes de apoyo.

III.B.3. Los circuitos de riesgo.

Se ha establecido que en la adolescencia los comportamientos específicos que favorecen los daños de la salud se encuentran interrelacionados. Weinstein (1992:8) señala que "existen ciertos circuitos de riesgo y que el joven que ha ingresado a uno de ellos va adicionando vulnerabilidades de distinto origen". Irwin (1990) reporta estudios de diversos autores que observan la relación entre el alcohol, consumo de cigarrillos y accidentes vehiculares. El consumo de alcohol es considerado también un predictor de ingestión de drogas ilícitas y actividades de sexo no protegido. Silber (1992:550,551) concuerda con esta posición al señalar que una conducta juvenil aislada como fumar, puede ser el preanuncio de otras conductas de alto riesgo a corto plazo y sugiere que en tales circunstancias es recomendable evaluar más atentamente la posibilidad de uso de otras drogas, relaciones sexuales desprotegidas y tipificar los grupos de pares. Agrega que las conductas de alto riesgo ocurren con más frecuencia en adolescentes con un perfil psicológico "caracterizado por agresividad, excesivo énfasis con respecto a la independencia personal y la tendencia a actividades desviantes".

El inicio de ciertas actividades se torna un predictor más serio de riesgo cuando ocurre a menor edad. Así Weinstein destaca la incorporación temprana al empleo, al desempeño de trabajos marginales, la deserción temprana de la escuela, la iniciación sexual a menor edad. Bejarano y Jiménez (1993) destacan el inicio de la carrera alcohólica en las primeras fases de la adolescencia como un predictor de agravamiento de ésta y otras adicciones en el futuro.

Importantes factores que no provienen directamente de sus conductas han sido señalados como eslabones de riesgo que incrementan la vulnerabilidad juvenil y que están presentes en los contextos o medios sociales donde el individuo se desenvuelve y en sus antecedentes de personalidad.

Entre los diversos factores vinculados a los comportamientos de riesgo durante el desarrollo adolescente, Irwin (1990), al igual que mucho investigadores, destaca el menor éxito académico y los problemas de comportamiento en el colegio. Señala que la literatura coincide en dar una particular importancia a los cambios ambientales que ocurren en el sistema escolar y destaca el pasaje de la escolaridad primaria a la secundaria. Estas y otras transiciones en la vida escolar tienen una naturaleza particularmente tensionante, que se traduce en comportamientos disruptivos frecuentes en la adolescencia. En América Latina existen diversos agravantes, como el hecho que en las zonas rurales de algunos países no existen establecimientos secundarios y se producen migraciones que pasan a engrosar las filas de jóvenes urbano marginales, sin mayor preparación para los cambios culturales y las necesidades laborales.

Varias investigaciones identifican la baja escolaridad o deserción como un factor asociado al embarazo adolescente. Krauskopf y Cabezas (1989) encontraron que, en el área metropolitana, el embarazo se producía mayoritariamente en muchachas que ya habían desertado del sistema escolar, lo que coincide con otras investigaciones latinoamericanas y se diferencia de datos de EEUU, que señalan al embarazo como causa de deserción escolar (si bien parece estar asociado a previas dificultades en el rendimiento). En el área rural, por otra parte, establecer una unión es motivo de abandono escolar y dedicación al hogar, lo que incluye la procreación de los hijos (Porras, 1993).

Torres Rivas (1989) informa que, de acuerdo con el Censo de la Población, el analfabetismo continúa siendo la característica de muchos jóvenes delincuentes (40% de los menores de 17 años). Además el 63.4% tenía primaria incompleta y todos carecían de trabajo permanente.

Weinstein destaca algunas conductas que son producto de la situación de pobreza en América Latina como la incorporación prematura al empleo, al desempeño de trabajos marginales y la menor contractualidad, que conduce a falta de protección de su salud y derechos salariales; la desocupación prolongada; conflictos de tipo legal o penal, especialmente aquellos que conducen a experiencias de detención y reclusión; la repitencia reiterada durante la permanencia en el sistema escolar y la expulsión por causas académicas o disciplinarias, así como la deserción temprana del sistema, la carencia de redes de apoyo para enfrentar las dificultades que experimente en su familia, empleo, sexualidad, adicciones, estados depresivos, etc..

Diversos autores señalan que el ambiente de pobreza extrema implica mayor exposición a riesgos graves y menores recursos protectores; la conflictividad alta y crónica del medio familiar especialmente si va acompañado de abandono, maltrato, expulsión del hogar, presencia de alcoholismo, abuso físico y sexual; no tener familia, pertenencia a grupos de pares que se orientan a la trasgresión social, a la violencia o a la adicción a drogas; permanencia en centros de reclusión legal, carencia de redes de apoyo[15]no estudiar ni trabajar, carencia de opiniones de desarrollo de destrezas que permitan obtener autonomía y reconocimiento social. Es importante reconocer que entre los factores de riesgo se encuentran aspectos propios del funcionamiento psicológico y social del joven como son la baja autoestima y la ausencia de un proyecto de futuro.

