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La misión, una tarea que nos transforma, empodera y envía (página 4)


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Los directos receptores de la palabra de Jesús son un tipo de clase religiosa, conformista a la situación de opresión y exclusión que vivía el pueblo de Dios. Por lo mismo, re-leer el oráculo profético de Isaías, suponía dar cuenta de un nuevo tiempo, contrario a la pasividad de las clases religiosas. De ahí que lo primero que surgirá será un rechazo abierto por parte de quienes en cierto modo viven bajo el "cuidado" y la "protección" del poder de turno.

Para Jesús, está claro que ha llegado la hora de la protesta pacífica, por medio de las señales del reino. Todo ello significa una agenda de trabajo. La participación del "ruah" de Dios es determinante. La misión de Jesús no hubiera tenido los frutos que tuvo sin el Espíritu; tampoco el Espíritu habría sido tan notorio si Jesús no hubieses sido enviado. Queda por sentado que aquí asistimos a la verificación de la existencia de un misionero por excelencia. Es decir Dios mismo enviando al Hijo y al Espíritu para una misión redentora en el mundo.

La llenura del Espíritu en la misión de Jesús, deviene no de una relación jerárquica en la que uno de ambos sea superior. Al contrario, se trata de una relación de complementariedad. Tanto Jesús como el Espíritu se ven comprometidos en la responsabilidad concedida por el Dios del reino. Jesús reconoce que el Espíritu es un poder especial concedido por el Padre "El Espíritu del Señor está sobre mí" (4.18).

Según la secuencia de Lucas, el antecedente casi inmediato a la lectura del oráculo de Isaías en Nazeret, es su propio bautismo en el río Jordán. Jesús mismo escuchó, igual que los demás la voz del cielo diciendo: "Tú eres mi hijo amado, en ti me complazco" (Lucas 2.22), lo cual era también la certeza de la presencia del Padre y el poder del Espíritu en Él.

Luego vendría el período de los cuarenta días en el desierto, durante el cual sería tentado por Satanás. La secuencia lucana nos presenta a un Jesús vencedor de las tentaciones, ahora dispuesto a debatir con todos los que se le presenten delante. Por tanto, las circunstancias de Nazaret son propicias para presentar su agenda mesiánica.

  • Las bases de la agenda mesiánica

Hay tres aspectos importantes en los que Jesús basaría su ministerio. Primero dice el versículo 18: "El me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres". Jesús vino en búsqueda de aquellos que siendo marginados por la sociedad, son abusados y pisoteados, devolviéndoles la dignidad, para que en medio de su pobreza, ellos pudieran conocer que Dios los amaba y no solamente de palabra, sino que, dándose así mismo, partiéndose en la Cruz del Calvario, demostrándoles que su intención redentora se concretiza en la entrega de sí mismo por amor. No solamente a los pobres por no tener dinero, pero también a aquellos que sufren por ser mujer o por ser niño, por aquellos que por su decisión de ser diferentes a los otros, son abusados, maltratados o abandonados. Cuando Jesús caminaba en medio de aquellas poblaciones, se daba cuenta de las necesidades de las personas. El sanó a muchos; miremos como ejemplo a aquel hombre que llevaba ya treinta y ocho años junto a la piscina de Betesda.

Suponemos que a dicho hombre lo llevaban sus familiares y lo dejaban allí tirado y abandonado. ¿Por qué no se quedaban para ayudarle a meterse cuando el ángel movía las aguas? Porque quizá habían cosas "más importantes" que hacer que perder el tiempo en espera de un "ángel" para darle solución al problema que les aquejaba. Quizás le decían: "Tu invalidez no es nuestra, por lo tanto es tu problema". Jesús se dio cuenta de ello porque sabía a lo que había venido y sin meterlo en el agua, lo sanó, devolviéndole su dignidad.

En el segundo punto nos dice la Escritura: "…para anunciar la libertad a los cautivos". Cuántas personas en todos los tiempos no viven encadenadas a los diferentes males y vicios, como por ejemplo la violencia doméstica; la irracionalidad o los celos incontrolados que han llevado a muchos a la violencia, culminando con el asesinato; o a las cadenas perversas de un mundo que reduce a las personas a meros consumidores de lo que aparece en el día a día. O peor aún a aquellas pobres mujeres encadenadas en el oscuro mundo de quienes las prostituyen y obligan al aborto; ó a aquellos niños que sufren las cadenas de padres alcohólicos y drogadictos. La espiral de injusticia es grande; la misma victimiza más y más a las personas. Frente a ello, es claro que Jesús vino por todos ellos y ellas.

El Señor no se aparta de ellos, siempre está allí, no para criticar, sino para ir en busca de los perdidos y devolver a cada uno/a su dignidad de seres humanos. Veamos como otro ejemplo al paralítico, aquel que bajaron por el techo. Los que lo acarrearon lo trajeron por una razón solamente: Buscando al único que podía levantarlo de su estado de postración. Pero Jesús que conoce la cantidad de nuestras cadenas, trata primero con las que tienen el candado principal, antes de liberarnos de nuestra enfermedad física: "Amigo, tus pecados quedan perdonados". Lc 5: 20 y al final le dice: "Yo te lo ordeno: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". Y al instante el hombre se levantó a la vista de todos, tomó la camilla en que estaba tendido y se fue a su casa dando gloria a Dios". (Lc 5. 24-25).

En el tercer punto: "…y a los ciegos que pronto van a ver, para poner en libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor". Él vino para ser testigo del amor de Dios. No como testigo jurídico que es llamado para atestiguar como acusador o como defensor, más bien, en el hecho real de su desprendimiento del Padre, de quien proviene para brindarnos lo que hay en Dios para nosotros.

Cuando la Palabra habla sobre "…los ciegos verán", no nos habla sobre los que siendo faltos de vista física, fueron sanados por él. Cuántas veces no hemos experimentado oscuridad en nuestras vidas y cuando todo está oscuro no vemos para donde vamos y menos podemos visualizar el punto exacto en donde está el amor del Padre. Para eso precisamente vino Jesús. Él se despojó de su igualdad con Dios para experimentar junto a los seres humanos la realidad del drama humano. Sin duda, Jesús vino para ser testigo de la verdad, es decir del verdadero amor que transforma vidas.

Jesús vino con ese propósito, pero una vez más es bueno decirlo, esta parte de su ministerio lo hizo, solamente después de ser bautizado y probado en el desierto. Hoy día sabemos eso porque lo leemos en las Escrituras, pero nos cuesta comprender el hecho porque solamente lo leemos o lo escuchamos como una simple poesía y es por lo mismo que no ponemos en acción esa gracia de Dios derramada en nuestras vidas como fuente de agua que da vida.

Ahora bien, nos preguntamos; ¿Qué le trajo esto a Jesús? Nada más que críticas, acusaciones, persecuciones, su Pasión y por último la Cruz. Es precisamente ahí en esa cruz en la que él demostró en su plenitud, el ser, el verdadero testigo de la verdad. Su misma humanidad lo hizo experimentar dolor y sufrimiento e inclusive, supo comprender el momento de la más grande de las soledades.

En síntesis, la agenda mesiánica, o programa redentor de Jesús pareciera terminar con su horrenda muerte en la cruz. Sin embargo, no es así, porque al producirse la venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, la agenda mesiánica tiene implicaciones directas con el quehacer eclesiológico de las primeras comunidades cristianas. De ahí en más, también iluminará el quehacer apostólico.

Conclusión

Las tres imágenes vistas en el presente capítulo, son para nosotros, tres claves ministeriales. Entendemos que el punto de partida tiene que ser la transformación total. No se puede asumir una acción a favor de la vida sin antes haberse producido la transformación.

Las personas transformadas, luego son empoderadas, tal cual la experiencia de quienes debían esperar con paciencia la venida y llenura del Espíritu Santo. Tal empoderamiento, además de confirmar la presencia del Señor, capacita para lo que viene posteriormente.

Según la tercera imagen bíblica, evidenciamos en Jesús, primero la presencia del Espíritu, como el Parakletos que acompaña el cumplimiento de la misión. El cumplimiento de la misión se evidencia por medio del envío. Dicho envío tiene un propósito y contenido muy específico; al cual hemos llamado la "agenda mesiánica". Dicho de otro modo, se trata del programa redentor del Mesías.

Capítulo IV

FUEGO VINE A ECHAR SOBRE LA TIERRA

Resulta por demás ilustrativo, incorporar en nuestro último capítulo, como título la expresión de Jesús, registrada en el evangelio de (Lucas 12.49). Lo hacemos por dos razones. Primero, porque evidencia la radicalidad de Jesús respecto a su misión en el mundo. Asumimos, por el contexto lucano que Jesús inscribe su afirmación en el interior del programa mesiánico cf. (Lc 4.18ss) Se evidencia también la completa lealtad de Jesús hacia Dios como misionero por excelencia, quien es justamente el que envía. Al mismo tiempo, el texto refleja la participación del Espíritu del Señor, caracterizado por el fuego.

