Carta del Apóstol Santiago
El autor, que se da a sí mismo el nombre de "Santiago, siervo de Dios y de nuestro Señor Jesucristo", es el Apóstol que solemos llamar Santiago el Menor, hijo de Alfeo o Cleofás (Mt. 10, 3) y de María (Mt. 27, 56), "hermana" (o pariente) de la Virgen. Es, pues, de la familia de Jesús y llamado "hermano del Señor" (Gál. 1, 19; cf. Mt. 13, 55 y Mr. 6, 3).
Santiago es mencionado por S. Pablo entre las "columnas" o apóstoles que gozaban de mayor autoridad en la Iglesia (Gál. 2, 9). Por su fiel observancia de la Ley tuvo grandísima influencia, especialmente sobre los judíos, pues entre ellos ejerció el ministerio como Obispo de Jerusalén. Murió mártir el año 62 d. C.
Escribió esta carta no mucho antes de padecer el martirio y con el objeto especial de fortalecer a los cristianos del judaísmo que a causa de la persecución estaban en peligro de perder la fe (cf. la introducción a la Epístola a los Hebreos). Dirígeme por tanto a "las doce tribus que están en la dispersión" (cf. 1, 1 y nota), esto es, a todos los hebreo-cristianos dentro y fuera de Palestina (cf. Rom. 10, 18 y nota).
Ellos son de profesión cristiana, pues creen en el Señor Jesucristo de la Gloria (2, 1), esperan la Parusía en que recibirán el premio (5, 7-9), han sido engendrados a nueva vida (1, 18) bajo la nueva ley de libertad (1, 25; 2, 12), y se les recomienda la unción de los enfermos (5, 14 ss.).
La no alusión a los paganos se ve en que Santiago omite referirse a lo que S. Pablo suele combatir en éstos: idolatría, impudicia, ebriedad (cf. I Cor. 6, 9 ss.; Gál. 5, 19 ss.). En cambio, la Epístola insiste fuertemente contra la vana palabrería y la fe de pura fórmula (1, 22 ss.; 2, 14 ss.), contra la maledicencia y los estragos de la lengua (3, 2 ss.; 4, 2 ss.; 5, 9), contra los falsos doctores (3, 1), el celo amargo (3, 13 ss.), los juramentos fáciles (5, 12).
El estilo es conciso, sentencioso y extraordinariamente rico en imágenes, siendo clásicas por su elocuencia las que dedica a la lengua en el capítulo 3 y a los ricos en el capítulo 5 y el paralelo de éstos con los humildes en el capítulo 2. Más que en los misterios sobrenaturales de la gracia con que suele ilustrarnos S. Pablo, especialmente en las Epístolas de la cautividad, la presente es una vigorosa meditación sobre la conducta frente al prójimo y por eso se la ha llamado a veces el Evangelio social.
En segundo lugar exponemos un comentario de diferentes evangelistas cristianos, que desde su punto de vista Cristocéntrico, le dan un matiz diferente al estudio de la Palabra pero con sentido de gran responsabilidad sin cambiar los elementos básicos enseñados por Nuestro Señor Jesucristo.
Capítulo 1
La lengua
3:1 Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. 3:2 Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. 3:3 He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. 3:4 Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. 3:5 Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! 3:6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. 3:7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 3:8 pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. 3:9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 3:10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 3:11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 3:12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Juzgando al hermano Cap 4: 4:11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. 4:12 Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?
Carta de SANTIAGO
Comprendida y Vivida
"La fe sin obras está muerta" (2:20)
La Epístola de Santiago presenta a Jesucristo como el fundamento de nuestras obras, y nuestras obras como la única prueba de que tenemos la verdadera fe, y que no vivimos engañados con una fe falsa, o "fe de diablo", como la llama Santiago (2:19).
Si la carta a los Romanos era la "Catedral de la Fe", Santiago es la "Universidad de la Fe", donde podemos examinarnos para ver si la fe que decimos que tenemos es la verdadera, y donde podemos adquirir la única fe verdadera que forzosamente tiene que dar frutos de buenas obras, como el calor es fruto necesario del fuego. ¡Un fuego que no da calor, no es fuego!
Es una Carta muy práctica para nuestra vida diaria. En ella se hacen nade menos que 16 referencias al "Sermón de la Montaña". Con imágenes vivas, nos presenta una doctrina preciosa sobre el dolor, las tentaciones, la lengua, las riquezas y la oración.
Quien piense que Pablo y Santiago se contradicen, es que no sabe nada de la fe: Pablo insiste en la "justificación por la fe", y Santiago en la "justificación por las obras" (2:24-25). En realidad es lo mismo, porque fe que no produce buenas obras, es una falsa fe que no justifica a nadie… y la fe, nadie la ve, sólo las obras; así es que si tienes buenas obras, es la única señal de que tienes la fe que justifica. Si en nuestras vidas hay calor y luz, es que hay fuego verdadero; si no hay calor y luz, no tenemos el fuego de la fe, aunque gritemos que lo tenemos, y por más que nos sepamos la Biblia. (¡El diablo también se la sabe!)
Toda la Biblia está plagada de esta verdad fundamental… con Pablo a la cabeza. En todas sus cartas nos habla de la "fe" en los primeros capítulos, y de las "obras y la lucha" en los últimos. Y nos dice que en el Juicio Final, Dios nos reconocerá que hemos sido buenos por la fe, que no ve, sino por las "buenas obras" que produjo esa fe. Así lo dice en Romanos, 2:5-10, 2Cor. 5:10, Ef. 2:10, Gal. 5:6… y nos insiste que "si tuviera tanta fe que mueve montañas, pero no tengo caridad, de nada me vale", en 1 Cor. 13:2; que es lo mismo que había dicho el mismo Jesús en Mt. 7:21-27.
Este "Juicio Final", nos dice Pablo que será para todos igual, sin acepción de personas; será lo mismo para cristianos, o musulmanes, o judíos, o africanos que nunca oyeron el nombre de Jesús… será para todos "las obras" que produjimos con la "fe en Dios" o la "fe en Jesús" (Rom. 2:11), que es lo mismo que había dicho Cristo bien claramente en el sermón del Fin del Mundo, en Mt. 24:31-46: Ahí estaremos todos, y sólo habrá una división en dos grupos: Los que hicieron buenas obras, y los que hicieron malas obras. ¡Léalo usted completo, es maravilloso!
Santiago el Menor es quien escribió esta carta. Era hijo de María la de Cleofás, que era hermana de la Virgen María, como nos dice Mc. 15:40 y Mt. 27:56. Era hermano carnal de Judas, y los dos eran primos de Jesús. Todos ellos vivían en el mismo "clan" de familias, y a todos los del clan los conocían como "hermanos", aunque fueran hijos de distintos padres. Por eso, algunas Biblias traducen "hermanos" en Mc. 6:3 y Mt. 12:46. El otro Santiago, se llama el "Mayor" para distinguirlos, era hijo de Zebedeo, hermano de Juan, y los dos también primos de Jesús.
TEMAS DE LA CARTA
Santiago, aunque era primo de Jesús, le da unos títulos preciosos: Se llama a sí mismo "siervo de Nuestro Señor Jesucristo" en el primer verso, y después lo llama "Nuestro Glorioso Señor Jesucristo" (2:1)
El dolor… con gozo (1:2) ¡Esto es maravilloso! Si tienes fe, vas a recibir cada dolor con sumo gozo, porque sabes que va a producir más fe y paciencia, y te va a conducir a la perfección… Cada sufrimiento es una inyección de Dios para sanarnos de nuestro egoísmo o ambición. Es Dios quien nos lo regala a través del demonio, el mundo o la carne. ¡Un cristiano triste es un triste cristiano! Un cristiano así necesita muchos "palos", muchas "inyecciones" para purificarse.
La sabiduría, y fe sin dudar (1:5-11). La carta de Santiago se le ha llamado "Proverbios" o el "Libro de la Sabiduría" del Nuevo Testamento, porque da una serie preciosa de consejos útiles para la vida diaria.
Lo más importante en la vida de una persona es la "sabiduría", el conocer al Señor y vivir en Él. Y nos dice Santiago que obtener este gran tesoro es muy fácil: Basta con pedirlo a Dios… pero con una condición, que se pida con fe, sin dudar, porque el que duda, no va a ninguna parte, es como la ola del mar que sube y baja con los vientos que sopla. ¡Apréndase de memoria, y viva cada minuto del día este verso 1:6!
Tentaciones… y dones de Dios (1:12-20). Dios no tienta a nadie, son nuestras mismas concupiscencias o malas inclinaciones, las que producen las tentaciones… ¡y las tenemos que aprovechar para tener más fe!