 Las conductas riesgosas en el período juvenil

En el período juvenil los cambios biológicos, sociales y psicológicos replantean la definición personal y social del ser humano a través de una segunda individuación que moviliza procesos de exploración, diferenciación del medio familiar, búsqueda de pertenencia y sentido de vida, los que conllevan ansiedad transicional y vulnerabilidades específicas.[16]

 III.B.4. El contexto de la modernidad

La modernización ha traído una débil y frecuentemente contradictoria estructuración de la programación ofrecida a este período de crecimiento. En este contexto, lo cotidiano se constituye en un reto y a la vez en una incertidumbre en medio de la cual los y las jóvenes elaboran su identidad. Nuestra sociedad, a diferencia de las sociedades primitivas, no es clara para plantear requisitos públicos que incorporen a los jóvenes ritualmente como un miembro de reconocido valor.

Larson (1988) señala que "Si buscamos un equivalente del rito de pasaje adolescente en nuestra sociedad podemos ver que, en el presente, los desafíos esforzados que se designan para servir como demostración decisiva en los roles prestigiosos de nuestra sociedad, probablemente no sean tanto el vigor físico como la propia independencia personal y la capacidad para pensar y trabajar. Los proyectos académicos, las disertaciones y tesis se acercan más a esta descripción". Evidentemente tal opción sólo es accesible a un número reducido de jóvenes, y, que aún para ellos, estos ritos valoran sólo la esfera intelectual y no consideran los aspectos socio afectivos ni físicos.

Es posible que los comportamientos de riesgo como fumar, manejar autos audazmente, beber, sean equivalentes de ritos de pasaje, generados en la propia subcultura juvenil cuando no encuentran oportunidades de probar su pasaje a la adultez mediante la prueba de sus nacientes destrezas ante una sociedad que los acoja. En este sentido, los países que han implementado la entrega de la Tarjeta Joven, llenan parte del vacío señalado.

III.B.5. La identidad

La construcción de la identidad puede resolverse mediante el reconocimiento de características personales y la exploración de nuevas posibilidades desde la perspectiva de un compromiso futuro personal y de su sociedad. Cuando la conducta de riesgo aparece en esta dirección, puede ser parte del encuentro con la potencialidad y la experiencia enriquecedora. Es cada vez más evidente en los estudios actuales que ciertas conductas, aún cuando involucren riesgos "también pueden derivar en lo contrario, constituyéndose en una fuente de aprendizaje y en una suerte de antídoto frente a eventuales daños (Weinstein, 1992:8).

Cuando las bases del desarrollo de la identidad son deficitarias, la afirmación adolescente se establece carente de un compromiso estructurante, que busque evitar los peligros para poder preservar los logros presentes y futuros. En cambio, se incrementan las conductas riesgosas que buscan la satisfacción inmediata o la autoafirmación a través de acciones efímeras que dan sensaciones de logro y reconocimiento. 

La satisfacción o la insatisfacción con el rendimiento personal tiene implicaciones en el equilibrio personal (autoimagen), la inserción social (valoración social) y el desarrollo de capacidades para responder al presente y planificar el futuro. La ausencia de solución a estos problemas afecta la salud y el bienestar de los jóvenes, conduce a un incremento de los comportamientos de riesgo, y contribuye a una reducción de sus oportunidades de inserción social satisfactoria. En estas condiciones la juventud se hace vulnerable a la obtención de gratificaciones a través de conductas indiscriminadas -de corto alcance, inmediatas y accesibles- para afirmar su autoestima, buscar sensaciones de éxito en el riesgo mismo, encontrar acompañamiento emocional en actividades peligrosas que no prevén consecuencias, o anestesiarse (drogas, actividades masivas, juegos que los aíslan de la realidad) para no sentir la frustración aplastante; todo lo cual conduce al daño.

La apertura de oportunidades amplía los campos de experiencia, permite al adolescente contar con credenciales para una inserción exitosa y ofrece metas ante las cuales hay motivación para posponer seudo soluciones inmediatitas riesgosas. La reducción de las reacciones negativas en cadena impide repetir las respuestas mal adaptativas y no facilita las actitudes negativas de otras personas.

Si la situación en que se encuentran no brinda tal perspectiva, los adolescentes revierten hacia sí mismos la insatisfacción o desahogan su enojo contra el medio, lo que les provee la sensación de poder. Su vulnerabilidad ha aumentado y consiguientemente se incrementa reactivamente la predisposición a evadir la frustración mediante la satisfacción riesgosa y efímera de sus necesidades de autoestima y pertenencia.

III.B.6. Conductas de riesgo.

