Serias implicaciones
La revelación de las acusaciones contra Stanford provocó mucha preocupación en organizaciones financieras internacionales, sobre todo en América Latina, donde su grupo financiero tiene varios negocios.
Stanford tiene afiliados en México, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Sólo en el Stanford Bank de Antigua hay depósitos de venezolanos por US$ 2.300 millones, según indicó el superintendente de bancos en Venezuela, Edgar Hernández Behrens. Otras fuentes estiman que son US$ 3.000 millones.
Nick Davis, corresponsal de la BBC en la región del Caribe, explicó que Robert Allen Stanford es el principal empleador privado de Antigua. Tiene doble nacionalidad de EEUU y de Antigua y Barbuda y sus intereses empresariales abarcan toda la isla.
"La investigación a la empresa más prominente del país provocó una rápida respuesta del gobierno de Antigua y Barbuda", explicó Davis. "En un discurso televisado a la nación, el primer ministro, Baldwin Spencer, dijo que las acusaciones tienen "implicaciones profundamente serias" para el país".
Muchos de los detalles sobre el presunto fraude de Stanford permanecen confusos, pero la SEC asegura que en sus operaciones el magnate texano siguió un patrón de misterio, incluyendo el que el banco no revelara a sus clientes que aparentemente perdió miles de millones de dólares en inversiones en el supuesto esquema Ponzi de Madoff.
Madoff permanece bajo arresto domiciliario en su apartamento en Manhattan tras pagar una fianza de US$ 10 millones.
Sin embargo, se desconoce el paradero de Stanford, cuyos bienes fueron congelados por la SEC. Medios de prensa estadounidenses aseguraron que el financista texano trató de arrendar un jet privado para salir de Houston hacia Antigua, pero que la compañía rechazó su tarjeta de crédito.
– Stanford, investigado por sus relaciones con narcos (Reuters – 19/2/09)
El FBI y otras agencias estadounidenses han estado investigando si el multimillonario Allen Stanford está involucrado en el lavado de dinero para el mexicano Cartel del Golfo, según indicó la cadena ABC News citando a autoridades federales.
La Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC por sus iniciales en inglés) acusó el martes a Stanford y a dos directivos de Stanford Group de un fraude valorado en 8.000 millones de dólares (unos 6.340 millones de euros).
Las autoridades mexicanas detuvieron uno de los aviones privados de Stanford como parte de la investigación, que se venía realizando desde el año pasado, informó el miércoles ABC citando a responsables oficiales a los que no identificó.
Unos cheques hallados dentro del avión estarían relacionados con el Cartel del Golfo, al que se considera el más violento de los carteles del narcotráfico mexicano, señaló ABC.
El portavoz del FBI (siglas en inglés de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos) Richard Kolko dijo que la agencia no podía confirmar o negar la investigación.
ABC citó a responsables oficiales diciendo que Stanford podría enfrentarse a cargos por lavado de dinero y soborno de funcionarios extranjeros.
Las autoridades señalaron que la acusación de la SEC iniciada el martes contra Stanford podría haber complicado la investigación federal relacionada con el narcotráfico.
La investigación de la SEC sigue a otros procesos sobre el pago de impuestos federales por parte de Stanford y sobre sus negocios en paraísos fiscales, indicó el Washington Post en su edición del jueves.
El FBI y otras agencias federales abrieron en los 90 varias investigaciones sobre un supuesto lavado de dinero en los bancos en paraísos fiscales de Stanford pero no lograron obtener pruebas para acusarlo, reportó el Post citando a un ex funcionario federal.
Expertos de la industria señalan que diversas ilegalidades significativas ocurridas con títulos en el Stanford Group años antes de la decisión de la SEC fueron señales reveladoras de problemas más profundos, indicó el New York Times.
Los registros muestran que en todas esas ocasiones, los reguladores terminaron absolviendo a la empresa con multas relativamente pequeñas, añadió el diario.
(© Thomson Reuters 2009 All rights reserved)
– Una cadena de investigaciones de fraude precedió el caso Stanford (The Wall Street Journal – 20/2/09)
(Por Glenn R. Simpson, Dionne Searcey, Kara Scannell y John Lyons)
Por años, las acusaciones rondaron a R. Allen Stanford, el empresario tejano que esta semana fue acusado de encabezar un fraude de US$ 8.000 millones.
Sin embargo, una falta de coordinación entre agencias federales y la dificultad de conseguir información sobre su banco en Antigua -donde la supervisión financiera es relativamente laxa- impidió que reguladores obtuvieran una visión clara de la situación, dicen investigadores.
Las autoridades, que ayer localizaron a Stanford en un pueblo en Virginia y lo notificaron oficialmente sobre los cargos civiles, dicen que el asunto reventó en diciembre luego de que Bernard Madoff supuestamente les contara a sus hijos que estaba operando un fraude de US$ 50.000 millones. Eso aceleró la investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).
Dos años antes, en octubre de 2006, la oficina de la SEC en Fort Worth, Texas, había abierto una investigación formal sobre la venta de certificados de depósitos por parte de Stanford, que concluyó con los cargos civiles que la SEC presentó el martes en contra del inversionista y sus socios. La investigación de 2006 fue precedida por otra demanda ese mismo año en un tribunal estatal de Florida, en la que un ex ejecutivo de Stanford acusó a la empresa de operar una pirámide financiera. Ambas partes alcanzaron un acuerdo poniendo fin a la demanda.
Stanford aún no ha respondido a los cargos civiles por fraude presentados por la SEC. En otros casos en su contra a lo largo de los años, Stanford siempre negó haber hecho algo ilícito y dijo que cooperó con las autoridades.
De acuerdo a los cargos civiles por fraude que la SEC presentó en una corte de Dallas, Stanford International Bank, con sede en Antigua, atrajo a inversionistas ofreciéndoles retornos sobre certificados de depósitos (CD) por encima del rendimiento del mercado. La SEC dice que el banco en realidad colocó el dinero principalmente en bienes raíces y capital privado, y tergiversó la naturaleza de su portafolio para atraer a más clientes.
Según fuentes, un 75% de los CD vendidos por Stanford habrían sido comprados por latinoamericanos. La Superintendencia Bancaria de Venezuela, por ejemplo, informó que inversionistas venezolanos compraron al menos US$ 3.000 millones en CD de Stanford. Ayer, el gobierno venezolano anunció que asumirá el control de las operaciones de Stanford en el país, garantizando a sus clientes US$ 220 millones en depósitos. Los gobiernos de Perú, Ecuador, Panamá y Colombia están interviniendo las filiales locales de Stanford.
Una de las primeras investigaciones que se hizo a Stanford International Bank y sus afiliadas ocurrió en 1997 como parte de una pesquisa de la DEA al lavado de dinero del narcotráfico por parte de un cartel mexicano, según documentos de la agencia estadounidense de combate al narcotráfico. Stanford cooperó con la DEA y le entregó millones de dólares, muestran registros del tribunal. No se levantaron cargos en contra del banco. Poco después, el Departamento de Estado de EEUU sonó la alarma acerca de potenciales actividades de lavado de dinero en Antigua proveniente de la mafia rusa y otros grupos criminales.
En abril de 1999, el Departamento del Tesoro de EEUU emitió una advertencia a los bancos estadounidenses para que investigaran las transacciones de Antigua porque le preocupaba la fuerte influencia que algunas firmas tenían sobre los reguladores de la isla. El comentario se refería a Stanford International Bank, entre otros, aseguran ex funcionarios estadounidenses. Las autoridades de Antigua de entonces desestimaron las acusaciones y dijeron que estaban implementando regulaciones sobre el lavado de dinero de estándar mundial.
En 2005, dos venezolanos sostuvieron en una corte de Florida que Stanford International Bank ayudó a crear una pirámide financiera fraudulenta, cuyo blanco eran venezolanos. El caso fue resuelto extrajudicialmente. En 2006, un ex empleado de Stanford también demandó al banco en Florida, acusándolo de operar una pirámide financiera. El caso también terminó con un acuerdo, según el abogado del demandante.
Los reguladores en EEUU empezaron a recibir quejas aisladas sobre Stanford en 2001, según registros de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (Finra, por su sigla en inglés), la entidad de autosupervisión de Wall Street. Finra no actuó sobre las denuncias hasta abril de 2007, cuando emitió la primera de cuatro multas por un total de US$ 70.000.
Los problemas se intensificaron para Stanford International Bank a fines de 2007 cuando dos altos ejecutivos, Mark Tidwell y Charles Rawl, renunciaron a la firma debido a preocupaciones de que Stanford estaba falsificando retornos y mintiendo a inversionistas, según testimonios presentados en un tribunal federal de Dallas. A principios de 2008, demandaron a Stanford en una corte estatal de Texas, alegando fraude.
Para enero, la SEC entrevistó a algunos empleados de Stanford, según investigadores. El 14 de febrero, el abogado de Stanford y sus empresas, Thomas Sjoblom, renunció. El abogado no respondió a pedidos de comentarios.
– El FBI encontró a Stanford (BBCMundo – 20/2/09)
Agentes de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) encontraron este jueves al empresario de Texas, Allen Stanford, y le entregaron los detalles de la demanda civil que lo acusa de un fraude masivo de US$ 8.000 millones.
