Descargar

La Globalidad Neoliberal

Enviado por gabybuque


    Indice1. La globalidad: definición e historia.2. Algunas repercusiones entre los trabajadores y los países frágiles.4. ¿Es posible una globalidad diferente?

    1. La globalidad: definición e historia.El asunto de la globalidad, palabra, tema, realidad y debate que se ha vuelto omnipresente en nuestros días, está intrínsecamente ligado al desarrollo del capitalismo en el Mundo. En realidad, este régimen económico es el primero en la historia que puede ser considerado como mundial: tanto por su naturaleza, el capital no conoce fronteras, como por sus necesidades de reproducción simple y ampliada y por su "éxito" material.

    "El preludio de la transformación que ha de echar los cimientos para el régimen de producción capitalista, nos dice su más grande crítico, coincide con el último tercio del siglo xv". En Inglaterra, el primer país plenamente capitalista del mundo: el licenciamiento de las huestes feudales, la reforma protestante, y la depredación de los bienes de la Iglesia y el proceso violento de expropiación de la masa del pueblo, la "gloriosa revolución" que instaló en el poder a Guillermo III, a los capitalistas y terratenientes elaboradores de plusvalía, la revolución agrícola, la revolución industrial, la implantación general del sistema de impuestos, la formación del mercado interno, el proteccionismo y el mercantilismo, la destrucción del régimen gremial, se dan prácticamente de manera simultánea con los grandes viajes europeo-occidentales de descubrimiento, comercio, expoliación, conquista y colonización, cuando el mundo se vuelve Mundo, cuando inicia la conformación de la economía-mundo en los siglos xvi y xvii.

    Permítaseme otra cita, larga, de Marx: "El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de la Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista… Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro, por un orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es aquí donde a fines del siglo xvii se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista. En parte, estos métodos se basan, como ocurre con el sistema colonial, en la más avasalladora de las fuerzas. Pero todos ellos se valen del poder del estado, de la fuerza concentrada y organizada de la sociedad, para acelerar a pasos agigantados el proceso de transformación del régimen feudal de producción en el régimen capitalistas y acortar los intervalos".

    Me he extendido en estas citas de El Capital, no sólo por que es la obra que encierra el análisis más minucioso sobre el funcionamiento del capitalismo, sino porque hace referencia a los antecedentes, surgimiento y desarrollo del mismo, en la medida que el Mundo se va entrelazando y la economía se mundializa de manera consistente y paulatinamente generalizada y, finalmente, porque es una crítica directa a la Economía Política vigente en la primera parte del siglo xix y tiene como obra espejo a La riqueza de las naciones del liberal Adam Smith, misma, cuyo repaso, permite comprender por qué a la Globalidad vigente en nuestros días la llamo Globalidad neoliberal: Smith si bien no es el padre del liberalismo económico, lo es John Locke, es el teórico por excelencia del libre mercado, la propiedad privada y el estado sólo como policía y ejercicio judicial.

    Por lo demás, Luiz Gonzaga Belluzzo nos recuerda que Marx apostava na homogeneizaçao do espaço económico mundial a partir de expansâo das forças produtivas e das relaçoes de produçâo capitalistas, movendo-se do centro para a periferia. Y que fue en su famoso discurso de 1847 ante la Asociación Democrática de Bruselas que se pronunció a favor del libre comercio como un instrumento de modernización y de impulso hacia la revolución social. Y es que, por un lado, en la concepción marxista, el capitalismo es un nivel de desarrollo histórico superior al feudalismo y su desarrollo, polariza las contradicciones entre burguesía y proletariado acercando el tiempo del socialismo, y, por otro, la era del imperialismo estaba naciendo como parte del desarrollo de las contradicciones internas del propio capitalismo abriendo mercados en todo el Mundo y exportando capitales de un país a otro.

    Lenin, apoyándose en los estudios de Hobson sobre el fenómeno y de Hilferding sobre el capital financiero, ubicó que la rivalidad de los estados nacionales expansionistas europeos estaba amparada por el predominio del capital financiero y su capacidad de exacerbar la competencia y producir la monopolización de la producción y el comercio. Esta situación provocó un acentuamiento y desarrollo de la intervención de cada Estado en la economía a favor de sus burguesías nacionales, pero sin ningún tipo de regulación interna en cuanto a la especulación accionaria y financiera. Lo que condujo, por un lado, a la primera guerra mundial de 1914-1919, y, por otro, posteriormente, a la gran crisis mundial de 1929, con sus específicas y negativas repercusiones para los obreros y campesinos en general y, en particular, para los pueblos y naciones latinoamericanas.

    Resuelta, transitoriamente, la nueva hegemonía mundial norteamericana con su vanguardia en el Morgan Guaranty Trust, todos los países capitalistas enfocaron sus políticas económicas anticrisis, desde los años treinta primero, y reforzadamente en la postsegunda guerra mundial (1939-1945), a la búsqueda de un rápido crecimiento apoyado por una fuerte participación estatal destinada a impedir las fluctuaciones bruscas del nivel de actividades productivas y a garantizar la seguridad de las ganancias frente a las incertidumbre inherentes a la lógica del mercado. Los países del naciente campo socialista privilegiaron la planificación, el control, la regulación y la propiedad estatales con el mismo fin.

    Esta regulación y promoción del crecimiento fueron acompañadas de una reducción y protección de las influencias de los condicionantes externos. O círculo virtuoso, sintetiza Belluzzo, entre gasto público, oferta de crédito barato, investimento privado e estabilidade financiera foi a marca da economia da demanda efetiva. La regulación financiera fue norma en todos los países. Siguiendo las teorías de John Maynard Keynes, se construyó el "Estado de bienestar", el desarrollo estabilizador, como se le llamó en México, en el orden nacional y una serie de normas e instituciones que pusieron cierto orden económico y político en el Mundo, pero no estrictamente riguroso, especialmente para Estados Unidos: la ONU, los acuerdos de Breton Woods, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Banco Mundial), el Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales.

    En los países dependientes y atrasados, como los de América Latina, bajo la protección de estado, se procuró con el respaldo de una política crediticia mundial y local blanda una línea de sustitución de importaciones mediante inversiones públicas y privadas. El monto de la deuda externa, el súbito incremento en las tasas de interés mundiales, la crisis de los precios del petróleo y la creciente debilidad del dólar, incidieron para que a fines de los años setenta los Estados Unidos intensificaran sus presiones para la liberación financiera y someter a la economía mundial al control del capital financiero norteamericano y a la supremacía del dólar como moneda universal.

    La crisis de la deuda de mediados de los ochenta, que tanto denunció Fidel Castro anunciando los próximos terribles años para los países deudores, y agotamiento del "Estado de bienestar" se "resolvió" en nuestro subcontinente, por la vía del "adelgazamiento" de los estados nacionales, la disminución de obra e inversión estatales, la venta y privatización de empresas públicas, la disminución de empleos públicos y privados, la desprotección de derechos laborales, la apertura a inversiones extranjeras, la demolición de barreras comerciales arancelarias, el enfoque principal de las economías hacia el mercado externo, la liberalización y la volatibilidad de los flujos financieros y especulativos… y el incremento gigantesco del monto del principal de la deuda, de las tasas reales de interés cobradas y de los flujos de capital neto de los países endeudados y dependientes hacia los acreedores.

    Todo ello con la vigilancia, supervisión y control de una eficaz "policía financiera": el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el GATT, primero, y la Organización Mundial del Comercio, después; y con el paraguas militar de las fuerzas armadas de los países poderosos, especialmente de Estados Unidos. Al mismo tiempo, este proceso se acompañaba con nuevos avances científicos y tecnológicos en áreas como la biotecnología, la medicina, la producción agrícola, la física y la química y, sobre todo, en materia de automatización, cibernética y telemática.

