Los Recursos Humanos y los Órganos Locales de Poder Popular. Principales dificultades para su gestión (CUBA) (página 2)
Enviado por Mercedes Maria Gonz�lez Clausell
En Abril de 1975 se inició el proceso de discusión del Anteproyecto de Constitución de la República de Cuba, en el que participaron más de seis millones de cubanos, sometido a referéndum popular el 15 febrero de 1976 y aprobado por el 97,7 % de los electores, el 24 de febrero. Junto con la Constitución se creó la nueva División Político Administrativa y un calendario de elecciones para constituir los Órganos del Poder Popular en todo el país.
Las Asambleas Provincial y Municipal del poder popular y sus Comités Ejecutivos, son sustituidos en 1992, por acuerdo de la Asamblea Nacional, y se crean los Consejos de la Administración. La creación de los Órganos Locales del Poder Popular constituyó una acción insertada en el complejo proyecto de modernización y descentralización del sistema político estatal cubano y un hecho trascendental en el proceso de constitución de la democracia cubana en tanto se crearon condiciones más adecuadas para la democracia socialista, al facilitar institucionalmente la participación de las masas en el gobierno de la sociedad, tanto en los asuntos locales como en los asuntos nacionales, es decir, con el poder del pueblo como el verdadero poder.
A partir de los 90 el alcance estratégico respecto a las comunidades se redimensiona en tanto los Consejos Populares como eslabón del sistema de gobierno ofrecen posibilidades excepcionales para la coordinación e integración . La organización del poder popular permitió un significativo paso de avance en la participación de las instancias de gobierno, sin embargo, al transcurrir el tiempo, se mostraron en la práctica algunas limitaciones. Desde el punto de vista de su funcionamiento, las instituciones municipales estuvieron aquejadas de un exceso de centralización de sus funciones; las instancias provinciales absorbieron demasiado los niveles de decisión sobre los recursos. El Delegado Ejecutivo se convertía a veces en un receptor y transmisor de problemas con pocas posibilidades de tomar decisiones, y aunque eran electos y revocados por el pueblo, tenían más representatividad que poder de gestión frente a los problemas, por falta de recursos. Su papel era ambiguo ya que por ley dirigía, pero a la vez respondía a las necesidades administrativas, es decir, se mezclaban las funciones de administrar y gobernar.
En 1990 se crearon en Ciudad de La Habana los Consejos Populares para resolver nuevos problemas, tomando como antecedente las bases aprobadas para el funcionamiento de los consejos en ciudades y pueblos pequeños. En 1992, en el período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional, se aprobó extender la generalización de la constitución de los Consejos Populares en zonas rurales y cabeceras municipales, sobre la base de las experiencias anteriores, adaptándolos a las condiciones específicas de cada territorio y comunidad.
La Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó el 12 de julio del propio año la Ley de Reforma Constitucional y posteriormente, el 29 de octubre de ese año promulgó la Ley 72, Ley Electoral; ambas decisiones legislativas introdujeron importantes modificaciones conceptuales y de organización en el sistema de Órganos Locales del Poder Popular. Desde entonces se perfeccionan teniendo en cuenta las experiencias acumuladas después de su implantación.
Con las modificaciones a la Constitución de la República, que se aprueban en 1992, se establece que "Las administraciones locales que estas Asambleas constituyen, dirigen las entidades económicas de producción y de servicios de subordinación local, con el propósito de satisfacer las necesidades económicas, de salud y otras de carácter asistencial, educacionales, culturales, deportivas y recreativas de la colectividad del territorio a que se extiende la jurisdicción de cada una" (Constitución de la República, 1976:46). La Ley Constitucional norma la función legal de los Consejos Populares y su legislación complementaria, en particular, en la Ley No 91 de los Consejos Populares, aprobada por la Asamblea Nacional el día 13 de junio del 2000 y publicada en la Gaceta Oficial de la República el 25 de julio del propio año. De conformidad con lo establecido en el Artículo 104 de la Constitución de la República, esta ley regula la organización, atribuciones y funciones de los Consejos Populares.
La Ley No 91 de los Consejos Populares, en el Artículo 2 establece que "El Consejo Popular es un Órgano de Poder Popular, de carácter representativo, investido de la más alta autoridad para el desempeño de sus funciones. Comprende una demarcación territorial, apoya la Asamblea Municipal del Poder Popular en el ejercicio de sus atribuciones y facilita el mejor conocimiento y atención de las necesidades e intereses de los pobladores de su área de acción" (Ley 91, 2000:1). Esta Ley norma en lo fundamental las atribuciones y funciones del Consejo Popular en la comunidad, como elemento rector del funcionamiento de poblados, barrios, pueblos, ciudades, zonas rurales, referidos a aspectos específicos del desarrollo comunitario, como es la participación de la comunidad con protagonismo y autosugestión.
DESARROLLO:
En mi opinión, los Consejos Populares poseen una estructura que se adecua al funcionamiento de las comunidades, en tanto se corresponde con la concepción de la integración coherente de todos los actores sociales de la comunidad y las funciones que debe desempeñar el territorio en relación a sus habitantes. Aún cuando existen criterios diferentes entre especialistas y personas dedicadas al trabajo con las comunidades y a las funciones de gobierno en el contexto local, hay consenso en cuanto a la necesidad de la integración del trabajo de todos los actores sociales como elemento básico de la estructura de organización, dirección y representación del Consejo Popular en la comunidad para contribuir a la solución de las necesidades con el apoyo de la población. Ello puede contribuir a evitar la parcelación institucional y el autoritarismo que todavía pesa en el ámbito comunitario.
Considero que las características estructurales de los Consejos Populares, que mejor se corresponden con la concepción del desarrollo integral de las comunidades, son: su organización territorial, su estructura y sus objetivos y funciones sociales.
La Organización Territorial. Se ha concebido que los Consejos Populares se organicen teniendo en cuenta las tradiciones de la zona e identidad de las personas al lugar. Sus demarcaciones físicas desde el punto de vista de los barrios, poblados; características funcionales, es decir, los lugares donde tienen que acudir las personas para satisfacer sus necesidades y solucionar los problemas cotidianos más variados -económicos, sociales, culturales- y las características del lugar desde el punto de vista demográfico y geográfico, necesarias para crear un Consejo Popular, tomado en consideración su extensión territorial, cercanía entre ellas, número de habitantes, vías de comunicación existente, identidad de intereses de los vecinos, necesidades de la defensa y otros elementos de importancia. Se trata de que los Consejos Populares, siempre que sea posible, integren todos estos elementos dentro de una extensión determinada, teniendo en cuenta las especificidades de las comunidades, poblados, asentamientos urbanos y rurales. En las zonas rurales, donde las características del lugar y la funcionalidad limitan una mejor organización y comunicación, los Consejos Populares abarcan a menos personas y más territorio.