Coincidimos con Jessor (1991) cuando sugiere diferencias entre 1) conductas de riesgo que son las que comprometen aspectos del desarrollo psicosocial o la supervivencia de la persona durante su desarrollo juvenil e incluso, en ocasiones, buscan el peligro en sí mismo y 2) conductas que involucran riesgos, que son propias de los y las jóvenes que asumen cuotas de riesgo (no muy diferentes de los adultos) conscientes de ello y como parte del compromiso y la necesidad de un desarrollo enriquecido y más pleno. Jessor considera infortunada la tendencia a considerar a todos los y las adolescentes como personas que tienen conductas de riesgo, por cuanto la generalización lleva a que las conductas de riesgo se expliquen por darse en adolescentes y no permite profundizar en aquellos jóvenes que realmente tienen un estilo de vida consistente en conductas de riesgo (verdaderos factores de riesgo) cuya vulnerabilidad los constituyen en importantes grupos meta para la promoción de su salud, bienestar e inserción social.

La reformulación psicosocial del concepto de riesgo condujo a un análisis de costo beneficio de la conducta, lo que se hace particularmente importante en el enfoque que se dé a la juventud. Jessor (1991) ejemplifica su posición con las campañas antidrogas que le enseñan al adolescente a Decir No. Plantea que la posibilidad que los adolescentes abandonen un comportamiento tan riesgoso está relacionada fuertemente con la posibilidad que se le ofrezcan alternativas de satisfacción valiosas para ellos.

La insatisfacción y preocupación que los y las adolescentes tienen por su rendimiento personal (tanto educativo como laboral), la carencia de nutrientes socio afectivos y cognitivos, muestran su necesidad de un presente que les abra posibilidades de descubrimiento y certeza acerca de sus propias capacidades y valor. Esto es particularmente importante en las consideraciones de intervenciones preventivas, pues los aspectos que se tratan son de alta sensitividad, intimidad y tienen numerosas implicaciones personales y socioculturales.

Jessor (1991:598) señala que "fumar, beber, conducción peligrosa de vehículos o actividad sexual temprana pueden ser formas de ganar la aceptación y respeto de los pares; en establecer autonomía en relación a sus padres, en repudiar la autoridad convencional, sus valores y normas, en manejar su ansiedad, frustración y anticipación del fracaso o en afirmar su madurez y mostrar la transición de la niñez a la adultez". La posición de Jessor no se orienta a justificar la permanencia de estas conductas sino a destacar la complejidad de la intervención para que logre ser efectiva. 

Existe consenso en entender la dimensión preventiva como una categoría básica del trabajo en salud adolescente que se fundamenta en un conjunto de enfoques interdependientes que priorizan las acciones sobre las causas de los fenómenos sociales más que sobre las consecuencias. Estos enfoques son: de riesgo; de derechos; de promoción de los estilos saludables de vida de los adolescentes y jóvenes; de animación de la vida familiar y comunitaria; y de género.

En cuanto al diseño de políticas, referidas a esta materia, se propone concertar entre los jóvenes, las agencias gubernamentales, las ONG y otros actores de la sociedad civil, políticas referidas a:

a) Promover la formulación de programas y acciones que actúen sobre el establecimiento de los factores de riesgo con referencia a los condicionantes sociales y culturales de cada espacio social que afecta a los jóvenes. Ello implica producir avances en la legislación que atañe a jóvenes y adolescentes, enfatizando el rol de promoción que poseen las leyes, más que la coherción y punición.

b) Impulsar la formulación y el desarrollo de acciones que privilegien el abordaje de las causas que originan los factores de riesgo que afectan a la salud de jóvenes y adolescentes. Ello supone la consideración de diseñar acciones preventivas desde la infancia en todas las áreas analizadas.

c) Desarrollar acciones que favorezcan el reconocimiento y la garantía amparada en la legalidad de los derechos sexuales, reproductivos, y otros vinculados con la salud de jóvenes y adolescentes.

d) Animar las diversas expresiones de vida de adolescentes y jóvenes, favoreciendo y apoyando la construcción de espacios que legitimen y reconozcan estilos de vida saludables.

e) Fortalecer las instancias familiares, comunitarias y grupales que favorecen la constitución y mantenimiento de microclimas afectivos y respetuosos en las relaciones interpersonales, intergeneracionales y con los entornos sociales de referencia que operan como espacios de contención de jóvenes y adolescentes.

f) Considerar la centralidad de la superación de toda forma de discriminación, habida en la condición de ser hombre o mujer, lo que conlleva a la revisión legal y al análisis crítico del papel de las instancias socializadoras tales como la escuela, la familia, la comunidad, el servicio militar, los medios de comunicación y otros. Todo ello en su papel determinante en la construcción de la identidad de adolescentes y jóvenes.

g) Se entiende absolutamente necesario apoyar las diversas organizaciones juveniles y de educación no formal, dado que a través de éstas se contribuye a fomentar la motivación para la construcción de estilos de vida saludables que operan como protectores frente a los factores de riesgo.

III.B.7. Daño, factores protectores y resiliencia.

