Es destacable su contraposición a las doctrinas dogmáticas del Escolasticismo, pues las mismas no son abiertas ni permiten nuevas formas de conocimiento, evitando de este modo la evolución y el progreso del hombre ligado a los nuevos saberes. También reclama la necesidad imperiosa de que se incorporará dentro de la enseñanza las materias como la Física y la Química que poseían un perfil experimental, ya que ellas propiciaban conocimientos en el plano empírico que daban la posibilidad de conocer las posibilidades del hombre en la naturaleza.
Su amplia visión acerca de una educación más integral lo llevo de igual forma a pronunciar el 2 de noviembre de 1976 un "Discurso sobre la necesidad de la enseñanza en lengua castellana", en el que manifiesta las ventajas que proporcionaba el dominio de la lengua materna y de las extranjeras como vehículo indispensable para la exploración del mundo de las artes y las ciencias, atribuyéndole al lenguaje el valioso poder de la interpretación y el entendimiento.
En los escritos realizados por Caballero referidos al problema educacional también merece mención las "Ordenanzas de las escuelas gratuitas de la Habana" publicadas en el año 1794 donde la misma va a poseer una connotación relevante, ya que responde a una iniciativa por dar solución a la insuficiente presencia de escuelas públicas en la Habana.
Caballero vuelca todo su esfuerzo en modelar un sistema que sea competente con los ideales que promueve el Siglo de las Luces y que por consiguiente se ajuste a las condiciones de la isla, todo ello en busca de lograr una enseñanza de mayor profundidad y calidad. Su persistente accionar sobre las bases de la instrucción lo ubican dentro de la vanguardia de los pedagogos de su época.
Su obra no se limita al contexto de la educación, sino que se amplía hacia los problemas sociales presentes en la sociedad cubana del siglo XVIII.
Como parte de la comunidad criolla, José Agustín coloca todo su ingenio en tratar los problemas surgidos de las contradicciones que genera una sociedad esclavista, para ello toma como escenario de sus intensas alocuciones la Sociedad Patriótica, sede que acoge a los más ilustres de la Habana, pues en dicha asociación se congrega la razón y la voluntad por transformar la situación existente. De ahí que la presencia del presbítero, como figura fundamental dentro del proceso de construcción de un nuevo futuro, se hace obligatoria, cabe agregar que por su activa participación desarrollada dentro de la Sociedad, Caballero ocupa el cargo de Censor, el cual desempeña en más de una ocasión de forma destacada.
Dentro de la Sociedad Patriótica, el presbítero encuentra como se había referido antes, el sitio idóneo para manifestar con toda entereza los criterios que les suscitaba ser parte de una sociedad con una rígida estructura clasista estamental; producto de la inserción de Caballero en este contexto surgen disertaciones como la emitida el 24 de noviembre de 1798 llamada "De la sobre la esclavitud en este país".
El presbítero al referirse a la trata de negros en la isla lo plantea desde un enfoque ético ? humanista la cual dista mucho de una posición abolicionista. Debe recordarse que el medio en el que él creció y desenvolvió su pensamiento fue en un régimen eclesiástico donde primaba una ideología que justificaba en gran medida el bárbaro tratamiento hacia los esclavos debido a que la diferencia racial, religiosa y cultural no es admitida aún por la omnipotente cristiandad.
Esta constituye una de las razones por las que Caballero se dedica durante su discurso a la descripción de las condiciones inhumanas en las que se encuentra viviendo el esclavo, al igual que exhorta a la reconsideración sobre el tratamiento que recibe el esclavo y su situación.
Su posición conservadora, pero a la vez, humanista, también responde a que él se encuentra dentro del círculo de la Sociedad Patriótica donde coinciden de modo considerable figuras pertenecientes a la oligarquía esclavista, lo que provoca que su exposición carezca de un lenguaje acusador y se desdoble en una serie de sugerencias.
El tema sobre la esclavitud había sido tocado por José Agustín en otra ocasión pero esta vez canalizado a través del Papel Periódico, donde salió publicado el 5 y 8 de Mayo de 1791 bajo el título "En defensa del esclavo" donde una vez más hace mención de la difícil situación del negro y donde plantea vehemente la siguiente frase:
"Tan tristes efectos, y el clamor de estas infelices víctimas de la malicia humana (que así los llamo porque creo que es la esclavitud la mayor maldad civil que han cometido los hombres cuando la introdujeron)."(11)
Esto me permite plantear que si bien no mantiene una postura intransigente con la cuestión de la esclavitud, en este planteamiento refleja el fondo brutal de esta práctica y manifiesta una posición crítica hacia la misma. Por vez primera se ve cuestionado el tema relacionado con la esclavitud por un ilustrado perteneciente a la clase criolla, demostrando su posición humanista frente a un fenómeno social que era asumido por la sociedad con total indiferencia. A través de la oratoria y sus escritos, el presbítero denuncia las condiciones infrahumanas a las que estaban sometidos los esclavos evidenciando en esta frase su preocupación sobre este aspecto:
"Cuando he visto a estos miserables que, después de haber sufrido el peso del día, haraposo, encadenados, y tal vez hambrientos, bajar la escalerilla de la casa de molienda para entrar en su prisión, no he podido menos que volver el rostro para no mirarlo, horrorizado de que nuestros antiguos no dejarán esta práctica?"(12)
Como tenaz conocedor de los disímiles aspectos de la sociedad cubana su trabajo también va dirigido hacia los renglones de la economía, escritos como "Industria de la Isla" y "Dictamen en el concurso para premiar la mejor memoria sobre la cría de abejas y el cultivo de cera" vienen a mostrar lo exhaustivo de su pensamiento. A ello se le suma los numerosos artículos como "Ferias" o "Reflexiones sobre los espectáculos públicos" que dan muestra de la diversidad de asuntos tratados por el presbítero, evidencia de la voracidad de su conocimiento.
