Pero, si el objetivo de la vida humana es alcanzar la felicidad, ¿Por qué son tan pocos los que la obtienen, los que llegan a la meta soñada? Simplemente, porque la Felicidad no llueve del Cielo. El Creador dispuso que su perfume maravilloso solo fuese aspirado por aquellos que la procuran antes que a todos los bienes y tentaciones de este mundo. Esto significa que la Felicidad no puede ser conquistada pasivamente; ella debe ser cautivada, seducida, poco a poco, y él único camino que conduce hasta allí es saturar la mente, y el corazón con lo que es bueno, bello y verdadero.
Este camino, que es el único que nos puede llevar al campo de la Felicidad, pasa por el reconocimiento de que dentro de nosotros, en el rincón más profundo, existe un depósito permanentemente asistido por las inagotables Energías Cósmicas. Es interesante analizar este raciocinio: todo lo que no podemos hacer con nuestras limitadas fuerzas humanas, de naturaleza finita, lo podremos hacer cuando estemos armonizados con aquellas Energías fantásticas. Entonces, el mundo se abre en una perspectiva fascinante, como una rosa recién abierta, surgiendo en el medio de una cruz.
Para conseguir armonizarnos con aquel Océano Cósmico, es preciso pensar, sentir y actuar según los ideales, más elevados posibles, es preciso irradiar paz y armonía a nuestro alrededor, es preciso dar antes de recibir. El Bien tiene su opuesto aparente, el mal. Esto tiene el propósito de que lo podamos identificar por contraste, y así ocurriendo, elegirlo, rechazando las tinieblas.
Elegir el bien, elegir la Luz es Nuestra Misión. Y cumpliéndola, estaremos recorriendo el camino de la Felicidad, que en lenguaje bíblico – como ya vimos – recibe el nombre de Reino de los Cielos. ¿Se percibe ahora que la caminada no es tan difícil?
Cuando sabemos – por vislumbre interno, por intuición genuina – que dentro de nosotros palpita una chispa de Luz Cósmica, la vida se hace más fácil, más soportable, más satisfactoria.
Estamos aquí con el objetivo de aprender ciertas lecciones, a través de la experiencia de la Vida. Cuanto más rápidamente las aprendamos, menos sufrimiento tendremos y más velozmente transitaremos por las sendas que nos conducen al Reino Interior, al Reino de la Felicidad.
Cuando nuestros corazones están felices, exultantes, realizados, nos transformamos en focos que irradian para los otros, brillantes rayos de luz y esperanza. Al hacerlo, estamos cumpliendo con nuestra misión.
Nuestra verdadera misión es – precisamente – ser auxiliares del Creador, ayudándolo a transferir y transformar vibraciones de altísima frecuencia, que emanan de su Fuente Infinita, para aquellos que la necesitan. Ninguna Felicidad verdadera y sí, a lo máximo, una satisfacción falsa y de poca duración, es encontrada cuando nuestros objetivos son puramente egoístas. Pero cuando el altruismo hace carne en el corazón y nos transformamos en canales de manifestación cósmica, todo brilla a nuestro alrededor.
Auxiliar a otros, menos evolucionados, es una de las misiones fundamentales del hombre. El Creador precisa de nosotros para esa magna tarea, porque su Energía Divina, aplicada directamente a los necesitados, los fulminaría. Él precisa de intermediarios, canales, vehículos; Él precisa de verdaderos Seres Humanos. Una forma simple de participar en este trabajo cósmico, consiste en enviar mensajes mentales vibrantes de paz interior, optimismo, armonía, prosperidad, fe y esperanza, en la medida en que se tenga contacto físico con las personas.
Por ejemplo, podemos enviar mensajes mentales dentro del ómnibus, de las filas de espera en el cine, en el banco, en el correo o en el supermercado, en la sala de espera de los médicos, a los vendedores que nos atienden etc. También podemos enviar esos mensajes cuando hablamos con algunas personas o cuando las oímos, cuando escribimos una carta o un e-mail, cuando las abrazamos o les damos un simple apretón de manos.
Lo importante es que el mensaje sea auténtico, genuino, sincero. Esa es una de las formas más maravillosas y útiles que el Creador tiene, para irradiar su Energía Cósmica, a través de nosotros, sus canales humanos,
También podemos cumplir esta misión de noche, mientras dormimos. En efecto, cuando la conciencia física se calma y finalmente adormece, debido al sueño y a fatiga, surge una nueva y radiante posibilidad: trabajar con nuestra Alma, con el Ser Crístico que vive en nuestro interior, sin que sepamos – muchas veces – de su existencia.
Para preparar esa magnífica tarea, es necesario por comenzar a saturar la mente con pensamientos cálidos durante el día, impregnados de paz, amor y buena voluntad. Al acostarnos, los retenemos en nuestra mente hasta quedarnos dormidos. En ese momento, la mente subconsciente los envía a los destinatarios. De ese modo, se puede consolar a los tristes, a los sufrientes, iluminar gobernantes, científicos y artistas, así como difundir la paz interior. La luz, la comprensión y la buena voluntad en las personas, en general.
Por otra parte, debemos recordar que enviamos para los otros, apenas una copia; el original queda dentro de nosotros. Si él fuera puro y generoso, nuestro interior resplandecerá de buenos sentimientos, y por lo tanto de Felicidad. Sin embargo, si tomáramos el camino inverso, colocando odio, codicia y envidia en nuestra mente y lo enviáramos para otros, el original también quedará dentro de nosotros, intoxicando aún más nuestra vida.
El hecho real es que, a pesar de todo, la gran masa continúa exclusivamente preocupada con su vida material; otros valores no existen para ella. El becerro de oro continúa siendo su ídolo indiscutible. Pero, tenemos seguridad que usted, lector, es diferente. Usted tiene un objetivo claro y definido en su vida: descubrir la senda que conduce a la Felicidad. Por lo tanto, en la medida que desarrolle potentes y armoniosos pensamientos de paz y optimismo, de amor y buena voluntad, de fraternidad y alegría, irá atrayendo a su alrededor, pensamientos afines de otros personas.
De ese modo, a través de su atracción magnética, usted se transformará en un núcleo para el Bien, en un operario cósmico, en una herramienta valiosa en las "manos" del Creador, y en la medida en que se integre más y más en ese trabajo maravilloso, las Energías Cósmicas encontrarán en usted, un canal que les permitirá descender hasta aquellos que realmente las necesitan. Es así que cumplimos la misión que nos fue dada aquí en la Tierra; es claro que algunos utilizarán ciertos dones y otros utilizarán otros dones. Hay, por lo tanto, una misión general y una misión particular.
La misión fundamental del ser humano es clara: transformarse en un canal por donde las Energías Cósmicas se puedan mover libremente, teniendo como objetivo su irradiación sobre la Humanidad sufriente. La misión particular debe ser encontrada por cada uno de nosotros: la Luz puede ser difundida a través de escritores, científicos y artistas, pero también a partir de cualquier otra profesión u oficio, por modesto que sea.
De este modo, cada uno debe analizar cuidadosamente cual es su vocación, o sea, aquel tipo de actividad que hace vibrar su alma y comenzar a recorrer ese camino, primero lentamente y después más rápido, hasta consolidarse en él.
Nunca es tarde para comenzar a transitar nuestra misión, por un motivo muy simple: lo que dejamos incompleto en esta vida por falta de tiempo, comprensión y oportunidad, lo retomaremos en nuestra próxima experiencia como ser físico, encarnado. Por lo tanto, cuando más hayamos avanzados en esta vida, mejor estaremos preparados para la otra. Por lo tanto, aunque usted tenga 60,70,80 o más años, está todavía a tiempo para comenzar el gran cambio de su vida: decidir cual es su misión particular y comenzar a desarrollarla ya, a cualquier precio.
Tanto la misión fundamental como la particular, están basadas en el nuevo principio que el Maestro difundió en el mundo hace 2000 años: el Amor. Cuando la capacidad de amar llegue en nosotros al nivel necesario, las malezas que crecen al amparo de la ignorancia, de las tinieblas, espirituales y de las ansías de dominación y explotación, serán extinguidas y entonces seremos capaces, como especie, de crear, o diciendo mejor, re- crear el Paraíso en la Tierra. ¿Utopía? Talvez hoy, en "este contexto", pero si continuásemos luchando sin desmayar por lo que es bueno, justo, noble, elevado, amoroso, bello y pleno de luz, la Utopía (la Gran Utopía), en algún momento se transformará en Realidad. Yeso ocurrirá, simplemente, porque ese el destino del hombre, decretado por el Creador. En esa oportunidad, nuestra misión estará cumplida y nuestro trabajo fructificará: desde el Refugio del Altísimo, una centella de Luz nos será dirigida, para indicar que las palabras del Maestro, también se refieren a nosotros: "Por sus frutos les conoceréis".
La gran utopía involucra un impulso cósmico
El proceso evolutivo del ser humano.
Estamos llegando a un punto en este libro, donde algunos tal vez lo abandonen, pues precisamos entrar en asuntos muy profundos, de los cuales no hay referencial racional ni pruebas de laboratorio. Lo único que nos puede guiar es la intuición, la inspiración, la aspiración de alcanzar grados elevados de conciencia.
No pretendemos pues, mostrar "la verdad" ya que ella no se escribe, no se demuestra, no se enseña. ¡La verdad se vive!, entendiendo por ella una minúscula fracción de la Verdad Absoluta, que por su infinitud y su eternidad no puede ser constreñida y recluida dentro de la limitada comprensión humana.