En los aspectos anteriores hemos mencionado los factores de riesgo, y la vulnerabilidad. La perspectiva no quedaría completo (al menos en el actual nivel de aportes sobre el tema) si no se considera la resiliencia, factor importante que se refleja en la sorprendente capacidad que muestran muchos seres humanos de crecer y desarrollarse en medios adversos y alcanzar niveles de competencia y salud, que, en otros casos, no alcanzan individuos que no fueron sometidos a situaciones severamente traumáticas ni negativas.

III.B.8. Resiliencia.

El término resiliencia, que Rutter (1992) conceptualizó con importantes investigaciones y desarrollos teóricos, proviene de una sociedad identificada en los metales, que pueden resistir los golpes y recuperar su estructura interna. Se refiere a la capacidad del ser humano de recuperarse de la adversidad y, más aún, transformar factores adversos en un elemento de estímulo y desarrollo. Se trata de la capacidad de afrontar de modo efectivo eventos adversos, que pueden llegar, incluso a ser un factor de superación.[17]

La resiliencia aporta una susceptibilidad menor al stress y disminuye la potencialidad de verse afectado por eventos negativos, incluso, algunos daños. Se refleja en el hecho que en momentos diferentes de la vida de las personas muestran mayor capacidad para enfrentar, resistir y recuperarse de factores que pueden ser destructivos.

Entre los factores que incrementan la resiliencia, Rutter (1992) destaca la exposición previa a la adversidad psicosocial con un enfrentamiento exitoso con la tensión y el peligro. Dosis graduales de enfrentamiento de dificultades puede operar de modo similar a las inmunizaciones. En cambio, la sobreprotección parece actuar en sentido contrario. Una posible explicación de ello está que, en la sobreprotección, las decisiones y sus consecuencias están en manos de otros, lo que fomenta un locus de control externo y el individuo no consolida su autoestima con la puesta a prueba de sus destrezas y el reconocimiento personal y social del resultado de sus responsabilidades, por lo cual se siente más a merced de los eventos externos. Por otro lado, el sometimiento permanente a adversidades y stress, parece reducir fuertemente el desarrollo de resiliencia (Grottberg, 1992).

III.B.9. Factores protectores.

Señala Rutter que un mismo factor puede ser de riesgo y/o protector (por el desarrollo de nuevas actitudes y destrezas) según las circunstancias. Esto es, la reducción del impacto a la vulnerabilidad se produce al comprender más ampliamente el significado de peligro, haber tenido gradual exposición a este tipo de situaciones con posibilidad de responder efectivamente o contar con el respaldo necesario y aprender a desarrollar alternativas de respuesta que no sean destructivas, recibir de adultos significativos los modelajes apropiados para el desarrollo de respuestas para la solución de problemas que son parte del devenir humano. En un pequeño estudio efectuado en Costa Rica se pudo constatar que los adolescentes en cuyos hogares se comentaban los problemas que cualquier miembro afrontaba y se conversaba habitualmente sobre alternativas reales de solución o enfrentamiento, desarrollaban un mayor sentido de competencia para conducirse en situaciones adversas (Krauskopf, 1994).

La posibilidad de establecer una autoestima positiva, basada en logros, cumplimiento y reconocimiento de responsabilidades, oportunidades de desarrollar destrezas sociales, cognitivas y emocionales para enfrentar problemas, tomar decisiones y prever consecuencias, incrementar el locus de control interno (esto es reconocer en sí mismo la posibilidad de transformar circunstancias de modo que respondan a sus necesidades, preservación y aspiraciones) son factores personales protectores que pueden ser fomentados y que se vinculan con el desarrollo de la resiliencia.

Es necesario que la familia apoye el crecimiento adolescente; confirme el proceso de individuación; pueda analizar las nuevas expresiones que emergen de los cambios en la fase juvenil sin estigmatización; resuelva las dimensiones afectivas emergentes en el marco de una aceptación dinámica del sistema familiar; comparta las necesidades de los nuevos roles y pueda, desde una perspectiva empática, guiar, aconsejar, colaborar, supervisar. La protección que proviene del auto cuidado físico (alimentación, ejercicios, sexo seguro) del desarrollo de nuevos intereses, de gratificaciones a través de la expresión de talentos y participación social disminuyen la exposición gratuita al riesgo.

También son fundamentales los factores protectores externos. No es igual el destino de una adolescente embarazada que cuenta con la posibilidad de acceder sin repudio a control prenatal, que puede proseguir con su educación, que cuenta con el apoyo y orientación frente a su situación, que una joven a la que le ocurre lo contrario. Tampoco serán igualmente efectivos los talleres de prevención del SIDA para adolescentes que promueven las relaciones sexuales responsables, con capacidad de autoafirmación, locus de control interno y protección a través del uso del condón, si los factores protectores externos esperados no son congruentes. Ejemplos de ello pueden ser: la censura del vendedor de la farmacia ante la solicitud de condones, la dificultad de algunos funcionarios asignados a la capacitación para estar convencidos de la posición frente a la modalidad de prevención en sexualidad juvenil, el temor de muchachas de ser descubiertas con preservativos por sus padres, la incredulidad de los adultos acerca de la posibilidad que los jóvenes realmente tomen precauciones en momentos de tanto emoción, la angustia de aceptar la existencia de la sexualidad juvenil.

