El otro Ezequiel Zamora y palabras sobre su verdadera tumba (página 2)
Enviado por Alfredo Torrealba
"Zamora es un alumno brillante, es el mejor en matemáticas, teoría, estrategia y táctica y supera a todos con sus conocimientos de historia militar y política. En las horas de ocio es el más destacado jugador de ajedrez, su salida favorita es la de los caballos". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 125).
Ezequiel Zamora desde pequeño participó en muchas fiestas y recepciones donde se bailaba y cantaba al mejor estilo del joropo llanero venezolano. Debido a la naturaleza de estas celebraciones no sería conveniente el negar que Zamora alguna vez participara de manera activa en estas conmemoraciones. Para la época las maracas, el arpa, los cuatros y las mandolas era sinónimo de algarabía y jovialidad y sello distintivo de una fiesta respetable en cualquier comarca del llano venezolano. Zamora, quién se crió allí, no pudo haber escapado a esa inmensa influencia social y cultural, por lo que no dudamos que bailaba y cantaba en las fiestas o, al menos, tal como era él, intervenía con moderación. (CFR.- (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 34).
10.- LOS SACRIFICIOS DE ZAMORA: torturaS, agravios y EL duelo personal
A veces los grandes hombres deben pasar por ciertas pruebas que le pone la vida para medir su templanza. Ezequiel Zamora, así como otros tantos hombres, debió afrontar en su vida y en su propio cuerpo las expiaciones o gajes de haberse inscrito en las tropas libertadoras de la historia venezolana.
Una de las vejaciones que sufrió Ezequiel Zamora en vida fue cuando estando privado de la libertad a mediados del año 1847 es trasladado a Maracay por Guillermo Blanco, quien lo tortura. Pero incluso allí, en su horrendo suplicio, fue capaz de hacerles un llamado al pueblo que lo acompañaba por el camino con el poco aliente que tenía: ¡Viva Antonio Leocadio Guzmán presidente de la república! Esto sin duda, es una fuerte evidencia de la voluntad excepcional de este noble ser.
"El traslado de Ezequiel Zamora, de Villa de Cura a Maracay, constituye un elementos más para calibrar su dotes de caudillo popular y su temple revolucionario; con los mismos grillos que cargaba desde el día de su detención fue amarrado sobre un burro, y en amarrarlo, para que el sufrimiento fuese más intenso, se dio maña el traidor Guillermo Blanco Guillermote, instigado por Juan Martínez y la jauría reaccionaria de Villa de Cura. Zamora, para asombro de sus verdugos, (encanallecidos en el abominable arte de torturar seres humanos) aguantó firme, sin un quejido, la tortura del <<pecho de paloma>>. Cuando la comitiva salió a la calle, ahí, frente a la cárcel, estaba el pueblo, estaban los campesinos, con sus mujeres y sus hijos, famélicos, sucios, harapientos, testimoniando al prisionero la invalorable solidaridad de las masas populares venezolanas. Nuevamente, para asombro de sus verdugos y para satisfacción del pueblo, a ellos se dirigió Zamora; seguro que marchaba hacia la muerte, más una muerte que sería vida porque lo sembraría definitivamente en la posteridad, la arenga de Zamora fue un llamado a la lucha por la tierra y la libertad y sus últimas palabras tres rotundos ¡Viva Antonio Leocadio Guzmán presidente de la república! Con ello quiso denotar una vez más la naturaleza falsa y podrida del aquel proceso al cual había sido sometido y que el pueblo que había votado por el veleidoso periodista era el único juez ante quien él rendía cuentas". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 86).
Otro hecho lamentable a que referirnos ocurrió en el año 1858. En aquella oportunidad, ya gozando de la libertad que le otorgó José Tadeo Monagas, Ezequiel Zamora puso su vida en juego no sólo una sino en dos oportunidades debido al fanatismo de los dirigentes oligarcas de la época.
"En dos ocasiones que tuvo necesidad de trasladarse al centro de la ciudad, libremente, aunque seguido de cerca por los espías de la Jefatura Política, Zamora fue provocado por sus adversarios políticos, que lo consideraban <<el alma de la subversión>>. La primera vez fue frente al cuartel San Pablo, nuevamente por el comandante Jorge Michelena, quien llegó a acciones de hecho, <<le escupió el rostro y le dio de bastonazos>>. (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 17, 18).
"A Zamora le sucedió algo más grave todavía. Al presentarse al cuartel de San Francisco, donde tuvo que ir por algún motivo personal, unos jóvenes oficiales le ofendieron de palabras, censurándole su comportamiento político, y hasta uno de ellos, el comandante Jorge Michelena, trato de agredirlo". (PÉREZ ARCAY: 2000; 93, 94).
"La segunda vez fue en la plaza San Francisco, frente a la Universidad Central de Venezuela, cuando un grupo de estudiantes instigando <<por los señoritos Zuloaga, lo agredieron de palabra y pretendieron golpearlo en cayapa>>. En ambas ocasiones, Zamora eludió la provocación, porque comprendió <<que se trata de una celada para matarlo>>. (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 18).
Sin duda, fue supremo el esfuerzo que hubo de hacer de Zamora "para evitar estas provocaciones, siendo como era un hombre de un valor personal a toda prueba, valeroso hasta la temeridad". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 18). Y más, cuando en una narración de Manuel Landaeta Rosales se narra otra característica de ésta última afrenta contra Zamora que es poco conocida. A Zamora lo retaron a duelo personal y con dignidad se niega:
"A poco del triunfo de Castro, Zamora es perseguido en Coro junto a su cuñado el General Juan C. Falcón y ambos vienen a Caracas en demanda de garantías. Las pasiones políticas se hallaban ya en la plenitud de sus fuerzas, cuando unos jóvenes oficiales, mal aconsejados, imprudentes y faltos de experiencia, ponen a Zamora en el caso de batirse con alguno de ellos en duelo personal, por asuntos políticos, y esto en el recinto del Convento de San Francisco donde había acuartelada una columna de tropas nacionales. Zamora rehusó el lance con dignidad, por el lugar que ocupaba, por el número de sus contrarios y por su posición política desfavorable y ocurrió al General Castro en solicitud de garantías que se las otorgó". (LANDAETA ROSALES: 1961; 52, 53)
11.- LAS LECTURAS, PREGUNTAS e ideario DE ZAMORA
La trayectoria de vida de Ezequiel Zamora y su asiento indiscutible en la historia venezolana interesó a muchos estudiosos sobre varios aspectos de su vida: ¿qué leía Ezequiel Zamora? ¿Cuáles eran sus preocupaciones políticas? ¿Cuáles eran los lineamientos de su pensamiento ideológico? ¿Qué periódico de la época leía? Todas preguntas legítimas y dignas para tratar de discernir el pensamiento de este sorprendente hombre que parecía no pertenecer a su época.
Por lo poco, se conoce que Ezequiel Zamora estuvo en contacto desde pequeño con diferentes libros, periódicos y documentos, no obstante, es a partir de su adolescencia que comienza a tener interés por un tema en especial, el tema político y militar. Desde 1841 Zamora comienza a leer las publicaciones y periódicos producidos para promover el partido liberal como el periódico El Venezolano (CFR.- LANDAETA ROSALES: 1961; 21), que son tan abundantes y populares en Caracas y en Villa de Cura como las publicaciones del movimiento conservador.
"Inspirados en el ejemplo de El Venezolano comienzan a circular, en Caracas y en el interior del país, otros periódicos destinados a popularizar el movimiento liberal: El Centinela del Ávila, El Relámpago, El Agricultor, La Nueva Era, Los Ayes del Pueblo, La Noche Buena de la Oligarquía, El Zancudo, Las Avispas, El Laberinto, El Sin Camisa, El Bravo Independiente, El Republicano, El Diario de Caracas, El Constitucional, El Progreso, El Elector, El Tribuno, El Torrente y la Penca, etc." (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 17).
"Desde entonces leí, cada vez con mayor interés, los periódicos de todas partes de Venezuela que me traían, dos en sus sombreros, mis propios clientes. El venezolano de Antonio Leocadio Guzmán, El Avispa, El Trabuco, El Sin Camisa, pura rebeldía en sus páginas, para comentarlos con los compañeros en la trastienda, donde nadie podía escucharnos. (…) Leía además libros de historia y táctica militar que me han obsequiado siempre. La rebelión de los Gracos, de los esclavos y la plebe en tiempos de Espartaco y todo lo referente a la Revolución Francesa. Recordaba a cada momento lo que me había contado sobre ella mi cuñado Juan Caspers, además de las lecciones de primo José Manuel García, tan radical como siempre". (LEÓN TAPIA: 2004, 11, 12).
Inclusive, si bien Ezequiel Zamora nunca llegó a dominar plenamente otros idiomas, esto no era un problema, porque siempre había alguien a su alrededor cuya gentileza traducía los documentos que llegaban a sus manos, en especial, periódicos extranjeros.
"Brandford traduce y explica a Zamora el contenido de artículos de L"atelier (revista mensual, editada por artesanos y obreros de París) y de los periódicos The Daily News (Londres), La Reforme (París) , The Economist (Londres) y Le Nacional (París)". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 118).
No obstante, decir que eso simbolizaba el total de sus lecturas sería un error. Ezequiel Zamora, tal cual como lo dice Federico Brito Figueroa, era un hombre abierto a todo conocimiento:
"¿Y qué cosas leía y estudiaba Ezequiel Zamora? De manera general cuanto libro, folleto, periódico o revista caía en sus manos, pero especialmente leía, ávida y apasionadamente, obras de historia y estrategia militar. En los libros buscaba fuentes de inspiración para sus luchas, explicación a multitud de problemas sociales, cuyas causas no había logrado comprender de modo consciente, pero sí intuitiva. De aquí las interrogantes que constantemente se planteaba, hablando consigo mismo y no pocas veces en voz alta, para asombro de sus amigos y compañeros (y posteriormente de su esposa cuando estaba desterrado en Curazao). Esas interrogantes eran las siguientes: << ¿Es posible terminar con la opresión de la oligarquía y con el poder de los ricos? ¿Podrá el pueblo vencer a sus tiranos? ¿Y las tierras por qué las tienen solamente los poderosos? La tierra es de todos como el agua, el sol, y la naturaleza>>. Y respondiéndose a sí mismo: <<Pero es necesario un Ejército del pueblo para combatir al de la oligarquía>> (…) Zamora estaba familiarizado con las obras de los grandes socialistas utópicos del siglo XIX y es por esta razón que el apasionado publicista liberal, Laureano Villanueva, considera que en el ideario del Jefe del Pueblo Soberano se observan <<… ciertas ideas utópicas de socialismo y de igualdad de bienes>>. La afirmación es correcta, y esas ideas son producto de sus lecturas, de los libros que le facilitaba José Brandford, especialmente, y de sus propias reflexiones sobre la realidad económico-social de Venezuela". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 106).
Si bien el pensamiento de Zamora no era muy concreto y definido, él conciente de las deficiencias que ello podía ocasionar para su papel de líder político y militar, no se dejó vencer por esa deficiencia y como todo luchador siempre estuvo en plena faena para ilustrarse más de los temas que le interesaban.
Zamora "carece de una formación intelectual sistemática, en sentido académico, pero se propone superar esta limitación y la supera: <<… duerme poco, sólo tres horas, se levanta, lee, comenta en voz alta, escribe y vuelve a acostarse>> informan sus familiares y amigos más íntimos". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 124).
Ahora bien, el pensamiento zamorano y sus principios fueron evolucionando según éste iba madurando en experiencias y asimilando nuevas influencias teóricas. Pero ya para 1859 los linimientos ideológicos de Zamora parecen sólidos y descifrables como para recogerlos de algunos de sus discursos y proclamas. Según Luis García Mûller:
"Desde Barinas el 19 y 21 de Mayo de 1859 Zamora dirige correspondencias y proclamas de las cuales sólo tomamos dos párrafos donde se muestra el contenido ideológico zamorano: Compañeros de armas: Habéis probado con vuestra abnegación y heroísmo que sólo el pueblo quiere su bien y es dueño de su suerte y que de hoy mas "Venezuela no será patrimonio de ninguna familia ni persona" siendo la mayor recompensa de las victorias alcanzadas contra el Centralismo, el establecimiento del Gobierno federal. Y de la proclama del 21 de Mayo extraemos lo siguiente: <<… levantareis el Gobierno federal que asegura para siempre Libertad, la Igualdad y la Fraternidad…>> (…) En el período Mayo-Diciembre de 1859 las idea de Zamora en Barinas se hacen ver con claridad. Villanueva destaca algunas de ellas y nosotros resumiremos en la siguiente cita lo que consideramos es el ideario zamorano más genuino: <<lo que debe cogerse son los ganados, bestias, y tiendas de godos: porque con esas propiedades es lo ellos se imponen, oprimen al pueblo. () A godos dejar en camisa, pero la gente del pueblo igual, usted, respeta protege. Eso si, no coger sino indispensable para tropa, comer, vestirse pelear>>. <<Y siguió discurriendo (dice Villanueva) sobre estas ideas enteramente revolucionarias, todo con el propósito de infundir a la tropa amor al pueblo y odio los ricos, aunque fueran liberales…>>". (GARCÍA MLLER: 2001; 67, 68).
En cambio, por su parte Luis Izaguirre Ramírez comenta que el ideario de Zamora podría recogerse en el siguiente extracto:
"-¡Insólito Verdad!, grito Zamora (…) Pero lo más insólito y desalentador y que fue una de las causas que me impulsaron en esta magna lucha, fue cuando leí por primera vez la Constitución, que se excluía de los derechos ciudadanos a todos los sirvientes, esclavos y deudores. Dejaban fuera de la opinión política, a los ciudadanos que no tuvieran renta anual, propiedad, profesión u oficio… y para ser diputado, era condición indispensable ser propietario de algún comercio, finca o casa y gozar de rentas anuales que sobrepasasen los seiscientos pesos. En cuanto a la condición de senador, tenían que poseer doble fortuna que la de los diputados". (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 29, 30).
En los últimos años de Ezequiel Zamora sus llamados al pueblo venezolano poseían una carga emotiva propia de la revolución francesa. De hecho, sus palabras enardecidas de pasión para que el pueblo venezolano luchara incansablemente hasta conseguir sus objetivos rememoran las alocuciones de la toma de la bastilla. La democracia, la libertad de credo político; las mejoras económicas; la ansiada distribución equitativa de tierras; la participación política; un sistema político y jurídico no discriminatorio y garante de los derechos civiles; la abolición de la pena de muerte; la erradicación de la opresión militar; el respeto a los derechos del hombre; las oportunidades laborales; la emancipación de los esclavos; servicios, salud, educación y seguridad; fueron sus bastiones, o en sus palabras: "Tierras y hombres libres, Elección Popular, horror a la oligarquía". (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; XIV).
12.- RECHAZANDO LA INJERENCIA EXTRANJERA EN EL PAÍS
Ezequiel Zamora siempre miró con sospechas las acciones diplomáticas realizadas por otros países en Venezuela. Pero él, lejos de ser una persona negociadora y acomedida para relacionarse con los gobiernos de otros países, de la misma manera como midió a sus enemigos, utilizó su prisma ideológico revolucionario y libertador para medir las acciones diplomáticas de los representantes internacionales y concluir, en forma contundente, que desaprobaba cuando ellos interferían en los asuntos nacionales.
En este sentido, Ezequiel Zamora tenía una posición muy dura y casi innegociable con respecto a Estados Unidos de América por su supuesta directa participación en el golpe del 5 de marzo de 1858:
"La conspiración goda y el golpe del 5 de marzo de 1858, por otra parte, contaron con el apoyo de la representación diplomática de EE.UU. en Caracas, debido a que el gobierno de José Tadeo Monagas había rescindido un contrato para la explotación de guano, celebrado con un agente de intervencionistas norteamericanos.". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 14).
Zamora reprochó no sólo el golpe sino la participación de Estados Unidos en ese lamentable proceso que llevó al poder otra vez a los oligarcas con la deposición del poder de José Tadeo Monagas, quien era liberal y esposo de quien fuera la madrina de bodas de Ezequiel Zamora y Estefana Falcón, Sra. Luisa Oriach de Monagas, o en otras palabras, una persona sumamente ligada a él y a su esposa, es decir su camarada de la revolución. No obstante, si bien el malestar de Zamora hacia Estados Unidos podía definirse como un asunto personal de corte político y familiar, no lo fue así mucho tiempo, porque meses más tarde cuando en 1859 protestó duramente contra un grupo de cónsules extranjeros presentes en Venezuela, este tema para él se volvió "visceral":
Zamora "… El 9 de junio envió una protesta, a los ciudadanos cónsules extranjeros residentes en Puerto Nutrias, publicada en hojas sueltas, y en la que protestaba contra la injerencia de esos cónsules en las cuestiones políticas nacionales, interesados en proteger a los comerciantes-especuladores no venezolanos, a quienes Zamora había expropiado sus bienes, en razón de su alianza con los oligarcas". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 51).
En ese documento Zamora pone muy en claro uno de los dos elementos ideológicos que explican el por qué de su posición con respecto a Estados Unidos de América o cualquier otro país que pretenda interferir en los asuntos de los venezolanos. En la redacción del documento Zamora, como General de División del Ejército del Pueblo Soberano, les afirma en tono amenazante a los cónsules qué les ocurrirá si siguen interfiriendo: "y en caso contrario, el Estado no es responsable de su conducta a las naciones de U.U. –ustedes- ni al resarcimiento de cualquiera injuria cometida por sus ciudadanos" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 51). De esa forma sitúa la dignidad de Venezuela a un nivel incomparable y sugiere su propia idea de la república venezolana.
"Este documento (…) constituye una hermosa pieza principista, en cuanto a soberanía nacional se refiere, de los revolucionarios de 1859. Cierto, el combate es por el programa <<tierras y hombres libres, democracia Federación>>, pero la dignidad de Venezuela como nación no está en discusión y la intervención de los traficantes extranjeros, siempre a favor de los opresores del puedo, es intolerable. Venezuela es una afirma Zamora, <<delimitada en 1810 y no según el Mapa levantado 1840>>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 51).
El segundo elemento ideológico del por qué Zamora actuaba así se relacionaba directamente con su cualidad de hombre revolucionario. Hombre de acción, que no se preocupa y solamente se ocupa de lo que le interesa: la defensa de la soberanía de Venezuela cuando sea preciso, no ni antes de la libertad de su pueblo, sino cuando sea preciso luchar por ella.
"Zamora no es un soñador, es un revolucionario y las circunstancias no le permiten desperdiciar el tiempo en discusiones sobre futuros planes de reforma social. Es un revolucionario, un hombre de acción y de pensamiento que lee, estudia y discute con la firme intención de hacer la revolución". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 124).
13.- EL ORIGEN HUMILDE DE EZEQUIEL ZAMORA: PRIMERAS INFLUENCIAS IDEOLÓGICAS
El origen familiar y social de Ezequiel Zamora se hunde en las entrañas del pueblo venezolano. Sus padres no pertenecieron a las poderosas familias que para la época controlaban la propiedad territorial conjuntamente con la explotación de los esclavos, peones y campesinos enfeudados, ni están integrados a los grupos burocráticos y mercantiles que dominaban los centros urbanos, es decir, "blancos de orilla" que forman parte de las categorías económicas y socialmente oprimidas en los cuadros de la Venezuela colonial (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 5). O en otras palabras, sus padres no pertenecieron al núcleo que Humbolt define como "oligarquía municipal", sino que son modestos propietarios agrícolas descendientes de "gente sin solar conocido" (CFR.- LANDAETA ROSALES: 1961; 8, 9).
Ezequiel Zamora nace en Cúa, pueblo de los Valles del Tuy en Venezuela el 1º de Febrero de 1817, y desde pequeño sus padres: Alejandro Zamora[4]y Paula Correa[5]lo cuidan a él y a sus otros hermanos de las reyertas independentistas que aún sonaban sangrientamente por Venezuela.
"El origen familiar de Ezequiel Zamora determina que sus primeros años transcurran dentro de condiciones sociales saturadas de la tradición igualitaria del pueblo venezolano, libre de ideas despreciativas hacia la población de color, encuadrado en un ambiente histórico fecundo en proyecciones políticas: los últimos momentos de la guerra de emancipación y los primeros de Venezuela como país independiente. Es una época de enconada persecución y terror, de agonía y lucha abnegada y generosa. (…) El ambiente histórico-social determina que Ezequiel Zamora conozca desde temprana edad los sinsabores de la represión política, no directamente pero sí en la persona de su padre, oficial del ejército independentista (…) determina, igualmente que Zamora adquiera bien pronto noción de la generosa abnegación, del integral sacrificio humano, del odio a la opresión y de la pasión de lucha manifestados en el patriotismo perseguido pero indomable, lastrado de odio hacia los colonizadores". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 5, 6).
Su padre muere en 1821 como un soldado más luchando por la emancipación nacional: "No vivió Alejandro Zamora unos años más para desengañarse, para que la propia actuación de su hijo, dos décadas más tarde, le hiciera comprender que sus luchas (…) constituía escasamente una jornada por la construcción de la patria para todos los venezolanos". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 6). A partir de ese instante la señora Paula asume la cabeza de la familia y una de sus primeras decisiones es dirigirse a Caracas. Idea que concreta en unos años después cuando ya finaliza la dominación colonial procura labrarse un futuro más próspero.
Luce difícil negar que "el origen familiar y social, y el contacto de Ezequiel Zamora durante los primeros años de su vida con una población oprimida y de acusada rebeldía y sentido igualitario son elementos claves en el desarrollo de su formación humana, condicionando, que, a pesar de ser blanco y vivir en una sociedad donde la explotación económica se escudaba en lo hondo del prejuicio racial, comprendiera, cuando advino madures, que en tan enconada lucha la razón estaba de parte de los hambrientos esclavos y peones, y no de los terratenientes y opulentos, los antiguos hombres de la <<diablocracia>>; condicionando, en síntesis, su definitiva identificación con los sentimientos y aspiraciones de las masas populares venezolanas y el desarrollo del apasionado ideal igualitario que fue signo permanente en su vida". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 6).
Al llegar a Caracas, Ezequiel Zamora estudia en la escuela de primeras letras que funciona, regentada por el maestro Vicente Méndez[6]en la antigua casa municipal ubicada en la esquina Las Mercedes de Caracas. Esta iniciativa fue idea de la señora Paula Correa quien con perspicacia y prudencia estaba conciente que antes de hacer a su hijo un agricultor más, como cualquier madre de la época, prefería hacerlo un pensador. Paula Correa consiguió como pudo el dinero para pagar las clases de su hijo y con juicio siguió su evolución. Zamora, aunque recibió una educación rudimentaria, con tiempo lograr leer, escribir, aceptar nociones elementales de gramática y aritmética y recibe doctrina cristiana sin inconvenientes. Además, Zamora es uno de los jóvenes que asiste a la escuela fundada por el pedagogo inglés José Lancaster. En esos salones Zamora conocerá a varios amigos que a la postre lucharán junto a él en los terrenos políticos y militares; afrontarán las asperezas de la vida y los rudos golpes de la represión godo-terrateniente.
En aquellos años Caracas era un humilde centro político. Esclavos y peones deambulaban por doquier haciendo sus tareas; las carretas por igual transitaban la ciudad y desde el Oeste de la ciudad algunas aparcaban para llevar a pasajeros a otros lugares o poblados por módicos precios. Entre letrinas públicas; escasez de alimentos, ropa y agua; enfermedades y la opresión política creció Zamora, quien irónicamente veía como otro grupo social, los dueños de las haciendas, gozaban de privilegios que por alguna razón no escrita decían merecer, tal cual como un derecho natural.
"Si dura fue la niñez de Ezequiel Zamora, velada por las persecuciones, el terror y la lucha, si duros los años de adolescencia, más duros todavía fueron los años de hacerse definitivamente hombre. Todos constituyen una preparación para el papel que habría de desempeñar como tribuno y organizador popular, primero, eficaz jefe de guerrillas, luego, indiscutiblemente caudillo de las masas populares, posteriormente. Hombre del pueblo, Ezequiel Zamora, es en suma, elaboración y hechura del pueblo venezolano. Este hecho determina que en las luchas sociales en las que participa como figura de primer orden exprese con absoluta fidelidad los sentimientos democráticos y las reivindicaciones económico-sociales de la masa popular". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 9).
Pese a ello, Zamora pudo surgir de las penurias junto con su familia en la futura metrópolis y avanzó indeciso, pero seguro, en el campo del conocimiento. Sin embargo, su primer gran maestro no lo halló en los salones de clase, sino más bien a su propia casa.
Juan Gáspers es un francés aventado a América por la represión antidemocrática que se generaliza en Europa, especialmente en Francia después de la restauración. Como otros tantos revolucionarios europeos, Juan emigra a América huyendo a la reacción feudal-absolutista y atraído por la lucha que libran las naciones hispanoamericanas contra la dominación colonial. En Venezuela se casa con la hermana de Ezequiel, Carlota[7]y desde sus primeros contactos con él, Gáspers
"… introduce a Zamora en un mundo desconocido, se trata de un hombre de ideas democráticas que ha participado en las luchas revolucionarias del pueblo francés (…) a través de sus relatos conoce Zamora la revolución democrático-burguesa de Franca; de labios del anciano escucha la letra y la música de la Marsellesa y la Carmagnole, se informa de las heroicas acciones de los sans-culottes y de la insurrección de la masa rural que impulsa la abolición de los bienes de manos muertas y la distribución de los latifundios de la Iglesia y la nobleza entre los descendientes de los siervos. Napoleón Bonaparte que consagra jurídicamente el derecho de los campesinos franceses a la tierra, adquiere en la mente de Zamora los contornos de un <<Robespierre a caballo>>". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 8).
"Bastante me protegió mi cuñado Juan Gáspers, ese anciano fabuloso, contador de historias de las guerras de Europa y de las luchas reivindicativas del pueblo francés". (LEÓN TAPIA: 2004; 11).
Por otro lado, su madre le enseñará cosas que difícilmente se prenden en los libros o estudiando catecismo. Paula Correa[8]exigió de Zamora un comportamiento de hombre honrado y decente conforme a sus creencias religiosas, cosa propia de la época.
"Esta actitud, manera de ser consustancializada con la sangre, los nervios y la propia existencia, es posición definitiva y permanente en Paula Correa. Por ejemplo, será en 1947, cuando para calmar su sed de sangre la oligarquía venezolana reclama el patíbulo para Ezequiel Zamora, la voz de Paula Correa se alza firme y resuelta defendiendo públicamente la vida de su hijo, protestando contra los crímenes del secretario del interior Cobos Fuertes, quien actúa azuzado por la jauría que desde el Congreso dirige Ángel Quintero y desde las páginas de <<El diario de la Tarde>> alienta Juan Vicente González". (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 7).
Al tiempo de lograr culminar sus estudios, la familia regresa a Villa de Cura, allí se instalan precariamente y comienzan a formalizar un precario negocio de ganado, en el cual, Juan Gáspers seguramente invirtió dinero. Se cree que ya para el año 1837, cuando Zamora tenía más veinte años, éste ya estaba dedicado al negocio familiar.
La combinación del estudio con las tareas de arreo de ganado no fue suficiente para desviar la conciencia de Zamora de la realidad del pueblo venezolano, ese pueblo abandonado con el cual compartió su niñez y saboreó los mismos sinsabores de la vida. Ni tampoco fue suficiente para que olvidara las discusiones con su cuñado Juan Gáspers en donde anidó su intuición de los problemas sociales y su póstuma transformación en un profundo ideal democrático e igualitario que tenía por ídolos a significativas figuras humanas:
"De aquellos años de anárquica formación, combinando el estudio con el arreo de ganado, data la admiración de Ezequiel Zamora por figuras revolucionarias como los Gracos, Espartaco y Gracus Babeuf cuyas actuaciones aspira a emular. No son accidentales, desde luego, las constantes referencias a las sublevaciones de esclavos, que se encuentran en sus cartas a los peones de las haciendas, cuando posteriormente comienza a intervenir como hombre de acción en las luchas sociales venezolanas" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 8).
14.- LA PERSONALIDAD DE ZAMORA
La personalidad de Ezequiel Zamora tuvo muchas caras. En algunos momentos fue apacible y humilde, en otros fue duro e intransigente. Sin embargo, sus acciones se amoldaban coherentemente a las situaciones que él vivía, salvo algunas excepciones que no nos dejan duda que Zamora era un ser humano con un profundo respeto por la vida humana, tanto así, como para haber perdonado a quien trató de asesinarlo el 04 de Abril de 1859 en Los Cujicitos (sector ubicado en las proximidades de Barquisimeto):
"El asesino, pagado por el Ministerio de Guerra y Marina, se llamaba Anselmo Méndez, y se había incorporado al ejército de la revolución como voluntario en Tierritas Blancas. Trató de asesinar a Zamora por la espalda, fue descubierto por el propio Zamora, que era, según el pueblo, <<un hombre muy rápido, relancino y defenso>>" pero mató a un soldado e hirió a otros. Prudencio Vázquez castigó severamente al asesino y Zamora le perdonó la vida, permitiéndole que regresara a Barquisimeto. Pero León Colina y Prudencio Márquez, <<sin autorización del estado mayor>> salieron en pos del asesino en su fuga, alcanzaron a Méndez, y diéronle muerte a machete una muerte atroz, hecho éste, repudiado por Zamora <<porque somos revolucionarios no asesinos>>. Cierto, repuso Prudencio Márquez, <<pero pescuezo no retoña, y en un godo menos, que sí son asesinos>>. (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 125).
A nuestro juicio esta actitud de Ezequiel Zamora es sencillamente sorprendente. Si se toma en consideración que este hecho ocurrió en plena Guerra Federal, donde la mayoría de los soldados y oficiales habrían de ajusticiar a quien hubiere intentado asesinarle, podemos concluir que Zamora era un ser muy adelantado a su tiempo y con una honda, muy honda, conciencia del valor de la vida humana. Otra idea del espíritu de este hombre se puede palpar en el siguiente extracto de Manuel Landaeta Rosales:
"Todo el que lea el célebre proceso que por conspirador se siguió más después a Zamora, quedará convencido hasta la saciedad, de lo calumnioso del terrible cargo, pues ahí queda comprobado hasta la evidencia, que jamás se manifestó Zamora más humano que aquel día. El estado de su alma se revela en la relación del hecho tan sencillamente descrito en su declaración de cargos: <<cuando ví que el señor fuentes era conducido amarrado, sólo atendí a la víctima y volví luego cara para no verle: las súplicas aquel me hacía, dirigí hacia él le encontré entonces ligado de pies manos: movido compasión hablé Rangel lo soltara conseguí hiciera los brazos nomás; habiendo ido después una casita, cuando ya cadáver sin haber sabido como fue, pues horrorizó hecho>>. La nobleza de sus sentimientos resalta al rechazar el cargo, diciendo: <<nunca habría yo podido cometer una acción detestable>>, y más adelante: <<siempre he odiado la venganza>> (…) la señora Francisca Sandoval, madre de Fuentes, le envía a la cárcel el primer azafate de comida, que Zamora aceptó, y no teniendo recado donde escribir con qué expresar su gratitud, en el mantel de comer dio las gracias, escritas con un pedazo de cera negra". (LANDAETA ROSALES: 1961; 42, 43).
Otro de los giros de la personalidad de Ezequiel Zamora vive cuando éste no quiso recibir ningún tipo de paga[9]por los trabajos hechos en nombre de la República de Venezuela:
"En este largo tiempo de 1851 a 58, en que Zamora desempeñó tantos cargos militares de confianza, no sólo fue un fiel sostenedor de los suyos, sino una garantía para todos, por su carácter austero, amigo de la igualdad, del orden y de la justicia; persiguiendo atrozmente el contrabando, sin especular como otros, saliendo siempre sin dinero de aquellos puestos que honró". (LANDAETA ROSALES: 1961; 51).
Esta solidaridad casi misericordial y benevolente hacia el pueblo nos sugiere, tal cual como lo ve Luís García Müller (al leer a Laureano Villanueva), como un ser sin ambiciones personales. La máxima expresión del altruismo venezolano de la segundad mitad del siglo XIX venezolano:
"Zamora verdadero… no como lo han pintado sus enemigos, sino… como un carácter animado de alta fuerza moral. Para llevar a cabo su deseo vehemente de garantizar al pueblo… el derecho supremo de gobernarse sin ser sujetado de ninguna potestad;… inocente de ambiciones personales; y sus manos, como las de un fanático por la libertad, siempre puras de las manchas del vil peculado, y de las no menos execradas de la sangre del crimen… (…) obsérvese que para este autor se trató de establecer el derecho del pueblo de gobernarse sin sujeción y el sistema político más cercano a estas características lo constituye la democracia. Villanueva señala tres aspectos que son básicos en nuestro criterio para asegurar la democracia real: la libertad, la lucha contra el peculado y el derecho a la vida". (GARCÍA MÜLLER: 2001; 123).
O en las palabras de Román Martínez Galindo: "Zamora, como revolucionario de corazón, <<era más bien>> un romántico, un hombre altamente generoso. Lo que si preocupó a este caudillo y lo molestó hasta el enfado, fue ver amenazada por la anarquía a la causa federal, por la cual aquellos hombres, sus compañeros, habían sacrificado todo y de la cual el pueblo esperaba tanto". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 9). Zamora era un hombre cuyo pensamiento igualitario le hacía preferir el hablar con los que carecen de ostentación, con los sencillos, con ese pueblo ingenuo, sincero y que es pura verdad que padece hambre y sed de justicia. (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 21).
La personalidad de Zamora, como vemos, no posee límites. En otra oportunidad fue condescendiente en plena batalla de Santa Inés. Si una vez perdonó la vida de su atacante en el campo de asentamiento de sus tropas, cualquiera hubiera jurado que en plena batalla no tenía el mismo pensamiento, sería impropio decir esto luego de leer el siguiente extracto, también de Román Martínez Galindo:
"Olegario Meneses[10]jefe de estado mayor de la división de Rubín, cae prisionero, es llevado ante Zamora, su antiguo alumno de la academia de matemáticas, éste al verle le dice Maestro… ¡qué Vaina! Esto no estaba en sus matemáticas… lo trata con respeto y consideración, le hace dar una bestia y lo recomienda a sus edecanes". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 78).
"Entre los prisioneros de El Bostero figuró el comandante mantuano Jorge Michelena, quien había ofendido a Zamora en Caracas, llegando hasta escupirle el rostro. Zamora, quien hacía aquella guerra no por razones personales sino como un deben para con su pueblo, cuando fue llevado a su presencia el petulante aristócrata, lo trató de igual manera que a los demás prisioneros de guerra, sin tomar ningún tipo de venganza, dándole así una lección al fanfarrón, ahora <<mansito>>, de quien era en verdad más hombre y más valiente. (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 80).
Este carácter humano de Zamora no fue algo adquirido con la edad. Incluso estuvo en él desde hacía años. En 1845, cuando se hallaba extraño a toda política viviendo como comerciante en Villa de Cura:
"Juan Martínez –quién fue designado para ir a Los Tiznados en asuntos eleccionarios en pro del partido liberal– (…) invitó a Zamora (…) para que como persona influyente en aquellos pueblos, le recomendara a sus amigos y le sirviera de garantía. (…) Martínez llena su cometido perfectamente bien (…) pero al regresar a Villa de Cura el general Páez le hace cargos (a Martínez) pues siendo su amigo personal y político, extrañó que hubiera ido a trabajar por el partido contrario en asuntos eleccionarios, y le puso en el caso de que regresara a contrapronunciar aquellos pueblos. Entonces Martínez se vuelve a empeñar con Zamora para que fuera con él a ayudarle a salir de comisión tan arriesgada, que le causaba recelos como era natural; y Zamora, por amistad hacia aquel, pero con toda la repugnancia necesaria, le sirve de compañero. Martínez trata de deshacer lo hecho anteriormente, pero los vecinos de aquellas comarcas no lo aceptan y rechazan indignados sus proposiciones y tiene que ocultarse, por que se le solicitaba con malos fines, por lo que Zamora tiene que dar frente a los pronunciados para salvar a su amigo. Los vecinos de Los Tiznados profesan cariño a Zamora por sus relaciones mercantiles y sociales y lo comprometen a continuar con ellos en el camino emprendido, lo cual tuvo que aceptar". (LANDAETA ROSALES: 1961; 39, 40).
Por ironía de la vida, sería el mismo Juan Martínez que meses después participaría como fiscal en el juicio que condenaría a Ezequiel Zamora a muerte (CFR.- LANDAETA ROSALES: 1961; 45): "El 13 de abril, el fiscal Juan Martínez comenzó sus actuaciones…". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 78).
Otro detalle de la vida de Ezequiel Zamora es que tomaba muy en serio cuando empeñaba su palabra, y más si de dinero se trataba. Ezequiel Zamora pagaba las deudas que asumía y Federico Brito Figueroa expone un emotivo texto al respecto:
"Todos recuerdas que <<antes de alzarse en armas contra el gobierno pagó sus deudas y vendió las existencias su casa mercantil al isleño Manuel, dependiente suyo, encargándole que montante lo remitiese a madre, iba quedar escasa recursos Caracas>". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 72).
Zamora también llego a indultar a reconocidos personajes del grupo oligarca, incluyendo, quizás, a hijos del general Páez: "En fin –informaba Zamora a su amigo Luís Cotarro-, indulté a todos los insurgentes de sargento abajo, y en los días que pasé allí se presentaron un número de 50, unos con armas y otros sin ellas". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 117).
En una seguida ocasión, Zamora dio libertad y retribuyo paga a esclavos:
"Así lo pensé desde cuando trabajaba en la Hacienda El Maguey donde todavía quedan viejos esclavos cortadores de caña, a quienes di la libertad y les pagué su justo salario". (LEÓN TAPIA: 2004; 118).
En definitiva Ezequiel Zamora fue un hombre incomparable. Todo un dechado de humanidad para el pueblo venezolano; el pueblo que tanto amó:
"Zamora no sólo es un caudillo popular que ejerce su influencia sobre las muchedumbres, conduciéndolas en la guerra. Zamora ama a su pueblo profundamente, siente agradecimiento por todos los que lo acompañan en la memorable gesta de la Revolución Federal y no desea otra cosa más que la de cumplir las metas de justicia, de reivindicación social y ciudadana para todos… hasta los más humildes". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 20, 21).
"… me parece verlo compartiendo el rancho con su tropa o aconsejando algún soldado con problemas. Siempre mantuvo con nosotros unas fraternales relaciones. Me atrevería a decir, que el general Zamora fue el hombre que educó y puso disciplina al ejército federal". (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 70).
15.- LA RENUNCIA DE ZAMORA A LA GUERRA FEDERAL Y DE CUANDO PUSO EN RIDÍCULO A FALCÓN ANTE SUS TROPAS
Pocas personas se imaginan a Ezequiel Zamora dando la espalda a todos sus años de esfuerzos por liberar al país de la opresión de los oligarcas. Pero así fue en 1859. El incidente ocurría a mediados de noviembre en la enorme Casa de Gobierno que ocupa toda la manzana norte de la plaza Bolívar de Barinas, cuando el licenciado Francisco José Iriarte, secretario y auditor de guerra del general Ezequiel Zamora, recibió una correspondencia del general Juan Antonio Sotillo, jefe de las tropas federales de Oriente. Dicha carta[11]tenía carácter confidencial y sólo podía ser vista por Zamora. El secretario de Juan Crisóstomo Falcón se enteró de la existencia de la misma y al enterarse Falcón de armó una disputa entre Falcón e Iriarte por la posesión de la carta. Zamora interviene como mediador, siendo éste ofendido por Falcón, lo que colmó la paciencia de Zamora hasta el punto se enfrentarse a Falcón con arma en mano[12](CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 6, 7).
"… y tal fue el escándalo de este acontecimiento que dio motivo para que se agrupase una multitud del ejército en las ventanas de la Casa de Gobierno, corredores, patios y cuerpos de guardia. El general Zamora fue muy prudente al principio con su cuñado Falcón; dirigiéndose a él con palabras persuasivas con el propósito de conciliarlo y explicarle el verdadero motivo de lo ocurrido; el general Falcón pasó locamente a creer que Zamora, en vista de aquel proceder, le tenía miedo, y quiso aprovechar la oportunidad que le ofrecía aquel momento con el santo propósito de quedar lúcido. El general Zamora que no tenía <<un pelo de bolsa>> y que veía que las cosas tomaban un sesgo nada satisfactorio a su persona, enfrentándose al pobre Falcón con carácter terrible; amenazándole con un revolver en las manos y las cosas volvieran al silencio. Sobrecogido Falcón con este incidente no esperado, quedó sin saber qué hacer en el conflicto que él mismo había provocado. El ejército agrupado en las ventanas de la Casa de gobierno, corredores, patios y cuerpos de guardia, prorrumpió en vítores al cabo Zamora. El desaire de este hecho se estereotipa en la fisonomía de Falcón de una manera vergonzosa". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 70, 71).
La afrenta fue tan grave para la imagen de Falcón que a partir de ese día fue objeto de burlas por parte de los soldados quienes lo verían por siempre como un capitulador[13]Zamora había puesto en ridículo a su cuñado frente a su propio ejército de una manera contundente, sin embargo su posterior respuesta al suceso dejó a todos boquiabiertos:
"Después de este violento contratiempo, Zamora convocó de urgencia al Estado Mayor, puso su cargo a la orden del <<Presidente en Campaña>> y solicitó pasaporte para marcharse a la Nueva Granada, donde se incorporaría a las fuerzas armadas liberales que en ese país hermano combatían por la federación, comandadas por el amigo de causa, general Tomás Cipriano de Mosquera.
Hubo protesta general y el pueblo en su totalidad pidió una Convención Popular para elegir de inmediato otro presidente de campaña. Falcón pretendió entonces explicar sus errores ante los miembros del Estado Mayor. (…) Las condiciones exigidas por Zamora fueron aceptadas sin discusión por Falcón y en orden general emitida por éste, Zamora fue ascendido no sólo fue ascendido a general en jefe, sino a Generalísimo en Jefe de los Ejércitos Federales de la República de Venezuela, y que se le guardasen todos los honores y fueros militares debidos a la categoría de su empleo". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 7, 8).
Francisco Iriarte convenció a Zamora (Jefe del pueblo Soberano) para que no se marchara, sólo de ese modo Zamora dejó de lado su propio orgullo personal[14]y sintió el peso de la revolución aún a sabiendas que la vergüenza pasada por Falcón no sería una herida fácil de sanar para él.
"Dudaba Zamora, pero por sobre su orgullo personal estaba la revolución y, convencido por los argumentos expuestos por Francisco J. Iriarte, accedió en no marcharse hacia Nueva Granda, con una condición: que se le nombrara General en Jefe de los ejércitos federales de la República y que todos los problemas relacionados con la conducción de la guerra serían considerados resueltos por el estado mayor y el general en Jefe de esos ejércitos". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 71).
Sin embargo, unos meses atrás había ocurrido otro hecho que había herido notablemente la imagen de Falcón ante sus tropas y otra vez sería de la mano de la astucia y templanza de Zamora. Pero antes de continuar notemos acá las razones de Falcón para creer que Zamora puede ser su enemigo:
"Una razón es evidente: Guzmán Blanco y Jacinto Regino Pachano le han insinuado – a Falcón – que en el tablero de ajedrez donde compite con Zamora, éste realiza extraños movimientos, acaso maniobrando estratégicamente hacia un objetivo final, militar, que de ser conquistado, arrastraría consigo los objetivos políticos que caerían irremediablemente en su poder. Eso preocupa al coriano quien se encuentra de repente entre dos fuegos: el sistema político-militar del centralismo, y el esquema complejo que está creando Zamora detrás de cuyos triunfos castrenses marcha un pueblo delirante". (PÉREZ ARCAY: 2000; 116, 117).
Meses antes, cuando Falcón se convenció que su cuñado era un peligro para sus aspiraciones políticas (las cuales no deseaba compartir); y cuando estaba él ubicado con sus tropas en el centro del país; y cuando se enteró que Zamora buscaba reunirse con él y sus tropas para hacer un mismo frente; Falcón comienza a obrar militarmente sólo por Venezuela con planos filosóficos, políticos y estratégicos completamente diferentes a los ejércitos zamoranos. Según Jacinto Pérez Arcay, los movimientos militares de Falcón parecen no tener sentido táctico y explican su natural conturbación (CFR.- PÉREZ ARCAY: 2000; 117). Así, desde entonces, muchos venezolanos creen que el desmembramiento del ejército Federal es un hecho. Pero Zamora, incansable y consciente de sus prioridades, trató de acercarse a Falcón cuando éste llego a Barquisimeto y así hablar y concretar la ansiada unión:
"… Zamora comprendía (como jefe revolucionario y estratega militar) que para derrotar a la atroz tiranía de la oligarquía tenía que mantener la unidad política y militar en el campo de la oposición, y en este sentido se esforzaba por unir a los liberales, patriotas y sinceros partidarios de la auténtica igualdad en un solo haz de voluntades (…) Zamora (…) conociendo la malignidad de Antonio Guzmán Blanco (a quien consideraba un prevaricador en potencia) aspiraba a sustraer a Falcón de su nefasta influencia (…) Zamora trabaja para unificar a esos distintos cuerpos que se consideraban representativos de la federación en los campos de batalla y transformarlos en el ejército de la revolución (…) Sobre la base de estas consideraciones, Zamora partió de Barinas hacia Barquisimeto, con el objetivo de entrevistarse con Falcón e integrar las tropas falconistas y zamoristas". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 66, 67).
Falcón llega a Barquisimeto a la que toma rápidamente. Allí se establece unos cuantos días, pero no se dirige hacia los llanos donde le espera Zamora para estructurar un principio de la guerra, la Masa, sino que hace una inflexión hacia Coro. Al tiempo Zamora llega a Barquisimeto y en un rápido golpe de mano capturó el parque que ocultaba el enemigo en la ciudad: "¡Si! ¡Zamora le ha arrebatado un triunfo en sus propias narices! Falcón acusa el golpe. Es suficiente para él. Contra Zamora, militarmente no hay quien pueda" (CFR.- PÉREZ ARCAY: 2000; 117). La ineptitud de Falcón quedó más que clara al estar habitando una ciudad por casi dos semanas y no poder darse cuenta "en sus propias narices" del botín que se escondía allí mismo y que pertenecía a sus enemigos, los mismos de Zamora, quien tuvo que llegar para descubrirlos. A partir de ese suceso Falcón no merecería el respeto pleno de sus soldados. Su imagen cayó en ridículo. Avergonzado, Falcón decide ir a reunirse con Zamora y se dirige a Barinas donde unos días después ocurriría el impasse que comentamos en la primera parte de este informe.
"Pero Juan Crisóstomo Falcón, instigado por Antonio Guzmán Blanco, al tener noticia de la aproximación de Zamora abandonó Barquisimeto y para disimular su insinceridad preparó una supuesta expedición para reconquistar Coro; mentira, solamente llegó hasta catorce y media leguas de Coro, a Pecaya y Sabaneta, que estaban ocupadas por las guerrillas federales desde el 20 de febrero último. Zamora no tomó en consideración este desaire de Falcón, según expresión de Prudencio Vásquez, sino que continuó su marcha hacia Barquisimeto; tenía especial interés en llegar a esta ciudad para descubrir el sitio donde <<los godos escondían 80 barriles de pólvora, que resultaron ser 130, con otros pertrechos e impedimentos guerra>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 67).
De alguna u otra manera estas desavenencias y roces entre los líderes del ejército federal no repercutirían para la batalla de Santa Inés: "la más notable de los tiempos modernos en Venezuela" (LANDAETA ROSALES: 1961; 64).
16.- SEGUNDA INFLUENCIA IDEOLÓGICA: LOS AMIGOS Y JOSÉ ANTONIO PAÉZ
Parece evidente que Ezequiel Zamora gustaba de reunirse a conversar y discutir con amigos o camaradas intelectuales que sintieran el mismo placer por los temas sociales, políticos y económicos que azotaban el país y por el análisis de los principios expuestos en la teoría de la democracia de su tiempo, los derechos humanos, la historia de Venezuela y de cómo debería ser un sistema político idóneo para satisfacer las demandas del pueblo venezolano (GARCÍA MÜLLER: 2001; 120).
Después de la primera avanzada ideológica de Zamora (ver capitulo 13), éste no incursionaría en un proceso de influencia ideológica como tal sino en el período 1847 – 1858, cuando Zamora, aprovechando la presidencia del liberal de José Tadeo Monagas, gozó de un período de "tranquilidad" como para reflexionar muchos temas que durante los encuentros militares no podía meditar. Este segundo período de influencias en Zamora estuvo caracterizado porque ya no era el niño o el adolescente que una vez aprendió sobre los valores democráticos y los derechos humanos; ahora era el hombre que buscando la libertad había tomado armar e ido al campo de batalla a luchar por ellos con sus amigos.
"Con Blas Bruzual continúa las discusiones iniciadas (…) sobre personajes de la Revolución Francesa; Bruzual es admirador de Robespierre, y Zamora partidario de Saint-Just, le apasiona la tenacidad de este hombre en el logro de sus propósitos revolucionarios y la firmeza para someter a los contrarrevolucionarios. Saint-Just es para Zamora el paradigma de la revolución: no vacila ni siquiera ante la guillotina manejada por los traidores de la revolución. (…) En las conversaciones con su primo José Manuel García, Ezequiel Zamora penetra el conocimiento del derecho constitucional. El ilustre profesor de la Universidad Central de Venezuela satisface las inquietudes de Zamora sobre problemas como los siguientes: ¿Qué es una Asamblea Constituyente? ¿Si el derecho es eterno, por qué varían las normas legales con el tiempo? ¿Qué es primero, el hecho o el derecho? ¿Es que no hay un derecho para justificar la insurrección de los pueblos contra opresores? ¿Es que las revoluciones no crean siempre un nuevo derecho? (…) Con Felipe Larrazabal, Zamora discute sobre Brissot (…) Con Manuel María Echeandía, Zamora habla en torno a las reformas que es necesario aplicar desde el gobierno, en razón de que Echeandía es uno de los nuevos consejeros del presidente José Tadeo Monagas. Para Zamora es indispensable completar las acciones populares del 24 de enero de 1848, con la abolición de la esclavitud, la eliminación <<de la odiosa Ley de 10 Abril 1834 y su secuela Espera Quita>>. Es indispensable abolir la pena de muerte por delitos políticos y la Ley de Hurtos. Sólo así <<… los liberales que están en la Casa de Gobierno no serán considerados godos de otra especie>> sostiene Zamora (…) Con José Brandford y Luciano Requena, las discusiones son todavía más importantes, desde el punto de vista político e ideológico. El británico sostiene correspondencia con amigos de Francia, y de esta manera Zamora obtiene información sobre la Revolución de Febrero de 1848; se habla sobre la república social, sobre Augusto Blanqui, Armando Babés, sobre los continuadores de Gracus Babeuf." (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 118).
Incluso, en este período, aprovechando la oportunidad de custodiarlo de Valencia a Caracas, Zamora oyó de los mismos labios de José Antonio Páez pasajes vívidos de la guerra independentista y de cómo era Bolívar y demás honorables próceres venezolanos. También, siguió en contacto con su cuñado Juan Gáspers y José María García[15]entre otros ideólogos que con el tiempo "comprenden que la república tiene que <<completar la obra de independencia>>, poniendo en vigencia los decretos del Libertador sobre emancipación de esclavos y repartos de tierras" (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 124).
En los años siguientes, correspondientes a la primera autocracia liberal, "Zamora se dedicó a la carrera de las armas –Se inscribe como alumno regular de la incipiente academia militar fundada por Olegario Meneses– , al estudio de los problemas militares para complementar su formación profesional, y a la lectura ordenada y sistemática de obras históricas y de carácter social para ampliar su cultura política" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 120).
Estos años de reflexión dieron sus frutos y estuvieron presentes en una alocución que Zamora hizo en 1859 al responderle a un tal Muñoz Oráa, quien lo presionaba para que influyera con favor a su persona en el electorado y así ganar la elección de gobernador del estado federal de Portuguesa. Zamora le dijo que:
"… él no estaba haciendo la guerra por la revolución para imponer gobernantes a los pueblos, sino al contrario para que los pueblos se gobernaran por sí, pues era así como él entendía el gobierno de la democracia y la Federación". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 63).
17.- BRIOS CON LA …
Seguidamente, se somete a consideración esta secuencia de textos:
"Los sobrevivientes huyeron, pero en ese momento llegó <<el dominicano Marcano con los pertrechos y las tropas federales cargaron audazmente alcanzando a godos en montañas de Curbatí, donde derrotaron totalmente: ><<… los trofeos de esta batalla fueron inmensos (…) cayeron en nuestro poder muchos elementos de guerra del enemigo, una multitud de jefes y oficiales, unos presos, otros en libertad, y la mayor parte de la tropa incorporada a nuestras filas, así como sus fondos, vestuarios, bestias, etc>> (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 84).
En una cita a pie de página relacionada al siguiente párrafo también se lee lo siguiente:
"Francisco J. Iriarte (…): entre los oficiales que cayeron presos en Curbatí se encontraba el comandante Jorge Michelena, el señorito que varias veces había provocado y ofendido a Zamora en Caracas, y el practicante G. Carrera, hermano del coronel José Manuel Carrera. El primero temblaba porque se había cumplido el pronóstico de Zamora, pronunciado una tarde frente al cuartel San Pablo de Caracas: Vengaré esta afrenta en todos los de tu casta. El segundo, descrito por Prudencio Vázquez como <<un hombre nalgudo y cachetudo>> fue entregado al cabo segundo Pablo Prieto para que <<le diera bríos con la verga>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 134).
18.- SUS DOS GRANDES AMORES
Ezequiel Zamora, el hombre que era la representación viva de un hombre cuya suma de sus partes, sin duda, suman más que su todo; el hombre que una vez escondido en El Hatillo, "granjeó amistades y simpatías, hasta el extremo de llevar a la pila bautismal, como padrino, a varios niños". (LANDAETA ROSALES: 1961; 46); el hombre, genial estratega miliar que León Tapia imagino decir sus máximas al hacer el arte de la guerra: "Nunca atacar todos a la vez, siempre dejar una retaguardia para proteger la retirada con un sitio marcado de antemano para encontrarnos de nuevo. Asaltos relancinos en la oscuridad de la noche, en las horas de comida, en los lugares propicios para la emboscada. Obligación de contar mentalmente las balas, en el ardor de la pelea, para economizar municiones y no quedar de pronto sin parque con enemigo a la vista. Prohibido acampar en el mismo lugar donde se combatió. Táctica y estrategia con el apoyo de los habitantes de la región, como la única forma de subsistir en aquellas montañas oscuras de sombra y humedad" (LEON TAPIA: 2004; 23); el hombre que participó en más de 400 batallas y sus ojos presenciaron la muerte de miles de venezolanos; el hombre que ejercía justicia cuando era necesario; el hombre que ninguno de sus soldados vio decaer, entristecer o incluso llorar, tenía dos grandes amores. Uno, el primero, del que poco se habla, pero en su vida aparece como una sombra vigorosa que lo levantó de la nada y lo preparó como ninguna para la inmensa tarea de liberar a Venezuela de la opresión; allí a un lado del cuarto, lejos del centro de atención, pero vívida para él como una luz imborrable, se sienta su señora madre Paula Correa. Mujer que acompañaría a Zamora incluso más allá de la muerte de su hijo velando hasta el cansancio limpiar el nombre de su hijo de las barbaridades y excesos de la historiografía de los oligarcas. La sinceridad de Brito Figueroa resume en pocas palabras que antes del pueblo, para Ezequiel Zamora su madre era su verdadero amor:
"No es posible escribir la biografía, con fundamentación histórica, de un héroe revolucionario, olvidando a los seres queridos que con él compartieron el triunfo o la dura hora de la derrota. En el caso concreto de Ezequiel Zamora las referencias tienen que ser, indispensablemente, con respecto a Paula Correa, la madre del Jefe del Pueblo Soberano. Con ella, abnegada mujer venezolana, la historia escrita ha sido mezquina". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 93).
Y sin duda, el segundo amor de Ezequiel Zamora era: el humilde pueblo venezolano a donde pertenecía. Sin embargo, a nuestro juicio, y reflexionando sobre la verdadera vocación que lo animó a luchar por él, este querer se sustentó en un profundo deseo y necesidad de eliminar el sufrimiento, el cruento sufrimiento en que se encontraba. Y quizás, fue su mama quién le hizo ver esa realidad…
19.- QUEMA DE LIBROS Y QUEMA DE JUDAS: PRIMERA INCURSIÓN POLÍTICA
Para la época en que Ezequiel Zamora aún comerciaba con ganado en Villa de Cura, Venezuela se encontraba encaminada hacia un futuro deplorable. En el país había proliferado "el abigeato y el pillaje que tenía alarmado tanto a las clases propietarias como a su representante el gobierno Nacional" (GARCÍA MÜLLER: 2001; 33). Las guerras independentistas cobraron su costo en la población, la cual tenía que hacer grandes esfuerzos para subsistir y protegerse del propio gobierno quien, buscando poner orden a costa de lo que fuere necesario, aplicaba desmedidas políticas opresivas que favorecían abusivamente a un pequeño grupo privilegiado y excluía a la inmensa masa de venezolanos. Este escenario fue proclive para que en el territorio nacional comenzaran a aparecer pequeños focos de sublevación contra la insoportable situación y el divorcio del gobierno de las realidades por las que pasaba el pueblo. De hecho, la situación era tal que, años después, aproximadamente en 1854, "existía en criterio de un criador una gran desmoralización por todas partes dándose el caso que los peones no querían ir a trabajar a sus haciendas a pesar de que los Comisarios habían recibido del gobierno la orden de obligarlos a ir. Don Ciriaco Ávila que así se llamaba el hacendado concluía: <<… Y a qué trabajar si el robo de bestias y ganados era el mejor negocio…>> (GARCÍA MÜLLER: 2001; 33).
El origen de todos los problemas parecía haber nacido desde 1830 cuando el centralismo político de Caracas se institucionalizó. Desde la sede del Congreso Nacional era imposible tramitar y ejecutar políticas efectivas hacia los distantes caseríos y poblados debido al casi nulo desarrollo de las vías de comunicación y, especialmente, a la ausencia de un ejército nacional unido e integrado que recibiera sensatas órdenes por parte de sus líderes, quienes velaban por sus propios y efímeros intereses. Por ello, no es inapropiado creer que el sistema político federalista comenzará a ser visto como una opción justa y necesaria para la solución de los problemas que ahogaban al pueblo venezolano. Así, conforme pasaba el tiempo y la situación recrudecía, ya en 1840 varios líderes rurales tomaron armas y hacían propaganda política contra el gobierno. Y quizás el movimiento nunca habría prosperado como tal si no es por la figura de Ezequiel Zamora, hombre excepcional que ya desde 1846 mostraba un "odio profundo" por el proceder del gobierno:
"La propaganda política que entre 1840-1846 es auspiciada por la prensa liberal hace que se considere al partido Conservador, que ejerce el poder desde la fundación de la República, como continuador del poderío español al que hay que combatir. Esta propaganda se difundió por todo el país y de acuerdo al descendiente de uno de los oligarcas que juzgaron en 1847 a Ezequiel Zamora, José Santiago Rodríguez, esté líder era el mejor ejemplo de todos. <<… El odio que inspiraban sus declaraciones contra la clase que gobernaba, era el fruto de una convicción arraigada y sincera en él, que se había fijado en su espíritu con la lectura de aquella prensa incendiaria…". (GARCÍA MÜLLER: 2001; 33).
Los primeros pasos de Zamora en la vereda política se relacionan cuando la sede de su pulpería comienza a ser centro de reunión de los campesinos de la comarca. Allí se armó un centro de discusión popular de las informaciones provenientes en los periódicos liberales que se vendían por toda Venezuela. Al tiempo, Zamora afirma su condición de caudillo, líder y traductor de las demandas sociales de su caserío; lo que lo lleva a animarse a lanzarse como Concejal Liberal, luego que Juan Martínez declinara su candidatura:
"Juan Martínez –quién fue designado para ir a Los Tiznados en asuntos eleccionarios en pro del partido liberal– (…) invitó a Zamora (…) para que como persona influyente en aquellos pueblos, le recomendara a sus amigos y le sirviera de garantía. (…) Martínez llena su cometido perfectamente bien (…) pero al regresar a Villa de Cura el general Páez le hace cargos (a Martínez) pues siendo su amigo personal y político, extrañó que hubiera ido a trabajar por el partido contrario en asuntos eleccionarios, y le puso en el caso de que regresara a contrapronunciar aquellos pueblos. Entonces Martínez se vuelve a empeñar con Zamora para que fuera con él a ayudarle a salir de comisión tan arriesgada, que le causaba recelos como era natural; y Zamora, por amistad hacia aquel, pero con toda la repugnancia necesaria, le sirve de compañero. Martínez trata de deshacer lo hecho anteriormente, pero los vecinos de aquellas comarcas no lo aceptan y rechazan indignados sus proposiciones y tiene que ocultarse, por que se le solicitaba con malos fines, por lo que Zamora tiene que dar frente a los pronunciados para salvar a su amigo. Los vecinos de Los Tiznados profesan cariño a Zamora por sus relaciones mercantiles y sociales y lo comprometen a continuar con ellos en el camino emprendido, lo cual tuvo que aceptar". (LANDAETA ROSALES: 1961; 39, 40).
Ya en pleno proceso eleccionario, Ezequiel Zamora da a conocer su pensamiento político a sus conciudadanos, el cual se conocería luego en: El Programa de la Sociedad Liberal de Villa de Cura; y el cual era muy simple: 1) Comunidad de las Tierras; 2) Hombres Libres; 3) Elección popular y principio alternativo; y 4) Horror a la Oligarquía.
"Sin embargo, este programa tan rudimentariamente expresado definía el contenido antifeudal de las movilizaciones de masas que tenían por escenario los Llanos y los Valles centrales; constituían una síntesis de los objetivos de la república democrática, porque expresaba con claridad la lucha por la liquidación del latifundio al reclamar la <<comunidad de las tierras>>, y la alusión a la abolición de la esclavitud y a la ampliación de la democracia política no podía ser más directa, y en cuanto a la consigna de <<horror a la oligarquía>>, constituía un repudio a la política de opresión y sojuzgamiento realizada por la burocracia militar y el grupo civil que monopolizaban las instituciones del Estado. Estos planteamientos diferenciaban el movimiento democrático personificado (…) en Ezequiel Zamora y sus campesinos del movimiento liberal amarillo que ignoraba las reivindicaciones fundamentales de la masa venezolana". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 22, 23).
La Sociedad Liberal de Villa de Cura se extendió por todos los caseríos. En las asambleas el pensamiento Zamorano se extendió como fuego en las mentes de los ciudadanos y caló hondo más hondo en ellos cuando Zamora hacía ciertos actos públicos: como quemar leyes y quemar imágenes de Judas con alusiones a lo líderes oligarcas.
"… Otras veces, a iniciativa de Zamora, se realizaban actos públicos en los que se quemaban ejemplares e la Ley de 10 de Abril de 1834 o de la Ley de Hurtos, o también a iniciativa de Zamora, <<se quemaban judas>> que representaban a José Antonio Páez, Ángel Quintero, Juan Vicente González o uno cualquiera de los hombres públicos de la República Oligarca". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 23).
Las acciones de Zamora lo hicieron ver como un agitador desde Caracas. A partir de entonces los poderosos latifundistas de la zona procuraron evitar su elección como Concejal a la Junta Parroquial del Cantón de Villa de Cura. Ellos tuvieron éxito y el día de la elección, bajo medidas llenas de flagrante represión antidemocrática al pueblo, anularon los votos recibidos por Zamora, se le arrestó y lo desposeyeron de sus derechos ciudadanos por cuatro años. (CFR.-LANDAETA ROSALES: 1961; 40). La reacción de Zamora fue violenta, sacó a golpes a los integrantes de la asamblea parroquial y eso le valió su detención: "le caí a golpes a trompadas a ese godo miserable y felón" (LEÓN TAPIA: 2004; 19). No obstante, dicha detención en la cárcel tampoco le calmaría.
"La primera prisión sufrida por Ezequiel Zamora es de importancia capital en el proceso de su maduración como caudillo popular: la represión policíaca, el fraude electoral y la violación del orden jurídico por los mismos sectores sociales que lo habían instaurado, lo conducen a la conclusión de que las luchas periodísticas y la agitación verbal son menos que impotentes frente al poder de las clases dominantes, estructurado económica, social y políticamente para reprimir las justas luchas de los oprimidos. La represión impulsa el pensamiento que lentamente se había venido formando en el cerebro de Ezequiel Zamora: es necesario olvidarse de las insignias y cambiarlas por balas y machetes (…) la violencia utilizada contra Zamora engendraría inevitablemente la violencia, y <<… en esta madrugada en que arrebatan a Zamora de la querencia de su bodega (…) los pies de sus apresadores comienzan a abrir un nuevo camino en la oscuridad>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 36).
Al salir Zamora de la cárcel este no pasará mucho tiempo para alzarse y junto con Francisco Rangel, a partir del 1º de septiembre de 1846, coordinaran por 6 meses la insurrección campesina por todos los llanos centrales del país. Durante ese período el ideario zamorano era la fuerza motora del levantamiento:
"… cómo no me voy a acordar, si las primeras palabras que me impactaron cuando escuché a Zamora por primera vez, fue cuando hablaba de que al pueblo había que respetarlo, y que toda la oficialidad tenía que mantener en su espíritu y Corazón, una moral verdaderamente revolucionaria". (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001, 69).
Finalmente,
"Es interesante observar como uno de los antecedentes de tinte social de la Guerra Larga se hace presente en la proclama que Zamora ya titulado Jefe del Pueblo Soberano y Rangel hacen en Corralito el 19 de septiembre de 1846 en plena insurrección campesina por su carácter radical: <<… y como sabemos que ustedes están defendiendo la misma causa que nosotros, y tienen un denotado patriotismo y deseo de sacar la patria de la salvaje y brutal dominación en la que tienen los godos oligarcas, sostenidos por el gobierno faccioso y ladrón de Soublette (…) Desgraciado del godo que se oponga; porque allí pagará con su vida la infamia; allí mismo se le cortará la cabeza para que sirva de escarmiento a los traidores y tiranos (…) todos resueltos a ser libres o morir". (GARCÍA MÜLLER: 2001; 32, 33).
20.- el excelente escritor cuyo seudónimo era manuel correa
Así como hablaba y se expresaba, así escribía Ezequiel Zamora. La época favorecía esta cualidad. Para mediados del siglo XIX las ideas romanticistas se habían expandido por toda Latinoamérica y con ellas la necesidad de transmitir las ideas a otros se enaltecía en tres aspectos como mínimo: 1) las palabras adquirían otro valor en el idioma español por cuanto ahora su significado se hacía más profundo en la interpretación de sus oyentes, es decir, más "romántico" digno de toda atención; 2) el desarrollo tecnológico de la época permitía que el recibir o enviar una carta fuera considerado todo un suceso, por lo que no es de extrañar que los hombres y mujeres de aquella época se hayan sentido intensamente halagados al recibir la atención por escrito de otro ser humano y que guardaran las cartas con mucho celo una vez leídas; finalmente, las ideas escritas simbolizaban manifiestos patentes de la personalidad de los remitentes. Una carta era algo trascendental, mucho más de lo que lo podemos imaginar hoy en día. Se sabe que, incluso, los remitentes podían pasar periodos de tiempo reflexionando la redacción de las mismas. Curiosamente, también se sabe que era un atributo venerable y de puro reconocimiento para aquel que podía redactarlas en pocos instantes.
Si bien se desconoce cuanto tiempo tomaba Ezequiel Zamora para escribir sus ideas, éstas podían reflejar gran cordura y reflexión, por ejemplo, a continuación presentamos dos escritos: en primer lugar, un extracto de la carta donde presenta su renuncia al Poder Ejecutivo como Gobernador <<en propiedad>> de Barinas el 24 de Abril de 1853 y en la que deja ver porque deja un cargo político de alto respeto por preferir no alejarse de las Fuerzas Armadas Nacionales:
"…quiero en la carrera a que pertenezco estar siempre dispuesto a defender las instituciones democráticas (…) base de los gobiernos libres (…) quiero defender los fueros populares en los campos de batalla, y encontrarme ocupando el destino de Gobernador cuando deba acompañar a mis compatriotas en la defensa de sus derechos, sería para mí doloroso y triste tener algún impedimento que me lo prohibiera (…) porque el juramento que tengo prestado me obliga a cambiar mi vida por la libertad de mi patria". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 125, 126).
En segundo lugar, presentamos otro extracto de uno de escritos más celebres esgrime de su puño y letra sus nobles ideales: la proclama del 29 de marzo de 1859:
"OCCIDENTALES: Yo obedezco al llamamiento con que me honráis; hijo del pueblo e idólatra de la Libertad, yo me hago un deber con oíros; yo os ofrezco el sacrificio del mi existencia si fuere necesaria para restablecer la República, para plantear la Libertad, para hundir tiranos. COMPAÑEROS Y AMIGOS: yo me siento con suficientes fuerzas para afrontar a los tiranos, me las habéis dado, me las comunicáis con honrarme con vuestra confianza, escojitándome como a otros para la gran empresa de la Libertad. COMPAÑEROS Y AMIGOS: Vosotros me abrumáis de gratitud, y me empeñaré en hacerme acreedor a los poderes que me otorgáis. Yo no veré obstáculos en la marcha gloriosa de vuestras armas, proscribiendo la palabra IMPOSIBLE cuando se trata de la Federación, de la Libertad. Por donde quiera yo os aseguro, vosotros encontráis los soldados de la gloria, eclipsando las grandes acciones de los Griegos y de los Romanos, cuando se sacrificaban por la patria y por los Dioses. SOLDADOS DE LA FEDERACIÓN! La suerte de las armas nos acompaña, o mejor dicho, la razón de nuestra causa nos prepara el camino de la gloria y nos ofrece un nombre en la posteridad. Acabáis de batir y poner en fuga vergonzosamente a los que osaron contestar con el grito de guerra ante la VOZ DULCE Y CONSOLADORA DE FEDERACÍÓN, dígalo sino la Boca de del Yaracuy, las playas del Palito y la Ciudad de San Felipe, del 22 al 27; en sólo cuatro días tres acciones y tres Victoria. El 23 de los corrientes encontramos (…)." (LANDAETA ROSALES: 1961; 307, 308).
Se conoce que Ezequiel Zamora acostumbraba a poner tres números o guarismos a manera de fecha, por ejemplo, 31, 18 y 6º; según sus propias palabras eso se debía a: "los guarismos indicados se referían, el primero a la época de la independencia, el segundo a la de la ley y el tercero a la de la oposición" (LANDAETA ROSALES: 1961; 136). En el citado caso si Zamora citaba 36 – 17 – 6º se hablaba del año 1847. Y también se sabe que Ezequiel Zamora escribía e intercambiaba cartas con sus amigos y demás camaradas; y cuando deseaba no ser descubierto o guardar su verdadera identidad las firmaba con el seudónimo de Manuel Correa: "Desde el refugio de La Guairita, Ezequiel Zamora mantenía correspondencia[16]con algunos amigos de Caracas (…) Zamora firmaba sus cartas con el seudónimo de Manuel Correa". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 116). Igualmente, no hay seguridad si la notable cantidad de decretos que se promulgaron a su nombre son de su autoría y mano, quizás son las ideas las más presentes, no obstante hay excepcionales decretos como el del 26 de mayo de 1859 y en donde creemos que Zamora estuvo de principio a fin en la redacción. Acá veamos un extracto de ese documento:
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