- Escuela y TV. Socialización y Educación
- Agentes de Socialización
- Televisión educativa
- El camino a seguir
- Diseño Metodológico
- Metodología
- Plan de análisis. Criterio Muestral y Cronograma
- ¿Utopía o Realidad?
- Análisis de los resultados en la Entrevista a Expertos
- Análisis de los resultados en la Observación no Participante
- Resultados Generales
- Conclusiones
- Bibliografía
Es una verdad universalmente reconocida que la educación constituye una de las funciones más importantes de la sociedad. De hecho no es posible concebir el desarrollo de la humanidad, ni su propia historia, si no se hubiera asegurado, de una forma u otra, la trasmisión de la experiencia anterior a las nuevas generaciones, si no se hubieran encontrado los medios y las vías para trasladar, de ancianos a jóvenes, de padres a hijos, la herencia cultural contenida en los instrumentos de trabajo, las técnicas y habilidades, las tradiciones y conocimientos.
A partir de lo adquirido se logró el crecimiento económico y cultural de la sociedad y se aseguraron las bases para la continuidad del progreso social.
Desde sus inicios, una de las principales funciones de la Educación ha sido la socialización y en este proceso la escuela constituye, sin lugar a dudas, un espacio clave, por su capacidad de inculcar normas y patrones que le permitan al individuo vivir en sociedad, de aquí la importancia de estudiar este tema tomando como referencia la obra de tres importantes teóricos de la Sociología. Entre ellos un clásico, a saber, Émile Durkheim, y dos contemporáneos, Peter Berger y Thomas Luckman.
Algunos autores afirman, que el ámbito escolar, hasta mediados del siglo XX, era el espacio prácticamente exclusivo de educación e instrucción académica. Pero con el advenimiento de la Televisión esta posición privilegiada fue siendo poco a poco afectada, y a partir de aquí, los avances de la Televisión y el efecto que tienen en la educación en general y en los niños en particular, comenzó a ser-y continúa siendo-un área donde se han movido las inquietudes de los investigadores de las más diversas disciplinas (desde la Sociología a la Psicología, desde la Semiótica a la Pedagogía), así como de maestros, padres de familia y de los más amplios sectores de la opinión pública. Inquietudes y preocupaciones válidas y naturales, ante un hecho novedoso que siempre provoca temores, desconfianzas y, cuando no, un rechazo, más o menos, manifiesto.1
Con la gran apertura de los medios de comunicación, el avance en las últimas décadas, de la ciencia y la tecnología, los medios audiovisuales (cine, video, computación y televisión) se han convertido en importantes vehículos, no solo para trasmitir información, sino que su uso, ha traspasado los límites de las salas oscuras y el hogar, para insertarse en el proceso educativo y formar parte, como un elemento más de las aulas, en los más diversos niveles de enseñanza, ganándose así un espacio importante en el proceso de socialización escolar.
Estos medios no son meros auxiliares en las labores del profesor, sino que tienen una participación activa en los procesos de enseñanza y aprendizaje, por lo que es del todo conveniente conocer cuáles son sus efectos, cuál es su incidencia y, en definitiva, cuál es la utilización que más conviene realizar de ellos en las diversas instituciones escolares.
Los pasados treinta años han sido testigos de dos procesos de una importancia inmensa en la historia de nuestro tiempo: uno de ellos es la demanda, cada vez mayor, de elementos educativos en todos los niveles; el segundo, el explosivo crecimiento de los medios masivos de comunicación, en especial de la televisión. El significado de su asociación dedúzcase fácilmente si consideramos que la educación es en sí una forma especial de comunicación del vasto acervo de conocimientos y sabiduría que la humanidad ha ido trasmitiendo de generación en generación, desde los albores de la historia.
Bajo estas circunstancias y esgrimiendo estos principios muchos países del mundo, incluyendo el nuestro, han llevado a cabo proyectos de perfeccionamiento educativo basados en el uso de los medios audiovisuales como herramientas que contribuyen al desarrollo de las funciones que cumple la escuela, entre la que se encuentra la socialización escolar, de aquí la importancia de estudiar la influencia que este uso puede traer para tan significativo proceso.
Apoyándome en una metodología cualitativa, que me permita acercarme al conocimiento de la realidad a través de una perspectiva reflexiva y obtener mayor información, pretendo demostrar la importancia que posee el uso de la Televisión Educativa en la Enseñanza Secundaria, no solo como complemento a la labor educativa del profesor, sino como un elemento que contribuye sobremanera al perfeccionamiento del proceso de socialización escolar.
El uso del audiovisual (televisión, cine, video, computación) como medio de enseñanza contribuye, ante la falta de materiales educativos escolares, a que el estudiante entre en contacto con ambientes que no le son inmediatos y adquiera determinados atributos que lo formen como sujeto activo y agente del progreso social.
Tomando como base una previa lectura y análisis de los textos que tratan el tema, selecciono como instrumentos para la obtención de información la entrevista a expertos, el análisis de contenido de programas y asignaturas seleccionadas, la entrevista a estudiantes y la observación no participante, estos dos últimos mediante un estudio de caso en varios centros de Enseñanza Secundaria Básica.
Para el desarrollo del trabajo tuve la posibilidad de consultar tanto literatura activa como literatura pasiva. De este modo pude analizar el pensamiento de los clásicos y sus principales ideas acerca de esta problemática, así como las posiciones que los pensadores más contemporáneos han tomado con respecto a estas teorías, y de esta forma llegar a una conclusión propia.
Los centros de documentación más importantes fueron la Biblioteca Central de la Universidad y la Biblioteca Nacional donde encontré la mayoría de los títulos que uso en el trabajo, también alimentaron mi biblioteca personal una serie de materiales que me fueron proporcionados, en primer lugar, por mi tutora, y en segundo lugar, por el colectivo de trabajadores de la Televisión Educativa en Ciudad de La Habana y el Departamento de Enseñanza Secundaria en el Ministerio de Educación (MINED), y que me ayudaron, esencialmente, a definir el tema a trabajar y a esclarecer mis dudas y ampliar mis conocimientos acerca del mismo.
Tres capítulos conforman la estructura de esta Tesis, el primero nos ubica en el marco teórico en el cual descansan las bases histórico-conceptuales del tema, llevándonos de la mano por las principales líneas de pensamiento que se han elaborado y acercándonos a las investigaciones fundamentales que se han llevado a cabo tanto en nuestro país como en el resto del mundo. Este capítulo tiene tres epígrafes, el primero Socialización y Educación, está dividido en dos partes, primero, aborda el análisis teórico-conceptual de estos dos procesos, refiriéndose a como han sido tratados por diferentes clásicos de la sociología a lo largo de la historia, y luego analiza las contribuciones a este estudio, centrándose en tres figuras fundamentales: Durkheim, Berger y Luckman.
El epígrafe dos, Agentes de Socialización, está orientado al estudio de los principales agentes de socialización que intervienen en el proceso educativo, primero se aborda a la escuela como agente de socialización y luego a la televisión, haciendo hincapié en la influencia que ejerce este medio en la sociedad y en como ha sido tratado el tema por la Comunicación Social.
El epígrafe tres, Televisión Educativa, consta de dos sub-epígrafes donde trato de abordar toda la teoría referente a este tema (a pesar de ser tan reciente), el sub-epígrafe 3.1 se refiere a los antecedentes del uso de los medios audiovisuales en el proceso educativo y el desarrollo que ha alcanzado hasta la actualidad, así como los elementos fundamentales que caracterizan a la Televisión Educativa, y en el sub-epígrafe 3.2 se hace un análisis de la inserción de estos medios de enseñanza en nuestro país.
