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Formación de la solidaridad como valor moral en la escuela primaria bolivariana Andrés Bello (página 2)

Enviado por Célica Silva


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En consecuencia, el estudio y análisis de los valores como fundamentos del desarrollo social, ha recibido hasta ahora un tratamiento deformante e ineficaz. Tal situación no se concibe como función en lo educativo, ni como causa en lo social. Ahora bien, sobre la base de este particular Fuentes de Arias, citada por De la Torre (2009), sostiene que: "Los defensores de la escuela como mejoramiento social, asumen que la misma es el mejor medio para la estabilidad social, en cuanto preserve los valores y costumbres fundamentales de la sociedad; es decir, aquellos que le confieren identidad propia". (p. 52)

En tal sentido, se puede inferir que la precedente argumentación confiere al aparato escolar, un valor, no solamente como necesario y útil, sino como imprescindible en una sociedad que aspira o que necesita el mejoramiento de la calidad humana de quienes la integran.

En este orden de ideas Prieto Figueroa citado por Sánchez (2007), señala que:

(…) A nosotros nos interesa el problema del valor para la fundamentación de una axiología educativa que dote al educador de posibilidades prácticas; no para enseñar los valores, sino para conducir a los alumnos a descubrirlos y seguirlos, sin jerarquías cerradas de valores, superados o superables por una realidad cambiante a la orden de una educación para un porvenir que cada día se torna más problemático, porque perdidos los valores tradicionales, aún los educadores "portadores de valores", no han encontrado valores que puedan servir de guías a sus alumnos, carecen de punto de referencia. (p. 89).

Por consiguiente, la idea de una correlación directa y alta entre niveles de escolaridad y desarrollo cultural no ha sido concebida formalmente a instancias nacionales. Este aspecto debe ser considerado motivado a que es un hecho común reconocer la efectividad de la escuela en lo referido a la concepción y formación de conductas socialmente adoptadas, porque tal como lo menciona Freire citado por Mijares (2008), con conocimientos adecuados de los obstáculos que se oponen a los ajustes individuales y a las demandas colectivas, basadas en las necesidades funcionales de la sociedad, "(…habrán condiciones poco a poco a la reforma de nuestros códigos morales. (p. 48)".

De ahí pues, que un sistema o una acción educativa, favorece y apoya la educación en valores, en la medida que abre ante los alumnos una amplia gama de alternativas y les ayude a través de la reflexión, la crítica, conocerlos y valorarlos y discernir libremente; además a pesar del riesgo, aquella que mejor se ajuste al logro de los ideales que cada estudiante se vaya trazando. Este hecho sitúa la escuela ante un reto importante.

En este orden de ideas, el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE 2007), sostiene que:

Es cierto y evidente que los alumnos y alumnas, reciben progresivamente una mayor y diversa información, a través de los medios de comunicación que sus conductas y valores, están con frecuencia totalmente condicionados por elementos y experiencia ajenas al mundo escolar. También es cierto que desde esas informaciones externas, a las escuelas, a menudo a los alumnos, se les bombardea con alternativas para la felicidad, que se les presentan como valores absolutos, que muchos educadores rechazamos por considerar alternativas interesadas, falsa y manipuladoras; por ejemplo, la felicidad obtenida de forma prioritaria y casi exclusiva en el éxito, en la fama, en el consumo de marcas, en la eficacia o en el poder. (p. 31).

En el marco de este reto que se esboza anteriormente, surge la consideración de la educación en valores dentro del Currículo Nacional Bolivariano, como fundamento de los ejes integradores, los cuales deben impregnar la totalidad de la tarea educativa. En tal sentido el MPPE (2007), la educación en valores constituye "…otros de los ejes característicos de la educación bolivariana y a la vez configura uno de los retos más importantes a los que se enfrentan los educadores en la actualidad" (p. 23).

Se pretende así, recuperar el pensamiento humanista como definidor de todo medio social, un gran reto que debe traducirse desde la perspectiva educativa en la integración dentro de los procesos de enseñanza y aprendizaje de un sistema de valores morales (patriotismo y solidaridad), compartidos sobre los cuales construir la propia vida y el entramado social. Un nuevo sistema de valores capaza de hacer descubrir y redimensionar la existencia, de abrir horizontes positivos e ilusionados en la construcción de propios y personales proyectos de vida.

En este sentido, el valor solidaridad es un eje fundamental dentro del Currículo Nacional Bolivariano, debido a que está relacionado con la propia existencia del estudiante, afecta su conducta, configura y modela sus ideas, conducta y conocimientos; este es un valor que determina u orienta el modo de ver y acercarse a la realidad humana y social, condiciona su perspectiva y horizonte. Supone ver las cosas y a los otros con los ojos del corazón, conlleva un sentimiento de fraternidad, es una virtud contraria al individualismo y al egoísmo. Se refleja en el servicio y busca el bien común teniendo como finalidad intentar o solucionar las carencias espirituales o materiales de los demás.

Sin embargo, es conveniente destacar, que a través del diagnóstico realizado, utilizando como método del nivel empírico la observación, la encuesta y la entrevista durante visitas intencionadas a la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, permite señalar que los docentes no desarrollan acciones en la práctica educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral, por otra parte se observa que la misma presenta un desfase entre los elementos teóricos-prácticos presentes en el proceso educativo, razón por la cual los estudiantes en el aula manifestaron conducta de egoísmo e individualidad presentándose conflictos de convivencia en el aula.

Este hecho, es claramente observable para la autora, cuando en un primer intento por acercarse al problema, realizó entrevistas personales con los docentes mencionados, así como también revisó los archivos de datos, informes entre otros, tanto en la Secretaría Regional de Educación como en la escuela donde se realiza la investigación detectándose en ella indicadores asociados a la falta de supervisión, control y seguimiento de formación del valor moral solidaridad; que se concreticen en acciones o estrategias que permitan determinar logros inmediatos o mediatos en los educadores y por ende en los estudiantes.

Ante tales circunstancias, se puede inferir que existe la necesidad de elaborar una estrategia educativa que contribuya a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, se pudo constatar que no se ha alcanzado la ejecución de planes, proyectos, sistematizaciones, entre otros, y en la práctica educativa muchos educadores no asumen adecuadamente la tarea de educar en valores y reducen su papel al de instructores concretándose en que la formación en valores especialmente el de la solidaridad debe estar sujeta a una asignatura de ética que debe ser impartida por un especialista.

En consecuencia se presenta una contradicción fundamental entre el deber ser y el ser de la formación de la solidaridad como valor moral en la educación ya que el Currículo de Educación Bolivariana establece el valor solidaridad como eje transversal del proceso de enseñanza aprendizaje y la realidad de la praxis docente es otra no tomando en cuenta estrategias inherentes a fortalecer y fomentar la solidaridad como valor moral. Ello presupone la existencia de la siguiente situación problemática: Las insuficiencias en los modos de actuación de los estudiantes que denoten el valor moral de solidaridad en su vida escolar y cotidiana.

La situación problemática descrita permitió determinar el siguiente Problema Científico: ¿Cómo contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello?

Se asume como Objeto de Estudio, la formación de valores y se delimita el Campo de Acción referido a la formación de la solidaridad como valor moral, en atención al problema científico, así como al objeto de estudio y campo de acción se establece el siguiente Objetivo de la Investigación: Elaborar una estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello. Para el cumplimiento del objetivo de investigación y dar respuesta anticipada al problema científico se plantean las siguientes Preguntas Científicas:

  • 1. ¿Cuáles son los fundamentos teóricos que sustentan la formación de la solidaridad como valor moral?

  • 2. ¿Cuál es el estado actual de la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello?

  • 3. ¿Qué estrategia educativa contribuirá a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello?

  • 4. ¿Cómo valorar la aplicación de la estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello?

Para responder a estas preguntas científicas se determinaron las siguientes tareas investigativas, las cuales guiaran el desarrollo de la investigación:

  • 1- Determinación de los fundamentos teóricos que sustentan la formación de la solidaridad como valor moral.

  • 2- Diagnóstico actual de la formación de la solidaridad como valor moral en Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

  • 3- Elaboración de una estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

  • 4- Valoración de la estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

De igual forma, para el logro de las tareas investigativas se utilizaron métodos del nivel teórico y empírico:

Dentro de los métodos del nivel teórico:

Histórico-lógico en la investigación para conocer las distintas etapas de la formación de valores en su sucesión cronológica, así como también para conocer la evolución esencial de la solidaridad como valor moral.

