Tendencias mundiales actuales de la tecnociencia (página 2)
Enviado por Ing. Octavio Gutierrez Veloz
DESARROLLO
El estudio del Informe Mundial sobre la Ciencia (UNESCO, 1998), de la "Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico" (UNESCO, 1999), así como de otros trabajos relacionados con prospectiva tecnológica o con el desarrollo científico tecnológico en general (Sutz, 1998; Núñez, 1999; Lage, 2002; Castro, 2003; Hernández, 2005), permiten identificar algunas tendencias significativas. Ellas se dan como regularidad en los inicios de este siglo y vienen consolidando el orden mundial que se impone hace algunas décadas ya.
Indistintamente los autores las enuncian con términos diversos pero, esencialmente, coinciden. Las más relevantes pueden ser las siguientes:
Se acentúa la polarización del conocimiento, la ciencia y la tecnología. Se ha fortalecido el núcleo dominante en Estados Unidos, Europa y Japón.
Transformación de las políticas científicas y tecnológicas: la innovación y la búsqueda de oportunidades estratégicas.
El esfuerzo científico y tecnológico descansa, cada vez más, en las empresas.
Creciente privatización y comercialización del conocimiento.
Transnacionalización de la ciencia y la innovación.
Se mantienen inversiones muy altas en I+D militares, mientras disminuye el dinero para la cooperación internacional y la investigación básica.
Constitución de un nuevo modo de producción de ciencia.
Cambios en la percepción social de la ciencia
Cambios en el ethos de la ciencia.
Cambios epistemológicos relevantes.
De manera general estas diez tendencias guardan estrecha interrelación, precisamente por el contexto en el que aparecen y han prevalecido. A la luz de los acontecimientos actuales pudiera decirse incluso, que muchas de ellas continuarán marcando el andar de la ciencia y la tecnología por este mundo durante largo tiempo.
Es evidente que las tendencias mencionadas no tienen la misma significación social; ni siquiera una misma tendencia ejerce un impacto uniforme a nivel global pues la desigualdad en los niveles de desarrollo propicia que una determinada tendencia se manifieste de formas diferentes en regiones y países.
Cada una de estas afirmaciones, todas quizá correctas, apuntan a cuestiones muy generales.
Las preguntas en cada realidad nacional son: ¿cómo se contemplan concretamente esas u otras tendencias? ¿Cuáles son los escenarios, internacionales y nacionales, en que se desplegarán? ¿Cómo les afectarán las decisiones que se tomen —o no se tomen— en el presente?. Este enfoque prospectivo puede verse como una manera de explicitar tendencias, evaluando a la vez las posibilidades de dejar por el camino las negativas y de lograr que aquellas deseables se vuelvan viables, considerando las tendencias no como destino sino como camino posible que puede modificarse (Sutz, 1998).
El término tecnociencia es precisamente un recurso del lenguaje para denotar la íntima conexión entre ciencia y tecnología y el desdibujamiento de sus límites. El término tecnociencia no necesariamente conduce a cancelar las identidades de la ciencia y la tecnología, pero sí nos alerta que la investigación sobre ellas y las políticas prácticas que respecto a las mismas implementemos tienen que partir del tipo de conexión que el vocablo tecnociencia desea subrayar.
En esta perspectiva la intencionada separación entre contemplación teórica y práctica, acompañada del privilegio de la primera, es desplazada por una actitud esencialmente activa donde la representación teórica es puesta al servicio de la actividad manipulativa. "Los términos 'tecnociencia' y 'tecnocientífco' señalan, a la vez, el entrelazamiento entre los dos polos y la preponderancia del polo técnico y, además, son apropiados para designar la actividad científica contemporánea en su complejidad y originalidad" (Hottois, p.26). En otros términos, no se trata sólo de insistir en las interrelaciones, sino incluso de colocar el polo técnico o tecnológico como preponderante.
Las tecnociencias no sólo indagan procesos naturales sino cada vez más objetos y procesos que la propia instrumentalización de la investigación ha hecho posible. De igual modo los resultados de la investigación son evaluados principalmente por criterios de eficacia manipulativa, de operatividad, y sólo a través de ellos puede juzgarse el valor de verdad de los conocimientos implicados.
La idea de tecnociencia subraya también los complejísimos móviles sociales que conducen el desarrollo científico-tecnológico.
El papel de los intereses sociales en la definición de su curso es tanto más claro en la medida que la dimensión tecnológica pasa a ser preponderante. Una consecuencia de ello es la colocación en primer plano de los dilemas éticos. Manipular, modificar, transformar, son acciones que comportan siempre dudas acerca de los límites de lo moralmente admisible.
La sociedad contemporánea está sometida a numerosos impactos por la tecnociencia; impactos económicos, culturales y de todo orden. Muchas personas se dedican a la tecnociencia y prácticamente todos los ciudadanos del planeta experimentan sus efectos. Sin embargo con frecuencia manejamos en relación con ciencia y tecnología conceptos que difícilmente dan cuenta de la naturaleza social de ambas. Modificar esos conceptos, enriquecer nuestra visión social de la tecnociencia parece ser una obligación de los sistemas educativos formales e informales.
Espero que los conceptos de ciencia, técnica, tecnología y tecnociencia discutidos en este ensayo tengan alguna capacidad de enriquecer las prácticas educativas que sobre ellos descansan.