"El FBI señaló a través de un comunicado que se le entregaron los documentos en los que se le notificaba que sus activos habían sido congelados y que debe permanecer en EE.UU. mientras continúa la investigación", señaló desde Washington el periodista de la BBC, Richard Lister.
Además le fue solicitado su pasaporte.
"Los alguaciles federales allanaron el martes la sede corporativa de Robert Allen Stanford en Texas, pero no pudieron entregarle los documentos relacionados con el caso, o confiscar su pasaporte, porque se desconocía su paradero", agregó.
El paradero del multimillonario texano fue objeto de intensas especulaciones tras conocerse que no había respondido a la querella presentada el martes por la Comisión de Valores de EEUU (SEC, según sus siglas en inglés) que lo acusa de un "fraude masivo y continuo".
Agentes del FBI lo encontraron sentado dentro de un automóvil en la ciudad de Fredericksburg, Virginia.
"Nos sentimos complacidos y agradecidos con el Señor de que esté vivo", señaló a la agencia Reuters su madrastra Billie Stanford, quien vive junto a James, el padre de Stanford, en Mexica, Texas.
Departamento de Justicia
Se desconoce cómo los agentes pudieron dar con su paradero, pero uno de sus socios señaló a los medios de comunicación que Stanford contactó esta semana al Departamento de Justicia de EEUU.
El FBI dijo que sus agentes no lo detuvieron porque todavía no se ha presentado una queja criminal y tampoco se ha emitido una orden de captura.
Funcionarios del Departamento de Justicia, la entidad que maneja casos criminales, han señalado que están llevando a cabo su propia investigación.
Los activos del banquero fueron congelados mientras varios gobiernos de América Latina y el Caribe tomaban medidas para proteger a individuos que invirtieron en el Stanford Group.
El magnate de 58 años de edad es propietario de viviendas de lujo en EEUU y el Caribe.
La querella de la SEC contra Stanford, presentada en Dallas, Texas, también incluye a dos colegas y tres empresas.
Allanamientos
Los agentes del FBI allanaron esta semana a oficinas de Stanford en Miami, Houston y otras ciudades.
Al menos cinco países latinoamericanos han intervenido los negocios de Stanford. En el Reino Unido la Oficina de Fraudes Graves (SFO, según sus siglas en inglés) investiga posibles vínculos británicos con el presunto fraude.
El diario The Wall Street Journal informó el jueves que los fiscales federales investigan si Stanford llevó a cabo una estafa Ponzi, un fraude en el que se utiliza dinero de nuevos inversionistas para pagar ganancias.
El diario The New York Times a su vez señaló que Stanford pagó multas a la SEC en 2007 por irregularidades en la capitalización de sus empresas.
La SEC sostiene que Stanford vendió US$ 8.000 millones en certificados de depósito de forma fraudulenta, con tasas de interés muy por encima del promedio del mercado, a través de su sucursal de Antigua, Stanford International Bank Ltd (SIB).
El escándalo de Stanford se suma al presunto fraude de US$ 50.000 millones del veterano de Wall Street, Bernard Madoff, y otros casos menores que han minado la confianza del público en los planes de inversiones.
– Un imperio que alardeaba de sus resultados pero aportaba pocos datos (Expansión – 20/2/09)
(Por Michael Peel)
Los investigadores se esforzaban ayer para desentrañar la vasta red panamericana de negocios de Sir Allen Stanford. Era un imperio que alardeaba de sus resultados, pero que aportaba pocos datos sólidos que los respaldaran.
Stanford Financial Group asegura disponer de activos por valor de más de 50.000 millones de dólares (39.586 millones de euros) y presencia en EEUU, Latinoamérica y el Caribe -sin embargo, la información sobre la naturaleza de sus inversiones y su destino es escasa-.
Sir Allen -con caros intereses que van desde la propiedad de una isla a patrocinios multimillonarios en deportes como el golf y el cricket- se enfrenta ahora a acusaciones de que esta aparente riqueza empresarial es en parte un artificio creado para engañar a los inversores.
Stanford Financial Group -el nombre empleado por Sir Allen para describir sus negocios- no es la empresa clave en control del conglomerado, sino más bien el concepto que lo une todo. Se autodescribe como "no una entidad legal, sino una marca registrada que abarca la red global de entidades independientes, pero afiliadas, privadas y de entera propiedad".
En otras palabras, en términos de marketing, el grupo se asemeja a una especie de McDonald's de las finanzas, vendiendo la marca Stanford a inversores desde Quito a St Croix en las Islas Vírgenes de EEUU.
La atención -así como las acusaciones de "fraude de magnitud asombrosa" contra los inversores por parte de la Comisión del Mercado de Valores estadounidense- se ha centrado en Stanford International Bank, con sede en Antigua, aunque los 8.000 millones de dólares en activos que reivindican representan menos de una quinta parte de la supuesta riqueza total del grupo.
Uno de los principales conductos para otros negocios de Stanford -y la única empresa registrada en la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera de EEUU- parece ser Stanford Group Company, con sede en Houston, Texas, y que cuenta con cerca de una docena de oficinas en EEUU. La edición del pasado año de Stanford Eagle, la revista de inversiones del grupo, exponía que Stanford Group Company había continuado "su crecimiento en todas las áreas" en 2007. Sin embargo, aportó una serie de estadísticas irregulares como apoyo, como un salto del 85% en los ingresos de los clientes privados.
Se cree que muchos miles de millones de dólares del dinero del grupo Stanford se localizan en Centroamérica y Sudamérica, donde Stanford Financial expone contar con operaciones en 20 ciudades de media docena de países.
El regulador financiero de Venezuela confirma que cerca de 2.500 millones de dólares del dinero de los ahorradores está invertido en el Stanford International Bank del país, que representa cerca de la mitad de los emplazamientos de Stanford Financial en Latinoamérica.
Sir Allen cuenta con otras empresas latinoamericanas que aseguran estar implicadas en áreas de definición imprecisa desde la "planificación financiera" a la "inversión internacional", en ciudades que van desde Monterrey en México a Medellín en Colombia.
Los detalles en Stanford Eagle sobre las actividades del grupo son, una vez más, escasos. La revista afirma que los ingresos latinoamericanos aumentaron un 81% durante 2007, y los activos un 30%, aunque no aporta cifras totales en ninguna de las categorías.
La publicación presta demasiado interés a la generosidad deportiva de Sir Allen, que cubre vela, tenis, polo, cricket y golf, incluido el patrocinio de un evento para las golfistas más importantes con un premio de dos millones de dólares, y el apoyo al torneo anual AT&T National con Tiger Woods como anfitrión.
Anoche, la página web de Stanford Financial aún publicitaba el patrocinio del grupo del Open Sony Ericsson en Florida el mes que viene, donde estarán presentes Rafael Nadal y Serena Williams después de sus triunfos en el Open de Australia.
Sir Allen también hacía alarde de gastos en un emplazamiento adecuado para el centro neurálgico de sus negocios internacionales, anunciando planes para crear un "complejo de gestión global" para Stanford Financial en St Croix, en las Islas Vírgenes estadounidenses.
El edificio principal se decoraría según el estilo "distintivo danés antillano" del territorio, y estaba previsto que el complejo incluyera un centro de conferencias, un pabellón para comidas y un hangar de 13.716 metros cuadrados.
(The Financial Times Limited 2009. All Rights Reserved)
– Intervienen Banco Stanford en Antigua (BBCMundo – 21/2/09)
El ente regulador de las finanzas del Caribe angloparlante asumió el viernes el control del Banco de Antigua del banquero estadounidense Robert Allen Stanford, cuya empresa ha sido acusada de una estafa de al menos US$ 8.000 millones.
Los reguladores del Banco Central del Caribe Oriental señalaron que actuaron para impedir el colapso del banco y proteger la estabilidad financiera de la región en medio del pánico de muchos depositantes.
"Centenares de personas hicieron fila frente a las sucursales del banco en la isla caribeña de Antigua, donde el financiero es el mayor empleador del sector privado", señaló el periodista de la BBC, Rob Norris.
"Él construyó una gigantesca sede de su banco internacional en la isla. También es propietario del Banco de Antigua", agregó.
"Los acontecimientos en EE.UU. que involucran al Stanford Group tienen profundas y graves implicaciones para Antigua y Barbuda", señaló el primer ministro del gobierno de ambas islas, Baldwin Spencer.
"Las repercusiones podrían ser catastróficas e inmediatas", agregó.
Intervención en varios países
La intervención bancarias en Antigua se llevó a cabo al mismo tiempo que los gobiernos de Perú, Venezuela y Ecuador y otros países latinoamericanos suspendieron las operaciones de filiales bancarias del Stanford Group.
Agentes de la Oficina Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) encontraron el jueves al empresario de Texas y le entregaron los detalles de la demanda civil que lo acusa del fraude masivo.
La Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, según sus siglas en inglés) acusó a Robert A. Stanford el martes de un presunto fraude "de magnitud impresionante".