  III.B.10. Factores predisponentes al daño.

Factores que obstaculizan la estructuración de comportamientos de logro son los desafíos consumistas, efímeros que se ofrecen al sector adolescente y la mayor accesibilidad de participación en culturas de trasgresión y evasión, al tiempo que las oportunidades de gratificaciones y opciones de relevancia social constructiva son restringidas.

Gresham (1986) destaca que los adolescentes que no han aprendido a enfrentar las situaciones resultantes de las tensiones propias de su desarrollo y de las condiciones del ambiente, han estado, frecuentemente, inmersos en hogares caóticos y modelos desprovistos de capacidad de contención y conducción.

Si la construcción de la identidad se da con sentimientos de valor personal y los esfuerzos por lograr la incorporación social van acompañados de reconocimiento positivo y un locus de control interno, se incrementa la protección frente al riesgo en las actividades exploratorias requeridas. Si, en cambio, la identidad se construye de modo confuso, incompleto, parcial, con sentimientos de desvalorización personal y exclusión social la vulnerabilidad será mayor y la propensión a adoptar conductas riesgosas para satisfacer la de privación a cualquier costo, será más probable.

Modelo de cuatro factores de la conducta negativista

Barkley propone cuatro factores cuya combinación explica la aparición de la conducta negativista y desafiante de niños y adolescentes (a partir de aquí, reproducimos las tesis de R. Barkley).

III.C.1. Factor uno: Practica de crianza.

"Sin lugar a dudas, la investigación ha demostrado repetidamente que la calidad o naturaleza de las relaciones padres niño o padres adolescente están fuerte e inequívocamente asociadas con la gravedad de la desobediencia, el desafío y las pautas de conducta agresiva, la persistencia de esas conductas a lo largo del desarrollo, así como con el riesgo de una posterior delincuencia. Los niños con conducta negativista muestran una pobre calidad del apego hacia sus padres. Los padres de estos niños muestran también una alta inconsistencia e incluso refuerzan positivamente a los niños o adolescentes por su conducta desviada. Este pobre apego, consecuencias impredecibles e incluso refuerzo inadvertido de la conducta desafiante de niños y adolescentes pueden servir para mantener e incrementar la ocurrencia de conducta negativista en futuras interacciones.

Cuando el adolescente monta escenas, discute, tiene rabietas o se opone directamente a las peticiones de los adultos, seguramente se produce por la dificultad de los padres para atender a su conducta. Aunque la falta de atención de los padres pueda parecer un castigo, puede producir un aumento en la conducta negativista futura del niño o adolescente. En otras ocasiones, pueden proporcionar atención o recompensas al niño o adolescente desafiante en un esfuerzo por conseguir que dejen de "montar el espectáculo" en una tienda, restaurante u otro lugar público. El niño o adolescente ha conseguido lo que quería porque ha discutido o tenido una rabieta y éste es obviamente el camino por el que los padres aceleran la adquisición y mantenimiento de la conducta desviada del adolescente.

A su vez, los padres pueden también proporcionar poca atención o refuerzo a las conductas prosociales o adecuadas del adolescente. La experiencia clínica indica que los padres de niños y adolescentes desafiantes supervisan o examinan las conductas de sus hijos con menor frecuencia que las familias de niños normales, de tal manera que no siempre se enteran de la conducta correcta de niños o adolescentes cuando se está produciendo. Incluso si se dan cuenta de que el adolescente se está comportando bien, pueden elegir no atender o elogiar al adolescente por diferentes motivos. Una de las razones aducidas por muchos padres es que cuando atienden o elogian al adolescente por su buena conducta, esto solo sirve para provocar un estallido de conducta negativista. Esto conduce a que los padres tomen la actitud de "al perro que duerme, no lo despiertes" cuando encuentran al adolescente comportándose de manera aceptable. No se ha encontrado que esta reacción ocurra cuando los padres han tratado de elogiar a un niño o adolescente con problemas de conducta ni, si esto es así, qué historia de aprendizaje estableció estas pautas de conducta. Es posible que el elogio de los padres a la buena conducta del niño o adolescente lleve al niño a comportarse mal porque sólo continúa recibiendo atención si se porta así. Cuando el niño se comportaba bien, el padre podía haber terminado la interacción incitándole a hacer otra cosa. Otra razón por la que los padres pueden no reaccionar positivamente cuando un adolescente desafiante se porta bien es que no les gusta relacionarse con el adolescente problemático y evitan relacionarse con él siempre que pueden.