Carey (6) es uno de esos raros autores iluminados que recibió mensajes de las Altas Esferas, comenzando por una visión evolutiva del ser humano. Algunos lectores podrán encontrar las ideas que presentaremos de aquí a poco como fantasiosas. No tenemos ninguna demostración científica para oponerles, pero nos parece que sería bien más interesante dejar de lado el racionalismo ambiguo (que nos ha llevado a la bomba atómica, a la destrucción ambiental y al canibalismo económico). Confiar en la intuición, es una importante herramienta para el crecimiento del ser humano.
El proceso evolutivo del ser humano según Carey (6) podría ser explicado así:
1) Al principio, el hombre, ser espiritual, vivía en el "paraíso", en alegre comunión con el Creador y con seres de naturaleza angélica (Esto lo dicen todas las religiones, aunque de forma extremamente simplificada) El ser humano, dentro de un Plan Superior, perfectamente equilibrado, comenzó a experimentar ciertas frecuencias seleccionadas, que eran momentáneamente separados de la Unidad, personificando así individualidades específicas. Esto era inicialmente como un juego, puro deleite.
La evolución, conducida por un impulso cósmico, llevó al ser humano a retener una forma específica de identidad, como una gota de agua que se separa del océano y forja su individualidad.
En ese proceso, el hombre se fue cubriendo de una camada cada vez mas espesa de estructura molecular, que culminó en su materialización o sea la adquisición de un cuerpo, siendo deslumbrado con las nuevas características del reino de la materia, bien diferente del reino de la energía.
Con el paso del tiempo, el ser humano se adaptó completamente al mundo material limitado por el tiempo y el espacio, y solo quedó en su mente una visión nebulosa del pasado, negándose a reconocer las jerarquías cósmicas con las cuales había compartido su vida, eones de tiempo atrás. Así en la medida en que el hombre se hacía más material, olvidaba el perfume de su vida anterior, e incluso comenzó a designar a aquellas jerarquías como "entidades etéreas sin sustancia", "fantasías" anticientíficas, etc.
La culminación de este proceso llegó cuando el hombre, ya anclado en la materia, comenzó a considerarse como algo separado del resto de los seres y por lo tanto de la Naturaleza. Se transformó en una partícula de polvo, arrastrada por la tempestad, como una hoja suelta desligada de su Raíz Original.
Por estos motivos, la percepción humana de la Conciencia Cósmica ha sido muy limitada por la separatividad antemencionada; pero en la medida en que un ser humano ha evolucionado y llegado a cierto nivel de comprensión, su conciencia le presenta ideas que no están disponibles para los que se auto-prendieron en una cárcel interior.
Es por eso, extremadamente difícil exponer algunos conceptos, porque para que puedan ser aprehendidos, es necesario que surja alguna luz de aquella prisión. Si ésta está ausente, la comunicación no es posible.
Debe ser esclarecido que no fuimos colocados en ese Plan por decisión superior. Cada uno de nosotros, optó – en un momento específico – para ser un auxiliar del Creador en la exploración y desarrollo del mundo material.
El libre albedrío, la mayor gracia que fue concedida al ser humano, impedía imposiciones, aún del Creador. Por lo tanto, la propia naturaleza del Plan Humano exigía que la proporción exacta de la materia (mundo físico) y de la energía (mundo espiritual) a ser aplicados en el planeta Tierra fueran oriundos de una decisión humana.
He aquí el motivo de por qué el ser humano precisó "dormir" espiritualmente un cierto tiempo; si no lo hubiera hecho, las fuerzas materializadoras, no hubieran podido desarrollarse con plenitud, y el equilibrio entre ambas corrientes sería imposible.
Dicho en otras palabras, dentro del Plan Cósmico fue necesario que el hombre oscureciese su espiritualidad, para que su materialidad tomase cuenta de su cuerpo y de su mente. De lo contrario, no podría haber zambullido en el mundo físico. Aquí está la explicación acerca de por qué el Mal no existe (ya discutido en esta Monografía, desde otro ángulo)
En efecto, la "caída" del ser humano, testimoniado por todos los libros sagrados, no significa un triunfo del mal sobre el Bien y sí que era necesario, para que el hombre pudiese conducirse en forma equilibrada tanto en el mundo espiritual como en el físico y para tanto, era necesario privilegiar la nueva experiencia.
Por lo tanto, la "caída" no fue acción de demonios o seres malignos. Ella estaba dentro del Plan Cósmico y algunos seres espirituales guiaron el hombre por ese camino. Pero no eran seres satánicos y si auxiliares del Creador en un proceso especial, como es la evolución humana.
Sin embargo, en todo este proceso, el hombre conservó su libre albedrío. Por lo tanto, no hubo imposición de los "seres malignos". La inmensa mayoría de los seres humanos, aguijoneados por la flamante separatividad, se dejaron llevar por aquellos, renunciando a su propia autonomía y libertad. La "caída" es repetida diariamente por innúmeras personas que niegan su propia capacidad de ser creativos y prefieren llevarse por opiniones ajenas.
O sea, la historia de la "caída" se repite diariamente, sin comprender que nos fue dada autoridad para indicar a las fuerzas materializantes el destino que escogemos. Lamentablemente no comprendemos esto y así el ser humano abdicó, entregando su poder a aquellas fuerzas, que se presentan así como negativas, destructivas y hasta diabólicas. Esto es la repetición de la "caída". ¿Será que desarrollando más el raciocinio podremos cambiar el rumbo de nuestras vidas?
A través del raciocinio tenemos conocimientos increíbles por su precisión, pero la Tecnociencia que ellos crean no puede resolver ese problema. Solo el corazón y el alma humana, pero ellos están oscurecidos por las gratificaciones del becerro de oro y por la "realidad" de la separatividad.
¿Cuál es la salida entonces? Si miramos objetivamente para la especie humana, las esperanzas parecen casi perdidas. Con todo, hay otras posibilidades.
No tenemos espacio aquí para hacer un inventario de sucesos que acontecieron en el planeta Tierra y que muestran que hay fuerzas invisibles que están conduciendo la evolución humana a través de impulsos cósmicos.
Apenas un ejemplo: en la Edad Media, ahogada por la "Santa Inquisición", tres millones de personas fueron quemadas vivas, sus bienes confiscados y sus familias expulsadas, apenas porque no concordaban con los dogmas que le eran impuestos.
A pesar de estas restricciones horribles y del irresistible poder físico feudal y eclesiástico, actuando mancomunados, el espirito humano, a través de los Bacon, los Galileos y los Descartes, la racionalidad acabó sustituyendo la pseudo-espiritualidad, de modo que así se desarrolló el método científico, que nos condujo a la actual Ciencia y a la actual Tecnología. ¿Cómo es posible que el ser humano haya atravesado esta "cortina de acero" a pesar de los brutales riesgos que cualquier actitud contrastante involucraba?
Parece haber una única respuesta, partiendo de la idea de que la evolución humana ocurre en función de un Plan Cósmico. Y ella es simple: si hay un Plan Cósmico, hay un Planificador y éste, como un buen gerente, refuerza ciertos aspectos en determinados momentos. A esto le llamamos un impulso cósmico.
Esos impulsos que antes ocurrían cada milenio, después pasaron a ocurrir en períodos más cortos. En el siglo XX hubo varios: 1914 (Primera guerra mundial), 1929 (crack de la bolsa americana); 1945 (Segunda guerra mundial) etc. Esos acontecimientos, son obviamente negativos, pero eran necesarios para comenzar un proceso de limpieza de la mente y del corazón humano, completamente intoxicados. Aquí entró en juego la Ley de la Compensación, que los hindúes llaman de carma.
Hecha una limpieza interna, vinieron impulsos positivos, como la década del 60 donde se abrió una esperanza para la sociedad humana, después negada, porque aún no habíamos madurado lo suficiente. En 1987-89 vino una nueva onda de conciencia que condujo a la caída del Muro de Berlín, a la reducción de armas, sobretodo nucleares, la democracia volvió a América Latina etc.
Es probable, a partir de este análisis, que la historia humana se está acercando a un punto de inflexión (o "punto de mutación", como dice Capra, 15). He aquí un concepto tal vez demasiado grandioso para la mayoría de las personas: un nuevo impulso cósmico, tal vez en la próxima década, podría iniciar un ciclo de gestación de una inteligencia planetaria, una vuelta al principio, dejando de lado la separatividad y uniendo los hombres dentro de una visión holística, plena, fecunda y verdaderamente humana, que no es otra cosa que la Gran Utopía.
Este impulso cósmico no estará dirigido a transformar las mentes, que apenas siguen las pasiones, muchas veces oscuras, del corazón. Lo que se precisa es abrir los corazones.
El impulso cósmico en dirección a la Gran Utopía
Dice Carey (6): "La Palabra que el Creador envía para estos tiempos de cambio es meta conceptual y telepática, más inclusiva y más específica que los términos proporcionados por el lenguaje. Es la Palabra viva mencionada en las Escrituras. Es el alimento básico de los nuevos tiempos".