El empresario no ha sido detenido y tampoco ha sido acusado de cargos criminales. Sin embargo, agentes federales le pidieron que entregue su pasaporte porque tiene una orden que le impide salir del país.
Lo mismo ocurrió con los directivos de la sucursal del banco en Venezuela.
Las autoridades estadounidenses sostienen que Stanford perpetró una estafa Ponzi, un fraude en el que se atraen a nuevos inversionistas con ganancias ficticias.
Las cuentas de clientes del Stanford Financial Group fueron congeladas hasta que se resuelvan los reclamos.
"En el futuro previsible los clientes no podrán utilizar sus cuentas", señaló el abogado de Dallas, Ralph Janvey, el responsable de recuperar activos de Stanford.
– Stanford: el defraudador que desfilaba por Forbes (El Confidencial – 21/2/09)
(Por A. I. Gracia)
Mientras el mundo entero seguía absorbiendo los nuevos datos que se filtraban sobre la mayor estafa de Wall Street -el caso Madoff-, Robert Allen Stanford trataba de tranquilizar a sus inversores asegurando que su banco (el Stanford International Bank, SIB) no tenía exposición "directa ni indirecta" al fraude de 50.000 millones de dólares. Entre tanto, aprovechó el desconcierto para retirar cerca de 200 millones de dólares de sus cuentas correspondientes al dinero de sus clientes. Cuando éstos intentaron acceder a su dinero, el inversor alegó que "la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) ha congelado la cuenta". Mentira.
La única verdad del nuevo fraude es que se llevó por delante 6.370 millones de euros y que Stanford, como Madoff, presumía de ser un empresario de renombre. Para ser exactos, los 2.000 millones de dólares que posee lo situaban en el 605 hombre más rico del mundo, según la revista Forbes. Tiene, además, la ciudadanía de Antigua y Barbuda, donde fue ordenado caballero y le permitieron usar el título de Sir. A partir de esta semana, le guste o no, ostenta el dudoso honor de ser otro símbolo más de la avaricia que rompió el saco y que ha provocado la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión.
Stanford se creía listo. Consiguió captar más de mil millones de dólares para un fondo de inversión tras inventar un pormenorizado historial de rentabilidades. Su poder de oratoria era tan convincente, que consiguió que sus intermediarios traspasaran al fondo el dinero de sus clientes por 1.200 millones de dólares. Pero finalmente quedó atrapado en su propio cepo al precipitarse la intervención del regulador bursátil. La retirada de cantidades tan abultadas en tan poco tiempo encendió todas las alarmas.
La SEC no se fiaba de Stanford desde hacía algún tiempo, pero lo vigilaba en la sombra, porque había una investigación en curso para tratar de relacionar al magnate con el narcotráfico mexicano. El martes fue el día que saltó la liebre. La policía federal se vio obligada a entrar en las oficinas de las empresas del inversor en Houston (Texas) ante el peligro de una posible huída. Al mismo tiempo, la SEC presentaba cargos ante el juez Reed O´Connor. En ese momento, Stanford escapó e intentó despistar al FBI haciendo creer que se encontraba en Antigua. Finalmente, el jueves fue cazado en Virginia.
Lanzaba billetes por el aire
Stanford es el presidente del grupo de empresas Stanford Financial Group. Estudió finanzas en la Universidad de Houston, donde consiguió su primera fortuna inmobiliaria a principios de los ochenta gracias a la expansión de la empresa de seguros y de la inmobiliaria que su abuelo fundó en 1932. No obstante, su gran debilidad ha sido siempre invertir en economías en vías de desarrollo.
Profesionalmente, se le recuerda más como el inversor que esponsorizaba eventos divertidos, ya fuera golf, tenis o vela. Públicamente conocido es su afán de "mecenas" de deportistas homosexuales. Entre sus hazañas deportivas más estrambóticas destaca su apuesta por el críquet, a través de una inversión que ha quedado en los libros del deporte como Twenty20. Stanford se creía tan divertido, que en junio aterrizó en el Lord´s Cricket Ground de Londres lanzando billetes al aire para anunciar un desafío entre la selección inglesa y un equipo de jugadores de las colonias británicas del Caribe. El premio ascendía a 20 millones de dólares. Un juego demasiado gracioso cuando lo que estás regalando es el dinero de tus clientes.
El principio del fin
El fraude presentado por la SEC empezó salir a la luz cuando Stanford vendió certificados de depósito a través del SIB a unos 50.000 clientes. Las autoridades bursátiles pidieron cuentas sobre el paradero de ese dinero, pero los responsables de Stanford se vieron no supieron responder. Según revela la demanda, los clientes pensaban que su dinero estaba invertido en activos líquidos, que la gestión la llevaban más de veinte analistas y que las inversiones las supervisaban las autoridades de Antigua. Todo resultó ser una trama bien trazada, según la demanda de la SEC.
El dinero, en realidad, estaba invertido en activos ilíquidos y el 90% de la cartera escapaba de cualquier supervisión. Tampoco se percataron los clientes de que, en lugar de los veinte gestores, sólo Allen Stanford y su director financiero, James Davis, manejaban su dinero. Ninguna autoridad de la Antigua supervisó nunca inversión alguna. Una vez abierta la caja de Pandora, también se supo que Stanford mentía cuando afirmaba que no le había afectado el fraude de Madoff. Simplemente fue una excusa para no reembolsar el dinero a los clientes que simplemente reclamaban lo que era suyo.
Un hombre exótico
Se sabe que vive en Santa Cruz, en las Islas Vírgenes estadounidenses. Es uno de los hombres de negocio más prominentes del Caribe y su cartera de clientes ha sido de lo más variopinta. Convenció por igual a inversionistas, instituciones que a empresas de crecimiento emergentes de 136 países distintos. Todos sucumbieron a la misma promesa que hacía Madoff: les ofrecía jugosos intereses que se pagan con el ingreso de nuevos inversores y no con ganancias reales. También les vendía retornos constantes por encima del 10%, incluso cuando el mercado se caía. Unos resultados que no se sabía o no se quería saber que es imposible de cosechar. Stanford, al igual que Madoff, quedará para los libros de Historia como uno de los mayores estafadores que no supo o no pudo zafarse de las redes de la SEC.
Los Madoff que vienen (Alma, corazón y vida)
– Detectan en EEUU tres nuevos casos de estafa y detienen a cuatro financieros (La Vanguardia – 26/2/09)
La acusación más grave recayó sobre los inversores neoyorquinos Paul Greenwood y Stephen Walsh, de WG Trading, que fueron arrestados bajo la acusación de estafar más de 550 millones de dólares
Las autoridades estadounidenses han detectado tres nuevos casos de estafa a través de transacciones de valores y transferencias bancarias ilegales, por los que hoy fueron detenidos cuatro financieros, acusados de defraudar más de 560 millones de dólares.
La acusación más grave recayó sobre los inversores neoyorquinos Paul Greenwood y Stephen Walsh, de la compañía WG Trading, que fueron arrestados bajo la acusación de estafar más de 550 millones de dólares a diversas universidades y organizaciones benéficas.
La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York informó en un comunicado de que Greenwood, de 61 años, y Walsh, de 64, supuestamente han desviado a sus cuentas personales el capital de varios planes de pensiones e instituciones, cuya inversión a través de WG Trading superaba los 668 millones.
Entre los centros estafados se encuentran las universidades de Pittsburgh y Carnegie Mellon, detalló la Fiscalía. La estafa, que habría comenzado en 1996, se alargó hasta que este mes ambas instituciones denunciaron a la compañía por pérdidas de 114 millones de dólares que atribuían a una mala gestión en las inversiones de su capital.
Las autoridades estadounidenses añadieron que, de las operaciones ilegales que los dos empresarios realizaron, Greenwood se apropió de cerca de 293 millones de dólares y Walsh, de unos 261 millones, que ingresó en la cuenta de su actual ex mujer.
Por su parte, Greenwood destinó el dinero a la compra de bienes privados como caballos y artículos de colección. También fue detenido James Nicholson, fundador de la firma de inversiones Westgate Capital Management, al que se le acusa de delitos similares.
Según la Fiscalía y el FBI, Nicholson, de 42 años, informaba a sus clientes de que Westgate Capital Management, con sede en la población neoyorquina de Pearl River, contaba con activos que oscilaban entre los 600 y los 900 millones de dólares, cuando el valor real era inferior.
Los inversores le habrían confiado al menos 100 millones de dólares desde 2004, con la promesa además de que sus cuentas estaban siendo auditadas por una entidad independiente, algo que según las autoridades era falso.
Asimismo el financiero neoyorquino Mark Bloom, de 57 años, fue aprehendido por estafar unos diez millones de dólares a diversos inversores en transacciones de valores y de realizar transferencias bancarias ilegales.
En otro comunicado, la Fiscalía y el FBI detallaron que desde julio de 2001 y hasta la actualidad Bloom presuntamente ha engañado a clientes del fondo de inversión North Hills, que él gestionaba.
El financiero anunciaba que la cantidad invertida se destinaría a varios fondos de inversión para reducir el riesgo de las operaciones y conseguir rendimientos cercanos al 12 por ciento.
