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María Magdalena: ¿Santa, esposa o prostituta? (página 4)

Enviado por danroli70


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El último escondite de María Magdalena

¿Llegó María Magdalena al sur de Francia en el siglo I? ¿Es cierto que vino acompañada por su hija de raza negra? ¿Fue ésta el fruto de su amor con Jesús de Nazareth? ¿Cómo se urdió un mito tan retorcido en plena Edad Media?

En 1888 el pequeño pueblo marinero francés de Les Saintes Maries de la Mer entró en la Historia por la puerta grande. Hacía sólo medio siglo que había cambiado su antiguo nombre de Notre Dame de la Mer por el de Les Santes Maries, cuando un joven pintor holandés de 35 años lo eligió para pasar una temporada en él. Se llamaba Vincent Van Gogh, y lo que vio en sus playas lo marcó para siempre. El batir del Mediterráneo contra la desembocadura del Ródano, la luz y su bullicio terminaron por hechizarlo. El inspirado por todo aquello, en tiempo récord, pintó más de 200 cuadros, muchos de ellos con la arena y los velámenes marineros como protagonistas.

Hoy sabemos que fue su periodo creativo más fértil y que allí escribió uno de los capítulos más brillantes de la reciente historia del arte. Sin embargo, jamás tendremos la certeza de si aquella estancia sirvió a Van Gogh para adentrarse en el secreto que escondía el pueblo. Ni si se cuestionó alguna vez sobre por qué aquel lugar cambió tantas veces de nombre antes de su llegada.

Es curioso: Les Saintes Maries, con sus casi 2.500 habitantes permanentes presumían orgullosos del curioso nombre de su villa. Saben que sus antepasados honraron así una vieja y controvertida leyenda del lugar, según la cual María Magdalena, María Salomé y María la madre del apóstol Santiago desembarcaron en aquellas mismas playas hacia el año 40 de nuestra era.

Huían de las primeras persecuciones cristianas, y en su barca -una suerte de patera sin velas ni remos- las acompañaban Lázaro, el resucitado; su hermana, Marta; Máximo, futuro obispo de Aix-en-Provence y cierta Sara, a la que algunos creyeron hija y otros, sirvienta de la Magdalena.

Cuando aquella expedición puso pie en tierra, sólo hallaron un campamento romano con nombre de dios egipcio: Ra. El geógrafo y poeta romano Rufo Festo Avieno, en su Descriptio Orbis Térrea, escrita 400 años más tarde, contó que Ra mudó por primera vez de nombre tras aquella ilustre visita. El fuerte dio paso a un pueblo que se llamó Ratis, que significa barco. Y aunque no mencionó si aquello estaba directamente relacionado con la leyenda de la barca de las Marías, es más que probable que fuera así.

¿Hija de Jesús? Hoy Les Santes Maries de la Mer es un lugar popular para los amantes del misterio. Nadie pregunta ya por Van Gogh. En cambio, las dudas sobre la filiación de Sara crecen por doquier.¿Era hija de María Magdalena? ¿Y quién fue su padre? Todos especulan, pero nadie tiene pruebas para demostrar sus teorías. De momento, Sara la Kali es allí la patrona de los gitanos. Cada 25 de mayo, miles de ellos acuden a sacarla en procesión y honrarla. Kali significa negra, y aunque de ese color es la efigie que sumergen una vez al año en el Mediterráneo, su simbolismo procede de otro lugar.

Negro o Kemet era el nombre antiguo de Egipto. Como egipcios o egipcianos era el apelativo ancestral de la raza gitana. Pero esa negrura también es, «un símbolo de su estado oculto; era la reina desconocida, postergada, repudiada y vilipendiada por la Iglesia a lo largo de los siglos, en un intento por negar la descendencia legítima y por mantener las propias doctrinas sobre la divinidad y celibato de Jesús».

¿Se ha dado usted cuenta de lo que esconde la palabra merovingio? Sus dos sílabas fundamentales, mer y vin, son referencias en francés antiguo a María y vino. El vino de María es una metáfora al producto de su vientre.

Es probable que nunca sepamos si esa leyenda tuvo un paso real o no. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de su tremenda influencia. Diez años antes de El código Da Vinci, el escritor Peter Berling ya noveló esa supuesta descendencia sagrada en Los hijos del Grial. Incluso Anne Rice, famosa gracias a su novela Entrevista con el vampiro y sus sagas de terror gótico, decidió el año pasado saltar a las novelas de intriga religiosa para reconstruir los años olvidados de Jesús. El libro de su vida marital está, seguro, por llegar.

Lo curioso es que toda esta «ficción» empezó en la Edad Media. Fue en 1448 cuando se descubrieron en Les Saintes Maries las reliquias de dos de las tres Marías del mito, la jacobita y María Salomé. Y con ellas se disparó el mito. En aquella remota época de fabricación de objetos de culto, sus huesos pronto se convirtieron en un irresistible foco de atracción piadosa.

Los peregrinos eran el motor turístico del tiempo, y muchos desviaron sus pasos para venerarlos. Los huesos de la Magdalena, sin embargo, no estaban allí. Hacía tiempo que se guardaban en otro lugar: en la iglesia de San Máximo en Sainte Baume, santo bálsamo, como el frasco de alabastro con el que tradicionalmente se representa siempre a María Magdalena.

En Sainte Baume encontraron el cráneo de la santa y algunos huesos más. Fue el 9 de septiembre de 1279 cuando Carlos II de Anjou, futuro rey de Nápoles, se atribuyó su hallazgo. Más tarde, el papa Bonifacio VIII aprobó su culto, ignorando que otra remota pero importante ciudad, esta vez de la Borgoña, había reclamado hacía tiempo la posesión de esos mismos huesos: Vézelay.

Las supuestas reliquias de María Magdalena se exhiben aún, en una especie de arca de cristal en la cripta de la basílica que lleva el nombre de la santa. Lo hacen en una especie de hornacina decorada con flores de lis -la planta de la realeza gala-, y frente a un altar con una custodia dorada con forma de ankh, la cruz ansata egipcia.

¿Era eso un acertijo? ¿Acaso un guiño a otra antigua leyenda francesa, que situó el parto de la Magdalena en Egipto? En efecto: en el siglo VI, san Gregorio de Tours, obispo de esa ciudad gala, recogió otra leyenda sobre María Magdalena en su obra De miraculis. En ella afirma que la santa huyó a Alejandría de las persecuciones a los cristianos, y que allí dio a luz a Sara. La misma Sara la Kali, la egipciana, que se encontró en Les Saintes Maries. Sin embargo, San Gregorio no menciona Francia en el periplo vital de ambas mujeres, sino que las relega a Éfeso, donde pasarán el resto de sus días. Y del padre de Sara no dice ni palabra. ¿Supo algo Gregorio que nosotros ignoramos?

María Magdalena la pionera

Durante las últimas décadas se está produciendo un fuerte movimiento de recuperación de la figura de María Magdalena por parte de especialistas del Nuevo Testamento, preferentemente mujeres, que leen los textos en perspectiva de género, de historiadores e historiadoras, que llevan a cabo una reconstrucción no patriarcal de los primeros siglos del cristianismo, y de la teología feminista, con su lúcida y certera hermenéutica de la sospecha. Papel fundamental han desempeñado en esta recuperación los evangelios llamados apócrifos, sobre todo los de carácter gnóstico, entre los que cabe citar el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, el Evangelio de María y Pistis Sophia.

Están influyendo también, y de manera decisiva, al menos en el imaginario religioso y social, algunas obras de ficción centradas en la relación amorosa entre Jesús y María Magdalena, sobre la que muy poco dicen los textos y casi todo es producto de la imaginación. Entre ellas cabe destacar la novela del escritor griego Nikos Kazantzakis (1885- 1957) La última tentación, de gran calidad literaria, llevada al cine bajo la dirección de Martin Scorsese, y más recientemente El código Da Vinci, también convertida en película que acaba de estrenarse y que está provocando un alud de condenas por parte de instituciones católicas y del propio Vaticano.