Este es el impulso cósmico necesario para desarrollar la Gran Utopía, la nueva sociedad humana, justa, digna y armoniosa. Él está próximo, porque está llegando el momento en que el Plan "Ser Humano", necesita incorporarlo, bajo pena de echarlo todo a perder. El libre albedrío del hombre, como estudiante inmaduro en un laboratorio de química, ya quebró matraces y tubos de ensayo demás. Antes que el laboratorio sea destruido, el profesor dará las lecciones necesarias para que eso sea evitado.
En el caso humano, no habrá una clase especial de instrucción, como en el caso del alumno mencionado, pues a nosotros nos fue dado, desde el principio, todo el conocimiento. Solo que por estar tanto tiempo escondido en un cajón, se llenó de polvo y está irreconocible. Lo único que se precisa es una "sacudida", de modo que el polvo desaparezca, y deje claramente a la luz, la brillante chispa cósmica que siempre nos acompañó.
Ese proceso se cumplirá rápidamente a través de un impulso cósmico, que no es otra cosa que la aceleración de las frecuencias vibratorias existentes en el planeta Tierra, de modo que las más bajas y groseras serán descartadas. Es como si recibiésemos una invitación del Creador a concentrarnos a vivir del modo más elevado posible, abandonando las ropas viejas que nos acompañaron durante milenios.
¿Fantasía? Pensemos un poco: si usted cree que el mundo y el hombre nacieron al azar, obviamente lo afirmado es fantasioso. Pero si concordáramos que el Universo (y por lo tanto el ser humano) tuvieron un proceso de Creación, a partir de una Inteligencia Superior, es obvio que Él, tendrá el poder de intervenir (respetando nuestro libre albedrío), orientando el hombre de una cierta forma.
Ese impulso cósmico inminente, es apenas una etapa del Plan Creativo, de la misma manera que nosotros lo hacemos, creando objetos y productos de los mas variados, los que van siendo ajustados de determinada forma en cuanto son elaborados. La gran diferencia es que el ser humano trabaja con material inerte o aún vivo, pero sin autoconciencia. El Creador trabaja con el ser humano, considerando nuestra autoconciencia y nuestro libre albedrío. Él nos orienta, nos estimula, nos incentiva, pero la decisión será nuestra, pues fuimos creados para ser sus auxiliares, sus co-regentes en el planeta Tierra y no para ser robots o papagayos.
Pero el tiempo de la vida, de la indecisión, de la inmadurez, de la falsa identificación con el Yo Exterior, de la incomprensión y de la intolerancia, gracias al impulso cósmico próximo, comienza a agotarse, de la misma manera que cuando el sol sale con todo su esplendor, disipa y desvanece la neblina.
Ese impulso cósmico, no será – como nunca fue – una imposición. Debido a nuestro libre albedrío, las Altas Inteligencias precisaron tiempo, mucho tiempo con el Proyecto "Ser Humano", pues éste tendría sentido apenas a partir de su propio auto-desarrollo y para esto precisó experimentar, errar, caer y percibir finalmente que la solución de sus problemas está en su propio interior. El impulso cósmico involucra, básicamente, en comprender más profundamente que somos seres espirituales y que tenemos una partícula cósmica en nuestro interior.
Muchas personas tienen comprensión intelectual de esto, necesaria pero no suficiente, pues la emoción (generalmente relacionada con lo efímero, lo superfluo, lo material) acaba sobreponiéndose. Precisamos de la ayuda de un impulso cósmico para quebrar como especie y no apenas individualmente, la separatividad que nos transforma en notas aisladas de la sinfonía cósmica.
Dice Carey (6), "durante milenios, ondas sucesivas de seres espirituales(*) vinieron para ayudar en los procesos históricos de la humanidad. Pero el influjo de la nueva onda es más potente que cualquier cosa que lo haya precedido"… "El evento previsto por los cristianos como siendo la Segunda venida del Cristo, es, de hecho, la primera generación enteramente conciente del Eterno Uno, en una conciencia colectiva de la biosfera de un mundo" (O sea, de la Humanidad en la Tierra).
La Segunda venida de Cristo no es pues su reaparición física y sí su introyección en el ser humano, de modo que cada uno de nosotros pueda reconocer su Ser Crístico, su chispa cósmica que siempre existió en nuestro interior.
Este enfoque supone un punto de inflexión en la versión clásica del Creador apenas como un Ser Trascendente, que vive fuera del ser humano. El nuevo y decisivo impulso cósmico nos hará comprender y vivenciar efectivamente que el Creador es, también, un Ser Inmanente, que vive dentro de nosotros. Puede haber una contradicción aparente, pero no verdadera entre ambos Seres, que en realidad son Uno, porque, en verdad, el Creador es el Uno Único, "separado" del ser humano en ciertas frecuencias vibratorias y "junto con él" en otras frecuencias. Los primeros son las frecuencias materiales; las segundas, las espirituales.
Retornando a la vida cotidiana, a la sociedad humana actual, al modo de vida imperante, se debe decir que estos cambios no serán suaves, indoloros, simples. Habrá resistencias e inclusive hasta la llegada del despertar colectivo, la situación se volverá cada vez más complicada (algunos síntomas bien actuales son la corrupción, los desastres climáticos como el tsunami y el Katrina, la globalización caníbal, la prepotencia del gendarme mundial y ahora la bancarrota económica). Es lógico pensar que el proceso avanzará más rápidamente en aquellos países en los cuales la estructura política favorece las corrientes de un nuevo rebrote de la conciencia humana, incluyendo aquí, algunos países de América Latina.
Como dice Carey (6): "En una sociedad sana, la Economía siempre sigue a la Ecología, y la Educación a ambas". Este es, precisamente, el objetivo central de este libro: educar, que es diferente de instruir.
La Educación debe contener todas las aristas del ser humano: la física e la mental (a través de la ciencia y la filosofía), así como la afectiva y espiritual (a través del Arte y de la dimensión espiritual). O sea, que la Educación del Siglo XXI será transdisciplinaria o será solo instrucción (técnico-científica)..
La Gran Utopía comenzará a tomar forma en lo que Carey (6) llama del "momento cuántico del despertar", en el cual un fuerte impulso cósmico difundido sobre toda la Humanidad, lleva a mudar el comportamiento humano, hasta ahora basado en la separatividad, en la individualidad, en el principio auto-afirmativo(**), para otro centrado en la cooperación, en el sentimiento de interligación con toda pulsación de vida, en el principio integrativo(***) esto es lo que el Maestro llamó de Amor y que no fue entendido a lo largo de los siglos.
En la medida en que una persona se transforma en un canal cósmico, se abren nuevas posibilidades, neutralizando muchas que aún están hundidas en valores anacrónicos. Hasta que se alcanza una masa crítica. En ese momento se manifiesta la Gran Utopía en todo su esplendor.
Dice Carey (6): "durante milenios, tanto en Oriente como en Occidente, se sabia que la Tierra tiene su fecha prevista (su "momento cuántico"): la segunda década del siglo XXI. Este será el evento central de la historia humana. El énfasis del mundo espiritual fue preparar el ser humano para ese momento único".
Es impulso cósmico – repetimos – no involucra ninguna imposición al ser humano, apenas le proporcionará un aumento de percepción que le permitirá – en forma colectiva y no apenas unos pocos casos individuales, como ahora – a alcanzar niveles más elevados de conciencia.
En esos niveles elevados, se percibe en forma cristalina, la forma absurda en que el planeta está siendo conducido, sin que la racionalidad humana consiga hacer nada significativo para cambiar ese estado de cosas. Orientado entonces por su corazón y su alma, y ya no por su cuerpo y su mente, el ser humano re-creará el planeta, sintonizándolo con elevadas frecuencias vibratorias; lo hará así, realmente compatible con las orientaciones cósmicas.
Algunas trampas precisan ser conocidas, identificadas y desmontadas. Antes del "momento cuántico" y en la medida en que los problemas insolubles se acumulen, los detectores del poder, a través de la hasta ahora omnipotente midia, especialmente electrónica, pretenderán impedir el avance del río impetuoso que ya se avizora. Así deformarán los acontecimientos, ligándolas a interpretaciones pavorosas de los mismos. Difundirán el miedo de todas las formas posibles, y proclamarán que la salvación dependerá de concentrar el poder en un "hombre fuerte" (que será apenas un representante del poder político-económico-militar).
Es necesario, entonces, estar atentos y resistir eventuales ondas de pánico colectivo. La información verdadera viene de nuestro interior, de nuestra chispa cósmica, de nuestro Ser Crístico; la información externa sirve a los intereses que la financian.
Finaliza Carey (6): "En el 'momento cuántico', habrá una expansión de no-tiempo(*), en el cual los seres humanos tendrán todo el tiempo necesario que necesiten, para ".
comprender y vivenciar la plena conciencia de sus eternos espíritus y poder así recordar su origen en los campos virginales del Ser".
Es importante reflexionar sobre esta frase, porque nos muestra, aunque de forma algo oscura para el nivel de comprensión actual, la acción del impulso cósmico actuando en la construcción de la Gran Utopía.
El despertar cósmico del hombre rumbo a la Gran Utopía
El Creador es el Único Uno que se manifiesta en todo lo que existe. ¿Pero será que Él existe en una piedra, en una planta, en un animal o solamente en nosotros, seres humanos? Todo es Él, pero se manifiesta en forma gradual a través de la sensación, de la conciencia y de la auto-conciencia (esta sí exclusivamente humana).
La gran diferencia del ser humano con otros seres, también oriundos del Creador es que aquel fue preparado lentamente durante mucho tiempo para poder expresar en el planeta Tierra, la Conciencia Cósmica plena, lo que Carey (6) llama de "biocircuito".