El capítulo dos recoge la estrategia metodológica seguida para cumplimentar los objetivos de la investigación., donde tengo en cuenta los aspectos esenciales: problema, objetivo general, objetivos específicos, hipótesis, definición y operacionalización de conceptos, metodología, criterio muestral y cronograma de tiempo.
El capítulo tres y último, está orientado al análisis de los resultados obtenidos con la aplicación de las técnicas de investigación: el epígrafe uno refleja los resultados obtenidos con la entrevista a expertos, el epígrafe dos con el análisis de contenido, el epígrafe tres con la entrevista a estudiantes, el epígrafe cuatro con la observación no participantey en el epígrafe 5 hago un balance general de los resultados obtenidos..
Para terminar, presento las conclusiones generales del estudio, los anexos y la bibliografía.
"Debido al rápido desarrollo experimentado en el campo de la Televisión Educativa, la publicación o investigación que se intente en este terreno saldrá necesariamente falta de lo último que haya aparecido, porque nunca podrá estar verdaderamente al día".2
Capítulo 1.
Epígrafe 1. Socialización y Educación.
- ¿Quién es quién?. Aproximación teórico-conceptual al análisis de estos dos procesos.
Varios autores coinciden en afirmar que el concepto de socialización tiene su origen en la obra de Simmel, en la cual se alude a la transformación que sufren los individuos como consecuencia de la interacción con otros.
Según el Diccionario de Sociología confeccionado por Salvador Giner y Emilio Lamo de Espinosa la Socialización es "el proceso mediante el cual el individuo en desarrollo se adapta a los requerimientos de la sociedad en que vive"3.
Para G. Ritzer:
…"la socialización es la adquisición de la competencia para la interacción… Los niños no son receptáculos pasivos, incompletos; antes bien, son participantes activos en el proceso de socialización porque disponen de la capacidad de razonar, idear y adquirir conocimientos." 4
Para Berger y Luckman la socialización puede definirse como "la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad o en un sector de él".5
Este fenómeno está estrechamente ligado al aprendizaje y a la formación de la personalidad puesto que se produce durante todo el proceso evolutivo, y dentro de él podemos identificar varios agentes de socialización (los que permiten que esta tenga lugar), o sea, las personas con las que el individuo se relaciona y de las que aprende normas de conducta y valores (agentes personales) y también las instituciones y los medios de comunicación social (agentes impersonales), los más importantes son los siguientes:
- La familia, como el primer medio que actúa como socializador, acompañando al individuo por un largo período de su vida;
- El "grupo de pares", es decir, el grupo de amigos y de iguales con que un niño o joven comparte cotidianamente, el que no sólo le permite poner en práctica lo aprendido con los otros agentes socializadores sobre cómo mantenerse en interrelación o intercomunicación con otros, sino que también le comunica normas, valores y formas de actuar en el mundo.
- La escuela, que se constituye en un importantísimo formador/socializador, afectando también a todos los aspectos susceptibles de ser socializados en un individuo.
- Los medios de comunicación (de masas, electrónicos e informáticos), los que transmiten conocimientos a la vez que son muy potentes en reforzar los valores y normas de acción social aprendidos con los otros agentes socializadores.
- El conjunto Deportes/Arte/Religión, los que pueden o no estar presentes, todos o algunos de ellos en la socialización del niño y el joven.
La socialización es el proceso social por el cual aprendemos a ser miembros de una comunidad humana y a interiorizar los valores y roles de la sociedad en que hemos nacido y habremos de vivir. Es decir, a través de la socialización aprendemos a vivir dentro de un grupo, a ser miembros competentes de la sociedad en que hemos nacido.
Desde este punto de vista, la socialización es el proceso por el cual se logra que los individuos se ajusten al orden social (es decir, asuman el orden social en que nacieron como propio). En segundo lugar, la socialización es el proceso por el cual una sociedad se reproduce por sí misma en una nueva generación (reproducción cultural); es decir, mediante la socialización los valores y las tradiciones del pasado se continúan y perpetúan. Así, la socialización es lo que proporciona a la sociedad la continuidad en el tiempo.
En tercer lugar y como consecuencia de lo anterior, socializar algo pasa a ser el compartir ese algo con otros para que ellos lo interioricen y lo hagan parte de su ser (cultural)
A pesar de que el proceso de Socialización dura toda la vida podemos hablar de tres tipos correspondientes a tres etapas cronológicas, con la cuál coinciden en parte, como veremos más adelante, tres importantes figuras de la Sociología de la Educación: Durkheim, Berger y Luckman:
- Socialización primaria. Es la que se efectúa en la infancia, donde se interiorizan los más importantes elementos de la sociedad (el lenguaje, la identidad de género, de clase, el propio nombre, etc). Es inclusiva ya que se extiende a casi todos los aspectos de la individualidad, es asimismo la más duradera y la que se efectúa de forma acrítica. Los agentes de socialización más importantes de este proceso son los padres.
- Socialización secundaria. Consiste en la interiorización de submundos de valores y normas más específicos y concretos, correspondientes a funciones que se van a ejercer en la vida adulta. Se habla, en este caso, en términos de Socialización profesional o de Socialización política, entendiendo por tal la interiorización de valores ideológico-políticos. Los agentes más importantes en este proceso son los iguales en edad y las instituciones (entre ellas juega un papel fundamental, como veremos más adelante, la escuela).
- Socialización terciaria. Este proceso es solo posible cuando los individuos adultos relativicen todo lo aprendido anteriormente y prefieran asumir o interiorizar las normas y valores de otra cultura o sociedad. La Socialización terciaria se relaciona con la transculturación y la integración en sociedades o sistemas de referencia totalmente distintos a los anteriormente aprendidos. Los agentes socializadores más importantes en este último período son los medios de comunicación social así como las ideologías, la religión y otros productos simbólicos de la cultura.
Desde un punto de vista sistémico, la socialización tiene un importantísimo papel en la reproducción del sistema, porque, como se ha explicado, mediante este proceso una generación ya madura exterioriza y transmite sus valores normas, costumbres, etc. a la generación que lo reemplaza, de allí la importancia de mirar detenidamente los mecanismos y formas en que se producen los procesos de socialización en todo sistema humano.
Como los seres humanos no nacemos "programados" en nuestro código genético para pertenecer a las redes sociales, cada ser humano tiene que aprender, desde el momento de su nacimiento, a ser parte de su red de interrelaciones objetivas y subjetivas, es decir, de su sociedad. De esta forma la socialización es uno de los procesos internos principales de todo sistema social.
La socialización y la educación son procesos que están estrechamente ligados, desde el punto de vista de que la educación forma parte cardinal de la socialización.
El concepto de educar implica la formación de la personalidad del sujeto, su preparación para la inserción en el contexto social, por lo que no se limita a la instrucción.
En un sentido amplio podemos entender la Educación como el conjunto de influencias recíprocas que se establecen entre el individuo y la sociedad, con el fin de lograr la inserción plena en ella, o sea la socialización del sujeto. Nos referimos por tanto a un fenómeno social complejo, encaminado a la transmisión y apropiación de la herencia cultural y los valores, normas, y patrones socialmente aceptados.