Hacedores de la Palabra (1:21-27). No basta con conocer la Biblia, hay que hacer lo que dice…Ésta es la esencia de la Religión: Ayudar a los huérfanos, y viudas, y pobres, y los que sufren… Si tú y yo no hacemos esto, la fe que creemos tener, es fe que no vale para nada (1 Cor. 13:2)
Discriminación y la Regla Regia. Si discriminamos, es que no tenemos la fe que salva. Pablo resumía toda la Biblia en siete palabras: "Ama al prójimo como a ti mismo" (Gal. 5:14). Santiago llama a esto mismo "La Regla Regia" (2:8) (Vea 2:1:13).
La fe sin obras es fe muerta (2:14-26). Si la Carta de Santiago es la "Universidad de la fe", este párrafo es la "Cátedra Principal". Ya lo comentamos antes. Si tienes, fe y no obras, tu fe es la "fe del demonio" (2:19). Eres peor que un pagano, te pareces al diablo, que sabe de Cristo, pero no puede ser otro Cristo, y no se trata de sólo "saber" sino de "ser". Si sabes de Cristo, y no eres un buen cristiano, lo que crees ser tu fe, o tu Biblia, te servirán como testigos de condenación, en vez de cómo medios de salvación, que es lo que deben ser.
Termina en 2:26 con otra expresión muy gráfica: Fe sin obras es como un cuerpo sin alma. ¡Un cadáver!
Vicios de la Lengua (Cap. 3). Si murmuras o calumnias, tu fe es vacía, no tienes verdadera fe. El que no tropieza en palabras, es un varón perfecto, dice en 3:2, tiene realmente la "fe salvadora". Ya nos había dicho en 1:19 la conducta del cristiano: "Pronto a escuchar, pero detenido en hablar y refrenado en la ira". Porque el que tiene fe, confía en que el Señor lo defienda, él no tiene que discutir, ni pleitear. ¡Dios lo hace por él!
"Pedís y no recibís" (4:3). Ya nos había enseñado a cómo orar "sin dudar". Ahora nos dice que no recibimos, porque oramos por ambición, no por amor. ¡Y la oración es amor! El orar por ambición es egoísmo, no es oración, es la degeneración más asquerosa de la oración.
Nos sigue hablando de otras pasiones en el Capítulo 4. Insiste en que la "humildad" es esencial en la vida toda y que, quien no hace el bien que puede, "peca". (4:17).
Ricos y Pobres (5:1-11). El rico que se guarda sus riquezas no tiene verdadera fe, está muerto. El pobre que no tiene paciencia y conformidad, y no se goza, aunque sea pobre, también tiene una fe vana.
Lo esencial en esta vida, no es tener o no tener, porque esta vida es muy corta, se marchita como flor de heno, nos había dicho en 1:10. Lo importante de esta vida, es ganarse el Cielo Eterno. ¡Y aquél que al final se salva, sabe; y el que no, no sabe nada!
El Jornal que no pagáis a los trabajadores, clama contra vosotros (4:4). Si los cristianos nos conociéramos y viviéramos este verso 4:4, la situación económica y social del mundo cambiaría de repente. Por todas estas implicaciones sociales de la carta de Santiago, se le ha llamado "el Amós" del Nuevo Testamento.
La Venida del Señor está cerca. Dos veces insiste Santiago en la Venida del Señor, y como San Pablo, nos dice que "está cerca". Pareciera que se habían equivocado los dos apóstoles, porque esto lo dijeron ya hace casi dos mil años… ¡Pero no se equivocaron! ¡Es la palabra de Dios! Jesús vendrá al Fin del Mundo en gloria y majestad sobre las nubes, y todos lo verán… pero para cada persona, el Señor viene exactamente el día de su muerte. A Pablo y a Santiago el Señor vino el día que murieron, y los llevó al Cielo derechitos, junto con el buen ladrón de Lc. 23:43.
En tu vida y la mía el Señor vendrá pronto, muy pronto, ¡quizá mañana, cuando menos lo esperemos, en un abrir y cerrar de ojos! Cincuenta años se han pasado en nada, y otros cincuenta, o menos, se pasarán en nada también… Si pensáramos en la realidad de la vida, seríamos más santos y más buenos, y menos egoístas. Tendríamos la paciencia del labrador de que habla Santiago, cuando nos recuerda la Venida del Señor. ¡Y la paciencia del Santo Job, que también nos recuerda Santiago en 5:7-11!
La Oración (5:13-19) Tres veces nos habla la carta sobre la oración. En 1:6 nos dijo que oráramos con fe, sin dudar. En 4:3 que pidiéramos sin egoísmo, sino por amor. Ahora dice: "¿Estás triste? Ora ¿Estás contento? Salmodia, ora cantando" (5:13) … Aquí dice San Agustín que quien ora cantando, ora dos veces. ¡Alabado sea el Señor, siempre orar!
¿Estás enfermo? Santiago nos dice lo que hay que hacer en 5:14-15: "Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndolo con óleo en le nombre del Señor." Es el Sacramento de la Extremaunción o Sacramento de los Enfermos, que se debe pedir ante cualquier enfermedad seria… y lo que ofrece a continuación en el verso 15 es impresionante: "Y la oración y la fe salvarán al enfermo, y el Señor le hará levantarse y los pecados que hubiese cometido le serán perdonados."
En Eclesiástico 38:9-12 dice así: "Hijo mío, si caes enfermo, no te impacientes; ruega al Señor y él te sanará. Huye del pecado y la parcialidad y purifica tu corazón de toda culpa (¡confiésate!). Ofrece el incienso y la oblación de flor de harina; inmola víctimas pingues, las mejores que puedas (¡la Eucaristía!). Y llama al médico, porque el Señor lo creó… y lo necesitas."
En 5-16 además de hablarnos del Sacramento de la Confesión, nos dice algo precioso y de una utilidad inmensa: "Orad los unos por los otros para que seáis salvos, porque es poderosa la oración ferviente del justo…" ¡Aleluya! Apréndalo de memoria y vívalo a diario.
El verso 5:20 es el último y quizá el más sustancioso; es la esencia del amor: Quien ayuda a salvar un alma, ha salvado la suya… Ayudar a mis familiares a ir al Cielo es lo más y mejor que puedo hacer por ellos.
San Pablo también está de acuerdo con esto cuando nos dice: "Si repartiere toda mi hacienda, no teniendo caridad, de nada me aprovecha" (1 Cor. 13-3). Piénsalo: Si a tus hijos o a tu esposa les das todo tu dinero, y les proporcionas la casa y la comida y los vestidos… pero no los ayudas a ir al Cielo, no tienes "caridad", y así de nada te aprovecha…Más bien les estás clavando un puñal en la espalda, porque les das comida y dinero, pero con tu vida les enseñas a odiar, o robar, o mentir… y ellos, por aprender de ti el pecado, pecan, y se van al infierno. ¡Peor que un puñal!
CAPÍTULO 2.
El poder de las palabras
Fondo Bíblico: Proverbios 10:28-22; 12:13-19; 18:7, 8, 13, 26:28; 29:20; 31:26.
Verdad Central: Las palabras que expresamos deben glorificar a Dios y traer bendición a los que la oyen.
Texto Aureo. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío.
OBJETIVOS DEL APRENDIZAJE
1. Reconocer que nuestras palabras pueden hacer mucho bien, o mucho mal.
2. Cultivar en nuestro corazón el deseo de hablar cosas buenas, para nuestro bien y el de los que nos escuchan.
3. Tomar la determinación de ejercer más control sobre las cosas que decimos, mediante un mayor dominio de nuestros pensamientos.
Categorías léxicas,
Palabras que desempeñan una determinada función en la oración, de acuerdo con los criterios establecidos por la sintaxis clásica (véase Gramática). De acuerdo con ello hay nueve categorías, que se denominan: nombre, pronombre, adjetivo, artículo, verbo, adverbio, preposición, conjunción e interjección. En esos términos es posible estudiar las lenguas indoeuropeas y las semíticas, aunque no todas posean todas estas categorías. Hay lenguas, como el chino, donde las cosas aparecen de forma diferente.
Desde el punto de vista morfológico, esto es, de la forma que tienen las palabras, puede decirse que en español hay palabras variables y palabras invariables. Las primeras admiten variación formal porque la raíz, que es el conjunto de fonemas portadores de significado, se combina con los afijos y las desinencias gramaticales, por ejemplo el nombre, el adjetivo, el verbo como visión, revista, vistoso, revisar. Son también palabras variables las que cambian su forma según su función sintáctica, semántica, o las dos como los artículos o los pronombres, por ejemplo, él, una, los, me, yo, nosotros. Por el contrario, son palabras invariables las que no pueden alterar su forma ni se combinan con ningún tipo de afijos, como son los adverbios, las preposiciones y las conjunciones. Las partes de la oración que son variables poseen todas una forma de flexión, las invariables no.
Entre las palabras o partes de la oración variables, existen las que son fuente y origen de otras, que se llaman primitivas, como unión y las que surgen a partir de la combinación de una palabra primitiva con un sufijo derivativo, que suele producir un cambio de categoría, como unido o un infijo como unificar, que reciben el nombre de derivadas; cuando una palabra primitiva o su raíz se combina con un prefijo surge una palabra compuesta, reunir. También hay palabras que son a la vez derivadas y compuestas; en ese caso reciben el nombre de parasintéticas, como reunificación. Desde el punto de vista semántico hay palabras plenas, esto es llenas de significado, como amarillo, conmigo, entretenimiento, suspender y palabras vacías, cuyo significado es casi mínimo y sirven por su valor sintáctico, por ejemplo: como, a, que, o.
Bosquejo general
I. Las palabras pueden herir
A. El poder de las palabras
B. Palabras que causan heridas
C. Mentira e hipocresía
II. Las palabras pueden bendecir
A. Palabras de poder curativo
B. Palabras de aliento
C. Palabras de amor y de sabiduría
III. Podemos controlar nuestras palabras
A. El control de la lengua
B. Dominio propio
C. No hay que hablar antes de oír.
Introducción
En la Biblia se dice mucho acerca del poder y de la bendición que hay en las palabras "dichas como conviene" (Proverbios 25:11). Mediante el uso de palabras Dios ha dado a conocer a los hombres sus más grandes revelaciones, un caudal inmenso de sabiduría inspirada y de mensajes de esperanza. Mientras "los cielos cuentan la gloria de Dios", la Palabra inspirada nos declara su voluntad.
Pero, ¿qué son las palabras? Se dice que el carácter de una persona se puede descubrir mediante un estudio de las palabras que ella emplea. Podemos hacer uso de palabras para traer bendición a las personas que nos oyen, y también podemos convertirlas en instrumentos para sembrar desconfianza y disgusto. Las palabras pueden expresar amor u odio. Un creyente jamás debe usar un vocabulario vulgar o grosero.
La oración de David mostraba su preocupación por esto mismo. "Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová" (Salmo 19:14). Lo que quería era que Dios lo guardara de abrir su boca para expresar palabras desagradables. Para ello tendría que purificar su corazón y sus pensamientos. ¿Es esa nuestra oración?
Exposición Bíblica
I. Las palabras pueden herir
A. El poder de las palabras
Proverbios 12:18; 18:7, 8; 26:28
Pregunta: ¿Por qué muestra Dios tanto interés en las palabras que hablamos? ¿Qué revela nuestra manera de hablar?
Hay más de cien versículos en el libro de Proverbios que se refieren de una manera u otra a las palabras que hablamos. Es más, toda la Biblia está llena de referencias al uso que hagamos de nuestra lengua. La lengua es el órgano más pequeño de nuestro cuerpo, sin embargo, es uno de los más poderosos y activos. Puede ser una fuente de gran bendición y consolación (Job 4:4; Proverbios 15:1; Isaías 50:4). También puede ser destructiva, engañosa, peligrosa e hipócrita (Salmo 5:9; 10:7; Proverbios 12:18; 24:2; Romanos 3:13). Las palabras tienen el potencial suficiente para modificar la vida de los que las oyen y aun de alterar el curso de la historia. A menos que esté bajo la influencia santificadora de la gracia de Dios, la lengua puede ser causa de males y dolor. Bien usadas, las palabras son instrumentos que Dios puede usar para llevar a los hombres el mensaje de salvación. Pero. Cuando se abusa de ellas, pueden convenirse en piedras de tropiezo a las almas perdidas que buscan al Señor.
B. Palabras que causan heridas
Pregunta: ¿Cómo puede uno pecar contra su prójimo con la lengua? ¿Qué dice la Biblia contra los que hablan iniquidad?
Para todos los que aman a Dios y quieren andar como es debido, los pecados de difamación, calumnia, chismes, murmuraciones e hipocresía son abominables. A nosotros no nos es permitido llamar a nadie "necio". En cambio, Dios si llama necios a los que habla falsedades. "La boca del necio es quebrantamiento para si, y sus labios son lazo para su alma" (18:7). El necio es originador de muchos problemas. Siempre está discutiendo, buscando errores en otros y quejándose de todo. Se deleita en difamar a otros y llenar su corazón con cosas impías y perversas. Sus chismes van de oído en oído y de boca en boca. Jesús dijo: "¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?
Porque de la abundancia del corazón habla la boca" (Mateo 12:34).
En la Biblia se pronuncian juicios severos contra el abuso de la lengua. Algunos que jamás asesinarían a nadie ni cometerían adulterio con hechos lo hacen con palabras. Se puede destruir el carácter y la dignidad de alguien con lo que se dice. De esta clase de gente eran Coré, Datán y Abiram (Números 16).
C. Mentira e hipocresía
Es necesario un avivamiento de lealtad a la verdad. Para muchos decir la verdad es cuestión de menor importancia. Recurren a cualquier tipo de engaño o mentira siempre que se ven en aprietos. Los políticos se permiten todo tipo de mentiras y ofrecimientos falsos durante sus campañas. Muchos usan la mentira para librarse de responsabilidades o defender su reputación. Suelen justificar todo lo que hacen, alegando que "el fin justifica los medios". No le dan el nombre de "mentiras" a las falsedades que hablan.
Si no son mentiras, ¿qué son?
El creyente debe tener mucho cuidado con lo que habla. Si hace promesas debe empeñarse en cumplirlas. Debemos hacer honor a nuestras palabras, ya sean orales o escritas. Las palabras, al igual que los diamantes, deben mantenerse limpias y bien pulidas. (Lea Proverbios 16:24; 25:11.)
Pregunta: ¿Cuáles son los problemas de una "boca lisonjera"? ¿Cómo debemos interpretar Proverbios 26:28?
Enseñanza práctica
El incumplimiento de las promesas puede ocasionar muchos disgustos y desilusiones. Como cristianos debemos tener cuidado de no prometer lo que no creamos poder cumplir. Dios espera que cumplamos todo lo que ofrecemos.
1. A nuestros familiares. Muchas veces nos vemos tentados a formular promesas a nuestro cónyuge o a nuestros hijos solamente para contentarlos por un momento. Pero si no tratamos de cumplir con lo que hemos prometido destruiremos su confianza en nosotros.
2. A nuestros amigos. A veces le prometemos algo a un amigo con la mejor intención de cumplirlo; pero por una razón u otra nunca nos acordamos de nuestro compromiso. Hubiera sido más generoso y ético no haber prometido nada, que tener que faltar a nuestra palabra.
3. A nuestro Dios. En un momento de aflicción podemos hacerle una promesa a Dios con el fin de que El nos ayude. Muchas de estas promesas de "emergencia" quedan en el aire. Debemos esforzamos por cumplirle a Dios lo que le hayamos prometido, así como a nuestros semejantes.
Pregunta: ¿Qué se dice contra la hipocresía?
En Proverbios 26:28 Se condenan "la lengua falsa" y "la boca lisonjera". En los seis versículos finales del capítulo 26 hallamos una de las declaraciones más severas de la Biblia contra la hipocresía; y se refiere más que todo a la hipocresía entre los que pertenecen al pueblo de Dios. La lengua puede ser la cosa más hipócrita del mundo. A veces se usa para darle alabanza a Dios, y otras para proferir injurias y maldiciones contra los demás (Santiago 3:8-10). Así como es imposible que de una misma fuente salga agua dulce y amarga al mismo tiempo, también es imposible que de una boca que alaba a Dios salgan palabras que dañen la obra de Cristo. No obstante, algunos recurren a la falsedad y a las lisonjas para encubrir sus malas intenciones.
Una boca lisonjera pronuncia una alabanza excesiva, presuntuosa, resonante e hipócrita. El lisonjero derrama una lluvia de frases selectas para llamar la atención de la otra persona, agradarla y seducirla. Esto es peligroso porque hace que el que habla con hipocresía pierda toda la credibilidad y se le tenga como individuo desconfiable y de poca estima. (Lea Job 32:2 1; Salmo 12:3; Proverbios 28:23; 29:5.)
Para enmascarar sus sentimientos de odio y rencor, el mentiroso lisonjea a la persona que está planeando destruir. Un ejemplo de esta detestable actitud lo encontramos en el Antiguo Testamento, en el libro de Ester, en el caso de Amán contra Mardoqueo. La hipocresía se ve también en el acto traidor de Judas al saludar al Maestro con un beso.
Pregunta: ¿Cuáles son algunos pecados de lengua cometidos directamente contra el Señor?
La blasfemia, el juramento falso, la burla y la mofa contra las cosas sagradas son pecados cometidos directamente contra Dios. Debe evitarse toda expresión contra el nombre de Dios, su carácter, sus obras y su gloria. También es pecado pervertir el mensaje de las Escrituras y usarlo de una manera irrespetuosa o equivocada. Es pecado usar en vano el nombre de nuestro Dios. Es urgente un resurgimiento de reverenda y alta estimación por las cosas de Dios. (Lea Salmo 89:7; Eclesiastés 5:1.)
Enseñanza práctica
Algunos creyentes no usan el nombre de Dios en vano, pero caen en el error de hacer votos falsos o proferir expresiones que no son más que equivocaciones y frases viciosas y desagradables al Señor. El tercer mandamiento se pronuncia en contra de todas estas cosas, así como del abuso del nombre de Dios.
Es fácil hacer uso de esas expresiones desagradables a Dios sin notar su origen profano. Es necesario detenernos a considerar lo que estamos diciendo.
La única manera de resolver este problema es pidiendo al Señor que nos ayude a ejercer control sobre lo que decimos. Quizá nos tome un poco de tiempo, pero todo es posible, con la ayuda de Dios.
II. Las palabras pueden bendecir Proverbios 10:20, 21; 12:25; 31:26
A. Palabras de poder curativo
Pregunta: ¿Cómo podemos ser de bendición a los demás con lo que hablamos? Dé algún ejemplo en que usted haya sido de bendición a alguien con sus palabras.
Dios está interesado en nuestras palabras. Todo lo que decimos, así como todo lo que hacemos será sometido a juicio. Una lengua que dice cosas agradables, no sólo agrada a nuestro Padre celestial sino que también ejerce una influencia favorable en nuestra alma.
Si nuestras palabras son sazonadas con la sal de la gracia de Dios traeremos bendición a otros cuando les hablemos. Salomón dijo: "Plata escogida es la lengua del justo" (10:20). Eso significa que el torrente de palabras que fluye de ella es resplandeciente y puro. La paráfrasis de esta declaración es simplemente, "cuando el bueno habla, vale la pena escucharlo".
Las expresiones lengua y corazón se usan casi como sinónimos en Proverbios 10:20, porque la una está bajo el control del otro. La lengua del justo revela los pensamientos de un corazón que está en sintonía con la mente de Dios.
Muchos de los instrumentos médicos que tienen que entrar en contacto con las heridas son hechos de plata. Otros metales tienden a oxidarse o corroerse, lo cual podría causar infecciones al paciente. La plata, usada como instrumento de cirugía no deja heridas sangrantes.
La "lengua del justo" jamás deja heridas sangrantes en los corazones que la escuchan. "La blanda respuesta quita la ira" (Proverbios 15:1). Se garantiza la sanidad, porque, "panal de miel son los dichos suaves; suavidad al alma y medicina para los huesos" (Proverbios 16:24). Hubo medicina en las palabras de Abraham cuando dijo: "No haya ahora altercado entre nosotros… porque somos hermanos" (Génesis 13:8). (Lea también Isaías 50:4.)
B. Palabras de aliento
Salomón nos pinta el cuadro de un hombre doblegado bajo el peso de una carga de ansiedad y preocupaciones (12:25). "La congoja en el corazón" produce abatimiento y depresión. Al creyente se le exhorta en Filipenses 4:6, 7 a que no se deje dominar por la ansiedad. Sin embargo, hay muchos en un estado depresivo que están necesitando ayuda. Las penas enferman el corazón, pero las palabras bondadosas y optimistas, dichas con todo amor sincero, son una medicina maravillosa. Los cristianos podemos hacer de este mundo un lugar más brillante para el solitario y deprimido: "La buena palabra lo alegra" (12:25).
C. Palabras de amor y de sabiduría
En el último capítulo de Proverbios se presenta el cuadro de una mujer santa y colmada de virtudes. Por la pureza de su corazón ella se deleita hablando palabras de gracia y de verdad, palabras sensibles y prudentes. No se oyen salir de su boca calumnias ni murmuraciones. Los que la escuchan se sienten edificados y son iluminados con el amor y la gracia de sus palabras (Proverbios 3 1:26).
III. Podemos controlar nuestras palabras
Proverbios 10:19; 13:3; 18:13; 29:20
A. El control de la lengua
Pregunta: ¿Por qué cuesta tanto ejercer control sobre la lengua?
Todo hijo de Dios tiene dificultad en ejercer control sobre su lengua. Este no es un problema exclusivo de los inconversos. Santiago se incluía entre los que tienen problemas con lo que hablan (Santiago 3:1, 2). David también estaba consciente de tener esta dificultad, y dijo: "Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua" (Salmo 39:1). Aun Moisés, un hombre muy prudente, no tuvo el privilegio de entrar con el pueblo a la Tierra Prometida porque "habló precipitadamente con sus labios" (Salmo 106:33). Satanás hace aun más difícil el esfuerzo del creyente de dominar su lengua.
El deber de una persona sabia es poner guarda a sus propios labios. Eso es mejor que vigilar los labios ajenos. "En las muchas palabras no falta pecado" (10:19). Si uno es incapaz de evitar que su mente maquine pensamientos malos, por lo menos debe proponerse a no dar lugar a que sus labios los publiquen. Es fácil dejar que nuestras emociones broten de nuestra boca libremente; pero eso muchas veces es ofensivo al Señor y para los que nos oyen. Somos responsables delante de Dios de todo lo que hablemos, hasta de las palabras ociosas (Mateo 12:37).
Enseñanza práctica
Con relación a los problemas de la comunicación alguien dijo que hay por lo menos seis versiones de cada mensaje que se pronuncia: Lo que la persona quería decir, lo que dijo, lo que cree que dijo, lo que sus oyentes querían oír, lo que escucharon y lo que creen que escucharon. Una comunicación defectuosa puede resultar en mucha confusión y equivocaciones. Por lo tanto:
1. Ocúpese en ser claro al hablar. Lo que se dice apresurada y descuidadamente puede ser mal entendido.
2. No dé por hecho que ha sido bien entendido. Pregunte a su interlocutor si sus palabras quedaron claras.
3. Elimine toda barrera en las comunicaciones. No deje que interfiera el ruido o las distracciones. Acérquese a la persona con quien habla y mírela a los ojos.
4. Búsquele el sentido a lo que escuche.
No lo interprete todo como usted quiera. Ponga atención, entienda el mensaje y luego hállele el significado real.
5. Sea sensible a los sentimientos expresados por el que habla. Los sentimientos, manifestados en los gestos y otras expresiones del que habla tienen un significado importante.
B. Dominio propio
Pregunta: ¿Cuáles son algunas maneras en que un cristiano puede ejercer control sobre sus palabras?
Antes de aprender a controlar las palabras, el creyente debe aprender a ejercer dominio sobre sus pensamientos. Los pensamientos son tenaces y penetrantes. Se abren paso a la mente y luchan por darse a conocer mediante las palabras. Lo mismo sucede con la ansiedad, la sospecha, las dudas y la preocupación. Proverbios 15:26 nos recuerda que son abominación a Jehová "los pensamientos del malo; mas las expresiones de los limpios son limpias". Además se nos manda a guardar nuestro corazón "sobre toda cosa guardada", "porque de él mana la Vida" (Proverbios 4:23). Hay una forma de ser libre de los pensamientos carnales y las palabras malas. El secreto está en mantener nuestra mente bajo la sangre purificadora de Jesús. (Lea Salmo 51:6, 10; Romanos 12:3; Filipenses 2:5; 4:8.)
David hizo uso de toda la fuerza de voluntad que había en él para guardar su "boca con freno" (Salmo 39:1). Es esencial la oración diaria en busca de ayuda para ejercer control sobre los pensamientos y las palabras (Isaías
65:24; Santiago 1:5). Cuando una persona ora, obedece la Palabra de Dios y se somete al control del Espíritu Santo, recibe el poder del Señor para controlar sus emociones y sus palabras. El Señor quiere perdonar los pecados de la lengua (1 Juan 1:9). La única persona que vivió sin cometer un error de palabra fue Cristo.
C. No hay que hablar antes de oír
Salomón subraya el problema de "responder palabra antes de oír" (18:13). Con demasiada frecuencia la gente juzga o crítica a una persona sin estar muy bien informada acerca de ella ni enterarse de lo que dice. Llegar a conclusiones precipitadas es peligroso. David cayó en ese error con relación a Siba y Mefi-boset (2 Samuel 16:1-4; 19:24-30).
Jesús se expresó enérgicamente contra los que censuran o critican a otros.
"No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7:1). Debemos ser siempre cuidadosos y hasta generosos en nuestra manera de evaluar a los demás. Los que no tienen nada bueno de qué hablar, casi siempre se ponen a hablar de sus prójimos. Se deleitan en condenar a los demás.
Hay personas que se forman conceptos de otros de manera muy precipitada. Creen que es suficiente una"mirada superficial para dictar sentencia. No le conceden a la persona afectada el beneficio de la duda. Esto es injusto y falto de misericordia. Salomón nos recuerda que los más sabios son cuidadosos al emitir un juicio acerca de otra persona.
Enseñanza práctica
Hagamos un repaso de los conceptos principales de este estudio y cómo debemos responder a ellos.
Las palabras que proferimos son instrumentos de gran potencial para hacer bien o para hacer mal. Las conmovedoras palabras de Tomás Jefferson condujeron a los Estados Unidos a su independencia. Las palabras inflamatorias de Adolfo Hitler hundieron al mundo en la Segunda Guerra Mundial. ¿Se ha detenido a averiguar qué efecto producen las palabras que usted dice?
Las palabras dichas son irrevocables. Una vez dichas, las palabras no pueden ser recuperadas. ¿Ha dicho usted algo de lo cual se arrepintió, pero ya no pudo hacer nada por retirarlo?
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio dos luceros que cuando los abro
Perfecto distingo lo negro del blanco
Y en el alto cielo su fondo estrellado
Y en las multitudes al hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me a ha dado tanto
Me ha dado el oído que en todo su ancho
Graba noche y día grillos y canarios
Martillos, turbinas, ladridos, chubascos
Y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me dio el corazón que agita su marco
Cuando miro el fruto del cerebro humano
Cuando miro al bueno tan lejos del malo
Cuando miro el fondo de tus ojos claros
Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto
Así yo distingo dicha de quebranto
Los dos materiales que forman mi canto
Y el canto de ustedes que es el mismo canto
Y el canto de todos que es mi propio canto.
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Violeta Parra
CAPÍTULO 3
La mentira
119:163 La mentira aborrezco y abomino; tu ley amo.
119:171 Mis labios rebosarán alabanza, cuando me enseñares tus estatutos.
119:172 Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus mandamientos son la misma justicia.
5:8 Guíame, SEÑOR, en tu justicia a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino.
5:9Porque no hay en su boca rectitud; sus entrañas son pravedades; sepulcro abierto es su garganta, con su lengua lisonjearán.
10:4-7 El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios. No está Dios en todos sus pensamientos. Sus caminos atormentan en todo tiempo; tus juicios son altura delante de él; echa bocanadas en orden a todos sus enemigos. Dice en su corazón: No seré movido en ningún tiempo, porque no me alcanzará el mal. Llena está su boca de maldición, y de engaños y fraude; debajo de su lengua, molestia y maldad.
12:2Mentira habla cada uno con su prójimo con labios lisonjeros; con corazón doble hablan.
29:4-9 Voz del SEÑOR sobre las aguas; el Dios de gloria hizo tronar; el SEÑOR sobre las muchas aguas. Voz del SEÑOR con potencia; voz del SEÑOR con gloria. Voz del SEÑOR que quebranta los cedros; y quebrantó el SEÑOR los cedros del Líbano. Y los hizo saltar como becerros; al Líbano y al Sirión como hijos de unicornios. Voz del SEÑOR que corta llamas de fuego. Voz del SEÑOR que hará temblar el desierto; hará temblar el SEÑOR el desierto de Cades. Voz del SEÑOR que hará estar de parto a las ciervas, y desnudará la breñas; y en su templo todos los suyos le dicen gloria.
31:18 Enmudezcan los labios mentirosos, que hablan contra el justo cosas duras, con soberbia y menosprecio.
32:3 Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día.
39:1-2 Al Vencedor, a Jedutún: Salmo de David. Yo dije: Miraré por mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, entre tanto que el impío fuere contra mí. Enmudecí en silencio, me callé aun de lo bueno; y se alborotó mi dolor.
40:3 Y puso en mi boca canción nueva, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y esperarán en el SEÑOR.
49:3 Mi boca hablará sabiduría; y el pensamiento de mi corazón inteligencia
51:19 Tu boca metías en mal, y tu lengua componía engaño.
SAL 71:8 Sea llena mi boca de tu alabanza, De tu gloria todo el día.
SAL 71:15 Mi boca publicará tu justicia Y tu salud todo el día, Aunque no sé el número de ellas.
SAL 71:24 Mi lengua hablará también de tu justicia todo el día: Por cuanto fueron avergonzados, porque fueron confusos los que mi mal procuraban.
SAL 78:1 ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.
SAL 78:2 Abriré mi boca en parábola; Hablaré cosas reservadas de antiguo:SAL 78:3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.
SAL 78:4 No las encubriremos á sus hijos, Contando á la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo.SAL 78:5 El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos;SAL 78:6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán, lo cuenten á sus hijos;SAL 78:7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos:SAL 78:8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu.
SAL 86:6 Escucha, oh Jehová, mi oración, Y está atento á la voz de mis ruegos.
SAL 109:2 Porque boca de impío y boca de engañador se han abierto sobre mí: Han hablado de mí con lengua mentirosa,
SAL 109:3 Y con palabras de odio me rodearon; Y pelearon contra mí sin causa.
SAL 115:4 Sus ídolos son plata y oro, Obra de manos de hombres.SAL 115:5 Tienen boca, mas no hablarán; Tienen ojos, mas no verán;SAL 115:6 Orejas tienen, mas no oirán; Tienen narices, mas no olerán;SAL 115:7 Manos tienen, mas no palparán; Tienen pies, mas no andarán; No hablarán con su garganta.
SAL 116:10 Creí; por tanto hablé, Estando afligido en gran manera.
SAL 119:43 Y no quites de mi boca en nigún tiempo la palabra de verdad; Porque á tu juicio espero.
SAL 119:72 Mejor me es la ley de tu boca, Que millares de oro y plata.
SAL 119:103 ¡Cuán dulces son á mi paladar tus palabras! Más que la miel á mi boca.
SAL 119:105 Lámpara es á mis pies tu palabra, Y lumbrera á mi camino.
SAL 119:131 Mi boca abrí y suspiré; Porque deseaba tus mandamientos.
SAL 120:2 Libra mi alma, oh Jehová, de labio mentiroso, De la lengua fraudulenta.SAL 120:3 ¿Qué te dará, ó qué te aprovechará, Oh lengua engañosa?SAL 120:4 Agudas saetas de valiente, Con brasas de enebro.
SAL 126:2 Entonces nuestra boca se henchirá de risa, Y nuestra lengua de alabanza; Entonces dirán entre las gentes: Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos.
SAL 139:23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón: Pruébame y reconoce mis pensamientos:
AL 140:3 Aguzaron su lengua como la serpiente; Veneno de áspid hay debajo de sus labios.
SAL 144:8 Cuya boca habla vanidad, Y su diestra es diestra de mentira.
1PED 4:11 Si alguno habla, hable conforme á las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme á la virtud que Dios suministra: para que en todas cosas sea Dios glorificado por Jesucristo, al cual es gloria é imperio para siempre jamás. Amén.
SANT 4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis, y no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.SANT 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
La disciplina
Queridos jovencitos: cuando su padre los instruya, préstenle atención, si realmente quieren aprender. (Proverbios 4.1, TLA)
Cuando se habla de disciplina algunos padres piensan en castigos crueles, malos tratos, etc. Sin embargo, la disciplina tiene un significado diferente.
Cuando Dios creó el universo y todo lo que en él existe, estableció órdenes y leyes para disciplinar a todas las cosas. El día y la noche, la lluvia y el sol, cada árbol con su semilla, el clima, los animales.
En el Edén había orden, que fue quebrantado cuando Adán desobedeció.
La disciplina se refiere al orden para el buen funcionamiento de las cosas y la relación de subordinación padres-hijo.
Debes saber y educarme en la idea de que todo lo que es hecho con orden y disciplina es hermoso y trae bienestar a las personas.
Disciplina es promover el orden, el crecimiento.
La disciplina facilita el desarrollo del individuo.
En un hogar donde no existe la disciplina no puede haber paz y concordia.
Si pones normas para el tiempo empleado en el trabajo, el ocio, dormir, estudiar, la hora de llegar a casa, etc., y logras que yo las entienda y acate, tendrás armonía en la vida familiar.
Libertad e independencia
Cumplo todas tus leyes, y jamás me aparto de ellas. (Salmos 18.22, TLA)
Un gran fundamento de la enseñaza es prepararme para que sea independiente.
Un gran fundamento de la enseñaza bíblica es prepararme para que sea dependiente de Dios, como única manera de que verdaderamente tenga libertad de espíritu.
Recuerda cómo es Dios contigo: la disciplina que sofoca mi libertad no es educativa.
Debes contribuir a que me acostumbre a actuar de manera independiente, a pensar por mí mismo y a realizar tareas propias y personales.
Sin embargo, debes hacerme entender que independencia no significa anarquía, ni excluye el respeto a mis padres, maestros, lugares y situaciones.
La ética cristiana me enseña que, por ejemplo, debo ser reverente en el templo. El culto al Señor es un momento para glorificar a Dios, no es un momento para conversaciones o juegos.
El apóstol Pablo habla de la disciplina en el culto, en tanto que Juan describe el comportamiento ordenado de los ángeles en el cielo.
Leyes, reglamentos y mandamientos
Querido jovencito, grábate bien mis enseñanzas; memoriza mis mandamientos. (Proverbios 3.1, TLA)
Al crear a la humanidad, Dios estableció una serie de reglas divinas en beneficio de su creación.
Nuestro Señor desea que sus hijos conozcan y sigan estas reglas; por eso reveló sus mandamientos divinos por medio de Moisés y en la persona de Jesucristo.
De igual modo, hay leyes y reglamentos en todos los aspectos de la vida, que contribuyen a que me aparte de los problemas y peligros y que me ayudan a no perjudicar al prójimo.
Dentro de mi familia también deben existir reglas. Por ejemplo, prohibirme jugar con la pelota dentro de la casa, no echar desperdicios en el piso, lavarme las manos antes de comer, etc.
Necesito reglas para sentirme seguro y cómodo, y comprender lo que debo y no debo hacer.
El formarme en una disciplina de reglas, me servirá en el futuro para ser organizado, productivo y respetuoso de las leyes de la sociedad.
El respeto a las leyes
Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto. (Romanos 12.2, TLA)
Debes educarme en la idea de que las leyes fueron hechas para el establecimiento del orden y del equilibrio social.
Respetar y cumplir las leyes de mi país es una obligación para mi propio bien.
Debo respetar las leyes y aquellos que las aplican, no por miedo a ser castigado, sino porque mi conciencia cristiana me estimula a vivir de modo ejemplar.
Sin embargo, no debo olvidar que la Biblia registra nuestros principales deberes. El que obra de acuerdo a las Escrituras nunca tendrá problemas con la ley de su país, puesto que su comportamiento estará moldeado conforme a la voluntad de Dios.
Mi Señor quiere que yo sea correcto en mi modo de vivir ante la sociedad y las autoridades, brillando continuamente en medio de las tinieblas del mundo.
Debo saber que si ando conforme a las leyes, no tengo de qué temer.
Lo mejor es que preste atención al consejo de la Palabra de Dios: "Páguenle a cada uno lo que deban pagarle, ya sea que se trate de impuestos, contribuciones, respeto o estimación" (Romanos 13.7, TLA).
Escucha mi consejo
Jóvenes sin experiencia, acepten el consejo de los sabios, y aprendan del castigo a los malcriados. (Proverbios 21.11, TLA)
Errar es de humano. Por eso todos erramos, nos equivocamos, seamos niños o adultos.
Mi disciplina y la visión que yo tenga de ti dependerán de la forma en que me trates.
• No me reprendas en presencia de mis compañeros.
• No esperes un cambio brusco haciéndome callar con gritos, pues a veces causan más confusión y alboroto.
• Necesitas hacerte mi amigo para que te cuente mis problemas.
• Abstente de hablar, y escúchame. Debes ser un amigo que me oiga en privado sin ponerme gesto adusto al escuchar mis argumentos.
• Toma nota, pero no hagas comentarios.
• Nunca des tu opinión sobre mi personalidad. Conóceme y trabajemos juntos en limar mis imperfecciones.
• Es necesario que yo reconozca mis errores, acepte la corrección y trate de hacer todo correctamente la próxima vez.
Cuida mi lenguaje
Di siempre lo bueno, y así nadie podrá criticarte. Si haces lo que te digo, los que están en contra nuestra sentirán vergüenza y no podrán hablar mal de nosotros. (Tito 2.8, TLA)
La falta de respeto y tolerancia está a la orden del día.
Edúcame en la disciplina de no hablar mal de otros. Lamentablemente muchas personas faltan a las buenas costumbres al referirse o tratar con otros.
Es necesario que desde pequeño sepa que se debe respetar la vida privada de cada cual. Nadie tiene derecho a juzgar la vida ajena. Los principios éticos señalan que no debo hablar mal de otras personas.
Si tuviera que expresarme acerca de alguien, es mejor que lo haga para bien, no para mal.
¡Cuidado con lo que digo en público! No puedo hablar en público aquello que digo a diario en conversaciones con mis amigos. Debo tener en cuenta que la mayoría de las veces estoy rodeado de personas de diversas edades. Si necesito hablar en público, enséñame a huir del lenguaje grosero.
Comer o no comer
Si encuentras miel, no comas demasiada; la mucha miel empalaga. (Proverbios 25.16, TLA)
"¡Es malo que mastiques chicles o caramelos mientras estudias!"• Quiero que sepas que el masticar a veces es una de las estrategias del cuerpo para que podamos concentrarnos mejor en una tarea o en los estudios.
"¡Comes demasiado, debes limitarte!"
• Debes tomar en cuenta la etapa de crecimiento en que me encuentro. La adolescencia demandará más energía, sobre todo de los 10 hasta los 14 años, por lo que el consumo de alimentos será mayor. También debes tener presente la cantidad de actividad física que hago.
Lo que si debo vigilar es el tipo de alimentos que consumo y tratar de que evite los que tengan gran contenido de azúcar y grasa.
"¡No desayunas antes de ir a la escuela, eso te perjudica!"• En efecto, el desayuno es la comida más importante del día. Durante la mañana, mi actividad física y mental es alta, por lo que debes acostumbrarme a tomar un buen desayuno. Por otro lado, en la mañana llevo por lo menos ocho horas de ayuno, y si continúo sin comer mis niveles de atención en la escuela serán muy pobres.
Durante la etapa preescolar y escolar debes prestar mucha atención a lo siguiente: • Adapta mi horario a la comida familiar.
• Evítame los "picoteos" entre horas, sobre todo si se trata de alimentos ricos en azúcares y grasas.
• Evita darme o negarme determinados alimentos como premio o castigo. • Acostúmbreme al agua como bebida, en lugar de zumos artificiales y refrescos dulces.
• Proporcióname una dieta variada rica en verduras y frutas. • Foméntame el ejercicio físico regular.
• Limítame el tiempo que paso frente al televisor.
• Evita llevarme a sitios de comida rápida.
¡Disciplíname!
Los mandamientos y las enseñanzas son como una lámpara encendida; la corrección y la disciplina te mostrarán cómo debes vivir. (Proverbios 6.23, TLA)
Aprenderé de ti a actuar correctamente: el momento justo para jugar, comer y estudiar; tratar respetuosamente a las personas, etc.
Pero no siempre obedezco. Es entonces necesario aplicar un recurso contra la indisciplina: la corrección.
La Biblia te indica que disciplines a tus hijos, porque haciendo esto los librarás del infierno.
Algunas veces puede que sea necesario corregirme con una palmadita, ponerme algún castigo, prohibirme juegos con los amigos por algún tiempo, etc.
Muéstrame que la corrección es una demostración de amor.
Has que entienda que la corrección tiene por objeto el perfeccionamiento, la felicidad y la bendición.
Cuando soy corregido, aprendo a aceptar también la reprensión del Señor.
Un adulto bueno, próspero y feliz no es aquel que jamás fue corregido, sino aquel que siempre aceptó la corrección.
CAPÍTULO 4-
Nueva lectura del Evangelio de Judas
El polémico Evangelio de Judas Iscariote, hallado el año pasado, sigue causando controversia en la comunidad científica, debido a que una nueva traducción del mismo señala que el personaje fue tan "demoniaco", como la historia tradicional nos lo presenta.
Esto contradice la primera lectura del evangelio, hecho por National Geographic, en el que se apunta que Judas no fue tan malo como se creía y que había entregado a Jesús a petición de éste.
Según publica National Geographic en su portal, la especialista en estudios bíblicos de la Universidad Rice en Texas, April DeConick, señala que la primera lectura hecha por la organización estuvo mal en su traducción.
La investigadora, que realizó su propia traducción y que recoge en su libro El treceavo apóstol: Lo que el Evangelio de Judas realmente dice, apunta que Iscariote no es el benevolente personaje que redimió de alguna forma National Geographic hace un año.
"El evangelio saca a la luz al mismo Judas que condena la historia, es el mismo demonio tan malo como siempre", agrega DeConick.
¿ES O NO ES?
El debate de dicho evangelio se centra en un pasaje donde Jesús llama a Iscariote "daimon" (en idioma copto), que para National Geographic significaba "espíritu", pero que para otros especialistas es una clara referencia a "demonio".
"Lo que encontré en los materiales gnósticos —y he hallado cerca de 50 referencias de la palabra "daimon" en estos textos— es que siempre se refieren a demonios, figuras maliciosas y atormentadoras", explica DeConick.
Sin embargo para Marvin Meyer, del equipo de traductores de National Geographic, los gnósticos estaban sumamente influenciados por escritos griegos, en los que "daimon" es una referencia común de "spirit" o describir el lado espiritual de una persona.
"Todas las posibles interpretaciones sobre este evangelio son bienvenidas, no es tan sorpresivo que existan diferentes puntos de vista que podamos discutir", apunta. [Tomado de La Crónica de Hoy]
LOS PECADOS DE LA LENGUA
Si hay una palabra que en resumen pueda caracterizar el estado presente de la humanidad, es la palabra confusión.
Hay confusión en la esfera del programa político internacional.
Hay confusión en el aspecto moral. No tenemos un modelo ni un criterio que seguir. Hemos rechazado el Sermón del Monte y Los Diez Mandamientos como nuestras normas de moralidad, nuestra conciencia se ha cauterizado y en algunos respectos ya está muerta. En su proceso de endurecimiento ya se está solidificando. Hemos perdido la sensibilidad hacia el pecado.
Hay confusión en la esfera de la enseñanza. Hemos olvidado que la Biblia enseña que el principio de la sabiduría es el temor de Dios. Algunos educadores afirman que todavía podemos construir un nuevo orden en el mundo, aun cuando hemos abjurado nuestras tradiciones anteriores y nuestra herencia religiosa. El mundo educativo ha perdido su centro magnético y ya no es capaz de marcar el rumbo por el cual nuestra juventud debe caminar. La verdadera sabiduría no puede existir apartada del temor de Dios y de la confianza en Cristo.
Hay confusión en la vida de la política nacional. En ella se pueden ver las más grandes y enconadas divisiones del todas las que se han observado durante varias de las últimas décadas. Grandes y viciosas campañas se llevan a cabo para elegir a este o a aquel individuo. El ciudadano ordinario se encuentra confundido de todo esto. Los hombres de la política hacen afirmaciones un día y cambian por completo su punto de vista el día siguiente con el propósito de agradar a algún otro partido político del país. La integridad moral y la veracidad parecen haber desaparecido. Ya no tenemos estadistas que defiendan lo que pretenden sino estadistas que están caminando para obtener algo para sí mismos.
Uno de los problemas básicos reinantes en el mundo entero es que ya no tenemos confianza los unos en los otros. Hemos perdido la confianza en la veracidad y en la integridad de otro hombre. En el campo internacional no podemos creer la palabra de nuestros enemigos, y ellos dicen que no nos pueden creer a nosotros. Algunos de nuestros jefes en la política están mirando a través de lentes color de rosa y olvidan las palabras de la Biblia, que dicen: "Todo hombre es mentiroso." Hemos puesto nuestra confianza en los hombres en vez de ponerla en Dios. Jesús dice: "Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira." (Juan 8:44b) ¿Cuándo aprenderemos que el diablo está dirigiendo las vastas operaciones mundiales del comunismo? Ellos actúan sobre la suposición de que si se repite una mentira el suficiente número de veces la gente por fin la creerá.
La Biblia tiene tanto que decir acerca de la mentira como lo que dice acerca de cualquiera otra cosa. Santiago dijo: "y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno". (Santiago 3:6). Entre los grandes problemas de los cristianos se encuentran los pecados de la lengua. Si alguien puede dominar su lengua entonces podrá dominarse a sí mismo. Si alguien puede vencer la lengua entonces podrá estar seguro de que tendrá una real y duradera victoria.
Santiago dice: "Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal."
(Santiago 3:7-8).
Hay muchas manifestaciones de los pecados de la lengua. El enojo es una de ellas. Aunque la ira o el mal genio es un pecado del espíritu, en su sentido primario, acontece muchas veces, que el perder el dominio de la lengua se considera como un pecado de la lengua.
Hay muchas variedades de la ira, tales como la indignación, la irritación, la impaciencia, la vejación, el odio, la exasperación, el resentimiento, la pasión, el mal humor, la rabia, el furor, y estas se expresan con toda clase de coléricas palabras que se extienden desde las palabras fríamente picantes y llenas de sarcasmo hasta las que brotan candentes con la flama de la furia. Dios las condena a todas y dice que son pecados en su presencia. Cada expresión de ira está llena de peligro, aun la forma más noble de la indignación. Alguien ha dicho que si se tiene la razón no hay motivo para perder el dominio de sí mismo y si se está equivocado nada se aventaja con dar rienda suelta a la lengua. Las palabras iracundas nunca han mejorado una situación. El hombre más sabio del mundo declaró que el que tarda en airarse es de grande entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad. La Biblia dice: "La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor."
(Proverbios 15:1)
La Biblia vuelve a decir: " Cruel es la ira, e impetuoso el furor"; (Proverbios 27:4.a ) Jesús dijo: "Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable del juicio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno del fuego." (Mateo 5:22) Pablo dijo: "Airaos, y no pequéis." (Efesios 4:26 a )
Muchos cristianos excusan su mal humor en diferentes formas. Algunos de ellos, entre los más rebeldes, en efecto, se sienten orgullosos de su espíritu ingobernable. He oído decir que una de las excusas más comunes es la de atribuir el mal genio a los nervios, haciendo así de una falta y un pecado un achaque. Es mucho mejor reconocer el pecado, arrepentirse, confesarlo, dejarlo y humildemente dar satisfacción de él. La Biblia enseña que Dios puede dar victoria en la línea de las más grandes derrotas.
Otro pecado de la lengua que es muy común en todo el mundo es la blasfemia. El tercer mandamiento declara: "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano." (Éx 20:7). Una de las cosas más nauseabundas en el lenguaje hoy día es la blasfemia, la maldición y el tomar el nombre de Dios en vano. Muchos jefes en la política y hombres que ocupan puestos de importancia son dados a maldecir y blasfemar. En las aulas de los colegios y la universidad muchos profesores son culpables de usar el nombre de Dios en vano presentando así un pobre y terrible ejemplo a los alumnos a quienes están tratando de enseñar.
Muchas personas maldicen para asombrar a las personas que los rodean, para ser viles, para tratar de deshacerse de un complejo de inferioridad o sencillamente para exhibirse. Pero la Escritura dice: "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes" (Ef 4:29).
La Biblia enseña que un hombre que pude gobernar su lengua puede gobernar toda su personalidad. Si usted no puede dominar su lengua en cuanto al maldecir, la Biblia enseña que está usted esclavizado, y que el maldecir es un pecado del cual usted es culpable ante Dios. Hay lenguajes en el mundo con riqueza de vocabulario, pero, aún así, hay lisiados verbales que tienen que cojear con muletas de palabras sospechosas que los lanzan al infierno, según nos dice la Biblia.
Otro pecado de la lengua que prevalece en todo el mundo y que es la raíz de muchos de nuestros problemas actuales es el pecado de la mentira. Los Diez mandamientos condenan el falso testimonio y el Señor ordenó directamente a Moisés y al pueblo de Israel que no mintieran los unos a los otros. El apóstol Pablo hace eco de la misma palabra cuando dice: "no os engañéis". La Biblia entera condena la mentira como uno de los pecados más graves. Pone la mentira lado a lado con el asesinato y el adulterio.
Se han dicho mentiras en las campañas políticas de las cuales serán responsables los jefes de la política ante el juicio de Dios. Se hacen promesas que los que las hacen jamás intentaban cumplir y sólo las hacían para ganarse los votos y la influencia de los delegados o del publo. ¡Qué Dios tenga misericordia de ellos! ¿Cómo podremos limpiar el mundo de tanta infección de mentira?
La mentira no se relega solamente al campo de la política. Existe en la esfera de los negocios y en los intercambios sociales. A cuántas personas he oído contar, sin ruborizarse, las mentiras que han dicho para poder salir con ventaja de algún aprieto. Muchos cristianos son culpables de mentir. Algunas personas harán un esfuerzo para no mentir, pero si las circunstancias se vuelven comprometedoras, muchos no vacilarían en tomar el camino de la mentira para salir de su dificultad, considerando ellos que han escogido entre el menor de los males; el otro mal sería, según su opinión, las consecuencias que vendrían de admitir la verdad. A todo cristiano se le dice que él debe evitar la mentira y tener desconfianza de los que la practican.
Muchas personas han preguntado ¿qué es lo que es una mentira? Una mentira es cualquier clase de engaño premeditado. Si no hay un intentado engaño entonces no es mentira; pero si se hace el esfuerzo en dejar una impresión contraria a la verdad pura, entonces se está mintiendo. Cuán innumerables son las falsedades perpetradas cada día en los negocios y en las relaciones sociales. Con palabras, miradas y acciones, los hombres traman el dejar impresiones sobre otros, por razones egoístas, que son contrarias a la verdad.
Si usted es culpable de mentir, yo oro a Dios porque usted lo confiese y deje de mentir desde hoy. La Biblia nos avisa que el que se da al falso testimonio no dejará de ser castigado, y el que habla mentira no escapará. Jesús dijo: "Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre" ( Mateo 15:19,20 ). En otras palabras, Jesús pone el mentir lado a lado con todos estos terribles pecados.
Otro pecado de la lengua que prevalece entre los cristianos es el pecado de criticar. Vamos por todas partes sacando las pajas de los ojos de nuestros hermanos cuando tenemos vigas en los nuestros. Jesús dijo: "No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido." ( Mateo 7:1,2 ). Y agregó: "¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano." ( Mateo 7:5 ) Este consejo de Cristo no quiere decir que no debemos darnos cuenta de la maldad ajena, sino que debemos contender primero con el mal proceder en nuestra propia vida. Hay muchos cristianos que no se atreverían a hacer ciertas cosas mundanas, pero al mismo tiempo están llenas de orgullo, de chismes, de malicia y pecados del espíritu que son cosas mucho más mundanas y pecaminosas ante los ojos de Dios que algunas de las faltas visibles. Mundanalidad es cualquier cosa que se interpone entre el cristiano y Dios.
Otro pecado de la lengua es el murmurar. La Biblia dice: "Haced todo sin murmuraciones y contiendas." (Filipenses 2:14). El único remedio que yo he encontrado para el murmurar es el orar sin cesar.
Otro pecado de la lengua es el lenguaje obsceno. La Biblia nos dice: "Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca." (Efesios 4:29.a) En otras palabras no permitas ninguna palabra obscena salir de tu boca. Los cuentos impuro y lo chistes ambiguos que se encuentran por todas partes deben ser evitadas por los cristianos como si fuera una peste.
Los problemas del mundo se pudieran resolver de la noche a la mañana si el mundo pudiera tener la victoria del dominio sobre la lengua. Supongamos que no existiera la ira, que no existiera la blasfemia y que no existiera la mentira ¾ que todos dijeran la verdad en cada palabra, que nadie murmurara o se quejara; supongamos que nadie hablara asquerosa y suciamente ¾ ¡Qué diferente sería el mundo! La Biblia dice: "Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura , después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz." (Santiago 3:16-18).
Si usted es culpable de estos pecados, yo le ruego que venga a Cristo, confesando y dejando sus pecados, y pidiendo perdón.
La Biblia dice: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Juan 1:9).
En este momento usted puede arreglar cuentas con Dios. Puede entregar su corazón y su lengua a Cristo. Hoy, puede usted darle toda su personalidad a Cristo y así nacer de nuevo. Usted puede tener el poder sobrenatural del Espíritu Santo que le puede dar la victoria sobre la lengua.
CAPÍTULO 5.
La Biblia habla sobre la Sexualidad
HISTORIA SEXUAL DEL CRISTIANISMO
Baal y Asera
No obstante, en Canaán, donde los nómadas o seminómadas israelitas tomaron contacto con un antiguo universo cultural, con la Gran Madre, los dioses El y Baal, los esponsales sagrados, la prostitución y desfloración rituales, en una palabra, con una religión de fiestas magníficas y estímulos sensuales, se llegó finalmente a asimilaciones de toda clase. Pues si es verdad que éstas habían comenzado ya en la época de los Patriarcas, al principio sólo afectaron al culto rústico de Yahvé, a campo abierto, donde se plantaban —entre libaciones inmoderadas y copulaciones colectivas sobre la tierra— los árboles de Asera, llamados por el propio nombre de la diosa.
Pero paulatinamente el sincretismo prendió también en los santuarios centrales del Reino. Así, Salomón (ca. 965-928), además de erigir templos a dioses extranjeros, dotó al de Yahvé —construido según modelos fenicios por un arquitecto cananeo— de muchos símbolos del culto de la fertilidad (azucenas, leones, toros)… Claro que el corazón real, «seducido» finalmente por su mujer extranjera, «dejó de pertenecer por entero al Señor». Y su sucesor Jeroboán I (928-907) mantuvo esta tradición y representó a Yahvé, en los nuevos templos yahvistas de Bethel y Dan, como una figura invisible sobre un novillo de oro (los «becerros de oro» de la Biblia), de la misma manera que los cananeos imaginaban a su dios supremo Baal sobre un toro.
Baal fue adorado cada vez más intensamente, pero también la Gran Diosa Madre, de la que se han encontrado en Palestina numerosas estatuas, la mayoría desnudos. Más adelante, el rey Manases consagró una Asera en su honor en el templo de Jerusalén y, en tiempos de Jeremías, las mujeres aún cocinaban unas tortas para ella. Se llegó incluso a la prostitución ceremonial. En Silo los hijos del sacerdote de Yahvé dormían «con las mujeres que rendían servicio a la entrada del recinto sagrado»; muchos otros «sacrifican con las hetairas consagradas»; «padre e hijo se reúnen con la prostituta (..), se tienden sobre los vestidos empeñados junto a aquel altar». Y también Jeremías se lamenta de las idas y venidas de los jerosolomitanos a las kadesh.
Elias (quien hizo apresar a cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y los mató) y Elíseo en el siglo IX, Amos, Oseas e Isaías en el VIII, no dejan de condenar el culto de diferentes baales, y también el de Asera, aunque muchas veces ni siquiera saben exactamente qué costumbre religiosa es cananea y cuál originariamente israelita. Y, en definitiva, la misma polémica bíblica está llena de resonancias procedentes de la herencia literaria cananea, por lo que acaba dependiendo, lingüísticamente, de aquello a lo que combate.
Yahvé ordena una y otra vez: «Debes destruir sus altares, deshacer sus imágenes y talar sus bosques»; una y otra vez prohibe convivir con aquellos que «extienden la prostitución con sus dioses». Una y otra vez los profetas truenan. Oseas —que fue engañado por su propia mujer Gomer (comprada por quince sidos de plata y una medida y media de cebada) durante los ritos de fertilidad cananeos, lo que presumiblemente le empujó más que ninguna otra cosa a la vocación profética— ruge, en prosa y en verso, contra el espíritu de lujuria, contra «los días de los baales, cuando ella les sacrificaba y se adornaba con anillo y collar y perseguía a sus amantes, olvidándose de mí, así habló Yahvé (!)». (El profeta llamó a una hija concebida con Gomer «No compadecida» y a un hijo «No mi pueblo»). Isaías se acalora cuando habla del «engendro del adúltero y de la prostituta, concebido entre los terebintos, bajo cualquier árbol frondoso». «Sobre montaña alta y escarpada preparaste tu lecho (.,) has extendido las mantas sobre la cama y te has vendido a aquellos de tus pretendientes que preferías». Ezequiel, con una fuerza simbólica y metafórica casi inigualable, da cuenta de «abominaciones» cada vez mayores: las hijas de Israel se prostituyen con los asirlos, con los babilonios, con los egipcios, «cuyos miembros eran como miembros de burros y su eyaculación como eyaculación de sementales». Y también los hijos de Israel, exclama Jeremías, se volvieron «adúlteros». «Huéspedes de burdeles, en sementales bien cebados y rijosos se han convertido, cada cual relinchando tras la mujer más cercana».
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