Estructura. El Consejo Popular está integrado por un Presidente y los Delegados de las Circunscripciones que lo conforman. En dependencia de su complejidad y número de habitantes se puede seleccionar además, uno o dos y hasta tres vicepresidentes. Posee otros integrantes como un representante designados por cada una de las organizaciones sociales del lugar, al igual que las entidades administrativas fundamentales de la demarcación que dirigen las direcciones municipales.
Por su estructura, los Consejos Populares son la organización idónea para el trabajo en la comunidad; constituyen un mecanismo ágil y flexible, que facilita se tomen las medidas y decisiones pertinentes para el funcionamiento de la comunidad y para el cumplimiento de las responsabilidades, tareas y compromisos de las entidades estatales. La estructura comunitaria de los Consejos Populares se expresa en su implementación, funcionamiento y operatividad. Aunque no se constituyeron con este objetivo, de hecho cumplen esa función: son el elemento básico de la estructura organizativa y de dirección de las comunidades en Cuba. (Anexo 3).
En Cuba existe un debate en torno a la demarcación de los Consejos Populares y la identidad comunitaria en relación al lugar. Desde mi punto de vista, en Cuba se ha instaurado una forma de gobierno local, el Consejo Popular al nivel de comunidades, barrios y de pequeñas poblaciones, que tanto por su organización territorial, estructura, funciones y objetivos sociales, pueden corresponderse con la concepción del trabajo comunitario. Sin embargo, la función de organización territorial de los Consejos Populares en relación con la comunidad debe ser perfeccionada, teniendo en cuenta la identidad y especificidad de los poblados, barrios y comunidades. Esa demarcación no debe ser ni formal ni convencional, como a veces sucede, cuando hay que precisar determinados límites de los Consejo Populares.
Lo antes expuesto demuestra que los Consejos Populares pueden funcionar plenamente como estructura comunitaria, capaces de cumplir las funciones más importantes dentro de la comunidad y propiciar el desarrollo integral de la misma, sobre la base de la participación directa de la población en la toma de decisiones y en la fiscalización y control de las actividades, asegurando un mejor conocimiento por parte del gobierno en relación a las preocupaciones, necesidades e intereses de la población comunitaria a través de sus representantes directos, los Delegados de la Circunscripción y los dirigentes de las organizaciones sociales, unido al apoyo de la población local. En la práctica han aparecido dificultades las cuales se enfrentan y a la vez se perfecciona el sistema de los Consejos Populares y funcionamiento de la comunidad, que se examinarán en el acápite siguiente.
2.3 Principales limitaciones en los enfoques y prácticas del desarrollo comunitario en Cuba.
Ninguna institución social está exenta de presentar limitaciones y de ser perfeccionada, las propias contradicciones que generan su avance y desarrollo exigen cambios que antes o después ocurren; estas contradicciones en el trabajo comunitario venían madurando bajo la influencia de diversos factores. Acontecimientos sociales importantes en Cuba en las últimas dos décadas han tenido una incidencia muy directa en el esclarecimiento de las limitaciones que presentaba el desarrollo comunitario y a la vez propician el perfeccionamiento del mismo. Los cambios institucionales en la organización y funcionamiento de los órganos estatales y de gobierno no todos han dado los resultados esperados, lo cual, ante las expectativas de la población repercute en un debilitamiento relativo de su papel.
Aún es débil la coherencia e integración de los actores sociales en torno al Consejo Popular. La participación de algunas organizaciones sociales sólo se limita a apoyar, para que el pueblo asista a las diferentes actividades y no en la movilización para la búsqueda de soluciones colectivas a los problemas (Rosales, 1995). La multiplicidad de programas y proyectos que hoy son impulsados en la comunidad, no se mueven dentro de una estrategia de desarrollo local, sino que existen sin articularse entre sí por ser programas independientes, lo cual provoca choques, y disminución de la efectividad del impacto. Cada cual realiza acciones y en muchos casos la población, al asistir a actividades convocadas por otro organismo, lo hace más bien como espectadores o como representantes formales de su institución, pero sin lograr una real participación e incorporación a partir de sus propias iniciativas. La multiplicidad de programas simultáneamente sin un proceso de articulación de sus objetivos y métodos, con carácter poco diferenciado entre sí y con respecto a las especificidades de cada comunidad, provoca solapamiento, en ocasiones choque de acciones emprendidas.
Ha pasado más de una década en medio de una etapa dinámica de perfeccionamiento de los Consejos Populares y del trabajo comunitario, de aplicación fructífera de una nueva concepción, métodos y técnicas participativas en la búsqueda y solución de múltiples problemas, y aunque existen avances, se multiplican nuevos programas y proyectos sin la coordinación e integración necesarias de los actores internos de la comunidad. Relacionado con esto, el personal encargado de ejecutar los programas en la base, con frecuencia no está capacitado en la concepción del desarrollo comunitario, ni en los métodos y técnicas, ni en la elaboración y manejo de proyectos comunitarios. Se necesita de una correcta preparación teórica y metodológica para desarrollar el trabajo integralmente para superar la unilateralidad, la espontaneidad y la incoherencia y lograr las transformaciones sociales que necesita el trabajo en las comunidades locales.
En su mayoría, los programas y proyectos de trabajo comunitario son concebidos para la comunidad y no desde ella, pues se aplican sin la
realización de un diagnóstico comunitario participativo. Se desconocen en muchos casos las características de la comunidad. Ellos, en general, eximen a la comunidad de la participación en la identificación de problemas, en la concepción y ejecución de las tareas y del esfuerzo colectivo de los sujetos. Aún es escasa la participación contributiva de la comunidad para el desarrollo local, en términos de la formulación de objetivos, de toma de decisiones y manejo de recursos para su implementación. En la conformación de esos programas no siempre se ha tenido en cuenta los intereses específicos de los miembros de la comunidad, precisamente por no ser elaborados a partir de la propia realidad comunitaria donde cada institución establece sus indicadores de medición y evaluación de la eficiencia del programa, sin la debida unificación, lo que impide hacer análisis integrales de los resultados.
Generalmente la participación de la población es más movilizativa que comprometida, con altas y bajas, según el acontecimiento para el cual se convoca. La participación comunitaria resulta casi nula en los momentos de la concepción, el estudio y el diagnóstico de la comunidad, cuando se quieren desarrollar acciones de transformación. Durante la ejecución de las tareas suele existir la mayor participación de la comunidad, convocada por quienes dirigen los procesos de cambios. Es muy limitada la participación de la comunidad durante los procesos de evaluación y control y casi nula en la evaluación de impacto y aún más escasa en la realización de sistematización comunitaria, como proceso de reflexión crítica de una o varias experiencias, que a partir de su ordenamiento y reconstrucción, descubre o explica la lógica del proceso vivido, los sujetos que participaron en ese proceso, cómo se han relacionado entre sí y por qué lo han hecho de ese modo, como vía idónea de enriquecer las acciones y programas de trabajo comunitario y su proyección futura.
La búsqueda de la integralidad de los sujetos y actores sociales no entra en contradicción con la vocación social del desarrollo local de los territorios que se propone el Estado en sus programas y proyectos, pero existen aún vestigios de una cultura burocrática poco anuente a permitir competencia en otros sectores de su territorio. En general, durante casi tres décadas predominó la influencia de una cultura autoritaria, centralizada, verticalista, asistencialista, manifiesta en estilos, métodos y hábitos de trabajo, dirigidos a hacer estrictamente lo concebido homogénea y uniformemente, en ocasiones sin tener en cuenta las particularidades de cada lugar, sus intereses específicos, que a su vez encuentran terreno propicio para influir y limitar los procesos participativos y la creatividad que se proponen los nuevos actores sociales, e impide la aplicación de métodos basados en la fluidez, el diálogo, la comunicación y la negociación, de forma colectiva, tolerante y constructiva.
Los problemas que existen en las comunidades, no sólo materiales – como carencias en el completamiento de las necesidades primarias, alimentos, agua, vivienda, transporte, entre otras – sino espirituales, en cuanto a organización, disciplina, dirección, entre otros, coloca a los Presidentes de los Consejos Populares, a los Delegados de Circunscripción y a los representantes de las organizaciones sociales y de masas y la propia población en numerosos casos, en posiciones de espera, pudiendo promover soluciones con las propias fuerzas y medios si se propiciara la participación e involucramiento de la población local. Aún es insuficiente la autonomía de las estructuras locales en el empeño por la autogestión, unido a la incomprensión de algunos actores locales de sus responsabilidades y funciones en la comunidad.
Los programas, tareas y proyectos como tendencia, aspiran a la satisfacción de necesidades materiales o de aspectos muy específicos, problemas de vivienda, el agua, urbanización, hacinamiento, prevención, delitos, relaciones con los adolescentes, prostitución, entre otros. Los elementos relacionados con la cultura de la comunidad habían sido menos atendidos y estudiados. Poner en marcha ideas de proyectos y de transformación, que permitan a la comunidad utilizar sus recursos y encontrar soluciones a sus problemas, es ante todo un proceso sociocultural. En los últimos cuatro años se ha producido un viraje en esta dirección asociado al desarrollo de importantes programas educativos, culturales y de atención social. Estos aprendizajes van tomando cuerpo en alentadoras experiencias que han comenzado a introducir la dimensión de la integralidad del trabajo social y comunitario.
La actual concepción del trabajo de los Consejos Populares y la proyección hacia el trabajo comunitario integrado, por definición y estructuración, se distancia y supera la concepción anterior, que a pesar de sus limitaciones, no fue errónea dados los grandes retos que enfrentó la Revolución durante más de tres décadas. " La aplicación de una política social única fue posible mediante la acción centralizada del Estado, que garantizó la unidad de objetivos sociales y posibilitó alcanzarlos de manera rápida y uniforme"(CIEM, 1996:79). Actualmente y en lo adelante, bajo enfoques más flexibles, la Revolución toma decisiones en función de necesidades, recursos, prioridades y beneficio social, que se deciden centralmente, bajo el principio de justicia social. En estos casos, cuando se trata de decisiones estatales de intervención en la comunidad, es la población quien complementa el éxito de dicha tarea cuando la asume desde la participación popular. Las campañas de saneamiento, de eliminación de epidemias, vectores, vacunación, desastres naturales y otras tareas de este tipo lo ilustran.
Desde el principio el Estado ha suministrado los recursos vitales y el reconocimiento a las iniciativas de los actores sociales que emprenden acciones de transformación en las comunidades locales sobre la base de que el eje rector y coordinador de todas las transformaciones es el Consejo Popular, amparado en la Constitución de la República y demás legislaciones vigentes, pero algunos Presidentes de Consejos y Delegados de Circunscripción, con más incidencia en los noveles (téngase presente que cada dos años y seis meses se renueva entre el 47 y el 50 % de los Delegados de Circunscripción) desconocen en general la teoría, los métodos y la reglamentación de sus funciones y actúan como entes autoritarios e interventivos, desaprovechan las potencialidades de la descentralización, de la participación y de acción transformativa en las comunidades, lo que a la vez le impide lograr la coordinación e integración del trabajo de los actores sociales en las mismas. Esto requiere de la capacitación integral, en lo concerniente al contenido de sus funciones legales y de la concepción del desarrollo comunitario sustentable (teoría, métodos, técnicas y procedimientos).
Los problemas anteriores han limitado el éxito de las comunidades en la contribución al mejoramiento de las condiciones de vida, materiales y espirituales; han dependido de los fondos estatales, más que de su propia gestión, lo que limita generar una base social y de autogestión propias. Ello, junto a la carencia de algunos recursos correspondiente a la etapa de crisis económica ha facilitado a otros actores, como Organizaciones No Gubernamentales y otras, intervenir en algunos espacios importantes de la vida de la población local. En ese sentido cabe la posibilidad de que esos espacios lo aprovechen otras personas o instituciones con cierta influencia en determinados sectores y grupos sociales, para lograr sus fines, que no siempre coinciden con los intereses populares. Existe también un desconocimiento generalizado, incluso de las instituciones y organizaciones en la base, de los aspectos esenciales de la cooperación internacional para el desarrollo local, que puede ser potenciado este último.
La Revolución ofreció un sistema de facilidades asistenciales de orden material y financiero, que creó cierta mentalidad a escala social y local de consumismo y dependencia respecto a tales recursos y a percibirlo como el derecho a que el Estado resuelva todos los problemas individuales, de la familia y de la comunidad con independencia de los esfuerzos y el trabajo aportado por éstas. Esto fue creando estereotipos, estilos y métodos de trabajo en una concepción paternalista y asistencialista que habituó a la población comunitaria a recibir, demandar y esperar soluciones. Este aspecto, aunque ha mejorado en los últimos años de mayor descentralización de recursos, independencia y gestión en lo local, también requiere tratamiento desde el punto de vista legal, pues todavía no se ha creado un marco jurídico y un sistema institucional con potencialidades para que el trabajo y desarrollo comunitarios fluya con mayor ímpetu, junto con el poder de los Consejos Populares. Es necesario además, utilizar racionalmente los incipientes espacios y mecanismos de desarrollo comunitario ya creados.
Existen aspectos que requieren atención, en particular lo concerniente a las atribuciones de los municipios sobre entidades económicas enclavadas en los territorios. A pesar de las indicaciones de las Asambleas Provinciales y Municipales del poder popular a favor de la cooperación localmente, la colaboración y responsabilidades de los ejecutivos de las entidades económicas y de los servicios con los delegados y líderes de la comunidad, queda a veces a la buena voluntad de los primeros, expresado en exceso de centralismo en las decisiones económicas que limitan la autogestión comunitaria. Las entidades económicas y de servicios responden a determinados requisitos y exigencias administrativas y legales que limitan la posibilidad real de brindar el apoyo necesario a la comunidad donde ellas radican. En la mayoría de los casos no se sienten responsabilizadas con las comunidades donde radican y viven los trabajadores y sus familias, lo que requiere analizar los procedimientos que aseguren como elemento integrado a los Consejos de la Administración del territorio, la necesaria y ordenada cooperación que contribuya a la solución de problemas de la población local.
El Estado no cuenta con los recursos para llevar a cabo procesos de intervención y asistencia como los de las primeras tres décadas posteriores al triunfo revolucionario; cambiaron también los enfoques de desarrollo para las comunidades con la creación de los Consejos Populares, descentralización de poder, de recursos y de servicios y mayor participación y gestión de los actores sociales y los sujetos comunitarios. La tendencia es que sin excluir la intervención y la asistencia social, oportuna y necesaria del Estado y del gobierno en el esfuerzo por el desarrollo integral de la comunidad, cada vez más prevalece la acción participativa de la población, hacia la autogestión y la sostenibilidad.
El desarrollo comunitario en la actualidad – entiéndase década de los 90 del Siglo XX y la presente – concebido como proceso de transformación, donde la participación ciudadana asume entre otros aspectos, una parte importante de responsabilidad en la solución de necesidades a escala local, en sustitución de una gestión centralizada que no se adecua y se ha visto limitada por falta de recursos, no deberá asumirse como una solución coyuntural, sino que constituye una de las vías para el desarrollo comunitario sustentable, que a la vez consolida la democracia socialista. Para el avance del desarrollo comunitario, la Revolución cuenta con la voluntad política y el apoyo popular; stos dos aspectos favorecen los cambios que están ocurriendo en las instituciones cubanas. Por otra parte, las transformaciones económicas, el avance de la economía y las nuevas soluciones en el orden educacional, cultural y social que se realizan actualmente, han permitido mayores niveles de participación, autonomía y movilidad de las comunidades.
El problema de la participación comunitaria y los mecanismos de su instrumentación en su dimensión teórica y práctica contiene diferentes nociones y contradicciones muy relacionadas con las tradiciones, las costumbres y la cultura, por eso es indispensable superar los obstáculos que se presentan en el proceso de la participación. La participación en Cuba desde 1959, basada en principios democráticos y socialistas, ha pasado por diferentes etapas y momentos, muy relacionada con las tradiciones y la cultura nacional.
En mi opinión la primera etapa estuvo sujeta a percibir la participación como sinónimo de información y concebirla como la capacidad de la población comunitaria de sensibilizarse, movilizarse y actuar sobre la base de decisiones tomadas previamente acerca de tal o cual acción. La intervención y la participación popular estaban estrechamente relacionadas. En este caso, la población es convocada a participar, colaborar y brindar su apoyo en la ejecución de un plan, un programa, una tarea, con la anuencia de las organizaciones sociales y de masas y demás entidades locales, como respuesta a la propuesta de desarrollo. Así la comunidad participa como factor clave de las transformaciones en beneficio suyo y de la sociedad en su conjunto. Concebida así la participación en su sentido más amplio, significa convocar a la población, aumentar su receptividad y capacidad para reaccionar ante los programas de desarrollo provenientes de una u otra entidad con un mandato expreso.
A partir del establecimiento del gobierno revolucionario con la participación en él de las masas, hizo posible el cumplimiento de los acontecimientos de los primeros años, como la Reforma Agraria, la administración de las empresas estatales, la experiencia heroica de Playa Girón, la lucha contra bandidos, la Crisis de Octubre, entre otros. Generalmente, en concentraciones públicas frecuentes y extensas donde líderes y pueblo se funden en el entusiasmo revolucionario.
Una segunda etapa en la concepción y aplicación de la participación podría se enmarca a partir del segundo lustro de la década del 70, relacionada con la Constitución Socialista, puesta en práctica en 1976, dando inicio al proceso de institucionalización del país. Se creó la nueva División Político Administrativa y la constitución de los órganos del Poder Popular. Todo ello encaminado a perfeccionar el sistema político de la Revolución y el Socialismo. No obstante, las condiciones en que se desarrolla este proceso en no pocas ocasiones estuvieron enmarcado en una etapa caracterizada por una importante carga de emergencia y bajo un enfoque de intervención.
En la etapa los programas de desarrollo llevados a cabo reproducían modelos asistencialistas de intervención al concebir a la comunidad o al espacio local como un objeto receptor de las bondades de las estructuras del Estado, receptora de recursos y servicios, vista desde una perspectiva carencial y no reconociendo todas sus posibilidades internas, principalmente el potencial humano, en función del desarrollo local.
Una interpretación así de la participación correspondió a una época, en la cual, el proyecto revolucionario obtuvo grandes éxitos, pero no deja de ser una interpretación general y a la vez limitada para una etapa superior de desarrollo de la Revolución Cubana, en el sentido que los sujetos participantes ocupan una posición subordinada respecto al sujeto que concibe las decisiones, de modo que la población participa en programas y tareas que apoyó conscientemente, pero generalmente fueron concebidas en instancias superiores.
Una tercera etapa asociada a la crisis económica (etapa conocida en Cuba como Período Especial), a la institucionalización de los Consejos Populares en todo el país, a la reforma de la Constitución Socialista en 1992, a las medidas económicas de los años 93 y 94, a la influencia de referentes teóricos y metodológicos, en particular la educación popular y a un conjunto de acontecimientos y decisiones que se han estado adoptando en la etapa señalada en la descentralización de decisiones, recursos y servicios, que han ampliado el fortalecimiento de decisiones en la base, posibilitando mayor participación de la población. Este proceso requiere que confluyan las políticas y programas nacionales y locales, para que no se produzcan exageradas desproporciones del proyecto social que construimos respecto a las necesidades e intereses de la población y aseguren el ejercicio democrático y su constante perfeccionamiento, lo que debe traducirse en políticas locales diferenciadas para los Consejos Populares y las comunidades.
Todo este proceso, aún insuficiente y en perfeccionamiento constante, ha favorecido el trabajo de las comunidades en el país en lo referido a que han adquirido más capacidad de decisión, participación y de organización con proyección hacia la autodirección y autogestión social comunitaria. En este proceso de perfeccionamiento las comunidades han sido favorecidas, pero aún, en mi criterio, se trasladan viejos problemas con matices nuevos, que son estructurales, esenciales, para el trabajo con la comunidad como la insuficiente integración para el trabajo de todos los actores sociales interactuantes, predominio de la intervención sobre la participación y pobre participación e implicación de la población en su entorno local.
El Consejo Popular tiene el apoyo de la población, pues en su mayoría los Delegados de la Circunscripción son los líderes, pero faltan recursos para poder resolver problemas tan sensibles como el de la vivienda, el agua, entre otros. Faltan conocimientos y cultura para facilitar la participación real de la población, sin ser interventivos. Son problemas esenciales aún no resueltos.
El conjunto de decisiones que se han tomado en la década que terminó y para los próximos años, bajo los efectos de la crisis y los procesos que se encuentran en curso, impactan tanto positiva como negativamente en el ámbito comunitario. En mi opinión las de mayor prioridad son las de preservar y desarrollar la educación y cultura, la salud pública, la seguridad social y la defensa de la nación, cuyos servicios se mantienen e incrementan en todo el sistema.
La despenalización de la divisa, el desarrollo del turismo, la apertura al capital extranjero – posibilitó la circulación en paralelo de dos monedas; ha sido importante también recuperar y revalorizar capacidades instaladas y nuevas áreas de los servicios. La entrada de organizaciones internacionales para los proyectos locales amplió las ofertas de servicios a la población local. Surgieron además, concepciones más flexibles en la prestación de los servicios, que reducen distancias a recorrer y gastos innecesarios. La introducción de tecnologías alternativas en la producción de viviendas con esfuerzo propio agiliza el proceso constructivo de las mismas para la comunidad. Se han producido aumentos de salarios a más del 70% de los trabajadores y, en particular el inicio de los programas que conducen a utilizar con más racionalidad el potencial humano y a nuevas ofertas de empleo, conocimientos y valores en función de personas e instituciones que lo necesitan.
Lo anteriormente expuesto denota que el centro de atención de la política trazada es el hombre, su bienestar material y espiritual, donde un grupo de carencias, de dificultades sociales y ambientales del desarrollo y su expresión en la comunidad, requieren de una atención priorizada, dada la necesidad de atenuar y evitar las desproporciones sociales y locales que tienden a ser creadas en las nuevas condiciones; también como necesidad de potenciar el espacio local, las comunidades, su potencial humano, material y financiero, como factores de desarrollo.
Las medidas económicas y sociales emprendidas han mejorado los niveles de consumo y la calidad de vida de la población, pero a la par han introducido elementos de diferenciación social. Ellas han entrañado un elevado costo político y social; han generado fenómenos sociales, políticos e ideológicos no solo progresivos, sino también negativos. "En los últimos años están relacionados particularmente con el incremento absoluto y relativo de las desigualdades sociales, el delito, la corrupción y el individualismo. Lo anterior condiciona la naturaleza de las contradicciones más agudas que se manifiestan en el terreno político espiritual" (Limia, 2002:25). En consecuencia, el modelo a aplicar en Cuba pone retos a las ciencias sociales y a la práctica del socialismo en la estrategia de desarrollo ulterior de la Revolución. Ante todo está el reto al logro de que los nuevos sectores económicos tributen a la acumulación socialista en los planos económico, político, social, e ideológico-cultural y no se conviertan en sus socavadores. El país ha conducido la política de cambios para impedir el dominio del mercado y sus leyes y proteger a la población del impacto negativo, pero ha tenido necesidad de apelar a algunos de sus mecanismos, de modo transitorio.
Como puede apreciarse, este reto no cuenta con un paradigma previo, por lo que exige ante todo, una profunda creatividad, tanto de los líderes como de la población, un reto individual y colectivo, que entraña construir una sociedad de justicia social y dignificación personal en condiciones de país del llamado Tercer Mundo y colindando con la potencia de mayor poder y agresividad en el planeta.
En este contexto la concepción de la participación comunitaria y social es enriquecida. Un grupo de corrientes de pensamiento, procedentes de diferentes ámbitos, particularmente de América Latina, en las que se destacan por su influencia en el ámbito social comunitario, la concepción de la educación popular y otros referentes afines, que aunque empezaron a influir en el país en el trabajo y desarrollo comunitarios, relativamente tarde, a principios de los años 80, permeando los medios intelectuales y políticos, y con más fuerza a los profesionales de las universidades, de algunos centros de estudios y de organismos e instituciones que se relacionan directa o indirectamente con la población comunitaria, han tenido su impacto mayor en la década pasada y la presente. Ellas aparecen en el contexto cubano, con el enfoque de diálogo, de dinamizar las relaciones en las comunidades, llenar espacios de participación, coordinación y gestión, reducir la distancia entre investigador e investigado, como vía para fortalecer los logros ya obtenidos por la Revolución y el socialismo. Se distinguen por la profunda preocupación por conocer y transformar la realidad social, problemas, conflictos, con soluciones propias, de producir conocimientos y cambios conscientes de los sujetos sociales sobre la realidad cotidiana, unido a su aprendizaje colectivo y conducido por los interesados, en proceso de autogestión en torno a la producción, bienes, servicios, conocimientos, cultura y valores.
En el contexto cubano se destacan importantes instituciones investigativas y de transformación social, investigadores sociales, educadores populares, con una extensa obra teórica y práctica; en particular, el "Centro Memorial Martin Luther King Jr.", el Centro de Investigación Educativa (CIE) "Graciela Bustillos", que comenzaron estas prácticas a principios de los años 80 en Casa de las Américas, y desarrollan hoy con éxito en todo el país proyectos de capacitación y de experiencias comunitarias. A finales de 1987, surgió en Ciudad de la Habana el Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital (GDIC), el cual se ha propuesto en lo fundamental, promover el desarrollo de la ciudad integralmente e incrementar la participación popular directa en la solución de los problemas que más la afectan. Un año después surge la experiencia piloto de los Talleres de Transformación Integral de Barrio (TTIB), dirigidos a la autogestión para el desarrollo al nivel local como eslabón intermedio en la estructura de base entre el municipio y la comunidad, ya que no se habían creado los Consejos Populares. Actualmente suman más de 19 y han ampliado considerablemente su accionar. En el caso del municipio de Mariano, cada Consejo Popular posee un taller permanente. También el Departamento de Sociología de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de la Habana, sistemáticamente convoca, organiza y realiza talleres en el contexto local, cuyos temas de debate han sido la comunidad, la participación, metodologías, proyectos y descentralización, los cuales generan importantes programas de transformación social a partir de la participación y gestión comunitarias y concluyen con la edición de un libro (compendio), que contiene las experiencias más enriquecedoras sobre el tema, de importancia para favorecer el diálogo e intercambio de ideas y de extender las reflexiones y experiencias a otras personas vinculadas al desarrollo comunitario en otros puntos de la geografía cubana. La Dirección del Programa FLACSO- Cuba, de la Universidad de la Habana, desde 1987 se vincula a la educación popular en la persona de Paulo Freire, en su única visita a Cuba cuando asiste al Congreso Internacional de Psicología. Conoce de las experiencias que en estos años desarrollaban entre otros, el conocido arquitecto y educador popular mexicano Carlos Núñez y personalmente interactúa con las experiencias de Frei Betto en Brasil, en 1989 y más recientemente con el reconocido académico norteamericano Peter Park, igualmente dedicado al tema comunitario, entre otros.
De ellos fundamentalmente partieron -y se mantienen en activo hasta hoy- los paradigmas de desarrollo local y de las comunidades en Cuba. Estas instituciones y las personas que las representan, integradas en equipos multidisciplinarios continúan hoy aplicando y desarrollando la teoría, los métodos y la filosofía de la educación popular y referentes afines en el entorno específico del país. Existen además numerosas instituciones igualmente meritorias, que también implementan con éxito sus experiencias comunitarias, como la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana, el Centro de investigaciones Psicológicas y sociales, y otras en todo el país, algunas de referencia nacional como es el trabajo desarrollado por equipo de educación popular y de trabajo comunitario en las provincias, Cienfuegos, Santiago de Cuba y Pinar del Río, entre otras.
A partir de la capacitación y del esfuerzo de numerosos educadores procedentes de los medios mencionados y de otros escenarios, han desarrollado en las distintas provincias programas, experiencias y proyectos comunitarios, que abordan la concepción del trabajo en las comunidades desde perspectivas y enfoques diferentes, en particular priorizando las comunidades y barrios precarios, grupos de riesgos y personas en desventaja social, en el desarrollo de atención la social, la educación, la cultura y los valores. Numerosos actores sociales, con la intención de abordar la problemática de la comunidad de forma nueva y diferente, esperando reanimar el trabajo, han hecho uso y abuso de metodologías y técnicas de trabajo comunitario. El uso de las técnicas está justificado si estas son asumidas como herramientas dentro de un proceso que coadyuve a fortalecer la organización y concientización popular, pero el abordaje inadecuado puede vulgarizarlas y obtener el efecto contrario.
Las prácticas investigativas que iniciaron la mayoría de los investigadores y educadores que hoy trabajan en las comunidades respondían a un paradigma positivista: a veces agrupados en equipos multidisciplinarios, que a partir de un interés investigativo escoge el tema, el problema, los objetivos, las hipótesis, los instrumentos de investigación se acercan a la comunidad como espacio de validación de la teoría. Los datos obtenidos se analizan en función de la hipótesis y objetivos trazados y como resultado final se elabora un informe contentivo de las recomendaciones, se publican artículos, libros, se socializan las experiencias, etc. Esta concepción, auque ha dado algunos resultados, es elitista e interventiva, y aún pesa en la conducta actual de numerosos educadores e investigadores y distorsiona la esencia del trabajo comunitario.
Hoy existe una tendencia al incremento de un nuevo paradigma investigativo y participativo con énfasis en la interpretación cualitativa, la cual propicia una mayor participación de la comunidad para conocer sus puntos de vistas e intercala el diálogo y utiliza técnicas participativas aplicadas para la animación y el análisis, lo que ha sido causa de que variadas experiencias de trabajo comunitario no pasen más allá del uso de las técnicas. Sus objetivos son fundamentalmente de interpretación de los problemas, no de transformación, por ello es común que el esfuerzo culmina con diagnósticos incompletos, ponencias, artículos y propuestas de trabajo.
Los tradicionales, y nuevos actores de transformación social que surgen en diferentes ámbitos como los trabajadores sociales, universidades, actores sociales y líderes de la comunidad, todos con la intención de ayudar a las comunidades en la solución de sus problemas cotidianos, aún sin dominar un paradigma socio crítico en la práctica del trabajo comunitario, se acercan en distintos grados y modos a una actuación de más consenso, participativa y flexible, pero predomina en muchos casos la participación limitada de la población, el criterio del agente externo y una mezcla de intervención con participación, de métodos, técnicas y procedimientos. Se necesita consolidar los nuevos enfoques sobre la realidad cotidiana, unido a su aprendizaje colectivo y conducido por los interesados en procesos que contribuyan a la autogestión y sustentabilidad comunitarias.
A partir del año 1999 se desarrollan nuevos programas sociales, decididos centralmente por la alta dirección del país, orientados a la atención social, la educación y la cultura, fundamentalmente, cuyo primer objetivo es alcanzar más justicia e igualdad sociales.
Entre los programas fundamentales que más incidencia tienen en el desarrollo de las comunidades, se destacan los siguientes: Programas de trabajadores sociales; de superación integral para jóvenes; de empleo, en los servicios, principalmente para jóvenes; de atención priorizada a niños, ancianos y discapacitados.
En mi opinión, la implementación de estos programas de desarrollo al nivel social es clave para la concreción de la estrategia de desarrollo de las comunidades, con un impacto directo e inmediato en la solución de problemas de su población. En su realización pueden fortalecer el protagonismo popular y la integración comunitaria. Como experiencia nueva, en ejecución y con proyección hacia el futuro, merece pensar en los efectos que en lo adelante podrían tener estos programas desde el punto de vista de la asistencia social y su relación con el protagonismo de la población, su participación en la decisión al nivel local, es decir, comunitario, respecto a tales programas. Aún cuando es demasiado temprano para evaluar los impactos, además de los casos donde participa la población en su ejecución, podría evaluarse que hay otros que pueden ser analizados y ejecutados, con mayores impactos, con la participación de la población comunitaria beneficiada para que no queden sólo al nivel de la asistencia social.
Qué ventajas tiene para Cuba el uso de una concepción correcta para el trabajo y desarrollo de las comunidades de base de cada territorio?. "La diferencia fundamental es el impacto objetivo. Aquí es infinitamente superior. Aquí uno imagina que la herramienta que se pone en manos de la gente es más transformadora que allá. Porque esta es una sociedad trabajadora, organizada, con un proyecto asumido, con un sentido de pertenencia importante. Tu das un martillo, pero ya uno se imagina los clavos donde va a golpear ese martillo. En América Latina, tu das el martillo y a veces uno siente que el nivel de frustración va a ser muy grande, porque no hay ningún clavo para ese martillo. Eso marca la frontera, entre lo que Cuba hace y experimenta, y lo que América Latina viene haciendo y experimentando con esfuerzos muy grandes. Aquí hay una capacidad humana instalada, que solamente hacía falta estallar. Allá la falta de capacidad humana instalada, limita cualquier novedad metodológica o filosófica que la educación popular tiene. Por eso yo decía que ustedes no saben lo que tienen" (López, 1998: 23).
Es cierto que el mejor recurso con que cuenta nuestro modelo de sociedad es el potencial humano, no sólo por su preparación técnica, sino también por el alcance humanista, su espíritu de solidaridad y cooperación, su organización y distribución. El país está demostrando que a la vuelta de unos años puede aumentar la capacidad de consumo una o más veces con un proyecto que garantiza una distribución lo más justa posible e igualdad de oportunidades para todos, lo que un país latinoamericano puede ofrecer sólo a una parte de la población cada vez más reducida. Cuba tiene educados a sus profesionales para trabajar allí donde sean más necesarios dentro o fuera del país, formados en los aspectos solidarios del ser humano, partiendo del hecho de crear una sociedad donde cada hombre tenga derecho a igualdad de oportunidades, a realizar todas sus potencialidades, se considere no sólo objeto, sino también sujeto del proyecto social que se construye y a la vez un hombre o mujer que valore como lo más grande de su interior el ejercicio de su dignidad y el respeto a la dignidad del otro.
Las condiciones de Cuba no son las de América Latina, mientras ellos educan para movilizar a la gente para conseguir el poder, como proceso emancipatorio, nosotros educamos desde el poder conquistado y revolucionario. Todo lo anterior nos hace reflexionar acerca de que tenemos condiciones para trabajar en el desarrollo del país , en cada comunidad, en cada localidad, porque ese poder lo tiene el pueblo desde la célula más pequeña, que es la circunscripción con el delegado y sus electores, hasta el poder más alto, representado por la Asamblea Nacional del Poder Popular.
En mi opinión la educación popular, a pesar de haber sido creada en un contexto y ámbito de sociedades con profundos antagonismos, como vía alternativa y reivindicativa, para lograr cambios sociales a favor de los explotados, sólo puede desarrollarse plenamente en sociedades liberadas de las ataduras de la propiedad privada y del mercado. Su concepción es participativa y democrática y en nuestras condiciones cuenta con las ventajas de la Revolución y el socialismo generadores de profundos procesos de desarrollo social. Es por eso que algunos de sus fundadores, y muchos de los discípulos más reconocidos, como Carlos Núñez, reconocen que es en Cuba donde mayor acogida y desarrollo ha alcanzado la educación popular, con potencialidades insospechadas
Aún así, considero que las virtudes de la educación popular no ha sido generalizada ni se ha tomado la conciencia necesaria sobre ella y su aplicación ha sido parcial, aún con limitaciones en los enfoques teóricos y prácticos. Podrían transformar posiciones positivistas y de intervención innecesarias, que tanto dañan la iniciativa y la participación popular, para cambiar actitudes autoritarias de funcionarios y educadores y contra la intolerancia que tanto perjudica la acción creadora y desprejuiciada de las personas.
En síntesis, han predominado los procesos interventivos sobre los procesos participativos en las comunidades, aspecto que limita el desarrollo de la autogestión comunitaria, pues no ofrece la autonomía necesaria a las estructuras locales para la implementación de acciones propias, ni la capacitación en desarrollo comunitario. Existen logros importantes pero aún no está formada la cultura de trabajo y de educación comunitarias, ni consolidada la concepción de desarrollo comunitario sustentable, que necesitan las comunidades en todo el territorio nacional. (Anexo 4).
CONCLUSIONES:
En la solución progresiva y exitosa de las nuevas tareas para el desarrollo comunitario, resulta cada vez más necesario transitar del modo de participación popular de movilización y convocatoria, configurado en las primeras décadas de la Revolución, a uno que, abarcando la capacidad del primero para movilizar al pueblo en torno a objetivos sociales primarios, también sea capaz de lograrlo sistemáticamente en la vida cotidiana, de manera interesada y creciente, con protagonismo e involucramiento. Cualquier política de cambio se encuentra condenada al fracaso si no cuenta con el protagonismo popular.
El objetivo de la tesis ha sido cumplido, en tanto fue elaborada una concepción metodológica desde la Educación Popular para la integración coherente y participativa de los actores sociales en función del desarrollo comunitario sustentable en Cuba. La concepción metodológica asumida, permite desarrollar programas y proyectos sobre la base de la potenciación de los recursos disponibles en cada lugar, con la concepción de la participación, con poder de decisión desde la comunidad, la cual asume la responsabilidad de sus problemas y despliega una estrategia particular sobre cómo resolverlos, dirigido a mejorar la calidad de vida de su población, teniendo como centro la estructura de los Consejos Populares y su cohesión con los demás actores comunitarios como contribución al desarrollo comunitario sustentable. La propuesta metodológica se sustenta en una posición de carácter ético, incluye el respeto a las personas, el derecho a la participación social, el enriquecimiento de la identidad comunitaria y la integración de los sujetos en una comunicación flexible y dialogada.
BIBLIOGRAFÍA.
Castro, Fidel. (2003) Discurso pronunciado en la clausura del Congreso de Pedagogía 2003, el 7 de febrero del 2003, Periódico Granma, La Habana.
Conferencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1992. "Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. En: Contacto, vol. XVll No 2, junio de 1992, UNESCO-PNUMA, Santiago de Chile.
________ (2003) Discurso pronunciado en la sesión de clausura del Quinto Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, 14 de febrero del 2003, Periódico Granma, La Habana.
CIEM (1996) Investigación sobre el desarrollo humano en Cuba. Reproducción hecha por la Oficina del PNUD Ediciones Mundi-Prensa, P. 13-17, La Habana.
______(1996) Investigación sobre el desarrollo humano en Cuba. Reproducción hecha por la Oficina del PNUD Ediciones Mundi-Prensa, P. 43-47, La Habana.
Constitución de la República (1976), Capítulo XI, Articulo 103, Editorial Política, Pagina 46, La Habana.
De la Torre, Caridad. (2001) Las identidades, una mirada desde la Psicología, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinelo, p. 203, La Habana.
Díaz, Beatriz, (1998) El enfoque participativo en ciencias sociales: una apreciación de los noventa. En Educación popular y participación, Editorial Caminos, P. 7, La Habana.
Díaz, David, M. Uriarte, et-al (1999). Participación comunitaria en cuatro experiencias de los órganos locales de gobierno en Cuba. En: Desarrollo local y descentralización en el contexto urbano. Roberto Dávalos (Compilador), Editado por Taller de impresión del Movimiento Cubano por la Paz, P. 76, La Habana
Fals Borda Orlando y J. Rahman (1991) Aspectos Metodológicos de la Investigación Acción Participativa, p. 9, Conferencia Internacional, Bogotá.
Fernández, Julio. (2002) Conferencia en Evento Laboral. Palacios de la Convenciones. Jueves 28 de marzo del 2002, La Habana.
Freire, Paulo. (1969) Pedagogía del Oprimido: ¿Una lectura pasada de moda?, En: Colectivo Nacional del CEEAL en Cuba. Paulo Freire entre nosotros, Instituto Mejicano para el Desarrollo Comunitario, A. C., p. 28, México.
http://www.jornada.unam.mx./2000/nov00/001124/025ª1eco.html/Galeano
Guevara, Enesto. (1989) Educación y Hombre Nuevo. Editorial Política, P. 8, La Habana.
______________(1988) El socialismo y el hombre en Cuba. Editora Política, La Habana, p. 18
ONU(1987) Informe Brutndland, p. 13, Estocolmo.
Jara, Oscar. (1994) La dimensión educativa de la acción política, IMDEC, p.79, México
Ley 91 de los Consejos Populares (2000) Asamblea Nacional del Poder Popular, 13 de julio del 2000 y publicada en la Gaceta Oficial de la República el 25 de julio del 2002, p 5. La Habana.
López, Vigil. (1998) Entrevista a Esther Pérez, Revista Caminos, No.9, p.12, Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr. , La Habana.
Limia, Miguel. (2002) Experiencias y perspectivas del socialismo en Cuba. Revista trimestral Cuba Socialista, editada por el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, número 23. P. 25, La Habana.
Luz, José. (1981) Selección de Textos,. Palabras de Cuba, Aforismo No. 566, Editorial Ciencias sociales, p. 167. La Habana.
Martí, José. (1891) Discurso en el Liceo Cubano de Tampa, 26 de noviembre de 1891, tomo 4 p. 279, Tampa.
Marx, Carlos.(1972). Tesis sobre Feuerbach. Carlos Marx y Federico Engels, Obras Escogidas en 3 tomos, tomo 1. Editorial Progreso, P. 9-11, Moscú.
___________(1973) Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Instituto Cubano del Libro. Editorial Pueblo y Educación, p. 47, La Habana.
Memorias de Congreso Comunidad 98, diciembre de 1998, P. 27, La Habana.
Núñez, Carlos (1998) La Revolución Ética, Edición, Instituto Mejicano para el Desarrollo Comunitario, A. C., p. 31, México.
Park, Peter. (1990) Qué es la Investigación Acción Participativa. Perspectivas Teóricas y Metodológicas. Universidad de Massachusetts, p. 37, Amberst.
PNUD (1998) Informe sobre desarrollo humano. Reproducción hecha por la Oficina del PNUD en Ediciones Mundi-Prensa, p. 75, La Habana.
Pérez, Vidal. (2001) Presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Pinar del Río, en Reunión del Consejo de la Administración, 12 de diciembre del 2000, Pinar del Río.
Prebisch, R. (1980) Prólogo, Libro de Octavio Rodríguez, La Teoría del subdesarrollo de la CEPAL, Siglo XXI editores, p. 7, México.
Programa de Trabajo Social, (1943) Conferencia Nacional de Servicios Sociales, p. 7, Washington.
Rosales, Ulises. (1995) Intervención en la Reunión de los Presidentes de las Asambleas Municipales del Poder Popular, Ciudad de La Habana. . En Antología mínima, Editorial Caminos, p. 10, La Habana.
Datos de los autores:
Lic. Eufemia Herrera Pita
Graduada de Lic. en Educación
Profesor-Tutor SUM Pinar del Río- CUBA
Centro de Trabajo Universidad de Pinar del Río
Ing. Mercedes Maria González Clausell
Graduada de Ingeniera Agrónomo en el año 1981 en la Universidad de Pinar del Río.
Centro de Trabajo Universidad de Pinar del Río en la Dirección de Información Científica
Posee la categoría de Instructor
Recientemente terminó el Curso de Pedagogía que la avala para impartir clases de la Asignatura Información y Sociedad I y II en la Carrera de Bibliotecología y Ciencias de la Información de la SUM Pinar del Río.
Dr. Martín González González
Profesor Universidad de Pinar del Río.
Pinar del Río, 6 de Julio del 2007.
Año 49 de la Revolución""
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |