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El otro Ezequiel Zamora y palabras sobre su verdadera tumba (página 3)

Enviado por Alfredo Torrealba


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"… CONSIDERANDO: que es dogma de la Revolución Federal la fraternidad; que los Estados de Coro y Barinas no reconocen por enemigos suyos sino a los que atenten de hecho contra su independencia; que a nadie inquieta por sus opiniones políticas ni por sus actos anteriores, pues adictos o contrarios a la Revolución todos gozan de igual inmunidad mientras no conspiren contra el orden de cosas establecido; y que nadie permanece en prisión por los sucesos políticos que han tenido lugar hasta hoy". (LANDAETA ROSALES: 1961; 325).

Lo curioso de los escritos de Zamora es que obedecen a un profundo ideal casado con la más noble virtud humana. En comparación con otros escritos de la época, Zamora, quizás, es una excepción y el mejor representante de la literatura y pensamiento romanticista del pueblo revolucionario.

21.- EL FUSILAMIENTO DE MARTÍN ESPINOZA

Uno de los episodios más cuestionables en la vida del Valiente Ciudadano Ezequiel Zamora ocurrió, probablemente, en noviembre de 1859, cuando tomó la decisión de pasar a patíbulo a un fiel seguidor y oficial de mano derecha del Ejército Soberano.

El gran General Martín Espinoza, caudillo de hondo arraigo en el pueblo de Barinas, aunque se sumó a luchar junto a Zamora fielmente fechas después que presenció como las tropas del gobierno oligarca atacaba y diezmaba sin misericordia a su propia familia, cayó muerto por mano y obra de las tropas federales que días antes había dirigido con sórdido carácter contra el enemigo y, con las cuales, había peleado codo a codo en el nombre de la libertad, la revolución, la federación, su desaparecida familia y Zamora (CFR.- LEÓN TAPIA: 2004; 53-55).

Las razones que motivaron a Zamora a aplicar esa inaudita decisión (para su momento) encuentran explicación en dos causas: en primer lugar, se sabe que Zamora era intransigente con sus soldados. Él exigía a sus tropas una disciplina militar de gran entrega so pena de ser castigados e, igualmente, les exigía una moral revolucionaria comprometida con los ideales liberales y en contra del enemigo y declarada, casi bajo juramento, a seguir sus órdenes. En segundo lugar, se sabe que el odio de Martín Espinosa hacia los enemigos no tenía límites. Él dirigía a sus tropas con ferocidad y de manera inhumana los ajusticiaba.

"Para Espinoza no había leyes, ni reglamentos, ni regulaciones, ni orden alguno, iba al lado de Zamora porque <<no le había caído mal>>. Otros oficiales de la federación estaban sentenciados por él sólo porque tenían <<cara de godos>>". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 37)

Ezequiel Zamora le dio reiteradas órdenes que le exigían moderar su conducta barbárica de pillaje y ultraje, pero al ver que éste no cambiaba, decidió someterlo a juicio y ejecutar la condena sin reparos.

"Con respecto a la disciplina militar y a la moral revolucionaria de sus tropas, Zamora fue intransigente hasta el momento de su muerte. En Barinas no vaciló en someter a un consejo de guerra y condenar a muerte al coronel Martín Espinoza, a pesar de que sabía que con esta sentencia perdía un valeroso y prestigioso soldado de la revolución, que en cuestión de horas reclutaba miles de indios y peones para las tropas federales (…) pero Espinoza cuando se embriagaba no guardaba moral de un oficial revolucionario y hacía venganzas personales. Para mantener esa moral revolucionaria, Zamora no dudó jamás en castigar a los hombres de tropa que llegaron a lesionar los bienes de la gente de pueblo, a la par que pronunciaba sentencias como las siguientes: la propiedad del pueblo se respeta, es sagrada, lo que debe secuestrarse son los bienes de los ricos porque con ellos hacen la guerra al pueblo, hay que dejarlos en camisa" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 92).

Sin embargo, aparentemente, la decisión de Zamora iba más allá de poner orden, al contrario, el necesitaba indicar con mano dura que él era el General en Jefe del Ejército Soberano, porque para la fecha sus tropas comenzaban a fragmentarse entre tropas zamoristas y tropas adeptas a Juan Crisóstomo Falcón. Para él la situación era mucho más extrema que cuando procedió a interpelar a un abogado, quien era culpable de procrear la terrible discusión entre Zamora y Falcón (Ver capitulo 15), y lo condenarlo con un simple salvo conducto al exterior del país cuando, quizás, su castigo por ser "chismoso" ponía en riesgo más de lo que podía poner en riesgo Espinoza (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b; 72).

"… Porque si no impongo la disciplina, la anarquía nos hubiera devorado, tal como decía Bolívar con su palabra sabia (…) Lamentablemente, Espinoza era peor que el indio Rangel, pues jamás aceptó mis órdenes, ni siquiera mis consejos. Aunque se proclamaba mi subalterno, siempre actuaba como le daba la gana después de prometer su obediencia. Y eso me corrompía la tropa coriana y los soldados del centro, que había logrado disciplinar en tantos meses de esfuerzo (…) Y el asunto se fue haciendo más grave, cuando formados los batallones en las sabanas de Juana María, se insolentó pidiendo, por pura inquina, la cabeza del comandante Pablo Miel, uno de mis mejores hombres llegados de Guerrilandia (…) Era difícil convencer a esa gente pero yo necesitaba tener batallones obedientes para poder vencer y, sobre todo, aplicar mi táctica en las trincheras de Santa Inés que ya tenía estudiadas en el sitio (…) Dura fue la decisión contra un hombre de mi pueblo, encendido de venganza por sus propias circunstancias, y desde ese momento, comencé a estudiar la forma de librarme de él (…) sin más consideraciones, distribuí su gente entre los batallones y ordené para él un consejo de guerra por insubordinación (…) Deliberaron esa noche y en la mañana le leyeron la sentencia de muerte que el hombre escuchó callado (…) tuve que hacerlo porque, si no lo hacía, se perdía toda la moral indispensable para triunfar con cualquier ejército". (CFR.- LEÓN TAPIA: 2004; 55-57).

De una u otra forma, Zamora puso muy en claro que él era capaz de hacer cualquier cosa por un ejército formidable y obediente. Ya no quedaban dudas sobre él. Así sus tropas se encaminaron confiadas hacia Santa Inés sin dudar que fueran dirigidos por un incorruptible general.

Sin embargo, no es posible afirmar que el fusilamiento de Martín Espinoza fue olvidado por la inmensa cantidad de soldados que le era fiel a este caporal. Por lo que, a nuestro juicio, incluso en plena batalla de Santa Inés y un mes después en San Carlos, Zamora era objeto de odio por parte de un grupo aún fiel a su desaparecido general, el cual, de seguro a sus ojos, no había recibido un juicio justo.

22.- ZAMORA EL SER PERSUASIVO Y LA CONSPIRACIÓN CONTRA ÉL

A veces, los hombres para mantenerse en una posición decisiva y hegemónica dentro de un grupo social jerarquizado o para acceder a posiciones beneficiosas pueden usar las relaciones sociales como un vehículo natural para lograr sus objetivos. Dentro de esas relaciones sociales, la persuasión es la llave que facilita el avance regular de muchos sucesos o hechos sociales. Sin embargo, la persuasión cuando adquiere un carácter político puede ser vista como un arma de doble filo, porque allí privará el contexto moral y ético en que se enfoque el objetivo que se persigue.

Ezequiel Zamora[17]si bien no era un ser persuasivo por naturaleza, cuando se proponía hacerlo lo hacía de una manera excepcional. Por ejemplo, en una ocasión de 1859, se tramó a su alrededor un plan para sacarlo del poder del Ejército Federal. A la mejor usanza de un golpe de estado moderno, las tramas sociales se fueron cerrando cada vez más sobre el general sin que él ni sus allegados se percataran de lo que se maquinaba. Y de no haber sido por su perspicacia y la presencia de soldados leales a su mando, probablemente la conspiración habría tenido éxito. Así, cuando Zamora se enteró, éste bien pudo hacer juzgar a los oficiales en contra de él de la manera más dura, pero inteligentemente, en vez de preferir perder buenos oficiales, insólitamente (y decimos insólitamente por cuanto recordemos que hablamos de una actitud en plena guerra federal) Ezequiel Zamora habló con ellos y procuró hacerlos desistir de sus planes:

"…trataron de dar un golpe de mano, desconociendo al general Zamora, varios jefes amigos de Falcón, los que figuraban en el ejército expedicionario federal, para nombrar como primer jefe de la federación al general Juan Antonio Sotillo, su segundo al general José Desiderio Trías, presidente en campaña al general Juan Crisóstomo Falcón. Este golpe de mano pretendieron llevarlo a término los generales José Rosario González, (…) José Desiderio Trías, Faustino Pulgar, José Rosario Petit y otros jefes y oficiales de distintas graduaciones, intentona que se frustró y fue descubierta por el belicoso comandante Jesús María Hernández, quien manifestó al general Zamora lo ocurrido. Instruido el general Zamora de lo que estaba pasando en el ejército de su mando, voló al peligro, sometiéndolos a todos a la obediencia de modo respetuoso, pero tal fue el efecto que produjo esta sorpresa a los conspiradores de aquella traición, que no hallaron conducta que observar, no porque el general Zamora hiciera caso a aquel acto felónico contra su persona. El general José Desiderio Trías se arrepintió, y observó en lo sucesivo fidelidad al general Zamora, digna de un soldado leal a la causa que juraba defender. (…) Además, este golpe de mano también había sido descubierto por otras vías: por intermedio de los servicios de inteligencia del estado mayor del Ejército Federal de Occidente". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 57, 58).

Este humilde suceso nos da evidencia de la inteligencia y la capacidad negociadora de Ezequiel Zamora para manejar y dar resolución a los problemas: por más graves sean y en las condiciones más apremiantes. Sólo pensar en la situación en que se encontró y considerar que sus oficiales eran hombres de hechos y no de palabras, nos da una idea de la dificultad que enfrentó y del significado de haber hecho un cambio de voluntad significante en estos valientes y bastos soldados. Por ello, este echo nos sugiere que era un ser con alta capacidad para persuadir las voluntades más antagónicas y que pese a tener esa inmensa arma entre sus manos, nunca la utilizó para beneficio propio, sino para la consolidación más profunda de su ejército con vista a la lucha revolucionaria y a la paz futura.

23.- LAS FRASES CÉLEBRES DE EZEQUIEL ZAMORA

Debido a que para la historiografía de "la oligarquía reaccionaria, el movimiento armado de 1846 – 1847 no fue sino una sedición de la plebe anárquica y bestial contra el orden y la legalidad constitucional" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 69), y que para la "historiografía de inspiración liberal y democrática, aquel movimiento fue una justa rebelión o protesta armada, con raigambre colectiva, contra el orden oligárquico" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 69), la imagen de Ezequiel Zamora parece ajustarse a la conveniencia político-histórica del tipo de sistema político y gobierno de turno, así como sus alocuciones, de modo que algunos siempre lo mirarán como un bandido y otros como un hombre excepcional, un héroe. Durante el período de 1961 a 1999 sólo el 04 de Febrero 1975 el Presidente Carlos Andrés Pérez emitió un decreto ensalzando la figura de Zamora, en cambio, del año 2000 a la fecha, la imagen de Ezequiel Zamora es reconocida tanto por el estado como por sus ciudadanos por lo que fue: como un hombre muy conciente de las precarias circunstancias que el país vivía hace más de 160 años y por las cuales no se quedó callado y sumiso. La "conveniencia histórica" ha sido la causa de qué tanto sepamos de Ezequiel Zamora. Lamentablemente, esto ha repercutido con tristes costos. La oligarquía del siglo XIX borró y manipuló informaciones acerca de su vida y se han distorsionado o perdido muchos aspectos históricos con idea de deteriorar la imagen de Zamora y contar su propia historia y ensalzar a sus propios héroes. No obstante, incluso así, aún disponemos de muchos datos históricos y grandes alocuciones hechas por Ezequiel Zamora, palabras memorables que pudieron engañar los filtros y cristales y a cuya medida se procuró una vez eliminar el recuerdo de este hombre, pero no pudieron porque subestimaron la carga valorativa del pensamiento revolucionario que las había creado.

Ahora bien, la bases del pensamiento de Zamora, grosso modo, puede extraerse de una alocución hecha el 07 de Marzo de 1859 y en donde deja, a nuestro juicio, una honda huella del pensamiento revolucionario que siempre lo caracterizó:

"Compatriotas (…) evitemos en lo posible la efusión de sangre; pero que se derrame y se formen hecatombes, si así lo quieren los victimarios, los enemigos jurados de la libertad…" (PÉRZ ARCAY: 2000; 108).

Zamora se deja ver como: "la conciencia igualitaria y niveladora del pueblo venezolano alzado contra los últimos privilegios oligárquicos y dispuesto a cumplir del modo radical aquellas consignas sociales que se pretirieron y retardaron desde la independencia. Casi nos asusta (…) su fe fanática, sin distingos de matices, dispuesta a imponer ciegamente lo que él creía un sistema de felicidad (…) La Federación encierra en el seno de su poder el remedio de todos los males de la patria. No; no es que los remedia; es que los hará imposible…". (PÉRZ ARCAY: 2000; 108).

El pensamiento de Ezequiel Zamora, sin duda, era apasionado a los ideales con los cuales se casó joven. De hecho, cuando a pocos meses de comenzar su experiencia militar y dirigirse en una reunión del estado mayor con esta frase: "… ahora podemos volver a hablar con la voz gruesa, que tiemblen los oligarcas" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 61), logró sintetizar el sentimiento del pueblo en casi un grito, una orden, un deber… Esta sentencia que será reducido a un grito de campaña o de guerra: ¡Oligarcas Temblad!, sería la llama incendiaria de la revolución por todos los llanos venezolanos. Con posteridad la consigna tomaría mayor identidad: "Tierras y hombres libres, Elección Popular, horror a la oligarquía" y se inscribiría como un canto de guerra: "¡El Cielo Encapotado – Anuncia Tempestad – Oligarcas Temblad – ¡Viva La Libertad!" (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; XIV).

También entre sus frases usuales se oía a manera de consigna: "Estudiar y Trabajar, Trabajar y Estudiar" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 50); "Siempre He Odiado La Venganza" (LANDAETA ROSALES: 1961; 43); u otra que según Román Martínez Galindo: "Tierra Y Hombres Libres Es Una Frase Mía" (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 105). Por otro lado, cuando sospechaba algo casi siempre utilizaba la misma frase: "Hay Algo Podrido En La Olla" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 138), y cuando se refería a la guerra popular que se suscitaba en Venezuela utilizaba la siguiente expresión: "Somos como el cuerpo seco: si nos pisan por un lado nos levantamos por otro" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 138). Entre sus máximas favoritas también estaba: "Hablar siempre con el pueblo, escuchar siempre al pueblo" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 47). Una vez dijo refiriéndose a Venezuela: "… En esta tierra que parió la independencia de América…" (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 118).

Como dato curioso, vale mencionar que una de las palabras que seguramente fue dicha hasta el cansancio por Ezequiel Zamora fue: "Federación", sin embargo, para el pueblo era una palabra nueva, y en su humildad por perseguir el pensamiento puro de la liberación apenas decían lo que entendían: "Feberación". Y aunque no la conocían, el pueblo tenía fe en ella. (CFR.- PÉRZ ARCAY: 2000; 109).

24.- LA ASTUCIA DE ZAMORA: SE TIÑO EL CABELLO Y EL BIGOTE

Si por algo sus soldados recordaban a Zamora era por su singular astucia, de hecho todos estaban al tanto que él no "tenía ni un pelo de bolsa" (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 7).

"En la Guairita, Zamora fue conocido por los peones, arrendatarios y esclavos como don Manuel; sólo los más íntimos, los viejos guerrilleros que junto a él habían combatido, conocían la verdadera fisonomía de quien se ocultaba bajo el nombre de aquel oscuro caporal de hacienda. Zamora <<no se fiaba de nadie>>, y por eso la astucia que lo había salvado de morir envenenado en la cárcel, lo inducía a ocultar su verdadera personalidad". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 105).

Incluso una vez se tiño el cabello y sus bigotes para escapar de sus perseguidores: "En los primeros días de agosto de 1858, <<disfrazado de arriero, con el pelo y los bigotes teñidos negro>>, se trasladó a Catia La Mar y allí embarcó en una chalupa que lo condujo a Curazao". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 19).

Sin embargo, sería inapropiado creer que Zamora tenía ciertas destrezas para cosas pasajeras y circunstanciales. Por ejemplo, él siempre procuró rodearse de hombres excepcionales a la hora de tomar decisiones y colocaba a los mejores en los cargos importantes del ejército y para ejercer asuntos públicos. En aquel tiempo donde el autoritarismo y el centralismo decisional imperaban en todos los estratos sociales, aquel hombre oía sabiamente el juicio de sus allegados sin sed de protagonismo: "Zamora seleccionaba a los mejores hombres para los cargos claves en el ejército y en las funciones públicas" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 50). Estos oficiales que se hacían llamar <<soldados zamoranos>> antes que <<soldados federales>> "conocían, leían y comentaban, y en muchos casos traducían al castellano libros, folletos, revistas, periódicos y otros papeles inspirados en las ideas de Babeuf, Saint-Simón, Proudhom, Blanqui, Fourier, Leeros y Owen" (GARCÍA MÜLLER: 2001; 120), por lo cual no es extraño creer que ellos mismos hayan sido los autores intelectuales de la vertiginosa difusión del socialismo utópico por el llano venezolano. Además, Zamora escogía a las personas confiables para estructurar sendas redes de espionaje por las comarcas y estar al tanto del movimiento del enemigo. La red de información que él tenía favorecía cuando mucho las acciones guerrilleras que se extendían por grandes extensiones de territorio indómito.

"Zamora estaba <<instruido perfectamente>> <<por la red de espionaje que tenía en territorio enemigo>>" (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 77). Al final de la red, Zamora analizaba la información y decidía lo que debía hacerse.

25.- ZAMORA ERA MASÓN

Uno de los aspectos más polifacéticos de la vida de Ezequiel Zamora es que en 1855 se inscribió en la masonería[18]Esta decisión la tomó en una época en que transitaba por un período significativo de formación ideológica y reflexión introspectiva que compartía con amigos cercanos sobre los problemas del país y, en especial, los del partido liberal y el ascenso de los oligarcas. Zamora entre 1848 y 1855 "amplió sus horizontes intelectuales, estudia los problemas militares desde el punto de vista teórico, comprende la fundamentación política del programa de tierras y hombres libres– y lo más importante a nuestro juicio- descubre los nexos existentes entre ese programa y el programa de los insurrectos de junio de 1848, en París". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 126).

"Zamora mantiene permanente correspondencia con el círculo de amigos de Caracas y cuando viene a esta ciudad con ellos se reúne para discutir sobre la situación política nacional y para comentar las informaciones y periódicos que llegan de Europa (…) Los insurrectos de junio de 1848 residentes en caracas participan en estas reuniones y cooperan con sus ideas y experiencias. En el círculo de amigos Ezequiel Zamora (que se diferencia de las otras fracciones liberales por su radicalismo) surge la iniciativa de formar progresivamente un <<partido dentro del partido liberal>> para difundir el credo igualitario, ganar posiciones y hacer la revolución, porque nuevamente <<la sierpe goda se está apoderando mañosamente de la República, con guante seda habiendo fracasado en los campos batalla y hay liberales que transigen>>. Hay preocupación por la abolición de la esclavitud con indemnización. Se discuten planes de trabajo y se decide que Zamora se inscriba en la masonería, en tanto que otros de Caracas se dediquen a la organización de los artesanos en <<gremios por oficios>>>." (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 126).

En efecto, el 18 de mayo de 1855 Ezequiel Zamora fue recibido como miembro de la Organización Francmasónica, en Ciudad Bolívar, por la Logia Estrella del Orbe.

"La Disertación de orden pronunciada por Zamora versó sobre <<La Libertad e Igualdad entre los Hombres>>, y fue editada posteriormente en la Imprenta <<El Edén>>, de La Victoria". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 139).

26.-ARTIMAÑAS DE GUERRA DE ZAMORA

En los conflictos armados todo se vale. Ezequiel Zamora nunca dudó de esta afirmación; y más cuando él supuso que éste era el principio motor de muchas maniobras militares exitosas. Las tretas son un as bajo la manga para cualquier militar y entre más original sea, mejor. Zamora desde joven hizo varias artimañas de bajo perfil pero sin ser un agresor tiránico, déspota y salvaje con sus enemigos castrenses. Al contrario, a veces sus artimañas parecían cómicas a sus soldados por ser originales y astutas. De esta forma Ezequiel Zamora labró su imagen como un hombre pícaro, decidido y muy listo entre sus tropas, elementos que denotaban un peculiar y coloquial carisma por el cual se le valoró por muchos años. Entre los ejemplos que se pueden mencionar, está el siguiente:

"La sagaz pesquisa conduce hacia un comerciante de nombre José García. El hombre es acosado por un severo interrogatorio que lleva a cabo Zamora personalmente. Ante la negativa de García a confesar la verdad, lo traen hasta una fosa recién abierta, lo paran a la orilla del agujero y enfrente forma un pelotón de fusilamiento que viene dispuesto a ejecutarlo sumariamente, por supuesto que al aterrorizado García no le quedó otro camino que decirlo todo, logrando por estos medios Zamora apoderarse del cargamento de pólvora, pertrechos y armamento más importante que tenía el ejército centralista en todo el occidente. (…) El señor García, después de su forzada declaración, fue dejado en libertad, pero aún así, cuando llegó a su casa todavía estaba más <<cagao>> que palo e` gallinero". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 16, 17).

Otro ejemplo más serio sobre Zamora que demuestra lo que era capaz de hacer es el siguiente:

"No comete crímenes individuales, ni tolera que se lesione en lo más mínimo los bienes de la población, pero si ordena <<el secuestro de las propiedades los godos oligarcas, porque con esas explotan y le hacen la guerra al pueblo>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 71).

Zamora complementó sus tácticas y estrategias militares con estas y muchas otras tretas de bajo perfil para conseguir sus objetivos. En cambio, cuando asumía una táctica o estrategia definida de batalla asumía otro rol como hombre, es decir, muy serio y estudioso de las consecuencias de sus actos para no daba trecho a las posibilidades de fracaso.

27.- LAS ESCUELAS ZAMORANAS

Las condiciones socioeconómicas de Venezuela a lo largo del siglo XIX eran tan precarias que la inmensa mayoría de sus escasos millón y medio de habitantes no sabía leer ni escribir. Aunque si bien poseían grandes conocimientos en cuanto a la agricultura, seguían siendo una población abandonada, extremadamente empobrecida, desasistida y olvidada por parte de aquellos señores latifundistas y oligarcas que dirigían las riendas de un endeble sistema político.

En ese contexto de desesperanza rural, Ezequiel Zamora no olvidó a su pueblo pese a estar íntegramente casado con la dirección de los ejércitos federales. Aquel pueblo que había cedido a sus propios hijos y esposos para acompañarlo en la lucha por la libertad, siempre ocupó un puesto especial en la mente de Zamora. Y éste hombre instruido, quien sabía muy bien que un ser sin historia es un ser sin identidad, procuró sembrar el conocimiento histórico venezolano no sólo en sus tropas, sino también en el pueblo, para cosechar la identidad de hombres libres dignos y luchadores de una nueva Venezuela llena de aspiraciones y reivindicaciones humanas. A través de la creación de escuelas o centros de educación, algo rudimentarios por demás, pero efectivos en cuanto a la consecución de su máximo objetivo: la consolidación de la difusa cultura del venezolano de provincia, Ezequiel Zamora sorprendió a los intelectuales de su tiempo. En esos centros de educación se abrieron los caminos al conocimiento por dos estratégicas puertas: la enseñanza de la lengua castellana tanto escrita, leída como debidamente hablada y la historia de Venezuela.

"Zamora prestaba especial atención a sus tropas, no solamente en cuanto al reclutamiento, que se hacía voluntario, desde los catorce años en adelante y sin límite de edad sino con respecto a la cultura de <<el pueblo en armas>>. En el estado mayor y bajo la dirección del licenciado Francisco Iriarte en su carácter de secretario general y auditor de guerra, funcionaba un círculo de discusión sobre problemas estratégicos-militares y políticos, la asistencia era obligatoria, incluyendo a Zamora, quien ordenaba a Emilio Navarro <<pasar lista>> antes de celebrar las reuniones. Los oficiales analfabetos estaban obligados a aprender a leer y escribir, y esta tarea la coordinaba Emilio Navarro. En los cuarteles funcionaban escuelas de primeras letras y fueron editadas millares de cartillas para uso de los soldados <<e hijos del pueblo>>. La tropa cooperaba en la limpieza y reconstrucción de la ciudad". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 49, 50).

Vale mencionar que de estas escuelas se han inspirado muchos programas de educación no sólo en Venezuela sino en Latinoamérica.

28.- LOS MONÓLOGOS DE ZAMORA

Para malestar de muchos y sospechas de otros, se sabe que Ezequiel Zamora muy usualmente hablaba sólo consigo mismo. Sus cavilaciones podían ocurrir a cualquier hora del día, pero cuando hablaba en las noches sus soldados no se les hacía fácil el sentir miedo de aquel curioso comportamiento.

"El vivac de las tropas de Zamora no se utilizaba para descansar sino para leer y discutir sobre problemas políticos. El mismo educaba con el ejemplo, en los momentos de descanso, y en altas horas de la noche, una vela de sebo ardía, e iluminaba la choza donde funcionaba el estado mayor: el Jefe del Pueblo Soberano leía y redactaba sus proclamas … A veces, en las noches más calurosas y cuando él pensaba que todos dormían, se paseaba por los alrededores del estado mayor, hablando solo, para preocupación de sus subalternos, pronunciando frases como las siguientes: sí, la revolución triunfará, venceremos". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 34).

"¿Y qué cosas leía y estudiaba Ezequiel Zamora? De manera general cuanto libro, folleto, periódico o revista caía en sus manos, pero especialmente leía, ávida y apasionadamente, obras de historia y estrategia militar. En los libros buscaba fuentes de inspiración para sus luchas, explicación a multitud de problemas sociales, cuyas causas no había logrado comprender de modo consciente, pero sí intuitiva. De aquí las interrogantes que constantemente se planteaba, hablando consigo mismo y no pocas veces en voz alta, para asombro de sus amigos y compañeros (y posteriormente de su esposa cuando estaba desterrado en Curazao). Esas interrogantes eran las siguientes: << ¿Es posible terminar con la opresión de la oligarquía y con el poder de los ricos? ¿Podrá el pueblo vencer a sus tiranos? ¿Y las tierras por qué las tienen solamente los poderosos? La tierra es de todos como el agua, el sol, y la naturaleza>>. (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 106).

No obstante, aunque dicha actividad puede ayudar a las personas a pensar y responder a las circunstancias positivamente, es uno de los aspectos más desconocidos de la multifacética personalidad de este soberbio líder venezolano.

29.- LOS MOTES DE ZAMORA

Una de las características más singulares de Ezequiel Zamora era el ser objeto, por parte de sus soldados, de burlas o bromas que sin rayar en lo grotesco y mucho menos sin pensar o tratar de ofenderlo. Es el caso de los sobrenombres que Zamora tenía en el argot jovial de sus tropas. Le decían: El Cabo Zamora; El Maneto; El Maneto Cabo Zamora; Pis Ágiles y El Catire.

Cada uno de ellos, lejos de ser ofensivos, eran inofensivos y engañadores, y aunque hoy muchos de esos sobrenombres pueden darnos significados injuriosos, en el contexto de la época, hace más de 140 años, eran arquetipos que denotaban la personalidad de un hombre excepcional, querido, venerado y, especialmente, admirado.

"Zamora inspiraba inspiraba en sus tropas esa familiaridad confianzuda para ser llamado <<cabo>>, definición por demás admirativa, que los soldados dan a sus grandes capitanes cuando éstos poseen la aureola del verdadero guerrero. (…) A Zamora lo apodaban también, con simpático aprecio, <<El Maneto>>>". (MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 4).

Vale mencionar que el sobre nombre de "El Maneto" hacía referencia a que Zamora era muy junto de rodillas, quizás por su contextura de jinete de décadas[19]

"… catire, la colmena hay que castrarla con candela y de un solo golpe porque si se alborotan las avispas nos pican". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 36).

Igualmente, el mote "Catire" no era ofensivo, más bien era un simbólico reconocimiento a un hombre rubio de cabello y de textura blanca, en una guerra donde la mayoría de sus participantes poseían color de piel negro, moreno, zambo, etc… De tal forma que para las tropas, tener a "El Catire" a su lado era la declaratoria de que la pugna no era un asunto de razas (elemento muy presente para la época donde las fracturas entre sociales de esclavos y blancos terratenientes eran muy presentes), sino de ideales, necesidades y libertades.

"… En Obispos permaneció dos días el ejército colorado, siempre averiguando por mis pasos, pero tal como me habían apodado mis enemigos de Barquisimeto, llamándome <<pies ágiles>>, mis huellas no las encontraron en ninguna parte porque constantemente cambian de sitio". (LEÓN TAPIA: 2004; 88).

Como vemos en la anterior redacción, Zamora era un hombre de difícil ubicación por parte de sus tropas enemigas. La guerra de guerrillas que había armado por el centro del país le exigía, por su misma dinámica, estar en constante movilización por el territorio del país, no sólo para su propia protección, sino para estar en contacto con sus propias tropas y darles órdenes. Curiosamente, es en esta época que el Telégrafo llega al país (1850-1860), pero a los pocos meses de iniciada la guerra Federal (1859-1863), las conexiones fueron destruidas por los revolucionarios para mitigar el rango de acción de las tropas oligarcas.

30.- EL ASPECTO FÍSICO DE ZAMORA

Entre las curiosidades de la vida de Ezequiel Zamora están las discusiones acerca de su verdadero aspecto físico. Y aunque a lo largo de su vida sufrió cruentas enfermedades como el tifus y <<fiebre fría>> (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 66), entre otras, su aspecto no varió cuando mucho ni su vitalidad. Ahora bien, de la juventud de Zamora se sabe:

"Físicamente, sus amigos lo describen como un hombre alto y delgado; de ojos azules y mirada viva y penetrante; sus facciones se distinguen por líneas bien definidas, pómulos agudos, nariz recta, barba firme y saliente, frente descubierta y bien modelada que dan <</em>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-a; 9).

Posteriormente, unos años después se le describe de la siguiente manera:

"Pelo rubio pasudo y bastante poblado, color blanco y algo catire, frente pequeña, ojos azules y unidos, nariz larga perfilada, nuca pequeña y algo sumida, labios delgados, barba roja y escasa, estatura regular, cuerpo delgado, muy junto de muslos y piernas manetas y cubiertas de un vello áspero: los pies son también largos y flacos: es de andar resuelto…". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 19).

El andar resuelto de Zamora es el aspecto más comentado de su destreza, de hecho salvó su vida muchas veces por esa cualidad: "Zamora, que era, según el pueblo, <<un hombre muy rápido, relancino y defenso>>". (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 125).

31.- LA MUERTE DE ZAMORA

"…la bala que en San Carlos asesinó a Zamora, había matado a dos,

a su jefe y a su partido". El Heraldo – Juan Vicente González

Si en algo coinciden todos los estudiosos de la vida de Zamora es que su muerte fue un golpe fatal para la causa revolucionaria que encabezaba.

"La muerte de Zamora fue un golpe verdaderamente fatal, fue un zarpazo del destino (…) La nave de la revolución perdió a su único piloto capaz de conducirla al puerto seguro de la paz que hubiera satisfecho a las grandes mayorías. (…) La revolución quedó acéfala, se había golpeado el cerebro conductor y el centro neurálgico que movía la maquinaria en cuerpo y alma" (MARTÍNEZ GALINDO: 1992, 119).

Sin embargo, no es posible decir lo mismo con respecto a la muerte de Zamora en si misma el 10 de Enero de 1860[20]en la ciudad de San Carlos a sólo 20 días de cumplir 43 años. Aún se perciben dudas acerca de las circunstancias que rodearon los últimos momentos del "Valiente Ciudadano" y de quienes realmente fueron los perpetradores de tal crimen. No obstante, Federico Brito Figueroa se refirió al respecto a partir del estudio de varios documentos que detallan el sitio a la ciudad de San Carlos, primer bastión a conquistar de Zamora en su ida a Caracas:

"El sitio de la ciudad de San Carlos comenzó el 3 de Enero de 1860, y desde su campamento establecido en la <<en la entrada del pueblo, una vez pasado el río>> (…) La plaza de San Carlos desde el 3 de enero fue cayendo en poder de las tropas federales casa por casa, calle por calle hasta ocupar la plazoleta que quedaba frente a la iglesia de San Juan en la parte oeste de la ciudad (…) Zamora tenía seguridad de que tomaría San Carlos en la tarde del día siguiente. Así lo manifestó, en la noche del 9 de enero, en una reunión celebrada a orillas del río principal, considerando asimismo (…) que una vez ocupada la ciudad el ejército y el pueblo proclamarían a Falcón presidente provisional de la república. (…) Al amanecer del 10 de enero de 1860, por orden de Zamora las dianas de las trompetas federales saludaron el primer mes aniversario de la batalla de Santa Inés: estaba seguro que ese mismo día, a las tres de la tarde los Ejércitos Federales de la República ocuparían San Carlos, ya los defensores de la ciudad habían, solicitado una capitulación, pero Zamora había respondido que solamente la otorgaría a discreción y sin condiciones. Para ultimar los detalles relacionados con esta capitulación salió Zamora hacia San Carlos, en las primeras horas de la mañana: al mediodía estaba en la casa de la familia Acuña, donde había sido invitado a almorzar. Pero antes de que esto ocurriera tuvo necesidad de salir a revisar unas trincheras que estaban edificando en un lugar cercano: no regresó más, sus últimas palabras fueron <<ya vengo…>> A menos de cien metros de la Iglesia de San Juan, estando en terrenos dominados por las tropas federales una bala le quitó la vida". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 88).

Sin embargo, esta versión de los hechos de Brito Figueroa ha sido duramente criticada por diversos historiadores venezolanos. De hecho, muchos le consideran el verdadero "Asesino" de Zamora. Por ejemplo, las mayores críticas que se han sostenido a los escritos de Brito Figueroa se centran en la forma como narró los últimos momentos de vida de Zamora y la identidad de los perpetradores. De esta forma, pareciera que el mayor delito que cometió Brito Figueroa fue escribir el siguiente párrafo:

"La muerte de Zamora ocurrió en la parte de la ciudad de San Carlos que ya estaba ocupada por las tropas federales, es decir, en la parroquia San Juan. En la torre de la iglesia de esta parroquia estaba apostado el sargento G. Morón, espaldero de Juan Crisóstomo Falcón, y quien utilizando el rifle de éste fue el autor del disparo que ultimó al conductor de la revolución democrática y antifeudal". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 96).

A partir de éste, muchos historiadores señalaron con contundencia que Brito Figueroa había inventado la persona de G. Morón, para confinar a la historia la imagen de Guillermo Morón, colega de Brito y miembro de la Academia Nacional de la Historia. De hecho, Guillermo Morón, así lo mantiene cuando señaló en el 2008 que:

"uno de sus libros más polémicos -(de Brito Figueroa)- es la biografía de Zamora, donde dice que fui yo quien mató a Zamora, por ejemplo, para decir cómo se puede adulterar la Historia por intereses puramente políticos pasionales, desde el punto de vista de las ideologías".

En este orden de ideas, Roberto J. Lovera de Sola se refirió incisivamente al tema citando el libro de Rodríguez Adolfo "La Llamada del Fuego", cuando en el 2009 manifestó que:

"… En cambio Brito Figueroa, lo que hizo fue desfigurar la personalidad, acción e ideas de Zamora. Brito Figueroa, hay que decirlo para los lectores de historia, a todo lo largo de su Tiempo de Ezequiel Zamora alteró, cambió datos en favor de una tesis preconcebida, (la suya), siempre investigo mal, dio incluso detalles falsos, inventó una falacia sobre el color rojo y sobre todo sobre el nombre del hombre que ultimó al caudillo en San Carlos. Sabemos hoy que ese G.Morón que Brito dijo no existió. Fue una "boutade" suya para herir a un amigo con quien se había peleado. Quizá parezca increíble hacer semejante cosa, pero eso hizo Brito Figueroa, hombre equivocado siempre y mal historiador. Es por ello que Rodríguez -(Rodríguez Adolfo)-, tras analizar todos los testimonios sobre el posible Morón como asesino de Zamora indica: "Ninguno de los autores que sindican a un tal Morón de matar a Zamora, suministran el nombre, excepto Brito, quien se atreve a colocarle de inicial una "G", al parecer con fines fabuladores y no históricos".

Pero sea de una u otra forma, las defensas de Brito Figueroa quedan comprometidas ante el "Boletín del Archivo Histórico de Miraflores" de 1959 que salió a la luz pública a finales de 2008 (después de 40 años de olvido). En dicho informe, Cipriano Castro, actuando de escritor y compilador, sorprende a la historia con un documento titulado "La Verdad Histórica Sobre La Muerte y Entierro del General Ezequiel Zamora", donde no se hace mención a G. Morón, y se enuncian un conjunto de personajes decisivos en los últimos momentos de la vida de Ezequiel Zamora, que Brito Figueroa decisivamente no quería profundizar, como el caso de Telésforo Santamaría, pieza central para Rodríguez Adolfo:

"Es ahora el día siguiente, 10 de enero de 1860. Todo indica que lo que vamos a narrar no sucedió en la tarde sino cerca del mediodía. Fue entonces cuando atravesó la calle real, caminó hasta la esquina de la Casa de la Blanquera, entró a solar de la familia Acuña, allí almorzó, tomó un pedazo de patilla y, dirigiéndose por un hueco en la pared, marcha a la parte del solar de la casa ocupada por el negocio de los hermanos Desiderio y Federico González, donde las tropas federales, en gran desorden, se detallaban víveres… fue a la puerta que da a la mediagua del sur donde se atrincheraban José Manuel Payares Seijas, Pablo Piña, Montenegro, Buenventura Núñez, Guzmán Blanco, un oficial y otros. Y Piña dijo: -No asome general. Mire las balas como despedazan ese platanal de enfrente… Guzmán recordó estos jirones de voces intercambiadas entre Zamora y la guerrilla apostada allí: << -Sí -Allí… – Dos… -Muy bien -Ahora mismo>> Sin descuidar el flanco por donde penetraban los disparos. Uno de los hombres de Zamora tropezó con Guzmán y éste hizo un movimiento lateral hacia la derecha pero no estorbarlo. Y fue cuando el cabo inició una palabra que quedó trunca: <<-Ca(rajo)…>>Dobló las rodillas (Zamora) y Guzmán lo habría sostenido para que cayese suavemente de espaldas… (RODRÍGUEZ, ADOLFO: 343-345).

El centralista Telésfero Santamaría fue señalado como autor del "inimaginable disparo" (RODRÍGUEZ, ADOLFO: 345), por los periódicos caraqueños "Diario de Avisos" y "El Constitucional", trece días después de la muerte de Zamora, es decir, el 23 de enero. Pero por ningún lado Brito Figueroa hace reflexión de esto y de cómo estos periódicos no decían nada sobre un tal Morón. A todas estas, Cipriano Castro ve los hechos de forma similar, pero pone la situación más compleja cuando expuso una comunicación recibida de Carlos María Oviedo, fechada en 1894, y otra del Dr. M. A. Granado, fechada en 1904, donde se refiere a Telésforo Santa María (sic) y a la identidad de un oficial misterioso se ufanaba de haber dado muerte a otro importante oficial:

"Como a las 11 a.m del día del sitio, disparó un tiro hacia el solar de enfrente un soldado nuestro de nombre Telésforo Santa María, y dijo: Cayó un Jefe de pantalón azul. Este tiro salió del solar de la casa del finado Manuel Hernández Sierra, y el mencionado Jefe cayó en un solar de la casa que ocupaban Desiderio y Federíco González, que dos o tres años después fue del señor Ramón Borjas" (Dr. Carlos María Oviedo. En: BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959: 37). .

"Entre los sitiados de San Carlos se hallaba mi otro hermano político, señor Joaquín Espinosa, vecino hoy de Valencia, quien me ha referido que un día pidió premio un Oficial, porque había matado a uno de los Jefes principales del contrario bando: que por la aspillera o hueco de que se servía para disparar el reclamante del premio, pudieron los sitiados observar que en efecto había muerto un alto personaje del enemigo. Al suceso narrado siguió el rumor, vago al principio, acentuado después, de la muerte del General Ezequiel Zamora". (Dr. M. A. Granado. En: BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959: 37).

Adolfo Rodríguez comentó que a los pocos minutos Zamora fue trasladado a la casa de la señora Quiteria Acuña y puesto sobre la mesa del comedor, allí expiró. Según Cipriano Castro, Zamora falleció a los 10 minutos "habiéndose trasladado su cuerpo inmediatamente a una pieza de la casa". Luego, fue sepultado en el solar de Los Oviedo esa medianoche, "entre dos árboles de totumo y otro de guanábana" y no como se dice hondamente en la casa de la Familia Acuña[21]donde estuvo el cuerpo (CFR.- BOLETÍN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959: 41).

"Una sirviente de la señora Quiteria Acuña, nos dijo que allí le habían enterrado, en una (–colcha de color de matas encarnadas-) y había sido traslado en una hamaca –de rayas azules-, cubierto con una colcha de Flores o matas encarnadas, noticia que nos indujo después a cavar la sepultura , y encontramos que efectivamente el cadáver estaba en la hamaca con las demás señales que dicha sirviente nos dio y que además tenía atada la cara con un pañuelo (–que parecía sostener la barba-), con la marca (–el nombre-) de la señora Quiteria Acuña, que dicho cadáver vestía pantalón de paño azúl con galón de oro (-amarillo angosto-), que había calzado botas, sin poder yo recordar ahora la calidad de las otras prendas de que se componía el vestido (-sortija de oro pequeña y delgada, que se observaba llevaba en el dedo meñique de la mano izquierda-) (Carta de Isaías Lazo a Carlos María Oviedo (1894). En: BOLETÍN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959: 48).

"… dentro de la sepultura (…) recuerdo que el color del cabello era rubio y crespo y que el cráneo estaba roto por detrás". Carta de Carlos María Oviedo (1894). En: BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959: 49).

Se sabe, también, que Emilio Navarro fue uno de los pocos que vio el cuerpo sin vida de Zamora:

"Como tenía que dar al general Zamora las novedades diarias de las fuerzas de retaguardia, me dirigía al Estado Mayor para cumplir con mi cometido, supe entonces por el general José Desiderio Trías y el Coronel José Rivero, que el general Zamora había muerto. En atención a esta tremenda noticia, me dirigí a la casa del Dr. Acuña donde se me informó se hallaba su cadáver, frente al templo de San Juan de aquella ciudad, y pasé a una pieza de lo interior del local en la que ciertamente vi el cadáver de Zamora, el fiel soldado de la Federación… (MARTÍNEZ GALINDO: 2001, 110).

El cadáver había recibido un certero un disparo que le penetró por el ojo derecho y tuvo orificio de salida por detrás del oído izquierdo. Todo indicaba que Zamora recibió la herida desde el campo contrario donde aún se encontraban los hombres que defendían a la ciudad de San Carlos, y desde una altura propia de una torre o el techo de alguna casa cercana. Pero al pasar los días, se sospechó que Zamora había sido emboscado por gente cercana a Antonio Guzmán Blanco y Juan Crisóstomo Falcón, quien en última instancia serían los autores intelectuales del crimen. Las sospechas sobre Falcón y Blanco eran fundamentadas por el general Jesús María Hernández quien había alertado a Zamora en los siguientes términos: "Pele el ojo, general, no se descuide un solo momento porque el general Falcón juntándose con los suyos meditan darle un balazo, y después de hecho este atentado, no hay remedio y pobre de nosotros" (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 136). Según Brito Figueroa, las razones que tenían Falcón y Blanco para tramar el asesinato de Zamora se reducen al hecho que "el cabo" no pretendía detenerse hasta llegar a Caracas. Falcón y Blanco desde 1959, pese a estar en lucha, ya habían comenzado a tratar de contactar y pactar con los oligarcas de Caracas la paz, el perdón y el olvido del pasado (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b, 99). En cambio, Zamora era imparable en su cometido; se había convertido en la piedra en el Zapato para Falcón y Blanco quienes veían como cada vez más se reducían los recursos para financiar la campaña que ellos mismo liderizaban. Además, era cierto que difícilmente uno de los dos pudiera permanecer con el poder una vez conquistada Caracas, porque allá seguramente Zamora se haría valer como el presidente o líder absoluto del país. En cambio, Rodríguez Adolfo nunca han existido verdaderos hechos que insinúen la participación de estos oficiales en lo ocurrido[22]e incluso, no es posible desechar que lo ocurrido a Zamora haya sido algo fortuito, ya que para el momento del ataque, el Valiente Ciudadano era el único que llevaba un uniforme que era, para los efectos, muy llamativo para los sitiados.

Tampoco ha quedado claro si al menos Blanco estuvo presente durante el disparo, porque según las primeras narraciones de lo ocurrido él no estaba presente, sino los edecanes (BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÒRICO DE MIRAFLORES: 1959: 29). Al tiempo el mismo Blanco afirmó que estuvo presente en el acto e inclusive describe que el disparo a Zamora fue hecho cuando él leía algo, y no nombra a G. Morón[23]

"… pues yo presencié este acto criminal; Zamora leía siempre levantaba la vista hacia arriba, el papel a la altura de la frente; y fue precisamente entonces cuando recibió el balazo; conozco todos los pormenores de este crimen y en mi poder está la honra de ese hombre". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 98).

Vale indicar que la muerte de Zamora había sido aclamada en Caracas y la historia acerca de su muerte pudo ser rescrita según la conveniencia de la ideología oligarca, pero en ese contexto, se recuerdan las palabras de alegría de Juan Vicente González por la muerte de Zamora en el medio escrito llamado "El Heraldo": "¡Bendita sea mil veces la mano que la dirigió!". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 89). Dada esta aclamación, comenzó a surgir un profundo interés por conocer el paradero final de sus restos, en especial, por aquellos hombres que siguieron su pie de lucha. Por esas razones, en 1868 Antonio Guzmán Blanco, Presidente de la República, ordenó la exhumación y posterior sepultura de los restos de Ezequiel Zamora en el Panteón Nacional. Y así fue el 13 de noviembre de 1872. No obstante, los detalles de lo ocurrido dan idea que efectivamente los restos de Zamora no se encuentran hoy en día en el Panteón Nacional, y más bien esos restos pertenecen a un soldado desconocido. Situando la tumba de Ezequiel Zamora para el año 2010 debajo de la Iglesia Felipe Neri de la ciudad de los Teques, estado Miranda, en la que una vez fue la original sacristía de 1870, tal como lo señala el Boletín Del Archivo Histórico De Miraflores, donde se haya un informe que personalmente preparó el entonces Presidente Provisional de la República, General Cipriano Castro, quien lo dedicó a la Academia Nacional de la Historia.

Según este documento, en 1868 los generales Ruperto Monagas, Desiderio Escobar y Ramón García llegaron a San Carlos a exhumar los restos de Ezequiel Zamora. Una vez en el sitio, éstos se dirigieron a la casa de la familia Los Oviedo. Ellos fueron recibidos por Carlos María Ovideo, quien enfermo, se acercó hasta la puerta y les señaló que "entre aquellos dos totumos y aquel guanábano, donde está aquella piedra, están los restos del General Zamora" (pág. 50). Seguidamente, los generales exhumaron los restos, los dejaron en la ciudad y siguieron rumbo a Barquisimeto. Tiempo después regresaron. Tomaron los restos y continuaron su camino de regreso con dirección a Valencia[24]La Victoria y finalmente Los Teques. Periplo donde todos los estamentos públicos dejaron honores y proclamas escritos para venerar el paso de El Valiente Ciudadano. Una vez en Los Teques, los restos fueron entregados al Presbitero José Ramón Rodríguez, para cuya disposición fueron guardados en la sacristía. Al tiempo, Rodríguez fallece y asume el presbítero Ornés Mota, quien será el último en dar fe de la ubicación de dichos restos no en la misma sacristía, sino en el bautisterio, mediante varias cartas. Allí permanecieron hasta el año 1894, cuando el presbítero Ornes decidiera guardarlos en otro sitio y, posteriormente, falleciera llevándose con él la información (Pág. 33). Sin embargo, para el año 2010, se sabe que la Iglesia Felipe Neri ha transitado por tres demoliciones y edificaciones, lo que hace pensar que los restos de Zamora estén debajo de su estructura actual en una de las tantas tumbas que allí yacen.

Ahora bien, dos años después de la primera excavación, en 1870, un conjunto de militares bajo el mando del mismísimo Guzmán Blanco llegaron a San Carlos a la misma casa de la Familia Los Oviedo para reclamar los restos de Ezequiel Zamora. De igual forma, fueron atendidos por Carlos María Oviedo. Sin embargo, esta vez el señor Carlos no tuvo ninguna participación, y sólo se quedó contemplando como los hombres de Guzmán Blanco hacían varias excavaciones desenfrenadamente en su casa sacando varios restos humanos, porque después de todo, allí se encontraban nueve (09) sepulturas de otros soldados desconocidos. Una vez que la indignación colmó la paciencia de Carlos Oviedo, trató de indicar al general Caspers que allí ya no había más sepulturas. Sin embargo, un amigo de él, el Dr. José Manuel Montenegro, le aconsejó guardar silencio y que no los contrariara. De esta forma, al poco tiempo el general Caspers (con la ayuda del Dr. Montenegro) tomó un cuerpo desconocido, y lo hizo llamar Ezequiel Zamora (pág. 50); y partió a Valencia a tratar de alcanzar a Guzmán Blanco que habían hallado al "El Cabo". Cuando se encontraron con Guzmán Blanco, Caspers le hizo saber que por el estado del cráneo no era posible comprobar la herida del ojo, a lo que Guzmán respondió: "Precisamente, eso es lo que evidencia, sin duda alguna, que esos son los restos de Zamora, pues el balazo ha debido producir esos efectos" (pág. 42). Luego, siguieron a Caracas por vía La Guaira. Para este momento, Guzmán Blanco realmente no le interesaba mucho tener la legitimidad de aquellos restos, total, parecía que tenía lo que quería, un pretexto más para inmortalizar su imagen, aún a costa de otros cadáveres:

"La casa donde se enterró a Zamora era de la familia Oviedo, como he dicho, y a poco de sepultado lo desenterré en unión de dicha familia, para identificarlo, habiendo quedado convencido de su legitimidad porque aún se reconocían sus facciones y partes de su uniforme. Luego volvimos a cubrir el despojo, acudiendo a aquella sepultura casi toda la gente que pasaba por San Carlos, hasta qué habiendo llegado el Ejército, se exhumaron definitivamente los restos; no habiendo yo escrito nada sobre el particular, porque el General Guzmán Blanco al colocar en el Panteón los otros restos que decía eran los de Zamora, formuló un proceso para cubrir su responsabilidad; y finalmente, porque ningún Gobierno había tocado el asunto hasta hoy. . ." (Carta que el General Ramón García, En: BOLETÌN DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE MIRAFLORES: 1959).

Hoy, aún quedan muy vívidas sus ideas y aspiraciones para construir un nuevo orden social de Zamora, un glorioso país, un gran Estado a partir del "reparto de tierras, la supresión de las contribuciones, la democracia total, proporcionar una situación feliz a los pobres y la instrucción general" (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 141). Su mensaje aún subsiste y aunque no hayan desaparecido del todo los males con los que tanto lucho, el pueblo venezolano lo recuerda con orgullo y entereza, y sin olvidar que:

"El asesinato de Ezequiel Zamora fue un crimen político, realizado en beneficio de las clases dominantes venezolanas, y el planteamiento de este problema es necesariamente polémico porque la versión oficial, la que circula en textos, de buena o mala calidad histórica y literaria, es diferente. Es la versión difundida por los escribas del autócrata prevaricador, Antonio Guzmán Blanco, quien siempre representó los intereses de las clases dominantes en el seno del movimiento federal". (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 135).

32.- EL ANONIMATO DE ZAMORA EL 24 DE ENERO DE 1848

Una vez que se le conmuta la pena de muerte a Ezequiel Zamora en noviembre de 1847, éste tenía que ser trasladado del cantón de Maracay al castillo de San Carlos para cumplir diez años de presidió cerrado. La fortaleza de San Carlos era un tétrico fortín, que como símbolo de barbarie y opresión edificaron los colonizadores hispanos en una de las islas del lago de Maracaibo. Dicha confinación, tan sólo era una evidencia más de la esperanza de los ideólogos de la oligarquía por aniquilar física y espiritualmente a Zamora. La crueldad de los carceleros, la incomunicación y la insalubridad serían los elementos que a la postre acabarían con su vida. Y Zamora consiente de ello, y valiéndose del apoyo de los suyos, no tardó mucho en aprovechar el traslado para intentar escapar. Con la ayuda de su hermano Gabriel Zamora, su primo Alejandro Tosta, Rafael Gáspers, Napoleón Sebastián Arteaga y por una mujer que la historia aún no le ha puesto nombre, más sesenta garrilleros, Ezequiel Zamora logra escaparse. Primero logra llegar a la ciudad de La Victoria y, horas después, se dirigió hacia Los Altos, hasta llegar a Caracas. Luego, a los días, se refugia en una hacienda situada en las inmediaciones de El Hatillo, en El Cafetal, denominada la Guairita. A partir de esos momentos, permanecería en la zona disfrazado para no llamar la atención (BRITO FIGUERIOA: 2002-a: 100-106).

En la Guairita fue reconocido por los peones, pero de allí no más. Como se sabía, él se camuflaba, se teñía el cabello y el bigote, y durante dos meses permaneció completamente anónimo, pero sin desentenderse de su empresa revolucionaria. No obstante, allí mismo en Caracas, el escenario político se enardecía desde los primeros días de 1848 y todo parecía indicar que la época de Ezequiel Zamora, como personaje desconocido, estaba por acabar porque, invariablemente, José Tadeo Monagas lo necesitaría.

Para 1848, José Tadeo Monagas como presidente de la república, había implantado una política de "clemencia, conciliación y pacificación", lo cual era un desafío para la – oligarquía caraqueña-, que si bien había perdido el dominio del Poder Ejecutivo, aún controlaba el Congreso Nacional, el Poder Judicial, incluyendo la Corte Suprema, y la mitad del Consejo de Gobierno. En ese sentido, la oligarquía tramaba conquistar la totalidad del Estado venezolano y maquinó dar un -golpe militar legal- a Monagas y colocarlo en el banquillo de los acusados por –violación de la constitución-.

El 10 de Diciembre de 1847, los diputados de Caracas se dirigieron a la Cámara de Representantes para solicitar que se enjuicie al presidente José Tadeo Monagas por violar la Constitución. Esta solicitud constituyó el primer paso hacia el 24 de Enero de 1848, fecha prevista para inhabilitar al presidente en ejercicio de sus funciones. Igualmente, a partir de ese día, Caracas se hizo sitio de encuentros violentos entre bandos que apoyaban a Monagas como bandos que apoyaban a la oligarquía.

Ya para el 20 de enero de 1848, Caracas vivía horas de febril agitación política. Cada bando creó su propia milicia popular teniendo entre sus filas más de 2000 mil voluntarios de parte y parte. Entretanto, muchos hombres se armaron por su cuenta y el Ejecutivo movilizó la guardia para custodiar al Congreso y otros sitios públicos.

El día 24 de Enero estalló la confrontación, pero no en la ciudad, sino en el mismo Congreso, cuando José María de Rojas tomó un puñal y amenaza de muerte a Tomás Sanavria, hombre de confianza de Monagas y Ministro del Interior y Justicia. Inmediatamente, a fuera del Congreso se corrió la voz que estaba en peligro Sanavria y una turba de gente rodea el congreso para intentar salvarlo de las manos de los oligarcas. El pueblo, armado de palos, piedras, machetes y cuanto instrumento encontraba a la mano, intentó ingresar al edificio legislativo y al hacerlo chocó con la guardia del Congreso, la cual dispara contra la multitud y caen muertos varios milicianos. El caos se apodera del lugar, la multitud se enardeció y se lanzó sobre el Congreso con mayor aplomo. Pronto la guardia sería diezmada y siendo liderizados por una figura sin nombre, ataca y asesina a varios diputados. Los diputados oligarcas que se encontraban rodeados, para salvarse, apuntaron con pistolas a los diputados afectos a José Tadeo Monagas, pero incluso así, teniéndolos a ellos secuestrados y como rehenes, poco pudo hacerse. El pueblo no tuvo piedad con los oligarcas.

"Cuando el pueblo de Caracas –disuelve a balazos- el Congreso Nacional, no se enfrenta contra una institución democrática, depositaria de la soberanía popular sino contra la representación institucional de las clases dominantes, responsables de la política represiva y del mar de sangre que había bañado a la nación. Clases dominantes que no habían vacilado en violar su propio orden constitucional al arrebatar el triunfo electoral a Antonio Leocadio Guzmán, candidato de las simpatías populares; al condenar a muierte a Ezequiel Zamora y a militares de hombres del pueblo que habían luchado con las armas en la mano por tierras y hombres libres, porque la República Oligarca les había negado el -ejercicio pacífico- de sus derechos ciudadanos" (BRITO FIGUEROA: 2002-a: 114-115).

El 24 de enero de 1848, marcó el inicio del verdadero control de José Tadeo Monagas sobre el Congreso y, paso previo, al control del país, porque una vez eliminados o intimidados los enemigos oligarcas, ya no tendría adversarios, al menos en la propia ciudad. Y con el apoyo del pueblo, verdadero héroe de aquel día, quien ahora apoyará a Monagas incluso cuando éste vacila, Venezuela se enrumbaba a sus primeras conquistas humanas: la eliminación de la pena de muerte y la erradicación total de la esclavitud.

Sin embargo, ¿Quién era aquella figura desconocida para el pueblo caraqueño que de manera valerosa liderizó a la turba que atacó el congreso? ¿Quién fue aquel patriota que asumió para si mismo la responsabilidad de comandar en un momento de crisis el verdadero llamado de luchar por la libertad? ¿Pudo haber sido el mismo Ezequiel Zamora? Probablemente si.

La historia ha sido imprecisa es descubrir a este personaje. Quizás la premura y algidez del momento hizo olvidar el nombre y el rostro de aquel que anidó en su seno el llamado del pueblo, o quizás con el tiempo se hizo tan obvio que fue innecesario nombrarlo y los mismos cronistas de la época pasaron soslayadamente en recordar lo que tenían frente a sus ojos. Lo cierto es que esa persona estuvo allí y que si resumimos en contexto lo ocurrido, podo haber sido Ezequiel Zamora, el valiente ciudadano.

Se sabe que desde su refugio de la Guairita, Ezequiel Zamora mantenía correspondencia con algunos amigos de Caracas, quienes le remitían libros y periódicos editados en el país y en el exterior. Por lo cual se suponía que estaba conciente de lo que ocurría en Caracas desde los primeros días de enero de 1848. Ezequiel Zamora firmaba sus cartas como el seudónimo de Manuel Correa, y un peón de la hacienda "el sute Nicolás", las llevaba a la ciudad (BRITO FIGUEROA: 2002-a: 116). Igualmente, se sabe que el 22 de enero de 1848, Zamora marchó sorpresivamente hacia Caracas para participar en la organización de las milicias populares y al día siguiente estuvo en Chacao y logró acercarse a La Candelaria, es decir, a sólo breves cuadras del edificio San Francisco, antiguo Congreso, y que hoy en día es el Palacio de las Academias. Allí, en todo momento, como organizador de las milicias, reunió a unos hombres provenientes de Petare, Mariches y Guarenas, todos partidarios al gobierno de José Tadeo Monagas. De una u otra manera, Zamora se situó al Este del edificio de San Francisco, ya que por el Oeste se juntaban milicianos de El Empedrado, Las Adjuntas, Los Teques, Carrizal, Macario y San Pedro. Al sur, se apostaron los milicianos provenientes de El Valle, San Antonio, San Diego y Paracotos y, más allá al noroeste, se juntaron milicianos provenientes de La Guaira, Maiquetía, Caraballeda y Macuto (BRITO FIGUEROA: 2002-a: 116).

El edificio de San Francisco estaba estratégicamente rodeado ante cualquier por menor y Zamora era el mejor ubicado y más próximo al sector en comparación con los otros organizadores de las milicias. Específicamente, trayendo a consideración que frente al edificio de San Francisco existía una plaza espaciosa, ésta tan sólo hubiera facilitado el acceso al edificio San Francisco si se venía desde La Candelaria.

Se sabe, igualmente, que Zamora reclamaba de manera enérgica la disolución del Congreso Nacional mucho antes del 24 de Enero (BRITO FIGUEROA: 2002-a: 116), pero aquel día no se le recuerda como aquel patriota o ni siquiera como un patriota destacado que participó en las acciones del pueblo. Probablemente, ello pudo ser que como aún permanecía en el anonimato, él haya estado con el cabello y bigotes (si lo tenía) teñidos de negro, lo cual lo hacía irreconocible para los caraqueños porque quién hubiese visto a Zamora así, seguramente habría notado que se contradecía con lo que se sabía de Zamora en aquella época en Caracas, es decir, un hombre rubio y "catire".

Otro hecho curioso, es que un día después, el 25 de enero, el presidente José Tadeo Monagas incorporó a Ezequiel Zamora a la Milicia Nacional con el grado de comandante y lo comisionó para organizar un –batallón de civiles en Villa de Cura-. Esta acción de Monagas precisa más como un reconocimiento por sus acciones de valentía del día anterior que como un premio por la formula administrativa con que había organizado las milicias en Caracas. Por esas razones, geoestratégicas resulta casi inapropiado pensar que aquella figura que liderizó la rebelión no haya sido otro que Ezequiel Zamora. Su proximidad al edificio de San Francisco desde La Candelaria, su ya comprobada voluntad militar y guerrillera de Villa de Cura en contra de la oligarquía y la injusticia, su apego a ideales de libertad y democracia, sus dotes naturales de general de batalla y el cariño del pueblo depositado en él, sin duda hacen creer que Zamora fue responsable de vencer a la guardia del Congreso y culpable de enrumbar el fragor popular hacia la abolición de la anarquía de los oligarcas por el camino victorioso.

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  • 9. MARTÍNEZ GALINDO, Román. (2001). EZEQUIEL ZAMORA Y LA BATALLA DE SANTA INÉS: LA ACCIÓN BÉLICA MÁS FORMIDABLE LIBRADA EN TERRITORIO VENEZOLANO. Editores Vadell Hermanos. 2da. Edición. Caracas.

  • 10. PÉREZ ARCAY, Jacinto. (2000). LA GUERRA FEDERAL: PÉNDULO HISTÓRICO BOLIVARIANO. Editorial Reus S.R.L. XV Edición. Caracas, Venezuela.

  • 11. NAVARRO, Emilio. (1963). LA REVOLUCIÓN FEDERAL. DIARIO DE CAMPAÑAS. Oficina Central de Información. Caracas, Venezuela.

  • 12. GARCÍA PELAYO Y GROSS, Ramón. (1981). DICCIONARIO PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO. Larousee. Canadá.

  • 13. VALLENILLA LANZ, Laureano. (1975). VIDA DEL GENERAL EZEQUIEL ZAMORA. Oficina Central de Información. Caracas, Venezuela.

  • 14. LEÓN TAPIA, José. (1976). POR AQUÍ PASÓ ZAMORA. Oficina Central de Información. Caracas, Venezuela.

  • 15. RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Adolfo. (1939). LA LLAMADA DEL FUEGO. Academia Nacional de la Historia. Caracas, Venezuela. 2da. Edición. (2005).

  • 16. LOVERA DE SOLA. Roberto J. (2009). EL VERDADERO EZEQUIEL ZAMORA. Documento extraído de: http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/5684341.asp

 

 

 

Autor:

Alfredo. A. Torrealba

Caracas, Venezuela

Junio, 2012

[1] Se trató de confirmar la existencia de este libro por otras fuentes, pero no se tuvo éxito. Sólo se corroboró que Ezequiel Zamora era un hombre activo físicamente.

[2] Vale mencionar que los hijos de Estéfana Falcón colaboraron ampliamente en la lucha revolucionaria haciendo cuantiosos aportes económicos a las tropas de Ezequiel Zamora. (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b; 92).

[3] En el libro de León Tapia no se precisa con exactitud el nombre de la mujer: en la página 36 aparece “Viviana” y en la página 117 aparece “Bibiana”. (LEÓN TAPIA: 2004; 36, 117).

[4] Alejandro Zamora fue hijo de Juan de Zamora, quien 50 años atrás, “se cansó de luchar contra una casta de latifundista quienes amparados por miembros del gobierno de la Capitanía General de Venezuela, comercializaban ilegalmente en el llano con ganado robado”. (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 15).

[5] En José León Tapia se lee: “Altivo era él, dulce era ella, pero con la entereza de las mujeres de su época donde no había espacio para lamentos”. (LEÓN TAPIA: 2004; 10). Paula Correa nació en Villa de Cura, fue hija de N. Correa y Bárbara Rodríguez, prima hermana de Josefa Rodríguez de Pardo y madre, esta última, del poeta Francisco Guaicaipuro Pardo. (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 127).

[6] “El maestro Vicente Méndez me había enseñado a leer, escribir y manejar las cuatro reglas, tan útiles el primer oficio de comprador de ganado y pulpero en Villa de Cura donde fue a terminar mi trashumancia. Y hay que ver lo que para mi significó ese negocio, porque es mucho lo que se aprende detrás de un mostrador. Se conocen las intimidades de la gente, las penurias de los clientes, las inquinas de familia, los chismes del pueblo, los buenos y malos pagadores, los maulas y los que no pagan porque les llegó la miseria”. (LEÓN TAPIA: 2004; 11).

[7] Según Luís E. Izaguirre R., parece que Gáspers no estaba casado con Carlota, como afirman la mayoría de las investigaciones, sino con una hermana de Ezequiel Zamora llamada Paula, no obstante debido al contexto histórico, a nuestro juicio, pudo haber estado casado con la misma señora Paula. Aunque, debido, también, a la naturaleza novelesca de su libro, quizás sea sólo una confusión. (CFR.- IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 14).

[8] Escribe Laureano Villanueva sobre Zamora y la relación con su madre una vez que ya mayor regresan a Villa de Cura: “… ama a su madre (…) a cuyas necesidades acude diariamente con el fruto de su negocio”. (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-a; 8).

[9] Esta solidaridad desinteresada puede ser entendida mejor porque Ezequiel Zamora pertenecía a la masonería. Ver capitulo Nº 25.

[10] “El coronel Olegario Meneses, en un arranque de valentía, barajustó su caballo contra nuestra filas para caer prisionero en un círculo de lanzas. Cansada su bestia, sediento, hambriento, avergonzado, cuando me lo presentaron en la vanguardia y no pudo contenerme, al recordar que había sido mi profesor de matemáticas en la Academia de Caracas: Hasta aquí le llegaron sus matemáticas, mi coronel- le dije con sarcasmo”. (LEÓN TAPIA: 2004; 100, 101). “!Carajo maestro!, usted por ser matemático a debido calcular mejor esto como lo dice su ciencia, y llamó al indio taumaturgo para que le preparara una infusión de esas raíces que conocía, y se la diera de beber, pues se encontraba en un estado deplorable”. (IZAGUIRRE RAMÍREZ: 2001; 53, 54).

[11] En esa carta, con posteridad, se daría a conocer que el general Sotillo informaba que el Ejército Federal de Oriente no reconocía sino al general Zamora como <<único>> comandante general de los ejércitos federales de la República y otras consideraciones donde daba a entender su desacuerdo si este comando lo asumía el general Falcón. (CFR.- MARTÍNEZ GALINDO: 2001; 6).

[12] Vale mencionar que esta no fue la primera discusión entre ambos. Con respecto al golpe de Estado que recibió José Tadeo Monagas el 5 de Marzo de 1858, Zamora discutió con Falcón por haberse solidarizado públicamente con el nuevo presidente Julián Castro. En este pleito Zamora llego a calificarlo de cómplice con los godos. (CFR.- BRITO FIGUEROA: 2002-b; 15).

[13] “Juan Crisóstomo Falcón era un hombre de espíritu capitulador, un militar sin prestigio y sin condiciones de conductor de tropas, pero Falcón representaba una tendencia en el cuadro del movimiento liberal y, además, familiar de Zamora”. (BRITO FIGUEROA: 2002-b; 66).

[14] Aunque parezca extraño, aparentemente, la realidad indica que Zamora decidió proceder así por la relación cercana que tenía con Falcón, su cuñado y además Presidente de la República en Campaña y por su orgullo personal herido y salvado ante las tropas. Zamora accede a quedarse en Venezuela, sin duda por las recomendaciones de Iriarte, pero traemos a colación la definición de los sucesos, pues Zamora obtuvo de esto un ascenso que sólo los grandes próceres militares venezolanos habían adquirido, entre ellos, Simón Bolívar. De una u otra forma, la discusión debió haber tenido niveles inimaginables e inerrables para que sus consecuencias hayan desembocado en esas actitudes.

[15] Aparentemente, hubo un hombre de nombre José María García o José Manuel García que fue un viejo compañero de los bancos de clase de Zamora cuando joven. No obstante, y en todo caso, García popularizó dentro y fuera de la Universidad de Caracas los fundamentales principios de la filosofía de la igualdad. “La amistad con José María García constituye otro elemento importante en la formación ideológica de Zamora, quien recibe del antiguo compañero de infancia libros de historia, derecho, literatura política en general que lo ayudan en el estudio y conocimiento de las revoluciones y movimientos sociales, en los que la masa popular había participado como agente histórico, en especial la Revolución Francesa y las luchas agrarias en Roma. El estudio individual, las lecturas, las pláticas y discusiones con José María García, favorecen que la intuición de los problemas sociales se transformen en Zamora en hondo ideal democrático e igualitario”. (LANDAETA ROSALES: 1961; 12). “… Recordaba a cada momento lo que me había contado sobre ella mi cuñado Juan Caspers, además de las lecciones de primo José Manuel García, tan radical como siempre”. (LEÓN TAPIA: 2004; 12).

[16] También puede verse: la carta redactada por Juan Martínez en BRITO FIGUEROA: 2002-a; 78.

[17] A veces Ezequiel Zamora firmaba: Exequiel Zamora.

[18] “La masonería es una Escuela Filosófica de formación humana; enseña para la vida y su preservación; enseña al hombre a tener ideas y actitudes concientes y trascendentes. Mediante una pedagogía operativa hace que el hombre encuentre los valores universales, busque su desarrollo interior y encuentre el progreso. La Masonería no es una religión ni un sustituto de religión, ni está en contra de ninguna religión. La Masonería no es una secta, porque trabaja para beneficio de la humanidad, no es una organización de ninguna tendencia Social, Política, Económica, ni de ninguna otra índole por el contrario es una asociación eminentemente plural. La Masonería no es una institución secreta, ni conoce ni practica la magia, ni la hechicería que derivan del fanatismo e ignorancia del pueblo. La Masonería proporciona las herramientas para que el hombre mediante su auto educación, auto análisis, y perfeccionamiento permanente, descubra el conocimiento de sí mismo. La Masonería proyecta a la sociedad dando lo mejor de nosotros sin esperar a cambio ninguna retribución. La Masonería desde el punto de vista pedagógico es operativa de moralidad, de solidaridad y perfeccionamiento humano, constituido por valores, ideales y principios que guían y conducen al hombre hacia el conocimiento y desarrollo de sus facultades interiores, le permite descubrir su verdad, lograr su mejoramiento y tomar conciencia de su realidad histórica. La Masonería es una Institución esencialmente filosófica, iniciática, filantrópica y progresista que ayuda cada hombre a construir en sí mismo un templo viviente de virtud, amistad y amor; asociación de hombres unidos por lazos de amistad fraterna; cuyo fin es el estímulo recíproco para la práctica de las virtudes. La Masonería se apega a los principios de Justicia, Libertad, Igualdad y Fraternidad y son sus logias, centro de recreación de encuentro de hombres capaces de trascender, con autoridad y prestancia, en la formación de un mundo cada vez mejor para beneficios de la humanidad”. (QUINTANILLA YERENA: 2001). Vale decir, que existen otras definiciones acerca de la Masonería como la del Diccionario Larousse Ilustrado. Ver Anexo.

[19] Esta idea se puede confrontar por lo expuesto en: RAMÓN GARCÍA PELAYO Y GROSS. (1981). DICCIONARIO PEQUEÑO LAROUSSE ILUSTRADO. Larousee. Canadá. Pág. 653: “Maneto: (Venezuela) Dícese del que es muy junto de rodillas”.

[20] Se ha dicho que probablemente la muerte de Zamora ocurrió el día 9 de Enero de 1860 y no el día 10, pues era propio de la época, insertada en una sensibilidad histórica y romántica, desear morir un día glorioso y que mejor día que aquel donde ocurrió la batalla de Santa Inés. En ese sentido los hombres de Zamora pudieron alterar los hechos.

[21] El Dr. Acuña, dueño de la casa donde llegó Zamora, era cirujano del ejército (LEÓN TAPIA: 2004, 123). Isaías Lazo

[22] Entre las hipótesis que apoyan que el asesinato fue tramado por Falcón y Blanco, existe una que se centra en el orificio de salida de la bala que mató a Zamora. En virtud que la bala tuvo un orificio de salida, es obvio pensar que la descarga ocurrió a corta distancia. Si la descarga hubiera sido a larga distancia, o a mediana distancia, probablemente ésta no habría tenido la potencia para causar un orificio de salida a través del cráneo. Ya que para aquel tiempo, las armas no tenían la misma potencia que como las conocemos ahora.

[23] De G. Morón, para Emilio Navarro era coriano, pero para otras personas era de Carora o de Cuicas, provincia de Trujillo; no faltaba en el Ejército Federal de Occidente, quien lo consideraba <<como una persona sin patria, ni bandera, nativo de colonia extranjera>>. José Ignacio Pulido “ignorando quien era el tal Morón (…) hizo fusilar un tal Morón que llevaba este triste apellido”. Emilio Navarro indicó que “Morón huyó hacia la provincia de Apure, donde anduvo viviendo a salto de mata, hasta que fue ajusticiado por el viejo barrillero federal Juan José Moronta, quien procedió a degollarlo para no gastar un gramo de plomo en un traidor”. (BRITO FIGUEROA: 2002-b, 136).

[24] Acá fueron confirmados la perforación del cráneo por bala de fusil en el cuerpo de Zamora.

Partes: 1, 2, 3
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