Los padres de adolescentes crónicamente desafiantes a menudo desarrollan animosidad o "rencor" hacia él, razón esta por la que no elogian al adolescente cuando por fin se porta bien. Esto puede conducir finalmente a los padres a pasar considerablemente menos tiempo de ocio y de actividades recreativas con el adolescente, simplemente porque no se divierten con él.

Los padres de adolescentes negativistas, especialmente de aquellos con alto riesgo de posterior delincuencia, pueden también supervisar menos frecuentemente las actividades del adolescente fuera de casa y atienden menos a la conducta inaceptable, posiblemente para evitar más enfrentamientos con el adolescente. Siguiendo el refrán "ojos que no ven, corazón que no siente", los padres pueden finalmente reducir la cantidad de esfuerzo que invierten en supervisar el comportamiento en casa del adolescente para no tener que afrontar cada comportamiento inaceptable menor que pueda ocurrir. Pasando por alto el comportamiento problemático no tienen que afrontar la aversión que tienen a otro encuentro negativo y coercitivo con el adolescente respondón. Esto puede explicar la habitual observación clínica de que algunos padres parecen no ser conscientes de las conductas negativas que ocurren en su presencia o son insensibles cuando ven una conducta del adolescente a la que otros padres reaccionarían de manera correctora. Independientemente de estos factores, algunos padres de adolescentes negativistas simplemente no han invertido en ejercer su papel de padres con esos adolescentes, posiblemente porque fueron padres a una edad más temprana de lo normal, por su inmadurez social, inteligencia limitada, u otros trastornos psicológicos o psiquiátricos. Sin tener en cuenta sus orígenes, la disminución en la supervisión y el manejo por parte de los padres de la conducta del adolescente, está asociada con el desarrollo de algunas de las formas más graves de trastornos de conducta, lo cual incluye conducta antisocial encubierta, como mentiras, robos, destrucción de bienes públicos, y más adelante, actos antisociales manifiestos como agresiones físicas.

Realmente puede verse a los padres a veces castigando la conducta prosocial o adecuada del adolescente, nuevamente por el resentimiento desarrollado durante años de relaciones negativas con el adolescente. Los padres, a menudo, pueden dar "elogios" al adolescente por hacer por fin algo correcto, como cuando comentan sarcásticamente "el señorito ha limpiado su cuarto a tiempo, por qué no lo hizo ayer el señorito". Por todas estas razones, los padres simplemente no proporcionan las consecuencias a la conducta del adolescente que serían necesarias para manejarla y controlarla con eficacia.

El castigo inconsistente e impredecible de cada conducta prosocial y antisocial del niño o adolescente así como la recompensa intermitente e impredecible se han denominado crianza indiscriminada, en la cual el adolescente es castigado tanto si obedece como si no. Dumas y Wahler han hipotetizado que estos métodos de uso indiscriminado de consecuencias por parte de los padres crea gran impredecibilidad social dentro de la familia y especialmente en la relación padres hijo. La impredecibilidad del entorno es sentida tanto por humanos como por animales como intrínsecamente aperciba. Cualquier respuesta del niño en una situación que consiga reducir la impredecibilidad, incluso si provoca una respuesta desagradable de los padres, será reforzada negativamente y así incrementará su frecuencia. Por lo tanto, el niño puede dar una respuesta desafiante y agresiva a los padres porque esta conducta incrementa la predecibilidad en la relación padres hijo. Parece probable que el adolescente desafiante haya aprendido esta misma estrategia.

En una teoría relacionada con ésta en cuanto al papel del refuerzo negativo, Patterson ha propuesto que tanto padres como niños, en familias con niños con trastornos de conducta, se refuerzan negativamente por comportarse de manera agresiva y coercitiva con el otro. Esta opinión es respaldada por abundante investigación. Según esta teoría, la conducta negativa de un miembro de la díada padre hijo sirve para terminar con la conducta negativa del otro, reforzándose negativamente así la conducta "coercitiva" del primero. Patterson propone que esto explica como, una vez comenzada una interacción negativa entre padres e hijo, se intensificará la conducta negativa muy rápidamente a altos niveles de agresión o coerción. Además, como resultado de esto, se incrementará altamente la probabilidad de que estas formas de interacción se repitan en el futuro.

Para apreciar las importantes implicaciones clínicas de esta teoría, primero hay que recordar que refuerzo negativo no es lo mismo que castigo, un error frecuente en los poco expertos en terminología conductista. Refuerzo negativo es aquello que cuando ocurre, durante una situación que el adolescente considera aperciba, desagradable o de alguna forma negativa, el adolescente produce una conducta que consigue terminar con la situación aperciba o le permite escapar de una situación similar en el futuro. Por ejemplo, cuando los padres intentan imponer una orden como hacer una labor del hogar o limpiar un dormitorio cuando el adolescente está viendo su programa de TV favorito o jugando con un videojuego, el adolescente a menudo considera ayerciba esta orden. El adolescente puede oponerse, resistirse o escapar de alguna forma de la demanda de los padres mediante discusiones, desafíos, agresiones u otras conductas coercitivas que consiguen retrasar el cumplimiento de la orden. El adolescente consigue escapar de la petición u orden, aunque solo sea temporalmente, reforzándose negativamente la conducta negativista. La próxima vez que el padre pida al adolescente hacer algo, la probabilidad de que el adolescente se resista ha aumentado. Cuanto más insista el padre en repetir la petición, más intensa será la resistencia del adolescente, debido al éxito precedente para escapar o evitar la acción especificada en la orden. Como ya dijimos, muchos padres pueden finalmente ceder ante este tipo de conducta coercitiva. Los padres necesitan no ceder en ninguna orden con un adolescente que está adquiriendo una conducta respondona y resistente.

Los padres pueden también adquirir una conducta agresiva o coercitiva hacia el adolescente desafiante por medio del mismo proceso. En este caso, el padre puede haber conseguido ocasionalmente, que el adolescente desafiante deje de discutir, lloriquear, rechazar o hacer una rabieta y obedezca una orden por haber empleado gritos, aullidos o incluso agresiones físicas al adolescente. Los padres pueden haber descubierto que aumentando rápidamente la intensidad de su conducta negativa hacia el adolescente es más fácil que el adolescente se rinda y obedezca, especialmente si el adolescente contraviene inicialmente la orden. De ahí que en ocasiones posteriores los padres puedan aumentar muy rápidamente la intensidad de la conducta negativa hacia el adolescente por la historia de éxitos habidos en acabar con la conducta negativista del adolescente. No es necesario que los padres tengan éxito con esta estrategia en todos los encuentros de orden obediencia con el adolescente desafiante, ni incluso en la mayoría, para mantener esta conducta. De acuerdo con Patterson, sólo son necesarios éxitos ocasionales con la conducta coercitiva para que los padres mantengan este tipo de conducta.

Viéndolo desde esta perspectiva, tanto padres como adolescentes tienen una historia previa de éxitos periódicos aunque parciales en escapar o evitar la escalada de conducta coercitiva o aversiva del otro. Como resultado de ello, cada uno continuará empleando esta conducta con el otro en la mayoría de interacciones orden obediencia. Con el tiempo, ambos aprenden que cuando llega una situación de orden obediencia, el más rápido en aumentar la conducta respondona, la intensidad emocional negativa y las habilidades generales de conducta coercitiva, es el que con más probabilidad conseguirá que el otro ceda en su demanda. Como resultado, los enfrentamientos entre padres y adolescente desembocan muy rápidamente en enfrentamientos intensos, emocionalmente cargados e incluso agresivos, que en ocasiones pueden acabar en agresiones o abusos físicos del adolescente por parte del padre o en violencia, destrucción de la propiedad o incluso autoagresiones (intentos de suicidio) del adolescente.

Esta visión implica que mucha de la conducta desafiante del adolescente no se mantiene por la atención positiva o el refuerzo positivo del padre sino por el refuerzo negativo. En consecuencia, cuando el clínico aconseja a los padres que ignoren la conducta desafiante del adolescente, esto sólo puede empeorar el problema, porque este ignorar probablemente es visto por el adolescente como aquiescencia. En muchos casos, los padres no pueden ignorar al adolescente porque esto es lo que él quiere para escapar de cumplir la petición de los padres.

La mayor parte de la conducta negativa del adolescente es desarrollada por aprendizajes de escape / evitación (refuerzo negativo) y se mantiene porque a menudo tiene éxito en evitar actividades desagradables pedidas por los padres."

III.C.2. Factor Dos. Características del niño o adolescente.

"El segundo factor encontrado por la investigación es que los adolescentes que tienen ciertos temperamentos y características cognitivas son más propensos a mostrar conductas coercitivas – agresivas y a desarrollar desobediencia que los otros adolescentes. En particular, los adolescentes que son propensos a reaccionar con respuestas emotivas (alta emotividad), que son habitualmente irritables, que tienen unos pobres mecanismos de control, que son sumamente

Activos, y/o que son más desatentos e impulsivos (que tienen TDAH) padecen con mayor probabilidad trastornos de conducta disruptiva y, por lo tanto, son más propensos a presentar conducta desafiante y coercitiva que los adolescentes sin esas características temperamentales negativas. Aunque la psicopatología de los padres y el pobre funcionamiento familiar y matrimonial pueden exacerbar el desafío y la agresión, las características temperamentales negativas del niño o del adolescente están entre los factores más potentes en este proceso y pueden ser suficientes por sí mismas para crear estos riesgos.

Sin embargo, los efectos del temperamento en la primera infancia pueden ser específicos del sexo: el temperamento negativo en niños pequeños puede ser un predictor de alto riesgo para una posterior conducta negativista pero en niñas pequeñas puede predecir una disminución del riesgo para posterior conducta agresiva pero posiblemente un aumento para los trastornos interiorizados.

