El académico, Profesor Jordana de Pozas, en el prólogo del libro Derecho Infantil y Familiar Español afirma que "el trato que la sociedad da a los niños es el signo mas cierto del rumbo político, social, nivel económico y ético de los pueblos. El niño es, en gran medida, la obra de la sociedad en que nacen y crecen". (Bosch-Marín, 1944).
Actualmente, existe en el mundo, un notable aumento en la incidencia de lesiones por MTI, por lo que en la 49 Asamblea Mundial de la Salud, en mayo de 1.996, adoptó la Resolución WHO 49.25, declarando la violencia como "un problema prioritario de Salud Pública y reconociendo las graves consecuencias inmediatas y futuras que la violencia tiene para la salud y el desarrollo psicológico y social de las personas, las familias, las comunidades y los países"
Es un grave problema de Salud Pública por su magnitud, porque van en aumento las notificaciones que ponen de manifiesto el progresivo crecimiento de estos comportamientos lesivos; por su extrema gravedad, dado que afecta a los grupos sociales más vulnerables de la sociedad; y las graves consecuencias sobre la salud y el bienestar, a corto y largo plazo. Así como; por las repercusiones económicas, directas e indirectas, que produce la atención a los casos y sus familias. Por todo lo anterior, la importancia del problema, su trascendencia y sus repercusiones, es preciso conocer su magnitud para establecer las oportunas estrategias preventivas.
Los profesionales que atienden a la infancia (sanitario, de educación y asistencia social), deben estar capacitados para realizar la detección precoz del MTI y conocer los circuitos existentes para su derivación a servicios especializados con el fin de tratar este problema y evitar la repetición de episodios posteriores más graves o que el caso de sospecha no progrese o se pierda. Se estima que entre el 1 y 7 % de los niños que reciben atención sanitaria pueden haber experimentado algún tipo de MTI que no son detectados. Si se detectan, no se declaran, o no existe un sistema vigilancia epidemiológica y registro de casos, ni mucho menos son investigados. A esto, se une que el MTI se produce, generalmente, en el seno de familia, lo que es un obstáculo más para que los propios padres se declaren como agresores y denuncien el caso; y la falta formación especializada de los profesionales que atienden a la infancia para la detección del MTI, hace que a menudo pasen desapercibidos (Martínez y Paúl, 1993). Por lo que existe una gran cantidad de casos de "maltrato desconocido", y los indicadores de prevalencia de MTI, son sólo la punta de un iceberg, como se expone en la figura 1.
Figura 1. Los icebergs del maltrato
(Morales JM, Costa M, 1997).
El profesional sanitario tiene ante este problema una doble responsabilidad. Por un lado, la legislación actual establece el compromiso de los profesionales sanitarios de notificar el caso ante la sospecha de MTI y/o si existen situaciones de riesgo ponerlo en conocimiento de los Servicios Sociales, para que se puedan adoptar las medidas mas adecuadas a los intereses del menor y su familia (Junyent y cols., 2004). Y por otro, existe un imperativo moral, como se pone de manifiesto estudios prospectivos sobre casos de MTI, en que los profesionales sanitarios no tomaron las medidas para proteger a estas víctimas potenciales, y como consecuencia, más de la mitad de estos niños maltratados fueron víctimas de nuevo o sufrieron secuelas permanentes, y de mayor gravedad e incluso la muerte (Muñoz y cols., 2002).
El estudio del MTI es de difícil abordaje científico, debido a que:
No contamos con una definición universal de infancia y el trato que reciben los niños varía con el grado de desarrollo cultural de los pueblos:
Existen diferentes concepciones de la niñez.
No hay una definición única de MTI.
No disponemos de una clasificación universal de los tipos del maltrato que sirva para todos los profesionales.
Por ello, es complejo disponer de un registro unificado de los casos y un sistema de vigilancia epidemiológica para conocer la dimensión real del problema y su evolución en una zona, país o región. Además, el MTI requiere una actuación, integral sobre el niño y su familia, integrada en niveles de atención especializada creciente, multidisciplinaria, y basada en la evidencia. Es por lo que los resultados de las intervenciones están dispersos entre las diferentes disciplinas implicadas en el abordaje de la gran variedad de factores biopsicosociales, con metodologías dispares, y no permiten hacer comparaciones para conocer la dimensión del problema.
PRESENTACION
Existe la idea generalizada de que la violencia es, un componente ineludible de la condición humana, un problema cuya prevención incumbe, sobre todo, al sistema de judicial, y que el papel del sector de la salud es el tratamiento y la rehabilitación de las víctimas. Pero estos supuestos están cambiando, al demostrarse, el éxito de medidas de prevención aplicadas a problemas sanitarios de origen medioambiental o relacionados con el comportamiento, como son, las cardiopatías, el consumo de tabaco y el VIH/SIDA, en los que la Salud Pública ha contribuido a atajar, mediante la actuación sobre los Determinantes Sociales de la Salud que están en la raíz de las causas primarias esenciales de las afecciones complejas.
A menudo el MTI es previsible y evitable, y es preciso reorientar los esfuerzos hacia los resultados en salud, mediante actividades de prevención primaria, costo-eficaces, antes de que se produzcan, con una visión global "río arriba": Más que actuar sobre las secuelas, después que se haya producido el MTI, "río abajo", y centradas en los grupos de riesgo más vulnerables. Las investigaciones demuestran que las familias de nivel socioeconómico y cultual más bajo tienen mayor riesgo, reciben menos atención de los servicios públicos de protección y asistencia a la infancia y la familia.
El compromiso político de prevenir el MTI es vital para las iniciativas en el ámbito de la salud pública a todos los niveles de planificación. Es tan importante a nivel nacional, donde se toman las decisiones políticas, legislativas y de financiación general, como en los niveles provinciales, de distrito y municipales, en los que reside la responsabilidad cotidiana de las políticas y los programas de prevención del MTI.
En el presente trabajo pretendemos exponer la importancia del MTI y hacer un llamamiento para que la Salud Pública desempeñe un papel aglutinador en la lucha contra la violencia infantil, siguiendo las cuatro etapas tradicionales:
definir y observar la magnitud del problema;
identificar sus causas;
formular y poner a prueba modos de afrontarlo; y
aplicar ampliamente las medidas preventivas de eficacia probada.
La salud pública fundamenta la estrategia contra el MTI en investigaciones fidedignas y con datos respaldados por pruebas sólidas. Un requisito fundamental es que esté basada en el trabajo multidisciplinar y abarque la amplia gama de competencias profesionales que tratan el problema: desde la medicina, la epidemiología y la psicología, hasta la sociología, la criminología, la pedagogía y la economía. Esta estrategia no reemplaza a las respuestas que la justicia penal y los derechos humanos dan al MTI, sino que complementa sus actividades y les ofrece más instrumentos y fuentes de conocimiento.
No existe un factor que explique por sí solo por qué una persona se comporta de manera violenta. En el análisis que presentamos recurrimos a un modelo ecológico (figura 2) que tiene en cuenta los factores biológicos, sociales, culturales, económicos y políticos que influyen en el MTI. (Krug y cols. OPS, 2003)
Figura 2. Modelo ecológico para el estudio del Maltrato Infantil
Estamos ante un problema de salud pública, polifacético, para el que no existe una solución única; antes bien, como pone de manifiesto el modelo ecológico, es necesario actuar simultáneamente en varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad para prevenirle, mediante estrategias eficaces y basadas en la evidencia científica:
Hacer frente a los factores de riesgo individuales y adoptar medidas encaminadas a fomentar actitudes y comportamientos saludables en los niños y los jóvenes durante su desarrollo, promoviendo su "resiliencia".
Influir en las relaciones personales más cercanas para crear entornos familiares saludables, así como brindar ayuda profesional y apoyo a las familias disfuncionales con hijos menores.
Vigilar los lugares públicos como, las escuelas, los lugares de ocio y los barrios y tomar medidas destinadas a hacer frente a los problemas que pueden conducir a la violencia.
Concienciar a la población sobre el MTI, fomentar las acciones comunitarias y asegurar la asistencia a la infancia maltratada.
Hacer frente a las desigualdades entre los sexos, y a las actitudes y prácticas culturales adversas.
Atender los factores culturales, sociales y económicos que contribuyen al MTI, como son las orientadas a:
– reducir las diferencias entre ricos y pobres;
– garantizar un acceso equitativo a los bienes, los servicios y las oportunidades;
– la defensa de los derechos de la infancia; y
– la construcción cultural de la paz.
No obstante, son pocos los programas que se han evaluado con rigor, existen lagunas en el conocimiento y se necesitan investigaciones sobre las estrategias para prevenir el MTI y mitigar sus consecuencias. Existe igualmente un desequilibrio en la orientación de los programas: se concede menos interés a las estrategias basadas en la familia, la comunidad educativa escolar y grupos sociales de riesgo que a los programas centrados en los factores individuales y relacionales.
ANTECEDENTES
El trato al menor es muy diverso según las épocas, civilizaciones y pueblos. Desde hace siglos, la agresión al menor ha sido justificada de diversas formas; se les ha sacrificado para agradar a los dioses o mejorar la especie, o bien como una forma de imponer disciplina. El maltrato a menores ha sido reflejado en la literatura, la pintura y la ciencia, en todas las partes del mundo. Podemos afirmar que la violencia contra la infancia es tan antigua como la humanidad. En sus orígenes la agresividad era utilizada por las personas como una forma de defensa. Con el transcurrir del tiempo la violencia se transformó y tomó matices inimaginables: guerras, torturas, violaciones y muertes, están presente a lo largo de nuestra historia.
Podemos afirmar, en los comienzos del siglo XXI que la infancia es un período de gran vulnerabilidad a la violencia.
Si queremos entender (que no justificar) una realidad pasada, no se puede olvidar su contexto histórico. Si bien la infancia ha sufrido agresiones de los adultos de los que dependía, esto no ha impedido que, especialmente entre las madres, no se diera una atención amorosa y solícita hacia sus hijos. Hay que tener en cuenta, que con el paso de los siglos, cada generación ha tenido la oportunidad de aumentar el nivel cultual y acceder a un nivel de vida mejor que facilita el reconocimiento y el respeto de las necesidades y los derechos de los seres humanos en general, y de los niños en especial.
Aunque en el pasado los niños no recibiesen un trato adecuado, esto pasaba inadvertido no sólo a la comunidad, sino también, a la propia familia, que lo consideraba como algo "normal", propio de la educación del menor ("la letra con sangre entra"), o bien por un sentimiento ancestral de propiedad de los hijos ("quien mucho te quiere te hará llorar").
En la antigüedad, satisfacer a los dioses con sacrificios humanos, a menudo infantiles, no era un hecho excepcional, ni circunscrito a Mesopotamia o el Antiguo Egipto. Era un ritual, una practica litúrgica, que llegó también a la Grecia clásica y a distintas culturas en otros continentes. Los asesinatos infantiles podían tener distintas motivaciones, por ejemplo, protegerse los adultos de las amenazas que los oráculos profetizaban, encarnadas en niños que presuntamente estaban predestinados a asesinar al rey, faraón o gobernador. En la mitología se relata que Saturno devora a su progenie y que Medea mata a sus dos hijos para vengarse de Jasón. En la Biblia se relatan, el caso de Abraham quien estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, la matanza de los niños judíos por parte del faraón en tiempos de Moisés, o más tarde la matanza de inocentes ordenada por el Rey Herodes.
En Tiro y Sidón, se sacrificaba a los niños para calmar la ira de los dioses. Los moravitas, amonitas y fenicios adoraban al dios Moloch, que tenía figura de hombre y cabeza de ternero, con una amplia parrilla en su diestra mano; construida de bronce y hueca, se rellenaba de leña, y cuando la parrilla se ponía al rojo se colocaban sobre ella los niños vivos para pedir su clemencia.
En Egipto, cada año se ahogaba en el Nilo una joven para que el río se desbordara y fertilizase las tierras. Platón mando matar los niños que no podían ser ciudadanos robustos.
En China, la matanza de niñas llega a nuestros días. Antiguamente, se las llevaba a las puertas de la ciudad para saciar a los lobos hambrientos. En la actualidad la agencia suiza Apic alertaba en su edición del 2 de agosto 2005 sobre la existencia de sacrificios rituales de bebés en el norte de Benín. (Mundo Negro, nº 499, septiembre 2005). Según antiguas tradiciones conservadas por algunas etnias, como los baatonous, los bokos o los peuls, los niños que salen del vientre de su madre en posiciones anormales, como por ejemplo con la cabeza girada hacia arriba, son calificados inmediatamente de brujos y de malditos, y deben ser sacrificados con el acuerdo de sus propios padres."
Las crónicas escandinavas cuentan que el rey sueco Aun sacrificó al dios Odín, en Upsala, a nueve de sus hijos con el afán de prolongar su vida; pues un oráculo le había predicho que viviría reinando mientras sacrificara un hijo cada diez años.
En Atenas, el padre era el dueño absoluto del hijo recién nacido. Aristóteles, decía: "Un hijo o un esclavo son propiedad, y nada de lo que se hace con la propiedad es injusto". En Esparta, cada recién nacido era sometido al juicio de la Asamblea de ancianos; si le juzgaba útil, respetaban su vida; en caso contrario era enviado al monte Taijeto, lanzado a sus simas Baratro y Apotetes para alimento de las fieras. El Códice Mendocino describe diversos tipos de castigos que se imponían a los menores como pincharlos con púas de maguey, hacerlos aspirar humo de chile quemado, dejarlos sin comer, quemarles el pelo, largas jornadas de trabajo, etcétera.1 El médico griego SORANUS, en el siglo II, describe casos de maltrato.
También la costumbre romana "Tollere infantum" de invocar a la diosa Levana para dilucidar sobre la vida o muerte del recién nacido.