Para A. Comte la Educación es la manera de aprender a vivir para otros, por el hábito de hacer prevalecer la sociabilidad sobre la personalidad. Para Durkheim, la Educación es "la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de él, tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente específico al que está especialmente destinado".6
Esta concisa definición señala algunos aspectos fundamentales, primero que la educación es socialización, algo que se produce de fuera a dentro; segundo, abarca la personalidad total del educando, y no solo los aspectos cognitivos; tercero, pretende incorporarlo a la sociedad en general y a un lugar en ella en particular.
Como vemos en estas definiciones, si bien se subraya el carácter social de la Educación y el fin último que se persigue con ella, se reduce el papel del sujeto en este proceso, limitándolo a la asimilación de las influencias sociales sin que existan posibilidades del procesamiento y recreación a nivel personal.
La concepción materialista de Marx permitió la presentación de puntos de vista novedosos en cuanto a la formulación del concepto de Educación. Se educa al hombre no para que pierda su esencia individual, sino para que la manifieste de la mejor manera posible en el contexto social en el que debe vivir.
Analizada como función de la sociedad, la Educación constituye el medio fundamental para la socialización del sujeto. A través de ella la sociedad logra la asimilación y objetivación, en cada individuo, de los contenidos socialmente válidos, expresados en los sistemas de normas y valores aceptados por la misma sociedad.
La educación tiene como tarea fundamental la reelaboración, difusión y afianzamiento de la ideología dominante, poniendo en función de esta tarea tanto los programas y planes de estudio del sistema escolar, como los medios de difusión masiva, las agencias de propaganda o las diversas agencias de control social.
Desde el punto de vista sociológico el objetivo general de la Educación se resume en el proceso de socialización del individuo, esto es en la apropiación por el sujeto de los contenidos sociales válidos y su objetivación, expresada en formas de conductas aceptables por la sociedad.
1.2. Principales contribuciones, desde la Sociología, al análisis del proceso de Socialización escolar.
Una perspectiva muy popular en la sociología de la educación hasta fines de los años 60 fue el funcionalismo y procede fundamentalmente de los trabajos del francés Emile Durkheim. El sistema funcionalista, tal como lo emplea Durkheim, consiste en buscar la función desempeñada por una institución (la educación en nuestro caso) en la sociedad en general; es decir, el rol que juega esa institución en la promoción y el mantenimiento de la cohesión y de la unidad sociales. Todas las grandes instituciones estudiadas por Durkheim se hallan concebidas de esta forma, y la educación no es una excepción, donde hace referencia, al desarrollo en el niño de ciertos valores y de determinadas destrezas intelectuales y físicas necesarias para convertirse en parte de la sociedad y que le son traspasadas por la institución educacional.
.Durkheim aborda la educación por el lado desde el cual se la considera como un hecho social su doctrina de la educación es un elemento esencial de su Sociología, "la educación es cosa eminentemente social".7
Durkheim centra su atención en la socialización, partiendo de la idea de que el ser social no aparece completamente hecho en la constitución primitiva del hombre, sino que es la misma sociedad, según ha ido formándose y consolidándose, la que tiene que construir sobre cada nueva generación como si de una tabla rasa se tratara, trasmitiendo de esta forma los atributos específicos que distinguen al hombre de los demás seres, como eminentemente social, utilizando como una de sus principales vías la educación. Y es justamente esta la idea fundamental en que coinciden los autores que hemos venido tratando, en otorgarle un importante papel a la educación dentro del proceso de socialización, y en especial a la escuela como un agente insustituible que incorpora en el individuo normas, patrones y formas de comportamiento, trasmitiendo de generación en generación los atributos específicos que lo constituyen como ser social, manteniendo el orden y proporcionándole, de esta forma, a la sociedad, la continuidad en el tiempo y la reproducción cultural.
Durkheim trata a la educación como un hecho social y plantea que en todas las sociedades se da una educación, de acuerdo con tradiciones, con hábitos, con reglas explícitas o implícitas, dentro de un cuadro determinado de instituciones, con utensilios propios, bajo el influjo de ideas y sentimientos colectivos. Por tanto, las instituciones escolares, las disciplinas, los métodos, son hechos sociales y la educación tanto física, moral como intelectual que da una sociedad en un momento de su historia, pertenece evidentemente a la Sociología.
Al presentar a la educación intelectual, Durkheim la clasifica en dos tipos: la enseñanza primaria para la masa y la enseñanza secundaria para una minoría escogida, idea que en parte retoman Berger y Luckman (como veremos más adelante) cuando separan las socializaciones en primarias y secundarias.
La educación ha variado infinitamente según los tiempos y según los países. En las ciudades griegas y latinas, la educación preparaba al individuo para subordinarse ciegamente a la colectividad, para llegar a ser "la cosa" de la sociedad. Hoy día trata de hacer de él una personalidad autónoma. Aquí se apoya Durkheim para plantear que cada sociedad, considerada en un momento determinado de su desarrollo, tiene un sistema de educación que se impone a las personas con una fuerza generalmente irresistible, y las ideas que determinan este tipo de educación son producto de la vida en común y expresan sus necesidades. Así, son la sociedad, en su conjunto y cada medio social particular, quienes determinan ese ideal que la educación realiza. La sociedad no puede funcionar si entre sus miembros no existe una cierta homogeneidad, fijando de antemano en el alma del niño las semejanzas esenciales que exige la vida colectiva.
Un punto fundamental en el conjunto de planteamientos de Durkheim, es, sin dudas, que la educación responde a necesidades sociales, lo que expresa son ideas y sentimientos colectivos.
Muchos autores plantean que en la práctica lo que hizo el funcionalismo clásico fue idealizar la importancia de la educación para una sociedad específica, al sobredimensionar el aspecto formativo de la educación y fundamentalmente el programa educacional o currículum, dejando de lado la influencia formativa que tienen otros actores de la socialización del niño, como el grupo de pares, los medios de comunicación de masas o la influencia de la familia, cuando ésta es negativa. Sin embargo, es necesario aclarar que estas teorías correspondían a los años anteriores e inmediatamente posteriores a la segunda guerra mundial, la década de los años 50, cuando la escuela no tenía que competir con la TV, y en la mayoría de los países y culturas del mundo lo usual era que la madre se hiciera cargo de la familia y el hogar en exclusivo.
Luego, durante los años 60, cobró importancia la preocupación por examinar y comparar los altos y bajos rendimientos que demostraban niños y jóvenes en la educación: altos para las clases medias y superiores y deficitaria para las clases bajas. A partir de esta preocupación se abrieron numerosas nuevas perspectivas que han estado examinando completamente el proceso educativo, a través de sus tres procesos básicos: el programa, la pedagogía del aula y la evaluación.
Con el correr del tiempo se han desarrollado varias perspectivas sociológicas acerca del papel que tiene la educación en la reproducción y formación de la sociedad.
En los últimos cuarenta años ha cobrado auge la perspectiva de las ciencias sociales que trata de incorporar la subjetividad en el estudio, comprensión y descripción del proceso de socialización humana. Para ello se ha valido de todos los avances que han logrado las distintas corrientes que incorporan la subjetividad, tales como la hermenéutica, el interaccionismo simbólico, la etnografía, la etnometodología y la fenomenología, logrando significativos avances en este campo.
Una de estas perspectivas, popular en estas últimas décadas, es la que se extrae de Peter Berger, sociólogo, y Thomas Luckman, filósofo alemán, La construcción social de la realidad, publicada originalmente en 1964 y que se ubica como una de los principales exponentes de la fenomenología en las ciencias sociales.
Berger y Luckman señalan la existencia de dos fases diferentes en el proceso de socialización del niño: la socialización primaria (que el individuo atraviesa en la niñez, más o menos desde los ocho meses de edad hasta los cuatro años, y a través del cual se convierte en miembro de la sociedad) y la socialización secundaria, más o menos entre los cuatro y los ocho años (que se refiere a cualquier proceso posterior que induce al individuo a interiorizar sectores particulares del mundo subjetivo de su sociedad).8
La socialización primaria suele ser la más importante para el individuo , es la primera por la que atraviesa en la niñez y por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad:
- La socialización primaria transmite contenidos cognitivos que varían de una sociedad a otra pero que fundamentalmente, comprende el aprendizaje del lenguaje y, por su intermedio, el aprendizaje de diversos esquemas motivacionales e interpretativos de la realidad así como los rudimentos del aparato legitimador de la validez de dichos esquemas.
- Este aprendizaje se efectúa en condiciones peculiares que lo diferencian del resto de los aprendizajes posteriores. Dichas condiciones se definen básicamente por la presencia de un alto componente emocional afectivo que otorga a estos aprendizajes una sólida firmeza en la estructura personal del individuo. La presencia de este factor determina que la modificación posterior de los contenidos aprendidos en la socialización primaria resulte muy difícil de obtener. En realidad, la efectividad de todo aprendizaje posterior dependerá en gran medida del ajuste que tenga con respecto al primario.
En virtud de lo dicho hasta aquí puede deducirse que la socialización primaria permite al niño internalizar el mundo de los "otros", pero ese mundo no constituye una posibilidad entre otras, sino que se le presenta como el único que existe y que puede concebirse. Sin embargo la realidad social objetivada presentada en esta fase de la socialización sufre dos tipos de modificaciones o de "filtros": el primero de ellos proviene del lugar que ocupan los adultos en la estructura social y el segundo deriva de la "idiosincrasia" personal de los agentes socializadores.
En este mismo nivel de generalidad, la socialización secundaria puede ser definida como el proceso por el cual se internalizan "submundos institucionales" cuya mayor o menor complejidad deriva del grado alcanzado por la estructura social en la división del trabajo. Cada "submundo institucional" supone un cierto lenguaje específico, esquemas de comportamiento y de interpretación más o menos estandarizados y concepciones particulares destinados a legitimar las prácticas habituales.
A diferencia de la socialización primaria, los aprendizajes efectuados en esta fase no implican necesariamente una carga emocional o afectiva intensa. Los agentes socializadores actúan en función de su rol, pero en un alto grado de anonimato e intercambiabilidad. Por ejemplo, el mismo conocimiento puede ser enseñado por un maestro o por otro y sus contenidos asumen una firmeza mucho menor (y por lo tanto, una mayor posibilidad de modificación y reconversión).
Sin embargo, el problema central de toda socialización secundaria consiste precisamente en que actúa sobre el sujeto ya formado y que todo nuevo aprendizaje exige un cierto grado de coherencia con la estructura básica. En este sentido, el proceso de socialización secundaria debe apelar continuamente a reforzar dicha coherencia para garantizar mayor efectividad en el aprendizaje. Este refuerzo consiste, por lo general, en dotar a los nuevos aprendizajes de un carácter afectivo y "familiar" tan intenso como la definición institucional del aprendizaje lo determine. Así, por ejemplo, la escuela básica trata permanentemente de presentar sus contenidos y sus agentes socializadores como muy cercanos a la realidad familiar.
Otro aspecto importante en la obra de Berger y Luckman es la socialización deficiente, de acuerdo a esto señalan varias posibilidades: la producida por la "heterogeneidad de elencos socializadores" (agentes de socialización), donde la misma realidad es vista con significados diferentes (por ejemplo, la que se produce entre padre y madre), la producida por la mediación diferente de otros adultos significativos (por ejemplo, el caso de niños de clase alta socializados por adultos de clase baja), y, por último, la que proviene de discrepancias entre la socialización primaria y la secundaria (el caso del niño campesino que viene a estudiar a la ciudad, o del niño pobre que estudia en una escuela de clase media).9
Desde el punto de vista de la sociología de la educación, la alternativa más relevante es esta última, ya que allí está contenida la posibilidad de acción del sistema educativo o de cualquier acción extra familiar.
Aquí tiene un papel fundamental la institución escolar y el maestro en particular, quién juega un rol protagónico y tiene en sus manos una función altamente significativa.
Estos autores, a pesar de pertenecer, a corrientes distintas de pensamiento, ubicadas en momentos históricos diferentes, Durkheim con una fuerte visión positivista y rasgos funcionalistas, que considera al hombre como un ente pasivo ante la influencia de la sociedad, Berger y Luckman que centraban su atención en los procesos subjetivos y eran representantes importantes de la fenomenología, otorgándole un especial significado al papel activo del sujeto, coincidían en apuntar el papel importante de la socialización en la vida del hombre, como un proceso indispensable para llegar a constituirse como un ser social, y dentro de este proceso veían a la educación como un elemento único e insustituible dado su alto nivel de significación, aunque Durkheim veía a la Educación y a la Socialización estrechamente ligados, como fenómenos inseparables, y Berger y Luckman hacían una distinción más explícita, reconociendo a la Educación escolar como parte fundamental del proceso de Socialización
Epígrafe 2. Agentes de Socialización.
2.1. La escuela como agente de socialización.
La educación escolar es uno de los instrumentos que utilizan los grupos humanos para promover el desarrollo y la socialización de sus miembros más jóvenes, de esta forma la escuela funciona como un importante agente de socialización que incorpora normas y patrones de comportamiento y educa a los que estén bajo su influencia tomando como base el sistema de educación establecido socialmente y sometido, como dijera Durkheim, a la acción del estado.
Por "escuela" muchos autores se refieren a la Educación Formal, que es la que el Estado realiza por cuenta de toda la sociedad nacional en un ambiente racionalmente controlado y evaluado para asegurar su efectividad y eficiencia. La educación formal, desde el conocimiento cotidiano, la conocemos como una institución que "educa" a los menores, en realidad deberíamos decir que la educación formal es la institución de la sociedad que se encarga de socializar a los más jóvenes para así permitir la reproducción de la sociedad y de nuestra cultura.
En la reflexión que de educación se hace en los años sesenta, por lo general, se ataca a la escuela como agente reproductor de un orden social injusto. Un ejemplo de ello es Sayders, considerado como el representante de una de las vertientes que asume la denuncia con respecto a la institución escolar. Este autor, sin proponer la abolición de la escuela, plantea una transformación sustancial de ella, idea que encontramos expresada, desde el ámbito de la comunicación, en la propuesta de Mc Luhan: "El aula sin muros". En Latinoamérica, uno de los investigadores fundamentales en este campo, Paulo Freire, en la misma década de los sesenta veía a la educación como praxis, reflexión y acción del hombre para transformar el mundo, de ahí que parafraseando su postulado central, su pedagogía puede resumirse en no más un educador del educando, no más un educando del educador, sino un educador-educando con un educando-educador10.
Lo cierto es que la educación escolar, como práctica social que es, cumple a menudo con muchas funciones relacionadas con la dinámica y funcionamiento de la sociedad en su conjunto (por ejemplo, la de instrumento de conservación o reproducción del orden social y económico existente, la de control ideológico, la de satisfacer las necesidades del sistema de producción, la de ocultar o enmascarar el desempleo juvenil, etc.), pero la única función que puede justificar plenamente su institucionalización, generalización y obligatoriedad es la de ayudar al desarrollo y socialización de los niños y jóvenes.
En el proceso de la socialización uno de los factores principales es la educación; y más especialmente la formación social que se da dentro de la socialización secundaria, donde tanto Durkheim, como Berger y Luckman coinciden en afirmar que el agente socializador más importante es la escuela, junto al grupo de iguales.
En la actualidad existen autores que afirman que la familia y la comunidad son instituciones socializadoras que se encuentran en crisis y que el terreno que pierden en estas funciones es terreno que gana incondicionalmente la escuela. "Instituciones que antes compartían la socialización de la infancia, ahora desaparecen, se repliegan, se inhiben, o simplemente pierden eficacia a este respecto, haciendo que aumenten así, por simple exclusión, la necesidad y la carga relativas de la escuela¨.11 La realidad es que la escuela es la primera institución pública a la que los niños acceden de modo sistemático y prolongado. Esto, por si solo, la señala como el lugar de aprendizaje de formas de convivencia que no cabe aprender en la familia, donde aquella está vertebrada por los lazos del afecto y la dependencia personal. La familia puede educar eficazmente para la convivencia doméstica, pero es constitucionalmente incapaz de hacerlo para la convivencia civil, puesto que no puede ofrecer un marco de experiencia. En esto puede cooperar con la escuela , pero no puede entregarle el trabajo hecho.
La escuela es, para la mayoría, el primer lugar de aproximación a la diversidad existente y creciente en la sociedad global. En ella se ve el niño llevado a convivir con alumnos de otros orígenes, razas, culturas, clases y capacidades con los que, fuera de esta institución, tiene una relación escasa. Aunque el respeto hacia el otro o la igualdad de derechos de todos los ciudadanos puedan predicarse en la familia, de ninguna manera pueden alcanzar en ella, la materialidad práctica y continuada que encuentran en la escuela.
La principal función de la escuela no ha sido nunca solo enseñar, sino educar. El objetivo de la institución escolar, como de cualquier forma de educación, siempre ha estado más en modelar la conducta, las actitudes, las disposiciones, etc, que el mero conocimiento teórico o las actividades prácticas.
Se depende más de las escuelas para la educación y la socialización de la infancia y de la juventud, como se depende más de los hospitales para la atención a los enfermos, de los círculos de abuelos para el cuidado de los ancianos, de la policía para el mantenimiento del orden social o del mercado o del Estado para el aprovisionamiento de vienes y servicios. "Con la educación sucede como con la comida, pero al revés: ésta la compramos media hecha en la tienda y la terminamos de hacer en casa, aquélla la enviamos a medio hacer a la escuela "12
En el caso específico de nuestro país la escuela, conjuntamente con la familia, ha jugado históricamente un importante papel en el proceso de socialización de niños y jóvenes, donde además de la familia, que es la primera institución socializadora del ser humano, juegan un papel importante otros factores como, la comunidad, los grupos en los cuales el individuo se desenvuelve, los medios masivo de difusión e información y el trabajo, entre otros.
La importancia de la labor que corresponde a la escuela radica no solo en su propia acción con los escolares, sino en la coordinación de la acción con el resto de los factores, principalmente la familia y la comunidad, de modo que se logre una mayor coherencia en los modelos y formas de actuar que llegan a estos, para contribuir exitosamente a su inserción social actual y futura.
En el fin y los objetivos de la educación cubana se plasman las aspiraciones del modelo de hombre que se desea y requiere formar en nuestro país, en las condiciones actuales, lo que deviene en política estatal para el Ministerio de Educación y las instituciones que intervienen en el proceso de formación de nuestros niños y jóvenes.
Entre todas estas instituciones, es a la escuela a la que le corresponde una misión fundamental, porque tiene mejores posibilidades para sistematizar el proceso de educación en función de los objetivos, con ajuste a las particularidades de las edades y empleando para ello al potencial técnico capacitado para tales fines.
Es también esta institución la que más logra la capacidad movilizativa para involucrar al resto de las instituciones en torno a alcanzar los objetivos contenidos en la política de Estado. La labor del maestro en el proceso de socialización de la escuela es primordial, pues ellos constituyen el enlace esencial entre todos los factores que intervienen en ese proceso: los alumnos, los padres y demás miembros de la comunidad.
La escuela es en términos sociológicos una institución, ya que no obedece a necesidades de la naturaleza, sino a exigencias de la cultura. La escuela, procura, ante todo, la socialización de los niños, es decir, la incorporación, por los seres humanos en formación, que han de tomar un día el relevo en las funciones y tareas de la sociedad, de las pautas y normas que traducen los valores al grupo cultural al que pertenecen, cuyos símbolos esenciales constituyen el alfabeto fundamental de la educación.
2.2. La Televisión como agente de socialización.
"..hay algo como un muy poderoso y astuto engañador
que usa de todas sus mañas para tenerme
constantemente engañado."
Descartes.
Mientras lees estas líneas, miles de imprentas trabajan en el mundo, cientos de miles de personas leen el diario en casa mientras desayunan, en el metro, en el supermercado, miles de emisoras radiales trasmiten constantemente y cientos de miles de personas oyen las noticias mientras se visten para salir a trabajar, en el auto en medio de congestiones gigantes o entre decenas de personas en un ómnibus colectivo, unos treinta satélites de comunicación en el centro y norte del Atlántico trasmiten más de mil filmes, videos y documentales a través de 130 canales directos durante las 24 horas diarias, dando lugar a un nuevo consumo de efecto desconocido: el de la droga audiovisual, capaz de crear una adicción irrefrenable.13
La revolución electrónica que presidió los últimos años del siglo XX abrió las ventanas de la historia a una nueva forma de ciudad, a una nueva forma de configuración del espacio y el tiempo, de las relaciones económicas, sociales, políticas y culturales, en definitiva, un nuevo tipo de ciudadano con nuevos hábitos, intereses, modos de pensar y sentir, una forma de vida prendida por los intercambios a distancia, por la supresión de las barreras temporales y las fronteras espaciales. Cada individuo a través de la pequeña pantalla puede ponerse en comunicación, recorriendo las famosas autopistas de la información, con los lugares más recónditos del mundo, las culturas más exóticas y distantes, las mercancías más extrañas, los objetos menos usuales en su medio cercano, las ideas y creaciones intelectuales más diferentes y novedosas.14
Todo indica que los medios audiovisuales y en especial el medio televisivo, constituyen hoy el esqueleto de la nueva sociedad.
Los medios de comunicación de masas han adquirido una nueva dimensión con la revolución electrónica, capaz de transportar la información en forma de imágenes y en tiempo real a todos los rincones de la tierra.
Para comprender las consecuencias de este fenómeno tenemos que partir de que la Comunicación es, ante todo, un proceso de transmisión y recepción de ideas, información y mensajes.
Por lo general se estudian cuatro tipos de comunicación: la comunicación interpersonal, que se establece entre dos personas, la comunicación grupal, entre grupos pequeños; la comunicación organizacional, que como su nombre lo indica se establece entre organizaciones y la comunicación de medios, que está orientada a las grandes masas.
Los principales medios de comunicación (prensa escrita, radio, cine y televisión) toman su auge en la década del 20 y del 30, del siglo XX, es en esta etapa en que la comunicación social pasa a ser objeto de estudio de la Sociología y se considera a la comunicación de masas como un fenómeno social.
