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Desigualdades en la distribución de la renta en los países desarrollados (III) (página 5)

Enviado por Ricardo Lomoro


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Sus ojos se le llenan de lágrimas cuando relata su situación. Lo que más le entristece es que durante los últimos dos meses (mayo-junio 2012) no ha podido enviarles remesas a los cinco hijos que ha dejado en Bolivia. Por eso se dedica a repartir sus datos entre parroquias y asistentes sociales para encontrar algún trabajo. De lo contrario, tendrá que volver a su país aunque no quiera hacerlo.

Lo que ocurre en la calle de Santa Genoveva se repite en otros mercadillos de Madrid. Los viernes, por ejemplo, un puñado de personas llega pasadas las dos de la tarde hasta la calle de Gandhi, para repetir la escena: esperar a que se vayan los tenderos, buscar entre los desechos y llevarse algo de comida a sus casas.

"Cada vez son más. Una muchedumbre silenciosa y a menudo inadvertida. Son las víctimas de la pobreza. Crece en una crisis sin fondo y se instala en una normalidad quebradiza. El paro, que ya lacera a 5,6 millones de personas, es un filo que se estrecha. Las facturas siguen, los subsidios se recortan; se agotan al igual que los ahorros, y el empleo no aparece. El techo peligra. O desaparece"… Pobre puede ser cualquiera, o casi (El País – 13/7/12)

La casa de los familiares y los pisos compartidos -la calle en el peor de los casos- cobijan las vidas en la estacada, suspendidas en una precariedad que se extiende sin freno y que, si faltan redes de apoyo, como la familia, conduce a la exclusión social. La bajada es cada vez más acelerada, dicen los expertos, un tobogán cuyo descenso gana velocidad y al que se asoma un número creciente de personas. Hay albergues con lista de espera.

España 2012. Más de 5,6 millones de empleos y decenas de miles de techos arrasados por el huracán de la crisis. Más de 300.000 ejecuciones hipotecarias iniciadas en los últimos cinco años, muchas de las cuales han derivado en desahucios -más de 100.000- a los que se suman los motivados por el impago de alquiler. Como el de Juan, el de Carmen… Los números tienen caras detrás y un detonante común: la pérdida de ingresos, el comienzo del tobogán.

"Las torres más altas pueden caer al piso". Esa es una de las cosas que Carmen ha aprendido en los últimos tiempos. Esta mujer de 40 años era hasta hace uno y medio una empresaria de éxito. En 2005, recién llegada a España desde Estados Unidos, creó con su marido una firma de montajes eléctricos. Hasta 16 empleados llegaron a tener, relata. Tan bien iban las cosas que lograron comprarse un piso en un barrio caro de Madrid, Chamberí. Ahora la mujer almuerza cada día en un comedor social a tiro de piedra del piso que tuvo.

"Paró todo de la noche a la mañana", reflexiona esta mujer que pide aparecer con otro nombre. La crisis de la construcción se llevó por delante su negocio. Dejó de haber cables que poner en casas o centros comerciales flamantes. "Tuvimos que despedir a los empleados, que eran como de la familia. Les dimos lo que les correspondía y un poco más. Dejamos al día las cuentas con Hacienda, con la Seguridad Social. Quedamos limpio con todos…". Y sin un euro en el bolsillo.

Adiós a los tiempos boyantes, cuando amortizaban la hipoteca con reembolsos anticipados y vertiginosos. "En cuatro años habíamos logrado pagar 29 de los 30 años del préstamo", relata Carmen a la entrada del comedor. Hasta que llegó el hachazo, en marzo pasado: "Nos quedaba un año por pagar, pero el banco se quedó con el piso", explica Carmen, de origen uruguayo.

La crisis se llevó la empresa, el piso, el bienestar, pero el zarpazo no paró ahí. El hijo de Carmen está ahora en un centro de menores: "Robó para intentar ayudarnos". El marido sobrevive en una granja, "ordeñando vacas". Y Carmen duerme en uno de los pocos albergues que en Madrid admiten a mujeres -disponen de un cuarto de las 1.200 plazas, según el Ayuntamiento-. "Al principio crees que te vas a volver loca", dice esta mujer que sueña con abandonar España para volver a empezar lejos con su familia. "Lo más duro de perder el nivel de vida es no tener un lugar propio, aunque fuera una habitación", asegura. Así evitaría tener que pasar el día en la calle: el albergue cierra desde las diez de la mañana hasta las seis de la tarde. "En mi situación se sufre mucho, pero se aprende mucho. La gente no debe olvidar que, por muy arriba que esté, se puede caer muy abajo. Todos somos seres humanos y esto le puede tocar a cualquiera", recapitula.

Cualquiera puede ser Juan. Este madrileño de 38 años se ha instalado en un soportal de Chamberí. Su título de Formación Profesional de segundo grado no le sirve para encontrar un trabajo desde que lo perdió en 2008, cuando se encargaba de tareas técnicas en una fábrica de ladrillos. Cobró el paro hasta que se acabó. Luego fallaron las chapuzas. En 2010 perdió el piso que pagaba al banco y se instaló en el asfalto. "No hay albergues suficientes.

Me dicen que me vaya con mi hermano a su casa, pero está hasta el cuello. Va a tener que vender el camión y tiene dos hijos", explica. Así que él sigue en la calle mientras "tres millones de pisos están vacíos". Sí, pero la vivienda social escasea, tal como denuncia desde Cáritas España la experta Sonia Olea.

Juan comparte soportal con compañeros como Yésica y Anastasio, ella española de origen argentino, de 28 años; él, griego, de 38. Vinieron en agosto pasado, cuando desesperaron de encontrar empleo en tierras helenas. Traían una oferta de trabajo que resultó no ser tal. Cuando acabaron los ahorros solo quedó la intemperie. Cada día van por turnos -hay que vigilar los enseres- a la biblioteca pública. En los ordenadores, envían currículos y buscan trabajo. "Mando 300 y, con suerte, recibo una respuesta", detalla Yésica. También cargan allí el móvil: hay que tenerlo listo por si, a través de la llamada, llega la esperanza. Una esperanza que "cada día se pierde más". Cada día es igual que el anterior, sin futuro. Aunque muchos pobres lleven móvil y se manejen con Internet incluso en los albergues.

Con esas dos armas se enfrenta también un hispanoperuano que elige el alias de Bersix para hablar en el albergue San Martín de Porres, en un barrio del extrarradio madrileño. Desde que perdió el empleo pone anuncios para hacer chapuzas, esas que le salvaron un tiempo. "Cayeron las chapuzas y caí yo", dice este universitario de 50 años que trata de aprender sueco para emigrar. Como él, en este albergue -con "tres meses de lista de espera" para poder pernoctar en él, según su director, Francisco Rodríguez- el 12% de los acogidos tienen estudios universitarios. Antes de la crisis eran "el 3% o el 4%", recuerda el director. Y aumenta la proporción de españoles; ya son la mitad. "La gente que viene no está deteriorada. Son hombres de clase media y media baja, preparados para trabajar y que se han quedado sin empleo", describe Rodríguez. Pero el trabajo, el bálsamo de Fierabrás, no llega. Y la pobreza crece y se hace crónica.

"Cada vez hay más gente pasándolas moradas. Si esta crisis aguda dura mucho, las consecuencias pueden ser irreversibles, sobre todo para la gente joven. Una generación se queda fuera", advierte Pedro Cabrera, experto en pobreza y estructura social en la Universidad de Comillas. Hace un diagnóstico "terrible" de la situación: "Tenemos una fiscalidad regresiva, por austeridad se recortan los servicios sociales, que no estaban medianamente dotados, y encima el mercado de trabajo no da respuesta a millones de personas".

Así las cosas, los nuevos pobres se suman a los veteranos, porque ni siquiera en los tiempos de bonanza España erradicó la pobreza, que no es monopolio de marginados, aunque genere una enorme exclusión social. "Nunca llegó a bajar del 20% la proporción de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza (perciben menos del 60% de la renta mediana). Ahora estamos en el 23%", afirma Cabrera. El paro no es la fuente única de esta situación: también lo son los bajos salarios, que crean trabajadores pobres, matiza. "De cada 100 empleados, 14 son pobres. Es algo que ya ocurría antes de la crisis, pero el fenómeno se ha expandido al sector servicios (el que ofrece más empleo)". Además, el recorte de las políticas sociales reduce la posibilidad de atenuar los efectos del deterioro económico en los ciudadanos desfavorecidos. "Se ha pasado del silencio de las Administraciones ante las situaciones de vulnerabilidad social al "no tenemos dinero", denuncia Sonia Olea, responsable del programa de vivienda y personas sin hogar de Cáritas España.