La segunda razón por la que situamos la afirmación de Jesús como título de nuestro último capítulo, es porque ilumina las ulteriores determinaciones que han de tomarse en materia de misión. Hablan algunos comentaristas del pasaje, como uno en el cual, la radicalidad de Jesús supone conflicto entre quienes desean ser sus seguidores. Definitivamente, el texto se ubica entre el llamado a estar preparados para cuando venga El Señor (Lc 12.35-48). Están también las señales de los tiempos (Lc 12.54-59) que corroboran la intención de llevar a cabo el plan redentor de Dios pese a las circunstancias adversas que pudieran presentarse.

Siguiendo la lógica de nuestro trabajo, ahora quisiéramos plantear algunas consideraciones importantes, que según nuestra opinión, debieran tomarse en cuenta en el plano misionero.

Lo anterior, lo proponemos en función de lo que decíamos en nuestro cuarto capítulo. Explicitándonos más, decimos que únicamente es posible ser partícipes de la Obra del Señor, si se ha experimentado la transformación, el empoderamiento, y el deseo de ser enviados/as. Justamente quienes son enviados tendrán que hacer opciones específicas de acuerdo a (Lc 12.51-53). Intentando ser más específicos, y dentro de la iluminación bíblica de los tres énfasis propuestos como son; transformación, empoderamiento, y envío, destacamos a continuación tres aspectos:

El primero es el testimonio, que más que proclamación debiera verse traducido en un estilo de vida; reflejo y resultado de la transformación operada por Dios en nuestras vidas. El segundo tiene implicancia directa con la espiritualidad o empoderamiento. Así como El Espíritu de Dios se mueve por todo el universo, trascendiendo la historia y superando todo tipo de barreras, nuestra espiritualidad no debiera tener fronteras. Finalmente, dando cuenta de nuestro envío, debiéramos poner mucha atención al rol y propósito de la proclamación pública de la Palabra de Dios.

El poder, vinculado a un estilo de liderazgo autoritario, bien puede manifestarse de modo impositivo, agresivo y totalitario. En lo sucesivo, destacaremos la cuestión del testimonio cristiano como eje de las acciones transformadoras desde el servicio a favor de la vida. Lo anterior, en virtud de que hoy en día en términos generales se evidencia por un lado, una tendencia a hablar más de liderazgo que de servicio. Es muy frecuente incluir el liderazgo, el poder, y el testimonio cristiano en un solo "paquete".

Liderazgo, poder y testimonio cristiano, como paquete, indica un modo de concebir el liderazgo. En este caso, en términos de poder[85]Ante ello, cabe preguntarse si no sería más eficaz hablar de testimonio cristiano, antes que de liderazgo. Cabe también interrogarse; acerca del poder del que se está hablando. Sin duda, tal paquete, en la hora actual es como distintivo misional y eclesial de gran parte de la iglesia evangélica latinoamericana.

La cuestión organizacional y denominacional, en las actuales circunstancias, ya no es ni tan fuerte, ni tan determinante como hace algunas décadas. La falta de identidad denominacional, junto al menú de "posibilidades congregacionales", tan característico hoy en el panorama religioso evangélico, causa una constante migración de la membrecía. Quienes estamos directamente involucrados en la mecánica orgánico-administrativa de las iglesias institucionalizadas, podemos comprender tanto las expresiones, como los procesos estructurales, desde adentro.

En consecuencia, bajo el argumento de la centralidad de la Biblia, considerada como norma para el comportamiento evangélico, ella resalta el rol del Jesús de la Palabra. Por tanto, el testimonio cristiano tendría que darse a partir de Jesucristo como modelo por excelencia. Además, en virtud de los desafíos del presente, aún es posible ponderar el paradigma cristológico del servicio. Para ello es importante comprender algunos niveles de la praxis histórica de Jesús.

En la línea de nuestras preocupaciones, a continuación, nos permitimos profundizar nuestra investigación en torno a los siguientes puntos:

  • El espíritu del tiempo: El tiempo del Espíritu

Indudablemente, cada generación se cree destinada a rehacer el mundo. La mía sabe, sin embargo, que no podría hacerlo. Pero su tarea es quizá mayor. Consiste en impedir que el mundo se deshaga. Heredera de una historia corrupta en la que se mezclan las revoluciones fracasadas, las técnicas enloquecidas, los dioses muertos y las ideologías extenuadas; en la que los poderes mediocres, que pueden hoy destruirlo todo, no saben convencer; en que la inteligencia se humilla hasta ponerse al servicio del odio y de la opresión

Albert Camus

Más allá de vivir una época de cambios, vivimos como dijera Xabier Gorostiaga un cambio de época[86]No se trata tanto de una especie de desfile de nuevos pensamientos, o de modos de vida, sino de una transición hacia una nueva civilización. Víctor Rey nos dice que el mundo está experimentando una colosal mutación histórica[87]Las crisis política, económica, social, cultural son el reflejo no de un período crítico coyuntural temporal, sino la evidencia del cierre y a la vez, advenimiento de una nueva época. A estas alturas, tanto los instrumentales sociológicos provenientes de distintas corrientes y tendencias políticas, como las posibles buenas intenciones de los gobiernos resultan ineficaces no solo para explicar, sino también para brindar posibles soluciones concretas.

El cambio de época no produce en nosotros/as esperanza, sino frustración y pesimismo. En palabras del gran escritor Ernesto Sabato:

El hombre no progresa porque su alma es la misma. Como dice Eclesiastés, "no hay nada nuevo bajo el sol", y se refiere precisamente al corazón del hombre, en todas las épocas habitado por los mismos atributos, empujado a nobles heroísmos, pero también seducido por el mal. La técnica y la razón fueron los medios que los positivistas postularon como teas que iluminarían nuestros caminos hacia el progreso. ¡Vaya luz que nos trajeron! El fin del siglo nos sorprende a oscuras, y la evanescente claridad que aun nos queda parece indicar que estamos rodeados de sombras. Náufragos en las tinieblas, el hombre avanza hacia el próximo milenio con la incertidumbre de quien avizora un abismo [88]

La fe cristiana no está exenta de los impactos provenientes del mundo secular. De modo singular, nuestras congregaciones son también receptáculos potenciales de la crisis generalizada, ya que al ser parte de nuestras congregaciones no nos desvinculamos del mundo en el cual desarrollamos nuestro diario vivir o quizás "sobrevivir".

Hoy es un hecho irrefutable el continuo crecimiento y expansión del movimiento cristiano evangélico en el continente latinoamericano. Estadísticas y cifras hablan de tal fenómeno social. Diría René Padilla, que aunque seguimos siendo minoría, somos una "minoría visible"[89].

A la luz de nuestra herencia de la Reforma, destacando la Fe, la Gracia, y la Palabra por mencionar algunos baluartes fundamentales, es imperativo repensar nuestra visión y presencia en la sociedad contemporánea. Para ello es pertinente realizar una lectura crítica y objetiva de los peligros que encierra nuestro crecimiento. Consideremos con la ayuda de Víctor Rey[90]algunas señales de advertencia en nuestro peregrinar:

Que nuestro crecimiento, entiéndase, no "denominacional", sino corporativo como evangélicos/as en general no forme parte de discursos mezquinos que eventualmente legitimen posturas de determinadas organizaciones eclesiásticas.

Dice Rey que un exagerado afán de crecimiento numérico, desarticulado de las coordenadas históricas de nuestro tiempo encierra ciertos peligros, el más obvio de los cuales es la superficialidad y la intrascendencia[91]Las mega-iglesias que convierten las salas de cine en templos corren el riesgo de institucionalizar una especie de "religiosidad popular evangélica". Es menester considerar con seriedad que la cantidad no puede servir como criterio de verdad.

Coincidimos en la crítica cristológica, al aseverar que el mensaje de redención proveniente de la cruz ha sido desplazado por una religiosidad que no pasa por la cruz. Muchos somos cautivados por la "teología de la prosperidad", sin investigar si la misma tiene base bíblica seria. Se ha producido una tremenda ruptura entre el testigo y el testimonio evangélico.

Paulatinamente el emocionalismo está quitándole la centralidad a la Palabra, parece ser más importante "lo que se siente que lo que se cree". El peligro está en que una emoción tiene que ser superada por otra más fuerte. Ya no somos "el pueblo de la Biblia y el himnario", la misma es sólo una excusa para arengas moralistas porque los cultos se llenan de cánticos sin contenido teológico, los cuales se repiten interminablemente.

Peligrosamente muchas congregaciones están cayendo en la trampa de seguir a algún líder que ofrece seminarios sobre ciertos temas de "interés actual". No importa si para escucharle hay que pagar mucho dinero. Hace falta volver a las escrituras para descubrir el paradigma del Maestro, cuya naturaleza central es la del siervo que vino a servir a, y no para servirse de.

Cuando el monje agustino Martín Lutero clavo las 95 tesis en las puertas del templo católico de Wittenberg en 1516, abrió la senda para volver principalmente al mensaje central de las Escrituras. La radicalidad de Lutero cobra mayor auge cuando protesta contra un sistema religioso alienante, y capturado en el oscurantismo medieval.