Una obra que determina a Caballero y da muestras de la agudeza de su pensamiento es "Philosophia Electiva." Realizada el 14 de septiembre de 1791y se enmarca precisamente en este período en que el presbítero es el responsable de impartir Filosofía en el Seminario.
Con 35 años cuenta Caballero cuando la elaboración del mismo, este artículo es muestra creciente de lo esencial que resulta la Filosofía dentro de su formación. Este texto que posee como principal objetivo dilucidar los principios de "la madre de todas las ciencias" señala su resolución por indagar en caminos tan profundos y complejos como resulta dedicarse al estudio de la filosofía. Con una fuerte disposición hacia las ideas de Descartes que se ven reflejadas en más de una ocasión, en su obra, su osadía se ve limitada por la fuerte presencia del Escolasticismo y de la institución a la que pertenece, lo que lo hace adolecer de argumentos que se ajusten a los tiempos modernos.
El arduo trabajar de José Agustín lo hace merecedor de diversos títulos y categorías docentes dentro del Seminario de San Carlos. Pero el prestigio del mismo no solo se limitó a esta labor. Su escrito "Exposición a las Cortes Españolas" da muestra de la madurez política que había alcanzado. En el siguiente epígrafe se hace un análisis de esta obra.
- Análisis del documento "Exposición a las Cortes Españolas".
El siglo XIX en España resultó muy paradójico ya que las circunstancias creadas de forma abrupta hicieron experimentar en la nación española cambios sustanciales de una manera radical.
A inicios de este período la Península sufría la amenaza de un posible ataque francés, inexorablemente estaba destinada a padecer los abatares de una contienda bélica contra Napoleón; un Napoleón crecido por los lauros de las batallas ganadas; un emperador cuyo objetivo fundamental era gobernar Europa impulsado por su afán expansionista, además de alimentar la ambición de su familia.
En este tiempo el ánimo que circula en esta sociedad esta minada de un escepticismo, provocado precisamente por la polarización que existe en este estado. Y es que la situación interna de España es muy compleja, primeramente porque aquí coexisten muchas corrientes ideológicas, por una parte está el grupo de los conservadores que son abanderados de mantener la tradición, se apegan a la fe religiosa, etc. y por la otra se manifiesta el liberalismo lleno de frescura, de ideas renovadoras, que exige cambios, dando muestras de los tiempos modernos.
Estos antecedentes, enlazados con la presencia francesa en este territorio, unido a la deslealtad y mediocridad del rey Carlos IV, que dio muestras de cobardía y negó su condición de patriota, hizo estallar un caos político.
De este modo, pronto recayó en las Cortes Españolas la dirección del país. Esta Asamblea Constituyente que cubrió de forma transitoria, en lo que dura la guerra de independencia, las funciones transmitidas por un gobierno traidor.
Una de las características de esta Asamblea es que estaba impregnada de los aires ilustrados aunque en ella convergen otros movimientos como los realistas o absolutistas que no pretenden transformar el aparato socio- político y reclaman el retorno de la Casa de Borbón, además de encontrarse los seguidores de Gaspar Melchor de Jovellanos, que exigían reformas pero con un corte más discreto y por último los ya mencionados liberales que eran más enérgicos.
Como puede apreciarse, en este Congreso se sintetiza la nación española y la misma va a centrar su proyección futura en eliminar o enmendar todos aquellos obstáculos que impiden el progreso del país. La estrategia reformadora que se propone esta Asamblea, como parte de su política, se orienta hacia todas las esferas de la sociedad: la transformación del sistema jurídico – político, la libertad de imprenta, la división de poderes, la abolición de los privilegios de la Iglesia, la censura encarnizada hacia los métodos que practicaba la Santa Inquisición y la promoción cultural y científica fueron medidas que exteriorizaron en gran parte su carácter liberal.
Las Cortes de Cádiz como institución representativa del pueblo español durante la ocupación francesa, alcanzaron un protagonismo significativo, pues en su haber no sólo configuraban los asuntos pertinentes a la península sino que las colonias ultramarinas también formaban parte de sus intereses.
La Constitución elaborada en 1812 por dicha Asamblea da fe de lo antes expuesto, ya que los artículos que lo conformaban estipulaban sobre la nación española, las cortes, el rey al igual que trataba los asuntos referidos a los territorios de las Españas y con ello lo concerniente a sus gobiernos.
Los estatutos confeccionados muestran su matiz liberal, el hecho de que en la Asamblea coincidieran figuras con una fuerte influencia de las ideas ilustradas permitió que su proyección estuviera determinada por las nuevas doctrinas que difundía el Siglo de las Luces. El establecimiento de una monarquía liberal y parlamentaria basada en los principios de la soberanía nacional y de la división de poderes constituye el resultado de todo un proceso de apropiación de la tendencia liberal.
Las Cortes de Cádiz simbolizaron durante la presencia del poder francés en tierra española la rebeldía y la insubordinación hacia el inicuo regir de Napoleón y su hermano. La existencia de dicha Junta por tanto, adquirió una importancia relevante, pues en ella se compendiaban las propensiones de los ciudadanos españoles y por ende la de sus colonias, pues su objetivo era velar por los genuinos intereses de España.
La situación imperante en la región española estaba sometida a fuertes contradicciones. Durante la ocupación se dio una pluralidad de posiciones que marcaron el desconcierto dentro del territorio; por una parte, con la presencia de los franceses en la península surgieron posiciones que defendían imitar la política francesa, otras respaldaban el absolutismo patriarcal de Fernando, la garantía de la tradición, y por último la afluencia de corrientes liberales. Toda esta multiplicidad de tendencias que cobran vida a inicios del siglo XIX crea serias dificultades para la sociedad ya que originan un proceso de fragmentación haciéndose palpable la existencia de una nación sujeta a constantes dicotomías.
En este escenario colmado de escepticismo se desenvuelve la política interna de España, induciendo esta compleja situación a una disyuntiva no sólo para el pueblo español sino también para las colonias. Teniendo en cuenta las condiciones socio ? políticas adversas que dominaban en la metrópoli era de suponer que dichas circunstancias engendrarían también un conflicto para el territorio de las Españas, pues las mismas estaban sujetas al poder peninsular.
Como consecuencia de la anarquía presente en el territorio español en las colonias hispanas comenzarían a asomar inquietudes acerca del destino de los dominios americanos, aunque cabe destacar que muchos territorios se encontraban inmersos en la lucha por la independencia. En el caso exclusivo de Cuba, que no poseía las condiciones ideales para involucrarse en una campaña por la liberación quedaba supeditada a las resoluciones del gobierno de la península, por esta razón reajustar las relaciones con la metrópoli se vuelve fundamental dentro de esta etapa turbulenta.
Analizando el escenario y temiendo una política exterior represiva e impositiva hacia la isla, producto de los sucesos acaecidos en España, José Agustín Caballero se da a la tarea de redactar un texto llamado "Exposición a las Cortes Españolas".
Este artículo, que iba a ser enviado a través del diputado Jáuregui, se escribe con el fin de presentar las solicitudes de la clase oligárquica cubana a la Asamblea, jugando así un rol determinante en esta época pues inicia el camino hacia la búsqueda de las prioridades de los criollos distando de esta forma con los intereses españoles.
Este proyecto autonómico a inicios del siglo XIX es valioso, intenta a través de sus requerimientos cercenar el poder peninsular en la Isla. Con su lenguaje objetivo devela sus intenciones marcadas de dar a conocer el descontento existente entre los criollos y la administración de la metrópoli; su cuantía no solo reside en la formulación de una estrategia política sino también en los sentimientos de identidad que germinan en el mensaje.
Su discurso se traduce en una serie de exigencias que responden a los intereses de esa nacionalidad cubana que se está consolidando. José Agustín Caballero, impregnado de ese aire ilustrado hace conocer, con mucho tacto pero con claridad, a las Cortes la necesidad que tienen las mismas de reestructurar su política para con los cubanos, tornándose este planteamiento epicentro de su exposición, manifestando con ello su propensión hacia los nuevos patrones que se van estableciendo en la sociedad cubana y que van respondiendo a una cultura que si bien se fusiona con la española también marca su distancia.
Durante la "Exposición a las Cortes Españolas" se hace manifiesto como el presbítero se ampara en los desaciertos cometidos por el gobierno español para reivindicar las peticiones de la clase criolla. Este recurso es palpable cuando en una primera parte, del texto, plantea
"?debía ser ésta la ocasión favorable de alterar en nuestra Antigua Constitución lo necesario, para que en ella no pudiesen los delegados de la pública autoridad abusar de su poder, ni de los pueblos, al paso que de subsistir al miserable sistema que desde la conquista sacrificó los grandes y naturales recursos de estos vastos dominios al interés privado de un gremio particular?". (13)
Indiscutiblemente en esta frase se alberga la insatisfacción producida por el operar desacertado del gobierno español hacia Cuba, un proceder que prevaleció desde la posesión de la isla y que aún se mantenía en la etapa dieciochesca. La expropiación y la explotación fueron métodos que rigieron en la sociedad cubana expresando la ineptitud de la política seguida por el gobierno español hacia sus colonias.
Lo obsoleto del régimen español es resaltado por José Agustín Caballero, esta figura representante de la ilustración cubana y conocedor intachable de la historia, muestra no solo su hostilidad hacia los procedimientos que privan al país y a sus nativos de las riquezas en el siglo XVIII, sino que su cuestionamiento de forma implícita lleva el reclamo de asuntos como: el saqueo, que en sus principios fue la vía de enriquecimiento directo de la metrópoli; el regionalismo económico que aplicó España a través de su comercio cerrado, impidiendo de esta forma el intercambio entre las naciones americanas; la imposición de la estructura política-administrativa que reinaba en la península y fue reproducida en la isla asumiendo por tanto las imperfecciones de la misma.
El criterio recio del presbítero hace referencia al gobierno español de una manera despreciativa, maneja de modo extrovertido la insatisfacción que le produce este régimen, el cual no se ha interesado nunca por el destino de los cubanos; incluso las peticiones de los criollos han encontrado una férrea resistencia en los parlamentos, donde las respuestas a estas demandas han sido caracterizadas por un dilatado silencio; y es que, la incapacidad que padece España no ha podido ser señalada de mejor manera. Caballero se alza como el portavoz de la sociedad oligárquica criolla, y alcanza a despertar el sentimiento de oposición hacia la administración reinante en el país.
El presbítero sintetiza en esta frase su contrariedad no solo con lo que corresponde a su tiempo, sino con lo que ha padecido la isla desde su colonización, mostrando por consiguiente su adherencia al proceso socio-cultural que se va iniciando en Cuba y que va respondiendo a nuevos patrones identitarios.
Su clamor va encaminado por ende a revelar su inconformidad hacia la arbitraria dirección de la Isla, que sostiene no solo una estrategia inoperante sino que también proyecta un procedimiento excluyente con el criollo dentro del proceso de edificación de la sociedad, al igual que lo deja al margen de las ganancias que aporta la economía no recibiendo así, el mismo tratamiento los peninsulares.
Estas razones expuestas, por Caballero ciertamente enfilan a manifestar el inicio de la construcción de un perfil propio dentro de la comunidad de la isla, que diverge en gran medida con los intereses de la metrópoli. Comienzan a aflorar los cimientos de una conciencia nacional.
En el texto de Caballero es perceptible en más de una ocasión el espíritu de cubanía que se fragua, aún incipiente, constituye el motor impulsor de las exigencias de la clase criolla. El olvidado José Agustín nos muestra una mezcla de sentimientos, que constituirá los resortes de un ulterior pensamiento independentista.
Evidencia de la continua aseveración sobre los requerimientos vinculados al actuar de los cubanos dentro de la estructura política del país se hace eco este fragmento:
"Los diferentes gobiernos que tuvo la España en este medio tiempo cometieron la imprudencia de prometer a las Américas, en una forma poco reservada, la igualdad de derechos, o sea el goce de todas sus prerrogativas e inmunidades que por tal naturaleza nos correspondía." (14)
En esta frase José Agustín, dilucida dos cuestiones de vital importancia, la primera reside en el reconocimiento de las potestades que poseen los cubanos, reafirmándose el sentir de una sociedad que va tomando su propia personalidad y el segundo se sustenta en la falacia que representa para Cuba las promesas del gobierno español.
Estos dos elementos presentan un significado valioso, ambos demuestran las transformaciones que se van operando dentro del pensamiento cubano. La apropiación de la identidad impulsa inequívocamente a una reflexión sobre el rol que desempeña el criollo dentro de su nación, por esta razón se aprecia las tentativas por conquistar un espacio que le ha sido vedado a fuerza de imposición por el gobierno de la península.
Existe una inquietud inducida por todos los antecedentes que han precedido las relaciones de la Metrópoli- Colonia. Agustín lo hace visible, dando cabida a una sucesión de acusaciones, haciendo notorio el disgusto, que se debe a la imposibilidad del cubano de disfrutar los derechos que le pertenecen de manera virtual así como la negación de trabajar el cubano en aras del avance de la Isla. Esta razón de gran peso constituye la médula del texto. En él se pretende el reconocimiento de los derechos políticos que poseen los criollos, es decir, existe un reclamo por las opciones que como ciudadano les corresponden.
En todo momento José Agustín encauza sus propósitos en colocar a la clase oligárquica de la isla como soporte de una sociedad que va en ascenso; exigir a España una reestructuración en la política con el fin de que armonice con los intereses de los criollos, es precisamente esto parte de lo que compone el mensaje de su enunciación.
Con un lenguaje diáfano, Caballero orienta su discurso para desenmascarar el estilo solapado que ha venido caracterizando las relaciones metrópolis ? colonia. Rememorar las múltiples promesas sin destino del gobierno español, se convierte ahora para el presbítero en un antecedente de gran valía para su labor acusadora que implica, no solo demostrar la impericia de España sino mostrar la determinación del criollo en desempeñar un papel activo dentro del dispositivo estatal, avalado por ser oriundo de la isla.
El texto "Exposición a las Cortes Españolas" hace gala además de la presencia de un estudio detallado y agudo sobre las diversas formas de gobierno, transitando desde Inglaterra hasta la revolucionaria Francia. Este proyecto que tramita la autonomía de la isla, se nutre de los múltiples modelos políticos que han imperado, con el fin de, tras un estudio minucioso ajustarlo a las circunstancias propias de la isla. Analizar y reflexionar sobre estos patrones se torna imprescindible en la obra de Caballero que pretende proporcionar a Cuba una estructura política ? administrativa coherente con los intereses de la oligarquía cubana.
La subversión que se dio en Francia por su parte, provoca en el presbítero la más severa opinión sobre la misma, cuando afirma:
"?No es pues, en las hediondas heces de la Revolución Francesa donde hemos de ir a buscar documentos que nos sirvan de gobierno en las grandes crisis en que nos hallamos. Allí todo fue petulancia e imprevisión en la práctica, pasiones desenfrenadas en lugar de patriotismo, concusiones en lugar de economía?" (15)
La Revolución Francesa atrajo la admiración de muchos en el mundo, pero para José Agustín, este hecho constituyó un episodio lamentable. La sustitución de la desigualdad jerárquica por la afirmación de la igualdad, las libertades políticas, de expresión, el enfrentamiento a la Iglesia y la liquidación de la ideología feudal, todas estas modificaciones fueron mitigadas para el presbítero por el carácter represivo y violento que tomó dicho acontecimiento.
La expresión citada anteriormente genera una fuerte polémica, porque refleja la indeterminación de José Agustín acerca de la realidad francesa que promovió un cambio dentro la historia mundial, mediante un proceso que tuvo un carácter radical.
Catalogar a este pensador de reaccionario a la transformación, sería formular un criterio apresurado, si bien su razonamiento censurador revela ciertas restricciones, lo hace motivado en gran medida porque el suceso se transfigura en un acto de exaltación que arremetió incluso contra las tradiciones y la religión.
Caballero figura dentro de la Generación del 92 como un hombre de tendencias avanzadas. Sin embargo, esta idea lo muestra plegado a una posición conciliatoria que discrepa con los ideales que promueve a ultranza la Revolución Francesa; es aquí donde radica una de las limitaciones de nuestra figura, la forma contraproducente con que se refiere a estos procesos impetuosos. Es que el término ruptura es demasiado osado para nuestra figura, el cual prefiere una evolución más contenida.
No obstante, José Agustín sin embargo se refiere a la política inglesa con un enfoque más positivo, incluso advierte en el tratamiento de este hacia sus colonias un obrar auténtico que experimenta resultados tangibles no solo para la metrópoli sino también para el desarrollo interno de las colonias. Esto se manifiesta en el siguiente planteamiento:
"La nación británica formó a la verdad, las más de sus primeras colonias en el norte de América, (?), mas pronto concedió a todos un gobierno provincial o doméstico, tan libre e independiente dentro de los límites de cada uno como lo era el de la Metrópolis en los suyos."(16)
Caballero hace notoria su admiración en la indulgencia política que muestra Inglaterra para con sus posesiones. Su táctica, de los ingleses, se basa en permitir en las colonias las libertades de aplicación de leyes y ordenanzas, es decir, tenían la "fortuna" de estar involucradas de modo permanente en la construcción de su propio porvenir. Tal disposición provoca en el presbítero el mayor de los enaltecimientos, pues muestra el regir democrático de esta acción y apunta de igual forma a un respeto hacia la cultura, la idiosincrasia y las creencias de los distintos países.
Todas estas razones repercutieron favorablemente en la conformación de su juicio, que alimentaba el incentivo de procurar reformas en la isla y asistieron a distinguir las carencias de la colonización española.
Sobre el marcado contraste existente entre la administración que práctico Gran Bretaña y por otra parte España en sus colonias, José Agustín, se pronuncia a favor de la estructura inglesa, pues esta daba señales de un régimen mucho más conciliador.
Sobre este punto Caballero no fue el único portador de un criterio favorable hacia la administración inglesa. En el comentario de José Carlos Mariategui se muestra de forma precisa esta divergencia entre la política de España e Inglaterra en sus colonias cuando plantea en sus "7 ensayos de interpretación de la realidad peruana":
"Mientras en Norteamérica la colonización depositó gérmenes de un espíritu y una economía que se plasmaba entonces en Europa y a los cuales les pertenecía el porvenir, a la América española trajo los efectos y métodos de un espíritu y una economía que declinaba ya, y por tanto pertenecía al pasado."(17)
Como muchos representantes del Siglo de las Luces en la sociedad cubana, la concepción de Caballero se vio influenciada por los grandes pensadores ingleses que contribuyeron de una forma destacada a la elaboración de la Constitución. Por esta razón, durante su escrito se puede observar en más de una ocasión las huellas de un pensamiento de vanguardia que se sintetiza en las ideas enarboladas por Locke.
El presbítero como protagonista del Iluminismo se impregna de las disímiles tendencias que proliferan durante la etapa ilustrada, identificándose con la corriente liberal. Lo que lo hará insertarse dentro de la avanzada de un movimiento que aspira a reformar la realidad existente de la isla.
En un primer momento cuando establece:
"? compuesto el imperio español de tan remotas y separadas posesiones, situadas en opuestos climas del globo y gobernadas por diferentes usos y costumbres, fundados en su diversa localidad, población, industria, recursos naturales, debe respetarse en estas remotas Provincias, (?), para consultar sus propias leyes provinciales y reglamentos domésticos, que solo ellas pueden conocer y dictar para su propia conservación y conveniencia."(18)
Dentro del análisis que se esta realizando, este fragmento resulta de gran significación. Caballero, dando muestras de la objetividad, claridad y firmeza con que se caracteriza su pensamiento, dirige hacia las Cortes de Cádiz los anhelos de una clase que va indicando las diferencias entre Cuba y España. Se inicia con este pronunciamiento el reconocimiento de una identidad que se va acrecentando y que irá determinando un viraje dentro de las relaciones.
En José Agustín se forjan sentimientos que van respondiendo a los intereses de la nación cubana. Dentro de su discurso hay un retorno recurrente a la manifestación de la diferencia cultural. Con un lenguaje más intransigente, el presbítero plantea los puntos por los cuales se le hace a la metrópolis más espinoso responder a las peticiones de la colonia y hace visible la necesidad de la instalación de un gobierno provincial en la isla, como la vía más indicada para que se desarrolle la sociedad cubana.
Este último aspecto lo hace notable en el inicio de esta alocución de forma puntual y objetiva, pues expresa:
"?lo que nos corresponde es manifestar nuestras peticiones sobre el segundo punto, (?) el del Gobierno local que conviene dar a las Españas ultramarinas, como forzosa consecuencia de las repetidas declaraciones hechas con respecto a ellas por nuestro Gobierno Supremo?". (19)
Se hace claro el incesante esfuerzo de Caballero por la descentralización del gobierno español en la isla; su reiterado plantear sobre las administraciones convenientes para Cuba van en busca de debilitar la fuerte presencia del poder peninsular en la isla. Dicho planteamiento no sólo recurre a reformar el aparato político sino que se convierte en el mensaje de una clase que comienza a patentizar sus intereses.
En el proyecto, constantemente se dan muestras de la evolución del pensamiento cubano, esto se aprecia cuando rechaza el actuar del gobierno español, afirmando el proceso de resquebrajamiento con respecto a la metrópoli que va despuntando dentro de la comunidad criolla. Conjuntamente con ello las propuestas sobre los gobiernos pertinentes para la isla, que José Agustín destaca, aunque presentan un esquema reformista apuntan indudablemente a un cambio; por tanto teniendo en cuenta estas directrices que está señalando se le puede insertar dentro del movimiento de vanguardia que caracterizó a la sociedad cubana a inicios del siglo XIX.
Como rasgo esencial, dentro de sus ideas encontramos su apropiación de los ideales liberales que deviene parte importante dentro de la realización del proyecto autonómico. Sus propósitos en dicho programa oscilan entre el consenso de la voluntad de los criollos y la división tripartita de poderes, con el fin marcado de derogar el poder centralizado del gobierno.
Cuando propone a la Asamblea de Cádiz un modelo de estamento basándose en la división de poderes, lo impulsan varias razones. La primera es que trae en sus doctrinas una gran influencia del pensamiento inglés, me refiero en especial a la figura de Locke; la segunda condición es garantizar que el poder no quede centralizado en un pequeño número de personas, porque esta situación derivaría en excesos de autoridad y traería aparejado la injusticia; y como último motivo pero más importante proveer a las colonias ultramarinas de un gobierno local.
Esta iniciativa es fundamental dentro del escrito de Caballero pues no sólo descubre su fuerte espíritu ilustrado, sino que el mismo demuestra la fuerza que cobran dentro de sus doctrinas los nuevos modelos políticos que se están abriendo paso en el mundo.
Tomando como punto de partida las circunstancias de la isla, el presbítero emite sus propuestas en función de hallar un gobierno, que si bien se va a sustentar en la existencia del poder legislativo y ejecutivo su esencia residirá en la búsqueda del bienestar del pueblo. Ello es apreciable cuando plantea sobre quienes debe recaer la determinación del consejo legislativo:
"Ninguna otra que no sea dimanada del pueblo, se cree pueda ejercer el poder legislativo con más acierto, como que siendo el objeto de las leyes el constituir la felicidad del pueblo, y disponer de los haberes públicos que salen de él, parece más conforme a la razón que se consulte por los mismos representantes del pueblo."(20)
En esta frase oscilan cuestiones importantes que hacen resaltar lo valioso del pensamiento político de José Agustín. Sobre todo, cuando respalda la participación del pueblo en la conformación de este poder legislativo y plantea las facultades que posee el mismo para garantizar la seguridad y bienestar de los individuos, indudablemente mantiene una fuerte analogía con las doctrinas de Locke; y es que en su resolución el pueblo constituye elemento fundamental dentro del accionar del gobierno, instaurándose de este modo nuevos preceptos que vienen a dar al dintel con la formación política dentro de la isla.
Abogar por la existencia del poder legislativo como núcleo imprescindible dentro la estructuración del aparato estatal representa su conexión con las ideas emanadas del Siglo de la Luces, además que asumir esta posición refiere madurez política y demuestra su armonía con los nuevos ideales que afloran en este período. Con un enfoque hacia la tendencia liberal, Caballero advierte sobre la necesidad de este órgano como garantía para evitar las arbitrariedades de las administraciones, es decir, con el fin de limitar los derechos del monarca; manifestando de esta forma su nexo con la ideología burguesa, que en esta etapa representaba la clase revolucionaria.
Asimismo, cuando establece la participación del pueblo como norma para la configuración del poder legislativo, expresa evidentemente su adherencia al pensamiento inglés, pues está tomando como centro de su sistema político la voluntad de los individuos para la legitimación del mismo, mostrando de esta forma sus puntos de coincidencia con las teorías de Locke, quien ve en el pueblo el recurso ideal para el razonable actuar del gobierno.
El alcance de dicha idea, no sólo es palpable por estar en consonancia con el pensamiento iluminista, sino porque en él también confluyen nuevos conceptos que atentan contra la "estabilidad política" imperante en la isla. Su intento por procurar la intervención activa del pueblo dentro de la estructura de gobierno, marca el nacimiento de una conciencia que se opone al despotismo español, al actuar de los Capitanes Generales dentro de la isla, pues los mismos no sustentan su poder en un parlamento y por tanto dan paso a flagrantes faltas en su obrar debido a que se actúa sin consultar los diversos intereses que coinciden en el país.
En cuanto a la finalidad que el presbítero le adjudica al Consejo Legislativo, plantea la obligatoriedad de dicho poder en la conservación de los derechos del individuo, es decir, el mismo debe actuar como garante del bienestar del pueblo, estableciendo de este modo una analogía con las doctrinas del "padre del liberalismo", debido a que Locke también concibe este órgano como básico dentro de su teoría, pues en él deposita la responsabilidad de velar y responder por los intereses de los ciudadanos y ello es apreciable cuando plantea en su "Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil":
"El poder legislativo está limitado al bien público de la sociedad, es un poder que no tiene otro fin que el de la preservación, y por tanto jamás puede tener derecho a destruir, esclavizar o deliberadamente empobrecer a los súbditos."(21)
Como se ha podido apreciar, José Agustín durante el proyecto autonómico hace visible en más de una ocasión su concordancia con las ideas de su época. Conocedor y partidario del pensamiento político inglés apuesta por este sistema que está impregnado de ideas liberales; la alternativa de una nueva forma de gobierno para la isla, la división de poderes, entre otros vienen a confirmar su posición política.
El régimen que propone Caballero para Cuba, experimenta transformaciones de un modo más lento, pues exigir a España la concesión de los mismos privilegios del pueblo español para Cuba, a través de todo un proceso formal, demuestra su posición de forma indulgente frente a la situación presente en la colonia.
Asumir sin embargo, este hecho como ordinario, sería restarle mérito a la obra del presbítero, pues debe recordarse que tal reclamación se realizó cuando la sociedad cubana todavía no tenía una identidad consolidada, por lo que su pensamiento no se puede caracterizar por la fuerte presencia del radicalismo político, aunque en el mismo se advierte una evolución. Estas barreras, no empequeñecen a Caballero, que es claro y da muestras de convicciones firmes arraigadas a su patriotismo. No obstante dar señas de moderación, su capacidad, su conocimiento lo hacen digno de un pensamiento profundamente reformista.
La visión, la reflexión política, de un contexto que padece tantas vicisitudes da muestras de su relevancia, ajustándose a las situaciones concretas que se están dando, teniendo en cuenta la inestabilidad que corroe el mundo.
De igual manera, acuña en su texto en forma de denuncia las promesas con carácter ilusorio de los españoles para con los cubanos. Formulaciones que tenían como mayor interés captar adeptos a su causa y una vez consolidada su empeño quedaban a la deriva los derechos que les pertenecían a los hijos de la isla.
Pero este texto posee una relevancia extraordinaria, debido que en el confluyen los intereses de la naciente clase criolla, que es elemento fundamental en la consolidación de la sociedad cubana, a ello se le suma igualmente que en la misma se difunden los juicios más avanzados de la época, impregnándole a todo el proyecto autonómico la frescura de una ideología de vanguardia. Los requerimientos que aquí se le hacen manifiesto a las Cortes de Cádiz poseen la característica de ser producto de un estudio detallado sobre las condiciones socio ? políticas de la isla. A su notabilidad se le suma la preocupación que hace patente cuando plantea:
"Los progresos agigantados que van preparando en el Norte de América esos hijos emancipados de la Gran Bretaña, nuestro Supremo Gobierno debe apresurarse a dar el conjunto de sus posesionasen este hemisferio una organización que, vivificando en igual grado que entre aquéllos, nuestra población e industria, nos ponga en estado de contrarrestar en tiempo aquellos síntomas de ambición que se van asomando por momentos y amenazarán algún día hasta el poder marítimo de la Gran Bretaña."(22)
Con una lucidez extraordinaria, Caballero alude al peligro que representa Norte América para el resto de los territorios, en vista de sus sobresalientes logros y de la avidez que genera su política. Se hace evidente la preocupación por una nación que comienza a despuntar como imperio, en el que los intereses se comienzan a tornar en pro ya no, de labrar su propio desarrollo sino de expandir sus conquistas. Con un carácter sagaz, José Agustín indica sobre las reservas que se deben tener hacia las emancipadas Trece Colonias, infiriéndose de esta visionaria frase la capacidad crítica y reflexiva del presbítero que lo hace merecedor de ser valorado como una de las figuras sobresalientes dentro del pensamiento moderno de la época.
¿Y cuál es el mayor mérito de José Agustín Caballero? Precisamente reconocer que Cuba es para los cubanos, que los más indicados para velar por el bienestar de la nación son los nativos de la Isla. El padre aunque da muestras de benevolencia con la administración española reconoce de modo imperioso la necesidad de autonomía. De ahí proviene el progreso, el proceso ascendente de su pensamiento que lo hace singular y que se define por la lealtad a su nación aunque mantenga una posición reconciliatoria con España.
Por tanto, la "Exposición" es el mejor documento y el más oportuno en estos tiempos donde prima el desacierto, de ella emanan directrices nacionalistas que aclaran el deseo y el propósito de los cubanos. A esto se debe el mérito de Caballero que transmite el sentir de un pueblo que anhela libertad para tomar decisiones, que defiende una autodeterminación.
Conclusiones.
En este trabajo ha sido mi firme propósito rescatar, ensalzar el pensamiento político de José Agustín Caballero, que ha sido tan poco difundido y se la ha restado de alguna manera importancia, sin tener en cuenta que figuras como José de la Luz y Caballero y Félix Varela han incorporado a su conocimiento la herencia dejada por el presbítero.
En situaciones adversas, en condiciones tan inciertas tanto para España, como para el destino de las colonias de ultramar. Caballero es capaz de redactar un texto con pretensiones de autonomía para Cuba. Y es que dicho mensaje es intrépido. En primer lugar se identifica con la clase vanguardia de la sociedad cubana, la cual es portadora de las ideas ilustradas y en segundo lugar es capaz de despertar el sentimiento nacionalista.
Su objetivo en la "Exposición a las Cortes Españolas" queda expuesto de modo explícito, pues teniendo en cuenta la incongruencia de los intereses de Cuba y España trata de buscar nuevas formas de dirección, indaga en la posibilidad de modos alternativos de gobierno. Y aquí radica su más audaz planteamiento, pues a pesar de que la sociedad cubana por tradición siempre ha aceptado el mandato ineficiente de España, se recurre a un nuevo tiempo lleno de exigencias y demandas, dando muestras de un sentir de la nacionalidad cubana que para ese entonces era incipiente.
Es cierto, que Caballero no fue eco de un total radicalismo, pero su visión política nos permite enjuiciarlo como portador de un pensamiento revolucionario que daba muestras de una continuidad, de una evolución ascendente, que de alguna manera ayudó a la conformación y consolidación de los principios de la sociedad cubana.
Sus convicciones son fruto del momento histórico que le tocó vivir y aunque en algunos momentos lance destellos de una conciliación con España, no se le puede quitar el mérito de ser un defensor de los derechos de la oligarquía criolla, que para ese entonces representaban el sentir de una clase con objetivos bien opuestos a los de España.
En resumen, José Agustín Caballero, se puede identificar como una figura emblemática, del pensamiento cubano; portadora de una fuente de conocimiento exquisita que se ajustó y la puso en función de las situaciones concretas de su época, además de ser el máximo portavoz de la clase élite de la sociedad, haciendo extrovertido su inmenso caudal de sentimiento nacionalista.
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Elaine Grenet Albernas
Lic en Filosofía
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