    En razón de la universalización de las comunicaciones el comunicólogo canadiense Marshal McLuhan concibió la célebre frase de "aldea global", refiriéndose al Mundo. De ahí surge el famosos término de "globalización", que si bien guarda una referencia al tema de las comunicaciones, en realidad tiene un contenido "global" específico, valga la redundancia, económico, político, cultural y social y de comunicaciones.

    De la etapa de la simple exportación de capitales, vía inversión y créditos, de la trasnacionalización de la economía y las empresas multinacionales, del surgimiento de grandes trust mundiales, del nacimiento de los paraísos fiscales, se pasó a otra. A la globalidad de las comunicaciones, fenómeno fruto del desarrollo de las fuerzas productivas, se le añadió el contenido del neoliberalismo, como un conjunto de políticas impulsadas desde Inglaterra por la "dama de hierro", la primera ministro (1979-1990) Margaret Thatcher, por el presidente Ronald Reagan de Estados Unidos (1981-1989) y el llamado "Consenso de Washington" entre los siete países ricos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo. Estas supply side economics y monetarismo, inicialmente así se les llamó durante los años ochenta, reorientó la política estadounidense y fue impuesta a los países económicamente débiles, de manera especial al traspatio latinoamericano de Estados Unidos. Entre otras partes, estas políticas fueron concebidas en el Consenso de Santa Fe, las Universidades de Chicago, Yale y Harvard y en organismos como la Rand Corporation y el Consejo de las Américas.

    En síntesis, el contenido del concepto de "globalización", la globalidad real, como es entendida universalmente en la actualidad conlleva una serie de condiciones que lo matizan, no se trata de una "globalización" en general, y la vuelven una precisa, específica y determinada: la globalización neoliberal. Y si el imperialismo es, en frase de Lenin, "la etapa superior del capitalismo", el neoliberalismo, la globalidad neoliberal es la fase superior o actual del imperialismo.

    A globalizaçao, nos aclara Belluzzo, se apresenta fundamentalmente como regeneraçao das três tendencias centrais e Inter.-relacionadas do capitalismo: 1) a mercantilizaçao acelerada de todas as esferas da vida, inclusive daquelas até agora protegidas (amor, lazer, religiâo), 2) a universalizaçao da concorrência e 3) a concertraçao do poder económico e político. Eso significa condicionar el acceso a todos los bienes por la vía del impulso ciego de la acumulación de riqueza bajo la forma monetaria y abstracta, una intensificación de la competencia que acelera el proceso de concentración y monopolización y disminuye el tiempo de trabajo necesario, la imposición de las normas del capital, dinero que produce más dinero, a todos, y el creciente incremento de países, personas y subclases marginados del goce de los bienes, del trabajo y del bienestar.

    El núcleo del fenómeno, y quizá sea los más específico y propio de la"globalidad" contemporánea, lo que la diferencia de la etapa anterior, es el aspecto financiero y especulativo. Ricardo Carneiro de la Universidad de Campinas en Brasil, lo anota de la siguiente manera: é a resultante da interaçao de dos movimentos básicos: no plano doméstico da progresiva liberalizaçao financiera e no plano internacional da crescente movilidades dos capitais. Está implícita … a idéia de que la globalizaçâo produtiva é un fenómeno subordinado.

    Pero este proceso, si bien se debe al desarrollo de la tendencia que se inició a fines del siglo xv de expansión del capital, es también producto conciente, planificado y resultado de un ejercicio de determinadas políticas, sobretodo por Estados Unidos, con una adición: en la fase imperialista precedente de alguna manera las políticas seguidas, las asociaciones con capital extranjero, el proteccionismo nacional, producían beneficio y cierta fortaleza a sectores de las burguesías nacionales en los países y regiones más frágiles; ahora, los recursos del poder y el capital están tan concentrados y distribuidos tan asimétricamente que son detentados fundamentalmente en un solo país, Estados Unidos, sobre todo en relación a casos como el de América Latina y México.

    No nos llamemos a engaño. El FMI y el BIRF no son organizaciones que respondan a intereses mundiales. Ya Joseph Stiglitz, ex vicepresidente del Banco Mundial, decía en las vísperas de los quinientos años del descubrimiento de América: "el Fondo ejecuta las políticas de interés del Tesoro americano y de la clientela de Wall Street".

    Y es que los norteamericanos ya no tienen la hegemonía indisputada en todos los campos de la economía. Existen zonas, mercados, ciertas tecnologías avanzadas y muchos productos en que ellos ya no son los líderes. Y, como afirma Carneiro, os Estados Unidos perdem a su liderança tecnológica e comercial e pasma a apostar na reafirmaçâo de sua hegemonia a través de seu poderio financiero, fundado no uso do dólar como moeda reserva pelo sistema internacional. Es decir, someten a los demás a los intereses del dólar, mientras ellos no siguen las reglas que el dólar impone a las otras monedas y economías.

    Con críticas al estatismo, la corrupción, el desorden y "la falta de libertad y democracia" se vela una creciente dependencia financiera del financiamiento externo, una mayor definitividad para los excluidos del desarrollo, un ataque formal a la protección de los intereses nacionales y una aniquilación creciente de las soberanías nacionales.

    Con el fin de la Guerra fría y la derrota del socialismo soviético, sin duda acelerado por haber caído en la trampa de la competencia militar y pretender construir la contraparte de la "Iniciativa de defensa estratégica o "Guerra de las Galaxias" que inició Reagan el 23 de marzo de 1983, se ha perdido todo pudor, si alguno quedaba, y no sólo se manipulan los organismos financieros internacionales, sino también hasta la Organización de las Naciones Unidas y se interviene unilateralmente en Panamá, Irak, Balcanes, y se presiona para intervenciones militares multilaterales en otros países y regiones de África y Oceanía.

    Se pretende, ya sin el campo socialista, un mundo unipolar, con un poder sin freno ni contrapesos, en que los costos mayores sean cargados a los países periféricos y las ganancias se acrediten a los inversionistas hegemónicos y de los países dominantes. A la cabeza de ese mundo se coloca al capital financiero y especulativo, ya no al productivo.

    2. Algunas repercusiones entre los trabajadores y los países frágiles.Carlos Fuentes, en una entrevista que le dio a Stella Calloni en Argentina decía: Los vicios de la globalización son evidentes, pero sus virtudes también. Son dos caras: la de la prosperidad deseable y la de la exclusión indeseable. Lo que sucede ahora es que estamos viendo el rostro que no deseamos, porque el proceso está bajo el dominio de la lógica especulativa. Y entonces vemos que en 1971 el movimiento global de divisas era de 18 billones de dólares diarios. Hoy es de mil 500 billones de dólares diarios, pero en el 71 el 90 por ciento de ese movimiento se destinaba a la inversión y al comercio y hoy esa ecuación está invertida de tal manera que 90 por ciento va a la especulación y sólo 10 por ciento a la producción y el comercio. Es una deformación salvaje que contribuye a crear, globalmente, una subclase estructural permanente.

    -Si estas desigualdades provocadas por el darwinismo global continúan, se duplicará el número de pobres en el mundo en 30 años, como lo advierte el Banco Mundial. Y ya ahora hay 2 mil millones de pobres en el mundo. Entonces debemos preguntarnos si lo que nos espera es sólo la globalización de la pobreza. Y hay otro tema también que es que esta globalización negativa le otorga una libertad plena a las cosas pero se las niega a las personas. Las mercancías y productos circulan y no hay barreras, pero los trabajadores no pueden desplazarse con libertad. Las cosas son libres y los trabajadores, cautivos. Estamos ante una crisis que lo abarca todo y yo aventuro una idea: ¿por qué no hemos sido capaces de crear una nueva legalidad para una nueva realidad?

    Y es que lo que no ha dado la globalidad para las más amplias mayorías es, precisamente, progreso, bienestar, y riqueza. Más bien lo que se ha dado es un archipiélago de modernidad y progreso en ciertas zonas como New York, Chicago, Londres, Paris, Barcelona, Norte de Italia, Sao Paolo, Sydney, costa este de China, Hon Kong, Japón, Malasia y Singapur, mientras en la mayor parte del mundo existe un desplazamiento del empleo, las riquezas los avances tecnológicos y la productividad. La distancia entre ricos y pobres, personas, grupos y naciones se ensancha. La comunicación global se da para muy pocos. En México, como un ejemplo, sólo el 2.5% de la población tiene acceso a la supercarretera de la información, la Internet, la supuesta enlazadora de la "aldea global".

    Los países pobres o subdesarrollados se vuelven sólo proveedores de materias primas minerales y agrícolas y de mano de obra barata, tanto por las maquiladoras como por los migrantes que se trasladan a los países ricos. Y las grandes ciudades de los países subdesarrollados se vuelven polo de atracción para la población campesina y marginal de las zonas más pobres.

    Los poderosos intentos de homogenización de cultura y de implantación el american way of lif, al tiempo que arrasan con tradiciones y costumbres, encuentran resistencias violentas en países como los musulmanes del norte de África y el Medio Oriente y resurgen con particular virulencia los fanatismos, y los movimientos integristas, pero también las identidades colectivas e infranacionales buscando la realización de lo local como realización de lo global.En realidad las maravillas proclamadas del "libre mercado" por Adam Smith, en su expresión actual, producen más marginación y exclusión que cuando se implantó el liberalismo en los siglos xviii y xix.

    Las defensas anticrisis que los países capitalistas se construyeron en la postguerra se han ido desmontando y queda en carne viva el capitalismo salvaje, con sus crisis recurrentes y contagiantes, su destrucción de fuerzas productivas y la construcción de una nueva categoría social: ya no la de un ejército industrial de reserva, permanente o intermitente, sino la de un ejército perenne de excluidos.

    En los países dependientes, como los latinoamericanos, se trata de salvar la brutal contracción del mercado interno y la apertura a las importaciones, con acudir al mercado externo con la "ventaja comparativa" de sueldos miserables y para la miseria respecto a los costos de mano de obra de las naciones hegemónicas, con maquiladoras en terrible competencia con pueblos y naciones similares en su pobreza. Y con la tolerancia de cada vez más millones y millones personas en la "economía informal", la que sirve para los excluidos de la economía globalizada de los ricos, la "formal".

    Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional de Cuba ubica a la globalización más bien como el intento de instaurar una dictadura global de la que no escapa la propia ONU. Permítaseme una cita de una cuartilla pero que descubre el fetichismo y el mito de la "globalidad" capitalista:

    El tercer milenio se inicia con la consagración del embuste. La mentira sistemática, industrializada, nos invade día y noche, por medios de tecnología en constante renovación y monopolizados por un puñado de empresas cada vez más reducido.

    Se nos quiere hacer creer que llegamos a otro mundo, la aldea global finalmente edificada, pero nunca antes fueron tan agudas las diferencias en los niveles de vida que separan a las naciones. Si en 1820 el PIB per cápita de los países ricos era tres veces superior al de los pobres, hoy lo es 74 veces. El número de los que viven ahora en la miseria sobrepasa al total de la población de la Tierra cuando empezaba el siglo XX. Y la población seguirá creciendo, casi toda en el Tercer Mundo, a un ritmo de un México por año, aunque en continentes enteros descenderá la esperanza de vida y en no pocos países se reducirá, en varios millones, la cifra de sus habitantes.

    Nunca fueron tantos los que sufren hambre y desnutrición o mueren de enfermedades evitables mientras es posible aumentar las cosechas, multiplicar los alimentos y desarrollar nuevas vacunas, medicamentos y equipos médicos.

    Jamás los conflictos armados, la violencia y la criminalidad se habían diseminado como en estos años en que no cesan de entonarse loas a un nuevo orden internacional de paz y estabilidad.

    Se supone que los gobiernos no intervengan, no pueden ni deben intervenir, que sólo opere "la mano invisible" del mercado, que la iniciativa privada por si sola, sin odiosas regulaciones ni molestas trabas burocráticas, se encargará de prodigar la felicidad y el bienestar. La política debe replegarse hasta el olvido y dejar libertad absoluta a los mercaderes.

    Esta es, quizás, la mayor mentira. Jamás hubo gobernantes tan fuertes e intervencionistas. No han renunciado al ejercicio de la autoridad, ni la política ha abandonado sus antiguos fueros. Solo que su función se ha invertido completamente. Los mercaderes están dentro del templo y lo dirigen.

    No es verdad que haya desaparecido el estado y que en su lugar se estableciera una suerte de anarquía universal. En realidad el nuevo orden internacional es resultado de la imposición gubernamental. Es, concretamente, consecuencia de la hegemonía indiscutida de un gobierno que tiene nombre y apellido, el que dirige el imperio estadounidense.

    El adelgazamiento del poder del estado y la supresión de las soberanías nacionales son para los países pobres, no para los ricos.

    3. El pensamiento único y Fukuyama.

    Esta globalidad neoliberal no sólo se justifica por la fuerza del capital, del dólar e incluso de las armas. También se pretende explicar y justificar mediante el consabido truco de imponer una cierta forma de interpretación de la historia completa, construyendo un esquema que asevere que esta "globalidad", el "triunfo" del capitalismo sobre el socialismo, la autocracia del libre mercado y las formas liberales de democracia, son el resultado final de la historia.

    Esto es lo que el analista del Departamento de Estado y la Fuerza Aérea norteamericanos, Francis Fukuyama, nos recetó con su famoso artículo sobre el fin de la historia y su posterior libro The end of history and the last man: What we are witnessing is not just the end of the Cold War, or a passing of a particular period of postwar history, but the end of history as such: that is, the end point of mankind’s ideological evolution and the universalization of Western liberal democracy as the final form of human government.

    Se trata de una visión neohegeliana que sostiene que la victoria del liberalismo económico ya se dio como autorrealización del mundo en la libertad (económica) y la propiedad privada, pero, hasta hoy, sólo en el campo de las ideas porque esté incompleta en el mundo real. Aunque aún le falte por avanzar en algunas regiones del mundo, ya esta condenada a la victoria, cree y dice Fukuyama, pues las formas no liberales se encuentran en franco retroceso y el ideal de la humanidad es las democracia liberal occidental, la única que le permite la plena satisfacción a los seres humanos. ¡Como si ignoráramos que el liberalismo se opuso hasta que pudo al sufragio universal, combatió la ampliación de derechos individuales de mujeres, negros, indígenas, analfabetos y no propietarios, desconoció los derechos colectivos de los pueblos indios, implantó como "razón de estado" el despojo de tierras, la prohibición de los sindicatos,, el trabajo infantil y los salarios ínfimos!.

    Dado por bueno y cierto lo anterior, ya no se espera una evolución o cambio de sistema en el mundo, aunque todavía haya guerras locales como la de los Balcanes e Indonesia, crisis financieras como la mexicana de 1995, la japonesa y del sudeste asiático de 1997, la rusa de 1998 y la brasileña de 1999 se vuelvan en crisis migrantes hacia todo el mundo, aumente la crisis de valores en las sociedades superdesarrolladas y se incremente su consumo de drogas y su aporte a los flujos monetarios del narcotráfico y el contrabando de armas, crezca el número de millones y millones de desposeídos, se agraven los problemas de sustentación ecológica y se multipliquen y ensanchen los lunares por absorber en la utopía capitalista.

    El último hombre, el que corresponde al superhombre de Nietzsche en Así hablaba Zaratusta, se convierte así en el ciudadano burgués ideal. Enemigo acérrimo de los globalifóbicos de Niza, Seattle, Davos y Can Cun y de movimientos como los de los agricultores franceses y españoles y los sin tierra brasileños y que sueña un mundo sin organizaciones obreras ni demandas laborales.

    Se pretende que nos creamos que no tiene validez ningún otro pensamiento sino el que crea en la libertad del mercado, el poder del capital y organice el gobierno bajo los principios de la democracia formal representativa, ejercida mediante elecciones en que nada más los que tienen acceso a los medios de comunicación electrónicos pueden jugar. Esto trata el pensamiento único, uno de cuyos renovadores es Francis Fukuyama.

    4. ¿Es posible una globalidad diferente?De hecho la globalización, o la mundialización de las relaciones culturales, económicas y políticas no sólo es la debacle de los débiles, también es un reto y una oportunidad. En sus primeros años de vigencia, el control del fenómeno y de su implantación ha sido el del gran capital.

    De la velocidad y multiplicación de las comunicaciones y sus medios se han aprovechado más el gran capital especulativo y los gobiernos que lo protegen, pues se aceleró cuando la izquierda entró en una profunda crisis con el derrumbe del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y el final de la Unión Soviética en 1991 y los gobiernos de los países endeudados y dependientes cedieron ante el impulso de los grandes bancos, los organismos financieros internacionales y los gobiernos de los países imperialistas. Pero el que haya sido así no tiene por qué significar que siempre sea así.

    El llamado "Consenso de Washington" cada vez es menos consenso. Los países de Europa Occidental se fortalecen con la Unión Europea frente al poderío estadounidense y el papel de las grandes corporaciones japonesas se inserta cada vez más en las entrañas de nuestro vecino allende el Río Braco.

    La miseria de dos mil millones de habitantes en la Tierra se convierte en un obstáculo a la expansión de los mercados, estos tienen límites infranqueables, son un subsistema del sistema económico que no fue construido para servir a los hombres sino al hambre de ganancias. Los capitales, circulando a meteóricas velocidades por las bolsas de valores de las principales ciudades del Mundo,se encuentran en un gigantesco juego de ruleta, tal que algunos han llamado a la economía actual "economía casino".

    Destacados financieros como George Sorgos, políticos como Felipe González y Alan Jospin, teóricos como Tom Giddens, desde países poderosos cuestionan el modelo y proponen alternativas dentro del mismo capitalismo. Surgen coordinaciones mundiales informales entre los movimientos globalifóbicos. Se desarrolla un gran esfuerzo teórico y partidario de elaboración de nuevos caminos para la globalidad entre la izquierda mundial y se reconoce el necesario papel organizador del mercado que ejerció y puede y debe ejercer un nuevo tipo de Estado.

    Cierto que estamos, parece, en un largo momento de dominación capitalista, Wallerstein lo calcula en 50 años, pero es un momento de opciones históricas con desenlaces inciertos. En muchos países poderosos la crítica al neoliberalismo se ejerce de manera práctica, como en Holanda, Suecia, Dinamarca y Francia. Aumentan en número los gobiernos socialdemócratas. En Polonia y Bulgaria los neocomunistas vuelven al poder.

    Ante el ataque a las soberanías nacionales surgen planteamientos como el español de "soberanía compartida", el inglés de "democratización de la democracia", el francés de que "la sociedad comande al mercado y no el mercado a la sociedad", el latinoamericano de un nuevo tipo de estado que reconozca la diversidad como paso esencial para lograr la igualdad, el de los países exportadores de fuerza de trabajo que abogan por el libre flujo de mano de obra y las cada vez más frecuentes discusiones sobre una nueva forma de inserción en el mundo con equidad y solidaridad.

    En fin, no se ha acabado con la evolución de la humanidad. El fin de la historia de Fukuyama hasta en la academia norteamericana es criticado. Su desenlace y evolución sigue dependiendo, como siempre, de la acción de los hombres.

     

     

    Autor:

    Gabriel Mario Santos Villarreal