Analítico sintético se aplicó para descubrir, conocer y profundizar en la esencia de la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, de igual forma permitió a través del análisis descomponer el objeto de estudio en sus partes para luego establecer la unión e integración en un todo de las mismas por medio de la síntesis.

Inductivo-deductivo, para estudiar la formación de valores como elemento general establecido, lo cual permitió formular conclusiones sobre la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Modelación se aplicó en la estructuración y elaboración de la estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Enfoque Sistémico permitió determinar el diseño de la investigación y la elaboración de la estrategia educativa para contribuir a la formación de la de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Los métodos empíricos empleados en la investigación fueron los siguientes:

La observación estructurada y directa: se empleó para determinar el diagnóstico inicial del estado actual de la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello. Para ello se elaboró una guía de observación no participativa, la cual se le aplicó a estudiantes, docentes y directivos de dicha institución educativa para constatar los modos de actuación de los mismos.

La entrevista: permitió conocer puntos de vistas, opiniones y contradicciones entre el ser y el deber ser de la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, así como también para determinar el grado de conocimiento sobre el mismo y las actitudes relacionadas a dicho valor, lo que implicó la aplicación de una entrevista dirigida a docentes, directivos, padres y representantes de la institución.

La Encuesta: se aplicó un cuestionario para conocer la opinión de los estudiantes, docentes y directivos sobre la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello.

Métodos estadísticos, se emplearon para procesar los datos a través del análisis estadístico de los hallazgos encontrados, a través del porcentaje.

En esta investigación la población estuvo conformada por directivos, 13 docentes de aula y 505 estudiantes de la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello. Se seleccionó como muestra intencional los estudiantes de 6to grado, los cuales están distribuidos en tres secciones, conformadas por 30 alumnos cada una de ellas, para un total de 90 niños y niñas, 3 docentes y 6 directivos para un total de 99 sujetos de estudio a los cuales se les aplicaron los métodos empíricos. Es importante mencionar que se seleccionó esta escuela como estudio piloto por la experiencia de la autora al desempeñarse como directora de la misma.

La validez del estudio está dada por la aplicación de una prueba piloto como aporte al conocimiento científico, donde se aspira que los resultados de esta investigación sean evidenciados como alternativa viable, para fortalecer la solidaridad como valor moral en las escuelas de educación primaria bolivariana del Estado Apure.

La significación práctica, radica en la estrategia educativa para contribuir a la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, la misma contiene elementos teóricos y prácticos que elevan el nivel de calidad de la formación de dicho valor. Esta es un aporte práctico que tiene como propósito fundamental, la proyección del proceso de transformación del objeto de estudio desde un estado real hasta un estado deseado, que condiciona todo el sistema de actividades y recursos a emplear para alcanzar los objetivos del máximo nivel. En cuanto a la novedad científica consistió en realización de una estrategia educativa, la cual va a incidir sobre el desarrollo y calidad del proceso de enseñanza y aprendizaje en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés Bello, contribuyendo a la formación de la solidaridad como valor moral basado en el deber ser de lo establecido en las directrices del currículo nacional y la praxis pedagógica, permitiendo un desarrollo integral de todos los miembros involucrados en el mismo especialmente de los estudiantes.

Con respecto a la organización del informe escrito, se tomó en cuenta los lineamientos del Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) y el Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (IPLAC), quedando estructurado de la forma siguiente: Una introducción que hace referencia al Diseño de la Investigación. La significación práctica y la novedad científica.

El capítulo I, esboza la fundamentación teórica del problema, el cual incluye los antecedentes históricos, fundamentos teóricos, caracterización contextualizada del problema y de la formación en valores con énfasis en la solidaridad como valor moral. Capítulo II, contempla el diagnóstico actual de la formación de la solidaridad como valor moral en la Escuela Primaria Bolivariana Andrés ello, valoración de los resultados de investigación, continua con la propuesta de la estrategia educativa.

Finalmente, se hace referencia a las conclusiones, recomendaciones y bibliografía consultada, más los anexos.

CAPÍTULO I

Referentes teóricos que sustentan la solidaridad como valor moral

En este capítulo se presentan los fundamentos teóricos de la investigación; está estructurado en epígrafes, el primero abarca los valores morales, segundo epígrafe, se refiere a la solidaridad como valor moral, tercero los antecedentes históricos de la solidaridad como valor moral eje integrador dentro del Currículo Nacional la Educación en valores y finalmente se presentan las conclusiones parciales.

1.1 Los Valores Morales

Cuando la educación de valores es asumida como un proceso formativo integral y su concreción se advierte en el entorno multidimensional de la instrucción, la educación y el desarrollo; los valores adquieren tal magnitud que pueden considerarse importantes bases socio filosóficas de la educación. Este criterio es teóricamente refrendado en las obras de los epistemólogos Rogelio. Medina Rubio (1998), Teófilo Rodríguez Neira (1998) y Lorenzo García Aretio (1998).

Existe un consenso de que la educación, con la multiplicidad de métodos, procedimientos, actividades y núcleos teórico-metodológicos que la sustentan, está inmersa y fundamentada en un sistema de valores. Este es un juicio firmemente establecido por la teoría y la praxis educacionales. Tal correspondencia es apreciable en el plano del cambio educativo como agente causal o resultante de la variabilidad axiológica, o sea, el cambio que se produce en cualquier dimensión del proceso pedagógico engendra ineluctablemente una variación y en sentido contrario, cualquier cambio operado en el sistema de valores, genera modificaciones en la naturaleza del sistema educativo. Esta relación es perceptible en el conjunto de aspectos que conforman la realidad educacional, cuya progresión al perfeccionamiento proyecta la necesidad de mantener control y estímulo sobre el orden de los valores que cimienta la estructura del sistema. No obstante:

Blanchard (2008), manifiesta que el valor "es aquella cualidad que permite evaluar la bondad de una cosa, su capacidad de transcender en un ámbito determinado y en cualquier plano que se presente" (p. 22). Es importante tomar en cuenta el carácter de evaluación que encierra cada valor, esto depende de cada sociedad, de su tiempo y las circunstancias que lo rodean. Al respecto Bruner citado en Torrance (2006), indica que la ideología configura cada valor. El valor es por lo tanto el medio para demostrar el proyecto de algo, dependiendo del elemento subjetivo predominante en un grupo, individuo o sociedad. Sólo cuando los valores se encarnan en algo o alguien son reales y válidos, es entonces cuando forman vida, se personalizan se desea algo y se lucha por ese fin.

Según Carrero (2007), cuando el valor toma sentido, inspira la conducta, la vida toma rumbo encaminado por la recta de la motivación hacia algo; ese algo que llena de inspiración y empuje hacia su realización o materialización en su forma expresiva, con un estilo específico de ese valor o valores, dinamiza o enlaza los actos con el objetivo de lograr sus fines. Se aspira a ese ideal de perfección en cualquier aspecto de la vida, la cual está configurada por características bien disímiles ya que el ser humano es un conjunto de experiencias merecidas por influencias políticas, económicas, religiosas y culturales, cuyas variables forman por una parte la grandeza de la vida y por la otra presentan a veces las disyuntivas de la selección y categorización que debe la persona realizar para definirse por los valores fundamentales que deben configurar un tipo de personalidad.

Así como también señala el mencionado autor, para que estas características se hagan realidad, tienen que ser el producto de una constante, una actitud permanente de madurez, que es el fruto de la experiencia del individuo, más que de un hecho hereditario. Cuando se configuran las actividades, ideas o esquemas y se hacen estables, una tendencia hacia la realización permanente, se está ante la posible adquisición de un valor, que trasmitirá características especiales a la persona y esta proyectará, indudablemente esas cualidades que forman parte esencial de su existencia, el medio social donde se desenvuelve y su protección trascenderá obligatoriamente, influenciando a quienes reciben dicha protección; ese es el caso de un educador, el espejo donde los estudiantes se mirarán y la vida de ellos será el mejor reflejo de lo que éste les enseña.

Así lo sustentan las teorías contemporáneas, donde se considera el modelaje, es decir, la observación del comportamiento de otras personas, como el indicio que el individuo adquiere, patrones y respuestas intrínsecas, simplemente por medio de la observación si el modelo es apropiado. Las respuestas emocionales pueden ser consideradas por la observación, gracias a las reacciones afectivas desencadenas por los modelos.

Al respecto Bandura citada por Romero (2009), en una mezcla de conductismo, cognitivismo y teoría social, lo demuestra sin seguir en forma tajante la fórmula estímulo respuesta, sino inclinado hacia la observación del individuo. Si ésta teoría es válida para el proceso de enseñanza y aprendizaje, la imitación se dará en forma más contundente, ante la captación de la vida misma, y de la actividad del ser humano la importancia que encierran los valores en la vida del docente con relación a sus alumnos, es de trascendencia invalorable.

Según Torrance (2006), y otros, sostienen que el docente no puede jugar ya con el criterio tradicional, yo soy así, porque un docente tiene que ser como debe ser, lo que permite traer a colación la frase que se repite sobre el ser y el deber ser descrito en programas, discursos, planes y diseños donde en la mayoría de los casos, todo queda en el papel; ahora bien, analizando el ser y aplicándolo en primer lugar a los elementos esenciales del currículo (el docente y el alumno); el deber ser es el perfil que deben tener estos a la espera de hacerse realidad.

A la vista de tales exigencias, el docente debe crear su proyecto personal con base a los fundamentos legales y técnicos; no puede ser un docente por casualidad, que no sepa porque existe y no conozca la ley que contiene la misión y obligaciones que hace implícita una vacación para y hacia los demás. La fuerza de la vocación debe superar todos los obstáculos que encuentre en el camino para elevarse hacia el logro del fin principal: el hombre congruente con la nación, el cual consolidará con su preparación humana, intelectual y moral una patria soñada por los venezolanos. El deber ser del hombre y la sociedad ha sido a través de toda la historia, fenómenos sociales y objeto de estudio ineludibles, su condición social esta interrelacionada a la condición humana y ésta a su vez a los diferentes momentos históricos en los cuales se desarrolla.

Diferentes y diversos han sido los criterios sostenidos y las teorías formuladas acerca de la teoría social adaptada a la misma, acerca de la moral según De la Torre (2008), Cicerón traducía el adjetivo "Ethique", como un calificativo de la conducta humana social.

Existen distintas valoraciones asignadas a la moral para los hombres, según su espacio geohistórico en el devenir del tiempo. La razón esencial por la que se citan las posiciones teóricas es para fundamentar el hecho que el problema de la moral ha sido tratado universal e históricamente como parte de la vida social del hombre.

Si la moral a juicio de Vázquez (2007), conlleva a cambios fundamentales en la historia humana, la misma está constituida material y espiritualmente. Socialmente el hombre hace una obligación sigo mismo y con los demás; es decir una moral para el hombre y para la sociedad; al respecto el citado autor considera:

La obligación moral se presenta, pues determinado un comportamiento; es decir, alcanzándolo en cierta dirección. Pero no sólo estoy obligado moralmente, en cuanto soy libre de seguir o no en ese camino (…), obligación que no puede explicarse como algo estrictamente individual, ya que tiene un carácter social (…). Así pues, no hay porque dejar de subrayar toda la importancia y especificidad del factor personal, la interiorización de la norma y el deber fundado en ella; así como el papel que desempeña la condición intima de la obligatoriedad, siempre que no se pierda de vista a su vez, su carácter social. (p. 23).

Según este autor la condición social como ente reforzador de pautas y normas, actúa sin dejar de lado la particular forma y el criterio propio de la interiorización de la norma y el deber ser. La norma que establece la sociedad puede verse como obligatoria, como una imposición, lo que puede interpretarse como mito, ahora bien el cumplimiento de dicha normativa considerando la responsabilidad individual al elegir y tomar decisiones, al señalar determinante la conducta social en el reforzamiento de conducta, se limita la condición de ser moral en la medida de libertad de actuación. El valorar situaciones, objetos, conductas, debe internalizarse como normal sobre el fundamento de un criterio propio y adaptado a la sociedad. El sentido de lo forzoso del deber ser para el hombre, suele estar sujeto al contexto teórico que ha formado el producto, y que permitirá la formación de una conciencia social, en este sentido se infiere que del grado de conciencia que posee el hombre, dependerá la obstrucción de la normativas colectivas, como elementos normales y no como normas forzadas de cumplir.

Al respecto Montero (2006), dispone lo siguiente:

La conciencia moral, es por lo tanto en la forma en la que la conocemos ya en tiempos históricos; es decir convertidos en voz interior o juez interno de nuestros actos, el producto de un largo proceso de desarrollo de la humanidad. Cada época de acuerdo con el tipo de relaciones dominantes, imprime su propio sello a la conciencia moral, ya que cambian también el tipo de relación entre el individuo y la comunidad. (p. 102).

Al grado relativo de conocimiento de su medio ambiente, entendido como conciencia, se suma la capacidad del hombre para captar los mensajes y responder según lo internalizado. En tal sentido, la conciencia se ha comparado a la asimilación de grados de cultura, educación, hábitos y costumbres, que dada la socialización inicial del individuo se establece. Así en cada momento histórico hay un mensaje moral (normativo o factico), que suele ser el resultado de un largo proceso de desarrollo de la humanidad.

En esencia la idea de la unidad, está presente en todos los documentos políticos bolivarianos, destacando la importancia acerca de la conformación de una educación ciudadana y una preparación moral necesaria que debe recibir todo ciudadano en su formación integral, no sólo teórica, sino práctica, tal como lo señala Romero (2009):

No basta con reconocer todo el repertorio de la moral crítica, Kantiana (…), el problema de la moral en la enseñanza, es un reflejo de la moral del maestro y del ambiente en general; ningún ser humano puede ser independientemente de su destino (p. 68).

En efecto no basta el establecimiento de normativas, sin el más amplio conocimiento de las mismas, sin el rol docente ejemplarizante; sin embargo, la acción docente por modesta que se presente, se verá como un elemento abstracto, sino se toma en cuenta el ambiente en general.

La importancia de factores como: el medio ecológico, la convivencia familiar, el status socioeconómico no pueden ser ajenos al destino del hombre, de igual manera es cabe mencionar el comportamiento del docente, el cual es de vital importancia para el alumno. De ahí, la innegable importancia de la consideración social hacia el mismo, con la finalidad de garantizar la confianza y el respaldo en la ejecución de la labor socializante. Sobre este particular Richta (2006) señala:

" (…), Pero no sólo nos encentramos divididos en nuestra estimación de las cuestiones fundamentales, como de los principios de la vida ideal y de la organización mejor de la sociedad, sino especialmente en las sociedades democráticas, no se tienen ideas definidas con respecto a las normas de conductas adecuadas en otras cuestiones. Un conjunto de influencias educativas, prepara a las nuevas generaciones para la realización y defensa de sus propios intereses. "(p. 17,18).

De allí pues, que se le asigna a la formación educativa el rol trasmisor de valores morales y de principios, de pautas culturales y valores patrióticos, de cumplimiento, de solidaridad, es posible, sólo previo establecimiento de un papel filosófico nacional bien definido, determinando claramente las características personales que deben estimularse en todo individuo, internalizando la responsabilidad moral al asumir y comprender su función social como ente forjador del desarrollo social. De la misma manera como se internaliza una parte del conocimiento científico, se podría internalizar elementos generadores de una conducta social moral, que según Sánchez (2007), "…habría que reunir el valor fundamental de las ideas y el poder potencial de imponerles que ostentan los grupos…" (p. 10), para dar a conocer la filosofía del buen procedimiento y de la buena convivencia.

De esa forma lo que el niño aprende en la escuela, es el resultado de sus experiencias vividas en ella, de una intervención del sujeto con el medio escolar; los conocimientos que se imparten, las relaciones personales que se establecen, los problemas que se resuelven, los ejemplos que se pueden observar, las normas que se imponen y otros, son elementos que conforman dichas experiencias.

La presencia de la educación en valores en el sistema educativo bolivariano (SEB), se justifica por la crisis moral que caracteriza la época actual. En Venezuela, es motivo de preocupación la pérdida progresiva de valores que se observa en los diferentes sectores que conforman la sociedad. En tal sentido, una educación en valores como estrategia de dirección educativa debe promover cambios significativos que conduzcan a la formación de un ser humano capaz de desenvolverse en una sociedad pluralista en lo que pueda, de una manera crítica, practicar como norma de vida la libertad, la tolerancia, la solidaridad, humildad, justicia, el patriotismo, la identidad nacional entre otras.

1.2.- La solidaridad como valor moral

Se hace evidente la necesidad de tener en cuenta la influencia de la ejemplificación, pues, algunas conductas ajenas pueden llegar a convertirse en patrones propios de conducta y determinadas valoraciones ajenas pueden ser asumidas como propias, si el sujeto las toma como modelos, las asume y le incorpora sus propios matices.

El referente solidaridad, será positivo si el modo de actuación y las valoraciones ajenas se han estructurado a partir de significaciones socialmente positivas y será negativo si los modos de actuación y valoraciones ajenas se han estructurado a partir de antivalores.

El referente negativo se asume por lo general bajo determinadas circunstancias, que pueden ser agrupadas en dos sentidos:

  • Momentos de crisis

  • Pérdida de paradigmas.

  • Necesidades insatisfechas.

_ Problemas económicos.

  • Pérdida de seres queridos.

  • Impacto de errores cometidos.

  • Desarreglos emocionales.

  • Deficiencias en los sistemas socializadores.

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La jerarquía de los valores se va formando en las relaciones que el hombre establece, en su colectivo, la familia y la comunidad, la conducta estructurada sobre valores morales determina la riqueza espiritual del individuo.

Al valorar que las convicciones son postulados y razonamientos que se consideran indiscutibles, el hombre se guía por ellos en su modo de actuar. Resulta difícil establecer la relación entre la conducta moral y las convicciones para llegar a ser solidario, pues una misma conducta puede obedecer a motivos diferentes. Un sistema de valores fundamentado en convicciones es más sólido, más armónico y menos susceptible a las crisis, las que pueden sobrevenir por el cambio de circunstancias de la vida social, derivando entonces una conducta consecuente con su desarrollo.

Entre los valores se encuentran aquellos de gran importancia por su universalidad y vigencia en todos los tiempos. No puede olvidarse además la existencia de las relaciones con el propio individuo, sus deseos, sus sentimientos y opciones.

El mundo interior de las personas, resulta un elemento clave para comprender las dificultades que pueden enfrentar para asumir un sistema de valores. El carácter consciente y crítico es indispensable, por lo determinante que resulta para la transformación del valor en convicción, en mandato imperativo para el mundo interior de la persona. Ya que no es superable las opciones que tiene la misma persona para comprender que un valor de superación intercede por medio de la solidaridad única en el crecimiento personal, espiritual y humanitario.

Así mismo la dignidad humana relacionada con la solidaridad, es uno de esos valores y puede ser considerado como un supravalor, determinante de la calidad del ser humano. Este a su vez se nutre de otros valores universales, no menos importantes como: la honestidad, la honradez, la responsabilidad, el humanismo, la vergüenza, el honor y el sentido del amor propio. Estos hacen al individuo insobornable y lo elevan por encima de todo interés mezquino o conducta reprobable, aún a costa de la pérdida de beneficios y hasta con desprecio de la vida.

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Fuente: Silvestre, M. (2002).

Según lo planteado por García F (2002) en su artículo la solidaridad declara que La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.

La teología cristiana adoptó por primera vez el término solidaritas, aplicado a la comunidad de todos los hombres, iguales todos por ser hijos de Dios, y vinculados estrechamente en sociedad. Por lo tanto, el concepto de solidaridad, para la teología, está estrechamente vinculado con el de fraternidad de todos los hombres; una fraternidad que les impulsa buscar el bien de todas las personas, por el hecho mismo de que todos son iguales en dignidad gracias a la realidad de la filiación divina.

En la ciencia del Derecho, se habla de que algo o alguien es solidario, sólo entendiendo a éste dentro de «un conjunto jurídicamente homogéneo de personas o bienes que integran un todo unitario, en el que resultan iguales las partes desde el punto de vista de la consideración civil o penal»[1]. Dentro de una persona jurídica, se entiende que sus socios son solidarios cuando todos son individualmente responsables por la totalidad de las obligaciones. Para el derecho, la solidaridad implica una relación de responsabilidad compartida, de obligación conjunta.

La Doctrina Social de la Iglesia entiende por solidaridad «la homogeneidad e igualdad radicales de todos los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a todos y cada uno a la práctica de una cohesión social, firme, creadora de convivencia. Cohesión que será servicio mutuo, tanto en sentido activo como en sentido pasivo[2]Se puede entender a la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua; y tenerla por muy cercana a los conceptos de «responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación, participación[3]

En la actualidad, la palabra solidaridad ha recuperado popularidad y es muy común escucharla en las esferas sociales. Es una palabra indudablemente positiva, que revela un interés casi universal por el bien del prójimo.

Es por esto que la solidaridad debe ser desarrollada y promovida en todos sus ámbitos y en cada una de sus escalas. Debe mirar tanto por el prójimo más cercano como por el hermano más distante, puesto que todos formamos parte de la misma realidad de la naturaleza humana en la tierra. Esta es una palabra de unión. Es la señal inequívoca de que todos los hombres, de cualquier condición, se dan cuenta de que no están solos, y de que no pueden vivir solos, porque el hombre, como es, social por naturaleza, no puede prescindir de sus iguales; no puede alejarse de las personas e intentar desarrollar sus capacidades de manera independiente.

La solidaridad, por tanto, se desprende de la naturaleza misma de la persona humana. El hombre, social por naturaleza, debe de llegar a ser, razonada su sociabilidad, solidario por esa misma naturaleza. "La palabra solidaridad reúne y expresa la esperanza plena de inquietud, sirve de estímulo a la fortaleza y el pensamiento, es símbolo de unión para hombres que hasta ayer estaban alejados entre sí"[4]. Esta es el modo natural en que se refleja la sociabilidad: Es también muy claro en el estudio de la solidaridad que este concepto no pertenece exclusivamente a la doctrina cristiana, es una necesidad universal, connatural a todos los hombres. Aún antes del cristianismo; aún en contra de él.

Ser solidarios significa compartir la carga de los demás, ningún hombre es una isla. Los une el paisaje, la carne y la sangre, el trabajo y la lengua o idioma. Cuando nace la solidaridad se despierta la conciencia, y aparecen entonces el lenguaje y la palabra. En ese instante sale a la luz todo lo que antes estaba escondido. Lo que une a los hombres se hace visible para todos. Y entonces el carga a sus espaldas con el peso del otro. La solidaridad habla, llama, grita, afronta el sacrificio. Entonces la carga del prójimo se hace a menudo más grande que la nuestra[5]

El concepto de solidaridad perpetuado en la Doctrina Social de la Iglesia Católica contempla tanto la real dignidad de la persona individual como su necesidad natural de vivir en sociedad y de participar en ella tanto activa como pasivamente, en el proceso diario y natural de dar y de recibir dentro de la civilización.

Es el sentimiento que impulsa a los hombres a prestarse ayuda mutua, subordinar sus intereses personales a los de la humanidad; ser solidario significa: Asociado, responsable, hermano, fraterno, fusionado,al respecto García F (2002) señala que La verdadera solidaridad, aquella que está llamada a impulsar los verdaderos vientos de cambio que favorezcan el desarrollo de los individuos y las naciones, está fundada principalmente en la igualdad radical que une a todos los hombres. Esta igualdad es una derivación directa e innegable de la verdadera dignidad del ser humano, que pertenece a la realidad intrínseca de la persona, sin importar su raza, edad, sexo, credo, nacionalidad o partido.

Juan Pablo II lo expresa claramente. El ejercicio de la solidaridad dentro de cada sociedad es válido sólo cuando sus miembros se reconocen unos a otros como personas[6]Aquí el término persona aparece para llamar nuestra atención hacia un aspecto que es esencial dentro de un estudio bien encausado de la solidaridad. La solidaridad en el sentido se entiende que existe sólo entre personas.

La solidaridad, esencialmente, debe ser dirigida al ser humano. La persona es principio y fin de la solidaridad. El acto solidario debe ser hecho en beneficio de una persona, ya sea directa o indirectamente. El ser humano puede servirse de todos los bienes naturales, de manera ordenada, para su beneficio. Desde este punto de vista, la naturaleza no puede ser para la solidaridad un fin, sino un medio. A fin de cuentas, el ser humano es quien debe recibir el bien, ya sea de manera directa o indirecta. La solidaridad nace del ser humano y se dirige hacia el ser humano. Siempre ha sido una exigencia de convivencia entre los hombres. Pero no hay que confundir tampoco a la solidaridad con la caridad pura, o con la liberalidad. La solidaridad es, en sentido estricto, una relación de justicia.

La solidaridad, pues, es justa y, por lo tanto, moralmente obligatoria en todos los casos, aparte de aquellos en que la ley la contempla y la hace jurídicamente obligatoria. La solidaridad es una relación entre seres humanos, derivada de la justicia, fundamentada en la igualdad, en la cual uno de ellos toma por propias las cargas de el otro y se responsabiliza junto con éste de dichas cargas.

En conclusión el concepto final de solidaridad, el cual se asume como fundamento de esta investigación es:

La solidaridad es una relación entre seres humanos, derivada de la justicia, fundamentada en la igualdad, enriquecida por la caridad, en la cual uno de ellos toma por propias las cargas de el otro y se responsabiliza junto con éste de dichas cargas, dicha relación, entendida únicamente en el entorno del ser humano, puede llevarse a cabo en tres niveles distintos, según se relacionen, respectivamente, un hombre con otro, un hombre con su sociedad o una sociedad con otra. Se comprende La solidaridad (…) se practica sin distinción de credo, sexo, raza, nacionalidad o afiliación política. La finalidad sólo puede ser el ser humano necesitado[7]que para que haya solidaridad se requieren dos personas: una necesitada y otra solidaria. Pero el solo dar, o ayudar, no es lo más difícil.

La parte difícil comienza cuando se presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos. Esto es: ser solidarios por una verdadera convicción de igualdad y de justicia. Es difícil ser caritativos, solidarios, entregados, y ser, al mismo tiempo, totalmente desinteresados.

Lo que debe empujar a un hombre a ser verdaderamente solidario no es, en ningún momento, el hecho de que con eso se vaya a conseguir algún beneficio personal, sino la verdad de que esa otra persona es precisamente eso: persona. La convicción de igualdad y la virtud de la caridad son las que deben impulsar un acto solidario.

La solidaridad, en este sentido, implica en gran medida el olvido de sí mismo y de las propias necesidades, para empujar al espíritu humano a realizarse en la entrega a los demás.

Desafortunadamente, las corrientes ideológicas modernas, aunque han conseguido ya, en teoría, la igualdad de todos los seres humanos, no han favorecido del todo la solidaridad. Reina en la mente de las personas la idea casi inamovible de que la solución a los problemas de la sociedad está en el liberalismo absoluto: en dejar hacer y dejar pasar. En otras palabras, es mucho más fácil para cualquier persona cerrar los ojos a las necesidades sociales y trabajar exclusivamente para el bien propio, sin más obligación que no quebrantar la ley.

La solidaridad entre individuos es la primera y la más importante, puesto que en ella se fundan los otros dos tipos. Todos los tipos de solidaridad nacen de la misma convicción de igualdad de todos los hombres.

La primacía de la solidaridad entre individuos no resta importancia a la real necesidad de impulsar la solidaridad de escala social. Los problemas socio-económicos sólo pueden ser resueltos con ayuda de todas las formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, de los ricos y los pobres, de los trabajadores entre sí, de los empresarios y de los empleados, solidaridad entre las naciones y entre los pueblos[8]La solidaridad a gran escala está íntimamente ligada con aquélla entre individuos, y en ella funda su verdadero valor.

La solidaridad social consiste en colaborar de manera desinteresada con el bien común. Hay actos de solidaridad que son específicamente obligatorios. Incluso existen actos en contra de la solidaridad que pueden ser castigados. Entendemos, por ejemplo, que el cumplir las leyes es un acto solidario, porque sabemos que cumpliéndolas favorecemos el orden social, la observancia de dichas leyes y, por lo tanto, el bien común. En este caso, la falta contra la solidaridad es motivo de castigo, y este castigo se lleva a cabo porque se considera que el cumplimiento de la ley es de interés general y a todos aprovecha.

La solidaridad resuena como una necesidad urgente y realmente alcanzable para todos los que, a fin de cuentas, han un sin fin de bienes de la sociedad y, por lo tanto, tienen la obligación moral de devolver, por lo menos a lo que está dentro del entorno social que le rodea.

La solidaridad hacia la sociedad ha sido puesta de relieve en repetidas ocasiones por la Iglesia Católica. Con respecto de la solidaridad, Pío XII señala sus elementos, claros y objetivos; no se anda por las ramas al señalar actos específicos que implican solidaridad humana.

Nos invitamos a construir la sociedad sobre la base de esta solidaridad y no sobre sistemas vanos e inestables. Dicha solidaridad requiere que desaparezcan las desproporciones estridentes e irritantes en el tenor de la vida de los diversos grupos de un mismo pueblo.[9].

El sentido del párrafo anterior se dirige a dos elementos principales: el primero, como una crítica frontal al despilfarro y el lujo, que entorpecen y obstruyen la solidaridad verdadera. El segundo, como una afirmación medular acerca de los actos solidarios: una persona realmente solidaria, como ya hemos señalado, debe de actuar conforme a la conciencia, antes que ser estimulada por leyes externas o presión social.

Hay aún más formas de manifestar la solidaridad. Por ejemplo: la ecología. Este tema hoy parece obligado porque ha adoptado una radical importancia en los últimos años. Hace falta diferenciar los fines que puede tener una conciencia ecológica. Cuando una persona se decide a cuidar los recursos naturales porque los considera valiosos en sí mismos no se trata de una actitud solidaria. Sin embargo, cuando se sabe que se puede favorecer al ser humano a través del cuidado los ecosistemas, sembrando árboles, desarrollando agricultura sana, promoviendo la protección de los animales en peligro de extinción y defendiendo la pureza de los ríos, entre otros ejemplos, entonces la disposición de cuidar el entorno se transforma y enriquece para apoyar a la persona humana y, ciertamente, la ecología puede ser una importante actitud dentro de la solidaridad humana.

Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales; que el ser humano se compone sólo de materia, y eso es totalmente equívoco, aunque así se nos ha hecho ver en el desarrollo de los ideales del más puro liberalismo económico. El ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales.

Para estas necesidades, que pueden plantear problemas para distintas personas, también debe existir una actitud solidaria que favorezca el desarrollo de los hombres en estos campos. La solidaridad, pues, no se reduce a ayuda material, ni a un romántico sentimiento de tristeza hipócrita por los males de los demás, sino que se traduce en ayuda verdadera para los problemas de todos los hombres, dignos y, por lo tanto, iguales.

En conclusión el límite de la solidaridad es la medida de la vida humana, porque el hombre está llamado a dar todo incluso la vida y guardar para el no más que lo indispensable. Lo demás es lujo que busca acrecentar la distancia de unos hombres con otros y obstaculiza el desarrollo de la sociedad en la medida que merma la capacidad humana de compartir, de cooperar y de pertenecer realmente a una sociedad de hombres iguales.

Principios de la Solidaridad

  • Fortalecer el espíritu de colaboración y de trabajo en equipo.

  • Apreciar el sentido de compañerismo y compartir recursos, en aras de potenciar todo el conocimiento que captamos y generamos.

  • Desarrollar una cultura que privilegia el trabajo integrado entre todos, la consulta colectiva, el diálogo y debate para la identificación de los problemas y la unidad de acción en la selección de posibles alternativas de solución.

  • Identificarnos con el sentido de justicia social, equidad e internacionalismo, ante las causas nobles que pueden lograr un mundo mejor, de paz e igualdad.

  • Favorecer y apoyar las instituciones de menor desarrollo, reflejado en la distribución de recursos, formación de personal, participación en proyectos.

  • Participar activamente, con nuestros recursos y conocimientos en proyectos integrados.

  • Lograr la integración y la unidad de acción de la organización para la solución de los problemas.

  • Potenciar las acciones internacionalistas dentro y fuera del país.

  • Estar identificado y participar conscientemente en los Programas de la Revolución.

  • Solidaridad con las personas.

  • Apoyar el contexto político revolucionario quien tiene enmarcado su plan dentro del marco solidario.

1.3 Antecedentes históricos de la solidaridad como valor moral

La Educación Venezolana en los últimos diez años ha experimentado cambios sustanciales en el enfoque filosófico, finalidades e intencionalidades, guiados por la visión de país y del hombre y la mujer plasmados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de (1999) y consustanciado con los aportes de las comunidades, docentes, estudiantes, académicos, que participaron en la Constituyente Educativa (1999); los cuales se han logrado validar a través de la acción y la reflexión del Desarrollo Curricular, en los diferentes ambientes utilizados como foros y/o espacios de aprendizaje.

Investigaciones afines

Aragao, Delercy, en su investigación "Estrategia Metodológica para el Fortalecimiento de los Valores Morales, Honestidad, Solidaridad en los Estudiantes de la Carrera Pedagogía", especifica que a pesar de existir la formación de valores esta no se aplica por no estar inmersa en asignaturas o contenido programáticos, por lo tanto hay un contraste con la realidad que se quiere y la realidad que se observa en la vida cotidiana. Por lo tanto es imprescindible tomar en cuanta esto a valores en los planes y programas del sistema educativo.

Se tiene así, entre otros de los avances de la Educación Venezolana, los contenidos compartimentados a una manera compleja de entender y comprender, la diversidad de saberes, enfoques teóricos, modelos, procesos, otros. Para desarrollar armónicamente los aspectos cognitivos, afectivos, axiológicos y prácticos, superándose la fragmentación, la atomización del saber y la integración de las actividades manuales e intelectuales. (LOE, artículo 6).Todo lo anterior implica una nueva concepción del ser humano, de la visión de cómo aprende. De allí pues que la estrategia de dirección educativa surge a partir del análisis de los resultados empíricos obtenidos de la práctica diaria, contrastándola con esta nueva visión de la educación, lo que permitió la construcción de la propuesta que se presenta.

La misma está conformada por acciones que indican el qué, y el cómo hacer para propiciar la formación de solidaridad como valor moral en la Escuela Básica Bolivariana Andrés Bello. Los fundamentos generales constituyen consideraciones teóricas básicas que sirven de base a la misma.

La estrategia se centra en el desarrollo integral de la personalidad mediante las actividades de reflexión, valoración y participación; reconociendo el papel del ser humano social, racional, crítico y humanista, donde el logro de la concientización de los estudiantes mediante normas, valores, amor a la patria, ayuda mutua y cualidades positivas, le que permitan una correcta integración social y la potenciación del desarrollo individual y fortalecimiento de la solidaridad como valor moral.

Para ello es imprescindible una adecuada organización del proceso docente-educativo sobre la base de determinadas exigencias y estrategias educativas que permitan el logro de objetivos específicos en el desarrollo de la personalidad. La propuesta que se realiza consiste en una estrategia educativa que permite a los directivos y docentes de las Escuela Básica Bolivariana Andrés Bello lograr este acometido mediante contenidos educativos, (conceptos, teorías, teoremas, valores, actitudes, habilidades y destrezas), que sean vistos por los docente y directivos, no son un fin en sí mismo, sino como un medio para lograr las finalidades e intencionalidades educativas que una sociedad en una época determinada consideraran que necesitan sus ciudadanos para el desarrollo de una ciudadanía que promueva el proyecto de país en cuestión.

Los fundamentos generales que le sirven de base a la estrategia educativa, se concretizan y desglosan en las consideraciones teóricas, en los principios como ideas rectoras del mismo y en su objetivo esencial a lograr. Éstos parten de una concepción dialéctico-materialista del desarrollo de la personalidad y de un presupuesto psicológico y pedagógico histórico-cultural.

Es necesario señalar que el estudio de la moral y la ética a lo largo de la historia, ha respondido a cada necesidad social según su tiempo y espacio. Lo más notable está representado por la preocupación del hombre, inventor de ideas para responder a sus interrogantes y dar así solución a sus fenómenos. En efecto, la ética para el mundo griego obedece a una concepción total del individuo y de la sociedad, de la virtud y de la verdad donde la eticidad estaba asociada, tal como lo señaló Durkhein citado por Pérez (2008), con el "cuidado de si", en la preocupación por "si". En tal sentido, se puede inferir que el aprecio por lo personal fue un elemento fundamental en la vida de los griegos. Al respeto el autor anteriormente citado considera que: Asumir la existencia desde la eticidad, es en este contexto poder dar cuenta de sí mismo (…) perdiendo toda seguridad fundada en la seguridad o la tradición, el sitio o la religión y enfrentando la búsqueda de la verdad, apoyados en la lógica y la crítica. (p. 32).

Por otra parte, Faure citado por Gallardo (2006), sostiene que la sociedad es variable, cambia, se transforma y con ello los hombres, sus hábitos, costumbres, pensamientos, acción, cultura y hasta su moral. De allí que para Aristóteles citado por Ulloa (2007), su ético significado "tener excelencia con el carácter personal" (p. 16); ésta calificación asignada al hombre como persona social, a la excelencia de su conducta en función de esa sociedad, tomando en cuenta que el hombre es un ser social innegable y que su determinación es para la sociedad, lo que ella misma determine para él.

En consecuencia la consideración de una moral individual diferente, contraria a la moral colectiva, sería un fenómeno anónimo que estaría colindando en la desviación social y por consiguiente ajeno a la socialización necesaria. Al respecto Inkeles (2008), señala que la moral es ética aplicada; es decir, que la moral es de aplicación necesaria, su moral o inmoral según su criterio, forma parte esencial de lo humano. Así como también considera que nadie puede sustraerse de las exigencias de la moralidad, porque nadie puede vivir sin decidir y asumir responsabilidades.

Sobre este particular, el citado autor, considera: El superhombre de Nietche, no es un hombre amoral, mucho menos un inmoral; es un hombre superior que ha llegado a ser el mismo, su propio ejemplar, legislador moral (…), y el revolucionario que consagre su vida a destruir la moral de la sociedad, lo hace precisamente en nombre de su propia moral (…), establecer una norma particular no se deslinda de la norma colectiva, la cual se expresa en criterios morales aprendidos, internalización de las normas morales que pone una determinada sociedad. El ser humano está pues determinado como una necesidad inevitable a su moral e inmoral. (p.18)

Lo anterior expuesto significa que la afirmación de la dualidad individuo-sociedad, en la cual independientemente de la actitud de considerar su conducta social particular, el hombre se interrelaciona con las normas colectivas. Ya se ha dicho que cada sociedad según el tiempo, espacio y desarrollo económico, geohistórico, va sumiendo e imponiendo normas que voluntaria e involuntariamente internaliza ajenas a su jerarquización social colectiva, pero que de hecho responden al desarrollo de su cotidianidad. La retrospectiva teórica antigua no contiene ninguna palabra que exprese lo que se llama "conciencia psicológica", pero si hablan de la "conciencia moral". A ella se refiere San Agustín citado por Machado (2007), "como un estado de satisfacción del hombre". En tal sentido, la historia de la conducta del hombre ha estado limitada entre dos parámetros, una el de la conducta misma y la otra el del estado místico, abstracto, subjetivo, intangible llámese o no conciencia, pero que determina la responsabilidad moral del hombre.

Manhein (2005), cita a Rousseau y señala que éste estima el himno de la conciencia moral en abstracto, cuya función juzgadora y legisladora no le duele a nadie "conciencia, consciencia tu eres el instinto (…), guía segura de sus innatos (…), pero dotadora de razón y libertad" (p. 53). Sócrates, citado también por este autor se refirió al dominio interior que lo inspiraba y preservaba de decisiones "inmorales". Según él es propio del hombre la anémica posición que asume entre diferentes valores dependiendo de su estructura familiar.

Por otra parte, es importante mencionar que Nietzsche (citado por Torrance, 2006), que la crisis espiritual de la actual humanidad; la sublevación juvenil y desorientación de los adultos se debe a la pérdida de los valores tradicionales; los cuales han sido conceptualizados, como la relación entre el sujeto y el objeto. (p. 35). Es la calificación que el hombre sujeto, le asigna a determinado objeto. Valorar tal o cual bien material o dualidad espiritual, dependerá de la escala de valores que el hombre posee de la jerarquía que le asigne. Al valorar al hombre jerarquiza inevitablemente.

La historia indica una serie de elementos materiales productivos con mayor influencia en el ser y por lo tanto se le ha asignado valor; aunque se ha olvidado no sólo la consideración humanista en cuanto a la investigación y análisis de verdaderos formadores de conductas sociales; en tal sentido se puede inferir que este planteamiento no está desligado del entrono social, de las relaciones cotidianas de unos individuos con otros y constante surgimiento de problemas.

En este orden de ideas se hace referencia en este marco conceptual, a la consideración de lo moral y lo ético dentro del contexto social; sin embargo, es necesario destacar la opinión de Orcajo, (2008) al considerar que "…el comportamiento humano práctico moral, aunque sujeto a cambios de un tiempo a otro y de una sociedad a otra, se remontan los orígenes mismos del hombre como ser racional" (p. 51). Así las normas de conducta del hombre estarán pautadas por el momento histórico y por el sistema sociopolítico del momento. Se trata de dar una información socializante en todos los contenidos, constructos y categorías, que se convierten en modelos sociales positivos en los cuales el hombre en su proceso de socialización internaliza, construyendo un adecuado sistema de representaciones lógicas y concretas.

Según Prieto Figueroa citado por Carrero (2007), necesidades sociales como las anteriormente señaladas, fueron prioridad en la Historia de Venezuela, para el libertador Simón Bolívar la idea de crear un cuarto poder "el poder moral" era el reflejo de su preocupación por la educación moral y ciudadana del pueblo. Sus ideales se encuentran expresados en discursos, proclamas, documentos políticos de los cuales se cita entre otros los siguientes:

-Hombres virtuosos, hombres ilustrados constituyen la República (15 de febrero de 1819).

-Moral y luces son nuestras primeras necesidades (15 de febrero de 1819).

-La mejor política es la honradez (17 de agosto de 1829).

-Tengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer prodigios (20 de abril de 1825).

En este sentido Prieto Figueroa citado por Boza (2007), señaló que: "…la legislación, la moral y las costumbres, el patriotismo y la solidaridad, la justicia, la educación y la vida intelectual, constituyen aspectos abarcados por Simón Bolívar y compartidos con su maestro Simón Rodríguez…" (p.45). Esta visión geopolítica bolivariana, referente a las necesidades sociales (educación y moral) de un momento histórico determinado, alcanzan tal magnitud que aún tienen vigencia en la vida social del ciudadano venezolano; tópicos como la honradez, conducta recta y otros, se incluyen en discursos teóricos actuales; de igual manera, se da tratamiento a la legislación, la justicia y la unificación latinoamericana. Así lo sustentan las teorías contemporáneas, donde se considera el modelaje, es decir la observación del comportamiento de otras personas, como el indicio que el individuo adquiere, patrones y respuestas intrínsecas, simplemente por medio de la observación si el modelo es apropiado. Las respuestas emocionales pueden ser consideradas por la observación, gracias a las reacciones afectivas desencadenas por los modelos.

La Educación en Valores como Eje transversal e integrador dentro del Currículo Nacional

Según el Ministerio del Poder Popular para la Educación (2007), la nueva concepción curricular bolivariana establece "el proceso de formación de los estudiantes, en el que los conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes y virtudes, se alcanzan mediante la actividad y la comunicación con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad, en una sociedad auténticamente democrática, basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social, consustanciados con los valores de identidad nacional y con una visión latinoamericana y universal".

Entre sus objetivos esta propiciar experiencias de aprendizaje que permitan formar al nuevo republicano, con principios, actitudes y valores de libertad, cooperación, solidaridad y convivencia, relacionado con su contexto histórico-cultural, atendiendo el carácter multiétnico, pluricultural, plurilingüe e intercultural de la sociedad. Otro de sus más importantes objetivos que tienen relación con este estudio, es el de promover actitudes para el amor y el respeto hacia la patria, con una visión integracionista y de cooperación hacia los pueblos de Latinoamérica, el Caribe y el mundo; conocedor de la nueva geometría territorial y su dinámica. Dentro del marco de esta concepción curricular y analizando el concepto de valor, a su vez estableciendo las bases fundamentales de la educación en valores, es importante visualizar como se plantea esta dentro del currículo nacional bolivariano y más concretamente en la educación primaria bolivariana.

La educación en los valores dentro del currículo constituye en primer lugar, un fundamento y una de las finalidades esenciales del sistema educativo bolivariano venezolano; al respecto el Ministerio del Poder Popular para la Educación (2008) señala que:

El Ministerio determina las políticas educativas, sus valores y sus fines, los cuales apuntan a la innovación de las dimensiones del aprendizaje: ser, conocer, hacer, vivir juntos (…), promover el pleno desarrollo de la personalidad de los ciudadanos, tanto en su sentido individual como social, para que sean capaces de convivir en una sociedad pluralista; tal capacitación les permitirá contribuir a la integración y a la solidaridad, enfrentando las incidencias a la fragmentación y a la segmentación social (…), formar a las personas en valores, principios éticos y habilidades para desempeñarse en los diferentes ámbitos de la vida social (…) La escuela debe enseñar una nueva fundamentación moral, como solución a los problemas sociales (p. 75,.76).

En el contexto de esas finalidades y para responder al reto que suponen en el ámbito escolar en el currículo nacional bolivariano, se plantea la educación en valores, como eje integrador (transversal); es decir, como una dimensión educativa global interdisciplinaria, que impregna todas las áreas y que se desarrolla transversalmente en todos los componentes del currículo.

Es por ello que el Ministerio del Poder Popular para la Educación plantea que una educación basada en valores, supone la comprensión y adquisición de conceptos y formas de actuar de acuerdo con valores sociales de responsabilidad, solidaridad, participación, respeto, justicia y debe conducir a un desarrollo de una moral autónoma que conlleve a una verdadera actitud democrática. Este es el objeto que se persigue al incluir la educación en los valores como fundamento de los ejes integradores en el currículo nacional bolivariano, con el fin de fomentar la reflexión permanente sobre situaciones que contribuyan a crear actitudes críticas frente a la sociedad.

La educación en valores integra aspectos tales como: morales, afectivos, socioculturales y democráticos; por ello según el MPPE (2008), para la planificación educativa deben realizarse: a) un estudio y análisis del contexto sociocultural en el cual se desenvuelve la escuela en forma tal, que el educador pueda señalar los valores que orientaran el proyecto educativo integral comunitario (PEIC) y el proyecto de aprendizaje (PA); b) una racionalización y jerarquización de los valores en los cuales puedan establecerse relaciones, sin desvirtuar el objeto propio de cada área de aprendizaje.

De igual manera señala también que algunos de los resultados que se aspiran que el estudiante de educación primaria obtenga de la educación en valores son los siguientes: a) que desarrolle capacidad para reflexionar, criticar y accionar en la transformación personal y social; b) interactúe con personas, saberes, haceres; c) tenga sensibilidad para establecer lazos empáticos en la comprensión y resolución de problemas; d) potencie la participación y toma de decisiones en función de la consolidación de los principios democráticos; e) utilice adecuadamente los recursos naturales de su entorno para un mejor aprovechamiento del medio y el fortalecimiento del desarrollo sustentable local, regional y nacional; f) establezca lazos afectivos para la convivencia de servicio; g) valore la importancia de su vida y la de otros; h) actúe con honestidad y responsabilidad en la ejecución de cualquier trabajo; i) produzca con creatividad y exprese satisfacción por lo que hace; j) actúe con justicia, solidaridad y equidad, para que sea propiciador de méritos dentro de la colectividad, sin actuar individualmente, sin dejarse manipular dentro de los estereotipos acumulados de la formación enquistada dentro de la escuela y fuera de ella. (Ver anexo).

La solidaridad como Proyecto Ideal de comportarse y existir, dentro del Currículo Nacional

Guedez (2009), coincide con Rodríguez (2008) y Mijares (2008), al afirmar que:

"Es importante destacar la íntima relación que existe entre valor y proyecto de vida. Para el ser humano vale, y es en consecuencia un valor, aquello que desea y busca en función de sus necesidades; es decir, en función de lo que es y de lo que sueña y quiere llegar a ser".

Valores e identidad son por lo tanto, dos necesidades inseparables.

Por su parte Guedez (2008), señala que a partir de lo que la persona es y sobre todo lo que proyecta como un futuro deseable, estima y asume objetiva y subjetivamente como valores; aquellos que le facilitan o le permitan la realización de su proyecto de vida; de la misma manera esa persona valorará o rechazará como valorar lo que considera también objetiva o subjetivamente como un obstáculo o inhibición al impulso de sus necesidades o deseos.

Si los rasgos básicos de la identidad, de la voluntad de un ser humano se dirigen como proyecto, por ejemplo al deseo y a la búsqueda de tener más, como base de la felicidad, constituirán para él como valorarse, claramente por encima de todo la responsabilidad, el dinero, el sentido de la propiedad y el consumo; por el contrario será objeto de su rechazo o al menos se apreciarán como el segundo orden, el desprendimiento, la generosidad, solidaridad o la comunicación de bienes.

Si por el contrario, lo que busca y desea es el ser más, en el encuentro y en la relación afectiva con el mundo y con las demás personas, si el horizonte de la felicidad humana está en el amor, y en la búsqueda de la armonía y de la belleza, serán valores esenciales la fraternidad, el encuentro y la comunicación interpersonal, la paz, la generosidad y el darse a los demás y en consecuencia se descartarán como valores el individualismo, el egoísmo y la insolaridad.

La clase por lo tanto, de la selección personal e integradora de los valores, está según Villarroel (2008), en el proyecto de autorrealización individual que cada ser humano hace de sí mismo y de su propia vida; se halla en la repuesta que cada uno podemos dar a esta interrogante: ¿cuál es el horizonte de la felicidad?, felicidad, identidad, proyecto de vida, ideales, utopías y valores son en consecuencia realidades inseparables y esto plantea la necesidad de acciones educativas y pedagógicas muy importantes que pueden dejar huellas en la profundización de los ejes transversales del currículo nacional.

En primer lugar, queda claro que una formación plena que permita configurar la identidad del ser humano en crecimiento, no puede desvincularse o prescindir de una serie y bien planificada educación en valores. Al respecto el MPPE (2008) plantea que:

De ahí precisamente la importancia y la posibilidad de una acción pedagógica permanente en el marco de la educación en valores impregnada de una solidaridad , la cual siempre ha de estar plenamente integrada a lo largo de todo el proceso de auto formación de la identidad y que no puede considerarse como el objetivo exclusivo de un área de aprendizaje específico o de un momento determinado dentro del currículo nacional bolivariano, sino como el contexto global que dinamiza y da significado a la totalidad de las áreas a lo largo de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje (p. 13).

La educación de la solidaridad como valor moral, en consecuencia debe entroncar transversalmente en la totalidad del desarrollo curricular y entra en relación dinámica con todas las áreas de aprendizaje; en segundo lugar, es importante señalar también que la clave didáctica de una autentica educación en los valores, está tanto en la presentación más o menos dinámica de esos valores, sino en el descubrimiento compartido y progresivo de unos ideales u horizontes de felicidad que justifiquen la existencia y por los que merezca la pena vivir.

Educar en valores es, entonces, acompañar a los niños, niñas y adolescentes y jóvenes en el proceso de respuestas libres y personales a interrogantes como éstas: ¿Quién soy?; ¿Hacia dónde camino?; ¿Cuáles son las motivaciones que justifican realmente mi existencia?; ¿Cuál es el horizonte o meta que busca para la felicidad? La respuesta significativa a éstas interrogantes generarían los valores en los cuales cree y la necesidad de integrarlos haciéndolos vida y realidad en el comportamiento cotidiano y solidario.

La solidaridad como Característica de la Acción Humana dentro del Currículo Nacional

Es importante mencionar que una de las características que definen el concepto de valor y que hace referencia a sus dimensiones más operativas son las motivante y los valores como ideales por los que se opta y por los que se cree, cuya actitud prescriben la acción y el comportamiento humano y en consecuencia mueven las conductas, orientan la vida y marcan la personalidad.

En la misma línea de ideas, Blanchard (2008), opina que los valores son también un marco de referencia fundamental para la vida y para la acción humana, constituyen además según su opinión…"un sistema de interpretaciones y atribuciones de significados a los hechos y a los acontecimientos que en cada circunstancia que la vida nos ofrece" (p. 25).

Desde los valores se pueden hacer una lectura crítica de todo lo que acontece y en consecuencia, se orienta el comportamiento y la presencia original del ser humano en la historia, en el mundo y en la sociedad. Asimismo, además de impulsos y motivaciones que rigen y orientan las conductas, el pensamiento y la acción humana son según la opinión de Orcajo (2008), realidades que poseen en sí mismos un alto grado de significación para la persona; así como también considera que los valores "….dotan de significado las acciones experimentadas y los hechos vividos" (p. 102); es decir, los valores cuando son el resultado de una opinión libre, vivida en el presente o en el camino hacia el futuro, predicen felicidad y son profundamente gratificantes.

La solidaridad puede ser un potencial de posibilidades con fundamento para la existencia y una gran esperanza activa para el proyecto de humanización que siempre ha de ser la vida y en este caso, la acción educativa. En tal sentido se puede inferir que las acciones pedagógicas tales como: la educación en valores no puede centrarse en un proceso de aprendizaje abstracto o racionalista, debe ser una educación basada siempre en la acción; la misma debe partir de la percepción creativa de la realidad y de una percepción individualizadora nunca masificada o estereotipada, que movilice las emociones y los sentimientos necesarios para una experiencia directa y plena del mundo y de la propia y más cercana realidad.

Las acciones planificadas coherentemente por la escuela la familia y la comunidad a partir de su nivel de preparación en sus relaciones para lograr la educación del valor de solidaridad.

El enfoque histórico-cultural como su fundamento teórico.

Esta problemática ha sido abordada desde desiguales ángulos por diferentes tendencias educativas y se asume en esta tesis para la elaboración de la estrategia que son aquellas de base dialéctico-materialista, en las que se aprecia un fundamentación más completa de la misma. Y dentro de ellas en lo fundamental La Escuela Histórico – Cultural de L. s. Vigotski (1986 – 1934).

Los postulados de esta escuela trascienden los marcos de la psicología y es válida para la Educación, así como para la Filosofía y la Sociología de la Educación, ya que ésta centra su atención en el desarrollo integral de la personalidad, propiciando un enfoque cualitativamente nuevo, no centrado en los componentes conductuales que impulsan el conocimiento, ni focalizando la atención exclusiva en la esfera cognoscitiva, sino valorando estos procesos en su integridad dialéctica y enfatizando en el enfoque de la personalidad como portadora de la actividad, social, en la que intervienen la institución escolar, la familia, la comunidad y la sociedad en su conjunto, lo cual resulta de una significación extraordinaria para la pedagogía y es decisivo para abordar la problemática de la educación en valores.

En atención a lo planteado las perspectivas sociales, culturales, educativas de la población venezolana del siglo XXI y por ende de la población apureña, desde una dirección educativa, serían las resultantes del diagnóstico de la realidad concreta, de la dirección social, cultural, moral y ética en concreto; es decir, de un estudio e investigación objetiva de los hechos. Para ello se hace necesario planificar la matriz generadora de información sobre el desempeño adecuado de roles y de funciones colectivas referentes a la solidaridad.

Con todo ello, se contribuirá al conocimiento y valoración de entes sociales representativos e importantes para la sociedad, como la valorización del docente, lo que representaría un avance en el rescate de la confianza y la fe en la capacidad del ciudadano venezolano, en la posibilidad de la transformación social partiendo de la formación ciudadana sistemática; además, es importante la recuperación de la confianza en el trabajo y desempeño docente, lo que facilitaría el logro de una educación integral, basada no sólo en la trasmisión de conocimientos elementales, sino también en transmisión de valores morales y éticos; rescate de valores culturales, sociales, patrióticos y la afirmación de la identidad nacional.

Todo ello contribuye a la realización de una propuesta de dirección educativa, compleja y válida basada en el rescate de valores esencialmente centrada en la solidaridad, en descubrimiento y descomposición de antivalores que solicita la inmediata resocialización metódica de quienes tienen la responsabilidad de enviar el mensaje, o constituirán la sociedad venezolana y la apureña del siglo XXI.

El tiempo para la retórica según Romero (2008), en la aplicabilidad del valor moral solidaridad, derivados de un proceso de enseñanza aprendizaje consustanciados con los mismos, se logrará observando los intereses particulares y preservando los intereses colectivos.

Consideraciones finales del capítulo.

En este capítulo se evidencia la importancia de la formación de la solidaridad como valor moral. De los hallazgos de este estudio se puede evidenciar que los valores como herramienta pedagógica, han venido ocupando un lugar cada vez más relevantes en la teoría y la práctica educativa.

En este sentido, la formación educativa como trasmisor de valores morales y de principios, de pautas culturales, de cumplimiento, de solidaridad, es posible, sólo previo establecimiento de un papel filosófico nacional bien definido, determinando claramente las características personales que deben estimularse en todo individuo, internalizando la responsabilidad moral al asumir y comprender su función social como ente forjador del desarrollo social.

De la misma manera cómo se internalice una parte del conocimiento científico, se podría internalizar elementos generadores de una conducta social moral, que según Sánchez (2007), "…habría que reunir el valor fundamental de las ideas y el poder potencial de imponerles los que ostentan los grupos…" (p. 10), para dar a conocer la filosofía del buen procedimiento y de la buena convivencia.

CAPÍTULO II

Partes: 1, 2, 3, 4
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