Si hoy, en la "postmodernidad" estamos aparentemente libres de oscurantismos, es claro que reina la confusión, debido a que la fe se pone en oferta, siguiendo las lógicas de una economía de mercado. Se habla incluso de una "industria de la salvación"[92]. Con acierto profético Dietrich Bonhoeffer hablaría de nuevo de la presencia de una "gracia barata". El Evangelio de salvación, no es oferta sino proyecto de vida, exige una respuesta de fe y de compromiso con el Reino de Dios. Es también invitación para transformar una realidad que niega el derecho a la vida, y que excluye a los más débiles.

Hoy, el Espíritu nos convoca a participar en su tiempo, asumiendo la Palabra como instrumento para promover la misión. Ya no es tiempo de actitudes mezquinas o defensivas, mucho menos de encierros institucionales que inclusive eclipsan la buena interpretación y aplicación de principios confesionales que en su génesis fueron contestatarios. Así por ejemplo, la libertad de conciencia, la separación de Iglesia-Estado, o el gobierno congregacional.

Las actitudes defensivas han hecho caer a varias denominaciones, especialmente las laicas, nacidas en el contexto de la reforma radical del siglo XVIII en episcopalismos y clericalismos aún más cerrados. Tampoco debe ser tiempo de posturas triunfalistas que en nombre de la supuesta "posesión" del Espíritu pretendan magnificar la persona de la persona. Siempre será más humilde decir: "El Espíritu de Dios me posee", y no "yo poseo el Espíritu de Dios".

Hoy, la consigna es, siguiendo el consejo de Pablo: No conformarnos a este siglo (tiempo) cuyo espíritu no es humilde sino soberbio, no es incluyente sino excluyente, no es dialogal sino vertical, no es racional sino irracional, no es creador sino calculador, no es sensible sino insensible, no es fraternal sino pragmático (Rom 12.2). Vivir según el espíritu del tiempo que deshumaniza es vivir según la carne, pues la carne es corruptible; es muerte. Vivir según el tiempo del Espíritu de Dios que da vida es permitir que Dios mismo desencadene el poder espiritual.

En esta línea dice R. Suderman, "es el tiempo de administrar según el Espíritu de Dios, de anunciar y denunciar según el mismo Espíritu; de amar y servir"[93]. Al hacerlo, nos confrontamos a los poderes, potestades y autoridades de este tiempo que actúan según el espíritu del tiempo. Se trata entonces de una verdadera "batalla espiritual" porque se produce un choque de valores presente en la vida orgánica y administrativa de la gente. Sin duda, es la alborada de un testimonio de poder al mundo porque se proclama que es así como llega el poder verdadero que puede transformar el espíritu del tiempo en el tiempo del Espíritu.

  • La palabra de Jesús: El Jesús de la Palabra

Una de las particularidades del panorama evangélico, es la emergencia de líderes con ciertos atributos particulares, otorgados por las mismas congregaciones, en función de la capacidad de expresión, administración, persuasión, y supuesta mediación entre Dios y la congregación. El punto aquí, no está tanto en la discrepancia por las habilidades que bien pueden ser innatas, o recibidas del Espíritu que raparte dones a todos/as (1 Cor 12) sino en el propósito de tales habilidades. Interesantemente, en esta dinámica se conjugan dos factores que se encuentran entre sí.

El primero de ellos es el protagonismo del líder, quien tiene la palabra, por tanto la autoridad. Dicha palabra no es humana sino divina, por tanto, lo divino no es posible discutir, sino asimilar. Es más, tal palabra no es difusa, sino real porque es la que Jesús puso en los labios del líder (predicador). Frases como; "Jesús me dijo…", "Dios dice…", "El Espíritu pide…" corroboran la revelación, que luego se traduce en profecía para la congregación.

El segundo es el comportamiento religioso de la congregación que reconoce tanto la persona, como la autoridad del líder. Se entiende que la persona ha sido puesta por Dios, por tanto su palabra es confiable.

La dinámica comienza cuando el líder se muestra como el portavoz de la palabra de Jesús. Dicha palabra es la síntesis de las acciones sobrenaturales del Jesús histórico; sanidades, milagros, prodigios, liberación y perdón de pecados. En consecuencia, la estructura homilética de los sermones se satura de las obras portentosas de Jesús, y que a la hora de ser comunicadas se complementarán con el énfasis del predicador. La palabra de Jesús, en labios del predicador consiste principalmente en obrar maravillas, perdonar pecados, y juzgar en su pronto advenimiento. La misma puede ser aplicada con carácter repetitivo. Creemos que Jesús es algo más que lo anterior.

También es menester comprender la existencia de una diferencia abismal entre la palabra de Jesús, muchas veces manipulada, y el Jesús de la Palabra. No resulta tan difícil hablar sólo de la palabra de Jesús, por el exagerado énfasis a la hora de destacar su propósito de perdonar pecados y salvar a toda la humanidad. Sin embargo, resulta más desafiante hablar del Jesús que nos presenta la Palabra, y de quién muchas veces no conocemos si quiera en un mínimo porcentaje. Incursionar en el Jesús de la Palabra, requerirá de nosotros/as dedicación, humildad, y deseo de siempre ser llenados cada vez más de él, hasta hacer posible la bienaventuranza del reconocer nuestra "pobreza espiritual" (Mateo 5.3).

Para nuestra comprensión, y ulterior praxis de fe, el Jesús de la Palabra, como presupuesto metodológico es el Jesús que se hace historia. La tarea de las ciencias bíblicas ha sido siempre determinar la estructura mínima de la praxis de Jesús. Lo anterior es importante para no des-situar, fundamentalizar o manipular la tarea de Jesús a quien a veces convertimos "en maestro de moral o en figura a-histórica cuya muerte no hubiera tenido nada que ver con sus opciones y su práctica"[94]. En el Jesús de la Palabra no solo encontramos al que hizo maravillas, lo cual sin duda inicia nuestra fe, sino también lo que El haría hoy. Lo dicho decididamente nos llevará a un compromiso con la realidad en el seguimiento.

Recurriendo a (Marcos 16.6 ss), sobre el Jesús que hace historia percibimos tres elementos fundantes de un seguimiento que continúa su causa: a) Jesús es buscado (hecho originante), b) Jesús ha resucitado (la muerte no cierra su causa, El sigue caminando en Galilea), c) Jesús necesita seguidores/as (los/as seguidores/as serán guiados y animados por el Espíritu a continuar con la causa del resucitado: (Anuncio del Reino de Dios).

El Jesús de la historia que es el Jesús de la Palabra, particulariza no solo el estilo de su actuar, sino también de su misión:

  • Jesús presenta su agenda mesiánica

En alusión directa a (Isaías 61.1,2), El en (Lucas 4,18 ss) habla de la naturaleza de su misión. Su experiencia con el Padre no es solamente un asunto celestial, sino también terrenal e histórico, tiene que ver con el pan para todos/as, con el perdón de las ofensas, con la superación de las señales de anti-vida que amenazan a muchos, y con el reconocimiento de una paternidad que hermana a las personas sin distingo de clases.

  • Jesús denuncia la idolatría del dinero

El dinero expresado en términos de fin y no de medio, promueve las grandes desigualdades y exclusiones. No se puede servir a dos señores; a Dios, y al dios dinero (Mt 6,24). No es cuestión de idealización de la pobreza, sino denuncia del pecado de la avaricia y del acaparamiento. El ideal es la confraternidad reflejada en el banquete (Lc 14,13 s), por medio del compartir, y además concretizado en función del desprendimiento y la despreocupación por los bienes de la tierra (Mt 6, 25-33).

  • Jesús denuncia la falacia del "status"

Jesús comprende que la búsqueda de prestigio, es en sí mismo el principio de la estratificación social; combate a quienes lo promueven (Mt 23,25-27). Solamente Jesús pudo ponerse del lado de quienes no tenían nada, porque sabe que Dios está con ellos (Mt 18,10); y acogerlos a ellos es acoger a él y al Padre (Mc 9,37).

En su ministerio, Jesús contrapone la concepción tradicional del poder basada en la búsqueda de grandeza, con la mística del servicio como fuerza constructiva de una nueva sociedad (Mr 10.45). Desenmascara el poder político (Mc 10.42); protesta contra el cobro del impuesto idólatra del César, ya que éste no puede poseer lo que es de Dios (Mc 12.16-17); Desenmascara el poder religioso (Lc 11.39-52; Mt 23.1-36; Mc 7.1-23; 11.15-17; 12. 1-12, 35-40). Por todo lo anterior "El morirá bajo el ´poder´ de Poncio Pilato, como maldito (Ga 3,13), en la impotencia y abandono totales"[95] .

Concluyendo, a la luz de lo anterior, el propósito del líder que hace uso de palabra de Jesús, promueve más sus intereses y su propio protagonismo. El Jesús de la Palabra se caracteriza por una actitud humilde de servicio y auto-entrega; no busca su propio protagonismo, sino la instauración del Reino de Dios y su justicia (Miq 6.6-16; Mt 6.33; Mc 1.15). Partir del Jesús de la Palabra, es hacer de la fe una praxis histórica de promoción de la vida. El poder, en tales circunstancias se constituye en un fermento que devuelve a los seres humanos su dignidad de hijos e hijas creados/as a imagen de Dios.

  • ¿El testimonio del poder cristiano ó el poder del testimonio cristiano?