Las actuales investigaciones sociológicas, de historia social, de antropología cultural y hermenéutica feminista sobre los orígenes del cristianismo sitúan el grupo de seguidores y seguidoras de Jesús en el horizonte de los movimientos de renovación del judaísmo del siglo I, junto con los esenios, terapeutas, penitenciales y otros. Lo ubican asimismo dentro de los movimientos que lucharon contra la explotación patriarcal en las distintas culturas: griega, romana, asiática y judía. En la historia de Israel hubo intensas luchas protagonizadas por mujeres que desempeñaron un papel político y cultural muy importante.

Las primeras seguidoras de Jesús eran mujeres galileas que se reunían para comidas comunes, eventos de oración y encuentros de reflexión religiosa con el sueño de liberar a toda mujer en Israel. Fue precisamente esa corriente emancipatoria del dominio patriarcal la que posibilitó el nacimiento del movimiento de Jesús como discipulado igualitario de hombres y mujeres, en el que éstas desempeñaron un papel central y no puramente periférico. La presencia y el protagonismo de las mujeres en dicho movimiento, fue de la mayor importancia para la praxis de solidaridad desde abajo. Su actividad fue determinante para que el movimiento de Jesús continuara después de la ejecución del fundador y se extendiera fuera del entorno judío.

Las diferentes tradiciones evangélicas coinciden en señalar que estas mujeres fueron protagonistas en momentos fundamentales: al comienzo en Galilea, junto a la cruz en el Gólgota y en la resurrección como primeras testigos. La mayoría de las veces se citan tres nombres de mujeres dentro de un grupo femenino numeroso. Es la misma tendencia seguida en el caso de los varones (Pedro, Santiago y Juan). Con ello se pretende mostrar el lugar destacado que unas y otros ocupan en la comunidad.

La mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar en el grupo de las amigas de Jesús es María Magdalena, que toma el nombre de su lugar de origen, Magdala, pequeña ciudad pesquera de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarnaún y Tiberiades. Ella es discípula de primera hora, pertenece al grupo más cercano a Jesús, ocupa un lugar preeminente en él, hace el mismo camino que el Maestro hasta Jerusalén, comparte su proyecto de liberación y su destino. Las mujeres que siguen a Jesús suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un varón; María Magdalena, no: una prueba más de su independencia de toda estructura patriarcal.

La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran cuando vienen mal dadas, en la hora de la persecución y del sufrimiento. Cuando Jesús es condenado a muerte, los discípulos varones huyen por temor a ser identificados como miembros de su movimiento y correr la misma suerte que él. Sólo las mujeres que le habían seguido desde Galilea le acompañan en el camino hacia el Gólgota y están a su lado en la cruz. Dentro del grupo de mujeres, los evangelios llamados sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas) citan a María Magdalena en primer lugar. Ella funge como discípula fiel no de un Mesías triunfante, sino de un crucificado por subvertir el orden establecido tanto religioso como político.

Testigo de la resurrección Los distintos relatos evangélicos coinciden en presentar a las mujeres como testigos de la resurrección y a María Magdalena como la primera entre ellas. Es precisamente ella quien comunica la noticia a los discípulos, quienes reaccionan con incredulidad.

La Magdalena cumplió las tres condiciones para ser admitida en el grupo apostólico: haber seguido a Jesús desde Galilea, haber visto a Jesús resucitado y haber sido enviada por él a anunciar la resurrección. El reconocimiento de María Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo, al mismo nivel que Pedro, e incluso mayor en algunas iglesias.

Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos del Nuevo Testamento, el testimonio de las mujeres ya no aparece y María Magdalena es sustituida por Pedro. Ello se debe a que la Iglesia estaba empezando a someterse al dominio masculino, que muy pronto comenzó a suprimir el importante papel que Jesús encomendó a las mujeres.

El silenciamiento, por parte de Pablo y de otras tradiciones neotestamentarias, de la aparición de Jesús a María Magdalena y a otras mujeres llevó derechamente a la exclusión de éstas de los ámbitos de responsabilidad comunitaria. Más, a pesar de ese silencio, las mujeres constituyen la referencia indispensable de la transmisión del mensaje evangélico; más aún, el eslabón esencial para el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres, hoy no habría Iglesia cristiana.

Interlocutora preferente En los diálogos de revelación de los evangelios apócrifos de tendencia gnóstica, María Magdalena aparece como interlocutora preferente de Cristo resucitado y hermana de Jesús, discípula predilecta y compañera del Salvador.

Esa posición privilegiada provoca celos en algunos apóstoles, especialmente en Pedro, quien, según el apócrifo Pisis Sophia, reacciona en estos términos: "Maestro, no podemos soportar a María Magdalena porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento está preguntando y no nos deja intervenir".

Apóstol de apóstoles es el título que da a María Magdalena Hipólito de Roma, quien no considera a las mujeres mentirosas, sino portadoras de la verdad, y las llama apóstoles de Cristo. En la misma línea se expresa san Jerónimo, quien reconoce a María Magdalena el privilegio de haber visto a Cristo resucitado "incluso antes que los apóstoles".

Sin embargo, con el proceso de patriarcalización, clerizalización y jerarquización del cristianismo, María de Magdala fue relegada al olvido; más aún, representada como la penitente y la sirvienta de Jesús en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos espíritus. Mejor suerte tuvo María de Nazaret, madre de Jesús, que fue declarada Madre de Dios, elevada a los altares y tratada casi con honores divinos.

Veinte siglos después se vuelve a hacer justicia a María Magdalena. Lo que falta es vencer las resistencias del pensamiento androcéntrico y de la organización patriarcal de la mayoría de las Iglesias cristianas, y recuperar en la práctica la tradición del movimiento de Jesús como discipulado de iguales, aunque no clónicos.

María Magdalena es quizás la figura más calumniada y malentendida desde el inicio de la Cristiandad. Desde el cuarto siglo, ha sido presentada como una prostituta y pecadora pública quién, después de encontrarse con Jesús, se arrepintió y pasó el resto de su vida en oración y penitencia.

En el mundo del arte y la hagiografía Cristiana, María ha sido increíblemente idealizada románticamente, simbolizada, y mistificada. Algunas de las pinturas históricas, son casi pornografía beata, presentándola como un epítome de sensualidad y espiritualidad. El efecto neto ha sido reforzar la desafortunada noción de que la sexualidad, especialmente la femenina, es algo vergonzoso, pecador y digno de arrepentimiento. El relato bíblico real de María Magdalena pinta un retrato muy diferente al de la reformada prostituta con los pechos desnudos del arte Renacentista.

En ningún lugar del evangelio se identifica a María como una pecadora o una prostituta. Al contrario, los cuatro Evangelios, la muestran como la primera testigo de los eventos Cristianos más centrales. Viajó con Jesús en el apostolado de Galilea y, con Joanna y Susana, apoyó la misión de Jesús con sus propios recursos económicos (San Lucas 8:1-3). En los Evangelios Sinópticos, María guía al grupo de mujeres a dar testimonio de la muerte y entierro de Jesús, la tumba vacía, y Su Resurrección.

En los Evangelios Sinópticos también se compara el abandono de Jesús por los discípulos con la fortaleza fiel de las discípulas, quienes, guiadas por María lo acompañan en esta muerte tan vergonzosa y agonizante. Algunos han atribuido la fidelidad de estas mujeres al hecho de que corrían menos riesgo de ser crucificadas. Sin embargo los eruditos bíblicos demuestran que los romanos crucificaron a mujeres e incluso a niños en su brutal y, tal como llegó a resultar, inútil intento de desanimar la insurrección.

Los eruditos consideran que el mensaje de la Resurrección encomendado primero a la mujer según el evangelio, es una de las pruebas más grandes de la historicidad del relato de la Resurrección. De acuerdo a la ley Judía, el testimonio de la mujer no se reconocía. Si los relatos sobre la Resurrección de Jesús fueran fabricados, nunca se hubiera incluido a la mujer como testigo.El nombre de María Magdalena aparece en los cuatro Evangelios como encabezando el grupo que descubrió la tumba vacía. Sin embargo, la identidad de las mujeres que la acompañaron varía de evangelio a evangelio. En San Mateo, Marcos y Lucas aparece María, la madre de Jaime y José. No obstante, San Marcos incluye a Salomé, mientras que San Lucas añade a Juana pero no a Salomé.

El evangelio de San Juan nombra solamente a María Magdalena como la primera en descubrir la tumba vacía. El autor San Juanista reporta que corrió a contarle a Pedro y a los demás quienes verificaron que efectivamente la tumba estaba vacía, y salieron. María se quedó, llorando, y recibe la primera aparición de Jesús resucitado. Algunos eruditos creen que solamente María Magdalena descubrió la tumba vacía. Dicen que el relato de San Juan, a pesar de que fue escrito después de los sinópticos, es actualmente uno de los primeros textos históricos.

Los cuatro evangelios fueron escritos para cuatro comunidades Cristianas dispares en un período de treinta a cuarenta años. El que se nombre a María Magdalena idénticamente en todos indica que fue reconocida por todos como la principal testigo de la Resurrección..

El Evangelio de San Juan también muestra al Cristo Resucitado enviando a María Magdalena a anunciar la Buena Nueva de su Resurrección a los otros discípulos. Esto hizo que los Padres de la Iglesia la nombraran "el apóstol de los apóstoles." Los primeros escritos Cristianos sobre este tema, describen a comunidades de fe completas desarrollándose en el ministerio de María. Los eruditos creen que esto indica que era una líder mujer muy conocida a principios de la Cristiandad.

Entonces, ¿qué sucedió para que los cristianos del siglo XXI no hayamos nunca escuchado sobre la función que tuvo el fuerte liderazgo de María durante la vida de Jesús, y su importante liderazgo durante el comienzo de la Iglesia? Hay varias posibles explicaciones. Una es la común mala interpretación del Evangelio de San Lucas que nos dice que "de la que habían salido siete demonios" (San Lucas 8:1-3). Para los cristianos del primer siglo esto significaba solamente que María había sido curada de alguna enfermedad seria, no que era pecadora. Como no entendían muy bien las enfermedades internas, comúnmente se atribuían al trabajo de espíritus malos, sin que la presencia de tal enfermedad necesariamente estuviera asociada con el pecado. El número siete sólo simbolizaba una enfermedad grave o que era contagiosa.

Otra mala interpretación muchas veces es tratar de identificar a María Magdalena en los siglos IV y V como la "pecadora que amó mucho" como aparece en San Lucas 7:36-50. Esta mujer "de mala vida que vivía en el mismo pueblo" baña los pies de Jesús con sus lágrimas, los seca con su cabello, y derramó sobre ellos un perfume caro. Jesús alaba su gran amor y utiliza la ocasión para enseñarle a su anfitrión Simeón la naturaleza del perdón. Simeón nota que Jesús no sabía quién era la mujer.

La historia del discípulo Galileo (San Lucas 8:1-3) aparece inmediatamente después de este recuadro, por lo que algunos la han asociado equivocadamente con María, "de la que habían salido siete demonios" con la mujer arrepentida. Sin embargo algunos estudiosos bíblicos consideran que es poco probable de que se nombre a Magdalena en San Lucas 8:1-3 y que sin embargo no se identifique en el texto anterior.

Otra posible si bien dolorosa explicación es que en los siglos III y IV, los líderes masculinos de la Iglesia trataron con éxito de oprimir el liderazgo equitativo de las discípulas. La comunidad Cristiana se encontraba en medio de un conflicto cultural al cambiar su veneración en hogares iglesias donde el liderazgo de la mujer era aceptado y se sentía como algo apropiado, a venerar en lugares públicos donde el liderazgo de la mujer se consideraba inapropiado y vergonzoso. Las Iglesias Montanistas y Valencianas que tenían líderes masculinos y femeninos, eventualmente se suprimieron. Los eruditos dicen que las comunidades Montanistas y Valencianas eran ortodoxas y que fueron suprimidas no porque sus enseñanzas eran heréticas, sino porque las mujeres al igual que los hombres participaban en liderazgo.

Durante esta misma etapa vemos la memoria de María Magdalena cambiar de una discípula fuerte y proclamadora de la Resurrección a una prostituta y pecadora pública arrepentida. Algunos eruditos hipotéticamente dicen que eso se hizo para minimizar la poderosa función de liderazgo de la mujer en los Evangelios, y de esta forma desanimar el liderazgo femenino de la Iglesia en los Siglos III y IV. La identificación final de María como una pecadora reformada públicamente logró una postura oficial en las homilías del Papa Gregorio el Grande (540-604).

La identificación de Gregorio hacia María como una pecadora sexual arrepentida apelaba a la imaginación popular y estaba orientada a reconstruir su historia en las Escrituras. Con el tiempo fue borrándose el recuerdo de muchas mujeres amigas de Jesús. El dulce ungimiento de María de Betani antes de la pasión de Jesús estuvo unida al de la mujer "de mala reputación" cuyas lágrimas bañaron y ungieron los pies de Jesús en la casa de Simeón. Los textos de ungimiento se unieron en uno genérico de la mujer pecadora, "Magdalena." De ahí en adelante, María Magdalena no se llegó a conocer en la historia como una mujer líder fuerte que amó a Jesús durante una muerte aterradora, que fue la primera testigo de su Resurrección y que proclamó al Salvador Resucitado en las primeras iglesias, sino como una mujer sensual que necesitaba arrepentirse y que vivía escondida (y se esperaba que también de silencio) en penitencia.

Agradecidamente, los eruditos del siglo XX han restaurado el testimonio que nos dio una mujer fuerte que fue María Magdalena. Se espera que dos mil años de malas interpretaciones sean restituidos. María Magdalena nuevamente vuelva a convertirse en el modelo ejemplar para las discípulas del siglo XI que fue para aquellos quienes dieron testimonio al Cristo Resucitado en los orígenes de la Cristiandad.

María Magdalena y Simón, el Fariseo

SIMON de Betania era considerado discípulo de Jesús. Era uno de los pocos fariseos que se habían unido abiertamente a los seguidores de Cristo. Reconocía a Jesús como maestro y esperaba que fuese el Mesías, pero no le había aceptado como Salvador. Su carácter no había sido transformado; sus principios no habían cambiado.

Simón había sido sanado de la lepra, y era esto lo que le había atraído a Jesús. Deseaba manifestar su gratitud, y en ocasión de la última visita de Cristo a Betania ofreció un festín al Salvador y a sus discípulos. Este festín reunió a muchos de los judíos. Había entonces mucha excitación en Jerusalén. Cristo y su misión llamaban la atención más que nunca antes. Aquellos que habían venido a la fiesta vigilaban estrechamente sus movimientos, y algunos, con ojos inamistosos.

El Salvador había llegado a Betania solamente seis días antes de la Pascua, y de acuerdo con su costumbre había buscado descanso en la casa de Lázaro. Los muchos viajeros que iban hacia la ciudad difundieron las noticias de que él estaba en camino a Jerusalén y pasaría el sábado en Betania. Había gran entusiasmo entre la gente. Muchos se dirigieron a Betania, algunos llevados por la simpatía para con Jesús, y otros por la curiosidad de ver al que había sido resucitado…

Los informes llevados de vuelta a Jerusalén por los que visitaron Betania aumentaban la excitación. El pueblo estaba ansioso de ver y oír a Jesús. Por todas partes se indagaba si Lázaro le acompañaría a Jerusalén, y si el profeta sería coronado rey en ocasión de la Pascua. Los sacerdotes y gobernantes veían que su influencia sobre el pueblo estaba debilitándose cada vez más, y su odio contra Jesús se volvía más acerbo…

Jesús y sus amigos estaban invitados al festín de Simón. A un lado del Salvador, estaba sentado a la mesa Simón a quien él había curado de una enfermedad repugnante, y al otro lado Lázaro a quien había resucitado. Marta servía, pero María escuchaba fervientemente cada palabra que salía de los labios de Jesús. En su misericordia Jesús había perdonado sus pecados, había llamado de la tumba a su amado hermano, y el corazón de María estaba lleno de gratitud. Ella había oído hablar a Jesús de su próxima muerte, y en su profundo amor y tristeza había anhelado honrarle. A costa de gran sacrificio personal, había adquirido un vaso de alabastro de "nardo líquido de mucho precio" para ungir su cuerpo. Pero muchos declaraban ahora que él estaba a punto de ser coronado rey. Su pena se convirtió en gozo y ansiaba ser la primera en honrar a su Señor. Quebrando el vaso de ungüento, derramó su contenido sobre la cabeza y los pies de Jesús, y llorando postrada le humedecía los pies con sus lágrimas y se los secaba con su larga y flotante cabellera…

El murmullo [provocado por la declaración de Judas] circuyó la mesa: "¿Por qué se pierde esto? Porque esto se podía vender por gran precio, y darse a los pobres." 

María oyó las palabras de crítica. Su corazón temblaba en su interior. Temía que su hermana la reprendiera como derrochadora. El Maestro también podía considerarla impróvida.  Estaba por ausentarse sin ser elogiada ni excusada, cuando oyó la voz de su Señor: "Dejadla; ¿por qué la fatigáis?" El vio que estaba turbada y apenada. Sabía que mediante este acto de servicio había expresado su gratitud por el perdón de sus  pecados, e impartió alivio a su espíritu. Elevando su voz por encima del murmullo de censuras, dijo: "Buena obra me ha hecho; que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas a mí no siempre me tendréis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado a  ungir mi cuerpo para la sepultura."

El don fragante que María había pensado prodigar al cuerpo muerto del Salvador, lo derramó sobre él en vida. En el entierro, su dulzura sólo hubiera llenado la tumba, pero ahora llenó su corazón con la seguridad de su fe y amor. José de Arimatea y Nicodemo no ofrecieron su don de amor a Jesús durante su vida. Con lágrimas amargas, trajeron sus costosas especias para su cuerpo rígido e inconsciente. Las  mujeres que llevaron substancias aromáticas a la tumba halla ron que su diligencia era vana, porque él había resucitado.

Pero María, al derramar su ofrenda sobre el Salvador, mientras él era consciente de su devoción, le ungió para la sepultura. Y cuando él penetró en las tinieblas de su gran prueba, llevó con sigo el recuerdo de aquel acto, anticipo del amor que le tributarían para siempre aquellos que redimiera…

María no conocía el significado pleno de su acto de amor. No podía contestar a sus acusadores. No podía explicar por qué había escogido esa ocasión para ungir a Jesús. El Espíritu Santo había pensado en lugar suyo, y ella había obedecido sus impulsos. La Inspiración no se humilla a dar explicaciones. Una asistencia invisible habla a la mente y al alma, y mueve el corazón a la acción. Es su propia justificación.

Cristo le dijo a María el significado de su acción, y con ello le dio más de lo que había recibido. "Porque echando este ungüento sobre mi cuerpo – dijo él -, para sepultarme lo ha hecho." De la manera en que el alabastro fue quebrado y se llenó la casa entera con su fragancia, así Cristo había de morir, su cuerpo había de ser quebrantado; pero él había de resucitar de la tumba y la fragancia de su vida llenaría la tierra. "Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave" (Efe. 5:2).

"De cierto os digo – declaró Cristo -, que donde quiera que este evangelio fuere predicado en todo el mundo, también será dicho para memoria de ella, lo que ésta ha hecho." Mirando en lo futuro, el Salvador habló con certeza concerniente a su Evangelio. Iba a predicarse en todo el mundo. Y hasta donde el Evangelio se extendiese, el don de María exhalaría su fragancia y los corazones serían bendecidos por su acción espontánea. Se levantarían y caerían los reinos; los nombres de los monarcas y conquistadores serían olvidados; pero la acción de esta mujer sería inmortalizada en las páginas de la historia sagrada. Hasta que el tiempo no fuera más, aquel vaso de alabastro contaría la historia del abundante amor de Dios para con la especie caída…

Al elogiar la acción de María, que había sido tan severamente condenada, Cristo había censurado a Judas. Antes de eso, nunca le había hecho el Salvador un reproche directo. Ahora la reprensión había provocado resentimiento en su corazón y resolvió vengarse. De la cena fue directamente al palacio del sumo sacerdote, donde estaba reunido el concilio, y ofreció entregar a Jesús en sus manos…

En las Escrituras, se menciona el ungimiento de Jesús por María para distinguirla de las otras Marías. Los actos de amor y reverencia para con Jesús son una evidencia de la fe en él como Hijo de Dios. Y el Espíritu Santo menciona, como evidencia de la lealtad de una mujer a Cristo: "Si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha seguido toda buena obra" (1 Tim. 5:10).

Cristo se deleitó en el ardiente deseo de María de hacer bien a su Señor.  Aceptó la abundancia del afecto puro mientras que sus discípulos no lo comprendieron ni quisieron comprenderlo. El deseo que María tenía de prestar este servicio a su Señor era de más valor para Cristo que todo el ungüento precioso del mundo, porque expresaba el aprecio de ella por el Redentor del mundo.  El amor de Cristo la constreñía. Llenaba su alma la sin par excelencia del carácter de Cristo.  Aquel ungüento era un símbolo del corazón de la donante. Era la demostración exterior de un amor alimentado por las corrientes celestiales hasta que desbordaba.

El acto de María era precisamente la lección que necesitaban los discípulos para mostrarle que la expresión de su amor a Cristo le alegraría. El había sido todo para ellos, y no comprendían que pronto serían privados de su presencia, que pronto no podrían ofrecerle prueba alguna de gratitud por su grande amor. La soledad de Cristo, separado de las cortes celestiales, viviendo la vida de los seres humanos, nunca fue comprendida ni apreciada por sus discípulos como debiera haberlo sido. El se apenaba a menudo porque sus discípulos nunca le daban lo que hubiera debido recibir de ellos. Sabía que si hubiesen estado bajo la influencia de los ángeles celestiales que le acompañaban, ellos también hubieran pensado que ninguna ofrenda era de suficiente valor para manifestar el afecto espiritual del corazón.

Su comprensión posterior les dio una verdadera idea de las muchas cosas que hubieran podido hacer para expresar a Jesús el amor y la gratitud de sus corazones, mientras estaban junto a él. Cuando ya no estaba con ellos y se sintieron en verdad como ovejas sin pastor, empezaron a ver cómo hubieran podido hacerle atenciones que hubieran infundido alegría a su corazón. Ya no cargaron de reproches a María, sino a sí mismos. ¡Oh!, si hubiesen podido recoger sus censuras, su presentación del pobre como más digno del don que Cristo. Sintieron el reproche agudamente cuando quitaron de la cruz ele cuerpo magullado de su Señor.

La misma necesidad es evidente en nuestro mundo hoy. Son pocos los que aprecian todo lo que Cristo es para ellos. Si lo hicieran expresarían el gran amor de María, ofrendarían libremente el ungüento, y no lo considerarían un derroche. Nada tendrían por demasiado costoso para darlo a Cristo, ningún acto de abnegación o sacrificio personal les parecería demasiado grande para soportarlo por amor a él.

Las palabras dichas con indignación: "¿Por qué se pierde esto?" recordaron vívidamente a Cristo el mayor sacrificio jamás hecho: el don de sí mismo en propiciación por un mundo perdido. El Señor quería ser tan generoso con su familia humana que no pudiera decirse que él habría podido hacer más. En el don de Jesús, Dios dio el cielo entero. Desde el punto de vista humano, tal sacrificio era un derroche desenfrenado. Para el raciocinio humano, todo el Plan de la Salvación es un derroche de mercedes y recursos. Podemos ver abnegación y sacrificio sincero en todas partes. Bien pueden las huestes celestiales mirar con asombro a la familia humana que rehúsa ser elevada y enriquecida con el infinito amor expresado en Cristo. Bien pueden ellas exclamar: ¿Por qué se hace este gran derroche?

Pero la propiciación para un mundo perdido había de ser plena, abundante y completa. La ofrenda de Cristo era sumamente abundante para enriquecer a toda alma que Dios había creado. No debía restringirse de modo que no excediera al número de los que aceptarían el gran Don. No todos los hombres se salvan; sin embargo, el plan de redención no es un desperdicio porque no logra todo lo que está provisto por su liberalidad. Debía haber suficiente y sobrar.

Simón, el huésped, había sentido la influencia de la crítica de Judas respecto al don de María, y se había sorprendido por la conducta de Jesús. Su orgullo de fariseo se había ofendido. Sabía que muchos de sus huéspedes estaban mirando a Cristo con desconfianza y desagrado. Dijo entre sí: "Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, que es pecadora."

Al curarlo a Simón de la lepra, Cristo lo había salvado de una muerte viviente. Pero ahora Simón se preguntaba si el Salvador era profeta. Porque Cristo permitió que esta mujer se acercara a él, porque no la rechazó con indignación como a una persona cuyos pecados eran demasiado grandes para ser perdonados, porque no demostró que comprendía que ella había caído, Simón estaba tentado a pensar que él no era profeta. Jesús no sabe nada en cuanto a esta mujer que es tan liberal en sus demostraciones, pensaba él, de lo contrario no permitiría que le tocase.

Pero era la ignorancia de Simón respecto a Dios y a Cristo lo que le inducía a pensar así. No comprendía que el Hijo de Dios debía actuar como Dios, con compasión, ternura y misericordia. El plan de Simón consistía en no prestar atención al servicio de penitencia de María. El acto de ella, de besar los pies de Cristo y ungirlos con ungüento, era exasperante para su duro corazón. Y pensó que si Cristo era profeta, debería reconocer a los pecadores y rechazarlos.

A estos pensamientos inexpresados contestó el Salvador: "Simón, una cosa tengo que decirte…. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más? Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel al cual perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado."

Como Natán con David, Cristo ocultó el objeto de su ataque bajo el velo de una parábola. Cargó a su huésped con la responsabilidad de pronunciar sentencia contra sí mismo. Simón había arrastrado al pecado a la mujer a quien ahora despreciaba. Ella había sido muy perjudicada por él. Por los dos deudores de la parábola estaban representados Simón y la mujer. Jesús no se propuso enseñar qué grado de obligación debían sentir las dos personas, porque cada una tenía una deuda de gratitud que nunca podría pagar. Pero Simón se sentía más justo que María, y Jesús deseaba que viese cuán grande era realmente su culpa. Deseaba mostrarle que su pecado superaba al de María en la medida en que la deuda de quinientos denarios excedía a la de cincuenta.

Simón empezó ahora a verse a sí mismo desde un nuevo punto de vista. Vio cómo era considerada María por quien era más que profeta. Vio que, con penetrante ojo profético, Cristo había leído el corazón de amor y devoción de ella. Sobrecogido de vergüenza, comprendió que estaba en la presencia de uno que era superior a él.

"Entré en tu casa – continuó Cristo -,  no me diste agua para mis pies;" pero con lágrimas de arrepentimiento, impulsada por el amor, María ha lavado mis pies, y los ha secado con su cabellera. "No me diste beso, mas ésta," que tú desprecias, "desde que entré, no ha cesado de besar mis pies." Cristo enumeró las oportunidades que Simón había tenido para mostrar el amor que tenía por su Señor, y su aprecio de lo que había sido hecho en su favor. Claramente, aunque con delicada cortesía, el Salvador aseguró a sus discípulos que su corazón se apena cuando sus hijos dejan de mostrar su gratitud hacia él con palabras y hechos de amor.

El que escudriña el corazón leyó el motivo que impulsó la acción de María, y vio también el espíritu que inspiró las palabras de Simón. "¿Ves esta mujer?" le dijo él. Es una pecadora. "Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama.

La frialdad y el descuido de Simón para con el Salvador demostraban cuán poco apreciaba la merced que había recibido. Pensaba que honraba a Jesús invitándole a su casa. Pero ahora se vio a sí mismo como era en realidad. Mientras pensaba estar leyendo a su Huésped, su Huésped estaba leyéndolo a él. Advirtió cuán verdadero era el juicio de Cristo en cuanto a él. Su religión había sido un manto farisaico. Había despreciado la compasión de Jesús. No le había reconocido como al representante de Dios. Mientras María era una pecadora perdonada, él era un pecador no perdonado. La severa norma de justicia que había deseado aplicar contra María le condenaba a él.

Simón fue conmovido por la bondad de Jesús al no censurarle abiertamente delante de los huéspedes. El no había sido tratado como deseaba que María lo fuese. Notó que Jesús no quiso exponer a otros su culpa, sino que, por una correcta exposición del caso, trató de convencer su mente, y subyugar su corazón manifestando benevolencia. Una denuncia severa hubiera endurecido el corazón de Simón contra el arrepentimiento, pero una paciente admonición le convenció de su error. Percibió la magnitud de la deuda que tenía para con su Señor. Su orgullo fue humillado, se arrepintió y el orgulloso fariseo llegó a ser un humilde y abnegado discípulo.

EVANGELIO DE MARÍA MAGDALENA

(Fragmento griego)

«… lo restante del camino, de la medida justa, del tiempo, del siglo, descanso en silencio». Dicho que hubo esto, María calló, como si el Salvador le hubiera hablado (solamente) hasta aquí. Entonces dice Andrés: «Hermanos, qué os parece de lo dicho? Porque yo, de mi parte, no creo que haya hablado esto el Salvador, pues parecía no estar de acuerdo con su pensamiento». Pedro dice: « ¿Pero es que, preguntado el Señor por estas cuestiones, iba a hablar a una mujer ocultamente y en secreto para que todos (la) escucháramos? ¿Acaso iba a querer presentarla como más digna que nosotros?»

[Laguna]

…del Salvador?». Leví dice a Pedro: «Siempre tienes la cólera a tu lado, y ahora mismo discutes con la mujer enfrentándote con ella. Si el Salvador la ha juzgado digna, ¿quién eres tú para despreciarla? De todas maneras, Él, al verla, la ha amado din duda. Avergoncémonos más bien, y, revestidos del hombre perfecto, cumplamos aquello que nos fue mandado. Prediquemos el evangelio sin restringir ni legislar, (sino) como dijo el Salvador». Terminado que hubo Leví estas palabras, se marchó y se puso a predicar el evangelio según María. 

EVANGELIO DE MARÍA

(Fragmento copto berolinense)

[Faltan las páginas 16].

PALABRAS DE JESÚS

La materia y el mundo

7 […] entonces, ¿será destruida o no la materia? El Salvador dijo: «Todas las naturalezas, todas las producciones y todas las criaturas se hallan implicadas entre sí, y se disolverán otra vez en su propia raíz, pues la naturaleza de la materia se disuelve en lo que pertenece únicamente a su naturaleza. Quién tenga oídos para escuchar, que escuche.

La materia y el pecado

Pedro le dijo: «Puesto que nos lo has explicado todo, explícanos también esto: ¿cuál es el pecado del mundo?». El Salvador dijo: «No hay pecado, sin embargo vosotros cometéis pecado cuando practicáis las obras de la naturaleza del adulterio denominada «pecado». Por esto el bien vino entre vosotros, hacia lo que es propio de toda naturaleza, para restaurarla en su raíz».

Prosiguió todavía y dijo: «Por esto enfermáis y morís, puesto que 8 [practicáis lo que os extravía. Que quien pueda comprender] comprenda. [La materia engendró] una pasión carente de la semejanza, puesto que procedió de un acto contra natura. Entonces se produce un trastorno en todo el cuerpo. Por esto os dije: Estad en armonía (con la naturaleza), y si no estáis en armonía, sí que estáis en armonía ante las diversas semejanzas de la naturaleza. Quien tenga oídos para escuchar, que escuche».

Últimos preceptos

Después de decir todo esto, el Bienaventurado se despidió de todos ellos diciendo: «La paz sea con vosotros, que mi paz surja entre vosotros. Vigilad para que nadie os extravíe diciendo: «Helo aquí, belo aquí», pues el hijo del hombre está dentro de vosotros; seguidlo. Los que lo busquen lo hallarán. Id y proclamad el evangelio del reino. No 9 impongáis más preceptos que los que yo he establecido para vosotros, y no deis ninguna ley, como el legislador, para que no seáis atenazados por ella».

Dicho esto, partió.

INTERMEDIO

Ellos, sin embargo, estaban entristecidos y lloraban amargamente diciendo: «¿Cómo iremos hacia los gentiles y predicaremos el evangelio del reino del hijo del hombre? Si no han tenido con él ninguna consideración, ¿cómo la tendrán con nosotros?».

Entonces Mariam se levantó, los saludó a todos y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os entristezcáis; no vaciléis más, pues su gracia descenderá sobre todos vosotros y os protegerá. Antes bien, alabemos su grandeza, pues nos ha preparado y nos ha hecho hombres». Dicho esto, Mariam convirtió sus corazones al bien y comenzaron a comentar las palabras del [Salvador].

10 Pedro dijo: «Mariam, hermana, nosotros sabemos que el Salvador te apreciaba más que a las demás mujeres. Danos cuenta de las palabras del Salvador que recuerdes, que tú conoces y nosotros no, que nosotros no hemos escuchado». Mariam respondió diciendo: «Lo que está escondido para vosotros os lo anunciare». Entonces comenzó el siguiente relato:

PALABRAS DE MARÍA MAGDALENA

Visión de María

«Yo —dijo— vi al Señor en una visión y le dije: «Señor, hoy te he visto en una visión». Él respondió y me dijo: «Bienaventurada eres, pues no te has turbado al Verme, pues allí donde está el Intelecto, allí está el tesoro». Yo le dije: «Señor, ahora, el que ve la visión ¿la ve en alma o en espíritu?». El Salvador respondió y dijo: «No la ve ni en alma ni en espíritu, sino que es el Intelecto que se halla en medio de ellos el que ve la visión, y él es el que […]».

[Laguna: faltan las páginas 1114].

La ascensión del alma

15 […] a él, y la Concupiscencia dijo: «No te he visto bajar y ahora te veo subir. ¿Por qué mientes, si me perteneces?». El alma respondió diciendo: «Yo te he visto, pero tú no me has visto ni me has reconocido. Por la vestimenta, que era tuya, y no me reconociste». Una vez dicho esto, (el alma) se apartó con gran alegría y seguidamente cayó en manos de la tercera potestad, la llamada Ignorancia. Esta interrogó al alma diciendo: «¿A dónde vas? En maldad estás atenazada; puesto que estás dominada, no juzgues». El alma dijo: «¿Por qué me juzgas tú a mí, si yo no te he juzgado? Yo he sido dominada, pero no he dominado. No he sido reconocida, pero be sabido que el universo está siendo disuelto, tanto en las cosas terrenales 16 como en las cosas celestiales».

Una vez el alma hubo sobrepasado la tercera potestad, continuó ascendiendo y divisó la cuarta potestad, la de siete formas. La primera forma es la tiniebla; la segunda, la concupiscencia; la tercera, la ignorancia; la cuarta, la envidia de muerte; la quinta, el reino de la carne; la sexta, la loca inteligencia de la carne; la séptima, la sabiduría irascible. Estas son las siete potestades de la ira, las cuales preguntan al alma: «¿De dónde vienes, homicida? ¿A dónde vas, dueña del espacio?». El alma respondió diciendo: «Lo que me ata ha sido matado y lo que me atenaza ha sido aniquilado, y mi concupiscencia se ha disipado y mi ignorancia ha perecido. A un mundo he sido precipitada 17 desde un mundo, y a una imagen desde una imagen celestial. La ligadura del olvido dura un instante. En adelante alcanzaré el reposo del tiempo (kairós), del tiempo (chrónos), (el reposo) de la eternidad, en silencio».

EPÍLOGO

María Magdalena reveladora de Jesús

Después de decir todo esto, Mariam permaneció en silencio, dado que el Salvador había hablado con ella hasta aquí. Entonces, Andrés habló y dijo a los hermanos: «Decid lo que os parece acerca de lo que ha dicho. Yo, por mi parte, no creo que el Salvador haya dicho estas cosas. Estas doctrinas son bien extrañas». Pedro respondió hablando de los mismos temas y les interrogó acerca del Salvador: «¿Ha hablado con una mujer sin que lo sepamos, y no manifiestamente, de modo que todos debamos volvernos y escucharla? ¿Es que la ha preferido a nosotros. 18 Entonces Mariam se echó a llorar y dijo a Pedro: «Pedro, hermano mío, ¿qué piensas? ¿Supones acaso que yo he reflexionado estas cosas por mí misma o que miento respecto al Salvador?

Entonces Leví habló y dijo a Pedro: «Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Bien cierto es que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros. Más bien, pues, avergoncémonos y revistámonos del hombre perfecto, partamos tal como nos lo ordenó y prediquemos el evangelio, sin establecer otro precepto ni otra ley fuera de lo que dijo el Salvador».

Luego que 19 [Leví hubo dicho estas palabras], se pusieron en camino para anunciar y predicar.

¿Judah, hijo de Jesús y María Magdalena?

"Jesús mantuvo una relación sentimental con María Magdalena, tuvo un hijo con ella llamado Judah y los tres fueron enterrados en unas tumbas encontradas, las unas junto a las otras, en Jerusalén hace 27 años". Eso -al menos- es lo que asegura el documental The Lost Tomb of Jesus (La Última Tumba de Jesús), firmado por el director de Titanic, el oscarizado James Cameron.

Ha hecho la cinta junto al cineasta israelí de origen canadiense Simcha Jacobovici. Ambos dicen haberse basado para su trabajo en los años de investigación de renombrados arqueólogos, expertos en documentos históricos y especialistas en material genético.

La cinta sustenta esas teorías en el hallazgo, en marzo de 1980, de unos sepulcros que supuestamente pertenecerían a Jesús y a su familia. Hace 27 años, unos trabajadores de la construcción encontraron en el este de Talpiot, un suburbio de Jerusalén, una cueva de más de dos mil años de antigüedad con diez tumbas.

De acuerdo con la Autoridad de Antigüedades de Israel, seis de esos nichos tendrían grabados los nombres de Mateo; María Magdalena; Jesús, hijo de José; María, madre de Jesús; José, hermano de Jesús; y Judah, hijo de Jesús.

Según Cameron, rigurosos estudios y análisis de ADN demuestran que las sepulturas son las de Jesús y su familia, y tal descubrimiento no significa que Jesucristo no resucitara tres días después de su muerte, según la creencia cristiana.

Arqueólogos sostienen que las tumbas pertenecerían a una familia judía con nombres muy similares a la de Jesús, nombres muy comunes, por cierto, en aquella época, según el arqueólogo israelí Amos Kloner. "No acepto esta teoría", ha señalado Kloner a la BBC. "Lo que buscan es hacer dinero", ha añadido.

"Nosotros hemos hecho nuestro trabajo; y ahora es momento de que se abra el debate", ha dicho Cameron. Vecinos de la zona en que se hallan los nichos han declarado que están encantados con el documental.

"Esto significa que el precio de nuestras casas subirá porque los cristianos querrán vivir aquí", ha manifestado una mujer a la BBC.

El documental será emitido en todo el mundo por Discovery Channel y amenaza con armar un revuelo similar o mayor al levantado en su día por El Evangelio de Judas, de National Geographic.

Discovery cita a Aarón Brody, profesor de estudios bíblicos y arqueología de Museo Bade en California, quien asegura que los osarios y las tumbas "son muy típicos de la región en esos tiempos".

De acuerdo con Discovery, al menos cuatro de los más importantes epigrafistas han corroborado que las inscripciones de los osarios corresponden al llamado Periodo Herodiano (por Herodes, rey de Israel entre 1 a. de C y 1 d de C).

Frank Moore, profesor emérito del departamento de Lenguas y Civilizaciones del Oriente Medio en la Universidad de Harvard, "el arameo en el que están escritos estaba en uso en esa época".

Jodi Magness, jefa adjunta del departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de North Caroline, aseguró que "los datos corresponden a los de un Jesús histórico, tal como se desprende de lo descrito incluso en la Biblia".

Además de la inscripción "Judah, hijo de Jesús", otra caja dice "Jesús, hijo de José", y otra "María", versión latina de Miriam". Matia, la palabra aramea que designa a Mateo, y una escrita en griego, que dice Mariamne e Mara, que de acuerdo con Francois Bovon, profesor de Historia de las Religiones de Harvard, es como en esos tiempos se identificaba literalmente a "María, la cercana al Maestro", es decir, la María Magdalena histórica, quien encontró vacía la tumba de Jesús en uno de los Evangelios.

En uno de los libros apócrifos, no incluidos en la Biblia y llamado "Actos de Felipe", escrito en griego en el siglo 14, se menciona a Mariamne, hermana de Felipe, en un significativo enunciado que dice: "eran los apóstoles y Mariamne, esta última quien inspiraba fortaleza al grupo, y quien después tuvo su propio núcleo de seguidores, llamados Mariamnistas, quienes perduraron hasta bien entrado el siglo 3".

Los estudios de ADN fueron realizados por el laboratorio más importante de estudios paleogenéticos del mundo, que pertenece a la Universidad Lakehead de Notario, Canadá.

Carney Matheson, experto de esta Universidad, examinó los restos encontrados en las cajas marcadas con los nombres de Jesús y María Magdalena, y determinó que no tenían ninguna relación de parentesco.

Los expertos no han encontraron material genético suficiente para establecer sin lugar a dudas que el ADN de la caja correspondiente a Judah sea de un hijo del Jesús histórico, "pero las muestras son consistentes".

Un argumento posible contra la historia que cuenta la Tumba de Talpiot es que los nombres es esta familia son una coincidencia.

Andrey Feuerverger, profesor de estadística y matemáticas de la Universidad de Toronto, calculó las posibilidades de que las coincidencias entre los miembros de una familia pudieran repetirse en esta época y las cruzó con todas las inscripciones en tumbas encontradas en el siglo 1 en Jerusalén.

Para "Jesús hijo de José" encontró una frecuencia de uno en 190 veces, mientras que para Mariamne, una en cada 160.

De forma conservadora, él dividió los números resultantes por 25 por ciento, un stándard estadístico, y luego entre 1000, como un estimado que considerara todas las tumbas existentes –y las no descubiertas—, y los resultados son apabullantes: La tasa de probabilidad de las coincidencias de nombre es al menos 600 a 1, o de otra manera, la conclusión es afirmativa 599 veces en 600.

¿Qué relaciones tuvieron Pedro y María Magdalena?

El evangelio de San Juan refiere cómo al día siguiente al sábado, María Magdalena se dirige al sepulcro de Jesús y, al ver corrida la piedra que lo cerraba, echó a correr a comunicárselo a Simón Pedro y al discípulo amado. Al recibir la noticia ambos corren al sepulcro, adonde más tarde María regresa y tiene un encuentro con Jesús resucitado (Jn 20,1-18). Esto es todo lo que los evangelios nos dicen sobre la relación de Pedro con María Magdalena. Desde el punto de vista histórico no se puede añadir más. El Evangelio de Pedro, un evangelio apócrifo quizá del siglo II, que relata las últimas escenas de la pasión, la resurrección y las apariciones de Jesús resucitado, se refiere a ella como "discípula del Señor".

En la literatura marginal que se origina en círculos gnósticos se encuentran algunos escritos en los que se dan confrontaciones entre Pedro y María. Como premisa, conviene recordar que son textos que no tienen carácter histórico y que acuden a diálogos ficticios entre diversos personajes como medio de transmisión de doctrinas gnósticas. El Evangelio de María es uno de estos textos en donde se relata la incomprensión por parte de Pedro de la revelación secreta que ha recibido María. Otro escrito, al parecer más antiguo, es el Evangelio de Tomás. Aquí, se narra al final que

Simón Pedro dijo: "¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida". A lo que Jesús respondió: "Mira, yo me encargaré de hacerla varón, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo". También en Pistis Sophia Pedro se impacienta y protesta porque María comprende mejor que los demás los misterios en sentido gnóstico y es felicitada por Jesús: "Señor, no permitas hablar siempre a esta mujer, porque ocupa nuestro puesto y no nos deja hablar nunca". (Aquí, sin embargo, la presencia de Marta puede sugerir que la María que aparece no es la Magdalena sino la hermana de Marta y Lázaro, aunque bien podían haberse identificado las dos Marías – definitivamente cada uno lo puede interpretar a su manera). En estos textos se observan rasgos heredados de la mentalidad rabínica, según la cual las mujeres eran incapaces de apreciar la doctrina religiosa (cf. Jn 4,27), y elementos propios de la antropología gnóstica, donde lo femenino ocupa un lugar destacado como vehículo de comunicación de revelaciones esotéricas. Esto no pueden aceptar los teólogos ¿Por qué no?

Las relaciones entre Pedro y María Magdalena debieron de ser similares a las que había entre Pedro y Juan, Pedro y Pablo, Pedro y Salomé, etc. Es decir, las propias del que estaba al frente de la Iglesia con los otros que habían sido discípulos del Señor y que, después de su resurrección, daban testimonio del resucitado y proclamaban el Evangelio. Otras relaciones son fantasía. Todas las cosas de los evangelios a mi parecer son puras fantasías.

Obviamente amigos lectores estos son opiniones de los teólogos del Opus dei, que solamente se atreven a decir lo mismo que dijo Juan y los otros 3 evangelios; y además sostienen que históricamente no se puede añadir más al hecho, entonces nos preguntamos si se lo hubiera ocurrido a Juan incluir otros hechos de trascendencia, estaríamos hablando de otros hechos que no pueden, ni siquiera comprobarse a ciencia cierta. A pesar de los siglos, todavía nuestros teólogos "modernos" siguen sosteniendo que el Evangelio de Pedro, es un evangelio apócrifo; nos preguntamos ¿Por qué no podemos decir que los 4 evangelios, impuestos por la iglesia, son los más apócrifos que existen? Seguramente nos tildarían de herejes, blasfemios, ateos, demonios, diablos, y muchos sinónimos más.

También conviene recordar que los 4 evangelios (impuestos) y los demás que existen y muchos que todavía no son descubiertos, son textos que muchos de ellos no tienen carácter histórico y que acuden a diálogos ficticios entre diversos personajes como medio de transmisión de sus doctrinas, que a mi parecer son acomodadas a sus conveniencias político – religiosos.

Conversión versus consejo

Algunos pensadores caracterizados por la misoginia a menudo dicen que las únicas personas reales son los hombres. Se supone que todas las mujeres son iguales y no es posible encontrar una verdadera personalidad en ellas. Según ellos, el objetivo de todas las mujeres es preocuparse del cuidado y de la familia, no pueden pensar y, por naturaleza, están dispuestas a complacer y servir al hombre. "Las mujeres pertenecen a la cocina". Con este argumento, ellas son criaturas inferiores y ambivalentes: aunque maternales y atractivas, son, en primer lugar, esclavas de Adán, la verdadera persona. Esta imagen sexista de las mujeres se ha eliminado oficialmente, por lo menos en la cultura occidental. Sin embargo, en todas partes aún hay discriminación cuando se trata de otras criaturas, y de manera especial de animales.

En el especieísmo, que significa la discriminación sobre la base de la especie animal, los animales se consideran -de igual forma que las mujeres en el sexismo- miembros prácticamente idénticos de su especie, es decir, no se les considera individuos únicos. También son vistos como criaturas de segunda clase que se pueden usar como esclavos y que son reemplazables por otros miembros de su especie. Los animales son asesinados por los más triviales antojos humanos y esto se legitima, como fuese, al convertirlos en entes lo más bajos e insignificantes posible. Es un humor especieístico, cuando, por ejemplo, los cerdos anuncian su propia carne. Los intereses económicos son de tal importancia que bastan para seguir con la tortura de los animales en las granjas automatizadas y mantener otras formas de explotación sistemática.

Dentro de la jerarquía de la ideología sexista, las prostitutas tienen una posición muy baja. Ellas se confrontan con el soberano hombre sexista que tiene necesidades sexuales que las gusta disfrutar en secreto, pero que trata de negarlas en las relaciones sociales cotidianas. Las prostitutas tienen algo de rebelde, especialmente si no están "protegidas" por un proxeneta y se ganan la vida por ellas mismas. En este sentido, se les puede comparar con animales salvajes que no necesitan al hombre para sobrevivir. Las prostitutas demuestran que pueden autoabastecerse y que necesitan a los hombres solamente en calidad de clientes con necesidades sexuales. Para los sexistas heterosexuales, estas demuestran que los hombres no son superiores a las mujeres.

Dentro de la tradición cristiana, sabemos de una mujer que desde siempre se presenta como una prostituta convertida: María de Magdala o Maria Magdalena. En las recientes películas sobre Jesús de Nazaret, la muestran como una mujer fuerte e independiente que alberga desprecio por sus clientes masculinos. Sólo Jesús sabe cómo suavizarla y logra que ella renuncie a su antigua vida para convertirse en uno de sus seguidores. María lavó los pie de Jesús con sus lágrimas y los seco con su pelo. Un acto que parece ser un tipo de estilización santificada de los servicios usuales prestados a sus antiguos clientes. Ella probablemente los ha masajeado sin el amor real que siente por Jesús.

A comienzos del cristianismo, la antigua prostituta se convirtió en la primera apóstol entre los apóstoles, lo que indica que tenía una relación especial con Jesús. Las fuentes apócrifas van más allá declarando que el tenía algún tipo de conexión de amor erótico con Maria Magdalena y que incluso se casaron. Según algunas tradiciones occidentales ocultas, este caso se lleva aún más allá: Maria Magdalena no era una prostituta comercial cualquiera, sino que una sacerdotisa para alguna deidad misteriosa. Con este antecedente, adquirió importancia ideológica para la formación de los movimientos esotéricos dentro de la cristiandad. Estas imágenes ortodoxas y heterodoxas (ocultas) están más separadas de lo que aparenta a primera vista. La imagen extraoficial de María como prostituta muestra que convirtió su vida de mujer independiente en una vida casta, siguiendo a un hombre, sin importar qué tan prominente fuera con los discípulos. María como sacerdotisa del templo, según algunas fuentes confidenciales, contribuye bastante a las doctrinas secretas de principios de la cristiandad, como un ser igual a Jesús, por lo tanto, sin someterse a él.

En cierto modo estas visiones se parecen tanto a los movimientos moderados como a los radicales en la emancipación de la gente de "color" en los Estados Unidos. Aunque Maria Magdalena en la cristiandad se considera valiosa desde ambas perspectivas, en la visión oficial es importante que ella se adapta al valor reinante de la superioridad masculina; a pesar de que este fue un hombre especial quién se le acercó como una persona, más de lo que era usual, y, de acuerdo a los cercanos a él, incluso ultrajantemente. Dentro de las tradiciones ocultas, vemos una Maria Magdalena que sale victoriosa por entremedio de la opresión en que vivían las mujeres. Su antecedente de sacerdotisa del templo se considera positivo, algo de lo cual estar orgullosa en vez de sentir vergüenza. Su independencia es la base para la emancipación e igualdad.

De vuelta al especieísmo, María convertida puede considerarse un símbolo de actitud moderada en la cual se abandona la resistencia "fortalecida" y las personas buscan otro tipo de "hombre", otro tipo de figura poderosa. Esta actitud moderada también se encuentra entre los protectores de los animales, quienes negocian con los exponentes del especieismo. Se contentan con las más pequeñas adaptaciones de la realidad, sin haberse producido una revolución profunda. Un ejemplo de ello es la incomprensible satisfacción que sienten al referirse al término "valor intrínseco", el cual ha formado la base de los derechos animales durante 20 años. (Sólo en las leyes holandesas). Sin embargo, esto no ha dado paso a que se produzcan casos judiciales y aún menos a una mejora del bienestar animal.

María Magdalena, la independiente sacerdotisa del templo puede ser un símbolo para muchos formas interesantes de resistencia: una forma que no sólo se presupone una manera de servidumbre, pero también pensando bastante acerca de un cambio radical de la realidad. El especieísmo puede limitarse a través de negociaciones con aquellos en el poder, pero sólo puede eliminarse con una filosofía igualitaria que libere a los animales de la injusticia a que ellos se encuentran estructuralmente sometidos. Esta filosofía igualitaria significa que se les den a los animales los mismos derechos básicos que reciben las personas y, concretamente, el derecho a la libertad para comportarse de manera natural. Además, que no sean los animales los que se deben someter a una limitación, sino que las personas quienes injustamente se sienten superiores y quienes desean infringir estos derechos.

María Magdalena, como prostituta convertida, es la mujer que voluntariamente se somete a un hombre bueno. Como sacerdotisa somete una realidad corrompida.

Esta María Magdalena es una mujer que ataca radicalmente la injusticia desde su raíz. Es una imagen con la cual pueden trabajar los partidarios de la liberación animal.

BIBLIOGRAFÍA

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  2. FRENSCHKOWSKI, "Maria Magdalena", en Biographisch-Bibliographischen Kirchenlexikons.
  3. Fiorenza, ES. "Feminist Theology as Critical Theology of Liberation."Theological Studies, 1975.
  4. Haskins, Susan. Mary Magdalen, Myth and Metaphor, NY: Harcourt-Brace 1993.
  5. Housley, Kathleen. "Solid Citizen or Prostitute – Two Millennia of Misinformation: Dialog, Fall, 1998
  6. Kitzberger, Ingrid Rose. " Mary of Bethany and Mary of Magdala" New Testament Studies, Oct. 1993.
  7. WHITE, Elena de La Fiesta en la Casa de Simón
  8. TAMAYO  Juan José director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Nuevo diccionario de teología (Trotta. Madrid, 2005).
  9. www.opusdei.org

 

Por:

Dante Enrique Rojas Linares

 

Partes: 1, 2, 3, 4
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