LECCIÓN XII
INFLUENCIA DE LA FAMILIA Y LA RELIGIÓN EN LA CRIMINALIDAD
12.1. Breve comentario de la familia.
Una visión sociológica de la familia ha de contribuir necesariamente al enfoque de los problemas que tiene planteados.
En primer lugar hemos de considerar que la familia es una institución natural; nace de manera espontánea donde quiera que haya hombres. No espera para aparecer a que el Estado le asigne un estatuto jurídico. En un principio, en la mayoría de las sociedades la familia existía sin intervención alguna del Estado y se regía tan sólo por las costumbres tradicionales.
Hemos de tener en cuenta que mucho antes de que las sociedades civiles se construyeran, y que el Estado y los gobiernos se identificasen con la vida de la humanidad, los hombres se reunieron en sociedad, en pequeños grupos, constituyendo la familia, como embrión de toda norma social. Esta primaria significación, es puesta de manifiesto por la doctrina dominante cuando señala que: "La familia en todos los tiempos ha sido y es la verdadera célula de la sociedad y piedra angular del ordenamiento social; no sólo porque constituye un grupo natural e irreductible, que tiene por especial misión la de asegurar la reproducción o integridad de la vida humana, sino porque, además en su seno se forman y desarrollan los sentimientos de solidaridad, tendencias altruistas y virtudes que ha desempeñado un papel importante formativo del hombre, en orden a su ulterior desarrollo ultrafamiliar, en el ámbito social.
Hacemos este comentario porque indiscutiblemente la familia tiene unas funciones indispensables para el desarrollo armónico de las personas humanas que se pueden manifestar desde múltiples puntos de vista. Incluso en el campo de la mujer, no puede dejar de reconocerse que, desde el punto de vista simplemente biológico lo mismo que desde el punto de vista psicológico, la familia es indispensable para el desarrollo del ser humano. Las investigaciones efectuadas en materia de delincuencia demuestran ampliamente como el sentimiento de inseguridad, consecuencia de la falta o insuficiencia en la vigilancia afectiva de la primera infancia, es un potente factor determinante en el individuo. Las estadísticas y también las investigaciones sociológicas han puesto de relieve la influencia del ambiente familiar en la delincuencia juvenil como el factor primordial de ésta tiene su base en la inestabilidad familiar y de ahí es donde proviene este tipo de delito (violación) que es el tema que nos ocupa.
La familia como un grupo sociológico y en consonancia con la gran importancia funcional que tiene para el Estado y la sociedad, ha sufrido en el transcurso de los últimos siglos un cambio estructural de gran importancia.
El hombre, en contra posición al animal, cuando se encuentra en presencia de un fin, abstrae de las cosas que conoce, el carácter común de medios para conseguirla y aún, entre los medios mismos atrae y elige aquellos más eficaces para alcanzar el fin propuesto.
Este es el fin que persigue la humanidad.
El fin para ser tal, debe ser alcanzable mediante el concurso de la comunidad, y se necesita además, que exista para alcanzar el mencionado fin, una voluntad común que quiera los medios que mejor conduzcan a él.
Esto es, lo que constituye la razón de que la sociedad exista.
La naturaleza misma de la personalidad humana, las propiedades intrínsecas del ser racional, como animal social que es, al decir de Arist6teles, exigen e imponen al hombre como ley ineludible y natural, el hecho de vivir en sociedad.
Augusto Comte estableció claramente la naturaleza social del hombre. "El conglomerado social no tiene por base al individuo sino a la familia, pues toda célula tiene que ser homogénea con el organismo del cual forma parte. El individuo no puede ser el embrión de la sociedad. Este es la familia". Al respecto, Leopoldo Baeza y Aceves afirma que el creador de la palabra sociología y pontífice del positivismo (desconoció las investigaciones sociológicas modernas que han demostrado que no es la familia el punto de partida de la evolución social, sino que cuando la humanidad ha llegado a la organización familiar es porque ha recorrido ya otras muchas etapas que revelan un mayor atraso en su organización colectiva) Pero sea cual fuere la primera de las formas de la convivencia humana es hoy verdad aceptada Por los sociólogos más distinguidos que la naturaleza del hombre es eminentemente social; es decir, que desde que el hombre aparece sobre la faz de la tierra, aparece ya en el seno de alguna sociedad por rudimentaria que quiera suponerse. La existencia del hombre aislado es hoy en el mundo moderno, una de tantos mitos olvidados por la ciencia.
Así pues, considerando a la familia como la sociedad más antigua, y la única natural, se infiere la existencia de derechos y obligaciones mutuos, que no le fueron otorgados por poder extraño alguno, sino que se deben a la misma naturaleza. Es evidente que la familia no podrá por sí sola satisfacer las necesidades de la persona humana; la sociedad capaz de satisfacer esas necesidades es la sociedad civil, ya que es la única que puede disponer de los elementos necesarios para cumplir satisfactoriamente su cometido. Es este un elemento tan indispensable para la existencia del Derecho social, como lo es de las otras ciencias sociales, y que tiene además dos consecuencias trascendentales: la primera consiste en que la sociedad distingue al hombre del animal, y la segunda en que la sociabilidad es indispensable para alcanzar los fines de la vida humana. Fines que al nacer de los pueblos emprenden fatigosa marcha a través de las edades, por alcanzar un puesto preferente en el gran concierto de la sociabilidad humana, fines que van adquiriendo como dijera José Manuel Puig Casauranc, aspectos sucesivos al atravesar fases evolutivas diversas y marcando cada etapa que recorren con señales indelebles, de barbarie unas, de progreso otras.
Y estas señales, que como un legado fatal trasmiten los pueblos a la historia que los ha de juzgar, son en todos los casos, bajo formas múltiples, manifestaciones de un estado social, de una intelectualidad y de un nivel moral.
12.2. Función socializadora de la familia. Para el recién nacido en necesario para preservar su vida como para adaptarlo a la sociedad en la cual ha de desarrollar sus actividades. En el consiguiente proceso de adaptación, los primeros pasos y los llamados a tener más profundas repercusiones, los dan los niños y el adolescente, en el seno de la familia. La familia está destinada a cumplir una finalidad estrechamente relacionada con la naturaleza y de forma de desarrollo del ser humano.
En resumen, podemos decir que la familia es el elemento necesario para la socialización del niño, apartando o anulando las influencias perniciosas.
12.3. Causas que destruyen o aminoran las influencias familiares positivas.
Las causas de las crisis son numerosas y no todas tienen su origen en tiempos recientes, algunas, desde hace siglos, seguidamente se puede ver como repercuten en el aumento de la criminalidad.
Entre las razones de la crisis están los siguientes:
- La familia es menos unida que antes, frecuentemente por divergencias de intereses entre los esposos, por la tendencia a hacerlas desempeñar, en aras de una igualdad conyugal mal entendida. Idéntico papel en el hogar.
- La vigilancia educativa de los padres sobre la familia se ha relajado, sus miembros pasan cada vez menos tiempo juntos sobre todo porque las actividades de cada uno que desarrollan dentro de horarios que divergen de los ajenos.
- El divorcio, que si bien fue instituido con el pretexto de que serviría de remedio sólo a situaciones extremas, se ha extendido hasta convertirse en un problema social.
- Los niños pasan mucho tiempo fuera del hogar, no sólo en la escuela, sino en las calles, los clubes y los de centro de recreo, sin la necesaria vigilancia.
- Los hijos se emancipan prematuramente, lo que sucede principalmente cuando, como resultado de urgencias económicas, el niño o joven se inicia tempranamente en el trabajo.
- Malas condiciones materiales del hogar, sobre todo miseria, suciedad y estreches que provocan promiscuidad e impulsan hacia la calle a los niños.
- Impreparación de los padres para cumplir la tarea educativa.
- Las generaciones de huérfanos de uno o ambos padres.
- A veces no se trata sólo de que los padres sean incapaces de educar debidamente, sino que ellos son inmorales y su inmoralidad se trasmite a los hijos.
12.4. Número, orden de nacimientos y sexo de los hijos.
- El Primogénito; estadísticas antiguas ya mostraban que el hijo primogénito es mucho más delincuente que su hermano que le sigue.
- El Hijo Único; en general, la delincuencia del hijo único es proporcionalmente mayor que la de los niños que tiene hermanos.
- La Familia numerosa; en general, los hijos de familias numerosas y más cuanto más numerosas, muestran mayor delincuencia que los hijos que integran hogares pequeños.
- Sexo de los hijos; es un hecho que los varones dan, en términos generales, mayor delincuencia que las mujeres.
12.4. El hogar desecho. Para cumplir su función socializadora, el hogar debe contar de padre y madre, el primero, al menos idealmente, como factor disciplinario y como sostén económico; lo segundo como elemento conservador, esencialmente hogareño, al que los hijos pueden acogerse en busca de cariño y de comprensión. Si alguno de los padres falta, la capacidad educativa del hogar queda determinada. Puede darse tres situaciones distintas según la razón que llevó al rompimiento.
- Muerte de uno o de ambos padres: Esta situación se traduce en falta de cariño y de disciplinas familiares, desequilibrio emocional y aun biológico, crisis económica, etc.
- Abandono o deserción: El hecho puede ser voluntario, como cuando resulta de la falta de comprensión entre los padres y la vida familiar se torna intolerable, pero también puede deberse a causas ajenas a la vida intrahogareña.
- El divorcio: Esta separación legal en vida de los cónyuges ha sido justamente casa de provocar gran cantidad de delitos, corrientemente los hijos tienen conciencia de lo poco que significan para los padres, pues lo común que sean los intereses de éstos y no los de aquellos los que determinen la separación.
12.5. Hogares no bien integrados. Para cumplir su función socializadora, si hogar debe estar no sólo material sino también espiritualmente integrado. Cuando esto no sucede la situación se presenta, por ejemplo, cuando existen conflictos de cultura que dificultan la comprensión entre los miembros de la familia los hijos tienen mayor cultura que los padres, a quienes desprecian o desobedecen; los matrimonios se realizan entre personas sumamente dispares por su cultura, sus ideales o su naturaleza de donde surgen continuas discrepancias.
12.6. El hogar criminal. Cuando tratamos el tema de las familias criminales, ya hicimos notar la influencia que el hogar en que existe un ambiente delictivo. Las investigaciones modernas han probado plenamente la importancia del contagio de conductas delictivas, contagio que no sólo proviene de los padres, sino que también procede de los hermanos.
12.7. Indisciplina familiar. La disciplina familiar adecuada está lejos de ser la regla, al imponerla, los padres se atienen a su leal saber y entender, cuando no a sus instintos ciegos. Burt encontró que el 25% de los dementes juveniles ingleses por él estudiados, existía el antecedente de disciplina hogareña laxa;; en el 10% de disciplina demasiado estricta.
12.8. El estado civil. Se ha intentado también determinar la importancia que el estado civil pueda tener en la delincuencia. Sea que en la criminalidad general el porcentaje menor corresponde a los casados, siguen los viudos, luego los solteros para darse la criminalidad más alta en los divorciados.
Sin embargo, no hay que descuidar el hecho de que el estado civil se combina sin otras condiciones sobre todo de edad, para dar por resultado cierto de conducta.
12.9. Religión y delincuencia. Nadie está libre de sentir la tentación de llevar a cabo conductas que, deben ser realizadas, continuarán delito, por tanto, pueden reforzarse los frenos de origen externos: aumentar las leyes, darles eficaz vigencia, crear una fuerte opinión social, acrecentar las fuerzas morales y religiosas.
Debemos consignar tres posiciones:
- la de quienes creen que la religión ayuda a disminuir la criminalidad;
- la de quienes piensen que contribuye a aumentarla y la de quienes consideran que en realidad y de modo general,
- la religión es indiferente en el campo criminal.
12.10. Religiosidad de los delincuentes. Uno de los medios más adecuados para descubrir las relaciones entre la religión y el delito consiste en investigar los porcentajes de personas religiosas que existen entre delincuentes y no delincuentes.
Las estadísticas formadas por Kalmar y Weir, ellos comprobaron que mientras sólo 40% de la población total de EE.UU. se halla registrada como perteneciente a una religión.
Los autores citados comprobaron que muchos que se declaran católicos en realidad no lo eran; de entre tales supuestos católicos, una décima parte no había sido siquiera bautizado, otra décima parte no había recibido la primera comunión, más de un quinto no había recibido la confirmación.
12.11. Criminalidad por afiliación religiosa. Hay que averiguar si algunos grupos religiosos, por ser tales o cuales se inclina más a la delincuencia, por lo menos a ciertos tipos de delincuencias.
Los estudios realizados en Europa, tienden a demostrar la mayor delincuencia de los católicos, una intermedia de los protestantes. En Europa los católicos pertenecen a naciones germanas, sajonas escandinavas, los primeros viven en regiones más montañosas, los segundos en regiones llanas, templadas y hasta fríos.
Los católicos abundan más en los sectores económicamente pobres, mientras los protestantes arguyen que los católicos no tienen mayores escrúpulos en cometer delitos ya que la confesión los liberará en su momento, de la carga del pecado.
Los católicos, por su parte, explican las mayores cifras de delincuencia de protestantes, por la falta de confesión.
12.12. Forma en que la religión pude influir en la delincuencia. Por ejemplo: sectas africanas e hindúes que exigen sacrificios humanos, sin embargo el propio cristianismo puede dar lugar a que el número de delitos aumente, a través de algunos mecanismos indirectos que pueden reducirse esencialmente a tres:
- Creación de formas penales: Las concepciones culturales de un momento dado, influidas por las creencias religiosas, por ejemplo si hoy se declara delito la blasfemia a la inasistencia a misa los domingos, es seguro que habría más delincuentes, pero no porque hubiera aumentado el número de actos criminales sino porque antes era penalmente irrelevante si la califica de otra manera.
- La superstición: La religión no es siempre bien entendida por sus adeptos, sobre todo la religión occidentales que tiene bases teológicas generalmente fuera del alcance del común de los fieles. De la religión malentendida resulta a la superstición y el fanatismo, fuentes de numerosos delitos, podemos pensar, por lo que nuestro país toca, en las borracheras que se desencadenan con el pretexto de festividades religiosas.
- Ejercicio del culto: Con frecuencia, en los últimos tiempos se declaran que el ejercicio de la religión, bajo ciertas circunstancias, constituye delito.
El cumplimiento de su deber religioso acarrea así a los fieles, el calificativo de criminal.
12.13. Moral y religión. Las iglesias, sobre todo cristianas, han insistido de manera permanente en los aspectos sexuales de la conducta, el catolicismo llega inclusive al carácter sagrado.
La carencia de educación sexual entre niños adolescentes, suelen suceder que éstos comentan falta; se producen tensiones emocionales en la conciencia del culpable.
12.14. Asistencia social. Fuera del beneficio que significa un freno fundado en la moral y la religión estos ofrecen otros modos de prevención del delito. Así por ejemplo, las parroquias formadas como es debido crean de la vecindad y de la ayuda mutua, tal el caso de los orfanatos y asilos para ancianos y personas desvalidas, colegios, casas de reposo momentáneo, asistencias hogareñas y ayuda económica a los padres.
12.15. Conclusiones. En cuanto al método, es claro que cualquier investigación futura debe tener en cuenta la religiosas auténtica y nos meras declaraciones de los integrados. Sin embargo, puede servir de quía el método seguido por Kalmer y Weir; el de indagar por el cumplimiento de ciertas normas religiosas y comparar su grado entre criminalidad y no criminales.
LECCIÓN XIII
EL FACTOR ECONÓMICO Y LA CRIMINALIDAD
13.1. La Economía en Nuestra Cultura (277 Huascar)– El tipo de valor que se coloca en el trono, dominado a los demás, varía según el momento cultural en que se vive; si lo religioso ocupó el centro de la vida individual y social en la Edad Media y si lo estático fue lo más altamente apreciado en ciertos momentos del Renacimiento, hoy lo económico se ha convertido en eje de la vida, sobre todo social, fuente de polémicas teóricas y de contraposiciones prácticas.
El factor económico ha de tener enorme repercusión en la conducta humana general, incluyendo el crimen. Lo mismo sucedía con lo religioso en la Edad Media, o los nacionalismos del siglo pasado.
No se trata sólo de teorías. La propia realidad nos muestra ejemplos de pobreza exagerada o de exageradas acumulaciones de dinero; críticas que suelen llegar al terreno de los hechos; huelgas y represiones frecuentemente conducidas fuera de los causes de la legalidad; actividades delictuosas -por lo menos formalmente delictuosas- contra el estado y las autoridades, para imponer tal o cual sistema económico y reemplazar al que se considera caduco e injusto; crisis más o menos periódicas que provocan cierres de fábricas, quiebras y desocupaciones gigantescas; padres que, al no poder sostener a su familia, pierden autoridad y provocan la desunión en la misma; procesos inflacionarios y -raramente- deflaciones; alzas de precios y baja real de los salarios; clima de descontento propicio al desorden y tantas otras condiciones sociales que sin duda se hallan estrechamente ligadas con el régimen económico, aunque no exclusivamente con él.
Sin embargo, aunque importante, el factor económico no es el único que determina la conducta humana; a su lado, coactuando, se encuentran otras fuerzas sociales que, a veces, en el caso concreto, pesan más que la economía y sus inmediatas consecuencias; y, desde luego están también las causas biológicas y psíquicas.
13.2. Pobreza y Delito (278 Huascar)– La insuficiencia de medios económicos con que cubrir las necesidades, sobre todo si son elementales, ha sido comúnmente acusada de aumentar el número de delitos y de conductas antisociales en general.
La desproporción entre lo que se necesita y la capacidad para alcanzarlo tiene consecuencias mucho más complicadas que las que se podría pensar en un primer momento.
Ya el siglo pasado, Von Mayr creyó descubrir una estrecha relación entre el precio del trigo y el número de hurtos; para él cada real de aumento en el precio del primero se manifiesta en un hurto más ; y al revés, cuando el precio del trigo descienda. Si se compara los índices comerciales -que no depende de un solo dato sino de la combinación de varios- es hoy posible comprobar una relación proporcional entre tales índices, por un lado, y los delitos contra la propiedad, y la prostitución como por otros.
Por ejemplo, en la primera posguerra, la malta y la cerveza eran caras y de mala calidad; por tal razón, se las consumía menos y se produjo una baja en la delincuencia causada por el alcoholismo.
En la apreciación de la pobreza y de la baja de los precios hay que considerar también los casos de desocupación colectiva; entonces hay precios bajos; sin embargo sus influencias beneficiosas sobre la criminalidad son anuladas y hasta superadas porque no se cuenta ni siquiera con lo necesario para cubrir esos precios bajos.
Sin embargo, Barnes y Teeters han demostrado que los delincuentes pobres son también relativamente más que en la colectividad. Estos datos tienen, sin duda, mucho peso; pero hay que guardarse de otorgarle valor decisivo en demostración de la tesis, ya que los pobres, en general, se inclinan a delitos violentos, más fáciles de descubrir y probar, mientras las clases acomodadas tienden a la criminalidad fraudulenta, fácil de encubrir y difícil de probar. También existen diferencias notables en cuanto a los recursos de que pueden valerse ante los tribunales, sea en cuanto a influencias que pueden ejercer o a la calidad de la defensa que sumen.
Burt considera que existe, como causa de delincuencia, una que podría llamarse pobreza relativa o sea la insuficiencia de los medios en relación con los deseos y las ambiciones; así se dan delitos que obedecen al ansia de figuración , al lujo desmedido, más que a la pobreza tal como usualmente se la entiende.
La pobreza relativa se da en quienes tienen lo suficiente para mantener su vida, pero sienten que hay un abismo entre lo que poseen y lo que desearían poseer; la codicia es entonces el impulso principal para cometer delitos. Esta situación es particularmente notoria hoy, en una sociedad consumista, en que la propaganda impresiona mucho y en que cada uno quiere tener y aparentar mas que los otros. Esta pobreza relativa se da, obviamente, también en las sociedades ricas en que los pobres constituyen, a veces, una minoría muy pequeña.
Parmelee destacaba al decir que la pobreza opera a a través de la mala habitación con todas sus consecuencias dependientes, de la desnutrición, disgregación de la vida familiar, carencia de descansos adecuados, pocas posibilidades de progreso cultural, enfermedades que no son bien combatidas.
13.3. Crisis Económicas y Delito (281 Huascar)– Este es otro método para determinar la relación entre situación económica y delito; tiene la ventaja de permitir mayores comparaciones, ya que generalmente las investigaciones abarcan ciclos enteros influyendo momento de auge y de crisis; así se puede seguir en verdaderas ondas en la marcha de la economía y del delito.
Pero no baya a creerse que la incidencia en la mayor criminalidad sólo se encuentra en los momentos de depresión y de desempleo; el auge en el empleo completo tiene su propia delincuencia.
La depresión conduce directamente al desempleo. Este, a su vez, produce migraciones internas y externas en busca de trabajo; así, la crisis actual a través del aumento de la movilidad, efectuada en la peores condiciones.
Como consecuencia de la crisis, suele presentarse un proceso de inflación, frecuentemente exagerada, lo cual contribuye a la inestabilidad general; se produce la ruina de los que tenían ahorros, de los jubilados, de los tenedores de bonos o títulos de valor fijo, públicos o privados.
Es natural y explicable que las necesidades primarias urgentes conduzcan a muchos a cometer delitos de los cuales, de otro modo, se hubieran mantenido alejados. En relación con estos fenómenos y tentaciones, hay que observar que parece más peligrosa que la pobreza continuada, la que se presenta como consecuencia de cambios bruscos, sobre todo en sectores sociales enteros que estaban acostumbrados a ciertos bienestares.
Lugar preferente merecen las repercusiones psicológicas de la crisis. Los obreros parados se vuelven nerviosos, irritables, prontos a la reacción violenta o totalmente abatidos; pero aún en el abatimiento, y a través de mecanismos fáciles de comprender, suelen presentarse momentos explosivos; se despiertan sentimientos de repudio hacia la sociedad; el padre y el marido pierden su autoridad de tales, toda vez que no pueden cumplir sus funciones de mantenedores del hogar; los suelen separarse, mientras uno busca trabajo lejos del hogar; éste se coloca en vías de deshacerse, porque los hijos se lanzan a la calle, donde integran pandillas infantiles y juveniles dedicadas a robar para obtener lo que el hogar no les da.
Dorothy Thomas, en sus investigaciones llegó a las siguientes conclusiones:
1- No hay ninguna relación estrecha entre la tendencia de todas las ofensas acusables y los delitos sin violencia contra la propiedad, y el ciclo de los negocios.
2- Los delitos violentos contra la propiedad aumentan en los períodos de depresión.
3- La conexión entre los delitos contra las personas y el ciclo de los negocios es muy pequeña.
Otros tipos de crisis que provocan también grandes cambios en la delincuencia; no se trata tanto de carencia de empleos, de baja producción o de saturación del mercado, si no de cambios radicales en la estructura económica de la nación. El último siglo a dado muchos ejemplos siendo el principal el constituido por la evolución de la económica agraria poco tecnificada a la gran economía. Se producen grandes migraciones, las ciudades aumentan su población desproporcionadamente con respecto a la habitación disponible, los hijos se emancipan prematuramente, aparecen nuevos sistemas de ideas a los cuales hay que adecuarse con quiebra de las firmes convicciones anteriores; de la competencia adquiere caracteres de oposición violenta, surgen nuevas costumbres aptas para producir desadaptaciones sociales y psíquicas.
13.4. Prosperidad y Delito (285 Huascar)– Desde antiguo, pudo comprobarse que las condiciones sociales tienen influencias contradictorias; si a la pobreza, la crisis periódica, la desocupación favorecen la aparición de ciertos tipos de delitos, es también verdad que la prosperidad, social e individual, provocan el incremento de otros tipos delictivos.
Ya Lombroso hacía notar que el buen salario ocasionaba el que los obreros debieran más y cometieran, por tal razón, mas delitos violentos. También observó que la riqueza posee su criminalidad peculiar pues ofrece determinadas oportunidades y especiales incentivos entre los cuales no deben descuidarse las mayores probabilidades de impunidad.
Ya el simple sentido común nos inclina a creer que las estafas, las defraudaciones, los fraudes en general, aumentan en los períodos y entre las personas prósperas; allí se presenta la oportunidad para cometerlos. Por otra parte, es en las clases económicamente más poderosas donde se dan delitos típicamente capitalistas, tales como: destrucción de materia prima para lograr alzar de precio, propaganda desleal, trusts y monopolios, etc.
Barnes y Teeters han demostrado, además, que es en las etapas de auge cuando florece las pandillas de delincuentes; eso puede explicarse porque existen más oportunidades de dinero fácil y menos desconfianza de parte de las personas que poseen bienes; confianza que sufre agudos retraimientos durante los períodos depresivos.
El hecho de que el delito descienda durante las épocas de prosperidad y se dé en menos proporción en la clases acomodadas y ricas pueden corresponder a una tendencia general de la realidad; pero también se debe, sin duda, en buena parte, a fallas estadísticas, la que no se refieren a delitos realmente cometidos si no a los condenados judicialmente; ahora bien: ya sabemos que la policía y los Jueces son menos estrictos en épocas de prosperidad; y de los ricos que comenten delitos difíciles de descubrir y probar y cuentan con defensores e influencias políticas que pueden anular la justicia aún en casos en que la culpabilidad es clara.
13.5. Delitos Económicos y Causas Económicas: Se suelen calificar de económicas los delitos que vulneran bienes de ese tipo. Pero es claro que, por un lado, no toda la delincuencia económica tiene su origen es causa de igual género; por otro, que la delincuencia no económica s puede tener causas de este género. Esta verdad deriva necesariamente; la supresión o alteración de algunos factores económicos que hoy impulsan a la delincuencia, no traerá la desaparición de esta sino simplemente su transformación, disminución y en ciertos supuestos, su aumento.
Tomemos el primer caso: delincuencia económica no debida a causa de este tipo; es el caso en que por celos, por deseo de venganza, se hunde por medios delictivos a un rival, se incendian sus propiedades, se atentan contra su crédito.
En el segundo -delincuencia no económica con causas de este tipo- los ejemplos que pueden citarse son aún muchos más números: delitos contra la moral sexual pueden deberse a la promiscuidad, derivada, a su vez, a la pobreza; de manera similar pueden operar causas económica s en la prostitución y el celestinaje.
Son más números de los que se cree, los casos en que la competencia individual y comercial deriva en delitos contra las personas.
Por eso, como hace notar Exner, resulta ingenuo el tratar de establecer la importancia criminógena de la economía, correlacionando simplemente índices de precios o del movimiento industrial o comercial, con los de la delincuencia, sobre todo si sólo se toma en cuenta la que atenta contra la propiedad. La índole de la causación es demasiado complicada para que pueda ser aclarada con simplificaciones de éste tipo.
13.6. Delito y Capitalismo (287 Huascar)– Desde hace un siglo, y cada vez con mayor insistencia, se ha difundido profusamente la idea de que un cambio radical de la organización económica capitalista traerá por consecuencia reducciones también radicales en la delincuencia, cuando no su desaparición total. Ya no se habla, por tanto, de riqueza y pobreza, de períodos de auge o de presión, pero siempre dentro del mismo sistema económico, sino de algo más profundo como sería la sustitución del propio sistema capitalista, el cual resultaría así culpado de todos o casi todos los males por que tenemos que pasar hoy.
Podemos comenzar comprobando hechos indiscutibles que demuestran que el sistema capitalista es fuente de muchas fuerzas favorables a la delincuencia. El capitalista crea ricos y pobres que lo son extremadamente; condiciona las periódicas crisis de que padece el mundo entero; es causa de inestabilidad económica, de quiebras, de despilfarro de riquezas, de negocios arriesgados, de predominio del ansia de lucro individual por perjudicial que sea a los intereses sociales; la división en clases contrapuestas ocasiona frecuentemente delitos; hay delitos típicos del sistema, como los trusts y monopolios, así como las bancarrotas. La familia es minada y hasta destruida. Defectos todos evidentes, como lo son otros que podría n agregarse sin mucho esfuerzo.
LECCIÓN XIV
CRIMINOLOGÍA DE LA DELINCUENCIA O VIOLENCIA JUVENIL
14. Violencia juvenil. Al enfocar el tema sobre la violencia juvenil conviene mencionar: que la agresividad del hombre es algo innegable. La agresividad es uno de los componentes afectivos humanos, se manifiesta más o menos veladamente.
Durante largo tiempo se pensó que el niño era una criatura blanda y pura y se minimizaron sus reacciones agresivas. En nuestro tiempo o en la actualidad sabemos que desde muy temprano se manifiestan sus pulsiones agresivas.
La agresividad puede considerarse como un periodo pasajero o como parte de la evolución de la persona, sin embargo vemos que el ambiente tiene importancia ya que influye en el comportamiento agresivo.
Los delitos de violencia parecen haber aumentado en niños y adolescentes en gran proporción dada que la tasa de frecuencia de la delincuencia juvenil son a veces demasiado elevadas en el mundo entero.
Según algunos investigadores este alto y severo incremento de la delincuencia y violencia juvenil coinciden sobre todo con los primeros años de las posguerras. La violencia va íntimamente unida a la delincuencia juvenil y para comprender este problema tenemos que considerar los factores sociales, el ambiente familiar y la organización propia del delincuente. Al hablar de delincuencia juvenil estamos mencionando un subgrupo de jóvenes cuya conducta no se guía por unos cauces socialmente aceptados ni sigue la misma pauta de integración de la mayoría sino que por el contrario da lugar a un tipo de actividades que los sitúa en franca oposición con la legalidad.
Estas actividades o delitos mayores son los asaltos, homicidios, violaciones, drogadicción, etc. o delitos menores por robos, apropiación de vehículos, etc.
La conducta delictiva juvenil suele comenzar hacia los 13 o 14 años y alcanza su punto culminante entre los 17 y 19 años. Que la delincuencia continúa ligada a la miseria, su práctica se ha extendido últimamente a los grupos socioeconómicos medios y altos.
Sabemos que los jóvenes se sienten atraídos por las masas porque al integrarse al grupo afirman su personalidad a través de las acciones del grupo y además logran conseguir lo que quiere ya que en las masas, confluyen la violencia organizada de los miembros y la actividad delictiva mas o menos planificada y dirigida a un fin.
Esta labor con los jóvenes es realmente difícil ya que la reinserción no será eficaz si en ella no colaboran todos los estamentos sociales que puedan aportar ayuda y facilitar la incorporación del joven a la vida publica.
14.1. Transición moral
Introducción
Al adolescente se le plantea la independencia como algo que debe conquistar para poder entrar a formar parte del mundo de los adultos y dejar atrás la etapa infantil. Un adulto toma sus propias decisiones, elige su vestuario, decide que quiere comer, cuando ha de dormir y que va a comprar. El adolescente se preocupa por conseguir que estas conductas independientes pasen a formar parte de su propio repertorio, con la esperanza de que le aseguren una posición en el mundo de los mayores.
Dos son las principales fuentes de esta poderosa motivación que le inspira la búsqueda de la independencia: por una parte, las presiones sociales, y por otra parte, la identificación con la independencia que observa en los modelos adultos. Pero sus demandas chocan fuertemente con la arraigada conducta de dependencia propia del estado infantil, convirtiéndose en motivo de permanentes conflictos que hacen que los jóvenes se sientan inseguros y confundidos ante tan anhelada libertad. Así pues, aunque la desean fervientemente, no desean menos conservar la seguridad y la falta de responsabilidad que va ligada a la situación dependiente (pero ciertamente confortable en otros aspectos) del niño.
Tres son las libertades básicas que los adolescentes exigen a sus padres: libertad de salidas y horarios, libertad para adoptar y defender una ideología propia y libertad para elegir y vivir un amor y una profesión.
Estas libertades que los adolescentes anhelan dependen de los límites que los padres establezcan con sus hijos, de las relaciones padre-hijo. Que tendrán consecuencias en el desarrollo de los adolescentes ya sean positivas o negativas de acuerdo al tipo de límites impuestos.
Objetivos generales:
- Analizar la importancia de los límites en la adolescencia.
- Analizar la influencia de la familia, amigos, y la sociedad en general en el desarrollo del adolescente.
- Reconocer la importancia de los valores que se le trasmiten al adolescente para un comportamiento adecuado en la sociedad.
Objetivos específicos:
- Conocer el significado de moralidad
- Conocer la función de la disciplina en el desarrollo moral
- Conocer las causas de la delincuencia juvenil
Moralidad, valores y dirección propia
La formación de estos tres componentes tiene las siguientes características:
- El adolescente pone a prueba las reglas y los limites.
- Aumenta su capacidad para pensar en manera abstracta.
- Desarrolla sus ideales y selecciona modelos de comportamiento.
- Tiene mas conciencia de sus actos y de los demás.
- Se experimenta con el sexo y las drogas como el alcohol, cigarrillos y marihuana.
- Los adolescentes varían muy poco con relación a lo anteriormente descrito, pero las emociones y el comportamiento descrito antes son, en general, considerados normales para cada fase de la adolescencia.
14.2. Significado de moralidad
Moralidad deriva de la palabra latina moralis; Quiere decir "costumbre, maneras o pautas de conducta que se conforman a las normas del grupo".
En toda edad, se juzga al individuo por el grado en que se aproxima a las normas del grupo; la mayor o menor conformidad hace que se lo tilde de "moral" o "inmoral". Las expectativas del grupo están definidas en sus reglas y leyes; ambas de basan en las costumbres que prevalecen en el grupo.
Si el adolescente se conforma a las reglas y leyes de la sociedad, el medio lo considera una persona moral. Incluso cuando esta en desacuerdo con tales prescripciones, a menudo se adecua a ellas porque se da cuenta que es la actitud más cuerda.
La persona inmoral es aquella que deja de conformarse a las costumbres, reglas y leyes del grupo porque no está de acuerdo con los estándares de este o porque se siente poco obligada a su respecto.
14.3. Principios de la transición a la moralidad adulta:
La moralidad se desarrollo y puede ser controlada y dirigida de manera que el individuo adquiera la capacidad de conformarse a las expectativas de su grupo.
Para alcanzar la moralidad adulta se requiere de dos hechos esenciales: primero, el adolescente debe cambiar las actitudes y valores que componen sus conceptos morales de manera que satisfagan las exigencias mas maduras de una sociedad adulta. Y segundo, él mismo, debe asumir el control de su conducta.
14.4. Cambios en los conceptos morales:
De sus padres, de los adolescentes y de otras personas revestidas de autoridad el niño aprende lo que se considera correcto y lo que se tiene por incorrecto. Los adultos interpretan para él los códigos morales de la comunidad y le aplican castigos cuando los viola. Los principales cimientos de los códigos morales se echan en el hogar, si bien la escuela y la iglesia también contribuyen.
No importa cómo se forman los códigos morales del niño – en el hogar, la escuela, en la iglesia o en los cursos dominicales -, ellos no son adecuados para satisfacer las necesidades mas maduras del adolescente. Deben ser revisados para conformarse a los códigos que guían las vidas de los miembros adultos de la comunidad. Esto es especialmente cierto en lo que respecta a los códigos morales que tienen fundamentos religiosos. Por ejemplo: el niño aprendió que Dios lo observa y le dice que hacer y que no hacer, y que luego lo recompensa si obedece sus directivas y lo castigo si las desobedece, ya no aceptara este concepto cuando comience a dudar de sus creencias religiosas infantiles.
14.4.1. Clases de cambio:
Los conceptos morales de la infancia deben modificarse de muchas maneras para adecuarse a las necesidades del adolescente. Entre otras cosas, se espera que el joven generalice sus primeros conceptos.
La generalización de conceptos morales específicos y su incorporación a un código practicable de uso en cualquier situación es un proceso gradual que continua durante los años de la adolescencia.
Cuando el adolescente evalúa diferentes clases de conducta en función de conceptos morales, es probable que para él algunos tipos sean menos desagradables que otros. Las cosas que eran malas en sus días infantiles ya no lo son tanto.
Ahora atribuyen grados de importancia a diferentes acciones; algunas de las cosas, que cuando era niño, aprendió a ver como incorrectas, las ve ahora con mayor tolerancia.
Finalmente, los conceptos morales deben cambiar si han de adecuarse a las necesidades adolescentes en el sentido de que debe haber una mayor preocupación por los motivos que impulsan a una acción. Los niños tienden a considerar un acto como bueno o malo sin tener en cuenta a que razón obedece. Ejemplo: Si creen que mentir es reprobable condenan todas las mentiras y se niegan a reconocer que en ciertas ocasiones podría justificarse no decir la verdad.
14.5. Control interno de la conducta:
El adolescente debe asumir el control de su propia conducta de modo tal que la disciplina externa ya no sea necesaria.
Este cambio redunda en beneficios del individuo y también beneficia al grupo social. Cuando llegue al estado adulto, el adolescente será considerado responsable de sus actos; Ya no contara con padres y docentes para que le digan que hacer y que no hacer. Habrá de decidir por si mismo y luego actuar de conformidad con su decisión.
El difícil control de la crisis adolescente.
La crisis es, ante todo un periodo de inseguridad, una encrucijada que pone al sujeto en la necesidad de decidirse para una dirección u otra.
El adolescente vive esta crisis que empieza con una serie de conflictos, con los padres. No soporta más que se le trate como a un niño, que no se le tenga confianza, que no se le dé dinero y libertad. No soporta, sobre todo, que se le controlen sus amistades, sus lecturas, sus diversiones, su tiempo libre.
Los padres que quieren prolongar su niñez con actitudes educativas hiperprotectoras y paternalistas, se encuentran frente a una resistencia. En realidad, se ponen en contra de una exigencia de espacio libre. El adolescente siente que tiene que tomar él las decisiones sobre su porvenir. La fuerza que le impide esta libertad aumenta su rebeldía que terminará por romper las relaciones de sumisión y dependencia.
Estos adolescentes, a los que no se ayuda a superar un tipo de vida hedonista y se les abandona a sí mismos cuando todavía son incapaces de auto controlarse, un día, al enfrentarse con la seriedad de la vida, serán incapaces de aceptar autoridades o tendrán tendencias irracionales hacia los demás, y obraran como si no existieran normas morales.
En los dos casos en adolescente no podrá sostenerse y crecer. La pandorga a la que no se le concede el hilo que pide según el viento que la lleva, empezara a colear y caerá a pique en el suelo. Si por el contrario, se le da demasiado hilo, se aflojara incapaz de sostenerse. Hay que concederle solamente el hilo que necesita de manera que, sosteniéndola en su empuje, se le permita ganar altura según el viento.
14.6. Función de la disciplina en el desarrollo moral:
Disciplina quiere decir enseñanza o instrucción, y su principal objeto es enseñar al individuo a conformarse a las expectativas sociales hasta un grado razonable. Además, le enseña que el mundo responde a sus acciones personales de una manera ordenada, que ciertos comportamientos siempre son seguidos de castigos y que otros son elogiados por la sociedad.
La disciplina ayuda a los adolescentes a controlarse y dirigirse con el objeto de tomar decisiones prudentes.
14.7. Elementos esenciales de la disciplina:
Si el adolescente tiene que aprender lo que la sociedad espera de él, y sentirse motivado a controlar su conducta para conformarla con las expectativas, la disciplina tiene que incluir cuatro elementos esenciales: enseñanza de los conceptos morales, recompensa por la conducta aprobada socialmente, castigo por actos perversos intencionales y coherencia de las expectativas sociales.
14.8. Enseñanza de los conceptos morales:
Muchos adolescentes creen, que cuando uno llega a la adolescencia ya ha aprendido lo que el correcto e incorrecto y que no necesita una preparación moral adicional. Esta opinión esta muy alejada de la verdad. A medida que los horizontes sociales del adolescente se amplían, los adolescentes deben conocer cuales son los límites en muchas nuevas situaciones y hasta donde llega la tolerancia de la sociedad. La función de las reglas y leyes es la de instruir al adolescente acerca de esos limites, no solo la de restringir una conducta indeseable.
Si el adolescente aprende que no se puede fumar dentro de la escuela, que esta obligado a llegar a su casa antes de las 11 cuando va a la escuela nocturna y que hay cierto limite de velocidad para conducir un auto dentro de la ciudad, sabe entonces que es lo que se espera de él. Es posible que no este de acuerdo con estas normas legales y que intente violarlas, pero es consciente de que va a tener que enfrentar algunas consecuencias si lo hace.
14.9. Recompensa por la conducta socialmente aprobada:
Las recompensas tienen dos fines: son instructivas, porque informan al adolescente que su conducta ha tenido la aprobación social y que se la considera "buena"; y afirman el yo porque estimulan al adolescente para que continué actuando de la misma manera.
Algunos adultos creen que las recompensas hacen sentir vanidosos y otros piensan que las amenazas de castigo, mas bien que los premios, son una motivación más poderosa para el mantenimiento de la buena conducta.
Pero de acuerdo con las evidencias, las recompensas no traen malas consecuencias, por el contrario, proporcionan una fuerte motivación para conformarse alas expectativas de la sociedad. Sin embargo, las recompensas deben ser adecuadas a la etapa evolutiva.
Las recompensas materiales (ropa, dinero, música, etc) son aceptables en general para el adolescente si tienen un valor prestigioso para el grupo de pares. La mejor recompensa para los adolescentes es el elogio. Muchas veces los comentarios de los padres y adultos sobre los adolescentes son más críticos, por lo tanto, una actitud amable es un alivio para el adolescente. La alabanza no solo afirma al yo sino que tiene un gran valor educacional.
14.10. Castigo de las malas acciones:
El castigo tiene dos funciones principales: disuade de repetir acciones socialmente indeseables y muestra al adolescente que es lo que el grupo social considera una mala acción. Si el castigo ha de incitar al adolescente a evitar una conducta que la sociedad no aprueba, el debe considerar el castigo como justo y merecido. De otra manera, su resentimiento debilitara su deseo de no reincidir en el futuro. La severidad del castigo, debe ser coherente con la gravedad de la mala acción, por ejemplo, el castigo no debe ser tan severo por llegar tarde a clase como por cometer fraude.
Con demasiada frecuencia, el castigo es impuesto por un adulto que esta enojado por la acción del adolescente. En tal caso, la severidad de la pena refleja más el estado emocional del adulto que la gravedad de la acción. Además, los adultos suelen juzgar las malas acciones en función de sus propios valores (no de los del grupo de pares) y aplican castigos de conformidad con ellos.
Si se desea que el castigo ayude al individuo a obtener el autocontrol, entonces debe reunir determinadas características:
- Debe tener relación con la mala acción.
- Ha de ser cierto y coherente.
- Ha de ser limpio y justo a juicio del adolescente.
- Debe ser impersonal.
- Tiene que ser constructivo y llevar al control interno.
- Debe ser demorado hasta que se comprenda el motivo del infractor.
- No debe suscitar un indebido acceso de temor.
- No debe significar la imposición de trabajos extraordinarios no relacionados con el acto que provoca el castigo.
El castigo se aplica con menor frecuencia a medida que los adolescentes se acercan a la madurez legal. Los varones de toda edad sufren más castigos que las chicas y también tienden a ser más rebeldes que estas respecto de las normas legales y los reglamentos.
Cuando el adolescente piensa que el castigo es justo y merecido tienden a aceptarlo y no guarda rencor ni interpreta que el correctivo es una señal de desamor por parte de sus mayores, tampoco busca vengarse aunque muchas veces el adolescente rebelde e inmaduro mientras más se le castigo más desobediente es.
14.11. Coherencia de las expectativas sociales:
La importancia de la coherencia en la disciplina reside en que el adolescente se informa cuales son sus limites y libertades. Proporciona al adolescente una sensación de seguridad y elimina la confusión. Le enseña que existe un ordenamiento moral en el mundo.
La falta de coherencia hace que el joven pierda el respeto tanto a quienes lo disciplina como a sus reglas.
14.12. Métodos disciplinarios:
Los métodos para el control de la conducta juvenil pueden ser distribuidos en tres sistemas generales: el autoritario, el democrático, el permisivo.
Difieren por la forma en que tratan de controlar la conducta y actúan de manera distinta sobre el adolescente.
La elección de algunos de los sistemas de control depende en gran parte del empleado cuando el adolescente era un niño. Ejemplo: Si sus padres estuvieron convencidos de que el control autoritario era el mejor método para educar a los niños o también si concurrió a una escuela donde las normas eran severas, hay probabilidades de que sea sometido a un control análogo como adolescente.
Los métodos disciplinarios varían según el lugar de residencia de la familia, su composición, su status socioeconómico y muchos otros factores.
a) Disciplina autoritaria:
Poco o ningún intento se hace de explicar al adolescente el fundamento de la regla que debe obedecer.
Se supone que la violación de reglas es intencional y que el adolescente no tiene oportunidad de explicar su conducta.
El castigo es casi siempre corporal, a menudo riguroso y a veces cruel.
No se dan recompensas (ni siquiera palabras de elogio) por la buena conducta.
b) Disciplina democrática:
Existe el convencimiento de que el adolescente tiene derecho a saber porque se le impone determinada regla.
Antes de la administración de un castigo, el adolescente tiene la oportunidad de explicar porque ha actuado contra la norma.
La pena tiene relación con el acto cometido y su severidad iguala la gravedad del acto.
En los casos de buena conducta el adolescente recibe recompensas, principalmente en forma de elogios.
c) Disciplina permisiva:
Los padres o los docentes no establecen regla alguna; se permite que el adolescente haga lo que considera correcto.
El castigo es raro porque no existen reglas que puedan violarse.
Existe el convencimiento de que el infractor aprenderá de las consecuencias de su proceder que este es incorrecto.
No se dan recompensas por las buenas conductas; se cree que la aprobación social será suficiente recompensa.
Hacia una moral autónoma y responsable
El adolescente deja de seguir una moral impuesta y recibida, para llegar a una libre aceptación de aquellas normas morales que él piensa justas y necesarias.
Su capacidad de razonamiento y de comprensión, que le hacen inteligibles las normas abstractas y generales, permiten al adolescente ser más independientes en sus juicios.
El proceso de independencia de los padres y de los adultos hace que asiente sobre nuevas bases, los valores morales y la conducta correspondiente.
Pero, en correlación con las experiencias sociales de grupo, el adolescente tiende en los primeros tiempos, a asemejarse a los amigos o compañeros y a compartir la escala de valores que el grupo vive.
Progresando mas, da el paso, de una regla impuesta por el ambiente social, a una regla interna que brota de la conciencia autónoma.
La conciencia de obediencia y obligación del niño, se convierte en conciencia del deber.
El adolescente no llega de improviso a una moral personal. Tres son las fases de este proceso:
1. Rechazo de la moral familiar.
2. Conformismo con la moral del grupo.
3. Con su propia escala de valores.
Al desarrollarse la imagen ideal de sí mismo, el adolescente desarrolla también una conciencia moral que no se mantiene por el miedo al castigo, sino que se funde con el deseo de realizar un ideal propio.
Si ha elegido una carrera, sabe que ha de esforzarse para seguirla, sabe que si falla en esto, está actuando en contra del estilo de vida que él mismo ha escogido. El centro de gravedad de la conciencia moral se ha centrado finalmente en el Yo: "Yo obedezco únicamente a mi propia conciencia".
14.13. Significado de los valores:
Un valor es parte del comportamiento de la persona que lo ayuda a portarse bien o mal.
En la vida existen valores como por ejemplo:
- Lo bueno y lo malo
- La verdad y la mentira
- Lo honesto y lo deshonesto, etc.
¿Cómo se forman los valores?
Los valores se van formando desde la niñez paso a paso hasta llegar a la adolescencia, para eso es necesario orientar mediante:
* Mensaje a los padres.
* Educación en la casa.
* Educación en la escuela.
* Relación con los amigos.
El adolescente como parte de su crecimiento y aprendizaje cuestiona y rechaza algunos valores que padres, profesores y personas mayores le inculcan y enseñan. Es una forma de encontrar independencia y es precisamente en esta etapa que trata de imitar otras formas o modelos de comportamiento que ve en los artistas, líderes, y donde muchas veces se ve influenciado equivocadamente. Por tal motivo es que es necesario formar estos valores desde etapas iniciales de la vida.
La nueva personalidad: intereses- ideales- valores
¿Que desea, que espera, que sueña el adolescente? Las esperanzas de los adultos y de la sociedad, el influjo del ambiente, las oportunidades que se les ofrecen, los valores e ideales del grupo en que se siente identificado, explican solo en parte lo que él sueña.
"Durante la infancia el niño actúa imitando los modelos que se les ofrecen. Mas tarde, asume una importancia extraordinaria él estimulo que viene de las recompensas prometidas o esperadas".
Pero el adolescente es capaz de ampliar este estrecho horizonte. Es él quien se construye ahora otra escala de valores, se ve distinto de cómo lo ven los padres o maestros y educadores. Espera hallar un camino que le conduzca a la conquista de su propia identidad y le capacite para realizarse según un plan o un proyecto suyo propio.
El adolescente quiere ser "él" mismo.
El idealismo es una cualidad frecuente y elogiable, pero muchos de los adolescentes son tan elevados que forzosamente han de terminar en una amarga desilusión.
Cuando sea más maduro, pondrá la imagen o ideal de sí mismo y sus aspiraciones, más al nivel de la realidad encontrara el equilibrio entre lo real y lo ideal, cuando aprenda, de los fracasos y las desilusiones lo que le es realmente posible.
Hasta los niños en la edad escolar, sueñan con ser pilotos, exploradores, campeones de fútbol o capitanes de navío, etc.
Pero, solamente en el adolescente mayor, estos proyectos empiezan a aterrizar y orientar la personalidad todavía inmadura.
- Causas de la falta o exceso de límites en la adolescencia
Las fechorías:
Al final de la infancia y de manera gradual aumenta el deseo de alcanzar la independencia del control adulto y de obtener la estima del grupo de pares. Si la autoridad adulta se hace más estricta, la conducta del joven seguirá siendo perturbadora.
La mala conducta no obedece a una única causa.
Al adolescente le importa mucho mas conformarse con los ideales y normas del grupo, que quedar bien ante los adultos. Estos están del "otro lado"
Los amigos constituyen para el adolescente, un válido apoyo porque le ofrecen solidaridad, amistad y sobre todo apoyo afectivo en los momentos en que sufre por la separación de los padres.
En el grupo, se comparten los mismos problemas, temores, aspiraciones y se crean lazos profundos.
Es la edad en que los muchachos hablan mucho entre sí, confiando pensamientos y estados de ánimo, ofreciéndose recíprocamente la utilidad de un desahogo emotivo.
El grupo de adolescentes se forma de manera muy distinta del grupo de muchachos de la edad escolar. Aquí, lo que vale no es la vecindad o ser compañeros de estudio, sino la identidad de ideales, aspiraciones, tendencias y afinidad.
Es muy propio de estos grupos la discriminación en razón de la clase social, ideologías políticas, etc.
Con los amigos, el adolescente encuentra y comparte valores y modelos nuevos de vida, para sustituir a los recibidos en familia.
Es real el peligro de que el grupo de jóvenes degenere en la delincuencia o en actitudes antisociales como la drogadicción, el desgaste de las fuerzas físicas por el abuso de bebidas, relaciones sexuales desordenadas, etc.
Por eso, habría que favorecer la formación de los grupos juveniles de carácter artístico, deportivo, social y religioso, cultural o de investigación. Estos grupos animados por ideales nobles y elevados, favorecen enormemente el desarrollo de una personalidad madura.
14.14. Causas de las fechorías adolescentes:
Ignorancia de lo correcto y de lo incorrecto: La falta de preparación o la preparación defectuosa en el hogar o en la escuela causa confusión y lleva a la comisión de fechorías, especialmente en los adolescentes jóvenes y en los de grupos socioeconómicos inferiores.
Frustraciones: las grandes frustración experimentadas en el hogar o en la escuela llevan muchas veces a cometer malas acciones "para cobrárselas" los hechos mal intencionados son comunes entre quienes sufren el rechazo o el menos precio de sus pares.
14.15. Búsqueda de atención: El adolescente a quien no se presta la atención que ansía, puede violar reglas con la esperanza de despertar admiración por su audacia. Incluso es probable que se canse de sus acciones y exagere su perversidad.
Deseo de excitación y emoción: cuando la vida parece aburrida, el joven puede tratar de conseguir algunas emociones cometiendo actos prohibidos, como la ingestión de alcohol y de drogas.
Afirmación de independencia: para convencerse a si mismo y a sus pares de que es independiente, es probable que el adolescente haga ostentación de autoridad, a menudo como consecuencia de un desafió interpuesto por aquellos. En este caso, los actos reprobables se utilizan como vehículos para magnificar la personalidad y obtener la estima de los pares.
14.16. Formas comunes de fechorías:
Las fechorías comunes en la adolescencia se pueden distribuir en tres grupos, de acuerdo con las reglas que en cada caso se violen:
A) En el hogar: incluyen la desobediencia intencional y el desafió a la autoridad paterna.
Otras acciones objetables son las agresiones verbales a los hermanos, los estallidos temperamentales, la destrucción y vuelco de cosas, el tratamiento rudo de amigos de la familia y de parientes, el hábito de mentir, hurtos menores en perjuicio de padres y hermanos, lentitud en el cumplimiento de tareas rutinarias, la evasión de responsabilidades, la discusión con los padres y la fuga del hogar.
B) En la escuela: los actos de este tipo que se registran con mayor frecuencia son: el abandono de la clase, las llegadas tarde o faltas no justificadas, la falsificación de la firma del padre en una nota de excusa, la conversación e interrupción a otros en clase, el fraude, la falta de preparación de los trabajos encargados, las amenazas a otros estudiantes en especial a los de físico o pequeño, a miembros de grupos minoritarios o buenos alumnos, la rudeza e insubordinación, fumar, ingerir bebidas alcohólicas, las peleas, el tirar objetos, la mentira y los actos sexuales ilícitos.
C) En la universidad, los actos con similares que en la escuela secundaria.
En la comunidad: la mayoría de estos actos de inconducta o trasgresión a las normas de conducta tiene que ver con actividades recreativas y ocurre por lo general cuando los adolescentes no se encuentran en el hogar ni en la escuela. A menos que los jóvenes tengan responsabilidades hogareñas u ocupaciones que los mantenga atareados después de clase, en los fines de semana y durante las vacaciones, la abundancia de tiempo libre es propicia para la comisión de hechos reprobables. En muchas comunidades los adolescentes se quejan de que no hay nada que hacer, luego, para lograr cierta excitación intervienen con frecuencia en hechos enojosos para los demás.
Muchas de las recreaciones de los adolescentes más jóvenes en especial del sexo masculino son perniciosas aunque no entren en conflictos con la ley, cosas como hacer la rabona, fumar, beber, viajar a dedo, ser agresivos con el sexo opuesto o con miembros de otra camarilla. Se entregan al juego suicida de tenderse en las carreteras y la conducción de autos a grandes velocidades.
14.17. Delincuencia juvenil:
Se llama delincuencia a una serie de conductas que son condenables por la ley.
La familia y la estructura social pueden ser los responsables de la violencia. La delincuencia es considerada más que todo un problema social y es un fenómeno cada vez más evidente, en nuestro país, en todo el mundo y en especial en occidente.
En muchos casos la actividad delictiva comienza a manifestarse por pequeños robos a los compañeros, en la escuela, en el colegio o en el supermercado. Luego, se hace más intensa y se llega a los actos delictivos más graves. En otros casos, la delincuencia esta en relación con la situación socioeconómica de la familia y del país: problemas familiares, como padres alcohólicos, divorciados, con graves conflictos conyugales, con trastornos de personalidad, personas con pocas expectativas para el futuro, con poca preparación académica, sin trabajo entre otros.
Algunos de los hechos delictivos más comunes son: robos, estafas, homicidios, intimidaciones, fugas, violaciones, etc.
Se puede concluir que la delincuencia es el producto de crisis en el hogar, la escuela y la sociedad.
Los actos delictivos de los jóvenes son manifestaciones de venganza contra la autoridad, el egoísmo, la intransigencia.
Esta forma de manifestarse en contra de lo que le parece injusto se debe a que el adolescente no posee dominio de si, le atraen las emociones fuertes y el grupo influye poderosamente sobre él.
El joven generalmente, rechaza los consejos de los padres y demás adultos por considerarlos anticuados, por estas en el "viejazo", sin embargo, tiene una gran necesidad de cariño, comprensión, ayuda y comunicación con sus padres u otras personas mayores.
14.18. Influencia social en la delincuencia juvenil:
La delincuencia y sus expresiones violentas se explican, muchas veces, por el cuadro social.
La sociedad de consumo tiene una especial influencia sobre la juventud con el fin de conseguir cosas. El auto, la moto, el equipo de sonido, ropa de marca, teléfonos celulares, son algunos de los productos que se ofrecen constantemente en el mundo comercial a los jóvenes. Todo esto sumado a los cambios fundamentales de las condiciones de vida, los cambios en los valores sociales, éticos, y morales, la inseguridad sociopolítica y económica, producen tensiones que facilitan el paso de los jóvenes a la delincuencia.
Está claro que la pobreza no es sinónimo de delincuencia pero es más probable que lleve a ella por necesidades.
14.19. El alcohol y las drogas:
Los adolescentes pueden estar envueltos en varias formas con el alcohol y las drogas legales o ilegales. Es común el experimentar con el alcohol y las drogas durante la adolescencia. Desgraciadamente, con frecuencia los adolescentes no ven la relación entre sus acciones en el presente y las consecuencias del mañana. Ellos tienen la tendencia a sentirse indestructibles e inmunes hacia los problemas que otros experimentan. El uso del alcohol o del tabaco a una temprana edad aumenta el riesgo del uso de otras drogas luego. Algunos adolescentes experimentan un poco y dejan de usarlas, o continúan usándolas ocasionalmente sin tener problemas significativos. Otros desarrollarán una dependencia, usarán drogas más peligrosas y se causarán daños significativos a ellos mismos y posiblemente a otros.
La adolescencia es el tiempo de probar cosas nuevas. Los adolescentes usan el alcohol y las otras drogas por varias razones, incluyendo la curiosidad, para sentirse bien, para reducir el estrés, para sentirse personas adultas o para pertenecer a un grupo. Es difícil poder determinar cuáles de los adolescentes van a desarrollar problemas serios. Los adolescentes que corren el riesgo de desarrollar problemas serios con el alcohol y las drogas son:
- Con un historial familiar de abuso de substancias.
- Que están deprimidos.
- Que sienten poco amor propio o autoestima.
- Que sienten que no pertenecen y que están fuera de la corriente.
- Falta de límite por parte de los padres y otros adultos desde la niñez.
Los adolescentes abusan de una variedad de drogas, tanto legales como ilegales. Las drogas legales disponibles incluyen las bebidas alcohólicas, las medicinas por receta médica, los inhalantes (vapores de las pegas, aerosoles y solventes) y medicinas de venta libre para la tos, la gripe, el insomnio y para adelgazar. Las drogas ilegales de mayor uso común son la marihuana, los estimulantes (cocaína), LSD, los derivados del opio, la heroína y las drogas diseñadas (éctasis).
El uso de las drogas ilegales está en aumento, especialmente entre los jóvenes o adolescentes. La edad promedio del que usa marihuana por vez primera es 14, y el uso del alcohol puede comenzar antes de los 12. El uso de la marihuana y el alcohol en la escuela superior se ha convertido en algo común.
El uso de las drogas esta asociado con una variedad de consecuencias negativas, que incluyen el aumento en el riesgo del uso serio de drogas más tarde en la vida, el fracaso escolar, el mal juicio que puede exponer a los adolescentes al riesgo de accidentes, violencia, relaciones sexuales no planificadas y arriesgadas y el suicidio. Los padres pueden ayudar en la educación a temprana edad acerca de las drogas, estableciendo comunicación, siendo ejemplo, modelo y reconociendo desde el comienzo si hay problemas en el desarrollo.
Algunas de estas señales de aviso pueden también ser señales indicativas de otros problemas. Los padres pueden reconocer las señales de problemas pero no se espera que ellos hagan el diagnóstico. Una manera eficaz para los padres demostrar su preocupación y afecto por el adolescente es discutir francamente con éste el uso y abuso de las bebidas alcohólicas y de las otras drogas.
El primer paso que los padres deben de dar es el consultar con un médico para estar seguros de que las señales de aviso que descubren no tengan causas físicas. Esto debe de ser acompañado o seguido por una evaluación comprensiva llevada a cabo por un psiquiatra de niños y adolescentes.
14.20. El medio y la función policial la problemática Argentina. (N.R.: A pesar de hablar de una problemática de la Argentina, no se ha suprimido los comentarios, por ser coincidentes con la problemática del Paraguay, el alumno, deberá analizar e identificar esas consecuencias, como así mismo, otros que aún no lo tengamos, pero, indefectiblemente nos acercamos a ellos, y si está a nuestro alcance, debemos proveerlos)
Los adolescentes de todo el mundo poseen casi idénticas necesidades biológicas y celulares. Abarcan hambre, sed, reposo, sexo, regulación térmica, la evacuación (Orina-defecación) y el evitar peligros físicos.
Pero es quizás de mayor importancia aún, la comprensión de sus necesidades sociales y de la personalidad.
-… "Las necesidades de la personalidad humana especialmente urgentes durante la adolescencia, son las relativas al status, la independencia de autorrealización y una adecuada filosofía de vida, es decir, anhela ser importante, tener preeminencia en su grupo, ser reconocido como persona valiosa, ansía alcanzar el status de adulto y dejar atrás las características de la infancia. Ya es común ver adolescentes fumando cigarrillos (de cualquier tipo, tabaco u otro) imitando de modo sofisticado los gestos del adulto…" Para él es más importante lograr el status en el grupo de sus iguales, que ante los ojos de sus padres, es sentirse independiente, aspira liberarse de restricciones que lo aten.
Todo ello lleva a crear una mayor distancia entre la autopercepción íntima del propio SER y VALER y el ideal o pauta modélica del QUEHACER al que aspira, de aquí es donde comienza a discurrir los polos de la AMBICIÓN (ideal deseado) y la ANGUSTIA (realidad actual).
No es raro que el adolescente para evitar caer en la duda acerca de su propio valor, necesite someterse a pruebas experimentales, creándose artificialmente situaciones que demanden un especial esfuerzo para ser resueltas. Mas si por estas fallas, resulta imposible obtener la autosatisfacción, existe el peligro de que se busque autoafirmación en ellas, existe el peligro de que se busque autoafirmación personal, apartándose sensiblemente de los caminos que normalmente la consiguen. Entonces surgirá una actitud negativista y se presentará una especial obstinación en persistir en una conducta a todas luces perjudicial, y entonces invariablemente observará el medio y será éste quien le dé una respuesta.
-… "Los adolescentes cuyas necesidades ven frustradas, o que viven en conflicto experimentan una tensión y disgusto. Se encuentran en un estado de desequilibrio.
Habrá que realizar en la medida de lo factible una adaptación para reducir ese estado de hipertensión psicológica y volverlo tolerable para sí mismo …"
(Extraído de la obra "COMO ES EL ADOLESCENTE" de MYRS y STEWARS Editorial Paidos)
Existen además para estos casos, situaciones en que los adolescentes aplican sus mecanismos de defensa ante el medio, y la situación en particular para cada caso, solo actúa. Analizamos someramente con casos concretos cada una de estas evasiones a la realidad, por medio de los mecanismos típicos de adaptación.
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