Con el cristianismo aparece la verdadera obra de redención del castigo contra la infancia Si bien en los pueblos paganos ya se inicia un movimiento de piedad por los niños. Los primeros testimonios, se deben a. San Bernabé (siglo I) que condenó el infanticidio y el aborto. En el siglo II, San Justino, San Félix, Clemente de Alejandría Y San Cipriano inspiraron a los emperadores romanos Nerva y el español Trajano, la protección de miles de niños abandonados, y la primitiva obra "Tabullae Alimentarie". En el siglo IV, en la antigua Grecia, las niñas eran sacrificadas, en tanto que en Jericó los niños eran empotrados en los cimientos de las murallas, muros de los edificios y puentes, para supuestamente fortalecerlos. El Códice Mendocino describe diversos tipos de castigos que se imponían a los menores como pincharlos con púas de maguey, hacerlos aspirar humo de chile quemado, dejarlos sin comer, quemarles el pelo, largas jornadas de trabajo, etcétera. En el Imperio Romano, Constantino obligó a los padres a criar a los hijos de modo que las necesidades de los recién nacidos se atendieran sin aplazamiento. San Basilio y San Juan Crisóstomo fundan los primeros hospitales y asilos para niños en Sebasto (355) y Cesarea (372). El Código Teodosiano (438) y más tarde las leyes visigodas, prohíben vender a sus hijos y darlos en prenda. En el siglo IV, en Trevisa, se instala junto a la puerta de una iglesia, una cuna de mármol, para que depositaran en ella los niños, y pudieran ser prontamente socorridos. Justiniano, en el 530, dio libertad a los expósitos y ordenó que se les educara con fondos públicos. En el 815, el arcipreste Dateus fundó en Milán el hospicio para niños. En el siglo XII, en Roma, una de tantas mañanas, los pescadores lanzaron sus redes al Tíber, y al sacarlas, no hallaron peces en ellas, sino cadáveres de niños recién nacidos. Al saberlo el Papa Inocencio III, dispuso que en el Hospital Espíritu Santo se asistiera a los niños expósitos y en 1136 se funda el Hospital de los Inocentes de Florencia.
De la piedad a la protección
En Francia, durante los siglos XV y XVI, se consiguen avances sin precedentes. En 1362 se fundó en París el Hospital de Sain Esprit; en 1536 el de Enfant Fieu para acoger a los hijos de los que morían en el Hã´tel Dieu y cuyos lechos compartían con los adultos. El Cabildo de Nuestra Señora de París asistía a los niños expósitos en la casa del puerto de Saint Landry. Surgió la gran figura de Mr. Vincent, más tarde San Vicente de Paúl, creando la casa Couche, la Comunidad de Hijas de la Caridad e inspira a Luís XIII, en 1642, y a Luis XIV, en 1670, a favor de los niños.
En España, en el siglo XIV data el primer centro de protección a la infancia, en Valencia, que actúa del 1337 a 1794, la Institución El Padre de Huérfanos en virtud del privilegio que le otorga Pedro IV de Aragón y Castilla, recogiendo niños huérfanos abandonados.
En los siglos XV y XVI, Santo Tomás de Villanueva convierte parte del Palacio Episcopal de Valencia en hospicio para niños abandonados en 1537, y por ello fue llamado el "padre de los pobres". En 1567 se funda en Madrid la Inclusa o Casa de Expósitos, y en 1600 el médico Jerónimo Soriano fundó en Teruel el primer hospital de niños y escribió un tratado sobre la infancia.
Los antecedentes lejanos de lo que fuera la primera ley de protección jurídica del menor, se deben a Carlos III, en 1780 y Carlos IV, en 1794, fomentan la educación de los niños abandonados y mandan que las justicias de los pueblos castigaran por injurias y ofensas a quienes llamaran a estos niños "bordes, ilegítimos, bastardos o espúreos, y se les librará de penas de azotes y de la horca". En Sevilla, se crea el hogar llamado "Los Toribios de Sevilla", fundado por el hermano Toribio Velasco.
El siglo XIX, en España, es trascendental para el desarrollo de la medicina infantil la creación en las universidades de las Cátedras de Pediatría y el avance en el conocimiento científico, en un momento coyuntural muy difícil para la infancia, que partiendo de la Ley de Protección a la Infancia de 1904, sentó las bases para el desarrollo de la legislación muy fecunda que se desarrolló durante la primera mitad del siglo XX.
Las difíciles circunstancias socioeconómicas de comienzo del siglo XIX hacían muy difícil la supervivencia de la infancia, siendo frecuente, la miseria, la ignorancia, el abandono, e incluso, el infanticidio. Cuando los hijos no habían sido deseados, la mortalidad alcanzaba elevadas cotas. Así, en Londres, perecían el 80 por 100 de los hijos ilegítimos que habían sido encomendados a nodrizas, quienes exentas de escrúpulos, cobraban salarios y se desembarazaban prontamente de los lactantes. Cuando podían obtenerse ganancias, los adultos vendían, en ocasiones, a los niños como esclavos o los explotaban como mano de obra barata. El infanticidio era una amenaza en las familias de la época, y en determinas culturas, era ampliamente aceptado como medio para controlar el aumento de población y eliminar niños con defectos congénitos.
El abandono, por motivos socioeconómicos, cabría añadir el hecho de ser hijo ilegítimo, que está ampliamente documentado en Grecia y en Roma, se siguen regulando a través de los siglos, especialmente en momentos de extrema pobreza. En muchos casos, los abandonos implicaban la muerte directa del menor abandonado, y en el resto representaba una vida muy precaria y marginal, dada la consideración de "expósito" que se arrastraba y los pocos recursos a los que se podía acceder. "Al no tener estos niños padres conocidos, se les ponían apellidos que delataban su condición de niños abandonados: el más cruel era el ponerles directamente "Expósito" de apellido. Todavía en 1921 la ley establecía en España que los expedientes para cambiarse el apellido de Expósito por cualquier otro, serían gratuitos." (Mariano Arnal, 2005)
Oliver Twist no existió, pero la miseria y la explotación infantil de muchos niños europeos fueron reales en la época victoriana. Dickens abre su historia con el penoso nacimiento de su protagonista, que ya refleja una de las constantes de su tiempo: el abandono de niños. La madre de Oliver no sobrevive al parto, que se produce en un hospicio. Eran remotas las posibilidades de supervivencia de los recién nacidos. En periodos normales, en los que no se propagaran las epidemias, de cada 1.000 niños ingresados fallecían entre un 70 y un 80%, sin apenas superar el primer mes de vida.
La mutilación de las niñas, como hábito, se remonta a épocas antiguas, como son los deformantes vendajes de los pies de las niñas chinas, era una antigua costumbre, que se extendió desde el siglo X hasta el siglo XX. Esa tradición consistía en el vendaje apretado y doloroso del pie para que su tamaño no pasara de unos 7,5 cm. Inicialmente fue practicado por las familias ricas, pero rápidamente se difundió también entre las pobres. Tener hijas con pies diminutos era un signo de prestigio. Se consideraba que eran más idóneas para el matrimonio, ya que los "pies de loto" obligaban a las muchachas a quedar recluidas en el hogar, lo que aseguraba su virginidad. Ese proceso doloroso duraba varios años y a menudo provocaba infección, gangrena e incluso la muerte.
La ignorancia, afán de sometimiento o absurdos ideales estéticos a lo largo de la historia han torturado la vida de millones de menores. Entre muchos otros, sería también el caso de la costumbre de alargar el cuello de las niñas en alguna tribu africana, o de comprimir la frente de los recién nacidos en algunas culturas precolombinas. "La anatomía de la especie humana no ha sufrido modificaciones en los últimos milenios, pero la imagen cultural exigida de ella, en cada época y lugar, sí ha sido diferente. En los primeros días de vida se decide que la cabeza del niño debe tener una forma especial, aplicándole una presión externa para modelar intencionalmente el cráneo, que adecua su forma según la presión ejercida, dadas las características plásticas de la bóveda craneal en el recién nacido, que persisten en los primeros años de vida mientras se osifica. La craneoplastia, según testimonios arqueológicos y etnohistóricos, fue utilizada en todo el planeta: Se han encontrado cráneos modelados por el hombre en los cinco continentes: en Oceanía, África, Asia y Europa pero, sobretodo, en América. (Martínez Martín, 2005)
La mutilación genital ha constituido un rito religioso que se inicia en Egipto hace unos 2000 años hasta nuestros días. En la actualidad sigue siendo un fenómeno muy grave: se estima que más de 135 millones de niñas y mujeres la han sufrido y que cada año dos millones de niñas corren el riesgo de padecerla. Las principales razones aducidas para la continuación de esta práctica son la costumbre y las estructuras de poder patriarcales para controlar la vida de la niña y de la futura mujer: "La niña es inmovilizada, generalmente por ancianas, con las piernas abiertas. La mutilación se lleva a cabo utilizando un cristal roto, la tapa de una lata, unas tijeras, la hoja de una navaja u otro instrumento cortante. Cuando se trata de una infibulación, se utilizan espinas o puntos para unir ambas partes de los labios mayores, y las piernas pueden permanecer atadas hasta 40 días. A veces se aplican polvos antisépticos, o bien, con mayor frecuencia, ungüentos que contienen hierbas, leche, huevos, ceniza o estiércol y que se consideran cicatrizantes. Es posible que a la niña la lleven a un lugar elegido al efecto para su recuperación donde, si la mutilación se ha practicado como parte de una ceremonia iniciática, se imparten enseñanzas tradicionales. La práctica de la mutilación genital femenina es anterior al Islam y no es habitual entre la mayoría de los musulmanes, pero ha adquirido una dimensión religiosa. Allí donde es practicada por musulmanes, a menudo se invoca la religión como una de sus razones. Muchos de los que se oponen a la mutilación niegan que haya relación alguna entre su práctica y la religión, pero los líderes islámicos no se muestran unánimes al respecto." (Amnistía Internacional, 1997)
Los niños, también han sufrido mutilaciones genitales: la circuncisión, pese a su discutible valor como medida profiláctica, continúa siendo una práctica actual en grandes grupos religiosos y étnicos. Las castraciones infantiles, por distintos motivos a lo largo de la historia: como guardianes de confianza de los aposentos femeninos, o en cantores de voz atiplada en las cortes y los monasterios (esta última práctica, todavía vigente en Europa en el siglo XIX), o para convertirlos en objetos sexuales, como en la Roma imperial. En Italia, dada su histórica tradición cantora, la castración de los niños destinados al canto se realizaba entre los 7 y 12 años de edad, es decir antes de que la función glandular de los testículos diera lugar al cambio de voz. "Se trataba casi siempre de niños de condición muy humilde, familia numerosa y aparentes aptitudes para lo que habían sido seleccionados. La posibilidad de una importante carrera cantando en ceremonias religiosas, teatros o cortes, podía significar un considerable ingreso de dinero no solo para el artista sino también para su familia y los intermediarios. A menudo, el precio que los elegidos pagaban por someterse a tal intervención no era simplemente no poder procrear en un futuro, sino la propia vida, ya que las precarias condiciones de asepsia de entonces elevaban los porcentajes de mortalidad, según la habilidad del cirujano ocasional, que podía ser un médico o un simple barbero, desde un 10 hasta un 80 por ciento." (Solomonoff, 2006). Esta práctica que aún persiste en algún estado de la India.
En España, a finales del siglo XIX, la mortalidad infantil era dramática: uno de cada cinco recién nacidos moría antes de cumplir un año y dos no llegaban a cumplir los cinco años. La mortalidad de las madres también era alarmante. Esto, junto con enfermedades crónicas y pobreza, daba origen a situaciones familiares muy graves. En este contexto se fundaron instituciones médicas dedicadas exclusivamente a la atención infantil. En 1876, en Madrid se funda el Hospital del Niño Jesús, cuyo primer director fue el Dr. Benavente, padre del dramaturgo Jacinto; en Valencia, el de niños "nerviosos y coléricos" (1880); en Barcelona, el Hospital de Niños Pobres y la institución de la "Gota de leche", por el Dr. Francisco Vidal Solares (1892); en Madrid, el hospital de San Rafael, impulsado por los hermanos de San Juan de Dios (1892). Este mismo año, el Dr. Tolosa – Latour levanta, a sus expensas, el Hospital Marítimo de Chipiona (Cádiz), con el fin de aplicar los beneficios del sol y los baños de mar a la curación de enfermedades infantiles, como la escrofulosis y el raquitismo.
El Siglo XX, la Era de los Derechos del Niño.
Comienza el siglo con la consideración del niño como un objeto propiedad de sus padres, un adulto en miniatura, útil para el trabajo y la economía familiar. Gracias a los avances en la pedagogía (Piaget, Ajuriaguerra, Wallon), y de la psicología evolutiva, con los trabajo de Spitz sobre el hospitalismo infantil, de Bolwy sobre las carencias maternas, sin olvidar los españoles Moragas, López Ibor, Rof Carballo, el niño es considerado una persona diferente del adulto, en pleno desarrollo evolutivo de sus capacidades y con necesidades especiales. Así Laín en mayo de 1979 decía: "Solo bien entrado el siglo XX ha ganado plena madurez la consideración científica del Niño". Esto era corroborado por el Dr. Bosch-Marín, en la Conferencia de la Real Academia Nacional de Medicina, con motivo del Año Internacional del Niño, que "el nuestro será el siglo del Niño" (Bosch-Marín, 1978)
En España, era tal la preocupación por las deficientes circunstancias que afectaban al niño, que, en el año 1900, el Dr. Tolosa – Latour organizó el Primer Congreso Internacional de Protección de la Infancia, en donde se propusieron medidas médicas y legales. La labor incansable de Tolosa-Latour le llevó hasta las Cortes para defender en 1904 la primera Ley Española de Protección de la Infancia. De esta ley se derivó, en 1908, el Consejo Superior de Protección de la Infancia y Represión de la Mendicidad, del que fue secretario general; este organismo impulsó el Reglamento de Puericultura de 1910 y más tarde la creación de la Escuela Nacional de Puericultura, así como, los Tribunales Tutelares de Menores Abandonados o Desatendidos en 1918. Las grandes aportaciones de este eminente filántropo son, además: la protección del embarazo, el parto, la lactancia, la promoción de la familia, la medicina escolar, la psiquiatría infantil, la separación de los niños de las cárceles, la atención de los niños abandonados y la regulación de las condiciones de trabajo de la segunda infancia.
Este movimiento, iniciado en España, llegó a los países occidentales, a través de las diferentes organismos e instituciones en que participaba, e impulsando el conocimiento de las necesidades educativas, sanitarias y sociales de la infancia y la familia, como el Centro Internacional de la Infancia de París, que en palabras de su Director, el Profesor Manciaux afirmaba: "Es preciso comprender e interpretar y actuar sin culpabilizar a los padres que son ellos mismos víctimas y verdugos: ¿cómo podrán dar amor a sus hijos si ellos no lo han recibido nunca?". (Manciaux, 1984) Así como, se identifica la necesidad de poner en marcha de sistemas de vigilancia epidemiológica, y estrategias de prevención del MTI, para una protección integral de la infancia como la educación familiar, que en vano hace más de cien años propugnara María Montessori, "hay que liberar al niño de la tiranía del adulto" y considerar, como dijo Maurice Schummann, "los deberes de la familia y la sociedad para con el niño, y es nuestro primer deber, buscar la felicidad durante el largo período de la infancia".
En la década de 1950, se inicia un movimiento internacional en favor de los derechos del menor encabezada por el Dr. BOSCH-MARÍN, de plena vigencia, que defiende que el niño es un ser en pleno desarrollo de sus capacidades objeto de derechos fundamentales. Con esto, se produjo el cambio de paradigma sobre la infancia de todos los tiempos, que evolucionó de considerar a la infancia como un ser adulto en miniatura y objeto propiedad de los padres, a ser personas diferentes del hombre adulto en proceso evolutivo de maduración y con necesidades especiales; y por fin, a ser niños con derechos fundamentales.
En enero de 1977, el Dr. Bosch-Marín, en la Conferencia a la Real Academia Nacional de Medicina sobre "Necesidades básicas de la infancia y sus organismos internacionales. Acción conjunta de OMS y UNICEF" comenta: "junto a la situación de primitivismo cultural y sanitario, junto a los viejos peligros de enfermedad y analfabetismo del mundo subdesarrollado, propio del Hemisferio Sur, sufre el mundo desarrollado otros graves peligros, que constituyen también necesidades básicas: sufre el grave peligro inherente al irreversible fenómeno de la urbanización, con el desarraigo y masificación consiguiente; sufre de hambre de amor con las nefastas consecuencias de carencias maternas; sufre de los efectos del stress de la vida moderna que enerva a los adultos y aparecen enfermedades nuevas como el denominado –Síndrome del Niño Maltratado – "(Bosch-Marín, J. 1977). Y siguiendo las palabras de Lain cuando afirma que "llegado el siglo XXI algo nuevo dirán acerca de sus hijos, los niños de ahora. Hagamos votos porque los niños de hoy, rectores del mundo del año 2000, que en virtud del progreso económico, cultural y sanitario no padecen ya, en esta parte del mundo hambre de pan, hambre de cultura, ni mortalidad indebida gracias a una mejor asistencia, beneficiándose de los progresos de la pediatría y puericultura, no lleguen nunca a sufrir la más terrible de las carencias del mundo contemporáneo: "el hambre de amor" (Bosch-Marín. El derecho se ser Niño. 1980). No malgastemos los tesoros de la niñez, recordando a Ortega cuando afirmaba: "El hombre será mas feliz cuando al llegar a los treinta años, haya acumulado mayores tesoros de infancia" (Bosh-Marín, J. El Preescolar en la edad de oro de la infancia. 1967)
En los Estados Unidos de América, en Nueva York, en 1.874, es la primera vez que se defendió a una niña que fue golpeada y encadenada por sus padres adoptivos. Ante esta situación sus vecinos decidieron llevar el caso ante un tribunal, pero tuvo que ser representada por la Sociedad Protectora de Animales al no existir instancia legal alguna que la defendiera. Se utilizaron argumentos relacionados con la prevención de la crueldad hacia los animales. La Ley de Protección a los Animales es anterior a la de la Protección a la Infancia. La Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales argumentó que "puesto que Mary Allen era parte del reino animal, merecía, al menos, tanta protección como un perro común". El fallo del tribunal de la Corte de Nueva York fue que "Mary Allen Wilson fue víctima de maltrato y negligencia". De esta forma se ganó el primer proceso judicial que defendía a un menor del maltrato físico. La publicidad respecto a este hecho llevó a la creación, en 1875, de la Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Niños, la que posteriormente en 1884, fue creada en el Reino Unido.
En el resto de Europa, el personal sanitario va a tardar en tomar conciencia de este problema. En 1860, el médico parisino Ambroise Tardieu, catedrático de Medicina Legal en París, después de realizar las autopsias de 32 niños golpeados y quemados con lesiones de hematomas y hemorragias, que fueron víctimas de maltrato hasta causarles la muerte. Éste y otro trabajo realizado en Londres, inician el estudio y la preocupación de los médicos por el tema. Desde entonces y hasta bien entrado el siglo XX, este problema queda en una fase de latencia. En 1929, Parisot y Causade realizan un estudio que presentan en el XIV Congreso de Medicina Legal de París. Posteriormente, J. Caffey, en 1946, describió la presencia de hematomas subdurales asociados con alteraciones radiológicas de fracturas óseas de los huesos largos, sin causa aparente que las justificaran. Silverman describió la evolución detallada de las mismas y señaló, por primera vez, que los padres pudieran ser los autores de estas lesiones. P. Wolley, en 1955, alertó de la brutalidad y crueldad del MTI, destacando la importancia el medio familiar y social del niño en el origen de los mismos. H. Kempe, en 1961, en la Reunión Anual de la Academia Americana de Pediatría, utilizó la expresión "síndrome del niño apaleado", con base en las características clínicas presentadas por los casos que ingresaban al servicio de pediatría del Hospital General de Denver, en Colorado para referir el uso de la fuerza física en forma intencional, no accidental, dirigida a herir, lesionar o destruir al niño, ejercida por uno de sus padres o por otra persona responsable del cuidado del menor. Este concepto fue ampliado por Fontana al indicar que estos niños podían ser agredidos no sólo en forma física sino también emocionalmente o por negligencia, de modo que sustituyó el término de Síndrome del Niño Apaleado por el de Maltrato Infantil (Fontana, 1977). Desde entonces, se han publicado una serie de artículos sobre el concepto, que trata de abarcar las diferentes modalidades sobre la acción de lesionar a un niño, que han ampliado el marco conceptual y diversificado las clasificaciones sobre los tipos de MTI.
SITUACIÓN ACTUAL Y PERSPECTIVAS PARA EL SIGLO XXI
A finales del siglo XX se vieron los resultados del magnífico trabajo en beneficio de los derechos del niño. El Mundo reconoce por fin la importancia de la infancia, que resumimos en Tabla 1 (UNICEF, 2005)Tabla 1.
El Mundo Reconoce la Importancia de la Infancia
1919 Eglantyne Jebb. pone en marcha Save the Children Fund, como respuesta a la miseria en que la guerra hunde a miles de niños en Europa. Aspira a algo más que a ofrecer un socorro inmediato y, en 1920, se traslada a Ginebra para crear Save the Children International Union (que más tarde se convertiría en la Unión Internacional de Protección de la Infancia). |
1924 La Sociedad de Naciones aprueba la Declaración de Ginebra o Tablas de los Derechos del Niño, redactada por la Unión Internacional de Protección de la Infancia. La Declaración establece que el niño tiene derecho al desarrollo material, moral y espiritual; a recibir ayuda especial cuando esté hambriento, enfermo, discapacitado o huérfano; a que se le socorra en primer lugar en situaciones graves; a estar protegido contra cualquier explotación económica y a recibir una educación que le inculque un cierto sentido de responsabilidad social. |
1948 La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba la Declaración Universal de Derechos Humanos, cuyo artículo 25 se refiere al niño como poseedor de "derecho a cuidados y asistencia especiales". |
1959 La Asamblea General de las Naciones unidas aprueba la Declaración sobre los Derechos del Niño, que reconoce derechos como el derecho a no ser discriminado y el derecho a tener un nombre y una nacionalidad. También consagra en la práctica los derechos de la infancia a la educación, a la atención de la salud y a la protección especial. |
1979 Las Naciones Unidas declaran 1979 como Año Internacional del Niño. El mayor logro del Año es poner en marcha un proceso de mayor significación a largo plazo: la Asamblea General acuerda que se establezca un grupo de trabajo compuesto por miembros de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, por expertos independientes y por delegaciones observadoras de estados que no son miembros de las Naciones Unidas, organizaciones no gubernamentales y organismos de las Naciones Unidas, con el fin de redactar una Convención que sea jurídicamente vinculante. |
1989 La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba por unanimidad la Convención sobre los Derechos del Niño, que entra en vigor al año siguiente. |
1990 Se celebra en Nueva York la Cumbre Mundial en favor de la Infancia. A ella asisten 71 Jefes de Estado y de Gobierno. Los dirigentes mundiales firman la Declaración Mundial sobre la Supervivencia, la Protección y el Desarrollo del Niño, así como un Plan de Acción para aplicar la Declaración, que establece metas que deben lograrse para el año 2000. |
1994 El Año Internacional de la Familia reafirma que los programas deberán apoyar a las familias, que son las que alimentan y protegen a los niños, en vez de ofrecer sustitutivos a dichas funciones. |
1999 Se aprueba el Convenio sobre la prohibición de las peores formas de trabajo infantil y la acción inmediata para su eliminación (Convenio Nº 182 de la OIT). |
2000 Los Objetivos de Desarrollo del Milenio incorporan metas específicas relacionadas con la infancia, entre ellas la reducción de la mortalidad mundial de niños menores de cinco años en dos terceras partes, y el logro de la educación básica universal a lo largo del período comprendido entre 1990 y 2015. La Asamblea General de las Naciones Unidas aprueba dos Protocolos Facultativos de la Convención sobre los Derechos del Niño: uno sobre la participación de los niños en conflictos armados, y otro sobre la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía. |
2002 La Asamblea General de las Naciones Unidas celebra una Sesión Especial en favor de la Infancia, reuniéndose por primera vez para debatir específicamente cuestiones relacionadas con la infancia. Cientos de niños participan formando parte de las delegaciones oficiales. Los dirigentes mundiales se comprometen a crear "Un mundo apropiado para los niños", y reafirman que la familia tiene la responsabilidad básica de la protección, la crianza y el desarrollo del niño, y que tiene derecho a recibir una protección y un apoyo integrales. |
Concepto y tipos
El estudio del MTI comienza por definir los conceptos de Infancia y Maltrato, para poder identificar el de caso, elaborar el diagnóstico y tratamiento apropiado. Además la definición de Maltrato Infantil es el fundamento para establecer un marco legal, proceso que no es fácil dada la complejidad del problema.
2.1. LA INFANCIA: UNA DEFINICIÓN VARIABLE
El concepto de infancia está condicionado históricamente por lo que a lo largo de los siglos se entiende por "niño", y que ha ido variando según las distintas culturas y su respectivo desarrollo. La infancia es mucho más que la época que transcurre antes de que la persona sea considerada un adulto: se refiere al estado y la condición de la vida de un niño, a la calidad de esos años. Sin embargo, a pesar de numerosos debates intelectuales sobre la definición de la infancia y sobre las diferencias culturales acerca de lo que se debe ofrecer a los niños, y lo que se debe esperar de ellos, siempre ha habido un criterio ampliamente compartido de que la infancia implica un espacio delimitado y seguro, separado de la edad adulta, en el cual los niños y las niñas pueden crecer, jugar y desarrollarse. (UNICEF. Estado mundial de la infancia 2005).
En la actualidad, la comunidad internacional utiliza la definición que ofrece la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), en su Artículo 1, para definir la niñez como "todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad." La Convención es el primer tratado internacional de derechos humanos que combina en un instrumento único una serie de normas universales relativas a la infancia, y el primero en considerar los derechos de la niñez como una exigencia con fuerza jurídica obligatoria, vinculante para los estados que la han firmado.
Generalizar la protección hasta la edad de 18 proporcionaría mayor protección a la niñez frente a la violencia y la explotación del menor, así como, la protección jurídica ante los tribunales de justicia que siempre los considera como víctimas ante la ley y no como delincuentes. Estas obligaciones relativas a la protección de la infancia hasta los 18 años de edad, también promueven el desarrollo de la legislación de los Estados para garantizar el ejercicio de otros derechos, como son la educación y la salud. Desde la proclamación de la CDN otras organizaciones se han sumado sus fuerzas:
También, en el contesto internacional de las Organizaciones No Gubernamentales, la edad de 18 años ha ganado la aceptación como la edad apropiada para determinar la niñez. En su jurisprudencia, el Comité para la CDN reconoce 18 años como la edad más apropiada para determinar el límite de la infancia:
Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar el Tráfico de Personas, especialmente de Mujeres y Niños (UN Convention Against Transnational Organised Crime. Article 3. 2001).
La Organización Internacional del Trabajo (Convention No. 182 on the Worst Forms of Child Labour, 2000) que considera infancia a todos los menores de 18 años.
World Vision International toma como límite legal la edad de 18 años para la elaboración de los estándares en la legislación internacional. (World Vision International. (Public Policies. January 2003).
Si bien la CDN deja claro en su Artículo 1. que la infancia se extiende hasta los dieciocho años de edad salvo que, en virtud de la ley haya alcanzado antes la mayoría de edad. Y la salvedad que introduce se matiza más adelante, en el artículo 41: "Nada de lo dispuesto en la presente Convención afectará a las disposiciones que sean más conducentes a la realización de los derechos del niño y que puedan estar recogidas en:
a) El derecho de un Estado Parte; o
b) El derecho internacional vigente con respecto a dicho Estado."
Es decir, que la aplicación de la normativa al caso concreto deberá regirse por la búsqueda del trato más favorable del menor en cuestión.
En algunos países, la mayoría de edad se obtiene con el matrimonio, de manera que las novias infantiles no son protegidas hasta la edad de 18. Generalizar la protección hasta la edad de 18 proporcionaría mayor protección a la niñez frente a la explotación sexual. La edad de consentimiento define el tiempo legal en el que una persona puede consentir voluntariamente a la actividad sexual con otra persona. Esto varía, según los países, e incluso dentro de un país. Por ejemplo:
El Código Penal de España establece la edad de consentimiento a los 13 años.
En las Maldivas, existe una ausencia de legislación sobre edad de consentimiento sexual, dejando a la niñez vulnerable a la explotación.
En el caso de algunos estados federales, tales como Australia, no existe uniformidad entre provincias y territorios con relación a la edad de consentimiento.
La definición legal de un niño también afectará la manera en que se trata a los delincuentes en los tribunales. Por ejemplo:
Las disposiciones legales en Canadá prohíben el manoseo a niños, o incitar a otros a manosear a un niño menor de 14 años con propósitos sexuales. La pornografía que muestra a menores de 18 es ilegal.
En Egipto, el castigo por delitos sexuales aumenta si la víctima es menor de 21 años.
Esto se vuelve más complejo por el hecho de que muchos países no registran los nacimientos de niños y niñas, por lo que no conocemos su edad cronológica. En otros casos, proporcionan la documentación documentos de identificación falsos pueden fácilmente "reclasificar" a un niño o niña como adulto.
Un niño (a) puede ser una persona de cualquier género. Pese a que ello puede resultar obvio y apenas cabe mencionarlo, muchas de las leyes que poseen los gobiernos para proteger a la niñez de la explotación sexual únicamente abordan la cuestión con relación a la explotación de las niñas. Generalmente, el abuso sexual de los varones es ignorado o descartado. Por ejemplo:
En Tailandia se ha encontrado resistencia a las enmiendas en el Código Penal que intentan proteger tanto a los niños como a las niñas de la violación y/o explotación sexual comercial. Actualmente, bajo las leyes vigentes solo una niña o mujer puede ser violada o explotada. En la legislación de otros países existe un tratamiento diferencial entre niños y niñas.
En Jordania existe muy poco reconocimiento de la explotación sexual, aunque existen leyes relacionadas con el rapto que intentan combatirla. Pese a que esto no protege de manera adecuada a la niñez de la explotación sexual, una mayor preocupación tiene que ver con que la diferencia en la severidad de las penas depende del sexo de la persona.
En la mayoría de países la demanda de niñas es más común y extendida. Sin embargo, por mucho tiempo ya, se ha sabido que ciertos países son destinos preferidos por los turistas sexuales que buscan involucrar a niños o jóvenes varones. Los llamados "chicos de playa" pueden encontrarse en destinos turísticos populares como son, Sri Lanka, Kenya y la República Dominicana.
Comparada a otras regiones del mundo, en Europa del Este los varones parecen constituir una mayor proporción de la cantidad total de víctimas de la prostitución infantil.
2.2. DEFINICIÓN DE MALTRATO INFANTIL Y TIPOS
Definir los malos tratos a la Infancia resulta complejo. Existe un consenso referente a los grandes Síndromes del Niño Maltratado y situaciones de alarma social, pero otras circunstancias no se presentan tan evidentes. Los propios profesionales tienen diferentes criterios, lo que se traduce en la existencia de múltiples definiciones.
El concepto del maltrato infantil inicialmente se hizo en referencia al maltrato físico con un predominio de criterios médicos-clínicos, para ir evolucionando hacia la situación actual en que las definiciones se basan en las necesidades y derechos de los niños.
El MTI es un problema de salud pública de difícil abordaje científico a nivel mundial, debido a, la falta de una definición universalmente aceptada, y la variedad de códigos morales en los distintos países.
La Sociedad Internacional para la Prevención del Maltrato Infantil realizó un estudio comparativo de las definiciones de MTI en 58 países (Bross y cols. 2000) encontrando discrepancias: algunas definiciones se centran en los actos de los adultos independientemente del resultado, mientras que otras consideran MTI cuando hay daño para el niño. Parte de la bibliografía incide en que el daño sea intencional o no para calificar de maltrato. Todo esto viene complicado por el hecho de que la noción de lo que son comportamientos aceptables o que producen un daño a la infancia, están influidos por el desarrollo cultural y sometidos a una continua revisión, a medida que van evolucionando los valores y las normas sociales.
El concepto de Maltrato contra la infancia está reflejado en Artículo 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas en la que los Estados partes adoptarán todas las medidas legislativas administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra" toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo".
La definición que cubre la mas amplia gama de tipos de MTI, es la propuesta en el Informe de la OMS sobre Prevención del Maltrato Infantil (1999), "toda forma de maltrato físico o emocional, abuso sexual, negligencia o tratamiento negligente, explotación comercial o de otra índole, que resulta en una daño real o potencial a la salud, la supervivencia, el desarrollo o la dignidad del niño/a, en un contexto de relaciones de responsabilidad, confianza o poder".
La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE 10) reconoce el maltrato como un problema de salud con su correspondiente código T74, y específicamente sus formas:
negligencia y abandono (T74.0),
el maltrato físico (T74.1),
el abuso sexual (T74.2) y
el maltrato emocional (T74.3).
Clasificamos y definimos los tipos de MTI, en las tablas 2 y3. En la tabla 2 ofrecemos las definiciones de las cuatro formas anteriormente citadas. Además, incluimos otras definiciones terminológicas propuestas por el Grupo de Naciones Unidas de la Convención de los Derechos del Niño (2005) que no están incluidas en la CIE – 10, como son: la mendicidad, la corrupción, la explotación laboral y el maltrato institucional que formarían parte, a la vez, tanto del maltrato físico como del maltrato emocional. (Sáez, Benguigui, Del Rey Calero, 2006) y en la tabla 3 la clasificación de los tipos de maltrato, según sea la intencionalidad, activo y pasivo (Sáez Crespo JA y Martínez Piédrola M, 2000).
Por último, queremos incorporar una de las más recientes aportaciones es el término de Violencia de género como "cualquier acto de fuerza verbal o física, o de privación que atente contra la vida, dirigido a personas de un sexo y que cause daño físico o psicológico, humillación o deprivación arbitraria de la libertad o que perpetúe la subordinación1" (Concha-Eastman A y Guerrero R, 1999)
Tabla 3
Clasificación del Maltrato Infantil
MALTRATO | ACTIVO | PASIVO | |
F I S I | Físico Abuso sexual Maltrato prenatal | Negligencia en el cuidado físico Abandono | |
C O E M O | Mendicidad Corrupción Explotación laboral | Institucional | |
C I O N A L | Maltrato emocional | Negligencia en el cuidado psico-afectivo |
Sáez Crespo JA y Martínez Piédrola M. Rev. Enfer. Cient. 224-225; 5-13, 2000.
En España, a partir de las definiciones internacionales anteriormente citadas, el Grupo de Trabajo sobre Maltrato Infantil del Observatorio de la Infancia realizó una propuesta, en 2001, para la unificación de criterios generales acerca del concepto de maltrato infantil, bajo la premisa fundamental de equipo multidisciplinar formado por trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos, médicos y diplomados universitarios en enfermería, y proponen los malos tratos a la infancia como: "Acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas, instituciones o la propia sociedad".
Esta definición incluye lo que se hace (acción), lo que se deja de hacer (omisión), o se realiza de forma inadecuada (negligencia), ocasionando al niño no solamente daño físico, psicológico – emocional y social, sino que considerándole persona – objeto de derecho incluye sus derechos y su bienestar, y cuyos autores pueden ser las personas (familiares o no) y las instituciones –administraciones- (maltrato institucional).
La legislación española define el desamparo legal, Código Civil Art. 172, como: "situación que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de menores, cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material".
Las causas por las que cabria la intervención de los servicios de protección infantil se recogen de forma esquemática en la tabla 4
Tabla 4
Principales Causas de Intervención de los Servicios de Protección Infantil
Observatorio de la Infancia. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Madrid, 2001
El grupo español del Observatorio de la Infancia aporta a la clasificación internacional la perspectiva del momento en el que se produce el maltrato y la actitud del autor del maltrato (Tabla 5)
Tabla 5
Tipología del Maltrato Infantil
Epidemiología
3.1. NIVEL MUNDIAL
La magnitud del problema es mundial y difícil de cuantificar, ocurre en todos países. No hay cultura, raza, o religión que esté libre del MTI. Se produce en una variedad de formas y está profundamente arraigado en las prácticas culturales, económicas y sociales. Sin embargo, para resolver este problema se requiere un conocimiento mucho mayor de las formas en que se manifiesta en diferentes contextos, así como de sus causas y consecuencias en esos contextos, como enuncia el Informe Mundial sobre la violencia y la salud (OMS, 2003). No obstante son escasos los países que tienen sistemas de vigilancia epidemiológica operativos, según el estudio de Perspectivas Mundiales sobre el Maltrato Infantil (IPSCAN, 2006).
Las diferentes culturas tienen reglas distintas acerca de cuáles prácticas de crianza son aceptables. Algunos investigadores han señalado que los criterios sobre la crianza de los niños en diversas culturas quizá diverjan a tal grado que resulte sumamente difícil alcanzar un consenso sobre qué prácticas implican maltrato o descuido. Pero existe bastante uniformidad lo concerniente a las prácticas disciplinarias muy duras y el abuso sexual. (Facchin, 1998; Bross, 2000).
Aunque la mayoría de los estudios se han realizado en los países desarrollados, hay pruebas irrefutables de que es un fenómeno frecuente en todo el mundo. Mucho más puede y debe hacerse al respecto desde la perspectiva de la Salud Pública. En muchos países, hay poco conocimiento sobre el maltrato de los menores entre el público o los profesionales de la salud. El reconocimiento y la concientización, si bien son constituyen elementos esenciales para la prevención eficaz, son solo parte de la solución. Los esfuerzos y las políticas de prevención deben dirigirse directamente a los niños, a quienes les prestan asistencia y a los entornos en los que viven, para prevenir que se produzca el maltrato potencial y tratar eficazmente los casos de maltrato y descuido que se hayan producido. Se requieren aquí los esfuerzos concertados y coordinados de una amplia gama de sectores, y los investigadores y los profesionales de la salud pública pueden desempeñar una función clave al liderar y facilitar el proceso.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha abordado en diversas ocasiones el maltrato infantil y ha promovido el estudio sobre el maltrato físico. Además, organizados por la OMS se celebró la Primera Reunión en estrategias para la protección infantil (Padua, Italia 1998) y la Consulta sobre prevención del maltrato infantil (Ginebra, Suiza 1999).
Desde esta perspectiva de la Salud Pública, en diciembre de 1998, la Asamblea General de la ONU decidió convocar, como parte integrante de la Asamblea del Milenio, una Cumbre del Milenio para septiembre de 2000 sobre "La función de las Naciones Unidas en el siglo XXI". Durante el desarrollo de esta Cumbre del Milenio de las Naciones Unidas, se gestó la Declaración del Milenio y se fijaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La Declaración del Milenio, que todos los países aprobaron en el 2000, consideraron como un proyecto para construir un mundo mejor para la infancia en el siglo XXI y se comprometieron a lograr la vigencia plena de los derechos de los niños y niñas a la supervivencia, la salud, la educación, la protección y la participación, entre otros.. Reprodujo las aspiraciones de la comunidad internacional para de conseguir un nivel de vida decente para la infancia: "una época en la que todos los niños y las niñas gocen de buena salud, estén protegidos contra los peligros y rodeados de adultos cariñosos y enriquecedores que les ayuden a crecer y desarrollar su pleno potencial de los 2.000 millones de niños y niñas". (ONU. Declaración del Milenio. 13 de septiembre de 2000)
Las cuestiones relacionadas con la protección de la infancia guardan relación con todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (UNICEF, 2006), desde la eliminación de la pobreza y el aumento del acceso de los niños a la educación escolar, hasta la eliminación de la desigualdad basada en el género y la reducción de la mortalidad infantil. Si no se resuelven las deficiencias en materia de protección de la infancia resulta simplemente imposible conquistar casi todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Por ejemplo, el trabajo infantil dilapida el capital humano de las naciones y representa un obstáculo para la eliminación de la pobreza extrema (ODM 1); el MTI contra niños y niñas daña su salud física y mental, desestabiliza los entornos seguros de aprendizaje (ODM 2) y hace estragos en la igualdad entre los géneros en todos los niveles de la educación. El matrimonio adolescente suele traer aparejado el abandono de los estudios escolares por parte de las niñas y, por lo tanto, impide el logro de la igualdad de género (ODM 3), los niños y niñas a quienes se separa de sus madres, y en especial si se les recluye en instituciones, corren mayor peligro de muerte, lo que dificulta los esfuerzos por reducir la mortalidad infantil (ODM 4); la mutilación genital femenina atenta contra el mejoramiento de la salud materna (ODM 5), y la explotación y el abuso sexual complican la lucha contra la infección por VIH y otras enfermedades (ODM 6). Además, los desastres ecológicos incrementan las probabilidades de que los niños y niñas sean víctimas de explotación y abuso, y de ahí la necesidad de lograr que el medio ambiente sea sostenible (ODM 7). En general, la protección de la infancia requiere una estrecha cooperación entre diversos aliados, lo que consolida la necesidad de establecer una alianza mundial en pro del desarrollo (ODM 8).
El Estado Mundial de la Infancia 2008 presenta una amplia evaluación de la situación actual y presenta la magnitud de algunos indicadores de MTI y su definición (tabla 6) y los indicadores de la supervivencia infantil y la atención primaria de la salud para las madres, los recién nacidos y los niños y niñas en relación con los logros alcanzados en cada uno de los ODM, como se expone en la tabla 7. (UNICEF, 2008)
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