Lavinia Mingu y su vecina española en la cola para recoger alimentos en Chamberí lo saben bien. A la primera, que empuja el cochecito de su bebé y está separada con dos niñas, le acaban de denegar la guardería pública para la pequeña. "¿Cómo podré tener trabajo si no tengo dónde dejar a la cría?", se pregunta. La escasez de servicios públicos es otra dificultad más para salir de la pobreza para esta mujer que carece de subsidios pero no de arrojo. En parecida situación está su compañera, que pide anonimato y tiene tres hijos a su cargo. Ha trabajado en supermercados, aunque desde hace dos años no encuentra dónde. "Intento apañarme, pero es imposible", dice. Las dos luchan por mantener sus casas, pero sobre ellas pende la amenaza del desahucio por impago. También sobre el de otra española igualmente treintañera en esta fila abundante en carritos de la compra para transportar la comida a casa y de cochecitos de bebé. Tiene dos hijos a su cargo y un empleo de limpiadora, tres horas diarias. "No me llega para el alquiler y los gastos de casa. Estoy completamente sola y tan deprimida que a veces no quiero subir a casa". Hay, también, quien evita dar detalles en este lugar, sobre todo aquellos que acaban de pisarlo por primera vez y son incapaces de superar el sentimiento de vergüenza.

"El tobogán que lleva de ser alguien a no ser nada, a sentirse mobiliario urbano, cada vez es más corto, más rápido", afirma Olea, experta de Cáritas. Con todo, en esta crisis, como en las anteriores, el colchón familiar es la protección más fuerte. "En muchos casos, quienes soportan la situación son los abuelos", describe. Abuelos que acogen a hijos y nietos en casa, que tratan de cubrir también las necesidades ajenas con sus propios ingresos.

Como la madre de Gregorio, un ferrallista "en paro desde hace tres años y sin cobrar desde hace uno". "Con los 270 euros de pensión de mi madre tenemos que vivir y ayudar a mis sobrinos, de 16 y 11 años", relata antes de echar cuentas. "Tengo 48 años y empecé a trabajar a los 14. Tenía mi coche, iba al gimnasio. Tenía una vida normal, como cualquier ser humano. Quedarme sin empleo fue un corte radical".

Gregorio tuvo que acabar por acudir a un comedor social de su barrio de siempre, Vallecas, donde echa una mano a las monjas de la Obra Social Santa María Josefa que lo gestionan. Organiza el acceso y ve cómo se alinean las bolsas con tarteras mientras sus dueños buscan la sombra. Antes de abrir, ya hay más de 40. Las religiosas ofrecen 600 raciones diarias, el doble que hace un año.

Españoles e inmigrantes empobrecidos acuden en masa a los servicios de atención de emergencia, como el reparto de alimentos, los comedores o la ayuda puntual para el pago de alguna factura. La red social y estas ayudas, especialmente de Cáritas y Cruz Roja, registran una demanda creciente. Son claves para intentar evitar la caída definitiva por el tobogán que acaba en la gran exclusión, un descenso impulsado por la pérdida de vivienda. "O pagan el piso, o comen", describe la hermana Josefina, que regenta el comedor donde echa una mano Gregorio.

"No es que la gente pierda el empleo, deje de pagar la hipoteca o el alquiler y se vea a continuación en la calle, aunque hay casos, pero lo determinante para eso es que se sumen otros factores añadidos, la mochila que tiene cada uno", dice Olea. Enumera elementos de ese petate: escasa formación, empleo previo poco cualificado, problemas de adicciones o salud mental (en el 60% de los casos), baja autoestima, pobreza o falta de red familiar y social. Este último, el gran colchón, "es cada vez menos mullido", sobre todo por el individualismo y la falta de convivencia vecinal en las grandes ciudades, pero es aún un gran colchón, apunta Olea.

Pero el perfil de pobre ha cambiado respecto a las crisis anteriores. El título universitario ha dejado de ser un gran escudo y en un país de hipotecados, los ciudadanos tratan de mantener la vivienda a toda costa. Perderla es el último peldaño en una caída para la que muchos carecen red.

"Últimamente, los ancianos y los jóvenes regresan al hogar familiar tras pasar años en residencias o viviendo emancipados, respectivamente. Los primeros, vuelven porque deben mantener a toda la familia con sus pensiones; los segundos, porque no encuentran un trabajo"… El 40% de los mayores ayuda económicamente a sus familiares – La crisis invierte el término "dependencia": los ancianos pasan a ser sostén de los jóvenes (Vozpópuli – 18/8/12)

El núcleo familiar se ha convertido en la última red de seguridad para muchos desempleados, que apelan a la solidaridad de sus progenitores para poder salir adelante en tiempos de crisis.

Si hace unos años era difícil encontrar plaza en residencias de ancianos, ahora mismo la situación es la contraria. La demanda baja y cada día se producen nuevas vacantes, ya que las familias optan por sacar a sus mayores de estos centros, para que sus pensiones contribuyan al sustento familiar. Un fenómeno que se repite más en el caso de las pensiones altas o de dependencia.

De esta forma, si en el año 2010 las personas mayores que ayudaban económicamente a sus familiares representaban un 15%, actualmente este porcentaje se ha disparado hasta el 40%, según un estudio presentado por la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP).

Asimismo, el porcentaje de mayores que reciben alguna ayuda económica de sus familiares ha descendido desde el 12,5% del año 2010 hasta el 7,5% de 2012, y es que, la estabilidad laboral y salarial de hoy en día deja mucho que desear frente a la que ofrecen las pensiones de jubilación.

Los abuelos españoles se han volcado en la familia dejando de lado sus propias necesidades debido a la crisis económica, según explicaba a Europa Press el coordinador del "Proyecto Madurez Vital" de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), José de las Heras Gayo, con motivo del Día de los Abuelos (26 de julio).

"Hoy en día el abuelo ya no es algo amable sino una necesidad para mantener el nivel socioeconómico de la familia, sobre todo, entre las clases medias", afirmaba. "El más débil ayuda al más fuerte cuando tendría que ser al revés", concluye.

Los jóvenes emancipados también regresan a casa de sus padres

La pauta de emancipación de los jóvenes españoles siempre ha discurrido alejada a la del resto de países europeos, y con la crisis esta tendencia se ha distanciado aún más, según un estudio de la Obra Social "La Caixa" sobre "La transición de los jóvenes a la edad adulta".

La edad media para salir del hogar familiar se sitúa en España en los 29 años, frente a otros países como Finlandia, donde la media es de 23 años. Los motivos para que se produzca también son distintos, ya que los españoles suelen asociar este cambio con la vida en pareja o la llegada de hijos.

Este estudio también confirma el papel protagonista de las familias a la hora de evitar la exclusión social de sus miembros más jóvenes: cuando por causas como el desempleo o la precariedad laboral no pueden hacer frente al pago de hipotecas, se ven obligados a volver con los padres.

Las cifras lo confirman. Si en 2007 el 44,8% de los jóvenes españoles entre 16 y 34 años vivían emancipados, en 2011 esta cifra bajó al 44,1%. Asimismo, los hogares encabezados por jóvenes han pasado del 16,4% en el año 2008 al 14,5% en 2011.

Tanto en el caso de los ancianos como en el de los jóvenes, la crisis económica parece poner a prueba la solidez y armonía de los lazos familiares en muchos hogares españoles, que tras años de bonanza en los que han llevado vidas separadas, deben volver a convivir bajo un mismo techo.

"A pesar de que es una de los millones de jóvenes españoles desempleados, Silvia Martín, de 22 años, se consuela sabiendo que su banco todavía la respalda. No se trata de una institución de crédito, sino más bien de un banco de tiempo cuyos cerca de 400 miembros intercambian sus servicios por hora"… Para los españoles sin trabajo, el tiempo equivale a dinero (The Wall Street Journal – 27/8/12)

Martín, que no tiene automóvil ni se puede dar el lujo de tomar taxis, se ha apoyado en miembros del banco de tiempo para que la lleven por la ciudad para hacer sus trabajos esporádicos y trámites, así como también para hacer reparaciones en su casa. A cambio, ella ha cuidado a familiares mayores de algunos miembros, organizado fiestas infantiles, y ayudado con alguna mudanza.