TENDENCIAS MUNDIALES ACTUALES DE LA TECNOCIENCIA
Una lectura atenta del Informe Mundial sobre la Ciencia (UNESCO, 1996) y la revisión complementaria de algunos otros ensayos sobre prospectiva tecnológica (Salomón, 1996; Cassiolato, 1994; Herrera, 1994) permite identificar algunas tendencias relevantes del desarrollo científico y tecnológico contemporáneo. De diversos modos ellas transparentan y consolidan el orden mundial que se viene imponiendo en las últimas décadas del siglo XX.
Entre las tendencias más relevantes están las siguientes:
1. Se ha fortalecido el núcleo dominante Estados Unidos, Europa y Japón. La idea de Toureine de que el mundo no está globalizado sino trilateralizado es especialmente cierta en ciencia y tecnología. Algunas evidencias de esto son las siguientes (UNESCO,1996):
1.1 Si se considera el Gasto Interno Bruto en Investigación y Desarrollo (GIBID) de Estados Unidos (167,01 miles de millones de dólares), Unión Europea (117,67) y Japón (68,31), ese gasto es superior al 80 % del total mundial (428,58). Los más próximos son China (22,24) y los Nuevos Países Industrializados (10,73) (Papón y Barré, UNESCO, 1996).
1.2 El promedio mundial del GIBID en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) es de 1,8%. Pero la Unión Europea alcanza el 1,9, Estados Unidos 2,8 y Japón 2,8. La mayor parte de los territorios y países no alcanza el 1%. Federico Mayor (UNESCO, 1996) sugiere luchar por el 0,4%, meta aún difícil para muchos países.
1.3 El promedio mundial de científicos e ingenieros dedicados a I+D por cada mil habitantes es de 0,8. La Unión Europea alcanza 2 , Estados Unidos 3,7 y Japón 4,1. El resto de Europa también promedia por encima de 2, al igual que Australia, Nueva Zelandia y Canadá. (Papón y Barré, UNESCO, 1996).
1.4 La producción científica medida a través de las publicaciones se distribuye así: Estados Unidos 35,3% del total mundial, Unión Europea 31,5% y Japón 8,1, sumados casi el 75% del total mundial.
Entre 1963 y 1993 Estados Unidos acumuló el 49,33% de los Premios Nobel; Reino Unido y Alemania rivalizan por el segundo lugar: 11,50 y 8,16 y Japón el 1%. Los países más industrializados han mantenido un esfuerzo significativo en investigación básica: Francia 25% de su I+D; Alemania 23%; Japón y Estados Unidos 19% y Reino Unidos 13%. (ibid).
1.5 La producción tecnológica también tiene una alta concentración como evidencia la concesión de patentes en Europa y Estados Unidos, los dos mercados abiertos principales.
En el mercado europeo domina la Unión Europea con 45,4% pero Estados Unidos le sigue con 27,3% y Japón 20,9. Debe indicarse que en los últimos 6 años la Unión Europea ha perdido 9 puntos porcentuales, mientras Estados Unidos ha ganado 3 y Japón 29 (ibid, p.17).
En el mercado de Estados Unidos el dominio de ese país alcanza 48,7%, Japón 25% y la Unión Europea 18,6%. En los últimos 6 años la posición norteamericana aumenta ligeramente en 5 puntos de por ciento, la Unión Europea cayó en 24 puntos y Japón ascendió 11 (idem).
1.6 En estos tres grupos de países los orígenes de la financiación de I+D son muy disímiles, destacándose la contribución que los fondos para usos militares tiene en Estados Unidos (24%), mucho más bajo en la Unión Europea (9,4%) e insignificante en Japón (1,4%). La contribución del Estado para investigación civil es más alta en la Unión Europea (37,8%), le sigue Japón (22,5%) y es menor en los Estados Unidos (16,9%). La contribución de las empresas es muy alta en Japón (76,1%) y también alta en los Estados Unidos (59,1%) y en la Unión Europea (52,8%). La estructura de realización de I+D es más similar en las instituciones públicas de investigación se realiza entre el 13 y el 18 %, en las universidades entre el 13 y el 19% y en la industria entre el 63 y el 74% (ibid, p.19).
2. En los sistemas de ciencia y tecnología más avanzados crece el papel de las empresas en el financiamiento y la realización del esfuerzo de I+D lo que va desplazando cada vez más el énfasis del esfuerzo hacia las tareas de desarrollo las que predominan sobre la investigación básica y aplicada.
Como se mencionó, en Estados Unidos las empresas financian el 59% de las actividades de I+D, mientras el gobierno cubre el 36% y las universidades y organismos no lucrativos el 18%. La realización de ese esfuerzo se distribuye así: las empresas el 72%, el gobierno el 10% y las universidades y organismos con fines no lucrativos el 18%.
Por ejemplo, en ese país el apoyo federal a actividades de I+D ha descendido del 70% al 60% en tanto ha crecido el financiamiento de otras fuentes. Respecto a este mismo país es sumamente improbable que aumente sustancialmente la financiación a la ciencia básica universitaria en los próximos años. Continuará el incremento del número de centros de investigación conjuntos entre universidades y empresas y continuarán ejerciéndose presiones sobre las universidades para que aumenten sus contribuciones económicas. De igual modo disminuirán los financiamientos a investigadores individuales. También las universidades europeas reciben presiones para satisfacer necesidades de investigación a corto plazo (Nichols y Ratchford, 1996).
En Alemania las empresas gastan el 61,4% de I+D y realizan el 69%; Suiza 74,5% y 74,8%, respectivamente (Herman, 1996).