Sin embargo, a partir de febrero de 2004, y sin consultarlo con los inversores, Bloom habría destinado al menos el 50 por ciento del capital del fondo North Hills a otro, el Philadephia Alternative Asset Fund (PAAF).
Según las autoridades estadounidenses, Bloom no comunicó a sus clientes que había alcanzado un acuerdo con los gestores de ese fondo para invertir en él parte del capital.
Además, por ese desvío el acusado habría cobrado comisiones que ascienden a 1,6 millones de dólares en 2005, año en que el informó a sus clientes de estas transacciones.
La Fiscalía de Nueva York y el FBI añaden que el detenido también se habría apropiado de diez millones de dólares del fondo que gestionaba, con los que compró un piso en Manhattan y otros bienes personales.
Los cuatro detenidos se enfrenta a penas de hasta 20 años de cárcel cada uno por delitos relacionados con transacciones de valores fraudulentas, mientras que Greenwood, Walsh y Bloom también podrían ser condenados a otros 20 años por transferencia bancarias ilegales.
Además, Nicholson se arriesga a otra pena de 30 años por un delito de fraude bancario. La alarma sobre este tipo de fraudes saltó el pasado diciembre cuando el FBI y la Policía de Nueva York detuvieron en Manhattan al financiero estadounidense Bernard Madoff, acusado de estafar 50.000 millones de dólares a través de una pirámide financiera, que podría convertirse en una de las mayores estafas de la historia.
Los Ponzi-adictos – ¿Avaricia, ignorancia o estupidez? (Anatomía de la credulidad)
– Una casucha, una enorme hipoteca y un final muy infeliz (The Wall Street Journal –8/1/09)
La historia de una mujer en Arizona y su préstamo de US$ 103.000 ayudan a explicar la burbuja inmobiliaria de EEUU.
(Por Michael M. Phillips – Avondale, Arizona)
La pequeña casa azul se sostiene sobre un bloque de concreto y unas tablas de madera. Las paredes externas están frágiles y carcomidas. En la puerta, una notificación de la municipalidad advierte: "No apto para ocupación humana".
La historia de esta casucha de dos habitaciones y un baño en la pequeña Avondale, en Arizona, es la historia del pánico financiero que invadió el mercado en 2008, contada en 53 metros cuadrados. Ayuda a explicar cómo una serie de malas decisiones se ha sumado hasta convertirse en la peor crisis financiera desde la Gran Depresión.
Hace menos de dos años, Integrity Funding LLC, un prestamista local, otorgó una hipoteca de US$ 103.000 a la propietaria del inmueble, Marvene Halterman, una desempleada con una vasta lista de acreedores y, según ella misma, un largo historial de alcoholismo y drogas. Para agosto, cuando la casa fue embargada, Integrity había vendido la hipoteca al Banco Wells Fargo & Co., que a su vez la vendió a una filial estadounidense de HSBC Holdings PLC, que la agregó a un paquete con miles de otras hipotecas de alto riesgo el cual vendió en varias partes a una serie de inversionistas.
Actualmente, estos inversionistas tendrán suerte si logran recuperar unos US$ 15.000. Y eso sólo porque algunos vecinos compraron el inmueble para demolerlo.
Al centro de la saga está Halterman, una señora de 61 años con pelo rubio canoso, una voz ronca y gestos a la vez dulces y ásperos. Ella creció en Avondale, haciendo todo tipo de trabajos, de ayudante de granjas a secretaria, auxiliar de enfermería y chofer de camión. Pero su gusto por los licores fuertes se llevó lo mejor de ella. "El alcohol fue mi ruina", dice.
Halterman asegura que tomó su último trago en enero de 1996. Hoy, su bebida preferida es Pepsi. Ella colecciona basura. El patio de su casa estaba cubierto de ropa, neumáticos, canastos y muebles rotos. En junio, la municipalidad la multó por tener en su propiedad "una cantidad exorbitante de basura y desechos".
Halterman también llegó a coleccionar gente. En una época, dice, 23 personas vivían en la pequeña casa o en varios cobertizos. Su círculo de allegados incluye nietos, una vieja amiga que perdió su casa, un chihuahua y un niño de 1 año de una mujer que la hija adoptiva de Halterman conoció en la cárcel.
Halterman lleva 13 años sin empleo, dice. Recibe unos US$ 3.000 al mes de programas de asistencia pública, cupones de alimentos y pagos por discapacidad relacionados con un problema de la espalda. "Puede que no tenga todo lo que quiero, pero tengo todo lo que necesito".
Hace cuatro décadas, cuando compró la casa por US$ 3.500, Avondale era un pequeño pueblo rodeado de campos de algodón. Entre 2000 y 2005, durante el auge inmobiliario, el pueblo duplicó su tamaño a 70.000 residentes.
Hoy, una de cada nueve casas en Avondale está en ejecución hipotecaria o a punto de ser embargada.
El acreedor de Halterman, Integrity, era una de las pequeñas firma s hipotecarias que surgieron en todo el país durante el boom, usando préstamos de grandes bancos para generar hipotecas y luego revenderlas a grandes instituciones financieras. Mientras los prestamistas hipotecarios tradicionales generan sus ganancias a través de los pagos mensuales de los prestatarios, Integrity hacía su dinero en tarifas y comisiones.
La empresa era propiedad de Barry Rybicki, de 37 años, que la abrió en 2003. "Si te latía el corazón, entones podías obtener un préstamo", dice el empresario sobre los años del auge.
Cuando un representante de Integrity llamó a Halterman en 2006, esta necesitaba dinero para pagar un préstamo de US$ 36.605 que había tomado usando el valor de la casa como garantía. La firma la ayudó a obtener una línea de crédito de US$ 75.500 de otro prestamista.
Halterman usó los fondos para pagar su todoterreno, entre otras cosas. Pero pronto se vio en dificultades de nuevo.
A principios de 2007, volvió a pedir ayuda a Integrity, según los archivos de Rybicki. Esta vez, Integrity le otorgó una hipoteca de US$ 103.000 a 30 años. Tenía una tasa variable que iba de 9,25% a 15,25%, según documentos del préstamo. Era uno de 197 préstamos extendidos por Integrity el año pasado, por un valor total de US$ 47 millones.
Por una tarifa de US$ 350, un perito contratado por Integrity, Michael T. Asher, valoró la casa en US$ 132.000. Ahser dice que aunque no creía que la casa valía tanto, siguió el método usual y encontró casas del mismo tamaño en los alrededores que se habían vendido por ese precio en 2006. T.J. Heagy, un agente inmobiliario contratado más tarde para vender la propiedad, dice que sólo encontró una casa parecida cercana que se vendió en 2007 por US$ 63.000
El día del cierre, el 26 de febrero de 2007, Integrity recolectó US$ 6.153 en tarifas, según los documentos de la hipoteca. Días después, Integrity transfirió la hipoteca a Wells Fargo, lo que le rindió US$ 3.090 más, dice Rybicki.
Ni Rybicki ni su encargado de hipotecas llegó a ver la casa azul. Cuando le mostraron una foto el mes pasado dijo: "¡Caramba!".
"Cuando tienes 50 empleados, aunque eres responsable de ellos, no puedes andar agarrado de su mano", señala Rybicki.
Una vez pagadas las tarifas y su deuda restante, a Halterman le quedó al cierre del acuerdo US$ 11.090,33 que, según dice, gastó con un piso nuevo, una cerca, reparaciones pequeñas y comida.
Pronto el dinero se había desvanecido.
En unos meses, empezó a preocuparse de que la envejecida casa no era segura para los niños y se mudó a una casa de alquiler cercana. Su hijo, Leslie Merritt, se mudó a la casucha y se hizo cargo de los pagos mensuales de US$ 881.
Cuando Wells Fargo vendió la hipoteca de Halterman al británico HSBC, ésta se sumó a una pila de 4.050 hipotecas y fue usada como colateral para valores emitidos en julio de 2007. Más de 85% de las hipotecas era "de alto riesgo", como la de Halterman, de prestatarios sin historial de crédito, según Tom Atteberry, de First Pacific Advisors LLC, una firma de gestión de fondos de Los Ángeles.
Las firmas calificadoras de crédito Standard & Poor's y Moody's Investors Service dieron a los activos su nota máxima, sugiriendo que los inversionistas recuperarían con certeza sus inversiones, más el interés. Ninguna de las firmas quiso explicar su decisión.
Así fue cómo la minúscula casa azul de Halterman fue lanzada al centro del océano de valores respaldados por hipotecas que pusieron en peligro al sistema financiero estadounidense. Unos US$ 4,1 billones (millones de millón) en hipotecas estadounidenses fueron asociados a valores como estos entre 2005 y 2006, incluyendo US$ 1,6 billones en hipotecas de alto riesgo, según Inside Mortgage Finances, una publicación del sector.
En poco tiempo, el hijo de Halterman, Merritt, dice que dejó de pagar la hipoteca, sucumbiendo a su adicción a las metanfetaminas. Merritt está actualmente en la cárcel por traficar tuberías de cobre robadas.
En enero de 2008, Halterman hizo el último pago de la hipoteca. La ejecución empezó en mayo. El desalojo fue en septiembre. Halterman dice que desearía nunca haber pedido el primer préstamo contra el valor de la casa. "Creía que lo necesitaba", dice. "Pero bien pensado, lo que necesitaba era una buena patada en el trasero".
Otras hipotecas utilizadas como colateral en los valores de HSBC también se estropearon. En noviembre, un 25% estaba en ejecución hipotecaria, dice Atteberry.
HSBC rechazó los pedidos para comentarios.
Rybicki abandonó su licencia de banquero hipotecario en septiembre y ahora trabaja para una firma de capital de riesgo.
"Los bancos tienen parte de la culpa", dice de la burbuja inmobiliaria. "Creo que nosotros tenemos parte de la culpa. Fuimos parte del sistema. Y el consumidor también la tiene".
Wells Fargo, encargada de cobrar la hipoteca, cerró la casa y se llevó la basura que había en el jardín. En diciembre, los vecinos Daniel y Delia Arc la compraron por US$ 18.000 para demolerla. Tras los gastos, los inversionistas en los valores ligados a la hipoteca probablemente compartirán un máximo de US$ 15.000 en ganancias.
– Anatomía de la credulidad (The Wall Street Journal – 9/1/09)
¿Por qué seguimos cayendo víctimas de los fraudes financieros?
(Por Stephen Greenspan)
Hay pocas áreas en las que el escepticismo es más importante que en la decisión de cómo invertir los ahorros de toda la vida. Sin embargo, personas inteligentes y educadas, algunas ingenuas en el campo de las finanzas y otras bastante entendidas, se han arruinado por culpa de confabulaciones que resultaron ser muy sospechosas y a menudo fraudulentas. El ejemplo más dramático en la historia estadounidense es el reciente anuncio de que Bernard Madoff, un gestor de dinero muy bien considerado y ex presidente de la junta directiva de Nasdaq, estuvo durante años al frente de una pirámide financiera muy sofisticada, también conocida como esquema Ponzi, que -según él mismo admitió- ha estafado a inversionistas acaudalados, entidades de caridad y otros fondos por al menos US$ 50.000 millones.
Las estafas financieras son sólo una de las muchas formas de ingenuidad humana, junto con la guerra (el Caballo de Troya), la política (las armas de destrucción masiva en Irak), las relaciones sentimentales (seducción sexual), la ciencia patológica (fusión fría) y las modas médicas pasajeras. Aunque desde hace mucho tiempo, la credulidad ha despertado interés en las obras de ficción (Otelo, Pinocho), los documentos religiosos (Adán y Eva, Sansón) y en los relatos populares (El traje nuevo del emperador, Caperucita Roja), ha sido prácticamente ignorada por los científicos sociales. Un puñado de libros se ha concentrado en ciertos aspectos de la credulidad, incluido el clásico de Charles Mackay del siglo XIX Espejismos populares extraordinarios y la locura de las multitudes, y de forma más notable en disparates de inversión como la Tulipomanía, en el cual holandeses ricos intercambiaban sus casas por uno o dos bulbos de tulipán.
En mi nuevo libro Annals of Gullibility (Anales de la credulidad), basado en mi trabajo académico en el campo de la psicología, propongo una teoría multidimensional que explicaría por qué tanta gente se comporta de forma tal que los expone a riesgos graves y predecibles. Esto me incluye a mí mismo: tras escribir mi libro, perdí una buena parte de mis ahorros de jubilación a manos de Madoff, así que sé de lo que escribo a un nivel bien personal.
Un esquema Ponzi es un fraude en el que el dinero invertido queda en poder del estafador y los inversionistas que quieren recuperar su dinero reciben su pago de lo recaudado entre los nuevos inversionistas. Mientras las inversiones se expanden a un ritmo saludable, el estafador logra proseguir con el fraude. Pero una vez que las inversiones comienzan a mermar, como por ejemplo por una corrida en la empresa, la casa de naipes colapsa rápidamente. Eso es lo que aparentemente ocurrió con la estafa de Madoff, en la cual demasiados inversionistas (que necesitaban efectivo debido a la crisis financiera general que se desató en EEUU a fines de 2008) intentaron recuperar sus fondos. Parece que Madoff no pudo hacer frente a estos retiros y la estafa quedó al descubierto.
El esquema o pirámide financiera obtuvo su nombre de Charles Ponzi, un inmigrante italiano de Boston, que alrededor de 1920 tuvo la idea de prometer grandes rendimientos (50% en 45 días) supuestamente basándose en un plan de arbitraje (comprar en un mercado y vender en otro) y utilizando cupones de respuesta postal internacionales. Las ganancias supuestamente se obtenían a través de las diferencias en las tasas de cambio entre el país que vendía y el que recibía, donde podían ser convertidas en efectivo. A continuación se desató un frenesí, y Ponzi se embolsó millones de dólares, principalmente de inmigrantes italianos pobres y poco sofisticados en Nueva Inglaterra y Nueva Jersey. El esquema se vino abajo cuando los periódicos comenzaron a hacer preguntas sobre su funcionamiento (señalando, por ejemplo, que no había suficiente cantidad de esos cupones en circulación) y se produjo una corrida.
Otro escándalo de gran escala que algunos llegaron a calificar como un esquema Ponzi involucró al prestigioso mercado asegurador Lloyd's de Londres. En los años 80, la compañía atrajo con rapidez a nuevos inversionistas, muchos de EEUU, a su otrora exclusivo mercado. Además del aliciente de obtener buenos rendimientos, para estos nuevos inversionistas la atracción pasaba por la posibilidad de convertirse en un "nombre": un estatus prestigioso que había estado reservado principalmente a los aristócratas británicos. A menudo, estos inversionistas eran atraídos a las agrupaciones más riesgosas y menos productivas, lo que los exponía a enormes pérdidas y, en muchos casos, a la ruina.
El mecanismo básico que explica el éxito de los esquemas Ponzi es la tendencia de los humanos es modelar sus acciones (especialmente cuando involucran temas que no comprenden por completo) siguiendo el comportamiento de otros humanos. Este mecanismo ha sido llamado "exuberancia irracional", una frase a menudo atribuida al ex presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan (no tiene parentesco con el autor), pero que de hecho fue acuñada por otro economista, Robert J. Shiller, quien más adelante escribió un libro con ese título. Shiller emplea una explicación psicológica social que denomina la "teoría del ciclo de retroalimentación de las burbujas de inversión". Dicho de forma simple, el hecho de que parezca que tanta gente está obteniendo grandes ganancias sobre la inversión, y compartiendo con otros relatos sobre su fortuna, hace que la inversión parezca segura y demasiado buena para dejarla pasar.
En la opinión de Shiller, todas las modas de inversión, incluso aquellas que no son fraudulentas, pueden explicarse por esta teoría. Dos ejemplos modernos de este fenómeno son la burbuja inmobiliaria japonesa de los años 80 y la burbuja estadounidense de las empresas de Internet de los años 90. Dos precedentes del siglo XVIII fueron la Manía Mississippi en Francia y la Burbuja del Mar del Sur en Inglaterra.
Una forma de fraude de inversión que tiene similitudes estructurales a un esquema Ponzi es una estafa de herencia, en la cual un supuesto heredero de una enorme fortuna pide una inversión a corto plazo para solucionar algunas dificultades relacionadas con la herencia. A cambio de esta inversión a corto plazo, al inversionista se le prometen enormes rendimientos. La versión actual más conocida de este fraude implica el uso de la Internet, y se conoce como la "estafa 419", llamada así porque ese es el número del código penal que cubre esa estafa en Nigeria, el país en el cual se originan muchos de estos mensajes de Internet. La estafa 419 difiere del esquema Ponzi en que carece de la presión proveniente de amigos que se están haciendo ricos. En cambio, la única presión social es creada por un corresponsal desconocido, quien sin dudas usa un nombre falso. De esta forma, en una estafa 419, otros factores, como la psicopatología o la ingenuidad extrema, pueden explicar el comportamiento crédulo.
Dos versiones históricas del fraude de la herencia que equivalen al escándalo de Madoff en su extendido éxito público, y que también dependían de procesos de feedback social, ocurrieron en Francia, en las décadas de 1880 y 1890, y en el norte-centro de Estados Unidos en las décadas de 1920 y 1930. La estafa francesa fue perpetrada por una talentosa estafadora francesa llamada Thérèse Humbert, que aseguraba ser la heredera de la fortuna de un acaudalado estadounidense, Robert Henry Crawford, cuyo legado reflejaba su gratitud hacia la mujer por haberlo atendido hasta recuperarse tras sufrir un ataque cardíaco en un tren. El testamento debía quedar bajo llave en una caja fuerte por unos años hasta que la hermana más joven de Humbert tuviera la edad suficiente para poder casarse con uno de los sobrinos de Crawford. En tanto, líderes de la sociedad francesa estaban ansiosos por participar en este negocio, y sus inversiones (incluyendo la de una condesa, que donó su castillo) hicieron posible que Humbert (quien le sacó provecho al cuento durante 20 años) viviera una vida lujosa. El éxito de este fraude, que en Francia se describió como "el mayor escándalo del siglo", se mantuvo debido a que el padrastro de Humbert, un respetado jurista y político de la Tercera República de Francia, hizo varias apariciones públicas para tranquilizar a los inversionistas.
La versión estadounidense de este fraude fue perpetrado por un ex agricultor del estado Illinois llamado Oscar Hartzell. Mientras que las víctimas de Thérèse Humbert fueron unas cuantas decenas de aristócratas franceses extremadamente ricos y cosmopolitas, Hartzell engañó a más de 100.000 agricultores y dueños de tiendas con poca formación a lo largo y ancho del centro del país. La premisa básica era que el explorador inglés Sir Francis Drake había muerto sin tener hijos, pero que recientemente se había localizado un testamento. El heredero, del que se decía que su fortuna ahora ascendía a los miles de millones de dólares, era un tal Coronel Drexel Drake, en Londres. Ya que el coronel estaba a punto de casarse con su sobrina sobradamente rica, no estaba especialmente interesado en la herencia, la cual necesitaba cierta adjudicación. Por eso, entregó su poder a Hartzell, quien ahora se refería a sí mismo como "El Barón Buckland".
La estafa Drake se convirtió en un movimiento social, conocido como "los Drakers" (que luego fue cambiado a "Los Donantes"). Iglesias enteras y grupos de amigos, algunos de los cuales planeaban fundar una comuna utópica con las esperadas ganancias, se reunían para leer las cartas más recientes de Hartzell desde Londres. Finalmente, Hartzell fue acusado de fraude y llevado a juicio en el estado de Iowa, bajo grandes protestas de miles de leales inversionistas. En un artículo sobre Hartzell en la revista New Yorker en 2002, Richard Rayner señalaba que "lo que comenzó como especulación se había convertido en una causa santa".
Aunque las redes de retroalimentación social son un contribuyente obvio al entendimiento del éxito de fraudes como el esquema Ponzi, también hay que fijarse en los factores localizados en los propios engañados. En mi modelo hay cuatro factores, que pueden utilizarse para entender los actos de credulidad y también otras formas de lo que llamo "acciones tontas". Un acto tonto (o estúpido) es uno en el que alguien continúa con un comportamiento social o físico que presenta riesgo, pese a las señales de peligro o las preguntas sin resolver. La credulidad es una subcategoría de la acción tonta, que podría considerarse "inducida socialmente". Es inducida debido a que siempre ocurre en presencia de presión o decepción por parte de otras personas.
Los cuatro factores son: situación, cognición, personalidad y emoción. Obviamente, los individuos difieren en el peso de los factores que afectan a cualquier acto crédulo. Aunque creo que los cuatro factores contribuyeron a la mayor parte de las decisiones para invertir en la pirámide de Madoff, en algunos casos se le debería otorgar más peso a la personalidad, mientras que en otros, la emoción debería prevalecer, y así sucesivamente. Como mencioné, yo fui un participante, y víctima, de la estafa de Madoff y tengo un buen entendimiento de los factores que hicieron que me comportara tontamente. Por eso, me usaré a mí mismo como ejemplo para ilustrar cómo incluso una persona bien educada (soy un profesor universitario) y relativamente inteligente, además de experto en credulidad y fraudes financieros, puede caer presa de un estafador como Madoff.
Situaciones. Todo acto de credulidad ocurre cuando a un individuo se le presenta un reto social que debe resolver. En el caso de una decisión financiera, el reto típicamente es determinar si conviene tomar una decisión de inversión que se le presenta a uno como benigna pero con riesgos severos o que podría no corresponder a sus expectativas. Asumiendo (como en el caso de la estafa de Madoff) que la decisión de proceder sería un acto muy riesgoso y por lo tanto tonto, es más posible que se dé un comportamiento crédulo si las presiones sociales y situacionales son fuertes.
La estafa de Madoff tenía presiones sociales retroalimentarias que eran muy fuertes, casi alcanzando el nivel del culto de "Donadores" en torno al fraude de herencia de Drake. Los diarios describían cómo jubilados ricos en Florida se unían al club campestre de Madoff con el único objetivo de tener la oportunidad de conocerlo en una situación social y ser invitados a invertir directamente con él. Muchos de estos inversionistas, así como los representantes de ventas de Madoff, eran judíos. El hecho de que Madoff fuera un prominente filántropo judío era sin duda otro factor situacional.
Un factor no social que contribuyó a una decisión de inversión crédula fue, paradójicamente, que Madoff prometiera ganancias modestas en vez de espectaculares. Los inversionistas sofisticados habrían sospechado de una promesa de ganancias tan espectacular como la que prometió, décadas atrás, Charles Ponzi. Una gran parte del éxito de Madoff provino de su aparente reconocimiento de que los inversionistas acaudalados estaban en busca de retornos pequeños pero constantes, suficientemente altos como para ser atractivos, pero no tan altos como para causar sospechas. Esto fue ciertamente una de las cosas que me atrajo a la pirámide de Madoff, ya que estaba buscando una inversión que no fuera volátil, que me permitiera preservar y gradualmente forjar unos ahorros en los mercados tanto al alza como a la baja.
Otro factor situacional que me atrapó fue el hecho de que yo, al igual que la mayoría de los inversionistas de Madoff (exceptuando los más ricos), no invertimos directamente con Madoff, sino que lo hicimos a través de uno de los 15 fondos de cobertura "alimentadores" que a su vez entregaron todos sus activos para ser manejados por Madoff. De hecho, ni siquiera estoy seguro de que el nombre de Madoff fuera mencionado (y con certeza, no lo habría reconocido) cuando estaba considerando invertir en el fondo "Rye Prime Bond" de US$ 3.000 millones. Éste era parte de la respetada familia de fondos Tremont, la cual a su vez es una subsidiaria del gigante de los seguros Mass Mutual Life. Yo estaba lidiando con algunas firmas financieras de gran reputación, un hecho que creó la fuerte impresión de que esta inversión había sido bien investigada y presentaba riesgos manejables.
Tomé la decisión de invertir en el fondo Rye cuando visité a mi hermana y mi cuñado en Boca Raton, Florida, y conocí a uno de sus amigos cercanos que se desempeña como asesor financiero y estaba autorizado a inscribir a gente para participar en el fondo Rye (gestionado por Madoff). Este hombre me cayó bien y confié genuinamente en él. Fui persuadido por el hecho de que había puesto sus propios (muy sustanciales) activos en el fondo e incluso había refinanciado su casa, colocando todo lo recaudado en el fondo. Después conocí a varios amigos de mi hermana que también estaban participando en el fondo. La experiencia altamente exitosa que tuvieron a lo largo de varios años me convenció de que sería tonto no aprovechar esta oportunidad. Mi creencia en la sabiduría de este curso de acción era tan fuerte que cuando un amigo escéptico (y que también sabe de finanzas) me advirtió sobre esta inversión, la desestimé debido a su ocasional tendencia hacia el cinismo.
Cognición. La credulidad puede ser considerada una forma de estupidez, así que se puede asumir que las deficiencias en el conocimiento y/o en el pensar claro a menudo están implicadas en un acto crédulo. Al denominar este factor como "cognición", en vez de "inteligencia", pretendo indicar que cualquiera puede tener un alto coeficiente intelectual y todavía ser crédulo, en cualquier situación. Hay mucha literatura de académicos como Michael Shermer y Massimo Piattelli-Palmarini, que muestran cuán frecuentemente gente con inteligencia promedio o por encima del promedio no usan su inteligencia a pleno o eficientemente cuando toman decisiones diarias. En su libro, ¿Quién es racional? Estudios de diferencias individuales en el razonamiento, Keith Stanovich hace una distinción entre la inteligencia (la posesión de esquemas cognitivos) y la racionalidad (la aplicación de esos esquemas). El "motor" que impulsa las decisiones irracionales (muchas de ellas crédulas), según Stanovich, es el uso de estilos cognitivos intuitivos, impulsivos y no reflexivos, que a menudo son impulsados por las emociones.
En mi caso, la decisión de invertir en el fondo Rye reflejaba tanto mi profunda ignorancia de las finanzas y mi cierta pereza y poca disposición a remediar esa ignorancia. Para salirle al paso a mi falta de conocimientos financieros y mi perezoso estilo cognitivo frente al tema, se me ocurrió la heurística (o atajo mental) de identificar asesores que supieran más de finanzas y confiar en su juicio y recomendaciones. Esta heurística me había funcionado en el pasado y no tenía razones para dudar que funcionara en este caso.
El verdadero misterio en la historia de Madoff no es cómo los ingenuos inversionistas individuales como yo pensaban que la inversión era segura, sino cómo los riesgos y las señales de alarma pudieron haber sido ignoradas por tanta gente que sabía de finanzas, incluyendo los ejecutivos altamente compensados que dirigían los diferentes fondos "alimentadores" que mantenían el barco de Madoff a flote. La respuesta parcial es que el algoritmo de inversión de Madoff (junto a otros aspectos de su organización) era un secreto celosamente guardado que era difícil de penetrar. También es probable, (como en todos los casos de credulidad) que hubiera en juego fuertes procesos afectivos y de autodecepción. En otras palabras, las cosas iban demasiado bien como para pensar que todo podía estar a punto de colapsar.
Personalidad. La credulidad a veces es equiparada con la confianza, pero el ya fallecido psicólogo Julian Rotter mostró que no todas las personas confiadas son crédulas. La clave para sobrevivir en un mundo lleno de gente falsa (como Madoff) y gente que sin mala intención (y a menudo también crédula) nos lleva por el camino equivocado (mi consejero y los directores del fondo Rye), es saber cuándo ser confiado y cuándo no. Yo soy una persona muy confiada y además no me gusta decir que no (por ejemplo a un vendedor que me ha dedicado una o dos horas de su tiempo).
La necesidad de ser una persona amable que siempre dice sí no suele ser, por desgracia, una buena base para tomar una decisión que podría poner en riesgo su seguridad financiera. En mi caso, la confianza y la amabilidad también estuvieron acompañadas por una tendencia ocasional hacia la toma de riesgos y de decisiones impulsivas, características de la personalidad que también nos pueden meter en problemas.
Emoción. La emoción es parte de virtualmente toda acción crédula. En el caso de la inversión en un esquema Ponzi, esa emoción que motiva el comportamiento crédulo es el entusiasmo ante la perspectiva de acrecentar y proteger el patrimonio propio. En algunos individuos esto, sin duda, asume la forma de la codicia, pero creo que las personas verdaderamente codiciosas probablemente no se hubieran interesado en los retornos lentos pero constantes que arrojaban los fondos administrados por Madoff.
En mi caso, estaba entusiasmado no por la posibilidad de volverme rico sino por la posibilidad de haber encontrado una inversión que me prometía la oportunidad de construir y mantener la riqueza suficiente para tener una jubilación segura y feliz. Mi hermana, una gran víctima de la estafa, lo expresó bien cuando escribió en un e-mail: "Supongo que hubo algún nivel de codicia. Podría haber comprado certificados de depósito o bonos municipales y haber sido más cautelosa aunque con retornos inferiores. El problema hoy es que no parece haber mucho en lo que se pueda confiar, así que uno tiende a inclinarse por lo que en su propia experiencia ha sido lo más seguro. Conozco a alguien que puso todo su dinero en Freddie Mac y Fannie Mae. Luego de lo que ocurrió dijo que él sabía que el gobierno los rescataría si pasaba algo. ¿Afortunado o inteligente? Es un abogado de valores jubilado. Debería haber seguido su consejo. ¿Pero yo qué sabía?".
Sospecho que un motivo por el que psicólogos y otros científicos sociales han eludido el estudio de la credulidad es que es un ámbito afectado por tantos factores y tan dependiente del contexto que es imposible predecir si y bajo qué circunstancias una persona se comportará de forma crédula. Un problema relacionado es que los ejemplos más catastróficos de la credulidad (como perder los ahorros de toda una vida en una estafa) son comportamientos que ocurren con poca frecuencia. Mientras como regla suelo ser un escéptico sobre afirmaciones que parecen demasiado buenas para ser verdaderas, la posibilidad de invertir en un fondo administrado por Madoff era un caso donde muchos factores -situacional, cognitivo, personalidad y emocional- se combinaron para motivarme a suspender mis facultades críticas.
El escepticismo suele ser tratado como protección contra creencias (como los OVNI) o prácticas (feng shui) que son irracionales aunque no necesariamente dañinas. Ocasionalmente, uno se topa con una situación en la que el escepticismo lo puede ayudar a evitar un desastre tan grande como perder la vida (ser inducido a un crimen) o los ahorros de toda la vida (ser engañado para hacer una inversión riesgosa). La supervivencia en el mundo requiere que uno sea capaz de reconocer, analizar y escaparse de esas situaciones altamente peligrosas.
Entonces, ¿se debería sentir pena o culpar a quienes no fueron lo suficientemente escépticos sobre Madoff y su fraude piramidal? Un problema en este caso es que la mentira perpetrada por Madoff no era tan obvia ni fácil de detectar. Virtualmente el 100% de las personas que le entregó a Madoff el dinero que ganó con esfuerzo (o las dotaciones de instituciones de caridad) se habría reído mucho si hubieran sido contactados por alguien que les ofrecía una inversión en una herencia nigeriana o la oportunidad de comprar pantanos en el estado de Florida. En última instancia, no ser crédulo significa tener la capacidad de reconocer riesgos sociales (o en este caso económicos) ocultos, pero algunos riesgos están más ocultos que otros, y, de esta forma, es más complicado reconocerlos. Muy pocas personas poseen el conocimiento o tienen las ganas de hacer un análisis en profundidad de cada oportunidad de inversión que consideran. Es por este motivo que confían en otros para que los ayuden a tomar ese tipo de decisiones, ya sea un asesor que consideramos competente o los gestores de fondos que deberían supervisar la inversión.
Creo que sería demasiado fácil decir que una persona escéptica hubiera y debería haber evitado invertir en un fondo de Madoff. El gran error en este caso fue haber dejado de lado toda precaución, como en las historias de muchas personas (algunas de edad bastante avanzada) que invirtieron hasta el último dólar con Madoff o uno de los fondos que le entregaban dinero. Una fe así de ciega en una persona, o esquema de inversión, tiene un sesgo un tanto religioso, que no es distinto a la fe continua que muchos de los Drakers seguían teniendo en Oscar Hartzell incluso después de que la naturaleza fraudulenta de su esquema comenzara a volverse muy evidente. Así que el curso de acción escéptico no hubiera sido declinar invertir con Madoff por completo, sino asegurarse de tener una red de seguridad suficiente en el caso (por más baja que haya parecido la probabilidad) de que Madoff no resultara ser el Mesías sino Satán. Puesto que no me tragué todo el cuento de Madoff -había invertido 30% de mis ahorros de jubilación en el fondo- quizás no estoy tan privado de sabiduría como pensé.
(Stephen Greenspan es profesor emérito de psicología educacional en la Universidad de Connecticut y es el autor de "Anales de la Credibilidad". Una versión más larga de este ensayo apareció en skeptic.com y será publicado en la revista Skeptic de comienzos de 2009)
– Tribuna: Laboratorio de ideas Paul Krugman – Una década con Bernie (El País – 22/2/09)
A estas alturas, todo el mundo conoce la triste historia de los inversores a los que engañó Bernard Madoff. Miraban sus extractos de cuenta y pensaban que eran muy ricos. Pero entonces, un día, descubrieron con horror que su supuesta riqueza era un producto de la imaginación de otra persona. Desgraciadamente, ésa es una metáfora bastante buena de lo que le ha sucedido a Estados Unidos en su conjunto durante la primera década del siglo XXI.
La semana pasada, la Reserva Federal publicaba los resultados del último Sondeo sobre Finanzas de los Consumidores, un informe trienal sobre los activos y las deudas de las familias estadounidenses. La conclusión es que básicamente no se ha creado ninguna riqueza desde el comienzo del nuevo milenio: el valor neto de la familia estadounidense media, ajustado a la inflación, es ahora menor que en 2001.
En cierta forma, esto no debería sorprendernos. Durante la mayor parte de la última década, Estados Unidos ha sido un país de personas con préstamos y gastos, no de ahorradores. La tasa de ahorro por persona ha caído desde el 9% de finales de los años ochenta hasta el 5% en los noventa y hasta sólo el 0,6% entre 2005 y 2007, y la deuda familiar ha crecido mucho más deprisa que los ingresos por persona. ¿Por qué íbamos a esperar que nuestro valor neto hubiese aumentado?
Aun así, hasta hace muy poco, los estadounidenses creían que se estaban haciendo más ricos porque recibían extractos bancarios que decían que sus casas y carteras de acciones estaban revalorizándose más deprisa de lo que aumentaban sus deudas. Y si la creencia de muchos estadounidenses de que podían contar con las plusvalías para siempre parece ingenua, vale la pena recordar la cantidad de voces influyentes -especialmente en publicaciones de derechas como The Wall Street Journal, Forbes y National Review- que fomentaban esa creencia y ridiculizaban a aquellos que se preocupaban por el escaso ahorro y el exceso de deudas.
Entonces la realidad se impuso y resultó que quienes se preocupaban habían estado en lo cierto todo el tiempo. El aumento del valor de los activos había sido una ilusión, pero el aumento de la deuda había sido muy real.
Así que ahora tenemos problemas; problemas más profundos, pienso yo, de lo que la mayoría de la gente cree incluso ahora. Y no me estoy refiriendo únicamente al menguante grupo de pronosticadores que siguen insistiendo en que la economía se va a recuperar cualquier día de éstos.
Porque éste es un lío que tiene unas bases muy amplias. Todo el mundo habla de los problemas de los bancos, que sin duda están en una situación aún peor que la del resto del sistema. Pero los bancos no son los únicos que tienen demasiadas deudas y demasiados pocos activos; la misma descripción es válida para el sector privado en su conjunto.
Y como señalaba en los años treinta el gran economista estadounidense Irving Fisher, las cosas que la gente y las empresas hacen cuando se dan cuenta de que tienen demasiadas deudas tienden a ser contraproducentes si todo el mundo las hace al mismo tiempo. Los intentos de vender activos y liquidar deudas hacen que la caída de los precios sea todavía más pronunciada, lo cual reduce todavía más el valor neto. Los intentos de ahorrar más se traducen en un parón de la demanda del consumidor, lo que a su vez intensifica el desplome económico.
¿Están los políticos preparados para hacer lo que haga falta para salir de este círculo vicioso? En principio, sí. Los representantes gubernamentales comprenden el problema: necesitamos "frenar lo que constituye una espiral muy perjudicial y posiblemente deflacionaria", ha dicho Lawrence Summers, asesor económico principal de Obama.
En la práctica, sin embargo, las medidas que se proponen actualmente no parecen estar a la altura del reto. El plan de estímulo fiscal, aunque sin duda será de ayuda, probablemente no hará más que mitigar los efectos económicos colaterales del fenómeno deflación-deuda. Y el tan esperado anuncio del plan de rescate de los bancos ha dejado a todo el mundo más confuso que tranquilo.
Existe la esperanza de que el rescate de los bancos termine por convertirse en algo más potente. Ha sido interesante contemplar cómo la posibilidad de una nacionalización temporal de los bancos pasaba de tener una aceptación marginal a otra mayoritaria, hasta el punto de que republicanos como el senador Lindsey Graham han admitido que podría ser necesaria. Pero, incluso si finalmente hacemos lo que sea necesario en el frente bancario, eso sólo resolvería una parte del problema.
Si quieren ver lo que realmente cuesta sacar a la economía de la trampa de la deuda, fíjense en el enorme proyecto de obras públicas, también conocido como II Guerra Mundial, que puso fin a la Gran Depresión. La guerra no sólo condujo al pleno empleo, también produjo un rápido aumento de los ingresos y una inflación considerable, todo ello sin que el sector privado solicitara prácticamente ningún crédito. Hacia 1945, la deuda del Gobierno se había disparado, pero el porcentaje de la deuda del sector privado respecto al PIB era sólo la mitad de lo que había sido en 1940. Y este bajo nivel de deuda privada contribuyó a que se dieran las condiciones propicias para la gran expansión de la posguerra.
Puesto que no hay nada parecido a eso sobre el tapete, ni parece probable que vaya a haberlo en un futuro próximo, las familias y empresas tardarán años en liquidar las deudas que tan alegremente contrajeron. Lo más probable es que el legado de nuestra época de ilusión -nuestra década con Bernie- sea una larga y dolorosa depresión.
(Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y Premio Nobel de Economía en 2008. © 2009 New York Times Service)
Y al final. nada es cierto (The Hall of Fame: Caras y Caretas)
– Historias del "banquero más listo del mundo" – El que "mea" más lejos – ¿Un coito interruptus? – ¿El fin de los paradigmas?
Los antiguos griegos oponían a los asuntos de todos los ciudadanos o del Estado, los asuntos personales e intereses privados de los ciudadanos llamados idiotikós o privados. Algo más adelante, se llamó idiotes (hombre privado o particular) a quienes no se ocupasen de los temas de la polis (la ciudad, por aquel entonces "ciudad-estado"). Fue mucho después cuando se identificó a los idiotes con los hombres incultos o no conocedores de las artes y de ahí, siglos más tarde, con lo que hoy entendemos por idiotas.
El político (del griego politikós) sería para aquellos griegos quien se ocupase de los asuntos de la ciudad, de su ordenamiento. Aristóteles, que entre otros haberes tiene el de ser uno de los padres de la teoría política, al afirmar la superioridad del Estado sobre los individuos, subraya el mérito de quien se dedica a la política. El Estado estaría al servicio del hombre, creando las condiciones para que los ciudadanos lograsen la felicidad. La palabra política está también ligada a la paideia o educación. De ahí proviene el término pedagogía, que significa conducir al niño de la mano por el camino de la vida.
Para el filósofo griego, la aristocracia (de aristokratía, término que significaría algo así como la fuerza de los mejores) es la forma más adecuada de gobierno al ser los ciudadanos gobernados como hombres libres por los más excelentes o capacitados. Nada que ver por tanto con esa otra aristocracia, símbolo de otro tiempo, cuyo único mérito es ser hijo de y a la que se pertenece sin haber demostrado capacidad alguna.
Para poder ser politikós, uno debía haber demostrado unas capacidades en el manejo de sus asuntos propios. Además, el político, en la que sería una "segunda parte de su vida" evidenciaba su adhesión a unos nuevos valores, sobre el papel "más elevados". En este ejercicio, se volcaba en la consecución de un mayor nivel de felicidad para todos, politikós e idiotes.
Hoy el compromiso con unos valores es algo que brilla por su ausencia, y no sólo en la clase política. Pero es a esta a la que quiero referirme, ya que su liderazgo es importante en todo momento, máxime si este es de gran cambio como es el caso.
Los valores son ideales abstractos que llevan, más que a un comportamiento, a un estilo de vida. Son innumerables y no entraré a juzgar unos u otros. Incluyen la amistad, la humildad, el dinero, el poder, la flexibilidad, la firmeza, el dolor, el placer, etc…A nadie se le puede exigir que firme por estos o aquellos. Sin embargo, sí podemos juzgar a nuestros gobernantes (en los ámbitos ejecutivo, legislativo y judicial) por no vivir y ejercer su acción de gobierno de acuerdo a los valores que propugnan. Así, un modus vivendi socialista exige por lo menos ciertas conductas de fondo y de forma. Y uno conservador otras. Y, repito, nadie está obligado a tomar un camino u otro.
En este totum revolutum que vivimos, parece que todo vale y no se guardan ni siquiera las formas. Y siempre apelando al pasado. Nuestro Congreso parece un patio de colegio donde la frase más mentada es "y tú más" (a veces hasta "y tu padre más"), tratando de demostrar quién la ha liado más parda. La escopeta nacional no es cosa del pasado. No tengo nada contra la caza (actividad que el hombre ejerce desde sus orígenes) pero no creo que sean muy socialistas en la forma los ojeos y monterías (tradicional deporte donde se levantan y atraen las piezas hacia los señoritos). Ni nada conservador ir contra el mercado y adjudicar contratos oficiales y otros de bodas y banquetes, a dedo.
Pero claro, ya antes de las formas se había perdido el fondo, al transgredirse valores fundamentales de las distintas ideologías gobernantes. Así, asistimos los idiotes a políticos conservadores involucrándonos en guerras sin sentido (si es que alguna lo tiene) y a otros socialistas (e incluso comunistas) encamándose con los más rancios y exclusivistas nacionalismos.
Será por todo esto que el mundo va poniéndose del revés y los idiotes no queremos ser politikós mientras que, sin ningún pudor, los politikós se convierten en idiotes. Eso sí, con los bolsillos bien llenos y aprovechando su anterior gestión de los asuntos de la polis. Tomándonos por auténticos idiotas, que no idiotes. El resultado está a la vista.
– Las claves del mayor fraude de la historia (Expansión – 16/12/08)
(Por D. Badía / S. Pérez)
Bernard Madoff, de 70 años de edad, ha sido el artífice de uno de los mayores fraudes de la historia, que supone una nueva traba para que el inversor recupere la confianza en medio de una de las peores crisis de todos los tiempos.
Santander, por ejemplo, que es el banco más afectado en España, ha declarado una exposición de 2.330 millones de euros, de los que 2.010 millones corresponden a inversores institucionales y clientes de banca privada internacional, mientras que los 320 millones restantes forman parte de las carteras de inversión de clientes de banca privada del grupo en España. Ayer, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quiso calmar los ánimos al confesar que ve ridículo el impacto que pueda tener el caso Madoff sobre el sistema.
– Con acciones del banco – Los clientes del Santander afectados por Madoff recuperarán el 100% de su inversión inicial (El Mundo – 27/1/09)
(Por Juan Emilio Maíllo)
El Banco Santander ha decidido hacer frente al daño que la estafa de Bernard Madoff había hecho entre sus clientes, pese a que en un primer momento el presidente de la entidad, Emilio Botín, negó que fuese a hacerlo.
Los clientes particulares afectados por este fraude, que afectó a su fondo Optimal, recuperarán el 100% de su inversión inicial, según ha podido saber elmundo.es. Sin embargo, no hay solución, por ahora, para los clientes institucionales.
El coste para el banco será de 500 millones de euros, cantidad que la entidad provisionará con cargo a los beneficios del año 2008, que se presentarán el próximo 5 de febrero.
La compensación llegará mediante la emisión de 1.300 millones de euros en participaciones preferentes, con una rentabilidad anual del 2% y opción de recompra al décimo año.
"El Grupo ha tomado esta decisión dadas las excepcionales circunstancias que concurren en este caso y sobre la base de razones exclusivamente comerciales, por el interés que para el mismo tiene mantener su relación de negocio con dichos clientes", afirma la entidad en un comunicado.
"La venta de estos productos ha sido siempre transparente", justifica el Santander, que explica que los organismos supervisores de Estados Unidos, como la SEC, no detectaron nada pese a que "Madoff Securities fue regularmente inspeccionada en los últimos años".
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