El banco no sólo le ahorra dinero, dice, sino que también le levanta el ánimo al permitir que se sienta "parte de una comunidad que toma algún tipo de acción positiva en tiempos difíciles".

En momentos en que los líderes de Europa luchan con una crisis económica de cinco años que cargó a España con la mayor tasa de desempleo del mundo industrializado, los jóvenes españoles están adoptando cada vez más este tipo de iniciativas básicas para arreglárselas. Las diversas medidas -algunas comúnmente asociadas con las economías rurales o zonas de desastres- suplementan la red de seguridad pública que se está viendo corroída por los programas de austeridad del gobierno.

Además de los bancos de tiempo, incluyen el surgimiento de mercados de trueque en los barrios, monedas locales diseñadas para estimular la abatida economía minorista y redes benéficas que reaprovechan bienes descartados. Un grupo ecologista lanzó recientemente "Huertos Compartidos", que asocia a dueños de terrenos baldíos con quienes están dispuestos a cultivarlos y compartir la cosecha.

La expansión de los bancos de tiempo resucita un concepto creado en Estados Unidos y Europa por los anarquistas y socialistas del siglo XIX, que querían poner a prueba su filosofía de que los precios de los bienes y servicios deberían reflejar mejor la mano de obra necesaria para producirlos.

El número de estos bancos en España -algunos operados por asociaciones de barrio, otros por gobiernos locales- casi se ha duplicado a 291 en los últimos dos años, según una encuesta realizada por Julio Gisbert, un banquero que dirige el sitio web Vivir Sin Empleo, que analiza iniciativas de ayuda mutua. Algunos economistas temen que el aumento de estos sistemas informales de intercambio esté arrastrando aún más a España a una economía sumergida, fuera del alcance de los reguladores y recaudadores de impuestos, y haciendo que el país regrese en el tiempo en términos de desarrollo.

"No sólo es un paso atrás para un país del euro, es un paso atrás para un país desarrollado", dice José García Montalvo, profesor de economía en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Los bancos y las monedas sociales, explica, pueden perjudicar la economía en general ya que los ingresos obtenidos de tales arreglos a menudo no son declarados, lo que disminuye los ingresos fiscales del gobierno. Las monedas sociales y los bancos de tiempo también suprimen el uso del crédito, agrega García Montalvo, lo que en un nivel moderado puede ayudar a las personas a abrir negocios y acceder a bienes y servicios beneficiosos que no podrían costearse sin incurrir en una deuda.

Sin embargo, otros opinan que las iniciativas representan una significativa fuerza estabilizadora en la sociedad. "Las personas que tal vez no encuentren un trabajo formal a través de estas posibilidades de intercambio y apoyo mutuo pueden sostener una situación que de otra manera sería insostenible", señaló José Luis Álvarez Arce, director del departamento de economía de la Universidad de Navarra.

edu.red

Esfuerzos similares están apareciendo también en otras economías atribuladas en el sur de Europa. En Grecia, por ejemplo, cientos de personas en una ciudad utilizan una moneda llamada "TEM", que representa una unidad local alternativa. Los bancos de tiempo en Módena, Italia, y otras partes del país se movilizaron para ayudar a las personas afectadas por los terremotos de este año.

La economía de España ha estado en serias dificultades desde que en 2008 reventó la burbuja inmobiliaria. El desempleo alcanzó un récord de 25% en el segundo trimestre y el gobierno prevé que la contracción de la economía persista hasta el año que viene.

Entretanto, el sistema de prestaciones sociales de España se ha visto golpeado por los recortes en los presupuestos del gobierno central y de las comunidades autónomas destinados a calmar los mercados financieros. A medida que el seguro de desempleo se agota para quienes llevan mucho tiempo cesante, el porcentaje de españoles sin trabajo que recibe asistencia ha caído de 78% en 2010 a 65%. En julio, el gobierno nacional presentó el plan de austeridad presupuestaria más riguroso en la historia reciente del país.

La crisis está siendo especialmente dura para las personas de entre 20 y 30 años, que se criaron en el período de democracia y prosperidad que siguió a la muerte del dictador español Francisco Franco, en 1975. Estos españoles fueron los primeros en disfrutar de las ventajas de un Estado de bienestar social fuerte, que incluyó un sistema de salud universal, enseñanza superior accesible y generosas protecciones para los trabajadores, explica Rodolfo Gutiérrez, sociólogo de la Universidad de Oviedo. Ellos vieron cómo sus padres mejoraban drásticamente sus estándares de vida e ingresaron al mercado laboral a finales de los 90 y principios de 2000, cuando abundaba el empleo y el crédito y los bienes de consumo podían obtenerse con facilidad, añade Gutiérrez.

Actualmente, los trabajadores de entre 16 y 24 años afrontan una astronómica tasa de desempleo, de 53,3%; para los de entre 25 y 34 años, es de 27%. La tasa se reduce para los trabajadores con más edad, cuyo despido puede resultar costoso en el marco de la legislación laboral española.

La mitad de los jóvenes sin empleo han buscado trabajo por al menos un año, según el Instituto Nacional de Estadística, y los pocos puestos disponibles son a menudo mal pagados o posiciones temporales. El número de personas de entre 20 y 30 años que vive con sus padres comenzó a aumentar en los últimos 12 meses tras un declive de varios años.

"No es una generación perdida, sino una generación frustrada", dice José Ortuño, guionista y director de cine de 35 años. Hace poco hizo una serie animada para la web llamada Treintañeros, cuyo protagonista, Pedro, trabaja en un restaurante de comida rápida pese a tener cuatro títulos universitarios.

"Los jóvenes londinenses en paro deberán trabajar de forma obligatoria y no remunerada durante tres meses para poder reclamar el subsidio social, según un nuevo proyecto del alcalde de la ciudad, Boris Johnson, informa hoy el diario The Guardian"… Los jóvenes londinenses en paro deberán trabajar tres meses gratis para cobrar el subsidio (Cinco Días – 29/8/12)

Unos 6.000 jóvenes de 16 vecindarios de Londres de entre 18 y 24 años tendrán que trabajar durante 13 semanas como requisito para reclamar una ayuda semanal de desempleo de 56 libras (70,5 euros), financiado por el Fondo Social Europeo, si han contribuido menos de seis meses a los pagos de la seguridad social.

Esos jóvenes, según el citado rotativo, tendrán que trabajar para organizaciones benéficas o para empresas que reporten un claro "beneficio comunitario".

El Gobierno británico espera poner en marcha ese proyecto "conjunto" entre el alcalde y el Ministerio de Trabajo y Pensiones a finales de 2012 y extenderlo al resto del país.

The Guardian explica que ese programa ofrecerá "ayuda intensiva" a aquellos jóvenes con poca experiencia en trabajos remunerados, como asesoramiento a la hora de elaborar su currículo.

Según el Ministerio de Trabajo y Pensiones, ese proyecto está "directamente relacionado" con el compromiso del alcalde de la ciudad de "crear 200.000 puestos de trabajo en los próximos cuatro años".

El secretario de Estado para el Empleo Chris Grayling consideró que con ese esquema el Gobierno pretende adoptar un punto de vista diferente hacia las ayudas sociales, en un momento de recesión en el que se buscan maneras de impulsar el crecimiento económico del país.

Dentro de este contexto, el viceprimer ministro británico, Nick Clegg, consideró en una entrevista que publica hoy ese mismo periódico que las personas más ricas del país deberían pagar más impuestos durante un periodo limitado de tiempo para contribuir al crecimiento económico.

Según el líder del Partido Liberal Demócrata, socio de los conservadores den el Gobierno de coalición, las personas más acaudaladas del Reino Unido deberían hacer una contribución extra en concepto de impuestos.

"Lo que la gente pensaba que sería una batalla económica corta, un periodo de recesión corto, está claramente convirtiéndose en un proceso largo de recuperación económica y de restricción fiscal", indicó Clegg.

El número dos del Gobierno opinó que ese nuevo impuesto debería sumarse a la propuesta ya existente de imponer una tasa en las propiedades cuyo valor supere los 2 millones de libras (2,5 millones de euros).

– La generación perdida (El Confidencial – 4/9/12)

(Por José M. de la Viña) Lectura recomendada

Las revoluciones son provocadas por ideas jóvenes, jóvenes con ideas, viejas ideas desvirgadas o todavía sin acanallar, que regurgitan mentes que desean mantenerse lozanas y frescas.

Por los escasos especímenes que reniegan de la complacencia, que se resisten a que se les pudra mezquinamente el intelecto a base de ideas preconcebidas o cascajo ideológico, trascendental o espiritual, que de eso abunda en este estercolero terrenal y no solo mediático.

Jóvenes viejos o viejos jóvenes con ganas de cambiar el mundo, hacerlo mejor y más limpio, aunque a menudo el resultado rechine e incluso despeñe a poblaciones enteras en sangre, en los infiernos del caos durante un tiempo, para emerger otra vez con renovada vitalidad y vigorosos ideales.

Las sufrieron los franceses, donde la Ilustración dio paso al terror y la guillotina, la posterior desolación en toda Europa, a manos de un pequeño iluminado. Quedó algún poso y unas pocas ideas aprovechables, como el código de Napoleón o la Enciclopedia, que dignificó algo al corso triturador y enceró en gloria a algunos filósofos desenjundiados.

En toda Europa hubo durante el siglo XIX infinidad de revoluciones a cargo de las generaciones que iban pidiendo paso, descontentas con el siempre injusto mundo que les tocaba vivir. Alumbraron ciencia, literatura, progreso, bienestar, arte.

Culminaron con la Revolución Rusa. Sueño de todo joven de bien de la época que, pretendiendo acabar con la pobreza y la servidumbre zarista, acabó convertida en la mayor pesadilla del siglo XX junto con el antagónico pero, en el fondo, calco fascista.

Escritores e intelectuales modernos jalearon tales aberraciones durante casi un siglo, exceptuando unas pocas mentes preclaras, afortunadamente atormentadas o controvertidas. Como las de Albert Camus, George Orwell y unos cuantos por aquí, como Chaves Nogales y tantos otros miembros de la virtuosa tercera España, presta a volver a emerger si la providencia la apadrinara y la mediocridad patria no lo impidiera.

Al ser humano no le ha gustado conformarse con su destino. Mejorar, o al menos intentarlo, ha sido una constante a lo largo de la historia, asumiendo que en el interregno a veces se produciría caos, violencia o incluso más injusticia.

El imperio de Occidente ya solo produce gentes que…

Desgraciadamente, esta etapa gloriosa de la evolución del homo-sapiens ha finalizado, al menos en el opulento Occidente quebrado. Las generaciones que piden el relevo lo hacen desde el sofá, con el mando a distancia, no sea que se agoten con el ímprobo esfuerzo. Han nacido nada más que con derechos. El destino de los papás, y de toda la sociedad, es complacer sus traumas, necesidades y caprichos.

Rememoramos con la ayuda de Internet, o a causa suya, la caída del Imperio Romano, la desintegración del griego saber, nuestros ancestros, obsesiones y melodramas. Los entrópicos bárbaros siguen acechando envueltos entre perritos, hamburguesas y ojos rasgados, entrecruzados en su siniestro galopar hacia ninguna parte.

Antes de comenzar esta crisis higiénica e indispensable, que esperemos obligue a dignificar este consumista y depredador andar errante, un experto en marketing de automoción comentaba que el objetivo de los fabricantes de coches no eran los padres, sino los hijos mayores.

Según él, había que abordarlos a ellos en vez de a sus progenitores porque eran vulnerables a la cadena del deseo: "lo veo, lo quiero, lo tengo". Bastaba superar el primer eslabón y parte del segundo, lábil y huérfano de principios, para perfeccionar el tercero: la venta del coche. Crédito al señor y asunto concluido. Solo quedaba pagarlo. Siguen en ello.

… ni trabaja, ni siquiera piensa…

Transcurridos los años, los despreocupados miembros de la "generación ni-ni" ven cosas y quieren artefactos, pero no pueden obtenerlos. Papá ya no puede pagarlos. No han aprendido nada. Siguen viendo y deseando lo mismo que hace un lustro. Y, si no, lloriqueo y pataleta al canto. Son solo Damocles sin espada y con obsolescente i-pod de este caduco Occidente estrellado.

¡Lástima de criaturas simples! Maldición de sociedad indolente y desnortada, de pedagogos execrables, de planes de estudio infames, de infectos másteres (horrible palabreja, la maestría no la proporciona ningún diploma) ahuecados de rigor, huérfanos de conocimiento profundo, de sensibilidad presente, de prosperidad helada.

A los nenes ya maduros se les acabará terminando la paciencia, cual niños malcriados que son. No podemos dudar que muchos de ellos escogerán el camino más rápido aunque sea el más reprobable y demencial. ¿O no?

En Londres padecieron tal generación con los disturbios de hace apenas un año. En el fondo los mocosos, aunque muchos ya hubiesen traspasado la treintena, destrozaban todo aquello a lo que no podían acceder porque papá no se lo podía comprar. Allí quemaban o rompían, aquí levitan en autocomplacencia.

… solo se queja…

Los huevones patrios se conforman con indignarse. En todos los sitios cuecen habas aunque más bien sean guisantes. Ni lo uno, ni lo otro. ¿Qué tal trabajar un poco, emprender, luchar, esforzarse, frustrarse, estrellarse? Indignarse con el vacío mental autoinfligido, con las propias carencias causadas por la sociedad, por los políticos, los progenitores, las retrógradas vanguardias simples en su simple vacuidad y yermo vacío.

Si los síntomas son preocupantes habrá que analizar las causas. ¿El exceso? ¿Tener todo gratis y a mano? ¿No necesitar más que quejarse para conseguir lo que desean? O no valorar el esfuerzo. No haber tenido jamás responsabilidades porque papá o mamá, Venus hermafrodita o Apolo ambidiestro, se lo daba todo hecho, evitando malsana frustración.

Por egoísmo de los padres, no sea que viesen a sus retoños compungidos si "sufrían" por razones nimias, aunque fuese una tarde. ¡Qué desgraciados! Los hijos. ¡Pobrecitos! Los padres.

¿Acaso no aprendieron nada de los suyos, de cómo la mayoría se ganó con sudor y esfuerzo todo lo que consiguieron? Es ese el drama. No inculcar el valor de lo efímero.

Todo se acaba o se marchita si la fortuna no se ara, si la razón no se abona, si no se riega el intelecto cada día. Sea la sensibilidad, la imaginación, el cerebro, la valía, el sustento, la riqueza, el alma, la suerte y hasta la vida.

Difícil es crear. Más fácil es mantener. Pero incluso lo pretendidamente perenne se diluye si no lo cuidamos. Eso es lo que está pasando con la educación, entendida no como una acumulación de saberes más o menos útiles para la sociedad, de destrezas o aptitudes para producir más y contaminar mejor.

Sino como un permanente deseo de aprender, de asimilar, de gozar; de alimentar el raciocinio, la belleza efímera, la curiosidad infinita, la vitalidad esforzada, la capacidad de forjar; de fomentar una actitud positiva hacia la vida, aunque a menudo se vuelva añorado, y el amenazante futuro, que podría ser brillante; de respeto a todos, nuestros semejantes y los que no lo son; de enriquecer el entorno con la exaltación, la protección de la armonía virtuosa, la cultura andrógina, la naturaleza doblegada, el planeta exprimido, la diversidad agotada.

Bastantes chistes nos cuentan cada día políticos y druidas supuestamente sabios en estos solares, ya enladrillada cloaca global, en la cual han alparceado el mutuo beneficio, que no es el del ciudadano. La ineducación es parte de esta chanza suicida y algún día fúnebre, que se está volviendo macabra con su inanidad.

Dicen que esta es la generación mejor preparada de la historia. Monsergas. Demasiado diploma enmarcado para tan poca sustancia, ni siquiera vívida o estimulante verdad, aunque no sea tal.

… mientras entierra saber y sabiduría

La sabiduría agoniza, la razón se pudre, el discernimiento encoge, la ilustración se difumina, la iluminación se apaga. Rectificar tal deriva existencial es necesario. No lo haremos. Esto es España. El resto de Occidente está igual de perjudicado, aunque su altivo ombligo le impida verse los pies de barro con los que se desliza hacia el inclemente muro encalado de albas calamidades: la piedra de Sísifo sigue rodando.

Oriente no está mejor. Ha asumido nuestro peor desarbolado moral. Se ha negado a aprender nada de los errores cometidos durante más de dos siglos de innovación científica y tecnológica, de Revolución Industrial y social; cien años de apenas evolución filosófica; y medio siglo con el pensamiento económico enquistado en su simpleza primigenia, matemática y floja de ínfimo alcance temporal.

Que Dios nos coja confesados si no revertimos tan triste devenir y enderezamos la decadencia que amenaza a esta entrópica sociedad, con cambio o sin cambio climático, que menudo veranito llevamos entre deshielos y sequías, por un lado, y calcinaciones arborícolas, pero sobre todo mentales y financieras, por otro. La culpa de todo, como siempre, del empedrado.

Volvemos a la carga. Lo siento. Están a tiempo de salir corriendo.

"La fundación internacional Save the Children, famosa por sus esfuerzos para combatir el hambre en África, pidió por primera vez fondos para abordar la pobreza infantil en Reino Unido"… ONG famosa por combatir el hambre en África se preocupa por la pobreza en Reino Unido (BBCMundo – 5/9/12)

Save the Children dice que la recesión económica y el creciente costo de vida ha llevado a muchas familias a la pobreza.

La organización dice que algunos niños están yendo al colegio con hambre y no tienen ropa de invierno. La organización internacional Save the Children, conocida por ayudar a algunas de las familias más pobres del mundo, lanzó su primer llamado para ayudar a los niños de Reino Unido.

Save the Children dice que los niños más pobres de Reino Unido están sufriendo por la recesión, sin comidas calientes regulares o zapatos nuevos.

La entidad le pide al gobierno británico que haga énfasis en las ayudas para las familias de bajos recursos y les pida a los empleadores que paguen un salario mínimo.

El gobierno dijo que está comprometido con erradicar la pobreza infantil.

Cifras

Los investigadores de Save the Children hicieron un sondeo de más de 1.500 niños entre los 8 y los 16 años y más de 5.000 padres, con énfasis en los grupos de más bajos ingresos.

El estudio se basa en cifras del Instituto de Estudios Fiscales (IFS, según las siglas en inglés) que estiman que hay 3,5 millones de niños en la pobreza en Reino Unido y predicen un fuerte incremento en ese número durante los próximos años.

Para Save the Children, quienes viven en la pobreza tienen un ingreso familiar menor al equivalente de US$ 27.000 al año.

El 61% de los padres pobres encuestados dice que ha recortado en comida y el 26% reconoció haber omitido una de las comidas diarias el año pasado.

Un poco menos de un quinto (19%) dijo que sus niños han salido a veces sin zapatos nuevos cuando los necesitan.

Problemas financieros

El 19% de los niños pobres dijo que ha faltado a excursiones del colegio y el 14% dijo que no tiene una chaqueta para usar en el invierno.

El informe, llamado It Shouldn't Happen Here (No debería pasar acá), también revela qué tan conscientes son los niños de los problemas financieros de sus padres.

Más de la mitad de los niños (58%) señaló que cree que a sus padres les está quedando cada vez más difícil pagar todo.

El 52% de los niños más pobres estuvo de acuerdo en que la ausencia de dinero estresa a sus padres o los hace infelices, mientras el 43% estuvo "firmemente de acuerdo" en que sus padres están recortando en cosas para ellos, como ropa o comida.

El 23% de los padres en el rango más bajo de ingresos indicó que es más probable que les hablen bruscamente a los niños a raíz de la preocupación por los problemas de dinero, comparado con el 10% de los padres con mejores ingresos.

Reacción del gobierno

El informe cita las cifras presentadas el mes pasado por el departamento gubernamental de Trabajo y Pensiones de Reino Unido, que revelaron que el 61% de los niños pobres tienen padres trabajadores.

Le pide por eso al gobierno que fomente que más empleadores paguen más del salario mínimo para que los trabajadores puedan suplir las necesidades familiares.

Además le pide al gobierno que pague el 80% de los costos relacionados con el cuidado infantil de las familias más pobres.

Un vocero del departamento de Trabajo y Pensiones dijo: "A pesar de que se invirtieron 150 millones de libras esterlinas (US$ 238 millones) en subsidios y beneficios impositivos en la última década, el enfoque del gobierno anterior para combatir la pobreza infantil falló, y Reino Unido no alcanzó sus propias metas de pobreza infantil en 2010".

"El gobierno permanece comprometido a erradicar la pobreza infantil, pero queremos tener un nuevo enfoque al combatir los orígenes, que incluyen el desempleo, las fallas educativas y la descomposición familiar".

"Y nuestras reformas de bienestar mejorarán las vidas de algunas de las familias más pobres en nuestras comunidades".

Save the Children espera recoger fondos que ascienden a US$ 800.000 para ayudar a mejorar la vida escolar de los niños de bajos recursos y entregar a las familias objetos elementales como estufas, muebles o juguetes.

"La responsable de Incidencia Política de la división española de Save The Children, Yolanda Román, asegura que en España sería factible una campaña similar a la que ha puesto en marcha la filial británica de la organización, ya que los índices de pobreza infantil son "altamente alarmantes" y "viendo la situación actual, no pueden más que empeorar""… España, a un paso de una acción contra la pobreza infantil como la de Reino Unido (ABC – 6/9/12)

Save The Children United Kingdom ha presentado este miércoles una campaña en la que por primera vez, la ONG aborda la pobreza de los niños británicos. Con el lema "Esto no debería pasar aquí", denuncia que siendo uno de los países más ricos del mundo, hay niños que van con hambre al colegio porque sus padres no tienen recursos para proporcionarles un desayuno adecuado, entre otras carencias.

Román ha señalado que una campaña como esta sería "necesaria", porque se requiere "del esfuerzo de todos" para erradicar la pobreza entre los niños, que va en escalada al ritmo de la crisis económica y va a peor. "Es más, puede ser que dentro de tres o cuatro meses veamos algo parecido en España", ha señalado.

Román recuerda que el índice de pobreza infantil en España se sitúa entre el 24 y el 26% y está afectando seriamente tanto a la alimentación como al rendimiento escolar de los menores. Sobre el primer asunto, la organización ya está detectando "problemas de nutrición" y advierte de que ya en junio "había niños cuya única comida en el día era la que hacían en el comedor del colegio".

"Ya entonces nos preguntábamos qué pasaría con estos niños durante el verano, cuando no hay comedor escolar", ha planteado Román, quien ha denunciado que la situación de las familias con dificultades "no puede sino empeorar" si se añaden nuevas tasas y pagos que realizar, como el que muchos comedores escolares impondrán este curso a los niños que se lleven la tartera de casa.

Menor rendimiento y mayor absentismo

En cuanto al ámbito escolar, la responsable de Incidencia señala que la pobreza ya está afectando al rendimiento, tanto por la mala alimentación de los menores como por los problemas económicos en sus familias, y va a provocar un aumento del absentismo por las dificultades para acceder a un transporte hasta el centro educativo.

"Se han eliminado muchas rutas escolares y nos han estado llegando denuncias de niños de algunos barrios que estaban empezando a faltar a clase ya en el mes de junio (2012) por dificultades para acceder al transporte", ha señalado Román.

Otro asunto que preocupa a la organización es el acceso a los medicamentos tras la reforma sanitaria. "Nos están llegando muchas denuncias de gente que dice que no puede comprar las medicinas que necesitan para sus hijos, como las de la fiebre. Se han quitado recetas para ciertos medicamentos y hay familias que no pueden hacer frente a los pagos de esas medicinas para sus niños", ha afirmado.

Una realidad aún oculta

El colofón lo pone el hecho de que Save The Children está convencida de que "hay todavía una realidad de pobreza infantil oculta" que por una razón o por otra, algunas familias no se atreven a mostrar. "Por nuestro contacto con la realidad y nuestro trabajo diario en zonas rurales y en zonas urbanas con alto índice de exclusión, sabemos que la situación está empeorando", ha apostillado.

Román ha explicado que al margen de las grandes campañas de sensibilización que Save The Children realiza a nivel internacional, cada delegación nacional funciona de forma autónoma a la hora de realizar acciones de concienciación. En España, la entidad "no lo ha envuelto en una campaña", pero lleva ya muchos años trabajando directamente contra la pobreza infantil.

En este momento, los esfuerzos están centrados en la acción política, porque, conforme recuerda la responsable de Incidencia, "la labor de las ONG es muy importante pero en ningún caso puede suplir a la acción del Estado".