En efecto, el hombre dispone de un sistema de creación y comunicación increíble, apenas utilizada en pequeña escala, lo que es excelente pues él aún no maduró para enfocar su maravilloso instrumental en dirección al Bien.
Cuando esta maduración ocurra (y todo indica que esté próxima) el hombre podrá sintonizar desde las frecuencias vibratorias más lentas como el tacto (hasta 16 por segundo) a las mas elevadas, de naturaleza espiritual cuya velocidad no ha podido ser medida por la Ciencia, pero que extrapola el número 1 seguido de treinta ceros (vibraciones por segundo). O sea el ser humano posee un instrumental fantástico, pero todavía no está ajustado ni conectado con la Fuente de Toda Energía.
Ese ajuste o conexión será hecho a través de un impulso cósmico. Una vez efectuado, la Luz se derramará, posibilitando la construcción de la Gran Utopía, de la misma manera que cuando enchufamos una lámpara, tendremos iluminación para leer, escribir o trabajar, lo que antes era imposible porque estábamos presos a las tinieblas. Esta comparación permite ver que no se trata de asuntos oriundos de la fantasía, y que pueden ser explicadas a través de la lógica común.
Esta frase de Carey (6) es memorable: "Cuando se relaja el pensamiento(**) y se abre el corazón, lo que se pierde no es el saber y sí apenas declaraciones de primates parlanchines. Para que el verdadero conocimiento pueda entrar, la falsa sabiduría debe ser eliminada".
Se acerca el tiempo en que cada uno de nosotros debe hacer (si ya no lo hizo) una opción definitiva: o nos identificamos con el ser exterior, aquel cuyo nombre está en la cédula de identidad y entonces continuamos trillando el penoso camino de la separatividad, o comprendemos que somos frutos de un árbol maravilloso, cuya raíz es de naturaleza cósmica, habilitándonos entonces a vivenciar la Unidad.
Aún aquellos que no comprenden esto y siguen pegados exclusivamente a la materia, tendrán su oportunidad, ya que el impulso cósmico llegará para todos. Para algunos, los menos, este impulso llegará como la manifestación de un sueño largamente acariciado. Para la mayoría, por su vez, él llegará con total deslumbramiento, algo no imaginable.
Ese impulso cósmico, cuando llegue, no transformará el ser humano en un ser espiritual, en un ángel, porque su cuerpo físico y su mente son necesarios para el Creador, pues somos los medios que meticulosamente Él ha preparado, para que transformemos la Tierra en un vergel. Así el ser humano integrará sus dos hemisferios, representados por el principio auto-afirmativo, que lo lleva al crecimiento personal de acuerdo con su biodiversidad y por el principio integrativo, que nos permite ver las cosas y sus relaciones de una manera amplia, holística, capaz de servir al conjunto y no apenas la parte.
El negativismo, un verdadero vandalismo psíquico, es el primer enemigo a ser controlado. Carey (6) afirma "Usted no permite que el vandalismo entre en sus iglesias de vidrio y piedra. Entonces, si el verdadero templo de la conciencia es el cuerpo, la mente y el corazón, es justo que aceptemos el vandalismo en este suelo sagrado"?
En resumen: el ser humano pasó milenios siendo preparado. El objetivo era proporcionarle un biocircuito completo que combinase su visión espiritual perdida (o mejor dicho, escondida) durante la "caída", con un dominio completo de la materia.
Para tener este dominio es que la espiritualidad fue oscurecida. Era necesario darle prioridad a la materia. Pero hoy, en el siglo XXI, la disciplina "materia" no digamos que está agotada, pues ella es interminable, pero es ampliamente conocida, tanto que ese conocimiento se volvió peligroso. En efecto, el hombre puede acabar con el planeta de formas variadas: gradualmente, ya lo está haciendo a través de la destrucción y contaminación ambiental; o rápidamente, a través de la explosión del arsenal atómico disponible; así como de otras formas intermediarías.
Una "nueva" disciplina se diseña en el currículum humano, que podríamos llamarla de varias maneras, tal vez la más simple sea "Espiritualidad"(*). Para que ella germine rápidamente, antes que los lebreles de la destrucción hagan pedazos el planeta es que se hace ahora necesario un impulso cósmico, ya simbolizado por la paloma blanca y el Espíritu Santo cuando Jesús fue bautizado en el Jordán.
En aquel momento, hubo un impulso cósmico, que como fue explicado anteriormente, quebró el ciclo de la "caída" desde los mundos espirituales a los mundos materiales, iniciando lentamente un nuevo período, en el cual hubo que hacer una gran limpieza (que todavía continúa siendo hecha) en el establo de Augias en que se transformó la sociedad humana.
De la misma manera que el legendario Hércules, en uno de sus doce trabajos, limpió aquel establo, el tiempo está arrastrando gran parte de los detritos acumulados en la mente y en el corazón humano. La hazaña de Hércules es apenas una figura simbólica, que toma expresión, a través del "impulso cósmico" repetidamente mencionada en este capítulo.
El ser humano del siglo XXI está mucho mas concientizado que el de cualquier época anterior, pero – simultáneamente – está preso en un laberinto, del cual quiere salir, pero no sabe cómo hacerlo. Procura la salida con su mente y no la encuentra; sofistica más sus recursos racionales a través de la Ciencia y de la Tecnología y en lugar de encontrarla, se extravía cada vez más.
El impulso cósmico es la luz que precisamos para quebrar el hechizo de la materia, que no debemos despreciar, porque es sobre ella que tenemos que operar, aunque con una comprensión mucho mayor a la que hoy está disponible.
¿Y en que dirección ese impulso cósmico podrá llevarnos? Esa dirección es precisamente lo que llamamos de Gran Utopía, o sea la transformación radical de la sociedad humana, creando una nueva, una sociedad Pró-Vida, en la cual los fulgurantes atributos del amor, la cooperación, la paz interior y exterior, la buena voluntad y la armonía, sustituyan a las pesadas frecuencias que hoy prevalecen: la explotación del hombre por el hombre, el miedo, el consumismo, la destrucción ambiental y la deshonestidad.
La gran utopía involucra una visión transdisciplinaria
Al final ¿qué es Transdisciplinaridad?
Durante tres largos capítulos, en la Parte II de este libro, fue discutido el tema con bastante detalle. Sin embargo, la palabra Transdisciplinaridad corre un gran riesgo de transformarse en un comodín, en un concepto polivalente.
Este hecho, que ya nos preocupaba antes, quedó patente durante el transcurso del II Congreso de Transdisciplinaridad, realizado en Vitoria (Espíritu Santo, Brasil), en setiembre de 2005 (Ver Bonilla, 7)
.Lo que se vio en el Congreso, salvo excepciones como es el caso de Nicolescu, fue fundamentalmente una visión sofisticada de interdisciplinaridad, pero poco de Transdisciplinaridad en los más de cien trabajos presentados.
Indudablemente, la interpenetración de unas disciplinas en otras, procurando una amalgama más holística, es un avance considerable, pero no por eso se puede hablar de Transdisciplinaridad. Básicamente lo que se vio y escuchó es una Tecnociencia más sofisticada, con algunos toques de filosofía y teorías educacionales. Experiencias interesantes fueron relatadas, pero por ser interesantes no se pueden aceptar como transdisciplinarias.
En efecto, hubo poca consideración a la dimensión artística y aún menos a la dimensión espiritual, que le dan el distintivo especial de trans (o sea más allá, de las disciplinas técnico-científicas que hoy dominan el medio académico).
La interdisciplinaridad es un importante progreso en el área técnico-científica, permitiendo una mejor integración y enriquecimiento mutuo de las respectivas disciplinas, que de esta forma inician un proceso saludable de superación de los compartimientos estancos dentro de los cuales, se "refugiaban" como en una fortaleza, sus saberes específicos.
Sin embargo, siendo esto válido, no puede distorsionar el concepto de Transdisciplinaridad. Percibimos, no sabemos si rechazo, "olvido" o desvalorización de la dimensión espiritual (diferente de religiosa), por muchos distinguidos profesores universitarios, que en ansiosa carrera por mostrar sus habilidades, conocimientos y resultados científicos, dejan de ser auténticos científicos para transformarse apenas en cientificistas. El pragmatismo, consumismo y globalización del mundo actual, llevaría a considerar la espiritualidad, en el mejor de los casos como un asunto personal, y en el peor, como algo irreal, fantasioso, por lo tanto anticientífico.
Lo empírico, lo tangible, lo lucrativo no sólo prevalece y sí tiraniza. Sin embargo, el ser humano posee, lo sepa o no, cuatro componentes: el físico, el mental, el afectivo y… el ¡espiritual!
La pobreza conceptual en relación con el fenómeno Vida es algo asustador en los días de hoy y no precisamente en las clases populares, donde a pesar de las limitaciones, se guarda algún contacto con las energías cósmicas. Paralelamente, en las Universidades mejor "evaluadas"(**), con números exponencialmente creciente de Doctores y ahora Post-Doctores, la esencia del ser humano es tangenciada (especialmente en los Cursos técnico-científicos, que son los más reconocidos).
Como consecuencia, ya no formamos ciudadanos que dominen un cierto campo de conocimiento y sí "fabricamos", en gran parte, robots dirigidos para atender las necesidades del sistema económico, y no a las necesidades de la sociedad humana.