La situación es bien distinta en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, por ejemplo en México el gobierno financia el 68% del gasto I+D y las empresas el 32%, en tanto la realización del esfuerzo se distribuye así: gobierno 51%, empresas 30% y universidades 19%.
El énfasis empresarial en I+D es un rasgo que diferencia claramente los países industrializados y los que han avanzado menos en ese camino. En los Estados Unidos la I+D financiada por las empresas aumentó entre 1974 y 1994 un 144%, mientras el aporte del gobierno federal creció 30%.
Según Salomón (1996) la disminución relativa del apoyo público viene a expresar un cambio profundo en las políticas de la ciencia. En la etapa de la guerra fría la rivalidad entre las superpotencias y la escalada armamentista generaron hacia la ciencia actitudes gubernamentales de marcado apoyo. Todo lo que era bueno para la ciencia se consideraba bueno para la sociedad. El informe de Vannevar Bush, asesor científico del presidente de los Estados Unidos, "La ciencia, frontera sin límites" (1945) "no sólo fundó la legitimidad de la intervención del poder federal en el sistema privado de las industrias y las universidades, sino que fue también el origen de las ideas formuladas sobre el proceso lineal de innovación, al afirmar que la ciencia es, por ella misma, el acelerador del progreso técnico y la instancia decisiva para el logro de los objetivos nacionales en todas las áreas de competencia gubernamental. La movilización de los científicos y de los laboratorios, que había rendido tantos frutos desde la Segunda Guerra Mundial, debía pues perpetuarse en tiempos de paz – hasta el punto de que en los Estados Unidos un tercio de los científicos e ingenieros trabajó en problemas y con contratos vinculados con la defensa. Siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos, los más grandes países industrializados (excepto Alemania y Japón) establecieron las mismas prioridades: defensa, átomo, espacio, electrónica" (ibid, p.93).
A raíz del fin de la guerra fría y de los déficits presupuestarios, todos los países industrializados han reducido las inversiones públicas en I+D y no sostienen ya sin reservas el apoyo a la investigación fundamental.
Son sobre todo las nuevas condiciones de la competencia mundial, la batalla por la competitividad y los éxitos tecnológicos de Japón y otros países del sudeste asiático los que conducen a concentrar los esfuerzos I+D en políticas industriales antes que en políticas científicas, con el objetivo de producir innovaciones. "A pesar de los centenares de miles de dólares invertidos en la investigación militar, los Estados Unidos han perdido su liderazgo tecnológico en numerosas áreas. Y a pesar de la limitación de sus gastos en el área de defensa, Japón lleva ventaja creciente en la producción de innovaciones duales, accesibles a la vez al mercado civil y al mercado militar" (p.95).
Es de esperar, sin embargo, que la "guerra económica" no conduzca a los laboratorios e industrias privadas a tomar el relevo de las cuantiosas inversiones públicas. Esto podría llevar en los próximos años a un descenso en el presupuesto de I+D. Se ha pronosticado, por ejemplo, que el presupuesto de I+D de Estados Unidos podría descender en más de un tercio en los próximos siete años. (ibid, p.94).
También se observan cambios profundos en la I+D industrial. Al parecer los grandes programas a largo plazo en laboratorios grandes y centralizados pertenecen al pasado (p.34). La dinámica del mercado "es el motor implacable de la I+D industrial" (Nichols y Ratchford, 1996, p.34). Los ciclos de vida de los productos siguen acortándose y las firmas no sólo tienen que innovar mejor, sino más rápido. En los laboratorios de las empresas esto se traduce por plazos cada vez más cortos para la I+D y un proyecto de tres años, por ejemplo, se considera a plazo muy largo. Las empresas no pueden hacer toda la investigación que necesitan y buscan fuentes de tecnologías externas mediante alianzas con otras empresas, participando en consorcios de I+D, promoviendo la cooperación universidad – industria, entre otras.
Un ejemplo del papel de las empresas: en Japón se estima que casi el 50% de los posgrados son organizados dentro de las grandes empresas (Pérez, 1996, p.15). En Estados Unidos han proliferado las universidades corporativas, por ejemplo la Motorola del sector electrónico.
3. Una tercera tendencia se aprecia en el cambio profundo que experimentan las políticas en ciencia y tecnología. En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial las políticas científicas y tecnológicas de los países más avanzados del occidente, han experimentado cambios muy importantes (Arocena, 1995). Aproximadamente entre fines de los años 40 y comienzos de los 60 puede hablarse del desarrollo de Políticas para la Ciencia. Las experiencias de la II Guerra y la nueva realidad de la guerra fría condicionaron las políticas públicas en este terreno. Los modelos exitosos eran los grandes proyectos de los tiempos bélicos (Manhattan, el radar u otros semejantes). Se pensaba que la concentración de grandes recursos estatales en programas y laboratorios de gran envergadura proporcionarían éxitos comparables en otras esferas.
La química y sobre todo la física eran las ramas privilegiadas. La física nuclear y la energía nuclear recibían mayor atención que las tecnologías u objetos civiles. El poderío militar y el prestigio nacional eran los que básicamente justificaban las grandes inversiones y se asumía que la I+D militar generaría directa e indirectamente productos y procesos útiles para las ramas civiles de la economía.