Las primeras investigaciones en este campo tenían un fuerte carácter de contingencia, o sea, se orientaban al estudio de los efectos, las reacciones y las conductas que adoptan los individuos que están bajo la influencia de los medios. Con el transcurso del tiempo las teorías fueron variando y se fueron desarrollando, tomando también como objeto de estudio tanto al emisor como al mensaje emitido.
La investigación de la comunicación de masas, a pesar de no haber tenido un desarrollo sistemático, no ha podido permanecer aparte del debate general de las ciencias sociales. Mauro Wolf, en su obra, La investigación de la comunicación de masas hace referencia a que las comunicaciones de masas son una realidad integrada por muchos aspectos distintos, menciona entre ellos, a las reglamentaciones legislativas escurridizas, por lo que se refiere a la ordenación jurídica del sistema televisivo, las intrincadas operaciones financieras en torno a la propiedad de algunos medios; los episodios clamorosos sobre la no realización de un programa considerado incómodo; crisis, fracasos y triunfos de las diversas estructuras productivas cinematográficas; las recurrentes polémicas sobre los efectos nocivos que los medios ejercerían sobre los niños; entusiasmo y alarma ante las nuevas tecnologías y los escenarios prefigurados por las mismas.15
La lista, por supuesto, podría ser más larga y serviría para confirmar que los mass media constituyen al mismo tiempo un importantísimo sector industrial, un universo simbólico objeto de consumo masivo, una inversión tecnológica en continua expansión, una experiencia individual cotidiana, un terreno de enfrentamiento político, un sistema de mediación cultural y de agregación social, una manera de pasar el tiempo, etc.
Todo esto, evidentemente, se refleja, en la forma de estudiar un objeto tan proteiforme, la larga tradición de análisis ha seguido los distintos problemas surgidos a lo largo del tiempo, atravesando perspectivas y disciplinas, multiplicando hipótesis y enfoques. Esta tradición que se identifica como la Mass Comunication Research surgió a partir de la evolución histórica de los Estados Unidos, ligado al desarrollo de la economía y la política en este país, a manos de destacados sociólogos, como es el caso de Harold Laswell.
Los principales modelos de la comunication research están referidos a ocho momentos de los estudios metodológicos: la teoría hipodérmica, la teoría vinculada a las visiones empírico-experimentales, la teoría derivada de la investigación empírica sobre el terreno, la teoría del planteamiento estructural-funcionalista, la teoría crítica, la culturológica, los cultural studies y las teorías comunicativas en general.
La teoría norteamericana estudiaba tres áreas fundamentales: los efectos que provocan los medios en el individuo, la propaganda política y la publicidad, específicamente las campañas publicitarias, esta teoría pierde auge cuando surgen las vinculadas al marxismo, no obstante, tuvo gran influencia en el mundo entero, no en vano fueron usados muchos de sus conceptos y paradigmas fundamentales.
El estudio de los efectos de los mensajes se consolida sobre todo en la década del cincuenta a partir de nuevos estudios norteamericanos (Tuchman, Hovland, Miller, etc) y se refuerza en Europa con la escuela de Frankfurt (Adorno, Fronm, etc). En la actualidad se ha dado un paso más relacionando la estructura de la información con sus mensajes. Es lo que se llama la economía política de la información, con estudiosos destacados como Herbert Schiller, Noam Chomsky, Martín Barbero o Marcial Murciano. A partir de esta escuela podemos deducir que los mensajes de los medios de comunicación estarían íntimamente relacionados, en lo que al mundo occidental industrializado se refiere, con las necesidades de la economía de mercado. Las empresas de la comunicación elaboran y distribuyen un producto, la información y los mensajes de sus programaciones que deben ser colocados en los mercados en no pocas ocasiones por medio de guerras audiovisuales, como sucede entre Norteamérica y Europa, y también en no pocas ocasiones sin tener en cuenta o dando poca relevancia al efecto de esos mensajes sobre la población juvenil e infantil.16
Los psicólogos sociales proyectan teorías de todo tipo sobre los efectos de los mensajes audiovisuales, desde los que creen que generan o consolidan un estado violento, hasta los que estiman, que por el contrario sirven de catarsis emocional.
En muchas ocasiones los medios se han caracterizado a partir del concepto de difusión, ya que los poseedores de los recursos para filmar y exhibir los filmes, imprimir periódicos, transmitir radio y televisión, difunden ideas entre un público que como norma no contesta, como en un diálogo, sino que ve y escucha una especie de monólogo y es influido por él.
Claro, tal desvalance del poder expresivo se hace más agudo y evidente a medida que disminuye la democratización de estos medios, o en general, las características de la sociedad en cuestión.
Mientras mayor opresión ejerza un grupo o clase social sobre otra, mientras menores sean para cada individuo las posibilidades de participación en las actividades de la sociedad, mientras menos democracia genuina; más se frustran o disminuyen las facultades y usos comunicativos de los medios, reduciéndose o limitándose a la simple difusión desde un grupo dominante hacia otro dominado o influido.
Sin embargo, la investigación sobre audiencias desde comienzos de los años 80, ha proporcionado pruebas convincentes, de que los espectadores de cine y televisión no son receptores pasivos de los mensajes. Los estudios indican que las audiencias no interpretan los mensajes de manera uniforme, más bien, sugieren que los espectadores individuales, a la hora de interpretar el mensaje, se sirven de una mezcla de historia personales y sociales con frecuencia bastante inconexa y contradictoria. En otras palabras, la identidad personal, de género, filosófica, cultural, social y económica del espectador influirá en los significados que construye a partir del mensaje televisivo o cinematográfico.17
Autores como Jesús Martín Barbero, Néstor García Canclini, y Heriberto Murano, son representantes latinoamericanos de la nueva orientación o vuelta al receptor que, revalorizando ideas de Walter Benjamín y Antonio Gramsci, cuestionan la omnipotencia de los medios y muestran que su posible influencia está en virtud de una serie de mediaciones dadas por el contexto sociocultural en que los individuos y grupos reciben los mensajes. Este nuevo paradigma rescata el protagonismo de los sujetos, las mediaciones que imponen culturas y las relaciones interactivas de los receptores con los medios.
Esto se comprende con mayor facilidad si nos acercamos a la teoría de las mediaciones, piedra angular de la obra de Jesús Martín Barbero.
Para él, estudiar los fenómenos reales de comunicación significa estudiar la mediación cultural que se interpone entre los medios y los públicos, significa estudiar cómo esas mediaciones intervienen en los procesos de recepción y apropiación que los públicos hacen de lo masivo, y significa ubicarse en el estudio de la cultura popular.
Reconociendo que lo que ofrecen los medios de difusión masiva son las mismas matrices culturales de los sujetos, homogeneizadas y estilizadas, se concibe entonces a la recepción no como un proceso de dominación, sino como un proceso activo con el que los sujetos buscan en los mensajes su propia identificación y reconocimiento. Los sujetos no son invadidos por la cultura culta hecha digerible para ellos, sino que son sus propias prácticas culturales las que se les ofrecen, reconociéndose en ellas.18
No en vano, para la mayoría de los especialistas los efectos de la televisión son, en buena medida, el resultado de la relación que los espectadores establecen con este medio, de la interacción que se produce entre él y los espectadores en un contexto dado, más que de los contenidos y mensajes que trasmite.
Es aquí, precisamente, donde entra a jugar un papel importante la idea que preserva el carácter activo del sujeto, y que esgrimen como principio fundamental Berger y Luckman cuando plantean que el hombre, a medida que se desarrolla y que se relaciona con el mundo que le rodea, mediante el proceso de socialización, contribuye, no solo, a la formación de su identidad y personalidad, sino también a la conformación de su propia realidad. Por tanto es erróneo considerar al sujeto como una indefensa tabla rasa, como argumentaba Durkheim, sino que el hombre es capaz de hacerle frente a los medios, no solo, escogiendo el medio o el mensaje al cual se va a exponer, sino recepcionándolo desde una posición crítica. Posición esta, por supuesto, muy relacionada, con los elementos tanto culturales como sociales que conforman la personalidad de ese sujeto, así como el contexto socio-cultural con el cual ha interactuado e interactúa y el grado de eficacia de los agentes primarios de socialización, que sobre él han actuado en función de la construcción de su ser social.
Las grandes compañías productoras, distribuidoras y exhibidoras, desarrollan y propagan el cine y la televisión como mecanismos de difusión, mucho más que como fenómenos comunicativos, lo añaden al desbalance de la información y del influjo cultural, que existe hoy día entre los pueblo desarrollados y los subdesarrollados y, en general, de los grupos poderosos respecto a los dominados, controlados o con menos recursos.
El desarrollo acelerado de los medios masivos de comunicación trae como consecuencia una apertura de los individuos y de los grupos humanos al intercambio ilimitado de información, la ruptura del localismo y el distanciamiento del entorno inmediato. Es necesario entonces, reconocer la extraordinaria potencialidad instructiva e incluso formadora que ofrece la revolución electrónica al permitir la comunicación intercultural y provocar el descentramiento de los individuos y de los grupos de sus propios y limitados contextos.
Todo medio de comunicación ejerce efectos sociales y psicológicos sobre su audiencia, produciendo determinadas relaciones sociales y particulares formas de pensamiento, sentimientos y conductas independientes, en parte, del contenido que trasmiten.
La televisión, la radio y el cine, difunden normas y tendencias culturales, y tienen una enorme influencia en las percepciones y opiniones del público. Es por esto, que debemos tener cuidado pues, esos medios pueden utilizarse como una forma de "escapismo" y las personas pueden llegar a identificarse con vidas ficticias o a basar sus ideas en ellas. Las fantasiosas caracterizaciones de los héroes cinematográficos y de los actores de las telenovelas o "culebrones" son un buen ejemplo de ello. El psicólogo suizo Carl Jung sostenía que tales experiencias son resultado de la proyección de patrones y arquetipos en el inconsciente colectivo. Es decir, que los seres humanos nacen con unos códigos genéticos y biológicos de conducta como el de la maternidad, el de la paternidad o el de las acciones heroicas. Las personas famosas (los "famosos") representan para nosotros esos patrones como mitos vivos y nos permiten experimentarlos de modo indirecto.19
El filósofo Roland Barthes ha descrito el modo en que se generan los mitos al dotar de significados falsos a las cosas mundanas, como en el caso de los lemas publicitarios. Si se logra persuadir a un número suficiente de personas con una campaña de imagen determinada y un lema publicitario relacionado con un producto, el uso de ese producto deviene norma social y el producto se vende. Se ha saltado por encima del análisis racional; el instinto ha vencido a la razón. La propaganda política actúa de igual forma, simplificando temas sociales complejos. Las técnicas de que se sirve fueron ampliamente estudiadas y puestas en práctica durante y después de la II Guerra Mundial.20
Muchos de los patrones de comportamiento, actitudes, valoraciones éticas y estéticas, de los sueños y temores que sobre el mundo de hoy y el de mañana tienen los niños (y no pocos adultos) son conformados por las imágenes que presentan los medios o por aquellos objetos derivados o promovidos por ellos.
Pekka Tarjanne, secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones(UIT), con sede en Ginebra, expresa que los medios tienen hoy un papel central en la vida económica, social, educativa, cultural y política de todos los países, sin excepción, y que los nuevos medios audiovisuales son la más importante industria del mundo, teniendo el mayor impacto-para bien o para mal- en el presente de la humanidad.21
"El siglo XX, con la multiplicación de los medios de comunicación eléctricos(cine, radio), electrónicos (televisión) y digitales (Internet), vio no solo la explosión de la publicidad, sino también su sofisticación. La ambición de manipular las mentes, desde el propio hogar, se elevó casi a nivel de ciencia. Las técnicas de persuasión continuaron refinándose para vencer la barrera del ruido, desbaratar nuestra desconfianza e incrustar en nuestra mente un mensaje muy preciso".22
Ignacio Ramonet en su libro Propagandas Silenciosas, plantea que sobre asuntos políticos graves o en momentos históricos intensos, la televisión y el cine de masas han elaborado imágenes específicas, adecuadas a un propósito ideológico y encargadas de acompañar, como una prótesis simbólica, la sensibilidad colectiva, bien sea dramatizando las preocupaciones dominantes o bien, al contrario, euforizando la coyuntura. Defiende Ramonet que las imágenes de los medios de difusión masiva audiovisuales son máquinas insistentes, hechas para que florezcan y triunfen los estereotipos, en manos de industrias culturales, "contra las que nos mantenemos en guardia desde la década de 1930, gracias a las advertencias de Bertolt Brecht y de pensadores de la escuela de Francfort como Theodor Adorno, Walter Benjamín o de Herbert Marcuse.23
En 1926 un avance tecnológico sacudió al mundo, surgió una especie de revolución en las telecomunicaciones que comenzó a traernos a través del éter no solo la palabra y la música, sino incluso la imagen en movimiento, apareció la televisión.
La televisión es una forma de comunicación que oscurece a casi todos las demás, porque permite presentar directamente en el hogar, en el centro de trabajo o la universidad, imágenes vivas y actuales de acontecimientos que se están produciendo en ese instante y en ese lugar. Gracias a la televisión, millones de personas de todo el mundo pueden ver y oír los sucesos de la vida diaria en el momento de producirse y beneficiarse de la difusión masiva de conocimiento y cultura. La presencia de la Televisión constituyó el aporte más significativo de la comunicación en el siglo XX. Como medio de comunicación masivo revolucionó todo lo que hasta el momento se conocía. La posibilidad de tener en casa un aparato que transmitía información y entretenimiento, sonora y visualmente, achicaba el mundo y ampliaba los horizontes del espectador.
Para comprender el papel que juega la televisión como agente de socialización, es necesario partir de esclarecer, que con su surgimiento, se estableció un nuevo medio, capaz de expresar y sugerir emociones, sentimientos e ideas, un sistema de signos que reunía y sintetizaba múltiples recursos expresivos. Nos hallamos aquí (como sucedió antaño con el cine) ante un lenguaje capaz de utilizar o de incorporar otros lenguajes, y lograr un resultado complejo, no idéntico a ninguno de dichos lenguajes ni componentes. En tal sentido rememora y es comparable al teatro, capaz de valerse del lenguaje oral cotidiano, de la música, de las artes plásticas y de otros medios expresivos, para realizarse como obra distinta, coherente y con personalidad propia. Quizás el aspecto que más nos interesa de la obra televisiva, más que la obra en sí, son los elementos implicados en su percepción y consumo, las cargas emocionales y conceptuales, los hábitos de conducta y la significación social general. En otras palabras, la televisión en su modo de realizarse y de ser asumida públicamente, implica una diversidad de efectos socioculturales, su carácter de sistema (o sistemas) implica la capacidad y el acto de expresar, transmitir, sugerir e incitar ideas, sentimientos y emociones.
Y son esas propiedades las que nos mueven a considerarlo como un importante medio de comunicación, de acuerdo con una definición clásica que concibe los procesos comunicativos y la comunicación en general, a partir de la existencia de un sujeto emisor, un medio, un mensaje, y un receptor, según el siguiente esquema (simple como tal, pero que encierra muchas complejidades):
Sujeto Comunicante medio-mensaje sujeto receptor
En tal caso podemos establecer un paralelo en el que los realizadores desempeñan el papel del sujeto emisor, la obra televisiva es vista como el medio cargado de mensajes o significados, mientras el público desempeña la función de receptor:
Realizador obra televisiva Público24
Con el avance de las investigaciones en la comunicación de masas y el desarrollo de la Teoría de la Comunicación a este esquema se le fueron añadiendo otros elementos, como la retroalimentación, los códigos, los ruidos, que a nivel socio-cultural se traducen en las mediaciones en general.
Esto nos ayuda a entender como el espectador de un programa televisivo no recibe un simple mensaje o idea, sino que realiza todo un proceso de comprensión, interpretación, asimilación y responde o reacciona emocionalmente e incluso ideológicamente; escucha y observa unos elementos de la obra, deja de oír y ver otros, e interpreta de acuerdo con sus características personales: extrae de la obra un sentido propio, que puede coincidir más o menos con el de los demás espectadores, pero que, como experiencia propia, nunca es idéntica a las otras.
Tanto por el volumen de tiempo que dedican los ciudadanos a contemplar la televisión, como por la calidad e intensidad de su poder de sugestión y fascinación, la mayoría de los investigadores concluyen que la televisión condiciona la organización del espacio, del tiempo, de las relaciones intersubjetivas, la naturaleza de los contenidos de la vida psíquica, así como los instrumentos y códigos de percepción, expresión e intercambio de los individuos y de la colectividad.25
Puede afirmarse, en principio, que la televisión se ha convertido en el marco, en el escenario que preside la mayoría de los acontecimientos de los individuos y de la colectividad. Los ciudadanos vivimos sumergidos en una especie de iconosfera, compleja, sutil y fascinante red de imágenes y sonidos que se han convertido en instrumento privilegiado de formación de las conciencias, de trasmisión de ideologías y valores.
Con el acelerado desarrollo de la tecnología, lo propio de la televisión actual en muchos países del mundo es vender alguna cosa: ideas, valores o productos y en consecuencia venderse constantemente a sí misma para conseguir el máximo de audiencia. Todo forma parte del gran ritual consumista. La única coherencia del medio es su lógica comercial. Se venden los objetos, las ideas, las experiencias, las esperanzas y hasta las alegrías y dolores. Algunos autores frente a esta situación, adoptan posiciones extremas, como es el caso de Adorno, "Y no tiene reposo de día ni de noche, los que adoran a la bestia y a su imagen"26 , para quien la receptividad, identidad y ubicuidad de la cultura de masas modernas, tiende a provocar reacciones automatizadas y a debilitar las fuerzas de la resistencia individual.
Las exigencias del mercado, la tiranía de las cuotas de audiencia y los requisitos de la publicidad convierten cada vez más a la televisión comercial en un medio trivial, vacío, dominado por el espectáculo, por la primacía de las formas sobre el contenido, de la sintaxis sobre la semántica, de las sensaciones sobre la reflexión. Todo se subordina al efecto sorpresa, que engancha a los espectadores independientemente de la fuerza de los argumentos, de la lógica de la razón.
Ante este dilema muchos se preguntan: ¿es la televisión amiga, o enemiga?: la respuesta se basa esencialmente en el método con el cual se emplee este valioso medio y los objetivos que mediante su empleo se quieran alcanzar. Por esto, con gran frecuencia, y de modo totalmente erróneo, la televisión se ha asociado únicamente con la comunicación masiva, lo que le quita el que pueda considerársele como un importante medio de ayuda en la educación y la enseñanza. De aquí, que si en programación televisiva y de otros medios de transmisión de información se tienen en cuenta criterios educativos, las nuevas tecnologías podrán alcanzar una dimensión positiva sobre la educación del niño.
El debate en torno a la utilización de los medios audiovisuales en la educación, cobró particular auge en Estados Unidos luego de concluida la Segunda Guerra Mundial, ya que, justamente, estos medios y el cine en particular se habían utilizado de forma exitosa en el entrenamiento del personal militar y de civiles que debían reorientarse hacia áreas industriales priorizadas.
Si antes se consideraba al maestro como única fuente de la trasmisión de mensajes educativos, actualmente el impacto de la imagen cinematográfica, televisiva, de videos, aportan a la formación y socialización del niño, nuevas fuentes paralelas a la palabra.
La imagen se ha convertido en un poderoso elemento conformador de la percepción, apropiación e interpretación de la realidad, fomentando modelos conductuales y estilos de vida. Para apoyar lo anterior, sirvan, a manera de ejemplo, los siguientes comentarios hechos por representantes de diferentes corrientes de pensamiento:
El pionero del conductismo, John B.Watson, ubica al cinematógrafo como "uno de los estímulos que contribuye a hacer, rehacer y deshacer nuestras personalidades"27. Desde su peculiar interpretación culturalista del psicoanálisis, Erich Fromn señala al cine como "el medio más importante para la trasmisión del modelo de personalidad más deseable al hombre común y corriente"28 Un representante de la llamada tercera fuerza en la psicología, el humanista Gordon W. Allport, advierte como "una niña de diez años aprende más sobre las estrellas de cine y la TV que sobre la historia que le enseñan en el colegio".29
Esto pone sobre la mesa, no solo el problema de la influencia que los medios pueden ejercer como agentes moldeadores de la personalidad, sino también otra cuestión de particular relevancia, la competencia que dichos medios entablan en relación con la institución escolar.
Es importante tener en cuenta que los agentes de socialización no son entidades desvinculadas, que actúan de forma independiente, sino que están estrechamente relacionadas, conformando un sistema que tiene como fin último, la socialización del individuo. En este sentido, mientras menos influencia ejerzan la familia, la escuela, y la comunidad en el proceso de construcción de la personalidad del sujeto, mayor carga socializadora caerá sobre los medios masivos de comunicación y sus métodos de utilización. De aquí la importancia de la actividad conjunta entre los diferentes agentes de socialización, en esencia, familia, escuela, comunidad y televisión, unidas en el camino a una meta común.
Para el investigador mexicano Guillermo Orozco Gómez, lo que hagan o dejen de hacer la familia y la escuela con respecto a la televisión y los niños tienen efectos no solo en su grado de exposición al medio, sino también en el tipo de preferencia programática, gustos y opiniones sobre lo que se les ofrece y sobre la forma de apropiarse de su contenido.30
La reflexión nos conduce directamente a entender que la televisión como medio de comunicación de masas, que lleva imágenes y sonidos en una gran escala a los rincones más apartados del mundo es algo que no puede ignorarse, ni dejarse de lado. Debe usarse y tomarse en cuenta como lo que realmente representa en la actualidad, un instrumento fundamental de apoyo a la labor formativa y educativa de las instituciones escolares. Un elemento de socialización y trasmisión de valores insustituible y un costoso fenómeno comunicativo, informativo, formativo y educativo que derrumba muros y nos abre las puertas y ventanas a una nueva revolución en la educación.
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