¿Existe acaso una orientación para incluir en todos los Cursos una disciplina o actividad que tenga como eje una simple pero fascinante pregunta?: ¿Cuál es el sentido y el significado de la Vida Humana? Es claro que al sistema que prevalece no está interesado en ella, pues-aunque implícitamente, ya dijo cual es ese significado: ¡¡¡CONSUMIR!!! (lo que precisamos y sobre todo, lo que no precisamos).
En ese Congreso, presentamos un artículo (Bonilla, 7), en el cual se evaluaba (en la opinión de los alumnos) el grado de percepción de la dimensión espiritual en Cursos de Maestría y Doctorado muy bien clasificados en Brasil. En una escala Likert de 0 a 8 puntos, la puntuación obtenida fue ¡1,06!
No debemos tener miedo o pudor ni ser materialistas recalcitrantes, evitando discutir la temática de la dimensión espiritual. Por el contrario, estas actitudes son anti-transdisciplinarias, porque salen de la conceptuación básica de Transdisciplinaridad (rigor, abertura y tolerancia).
En resumen, la versión que las Universidades, generalmente ofrecen hoy a sus alumnos, es inmediatista, lucrativista, elitista, cartesiana y hasta consumista, centrando todo en la "realidad" tangible. Los ideales parecen haber marchitado; "el negocio es facturar".
Y la vida interior, ¿a quien interesa? Creemos, sin embargo, que ella sí interesa, por lo menos a aquellos que ven en la Transdisciplinaridad un instrumento para cambiar de
verdad(*) el mundo (la Gran Utopía), a través de la creación y desarrollo de un nuevo modo de pensar, sentir y actuar. Ella reúne las condiciones necesarias para hacerlo, porque considera el hombre, la Naturaleza y el Universo en su completitud (aspectos físicos, mentales, afectivos y espirituales).
Es para esto que precisamos ir entre, a través y mas allá de las disciplinas científicas. Este el significado verdadero de la palabra Transdisciplinaridad.
En aquella oportunidad propusimos discutir se "debemos introducir la dimensión espiritual en la Educación Superior". La respuesta fue el silencio, apenas quebrado por Nicolescu, reconocido como la mayor figura viva el tema Transdisciplinaridad. Él concordó que sin aquella, esta no existe. ¡Que alivio!
Mayores detalles sobre la relación entre Transdisciplinaridad, Dimensión Espiritual y Educación Superior pueden ser consultados en Bonilla (7,8)
Ciencia, arte y espiritualidad
Tal vez el estudio más profundo sobre Transdisciplinaridad sea el libro de Wilber (9), titulado: "A União da Alma e dos Sentidos: Integrando Ciência e Religião". En él nos apoyaremos para desarrollar este ítem y el siguiente.
Antes de todo, deben ser hechas dos precisiones: la primera, es que a pesar de que Wilber hace un admirable trabajo sobre Transdisciplinaridad no utiliza ni una sola vez esta palabra; él prefiere hablar de la "unión del alma y los sentidos". La segunda es que su estudio versa sobre la integración entre la Ciencia y la Religión. En nuestro trabajo preferimos usar la expresión dimensión espiritual, como ya ha sido ampliamente explicado.
Una afirmación básica de Wilber es: "La Ciencia puede proporcionarnos la verdad(**), pero siempre se calló acerca de cómo usarla sabiamente"…"El campo de la ciencia es la verdad, y no la sabiduría, el significado o el valor". Y el campo del significado, del valor, de la sabiduría es la dimensión espiritual. Por eso es que, como afirmamos repetidamente en este texto, sin dimensión espiritual no hay Transdisciplinaridad.
En otras palabras, la Ciencia nos dice como alguna cosa es o como funciona, pero no si ella es "buena", positiva o constructiva. Entonces ella no pasa de un "esqueleto sin valores" por mas eficaz que pueda ser en términos prácticos. Si fuéramos robots ella sería suficiente; pero como seres humanos precisamos integrarlas con valores y criterios.
Wilber (9) dice: "si no conseguimos encontrar una esencia común a todas las grandes religiones de la Humanidad, jamás conseguiremos la integración entre ciencia y religión". Ahora queda clara la concordancia de su trabajo, con el raciocinio aquí presentado: no son los rituales, dogmas ni libros sagrados específicos, los que caracterizan esa esencia común; esos son los distintivos externos. Esa esencia es lo que denominamos "dimensión espiritual".
La dimensión espiritual (o sea la esencia común a todas las grandes religiones) tiene como médula la convicción de que, en lenguaje moderno(***), hay una escalera de frecuencias vibratorias en el Universo que podríamos llamar de materiales, mentales, afectivas y espirituales, que se inicia con la materia bruta y se extiende hasta una gloriosa Inteligencia Superior, el Creador, que recibe los nombres mas variados (Tao, Jehová, Alá, Brahma, Quetzalcoatl, etc.).
Es interesante percibir que hay en esto un consenso universal, de la misma manera que los científicos han llegado a un consenso sobre la ley de gravitación universal, la velocidad de la luz etc.
Los pensadores materialistas dicen que el consenso científico puede ser probado por la experimentación, lo que es cierto. Pero también es cierto que hay un consenso espiritual (diferente de alucinaciones individuales), relatando las mismas experiencias(*) por personas que vivieron milenios antes de Cristo hasta hoy y esparcidos por los lugares más lejanos de la Tierra, sin ninguna comunicación en la época (India, Egipto, Méjico, China, Japón, Hawai, etc.).
Con el surgimiento de la pragmática modernidad occidental, interesada apenas en lo material, desapareció la visión de la esencia común y pasamos a la fase de las superfluidades en todos los niveles, incluyendo las religiones, donde en gran parte los dogmas y rituales son simples cosméticos para mentes incapaces de comprender, aunque sea en grado mínimo, la grandiosidad del Universo. Por otra parte, esa esencia común, que llamamos de dimensión espiritual es lo que Einstein (10) bautizó como "religiosidad cósmica".
Wilber (9) presenta en forma bien comprensible, las características básicas de esa modernidad:
1. La Ciencia niega cualquier validez a la religión, a través de su enfoque pragmático y positivista (Comte, Marx, Bertrand Russell y mismo Freud). Para ellos la dimensión espiritual es un residuo que quedó en el ser humano de su infancia como tal; algo así como un cuento de hadas; bonito pero ficticio. El argumento básico es que la Ciencia registra todo lo que es real o verdadero y por lo menos hasta ahora, ningún microscopio o telescopio registró ningún fenómeno espiritual (Véase que en este raciocinio se parte de una "creencia", por lo tanto no científica: solo la Ciencia puede conocer la verdad y la realidad).
2. Las religiones fundamentalistas niegan la Ciencia, no las clásicas. Aquí es necesario colocar textualmente la afirmación de Wilber (9): "Se afirma, por ejemplo, que el extremismo de los fundamentalistas islámicos no es un aspecto inherente al Islam (que produjo algunas civilizaciones realmente gloriosas) y sí el producto de una reacción salvaje a la tentativa de la modernidad de aterrorizar y aniquilar la espiritualidad en general. En su pánico irracional, los fundamentalistas se volvieron contra-terroristas".
3. El concepto que las religiones clásicas de la antigüedad tenían, en general, de que la ciencia material era apenas una de las diversas modalidades básicas de conocimiento y por lo tanto su coexistencia con las modalidades espirituales era pacífica. Esa percepción es conocida generalmente como pluralismo epistemológico. Cuando la modernidad rechazó la "esencia común", la dimensión espiritual, también rechazó aquella percepción.
Sin embargo, aquel pluralismo no murió; él sobrevive en las contraculturas y en las tentativas auténticamente transdisciplinarias. En otras palabras, esto significa un equilibrio entre lo empírico (ciencia), lo racional (filosofía), lo afectivo (arte) y lo espiritual.
4. La modernidad, evolucionando para "post-modernidad" está retomando la visión del pluralismo epistemológico, ahora integrador. En efecto, en la medida que la Ciencia más avanzada (Física Subatómica, Neurofisiología, Ñaño logia), descubre nuevos hechos, éstos involucran la existencia de un tipo de Inteligencia Superior, claramente no material (Ver Einstein, 10).
5. El "post-modernismo" puede, también, adoptar otro camino, ya que el anterior – extremamente simpático – en la expresión de Wilber (9) "sería usar el ojo de la mente para ver aquello que solo puede ser visto por el ojo de la contemplación".
El otro camino sería, según Wilber "reconocer que la Ciencia no es el conocimiento del mundo y sí apenas una interpretación y por lo tanto tendría la misma validez que la poesía y las artes". O sea, la Ciencia no ofrece "la verdad" y sí una de las muchas interpretaciones sobre ella.
La base epistemológica de esta nueva visión – realmente transdisciplinaria – es que la ciencia no es gobernada por hechos y sí por paradigmas(**), que no son más que construcciones específicas basadas en la creencia de que son la mejor y tal vez única interpretación de la realidad. Una vez que un paradigma científico es establecido (igual que un dogma religioso), los hechos pueden ser interpretados coherentemente dentro de esa armadura.
Este nuevo enfoque epistemológico, a pesar de tener una base extremamente interesante, tiene que ser tratado con mucha parsimonia, pues puede llevar a prescindir de la Ciencia, lo que sería tan negativo como lo es aquella de prescindir de la dimensión espiritual y otros atributos humanos. Es lo que ocurre con la difusión exagerada de la "Nueva Era", donde la comercialización del espíritu, alegremente compartido con nuevas sectas religiosas, nos puede llevar a caminos muy peligrosos.
El asunto básico es integrar la Ciencia, con las dimensiones espirituales y artísticas. Este es el verdadero sentido de la Transdisciplinaridad.
Una contribución importante del mencionado autor (9) es el esclarecimiento de que en el ser humano se dan, por lo menos, tres maneras de ver las cosas.
Mirada monológica, o sea basada en monólogos. Es el enfoque científico, podemos estudiar una piedra, un río, un ave o una flor sin hablar con ellos.
Mirada "dialógica". Significa comunicarse con otro ser humano donde por lo menos dos personas, intercambian sus experiencias, propias del mundo mental. Ahí tenemos la filosofía y la ética, así como la racionalidad matemática que no tiene una contrapartida empírica, apenas una representación simbólica.
Mirada "translógica". Ella transciende lo empírico y lo mental y se concentra en lo afectivo (arte) y en lo espiritual.
Wilber (9) afirma con brillantez que el problema real de la fragmentación(**) de la modernidad es que "todas las elevadas modalidades de conocimiento desaguaron brutalmente para una ciencia monológica y empírica"…"es eso que constituye la desgracia de la modernidad".
Los sabios griegos consideraban tres esferas de valores que hoy podríamos denominar: el Bien (Espiritualidad) (***); la Verdad (Ciencia) y lo Bello (Arte), representado por las corrientes estéticas de cada yo subjetivo.
Así la Ciencia tiene que ver con experiencias objetivas, el Arte con experiencias subjetivas y la Espiritualidad con experiencias transcendentes. Aquí están involucrados algunos conceptos-llave, tales como diferenciación, integración y disociación.
Según Wilber "todos los procesos saludables y naturales de crecimiento, actúan por diferenciación e integración", como ocurre con el cuerpo humano, que oriundo de la célula original, se diferencia en tejidos y órganos específicos que – finalmente – se integran en un ser único. Ya la disociación es diferente, como si el cuerpo continuara a diferenciarse en forma ilimitada, lo que llevaría, probablemente, al desarrollo de órganos independientes, que no permitirían la supervivencia de aquel cuerpo.
Se trata del principio holístico auto-afirmativo (diferenciación o creación de la biodiversidad) y del integrativo (integración). En este caso, la predominancia brutal del principio auto-afirmativo, conduce a la disociación social, manifestada a través de la avaricia, del egoísmo y del individualismo, que hoy prevalecen.
Aquel autor agrega: "la desgracia es que la Ciencia en sí misma, empírica, monológica e instrumental, invadió las otras esferas de valores, incluyendo la percepción interior, la psiquis, el alma, el espíritu, los valores, la ética, la moral y el arte, reduciendo todo a una colonia propia(****) y que tendría el poder de decidir lo que fuese y lo que no fuese real".
Aún más: "Lo real sería cualquier entidad o proceso comprobable que pudiesen ser descritos en forma de procesos empíricos, monológicos y destituidos de valor"… En efecto "no podemos colocar las manos en la honra, en los valores, en el amor, en la justicia"…"pues esas dimensiones existen en espacios interiores y no exteriores" Por eso, no podemos tocarlas.
El colapso producido por la modernidad, en resumen, se puede condensar en una idea: fue quebrado el verdadero vínculo entre las realidades interiores y las exteriores. Solo las exteriores son reconocidas; el resto es considerado subjetividad, ilusión, fantasía o hasta, quien sabe, locura.
La integración transdisciplinar como base de la Gran Utopía
La naturaleza de la integración entre ciencia y espiritualidad, así como con el arte, es generalmente mal comprendida. En efecto, ellas deben ser integradas en su esencia y no después de pasar por una nivelación monológica, que elimina las diferencias inherentes a cada una de ellas. Sería un equivalente de la globalización económica que hoy nos asola: en este caso el más fuerte (la Ciencia), globalizaría los otros dos (Arte y Espiritualidad), eliminando los componentes de éstos que no se encuadren dentro de su ángulo de visión (objetiva). Es por eso que hablamos de "imperialismo científico".
No es suficiente con tentar reintroducir el tema Espiritualidad en la Ciencia, ni mostrar que hay una convergencia entre ambos. Estos son enfoques necesarios, pero no suficientes.
El enfoque suficiente involucra consensar en que la Ciencia es insuperable en su estudio de lo externo, pero se precisa del Arte y de la Espiritualidad para estudiar lo interior.
La Ciencia empírica rechaza esta integración apoyándose en dos ideas básicas:
1. Los "dominios interiores" no tienen realidad propia, siendo que experiencias en esa área son modalidades del cerebro biomaterial, que tal vez no sean bien explicadas hoy, por falta de conocimientos en Neurofisiología y disciplinas anexas. Como el cerebro es un instrumento extremamente complejo, se precisará mas tiempo para dilucidar sus secretos.
2. Aunque existiesen otros modos de conocimiento mas allá de lo empírico, no habría forma de validarlos, por lo que no pasarían de meras especulaciones subjetivas.
Wilber (9) responde con brillantez, a estas objeciones:
En el ítem 1: "Si la Ciencia empírica rechaza la validez del conocimiento interior, entonces también rechaza su propia validez, gran parte de la cual se basa en estructuras y percepciones interiores, que no son confirmadas por los sentidos, como la lógica y la matemática para citar apenas dos".
Esta colocación desarma el correspondiente argumento científico y es absolutamente clara. Por ejemplo ¿alguien "vio" o sea tuvo experiencia sensorial con logaritmos, cálculo diferencial, números complejos y números… ¡imaginarios!? Lo más que operamos sensorialmente son sus símbolos, pero nunca sus significados. Sin embargo, ¡la Ciencia empírica no podría sobrevivir sin las Matemáticas!
En el ítem 2: "El método científico, en general, consiste en tres líneas básicas de conocimiento (inyunción, aprensión y confirmación o rechazo). Si pudiéramos probar que los modos de conocimiento genuinamente interiores siguen también esas tres líneas"…"la segunda objeción sería refutada".
Esta colocación precisa ser comentada ampliamente (lo que se hará un poco mas adelante), porque si se consiguiera probar lo que Wilber sugiere, sería derribada la última barrera que hasta hoy impide la mencionada integración. Por otro lado, en todo este análisis debe recordarse que el último cimiento de la Ciencia no está en los datos empíricos medidos por instrumentos, generalmente muy sofisticados y sí por axiomas (algunos de los cuales fueron derribados por ella misma como el que dice que "el observador no influye en lo observado" y otros que precisan serlo, como "la única fuente de conocimiento es la experimentación empírica". Estos axiomas son, en verdad, creencias, que pueden estar hasta bien fundamentadas, pero tienen mucho en común con las verdades reveladas de las religiones.
Esos axiomas pueden ser necesarios para el raciocinio científico, que precisa bases de apoyo en las que se puedan fundar sus conclusiones; pero eso es diferente de colocarlos como verdades absolutas, incluso porque ¡ellos no son demostrables empíricamente!
Wilber (9) remata el análisis de la primera objeción, afirmando: "Los espacios interiores no apenas estructuran el conocimiento empírico, como también contienen una gran cantidad de estructuras, padrones, conocimientos, valores y contenidos, que van desde la lógica y la matemática a la ética y la lingüística(*). La Ciencia no puede investigar esos dominios con sus instrumentos exteriores, pero solamente un tonto podría negar su existencia, o que otras modalidades de investigación puedan dar acceso a esos dominios extraordinarios".
Precisamente, estas modalidades interiores, como la espiritualidad, podrían ser rechazadas válidamente por la Ciencia, recurriendo a la segunda objeción, o sea: la espiritualidad (u otro modo interior) no posee medios válidos de verificación. Pasamos entonces, a discutir la última barrera que la Ciencia opone a la Espiritualidad (Auténtica).
La primera cosa a clarificar es que el propio método científico, aunque lleve a aplicaciones empíricas, no se resume a ellas. Como ya vimos la lógica, los sistemas lingüísticos y las matemáticas, entre otros elementos, no son empíricos. Y sin ellos no habría Ciencia.
Entonces, la ecuación científico = empírico o sensorial está destruida. Tal vez la confusión se debe a que la palabra empírico tiene dos significados uno de "experiencia sensorial", la cual es apenas una de las varias experiencias, como ya vimos, en que la Ciencia se basa.
El otro sentido de "empírico" es próximo de lo experimental. O sea, ese significado, exige evidencias para confirmar lo que se dice y no apenas fe o confianza en ello.
Y esas evidencias no se limitan a lo sensorial; ellas pueden ser procuradas en otros dominios como el mental (Matemática), el emocional (Arte) y en el espiritual (misticismo). Por lo tanto, habrá evidencias observables por el "ojo de la carne", por el "ojo de la mente", "por el ojo del corazón" y "por el ojo del alma".
Si queremos hablar de Ciencia, entonces, precisamos esclarecer a que tipo de "empirismo" se refiere. Dentro del análisis realizado, parece obvio que en lo experimental se incluyen más cosas que lo meramente sensorial; pues si esto no fuera aceptado, la Ciencia debería comenzar por excluir las Matemáticas (fuera de otros instrumentos conceptuales), lo que conduciría al derrumbe inmediato de todo el edificio científico.
Pero aún no fue respondida la segunda objeción al conocimiento interior, especialmente la espiritualidad. Para tratar este asunto, es necesario identificar la esencia del método científico. Si esa esencia puede ser aplicada a los dominios internos, se podría legitimar el conocimiento interior, de modo que la Ciencia lo debería aceptar como contribución complementaria válida. Es en ese momento que el concepto de Transdisciplinaridad adquiere su plenitud.
Wilber (9) hace una propuesta decisiva como base de análisis, que ya fue mencionada en forma preliminar. Ahora es necesario profundizarla. Ese autor afirma que los aspectos esenciales del método científico, pueden ser llamados las "tres líneas válidas del conocimiento" a saber:
1. Inyunción instrumental. Involucra la práctica necesaria para cualquier cosa: si queremos manejar un auto, tenemos que aprender a dirigir; si queremos ver Júpiter, precisamos aprender a manejar un telescopio; si queremos estudiar microbios, precisamos estudiar Microbiología.
Pero esto no es solo aplicable a las experiencias sensoriales (manejar un auto, ver Júpiter en el telescopio o distinguir las bacterias coliformes de los hongos Penicillum) y sí a las "ciencias mentales" como la Matemática; así si queremos resolver ecuaciones simples precisamos estudiar álgebra; si fueran mas complicadas podemos precisar cálculo diferencial o álgebra matricial; si queremos establecer probabilidades de ocurrencia de ciertos fenómenos, tenemos que estudiar Estadística. De la misma manera, si queremos tener creatividad artística o comprensión espiritual, precisamos prepararnos en esas áreas específicas.
2. Aprehensión directa. Es una experiencia inmediata, directa, del dominio producido por la inyunción. Así si salimos para el jardín de la casa para saber que ropa vamos a usar, miramos si está nublado, hace sol o llueve, así como también sentimos la temperatura ambiente; ese mirar y ese sentir representan la inyunción. Al hacerlos, surge la experiencia directa de aprehensión de la situación (está nublado, pero hace un poco de calor, por ejemplo).
3. Verificación (confirmación o rechazo) compartida. Es una verificación de las observaciones, de los datos, de la experiencia, en consenso con otras personas que recorrieron con suceso los pasos anteriores. Si mi idea original era colocarme una ropa de media estación, los datos (sensoriales en este caso), la experiencia lo confirma; pero si mi idea era abrigarme bien con sobretodo etc., ella es rechazada por la evidencia(*).
O sea, un aspecto fundamental es la tercera línea, que exige prueba sobre lo propuesto, que así puede ser confirmado o rechazado. Si no se cumple esta condición, estaremos en presencia de un dogma (disfrazado o no).
Este enfoque nos lleva a un punto crucial, en el cual las pruebas no solo podrán llevar a la Transdisciplinaridad Auténtica como base para la Gran Utopía, o sea unión entre Ciencia, Filosofía, Arte y Espiritualidad y sí mas allá: el recurso seguro para identificar adulteraciones que pueden ocurrir en cualquiera de esos campos, pero son particularmente peligrosas en el campo espiritual.
En la procura por la integración, la Ciencia y la Espiritualidad en particular podrán llegar a un consenso si cada una modificara un poco, no su esencia y sí su forma de ver las cosas. Así, por un lado, la Ciencia debería abandonar el concepto de "empirismo sensorial", sustituyéndolo por el "empirismo experimental" (que de cualquier forma ya practica, a partir de las Matemáticas, la lógica etc.). Por otro, la Espiritualidad debería abrir sus reivindicaciones de verdad a la verificación directa, utilizando – igual que la Ciencia – las evidencias experimentales.
Wilber (9) espera que de esta manera (a través de datos experimentales) se demuestre la existencia, tanto de rocas, como de las Matemáticas, o… ¡del Espíritu!
¿Cómo la espiritualidad podría responder a este desafío?
En términos de religiosidad, existen una serie de mitos, como la separación de las aguas del Mar Rojo, un Dios que castiga (sobre todo en relación con pecados sexuales) y también premia cuando es obedecido, el Infierno, el Paraíso, el Purgatorio, etc. Estos mitos pueden ser considerados como metáforas.
Sin embargo, existe otro nivel de experiencias profundas, de naturaleza espiritual, verdaderas experiencias directas (como oír, ver, escribir o hacer un cálculo matemático); se trata de la identificación del Yo exterior con algo Superior, capaz de dar al individuo una gran libertad interior, un renacimiento, una iluminación, una integración con la Conciencia Cósmica.
A partir de esas experiencias, los iluminados maestros espirituales (Jesús, Buda, Zoroastro, Hermes, Lao-tsé, etc.) no tentaron dogmatizar sus discípulos, imponiendo ellas. Jesús, por ejemplo, a través de sus inmortales parábolas, del sermón de la montaña y de otras formas, divulgó una serie de prácticas o "inyunciones" (en el lenguaje de Wilber). Esas enseñanzas podrían ser así resumidas: "si quieres tener esa experiencia de iluminación, se precisa hacer esto", de la misma manera que un profesor de Física diría "si quieres comprobar la ley de la gravitación universal, haz esto".
Esa experiencia de iluminación, obtenible a través del proceso de contemplación, es la esencia de la espiritualidad y no ninguna demostración sensorial o matemática de la misma.
De esto se deduce que tanto la ciencia (auténtica) como la espiritualidad (auténtica) precisan ser aliadas contra aquello que no sea verificable (ciencia espuria, pseudo espiritualidad).
Esto significa, ni más ni menos, que inicialmente debe ser realizada la "inyunción" (meditación, contemplación) hasta sentir una experiencia especial, una aprehensión de una realidad no tridimensional; el próximo paso es comparar las experiencias obtenidas con los resultados de una comunidad adecuada.
Agrega Wilber (9): "No podemos dar, teórica, verbal, filosófica, racional o mentalmente, una respuesta satisfactoria acerca de la existencia del Espíritu, excepto diciendo: "Haga la inyunción (meditación). Si quiere saber eso, haga así".
Exactamente como le diríamos a un alumno: si quiere confirmar la validez del teorema de Pitágoras haga así; si quiere saber por qué el agua tiene un átomo de oxígeno y dos de hidrógeno haga así; si quiere saber cuál es la temperatura normal de un ser humano, haga así, etc.
Por lo tanto, practicando y desarrollando la herramienta cognitiva de la meditación (inyunción), hasta que tengamos vivencia del contexto espiritual (aprehensión), solo faltan comparar las observaciones registradas con otros que lo tengan hecho anteriormente (sabios y maestros espirituales), de la misma manera que lo hacen los científicos con sus estudios e investigaciones.
Al final, la existencia del Espíritu se volverá tan evidente como es la existencia de las piedras, las montañas y el mar para el mirar objetivo, como lo es la solución de una ecuación matemática para los científicos. De lo anteriormente expuesto, se deduce que la espiritualidad tiene su propia garantía, diferente de la científica o de otras, porque ella no es sensorial, ni mental ni mítica. Lo que los Maestros espirituales han enseñado, en todas las épocas, es que a través de la meditación y de la contemplación, lo espiritual puede ser percibido.
De esta forma, la espiritualidad (auténtica) está pronta para el desafío. Sin embargo, ella lo hará con sus propios instrumentos y no con las armas del contrincante (que en el caso del cientificismo son experiencias sensoriales, en gran parte).
De la misma manera que los teoremas matemáticos y las leyes físicas no pueden ser probados por la experiencia espiritual, estas no pueden ser probadas usando los axiomas científicos. Es tan ridículo exigir que la existencia del mundo espiritual sea demostrada con herramientas racionales, como pretender que alguien demuestre el Teorema de Pitágoras usando logaritmos. Como esto no es posible ¿será que ese Teorema es falso?
¿Es posible entonces integrar todos los dominios humanos a través de la Transdisciplinaridad?
Sí, es posible y con ello podemos dar la base conceptual a la Gran Utopía. En particular, examinaremos aquí la integración entre la Ciencia y la Espiritualidad. La integración del Arte también es parte fundamental, pero preferimos que ese tema sea abordado por otro autor, reconocido en esa área.
La clave de la integración está en la esencia de la Ciencia y de la dimensión espiritual. Como Wilber (9) probó, esa esencia puede ser expuesta en la forma de las "tres líneas del conocimiento", designadas por aquel autor como: inyunción, aprehensión y verificación, presentadas en el ítem anterior.
En general, los científicos piensan que esas tres líneas son patrimonio de la Ciencia (lo que es verdadero), pero también que ese patrimonio es exclusivo (lo que es falso).
Exactamente esas tres líneas son las que permiten separar experiencias interiores, capaces de transmitir conocimiento y contenido cognitivo genuino (espiritualidad), de otras, falsificadas, alucinatorias, dogmáticas o simples interpretaciones personales (pseudo-espiritualidad).
Las bases de las religiones contienen una mezcla de mitos y dogmas, pero también de inyunciones. Descartando aquellos, las inyunciones pasando por la aprehensión (experiencia directa) y posterior verificación, puedan dar a luz conocimientos tan genuinos como los oriundos de la Ciencia.
En consecuencia, la integración entre Ciencia y Espiritualidad, solo podrá ser hecha con la esencia de ésta, contenida en todas las religiones avanzadas, pero camuflada por interpretaciones específicas. La esencia de la Espiritualidad auténtica no puede ser enseñada, a no ser en términos de orientación. Ella se vive y para tanto precisa ser experimentada.
Los caminos para esa experiencia son variados, tales como la oración contemplativa, el yoga o la meditación transcendental. Ellas podrán ser más o menos significativas, según el grado de madurez y empeño del experimentador.
Esto sucede exactamente igual en la Ciencia. No es cualquiera que es capaz de determinar la velocidad de la luz, las distancias estelares o el genoma. Solo lo pueden hacer los que fueron exhaustivamente preparados para eso. Igualmente ocurre con la Espiritualidad; la preparación antigua (Iniciación) era hecha por las Escuelas de Misterios, como la que existía en Egipto, localizada en las Pirámides, en los tiempos del faraón Aquenaton.
Wilber (9) menciona como ejemplos modernos de la práctica de la "ciencia de los interiores", la oración contemplativa de Santa Teresa de Ávila, el yoga de Patanjali, el "Zikr" de Rumi (poeta musulmán), la auto-inquirición de Sri Ramana Maharishi y otros. También se puede incluir la Antigua y Mística Orden Rosacruz (AMORC), creada – con otro nombre – por Aquenaton, más o menos 1350 años de Cristo.
Todo esto implica en que la esencia de las religiones, teniendo un origen común (El Creador), si despojadas de sus adornos míticos y de sus interpretaciones dogmáticas, es la misma en todas ellas: es el aspecto místico, que procura el contacto, la comprensión y la integración con las Energías Superiores, con el Creador, con lo que las religiones llaman de Dios, cada una con un nombre diferente. Todo esto, a partir de la experimentación directa, no la ofrecida por "intérpretes" interesados.
Esta esencia espiritual, captada por experiencia directa, podrá ser sometida, posteriormente, a la prueba de la verificación: ¿ella se sintoniza con las que han tenido a lo largo de los siglos y milenios los individuos mas reconocidos en el asunto, y cuyas experiencias están registradas, en diferentes alfabetos, incluso jeroglíficos, en piedras, pergaminos, papiros o papeles?
Esto es exactamente igual a como actúa la Ciencia. La ley de gravitación universal no es verdadera porque "creemos" en el genio de Galileo y sí porque fue experimentada millares de veces, dando siempre el mismo resultado. La única diferencia es la naturaleza del objeto observado: la Ciencia observa lo exterior con su propia metodología; la Espiritualidad observa lo interior también con su metodología específica.
Sería absurdo, tentar forzar el uso de una de ellas, donde no corresponde (por ejemplo, la metodología científica para estudiar la Espiritualidad). Pero encima de las metodologías de las diferentes áreas, se levanta la metodología de la Transdisciplinaridad, que Wilber define como "las tres líneas del conocimiento" (inyunción, aprehensión o experimentación y verificación).
En esto reside la grandeza de la Transdisciplinaridad: ella proporciona la estructura de integración para todas las áreas del conocimiento humano.
En resumen, la Gran Utopía, cuyo proceso de manifestación será discutido en el próximo capítulo, precisa ser hecha en una base transdisciplinaria, donde tanto la ciencia, como la filosofía, la ética, el arte y sobre todo la Espiritualidad (la gran Cenicienta despreciada por los representantes de la Ciencia objetiva(*) convivían armoniosamente, cada una contribuyendo con su parcela específica.
El proceso de manifestación de la gran utopía
Conceptos introductorios
Comenzamos aquí la última Parte de esta Monografía, con el asunto más difícil de exponer ¿Cómo se desarrollará el proceso de manifestación de la Gran Utopía?
Un primer abordaje es definir mejor lo que sería esa Gran Utopía. Sin perjuicio de un análisis mas detallado, es digno de reproducir un fragmento del discurso del Sr. José Mujica, Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca del Uruguay, realizado durante el VII Congreso del Movimiento de Participación Popular (MPP)(**) en el día 01.10.05.
Mujica dice: "Debemos enfrentar el gran desafío que es la construcción de sociedades mejores"…"el principal de ellos no es pelear por apariencias, sino por verdaderos contenidos"…"porque si no cambias vos, no cambia nada … y ¡esa es nuestra Luz!"
El Ministro también criticó duramente la sociedad de consumo, afirmando: "No se puede utilizar una parte de la vida para pagar durante el resto de ella. La gente se endeuda y después no puede vivir; eso es lo que genera este modelo(***). La civilización está entrampada". Esas palabras son una premonición de lo que ocurrió ahora en 2008 con la bancarrota económica mundial.
Es muy saludable que un alto dirigente de un gobierno nacional se exprese de esa manera, cuando se ve por doquier, como prevaleciente, la opinión contraria: consumir, consumir, consumir… ¡no importa lo que! Y esta ideología, si bien creada por el gendarme mundial, está hoy contaminando el mundo entero: América Latina, Europa y ahora Asia, con chinos e hindúes a la cabeza.
Las palabras des Ministro Mujica nos conducen al punto exacto que estamos debatiendo en este libro: "sociedades mejores" (de verdad), requieren cambios profundos, no meros cosméticos. Estos cambios profundos son los que nos llevarán a la Gran Utopía y el medio básico para llegar a ella es la Educación, pero no la meramente formal (técnico-científica) que en realidad es solo instrucción. Aquella Educación precisa ser transdisciplinaria y precisa ver al ser humano con él realmente es, con cuatro componentes: físico, mental, afectivo y espiritual, todos ellos equilibrados y mancomunados. En la Parte III se detalla más esta idea, bautizada como Educación para la Vida.
Antes de avanzar, precisamos volver al tema central de este libro: La Gran Utopía.
Como está siendo discutido desde el primer capítulo, la palabra Utopía tiene un sentido restricto ("aquello que es imposible") y un sentido amplio ("aquello que es imposible, en este contexto"). Es claro que si cambiamos "el contexto" sea por mayor conocimiento (avión, viaje a la Luna), por la justicia social reconocida (ley de ocho horas, jubilación), por evolución humana (democracia, derechos humanos) o por otros motivos, el "imposible" se diluye, y lo que era una "utopía" (imposibilidad), se transforma en realidad.
Es claro, entonces, que el cambio de contexto es fundamental, pero él podrá ser un cambio positivo, pero también negativo. ¿Habrán, pues, utopías negativas? Obviamente que sí; el nazismo fue una utopía (década del 30), que creó un contexto racista y militarista, que la llevó a transformarse en realidad, a partir de la invasión a Polonia en 1939.
No nos interesa ese tipo de utopía, negativa y destructiva, tanto que no duró seis años (Hitler derrotado, se suicidó en 1945).
Las que nos interesan son utopías positivas y constructivas. Dentro de ellas, una sobresale, por acabar englobando todas las otras. Se trata de la Gran Utopía, o sea la creación de una sociedad humana equilibrada, digna, humana, justa… y feliz
¿No eso lo que toda persona normal desea? El gran problema a analizar es ¿cómo podremos cambiar el contexto actual, prevaleciente? separatividad, egoísmo, individualismo, consumismo, terrorismo económico etc., lanzando la Humanidad en un precipicio de destrucción y devastación ambiental, de contaminación, de inseguridad, de infelicidad, de "stress", de depresión y de todo tipo de problemas que aquejan a nuestra decadente sociedad globalizada.
¿Cómo sería la Gran Utopía manifestada?
Tenemos por la frente cuatro grandes asuntos para finalizar nuestro análisis. Ellos son:
¿Cómo sería la Gran Utopía manifestada? La respuesta a esta pregunta sería un indicador, un faro de luz al cual nuestra mente, nuestro corazón y nuestra alma tomarían como referencia para no perderse en el camino. Ella será abordada inmediatamente.
¿Por qué, hasta ahora, la Gran Utopía no se manifestó?
¿Cuándo la Gran Utopía podrá manifestarse?
¿Qué podemos (y debemos hacer) para construir la Gran Utopía?
Las tres preguntas finales serán abordadas en los tres ítems siguientes a este.
Dos contribuciones de origen genuino, aunque un poco poéticas o líricas para los espíritus menos preparados, serán expuestas a continuación. Se trata de visiones que pueden ser consideradas idealísticas; es claro que no llegaremos a ella en un cerrar de ojos. De la misma manera que un niño que desea ser médico o ingeniero, debe atravesar un largo período de estudio (tal vez unos 18 años), la construcción de la Gran Utopía no se dará con un toque mágico. El impulso cósmico del cual hablamos en el Capítulo 13, precisa pasar por todo nuestro interior, antes de poder manifestarse exteriormente.
De la misma manera, si iluminamos un aposento, la luz no arreglará todo el desorden que puede existir en él. Pero ella nos dará el impulso a través de una percepción clara, para ordenarlo, colocando papeles y otros adminículos en sus lugares correspondientes.
La primera contribución es de Lewis(*)(11) y puede ser así resumida:
"Antes de todo, la Tierra sería un Paraíso de amor y belleza. En todas partes habría jardines y huertas, parques bonitos y caminos floridos. En todos los lugares oiríamos el canto de los pájaros, el burbujear de las fuentes y el murmullo de los arroyos. Con facilidad iríamos de un país para otro".
"Habría empleo para todos. Cada ser humano haría el trabajo que su grado de evolución le permitiese y que su desarrollo le exigiese para el despertar de sus talentos. Habría tiempo para que marido y mujer cultiven un verdadero compañerismo y para que padres e hijos se comprendan recíprocamente".
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