"De momento estamos haciendo esfuerzos políticos para aportar nuestro conocimiento en derechos de infancia para solucionarlo. El principio de la Legislatura todavía concede margen para medidas de carácter político, sobre todo porque desde el primer momento, el Gobierno ha puesto en la agenda la pobreza infantil, aunque hasta ahora hay muchas declaraciones de intenciones, pero falta mucha acción concreta", ha añadido.

"Cerca de 75 millones de jóvenes están desempleados, una cifra que no deja de crecer desde que estalló la crisis, y que evidencia el principal reto al que se enfrentan tanto los países desarrollados como los emergentes"… Los jóvenes de todo el mundo configuran el eslabón más débil en la crisis económica (Vozpópuli – 9/9/12)

La tasa de desempleo juvenil en España alcanzó el 53,28% en el segundo trimestre, según la última Encuesta de Población Activa. Sin embargo, no se trata de un mal endémico del mercado laboral español, sino que es una constante que se repite en todo el mundo, incluyendo grandes potencias como EEUU o países emergentes como Brasil. Los jóvenes son el eslabón más débil en esta crisis y reducir esta desorbitada tasa de paro se ha convertido en el mayor reto de los Gobiernos.

Cerca de 75 millones de jóvenes están desempleados en todo el mundo, lo que supone un incremento de más de 4 millones desde el año 2007, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que advierte no sólo de las consecuencias económicas y sociales de este paro, sino también de sus efectos perjudiciales sobre la futura inserción laboral y los salarios.

Y es que para los jóvenes, encontrar trabajo se ha convertido en la "pescadilla que se muerde la cola": "no consigo trabajo porque no tengo experiencia y no tendré experiencia si no consigo trabajo".

Exceso o falta de cualificación

Si hace unos años, el nivel de formación realmente marcaba una diferencia a la hora de encontrar empleo, estas ventajas se desdibujan con la crisis. La educación y la capacitación son esenciales para incorporarse al mercado laboral con éxito, sin embargo, en las economías en desarrollo se ofrecen puestos de trabajo muy limitados a sectores formales pequeños, y la juventud no siempre ha adquirido en la universidad las habilidades necesarias adecuadas para calificar en dichos trabajos.

El difícil acceso a trabajos de alta cualificación provoca que muchos jóvenes "disfracen" su currículum para optar a empleos mucho menos exigentes. No es extraño por tanto, encontrarse a candidatos que maquillan sus conocimientos y habilidades para no ser descartados por estar hiper-cualificados.

Atrapados en el empleo temporal

Muchos jóvenes se encuentran atrapados en trabajos de baja productividad, temporales, mal remunerados y muy alejados de sus aspiraciones. La transición hacia trabajos permanentes y mejor pagados se pospone cada vez más en las economías desarrolladas.

"No consigo trabajo porque no tengo experiencia y no tendré experiencia si no consigo un trabajo", piensan los jóvenes

El incremento de trabajo temporal y a tiempo parcial en los últimos diez años, especialmente coincidiendo con la crisis, sugiere que este es el único empleo disponible para muchos jóvenes. Incluso la proporción de empleo remunerado frente al porcentaje de empleo total es muy baja.

Esta tendencia ha despertado el debate en torno a la flexibilidad del mercado laboral en general y la dualidad del mismo en particular. El auge de este tipo de contratos podría explicarse por una combinación de legislaciones menos estrictas respecto a los costes de despido y los trámites para los contratos no temporales, junto con el escaso poder de negociación individual de los jóvenes.

El fenómeno de los "ni-ni" cada vez va a más

La falta de puestos de trabajo y el exceso de candidatos altamente cualificados ha provocado que muchos jóvenes, desalentados, abandonen la búsqueda de empleo o decidan posponerla para resguardarse bajo el paraguas del sistema educativo. La OIT estima que, debido a la crisis, un total de 6,4 millones de jóvenes se encuentran en esta situación, especialmente en la Unión Europea.

Los jóvenes que ni estudian ni trabajan -conocidos en España como "ni-ni" y en el resto del mundo como NEET (de sus siglas, sin educación, empleo o formación)- representan un creciente motivo de preocupación para los responsables políticos. Según la OIT, suponen al menos un 10% de la población joven y afecta mucho más a quienes tienen un nivel bajo de educación en los países desarrollados.

El retiro de la fuerza laboral joven a causa de la crisis es un arma de doble filo. Por una parte, los jóvenes que desistan a encontrar empleo y dejen de formarse, corren el peligro de quedar excluidos definitivamente de un mercado laboral cambiante y en constante movimiento. Por si fuera poco, la presión que recae ahora mismo sobre los jóvenes que buscan empleo se multiplicará cuando algunos de estos "rezagados" decidan reincorporarse al mundo laboral.

"España es uno de los países de la OCDE donde hay más jóvenes que ni estudian ni trabajan, los conocidos como ni-nis. Concretamente, el 23,7% de los chicos y chicas entre 15 y 29 años no está ni empleado ni recibe ningún tipo de formación, lo que sitúa a España en el quinto puesto de un total de 33 países (donde de media los "ni-nis" representan apenas el 15,8%)"… España se sitúa como uno de los países de la OCDE con más jóvenes que ni estudian ni trabajan (Expansión – 10/9/12)

Estas conclusiones se desprenden del informe "Panorama de la Educación 2012" que ha elaborado un año más la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Entre 2008 y 2010, España presenta el tercer mayor aumento (siete puntos) después de Irlanda y Estonia, comparado con los 2,1 puntos de incremento que ha experimentado la media de la OCDE.

"En la habitación de Jesús no suena el despertador. El madrugón para ir a estudiar o trabajar es algo que pertenece al pasado de este joven de 28 años, parado y con un futuro incierto. Vive con sus padres y hermanos menores -de 17 y 22 años- en una modesta vivienda del barrio de Arganzuela, donde cada día transcurre igual que el anterior"… Mi vida como un Ni-Ni (El Confidencial – 16/9/12)

Lo primero que Jesús ve al despertar es una hilera de sol reflejándose en las sábanas. Mira el reloj: las 12:15. "Joder". Veinte minutos más acostado para despejar el cerebro. Se levanta y va a la cocina. Zumo de piña, galletas y Camel para el desayuno. Diez minutos después ya está en el ordenador. Mick Jagger en un amarillento póster le mira desde la pared. Una medalla cuelga de la foto de su primera comunión, y en las estanterías se suceden discos de Nirvana, Sabina y Deep Purple.

Entre esas cuatro paredes hubo días de rutina, de estudio. Hoy queda la incertidumbre. El vacío. Las horas muertas. Jesús forma parte del 23,7% de los jóvenes de entre 15 y 29 años que no estudian ni encuentran trabajo en España, el porcentaje más alto de Europa. El dato asusta si se compara con 2006, cuando rozaba la media global de la OCDE, con un 16%. Además si atendemos solo a la franja de 25 a 29 años, el desastre afecta al 29%.

Llaman al telefonillo y aunque Jesús está solo en casa, no lo coge. "Será algún cartero…". Varias novelas, viejos manuales y libros de texto rellenan un armario. La cama está sin hacer. Algunos cajones guardan mecheros rotos, una pila de cartas de antiguos ligues, videojuegos pasados de moda, púas de guitarra… pero también compases, escuadras y varios bocetos. A Jesús siempre se le dio bien dibujar. Cursó el bachillerato técnico y se matriculó dos veces en un módulo superior de Planificación de obras, que nunca terminó. El dinero rápido que lograba como relaciones públicas en varias discotecas le hizo distraerse de los estudios superiores, y ahora querría aspirar a más. "Me gustaría estudiar Bellas Artes pero, entre la edad que tengo, los requisitos que piden para entrar y el pastón de la matrícula, no es algo fácil".

La corta mañana se ha esfumado. Sabe que son las dos de la tarde porque oye la sintonía de "Los Simpson" que su hermano pone al volver del instituto. Se ajusta unos vaqueros raídos y una camiseta de Pull & Bear. "Bajo a por el pan", le dice. El adolescente ni le mira, su atención pertenece a la tele. Jesús aprovecha el corto paseo a la panadería de al lado para cargar contra un apelativo que le molesta. "Un Ni-Ni es el que no intenta hacer nada para valerse por sí mismo", considera. "Yo al menos me muevo y llamo a todas las puertas".

"Lo de siempre", le dice al panadero, que le entrega tres barras. Nada más llegar a casa, devora el almuerzo. Suele comer rápido porque "no aguanta el Telecinco" que ven sus padres. "¿Te han llamado de eso?", le dice la madre. "No", responde indiferente. El padre sube el volumen de la tele. Asqueado, termina la merluza, lleva el plato a la cocina y vuelve a su guarida, donde comienza a divagar. Chatea, edita con el Photoshop, abre el Marca… Los titulares de prensa dejaron de interesarle hace tiempo. "No me importa en absoluto lo que digan o hagan Rajoy y la Merkel, solo sé que nos están puteando y cada vez es peor".

"No quiero seguir aquí"

Suena "Blue in Green", de Miles Davis, y se enciende otro Camel. Jesús fuma una cajetilla diaria, casi el doble de lo que consumía cuando trabajaba. "Menos mal que ellos fuman", bromea, mientras devuelve el paquete al bolso de la madre. Pasan ya de las ocho y en la habitación no para de sonar el Spotify. Son canciones mezcladas con publicidad porque no puede pagarse una suscripción de cinco euros.

Abre una Mahou y habla de su amigo Yoni, que se ganaba el sueldo como reformista "cuando el boom de la construcción", hasta que en 2006 se fue al paro. "Hacía de todo y cobraba bastante dinero. Ahora como mucho le sale arreglar el enchufe de alguna abuela o pintar una pared". La crisis del ladrillo también afectó a otro de sus mejores amigos, Nano, que dejó de vender pisos en Tecnocasa en 2007. Ahora ellos, que no pasaron de los estudios básicos, malviven juntos a otros jóvenes ocupando casas y alimentándose de la comida que tiran los supermercados, cuando no hay más remedio.

Aunque Jesús vive con sus padres, está muy ligado a sus colegas de siempre y procura visitarles con regularidad. "Le han echado un par -dice- y prefieren malvivir como "okupas" a seguir con sus familias. Yo no tengo duda de que en cuanto salga algo estable me iré de casa a tirar como sea. No quiero seguir aquí".

Currículum

Un reloj del Atleti marca las nueve y cuarto. Se oyen unos rasguños en la puerta y Jesús se levanta a ver qué sucede. Es Yoshi, el pequeño yorkshire familiar que ha venido a reclamar su salida vespertina. "Venga, a estirar las patas", le dice al perro.

Mientras pasea calle abajo comienza a relatar su experiencia laboral a trompicones. Su trabajo más estable empezó en 2003, como dependiente de ropa de hombre en El Corte Inglés, donde pasó tres años y medio. "Todavía no me lo explico, pero después de dos años empezaron a hacerme "mobbing" constantemente para que me fuese, me cambiaban a otros departamentos para vender menos, me reducían el sueldo y a pesar de que vendía mucho nunca quisieron promocionarme, hasta que decidí dejarlo", explica. "Era otro tiempo, el trabajo abundaba y pensé que rápido encontraría algo mejor. Nada más lejos". Era verano de 2006. La misma época en que a sus amigos se les torcieron las cosas.

Desde entonces, una larga lista de empleos temporales trazan su currículum: limpieza, técnico de pladur-tras un curso de seis meses-, vigilante de piscina… Pero se acabaron y en un suspiro, para enero de 2010, se le agotó el año que le correspondía de prestación por desempleo. Pocos meses después perdió los 420 € de ayuda del Plan Prodi -antecesor del Plan Prepara- por un trabajo de un solo día como azafato en el Bernabéu. El último empleo que tuvo fue como teleoperador a principios de 2011, pero duró solo dos meses. Todos estos trabajos distaban de su interés por el diseño, hasta que ese año comenzaron a llegarle cartas del Inem y empezó la racha de cursos.

"En todas las academias te prometen el oro y el moro con una bolsa de trabajo, diciéndote que te van a dar empleo, pero luego ni prácticas ni leches. Todavía estoy esperando el certificado del último curso", explica enfadado. "No te dan ningún tipo de solución cuando terminas". Desde que acabó las clases a finales de 2011, Jesús dedica varios días de la semana a presentarse en pequeños negocios donde ofrece sus conocimientos de diseño gráfico y web. Pero hasta el momento no ha tenido suerte. "Llega un punto en que te cansas. Ya no sabes a qué empresa llamar ni dónde presentar un currículum".

Yoshi corre por el parque mientras Jesús le vigila desde un banco. "¿Linkedin? Hace meses que dejé de buscar trabajo en Internet. Prefiero hablar con la gente y ser comercial de mí mismo". Las pocas ofertas que circulan en portales de empleo como Infojobs piden muchos requisitos que imposibilitan iniciarse a un aspirante como él. "Hoy en día te exigen idiomas hasta para fregar, cuando el que está en la Moncloa no sabe ni dar la hora en inglés. Solo pido una oportunidad en alguna empresa para demostrar que valgo, como tantos otros, pero la precariedad y los contratos basura hacen que prácticamente nos tengamos que arrodillar".

A pesar de su marcada indignación, Jesús reconoce que no suele acudir a manifestaciones o actos de protesta. "Me parece bien que lo hagan, pero no van a conseguir nada así. Ir a pegar cuatro voces no soluciona nada y menos para pedir trabajo", comenta, de vuelta al refugio.

Una oportunidad

Entre el aburrimiento y la indignación asoma la desgana. "A veces me entra algún bajón pensando en cómo salir del paso, aunque ahora con lo del diseño voy viendo algo de luz, intentando atar clientes", explica. "Eso sí. He hecho trabajos en los que no he visto un duro. Te ponen la excusa de que es útil para tu currículum, pero así al final creas la imagen de que trabajas gratis. Y eso no puede ser". Cita por ejemplo una web y la portada de un disco que hizo para una cantante, de la que no vio ni un céntimo. Ahora edita una página web para un pequeño comercio de estética en Vallecas.

Unas cervezas en casa de un amigo, un póquer esporádico o "algún gariteo" son gotas de ocio que aligeran la rutina del ordenador. Pero es jueves por la noche "y no hay planes". "Todos hemos pegado un bajón tremendo en unos años", afirma Jesús, refiriéndose también a su grupo de colegas. "Salíamos más de fiesta, y además ya hace un tiempo que paso de novias".

El futuro, ni se lo imagina. "Yo lo que quiero es que hoy o mañana me salgan trabajos. No puedo pensar en qué estaré haciendo dentro de cinco años si ahora no tengo donde caerme muerto", espeta. "Vivir el día a día, y lo que tenga que venir vendrá".

Kurt Cobain entona "Smells Like Teen Spirit", la guitarra de Santana ablanda la estancia. Ya es madrugada, y en casa solo queda el ruido de su teclado. Un sándwich le amortigua el estómago mientras sus amigos van deshabitando la red social, hasta que decide acostarse. No sabe a qué hora se despertará. No le importa.

"Ni se forman, ni trabajan, ni buscan empleo. Son los conocidos como "ninis", un total de 1.643.928 jóvenes de entre 15 y 29 años (el 21,1% de la población española), y que cuestan más de 15.735 millones de euros anuales a las arcas públicas, es decir, el 1,47% del PIB, frente a los 10.794 millones (0,99% de 2008)"… El precio de la "generación perdida" (El Mundo – 22/10/12)

Son datos de Eurofound, agencia europea especializada en condiciones de vida y trabajo. El informe analiza cuáles son los factores determinantes para pertenecer a este grupo, así como los costes económicos y sociales que representa.

Para realizar el cálculo, se han tenido en cuenta diferentes factores. Por una parte, los costes que supone este grupo en prestaciones por desempleo, discapacidad, sanidad y otros servicios sociales. Por otro lado, se tiene en cuenta el dinero que deja de percibir el Estado en impuestos, la ausencia de ahorro y consumo por parte de este grupo, así como su incapacidad para aportar al sistema de pensiones y a planes privados.

333 euros por cada ciudadano español

Así, el estudio concluye que cada "nini" le cuesta a España anualmente 11.375 euros, frente a los 10.651 de media en la Unión Europea. Es decir, 333 euros por año a cada español. No obstante, este coste varía notablemente por regiones. Así, en Bulgaria supone 2.512 euros frente 22.700 de Dinamarca. Eurostat constata además que los costes aumentan más rápido que el número de "ninis", una media del 28,33%.

El espíritu del análisis, aclara Eurofound, no es señalar al colectivo "nini" como una carga para la, en muchos casos, famélica economía de los estados. El objetivo es subrayar el coste que supone a una sociedad no integrar a una importante proporción de sus miembros en el mercado laboral o formativo. Entienden que mantener a esos jóvenes fuera del sistema es un "desperdicio de potencial, talento y habilidades", con consecuencias adversas para la sociedad y la economía.

Defiende, por tanto, que el problema es social, no individual. Y resalta la importancia de las políticas de inserción, así como las consecuencias sociales que puede acarrear mantener a un porcentaje tan importante de la población en esa situación. Es más, considera a los "ninis" "uno de los grupos más problemáticos" en el contexto de desempleo juvenil.

Tendencia generalizada, con salvedades

Mientras Alemania, Austria y Luxemburgo (en el primer caso, los "minijobs", pese a su precariedad, sacan de las estadísticas a los "ninis") van mejorando, las cifras no cesan de crecer en los países más golpeados por la crisis, como Grecia (54,7%) y España (34,4%).

La tendencia alcista es generalizada en Europa. La cifra de "ninis" aumenta y también el coste que supone a las arcas públicas: los últimos datos de Eurostat hablan de 13.941.264 (del total de 94 millones de jóvenes), que costarían a la UE más de 153.000 millones de euros. Tal cantidad supone el 1,21% del PIB de la Unión Europea. Es decir, el coste ha aumentado un 45,77% desde 2008.

Trabajo y expectativas de futuro

Sólo el 34% de los jóvenes europeos tenía trabajo en 2011, la cifra más baja registrada por Eurostat. Desde el inicio de la recesión, a finales de 2007, el paro juvenil ha aumentado en 1,5 millones, hasta los 5,5 millones (21%) en 2011.

De los "ninis", el 73% de 15 a 19 años no ha trabajado nunca, una cifra que se rebaja al 43% de 20 a 24 años, y al 28% en el caso de 25 a 29 años.

En cuanto a las implicaciones a largo plazo, el informe de Eurofound augura una generación que puede quedar fuera del mercado de trabajo durante años y ve con preocupación estas cifras, máxime cuando estas generaciones tendrán que "asumir las responsabilidades que representa el envejecimiento de la población".

Grupo heterogéneo

Los "ninis" constituyen una población muy heterogénea. El mayor subgrupo lo integran los jóvenes que están tradicionalmente desempleados, y que Eurostat divide entre vulnerables, (discapacitados y personas que están al cuidado de algún dependiente) y no vulnerables, que son aquéllos que ni trabajan ni estudian porque están centrados en actividades como la música, el arte o el autoaprendizaje.

El nivel de estudios influye notablemente. Así, aquéllos con un nivel de estudios bajo tienen el triple de probabilidades de convertirse en "nini". También ser inmigrante es factor determinante: tienen un 70% más de probabilidades de pasar a engrosar el grupo.

Eurofound alerta de las consecuencias de permanecer un tiempo prolongado en este grupo: aislamiento, empleo inestable y escasas posibilidades de empleo futuro, delincuencia juvenil y problemas de salud física y mental. Corren asimismo más riesgo de estar alienados política y socialmente, y su nivel de interés político y de participación en partidos políticos y en actividades sociales es menor, además de mostrar menor confianza social. Unas características comunes a las que presentaba la juventud de los países donde estalló la primavera árabe.

El informe destaca asimismo que, históricamente, la población joven es golpeada más duramente en los momentos de recesión, en el sentido de que su desempleo es más vulnerable que el de otros grupos de edad. Esto sucede porque suele haber más concentración de jóvenes en sectores "críticos", como la construcción, además de sumar más contratos temporales. Algo que ha aumentado con la crisis, colocando a los jóvenes en una posición aún más inestable.

Nota: En términos absolutos, en 2011 los países donde los jóvenes que ni estudian ni trabajan generaron un coste más alto para la economía son Italia (32.600 millones de euros, 2,06% del PIB), Francia (22.000 millones, 1,11%), Reino Unido (18.000 millones, 1,05%) y España.

En Alemania y Luxemburgo, el coste de los ni-ni se redujo entre 2008 y 2011, mientras que en Austria y Suecia se mantuvo estable. En términos relativos, los mayores incrementos corresponden a Rumanía (78%), Grecia (76%), sorprendentemente Dinamarca (62%) y España.

En el conjunto de la UE, la tasa de jóvenes entre 15 y 29 años que ni estudia ni trabaja se situó en el 15,4%, cifra que representa unas pérdidas para la economía europea de 3.000 millones a la semana (1,2% del PIB comunitario).

– Las generaciones perdidas (Project Syndicate – 24/10/12)

(Por Jeffrey D. Sachs) Lectura recomendada

Nueva York.- El éxito económico de un país depende de la educación, las aptitudes y la salud de su población. Cuando sus jóvenes están sanos y bien educados, pueden encontrar empleos bien remunerados, lograr la dignidad y conseguir ajustarse a las fluctuaciones del mercado laboral mundial. Las empresas invierten más cuando saben que sus trabajadores serán productivos. Sin embargo, muchas sociedades de todo el mundo no cumplen con el imperativo de garantizar una salud básica y una educación decorosa para todas las generaciones de niños.

¿Por qué no se cumple con el imperativo de la educación en tantos países? Algunos son, sencillamente, demasiado pobres para disponer de escuelas decorosas. Los propios padres pueden adolecer de una educación insuficiente, lo que les impide ayudar a sus hijos más allá del primer o segundo año de escuela, con lo que el analfabetismo y la falta de conocimientos básicos de aritmética se transmiten de una generación a la siguiente. La situación más difícil es la de las familias numerosas (de seis o siete hijos, pongamos por caso), porque los padres invierten poco en la salud, la nutrición y la educación de cada uno de los hijos.

Sin embargo, también los países ricos fallan. Los Estados Unidos, por ejemplo, permiten cruelmente el sufrimiento de sus niños más pobres. Los pobres viven en barrios pobres con escuelas pobres. Con frecuencia los padres están desempleados, enfermos, divorciados o incluso encarcelados. Los niños quedan atrapados en un persistente ciclo generacional de pobreza, pese a la riqueza general de la sociedad. Con demasiada frecuencia, los niños que se crían en la pobreza acaban siendo adultos pobres.

Un nuevo y notable documental, The house I Live In ("La casa en la que vivo"), muestra que el caso de los Estados Unidos es incluso más triste y cruel, a consecuencia de unas políticas desastrosas. Hace unos cuarenta años, los políticos de los Estados Unidos declararon una "guerra a las drogas" aparentemente para luchar contra el uso de drogas adictivas como la cocaína. Sin embargo, como muestra claramente el documental, la guerra contra las drogas se convirtió en una guerra contra los pobres, en particular los grupos minoritarios pobres.

En realidad, la guerra contra las drogas provocó la encarcelación en masa de jóvenes pobres de grupos minoritarios. Actualmente en los Estados Unidos hay 2,3 millones de personas encarceladas en todo momento, una mayor parte de los cuales son pobres que fueron detenidos por vender drogas para poder costearse su adicción. A consecuencia de ello, los EEUU han acabado con la tasa más elevada de encarcelación del mundo: ¡la escandalosa de 743 personas por 100.000 habitantes!

El documental retrata un mundo de pesadilla, en el que la pobreza de una generación se transmite a la siguiente, con la facilitación del proceso por la cruel, costosa e ineficiente "guerra contra las drogas". Los pobres, con frecuencia afroamericanos, no pueden encontrar empleos o han vuelto del servicio militar sin aptitudes ni contactos laborales. Caen en la pobreza y se entregan a las drogas.

En lugar de recibir asistencia social y médica, son detenidos y convertidos en delincuentes. A partir de ese momento, no cesan de entrar y salir del sistema penitenciario y tienen pocas posibilidades de conseguir jamás un puesto de trabajo legal que les permita escapar de la pobreza. Sus hijos crecen sin un padre en casa… y sin esperanza ni apoyo. Los hijos de los usuarios de drogas con frecuencia llegan a serlo, a su vez; también ellos acaban con frecuencia en la cárcel o sufren violencia o una muerte temprana.

Lo demencial de esta situación es que los EEUU no han advertido una evidencia… y durante cuarenta años. Para acabar con el ciclo de la pobreza, un país debe invertir en el futuro de sus hijos, no en el encarcelamiento de 2.3 millones de personas al año, muchas de ellas por delitos no violentos que son síntomas de pobreza.

Muchos políticos son cómplices entusiastas de esa locura. Juegan con los miedos de la clase media, en particular con el miedo de la clase media a los grupos minoritarios, para perpetuar ese extravío de las medidas sociales y el gasto estatal.

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