En un sentido más general puede considerarse que "la justificación social del gasto en Ciencia y la orientación del mismo se sustentaban en una visión calificada de unidireccional y optimista. Se asumía, en efecto, la validez del llamado modelo del "science push", según el cual lo que hay que hacer fundamentalmente es gastar en la investigación básica realizada en las universidades y laboratorios gubernamentales, pues, de manera relativamente automática, los descubrimientos de la Ciencia se convierten en logros de la tecnología – que significativamente solía denominarse "ciencia aplicada" – y estos a su vez en beneficio para la economía. Además de lineal en el sentido que antecede, la concepción predominante era esencialmente optimista, pues sostenía que las consecuencias sociales del quehacer científico resultan en conjunto altamente positivas" (Arocena, 1995, p.93).
La idea era gastar en ciencia básica, dejando en manos de los científicos la decisión de en qué dirección investigar. Se le ha llamado también modelo de ósmosis (González , 1996).
Una segunda etapa se abre desde mediados de los años sesenta y se va a prolongar durante los setentas. Marca su inicio el "fin de la ingenuidad" respecto al rendimiento del gasto en I+D. Desde entonces se habla menos de políticas científicas y cada vez más de políticas para el binomio ciencia y tecnología, reconociéndose la especificidad de la tecnología. Junto a esto se hará evidente la necesidad de controlar más el gasto de I+D y evaluar mejor sus resultados.
El modelo unidireccional que dominó antes cedió paso a una mayor atención del papel de la demanda ("demand pull"). Las áreas prioritarias además de las "ciencias duras" (sobre todo química y física), serán las ingenierías. La investigación aplicada y el I+D industrial son especialmente estimuladas.
En ese contexto se realizaron grandes esfuerzos gubernamentales y académicos para perfilar y controlar las políticas en ciencia y tecnología. El crecimiento económico, junto al aspecto militar se consideran los objetivos prioritarios. Ciencia y tecnología ocupan un lugar relevante en la agenda política.
En la década de los años ochenta y noventa se imponen las llamadas "políticas para la innovación. "La conjugación de una nueva e importante aceleración del cambio técnico con la agudización de la problemática económica, ocupacional y ambiental puede ser vista como la principal fuerza impulsora del siguiente viraje de las políticas científico – tecnológicas. Ciertos automatismos, que no pocos dieron por supuestos durante décadas, han mostrado hasta la evidencia sus frecuentes fallos: el avance científico y tecnológico no siempre tiene consecuencias beneficiosas, y ni siquiera garantiza de por sí la modernización de la producción; la introducción de nuevas tecnologías no implica necesariamente que la producción se incremente; el crecimiento económico ya no asegura la disminución del desempleo" (Arocena, 1995, p.95).
Todo esto conduce al propósito de desarrollar Sistemas Nacionales de Innovación (SNI). La idea del SNI tiene varias implicaciones:
El centro de atención se coloca en la tecnología y sus posibilidades de innovación en la esfera de la producción y los servicios.
La tecnología es la herramienta fundamental de la competitividad. Pero la idea de innovación tecnológica no se refiere sólo a la creación de productos y procesos, sino también a los aspectos organizativos y a la forma de relacionarse con el mercado. La práctica internacional ha demostrado que la más moderna tecnología de producto no basta para dominar el mercado. Un ejemplo es la pérdida relativa de competitividad de Estados Unidos frente a Japón.
La innovación tampoco se refiere exclusivamente a novedades en materia de productos y procesos, sino a innumerables cambios incrementales, permanentes, para mejorar productos y procesos ya existentes.
También hay que ver de manera amplia los escenarios de innovación tecnológica. No se refieren sólo a la industria: extracción minera, agricultura, pesca, banca, transporte, turismo, servicios.
La investigación en ciencia y tecnología, en un sentido restringido y más bien básico, es sólo una de las fuentes de innovación.
En consecuencia, el SNI es una red de instituciones, sujetos, procesos, que contribuyen al proceso de innovación: empresas, ministerios, educación, centros de investigación, universidades. Freeman lo define así aproximadamente: red de instituciones, públicas y privadas, cuyas actividades e interacciones inician, importan, modifican y defienden nuevas tecnologías (Cassiolato, p.282).
Es dentro de esos SNI que deben actuar las universidades y articularse a las empresas, al sector productivo, a los servicios.
El Estado juega un papel muy importante en la construcción de esa red y ella requiere cambios en las actitudes institucionales y la creación de mecanismos de conexión, por ejemplo, universidad – industria.
4. El proceso innovativo tiene un carácter cada vez más global. Desde luego que la globalización de la economía envuelve a las actividades de ciencia y tecnología. Un ejemplo del proceso de internacionalización del desarrollo de Ciencia y Tecnología es el de la empresa Biogen, de mediano tamaño, radicada en Suiza, financiada por capitales de riesgo aportados por INCO, compañía minera canadiense, Sherong-Plough firma farmacéutica norteamericana, Monsanto de Estados Unidos y Gran Metropolitan, un grupo británico que abarca actividades hoteleras, agrícolas y ganaderas. Biogen tiene laboratorios en Boston y subsidiaria en Holanda. Ha firmado acuerdos de diverso tipo con empresas japonesas y alemanas, así como con centros de investigación ubicados en Europa y Estados Unidos. La estrategia de Biogen es acceder al conocimiento disponible en otras empresas y centros de investigación ubicados en diferentes países como mecanismo para aumentar sus capacidades en Ciencia y Tecnología.
Las grandes empresas, las medianas y las instituciones académicas crean redes a escala internacional para generar tecnología e innovar.
La colaboración entre instituciones académicas se pone de manifiesto en el crecimiento del número de publicaciones compartidas por investigadores de instituciones de diferentes países. En algunos países llega a ser el 20 % del total.
Esto también se expresa en la formación de estudiantes en el exterior. Por ejemplo, los países asiáticos han venido aprovechando, sobre todo al nivel de posgrado, las capacidades de formación en investigación con que cuentan Europa y Estados Unidos.
Así Estados Unidos otorga a ciudadanos chinos el 46,1% de los títulos de Doctor en Ciencias y 21,1% de ingeniería en comparación con los que otorga la propia China. En relación con Corea del Sur: 42,6% y 44% y Taiwan 81,1% y 73,6%.
5. Existen áreas del futuro o tecnologías clave (o críticas) que son aquellas sobre las que los países industrializados orientan actualmente su I+D industrial. En ellas convergen el "market pull" y el "technology push". Estas son las tecnologías de la información y las comunicaciones (los que continuarán ocupando un lugar primordial); los componentes eléctricos y electrónicos; la biotecnología y productos farmacéuticos; los nuevos materiales, el transporte, la energía y el medio ambiente.
6. Existen países que experimentan una transición ascendente muy marcada en Ciencia y Tecnología y en los procesos de innovación. Un ejemplo es el de los Países Asiáticos recientemente industrializados (PARI).
Estos países han incrementado considerablemente sus inversiones en I+D lo cual ha tenido efectos visibles en sus estrategias de industrialización. Los PARI conciben sus políticas de ciencia y tecnología en función de la identificación de las necesidades de los mercados y logran una estrecha vinculación del personal de I+D a los procesos de innovación. Un papel destacado en ese éxito corresponde al Estado, tanto en el suministro de recursos financieros para desarrollar la investigación como en la contribución a la definición de las áreas prioritarias y en la consolidación de redes institucionales orientadas a la innovación. También las empresas privadas han incrementado de manera considerable sus inversiones en I+D (Cardoza y Villegas, 1996).
La estrategia favorece la generación de la I+D dentro del propio sector empresarial. El índice de aumento de la financiación de I+D por el sector empresarial en las economías de Asia y el Pacífico ha ascendido, en términos generales, a un ritmo más acelerado que los países de la OCDE. (Hill et.al, UNESCO, 1996, p.182).
En general se observa en la región un alto compromiso con ciencia y tecnología por lo que el conocimiento y sus aplicaciones están colocados en el centro de las estrategias de desarrollo. La fracción del PIB dedicada a I+D está pasando rápidamente el nivel de inversión de los países de la OCDE. Entre 1981 y 1991 la República de Corea pasó del 0,64 al 1,91%, Taiwán del 0,93 al 1,65% y Singapur del 0,30 al 1,10%.
Los resultados de esas estrategias centradas en el conocimiento son perceptibles: las patentes registradas en Estados Unidos por la República de Corea aumentaron en un 400 % durante los últimos cuatros años (ibid, p.176).
Como se mencionó en el punto anterior la estrategia de priorización del conocimiento pasa por una fuerte relación con la ciencia occidental, tanto para formar investigadores en el exterior como para atraer profesores e investigadores de Estados Unidos y otros países. Esos contactos se estiman imprescindibles pues sólo así puede transferirse el conocimiento tácito o no formal.
Según Didriksson (1997) Corea tiene definida una política de "perspectivas de largo plazo para el desarrollo de ciencia y tecnología hacia el 2000" que define prioridades y se propone alcanzar 150 000 científicos e ingenieros trabajando en I+D y 3% del PIB dedicado a I+D.
Especial atención en Asia merece la evolución que está teniendo China. Allí también se observa un elevado compromiso político con ciencia y tecnología, donde la financiación principal de I+D viene del gobierno. Se trata de lograr una ciencia y tecnología vinculada al desarrollo social con el apoyo de la comunidad científica.
El Estado ha venido creando centros de investigación, centros de desarrollo tecnológico en empresas medianas y grandes y más de 300 centros para jóvenes investigadores de posgrado en universidades y centros de investigación. El gasto en I+D respecto al PIB ha descendido de 0,7 a 0,62 porque el PIB crece muy rápidamente, en mayor proporción que los gastos en I+D. La formación de investigadores en el exterior es numerosa y se han fomentado las relaciones entre institutos de investigación, universidades y empresas industriales, mejorándose el intercambio de personal e información.
7. El ejemplo inverso lo muestran los países de la CEI y en alguna medida los países de Europa Central.
De igual modo que un grupo de países experimentan una transición positiva en ciencia y tecnología, hay otro grupo donde el panorama es negativo. En tal sentido destacan los países de la llamada Comunidad de Estados Independientes.
En la URSS el importante aumento de los organismos de I+D y de las inversiones en esa área hasta fines de los 70 permitió la constitución de una amplia base de investigación y desarrollo. La concentración de recursos humanos altamente calificados permitió logros impresionantes en investigación básica y en el desarrollo de tecnologías para uso militar.
Desde inicios de los 80 el sector de I+D fue perdiendo su dinamismo, tendencia que se acentuó a partir de 1985/86.
En la actualidad se puede considerar que se ha derrumbado el modelo soviético de I+D. El potencial científico de la URSS se encontraba muy centralizado en Rusia lo que coloca a los países separados de Rusia en una situación vulnerable. También Rusia ha experimentado una severa erosión de su I+D.
De conjunto puede decirse que los países de la CEI están experimentando una reducción drástica de su base de I+D, acontecimiento sin precedente en la historia de la ciencia y la tecnología del siglo XX. (Gokhberg, UNESCO, 1996)
En Rusia el gasto en I+D de 1993 representó sólo el 24,8% del efectuado en 1990. El gasto de I+D en el PNB de Rusia disminuyó de un 2,03% a un 0,81% entre 1990 y 1993. Con esto Rusia cayó por debajo de la media en el grupo de países con relativo bajo potencial de I+D como Irlanda, Islandia, España y Nueva Zelandia. El presupuesto gubernamental sigue siendo la fuente principal de financiación en I+D y de casi toda la ciencia básica.
El éxodo de cerebros fuera del país y a otros sectores es significativo. Hay una clara tendencia al envejecimiento del personal de I+D: 40,8% de los doctores en ciencia se encuentran en edad de jubilarse. Las tendencias actuales en la educación superior hacen prever nuevas reducciones en el ingreso de personal calificado en el sector de I+D. A nivel del posgrado se observa una baja eficiencia: en Rusia sólo el 24% de los estudiantes de doctorado terminan las tesis y más del 50% de ellos prefieren trabajar en el sector privado y no en los institutos de investigación.
En Europa Central la situación también es compleja (Kuklinski y Kacprzynski, 1996). Se trata de crear un nuevo modelo de ciencia: nuevas formas institucionales, nuevos esquemas de motivaciones y comportamientos de la comunidad científica, nuevos campos de aplicación, entre otros elementos.
Uno de los obstáculos mayores en ese camino es que no se ha creado ni aplicado una visión coherente de las políticas científicas industriales, lo cual está influido en parte por una visión primitiva de la ideología neoliberal que atribuye a las fuerzas del mercado el papel principal en la creación del nuevo modelo de ciencia.
Según la Unión Europea, en 1995 el sistema de educación superior y científico de Europa Central se caracterizaba por:
Coexistencia de elementos del viejo modelo y algunas novedades, sin la debida coherencia.
Restricciones y dificultades financieras con efectos de contracción.
Fuga interna y externa de cerebros.
Envejecimiento de los científicos y escasez de jóvenes talentos.
Escasa prioridad de las élites políticas y de los gobiernos para la educación superior.
El gasto de I+D respecto al PIB ha descendido considerablemente.
8. Respecto a América Latina puede constatarse que se nota un moderado avance en la creación de capacidades de I+D. Si en los años 60 se dedicaba el 0,2% del PIB a I+D en los años 80 se alcanzaba el 0,50%. En ese plazo se pasó de 30 000 a 100 000 profesionales dedicados a I+D y por ello América Latina cuenta con el 2,5% de los científicos del planeta y es responsable del 1,8% del gasto mundial en I+D. La educación de posgrado está establecida en casi todos los países.
Sin embargo, como dice Marcelino Cerejido (1996), América Latina ya ha aprendido a investigar, pero ahora necesita aprender a hacer ciencia, es decir, vincular la infraestructura científica y tecnológica al aparato productivo.
Varios países han cristalizado comunidades científicas e instituciones de muy buen nivel pero más vinculadas a la "transnacional de la ciencia" que a los aparatos productivos de sus países.
Puede incluso en virtud de medidas de promoción de las investigaciones y estimulación a los investigadores incrementarse las publicaciones. Es el caso de México, Brasil y Venezuela. Esos tres países junto a Colombia, Argentina y Chile reúnen el 91,5% de las publicaciones de la región. La asignatura pendiente es llegar a constituir sistemas nacionales de innovación de los cuales la investigación científica sea un elemento importante.
Súmese a esto que hacia 1990 ningún país de América Latina alcanzaba el 1% del PIB dedicado a I+D y que la crisis de los años 80 demostró la extrema vulnerabilidad de los sistemas de ciencia y tecnología. También es notable la migración de científicos, tendencia que podrá fortalecerse en los próximos años pues los países desarrollados mantendrán déficits crecientes de este tipo de personas.
Otras tendencias a tener en consideración
A partir de la lectura de algunos autores, se aprecia que hoy en el mundo se está hablando de algo que parece más avanzado para la introducción de los resultados de las investigaciones en la producción, y es la tendencia a la "Internalización de las Investigaciones en el Proceso Productivo". Esto significa hacer la investigación desde la propia producción, por lo que se debe considerar la investigación como una parte importante del proceso productivo. Para tener éxito en la internacionalización de las investigaciones en el proceso productivo, hay que tener presente que la ciencia produce el conocimiento y que en ese proceso se transita por las etapas teóricas, prácticas y de apropiación del conocimiento. El mayor volumen de conocimiento se produce en la etapa teórica de la ciencia, lo que indica la importancia que tiene elevar el nivel teórico de los especialistas de la producción e incorporar los investigadores al proceso productivo (Hernández, 2005).
Esta "internalización" implica un análisis de los programas de estudio de las universidades, en cuyo nuevo contexto se tiene que formar un profesional con habilidades para la investigación, capaz de trabajar en un medio donde se investiga desde la propia producción (Hernández, 2005).
Según Núñez (2002) la dinámica actual del desarrollo científico tecnológico no se dirige a la satisfacción de las necesidades humanas básicas de las mayorías, sino por el contrario satisface cada vez más las exigencias de los sectores más solventes de los países desarrollados.
Un primer elemento que podría avalar lo anterior es el hecho que constituye la enorme concentración de la capacidad tecnocientífica en un reducido grupo de países y corporaciones, de modo que se orienta particularmente a resolver las demandas de los consumidores de mayor capacidad adquisitiva.
Asimismo, las desigualdades económicas unidas al alto costo de los productos tecnológicos evidencian el carácter ilusorio de las visiones sobre el libre acceso de las mayorías a los logros del desarrollo científico-tecnológico.
Organismos internacionales como la ONU y la UNESCO han hecho fuertes críticas a las políticas de investigación que buscan con sus programas, la ganancia económica y no el beneficio social. Lamentablemente esta tendencia va en ritmo creciente y es expresión de la mundialización capitalista, que nada tiene que ver con la idea de un desarrollo sostenible.
Otra tendencia que por su actualidad no debe soslayarse lo constituye la que llama la atención acerca de la existencia de áreas de futuro o tecnologías claves como las Tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC’s), la biotecnología, la electrónica, la energía, el medio ambiente, entre otras hacia las cuales los países del norte orientan (y continuarán orientando) su I+D industrial (Sutz, 1998; Núñez,1999; Castro, 2003; Lage, 2003).
Estas áreas de futuro centran hoy la atención de las agendas de investigación, no sólo de países desarrollados (aunque queda bien clara su capacidad para desarrollarlas) sino de otros que apuestan a ellas por la potencialidad que encierran éstas para impulsar otros sectores. Estas tecnologías claves como también se les denomina constituyen pues, los pilares de un rápido desarrollo económico-social de nuestros países si se sustentan sobre una genuina voluntad política y el concurso de los diversos actores sociales que pueden influir en su promoción y desarrollo.
El control del resultado de la ciencia por instituciones de Estados Unidos es otra directriz que contribuye a modelar el desarrollo científico-tecnológico actual. Los Estados Unidos se han atribuido el derecho a controlar la ciencia en el mundo con la creación del Institute for Scientific Information (ISI) donde se realizan publicaciones como el Current Contents, Who is Publishing in Science, y el Science Citation Index. Este hecho ha contribuido a sobredimensionar las publicaciones como medida de los resultados científicos, sin tener en cuenta los problemas más acuciantes de los países subdesarrollados como la dependencia tecnológica, la satisfacción de las necesidades básicas de la población y la elevación de la calidad de vida (Hernández, 2005).
Una última tendencia
En opinión de este colectivo de autores, se aprecia actualmente una incipiente tendencia abordada por varias fuentes estudiadas, que si bien no la conciben como tal, este trabajo la propone.
Concretamente pudiera formularse como "creciente participación de la mujer en el desarrollo científico y tecnológico actual". Entiéndase bien, "creciente participación" y no "activa participación" o cualquier otro término que falsearía la esencia de una realidad que poco a poco se va abriendo paso entre tantos siglos de desigualdad de género en todas las esferas de la vida.
En tal sentido se pronuncia claramente la Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico (UNESCO, 1999) al exponer que "el acceso al saber científico con fines pacíficos desde una edad muy temprana forma parte del derecho a la educación que tienen todos los hombres y mujeres, y que la enseñanza de la ciencia es fundamental para la plena realización del ser humano, para crear una capacidad científica endógena y para contar con ciudadanos activos e informados".
Existen muchos trabajos al respecto con estudios que abarcan más de un lustro y múltiples indicadores comparativos, en varias regiones y países, para analizar el género en la actividad científica y tecnológica.
Se conoce, por ejemplo, el caso de seis países de Centroamérica: Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador y Panamá, cuyos resultados arrojan un aumento de la presencia femenina en los últimos cinco años en el quehacer científico técnico de estos países, en el ingreso y permanencia en la educación superior y en la ocupación de cargos y responsabilidades en estas áreas (Estébanez y Láscaris, 2004).
Otros estudios relacionados con el tema en Argentina (Estébanez et. al., 2003) y Uruguay (Zubieta, 2001), manifiestan resultados similares, con un incremento paulatino y mantenido de la participación de las féminas en el sector científico-tecnológico.
En el caso de Cuba, "los recursos humanos totales que participan en actividades científicas y tecnológicas en el país, en el contexto del Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica (SCIT), ascendieron en el año 2002 a 73 470 personas, con un ritmo de incremento promedio anual de 2,3% entre el período 1995 – 2002. Al final del período los trabajadores con nivel de educación superior constituyeron el 43,3% del total de los recursos humanos, y la relación de género fue de 0,948 hombre/mujer" (CITMA, 2002).
También la fuerza laboral empleada en las entidades de ciencia y tecnología (UCTs) ascendió de 30 585 personas en 1985 a 37 525 personas en el 2002, con un ritmo de incremento promedio anual de 2,9%, donde la cantidad de mujeres creció considerablemente (CITMA, 2002).
América Latina, sin apartar la vista de los grandes problemas económicos y sociales que la sacuden, se alza como una región con modestos pero alentadores índices respecto a otros lugares, incluso con desarrollo, como el caso de España donde varios autores (Russell, 2003; INE, 2003; Ricoy, 2005;) coinciden en resaltar que falta mucho por hacer para que la mujer española, de manera general, abandone los clichés y estándares en que se ha movido siempre en esa sociedad.
Con el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC´s) que se ha constituido como uno de los rasgos más distintivos del siglo que acaba de comenzar (por ello denominada "Sociedad de la Información" o incluso "milenio digital"), surge la necesidad de estudiar el papel y la integración de las mujeres en relación a este proceso, para prever y anticiparse al desenvolvimiento que puedan tener ante los nuevos retos que se presentan (Ricoy, 2005).
CONCLUSIONES
- A partir de la complejidad y vertiginoso avance del desarrollo de la ciencia y la tecnología, en este trabajo se ha pretendido identificar desde el enfoque CTS cuáles son las tendencias más significativas que rigen su avance en el mundo de hoy, para alcanzar una mayor claridad acerca del papel que le corresponde jugar a los diversos actores sociales vinculados a esta importante rama de la actividad humana.
- Asimismo, a lo largo de este trabajo se han evidenciado los criterios de distintos autores, definiéndose un grupo de tendencias que pueden constituir regularidades al ser abordadas desde diferentes perspectivas de análisis, si bien todas se inscriben en el campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología.
- La ciencia y la tecnología no navegan por encima de las circunstancias sociales igualando oportunidades; ellas son procesos sociales, condicionados por y condicionantes de la economía, la política, la cultura…
- Frente al "tecno optimismo" abstracto hay que destacar: Lo que convierte a la ciencia en un recurso significativo es la sociedad que la produce. Lo más importante no es la ciencia sino el proyecto social donde se inscriba, los intereses sociales que atienda, los actores sociales que le dan sentido.
RECOMENDACIONES
- Este trabajo puede ser utilizado como material de consulta para los estudiantes que se adentran en el campo CTS a través de los planes de estudio que reciben en pregrado o postgrado en la Educación Superior y en otras enseñanzas
BIBLIOGRAFÍA
CASTRO, F. (2003): "Los parques científicos y tecnológicos. Orígenes, desarrollo y perspectivas" en: Ciencia, Tecnología y Sociedad, Editorial Científico-Técnica, Ciudad de La Habana.
CITMA, (2002): "Indicadores seleccionados de ciencia y tecnología: Serie 2000 – 2002", Impactos de la Ciencia en Cuba, en: Sitio Web del Sindicato Nacional de los Trabajadores de las Ciencias de la Central de Trabajadores de Cuba.
ESTÉBANEZ, M.E., D. de FILIPO y A. SERIAL (2003): "La participación de la mujer en el sistema de ciencia y tecnología en Argentina", Proyecto GENTEC, Informe Final, UNESCO, Oficina Regional Montevideo, en:
ESTÉBANEZ, M.E. y T. LÁSCARIS (2004): "La mujer y la ciencia en Centroamérica. Un ejercicio de aplicación del enfoque de género en la construcción de indicadores", Seminario Taller "Indicadores de ciencia y tecnología bajo un enfoque de género", El Salvador, 10 y 11 de junio de 2004, en: http://www.ricyt.org/interior/difusion/pubs/elc2003/6.pdf.
GARCÍA, J.L. (2002): "Tecnologías", en: Cuba: Amanecer del Tercer Milenio (Fidel Castro Díaz-Balart compilador), Editorial Debate, Madrid.
HERNÁNDEZ, R.A. (2005): "Tendencias actuales de la ciencia y la tecnología" en: Desarrollo Científico Técnico y Sociedad, Libro en preparación, Universidad de las Ciencias Informáticas, La Habana.
HOTTOIS, G.(1991): El Paradigma Bioético, Anthropos, Barcelona.
INE (2003): "Mujer y Ciencia", CifrasIne: Boletín Informativo del Instituto Nacional de Estadística, No. 1, 2003, España.
LAGE, A. (2002): "Inmunología", en: Cuba: Amanecer del Tercer Milenio (Fidel Castro Díaz-Balart compilador), Editorial Debate, Madrid.
NÚÑEZ, J. (1999): La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no debería olvidar, Editorial "Félix Varela", La Habana.
NÚÑEZ, J. (2002): Sociedad, ciencia, tecnología e innovación: a propósito de la contribución de Renato Dagnino, Revista CTS+i, No. 3, Mayo-Agosto, 2002, en: http://www.campus-oei.org/revistactsi/numero3/art01ap01.html.
RICOY, R.M. (2005): "Género, Derechos y Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación en España", en: Alfa-Redi Revista de derecho Informático http://www.alfa-redi.org/revista/data/80-5.asp.
RUSSELL, J.M. (2003: Tercer Taller de Obtención de Indicadores Bibliométricos (RICYT y CINDOC), Madrid, 3 al 5 de marzo de 2003, en:
http://www.ricyt.edu.ar/interior/normalizacion/III_bib/Rusell.pdf.
SUTZ, J. (1998): "Ciencia, Tecnología y Sociedad: argumentos y elementos para una innovación curricular", en: Revista Iberoamericana de Educación, No. 18, Sept.-Dic., 1998, España.
UNESCO (1998): Informe Mundial sobre la Ciencia, Ediciones UNESCO, Madrid.
UNESCO (1999): "Declaración sobre la ciencia y el uso del saber científico", Conferencia Mundial sobre la Ciencia para el siglo XXI: un nuevo compromiso, Budapest.
ZUBIETA, J. (2001): "Progreso o Rezago de la Mujer en la Ciencia y la Tecnología: Propuesta de indicadores para su medición". Primer Taller de Indicadores de Género, Ciencia y Tecnología, Montevideo, 15 al 18 de octubre de 2001, en:
http://www.ricyt.edu.ar/interior/normalizacion/V_taller/zubieta.pdf.
Autor:
Ing. Octavio Gutiérrez Veloz
Especialista C en Gestión de los Recursos Humanos.
Lic. Arialys Pedroso Fleitas
MINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR
MAESTRIA EN GERENCIA DE LA CIENCIA Y LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA.
Ciego de Ávila, 2007
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |