La década dorada: Economía e inversiones españolas en América Latina (página 2)
Enviado por IVÁN JOSÉ TURMERO ASTROS
POLÍTICA FISCAL En el macroeconómico, las políticas monetarias y cambiarias realistas y transparentes están muy presentes con el fin de reducir los niveles de incertidumbre relacionados con la estabilidad económica, creando incentivos a la inversión a largo plazo. Pero la política fiscal juega un papel más importante en relación a la reanudación del crecimiento económico y en los avances de la eficiencia del Estado y de la economía de manera general. Al instante de ejecutar una reducción sistemática del déficit fiscal mediante la aplicación de leyes de responsabilidad fiscal, aunque pueda tener un efecto negativo tiene dos impactos importantes y con certeza más duraderos a largo plazo, ya que, primero reduce la necesidad de financiamiento del gobierno y aumenta de la inversión privada. Según diversos estudios, un mejor contexto económico y un tono más austero de la política fiscal ayudaron a la región a reducir su déficit fiscal promedio al 2,4% del PIB en 2000, después de que éste hubiese alcanzado en 1999 el nivel más alto de los últimos diez años (3% del PIB). Elementos exógenos, como la meja del precio del petróleo y otros cíclicos, como el mayor dinamismo de las economías ayudaron a las políticas de ajuste para superar la brecha fiscal, si bien la mejoría no aconteció en todos los países, como es el caso evidente de Argentina.
TABLA V. DÉFICIT GLOBAL EN ARGENTINA (millones de dólares) Es notable recuperación de los ingresos públicos de los países exportadores de petróleo (Colombia, Ecuador, México y Venezuela), favorecidos por los mayores precios internacionales del crudo, siendo esta la mayor actividad económica, generando el aumento del consumo redundaron en una recuperación de los ingresos indirectos. Estas actividades económicas también favorecieron la tributación directa, complementando la lucha contra la evasión de impuestos. Además, durante el año 2000, disminuyeron los gastos públicos, motivada por los límites formales que los gobiernos se impusieron.
POLÍTICA MONETARIA La tendencia a una cierta normalización de los mercados financieros internacionales percibida desde finales de 1999, permitió durante el 2000, apoyar una política más expansiva en los países que habían sufrido una recesión el año anterior y deseaban complementar la reactivación con un nivel adecuado de liquidez. El sistema de liquidez cayo durante la recesión de 1999, se recuperó parcialmente de esta pérdida en el ejercicio 2000.A pesar de todo los Países que continuaron enfrentándose a fuertes restricciones externas no pudieron suavizar su política monetaria, como sucedió en Argentina.
GRÁFICO VI. LA DEUDA DE ARGENTINA (millones de dólares)
Otros factores externos, como el aumento de precios del petróleo (2000), alzas de interés en EE.UU. complicaron el manejo de la política macroeconómica, obligando a los países afectados a adoptar políticas más cautelosas de las inicialmente previstas. Se presentó menos volatilidad en el mercado en el año 2000, tras los ajustes que sufrieron algunas monedas y las modificaciones de regímenes cambiarios de 1999. A partir del año 2000 dos países adoptaron esquemas de dolarización, consecuencia de la debilidad de sus respectivas monedas: Ecuador y El Salvador, generando cambio en la política monetaria, la tasa de interés real se redujo en un grupo amplio de países, continuando con la tendencia perceptible desde el segundo semestre de 1999. El margen de intermediación, se amplió durante 1998 y 1999, no mostró variaciones. A pesar de esta rebaja en los tipos de interés, la oferta crediticia permaneció estancada. Impulsando una disminución en la demanda de financiamiento por parte del sector público, por el déficit fiscal y también la atonía de la inversión interna, tanto de empresas como de particulares.
EDUCACIÓN Y TECNOLOGÍA La perspectiva de equilibrio presupuestario, el Estado deberá continuar privilegiando las inversiones en las áreas de la educación básica con el fin de aumentar el capital humano regional y contribuir así a un aumento de la productividad. El decaimiento del progreso tecnológico mundial se explica en parte por las diferencias de educación, ya que la capacidad de innovación tecnológica y de asimilación de nuevas tecnologías está medida por los conocimientos y la capacidad de aprendizaje de empleados y trabajadores. La ausencia de sistemas adecuados genera una sub-utilización del capital humano con el serio gravamen para la productividad y competitividad de las empresas. Es importante intensificar las inversiones públicas en la mejora de los sistemas educativos, para mejorar las capacidades productivas y competitivas; y, simultáneamente, contribuir también a través de la educación a reducir la pobreza y generar una mejor distribución del ingreso.
La tecnología es otro sector prioritario de la inversión pública y de mucha importancia, debido a que esta es muy significativa entre las economías avanzadas de América Latina y los países más desarrollados. Cabe mencionar que la región continúa en posición de desigualdad, cuando se le compara con los avances que se registran en otros países en desarrollo de Asia. En una nueva economía informatizada, interconectada y globalizada, la posición competitiva de una economía depende y dependerá de manera creciente de su capacidad para generar y absorber tecnologías que se renuevan progresivamente con mayor fuerza, teniendo como activo más importante la educación, valor supremo en la Sociedad de la Información y del Conocimiento. La evolución de las tecnologías pone a prueba la capacidad de innovación de todos los países de la región.
Pero en América Latina, solo una de cada 30 personas tiene acceso a Internet, mientras que en Estados Unidos esa relación es de uno de cada tres, y solamente hay tres servidores de Internet por cada 10.000 habitantes, frente a 173 en los países desarrollados (2000). Por supuesto, el acceso a Internet puede verse limitado por la cobertura de los servicios telefónicos, pero ésta es sólo una de las restricciones para poder extraer los beneficios de esa nueva tecnología. Debido a la etapa de difusión de la informática, se pueden comprobar la relevancia de estas variables y de comprender de forma más general, las causas del atraso tecnológico de la región. La práctica de la innovación tecnológica, ocurre en contextos institucionales específicos, que no se reflejan adecuadamente en variables como las recién consideradas, en donde también hay campos intensos y extensos para la acción del gobierno. Mediantes estudios recientes sobre la innovación de la región demuestran que los gastos de investigación y desarrollo (I+D) en América Latina son muy limitados, por el escaso personal para que ejecuten esta actividades, mientras que las vinculaciones entre las empresas y los centros de investigación son incipientes y los flujos de información son débiles. Es importante que existan incentivos atractivos que prendan y hagan posible mejorar el ambiente de innovación tecnológica en estas áreas. Los países en desarrollo deben permanecer abiertos al comercio y a la inversión extranjera directa, a fin de recibir las últimas innovaciones y procesos tecnológicos, para evitar los riegos quedar marginados, ya que la incorporación de Internet en el comercio regional e internacional que cobra cada vez más importancia.
INTEGRACIÓN ECONÓMICA La continuidad de una política comercial abierta y el fortalecimiento del proceso de integración económica regional son dos principios básicos en la búsqueda del mejoramiento de los niveles de competitividad de los países de la región. Es indispensable contar con una integración potencial económica con instrumentación de los diferentes acuerdos de libre comercio, unión aduanera y mercado común existentes en América Latina son enormes. La ampliación de estos acuerdos, sea a través de la incorporación de países como Bolivia y Chile al Mercosur, por medio de acuerdos en grupos de países como Mercosur y la Comunidad Andina, teniendo como resultado mercados regionales más extensos, con mejores oportunidades de ganancias generadas.
Las medidas proteccionistas disminuyeron en el año 2000, y continuó igualmente el descenso en las tasas arancelarias. Dentro del Mercosur, se inició un proceso destinado a fomentar la coordinación macroeconómica, para fortalecer la integración económica y disminuir la vulnerabilidad de los países miembros a los vaivenes del mercado internacional. El proceso de creciente integración económica regional, exigirá algo más que una simple reducción o eliminación de protecciones tarifarias y no tarifarias. Por ejemplo, la armonización de las políticas macroeconómicas es de extrema importancia para que la región avance hacia los niveles siguientes del libre comercio y reduzca los efectos negativos a corto plazo de los «shocks» económicos externos. Las comunicaciones y la energía y una mayor integración de los mercados financieros son otros ejemplos de las medidas más complejas que la región ha discutido recientemente, y que deberá poner en práctica en un futuro.
MERCADO DE TRABAJO América Latina no tiene abundancia de trabajo sin cualificación, implicando esta mayor concentración en la producción de bienes intensivos en mano de obra no especializada, y donde la competitividad internacional depende ante todo del costo de la mano de obra. A pesar de esto no ha logado obtener una estructura educativa comparable con la de los países líderes del Sudeste Asiático o los desarrollados. Es importante acotar que la fuerza de trabajo en América Latina cuenta con educación primaria (completa o incompleta) y algunos países cuentan con proporciones respetables de trabajadores con estudios universitarios. Implicando esto el riesgo de no poder competir frente a regiones de menor educación en la producción de bienes intensivos en mano de obra no calificada, pero ofrece mejoras más rápidas de productividad y de penetrar algunos segmentos de los mercados de bienes de contenido tecnológico medio o alto, como ya lo han conseguido México, Brasil y últimamente con bastante intensidad, Costa Rica.
Ningún sector productivo, puede pretender que su competitividad se base en reducir el bienestar de sus trabajadores. La posibilidad de competir y expandirse no depende del salario de los trabajadores, sino de los costos laborales unitarios, es decir la combinación del costo efectivo por trabajador y la productividad del trabajo. En muchos países de América Latina, se puede disminuir los costos efectivos por trabajadores sin tener que recurrir a sacrificar el bienestar de los mismos.
La productividad del trabajo se ve afectada por el retraso educativo de muchos países latinoamericanos, las deficiencias de los sistemas de capacitación y la calidad de las relaciones laborales. La prioridad fundamental debe ser la universalización de la educación secundaria mediante una mezcla de incentivos de oferta y demanda. Para obtener una mejor educación y poder mejorar las posibilidades futuras de los sistemas de capacitación laboral. Profundizando el diseño institucional para poder responder a las necesidades de las empresas y contribuyan a elevar las posibilidades de empleo y la productividad de los trabajadores.
Sin dudas las políticas públicas pueden mejorar las relaciones laborales propiciando mecanismos de diálogo. Lo que se propone es completar la transición hacia un mercado de trabajo más flexible y dinámico, mediante la modernización de la legislación laboral que privilegie la creación de nuevos empleos para reducir de esta manera las altas tasas de desempleo que se presentan actualmente en la región. Para lograr una modernización del mercado de trabajo, con miras a ampliar su eficiencia. Teniendo en cuenta que el crecimiento acelerado de la oferta de trabajo se incrementa por el crecimiento de la población económicamente activa.
EL AMBIENTE EMPRESARIAL Fuentes de información sobre la calidad del ambiente en los negocios, con base de opiniones de empresarios, presentan un panorama preocupante. Los problemas para desarrollar las organizaciones citados con mayor frecuencia en América Latina tienen que ver con el ambiente económico e institucional, problemas a los cuales los empresarios latinoamericanos asignan una gravedad mayor que los de otras regiones del mundo. Unos de los obstáculos más significativos son la falta de crédito, el exceso de regulaciones e impuestos y la inestabilidad de las políticas. En el mundo empresarial, reciben gran atención las comparaciones de tamaño de las grandes firmas de cada país y de cada sector, ya que esto reflejan de manera sencilla la capacidad de crecimiento de unas empresas frente a otras.
Sin embargo, las grandes compañías de América Latina son mucho más pequeñas de lo que podría esperarse para el tamaño de las economías. Las grandes firmas de Brasil o de México son más pequeñas que las de Taiwán, país cuya estrategia empresarial se asocia con la pequeña y mediana empresa. El reducido tamaño de las empresas latinoamericanas es producto de la deficiente provisión de recursos productivos claves, como son el crédito o la infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones. Generando barreras para el desarrollo de las organizaciones, debido que cuenta con menos vinculaciones a los mercados financieros nacionales o externos, y que tienen menor escala para sufragar inversiones que les ayuden a compensar las deficiencias de las infraestructuras públicas. En los últimos años han suscitado un gran interés entre los gobiernos y los sectores privados por identificar políticas que ayuden a mejorar la calidad del ambiente para la inversión y para el aumento de la productividad en un medio de estabilidad macroeconómica y de integración a la economía internacional.
Puesto que las posiciones en el índice de competitividad tienden a reflejar el nivel de desarrollo de los países, estos resultados no deben ser sorprendentes. Sin embargo, para el nivel de ingreso de sus economías, 9 de los 20 países latinoamericanos tienen indicadores de competitividad muy inferiores de lo que cabría esperar. Esto es preocupante en la medida de que el potencial de crecimiento futuro depende no tanto de las posiciones absolutas en el índice, como de qué tan favorables sean las condiciones de competitividad del país en relación con su nivel de ingreso. Muchos de los países latinoamericanos carecen de condiciones. En principio, el crecimiento económico tiene dos fuentes principales: El ritmo al que se acumulan maquinaria, educación y otros factores productivos, y la productividad con la que se utilizan esos factores. En ambos aspectos, como ya se ha mencionado anteriormente, las economías latinoamericanas tienen serias deficiencias. La región tiene las tasas más bajas de inversión en maquinaria y equipo de todas las grandes regiones mundiales. Aunque ha dejado de ser una zona de trabajo no calificado, los niveles de educación están creciendo a un ritmo mucho más lento que en regiones más educadas, como el Sudeste Asiático, o que otras con menores niveles de educación, como el Medio Oriente u otras regiones de Asia.
Con el ritmo de acumulación de los factores productivos, América Latina podría aspirar a crecer tan sólo 4% anual a comienzos del siglo XXI, el crecimiento en la última década fue aún inferior, debido a que las caídas de productividad sustrajeron 0.6 puntos a ese modesto potencial. Ello contrasta con los países desarrollados, donde los aumentos de productividad aportaron 0.6 puntos al crecimiento. Por consiguiente, las crecientes brechas de ingreso entre América Latina y los países desarrollados son resultados de crecientes distanciamientos de productividad. Lo mismo puede decirse dentro de América Latina entre sus respectivos países. Los únicos países donde la productividad total de los factores aumentó en los noventa fueron Brasil, Chile, México y Uruguay, que se encuentran entre los más desarrollados. Algunos de las naciones más pobres de la región, como son Haití, Honduras o Nicaragua, tuvieron pérdidas severas de productividad, que la supusieron más de un punto de crecimiento anual en los noventa. Puede resultar paradójico, que en un periodo de mejoras tecnológicas tan importantes como fue la década de los noventa, se hayan registrado caídas en la productividad de los países pobres.
LAS REFORMAS ESTRUCTURALES Y EL CRECIMIENTO Desde el punto de vista microeconómico se necesitan la consolidación y la profundización de las reformas estructurales para aumentar la eficiencia del mercado. Haciendo hincapié en la importancia de que se apliquen incentivos reales para el aumento del ahorro interno y su inversión productiva. Para esto es importante solidificar el sistema financiero para que éste actúe de manera eficiente en la captación de ahorros internos y externos y en la distribución de estos recursos al sector privado en la forma de inversiones sólidas, productivas y rentables. Otro capítulo trascendente es el de las privatizaciones, las cuales, tras recuperarse la actividad económica, recobraron el impulso que tenían antes de la crisis (1998-99). Los ingresos recaudados en la región por este concepto superaron los 15.000 millones de dólares durante el 2000, lo que supone unos 3.000 millones más que el año anterior. La situación de los diversos países volvió a ser muy heterogénea ya que el 80% de esa cifra correspondió a Brasil. En este proceso, las multinacionales europeas y, de un modo destacado, las empresas españolas, han jugado un papel preponderante. Las reformas estructurales no han causado un efecto sobre el crecimiento, el empleo y la equidad a nivel agregado, aunque la liberalización comercial y la privatización han resultado decisivas para impulsar la reestructuración de mercados, lo que se tradujo en el ingreso de nuevas empresas e inversiones. La presencia de nuevos actores del mercado interno, provocó fuertes procesos de modernización en los sectores de producción. Las grandes empresas encabezaron las inversiones y la incorporación de nuevas tecnologías, así como de organización. La vulnerabilidad externa, la creciente globalización y la liberalización comercial y financiera, requieren de soluciones sean más complejas e imaginativas. Se demandan nuevas reformas y es necesario aplicar políticas de competitividad y de promoción de la inversión para aumentar el crecimiento, poner en marcha agresivas políticas sociales y mejorar la estabilidad macroeconómica. También es necesario mejorar las relaciones entre los sectores público y privado conducentes a reforzar las acciones encaminadas a solventar el problema de la vulnerabilidad externa. RIESGOS A CORTO, MEDIO Y LARGO PLAZO En el corto y medio plazo, uno de los riegos más evidentes de la mayor inserción de los países latinoamericanos en la economía mundial, siendo estos más vulnerables ante las crisis internacionales. El fortalecimiento de los sistemas financieros nacionales asociado a una política macroeconómica sólida podrá, puede evitar o complementar los peligros del contagio, reducir los impactos negativos que éstos conlleven.
En el largo plazo, el riesgo está vinculado a la exclusión social y la concentración del ingreso. Antes que nada, es importante resaltar que el crecimiento económico mundial sustentable es condición necesaria, aunque no suficiente, para la reducción de la pobreza y para una mayor justicia social en la región. El retorno a tasas más altas de crecimiento está vinculado a una aceleración de los niveles de inversión, que a su vez depende del aumento del ahorro interno y de las condiciones favorables para la captación del ahorro externo. Las políticas más agresivas de bienestar social, que tienen un impacto transitorio en los efectos negativos de la extrema desigualdad económica en la región, no son medidas efectivas para la solución del problema a largo plazo. Las políticas de generación de empleos, para el mejoramiento cualitativo de la mano de obra, de inversiones sustanciales en la educación, principalmente la educación básica, secundaria y formación profesional, el acceso al crédito para las pequeñas y medianas empresas, destacando la labor del microcrédito como elemento impulsor de iniciativas empresariales personales, que cumplen con la función de incorporar a la economía formal, como decíamos, de segmentos sociales excluidos, son algunos pasos iniciales en esta buena dirección. Una legislación sólida y bien instrumentada, debe introducir eficiencia en las pequeñas y medianas empresas, que en la región son parte fundamental de sus respectivas economías nacionales a la hora de la creación de empleo, aumentar las exportaciones y dar salida a generaciones de jóvenes emprendedores tanto en la economía tradicional como en el sector de la nueva economía, para disminuir los riegos.
DESAFÍOS PARA LA INDUSTRIALIZACIÓN Todas las naciones tienen un alto nivel de desarrollo han pertenecido al mundo industrializado. Por ende los países sin industria, o con una actividad fabril insuficiente, sufren penurias siendo esto común de las regiones subdesarrolladas. La experiencia confirma la validez de ambas premisas, y de ellas se desprende, como una suerte de silogismo, esta conclusión terminante: sin el desarrollo industrial no es posible el desarrollo económico. Las industrias son impulsadoras del progreso de la economía, y éstas son las principales razones que justifican sobradamente la conveniencia de promover la industrialización como objetivo del más alto interés nacional para América Latina. Es importante recordar hacia 1800 la punta de lanza de la modernidad económica era la revolución industrial y que todo el siglo XIX fue el siglo de la industrialización. Se debe recordar el impacto de la primera revolución industrial inglesa y los esfuerzos del resto del mundo muy especialmente de la Europa occidental por imitar el ejemplo británico. Conocido actualmente como la función de los recursos naturales disponibles (la disponibilidad de carbón y hierro), de los recursos humanos (la alfabetización de las poblaciones), y de las políticas desplegadas, desde las de cambio institucional (liquidación del Antiguo Régimen e instauración de marcos legales liberales) hasta las comerciales (proteccionismo o librecambismo). En 1900, los cambios en la industria seguían siendo el motor de la economía, de hecho, se ha hablado, con plena propiedad, de una segunda revolución industrial. Desde finales del siglo XIX hasta finales del tercer cuarto del siglo XX, la segunda industrialización sigue dominando la agenda de todas las potencias y de los países que aspiraban a contar en la sociedad internacional.
En diferencia a la primera revolución industrial, cabe mencionar que la segunda tuvo sus orígenes en Alemania y en los Estados Unidos. En la actualidad se puede y debe hablar de una tercera revolución, pero ya no se la puede adjetivar de industrial, sino de tecnológica, donde la materia prima es el conocimiento y la información. En la última década, y atendiendo a los datos recopilados por las Naciones Unidas y ampliamente reproducidos por el Banco Mundial, el valor añadido de la industria manufacturera sólo gana importancia en el PIB de países como Arabia Saudí, Bangladesh, Burkina Faso, China, Corea del Sur, Costa Rica, Ecuador, Egipto, El Salvador, Eritrea, Finlandia, Honduras, Hungría, Indonesia, Jordania, Laos, Malasia, Isla Mauricio, Mozambique, Namibia, Nepal, Senegal, Sri Lanka, Tailandia, Túnez, Uganda y Yemen. Ciertamente hay algún país avanzado como Finlandia, algún país como Arabia Saudí y algún país medio avanzado como Hungría y la República de Corea. Pero los países pobres que están tratando de dejar de serlo: como algunos pequeños países de América Latina. Muy pocos alcanzan en 1999 una especialización manufacturera superior al treinta por ciento del PIB: sólo China (38%) y Corea, Malasia y Tailandia, los tres con el 32%. Estos cuatro son los únicos países donde la industrialización se está produciendo ante nuestros ojos y donde ha llegado a proporciones equivalentes a las que había alcanzado en los países más desarrollados en el cénit de su industrialización. El proceso ha sido poderoso en su dirección e intensidad, pues al cabo de una generación se ha comprobado cómo el grueso de las actividades industriales de los países más avanzados, no podían soportar la competencia de los productos procedentes de los países en vías de industrialización, aunque esta provenga especialmente del sudeste asiático y Extremo Oriente, no de América Latina. Primero fueron las manufacturas textiles, luego los productos de la industria pesada, más tarde la fabricación y montaje de manufacturas complejas, comenzando con los electrodomésticos y acabando con los buques y los vehículos automóviles; más tarde, los artículos electrónicos e informáticos. En segundo lugar, va a seguir la competencia entre países en vías de industrialización por captar una parte, tan grande como sea posible, de la demanda de trabajo inducida por la deslocalización industrial occidental. Cada vez hay más candidatos, aunque también es verdad que cada vez son más pobres. Por la enormidad de su población, por la velocidad de los incrementos absolutos de la misma y por la decisión de sus políticas industrializadoras, el Extremo Oriente tiene las de ganar. ¿Ganar respecto a quién? Respecto a América Latina. La ventaja que lleva el Extremo y, en menor medida, el Medio Oriente (la India) es muy grande, y es una combinación de capital humano, políticas públicas, capacidades sociales y diseño autónomo de objetivos nacionales. Todos ellos van en la dirección de apoyar la industrialización como palanca de crecimiento. Siendo China la más avanzada en el proceso industrializador, actualmente el país con la proporción más alta de PIB procedente de la industria manufacturera. Sin duda, el desafío de América Latina, continúa siendo el desafío industrial y por extensión para los países con zonas o regiones muy industrializadas, como es el caso del Estado de Sao Paulo. Los países de población creciente y con capacidades sociales suficientes procuran adoptar nuevas iniciativas industriales con el fin de conseguir un fuerte movimiento industrializador.
TABLA VI. DESAFÍOS Y PROPUESTAS PARA UNA NUEVA DÉCADA
CAPITULO V
Panorama de la economía latinoamericana
FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (FMI) Amento alrededor del 4,3% para el 2000 y del 4,5% en el 2001. La austeridad fiscal y monetaria, en gran parte de los países, ha generado una inflación decreciente en la región, como lo muestra el Gráfico VIII. La económica internacional junto con la austeridad fiscal, permitieron una baja de déficit fiscal al situarlo en el 2,4% del PIB, frente al 3% del año anterior.
La mayor parte de los países involucrados dosificaron sus políticas monetarias para lograr una rápida reactivación económica, reduciendo sus déficits fiscales, aunque encontraron un escollo en el aumento de los precios del petróleo, los países no productores influyendo de esta manera en el crecimiento de la inflación.
GRÁFICO VII. EVOLUCIÓN RECIENTE Y PROYECCIONES Este crecimiento económico durante el año 2000 y su continuación proyectada hacia el 2001 presentaban variaciones sustanciales entre los países. La Tabla VII muestra, por ejemplo, que las tasas de crecimiento en 1999 variaron del positivo 8,3% en la República Dominicana al negativo 7,3% en Ecuador. De la misma forma, las tasas varían para el 2000, y la expectativa es que de los 11 países incluidos en la lista hayan tenido un desempeño económico mejor durante el 2000 que el registrado en 1999.
TABLA VII. CRECIMIENTO DEL PIB POR PAÍS
En el año 2000 un aspecto muy importante fue el desempeño de las exportaciones en la reanudación del crecimiento, con aumentos próximos al 15%. Este incremento se generó a raíz de una subida parcial de los precios de las materias primas de exportación, la recuperación de las economías asiáticas, la reactivación del crecimiento económico europeo, la continuidad del crecimiento de la economía de Estados Unidos y las políticas cambiarias más realistas en la mayoría de los países latinoamericanos.
Existen condiciones internas y externas que favorecen el crecimiento económico en los próximos años. Se tiene como factores interno un mayor equilibrio fiscal con menor déficit presupuestarios, una baja en los intereses y un aumento del ahorro. Por lo que se refiere a las condiciones externas, cabe resaltar la reanudación del crecimiento en las economías de Asia y Europa y de la economía de Estados Unidos (si bien con una desaceleración progresiva, especialmente durante los últimos meses del año 2000 y los primeros del 2001), la mejora en los precios de los productos de exportación, mercados más estables y una reducción de riesgos vinculados a muchos países de la región, lo cual tiene como consecuencia disminuir los costos del uso de financiamiento externo.
Otro riesgo, con pocas probabilidades de hacerse realidad, sería el de una caída fuerte de las tasas actuales de crecimiento de la economía de Estados Unidos, ocasionando una retracción del crecimiento de las exportaciones de la región hacia ese país (probablemente México puede ser el país más afectado). También una nueva perturbación financiera externa, podría afectar la reanudación del crecimiento, habida cuenta de que se precisarían nuevos ajustes de corto plazo.
BANCO MUNDIAL (BM) Las perspectivas económicas del BM, analizadas en su informe pronostican un decenio de crecimiento moderado y sostenido en lo que respecta la económico internacional, con un aumento previsto del 4,1% del PIB en el año 2001 y un potencial para duplicar el crecimiento per cápita de la pasada década, la estabilización de los mercados financieros internacionales y al florecimiento del comercio mundial. Para América Latina, se diagnostica un crecimiento del PIB es del 4,1% en el año 2001 y del 4,3% en el 2002, mientras que el desarrollo per cápita en los próximos diez años se estima entre el 3 y 3,3%, el doble del experimentado en la pasada década. A largo plazo, se indica en los informes un sustento en la tendencia hacia la aplicación de políticas de mercado en las economías más grandes, aprovechando los avances tecnológicos y el incremento de la inversión extranjera directa.
Las economías en desarrollo siguen enfrentando peligros en los años venideros, en especial, la posibilidad de una mayor inestabilidad de los mercados financieros, la pronunciada desaceleración del crecimiento estadounidense, ocasiono cambios severos en los precios del petróleo y pérdida del impulso al proceso de reformas internas. Se ha experimentado una mejora sostenida de indicadores macroeconómicos tales como inflación, desempleo, capital humano, flujos de inversión y tasas de cambio. La inflación declinó del 24% al 6% en promedio durante la última década, a excepción de Ecuador. El desempleo cayó y los salarios reales aumentaron en Brasil, Chile y México, en comparación con las tasas promedio de 1999, pero el desempleo sigue siendo alto en Argentina y Colombia.
La inversión real experimentó un incremento del 2%, sustentado en sólidos flujos de inversión extranjera directa, los cuales subieron del 1% a casi el 4%, mientras que la apertura e integración hicieron que el flujo comercial se duplicara en los últimos diez años. Las tasas de cambio se han apreciado en el año 2000, pero son lo suficientemente bajas para obtener un crecimiento rápido de las exportaciones en países como Brasil, Chile, Colombia y Perú, produciendo una mejora en la balanza comercial de la mayoría de los países, incluidos los importadores de petróleo. En documentación se puede visualizar que las exportaciones de mercancías, en términos de dólares, han experimentado una fuerte recuperación desde la fuerte bajada de 1998 en las economías más grandes de la región, con un incremento mayor al 17% entre el período de enero a junio del 2000 y el de 1999, a excepción de México, donde crecieron un 25%. En efecto, el comercio se aproximó al 51% en proporción al PIB, durante el período de 1998 al 2000, en comparación al 26,7% que representó en el período de 1988 a 1990. Los flujos de capital privado bajaron de manera dramática y Argentina resultó afectada, dado que coincidieron con un fuerte ajuste fiscal y una crisis política que debilitó la confianza de los inversionistas. La consolidación de la recuperación entre 2001 y 2002 es esperada, dado que el ajuste en Brasil ha sido muy considerable y los nuevos gobiernos de Argentina y México parecen estar dispuestos a embarcarse en un camino de reformas en profundidad. Los fuertes flujos de Inversión Extranjera Directa de los últimos años en áreas como telecomunicaciones, servicios de utilidad pública y puertos habrán de producir dividendos durante la presente década. En él se describe a Internet como la nueva representación de la globalización, la cual fomentará la eficiencia y mejorará la integración de los mercados nacionales e internacionales. Cabe mencionar que los países que no pueden acceder a ella de manera eficaz se ciernen el peligro de marginación económica.
En esta documentación se acota que se reducir el coste de acceso a los mercados de los países industriales, de marera que el comercio podrá generar importantes ingresos. Las empresas de los países en desarrollo que vendan productos diferenciados, con gran intensidad de mano de obra, experimentarán una mayor demanda. El acceso a Internet varía enormemente de un país a otro, existe el grave peligro de que los países donde no se implante eficazmente queden aislados económicamente. Aunque durante los próximos diez años, el uso de Internet en estos países, aumentará proporcionalmente con mayor velocidad que en los países avanzados.
Es probable que el acceso a Internet sea limitado en los países más pobres. Las organizaciones de los países en desarrollo pueden aumentar el uso de Internet, pero en los países de más bajos recursos la competitividad podrá verse perjudicada por la falta tanto del capital humano como de los servicios complementarios, necesarios para una eficaz participación en el comercio electrónico. Los países en desarrollo tienen que estar abiertos al comercio y a la inversión extranjera directa, con la finalidad de conseguir las últimas innovaciones tecnológicas, de lo contrario corren el riesgo de quedar marginados, pues la función de Internet en el comercio mundial cobra cada vez más importancia.
COMISIÓN ECONÓMICA PARA AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (CEPAL) Según el Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2000, publicado por este organismo, el PIB de la región se produjo una tasa media anual del 4% durante ese año, lo que se finalizó la década de 1990 con una tasa media anual del 3,3%. En el 2000 la recuperación, esta sustentando con el nulo crecimiento de 1999 (0,3%) y la modesta expansión de 1998 (2,3%), situándose por debajo de la registrada en 1997 (5,3%). Por su parte, el producto por habitante aumentó un 2,4%, con lo que se acumularía un incremento de casi un 7% en los noventa. Este crecimiento se impulsó por el auge de las exportaciones, el consumo y la inversión también tuvieron una contribución positiva. Cabe mencionar que aumento de la demanda global se basó en el comercio exterior, por el crecimiento de las importaciones.
La situación económica que se vivía en la región a partir de 1997 no se ha disipado totalmente, ya que la mayoría de los países persisten las restricciones de financiamiento externo. Los países exportadores de petróleo se han visto favorecidos por el incremento de los precios en el mercado internacional, y los países no exportadores debieron hacer frente en la relación de intercambio, lo que dificultó la reactivación. La economía internacional es un factor clave para la región, registró tendencias contradictorias en el 2000. El crecimiento mundial beneficio las exportaciones de la región y el comercio intrarregional se incrementó sustancialmente. Las tendencias en los precios fueron dispares: el petróleo se incrementó un 60% y los minerales subieron un 8%, mientras determinados productos agrícolas sufrieron caídas de precios.
Dado el tamaño de sus economías, la fuerte expansión de México (7%) y el crecimiento más moderado de Brasil (4%) explican la reactivación de la economía regional, ya que los restantes países, en conjunto, sólo crecieron un 2,2%. Es importante acotar que el impacto que esta desaceleración económica ha tenido sobre toda la región de América Latina. EE.UU. constituye el mayor mercado de exportación, el impacto comercial ha sido considerable. También se debe considerar que el flujo de inversiones extranjeras disminuyó por el deterioro de la rentabilidad organizacional. Esta desaceleración también aportan efectos positivos: una relajación de la política monetaria es buena para las economías de la zona y, como consecuencia, implica un aumento de liquidez en los mercados internacionales que reducirá el coste de la financiación exterior. México fue unos de los países más afectados por el aterrizaje de estadounidense, si bien su economía continuó creciendo por encima de la media en la zona tras el 2000.
En lo que respecta a la inversión, la misma creció en el 2000, tras la caída durante 1999 que se generó, produciendo un incremento en la inversión bruta fija del 4,2% y del 5,5% en la inversión total, cercana al promedio del 5% registrado en los años noventa. Siendo el nivel de la inversión total en el 2000, un 21,8% del PIB, basados por debajo del nivel de 1998 (23,9%). El ahorro interno se ha incrementado y se observa una declinación del ahorro externo al 2,5% del PIB regional. Hay que señalar que la tasa de inflación media para la zona ha sido de un 9% en el año 2000, ligeramente inferior a los tres años precedentes. También es destacable que 17 de los 22 países analizados registran inflaciones de un solo dígito (el contrapunto estuvo en Ecuador, donde la tasa alcanzó un valor del 97%, superando el 60% registrado en 1999). Los ajustes cambiarios de la región en los últimos dos años no tuvieron gran efecto en la inflación, a pesar de la recuperación productiva de este año.
Argentina, tuvo un caída de los precios al consumo, no hay recuperación alguna en la economía lo que no ha producido mejora de las variables laborales, esto fue lo acota en el informe realizado. Se muestra un incremento muy bajo en la tasa de empleo (del 52,7% al 53% en una decena de países), siendo el más bajo de los últimos diez años si exceptuamos el ejercicio anterior. Hubo un aumento en la oferta laboral pero el nivel de desempleo no disminuyo el cual se mantuvo en un nivel casi similar a lo registrado en al año anterior todo esto acompaño la reactivación. Los sueldos medios reales tampoco mejoraron en la mayoría de los países, registrándose incremento del 1,5% en los salarios reales en estos.
El primero de ellos está formado por países donde un crecimiento elevado tuvo efectos muy favorables en los indicadores laborales (dentro de él se encontrarían México, Brasil, Nicaragua y República Dominicana). Un segundo grupo abarca un conjunto de países que mejoraron sus cifras macroeconómicas sin que esto tuviera un marcado efecto positivo en el empleo (Chile, Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador forman parte de él). El tercer grupo lo integran naciones con un débil crecimiento económico, lo que incidió en un descenso de ocupación y un aumento de la tasa de desempleo, unido a un estancamiento de los salarios (lo constituyen Argentina, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Costa Rica).
Una mayoría de países enmarcó en el 2000 su política macroeconómica definida por el deseo de flexibilizar la política monetaria para reactivar la economía, la voluntad de reducir los déficits fiscales y la necesidad de responder a los vaivenes de los mercados financieros internacionales. Este marco se vio dificultado por el aumento de precio de los combustibles y su impacto sobre la inflación. Un mejor contexto económico y la austeridad de la política fiscal ayudaron a disminuir el déficit fiscal al 2,4% del PIB, tras alcanzar en 1999 su nivel más alto de la última década, un 3%. En los países exportadores de petróleo hubo una destacada recuperación de los ingresos públicos y la mayor actividad económica y la recuperación del consumo permitieron incrementar los ingresos indirectos.
Se registró una menor volatilidad y se mantuvo la tendencia a la devaluación real (1,5% de promedio). Algunos países optaron por la dolarización (casos de Ecuador y El Salvador) para solventar sus problemas cambiarios. La tendencia hacia una normalización de los mercados financieros internacionales desde finales de 1999, permitió a los gobiernos apoyar una política monetaria menos austera.
EVOLUCIÓN ECONÓMICA EN AMÉRICA LATINA América Latina se enfrentó durante el 2001 a un escenario externo más adverso que el percibido a finales del 2000. Por las condiciones externas menos favorables que las previstas originalmente y a situaciones internas adversas (problemas de abastecimiento de energía eléctrica en Brasil, demandas internas débiles y problemas políticos en otros países como Argentina para finalmente situarse en un 0,5%62) siendo probable que el año 2001 resulte decepcionante para América Latina. Se esperaba para 2001 una expansión del PIB del 2%, tras las diversas revisiones a la baja realizada lo que supone la mitad del crecimiento logrado en el año 2000.
Además, se prevé una expansión del déficit en cuenta corriente, que ascendería a 58.000 millones de dólares (3% del PIB), después de haber alcanzado los 47.000 millones el año 2000 (2,5% del PIB) debido a la disminución del excedente venezolano a consecuencia del descenso en los precios del petróleo.
A continuación, analizaremos los puntos más sensibles y que inciden negativamente sobre el desenvolvimiento económico en toda la región.
A. EFECTOS SOBRE EL COMERCIO
El ritmo de expansión del comercio se ha reducido casi a la mitad con respecto al 2000. El crecimiento de las importaciones pasaría del 13,5% al 7% y el de las exportaciones del 9% al 5% (observándose durante el primer semestre una contracción más en las exportaciones). Para América Latina en su conjunto, el mercado norteamericano representa más de la mitad de sus exportaciones y la desaceleración norteamericana ya comienza a dejarse notar: las proyecciones para el comercio de aquella zona muestran un fuerte descenso respecto a las tasas de 2000. También afecta considerablemente el menor valor de las exportaciones petroleras de la región. Las cifras sobre el comercio latinoamericano a comienzos del siglo XXI ratifican estas tendencias. Durante el 2001, el valor de las exportaciones totales se ha contraído en Costa Rica, Ecuador, Colombia y El Salvador, se ha estancado en Chile y se ha desacelerado fuertemente, al igual que Uruguay.
B. EFECTOS SOBRE EL FINANCIAMIENTO
A comienzos del año 2001 se pensaba, a raíz del plan de financiamiento multilateral aprobado para Argentina y las reducciones de las tasas de interés en los Estados Unidos, que el déficit de la cuenta corriente previsto para la región en 2001 se podría financiar con capitales autónomos. Los dos primeros meses con la leve recuperación de las reservas internacionales de la región, que alcanzaron 164.000 millones de dólares. En el transcurso del primer semestre, al deterioro del entorno económico internacional se agregó la delicada situación en Argentina para aumentar la incertidumbre de los inversionistas extranjeros. El nivel de reservas sufrió en marzo y abril sucesivas caídas concentradas en Argentina.
En el año 2000, entraron en la región 52.000 millones de dólares en términos netos, cifra superior a la de 1999, aunque por debajo de las registradas en años anteriores. Excluidas las inversiones extranjeras directas (IED), las cuales ascendieron a 57.000 millones de dólares, las entradas fueron negativas. En 2001 se registró una contracción de las inversiones extranjeras directas, al igual que sucedió el año anterior. Respondiendo a la mejora de las condiciones, las colocaciones aumentaron considerablemente a principios de 2001, tras un cuarto trimestre de 2000 con escasa actividad. Sin embargo, la tendencia del agregado regional ha sido a la baja durante los cuatro primeros meses del 2001 y el monto total de este período, inferior a 13.900 millones de dólares, está lejos de los 17.000 millones emitidos en igual período del 2000.
C. DESEMPEÑO ECONÓMICO INTERNO
Después de la satisfactoria recuperación de las economías de América Latina en el año 2000, la expansión del nivel de actividad se redujo en el 2001. El producto del conjunto de la región preveía un incremento del 2%, para situarse el PIB por habitante en un 0,5%. En particular, destaca el desempeño adverso de las mayores economías de la región. La tasa de crecimiento de México, que alcanzó el 7% en el 2000, luego se redujo una tercera la cual destino la mayor parte de sus exportaciones. En Brasil, una severa crisis en el abastecimiento de energía eléctrica, sumado al deterioro del entorno exterior, ha propiciado un frenazo en su crecimiento, y en Argentina la situación económica es muy preocupante, al desaparecer el financiamiento externo y no conseguir reducir el déficit fiscal.
La reactivación económica en Chile, pese a las medidas adoptadas para reducir las tasas de interés .En Perú ha habido un fuerte descenso de la inversión y un deficiente nivel de actividad, Uruguay sigue sumido en una recesión y en Bolivia y Paraguay el crecimiento ha sido modesto debido a problemas políticos. Los países que presentaron las mejores perspectivas de crecimiento en el año 2001 son la República Dominicana, Ecuador, y Venezuela, mientras que los países de Centroamérica mostrarán crecimientos inferiores a los generados en los últimos años.
D. INVERSIÓN, INFLACIÓN Y EMPLEO
La expansión de la inversión bruta total en el año 2000 no se ha podido repetir en el 2001. La bajada de las corrientes de capital hacia varios países de la región, a raíz de las expectativas poco favorables de los inversionistas internacionales, impide alcanzar los niveles de inversión precedentes. México es sensible a la disminución en el año 2000 registró un incremento del 9% y sufrió un retroceso del 16%. Chile y Brasil mostraron en el primer trimestre un aumento de inversión aunque esta situación se revirtió a partir del segundo. Argentina, Perú y Uruguay registrando caídas en los niveles de inversión al igual que en años anteriores. Por último, Colombia y Venezuela han mostrado favorables perspectivas, y se espera una mejora de la inversión en ambos países. En relación a la inflación, en la primera mitad de 2001 el ritmo inflacionario de la zona bajo nuevamente, produciendo una tasa por debajo del 8% para el conjunto de la región. Estas cifras se explican por la estabilidad del tipo de cambio en la mayoría de países y el fin de la escalada en el precio del petróleo, junto a políticas monetarias prudentes y situaciones recesivas de algunos países. En el segundo semestre las previsiones se han presentado más desfavorables en vista del alza en el tipo de cambio que se ha registrado en algunos países. Entre los países con buenas cifras se encuentran Ecuador, cuya inflación ha disminuido notablemente en el primer semestre, México, Nicaragua y Paraguay. Argentina muestra signos de deflación debido a su especial coyuntura económica y Brasil es la nación en la que se ha producido un elevado incremento en este primer semestre.
La tasa de ocupación bajó al 52,6% durante el primer semestre en ocho países, comparado con el 52,9% del mismo período en el año anterior. A ello contribuyó la caída de este indicador en las economías más grandes de la región, Brasil y México, disminuyendo también en Chile, y manteniéndose constante en Argentina, Colombia y Venezuela. De esta manera, las proyecciones regionales apuntan a un mantenimiento de la tasa anual de desempleo en el 8,5%.
CEPAL. SITUACIÓN DE LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA DESPUÉS DEL 11 DE SEPTIEMBRE Las economías de América Latina y el Caribe crecieron escasamente en el 2001, con lo que se trunca la satisfactoria recuperación iniciada en 2000. Este deterioro se fue manifestando a lo largo del año, dada la disminución del crecimiento económico mundial y el agravamiento de la crisis en Argentina hasta desembocar en la suspensión de pagos. En el primer semestre el producto aumentó 1.5%, pero en el segundo disminuyó un 0.8%. El producto para el conjunto de la región se incrementó un 0.5%, mientras que por habitante declinó un 1%.
A. EFECTO DEL 11 DE SEPTIEMBRE
Los crueles ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, además de las importantes pérdidas humanas y materiales que causaron en Estados Unidos, tuvieron fuertes repercusiones en la coyuntura económica y en las expectativas de largo plazo en la región. Agudizó los síntomas de recesión perceptibles en los principales países industrializados desde finales del 2000 o comienzos de 2001. Se esperaba una recuperación de la economía norteamericana para el año 2002 del 2.7%. En octubre, las esperanzas de esa rápida salida de la recesión en Estados Unidos se habían esfumado. También se acentuó el pesimismo en las economías de Japón y Europa. Por lo tanto, el bienio 2001-2002 sería, según los analistas, el peor desempeño de los últimos 30 años en materia de crecimiento mundial.
La tendencia afectó también las cotizaciones de otras materias primas, que descendieron notablemente. Las repercusiones comerciales de estos hechos se reflejaron con mayor fuerza en México, Centroamérica y el Caribe, economías estrechamente vinculadas a la coyuntura en América del Norte, ya sea por su especialización en exportaciones de manufacturas producidas en industrias maquiladoras, por el desarrollo de actividades turísticas, o por la importancia de las remesas familiares que envían los trabajadores que han emigrado. En las islas del Caribe, donde el turismo internacional es un sector de actividad muy importante, los ingresos descendieron notablemente entre 20% y 60% en octubre. La tasa de ocupación en Jamaica fue de sólo 11% y en Cuba se cerraron un tercio de las habitaciones de hoteles. El transporte aéreo también se vio muy afectado, tanto por las cancelaciones de reservas y de vuelos como por el alza de los costos vinculados con los mayores gastos por adopción de medidas de seguridad y primas de seguro.
Las consecuencias financieras para las economías emergentes constituyeron otro tema de preocupación en América Latina, región muy vulnerable al ciclo financiero. Luego de los atentados, los mercados financieros se desplomaron en las principales plazas internacionales. A comienzos de diciembre, los efectos más inmediatos de los eventos del 11 de septiembre se habían moderado, gracias a la ejecución coordinada de políticas macroeconómicas contra cíclicas en las economías industrializadas. Los mercados financieros recuperaron los niveles previos a la crisis y los precios de las materias primas parecían haber tocado fondo. Gracias al mejor entorno internacional y a campañas de promoción comercial en América del Norte y en Europa, las perspectivas del sector turismo mejorando en México y el Caribe.
Todavía es prematuro analizar las implicaciones de más largo plazo para América Latina, pero parece indudable que persistirán en el tiempo. La mayor incertidumbre con respecto al futuro político y económico global podría afectar los flujos de inversión financiera y directa hacia economías emergentes. Esto constituye una llamada de atención para las autoridades económicas latinoamericanas, que deben fortalecer la capacidad interna de financiamiento de la inversión. A su vez, estas nuevas perspectivas deberían permitir acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional.
B. LAS REFORMAS ESTRUCTURALES SE DESACELERAN
En gran parte de los países se está instrumentando el procedimiento de concesiones, lo que promete dar nuevo impulso a la cooperación de los sectores público y privado. El año 2001 fue prolífico en propuestas legislativas de reformas tributarias, que se promulgaron en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Perú y República Dominicana, y aún están en discusión en México y Panamá.
En el área financiera tomaron medidas para evitar transacciones de origen ilícito en varios países del Caribe, se profundizó la supervisión bancaria en algunos países, adoptando medidas para ampliar el mercado de capitales en otros. Lo que motivo a, Argentina y Venezuela a crear medidas de control sobre el movimiento de capitales. Algunos países avanzaron en el marco normativo sobre la coordinación de políticas macroeconómicas. Sin embargo, en el Mercosur se recrudecieron las controversias comerciales.
C. CAÍDA DEL COMERCIO INTERREGIONAL
El comercio entre las Américas baja casi 4% en el 2001 con respecto al año anterior. Marcando el final de una década de expansión en el intercambio comercial en el hemisferio occidental, que durante ese período aumentó notablemente la tasa de crecimiento de las exportaciones a otras regiones del mundo. En el mismo periodo disminuyeron un 2% las exportaciones en América, con respecto al resto del mundo. El comercio interamericano fue afectado por el déficit en la actividad económica mundial, y particularmente por la abrupta caída sufrida en los Estados Unidos. En algunos países latinoamericanos las exportaciones sufrieron debido al descenso en los precios de materias primas, como el petróleo y el café. Por ello, tras la fuerte pero breve recuperación del 2000, este año las exportaciones latinoamericanas habrían bajado casi 3%. Los más afectados fueron los países andinos y centroamericanos. La caída de las exportaciones mexicanas fue el factor más significativo para el desempeño de la región debido al peso de México en el comercio exterior latinoamericano. La falta de crecimiento económico también afectó al comercio entre países latinoamericanos, que creció sólo 1% en el 2001, tras haberse expandido 20% el año anterior.
Es importante mencionar que el comercio con otros países de la región ayudó a mejorar y compensar las caídas en las exportaciones a otras regiones. Así sucedió con la Comunidad Andina y América Central, a diferencia del Mercosur y el TLCAN. El Mercosur también fue afectado por el comercio entre los países miembros, tras haberse expandido a una tasa promedio del 16% durante la década pasada, esos intercambios decrecieron un 10% en el 2001.
Brasil incremento sus exportaciones, principalmente por la recesión argentina. Pero las exportaciones globales del Mercosur tuvieron un mejor desempeño gracias a un robusto crecimiento en las exportaciones a terceros países. Beneficiándose por la poca dependencia del mercado estadounidense y la depreciación de algunas de sus monedas nacionales. Impulsando esto las exportaciones entre países del Mercosur, que representaron sólo 18 por ciento de sus exportaciones totales, contra un máximo de 25 por ciento en 1998.
El comercio del TLCAN con el resto del mundo, que bajó un 2% en el 2001, fue menos perjudicado que el comercio entre países socios del tratado, que cayó un 5%.En cambio los países andinos salvo Venezuela obtuvieron un fuerte desarrollo en su comercio entre países socios. Entre los países latinoamericanos, Venezuela y Costa Rica presentaron las mayores caídas en sus exportaciones. Venezuela se vio perjudicada por la baja en los precios del petróleo; Costa Rica sintió el efecto de una contracción en la demanda estadounidense de productos de alta tecnología, como los microprocesadores, y el desmoronamiento de los precios del café. A pesar de una fuerte caída en sus ventas al resto del Mercosur, Brasil pudo aumentar sus exportaciones globales un siete por ciento en el 2001.
Pese al fuerte descenso de las tasas internacionales de interés, no hay señal de retorno de capitales a países en vías de desarrollo, debido a la alta percepción de riesgo que subsiste. La inversión extranjera directa, principal mecanismo de transferencia de capitales al mundo en desarrollo en los años noventa, atraviesa un período de retracción. Aunque queda por despejar la evolución que tomará la economía americana, los datos de finales del 2001 ofrecían cierta dosis de «optimismo» (véase Recuadro III). En la siguiente Tabla VIII observamos la evolución de los principales indicadores económicos en América Latina y el Caribe durante 1999, 2000 y 2001.
TABLA VIII. AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: PRINCIPALES INDICADORES ECONÓMICOS
VULNERABILIDAD DE LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA DESPUÉS DEL 11 DE SEPTIEMBRE El Informe Económico del BID, presentado durante su 43 Reunión de la Asamblea de Gobernadores 2002, realizada en la ciudad de Fortaleza (Brasil), se usa como referencia para el análisis, por el recorrido del impacto económico y emocional del 11 de septiembre, estableciendo las incertidumbres que acechan a la región. Se produjo un desnivel por la situación internacional, que afecto también, como las crisis anteriores, al conjunto de las economías latinoamericanas. Generando vulnerabilidad económica que se mantienen presente. El desempeño económico de América Latina y el Caribe desde 1997 comprende tres fases definidas por sucesos externos.
La crisis de las economías emergentes de Asia a mediados de 1997 marcó el comienzo de una fase de desaceleración. La crisis rusa, un año más tarde, precipitó a toda la zona en una recesión, que culminó con el inicio de una fase de recuperación a mediados de 1999. Esta fase, impulsada por el dinamismo de Estados Unidos, llegó a su fin hacia mediados del 2000. Desde entonces, la actividad económica de América Latina y el Caribe ha estado estancada (véase Recuadro II: Tres crisis en menos de una década). América Latina, en razón del prolongado estancamiento y las difíciles perspectivas para 2002, está entrando en uno de sus períodos más críticos en varias décadas. La estabilidad de los gobiernos nacionales y la pronta recuperación del crecimiento mundial son factores decisivos para salir de la recesión. A continuación se analizan los aspectos clave para la economía de América Latina el 11 de septiembre.
A. PANORAMA INTERNACIONAL
Desde mediados de 1997, América Latina y el Caribe, han sufrido una serie de choques externos adversos. A partir de la crisis de Asia, los precios de los productos de exportación y los términos de intercambio han desmejorado notablemente. Excluyendo los precios del excluido el petróleo, han caído cerca del 26% desde el segundo semestre de 1997. Los países no exportadores de petróleo como Chile y Perú, en lo que respecta a los términos de intercambio decayó 20%. En el último periodo 2000, se beneficiaron los países por la subida del crudo, pero desde entonces el petróleo también ha entrado en esta tendencia descendente, que se agudizó después de los sucesos del 11 de septiembre.
La actividad económica en Estados Unidos, Europa y Japón se ha estado tambaleando desde mediados del 2000. El crecimiento de las siete economías avanzadas más grandes del mundo cayó del 3,8% en el 2000 a niveles cercanos al 1% en 2001, y presentará un repunte que las situará apenas en torno a un 2% en 2002. Por ende, la demanda de productos latinoamericanos de exportación ha bajado.
En tanto que los términos de intercambio se han deteriorado, provocan una fase recesiva (dependiendo de la celeridad de recuperación de la economía americana), se restringió el acceso al financiamiento. Los problemas que han acosado a las economías emergentes, desde la crisis rusa de mediados de 1998, desarrollado un crecimiento y constante costo del financiamiento internacional para los países en desarrollo, y para América Latina en particular. Los márgenes entre dicho costo y el rendimiento de los títulos del Tesoro de Estados Unidos pasaron de 260 puntos básicos en el trimestre anterior a la crisis asiática a más de 800 puntos básicos en el último trimestre de 2001. Es importante señalar, sin embargo, que especialmente desde principios de 2001 los mercados han mostrado una creciente capacidad de diferenciación en la percepción de riesgo entre los países latinoamericanos, a juzgar por los márgenes de la deuda de cada país.
El fuerte incremento en el costo del financiamiento está relacionado con la reducción de los flujos de capitales hacia la región. Capitales generada por a las siete economías más grandes de América Latina (que representan el 90% del PIB regional) cayeron del US$100.000 millones en el año 1998 a US$58.000 millones en el año 2001. Los flujos de cartera desaparecieron casi por completo: durante el mismo período cayeron de US$49.000 millones a sólo US$1.000 millones, lo cual implica una importante recomposición de las fuentes de financiamiento. En la actualidad, la inversión extranjera directa es la única fuente más significativa de capital externo en la región, pero incluso ésta ha empezado a contraerse, siguiendo el esquema observado en otros períodos de desaceleración de las grandes economías. De US$72.000 millones en 1999 cayó a los US$57.000 millones en 2001. Esta tendencia ha sido muy clara en Brasil, donde la inversión extranjera directa pasó de US$33.000 millones en el 2000 a una cifra inferior a los US$20.000 millones en 2001.
La reducción de los flujos han afectado a la mayoría de la región, incluidos países con bases macroeconómicas sólidas y una trayectoria de reformas estructurales profundas, como Chile, donde cayeron de un monto equivalente al 7% del PIB a mediados de 1998 a sólo el 1% en 2001. La reducción de las entradas de capitales superó el 6% del PIB en Venezuela y Perú, mientras que en Argentina fue cercana al 5% y en Colombia fue el 3,5% del PIB. El único país que no se ha visto afectado por una contracción fuerte de los flujos de capitales es México, aunque ello no ha evitado el impacto de la desaceleración de Estados Unidos en su economía.
La fuerte disminución de las tasas de interés de los recursos de la Reserva Federal de Estados Unidos durante 2001 no ha bastado para recuperar los flujos financieros hacia la región. En resumen, la región se enfrenta actualmente a una coyuntura internacional adversa: los términos de intercambio se han deteriorado, el comercio mundial ha perdido dinamismo y la afluencia de capitales hacia la región se ha reducido drásticamente.
B. RESULTADOS MACROECONÓMICOS A partir de la crisis asiática de mediados de 1997, el crecimiento económico en América Latina empezó a perder fuerza, y a raíz de la crisis rusa, se volvió negativo entre el tercer trimestre de 1998 y el segundo trimestre de 1999. Se mantuvo fuertemente la recuperación, en un corto tiempo, propiciado por el dinamismo de Estados Unidos. Las caídas en los términos de intercambio, la desaceleración del comercio mundial y el deterioro de las condiciones financieras internacionales pusieron fin a la recuperación económica que ocurrió entre mediados de 1999 y el primer trimestre del 2000. Para 2001 se espera un desarrollo de 1% para América Latina y el Caribe en conjunto.
La mayoría de los demás países tuvieron tasas de crecimiento positivo pero moderado, Varios países de América Central y el Caribe fueron afectados por desastres naturales recientes y por caídas en el turismo y la maquila. Unos de los pocos países con buen crecimiento en el curso del año fue Ecuador, que se estaba recuperándose. A partir de la recesión de 1998-1999, sufrió una caída del orden del 15% en promedio, pero solo una parte logró reponerse durante la fase de recuperación. Desde comienzos del 2000, la inversión ha estado prácticamente estancada. El consumo sufrió un revés significativo durante la recesión, pero el consumo per cápita en la región en conjunto se encuentra actualmente, en promedio, por debajo de los niveles de mediados de 1998.
Durante las fases de desaceleración y recesión de mediados de 1997 a mediados de 1999, la mayor parte de las economías de América Latina el saldo fiscal se deterioró, motivo por el cual la deuda pública aumentó. En seis de las mayores economías de la región (Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Perú y México), el déficit fiscal promedio pasó del 0,9% del PIB en el segundo trimestre de 1997 al 3,7% en el último trimestre de 1999, y el nivel de deuda pública se elevó del 27% al 35% del PIB. Generando una bajada en el déficit fiscal al 2,7% del PIB y la deuda pública creció al 37%, las economías de la región, el déficit del gobierno central disminuyo del 4,4% del PIB en 1999 al 3,2% en 2001. Con el deterioro del ambiente externo y el debilitamiento de la demanda interna, los gobiernos de la región han mantenido políticas austeras en el frente fiscal.
Los gobiernos de la región no han recurrido a políticas fiscales para contrarrestar la caída en la actividad productiva, ya que las restricciones financieras se agravado, incrementando la deuda, especialmente si se compara con las recaudaciones tributarias. Las restricciones para acceder a los mercados de capitales internacionales, ha impedido que la mayoría de países mantenga mayores déficit externos, como sería deseable para no tener que reducir aún más el gasto interno en un período de disminución de los ingresos de exportación. Debido al reducido margen de ajuste en los saldos fiscales o exteriores, para preservar la estabilidad macroeconómica los países han tenido que recurrir a alguna combinación de aumentos del tipo de cambio y las tasas de interés.
C. PERSPECTIVAS Y DESAFÍOS DE POLÍTICA ECONÓMICA
Las perspectivas de crecimiento para América Latina y el Caribe en 2002 son algo más positivas que las de 2001, pero hay amplio margen para mejoras. Aunque no se espera recesión en ningún país de la región, excepto en Argentina, las tasas de crecimiento se prevén que sean inferiores al 4% y para la región en conjunto no llegan al 2%. Hay otros motivos de preocupación, el más preocupante es la situación en Argentina. En el primer semestre del año 2000, el consenso de los mercados era que el crecimiento en 2001 sería del 4% o 5%. Los límites de la deuda no llegaban a los 600 centésimos de punto porcentual y el país gozaba de una buena calificación de riesgo.
Luego de esto el crecimiento fue negativo, alcanzando otros niveles la deuda, precipitando la mayor cesación de pagos de la historia y la caída del gobierno. El cambio en la opinión de los mercados sobre Argentina no deja de ser sorprendente. Es cierto que una serie de perturbaciones desfavorables afectaron a Argentina en este período, entre ellas la devaluación del real brasileño, la caída de los precios de las exportaciones, el fortalecimiento del dólar y diversos sucesos políticos que dificultaron la adopción de medidas de ajuste y redujeron la confianza internacional. Todo esto creo un clima de duda sobre la sostenibilidad fiscal, por la elevación del costo de la deuda pública y al monto elevado del financiamiento público.
Argentina logró uno de los ajustes fiscales y macroeconómicos más impresionantes que sea posible imaginar históricamente, con recortes profundos en los salarios públicos y en los programas de seguridad social. Pero la confianza internacional no se ha recuperado y las tasas de interés se han mantenido muy altas, atrapando a Argentina en un círculo vicioso donde los ajustes fiscales necesarios para dar cabida a la carga de la deuda reducen las perspectivas de crecimiento y minan aún más la confianza. Después de varios ajustes fiscales, las autoridades concluyeron que no será posible restablecer el crecimiento y la confianza sin algún tipo de reducción o reestructuración de la deuda, que disminuya así la carga fiscal en el futuro. El gobierno trató de tomar medidas dirigida a una reestructuración voluntaria que no generara peligro el acceso futuro al país al financiamiento externo, para evitar la retirada masiva de haberes bancarios y un movimiento especulativo extraordinario contra la moneda. Los mercados han sido capaces de discernir de forma efectiva la situación de los distintos países, varios de los cuales recientemente colocaron títulos en los mercados internacionales. Otro motivo de preocupación es el futuro de la estabilidad macroeconómica en América Latina. A pesar de las difíciles circunstancias por las que han pasado los países durante la última década. A pesar de los acontecimientos las tasas de inflación siguen bajando en la mayoría de países. Seis de las siete mayores economías de la región tienen tasas de inflación inferiores al 10% y no hay temor de que las tendencias sean muy diferentes en 2002. Por ejemplo, Colombia en 1998 y Brasil en 1999 lograron ajustes considerables del tipo de cambio real sin que ello implicara un aumento en las tendencias de inflación de mediano plazo.
Otro tema de gran preocupación para la región es el futuro de las reformas estructurales. ¿Habrá un retroceso en la modernización de las economías y un retorno a las viejas políticas de control e intervención estatal? Las tendencias de la última década indican que este temor es improbable. No se puede de considerar que en toda la región hay un ambiente de descontento con la situación económica y de insatisfacción con los resultados de algunas de las reformas económicas. También será menor la probabilidad de un retroceso en la medida en que la economía de Estados Unidos empiece a recuperarse, que puede ocurrir más tardar a mediados de 2002, y en la medida en que se abran nuevas oportunidades de exportación para los países latinoamericanos.
No hay ninguna duda de que América Latina se encuentra en una encrucijada. La situación económica a comienzos del siglo XXI, como los datos han confirmado, se ha comportado con claros indicios de debilidad. La mayoría de los gobiernos se han comprometido a mantener la estabilidad macroeconómica de manera suficientemente amplia para enfrentarse a una desaceleración económica prolongada. En la siguiente Tabla IX se observan distintos indicadores para los años 2000 y 2001.
TABLA IX. EL ENTORNO EXTERNO (Porcentajes) FMI REVISA A LA BAJA SUS PROYECCIONES ECONÓMICAS Desde que se publicó la edición de mayo de 2001 de: «Perspectivas de la Economía Mundial», ha desmejorado el panorama para el período 2001-02, incrementando los riesgos de que los resultados sean desfavorables que los proyectados debidos, por los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos. Motivo por el cual el FMI revisó a la baja las proyecciones de crecimiento para casi todas las regiones como reflejo de distintos factores, destacando : repercusiones de la desaceleración mundial más graves de las previstas, el retraso de la recuperación de Estados Unidos, el aumento más débil de la demanda interna y de confianza en Europa, las perspectivas de un crecimiento más lento en Japón, dado que este país sigue emprendiendo reformas estructurales, la continua contracción del gasto en tecnología de la información, que afecta en particular a Asia, y el deterioro de las condiciones de financiamiento en los mercados emergentes, sobre todo en América Latina.
A. DESACELERACIÓN MUNDIAL
El aumento del PIB se está desacelerando en casi todas las regiones del mundo y al mismo tiempo se observa una aguda reducción del crecimiento del comercio exterior. Por esto, muchos países especialmente Estados Unidos, han adoptado medidas macroeconómicas más expansivas, siendo las más recientes las de mediados de septiembre tras la ofensiva terrorista. Esto sumado a la baja de los precios del petróleo y de otras conmociones que contribuyeron a la desaceleración económica. También están presentes grandes incertidumbres y riesgos porque esta fase descendente del ciclo vuelve al mundo más vulnerable ante nuevos imprevistos, y persiste el riesgo significativo de una desaceleración más profunda y prolongada.
Las nuevas proyecciones de Perspectivas de la Economía Mundial, establecidas indican un crecimiento mundial del 2.6% en 2001 (véase Tabla X) 0.6 puntos porcentuales más bajo de lo que se preveía en la edición de mayo de 2001, e inferior en más de 2 puntos porcentuales al ritmo excepcionalmente rápido que caracterizó al año 2000. Se proyecta un crecimiento del 1.3% en Estados Unidos, 0.2 puntos porcentuales menos que en la edición de mayo de 2001, se espera que la actividad económica crezca moderadamente en el futuro a medida que comiencen a sentirse los efectos de la flexibilización adoptada previamente. Las perspectivas para los demás países industrializados se han deteriorado.
En la zona del euro se han reducido 0.6 puntos porcentuales las proyecciones de crecimiento, situándose en el 2001 en 1.8% por la contracción del aumento de la demanda interna, sobre todo en Alemania, y las repercusiones más fuertes de lo previsto de la desaceleración mundial. Lo que más sorprende es que las perspectivas para Japón continúan siendo sombrías.
TABLA IX. EL ENTORNO EXTERNO (Porcentajes)
B. PAÍSES EN DESARROLLO Y EN TRANSICIÓN
Se han deteriorado también las perspectivas para la mayoría de los países en desarrollo y en transición. El crecimiento fue revisado a la baja de forma acusada en América Latina, las actividades económicas sufrieras nuevos efectos nocivos de las dificultades económicas, así como los vaivenes políticos de Argentina y otras peculiaridades, como la crisis de energía en Brasil. En cuanto a las economías emergentes de Asia, si bien el crecimiento de China mantiene su capacidad de recuperación, mucho países han sido golpeados duramente por la desaceleración del crecimiento mundial y el giro desfavorable que ha tomado el ciclo del sector electrónico, cuyo impacto fue exacerbado por los vínculos comerciales intrarregionales y lo sucedido en Japón. Las perspectivas de crecimiento se debilitaron en el Oriente Medio, por la baja de los precios del petróleo y a los recortes de la producción. El crecimiento proyectado en África se redujo, pero aún se espera que sea más alto que en el 2000, gracias a las mejores condiciones climáticas y la disminución de los problemas de seguridad en varios países.
En consecuencia para América Latina, el ataque terrorista ha contribuido a aumentar la incertidumbre y la aversión al riesgo de los inversores. Estos los sucesos ocurridos en septiembre están afectando la esfera real y financiera de estas economías. Las expectativas sobre la duración transitoria de estos hechos dependen, por un lado, de la eficacia de las medidas de política económica que cada país pueda implementar con el fin de atender sus propios desequilibrios. Mientras los países desarrollados están aplicando políticas monetarias y fiscales expansivas para amortiguar la profundización del declive económico, los países emergentes como Argentina se ven en la obligación de poner en marcha políticas monetarias y fiscales restrictivas en un contexto de recesión económica.
CAPITULO VI
Argentina. La primera crisis económica del siglo XXI. Lecciones para una economia global
Argentina, hace aproximadamente una década, se veía abatida por una incontrolada inflación que se situaba nada menos que en el 3.000 por ciento. Esta situación le situaba en una profunda recesión, soportando fuertes desequilibrios internos y externos, esto era muy grave y complicaba la superación de los anteriores tiempos sombríos de la dictadura militar. Entonces el ministro de economía Domingo Cavallo diseñó en enero de 1991 una medida audaz: la Ley de Convertibilidad para mejorar las condiciones, este ligaba el peso argentino al dólar americano en un régimen de igualdad, con el fin de erradicar el proceso inflacionario. Los resultados fueron realmente extraordinarios, pues en un corto espacio de tiempo se logró contener la inflación, crecer al 5 por ciento, recuperar la credibilidad internacional y atraer nuevamente importantes flujos de capitales externos.
Argentina está viviendo el proceso de empobrecimiento más rápido de una sociedad en tiempos de Paz. El PIB cayó casi un 4% en 1999, rompiendo así una tendencia creciente iniciada en 1995, se recuperó hasta el 1% durante el 2000, para bajar hasta el 5% en 2001, y se estima que disminuirá hasta el 12% en el año 2002. A su vez, la caída de la renta per cápita Durante Este período recesivo (los últimos cuatro años) se ha situado en un promedio del 28%, mientras que el desempleo lo ha hecho en el 30%. El índice de pobreza se ha situado Durante el 2002 en el 40%. Sin duda, estas cifras nos sitúan en la peor recesión desde 1914, siendo más grave que la de los años treinta.
Cronológicamente la difícil situación económica Argentina arranca de la crisis financiera internacional que sacudió a los mercados a finales de los años noventa. En un principio, ésta pareció quedar despejada al recibir un auxilio financiero en diciembre de 2000 por valor de 39.800 millones de dólares, de los cuales 14.000 procedían del acuerdo del FMI, en el marco de un programa de ajuste económico y asistencia financiera promovido por éste. España contribuyó a esta iniciativa para garantizar la línea de financiación. La deuda Argentina se descomponía sectorialmente en título públicos en moneda extranjera (con un 75%) y préstamos de organismos internacionales (alrededor de un 25%).
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