Los síntomas del TDAH, como la hiperactividad, desatención, e impulsividad son aspectos típicos del temperamento que se encuentran cuando se estudia a niños pequeños. Pero cuando persisten después en los años escolares, es más probable que creen conflictos de relación entre padres y niño y posteriormente, entre padres y adolescente. Los síntomas de TDAH pueden predisponer al niño o al adolescente a no terminar las actividades encomendadas y aumentar la probabilidad del adolescente de recibir más órdenes, supervisión y reacciones negativas de los padres. Los adolescentes con niveles más altos de síntomas de TDAH pueden ser también más propensos a responder a las reprimendas y enfrentamientos con los padres con reacciones emocionales negativas. Si estas reacciones permiten además al adolescente escapar de las demandas, según las teorías del desafío vistas antes, su uso ante posteriores órdenes de los padres se mantendrá e incrementará. La comorbilidad de síntomas de TDAH, particularmente pobre control de impulsos, con conducta negativista precoz, es especialmente explosiva, prediciendo conflictos familiares considerablemente más grandes y las peores consecuencias para el desarrollo, especialmente en el campo de la posterior conducta antisocial, que cualquier otro aspecto de la conducta por separado."

III.C.3 Factor Tres. Características de los padres.

"La probabilidad de la desobediencia o del desafío del adolescente puede aumentar como resultado de características temperamentales y cognitivas similares de los padres. Es más probable que los padres inmaduros, inexpertos, impulsivos, desatentos, deprimidos, hostiles, rechazantes o con otras características temperamentales negativas tengan niños o adolescentes desafiantes y agresivos. Esto puede ser consecuencia de la utilización de estrategias de manejo inconsistente, de mayor irritabilidad y hostilidad hacia sus hijos y de proporcionar menos refuerzo para la conducta prosocial. Debido a esta inconsistencia e indiscriminación de los padres, los niños experimentan éxito periódico en evitar las demandas reforzándose así la conducta coercitiva y negativista y poniendo la base en el futuro adolescente del desafío y los problemas de conducta. Tales aumentos en la conducta coercitiva del niño pueden ejercer por retroacción un efecto perjudicial en el humor del padre, sensación de competencia, amor propio e incluso en el matrimonio, funcionando como un círculo vicioso de efectos recíprocos. Los padres pueden emplear también la conducta coercitiva con otros miembros de la familia, proporcionando un modelo de tal conducta a imitar por el niño o adolescente.

En particular, el grado de depresión de la madre y la psicopatología del padre y de la madre, especialmente el trastorno antisocial de personalidad o la delincuencia, se asocian con el riesgo de conducta agresiva y negativista del niño o del adolescente y la ulterior delincuencia

Un aspecto adicional de las contribuciones de los padres a la conflictividad del adolescente puede ser la genética. Esto quiere decir que los padres pueden poseer ciertas características psicológicas que aumentan la probabilidad de crear un ambiente familiar predispuesto al negativismo. Si estas características tienen una base genética importante, entonces existe una alta probabilidad de que los niños de esa familia tengan características semejantes. El conflicto en estas familias surge más de las similitudes genéticas que del ambiente compartido. Hay un cuerpo creciente de evidencias que indican que el conflicto padres adolescente y la conducta antisocial de éste, tienen una influencia genética sustancial mayor a medida que aumenta la edad del adolescente. Estas investigaciones sugieren que el impacto de la psicopatología de los padres en la mala conducta del niño y en el conflicto familiar puede no deberse por completo a un efecto causal directo de las características de los padres en el ambiente familiar, que de esta manera está abocado al conflicto, sino que también puede estar mediado por un riesgo genético compartido para los mismos tipos de psicopatología."

III.C.4. Factor Cuatro. Factores contextuales

"También es posible que los acontecimientos del contexto amplio que rodea a la familia, tanto internos como externos, creen o contribuyan a aumentar el riesgo del adolescente de conducta desafiante y agresión, e incluso de posterior delincuencia. El aislamiento social de la madre es uno de esos factores, así como su estado civil. Las madres solteras son las que tienen mayor probabilidad de tener niños o adolescentes muy agresivos, seguido de las madres que viven con un hombre pero que no están casadas con él. Las madres casadas tienen las tasas más bajas de niños agresivos, aunque estas conclusiones son algo menos significativas en las clases sociales más altas. La discordia matrimonial también se ha encontrado repetidamente asociada a la conducta disruptiva y desafiante de niños y adolescentes aunque continúa el debate sobre los mecanismos implicados en esta relación. También las desventajas sociales de la familia se asocian con el riesgo de conducta desafiante y agresiva del adolescente. El estrés o las influencias ambientales parece que influyen en la mala conducta del adolescente porque provocan en los padres irritabilidad y métodos indiscriminados de manejo del adolescente.

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