Metodológicamente, la práctica de una teología cristiana del servicio que a la vez potencializa el testimonio cristiano, no parte del afán de equiparar o de poner el testimonio cristiano como poder al lado de otros poderes, sino del sub-vertir el des-orden de los otros poderes a partir del poder del servicio. Según Pablo, en Cristo se condensan el poder y la sabiduría de Dios "Criston qeou` duvnamin kai; qeou` sofivan" (1 Cor 1.24b), entendiendo que es en Cristo en quien se concretiza y se sintetiza la concepción divina y bíblica del poder. Sin tal aclaración, el poder en sí, o no dice nada, o forma parte de proyectos de muerte.

Cualquier concepción de poder que no parta, de Cristo, y de su modelo de servicio, directa o indirectamente legitima afanes de maldad, de corrupción, o de destrucción de los "sabios" y "fuertes" de este mundo (1,27b). No solo lo tonto y lo necio, sino lo ¡idiota!, y ¡renegado! del mundo (mwra; tou` kovsmou) escogió Dios para deshacer lo que es. El genitivo alude al hecho de que los seleccionados del mundo, no provienen del mundo en abstracto, sino del mundo en crisis, lleno de desigualdades causadas por los "sabios y fuertes" gobernantes y poderosos. Los/as acreedores de la dádiva de Dios en Cristo, adquieren sabiduría; son justificados; santificados y redimidos. Entonces, si en alguien hay que gloriarse ha de ser en Dios. Por como escribe Pablo "oJ kaucwvmeno" ejn kurivw/ kaucavsqw" (1.31), ha de saberse que el motivo del gloriarse radica en el entender y conocer que únicamente Dios imparte misericordia, juicio, y justicia. Es clara la referencia a (Jeremías 9.24). Ahí radica la ultimidad del gloriarse.

El poder de Dios "dunami" qeou` ejstin traducido en el poder del testimonio cristiano, radica en el mensaje de la cruz, lo cual resulta ser una locura para los que se pierden Jo lovgo" gar oJ tou` staurou` toi`" men ajpollumevnoi" mwriva ejstivn. (1 Cor 1.18). Ahora, ¿cuál es el mensaje de la cruz?. La cruz cobra nuevo significado con el crucificado, igual que el martirio con el mártir. La eclesialidad del cristianismo, no comienza en la reunión (ejkklhsivan) de quienes se reúnen para recordar las hazañas del crucificado, sino en la cruz (stauróou) donde junto al crucificado mueren los orgullos, los poderes, los egoísmos, las maldiciones, y todos los signos de muerte.

En la cruz nace una nueva comunidad de fe fraternal que dará testimonio del poder que resucitó al crucificado, y que ahora avanza contra toda condena. Se trata del poder del testimonio cristiano, el mismo no radica en una persona, sino en toda la colectividad que libre de prejuicios y ambiciones personalistas, se somete al poder de Dios que da sabiduría y conocimiento para servir al estilo del crucificado, ahora resucitado. Comienza entonces para la primera comunidad cristiana la articulación de una nueva Cristo-práxis.

Con lo anterior entendemos, que no nos toca llevar a cabo el testimonio del poder cristiano, lo cual sería como reeditar el fenómeno de la constantinización[96]de la Iglesia. En la perspectiva de la potencialización del testimonio cristiano, en Jesús descubrimos algunos principios de una práctica alternativa[97]y crítica frente al sistema. Se trata de la práctica del Reino, que a su vez es base de una vida común en ekklesia[98]

  • Amor o práctica de las manos (nivel económico)

Grandes portentos y maravillas salían de las manos de Jesús, no en vano la gente se preguntaba; "Qué portentos son esos que salen de las manos?" (Mc 6.2). El poder dunavmei" que sale de las manos de Jesús es para servir a los demás curando enfermos, repartiendo pan a los hambrientos, ayudando al pueblo en sus necesidades materiales concretas. Dice H. Echegaray, que este es el nivel "de la producción y de la circulación de bienes"[99]. Pero tal circulación, no tiene como lógica interna -la de facilitar la acumulación de los mismos sólo a favor de quienes controlan directamente los modos y medios de producción– sino el objetivo de proponer la donación, y el reparto comunitario como sistema que hace posible la solidaridad entre todos/as. Esta será también la esencia de la enseñanza de Jesús a sus discípulos (Lc 6.27-38). La puesta en práctica de un sistema de vida contestatario (solidaridad) al imperante (acaparamiento) representa no solo una protesta implícita contra una estructura económica mercantilizada, sino una alternativa válida.

Valdrá entonces la pena des-estigmatizar las manos de Jesús, consideradas a veces sólo como objeto de contemplación a la distancia, o como parte del dedo acusador que solo castiga. Las manos de Jesús que además de transmitir el calor, el arrullo, y el cuidado del Padre, incursionan en la vida concreta de las personas para liberarlas de todos sus afanes.

  • Esperanza o práctica de los pies (nivel político)

Tanto los sinópticos, como de manera especial el evangelio de Juan, nos relatan la trayectoria constante de Jesús caminando de norte a sur y viceversa. Dicho peregrinaje era la constante de una caminata en esperanza, como dice Mateo 4,23 él recorría predicando, enseñando, y sanando toda dolencia. Los componentes del compromiso político de Jesús a favor de la vida en abundancia para todos/as (Juan 10,10) eran la predicación que anunciaba y denunciaba; la enseñanza que desafiaba; y las sanidades que liberaban los cuerpos del mal. Dicho de otro modo, el itinerario permanente de Jesús era el reflejo del ejercicio del poder a base de la diaconía. Siempre se cuestionaba acerca de la autoridad "ejxousiva" (Mt 21,23-27 y paralelos) con la que Cristo realizaba las señales, porque la concepción tradicional de autoridad y su práctica estaban llegando a su fin con la eclosión del Reino de Dios.

El servicio, es una manera de realizar la autoridad, "diaconía de masas, implicando una unidad fundamental entre todos los hombres y como poder verdadero, es decir, basado en la justicia y equidad"[100]. Es obvio que lo contrario de esta práctica es el poder por el poder y el dominio por dominar.

  • Fe o práctica de los ojos y oídos (nivel ético-social)

Vivimos la historia de la salvación, y es en esta línea donde debe buscarse lo peculiar de la trascendencia histórica cristiana. Decía Ignacio Ellacuría, antes de ser asesinado en 1990, junto a otros cinco jesuitas y dos mujeres humildes en San Salvador, El Salvador. "Esta trascendencia presenta su novedad como ruptura con aquello que el mundo ha entendido como ´gloria´ de Dios, como su presencia verdadera"[101]. Es decir que la grandiosidad material de tal "gloria" ha creado absolutos tales como la ley religiosa, la riqueza y el poder de la institución eclesiástica, los cuales de ningún modo pueden ser caminos de apertura a la trascendencia como se nos revela en Jesús.

Ver con los ojos de Jesús, y oír el mensaje del Reino, forman parte de un acto de fe que equivalen a conversión o cambio de valores. En un mundo tan ideologizado por la presencia de principados y potestades, Jesús propone como nuevos referentes de vida, la dignidad de la persona humana, la justicia en la distribución de los recursos, la solidaridad con los pobres y oprimidos, el respeto a la libertad del otro/a, la disposición a servir, la capacidad para soportar los conflictos y un amor universal que supere todas las diferencias existentes entre todas las personas. "Frente al temor, Jesús suscita libertad; frente al miedo confianza, y frente al egoísmo generosidad. La Iglesia es comunidad de creyentes en Jesús y en su evangelio"[102].

Resultan paradigmáticos los dos casos que aparecen en los pasajes de Marcos (7.31-37) y (Juan 9.1-12), donde Jesús sana a un sordomudo y a un ciego respectivamente. Lo común de ambos hombres es que necesitaban siempre ayuda; el sordo para entender, y el ciego para ver. Quiere decir que su vida, y su forma de percibir, comprender e interpretar el medio que les rodeaba siempre dependía de terceros. Otros eran tanto sus ojos como sus intérpretes. Si hay algo que le conviene para sus fines al sistema imperante, es el hecho de que todos sus súbditos sean pasivos, y dependientes conformistas. Tales actitudes favorecen a la presencia de anti-valores.

Cuando Jesús sana, no solo devuelve la vitalidad al cuerpo, sino también transgrede el orden establecido por los anti-valores, ya que en lugar de la alienación, viene la concienciación, en lugar de la dependencia la libertad, en lugar de la enfermedad la sanidad, en lugar del legalismo la gracia, en lugar de la corrupción la santificación, en lugar de la ambición la generosidad, y en lugar de la mentira que esclaviza, la verdad que libera (Juan 8,32).

Como hombres y mujeres de Iglesia, no nos toca revocar traumáticamente ciertas concepciones de fe en nuestras iglesias. Por ejemplo el término líder, que por cierto no es bíblico, y que además se ha arraigado tanto tendrá que ser revisado a la luz de la palabra "siervo", que según vimos es muchísimo más rico en sentido y relevancia contextual. Lamentablemente el término líder es casi siempre concebido en función de una mentalidad empresarial; priman para ello la cuestión de la eficiencia, el fin, la competencia, la exactitud, el buen ejemplo, el cálculo, etc. La tarea entonces será la gestación de un proceso de cambio gradual tanto de mentalidad, como de compromiso más a favor de la vida concreta. En ello el depósito de la fe evangélica-cristiana tiene mucho que dar.

Nuestra presencia profética en la sociedad que nos rodea, no se expresará tanto por medio de la masificación, sino a través de su aporte concreto en el servicio a un mundo en crisis. Es decir, no será tanto el gesto de mostrarnos como los existentes para ser reconocidos socialmente, sino en el hecho de formar parte del poder del testimonio cristiano que se traduce en el servicio que transforma.

Nuestra solidaridad cristiana con los que sufren debería llevarnos a compaginar como dice Jon Sobrino "dos dimensiones cristianas fundamentales: la disponibilidad a dar –praxis transformadora- y la disponibilidad a recibir –la gracia"[103]. De esta forma iremos creando comunión eclesial y verdadera hermandad cristiana. Hoy que nos quejamos de la falta de comunicación y comunión del conjunto de las iglesias evangélicas cristianas en nuestro medio, deberíamos entender que no será a partir de nuestras verdades conceptuales, o absolutos denominacionales que nos abriremos hacia lo trascendente de la Gracia Divina.

Conclusión

Hoy deberíamos trabajar más a partir de lo que nos une que de lo que nos separa. El tiempo del Espíritu nos demuestra que si no nos ponemos a caminar según su ritmo, quizás otros/as sean los copartícipes de la Obra redentora del Dios Trino, ya que ni Dios, Ni Jesucristo, ni El Espíritu Santo se dejan aprisionar en moldes temporales, conceptos caducos e inoperantes. La presencia del Dios Trino rebasa las posibilidades de control de la Iglesia y de los cristianos porque es soberano en todo el universo (Sal 24.1; 89,11; 90,2; 102,25).

No hay en lo dicho "relativización de nada, sino simplemente honradez con aquello que generó el movimiento de solidaridad"[104]: El crucificado, porque en la cruz nace nuestra pertenencia al Cuerpo de Cristo más allá de los imponderables. El Señor de la mies nos utilizará donde seamos más útiles.

  • Espiritualidad sin fronteras

"Orar es tocar a Dios, y dejar a Dios tocarme"

(Macrina Wiederkehr)

Nos permitimos, en procura de situar la temática propuesta mencionar un par de experiencias espirituales, que sin duda invitan no sólo a la polémica, sino también al diálogo "intra e inter-religioso"[105]. El primero corresponde a una vivencia de una sierva del Señor. La siguiente forma parte de una anécdota espiritual en la vida de Anthony de Mello.

"Yo tejo mi oración con mi vida en mi diario vivir. Está de acuerdo con mi experiencia como religiosa. Lleva mi identidad. Después de despertarme cada mañana, me gusta colocar lo que siente mi corazón en el papel. Así comienzo mi vida celebrando la presencia de Dios en mi vida. Imagino a Dios abrazándome y hablando a mi corazón, mientras me siento en cama con una taza de café en una mano, y el lapicero en la otra… Todos los días yo preciso sacar tiempo para ver el rostro del Señor emergiendo en la trama que estoy tejiendo; en la gente y en los acontecimientos. Aquí está, donde escucho la voz de la sangre interpelándome a responder a la vida con amor, como Aquél que me amó primero"[106].

"En cierta ocasión me contó un amigo jesuita que había recurrido a un guru hindú para iniciarse en el arte de orar. El guru le dijo: Concéntrese en su respiración. Mi amigo lo intentó durante unos cinco minutos. Después le dijo el guru: El aire que usted respira es Dios. Usted está aspirando y espirando a Dios. Convénzase de ello y mantenga este convencimiento"[107].

Cuando hablamos de espiritualidad sin fronteras, intentamos hacer alusión a una meta: Una vivencia en la que los ropajes conceptuales y absolutos sean relativizados por una relación armónica y diversa con el Dios de la vida. Aunque nuestro tiempo aparenta abrirse a un pluralismo religioso, aún es impensable la coexistencia armónica de diversas expresiones espirituales.

De aquí en adelante, quisiéramos hablar no de religiones, sino de espiritualidades[108]debido a que el término "religión" siempre queda corto por no ser unívoco. Según J.P. Steffes, a partir de una explicación etimológica de religión no se llega a una definición satisfactoria:

Si se parte del verbo relegere, se obtiene el siguiente significado: reflexión sobre una cosa importante, escrupulosidad…con respecto a personas y cosas, tener piedad y esmerado cumplido de los deberes frente a poderes superiores. Pero la palabra religio puede también expresar la inobservancia de la actitud requerida, y sobre delitos y sacrilegios en el campo santo. Religio indica igualmente la conducta humana como tal, y también la meta y dirección de esta conducta[109]

Los intentos etimológicos no explican con claridad la relación eterno-temporal. Steffes sugiere que para ingresar en la esencia de la religión, es más adecuado considerar la posibilidad de ser sensibles a la conciencia religiosa:

Con el desarrollo de la conciencia individual en el intercambio espiritual con el medio y el mundo circundante, se constituye una esfera propia caracterizada por la presencia de una serie de relaciones que vinculan activa y pasivamente al hombre con poderes supramundanos y que se designan con el nombre de "religiones" o con otro análogo[110]

De lo dicho colegimos en que la espiritualidad o experiencia religiosa es parte intrínseca del vivir humano. Desde siempre ha habido una inclinación clara por parte de la humanidad a relacionarse con lo supranatural. Forman parte de la espiritualidad la acción divina, y las respuestas humanas a dicha acción.. A propósito de religión como término algo manoseado, Winston L. King provee una pista hermenéutica interesante. Según él, la tentación de definir la religión para encontrar algunas distinciones, o virtudes que separan lo "religioso" del resto de la vida humana, es principalmente un asunto occidental. "El intento es una consecuencia natural de la especulación intelectualista occidental, y de la disposición científica"[111].

Cabe decir entonces que el intento occidental de definir religión no es sólo un ejercicio académico-científico, es también resultado de la relación entre religión dominante, y religión dominada. Por un lado está una definición teórico-conceptual, por el otro una admisión de tal especulación teórico-conceptual.

Seguidamente queremos introducirnos en la revisión de la opinión del cristianismo en sus vertientes más clásicas sobre religión. Como dijimos al principio, al parecer es más apropiado hablar de espiritualidad. Nuestra intención, de cara a la dimensión general de nuestro trabajo, en lo posterior, es esbozar algunas pistas o pautas misionales.

2.1 El modelo evangélico conservador: "¿La verdadera religión?"

Son importantes para comprender este modelo, primeramente el fundamentalismo como corriente de pensamiento; los congresos misionero-evangelísticos de Frankfurt (1970) y Lausana (1974); así como la influencia del pensamiento de Karl Barth, que dio lugar a una neo-ortodoxia.

El fundamentalismo que surge en la segunda mitad del siglo XIX tiene sus raíces, entre otras, en el avivamiento del siglo XVIII ocurrido en Europa y Norte América. Las corrientes abanderadas de este movimiento son el pietismo en Alemania, el metodismo en Inglaterra y el gran despertar en Norte América. Lo central del fundamentalismo se condensa en:

1) Una afirmación de la inspiración verbal, inerrancia, y autoridad absoluta de la Biblia; 2) una acentuación en la necesidad de una experiencia personal de fe con Jesús como el único salvador y Señor; 3) un denodado compromiso con la urgencia de convertir al mundo a Cristo; 4) una desconfianza de la teología moderna, especialmente al método crítico de interpretación de la Biblia[112]

Posturas fundamentalistas se ratificaron en la Convención de Frankfurt en 1970. Lo determinante en cuanto a otras religiones dice:

La meta de la misión es hacer saber a la gente en todos los campos de la vida el don de su salvación. Nos oponemos a las falsas enseñanzas de que Cristo mismo está presente de manera anónima en las religiones del mundo…[113].

Rechazamos la falsa enseñanza de que las religiones no cristianas son también caminos de salvación, similares a creer en Cristo. Refutamos la idea de la "presencia cristiana" entre los adherentes de las religiones del mundo; y que el dar y recibir en diálogo con ellos son substitutos de la proclamación del Evangelio que apunta a la conversión. Tales diálogos simplemente establecen buenos puntos de contacto para la comunicación misionera[114]

Cuatro años después, el eje central de Frankfurt fue reafirmado en el Congreso Internacional de Lausana. Pues se decía:

Rechazamos como detractora de Cristo y del Evangelio cualquier clase de sincretismo y de diálogo que implique que Cristo habla igual por medio de las otras religiones e ideologías. Jesucristo, Dios hecho hombre que se dio en rescate por los pecadores es el único mediador entre Dios y el hombre…El Evangelio no supone la superioridad de cualquier cultura sobre otra, pero evalúa todas las culturas de acuerdo a su propio criterio de verdad y rectitud e insiste en absolutos morales en cada cultura[115]

Ni Frankfurt ni Lausana aceptan que otras religiones puedan ser receptáculos de la presencia de Dios. Más bien en ambos congresos se reafirma la absoluta autoridad de la Biblia, la unicidad (singularidad) de Jesús y la urgencia del evangelismo. Todas las culturas deben estar preparadas para la recepción del evangelio, el cual a través de su criterio de verdad y rectitud llama a corregir los entuertos de cada cultura.

El teólogo Karl Barth afirma que religión es descreimiento. "La religión es incredulidad. Es la gran preocupación del hombre impío"[116]. Barth sigue diciendo que la religión es un intento humano para acercarse a Dios, y por ser humano es susceptible de descreimiento. La religión hay que considerarla a la luz de la revelación certificada por la sagrada escritura. Barth señala dos argumentos bíblicos:

1) Revelación como oferta y manifestación de Dios. La revelación confirma el hecho de que los intentos del hombre por conocer a Dios desde su propio punto de vista, son total y enteramente fútiles…En la revelación, Dios le dice al hombre que El es Dios, y por tanto su Señor[117]

Revelación como acto de reconciliación. La revelación "…presupone que el hombre es incapaz de ayudarse a sí mismo en parte o totalmente"[118].

Según Barth, todo esfuerzo "humano" por conocer a Dios en un acto "religioso" es fútil. Sólo la revelación de Dios en Jesucristo "garantiza nuestra justificación y santificación, nuestra conversión y salvación, la cual fue llevada a cabo una sola vez y por siempre y por todos en Jesucristo"[119]. Entonces, una religión que no está definida por la revelación de Dios en Jesucristo es idolatría.

Percibimos en el modelo conservador, a partir de un criterio muy Cristo-céntrico, que las demás espiritualidades son falsas, por lo cual es menester evangelizarlas. Cualquier intento de conocer a Dios fuera de la centralidad de las escrituras es vano.

2.2 El modelo evangélico liberal

A diferencia del modelo conservador, el liberal tiende a expresar una apertura hacia otras espiritualidades, y eventualmente consideradas como espacios de revelación. En contra de Barth, y de sus seguidores contemporáneos, los liberales afirman que "el Dios revelado en Jesús está, verdaderamente hablando a través de otras voces, además de la de Jesús"[120]. La nueva exégesis, basada en el método histórico-crítico, cuestiona el valor literal que los conservadores le dan a las escrituras sagradas.

Los protestantes liberales invitan a Barth y sus seguidores a ir atrás y revisar su trabajo exegético en torno a pasajes tradicionales del N.T. que hablan de revelación entre los gentiles (Rom 1.18ss. 2.12-16; Hech 14.15ss, 17.22ss; Jn 1)[121].

La perspectiva bíblica a partir de una nueva exégesis provee una pauta para hablar de una revelación más universal. En tales condiciones, la revelación conlleva una intención de Dios favorable para el ser humano, puesto que se trata de un acercamiento de Dios a la humanidad, inmersa en una condición existencial particular.

La experiencia humana siempre se caracteriza por una búsqueda de Dios. Para Paul Knitter es importante la opinión de Althaus porque según él:

Althaus escucha la voz clara de una revelación original en nuestra experiencia existencial como "dada" y aún incompleta porque también cuentan: las aguijonadas de la conciencia, el "llamado de la historia" y la responsabilidad que sentimos por el bienestar de nuestros vecinos; la belleza y el orden de la naturaleza, así como la responsabilidad oculta de las relaciones interpersonales[122]

Según Althaus, Dios asume la iniciativa de acercarse al género humano en su realidad y experiencia concreta; por tanto la religión es un hecho histórico. Sin embargo, la pregunta claves es: ¿Pueden las espiritualidades no cristianas ser caminos de salvación?.

Existen cuando menos dos afirmaciones "que afirman que la salvación en otras religiones es totalmente imposible o profundamente inadecuada"[123]. La primera establece que no puede haber salvación cuando en otras religiones los adherentes tienen la tentación de efectuar su propia salvación… "Eso equivaldría a tratar de forzar la mano de Dios…otras religiones no aceptan la salvación ´por la sola fe´"[124].

La segunda afirmación critica la tendencia de las religiones de tratar de capturar a Dios en sus propias doctrinas y manifestarlo con sus "buenas obras", esto conduce claramente a la idolatría. Según Brunner y Althaus "la revelación universal de Dios en las religiones del mundo se materializa en la construcción de ídolos"[125].

Para los liberales la humanidad está separada de Dios, debido a una ruptura en sus relaciones fraternales. En tales condiciones, Jesucristo se convierte en el nexo que restablece las relaciones entre Dios y la humanidad.

La humanidad está atrapada en una rebelión perversa, una ofensa contra Dios. Esta es la condición humana. Algo debe hacerse para remediar esta situación…Jesucristo, en su vida, muerte y resurrección, es el evento que posibilita este cambio de las estructuras ontológicas de la relación Dios-humanidad[126]

En consecuencia, entre tanto el modelo conservador se cierra en su opinión, al considerarse la "verdadera religión", el protestantismo liberal reconoce el valor de las religiones. Según este último modelo, las religiones son también objeto de la revelación de Dios. No obstante, la salvación solamente está en Jesucristo. Es en el evento de Jesús, especialmente en su muerte, que tanto el amor y la justicia divina son expresados con propiedad. En la muerte y resurrección de Jesucristo se hace plena y se consolida la entrega, y así se cumple la voluntad de Dios en favor de la humanidad.

2.3 El modelo Católico

Dos son los referentes iluminadores. El primero proviene de un esquema religioso del Vaticano II, el segundo es la teoría de la existencia de un cristianismo anónimo elaborado por Karl Rahner.

Ante el pluralismo religioso, el esquema sobre la libertad religiosa proveniente del Concilio Vaticano II, puede ser visto como una apertura al diálogo con otras espiritualidades. El mismo sucintamente afirma:

la libertad de religión debe ser observada, no solamente por los cristianos y en favor de ellos, sino por todo el mundo, y a favor de todos los hombres y de todas las comunidades y confesiones religiosas existentes en el seno de la sociedad…de ahí la necesidad de proclamar no solamente los ritos de la propia religión, sino el verdadero y estricto derecho de la persona humana de observar y proclamar sus propios deberes religiosos, individual y colectivamente…[127].

Posteriormente Rahner amplía la discusión del Vaticano II a partir de sus investigaciones sobre el cristianismo anónimo. Lo dicho da lugar a considerar a las otras espiritualidades como caminos de salvación. Que para hablar teológicamente del poder redentor y transformador de Dios, y más aún, para comprender su capacidad salvífica, es necesario ir más allá de nuestra reservada y pequeña cosmovisión cristiana.

Esto quiere decir que la gracia, sin la cual la salvación es imposible, debe ser ofrecida a todos. Rahner concluye en que los cristianos deben ser animados por un Heilsoptimismus; ellos deben "pensar optimistamente" sobre las posibilidades de la salvación fuera del cristianismo, sin importar cuánto error o maldad pudieran encontrar en el mundo. Pensar "positivamente sobre los hombres" es subestimar el amor y la gracia de Dios[128]

De lo anterior se asume la existencia de canales sociales de gracia, donde las religiones son un recurso insoslayable y efectivo.

Rahner critica a los teólogos que tratan de excluir la gracia de otras religiones. "Postulados arbitrarios e improbables" es la manera como él define sus argumentos… Si negamos que las personas puedan experimentar salvación en y a través de sus religiones, "estaríamos entendiendo este evento de la salvación de un modo completamente ahistórico y al margen de lo social. Esto contradice de modo fundamental el carácter social e histórico del mismo cristianismo[129]

Las religiones pueden ser caminos de salvación en la medida en que buscan una relación armónica con Dios. El interés de Rahner por romper el exclusivismo cristiano se refleja en la teoría del cristianismo anónimo. En nuestra opinión el mismo alude a dos momentos: Uno ordinario (transitorio), y otro extraordinario (definitivo). El ordinario lo constituye el propio sistema religioso, donde el adherente experimenta la presencia de Dios. El extraordinario lo constituiría la Iglesia como espacio inclusivo; lugar en que el adherente deje de ser cristiano anónimo para formar parte de la Iglesia. La Iglesia conduce a los creyentes, por medio de sus enseñanzas, hacia la plenitud. No en vano se habla de Sacramentum Salutis.

De la idea del cristianismo anónimo se puede descollar un par de especulaciones. La primera sería la distinción de dos tipos de salvación, y que la decisión de transitar de una ordinaria a una extraordinaria le corresponde al adherente no cristiano. La segunda, sería la intención de la Iglesia de legitimar su rol institucionalizador, por ser ella la Mater et Magistra (Madre y Maestra). La Iglesia considerada como la madre que enseña, que guía, y protege. En ésta línea, Jesús y su Iglesia son la norma para que las demás espiritualidades adquieran validez salvífica especial y definitiva.

Podríamos concluir nuestra revisión rápida de la opinión del cristianismo respecto de otras espiritualidades, en que las mismas están siempre subordinadas a argumentos conceptuales que en algunos casos son absolutos. Es de suponer que las aseveraciones contienen una clave cristológica, que por cierto emerge desde el interior de las distintas ideologías cristianas.

En virtud de la meta que señalamos al principio, no solamente es necesario, sino imperativo releer y reinterpretar a la luz del actual contexto nuestras propias aseveraciones. Hoy debemos cuestionar y revisar nuestras aseveraciones conceptuales, y ver si las mismas son o no funcionales, ya que la búsqueda de la verdad es siempre una aventura que nos hace libres.

Parafraseando a Anthony de Mello, diríamos que la mejor manera de acercarse a la verdad es pasando un tiempo mirando el mar, el campo, la naturaleza y, sobre todo, que reparemos en las personas como seres nuevos, "sin conceptos, sin memoria" [130]y que las escuchemos desde adentro con nuestro corazón abierto de par en par, comprendiéndolas. Así, un día sentiremos con asombro, que fuimos prisioneros de los conceptos y de nuestro propio ego. El mismo dice:

Una vez había un cachorro de león que se perdió y se metió en un rebaño de ovejas. Creció allí y se creía una oveja como ellas. Pero un día un león adulto llegó por allí y las ovejas corrieron espantadas a ponerse a salvo y, entre ellas, el pequeño león también corrió asustado. Pero el león, que lo había descubierto, le da alcance y el cachorro asustado le dice: "¡No me comas, por favor!" Mas el león, sin decir nada, lo arrastra hasta el borde de una charca y lo obliga a que mire las dos imágenes reflejadas en el agua. El cachorro, al verse como en realidad era, como un león, despertó y, desde ese momento, ya fue todo un león[131]

2.4 Hacia la identificación de algunas pautas misiológicas

2.4.1 De la "exclusividad" hacia la "inclusividad"

En sociedades tan secularizadas como las nuestras es muy difícil la conformación de comunidades de fe inclusivas. Resulta inclusive una costumbre reunirnos en nuestros templos sólo por un cumplido.Asumiendo tanto la creación, y la misma humanidad, como contexto en crisis, no podemos seguir reproduciendo eclesiologías "exclusivas"[132]. Nos interpela de una manera decisiva, la identificación de una clave pneumatológica. En una parte del informe de la cuarta sección de la Asamblea del CMI en Canberra se dice:

El Espíritu nos desafía a una inclusividad activa, lo que significa luchar sin descanso al lado de las minorías y los pueblos oprimidos. No podemos esperar que las demás vengan a nosotros, debemos ir a su encuentro con amor, debemos "andar una segunda milla" y recorrer más de la mitad del camino (Mt 5). Debemos actuar con fe, confiando en la ayuda y la guía del Espíritu Santo (Ef 2.8)[133].

Para lo anterior tiene gran vigencia la motivación bíblica salida de los mismos labios de Jesús cuando pronunciaba las bienaventuranzas (Mt 5.1ss). De lo dicho en Canberra se desprende un par de implicaciones importantes:

Por un lado, nuestro entorno que denota una lucha permanente por la vida. Sólo podemos alcanzar bienaventuranza en la medida en que conformamos una comunidad inclusiva; nuestra riqueza eclesiológica ha de venir de la misma fragilidad de la vida, representada en los excluidos. Dicha novedad es un criterio válido para una nueva acción portentosa del Espíritu.

Por el otro, de cara al diálogo inter-espiritual, la inclusividad ya no es tanto una meta, sino una vivencia que derriba barreras. Entonces, entre tanto la exclusividad niega la posibilidad de diálogo, la inclusividad afirma el diálogo como parte de una eclesiología contextual y transformadora.

2.4.2 Buscando el soplo del Espíritu Santo

la cuestión hoy no es tanto si el Espíritu obra o no entre las personas de otras religiones cuanto discernir la presencia y la obra del Espíritu entre los que viven fuera de la frontera visible de la Iglesia en el mundo donde los cristianos viven y trabajan junto con sus prójimos de otras religiones y convicciones ideológicas. Para los cristianos, Jesucristo, y nadie más, es el factor que controla al discernir el Espíritu, pero los cristianos están llamados a discernir y no a controlar al Espíritu[134]

Discernir y no controlar el Espíritu es la tarea que nos compete a los/as cristianos/as. El Espíritu rebasa los contornos y las fronteras de la misma Iglesia, por tanto no podemos afirmar categóricamente que El Espíritu Santo es patrimonio absoluto de algún "tipo" de cristianismo. Una clave pneumatológica, nos invita a pensar en que más allá de las fronteras, bien pueden también darse acciones portentosas del Espíritu. Suele afirmarse que no es posible la eclesiología sin cristología. Cabe recordar que también cuenta la presencia del Espíritu, y la guía del mismo en la vida y misión de Cristo, lo cual se consolida en el día del Pentecostés.

A propósito de discernir la presencia del Espíritu en otras espiritualidades, examinemos el siguiente ejemplo provisto por Stanley Samartha:

En la aldea de Avanji, Mulbagal, estado de Karnata, en el sur de la India, una mezquita carecía de un sistema de altavoces porque la comunidad musulmana era muy pobre para permitírselo. Enterándose de ello un comerciante hindú les ofreció un sistema como don. Esto desconcertó a los musulmanes y les creó un problema: ¿Cómo podían los musulmanes aceptar un regalo de un hindú, y más aún para la mezquita? La comunidad discutió el asunto y finalmente Maulana Abu Said el Imán, decidió aceptar el don diciendo que en esa aldea "no había intolerancia entre los hindúes"[135].

Jürgen Moltmann nos recuerda que "De la esperanza en la vida eterna renacerá el amor de esta vida frágil y mortal. Este amor que se funda en la esperanza es la mejor medicina contra la difundida enfermedad de la resignación"[136]. Nuestro clamor desde la protesta contra la muerte es un signo de vida. Con relación al ejemplo que presenta S. Samartha, la comunidad musulmana "demasiado pobre" bien puede ser entendida como un escenario en el que se mueve el Espíritu que actúa con el propósito de comprometer a hindúes y musulmanes para beneficiar a toda la comunidad.

Discernir el movimiento del Espíritu no solamente en la Iglesia, sino también en las comunidades de personas que están fuera de los límites visibles de la Iglesia es tal vez un desafío más exigente de nuestra época. Dondequiera que se encuentren los frutos del Espíritu- "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Gálatas 5:22) –sea en las vidas de los cristianos, sea en la de prójimos de otras religiones, ¿no está presente el Espíritu de Dios?. Estos son signos visibles y fácilmente reconocibles que no requieren investigaciones teológicas detalladas. Pablo escribe: "contra tales cosas no hay ley" (Gálatas 5:23)[137].

2.4.3 Tras la missio Dei (misión de Dios) en el mundo

Ante la evidencia de que la historia es dinámica, nuestro quehacer eclesiológico está desafiado no a adecuarse a los cambios, sino a responder a los mismos. Como Iglesia estamos llamados/as a participar en la misión de Dios en el mundo, y no a hacer de nuestra eclesiología un fin donde Dios es sólo un medio. Como Iglesia ya no somos el centro del universo, sino el nexo entre la desesperanza y el proyecto de vida de Dios. Dice Richard Friedli:

El destino de la missio Dei y del envío de Cristo es el mundo; o mejor dicho, la situación desgraciada en cada mundo concreto, en que ha de anunciarse el mensaje contrastante de la resurrección. Con ello está dado el axioma misionológico de una comunidad misionera de cristianos, que vive como sacramento entre el Dios al que se alaba en la plegaria y el mundo privado de shalom…el mundo es el que da la orden del día. Sin embargo el trato con ese mundo no está marcado por formas de conducta arrogante, sino por el modelo cristológico ("así como") del Siervo sufriente (Is 52,13-53,12), que entrega su vida vicariamente por otros (cf Mc 10,45) y por su "despojamiento" (kenosis) a favor del mundo (Flp 2,5-7).

A partir de una concepción trinitaria de la misión de Dios en el mundo, El Padre es el misionero por excelencia, su espacio es la totalidad del mundo, El Hijo es el modelo del que viene para servir y estar al alcance de todos y todas, El Espíritu actúa en los que testifican la buena nueva del Reino de Dios. No somos nosotros/as los que poseemos el Espíritu Santo; es el Espíritu Santo el que nos posee para cooperar en el proyecto de vida. "Aquí se hace presente el mismo Espíritu de Dios (ruah) que está en todas las cosas, en todos los seres humanos creando vida y alegría para toda creatura"[138].

Dice aún H. Schäfer:

que Dios, su mano, su Espíritu y sus mensajes están presentes en nuestras experiencias. Actúa a través de los seres, habla el lenguaje nuestro y se nos presenta en nuestro prójimo, en nuestro día a día. No es un ser metafísico que sólo uno lo encuentra en espacios sagrados de los templos. Dios hace su obra salvífica a partir de nuestra experiencia y por medio de nuestro actuar…El Espíritu… está llevando a cabo su obra también en los movimientos sociales y en las otras religiones que luchan por la integridad de la creación, por la paz y la justicia. El Espíritu –si es que hablamos del Espíritu al que se refiere la Biblia- no nos separa de los movimientos populares en resistencia. Más bien nos abre hacia ellos para combatir con ellos la muerte y el pecado[139]

A partir de la conflictividad de nuestro tiempo, y asumiendo la causa de los débiles, los rumbos a seguir en la missio Dei, junto a la agenda de trabajo lo plantea el medio que nos rodea.

2.4.4 Hacia la razón transversal

Al haber ya trasuntado la primera década del siglo XXI, tanto ideas, conceptos, y esquemas que fueron inamovibles y absolutos por mucho tiempo, ya no parecen ser ni consistentes, ni confiables. Hace ya más de diez años, Hugo Assmann introdujo en la discusión interdisciplinaria de CETELA en Matanzas, Cuba en el año 1997 la eclosión de la razón transversal. Modestamente, en nuestras palabras, y en la línea de Assmann, entendemos que para salir de la exclusividad y abrir nuestros horizontes de conocimiento y experiencia, ya no es confiable la "razón única". Por tanto urge revisar nuestros conceptos y nuestro lenguaje, aún diríamos que desde la fe cristiana estamos desafiados/as reconsiderar seriamente nuestros argumentos teológicos, e inclusive nuestros tradicionales criterios de verdad.

Ya no se pueden seguir lógicas pre-conocidas, o pre-establecidas. Hoy la razón tiene que ser más dinámica y transversal. Llegar a un punto entrecruzando nuestro razonamiento, sometiéndolo a críticas y aportes cada vez más nuevos; y mejor desde los mismos protagonistas de la historia. José Duque, comentando al respecto del planteo de Assmann dice:

Ya no se puede luchar por la transformación a partir de una teoría general abstracta y reduccionista que no se entera de las situaciones no fijas ni definidas en nuestra realidad. Las posiciones monolíticas son proyecciones abstractas no necesariamente reproducidas estrictamente en la compleja realidad. Los contextos, los espacios, los enfoques, los sujetos son hoy por hoy muy diversos, por lo tanto una razón monolítica no sólo no es suficiente sino engañosa[140]

En consecuencia, diríamos que existen dos elementos importantes a tomar en cuenta. El primero tiene que ver con la condición de la vida misma como punto de partida. En ella confluyen condiciones de muerte y de crisis, donde justamente renacen diversas espiritualidades. El segundo elemento tiene que ver con la urgencia de la renovación de nuestro rol misiológico. Aquí será determinante repensar nuestra vida y misión como Iglesia. Tiene que ver con ello la exigencia de poner en marcha aquellas claves que nos ubican en la historia para comprometernos con ella. Debemos recordar siempre que lo que hagamos debe ser considerado como parte del medio, y no como el fin. Aquello que anima a superar fronteras es nuestra fe en el Dios de la vida, quien se manifiesta en la historia con el único fin de construir una comunidad generadora de vida y solidaria. Además, hoy por hoy, en armonía con la creación de Dios.

2.4.5 Pentecostés: Configuración de una nueva humanidad (Hch 2.1-13)

Pentecostés es el inicio de un nuevo tiempo, porque se trata del anuncio de la apertura del mensaje de salvación a otros lenguajes, se trata de la construcción de comunidades cristianas llenas de carismas, que ante todo se encarnen y promuevan la vida. Ante el obrar del Espíritu, como dice el texto todos se preguntan; ¿qué significa esto?.

Pentecostés es también una invitación a abrir nuestros propios templos, para reconocernos con humildad privilegiados de los dones de Cristo, pero sabiéndolos utilizar con sabiduría, ya que se nos concede poder no para dominar, sino para servir. La unción de Dios es derramada en un momento histórico para romper los yugos de opresión, como sucedió por ejemplo en la 312 de la calle Azuza de Los Ángeles a principios del siglo XX, cuando aún persistía el esclavismo en la sociedad norteamericana. Dios levanta un nuevo pueblo desde las clases oprimidas.

Estamos todos y todas llamados/as a vivir el don de Cristo a través de la convivencia humana, el servicio, el compañerismo, y la solidaridad como una señal del reinado de Dios, y que al igual que los primeros cristianos llenos del Espíritu Santo (Hch 2.1-13) vivamos un Pentecostés perenne. Como dice la escritura, hablando de los "frutos" como criterio de reconocimiento de la llenura del Espíritu, no nos queda más que vivir en amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, reciprocidad, justicia, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.

Cada uno/a de nosotros/as para la gloria de Dios y el compromiso con el Reino es único/a e irrepetible. La comunidad del Espíritu tiene que mantener su mística de nueva humanidad, edificada en los paradigmas de libertad y vida para todos y todas.

Conclusión

Sabiendo que cada día experimentamos más la existencia de una pluralidad de confesiones cristianas y no cristianas, sin duda estamos exigidos por el Dios de la Vida a vernos como Dios nos ve: Es decir como una diversidad; como una canción y un trocito de la propia alma de Dios; cada una con sus ministerios, expresa los bellos colores de la multiforme gracia de Dios. En pro de la encarnación de la esperanza, una vez más todos y todas, junto a nuestros graduados estamos llamados/as a escribir los poemas no cantados, con pedacitos de alma, y gotas de sangre del corazón de Jesús: Pentecostés es nueva humanidad.

  • Predicación y realidad indígena[141]

Asumimos el envío como un desafío contextual, de modo particular entre el grueso de nuestras poblaciones latinoamericanas. Las mismas, además de estar marcadas por la pobreza y la marginalidad social, son en su identidad etno-cultural originarias o ancestrales. De manera concreta, hoy la predicación, considerada como una expresión cristiana, se ve interpelada por la emergencia de una revalorización cultural, social e inclusive religiosa del ser indígena u originario.

De principio diremos que nuestras poblaciones originarias ya no son las mismas en relación a como lo eran antes de la llegada, primero de los colonizadores españoles, luego de las agencias misioneras de ultramar. Debemos saber que ya no hablamos de "tierras de misión" en términos de expansionismo clásico del cristianismo. Hoy más bien, en virtud de las movilizaciones sociales y del resurgimiento de las religiones ancestrales, asistimos a un momento en el cual necesitamos hablar de pluralismo religioso en lugar de "singularismo religioso"; así como de pluri-verso en lugar de universo.

En función de lo dicho, hoy algunos estudiosos hablan acerca de la necesidad de reconocer el lazo vital existente entre los aspectos prácticos y espirituales de la vida humana; lo cual decididamente conduce a un replanteamiento de lo que significa la convivencia y el bienestar. Lo anterior, para quienes nos consideramos hombres y mujeres de iglesia, significa no solo una nueva asimilación de los posibles roles, sino una constante exigencia en cuanto a revisión, evaluación y replanteamiento de nuestros contenidos y de nuestras propuestas.

De cara a nuestro cometido, nuestra primera gran indagación tendrá relación con la función esencial de la predicación en medio de nuestra actual realidad, particularmente indígena. Sin embargo, nos parece crucial señalar lo que entendemos por pueblo o nación indígena. En la línea de Martínez Cobo, decimos que son comunidades y naciones indígenas las que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades pre-coloniales anteriores a la invasión y que se desarrollaron en sus territorios, se consideran distintas de otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en partes de ellos. Estos pueblos constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar, desarrollar y transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus sistemas legales (Martínez Cobo 1987:30).

3.1 De ser "objeto" a ser "sujeto" de la predicación

Tomando a Bolivia como ejemplo de lo que ocurre en el grueso de los países latinoamericanos, según el INE (Instituto Nacional de Estadística) en el 2003, el 78 % de la población boliviana declaró pertenencia a la Iglesia católica y el 20 % a otras denominaciones evangélicas y cristianas, para un 98 % de cristianos. Lo dicho deviene principalmente del trabajo de cristianización practicado, en principio, por el catolicismo romano a ultranza y por el evangelismo posterior ejercido por el protestantismo. En consecuencia, asumiendo también que el grueso de la población boliviana lo constituyen las naciones indígenas, colegimos que tales pueblos han sido siempre considerados como "objeto" de la acción misionera.

En la actualidad tenemos un panorama socio-religioso bastante complejo compuesto por creyentes confesantes y practicantes de expresiones cristianas, ya sean católicas, protestantes u otras, sin dejar raíces culturales y religiosas, ancestrales o mestizas. Sumado a lo anterior, aparecen en el espectro movilizaciones permanentes reclamando autodeterminación, tierra y territorio, asamblea constituyente, y otros. Todo ello constituye una señal clara de que los pueblos originarios se han propuesto no ser más objetos, sino sujetos activos en el interior de las sociedades. Definitivamente, la condición reclamada por las organizaciones indígenas es la de ser sujetos del derecho a la libre determinación como pueblos. Todo ello forma parte de un proceso de des-colonización.

No en vano, en el ámbito de Naciones Unidas y el derecho internacional de los Derechos Humanos, los pueblos indígenas han logrado recientemente ocupar espacios definitorios. Sépase que desde 1970 Naciones Unidas, por medio de la Subcomisión de Prevención de Discriminación y Protección de las Minorías, relativo principalmente a la discriminación, comenzó actividades en relación a las cuestiones indígenas (López Fuentes 2007:6).

Lejos esté también la tendencia de relacionar al indígena, o más bien, al pueblo indígena únicamente con el campo, la selva o las periferias. Las últimas configuraciones etnográficas en términos de movilización nos demuestran que la realidad indígena ya no es parte únicamente de la vida rural, sino fundamentalmente de la vida urbana. Como dice Felix Patzi, ya no se trata únicamente de ver al indígena ocupado en las actividades agropecuarias, sino ahora vemos indígenas ocupados en diversas actividades y en diferentes niveles de jerarquía social (Patzi 2004:7).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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